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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 17-1] Cómo recibir el Espíritu Santo (Mateo 17, 1-13)

Cómo recibir el Espíritu Santo(Mateo 17, 1-13)
«Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista».
 

En estos tiempos finales, Dios nos ha dado miembros de Su Iglesias, nos ha hecho predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, y nos ha permitido predicarlo a todas las almas de Corea también. Le doy gracias a Dios por bendecirnos así con esta fe. En estos tiempos, tanto los laicos como los pastores del cristianismo mayoritario, incluidos los evangélicos, se están centrando en construir iglesias más grandes. Construir una iglesia cuesta mucho dinero. Así que los pastores están movilizando una gran cantidad de planes para sacarles el dinero a sus congregaciones. He oído que un pastor estaba recogiendo dinero casi a la fuerza, insistiendo mucho a la congregación, diciéndoles que su iglesia hermana había construido un edificio de 3 millones de dólares, y que tenía que hacer lo mismo. Aunque construyó una iglesia de mármol, no tuvo a mucha gente dentro. Se dice que cuando la construcción estaba completada, casi todos los miembros se fueron.
Una vez oí que un hombre, que ganaba 700 dólares al mes como barrendero, tomó un préstamo para ofrecerlo para la construcción de su iglesia, y que ahora tiene que pagar 750 dólares al mes para los intereses. Todo el dinero que le cuesta tanto ganar no es suficiente para pagar los intereses. Está tan arruinado que su pastor tiene que ayudarle todos los meses. Así que los miembros de esta iglesia tienen que ofrecer sus salarios a la iglesia y sobrevivir con lo poco que les da su pastor. 
Mis queridos hermanos, nuestra iglesia nunca ha sido así. Pero en este mundo hay muchas iglesias así. El Señor ha dicho que en el fin de los tiempos el pecado abundará, y el amor de muchas personas se enfriará (Mateo 24, 12). ¿No creen que los pastores del mundo se han ido lejos de la Palabra de Dios en su ministerio? Aunque dicen que el mundo es un lugar oscuro y que el final está cerca, ¿no están explotando a su congregación por dinero? Si Jesús viniera dentro de unos días, todo lo que estos ministros querrían sería dinero para vivir como quisieran. Pero, ¿para qué sirve todo este dinero si el fin del mundo está cerca?
Mis queridos hermanos, voy a dejar claro lo siguiente: La Palabra de la Biblia dice que nadie sabe la hora ni el día en que Jesús volverá al mundo. La Biblia no dice el día ni la hora, solo detalla los signos que indicarán la vuelta inminente del Señor. Deben darse cuenta de que Jesús vendrá cuando la Gran Tribulación descienda sobre este mundo, cuando los justos sean martirizados, y cuando el mundo sea completamente destruidos por las plagas de las siete trompetas en este mundo, y Jesús haga venir esas siete plagas, en medio de la Tribulación de los siete años, cuando la autoridad de los santos se rompa. No es exagerado decir que vendrá cuando la Gran Tribulación esté casi acabada. 
Por tanto nunca debemos dejarnos engañar por los falsos profetas. Hay mucha gente que dice: «Jesús volverá antes de la Gran Tribulación. Se nos llevará antes de la Gran Tribulación. Así que, ¿para qué necesitamos todas estas cosas materiales si Jesús vendrá antes de la Gran Tribulación? ¿Para qué las queremos? Ofrézcanle todo a Dios. Donen todo lo que tienen a su iglesia para que sea construida de mármol y vayamos al Reino de los Cielos». Estas personas son ladrones y fraudes. 
Casi todos los pastores que no han nacido de nuevo, incluidos los evangélicos, se adhieren a la teoría de la desaparición de los santos antes de la tribulación para sacarle el dinero a la congregación. «¿Para qué quieren acumular riqueza en este mundo si el Señor volverá antes de la Gran Tribulación?». Esta afirmación es un fraude. Probablemente recuerden que hace un tiempo, el Pastor Jang-lim Lee de la misión de Dami, dijo a la gente que Jesús volvería y se llevaría a Sus seguidores el día 28 de diciembre de 1992, mientras escondía cheques debajo de su cama. ¿No se acuerdan que también intentó escaparse fuera del país y que fue arrestado en el aeropuerto con los cheques en sus zapatos? Ese hombre era un completo fraude. Mis queridos hermanos, ¿saben cuántos estafadores hay entre los pastores de hoy en día? Demasiados. De unos 1000 ministros, solo 50 son decentes, y los demás son estafadores. 
¿Cómo podemos diferenciar a los pastores que son fraudes? A un árbol se le conoce por sus frutos. Aunque sus seguidores tengan pecados en sus corazones, estos falsos profetas no tienen ningún interés en este problema. Solo se interesan por el dinero, así que cuando sus seguidores le dan dinero, están contentos y les dan puestos en la iglesia. Pero si estos miembros caen en la bancarrota y no pueden dar más dinero a la iglesia, les ignoran por completo. Este es su fruto. Está escrito: «Un árbol es conocido por sus frutos». Por mucho que los pastores digan, debemos vivir diligentemente, y saber cómo vivir en este mundo hasta que pasemos por la Gran Tribulación durante el tiempo que nos quede hasta que vuelva el Señor. Hagan lo que hagan, ya tengan un empleo o un negocio, les pido que trabajen en sus vidas de fe con la iglesia. Cuando unan su corazón con la iglesia, deben contar sus problemas y pedir que la iglesia ore por ustedes. Les pido que vivan con fe hasta que termine el mundo, hasta el día en que mueran. No se engañen y digan que aunque tengan pecados, Jesús se los llevará por creer en Él. Del mismo modo en que un imán solo atrae metales, los pecadores no pueden ser atraídos por el Señor cuando Él descienda del Cielo con un grito, con la voz de un arcángel, y con la trompeta de Dios (1 Tesalonicenses 4, 16).
El Señor nos cogerá en el aire (1 Tesalonicenses 4, 17). Por supuesto, Jesús nos tomará. Sin embargo, la Biblia no dice que esto vaya a suceder antes de la Gran Tribulación. Dice que este suceso ocurrirá dentro de la Gran Tribulación. La Biblia dice que Jesús vendrá cuando suene la última trompeta (1 Corintios 15, 52). ¿Cuando sonará la última trompeta? Sonará al final del mundo. ¿Por qué mandará Dios la Gran Tribulación? Durante la última cosecha, para salvar al pueblo de Israel. Entonces pisoteará a todos los que se levanten contra Dios y le reten. A través de la Gran Tribulación, Dios les dará a todos una oportunidad. Al permitir la Gran Tribulación, cosechará las almas por última vez, que hayan dudado en creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Además Dios quiere separar al trigo de la paja en la Gran Tribulación, como está escrito: «Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará» (Mateo 3, 12). Cuando su aventador empiece a dar el aire de la Gran Tribulación, la paja se separará del grano, y este se quedará en su granero.
Este mundo está en las últimas. Sin embargo, no sabemos exactamente qué mes, día o año volverá el Señor. Así que por mucho que alguien diga que Jesús ha aparecido en una montaña o en un pueblo o iglesia, no deben ir allí. Por mucho que la gente diga que Jesús se le ha aparecido a un pastor y que está hablando a través de él, no deben escuchar a estos mentirosos. Una vez, la Iglesia Católica de Corea, alardeó de que una cruz había aparecido en el cielo cuando estaban celebrando una misa al aire libre. Pero, ¿para qué sirve a los pecadores cristianos ver una cruz en el cielo con sus ojos? La Biblia dice: «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10, 10), nuestra salvación se alcanza al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu en el corazón. Hasta el día en que vuelva el Señor, debemos trabajar con fe. 
 
