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Tema 18: Génesis

[Capítulo 15-5] Tengan la fe que tuvo Abraham (Génesis 15:1-21)

Tengan la fe que tuvo Abraham(Génesis 15:1-21)
«Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos».
 
 
En la Biblia Abraham es el mayor de los padres de la fe que creyeron en Dios. Podemos decir que es el origen de la fe y que es el mayor de los padres. Para los israelitas, es el antecesor de su nación, el padre de su fe. Por supuesto que hubo personas de fe antes de Abraham. Sin embargo, después del Diluvio de Noé, Dios habló y reveló a las personas lo que es la verdadera fe y tomó a los israelitas como Su propio pueblo a través de Abraham. Para los israelitas y todas las naciones de este mundo que no son israelitas, todos los que creen en Dios, Abraham es su padre de fe. Si pudiésemos creer en Dios como Abraham, podríamos conocer a Dios, recibir sus bendiciones y seguirle. Para los gentiles Abraham puede no parecer tan grande, solo en un sentido espiritual. Pero para los israelitas es el padre de la fe y es muy grande. Aunque no sea el padre fundador de todo el mundo, es uno de los padres de la fe más grandes.
Los padres fundadores de la fe son Adán y Eva. Aunque cayeron en el pecado por no creer en la Palabra de Dios, creyeron en la Palabra de la remisión de los pecados que Dios había dado; creyeron en la Palabra de Dios que dice que los salvó al hacerles vestiduras de piel de los animales sacrificados. Así pudieron recibir la salvación y pasar la fe a sus hijos. POr eso podemos decir que los padres de la fe son Adán y Eva, pero el mayor originador de la fe en el segundo mundo después de la destrucción del primer mundo por el Diluvio es Abraham. Este hombre llamado Abraham es venerado por los israelitas como el fundador de su nación.
 
 

Hay una razón por la que los cristianos deben respetar a Abraham

 
Si miramos de cerca su fe vemos que debe ser respetada. Si tuviésemos la misma fe que Abraham, nosotros y nuestros descendientes recibirían muchas bendiciones como está escrito en la Biblia. ¿Qué tipo de fe tenía Abraham entonces? Tenía la verdadera fe que creía en Dios, y tenía la fe que creía y seguía la Palabra de Dios completamente.
En cuanto a la fe de Abraham, la Biblia nos muestra al principio que Abraham nació como descendiente de Noé. Y Noé era un descendiente de Set, que era un descendiente de Adán. Así, a través de estas líneas de descendencia heredó su fe, nació como descendiente de Noé, el líder del segundo mundo. El padre de Abraham era Tera y Tera tuvo hijos: Abraham, Nahor y Harán, a los setenta años. De estos tres hijos, Abraham fue quien creyó y siguió la Palabra de Dios y creyó y siguió a Dios. Así se convirtió en el padre de la fe.
Un hombre de fe tuvo hijos en la carne, pero entre esos hijos algunos siguieron la fe de los padres y otros no. Aunque nació de Tera, solo una persona, este Abraham, creyó en Dios y siguió la Palabra de Dios. A través de este Abraham que creyó en Dios y siguió Su Palabra, Dios decidió construir la nación de Israel con la esperanza de tomar a esta nación como su pueblo y esperando convertirla en la nación de sacerdotes para el Reino de Dios. Y por eso respetamos a Abraham. Le respetamos mucho y le amamos.
¿Ustedes también respetan a Abraham? Cuando echamos un vistazo a la fe de Abraham a través de las Escrituras, se dice que siguió la Palabra del Señor. Dios vio a Abraham y le bendijo. Para Abraham Dios se convirtió en el que dice: “Bendeciré a quien te bendiga y maldeciré a quien te maldiga. Soy tu escudo, tu Dios y tu Pastor”.
 
