(Marcos 4:35-41)
“Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: ‘Pasemos al otro lado.’ Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: ‘Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?’ Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ‘Calla, enmudece.’ Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?’ Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ‘¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?’”
El pasaje de las Escrituras de hoy describe lo que ocurrió cuando Jesús y sus discípulos enfrentaban una tormenta mientras cruzaban el mar de Galilea en un barco. Como se levantó una gran tormenta en el mar y olas gigantes azotaban el barco, se estaba inundando. Asustados, los discípulos, movieron el Señor y lo despertaron de su sueño, diciendo: “Señor, ¿no se ha dado cuenta de que nos enfrentamos a un grave peligro?” El Señor, entonces, sonrió a ellos y reprendió al viento, diciendo al mar, “¡Apacíguate ya!” El viento, entonces, murió repentinamente y el mar volvió a la calma, como si la tormenta nunca hubiera ocurrido. Y cuando el mar se calmó, el Señor se dirigió a los discípulos y los reprendió diciendo: “¿Cómo es que no tienen ninguna fe?” Está escrito aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy, que incluso el viento y el mar obedecían al Señor cuando Él les reprendió.
Desde el punto de vista espiritual, el barco aquí simboliza la Iglesia de Dios. Nos recuerda que, así como el barco en el que Jesús estaba se enfrentó a una tormenta, la Iglesia de Dios también pasó por dificultades de vez en cuando. Tenemos que superar esas dificultades por la fe. Los discípulos en el barco tenían que tener la fe de que Jesús calmaría la tormenta a su momento. De la misma manera, aun cuando la Iglesia de Dios enfrenta dificultades, debemos superarlas por nuestra fe en Dios.
Mientras seguimos con nuestras vidas en este mundo, diversas dificultades son inevitables, no sólo para la Iglesia de Dios, sino también nosotros estamos sujetos a enfrentarnos a ellas cotidianamente. Pero no importa qué tipo de difíciles condiciones de vida nos ocurran, si nos encomendamos a Dios y creemos en él, al igual que los discípulos de Jesús lo despertaron y oraban en la tormenta, el Señor estará con nosotros siempre y nos salvará en todas nuestras dificultades. Cuando tenemos fe en el Señor y le pedimos su ayuda, Él se hace cargo de todos nuestros problemas y hábilmente resuelve incluso las dificultades más difíciles para nuestra completa satisfacción.
A pesar de que todos nosotros aquí estamos intentando vivir nuestra fe con esmero según seguimos viviendo, estamos todos sujetos a enfrentar dificultades por diversas razones. Esto ocurre a pesar de que vivimos en una época próspera, y pueden imaginarse cuántas dificultades la Iglesia debió haber afrontado en el pasado. No tenemos que regresarnos mucho al pasado para ver esto; sólo hace una década, la Iglesia enfrenta numerosos problemas constantemente. Pero cada vez que la Iglesia enfrentaba estas pruebas, oraban a Dios con fe absoluta, y el Señor se hacía cargo de todas esas dificultades por nosotros.
Este templo de la Iglesia es un testimonio de la ayuda de Dios
Hace un tiempo tuvimos que trasladar nuestra iglesia a otro lugar debido a que caducó el arrendamiento, pero no teníamos ningún lugar para ir. No podíamos encontrar ninguna solución aunque tratáramos duramente. No hubo otro remedio que encomendarnos al Señor. Por lo tanto oramos al Señor. Día y noche le rezábamos sincera y desesperadamente. El Señor nos respondió entonces. Es también gracias a la bendición del Señor que pudimos encontrar un lugar adecuado para la oficina de nuestro equipo editorial.
No es sólo la iglesia que se enfrenta a pruebas; También pasé por muchas dificultades. Pero cada vez que enfrentaba problemas, me encomendaba al Señor, orando a Él e invocando su nombre sinceramente. Entonces cuando me encomendaba y confiaba en el Señor, se encargaba de mis problemas uno por uno. Según continuamos viviendo, es inevitable para todos nosotros el hacer frente a innumerables dificultades en todos los sentidos imaginables a lo largo de nuestra vida entera. Pero si ponemos nuestra fe en el Señor y le pedimos su ayuda, Él seguramente resolverá todos nuestros problemas sin importar lo difícil que puedan ser. Por lo tanto, cuanto más nos esforzamos en nuestras difíciles condiciones de vida, más debemos tener fe en el Señor y confiar en Él.
