(Mateo 25, 31-46)«Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
¿Qué tal han estado? He vuelto después de trabajar mucho en el Centro de Discípulos de InJae, algo que no había hecho hace mucho tiempo. Cuando vayan al campamento verán que el Centro está mucho más nuevo. El camino que llevaba al campamento era un poco peligroso, pero los colaboradores y yo lo hemos arreglado antes de volver.
El juicio justo de nuestro Señor
El Señor dijo que volvería como el Rey al mundo. Asimismo dijo: «Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y los apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá a las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.» El Señor, que es el Rey, les dirá a los justos que hay a Su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.»
Cuando los justos respondan: «Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento y Te dimos de comer, o sediento y Te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un forastero y Te dimos cobijo, o estuviste desnudo y Te vestimos? ¿O cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?», el Señor contestará: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.»
Entonces, se volverá a los de la izquierda y dirá: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.» Ellos también responderán: «Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento o sediento, o cuándo fuiste un forastero o estuviste enfermo, desnudo o en la cárcel y no te ayudamos?» El Señor contestará: «En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Nuestro Señor vendrá como el Rey en Su segunda venida, y reunirá a todas las naciones y sabrá si una persona es una oveja o una cabra. El Señor dijo esto después de agrupar a las ovejas a Su derecha y a las cabras a la izquierda. El Señor les dijo a los de la derecha que tendrán el Reino de los Cielos y les felicitó por las buenas obras que hicieron: «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.» Pero les dijo lo contrario a los cabritos de la izquierda.
Esta felicitación era nueva para los justos, así que preguntaron: «¿Cuándo hicimos tales cosas?» Sin embargo, los pecadores de la izquierda preguntaron: «¿Cuándo no hicimos esas cosas?» El Señor dijo: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis y en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.»
Los justos recibieron la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Veamos lo que esos justos le dijeron al Señor: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?» El Señor dijo que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hicimos estas cosas, pero le preguntamos cuándo las hicimos. Los justos se quedaron sorprendidos cuando escucharon al Señor decir que los justos hicieron estas cosas en este mundo. Pero vamos a ver por qué lo dijo, si miramos la Palabra del Señor espiritualmente.
Primero el Señor dijo: «Porque tuve hambre y Me disteis de comer»
¿Cuándo le dimos comida al Señor? El Señor dijo: «Tuve sed y Me disteis de beber.» Pero le preguntamos cuándo lo hicimos. ¿Cuánta gente está pasando hambre en el mundo si consideramos esta Palabra en un sentido físico? No les hemos dado de comer a todas esas personas, pero el Señor dice que sí lo hemos hecho. Por eso debemos entender el significado espiritual de esta palabra; pero también debemos entender el significado físico.
El Señor dijo: «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.» Nosotros hemos recibido la remisión de los pecados y escribimos libros que contienen el Evangelio del agua y el Espíritu para distribuirlos a todo el mundo. Por supuesto que hay muchos sitios a los que no hemos llegado. Los que han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nuestros libros, lo compartirán con la gente en lugares a los que no hemos llegado. Cuando servimos al Evangelio, le damos comida a la gente cuando sus espíritus estén hambrientos. Le dimos de beber a la gente cuando tenía sed de la Palabra de Dios.
Como vivimos en medio del pecado, ¿cuánta gente está hambrienta y sedienta, desnuda y sin justicia, y viviendo enferma y presa del pecado? Los justos nacidos de nuevo solo compartieron el Evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros, que nos convertimos en los justos, no hemos hecho nada más que compartir el Evangelio a través de libros impresos y electrónicos. Pero el Señor nos dice que hemos cuidado de la gente hambrienta. Como lo que hacemos, lo hacemos a la gente que ha sido creada a imagen de Dios, la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu tiene el efecto de cuidar de las almas cuando están hambrientas, enfermas, encarceladas y sedientas. Como la gente que está a la derecha del Señor, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dan el agua de la vida a la gente creada a la imagen de Dios cuando tiene sed. A través del Evangelio del agua y el Espíritu les dimos alimento cuando estaban hambrientas y les dimos la Palabra de Dios porque hicimos la obra valiosa por la gente creada a imagen de Dios.
