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Tema 11: El Tabernáculo

[11-16] Los Misterios Espirituales Escondidos en el Arca del Testimonio (Éxodo 25:10-22)

Los Misterios Espirituales Escondidos en el Arca del Testimonio
(Éxodo 25:10-22)
«Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel».
 
 
El Arca del Testimonio
El tema de hoy es el Arca del Testimonio. El Arca del Testimonio, media 113 cm de longitud, 68 cm de ancho y 68 cm de altura, estaba hecha de madera de acacia y recubierta con oro puro. Dentro de esta Arca, había dos tablas de piedra grabadas con los Diez Mandamientos y una vasija de oro con el maná, y después, la vara de Aarón también fue añadida. Entonces, ¿qué nos dicen los tres artículos colocados dentro del Arca del Testimonio? A través de estos artículos, me gustaría proporcionar una amplia explicación de los tres ministerios de Jesucristo. Ahora examinemos la verdad espiritual manifestada en estos tres artículos colocados dentro del Arca del Testimonio.
 

Las Dos Tablas de Piedra Grabadas con la Ley
 
Contenido de el Arca del testimonio
Las dos tablas de piedra grabadas con la Ley que fueron colocadas dentro el Arca del Testimonio nos dicen que Dios es el Hacedor de la Ley quien nos ha dado Sus Leyes. Romanos 8:1-2 afirma: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte». De este pasaje, podemos ver que Dios ha establecido dos leyes en nuestro corazón: la ley de vida y la ley de la condenación.
Con estas dos leyes, el Señor ha traído condenación y salvación a todos los seres humanos. Primero que nada, podemos reconocer a través de la Ley que somos pecadores inevitablemente destinados al infierno. Sin embargo, a aquellos que conocen su naturaleza pecaminosa y destino de condenación, Dios ha dado Su ley de la salvación, “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.” Dios se ha convertido en el verdadero Salvador para todos al darles estas dos leyes.
 

El Maná Contenido en la vasija de Oro

En la vasija de oro que también se encontraba en el Arca contenía maná. Cuando el pueblo de Israel pasó 40 años en el desierto, Dios les dio comida de los cielos, y los Israelitas vivían con este maná cocinándolo de varias maneras. Y era como semilla de culantro, blanco, y sabia como a waffle hecho con miel. Este maná que Dios le dio al pueblo de Israel sostenía sus vidas hasta que entraron a la tierra de Canaàn.
Esto nos dice que nosotros, los creyentes de hoy, también debemos de comer el pan de vida con el cual deben alimentarse los hijos de Dios mientras estemos en este mundo y hasta el día en que entremos al Cielo. Pero existen momentos en que deseamos tener el pan del mundo en lugar de la Palabra de Dios. Aún así, lo que los hijos de Dios deben vivir verdadera y ciertamente antes de alcanzar la tierra espiritual de Canaàn es la de Palabra de Dios, la cual es el verdadero pan de vida espiritual que desciende del Cielo.
Uno nunca se cansa de tener siempre el pan de la vida verdadera. Entre mas tenemos este pan espiritual, mayormente se convierte en la vida verdadera para nuestras almas. Pero si nos alimentamos con el pan de las enseñanzas del mundo en lugar de hacerlo con la Palabra de Dios, nuestras almas terminaran finalmente muertas.
Dios ordena al pueblo de Israel poner el maná que descendió de los cielos en una vasija y guardarlo ahí. Como se muestra en Éxodo 16:33, Dios dijo, “Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Jehová, para que sea guardado para vuestros descendientes.” El maná que descendió del cielo era el pan de la verdadera vida para las almas del pueblo. «Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre» (Deuteronomio 8:3).
 


¿Quién Es Entones el Verdadero Pan de Vida para Nosotros?