 

Miren a los estafadores que engañan a la gente con el pretexto de la tribulación en los últimos días

 
Para sacarle el dinero a la congregación, los falsos profetas apoyan la teoría de la pre-tribulación y hacen afirmaciones ridículas: «Cuando me lleve el Señor, podréis utilizar la cámara que hay en mi escritorio». ¿Están diciendo que ellos irán con el Señor pero no sus congregaciones? Estas personas son estafadores. Les voy a dejar esto claro, no deben dejar que esta gente les engañe. La Iglesia de Dios verdadera debe tener pocos adornos superficiales en sus edificios y gastar todos sus recursos en predicar el Evangelio y salvar a la gente del mundo. ¿Piensan que tenemos un púlpito pequeño porque no tenemos dinero? No, tenemos dinero. Sin embargo, vivimos sencillamente por el Evangelio.
Hay muchos charlatanes en esta era. Ya sea una iglesia nacida de nuevo o una que predica el verdadero Evangelio, si les piden que pidan un préstamo y se lo ofrezcan a la iglesia, deben darse cuenta que el pastor es un estafador, y deben irse. ¿Estamos viviendo en una época fácil y próspera? No, todo el mundo lo está pasando mal para hacer que las cosas funcionen, y esto también les pasa a los creyentes. ¿Para qué necesita una iglesia construir un edificio gigante cuando sus miembros no tienen dinero? Un edificio de 3000 pies cuadrados puede alquilarse por 1000 dólares al mes, con un depósito de 10.000 dólares; y un edificio de tres pisos, se puede alquilar por 1500 dólares, con un depósito de 20.000 dólares. Así que, ¿para qué gastarse tanto dinero en una iglesia? ¿Subirá el precio del edificio cuando esté completo? No, bajará. ¿Por qué se gastan millones de dólares en construir iglesias? Este dinero es suficiente para difundir el Evangelio por todo el mundo unas diez veces.
¿Creen que porque un pastor tenga una voz dulce es un buen pastor? ¿Creen que porque una persona se haya graduado en un seminario es un siervo de Dios? No, Dios debe aprobar a sus siervos. Los falsos profetas ponen la voz dulce y predican a su congregación que vivan con virtud, pero estos sermones son típicos de clases de ética. Por culpa del pecado esta gente está frustrada y sufre. Pero estos falsos profetas son incapaces de predicar sobre los pecados. No pueden resolver los problemas espirituales, y solo hablan de cosas superficiales. La gente del mundo prefiere estas cosas, sabe cómo vivir en este mundo mejor que nadie. Cuando la gente viene a la iglesia, escucha la Palabra de Dios y es salvada de sus pecados. ¿Cómo puede llamarse pastor un hombre que no consigue esto?
Mis queridos hermanos, cuando se niegan a sí mismos, Jesús es exaltado. ¿Es exaltado Jesús cuando un pastor finge ser santo y habla con una voz dulce? No, cuando nuestras insuficiencias son expuestas, se revela la santidad y la justicia de Dios. Si una persona es demasiado santa y perfecta, solo tiene justicia propia, mientras que la perfección de Jesús no se manifiesta. En realidad, todo el mundo es insuficiente ante Dios. ¿Es cierto? Por supuesto que sí. Pero a pesar de esto, hay muchos pastores que escogen sus palabras cuidadosamente para fingir ser justos, como los fariseos. ¿Han visto a algún estafador que no sepa hablar bien? Cuando un estafador está a punto de cometer un fraude, planea cada palabra para tentar a su víctima. Si un charlatán parece un charlatán, fracasa en su intención. 
¿Son los pastores de hoy en día diferentes a los charlatanes? Ganan miles de dólares por unos pocos sermones a la semana. Cuando visitan a los miembros de su iglesia en sus casas, también reciben sobres con dinero. Pero a pesar de todas estas recompensas, ¿hay algo que puedan hacer por sus congregaciones? Cuando un pastor les visite, no le den un sobre blanco lleno de dinero. Un pastor debe visitar a los santos en sus casas, orar por ellos y compartir la Palabra con ellos. Si siguen ofreciendo sobres a su pastor, les visitará una y otra vez esperando recibir más dinero.
Seamos sinceros. Cuando los pastores van a las casas de los fieles, ¿no reciben sobres con dinero? Por supuesto que no. Pero hacer esto es convertir, tanto al que da como al que recibe, en mentirosos. Ambos son malvados. ¿Por qué ofrecer dinero cuando el pastor ya gana una cantidad justa? ¿Por qué preparar una fiesta cada vez que viene el pastor a visitarles? Los pastores ya comen bien; no necesitan preocuparse. Si un pastor les visita, pregúntenle si ha cenado, y si no ha cenado, ofrézcanle una cena normal, no un banquete. No llenen la mesa con todo tipo de platos y manjares incluso cuando el pastor ya haya comido, y no le den un sobre con dinero.
Si tienen alguna donación, pónganla en la caja de donaciones. Entonces yo la sacaré y la gastaré para el Evangelio. En las iglesias de este mundo, es normal que la gente ofrezca sobres con dinero cada vez que el pastor les visita. Pero, en vez de poner la ofrenda en la caja, le dan el sobre al pastor y escriben su nombre y la cantidad en la parte de delante. Esto se ha convertido en una práctica oficial. Sin embargo está mal. 
Por mucho que los demás hagan, ustedes y yo debemos seguir al Señor hasta el fin del mundo y salvar a otras almas. En vez de mirar solo por el bien de nuestro país, debemos preocuparnos por todo el mundo y predicar el Evangelio a todo el mundo. Les pido que no vengan a la iglesia con su propia justicia. Si es beneficioso para Dios, para los santos, para los siervos de Dios, y otras almas, deben tragarse el orgullo, dejar su terquedad y dejar de ser malos. Cuando las insuficiencias quedan expuestas mientras seguimos al Señor, debemos admitirlas diciendo: «Soy un hombre débil. Soy así». Esta gente puede vivir con fe en la iglesia. Esta gente puede encontrar gracia de Dios. 
Pero lo que no pueden hacer esto cuando sus insuficiencias quedan expuestas, diciendo: «Soy bastante bueno. No soy insuficiente», están destinados a sufrir. Mientras vivimos, podemos hacer cosas buenas y a veces cometemos errores. Cuando cometemos errores, todo lo que tenemos que hacer es admitir nuestras debilidades cuanto antes mejor y decir: «Lo intenté, pero no pude», y creen que Jesús borró todos estos pecados. Les pido que no se dejen engañar por los ladrones espirituales. Para nosotros es una bendición haber encontrado la Iglesia de Dios y vivir con fe dentro de ella.
 