Los justos predican el Evangelio del agua y el Espíritu a los que son prisioneros del pecado. No hay ninguna manera para que la gente del mundo sacie su sed sin que los justos les ayuden, y los que son prisioneros del pecado no pueden recibir la salvación por sí mismos. ¿Quién pagará la fianza y liberará a los pecadores de la cárcel del pecado? Solo los justos que tienen el Evangelio del agua y el Espíritu pueden hacerlo. Solo los justos, revestidos del poder de Dios Padre y del Evangelio cumplido por Jesucristo, pueden liberar a los que están en la cárcel. Esta es la obra de los que están a la derecha del Señor tal y como lo dice el pasaje de las Escrituras de hoy. La obra que hicieron los justos es la obra que le hicieron al Señor.
Espiritualmente les damos comida a muchas personas. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu les damos mucho alimento espiritual ante Dios. Él quiere que todas las almas escuchen el Evangelio del agua y el Espíritu, la verdadera Palabra de Dios, y reciban la remisión de los pecados y paz en sus corazones. Pero ¿quién es la gente que predica esta verdadera Palabra de Dios? Hoy en día hay poca gente que predique la Palabra de Dios. Solo los justos hacen esta obra. Solo los creyentes justos están haciendo la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a las almas perdidas.
No debemos permitir que los estafadores se suban al púlpito de la Iglesia de Dios
Cuando veo los canales cristianos últimamente, hay muchos predicadores famosos hablando sobre la Palabra. Pero cuando escucho el contenido del sermón, es bastante penoso. Insisten en sus propias ideas que contradicen la voluntad de Dios sin pensarlo dos veces y presionan a la gente para que diga amén.
Por ejemplo, si predican sobre el pasaje de las Escrituras de hoy, dicen: «Cuiden de los pobres y sean generosos haciendo buenas obras en la carne. Entonces serán considerados ovejas y entrarán en la vida eterna cuando vuelva el Señor. Digan amén si creen.» Puedo entender que prediquen de la manera en que lo hacen porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero no puedo aprender ni un poco de la Verdad si escucho sus sermones una y otra vez. Quiero decir que no hay ni una frase que nosotros, los justos, podamos aceptar y decir amén después de escuchar estos sermones. Estos predicadores hablan mucho y se consideran famosos, pero no tienen la verdadera Palabra que las almas que están hambrientas y sedientas de la Palabra de Dios puedan escuchar para resolver su problema espiritual, y así estar en paz y recibir sustento.
A veces empiezan a predicar diciendo: «No quiero decir que todo lo que diga sea correcto.» Como no están seguros de la Palabra de Dios, la están manipulando para desarrollar su lógica con una ruta de escape para los asuntos teológicos que se contradigan. Pero, ¿por qué dice cosas el predicador sin estar convencido de que son ciertas? Un predicador no debería decir: «No quiero decir que todo lo que diga sea correcto», sino que debería decir: «La Palabra que estoy predicando es la Verdad porque es la Palabra de Dios.» El Apóstol Pablo siempre dijo que creía basándose en la siguiente premisa: «Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos» (2 Corintios 4, 13). Este es el sermón que establece todos los atributos de un siervo de Dios.
Si lo que dice una persona no es perfectamente cierto, ¿para qué lo dice delante de más gente? ¿Es esto una comedia? Hay un predicador bastante famoso hoy en día que dice que hace comedia en el cristianismo porque hay comedia en el mundo, pero no en el cristianismo. A veces es necesario contar una historia graciosa. Los que predican la Palabra de Dios deben decir cosas graciosas de vez en cuando para hacer sus sermones interesantes, pero deben hablar con fe cuando hablan de cosas espirituales.
¿No creen que todo el mundo está sediento espiritualmente porque no ha escuchado la Verdad de la Palabra de Dios? Sus corazones son prisioneros del pecado, están enfermos, sufren por el pecado y están desnudos por la maldición del pecado porque no se han revestido de la justicia de Dios y siguen muriendo de hambre espiritualmente. Pero si somos siervos de Dios y justos vestidos de la gracia de Dios antes que ellos, debemos darles alimento a los que mueren de hambre, y este alimento es el Evangelio del agua y el Espíritu que tenemos.