El bautismo que Jesucristo recibió para tomar nuestros pecados sobre Su cuerpo y Su crucifixión y derramamiento de sangre son nuestro verdadero pan de vida. Al darnos Su carne y Su sangre, Jesucristo se ha convertido en el pan de vida eterna. Como nos dice Juan 6:48-58: «Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente». 
Nuestro Señor dijo: «Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente». ¿Cuál era “el pan que descendió del cielo?”. Quería decir la carne y la sangre de Jesús. En la Biblia, la carne de Jesús nos habla que Jesucristo tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán. Y la sangre de Jesús nos dice que debido a que Jesús fue bautizado, Él cargó los pecados del mundo y llevó la condenación del pecado al ser crucificado.
El maná en la vasija era colocado en el Arca del Testimonio y era el pan de vida para los Israelitas cuando estaban en el desierto, y en el tiempo del Nuevo Testamento, su significado espiritual se refiere a la carne de Jesús. Esta verdad nos muestra el bautismo a través del cual Jesucristo tomó las iniquidades de todos los pecadores y en la sangre que Él derramó sobre la Cruz. Debido a que Jesucristo tomó todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo a través de Su bautismo y el derramamiento de Su sangre, y muriendo sobre la Cruz, Su bautismo y la sangre han llegado a ser la fuente eterna de vida nueva que permite a los creyentes nacer de nuevo.
La carne que Jesús rindió para tomar las iniquidades de los pecadores a través de Su bautismo y la sangre que Él derramó sobre la Cruz son el pan de vida que permite a los pecadores recibir la remisión del pecado. Por lo tanto debemos darnos cuenta porque Jesús dijo: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Juan 6:53).
 

¿Quién Es Mayor?

