(Juan 19:1-11)
«Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene».
¿Qué tal han estado? El tiempo ha estado un poco loco últimamente y parece que algunos de nosotros nos hemos resfriado. Si creen que tienen un resfriado, vayan a ver a su médico cuanto antes para poder sanarse pronto. No siempre es fácil deshacerse de un resfriado con tan solo descansar y esperar; si continúa, puede haber complicaciones graves. Así que les pido que cuiden del cuerpo que Dios les ha dado.
El pasaje de las Escrituras de hoy describe el juicio de Jesús en la corte de Pilato, y nos ayuda a darnos cuenta de cuánto nos ama el Señor. Como dice este pasaje, Jesús fue interrogado injustamente y juzgado en la corte de Pilato, y al saber esto podemos experimentar el amor de Dios en cuerpo y Espíritu.
En el momento en que Jesús fue crucificado, Israel era una colonia del imperio romano, y por tanto el gobernador romano tenía jurisdicción sobre los juicios criminales. Esto se debe a que la autoridad para juzgar y castigar se había transferido de Israel al imperio romano. Así que cuando los sacerdotes y los fariseos arrestaron a Jesús, lo llevaron al gobernador. Entonces le pidieron al gobernador que castigase a Jesús, acusándole de proclamarse el Rey de los judíos y el Hijo de Dios. Aunque el gobernador Pilato no tenía jurisdicción sobre los asuntos religiosos, los sacerdotes acusaron a Jesús de incitar a las masas y por eso Pilatos intentó encontrar una ofensa en Él, pero no encontró ninguna.
Por tanto, Pilato intentó liberar a Jesús. Pero los sacerdotes de Israel y los fariseos se negaron. En Israel era costumbre liberar a un prisionero el Día de Pascua, y Pilatos le preguntó al pueblo de Israel a quién debía liberar, a Jesús o al criminal Barrabás. Pilatos pensó que como Barrabás era un criminal tan peligroso, los israelitas naturalmente querrían liberar a Jesús. Pero, al contrario de lo que pensaba, los sacerdotes instigaron a las masas para que pidieran crucificar a Jesús. Así presionaron a Pilato para que crucificara a Jesús.
Los líderes judíos acusaron a Jesús de autoproclamarse el Rey de los judíos e incitar al pueblo de Israel. Pidieron que Jesucristo fuese ejecutado con todas sus fuerzas y por eso Pilato tenía miedo de que hubiese una revuelta. Esta es la razón por la que Pilato le preguntó a Jesús: «¿Eres el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí» (Juan 18:36). Lo que Jesús dijo aquí era cierto, porque era el Hijo de Dios. Pero por culpa de lo que Jesús dijo aquí, Pilatos decidió ejecutar a Jesús, y le dio la excusa perfecta para sentenciarle a muerte.
Está escrito en Juan 19:1: «Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó». Se dice que según la ley romana, los criminales eran desnudados y azotados cuarenta veces menos uno antes de su ejecución. En el látigo que se utilizaba para castigar había metales como ganchos, y cada vez que el látigo pegaba en la carne de una persona, estos ganchos se agarraban a la carne y la desgarraban. Así que Jesús recibió cuarenta azotes menos uno y Su cuerpo estaba cubierto de sangre.
Los soldados romanos no pararon con los azotes, sino que también se burlaron de Jesús vistiéndole con una túnica púrpura y una corona de espinos. Los reyes llevaban túnicas púrpura en aquel entonces, y como Jesús decía que era el Rey de los judíos, le vistieron con la túnica para burlarse. La corona de espinos también se hizo para burlarse de Él.
Los arbustos de espinos que crecen en Israel son más gruesos y afilados que los que nosotros conocemos. Así que cuando la cabeza de Jesús fue desgarrada por los espinos de la corona, toda Su cara estaba cubierta de sangre. Los soldados romanos lo vistieron de púrpura y le pusieron una corona de espinos para burlarse de Él, y le dijeron: «Ave, Rey de los judíos». Además le pegaron en la cara y en la cabeza e incluso le escupieron en la cara. Se burlaron de Jesús para avergonzarle. Cuando Pilato condenó a Jesús a muerte, los soldados no solo le azotaron, sino que también le ridiculizaron y se burlaron de Él sin parar.
