(Lucas 18, 9-14)
«A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Dios nos ha convertido a los pecadores en justos
En el futuro muchas personas aceptarán a Jesús, quien vino por el agua y el Espíritu, como su Salvador cuando las cosas se pongan cada vez más difíciles. Sin embargo, quiero que la gente vuelva a Dios y reciba la remisión de los pecados después de reconocer su naturaleza pecadora, en vez de recibir a Jesús como su Salvador sin quererlo por las circunstancias.
En el pasaje de las Escrituras de hoy dos hombres fueron al Templo y oraron a Dios. Una persona creía que era justa y despreciaba a la otra. Jesús utilizó la parábola de estas dos personas. Dios dijo que hay dos tipos de personas: «Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano».
El fariseo era una persona que creyó en Dios con lealtad. Era una persona que creía solo por fuera. Era una persona que creía según la Palabra desde una perspectiva religiosa. Por otro lado el publicano era un pecador desde el punto de vista del mundo. No era nada desde la perspectiva del mundo. Era un pecador absoluto según la ética, la moralidad y la fe en Dios. Jesús ilustró esto con la parábola de las dos personas.
Un fariseo que era considerado un creyente fiel de Dios y que vivió según la Palabra, estaba en el Templo orando: «Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano». Era una persona que creyó ser justa, una persona que creyó ser mejor que el publicano, una persona que pensó ser diferente que los demás mientras oraba a Dios. Dijo que era diferente a esas personas miserables. Y además dijo que ayunaba dos veces por semana y que daba el diezmo. Sin embargo, el publicano estaba lejos de allí y no se atrevía ni a levantar los ojos, y solo se daba golpes en el pecho diciendo: «Dios, sé propicio a mí, pecador».
Dijo que había dos tipos de personas. El fariseo oró: «Dios, estoy agradecido por no ser como los demás: extorsionadores, injustos, adúlteros e incluso como este publicano. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que tengo. Soy diferente a este publicano». Cuando miramos a este fariseo orando así, vemos que era una persona perfecta desde el punto de vista del mundo. Dijo que había dado la décima parte de todo lo que poseía. Dio $200 de los $2.000 que ganaba. Algunas personas incluso calculan hasta el último penique para dar el diezmo correctamente. Por supuesto, una persona debe. persona presumió de esto ante Dios. Y dijo que ayunaba dos veces a la semana. Eso e admirable.
Desde un punto de vista religioso, era una persona grande. Además decía que no tenía pecados. Era una persona que no pecaba mucho. Era una persona que no había cometido adulterio incluso al haber visto a mujeres, que no tenía pensamientos lascivos, no envidiaba, no discutía, no bebía, no robaba, no tenía malos pensamientos y no hacía malas obras.
Jesús terminó la parábola y dijo: «Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido». Podemos ver que el Señor clasificó a los hombres en dos tipos: un tipo de personas seguras que pueden vivir fielmente según la voluntad de Dios ante la presencia de Dios y las otras personas que se humillan diciendo que no son nadie ante Dios.
Cuando vivir en este mundo sea cada vez más difícil y la necesidad de comida y casa no se resuelva, la gente que llame al Señor y busque a Dios y ore ante la presencia de Dios se escuchará desde las casas, desde las esquinas, desde las iglesias. Entonces muchas personas volverán a Dios por su situación difícil. Pero en vez de volver a Dios solo después de que las circunstancias se pongan difíciles, es mejor volver a Dios al creer en Su Palabra desde el principio.
Hay dos tipos de personas. Al ver que el fariseo estaba equivocado, debemos examinarnos a nosotros mismos y ver qué tipo de personas somos. El publicado no podía ni mirar al cielo. La única cosa que podía hacer era pegarse en el pecho diciendo: «Dios, ten misericordia de mí».
¿Qué tipo de personas son los seres humanos ante la presencia de Dios? Hay personas que pecan hasta que sus corazones dejan de latir como el publicano. ¿Qué tipo de personas somos cuando revelamos nuestros corazones ante la presencia de Dios y la Palabra de Dios? Hemos creído en Jesús hasta ahora, pero hemos cometido pecados hasta ahora, no somos personas que no pecan de ahora en adelante, sino que somos personas que cometen pecados hasta que morimos. Somos personas débiles que no pueden evitar pecar hasta que mueren, aunque lo correcto es no pecar ante la presencia de Dios.