Cuando vemos Juan 6, podemos ver que la mayoría de los Judíos consideraban a Moisés mayor que Jesús. Cuando Jesús vino a esta tierra, la preguntaban: «¿Eres mayor que nuestro padre Abraham?». De hecho, ellos consideraban a Abraham como él más grande de todos. Debido a que los Judíos no habían reconocido a Jesús como el Mesías, lo veían a Él como una llaga en el ojo. Así que lo retaban preguntándole: «¿Eres mayor que Abraham?». El pueblo de Israel creía en JHV Dios, y llegó un hombre joven de solo 30 años de edad afirmando: «No como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente». Es por eso que llegaron a comparar el poder de los dos, Abraham y Jesús.
Como Jesús declaró después, “Antes que Abraham, Yo soy,” Él es mayor que cualquier ser humano de toda la historia humana, ya que Él es el Creador Mismo. ¿Cómo simples criaturas aún se atreven a retar a su Creador? Aún así, alguno aún dice que Jesús solo es un gran maestro, meramente uno de los cuatro sabios en la historia humana. ¡Que blasfemia! Jesús es Dios, el Rey de reyes, y el Creador de todo el universo. Él es el Dios omnisciente y omnipotente. Sin embargo Él se humilló y vino a esta tierra en semejanza de hombre para salvarte a ti y a mí de todos nuestros pecados y de la muerte eterna, y llegar a ser nuestro verdadero Salvador.
Jesucristo dijo: «Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre». Al final, Jesús estaba diciendo que Él es el Cristo que los Judíos habían estado esperando. Pero fallaron al no entender lo que Jesús estaba diciendo, incapaces de entender o de aceptarlo, y esto dio como resultado un malentendido muy serio, mientras que se preguntaban, “¿Cómo puedes darnos tu carne para comer? ¿Estás diciendo que obtendremos la vida eterna si en verdad comemos tu carne y bebemos tu sangre? ¿Crees que somos alguna clase de caníbales?”
Pero aquellos que comen la carne de Jesús y beben Su sangre vivirán por siempre. La carne de Jesús es el pan de vida. La sustancia real del maná que fue puesto en esta vasija, el pan de vida, es la carne y la sangre de Jesucristo. Al venir a esta tierra y dando Su carne y sangre, Jesús nos ha concedido el comer el pan de vida y recibir la vida eterna.
¿Cómo, entonces, pueden todos comer la carne de Jesús y beber Su sangre? La única manera de comer la carne de Jesús y de beber Su sangre es creyendo en el bautismo de Jesús y bebiendo Su sangre de la Cruz. Debemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre por fe. Para darte a ti y a mí la remisión del pecado y capacitarnos para vivir por siempre en el Reino del Cielo, nuestro Señor ha borrado nuestros pecados de una vez y para siempre al ser bautizado y al derramar Su sangre, y por lo tanto se convirtió en la comida para nuestras almas. Ahora, creyendo en la Palabra de Dios del agua y el Espíritu, debemos comer esta comida espiritual y recibir la vida eterna.
Permítame testificar con mas detalle como podemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre. Como tú y yo sabemos bien, Jesucristo vino a esta tierra y tomó los pecados de la humanidad siendo bautizado por Juan a la edad de 30 años, y entonces, Él llevó toda la condenación de nuestros pecados sangrando a muerte sobre la Cruz. Es por creer en esta misma verdad el que podamos comer Su carne y beber Su sangre. El lavamiento del pecado fue completado al pasar los pecados de la humanidad sobre el cuerpo de Jesús a través del bautismo que Él recibió. El beber Su sangre significa que así como Jesús fue bautizado y derramó Su sangre sobre la Cruz, esta sangre que Él derramó llevó la condenación de nuestros pecados.
Como tal, aquellos que creen en la sangre de Jesús en su corazón están satisfechos de su sed, ya que la condenación de todos sus pecados terminó completamente con el castigo de la Cruz que Jesús llevó. Debemos darnos cuenta de esta verdad. Y debemos creer en ella. Debido a que Jesucristo vino a esta tierra y aceptó nuestros pecados al ser bautizado, creyendo en esta verdad hemos sido limpiados de todos los pecados de una vez y para siempre.
Dios nos dijo que comiéramos la carne de Jesús y bebiéramos Su sangre por fe. Debido a que Jesús tomó todos los pecados a través del bautismo que Él recibió de Juan, quitando las iniquidades de todos, y debido a que Él dio Su cuerpo al castigo de la Cruz y derramó Su preciosa sangre, los corazones de aquellos que creen ahora están limpios y sin sed, ya que han lavado todos sus pecados y dejado toda la condenación del pecado por fe. Es por eso que Jesús dijo: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6:55). 
Ciertísimo, este Jesús verdaderamente es el Salvador, el Hijo de Dios quién ha lavado nuestros pecados y llevado la condenación de nuestros pecados. Para liberarnos de la ley que declara que la paga del pecado es muerte, para lavarnos de todos nuestros pecados, y para liberarnos de todo nuestro castigo, Él, el Salvador e Hijo de Dios, dio Su propio cuerpo sobre la Cruz, derramó Su sangre, y de esta manera lavó los corazones de aquellos que creen y han apagado su sed. Este es el efecto de la carne y de la sangre de Jesús.
Jesús es el Salvador que se hizo cargo de los pecados y de la condenación del mundo. Jesús es el Salvador que aceptó los pecados de la humanidad a través del bautismo que Él recibió, quien fue crucificado y derramó Su sangre para llevar la condenación de estos pecados. Fue porque Jesús aceptó los pecados del mundo pasados de nosotros a Él para que el castigo del pecado que Él llevó siendo crucificado pudiera llegar a ser el castigo de nuestros propios pecados.
Es por creer en la verdad del agua y el Espíritu que podemos recibir la remisión del pecado. Todos ustedes deben creer en el bautismo de Jesús y en el derramamiento de Su sangre como su propia remisión del pecado. Es por creer en este evangelio de la verdad el que podamos comer y beber la carne y la sangre de Jesús espiritualmente. En otras palabras, es por creer que Jesús el Hijo de Dios vino a esta tierra, tomó nuestros pecados a través de Su bautismo, y llevó toda la condenación de nuestros pecados sobre la Cruz para que podamos llegar a ser de aquellos que son capaces de comer Su carne y de beber Su sangre. Al comer el bautismo de Jesús y la sangre que Él derramó sobre la Cruz como nuestra propia comida de la remisión del pecado, podemos ser remitidos de todos nuestros pecados. Es a través de esta fe que hemos sido capaces de recibir la remisión de nuestros pecados, convertirnos en hijos de Dios y vivir por siempre en el Reino de Dios.
 