Un hombre normal habría confesado su inocencia si hubiera pasado por tanto dolor causado por los azotes y la crucifixión, y habría hecho todo lo posible por salvarse. Pero Jesús no abrió la boca como un cordero que iba a ser degollado, y una oveja callada ante los esquiladores, como profetizó Isaías 53:7. No mostró resistencia y resistió todo el dolor en silencio por nosotros.
Por mucho que Pilato interrogase a Jesús, en su mente Jesús no era una persona que intentase proclamarse rey o conspirar para rebelarse contra el imperio romano. Así que Pilato sacó a Jesús ante la multitud e intentó liberarle de nuevo diciendo: «No encuentro culpa en Él». Los sacerdotes y sus subordinados empezaron a gritar aún más alto diciendo: «Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él » (Juan 19:6). Pero los judíos se negaron completamente y se justificaron diciendo: «Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios» (Juan 19:7).
Pilatos tuvo más miedo de Jesús, porque se autoproclamó el Hijo de Dios. Miremos Juan 19:8-10: «Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?». Pilatos tenía miedo de lo que le pudiese ocurrir si Jesús era quien decía que era y pensó: «¿Qué me ocurrirá si es el Hijo de Dios? ¿Se me perdonará si torturo al Hijo de Dios?». Esto parece explicar por qué Pilato quería liberar a Jesús. Quizás por esta razón parece que Pilato estaba desesperado por pedirle a Jesús que afirmase Su inocencia para poder liberarle: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?».
Pero Jesús permaneció tranquilo. En vez de actuar como un esclavo, dijo con confianza: «Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene». Le dijo a Pilato que los que le habían entregado eran los que habían pecado, porque era el plan de Dios que Jesús muriese como precio por el pecado de toda la humanidad.
De esta manera, aunque Pilato intentó liberar a Jesús muchas veces, como Jesús ya había aceptado todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, tuvo que ser crucificado sin falta, y por tanto Jesús no le dio la respuesta que estaba esperando a Pilato. Si hubiera dicho: «Soy inocente. Libérame», no podría haber sido crucificado para ser castigado por todos los pecados del mundo que había aceptado al ser bautizado por Juan el Bautista, y por eso no dijo nada.
Cuando leemos el Credo de los Apóstoles, que fue creado por la Iglesia Católica después de la muerte de los apóstoles, hay una frase que dice: «Sufrió bajo Poncio Pilato», Aunque el Credo de los Apóstoles dice que fue Pilato quien torturó a Jesús y lo mató, en realidad Pilato intentó liberarlo. Jesús mismo quiso ser crucificado voluntariamente. Aunque Jesús fue crucificado por la orden de Poncio Pilato, Jesús le había dicho en Juan 19:11: «Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene». Pilatos no tenía la autoridad de matar a Jesús, ni de crucificarle. Dios Padre le había dado esta autoridad temporalmente a Pilato para que le crucificase. Jesús le dijo a Pilato que la autoridad para matarle le había sido concedida por Dios Padre. «Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene»
Jesús sufrió porque nos amaba tanto
El Señor había sido bautizado por Juan el Bautista y por eso fue crucificado para recibir el castigo de los pecados mientras cargaba con todos los pecados del mundo. El Señor fue castigado por nuestros pecados porque había cargado con ellos al ser bautizado por Juan el Bautista. En otras palabras, nuestro Señor fue crucificado por nosotros porque los llevaba encima. El Señor dijo que fue bautizado por Juan el Bautista en este mundo para aceptar todos los pecados del mundo y fue crucificado para que conociésemos el amor de Dios. El mundo aquí nos incluye a nosotros. Dios había enviado a Su Hijo a este mundo para borrar nuestros pecados. El Señor vino al mundo según la voluntad del Padre y después de ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado, para que conociésemos el amor de Dios. Dios hizo todas estas cosas para salvarnos de nuestros pecados.
Jesús vino a este mundo encarnado en un hombre para salvarnos de los pecados. Y al aceptar todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, tuvo que ser crucificado. Deben entender por qué Jesucristo tuvo que sufrir en la Cruz aunque no había hecho nada malo. Esto se debe a que si Jesucristo no hubiese sido bautizado y crucificado por nuestros pecados, nunca habríamos podido deshacernos de nuestros pecados.