¿Qué intenta decirnos Jesús con la transfiguración?
 
El pasaje que hemos leído hoy describe el suceso que tuvo lugar cuando Jesús se llevó a tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a una montaña. En aquel lugar, Jesús se transfiguró ante ellos y Su cara brilló como el sol, y Sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Entonces Moisés y Elías bajaron del Cielo y hablaron con Jesús. Sus tres discípulos vieron esto. De repente una voz vino de una nube diciendo: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia. ¡Escuchadle!». Entonces los discípulos se asustaron y cayeron de cara al suelo con mucho miedo.
Pedro dijo al principio: «Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías». Pero Jesús no iba a permitirlo. Cuando los discípulos escucharon la voz del Cielo, cayeron de cara al suelo y se estremecieron.
Jesús los tocó y les dijo: «Levantaos y no tengáis miedo». Los tres discípulos estaban temblando de miedo, pero cuando miraron hacia Jesús, que les llamaba, vieron que volvió a Su imagen. El que Jesús no contestará a Pedro a su idea de construir tres tabernáculos, significa que le ignoró. Aunque Pedro le había pedido esto, Jesús no le contestó. En el camino de vuelta de la montaña, Jesús le dijo a Sus discípulos: «No le cuentes esta visión de Mi encuentro con Elías y Moisés a nadie hasta el día en que el Hijo del Hombre se levante de entre los muertos». Los discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir antes?». Así que Jesús le dijo: «En verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas».
Los discípulos le hicieron esta pregunta porque Jesús se había encontrado con Elías en la montaña de la transfiguración. Entonces podemos preguntarnos aquí: «Jesús dijo que Elías tenía que venir para restaurar todas las cosas, pero ¿qué restaurará?». Elías es muy importante para nuestra salvación. ¿Por qué hablaron Moisés y Elías con Jesús? ¿Por qué les enseñó Jesús esto a Sus discípulos y qué intenta decirnos hoy? ¿Por qué dijeron los escribas y estudiosos de la Biblia que Elías vendría antes y restauraría todo? Podemos preguntarnos esto aquí. Moisés es extremadamente importante para el ministerio de nuestra salvación. Por eso Dios dio la Ley a través de Moisés. El Señor dice: «Porque la ley fue dada a través de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron a través de Jesucristo». Jesucristo nos ha salvado y a través de Moisés Dios dio la Ley a la humanidad. Esto es lo que Dios está diciendo.
Moisés recibió dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos de Dios. También recibió 613 estatutos con las leyes para la vida. Moisés entregó esta Ley a su pueblo. El sistema de sacrificios del Tabernáculo estaba incluido esta Ley. Según los requisitos del sistema de sacrificios, Dios nos ha salvado. 
Dios le ordenó a Moisés que construyera el Tabernáculo con instrucciones específicas. Entonces le dio Su gracia al pueblo de Israel, para que pudiera recibir la remisión de los pecados a través del sacrificio del Tabernáculo. El capítulo cuatro de Levítico describe el sistema de sacrificio a través del que los israelitas eran redimidos de sus pecados mediante los siguientes pasos: primero pasaban sus pecados a los animales mediante la imposición de manos; después los desangraban, tomaban un poco de sangre y se la daban al sacerdote para que la pusiera en los cuernos del altar de los holocaustos, y derramase el resto por el suelo; después el sacerdote ofrecía la carne a Dios quemando la carne en el altar con fuego. Así que en el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel cometía pecados, ofrecían un animal como un toro o una cabra, le pasaban sus pecados mediante la imposición de manos como ordenaba Dios, le sacaban la sangre y la sacrificaban a Dios. Así es como recibían la remisión de los pecados. Dios entregó todos los requisitos de la Ley a través de Moisés.
Moisés también escribió en la Biblia que el Salvador vendría. De hecho, a través de Moisés, Dios escribió el libro de Génesis. Mis queridos hermanos, ¿sería bueno tener solo el Nuevo Testamento y olvidar el Antiguo Testamento? No, el Antiguo Testamento contiene las promesas que Dios nos dio a través de Sus siervos hace mucho tiempo, antes de que el Señor viniera al mundo. Dios había prometido nuestra salvación en el Antiguo Testamento y la cumplió en el Nuevo Testamento. 
Los israelitas en el Antiguo Testamento eran redimidos de sus pecados diarios y anuales a través del sistema de sacrificios en el Tabernáculo. A través de Moisés conocieron la Ley de Dios. Gracias a Moisés el pueblo de Israel se dio cuenta de lo que Dios quería de ellos, lo que era la Ley y el pecado. Pero aquí, en el pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús no habló con Moisés solamente, sino también con Elías. ¿Por qué vino Elías antes que Jesús? ¿Quién es exactamente Elías? Cuando pasamos a Mateo 11, 11-14 vemos que Jesús dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir».
 


¿Quién es el Elías que ha de venir? Es Juan el Bautista

 
En la Biblia, Jesús menciona a Juan el Bautista frecuentemente. Así que debemos hacernos algunas preguntas y buscar las respuestas en la Biblia: «¿Por qué tenía que venir Elías antes que el Mesías? ¿Por qué debe venir para que todo sea restaurado? ¿Era Juan el Bautista indispensable para nuestra salvación?». Jesús dijo en Mateo 21, 32: «Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle». El Señor dijo que Juan vino por el camino de la justicia. ¿Cuál es el camino de la justicia? Jesús explica aquí que la razón por la que Juan el Bautista vino, era guiar a la humanidad por el camino correcto, por el camino al Reino de los Cielos. Él dijo: «Juan nos vino por el camino de la justicia y es el Elías que ha de venir». En otras palabras, Juan el Bautista y Elías son los que han hecho el mismo tipo de obra ante Dios. 
Ya hemos examinado a Moisés, así que vamos a echar un vistazo a Elías. ¿Debe Elías venir al mundo sin falta? Antes de contestar esta pregunta, debemos contestar a esta otra: «¿Dijo Dios en el Antiguo Testamento que enviaría a Elías?».
El Antiguo Testamento acaba con el siguiente pasaje en Malaquías 4, 5-6:
«He aquí, yo os envío el profeta Elías,
antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 
El hará volver 
el corazón de los padres hacia los hijos, 
y el corazón de los hijos hacia los padres,
no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».
El Libro de Malaquías describe lo corruptos que eran los sacerdotes de aquel entonces. Así que, a través del profeta Malaquías, Dios reprendió a los sacerdotes diciendo: «Estos que se hacen llamar sacerdotes son basura». Dios dijo que enviaría a Elías antes del día terrible del Señor, antes del fin del mundo. 
¿Por qué debe Dios enviar a Elías antes del día terrible del Señor? ¿Por qué razón? ¿Es absolutamente necesario que Elías venga al mundo? Cuando pasamos a 1 Reyes 18, vemos cómo Elías se enfrentó a 450 profetas de Aserá y Baal, y demostró al pueblo de Israel que Jehová era el verdadero Dios. Elías llevó al pueblo de Israel, que había creído en ídolos, a Jehová Dios. Elías era un siervo de Dios poderoso.
Entonces, ¿debe Elías venir al mundo sin falta? Sí, debe venir. Ahora les explicaré la razón por la que tiene que venir.
 