Somos personas inadecuadas, así que cuando nos miramos a nosotros mismos ante la presencia de Dios, no podemos evitar pegarnos en el pecho y decir: «Dios, ten misericordia de mí. Soy un pecador». Cuando nos revelamos a nosotros mismos ante Dios y miramos nuestros corazones, vemos que somos personas que no pueden evitar pecar. Sí, la gente es así. Son animales que pecan hasta que mueren aunque crean en Jesús. Aunque los cristianos queramos caminar con Jesús buscando la vida sublime y sirviendo al Señor Jesús, dando el diezmo, ayunando dos veces por semana, no que no tengamos pecados. Por supuesto no pecamos para que la gente lo vea, sino que cuando nos miramos a nosotros mismos no podemos negar que somos personas inadecuadas que pecan siempre ante la presencia de Dios. Hemos pecado siempre mientras vivimos en este mundo hasta ahora, y seguiremos pecando mientras vivamos. Somos seres humanos débiles que no pueden evitar decir: «Señor, ten misericordia de mí porque no puede vivir sin pecar». ¿Quién hay entre nosotros que pueda decir con confianza: «No he cometido ningún pecado, ni grande ni pequeño»? Una persona peca desde el momento en que nace y hasta que muere. Cometer pecados desde que nacemos hasta que morimos es la naturaleza original de los seres humanos. Nadie en este mundo puede negar que comete pecados.
Por tanto, debemos darnos cuenta primero de nuestra naturaleza fundamental. La gente toma decisiones. Se decide a tomar la decisión de no hacer nada malo de nuevo y de corregir sus errores y convertirse en personas justas que no roban de nuevo. Sin embargo, se peca inevitablemente hasta el día en que morimos como seres humanos. Hay muchas personas que roban como pasatiempo, pero la gente roba porque no tiene dinero y necesita algo de comer.
En la Palabra del Evangelio de Marcos, capítulo 7, hay doce tipos de pecados, los pecados de los malos pensamientos, adulterio, fornicación, asesinato, hurto, envidia, maldad, engaño, lascivia, ojo malvado, blasfemia, orgullo e insensatez. Los seres humanos cometen estos pecados, no porque quieran, sino porque las circunstancias les obligan. ¿Quién no robaría si tuviera hambre y viese comida? Una persona se convierte en ladrona si roba comida. ¿Quién no tomaría un fajo de billetes tirado en la calle?
¿Quién no comete adulterio? ¿Quién no comete el pecado de una conducta lasciva? Después de cometer el pecado de la conducta lasciva en su imaginación, se comete el pecado y el adulterio cada vez que surja la oportunidad. Por eso Dios dijo que los humanos son una generación de obradores de iniquidad.
Todo el mundo es una masa de pecados
¿Puede un cuerpo físico no pecar? No, no puede ser así. Peca hasta que muere. Los seres humanos pueden alejar sus corazones del pecado, pero son personas que morirán por culpa de los pecados de la carne. Por eso siempre decimos ante la presencia de Dios: «Ten misericordia de mí. Soy un pecador que peca hasta la muerte. Ten misericordia. Dios, soy una persona débil. Soy un pecador».
Nacimos con pecados. En otras palabras, han heredado un corazón lascivo, un corazón de asesinato, de robo, de mentira, de todo tipo de pecados sucios. Pero digamos que no cometen estos pecados abiertamente. Pueden decir con orgullo: «Soy diferente de la gente del mundo. Soy diferente de la gente que bebe. Soy diferente de las prostitutas y estafadores». Pero, ¿son ustedes personas justas ante la presencia de Dios? ¿Serían personas justas solo porque las circunstancias fueran favorables para seguir la vida espiritual de fe y por ir a la Iglesia con la Biblia en la mano?
Debemos darnos cuenta de que todos los pecados que cometen las prostitutas, tanto mujeres como hombres, los ladrones, atracadores y los criminales más buscados del mundo son los pecados que cometemos nosotros. Debemos darnos cuenta de que somos este tipo de personas ante Dios. Nosotros somos así. Desde la cuna hasta la tumba, hasta que nos encontremos con Dios, nuestros cuerpos espirituales cometerán pecados. Los seres humanos pecan hasta que mueren. Por tanto, somos pecadores si no nacemos de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos son los mismos pecadores que merecen ir al infierno ante Dios.
Somos como el publicano. Somos iguales que el publicano que engaña y es tramposo, que se gasta su dinero en cosas lujosas y peca todo el tiempo. Recolectaba los impuestos de su país y se los metía al bolsillo. Somos como el recolector de impuestos que le chupaba la sangre a su propio pueblo para llenar su estómago. Nosotros debemos saber que nuestro cuerpo físico comete pecados desde que nace hasta que muere. ¿Creen? ¿Lo reconocen?
Muchos cristianos son como los fariseos aunque digan creer en Jesús como su Salvador
Aunque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, caminan con solemnidad, abriendo los ojos y sonriendo, yendo a la iglesia y adorando como si fueran justos: «Aleluya. Alabo a esta casa de Dios». Cantan: «¡Santo, santo, santo! Señor Dios Todopoderoso. Por la mañana nuestra canción se elevará hacia Ti». Entonces un pastor con apariencia santa aparece y ora: «Santo Padre, Tu pueblo se ha reunido aquí después de haber pecado mucho durante toda la semana. Perdona todos estos pecados y haz que este culto sea santo y que podamos adorarte como santos para que nos bendigas. En el nombre de Jesucristo. Amén».