Entre todo el mundo que vive en este planeta solo los que son pobres de espíritu recuerdan que el Señor fue bautizado y crucificado para salvar a los pecadores pueden entender Su voluntad, y solo ellos aceptan al Señor como su Salvador. El Señor sufrió de esta manera para hacer conocer la Verdad de la salvación a todo el mundo. Fue bautizado por Juan el Bautista y crucificado para que muchas personas se dieran cuenta de que Dios Padre nos ama tanto. Como el Señor fue bautizado por Juan el Bautista y sufrió la crucifixión en este mundo, pudo salvarnos para siempre. Debemos darnos cuenta de esta Verdad sin falta y creer en ella de todo corazón. Jesús sufrió en Su carne, fue azotado 39 veces, cargó con la vergüenza de ser desnudado en público y recibió bofetadas en la cara y ridiculizado. Dios soportó todas estas cosas porque nos amaba tanto que quería borrar nuestros pecados. Todo el mundo debe darse cuenta de que el Señor cargó con todo el sufrimiento de este mundo para darnos a conocer el amor de Dios. Todos deben entender sin falta que Dios amó al mundo de esta manera, y que nos amó hasta la muerte.
Como Dios nos amó a toda la raza humana, quiso resolver el problema de los pecados que nosotros mismos no podíamos resolver. Así que Dios vino a este mundo encarnado en un hombre, cargó con los pecados de la raza humana a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y soportó una tortura cruel hasta que fue crucificado. Nuestro Señor derramó Su sangre y murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos, y ahora está dando testimonio personalmente de que nos ha salvado de nuestros pecados. Deben darse cuenta de esto.
Dios nos amó tanto que nos libró del pecado y del juicio y nos salvó de la destrucción eterna y del pecado al borrar nuestros pecados. Dios mismo pasó mucho dolor al cumplir el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, sería un gran error no reconocerlo, pero aún sería peor no querer creer. Dios nos amó a todos y todavía nos ama. Por tanto, todos nosotros debemos darnos cuenta de esto y creer de todo corazón que nuestro Señor fue bautizado y crucificado porque nos amó, y que todo esto lo hizo por Su amor. Debemos entender el amor de Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Todo el mundo debe morir una vez
Como está escrito: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27), todo el mundo tiene que morir una vez en este mundo sin excepción, y todo el mundo será resucitado. Algunas personas serán resucitadas para la vida eterna, mientras que otras serán resucitadas para ser juzgadas. Como el juicio le espera a todo el mundo después de la muerte, su muerte física no es el fin. Aunque todos estábamos destinados a ser condenados y arrojados al infierno por nuestros pecados, el Señor hizo posible que fuésemos al Cielo. Nuestro Señor nos amó tanto que nos salvó de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por Su amor por la humanidad, Jesucristo vino a este mundo, fue bautizado voluntariamente para cargar con los pecados del mundo en Su cuerpo, y murió en la Cruz personalmente para pagar el precio de todos nuestros pecados. Y al levantarse de entre los muertos de nuevo, nos ha salvado perfectamente. El Señor ha permitido que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu para no ser destruidos en el mundo siguiente y poder entrar en el Cielo y vivir con Dios para siempre. De esta manera Dios no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros (Hebreos 8:32). El Señor nos amó así.
Aunque a menudo actuamos como si fuésemos a vivir mil años, todos moriremos. Está escrito en Salmos 90:10: «Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años». ¿Creen que vivirán para siempre? Si no viven para siempre, ¿creen que vivirán durante mucho tiempo? Pero algunas personas mueren en diez días, un mes, o unos cuantos años. La única diferencia es cuánto tiempo viven; pero cuando una persona nace, tiene que morir algún día. Y cuanto estén muertos, estarán ante Dios para ser juzgados. La verdadera felicidad no es todo lo que tenemos en nuestras vidas diarias. Cuando se pase el tiempo que se nos ha asignado, tarde o temprano llegará el momento de ser juzgados por Dios. Por eso todo el mundo debe creer en Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Jesucristo fue arrastrado a la corte de Pilato y fue azotado cuarenta veces menos uno, y Su cuerpo estaba completamente cubierto de sangre. Entonces fue revelado al pueblo de Israel con una corona de espinos en Su cabeza y una túnica púrpura. Aunque Pilato intentó liberarle varias veces, fue vencido por las artimañas políticas de los líderes judíos y acabó entregándolo a los soldados romanos. Pero Jesús sufrió en silencio, como una oveja callada ante sus esquiladores. Y cargó con Su Cruz hasta Gólgota, una colina cuyo nombre significaba calavera. Fue crucificado allí, y aunque derramó Su sangre en la Cruz y sufrió una muerte horrible, Sus palabras fueron: «¡Está acabado!» (Juan 19:30).