La Vara de Aarón que Floreció

Entre los objetos colocados dentro del Arca del Testimonio, la vara de Aarón que floreció se refiere a Jesucristo como el eterno Sumo Sacerdote del Reino del Cielo. También nos dice que la vida eterna es encontrada en Él. Para facilitar nuestro entendimiento de esto, volvamos a Números 16:1-2: “Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre.”
El pasaje aquí nos dice que de entre los Levitas, 250 lideres famosos de la congregación se unieron y se levantaron en contra de Moisés. Ellos dijeron, “¿Qué han hecho ustedes, Moisés y Aarón, por nosotros al guiarnos fuera de la tierra de Egipto? ¿Nos han dado viñedos? ¿Nos han guiado a un oasis? ¿Que han hecho por nosotros? ¿Nos han traído al desierto solo para morir al final en la arena? ¿Cómo pueden llamarse ustedes siervos de Dios? ¿Acaso Dios solo obra a través de ustedes?” En otras palabras, se levantaron en rebelión contra el liderazgo de Moisés y Aarón.
En ese entonces, Dios dijo a Corè, Datàn, On y a otros lideres de la congregación que lideraban la rebelión: «Y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los príncipes de ellos, doce varas conforme a las casas de sus padres; y escribirás el nombre de cada uno sobre su vara». Entonces Dios dijo: «Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros» (Números 17:5). En el versículo 8, vemos que «Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras».
Entonces en el versículo 10, vemos: «Y Jehová dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí, para que no mueran». Es así como la vara de Aarón que floreció llegó a ser guardada dentro del Arca del Testimonio.
Esto muestra que Aarón, un descendiente de Levi, fue ungido como el Sumo Sacerdote del pueblo de Israel. Moisés era el profeta de Dios, y Aarón y sus descendientes eran los Sumos sacerdotes del pueblo de Israel. Dios Mismo había encomendado las responsabilidades del Sumo Sacerdote terrenal a Aarón. Dios había mostrado un sistema de sacrificios a Moisés, en donde el pueblo de Israel traía las ofrendas sacrificiales y las ofrecía a Dios siempre que pecaban, y Él convirtió a Aarón en supervisor del ofrecimiento de estas ofrendas de acuerdo a los requisitos del sistema de sacrificios.
Aunque Dios había confiado todas las obligaciones sacerdotales a Aarón el Sumo Sacerdote, aún existía gente que retaba y se revelaba contra el sacerdocio, y es por eso que Dios hizo florecer la vara de Aarón, demostrando que su sacerdocio vino de Dios. Entonces Él hizo que el pueblo de Israel guardara esta vara dentro del Arca del Testimonio para que recordaran esta lección. Es así como las dos tablas de la Ley, la vasija que tenía el maná y la vara de Aarón que floreció fueran colocadas dentro del Arca del Testimonio. ¿A que se refieren estos tres objetos espiritualmente? Se refieren a los ministerios de Jesucristo nuestro Salvador.
 


¿Que Ministerios Completó Jesucristo para Borrar Todos Nuestros Pecados?


Primero, Él completó el ministerio de Profeta. Él es el Alfa y la Omega. Él conoce el principio y el fin, y Él nos ha enseñado todo acerca de lo primero y lo último. Nuestro Señor sabia que ocurriría con la humanidad, a ti y a mí, si hubiésemos permanecido en pecado.
Segundo, Jesús se ha convertido en el eterno Sumo Sacerdote del Reino del Cielo. Él vino a esta tierra debido a que Él quería salvarnos del pecado convirtiéndose en nuestro propio Salvador Personal, para salvarnos totalmente llegando a ser nuestro verdadero Sumo Sacerdote del Reino del Cielo.