La tormenta que Jesús y sus discípulos enfrentan en el pasaje de las Escrituras de hoy, muestra que también nosotros estamos sujetos a hacer frente a esas dificultades, según seguimos viviendo en este mundo. Y también nos enseña que cuando nos enfrentemos a dichas pruebas, si confiamos en Dios y oramos a él, se hará cargo de todas nuestras dificultades tal como había salvado a los discípulos reprendiendo el viento y apaciguando el mar. Esa fe y voluntad son absolutamente indispensables para nosotros. El Señor reprendió a los discípulos por su falta de fe, preguntándoles por qué no tuvieron ninguna fe. Aquí debemos comprender cuán grave pecado es el no tener ninguna fe, y cuán malo es vivir confiando en nuestros propios medios, en lugar de Dios. Ustedes y yo estamos propensos a enfrentar innumerables dificultades mientras vivamos en este mundo, y cada vez que nos las enfrentamos, debemos encomendarnos y confiar en el Señor a través de nuestra oración y de nuestra fe. Aquí debemos captar que el Señor nos salvará, sólo cuando tengamos esa fe.
Muchas personas de todos tipos están reunidas aquí, desde adolescentes, adultos jóvenes, ya grandes, y hasta ministros. De lo que todos nosotros debemos darnos cuenta independientemente de la edad, es que todos tenemos ideas tanto carnales como espirituales en nuestras mentes. Porque tenemos carne, tenemos pensamientos carnales, y porque tenemos el Espíritu Santo en nuestros corazones, también tenemos pensamientos espirituales. Ya que tenemos la carne y el Espíritu Santo, podemos ser provocados por pensamientos carnales y por espirituales. Pero a pesar de que tenemos la carne débil, podemos ser salvados por confiar en el Señor y encomendarnos a Él. Siempre y cuando escuchemos la Palabra de Dios en nuestras vidas y nos arreglemos nosotros mismos para seguirla, se resolverán todos los problemas difíciles que enfrentemos en nuestras vidas a su tiempo y todos prosperaremos.
Debemos desconfiar de seguir sólo los deseos de la carne
Debido a que ustedes y yo tenemos carne, no tenemos otra más que pensar en cosas carnales. Debemos tener cuidado con esto, ya que pereceremos si seguimos sólo los pensamientos de la carne. El Señor dijo: “Porque el ocuparse de la carne es muerte” (Romanos 8:6). El Señor ha advertido a nosotros en este pasaje, de no seguir sólo los pensamientos de la carne.
Incluso si ustedes han nacido de nuevo por creer en el Evangelio del agua y del Espíritu, una vez que ustedes caen en sus propios pensamientos carnales, terminarán estando contra la iglesia. Al igual que la Biblia dice que el ocuparse de la carne es muerte, si ustedes se desvían y van contra la iglesia, en última instancia se destruyen ustedes mismos. Si su fe aún es joven, es comprensible que puedan oscilar e ir para adelante y hacia atrás. Pero si ustedes están completamente del lado de la carne y siguen sus propios pensamientos carnales en vez de desecharlos, no sólo se desvían de la Iglesia, sino peor aún, se convertirán como Judas Iscariote al final. En otras Palabras, pueden acabar convirtiéndose a sí mismos en enemigos de Dios. Por eso es tan peligroso seguir sólo los pensamientos de la carne. Quienes se convierten ellos mismos en enemigos de Dios siguiendo sólo sus pensamientos carnales, perecerán inevitablemente en cuerpo y alma, a pesar de que esto no es lo ellos desean.
Sé muy bien que tanto nuestros santos como los ministros tienen un lado débil, que los hace vulnerables a raíz de los pensamientos de la carne. También soy consciente de que a pesar de que no tomamos la muerte demasiado en serio en tiempos normales, cuando en realidad estamos ante la muerte, todos temblamos de miedo y hacemos todo lo posible para evitarla. Por lo tanto para el día de hoy, he intentado muy duro el asegurarme que mis sermones les puedan ayudar a hacer a un lado esa estupidez, para que no siguieran sólo los pensamientos de la carne, sólo para terminar enfrentando la muerte. Pero si ustedes ya han decidido el seguir sus pensamientos carnales y se niegan a cambiar, pensando que lo que está haciendo es correcto, entonces no puedo ayudarlos sin importar cuánto intente. Estarían eligiendo su propia muerte. Ustedes mismos se convertirían en enemigos de Dios sólo para destruirse en un dolor agonizante.