Jesús había venido al mundo para cargar con nuestros pecados a través de Su bautismo y para salvarnos al ser condenado en nuestro lugar. Nació en este mundo e hizo Su obra de salvación, para darnos la noticia maravillosa de la salvación, como cantamos en el villancico: «Gozo en el mundo, el Señor ha llegado». En otras palabras, Jesucristo vino al mundo para salvarnos de los pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y crucificado. Su misión en este mundo fue hacernos hijos de Dios al entregar Su vida por nosotros y borrar nuestros pecados. Hizo todas estas cosas porque nos amaba. Fue bautizado y crucificado para manifestar Su amor por nosotros, y así cumplió nuestra salvación.
¿Tenía pecados Jesucristo? No, no tenía ningún pecado. Pero aceptó todos nuestros pecados en Su cuerpo libre de pecado. Jesucristo fue crucificado por nuestras trasgresiones y fue castigado por nuestras iniquidades. Como fue bautizado por Juan el Bautista, tuvo que ser crucificado para pagar el precio de nuestros pecados y se levantó de entre los muertos de nuevo. Jesús tuvo que sufrir tanto por nuestros pecados. Como nos amó tanto, nos salvó de todos los pecados del mundo. No fuimos salvados por nuestros propios méritos, sino por Jesús.
¿Le han pedido al Señor que les salve alguna vez? Incluso antes de pedírselo, el Señor ya nos conocía tan bien que nos salvó al borrar todos nuestros pecados con el bautismo que recibió en el río Jordán y la sangre que derramó en la Cruz. ¿Somos débiles ante Dios? Aunque hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, tanto los creyentes como los que no creen son completamente egoístas. Después de todo, ¿acaso no aceptamos a ciegas todo lo que nos interesa y rechazamos lo que no nos interesa? Pero a pesar de ser tan egoístas, Dios vino al mundo encarnado en un hombre y fue bautizado y crucificado para salvar nuestras almas para siempre sin pedirnos nada. Esto significa que Dios vino a librarnos del pecado y del castigo de la muerte, para darnos la felicidad del mundo venidero y para hacernos prosperar en este mundo como hijos Suyos. De esta manera y a través de esta salvación, el Señor ha manifestado Su amor por nosotros.
Por tanto todo el mundo debe creer en el amor de Dios
Como Dios nos amó tanto, para manifestar Su amor, abandonó la gloria del Cielo y nació en este mundo encarnado en un hombre. Y como nos amó tanto, cargó con todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista a los 30 años, y fue crucificado para ser condenado por todos estos pecados que ya había aceptado. Dios hizo todas estas cosas porque nos amó. Soportó todo el sufrimiento en silencio como un cordero de camino al matadero por Su amor infinito por nosotros. Por tanto, todos nosotros debemos darnos cuenta de este amor y nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así es como podemos devolver el favor al Señor por Su amor.
Sin embargo, aunque podemos darnos cuenta de esto a través del Evangelio del agua y el Espíritu, muchas personas viven sin encontrar el amor de Dios porque no conocen este Evangelio de Verdad, y porque no hay suficientes personas predicando este Evangelio. El amor de Dios se demuestra por el hecho de que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para borrar todos nuestros pecados y de que pagó el precio de nuestros pecados al ser crucificado. Pero muchas personas no se dan cuenta de que el Señor es su Salvador. Al venir a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús ha revelado Su amor por nosotros al salvarnos de todos los pecados del mundo para siempre. Dios nos ama y quiere hacernos Su nación. No crean que solamente dice palabras vacías como: «No tienes pecado». No, por supuesto que no. Jesús vino a este mundo para hacernos hijos de Dios, convertirnos en Su nación y por eso fue bautizado personalmente, bautizado, crucificado hasta la muerte y resucitado de entre los muertos. En otras palabras, el Señor vino a este mundo para que nuestras almas, nuestros cuerpos y nuestros futuros prosperen, y para que seamos liberados de la condenación del pecado en particular. Al venir a este mundo Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, y que sufrió una tortura cruel hasta que fue crucificado. Jesús ha revelado todo lo que debemos saber acerca de la salvación y por tanto podemos creer en esta obra de salvación. A través del Evangelio del agua y el Espíritu el Señor nos ha salvado a los que creemos en Él de todos los pecados de la manera más justa y eficaz. Por eso es completamente justo que seamos salvados de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podemos tener todo lo suficiente para vivir felices para siempre con Dios. Jesús ha revelado Su amor a todo el mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Puede que no sepamos mucho, pero por lo menos debemos saber que Dios nos ama. Y para manifestar este amor, Dios vino al mundo encarnado en un hombre y aceptó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista. Y por eso tuvo que ser crucificado y derramar Su sangre hasta morir. Pero también debemos saber que no terminó esta obra de salvación con Su muerte, sino que se levantó de entre los muertos para darnos vida eterna.