El Evangelio del agua y el Espíritu está en los corazones de los justos
Por esta razón estamos distribuyendo este Evangelio a la gente en formato de libros electrónicos. A través de ellos les ayudamos a resolver el problema del pecado en sus almas para siempre. Los libros que estamos compartiendo contienen el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que los libros liberan a la gente del problema de los pecados del mundo, de la cárcel del pecado, y le dan satisfacción a sus corazones vacíos, reconfortan sus corazones que estaban asustados, enriquecen sus almas, hacen que crezca su fe, le muestran el camino para recibir la vida eterna, y le ayudan a vivir una vida justa como justos ante Dios. Los justos hicieron esto en el pasaje de hoy. ¿A quién le hicieron esto los justos? A todo el mundo que ha sido creado a imagen de Dios.
Todo el mundo está hecho a imagen de Dios. Los seres humanos, que están hechos a la imagen de Dios, son distintos a las demás criaturas. La Biblia dice que el sexto día Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz en aliento de la vida. Entonces Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.» Aquí el sujeto es nosotros y no yo. Para ser más concretos, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo dijeron: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.» Así es como toda la gente fue creada a imagen y semejanza de Dios.
Por tanto toda la gente ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Todo el mundo es así. Todas las cosas del mundo están aquí durante un tiempo y dejan de existir cuando se acaba su vida, pero los justos viven para siempre como Dios. Por eso decimos que una persona ha vuelto cuando muere. Un ser humano que vive para siempre, deja su cuerpo físico en este mundo y su alma vuelve a Dios para siempre. Por eso todas las buenas obras que hacemos física y espiritualmente se hacen por Dios. ¿Por qué? Porque los seres humanos están hechos a imagen y semejanza de Dios.
Una persona que está hecha a la imagen y semejanza de Dios ha sido creada como un ser eterno como Dios. Por tanto el hombre sueña con el futuro. Sueña con un mundo eterno. Esto significa que una persona vive con el sueño de una vida eterna, el futuro eterno, la vida eterna después de la muerte, porque el ser humano vive para siempre como Dios. Esto es lo que les ocurre a los justos. Todos los seres humanos sueñan con la vida eterna en el Reino de los Cielos. Como Dios vive eternamente, los seres humanos también viven eternamente. Dios ha soplado el aliento de la vida en la nariz de los hombres. Esto significa que Dios ha soplado Su Espíritu en el hombre. Por eso el hombre se convirtió en un ser que no muere para siempre. Por eso, aunque nuestro cuerpo físico muera, nuestro espíritu nunca muere.
Todas las bendiciones vienen de Dios, ya sea porque hicimos una buena obra por alguien o le liberamos del pecado al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu e hicimos que recibiesen las bendiciones espirituales de Dios. Por eso Él dijo: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.»
Nos sentimos muy afortunados y satisfechos cuando leemos el pasaje de las Escrituras de hoy. El Señor vendrá a este mundo como Rey de reyes, Señor del juicio, y reunirá a todas las naciones ante Su trono para separar a los corderos de los cabritos. Entonces les dirá a los justos que estén a Su derecha: «Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo», pero a los pecadores de la izquierda les dirá: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.»
Dios les dijo a los justos que heredasen Su Reino
¿Sienten lo bueno que es tener el Reino de Dios? Los justos que han tenido muchas propiedades en este mundo entenderán esta Palabra. Los que han poseído algo de gran valor conocen lo feliz que esto les hace, pero los que no han tenido la ocasión de experimentarlo no pueden imaginar esta bendición y la reciben como si no fuese tan grande cuando Dios les dice que hereden el Reino de Dios. Por eso una persona que haya tenido muchas tierras entiende lo que significa heredar el Reino de Dios.
Esto significa que el Señor nos ha dado el Reino de Dios a los justos como herencia. La obra de los justos se hace a la gente que está hecha a imagen de Dios. Cuidamos de la gente hecha a imagen y semejanza de Dios al predicarle el Evangelio del agua y el Espíritu cuando está hambrienta, sedienta, desnuda, enferma y encarcelada espiritualmente. Nosotros estamos compartiendo el Evangelio del agua y el Espíritu con ellos y esta obra consiste en cuidar de los desnudos, enfermos y encarcelados. Los justos hacemos estas obras diligentemente por fe.
Nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados, estamos trabajando duro y distribuyendo el material escrito, y a veces nos preguntamos carnalmente cuándo terminaremos esta obra y cuánto nos queda para completar esta obra justa. Pero no podemos dejar de hacer esta obra tan valiosa hasta el día en que vuelva el Señor. Esto se debe a que estamos ayudando a la gente que ha sido creada a imagen de Dios y la estamos sacando de la cárcel espiritual, curando sus enfermedades espirituales, alimentando a los que tienen hambre espiritual y vistiendo a los desnudos espirituales con la justicia de la salvación. Por favor, recuerden que estamos haciendo la obra valiosa de Dios.