No quiero que la gente tonta que sigue los pensamientos de la carne muera. Cuando a estas personas les resulta difícil seguir el servir al Señor, dejan al Señor temporalmente, pero cuando se enfrentan a dificultades en el mundo, tratan de regresar a su fe como si nada hubiera pasado. Viven de una manera conveniente para ellos, y sin embargo, al mismo tiempo también quieren prosperidad espiritual. Además, la Palabra de Dios dice en Hebreos 6:4-6: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento”. Como dice este pasaje, aquellos cuya fe es tan inestable que constantemente titubean hacia adelante y hacia atrás entre el Señor y el mundo, no pueden renovarse una vez más al arrepentimiento. Por lo tanto, ustedes y yo debemos vivir una vida consistente de fe y reforzarla como una fortaleza. Eso es porque aquellos cuya fe no es firme y siguen los pensamientos de la carne y dudan constantemente, perecerán al final.
Echen un vistazo a algunos de nuestros últimos ministros que acabaron dejando la iglesia para seguir sus propios pensamientos carnales. Esas personas que sólo tiene que seguir los pensamientos de la carne perecerán en cuerpo y alma. Por supuesto, esto no significa que la iglesia misma les exija justicia o trate de arruinarles la vida. Por el contrario, aquellos cuya fe es tan débil, que sólo siguen los pensamientos de la carne terminan destruyéndose a sí mismos. Sería feliz si algunos de ellos, incluso después de haberse desviado, pudieran darse cuenta de su error y volver a llevar una vida más consistente por la fe. Pero ha habido muchas personas en la iglesia que siguieron sus propios pensamientos carnales hasta el final. Estoy seguro que saben de quiénes estoy hablando incluso si no los menciono por sus nombres. Hemos tenido ese tipo de gente entre los laicos, y también los hemos tenido incluso entre los ministros.
Todos nosotros debemos darnos cuenta por naturaleza, de que somos vulnerables a seguir los pensamientos de la carne, y debemos pedir a Dios su misericordia. Si amamos a nuestras propias almas y queremos asegurarnos de que no nos destruyamos nosotros mismos, entonces debemos escuchar cuidadosamente la Palabra de Dios y seguirla fielmente. Incluso si nos resulta demasiado difícil seguir la Palabra del Señor continuamente así, aún debemos seguirla confiando en el Señor.
Cuando uno perece, no muere sólo por si mismo, sino que intenta arrastrar a otros para que mueran con él. Pero nunca deberíamos permitir el ser arrastrados hasta la muerte por esas personas que siguen los pensamientos de la carne sólo hasta que mueren. Estas personas, que se han convertido en enemigos de Dios que morirán, no pueden ser revividas, incluso si morimos junto con ellas. Cuando uno arrastra a quienes lo rodean a la muerte, será maldecido aún más, porque el diablo está fascinado y su poder del mal se hace aún más fuerte. Por lo tanto, debemos defender nuestra salvación, contra esas personas, por la fe. No importa quién esté pereciendo, incluso si es miembro de nuestra propia de la familia, debemos defender nuestra fe sólidamente para seguir de pie, aunque todo sea por nosotros mismos, en lugar de ser arrastrados junto con esas personas.
Mientras vivamos en este mundo, las pruebas pueden venir a la iglesia y nuestras vidas individuales y entonces, cada vez que nos enfrentemos a tales dificultades, debemos orar al Señor fielmente. Cuanto más nos esforcemos y más difíciles sean las pruebas, debemos encomendarnos a Dios y confiar en él aún más. Nuestras dificultades no se resuelven cuando buscamos nuestros propios medios y formas de superarlas, sino cuando ponemos nuestra fe en el Señor, oramos a Él e intentamos vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, que se resuelven estas dificultades.
Permítanme darles un ejemplo aquí. Hace mucho tiempo, cuando primero fui salvado, había decidido vivir mi vida conforme a la voluntad de Dios y servir al Señor, pero no tenía ningún lugar para domiciliar la Iglesia de Dios. No tenía siquiera suficiente dinero para alquilar un lugar. Pero cuando pasé por un edificio adecuado, oré a Dios con todo mi corazón, diciendo: “Señor, por favor, dame ese edificio, para que pueda utilizarlo para ti. Te le pido con todo mi corazón. Necesito ese edificio para reunir a las almas, celebrar servicios de adoración y salvarlas con Tu Palabra. Yo creo que me lo darás.” No tenía ninguna voluntad propia en mi oración. Oré al Señor incesantemente, poniendo toda mi fe y confiando en Él. Y estaba absolutamente seguro de que Dios respondería a mi oración. Finalmente fueron recompensadas mi fe y mi oración. Dios contestó a mi oración. Esta no es la única instancia en la que Dios vino en mi ayuda, ya que para todo lo que le pido y oro con fe, Dios responde sin excepción hasta el más mínimo detalle, y Él se hizo cargo de todos mis problemas.