El sacrificio del Antiguo Testamento el Día de la Expiación

 
Para entender el sacrificio del Día de la Expiación en el Antiguo Testamento, vamos a pasar a Levítico 16, 29-34: «Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó».
Este pasaje describe el sacrificio del Día de la Expiación que Aarón ofrecía el décimo día del séptimo mes. Según el sistema de sacrificios del Tabernáculo, había que ofrecer sacrificios diarios cuando un israelita pecaba, y entonces le pasaba los pecados al animal que traía mediante la imposición de manos, le sacaba la sangre y se la daba al sacerdote junto con la carne. El sacerdote ponía la sangre en los cuernos en las cuatro esquinas del altar de los holocaustos y el resto lo esparcía por el suelo. Toda la carne del animal se cortaba en pedazos junto con la grasa, que se sacaba de las entrañas, y todo lo limpio se ponía en el altar de los holocaustos, mientras que lo sucio se desechaba. Dios llamaba a este sacrificio, holocausto u ofrenda de pecado. 
Como nosotros no podemos borrar nuestros pecados mediante nuestras oraciones de penitencia, Dios sabía que el pueblo de Israel no podría erradicar sus pecados mediante sacrificios diarios. Así que estableció el Día de la Expiación cada año. La fecha se estableció el décimo día del séptimo mes. Después de determinar la fecha, Dios nombró a Aarón, el hermano mayor de Moisés, como Sumo Sacerdote del pueblo de Israel, y a través de él se pasaban los pecados al animal. El Sumo Sacerdotes primero ofrecía un toro para sí mismo y su casa. Al poner las manos sobre la cabeza del toro, el Sumo Sacerdote pasaba los pecados de su familia y de la gente que trabajaba en el Tabernáculo, para asegurarse de que recibían la remisión de los pecados primero.
Después de este sacrificio, Aarón traía dos cabras y ponía una en el Tabernáculo. Imponía sus manos sobre la cabeza de la cabra y pasaba los pecados del pueblo de Israel diciendo: «Señor, el pueblo de Israel ha cometido estos pecados. Ha cometido adulterio, asesinato, y ha roto todos Tus mandamientos. Ahora paso esos pecados a esta cabra». Entonces desangraba a la cabra, tomaba la sangre y la llevaba al lugar santísimo. Para llegar al lugar santísimo, donde se encontraba el Arca del Testimonio, Aarón tenía que pasar por el lugar Santo. Así que tomaba incienso y pasaba por el velo, para asegurarse de que el lugar santísimo se llenara del aroma del incienso. Dentro del lugar santísimo estaba el Arca del Testimonio, que medía 113 cm. (3,75 pies) de longitud, 68 cm. (2,25 pies) de anchura y 68 cm. (2,25 pies) de altura. La parte superior del Arca se llamaba el Asiento de la Misericordia. Allí el Sumo Sacerdote esparcía la sangre de la cabra siete veces. 
El Sumo Sacerdote llevaba campanas de oro cosidas en las vestiduras. Cuando el Sumo Sacerdote esparcía la sangre dentro del lugar santísimo, la gente que estaba fuera escuchaba el sonido de las campanas. Escuchaban las campanas siete veces, tal y como estaba establecido en el sistema de sacrificios de Dios. El pueblo de Israel se quedaba convencido de la remisión de sus pecados, diciendo: «Tal y como Dios lo requiere, mis pecados anuales han sido pasados al animal. Todos los pecados del año pasado, que no podía borrar con los sacrificios diarios, han sido borrados ahora». Así es como el pueblo de Israel recibía la remisión de los pecados. 
Ellos obtenían la remisión de sus pecados diarios al traer un animal, pasarle los pecados y matarlo ellos mismos. Por otro lado, sus pecados anuales, eran pasados por Aarón, el representante de los sacerdotes del pueblo de Israel. Cuando Aarón murió, su hijo primogénito le sucedió. El puesto de sumo sacerdote continuó pasando a los descendientes de Aarón, pero siempre había un solo sumo sacerdote para el pueblo de Israel. El sumo sacerdote era ordenado a los 30 años y se retiraba a los 50. Esta es la razón por la que Jesús fue bautizado a los 30.
Así el pueblo de Israel creía que sus pecados anuales eran redimidos. Creían que el Mesías vendría y que no solo aceptaría sus pecados anuales, sino también todos los pecados, mediante la imposición de manos. Ellos creían que Él sería condenado en la Cruz y salvaría a toda la raza humana. 
Sin embargo, todos los sacerdotes del Antiguo Testamento estaban corruptos. En vez de sacrificar animales limpios, como Dios había especificado, traían animales sucios que no podían venderse, y le decían a Dios: «Señor, por favor, acepta esta ofrenda». Cuando los israelitas traían animales limpios, los sacerdotes se los quedaban y ofrecían animales sucios a Dios. Estaban muy corruptos. Por eso Dios les dijo a los israelitas que volvieran a Él en el libro de Malaquías.
Malaquías 4, 5-6 dice: «He aquí, yo os envío el profeta Elías, 
antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 
El hará volver 
el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres, 
no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición».
Dios dijo que al enviar a Elías, volvería los corazones de los padres a los hijos, y los corazones de los hijos a los padres. ¿Dónde podemos encontrar la necesidad de que Elías venga al mundo? Tenía que venir para volver el corazón de Dios a Su pueblo y el corazón de la gente a Su Dios Creador. 
Cuando pasamos a Lucas, vemos que Juan el Bautista nació seis meses antes que Jesús. El linaje de Juan venía de la casa de Aarón, el Sumo Sacerdote. Cuando su padre Zacarías estaba en el Templo ofreciendo sacrificios por el pueblo de Israel, Dios se le apareció y dijo: «Zacarías, te daré un hijo. Le llamarás Juan». Zacarías era un hombre anciano. Su mujer Isabel también era anciana. Como Isabel ya había pasado la menopausia hacía tiempo, era completamente imposible que tuviera hijos, pero Dios le dijo esto a Zacarías en el Templo.
¿Por qué tenía que venir Elías al mundo? ¿Por qué Elías era Juan el Bautista? Como Jesús dijo: «Elías, que está por venir, es Juan el Bautista», Juan el Bautista es Elías. Esto no significa que Elías volvería en su forma original, sino que Dios establecería a un Sumo Sacerdote terrenal entre el pueblo de Israel y Él mismo, de la misma manera en que Elías era un intermediario entre Dios y el pueblo. Este sacerdote era Juan el Bautista. 
¿Quién fue el profeta más preciado para Dios? Elías. Por eso Dios prometió que enviaría a Elías. En otras palabras, Dios dijo que le daría a alguien como Elías la tarea de volver Su corazón a Su gente y viceversa. Pero, ¿no es Jesús nuestro Intercesor? ¿Por qué dijo Dios que enviaría a Elías? La razón es que todo sacerdote estaba corrupto en el Antiguo Testamento. Por eso Dios necesitaba a un profeta como Elías.
El Antiguo Testamento acabó con el nacimiento de Jesús. En Él se profetizó repetidamente cómo el Mesías vendría y el Hijo de Dios descendería en este mundo, y con la aparición del Mesías, todas las profecías se cumplieron y la era de las profecías terminó.
 