Debemos recordar esto sin falta y creer de todo corazón. Aunque no lo sepamos todo, por lo menos debemos conocer el amor de Dios mostrado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Todos nosotros debemos entender, aunque seamos analfabetos, que Dios envió a Jesucristo, Su único Hijo, a este mundo para manifestar Su amor. El Hijo de Dios cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y Dios Padre incluso permitió que Su Hijo fuese crucificado. Dios Padre nos amó tanto que incluso quiso darnos a Su Hijo para que muriese por nosotros. Así que todos debemos creer que Dios nos amó así. Les pido a todos ustedes que crean de todo corazón que Dios Padre nos amó así.
Cuando pensamos en el amor de Dios podemos ver lo noble y maravilloso que es; pero cuando pensamos en los seres humanos, vemos que somos demasiado débiles, egoístas y malvados. Cuando los animales están atrapados en un incendio forestal y mueren sin poder hacer nada, me dan pena. Pero la corrupción y la maldad de los hombres ha llegado a tal extremo que no sentiríamos pena por los seres humanos aunque lloviese fuego y devorase todo el planeta. Sin embargo, en vez de castigar a estas personas malvadas con este castigo cruel, el Señor nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu y nos ha salvado a todos los que creemos en él.
Si yo tuviese el poder de Dios ya habría castigado a estas personas de cualquier manera imaginable: con plagas incurables y con cualquier castigo cruel que les hiciese agonizar durante el resto de sus vidas. Dios podría haber hecho esto. Pero Dios no es como yo, y por eso, en vez de darle sufrimiento a la humanidad, nos ha dado la salvación mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Están contentos por eso?
Fuimos creados por la mano de Dios, y cuando habíamos ido por el mal camino a pesar de ser criaturas del mundo, en vez de castigarnos, Dios manifestó Su amor a través de la salvación del agua y el Espíritu. ¿Podemos decir que somos personas buenas si no creemos en esta Verdad de salvación? Si rechazamos este amor de Dios, seremos peores que las bestias. Incluso una fiera feroz como un tigre, si se entrena desde que es un cachorro, puede obedecer a su maestro. Incluso un animal puede confiar en su maestro y seguirle. Y por eso los seres humanos, creado por Dios, puede confiar en su Creador y obedecerle. Dios nos ha mostrado Su amor a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Pero le reconocen como su Salvador?
Es completamente cierto que el hombre fue creado por Dios. Todo el mundo fue creado por Dios. Es cierto que todo el mundo puede tener el amor de Dios y ser redimido de sus pecados. Como los seres humanos son malvados por naturaleza, todos deben recibir la salvación de Dios por fe. Lo que debemos recordar sin falta es que Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu por Su amor y que todavía nos ama. Dios quiere que se den cuenta de este amor. Pero a pesar de esto, nosotros no conocemos el amor de Dios y buscamos el amor carnal que solo nos da gratificación en el momento. Cuando conseguimos algo, siempre pensamos que es por nuestros propios méritos, y no le damos gracias a Dios. ¿No es esto ridículo? Por eso el Señor dijo que los que no están salvados son como bestias que mueren.