Debemos entender lo importante que es la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, y que Dios está contento con esta obra. Estamos en el fin de los tiempos. Están ocurriendo muchos desastres. El fin está cerca para toda la humanidad, y el Señor dijo que estos desastres ocurrirían cuando el Señor vuelva a este mundo. Por tanto servimos al Evangelio del Señor todo lo que podemos hasta el día en que se manifiesten las catástrofes. Será una gran bendición entender la voluntad de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu como el Señor quiere. Servimos a la justicia del Señor porque conocemos las cosas que le complacen, y servir al Señor conociendo Su voluntad es una gran bendición. Esto es muy diferente a hacer la obra del Señor con la disciplina propia sin conocer la voluntad del Señor.
Predicamos este Evangelio a la gente que está hecha a la imagen y semejanza de Dios. La gente bendita que Dios aprueba somos nosotros, los que estamos haciendo estas obras. Esta es la razón por la que no podemos sentarnos de brazos cruzados y decir que hemos terminado toda la obra de Dios. Parece que la obra de Dios no vaya a terminar nunca. Nos podemos preguntar cuánto más tenemos que hacer, pero no podemos parar hasta que vayamos a Dios. Por eso no podemos seguir los deseos carnales. ¿Por qué? Porque tenemos que hacer la obra de salvar del pecado a la gente que está hecha a imagen de Dios, es decir la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Hacemos esta obra con fe porque la obra que hacemos para Dios es la obra que Dios nos ha encomendado. Estamos haciendo bien esta obra magnífica ante Dios. ¿Sí o no? Estamos haciendo una gran cantidad de trabajo para Dios.
Tengo un pequeño deseo antes de empezar la construcción del Centro de Discípulos de Injae. Por cada centímetro de espacio que hay, quiero crear diez veces más. Quiero preparar muchas cosas y después entregárselas a mis hermanos creyentes. Ustedes y yo tenemos al Espíritu Santo en nuestros corazones de la misma manera. Por tanto, los justos deben intentar hacer siempre la obra de Dios. Por eso estamos construyendo una casa para que los creyentes puedan vivir allí en el futuro. Detrás de la cocina del centro hay una parcela vacía con un contenedor, y no puedo ni mirarlo cuando llueve porque está muy sucio. Pero estamos haciendo obras de ingeniería para expandir el suelo no ocupado porque pienso que allí nuestros hermanos y hermanas pueden jugar al fútbol aunque llueva, sin mojarse si arreglamos el suelo de forma adecuada. Entonces esta zona podrá ser utilizada por los creyentes para el beneficio del Evangelio.
Asimismo hemos arreglado el camino de entrada al centro. Lo pasamos bien porque invitamos a algunos pastores e hicimos la obra del Señor juntos. Después de terminar la obra creo que pude entender el pasaje que dice: «Y Dios vio que era bueno» después de que Dios crease al hombre, al universo y todo lo que hay en él. Todo parecía mejor después de haber reunido nuestras fuerzas para hacer la obra de Dios. Mientras seguimos trabajando por esto continuamente, nos sentimos bien cuando vemos que todos nuestros colaboradores de todo el mundo sirven al Señor con su dinero. Quiero decir que queremos trabajar más.
Predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu a la gente a través de nuestros libros, es decir a través de nuestro ministerio literario. Asimismo distribuimos libros electrónicos por todo el mundo, y así los enfermos, desnudos, hambrientos y forasteros espirituales pueden ser bien recibidos por Jesús, y sus corazones pueden ser justos después de recibir la salvación. Además se convierten en hijos de Dios y reciben bendiciones espirituales y materiales. Estamos haciendo estas cosas tan valiosas para la gente que está hecha a imagen de Dios. Predicar el Evangelio del Señor y servirlo es tan valioso que no podemos dejar de hacerlo. Vamos a hacer la obra del Señor todavía más.
¿Quieren compartir el Evangelio del agua y el Espíritu todavía más? ¿O no quieren predicar el Evangelio más? Quieren evangelizar. Todas las personas que tienen el Espíritu en sus corazones tienen este deseo. Dios da bendiciones a estas personas y dice que heredaran el Reino de Dios.