 

Dios amó a Abraham

 
Y si observamos la fe de Abraham, creemos como él creyó y le seguimos como él hizo, recibiremos bendiciones y estaremos bien. Me gustaría compartir esto a través de la Palabra en este momento.
Dios sacó a Abraham de Ur de los Caldeos y se le apareció cuando su nombre todavía era Abram, y dijo: «No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande» (Génesis 15:1). El Dios de Abraham es este tipo de Dios. Es el Dios que es el escudo y recompensa enorme. Es el Dios que lo gobierna todo. Para los que han recibido amor de este Dios del amor, Dios se les aparecerá y les bendecirá de esta manera. Podemos ver que Dios era el Dios de Abraham.
Cuando Dios se le apareció a Abraham y le dijo lo siguiente: “Yo soy tu escudo y tu recompensa enorme”, Abraham preguntó: “Señor Dios, ¿qué me vas a dar?”. La gente que no tiene niños quiere tenerlos. Quiere tener hijos de cualquier manera. Y como Abraham no tenía descendencia, le preguntó: «Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa». Y el Señor Dios dijo: «No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará».
 
 

La promesa de Dios estaba con Abraham

 
Al llevar a Abraham fuera, Dios le hizo mirar hacia el cielo para ver las estrellas. Cuando Abraham vio las estrellas, este universo lleno de estrellas por todo el firmamento era completamente bello y las estrellas eran imposibles de contar.
“Mira a ver si puedes contar las estrellas”.
“No puedo contarlas”.
“Tus descendientes serán así. Los haré tan numerosos como las estrellas”. Abraham creyó en lo que Dios había dicho. Se dice que Abraham creyó en Jehová Dios y eso contó como justicia. “Tu fe es correcta. Crees bien en Mí. Crees en lo que te dije. Yo haré que sea así. Como crees en lo que te digo, yo lo cumpliré. Y así será”.
Cuando Dios dijo: «Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra» (Génesis 15:7), Abraham le preguntó: “¿Cómo sabré que voy a heredar esta tierra de Canaán?”. Dios sacó a Abraham de Ur de los Caldeos y lo llevó a la tierra de Canaán. Y le prometió que le daría la tierra de Canaán. Le dijo: “Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo” y prometió: “Además te daré la tierra de Canaán”. Así que recordando esto Abraham le dijo a Dios: “Si lo dices, ¿cuál es la prueba? Dame una prueba de que harás esto”. Jehová Dios dijo: «Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino» (Génesis 15:9), y Abraham hizo lo que se le dijo: “Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves” (Génesis 15:10). Dios dijo: “Esta será la alianza entre tú y Yo, por la que prometo darles a tus descendientes la tierra de Canaán”.
Y entonces Abraham llevó todas estas ofrendas a Dios. Llegó la noche y le entró sueño y se durmió allí. Entonces Jehová Dios le habló a Abraham: «Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí» (Génesis 15:13-16).
Para el pueblo de Israel, es decir, para Abraham y sus descendientes, esta Palabra era la razón por la que fueron esclavos en la tierra de Egipto durante 400 años. Dios había decidido multiplicar el número de israelitas en la tierra de Egipto y después guiarlos a la tierra de Canaán. Dios hizo que pasase fuego entre esas partes del sacrificio que Abraham había ofrecido y declarado: «A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos» (Génesis 15:18-21).
Para cumplir esta Palabra, tuvo a Isaac, Jacob y Esaú nacieron de Isaac, y José, el hijo de Jacob se convirtió en el gobernador de Egipto. Entonces almacenó mucha comida durante la gran hambruna que cubrió todo el mundo. Poco después llevó a toda su familia a Egipto, y allí sus descendientes empezaron a multiplicarse, y esto duró unos 400 años. Y después de los 400 años, Dios permitió a los israelitas escapar bajo el liderazgo de Moisés. Y a través de Moisés, Dios les dios Su Ley y el sistema de sacrificios del Tabernáculo. Y a través de esto hizo que los israelitas recibiesen la remisión de los pecados, los tomó como Su pueblo y cumplió Su providencia para hacerles Su nación de sacerdotes.
En resumen, lo que Dios había prometido a Abraham era que les daría la tierra de Canaán a los israelitas. La tierra donde viven los israelitas ahora es la tierra de Canaán. Y como la promesa de Dios de que les haría tan numerosos como las estrellas del cielo, Dios los sacó de Israel, un gran ejército de 600 mil personas de la tierra de Egipto. Pero si incluimos los niños, el número total de personas en este gran ejército era de dos o tres millones de almas. Así que muchas personas salieron de un solo hombre, y este es un número enorme. Dios cumple las cosas que promete.
 