¿Cuántos años se consideran una vida larga para un ser humano? La vida no es muy larga. Cuando son personas sanas, piensan que vivirán durante mucho tiempo, pero en cuanto se ponen enfermos, su naturaleza humana se siente como si fuese a morir pronto. ¿Han pensado alguna vez en la muerte? ¿Creen que la muerte no les llegará? No es verdad. La muerte también les llegará. Todo el mundo debe morir físicamente. ¿Creen que vivirán durante mucho tiempo? Aunque viva durante mucho tiempo, lo máximo que vivirán es 100 años. Puede que vivan un poco más, pero no mucho.
¿Qué nos queda después de la vida en la tierra? Dios dijo en la Biblia: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27). ¿Hay algo especial en esta vida? La vida consiste de salir del polvo y convertirse en polvo; una vez nacemos todo el mundo debe morir al final. Pero deben recordar que después de esto, deberán ser juzgados.
Por todos nuestros pecados debemos ser juzgados. Estábamos tan llenos de pecados, todos estábamos destinados a ir al infierno. Todos merecíamos morir.
Pero aunque debíamos ser arrojados al infierno por eso, Dios nos amó tanto que pasó por tanto sufrimiento en nuestro lugar y pagó el precio del pecado para manifestar Su amor por nosotros. ¿Qué nos pasaría si no aceptásemos este amor con acción de gracias o no lo recordásemos? ¿No seríamos el peor tipo de pecadores y añadiríamos más pecados por no creer en el amor de Dios además de tener otros pecados?
Por tanto, todos debemos creer en el amor de Dios tal y como es, sin añadir ni extraer nada. Cuando Dios nos dice que nos ama, debemos aceptar este amor. Y debemos seguir con nuestras vidas confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios vino a este mundo para manifestar Su amor, fue bautizado por Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados, y fue crucificado hasta morir mientras cargaba con todos estos pecados. Y se levantó de entre los muertos al tercer día para salvarnos para siempre. Así es como Dios nos amó a todos. Por tanto, todos debemos recordar lo que Jesús ha hecho por nosotros para salvarnos de los pecados, y no debemos olvidar la pureza y la nobleza de todos los sacrificios que ofreció por Su amor por nosotros.
De ahora en adelante debemos trabajar por otras almas
Aunque Dios nos amó tanto que nos dio a Su único Hijo, hay muchas personas en este mundo que no conocen el amor de Dios. Por tanto, para manifestar correctamente el amor de Dios a los que no lo conocen, debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por fe. Como hemos nacido de nuevo por fe a través del Evangelio del agua y el Espíritu ante todo el mundo, debemos vivir el resto de nuestras vidas por fe. El Señor nos avisó diciendo: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). ¿Cuál es la gloria de Dios? ¿No consiste acaso en nacer de nuevo por fe a través del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado? ¿Y acaso no consiste en predicar este Evangelio para que más personas nazcan de nuevo?
Por tanto, siempre debemos recordar el Evangelio del agua y el Espíritu. Sean cuales sean nuestras circunstancias, en los buenos y los malos tiempos, debemos recordar este verdadero Evangelio en todo momento y predicarlo constantemente por fe. Para manifestarnos Su amor, el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del sacrificio del Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha librado de la destrucción eterna. Todos nosotros debemos creer en esta Verdad para conseguir nuestra salvación, y debemos revelar esta Verdad a todo el mundo. Esto significa que debemos vivir por la justicia del Señor hasta que le veamos cara a cara. En vez de vivir por nuestra propia carne, debemos vivir el resto de nuestras vidas por el bien de nuestras almas, y después recibir al Señor cuando vuelva. Nunca les diría esto si no importase que viviesen por su carne. Les estoy diciendo esto porque es importante. Si hemos conocido al Señor en este mundo y nos hemos dado cuenta de Su amor a través del Evangelio del agua y el Espíritu, de ahora en adelante debemos manifestar el amor del Señor a todo el mundo. Le doy gracias al Señor por salvarnos a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, ¿se dan cuenta de cuánto sufrimiento pasó Jesús por cargar con nuestros pecados a través de Su bautismo? Como si ser azotado no fuese suficiente, el látigo que fue utilizado para azotar a Jesús tenía trozos de metal en forma de gancho que desgarraron la carne de nuestro Señor. ¿Podrían haber soportado ustedes este sufrimiento? Quizás solo unos cuantos azotes. Pero el Señor soportó 39 azotes.