Tercero, Jesucristo es nuestro Rey. La Biblia declara: «Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» (Apocalipsis 19:16). Él es el mismo Creador de todo el universo, y así tiene la autoridad de gobernarlo todo.
Todos debemos darnos cuenta que Jesucristo, quién es nuestro verdadero Rey, el Profeta quién nos ha enseñado la verdad de nuestra salvación del pecado, y el eterno Sumo Sacerdote del Cielo, ahora se ha convertido en nuestro verdadero Salvador.
Nuestro Señor nos ha liberado a ti y a mí del pecado, nos ha convertido en el pueblo de Dios, Sus hijos y Sus obreros, y Él nos ha capacitado para hacer obras buenas. Él ha hecho que nuestras almas nazcan de nuevo para que puedan vivir vidas nuevas aún en esta tierra, y Él nos ha dado vida nueva para que cuando llegue el tiempo, Él pueda levantar nuestros cuerpos y capacitarnos para vivir por siempre con Él en el Cielo. ¿Quién es Jesucristo para ti y para mí? Él es nuestro verdadero Salvador. Y Jesucristo es nuestro Profeta, nuestro eterno Sumo Sacerdote y nuestro Rey.
Aunque no deseamos desobedecer la voluntad de Dios, somos tan insuficientes y débiles que no podemos evitar pecar todo el tiempo. Si continuamos viviendo así, morir así y luego estar ante Dios, ¿cuál es el lugar apropiado para que vayamos? ¿Será el Cielo o el infierno? Si todos nosotros fuéramos a ser juzgados de acuerdo a la Ley que declara, “La paga del pecado es muerte,” ¿no seriamos todos destruidos? Él que ha salvado a tal gente como yo del pecado y de la destrucción y se ha convertido en nuestro Salvador es Jesucristo. Él Mismo vino a esta tierra, nos amó, y se ha convertido en el Salvador que nos ha liberado de los pecados, y de esta manera llega a ser el Gran Pastor de Su rebaño.
Juan 3:16 afirma: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Dios nos amó a ti y a mí tanto que Él Mismo vino a esta tierra por nosotros, fue bautizado para tomar los pecados del mundo, fue crucificado y murió sobre la Cruz, sé levantó de entre los muertos de nuevo, y por lo tanto se ha convertido en nuestro verdadero Salvador. Por lo tanto, creyendo en Jesucristo quien se ha convertido en el Salvador de nuestros corazones, hemos llegado a ser aquellos que están limpiados de sus pecados, quienes han recibido el regalo de la salvación, lo cual nos ha permitido llegar a ser hijos de Dios y obtener la vida eterna.
Existe una cosa de la cual debemos estar absolutamente seguros de creer ante Dios. Se debe a que Dios nos ha amado, y para borrar nuestros pecados, Él vino a esta tierra encarnado en semejanza de un hombre, fue bautizado, murió sobre la Cruz, se levantó de entre los muertos, y por lo tanto se ha convertido en nuestro verdadero Salvador. Es por comer la carne de Jesús y por beber Su sangre por la fe en nuestro corazón que la vida eterna nos puede ser añadida. Debido a que nada puede ser mas claro que este hecho, no podemos más que reconocer esto y creerlo.
Debemos comer la carne de Jesús y beber Su sangre por fe. Y cualquiera puede tener esta fe que reconoce y cree como es en el evangelio del agua y el Espíritu completado por Jesús. ¿Qué más hay para nosotros que creer? No podemos hacer mas que ponernos en contra de Dios. Somos rápidos para desobedecer a Dios y pecar. Pero Dios aún así té salvó a ti y a mí de todos nuestros pecados de una sola vez, ya que Él nos ama a todos.
 