 
¿Qué tipo de obra intentó hacer Dios a través de Abraham?
 
A través de la fe de Abraham, debemos pensar en lo siguiente: ¿Por qué elogió Dios a Abraham? ¿Por qué le habló a Abraham? ¿Por qué obró e intentó cumplir Su voluntad a través de Abraham? ¿Y cuál es el objetivo?
Dios dijo que lo correcto era que Abraham creyese en la Palabra de Dios. Y entonces, cuando dio testimonio de esto, dio Su amor a Abraham y le bendijo. Esto significa que Abraham creyó en lo que Dios le había dicho. Miren hacia el cielo. Intenten contar las estrellas. No pueden contarlas. Abraham creyó sin dudar cuando Dios le dijo: “Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas”. Esto se debe a que Abraham confió en Dios. Como creyó en Dios, pudo creer en todas las Palabras que Dios le había dado. Como Abraham tuvo fe en la Palabra de Dios, Dios estableció una nación a través de Abraham, y permitió que tantas personas como estrellas hay en el cielo nacieran de él, e hizo la obra maravillosa de la salvación al llevarlas a la tierra de Canaán más tarde.
De la misma manera en que Abraham fue contado como justo ante Dios cuando creyó en Su Palabra, y de la misma manera en que recibió las bendiciones y la tierra de Canaán como herencia de fe, debemos recibir la remisión de todos los pecados y la bendición de entrar en el Reino de los Cielos al creer en la Palabra de Dios, no por nuestras acciones y podemos convertirnos en receptores de las bendiciones de la salvación y de la fe. Dios habló a Abraham de esta manera desde una perspectiva carnal y le dio la carne de Canaán, pero para nosotros hoy en día, como tenemos la fe en las Palabras de Dios, nos ha dado el Reino de Dios y nos ha hecho sacerdotes que pueden redimir los pecados de otras personas espiritualmente.
De la misma manera en que Abraham pudo recibir la tierra de Canaán, muchos de sus descendientes pudieron recibir muchas bendiciones al creer en las Palabras de Dios; por tanto, debemos obtener esta fe, la fe por la que podemos entrar en el Reino de Dios, al creer en las Palabras de salvación. Su Palabra de salvación dice que Dios llamó a Dios al Monte Sinaí y le dio la Ley y el sistema de sacrificios del Tabernáculo, y dijo que borraría todos los pecados a través de estas maneras de ofrecer sacrificios.
De la misma manera en que Abraham recibió muchas bendiciones al creer en la Palabra de Dios, todos los que vivimos hoy en día debemos creer en Jehová Dios como el Dios verdadero, conseguir el Reino de Dios eterno por fe en Dios. Dios ha perdonado todos los pecados que cometemos al no poder cumplir la Ley. Hemos sido salvados y nos hemos convertido en personas de Dios y receptores de todas las bendiciones maravillosas, incluyendo las bendiciones de Jehová que se ha convertido en nuestro escudo de justicia y nuestra recompensa. Debemos creer en Dios, quien ha perdonado todos nuestros pecados a través de Su Palabra de salvación; debemos creer que ha perdonado todos nuestros pecados a través del sistema del Tabernáculo y Jesucristo; debemos creer que podemos ser bendecidos en Su Palabra de salvación sin dudar. Debemos recibir muchas bendiciones al tener fe en Su Palabra.
Esta es la característica básica de la fe de Abraham: fue contado como justo y pudo recibir las bendiciones al creer en las Palabras de Dios, en vez de intentar recibir las bendiciones haciendo alguna obra. Recibimos la remisión de todos nuestros pecados, nos convertimos en hijos de Dios y recibimos el Cielo espiritual de Canaán al creer en la Palabra de salvación que Dios nos ha dado. Esta Palabra de salvación declara que Jesucristo, al haber perdonado todos nuestros pecados al venir a este mundo, tomar esos pecados sobre Su cuerpo al ser bautizado, recibir el juicio de nuestros pecados en nuestro lugar al morir en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Este acto justo de Jesucristo cumple la revelación escondida en el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento: Dios prometió redimir todos los pecados de los israelitas al ofrecer sacrificios; podían transferir sus pecados a una oveja o una cabra a través de la imposición de manos y al derramar su sangre. Podemos convertirnos en hijos de Dios, recibir la remisión de nuestros pecados y convertirnos en el pueblo de Dios al creer en esta Palabra de salvación junto con los descendientes de Abraham. Y entonces recibimos todas las bendiciones de Dios al tener fe en Él de todo corazón. Recibimos la remisión de nuestros pecados, convertirnos en hijos de Dios y recibir el Reino celestial de Dios como nuestro don.
 