Juan el Bautista nació seis meses antes que Jesús

 
Dios envió a Juan el Bautista antes que al Mesías. Lo trajo a este mundo a través de la mujer de Zacarías, que era un sacerdote de la división de Abías. 
Pasemos a Lucas 1, 5-6: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Isabel. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor».
También podemos ver en Lucas 1, 8-17: «Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Esto es lo que Dios le dijo a Zacarías. Pasemos más adelante, a Lucas 1, 57-63: «Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan. Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre. Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron».
Finalmente, leamos los versículos 67-80: «Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos. En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tiniebla y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel».
¿Por qué tuvo que venir Juan el Bautista seis meses antes que Jesús? Esto se debe a que el Señor tenía que aceptar todos los pecados de la humanidad por medio del Sumo Sacerdote de la tierra. Cuando el sumo sacerdote moría, su hijo le sucedía, pero durantes cientos de años antes de que Jesús naciera, los sacerdotes estaban corruptos. Estos sacerdotes solo buscaban su satisfacción carnal y material. Así que el linaje del sacerdocio se cortó. Sin embargo, Dios había preservado a Zacarías como sacerdote, un descendiente de Aarón, el Sumo Sacerdote, y a través de Zacarías Dios trajo a Juan a este mundo, para bautizar a Jesús. 
En el Espíritu de Elías, Juan tenía que volver los corazones de los padres a los hijos, y los corazones de los hijos a los padres. Del mismo modo en que Dios hizo que el pueblo de Israel pasase sus pecados al animal del sacrificio a través del Sumo Sacerdote, Dios hizo que Juan el Bautista bautizase a Jesús de la misma manera. Por eso Dios trajo a Juan, el hijo de Zacarías, a este mundo seis meses antes que Jesús. En otras palabras, Dios envió a Juan el Bautista, en el espíritu de Elías, como representante de la humanidad que pasaría los pecados del mundo a Jesús, el Cordero de Dios. Juan el Bautista fue escogido por Dios. Lo había escogido para llevar a cabo la obra de pasar los pecados de la humanidad a Su Hijo, Jesucristo. 
Dios dijo: «Enviaré a Elías. Os mataré si no os arrepentís y os negáis a creer en la Palabra que Él os dará» y según esta promesa, envió a Juan el Bautista para que naciese en este mundo. Juan el Bautista es Elías, a quien Dios prometió enviar de nuevo. ¿Qué hizo Juan el Bautista exactamente cuando vino al mundo? Pasó los pecados a Jesús en el río Jordán. Por eso Jesús les dijo a los sacerdotes y ancianos: «Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle» (Mateo 21, 32). Juan vino por el camino de la justicia. Vino para llevarnos a los seres humanos por el buen camino, para que podamos recibir la remisión de los pecados. Juan fue enviado al mundo por Dios Padre según Su voluntad. Vino en el espíritu de Elías.
Sin embargo, cuando Juan el Bautista vino al mundo, muchas personas que siguen la religión no le creyeron. No creyeron que Juan el Bautista fue enviado por Dios, que venía en el espíritu de Elías, y que era el siervo de Dios que tenía que bautizar a Jesucristo y pasarle los pecados del mundo. Los fariseos, saduceos, y especialmente los escribas, no creyeron en él. ¿Quién creyó en él? Los publicanos y las rameras. Solo los pecadores creyeron en él. Los publicanos eran considerados ladrones, porque eran recolectores de impuestos. Aunque esto ya no es así, en la antigüedad, cualquier recolector de impuestos en Corea podía comprarse una casa en dos años. Juan vino para pasar todos los pecados del mundo a Jesús, y lo cumplió. En aquel entonces, mucha gente pobre de espíritu creyó en Jesús y en la función de Juan el Bautista, y en particular, la gente como los publicanos y las rameras, que cometían muchos pecados. Aunque Juan vino al mundo por el camino de la justicia, la gente orgullosa no creyó. 
Pasemos al pasaje de las Escrituras de hoy. Jesús trajo a Moisés y a Elías a la montaña de la transfiguración y habló con ellos. Entonces les dijo a sus discípulos: «Hasta que el Hijo del Hombre sea crucificado y resucitado, nunca debéis decirle a nadie que he hablado con Elías y Moisés». Al escuchar esto, los discípulos le preguntaron: «¿Qué significa que Elías tenga que venir para que todo sea restaurado?». Jesús dijo: «Elías ya ha venido, pero le tratasteis como quisisteis. ¿Quién es? Juan el Bautista». Nuestro Señor dijo esto. El papel de Juan el Bautista era el papel de Elías y es absolutamente indispensable para ser salvados de nuestros pecados, para la expiación de la humanidad. Para ser salvados, necesitamos a Jesús, y a Elías. También necesitamos a Moisés para recibir nuestra salvación. ¿Entienden lo que quiero decir?
En la montaña de la transfiguración, Jesús se transfiguró para brillar como la nieve y el sol. Esto se nos ha contado como precedente de las cosas que ocurrirán, el día en que Jesús nos lleve y nuestros cuerpos sean transformados, desde nuestra cara a nuestras vestiduras y cuerpos, como Jesús fue transformado. ¿Creen en esto?
Cuando Jesús bajaba de la montaña, Sus discípulos le preguntaron: «A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista». 
¿Qué quiso decir con este pasaje? Jesús les dijo a Sus discípulos: «Elías tiene que venir. Vino antes que yo. Es Juan el Bautista», testificando que cuando Juan el Bautista le bautizó, aceptó todos los pecados de la humanidad. En otras palabras, Jesús les estaba diciendo a los discípulos: «He venido a este mundo para salvaros, y he cargado con vuestros pecados. Juan el Bautista y yo hemos pasado los pecados del mundo sobre Mí». Así Juan el Bautista era un profeta exaltado ante Dios.
Este profeta exaltado dio testimonio de Jesús al día siguiente, después de haber bautizado a Jesús diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Como Juan el Bautista pasó sus pecados y los míos a Jesús, este dio testimonio de Juan en el capítulo uno: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», ahora podemos entender claramente la salvación que Jesús nos ha dado al cargar con nuestros pecados al morir en la Cruz. En otras palabras, gracias al testimonio de Juan el Bautista, nos hemos dado cuenta de que el Señor nos ha salvado de nuestros pecados. Si no fuese por el testimonio de Juan el Bautista, y si no hubiese pasado nuestros pecados, Jesús no habría venido a la tierra, y aunque hubiese venido, no habría podido cumplir Su voluntad.
Como Dios había prometido que pasaría los pecados del mundo del pueblo de Israel a través del Sumo Sacerdote, tenía que cumplir esta promesa en el Nuevo Testamento. Jesús vino al mundo para cargar con los pecados del mundo, pero ¿quién se los pasó? Juan el Bautista. Jesús describió a Juan el Bautista como el mayor hombre nacido de mujer. ¿Dan a luz los hombres? No, solo las mujeres. ¿Qué significa que sea el hombre más grande nacido de mujer? Significa que Juan el Bautista es el representante de la humanidad, un profeta exaltado, y el último Sumo Sacerdote. ¿A quién le pasó los pecados del mundo el último Sumo Sacerdote? A Jesucristo, mediante el bautismo de la imposición de manos. Por eso el papel de Juan el Bautista es tan indispensable para nuestra salvación.
 