¿Cómo habló Dios de Su salvación en el Tiempo del Antiguo Testamento?

¿A través de que método, entonces, nos ha salvado el Señor? En el Antiguo Testamento, Él habló de esta salvación a través de los colores manifestados en la puerta del Tabernáculo y en las vestiduras usadas por el Sumo Sacerdote. Los colores de los hilos azules, púrpura y escarlata, y el lino fino torcido manifestado en la puerta del Tabernáculo son la revelación que nos muestra Su perfecta salvación. Y sobre las vestiduras del Sumo Sacerdote, sé añadió hilo de oro.
El hilo azul nos dice que Jesucristo vino a esta tierra como nuestro Salvador y tomó nuestros pecados al ser bautizado. El hilo púrpura nos dice que Jesucristo es el Rey de reyes y Dios el Creador que hizo el universo. El hilo escarlata nos dice que debido a que Jesucristo tomó nuestros pecados a través de Su bautismo, Él cargó los pecados del mundo y fue condenado por ellos sobre la Cruz derramando Su sangre y muriendo, por lo tanto nos dio la salvación que nos ha liberado de la condenación de todos nuestros pecados.
El lino fino torcido significa la elaborada Palabra del Antiguo y Nuevo Testamento la cual nos dice que nuestro Señor vino a esta tierra, fue bautizado, murió sobre la Cruz, sé levantó de entre los muertos, y de esta manera borró los pecados de aquellos que verdaderamente creen, limpió sus espíritus haciéndolos blancos como la nieve, y los salvó. El hilo de oro significa la fe que cree en lo que Jesucristo ha hecho por nosotros. Es por eso que el hilo de oro resplandece. Tú y yo no tenemos nada de que jactarnos, sino solo cuando de todo corazón creemos en lo que Jesucristo, Dios Mismo y el Hijo de Dios, ha hecho por nosotros. Verdaderamente podemos ser vestidos con el amor de Dios, recibir Sus bendiciones, y ser apreciados por Él solo teniendo fe en los justos actos que Él ha hecho. Esto es lo que Dios nos está diciendo a través del Tabernáculo.
Debemos darnos cuenta de lo que Dios nos está diciendo a través del Arca del Testimonio que fué colocada dentro del Tabernáculo. Debemos conocer y creer que Jesucristo vino a esta tierra, tomó los pecados de la humanidad y todos los nuestros al ser bautizado por Juan el Bautista, llevó nuestra condenación del pecado muriendo sobre la Cruz, y se levantó de entre los muertos para vivir de nuevo. A través del Arca del Testimonio, Dios está manifestando que verdaderamente debemos creer en Jesucristo como nuestro propio Salvador. Como nuestro propio Dios. Aquellos que creen en el bautismo de Jesús como la toma de nuestros propios pecados, en el derramamiento de la sangre de Jesús en la Cruz como su propia muerte, en Su resurrección como su propia resurrección –estos son aquellos a quiénes Dios ha salvado.
Así que, ¿a quién se refiere el Tabernáculo? Se refiere a Jesucristo. Nos dice del método de salvación con el cual Jesucristo nos ha salvado a ti y a mí de nuestros pecados. En el Nuevo Testamento, fue Jesucristo quién fue bautizado y murió sobre la Cruz, de esta manera borró todos nuestros pecados, lavándolos todos, siendo condenado por todas nuestras iniquidades y salvándonos de todos los pecados de una sola vez y para siempre.
En el Antiguo Testamento, era el ofrecimiento de un sacrificio lo que salvaba a los pecadores aceptando sus iniquidades mientras imponían sus manos sobre su cabeza, y derramando su sangre y muriendo. El Antiguo Testamento describe la muerte de la ofrenda del sacrificio que tomaba los pecados de estos pecadores a través de la imposición de manos y que moría en lugar suyo como una muerte expiatoria. El sistema de sacrificios en el Antiguo Testamento, cuando se yuxtapone al Nuevo testamento, se refiere a Jesucristo, quién logró el evangelio del agua y el Espíritu, y quién vino por el bautismo y por la sangre.
¿Quién, entonces, creó y dispuso esta ley de la salvación? Dios nuestro Salvador la puso. Dios estableció la ley de la salvación que libera a los pecadores del pecado, y Él nos ha dado esta ley a nosotros. En el Arca del Testimonio estaban las dos tablas de la Ley, la vasija del maná, y la vara de Aarón que floreció, y todas estas cosas nos hablan acerca de los atributos y ministerios de Jesucristo.
La vara de Aarón que floreció nos dice que Dios nos salva cuando creemos en Jesucristo quién espiritualmente se ha convertido en el Sumo Sacerdote del Reino del Cielo y en nuestro Gran Pastor. La vasija del maná también nos habla acerca de la carne y de la sangre de Jesucristo quién se ha convertido en nuestro pan de vida. Las dos tablas de piedra de la Ley también nos dicen que Dios es el Hacedor de la Ley. Las leyes establecidas por Dios son la ley del pecado y de la muerte, y la ley de la remisión del pecado y de la salvación. Como nuestro Dios, Jesús ha establecido la ley de vida y la ley de la condenación para nosotros.