Por tanto, sé que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos estado haciendo una obra bendita. Por tanto, aunque por fuera muramos, por dentro estamos siendo renovados todos los días (2 Corintios 4, 16). Mi espíritu se siente siempre joven. Viviré una vida llena de juventud hasta el día en que venga el Señor porque me siento joven al tener al Espíritu Santo en mi corazón. Por eso nunca me siento viejo. Si mantenemos limpio y a punto al hombre externo, también recibe fuerzas nuevas. Será bueno y podremos utilizarlo. Les estoy diciendo que la obra de servir al Evangelio del agua y el Espíritu es una gran bendición.
El Señor les dijo a los que había a la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.» Cuando leemos esto, parece que el Señor es bastante frío y justo. Pero por eso amo al Señor. Sería bastante frustrante que el Señor les dijese las mismas cosas buenas a los que han sido salvados y a los que no. Pensemos lo que pensemos, creo que el Señor no es ambiguo, para Él todo es blanco o negro.
La Palabra del Señor para los de la izquierda
El Señor les dijo a los pecadores de Su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.» Esto es exactamente lo contrario de lo que les dijo a los justos. El Señor les dijo a los justos: «Habéis hecho un buen trabajo para Mí. Así que os merecéis heredar el Reino de los Cielos.» Pero les dijo a los de la izquierda: «¿Cuidasteis de Mí cuando estaba en la cárcel? ¿Me cuidasteis cuando estaba enfermo? ¿Me vestisteis cuando estaba desnudo? ¿Me disteis comida cuando no tenía nada que comer? ¿Me recibisteis cuando era un extraño?»
Entonces objetaron lo siguiente ante el Señor: «¿Cuándo no hicimos esas cosas por Ti? ¿Cuándo Te vimos hambriento, sediento, desnudo, en la cárcel, o siendo un extraño y no Te ayudamos?» El Señor felicitó a los justos y les congratuló, pero maldijo a los de la izquierda. El Señor dijo: «En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.» Esto significa que cuando no estamos haciendo cosas buenas por la gente que está hecha a imagen de Dios material y espiritualmente, no se las estamos haciendo a dios. Por tanto tiene sentido que los justos hereden el Reino de Dios, pero los que están a la izquierda deben ir al fuego del infierno preparado para el diablo. Los justos entran en la vida eterna, y los pecadores van al castigo eterno.
Antes de este pasaje de las Escrituras, en Mateo 25, 1-13 se cuenta la parábola de las diez vírgenes, y después le sigue la parábola de los talentos en los versículos 14-30. En Mateo 25 el Señor nos dice quién entrará en el Cielo y quién no, y debemos entender por qué el Señor nos lo ha dicho y aprender de ello.
En la parábola de las diez vírgenes, el Señor solo aceptó a las que le estaban esperando con aceite en sus lámparas, pero no aceptó a las que le esperaban con solo la lámpara. En la parábola de los talentos, el maestro les daba cinco, dos y un talento respectivamente a sus siervos y después se iba a un país lejano. Cuando volvió, el que había recibido cinco talentos y el que había recibido dos habían sacado provecho de cinco y dos talentos respectivamente. Pero el siervo que recibió un talento, lo enterró hasta que el Señor volvió y le devolvió el talento al maestro cuando volvió. Por tanto, se le quitó el talento y se le arrojó a la oscuridad de afuera.
Lo que el Señor nos está diciendo constantemente en Mateo 25 es que, cuando el Señor venga como Señor del juicio, separará a los que entrarán en la vida eterna y los que serán arrojados al castigo eterno. El pasaje de las Escrituras de hoy, la parábola de las ovejas y los cabritos, también ilustra que el Señor vendrá al mundo como Rey de reyes y separará a los justos a Su derecha y a los pecadores a Su izquierda. Nos está diciendo que el Señor felicitará a los justos por todo lo que han hecho en el mundo y castigará a los pecadores por lo que no les hicieron a las almas del mundo.
Aquí hay algunas cosas que debemos reexaminar antes de seguir adelante. Echemos un vistazo. En ese momento el Señor dijo que reuniría a todas las naciones ante Él y se aseguraría de separar a las ovejas de las cabras y de poner a las ovejas a Su derecha, y a las cabras a Su izquierda. Las separó en dos grupos. Entonces el Señor les dijo a los justos de Su derecha como felicitación: «Cuando estaba hambriento, sediento, enfermo y en la cárcel, vinisteis a Mí y me disteis de comer, me vestisteis y me cuidasteis.» Pero el Señor les dijo a los de la izquierda: «Cuando estaba hambriento, sediento, enfermo y en la cárcel, no me cuidasteis.» Les dijo las cosas que no les hicieron a los que están hechos a imagen de Dios, y que por tanto no le hicieron al Señor.