La necesidad del testimonio de Juan el Bautista

 
Pasemos a Juan 1, 6-7: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él». 
La Luz aquí significa que Jesús tomó los pecados del mundo y los borró completamente, y por tanto todos los pecados se pasaron a Jesús. Juan el Bautista pasó nuestros pecados a Jesús al bautizarlo, para que a través de él todo el mundo creyera en Cristo. Como está escrito: «A fin de que todos creyesen por él». ¿Cómo sabemos que todos los pecados de nuestra vida fueron pasados a Jesús? ¿No creemos en esto por lo que está escrito en Mateo 3, sobre la justicia que se cumplió cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús?
Está escrito en Mateo 3, 13-17: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». 
La palabra entonces aquí se refiere a cuando Jesús y Juan el Bautista tenían 30 años. Jesús empezó Su vida pública a los 30 años. Entonces Jesús empezó Su obra de salvar a todo el mundo. En aquel entonces, Jesús fue a Juan el Bautista. Él caminó desde Galilea al río Jordán para ser bautizado por Juan. Pero Juan intentó pararle al principio diciendo: «Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿pero Tú vienes a mí?». A primera vista, Juan el Bautista se dio cuenta de quién era Jesús. Sabía que Jesús era el Salvador de este mundo, y por eso se negó a bautizarle.
Hebreos dice que Jesús es el Sumo Sacerdote del Cielo. Jesús es el Hijo de Dios, y vino al mundo para cumplir Su tarea de Sumo Sacerdote. El que Jesús viniese al mundo a cumplir con Su papel de Sumo Sacerdote se refleja en el nombre de Jesucristo. El nombre de Jesús significa el Salvador. Cristo significa el Ungido.
Solo hay tres tipos de puesto ungidos por Dios. Primero, cuando Dios escogía a los reyes de Israel en el Antiguo Testamento, los ungía a través de Sus profetas. Por ejemplo, cuando David fue escogido como nuevo rey, el profeta Samuel llenó un cuerno de aceite y derramó su contenido sobre David diciendo: «Jehová Dios te ha escogido como rey del pueblo de Israel». Entonces Samuel se fue a Ramá. ¿Por qué se fue? Porque aunque ya había un rey en Israel, él había ungido a otro rey como rey de Israel. Si el rey que ya estaba en el trono escuchaba esto, Samuel habría sido perseguido y asesinado, y por eso tuvo que huir después de ungir a David. 
En segundo lugar, Aarón, el Sumo Sacerdote, y sus descendientes eran ungidos cuando eran consagrados en el sacerdocio. Hoy en día, cuando un pastor ungido, el pastor establecido impone las manos sobre su cabeza después de haberse llenado las manos de aceite. Mediante la imposición de manos, el poder del siervo de Dios se transfiere al nuevo pastor. Para cumplir la función de sumo sacerdote, había que recibir la unción.
En tercer lugar, los profetas también eran ungidos. Quien obedece y predica la voluntad de Dios tiene que ser ungido sin falta. ¿Cuál es el significado espiritual de la unción? La gente ungida de hoy en día son los que han recibido la remisión de los pecados y el Espíritu Santo. Nadie que no haya recibido la remisión de los pecados puede ser un pastor. Una persona que tiene pecados, no puede ser pastor de verdad. Si hay alguien que esté predicando aunque no haya recibido la remisión de los pecados, no es más que un mentiroso, un estafador y un ladrón. Esta gente solo predica como si se tratase de una profesión para ganarse la vida.
La palabra Cristo significa el Ungido, y solo los reyes, los sacerdotes y los profetas podían ser ungidos. Cuando Jesús vino a este mundo, cumplió estos tres papeles: Rey, Sacerdote y Profeta. Es el Sumo Sacerdote de los Cielos. Del mismos modo en que los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento permitían que el pueblo de Israel recibiese la remisión de los pecados pasando los pecados a un animal y sacrificando su sangre, Jesús hizo un sacrificio en nuestro lugar en el Nuevo Testamento. Pero esta vez cumplió nuestra redención total con Su propia sangre, no la sangre de un animal. Jesús entregó Su cuerpo como remisión de los pecados del mundo al ser bautizado mediante la imposición de manos. Aceptó todos los pecados del mundo. En otras palabras, al ofrecer Su cuerpo a Dios, Jesús aceptó todos los pecados de nuestra conciencia. Hebreos dice que al aceptar estos pecados, Jesús ha limpiado la conciencia de todo el mundo. Para ello fue bautizado por Juan el Bautista. El representante de la humanidad y el representante del Cielo se unieron. ¿No es así? Sí.
Dios Padre envió a Su Hijo al mundo en la imagen del hombre, y le hizo cumplir Sus funciones como Sumo Sacerdote. Para salvarnos a los humanos, Dios Padre envió a Su Hijo al mundo, le hizo aceptar todos los pecados del mundo en Su cuerpo, e hizo que fuese crucificado. Dios envió a Su Hijo al mundo para borrar nuestros pecados en obediencia a la voluntad de Dios. Está escrito: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos». Como Jesús explicó que convenía que Juan el Bautista y Él cumplieran toda justicia, Juan lo permitió y le bautizó.
El lugar donde Jesús fue bautizado es el río Jordán. El bautismo formal se recibe en un lugar donde el agua pueda cubrir por completo el cuerpo. El bautismo se celebra de la misma manera que la imposición de manos. Un pastor impone las manos sobre la cabeza de la persona bautizada y la sumerge en el agua, diciendo: «Te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», y entonces lo saca del agua de nuevo. Esto es el bautismo.
Entonces, ¿qué significa el bautismo de Jesús? El bautismo también significa ser lavado, ser enterrado y ser transferido. A través del bautismo de la mano de Juan el Bautista, Jesús aceptó todos los pecados. Esta era la promesa de Dios. Como era la promesa de Dios, se cumplió cuando Jesús obedeció al Padre. Del mismo modo que en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, Jesús, el Cordero, fue sacrificado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad. A través de este bautismo, Jesús aceptó todos los pecados del mundo. Convenía que Él cumpliese toda justicia. En otras palabras, convenía que Jesús borrase los pecados de todo el mundo a través de Su bautismo. Jesús dijo: «Bautízame, y yo lo recibiré. Pásame los pecados del mundo, para hacer que los que creen en Mí estén sin pecados». Por eso Jesús fue bautizado.