De esta manera, el Arca del Testimonio y todo lo que en el hay hablan de Jesucristo. Es por creer en Jesucristo como nuestro Salvador que podemos ser limpiados de todos nuestros pecados y recibir nuestra salvación, no importa cuan insuficientes y débiles podamos ser, si aceptamos y seguimos las dos leyes que Jesucristo ha establecido, entonces podemos ser pecadores una vez, y entonces llegar a ser justos recibiendo la remisión de todos nuestros pecados una vez más y de esta manera llegar a ser el propio pueblo de Dios. ¿Lo crees?
Ahora en el tiempo presente, casi todos los Cristianos por todo el mundo son propensos a creer en Jesús en vano, ya que ellos no conocen la verdad manifestada en el Tabernáculo. Ellos creen que pueden recibir la remisión del pecado creyendo solamente en la sangre de la Cruz de Jesús. En otras palabras, ellos creen que Jesús los ha salvado solo con la sangre de la Cruz. Pero, ¿acaso Jesús tan solo murió en la Cruz por nuestra salvación? ¿Es todo lo que Él hizo por nuestra redención? ¿Acaso Él no, al contrario, tomó todos los pecados del mundo de una vez por todas al ser bautizado por Juan (Mateo 3:13-15, 1 Pedro 3:21, 1 Juan 5:6)?
Sin embargo los Cristianos de hoy solo creen en la sangre de Jesús de la Cruz, y solo reciben la mitad de la remisión del pecado. Así, habiendo sido remitido de su pecado original al creer en Jesucristo como el Salvador, ofrecen sus oraciones de arrepentimiento cada día tratando de lavar sus pecados actuales por sí mismos. ¿Cuan contradictoria es esta salvación? Es como lavar solo la mitad de sus pecados por fe, y luego tratar de lavar el resto por su propio esfuerzo.
Cuándo la situación es así, ¿cómo puedo evitar predicar continuamente uniendo el bautismo y la sangre de Jesús? Hasta ahora, muchos Cristianos de este mundo, aparte de los Cristianos del periodo de la Iglesia Primitiva, han creído en una salvación a medias. ¿No es por eso que la gente ahora cree en la Cristiandad como si fuera solamente una religión mundana?
No hace mucho, una mujer llamada Valeria Jones de los Estados Unidos recibió la remisión del pecado después de leer el primer volumen de esta serie del Tabernáculo. Antes de que ella leyera este libro, ella ya había leído varias de nuestras publicaciones. Aunque ella estaba de acuerdo con lo que nuestros libros decían, ella no podía llegar a estar totalmente convencida del evangelio del agua y el Espíritu. Ella nos dijo que aún tenia duda, y se preguntaba, “Esto parece ser correcto, pero entonces ¿por qué no hay mucha gente predicándolo?” Pero ella confesó que cuando terminó de leer el primer volumen de la seria del Tabernáculo, ella llegó a tener una fe clara de la salvación, creyendo que el evangelio del agua es correcto, que es la misma verdad manifestada en el tabernáculo.
Un lector de Benin del mismo libro también nos escribió, “Quedara grandemente sorprendido al saber que después de recibir la remisión del pecado por leer su libro, he dejado mi iglesia. ¿Porqué deje la iglesia a la que asistía? Porque ellos predicaban la doctrina de la santificación incremental, que no se enseña en la Biblia. Esta doctrina de la santificación incremental era totalmente contraria a la Biblia. Ya que seguían enseñando que yo debía y podía ser santificado cuando en realidad mi carne nunca puede ser santificada, era insoportable para mi escuchar tales sermones.
Es por eso que salí de esa iglesia y me separé de ella. Debido a que he recibido la remisión de mis pecados por leer su libro, no tuve otra opción que la de dejar la iglesia a la que había estado asistiendo y ahora me separé de ella. Así como nosotros que hemos atravesado todo esto y ahora nos hemos convertido en el pueblo de fe y nos hemos unido con la Iglesia de Dios, toda la gente de este mundo también puede cambiar si tan solo conocen la verdad: «Y conocereis la verdad, y la verdad os hará libres».
El Arca del Testimonio del Tabernáculo también manifiesta a Jesucristo. Esta Arca del Testimonio estaba colocada en la parte más profunda del Tabernáculo. Uno solo podía verla levantando el velo del Tabernáculo y entrando en el, y después levantando el velo del Lugar Santísimo y caminando hacia dentro. En otras palabras, la puerta del Tabernáculo estaba colocada en el este, y el Arca estaba colocada en el oeste en la parte de atrás del Tabernáculo.
 