Entonces, ¿quién es la gente que no le hace ningún bien al Señor? Es la que vuelve al mundo y vive por sí misma porque no quiere servir al Evangelio en la Iglesia incluso después de haber creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente agota las energías de los que servimos al Evangelio con todas nuestras fuerzas. Hay bastante gente así.
Desde un punto de vista, los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, pueden servir a la gente físicamente. Pero no pueden servir a las almas espiritualmente. El Señor decidirá si estarán a Su derecha o izquierda. Pero está claro que el Señor mira que le sirvamos en espíritu y no físicamente. El Señor Dios dijo: «Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1 Samuel 16, 7). Él dice frecuentemente que no juzga a la gente por las apariencias externas.
Podemos pensar que cualquier persona puede ayudar a la gente pobre físicamente. Pero el Señor lo mira todo desde una perspectiva espiritual. Cuando los que dicen haber recibido la remisión de los pecados no se unen a la Iglesia de Dios y salen al mundo, empiezan a vivir por su propia carne desde ese momento y no pueden vivir por la salvación de otra persona. No pueden predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a otras personas. A veces, cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu a otras personas, es difícil que esa gente reciba la remisión de los pecados, y si uno de cada mil la recibe, a su vez no pueden ayudar a esas almas.
Cuando el Señor vuelva y se siente en el trono del juicio, los que estén a la izquierda estarán malditos. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos reconsiderar esto una vez más. Como el Señor dijo: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis», y como la obra de servir al Evangelio del agua y el Espíritu pertenece al Señor, es una obra bendita y valiosa, una obra que merece que Dios nos felicite por ella. Pero una persona que no tiene interés en las demás personas, que están hechas a la imagen de Dios, y que solo vive por sí misma, pertenece al grupo de la izquierda. La decisión final es de Dios. Está escrito aquí que los que no trabajan duro por la salvación de las otras almas, la salvación espiritual, deben ir a la izquierda.
Les voy a dar otro ejemplo. Somos seres humanos, no Dios. ¿Por qué les digo algo tan obvio? Les estoy diciendo que yo también soy un ser humano como ustedes, y también quiero comer bien y disfrutar de la vida. Si solo me importase la carne, podría vivir bastante bien. Pero cuando leí la Palabra de Dios después de haber encontrado al Señor a través del Evangelio del agua y el Espíritu, me di cuenta de que vivir por mi propia carne no es lo correcto ante el Señor, y de que iría a Su izquierda si no seguía la justicia del Señor por fe. Aunque he recibido la remisión de los pecados claramente, quiero que sepan que iría a la izquierda del Señor si viviese por mí mismo.
Sé muy bien que los teólogos cristianos de todo el mundo no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. En realidad, después de la Reforma no ha habido nadie que conozca o predique el Evangelio del agua y el Espíritu como el verdadero Evangelio. Por lo menos no he conocido a nadie así ni he oído hablar o leído nada acerca de alguien así. Que yo sepa no ha habido nadie que hablase del Evangelio del agua y el Espíritu o escribiese acerca de él después de la era de los Apóstoles.
Cuando digo esto hay algunas personas que se perturban y lo discuten: «¿Quién eres? ¿Estás diciendo que eres el único que tienes razón?» Yo solo soy un ser humano. Pero lo que está claro es que el Señor me ha iluminado para reconocer el único y verdadero Evangelio bíblico gracias a Su amor. Lo que estoy diciendo es que cómo no voy a servir al Evangelio cuando conozco el Evangelio del agua y el Espíritu. En términos carnales pienso que sería bueno que hubiese otras personas que predicasen el Evangelio del agua y el Espíritu además de nosotros. Pero, que yo sepa, es cierto que el Evangelio del agua y el Espíritu que la Iglesia Primitiva predicaba como el verdadero Evangelio había sido exterminado completamente de la faz de la tierra. Por tanto, investigamos en diferentes páginas en Internet por todo el mundo para ver si había alguien que creyese en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero no encontramos ningún rastro de estos creyentes. Si conocen a alguien que haya conocido el Evangelio del agua y el Espíritu antes de 1990, por favor, envíenmelo. Lo digo porque deseo que haya una persona así. Pero no la hay y por eso nuestra responsabilidad es mayor. Por eso confirmo en mi corazón ahora pensando: «Mis compañeros y yo debemos predicar este Evangelio incluso con nuestras vidas.»