 

Debemos recibir bendiciones al tener fe como Abraham

 
Debemos tener la fe que tuvo Abraham. No solo debemos conocer a Abraham; sino que también debemos saber como Abraham recibimos estas bendiciones. Pudo recibir estas bendiciones al creer en Dios; pudo recibirlas al creer en toda la Palabra de Dios. De la misma manera, debemos creer en que Dios está vivo, aunque no podamos verlo con nuestros ojos, y en que ha creado el universo. Y por esta fe creemos en que ha eliminado nuestros pecados al venir a este mundo, tomar nuestros pecados a través de Su bautismo, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos, y así nos hemos convertido en hijos de Dios y heredaremos el Cielo. Por fe debemos recibir estas bendiciones. Debemos tener la fe como la de Abraham. Podemos recibir bendiciones por fe.
Si no es por la fe, todo es en vano. Como está escrito: “Creí y por tanto hablé” (Salmos 116:10), Como creemos, podemos hablar. Como creemos, predicamos. Como creemos, servimos. Como creemos, seguimos. Pero si no creemos, no podemos recibir ninguna bendición de Dios. Dios habló de la Ley, pero además, a través de la Ley, nos ha permitido darnos cuenta de nuestros pecados. Y para borrar nuestros pecados, estableció el sistema de sacrificios y perdonó todos los pecados de los que ofrecieron sacrificios ante Dios por fe según el sistema de sacrificios.
Por tanto, debemos creer en que Dios eliminó todos nuestros pecados a través de Su único Hijo, Jesucristo. Debemos creer en la Palabra de la Verdad que Dios habló, cuando dijo: «Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia» (Mateo 3:15). Debemos creer en que Jesús recibió el bautismo y salió del agua. Debemos creer en la palabra que dice: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29) y «Está acabado» (Juan 19:30), que nos dice que Jesús redimió todos nuestros pecados. Y al hacerlo debemos convertirnos en hijos de Dios en Su presencia, y por fe debemos recibir todas las bendiciones. Se las dio a Abraham. Y por eso la fe es tan importante.
No debemos creer incondicionalmente según nuestros pensamientos, sino que debemos creer lo que Dios ha dicho tal y como es. Esta es la verdadera fe. ¿Por qué? Porque es fiel y sincero. Dios es verdadero.
 