No Se Quitaran las Varas del Arca

Éxodo 25:14-15 dice: «Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella». ¿Qué significan estos versículos? Con estos versículos, Dios nos está diciendo que debemos servir al evangelio del agua y el Espíritu dedicándonos nosotros mismos a Él. El evangelio se esparce solo cuando nos entregamos nosotros mismos a Su obra. Para servir al Señor al entregarnos nosotros mismos al evangelio eso es seguir el camino de la Cruz que nuestro Señor caminó antes que nosotros. Es por eso que Él dijo a Sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Marcos 8:34).
Para esparcir el verdadero evangelio por todo el mundo, se necesita tremendo sacrificio, perseverancia y sufrimiento. Podemos descubrir esto viendo cuanto sufrió por el evangelio del agua y el Espíritu el Apóstol Pablo: «¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias» (2 Corintios 11:23-28). 
Sin embargo, aquellos que se aman a sí mismos más que al Señor quién se dio a Sí Mismo para liberarlos de toda la condenación y no pueden darse ellos mismos por el Reino de Dios. No existe un camino fácil para servir al evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo puede un granjero esperar una buena cosecha sin sudar?
De esta manera, el Arca del Testimonio deberá ser cargada por nuestros sacrificios. El Rey David en una ocasión trató de llevar el Arca en una carroza nueva jalada por bueyes, en lugar de cargarla con sus hombres con las varas como se suponía que debían cargarla. En su camino, los bueyes tropezaron, y un hombre llamado Uza extendió sus manos hacia el Arca de Dios y la tomó. La ira del Señor sé encendió en contra de Uza, y Dios lo hirió ahí por su error. Uza murió ahí por causa de Su Arca (2 Samuel 6:1-7). Así que David, aterrorizado por esto y en ese día temeroso del Señor, llevó el Arca a casa de Obed-Edom geteo. Solo cargando el Arca sobre los hombros de sus hombres pudo él llevarla a su castillo tres meses después. Como lo ilustra esta historia, debemos cargar el Arca del Testimonio exactamente como Dios nos dijo, con nuestra sangre y con nuestro sudor, con nuestros sacrificios, con una devoción que no retrocede a Su evangelio.
Aquellos que realmente han recibido la remisión del pecado con enorme gratitud están más que gozosos de entregarse a sí mismos al Señor quién sé ha entregado a Sí Mismo por nosotros. Damos nuestra gratitud una y otra vez al Señor, nuestro Salvador y Dios. Damos gracias por permitirnos servir al evangelio sobre esta tierra.
Todos estamos maravillados y gozosos por este hecho de ensueño, que el Señor nos haya escogido para servir este evangelio de la verdad, seguirle a Él y vivir la clase de vida que le agrada a Él. Tan solo permitirnos conocer la verdad hubiera sido suficiente para saturarnos con gozo, mas sin embargo el Señor nos ha permitido servir este evangelio. Habiéndonos dado tales bendiciones, ¿cómo seria posible que no le diéramos las gracias? Damos toda nuestra gratitud a Dios. Es por eso que estamos dispuestos a sacrificarnos nosotros mismos para esparcir el verdadero evangelio de esta santa tarea de evangelismo mundial, sin importar el tiempo, el esfuerzo o nuestras posesiones.
El que hayamos recibido la remisión del pecado, de hecho, por sí mismo es algo por lo cual estamos infinitamente agradecidos. Pero Dios no se ha detenido ahí, sino que Él aún nos ha otorgado encontrar y esparcir esta verdad, el evangelio del agua y el Espíritu - ¿no es esto, sino una bendición mas para nosotros?
¿Quién más se atreve a servir este evangelio del agua y el Espíritu? No cualquiera puede servir este evangelio. ¿Pueden hacerlo los políticos? ¿Los Mandatarios? ¿Los Presidentes? No importa que tan altas sean las posiciones sociales de la gente, si no conocen y no creen en el evangelio del agua y el Espíritu, nunca podrán servir el verdadero evangelio. Sin embargo Dios nos ha dado una oportunidad inmerecida y ciertamente nos otorgó a nosotros servir este evangelio. ¡Que bendición tan grande es esta!
Doy gracias a Dios por la gracia que nos ha salvado, porque Él nos ha amado. Hermanos y hermanas, creemos que Jesucristo es nuestro Dios y Salvador. Somos el pueblo de Dios que come la carne de Jesús y bebe Su sangre a través de nuestra fe espiritual. La Biblia dice que Jesús no es Dios de muertos, sino de vivos (Lucas 20:38), y aquí los vivos se refiere a ni mas ni menos que aquellos que han recibido vida eterna creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Quien sea que no crea en la verdad de este evangelio está espiritualmente muerto, y quien sea que crea está espiritualmente vivo. Dios es ciertamente el Dios de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu.
Hermanos y hermanas, Jesús Mismo nos ha dado la remisión del pecado a través de Su propia carne y sangre. Debes darte cuenta que si no crees está verdad, entonces no tienes parte con Jesucristo. Jesucristo te da bendiciones celestiales, vida eterna y la remisión de tus pecados. ¿Quién es Aquel que sé ha convertido en el Pastor que te otorga bendiciones eternas, quién te guía y quién te guarda? Es Jesucristo el Consumador del evangelio del agua y el Espíritu es este Dios. Espero y oro para que todos y cada uno crean en este Jesús como su Dios.
En cuanto a mí, no solamente creo en esta verdad y ahora sirvo a Dios, sino que siempre continuare haciéndolo en el futuro. Pero, ¿y tú? ¿Crees en el evangelio del agua y el Espíritu? ¿Crees que debes habitar en la Iglesia de Dios y en el amor de Cristo por tú fe? Vamos todos a vivir nuestras vidas creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que nos encontremos con nuestro Señor.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (II)