Dios nos da todo lo que pedimos y buscamos de Él, si es de acuerdo con su voluntad. A diferencia de la mayoría de la gente, no veo ninguna carencia en mi propia casa. No es por que fuera a vivir por mil años en este mundo, ya que estoy aquí sólo por un corto tiempo, así que ¿cuál es el caso de comprar una casa cara y sólo pagar excesivos impuestos, y constantes reparaciones, cuando puedo sólo alquilar una? Si realmente necesito una casa, Dios me la dará. Dios me dará todo incluso sin que se lo pida, si es algo absolutamente necesario. Y ustedes ¿Nunca se han fajado los pantalones y ahorrado como avaros para comprar una casa? Estoy seguro de que muchos de ustedes han hecho esto. Pero es toda una voracidad innecesaria. ¿Qué pasa con nuestra iglesia entonces? ¿Les ha dicho alguien que nuestra iglesia ha ahorrado dinero para comprar un edificio? Nunca lo hemos hecho. Pero a pesar de que nunca hemos destinado ningún dinero para la compra de ningún edificio, Dios todavía nos bendice a nosotros y nos dio este edificio para nuestro uso. De hecho, es demasiado lo que Dios ha hecho por nosotros de acuerdo a su voluntad.
La Biblia dice en 1 Juan que si nuestra conciencia es clara y abierta ante la presencia de Dios, recibiremos de Dios todo por lo que le oremos. Dios escuchará nuestra oración y nos dará lo que le pedimos a su tiempo. Nuestro Dios es el Dios viviente. Dios está vivo por siempre. Si honestamente creemos en Él, confiamos en Él, y ponemos nuestra fe en Él, si le pedimos, Dios nos responderá con certeza. Si nuestra voluntad y lo que buscamos es conforme a su voluntad, entonces tarde o temprano, Él nos responderá sin falta. Todo lo que el Señor quiere de nosotros es que nuestra fe crezca, esperando que nos decidamos.
Es importante estar resuelto a vivir según la voluntad de Dios
Esto es absolutamente mandatorio. A menos que se decidan a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, se verán tentados a seguir sus caminos cuando las circunstancias cambian, incluso si ustedes no lo ha hecho aún. Si su corazón no se afirma en Dios, será barrido por sus circunstancias como un bote que se lanza sobre las olas. Sólo cuando su corazón este definido en un solo lugar, se complacerá Dios con ustedes. Si por el contrario es inestable y va para adelante y hacia atrás, entonces, lejos de estar con Dios, pueden acabar apartándose de sus bendiciones.
Por lo tanto, lo primero que deben hacer es llevar una vida adecuada de fe tomando una decisión. Si desean que su oración sea respondida, esto también requiere que su corazón esté con Dios. Dicho de otra manera, deben resolver cómo vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Dios conoce el centro de su corazón y ve si sólo le oran sin incluso decidir seguirlo. Y si intentan llevar una vida de fe sin que su corazón esté con Dios, su propia conciencia los acusa de tener un corazón desubicado. Por lo tanto, primero deben estar nuestros corazones con Dios antes que nada. Y en segundo lugar, debemos aprender a confiar en Dios y de verdad, hacerlo en nuestras vidas diarias. El confiar en Dios significa, poner nuestra fe en Él. La fe es confiar en Dios y pedirle su ayuda. Sólo cuando tenemos esa fe podemos tener una vida recta de fe, hasta el día en que el Señor retorne.
Mis compañeros creyentes, deben notar aquí que incluso si nos desviamos individualmente, la Iglesia de Dios continuará predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo único que me preocupa profundamente es que, a pesar de que hayan encontrado al Señor y ahora estén morando en sus bendiciones, una vez que ustedes sigan los pensamientos carnales y se conviertan ustedes mismos en enemigos de Dios, es casi imposible volver a los brazos del Señor. Esas personas que se convierten en enemigos de Dios tendrían suerte si pudieran regresar al Señor en su lecho de muerte. Eso es lo difícil que es volver a Dios, una vez que ustedes se pierdan.