 
Somos descendientes de Abraham
 
Los israelitas y los musulmanes respetan mucho a Abraham. Lo consideran el padre de la fe. Dios amó y apreció a Abraham. Y nosotros nos convertimos en descendientes de Abraham y recibimos el afecto de Dios que Abraham recibió si tenemos su misma fe. Nosotros también lo recibiremos junto con las mismas bendiciones que él recibió.
Cuando buscamos pruebas de que fue un verdadero hombre de fe ante Dios, vemos que creyó en todas las Palabras de Dios, Entonces, si creemos en la Palabra de Dios escrita en la Biblia, tendremos la misma fe que la de Abraham. No es difícil. No se consigue con nuestros actos.
Creer en la Palabra de Dios es fe. Es creer en el corazón de una persona. Si creemos, la fe viene, pero si no creemos, la fe no vendrá. En el Libro de Romanos, está escrito: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Romanos 10:17). Está escrito también: «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:10).
Oramos, recitamos el Credo de los Apóstoles y escuchamos la Palabra de Dio durante nuestro servicio de adoración. Confesamos todos los problemas de nuestra fe a través del Credo de los Apóstoles. Y cuando oramos buscamos la ayuda del Señor con nuestros labios confiando el Él firmemente. Cuando escuchamos la Palabra de Dios a través de sermones, también confesamos lo que creemos. Y al hacerlo, creceremos gradualmente. Por mucho que creamos de corazón, si no reconocemos con nuestros labios, la fe no crecerá. Por eso debemos reconocer tan a menudo como sea posible porque la fe crecerá si creemos en nuestros corazones y decimos que creemos en la Palabra de Dios, De la misma manera en que hemos llegado a tener la salvación por fe en el Evangelio verdadero y reconocerlo con nuestros labios. Hemos recibido la salvación por fe. Y esa fe es algo que Dios ha planeado, cumplido y revelado. No debemos creer en Dios por nuestra propia cuenta, sino que debemos creer en que Dios ha decidido darnos estas bendiciones. De esta manera la fe viene de escuchar y creer en la Palabra de Dios.
Debemos poseer la misma fe que la de Abraham. Por eso los israelitas respetan a Abraham y nosotros también le respetamos. Cuando leemos el pasaje de las Escrituras de hoy, ¿a través de qué iba Dios a darle la tierra de Canaán a Abraham? Está escrito: «Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino» (Génesis 15:9). ¿Para qué se usaron estas cosas? Se usaron como ofrendas de sacrificio para recibir la remisión de los pecados ante Dios.
Dios había prometido que redimiría los pecados de la nación de Israel y los pecados de cada individuo si eran transferidos a la ofrenda mediante la imposición de manos como estableció Dios en el Tabernáculo, sacando la sangre del animal y entregándosela al sacerdote, y cuando el sacerdote cortaba la carne en trozos, la quemaba y echaba el resto al suelo. En el caso del sacrificio del Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote arrojaba la sangre delante del propiciatorio siete veces. Dios nos ha dado Su promesa de la salvación a través de la imposición de manos y la sangre de la ofrenda del sacrificio. Con la condición de que redimiría los pecados del pueblo de Israel a través de este sistema de sacrificios, Dios les permitió ser redimidos de sus pecados y entrar en la tierra de Canaán por su fe en esta Palabra de promesa. Pudieron entrar en la tierra de Canaán como pueblo de Dios cuando habían recibido la remisión de los pecados a través del sacrificio. El significado espiritual de la tierra de Canaán es el Cielo.
 
 

A través del sistema de sacrificios, los israelitas recibieron la remisión de los pecados por fe