¿Por qué tuvo que sufrir así? Por los pecados que aceptó a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. ¿Lo entienden? Deben entender sin falta que Jesús sufrió mucho porque nos amó hasta la muerte aunque teníamos pecados. Y deben creer en esta Verdad de todo corazón y darle gracias al Señor.
Las Escrituras dicen: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero» (Gálatas 3:13; Deuteronomio 21:23). Dicho de otra manera, los malditos deben ser colgados en un árbol. Y estas personas malditas somos nosotros. Pero Jesús fue colgado en la Cruz por nosotros. ¿De quién era esta maldición? Nuestra. Si el Señor no hubiese cargado con todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, tendríamos que haber pagado por estos pecados. Nuestra propia carne habría sido desgarrada y habríamos sido crucificados. Sin embargo, como el Señor cargó con todos nuestros pecados a través de Su bautismo, Su cuerpo fue desgarrado en nuestro lugar.
¿Creen que había mucha gente en aquel entonces que era ejecutada de esta manera? No, por supuesto que no. En esos tiempos en el imperio romano, solo los criminales más malvados, que cometían los crímenes más atroces, eran crucificados en vez de ser ejecutados en la horca o arrojados a las bestias salvajes. ¿Cómo se sentirían si tuviesen que sufrir este castigo? ¿Podrían soportar ser desnudados delante de todo el mundo, azotados hasta que toda su carne estuviese desgarrada, abofeteados y escupidos en la cara y ridiculizados con todo tipo de insultos?
El Señor sintió todo el dolor y sufrimiento que los seres humanos pueden sentir antes de Su muerte. Fue herido por los espinos y Su cabeza sangró, pero Su corazón también se sintió herido por todos los insultos y burlas. Pero a pesar de esto Jesús no se declaró inocente, y sufrió en silencio. ¿Por qué lo hizo? ¿Por quien lo hizo? Lo hizo por nosotros y por eso pasó por tanto sufrimiento, castigo e insultos. Fuimos sanados por Sus heridas y completados por Su dolor. Si el Señor no hubiese aceptado todos nuestros pecados a través de Su bautismo en este mundo, y si no hubiese sido crucificado, no podría haber completado nuestra salvación. Como Jesucristo nos ha salvado personalmente a través del Evangelio del agua y el Espíritu, hemos alcanzado nuestra salvación al creer en esta Verdad. Y como fue castigado por nuestros pecados pudimos ser liberados de nuestros pecados.
Este mundo cambiará una y otra vez, pero hay algo que nunca debemos olvidar por mucho que cambie el mundo. Jesús ha manifestado Su amor por nosotros hasta la muerte a través de Su sufrimiento y Su crucifixión. Así nos amó Dios. Nos amó tanto que entregó Su vida por nosotros. Entonces quien crea que Jesús ha revelado Su amor a través del Evangelio del agua y el Espíritu puede ser salvado de todos los pecados para siempre. Deben darse cuenta de esto. Todos debemos dar gracias a Jesús al creer en esta Verdad y debemos alabarle por todo lo que ha hecho por nosotros. Y de la misma manera en que el Señor es justo, nosotros debemos vivir con justicia durante el resto de nuestras vidas, predicando el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que recibamos al Señor.
Miren el amor que Dios nos ha manifestado
Imaginen el sufrimiento que Dios tuvo que soportar para salvarnos de los pecados del mundo, e intente sentirlo en su corazón. La mayoría de las personas no consideran importante el bautismo de Jesús o Su Cruz porque no entienden su significado. Pero el bautismo de Jesús y Su Cruz son elementos muy importantes que manifiestan el amor del Señor por nosotros. Pero a pesar de esto, muchas personas no creen en el amor de Dios manifestado en la Cruz aunque lo vean. Sin embargo, si creen en el amor del Señor mostrado en la Cruz y nacen de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, le darán gracias al Señor por Su gracia y se convertirán en personas muy humildes ante este amor.
¿Cuánto sabemos acerca del amor de Dios? ¿Cuánto apreciamos el sacrificio que Dios hizo para revelar Su amor por nosotros? En esta Semana Santa, todos debemos darle gracias al Señor desde lo más profundo de nuestros corazones por salvarnos y manifestar Su amor de esta manera, así como por haber hecho posible que creamos en Él. Por tanto, debemos darle gracias a Dios una vez más por reafirmar nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu en esta Semana Santa.