Una persona no debe levantarse contra el Evangelio sin conocer la Biblia correctamente. Jesús dijo en la Biblia: «Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia». La palabra así aquí significa que Jesús, al haber venido al mundo como el Salvador, aceptó todos los pecados del mundo de esta manera a través de Juan el Bautista. Esto es lo que significa así. En griego es hoo’-tos gar (οϋτως γάρ), que significa «de la manera más adecuada», «por este método», «de esta manera únicamente». Para que Jesús pudiese cargar con los pecados del mundo, tenía que ser bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad. Jesús había aceptado los pecados de la humanidad. Por eso dijo: «Porque conviene así que cumplamos toda justicia».
La palabra justicia aquí, justifica a toda la gente dejándola sin pecado. Esta obra que Jesús hizo para dejarnos sin pecado cuando vino al mundo, es la obra correcta. Para eso tuvo que ser bautizado por Juan. Esto fue lo primero que Jesús hizo cuando empezó Su vida pública a los 30 años, es decir, la obra de aceptar todos los pecados del mundo, fue lo primero que hizo. Este es el significado del texto original.
Está escrito: «Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Se dice que cuando Jesús salió del agua después de Su bautismo, las puertas del cielo se abrieron, el Espíritu Santo descendió en forma de paloma, y el Padre dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». En otras palabras, Dios Padre estaba diciendo: «Mi Hijo obedeció Mi voluntad al ser bautizado por Juan el Bautista, y así aceptar los pecados del mundo». Por eso el Padre se regocijó en Su corazón. Por eso el Padre encontró gozo.
Está escrito: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3, 16). El mundo aquí se refiere a toda la humanidad. Por eso, Dios envió a Su Hijo al mundo y nos dejó sin pecados al pasar todos los pecados del mundo a Su Hijo mediante el bautismo. Jesús cargó con estos pecados, y en nuestro lugar fue ridiculizado, desnudado y azotado 40 veces menos una. Cargó con todo nuestro sufrimiento y nuestras maldiciones, fue crucificado y derramó Su sangre. Así es como nos salvó. Dios amó tanto al mundo. Esto significa que por Su amor por nosotros, Dios Padre envió a Su único Hijo al mundo, hizo que fuese bautizado y crucificado, resucitado de entre los muertos y así nos salvó. Dios nos ha salvado perfectamente a los que creemos en el bautismo y la sangre de Jesús. Todos los que creemos en el significado de esta obra justa, estamos salvados. ¿Ustedes también creen en esto?
En Juan 1, 29 está escrito: «El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». El día siguiente se refiere al día después del bautizo de Jesús. Cuando Juan el Bautista vio a Jesús viniendo hacia él, el día siguiente, testificó: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». En otras palabras, Juan el Bautista dio testimonio de Jesús, diciendo: «Este es el Hijo de Dios que lleva los pecados del mundo, como nuestra expiación. Es nuestro Salvador que está cargando con los pecados del mundo. Cuando le bauticé, le pasé los pecados del mundo».
¿De verdad cargó Jesús con nuestros pecados al ser bautizado? Por supuesto. Al ser bautizado, Jesús borró todos los pecados de nuestros corazones. Jesús dijo que había aceptado todos los pecados a través de Su bautismo. Si Jesús aceptó todos nuestros pecados, ¿acaso no tenía que morir? El tenía que morir, por supuesto. Por eso el bautismo significa ser lavado, y ser enterrado.
Mis queridos hermanos, ¿es la función de Juan el Bautista absolutamente indispensable para recibir nuestra salvación? Es absolutamente indispensable. La Biblia habla de la obra de Juan el Bautista muchas veces. Los que no creen en este hecho, creen en Dios por su cuenta, e interpretan la Biblia por su cuenta, dejando lo que no les gusta. Tenemos que entender que quien cree en Dios dejando el Antiguo Testamento fuera, será borrado del Reino de Jesús, y quien crea añadiendo a la Palabra de Dios acumulará maldiciones. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel pasaba sus pecados diarios al animal mediante la imposición de manos. Los pecados acumulados durante un año los pasaba el Sumo Sacerdote con sus manos, en nombre del pueblo de Israel, el décimo día del séptimo mes. Cuando el Sumo Sacerdote ofrecía el sacrificio a Dios el Día de la Expiación, el pueblo de Israel era librado de los pecados acumulados durante un año. Del mismo modo, cuando Jesús vino al mundo, tomó todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan, murió en la Cruz y nos ha salvado para siempre.
Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús por qué Elías tenía que venir antes, Jesús les dijo que ya había venido y que era Juan el Bautista. Esto se debe a que Juan el Bautista había cumplido toda justicia al bautizar a Jesús. 
¿Cómo acabó la vida de Juan el Bautista? En aquel entonces, el rey Herodes estaba cometiendo tantos pecados que Juan el Bautista tuvo que señalarlos. Por exponer los pecados de Herodes, Juan el Bautista fue encarcelado y decapitado. Fue martirizado en este mundo después de pasar los pecados a Jesús y de dar testimonio diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él es nuestro Salvador». Aunque Juan fue martirizado en este mundo, no fue un fracaso. Él murió después de haber cumplido su papel. Él dijo: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3, 30). Juan el Bautista desapareció después de cumplir sus tareas. No necesitaba ser exaltado por los israelitas. Juan el Bautista dio testimonio de nuestra salvación, diciendo que Jesús aceptó todos nuestros pecados y los borró, y al cumplir esta función, Juan fue martirizado. Por eso debemos darnos cuenta de lo grande que fue Juan el Bautista y debemos creer en su ministerio.
 