 
Durante 400 años los israelitas sufrieron en Egipto. El número 4 representa siempre el sufrimiento en la Biblia. ¿Qué pasó después de este sufrimiento? A través de Moisés fueron liberados y guiados al desierto, y pudieron descubrir a Dios. Y entonces lo conocieron. A través de Moisés recibieron la Ley y el sistema de sacrificios. Así, a través del sistema de sacrificios pudieron recibir la remisión de los pecados, es decir, los pecados de desobedecer la Ley. Lo que Dios quería que hiciésemos es lo siguiente: quería hacernos hijos Suyos y Su pueblo al recibir la remisión de los pecados. Podemos recibir la remisión de todos nuestros pecados al creer en el bautismo de Jesucristo y la sangre que derramó en la Cruz y podemos entrar en el Reino eterno de Dios como Su pueblo bendito. En otras palabras, nacimos en este mundo para recibir la remisión de los pecados ante Dios, convertirnos en el pueblo de Dios y en ciudadanos de Su Reino. La gente nació en este mundo para poder darnos cuenta del pecado a través de la Ley de Moisés y después recibir la remisión de los pecados y convertirnos en el pueblo de Dios al tener fe en el sistema de sacrificios. Esta es la meta por la que nació la gente.
Dios prometió que les daría a Abraham y a sus descendientes la tierra de Canaán como un don. La tierra de Canaán implica el Cielo. Y por eso Dios nos ha enseñado lo que es la Ley de Dios, lo que es el pecado a través de la Ley, quién es Dios, cómo es el Dios verdadero, y cómo recibir la remisión de los pecados al creer en la revelación de Dios. Nos hemos convertido en el pueblo de Dios al creer en Su Palabra. Así es como tenemos la fe de Abraham.
Debemos seguir y buscar a Dios porque servimos al Señor y creemos en la Palabra por fe como la de Abraham. Por tanto, todo el mundo debe tener una fe como la de Abraham, recibir la salvación y convertirnos en el pueblo de Dios al creer en Su Palabra. Y aunque seamos insuficientes, debemos seguir la Palabra de Dios por fe. Todos ustedes, como yo, deben tener la misma fe que Abraham. Todos los que viven en estos tiempos deben convertirse en hijos de Dios y poseer el Cielo al recibir la remisión de los pecados al creer en nuestro Señor que se apareció en el Tabernáculo a través de la revelación del hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. ¿Creen en esto de corazón?
 
 

Pase lo que pase, la fe es lo más importante

 
Desde que llevan viviendo a nuestra Iglesia, ¿han escuchado alguna vez un sermón para dejar de fumar o beber? No. Si creen en Dios tendrán que abandonar algunos hábitos porque son dañinos, no tienen ningún beneficio. Una persona no cree en Jesús para abandonar estos hábitos. Si no pueden dejar de fumar, sigan.
¿Por qué hablo de fumar? Estoy hablando de nuestras acciones. La mayoría de los cristianos no deben fumar si van a la iglesia, porque si fuman su fe parecerá falsa. Es aún peor para las mujeres. Lo mismo pasa con el alcohol. Por supuesto se dice que no debemos comer cosas que no sean saludables. Pero, no hay nada que nos diga que no debemos fumar. En cuanto al alcohol, no hay ninguna prohibición expresa que nos diga que no debemos beber ni una gota. Está escrito: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu» (Efesios 5:18). El Apóstol Pablo le dijo a Timoteo que utilizase un poco vino por su estómago y sus frecuentes enfermedades (1 Timoteo 5:23). Sin embargo, la gente no cree en Jesús bien o no al cumplir las cosas que han sido creadas por las doctrinas cristianas o tradiciones.
Nuestra fe se perfecciona por creer en las Palabras de Dios, la Palabra que nos dice que Jesucristo eliminó todos nuestros pecados con los hilos azul, púrpura y escarlata manifestados en la puerta del Tabernáculo. Dios nos ha tomado como Su pueblo y nos ha dado el Cielo cuando tenemos esta fe. Esto no se consigue con nuestras acciones. Nadie puede convertirse en un hijo de Dios con sus obras buenas. No hay nadie que pueda ser así. Esto es lo que enseña nuestra Iglesia, pero muchas otras iglesias insisten en las obras. Dios nos enseña claramente acerca de la Ley, el sistema de sacrificios, y cómo el Señor nos ha salvado.
Sin embargo, debemos creer en todas las Palabras de todo corazón. Debemos entender lo que es el pecado a través de la Ley y reconocer que estábamos destinados a ir al infierno. Pero aún así debemos convertirnos en hijos de Dios al creer en Jesús, el Rey de reyes, que nos salvó al venir a este mundo, tomar los pecados del mundo al ser bautizado y morir en la Cruz al ser crucificado. Por fe debemos poseer el Cielo como nuestro Reino. Estoy diciendo que la fe lo es todo. Todas las Palabra de Dios son objetos de la fe y ni una tilde de la Palabra es en vano. Son Palabras de la verdad y creemos en ellas sin falta. Son verdades absolutas. Si creemos en ellas de corazón podremos confesarlas con nuestros labios, y si las confesamos por fe con nuestros labios, se nos contará como justicia por parte de Dios.
Por tanto la fe es algo muy importante. Es crucial que creamos en la Palabra oral de Dios, la Palabra escrita de Dios, en vez de las palabras que hablan los seres humanos. Por eso hay personas que se han convertido en siervos de Dios antes que ustedes al predicar la Palabra de Dios a través de la Iglesia. Así, como les cuentan la Palabra de manera simple, si la escuchan con sus oídos, la bendición de la Palabra será suya. Así, Dios llamó a Abraham, le habló, le prometió, y le mostró el secreto del sacrificio para que recibiese las bendiciones de Dios por fe.
Se convierten en hijos de Dios porque creen que Dios ha borrado todos sus pecados. Como creen en la Palabra de Dios, la fe crece; como creen, harán que el corazón de sus padres y de su Padre esté feliz. Lo hacen gradualmente, poco a poco. Queridos hermanos, ¿son así?
Y así deben escuchar la Palabra tan a menudo como sea posible. Si escuchan la Palabra de Dios, su fe crecerá automáticamente. Pienso que el Creo de los Apóstoles no es una oración. Es una declaración de fe. Faltan muchas cosas en esta declaración de fe. Decir: “Creo en Dios, el Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y la tierra” es reconocer con nuestros labios que Dios ha creado el universo y todo lo que hay en ello. Estamos reconociendo que creemos en esto. Como decimos: “Y en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de María la Virgen, sufrió bajo Poncio Pilato, murió en la Cruz, fue resucitado de entre los muertos y así nos ha salvado”, reconocemos, confesamos y creemos en todas las palabras del Credo de los Apóstoles con nuestros labios. Cuando lo hacemos, si no quieren recitarlo con nosotros, será una gran pérdida por su parte. Si lo hacen de todo corazón con nosotros, la fe crecerá. Se dice que la fe viene por escuchar y por eso debemos escuchar la Palabra de Dios. La fe viene por escuchar y escuchar por la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
 