Si un niño pequeño pasea demasiado lejos de su casa, se perderá y no será capaz de encontrar su camino a casa. De la misma manera, es casi imposible para nosotros regresar al Señor si nos vamos demasiado lejos de Él. Incluso cuando sabemos claramente que debemos volver a Dios, nos resultaría increíblemente difícil hacerlo. ¿Por qué suponer que este es el caso? Es porque en cuanto más nos alejemos del Señor, más seríamos controlados por el diablo.
Lo más importante que cualquier otra cosa, es que se decidan a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Una vez que encontré al Señor, estuve resuelto una y otra vez a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Sin embargo incluso como yo estoy viviendo con mi corazón con Dios, con mis pensamientos carnales vencidos, las pruebas continuarán viniendo en mi camino cada día y todavía tengo muchos problemas. Sin embargo, si se deciden y plantan su corazón firmemente en la Palabra de Dios, entonces, siempre que su corazón se tambalee, pueden poner fin a ello inmediatamente.
Por el contrario, si no están con Dios, entonces, siempre que su corazón se tambalee, se desviarán y apartarán de Dios al final. Esto es porque a menos que se decidan a seguir a Dios, no pueden superar sus pensamientos carnales. Si ustedes sólo siguen los pensamientos de la carne, perecerán en cuerpo y alma. Es por eso que es tan importante para ustedes que su corazón esté con Dios y plantarlo profundo en su Palabra.
Todos nosotros debemos llevar nuestras vidas de fe con nuestros corazones firmemente decididos a seguir al Señor. Lo que es importante no es que tan fuerte sea la voluntad de ustedes. Lo más importante es que su corazón viva de acuerdo con la voluntad de Dios. Cuando se deciden a vivir de acuerdo a lo que complace a Dios, Dios conservará así su corazón, los guiará y utilizará como su instrumento, los bendecirá obrará en sus vidas. Pero si no afirman su corazón y en su lugar intentan obstinadamente resistir sus pensamientos carnales con su propio esfuerzo y voluntad, entonces, tarde o temprano terminará ustedes mismos rindiéndose a ellos. No serán capaces de soportar cuando Satanás sacuda su corazón. Hay un himno en nuestro libro de himnos, titulado “Pon tu corazón en Dios” y al igual que este himno, todos nosotros debemos estar resueltos a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto es muy importante. Sólo hasta que se decidan, Dios obrará en sus vidas. El Señor estará con ustedes cuando se decidan, estén con Dios, tengan fe en Cristo Jesús y descansen su corazón sobre la voluntad de Dios… creyendo en ÉL.
A menos que ustedes mismos estén resueltos a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, Satanás continuará intentando el destruirlos. Su corazón, entonces, cederá finalmente y caerá en manos del diablo. Es así cómo Satanás intenta alejarlos de la voluntad de Dios. Y por eso deben estar resueltos mentalmente a vivir según la voluntad de Dios. Tenemos algunos adolescentes aquí con nosotros, y es muy difícil para ellos el estar en la iglesia y servir al Señor a su edad. Lo mismo es cierto para los adultos jóvenes. También se aplica a los grandes y, hermanos y hermanas por igual. En cierto modo, el adherirse al marco de la iglesia puede ser difícil y frustrante.
Por lo tanto deben estar resueltos ustedes mismos a vivir conforme a la voluntad de Dios en primer lugar, o de lo contrario será muy difícil el poder aunarse al marco de la iglesia. Tal como yo he puesto mi corazón en Dios, les pido que también afirmen su corazón en Él. Una vez que ustedes se decidan, su corazón encontrará que nada es más relajante y alegre que estar con el Señor. Pero si de lo contrario no se deciden, estarán intolerablemente frustrados.
Como de costumbre, me la pasé hoy corrigiendo mi resumen de sermón, y ahora estoy predicando la Palabra esta noche para servir al Señor. Pero si no me hubiera decidido a vivir siguiendo la voluntad de Dios, entonces, yo no habrá podido trabajar en unidad con la iglesia. El corazón del hombre cambia tan fácilmente. Y puede así, fácilmente perderse. Es muy fácil el olvidarnos completamente de todo lo de nosotros si nos apartamos, incluso durante un corto tiempo. Debido a que los seres humanos somos tales criaturas débiles, el diablo intenta hacer que se peleen entre sí y acusarlos para, en definitiva, tambalee sus corazones. De hecho, he visto que les sucede incluso a nuestros ministros: cuando yo los veo tras un largo período de ausencia, descubro que algunos de ellos han cambiado bastante desagradablemente. Aprovecho cada oportunidad que tengo para reunirme con nuestros ministros regularmente. Nuestros hermanos y hermanas deben también verme con la frecuencia que sea posible. Ya sea a la hora de culto o durante el trabajo, tenemos que reunirnos lo más frecuentemente posible. Sólo entonces pueden tener su corazón resuelto a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Si de lo contrario salen al mundo y se olvidan de todo el Evangelio, entonces será duro que puedan mantener su determinación. Hagan lo que hagan en la iglesia, si trabajan o juegan, es cuando hacen todo junto con sus compañeros Santos, que puede defender su corazón. Ustedes son fuertes de fe cuando están unidos con sus compañeros Santos. Y si han decidido seguir a Dios, no es una buena idea de ustedes el distanciarse de sus compañeros Santos, ya que entonces, será muy difícil el poder mantener dicha determinación.