¿Por qué le damos tanta importancia a Juan el Bautista?
 
Algunas personas nos preguntan: «¿Sois seguidores de Juan el Bautista?». Pero Jesús dijo en la Biblia: «Aunque Juan vino por el camino de la justicia, no creísteis en él, aunque los publicanos y las rameras sí creyeron. Estos publicanos y rameras entrarán en el Reino de los Cielos primero, pero vosotros no». Jesús siguió dándole importancia a Juan el Bautista y su ministerio. Dijo que Juan el Bautista vino por el camino de la justicia. Como Dios había prometido, Juan el Bautista le pasó todos nuestros pecados a Jesús por nosotros. Por eso Dios dijo que había enviado a Elías. ¿Lo entienden?
Por tanto la Biblia dice en 1 Pedro 3, 21: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Lo que nos salva es el bautismo de Jesús. ¿No es así? Por supuesto que sí. ¿Acaso no cargó Jesús con nuestros pecados cuando fue bautizado? Sí. Todos los pecados de nuestras vidas, de las vidas de nuestros hijos y nuestros padres, en Su bautismo. Como está escrito: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva».
Jesús nos salvó, ¿verdad? De hecho, al ser bautizado y crucificado hasta la muerte, Jesús pagó la pena de nuestros pecados. Al creer en este bautismo de Jesús y en Su sangre derramada en la Cruz, al creer que se ha convertido en nuestro Salvador, podemos recibir la remisión de los pecados. ¿Creen en esto?
Sin embargo, ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados, ¿significa esto que no cometeremos ningún pecado? No, todavía seguimos pecando después de recibir la salvación. Así que para evitar malentendidos, el Apóstol Pedro dijo en la Biblia que la remisión de los pecados no es la extracción de la suciedad de la carne, sino la aspiración de una buena conciencia hacia Dios. Como Jesús fue bautizado en nuestro lugar, ahora estamos sin pecado. Sin embargo, esto significa que hemos sido salvados por fe, no que la suciedad de nuestra carne haya desaparecido. Pedro dijo que es la aspiración de una buena conciencia hacia Dios. Incluso después de recibir la remisión de nuestros pecados, seguimos cometiendo pecados en nuestra carne de vez en cuando. Pero este pecado está incluido en los pecados del mundo. Este pecado fue pasado a Jesús también. Así que por fe hemos obtenido una buena conciencia hacia Dios. 
¿Hay pecados en sus corazones? No, no hay pecados. ¿Es fácil decir que no tienen pecado? Intenten decir esto en frente de otras personas. Se quedarán boquiabiertos cuando digan: «¿Tienen pecados? Yo no tengo pecados en mi corazón». Se quedarán muy sorprendidos. Pero su conciencia dice que no tienen pecados ante Dios. Como todos sus pecados fueron pasados a Jesús cuando Juan el Bautista lo bautizó, ahora no tenemos pecados en nuestra conciencia. Como creemos, no tenemos pecados. 
Está escrito: «La aspiración de una buena conciencia hacia Dios». ¿Por qué podemos estar en la presencia de Dios? Porque los pecados que cometemos en este mundo, todos los días, fueron pasados a Jesús cuando vino al mundo y fue bautizado. Cuando estaba clavado en la Cruz de pies y manos, Jesús dijo justo antes de morir: «Está acabado». Al levantarse al tercer día de entre los muertos, ascendió al Reino de los Cielos. Al creer en esto, estamos sin pecados y hemos recibido el don del Reino de los Cielos con una buena conciencia. Jesús es el Salvador que vino a salvar al mundo y que ha borrado para siempre los pecados del mundo. El Señor nos ha salvado. ¿Acaso no nos ha hecho hombres de buena conciencia? Sí
Como Jesús nació en este mundo para salvarnos, fue bautizado por Juan el Bautista a los 30 años, sufrió durante tres años, y fue crucificado, estamos sin pecados. Está escrito: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados» (Isaías 53, 5). Al ser bautizado, Jesús aceptó los pecados del mundo, incluyendo los que cometemos todos los días, y al morir en nuestro lugar, nos salvó. Así que, ¿cómo podemos decirle a Dios que tenemos pecados? Quien sepa esto y crea, no le puede decir a Dios que tiene pecados. Ningún creyente tiene una conciencia malvada, porque tiene una buena conciencia ante Dios. Si Dios me ha salvado tan claramente, ¿cómo podemos tener más pecados? No tengo pecados. El Señor me ha salvado. Soy un hombre justo. El Señor me ha hecho un hombre justo. Me ha hecho hijo de Dios. 
La Biblia dice: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1, 12) y también dice: «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10, 10). Mis queridos hermanos, ¿creen en esto? La fe consiste en creer de corazón. Es la aspiración de una buena conciencia hacia Dios. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu confiesan lo siguiente: «Padre, como Jesús cargó con mis pecados al ser bautizado, y como derramó Su sangre hasta morir, me has salvado. Dios, entro en Tu presencia con fe en Jesús. Te creo». Nuestra fe no se basa en emociones. La Biblia dice: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva». El Apóstol Pedro creyó en esto. ¿Y ustedes? ¿También creen? Sí, yo también creo. El Señor nos ha salvado de esta manera. Estoy muy agradecido. Aunque seamos insuficientes, como el Señor tomó nuestros pecados, somos hijos de Dios. Creemos en este Evangelio de corazón, y cuando cometemos pecados por nuestras insuficiencias, solo tenemos que admitirlo.
Ahora me gustaría decirles un par de cosas sobre las oraciones de confesión. Algunos de ustedes siguen teniendo el deseo de ofrecer oraciones de penitencia, ¿verdad? Alguien que está acostumbrado a ofrecer oraciones de penitencia, sigue teniendo la necesidad de ofrecerlas. Cuando cometen pecados después de recibir la remisión de los pecados, deben confesar diciendo: «Señor, he cometido estos pecados». En vez de pedirle a Dios que les perdone, admitan sus pecados ante Dios y digan: «Señor, he pecado». Entonces afirmen el Evangelio una vez más: «Estos pecados fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado». Cuando reconocemos que estos pecados también fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado, podemos sentirnos agradecidos por nuestra salvación.
Por eso 1 Juan 1, 9 dice: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Cuando confesamos nuestros pecados, el Espíritu Santo habla a nuestros corazones, diciendo: «No te preocupes, porque esos pecados fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado». Por eso ahora están viviendo con sus caras iluminadas como el sol. Esto se debe a que el Espíritu Santo que vive en sus corazones, y por eso estamos agradecidos a Dios, al poder vivir con gozo. Hemos sido salvados a pesar de nuestras insuficiencias, y por eso precisamente estamos siempre agradecidos. Después de todo, si Dios nos hubiese salvado por nuestros propios méritos, ¿quién podría agradecérselo? Como nos ha salvado a pesar de nuestras fallas, estamos agradecidos. Así que en este mundo, solo los que tienen fallas pueden ser salvados. Pero mucha gente con fallas no cree en este Evangelio y por eso va al infierno. Como estas personas no se dan cuenta de que tiene pecados, se resiste, y va al infierno por eso.
Si creen en el Señor, irán al Cielo. Cuando este mundo se vuelva más oscuro, nuestro Señor volverá. Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu ante el Señor, somos hijos de Dios. Nos hemos convertido en el pueblo de Dios por fe. El Señor nos ha vestido con Su amor maravilloso y por eso me es imposible describirlo todo ahora. 
Así que cuando se vayan a la cama esta noche, les pido que piensen en este amor. Estoy seguro de que se reirán de gozo, y se dirán a sí mismos: «¡Vaya! Esto es maravilloso, porque soy una persona justa y no tengo pecados». Sus esposas e hijos pensarán que se han vuelto locos, pero aún así, tendrán tanto gozo que no podrán esconderlo.
Así que testifiquen en la Iglesia cómo el Señor ha borrado todos sus pecados y cuéntenle a todo el mundo lo feliz que es su corazón. Si tienen alguna pregunta sobre la Palabra, simplemente pregunten a cualquier santo de la iglesia. Todas sus preguntas serán contestadas. Hay muchos hermanos y hermanas mayores en la iglesia. Los que han recibido la remisión de los pecados recientemente son los más jóvenes. 
Le doy gracias a Dios por borrar todos nuestros pecados. ¡Aleluya!