No puedo desobedecer la voluntad de Dios cuando la conozco. Esta voluntad implica que los siervos que no hacen la obra de Dios aunque conozcan la verdad, recibirán un mayor castigo. Yo podría ser una persona que estaría a la izquierda del Señor. Pero he intentado seguir la voluntad del Señor aunque sea imperfecto, y ahora entiendo la Palabra del Señor siguiéndole por fe paso a paso, como Abraham. No hay nada más que hacer. He seguido la voluntad del Señor al confirmarla en Su Palabra. No es nada especial. Le he preguntado al Señor qué significa este pasaje y Él me ha explicado lo que significa, y por tanto he creído en el Evangelio del agua y el Espíritu y en la Palabra de Dios por completo, y he seguido al Señor poco a poco, paso a paso. Lo he hecho hasta ahora y lo seguiré haciendo en el futuro.
Pero, incluso entre nosotros, hay muchas personas que han abandonado la Iglesia por sus deseos carnales, aunque digan haber recibido la remisión de los pecados. Pero digamos que en el último día, el Señor viene al mundo y juzga a las ovejas y a las cabras. ¿Estarán a la derecha o a la izquierda? ¿Dónde pondrá el Señor a los que nunca vivieron por el Evangelio y no se unieron a la obra de predicar el Evangelio aunque hubieran nacido de nuevo? Por supuesto, el Señor dice que los que están a la derecha han hecho cosas buenas por la salvación física y espiritual de la gente. Está escrito que los salvaron física y espiritualmente. Está escrito que los de la izquierda no los salvaron espiritualmente. Podemos pensar en esto. ¿Dónde estarían si no hubiesen salvado a las almas espiritualmente?
El Señor dice esto para que los que están a la izquierda lo oigan. Aunque hubiesen nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, se convertirían en personas que pertenecen a la izquierda si no viviesen por la evangelización y no uniesen sus corazones para vivir por el Evangelio con las fuerzas que Dios les da, aunque sean imperfectos. No importa que hayan evangelizado ocasionalmente. No pueden mantener su fe sin la Iglesia de Dios.
Si han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden vivir por sí mismos. Yo también les necesito a ustedes, a los miembros de la Iglesia. Les necesito. Solo puedo predicar si ustedes están en la Iglesia. ¿Cómo podría predicar yo solo sin nadie en la Iglesia? Si Dios no tiene una iglesia, ¿dónde podrían mantener su fe sin escuchar la Palabra de Dios? Supongan que vuelven al mundo y no vuelven a la Iglesia de Dios. Si no vienen a la Iglesia, aunque sea domingo, y si no vienen durante un mes, dos meses, o tres meses, y no escuchan la Palabra, ¿creen que podrán mantener su fe de esta manera? ¿Podrán hacer la obra de Dios? No es que no la hagan, sino que no la podrían hacer.
Por eso el Señor llama a los de la derecha de Su trono y dice: «Venid, benditos del Padre.» El Señor llama a los que están a Su derecha benditos e incluso en nuestra forma de pensar, los que estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, somos personas benditas. En realidad somos personas benditas ante Dios. ¿Creen en esta verdad? Todos los ministros, hermanos, hermanas y colaboradores de nuestro país y del extranjero, están benditos ante Dios. Esto es lo que quiero que entiendan hoy.
Hoy en día hay muchos negocios que están en bancarrota. Pero la obra espiritual que estamos haciendo no puede arruinarse. Por eso estoy diciendo que los que sirven al Evangelio del agua y el Espíritu están benditos. Esto se debe a que Dios nos ha bendecido física y espiritualmente. Está bien que hagamos la obra de servir al Evangelio del agua y el Espíritu en esta era.
No les estoy diciendo que lo hagan mejor. Estoy diciendo que deben creer en el hecho de que estamos haciendo la obra bendita de compartir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo y que debemos correr esta última carrera con todas nuestras fuerzas. ¿Pueden decir amén a eso? Entonces, pueden compartir el Evangelio del agua y el Espíritu con todas las personas que no lo conocen hasta el día que vuelva el Señor a este mundo.