 

Creo en la Palabra de Dios

 
Predico porque creo en la Palabra de Dios. Como creo en la Biblia, confieso. Como creo, les amo. Como creo, espero poder trabajar con ustedes. Y como creo, sigo predicando el Evangelio a todo el mundo.
Nuestro Ministerio está pasando por una pequeña dificultad. Este mes pasado tuvimos demasiados gastos, así que tenemos problemas económicos este mes. Aunque sea un poco difícil, estamos sirviendo al Señor tan bien como siempre. Estamos cuidando de todo lo que necesita dinero. El coche pequeño que mi mujer solía conducir será enviado a la Iglesia de Chungju y el otro coche que nos ha dado el hermano Choi será enviado a la Iglesia de Busan. Los coches van a ir donde son necesarios. Los ministros nos pidieron un coche, pero aunque dijimos que compraríamos uno enseguida, al recibir el informe de la misión, vimos que había algunos problemas. Así que decidimos hacer esto de momento. Sin embargo, no debemos abrumarnos.
Estamos predicando el Evangelio por todo el mundo por fe. Por fe hemos entregado el Evangelio a todo el mundo, y por fe publicamos libros. Hacemos todos estos ministerios porque creemos en Dios. La fe es muy importante. Por eso la gente llama a Abraham el padre de la fe. Porque creyó de todo corazón en todas las Palabras que Dios le dio y se convirtió en parte del pueblo de Dios, el padre de la fe y recibió las bendiciones de la fe. Así podemos alcanzar esta fe al creer en Dios de todo corazón. Y por esta razón estoy predicando esta Palabra a ustedes.
Creo en Dios y Su Palabra. Creo que Abraham no es el único que ha recibido las bendiciones al creer en la Palabra de Dios. En realidad creo que todos recibirán las mismas bendiciones que Abraham recibió solo si creemos en las Palabras de Dios. Podemos hacer la obra de Dios que es mayor que la que Abraham hizo. Como creemos en la Palabra de Dios, seguimos al Señor. Nos faltan muchas cosas pero le doy gracias a Dios.