Esto es lo que hoy nos enseña el pasaje de las Escrituras. Cuando Jesús y sus discípulos estaban cruzando el mar, pasaron por una tormenta y el barco se estaba inundado y casi se hundía, pero el Señor estaba durmiendo en medio de todo esto. Por lo que sus discípulos le dijeron: “Maestro, ¿no se ha dado cuenta de que nos enfrentamos a un grave peligro?”
Aquí hay algo que señalar, antes de seguir adelante. Aquí los discípulos del Señor le llamaban simplemente “maestro”. Aunque son nuestros grandes predecesores de la fe, merecen algunas críticas aquí. ¿Después de todo, no debería haber llamado a Jesús su “Señor” en lugar de sólo un “maestro”? El Señor es nuestro maestro. Él es el creador, el Cristo y el Hijo del Dios viviente. El Señor es el creador, quien hizo el universo y a nosotros. Es nuestro Pastor, nuestro Salvador y nuestro eterno Maestro. Así ya que es Jesús quien nos cuida, sólo es adecuado que le llamemos nuestro Señor. Cuando los discípulos le preguntaron a Él: “Maestro, ¿no se ha dado cuenta de que nos enfrentamos a un grave peligro?” el Señor les reprendió diciendo: “¿Cómo es que no tienen ninguna fe?”
Es un grave pecado no creer en la justicia de Dios
La hermana Miae Choi fue a ver a su médico recientemente ya que no se sentía bien. ¿No estaría ansiosa y temerosa de que el médico no pudiera averiguar de lo que estaba enferma? Pero aunque tales pruebas nos lleguen a nosotros, debemos tener fe en el Señor. Cuando encomendamos nuestras dificultades al Señor y confiamos en Él, se hará cargo de ellas. Él nos sanará de todas nuestras enfermedades. Incluso si algunos de nosotros nacieron con condiciones transmitidas genéticamente, el Señor nos cura también y nos puede restaurar la salud. Por ello les pido a todos ustedes que nunca caigan en la desesperación no importa qué dificultades les aquejen, porque el Señor se encargará de todos sus problemas y los bendecirá.
No tomen su vida de fe muy a la ligera, como si fuera algo que pudieran dejar a mitad de camino. El pensar que está bien el salirse de su vida de fe es absolutamente carnal. Si llegan a cansarse, escuchen la Palabra de Dios para descansar y renovar fuerzas. Es así cómo pueden vivir con su fe hasta el final, tomando fuerzas de Dios, no de si mismos. No crean que pueden elegir otra forma por ustedes mismos.
Tenemos algunos adolescentes aquí con nosotros, y el hermano de Dongwook es el más grande entre ellos. Él está en una edad muy difícil, por la transición de un niño a un hombre. Pero incluso a su edad relativamente joven, Dongwook puede ser suficientemente ambiciosos para abrazar todo el mundo y lograr mucho. A los dieciséis años, muy bien podemos decir que ya ha madurado y crecido. Su cuerpo no puede haberse desarrollado plenamente todavía, pero su mente ya está madura. A pesar de que su desarrollo físico y las normas sociales aún le definen como un adolescente, él tiene plenas aptitudes mentales. Por lo tanto, aún adolescentes como Dongwook deben tener resuelto en sus corazones el vivir su fe conforme a la voluntad del Señor.
Todos nosotros reunidos aquí, jóvenes y viejos, hombres y mujeres por igual, debemos estar resueltos en nuestro interior, a vivir por la fe. Por supuesto, nuestros ministros deberían ser los primeros en hacerlo y servir de ejemplo para los demás. Es una bendición el vivir teniendo fe en el Señor, y si así lo hacemos, Él nos protegerá y nos dará paz. Y nuestro Dios obrará en nuestras vidas y bendecirá a todos nosotros.