Entonces predica: «Dios dijo en la Palabra de la Primera Epístola de Juan 1, 9 que si confesamos nuestros pecados, Él es justo y fiel para perdonarlos y limpiarnos de cualquier injusticia. Sé que Dios ha borrado todos los pecados que han confesado a través de la sangre de Jesucristo. Amén, Somos justos porque hemos recibido la remisión de los pecados y confesamos nuestros pecados todos los días. Ahora los que creemos en Jesucristo somos la luz y la sal del mundo. ¿Cómo es la vida de la luz y la sal del mundo? Es una vida buena. Se trata de ir a las residencias de ancianos a ayudar. Se trata de seguir las leyes de tráfico. Se trata de no engañar. Se trata de no robar. Esta es la vida ética que los cristianos deben vivir. Debemos iluminar la luz del mundo que está lleno de oscuridad a través de nuestra vida santa y justa. Debemos terminar el culto por Dios y volver a casa. Yo daré la bendición. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, les bendigo con la gracia plena de Jesucristo y de todo el que cree en el amor santo de Jesucristo y todos los que creen en el amor de nuestro Dios Padre y la obra del Santo Padre, Santo Hijo y Santo Espíritu. Amén».
Entonces el coro canta un himno sublime. ¡Cómo inspira que un cristiano acabe un culto tan grandioso en un edificio tan grande! Esta es la vida religiosa. Algunas personas oran presumiendo como el fariseo: «Ayuno dos veces a la semana. Vivo con justicia. No peco. Y doy la decimal parte de mis posesiones». Piensan que son más justos que la gente del mundo pero vuelven a casa sin recibir la justicia de Dios.
¿Qué tipo de persona recibe la remisión de los pecados? Los pecadores reciben la remisión de los pecados. El Seño dijo: «Sería mejor que conocieseis el significado de la Palabra que dice que deseo misericordia y no sacrificio». ¿Cuál es la misericordia del Señor? Quiere decir que nuestro Señor nos acepta a los que admitimos que no podemos evitar pecar como Su pueblo; que ha borrado todos nuestros pecados a través del agua y el Espíritu Santo; y nos hace justos. Cuando consideramos el significado de la palabra misericordia, vemos que significa que Dios se apiada de nosotros.
La misericordia de Dios es como un útero. Cuando un óvulo fertilizado se implanta en el útero de una mujer, éste protege la vida que hay dentro del óvulo de todo lo que hay fuera. Aunque haga frío fuera, dentro hace calor, y el feto se nutre y crece durante nueve meses y después nace en este mundo. Esta es la misericordia de Dios. Un óvulo fertilizado no tiene fuerza. Si queda expuesto a cualquier germen muere. El útero lo protege y lo cuida y trae una vida nueva al mundo. Esta es la misericordia de Dios.
Los seres humanos no somos nada ante la presencia de Dios. Fisiológicamente, los que hemos nacido como descendientes de Adán heredamos el pecado. Somos sus descendientes que no pueden evitar pecar hagan lo que hagan. Todos pecamos en nuestras vidas porque somos la descendencia del pecado.
Sin embargo, nuestro Dios nos ha hecho justos a los pecadores. Lo hizo a través del agua y el Espíritu. En el Antiguo Testamento, se imponían las manos a un animal para sacrificarlo. Cuando un israelita pecaba tenía que llevar un animal para ser sacrificado en el Tabernáculo. Traían animales limpios con pezuñas hendidas y rumiantes como una oveja, una cabra o una vaca, y le ponían las manos en la cabeza confesando sus pecados como asesinato, adulterio, robo. Así los pecados eran transferidos al animal. La imposición de manos significa transferir al animal del sacrificio. Entonces le cortaban el cuello al animal y le sacaban la sangre. El precio del pecado es la muerte. Tendrían que haber muerto por sus pecados, pero el animal del sacrificio murió en su lugar.
Dios dio dos tipos de leyes a los israelitas. Una era la Ley que les enseñaba lo que era el pecado y la otra era el sistema de sacrificios que les hacía recibir la remisión de los pecados. Dios le dio los dos tipos de ley a Moisés cuando llamó a Moisés al Monte Sinaí. Moisés recibió los 613 mandamientos de la Ley. Están equivocados si piensan que Moisés bajo del Monte Sinaí después de haber recibido la Ley de las obligaciones y prohibiciones. Moisés también recibió el sistema del Tabernáculo. Dios habló del sistema de sacrificios del Tabernáculo que definió las ofrendas. Dios les dijo a los israelitas que ofreciesen grano, holocaustos u ofrendas de paz. Y los que pecaban al ofender la Ley tenían que llevar un animal limpio sin falta y transferirle los pecados mediante la imposición de manos, y después le cortaban el cuello y les entregaban la sangre a los sacerdotes. Entonces los sacerdotes le quitaban la piel para ofrecer el holocausto y lo cortaban en trozos, le quitaban la cabeza y el tobillo, le sacaban la grasa que hay en las tripas y en la capa exterior del hígado, se deshacían de los intestinos sucios en el lugar ceremonialmente limpio del campamento. Y Dios le dijo que cortase a los animales en pedacitos y los ofreciese en el altar de los holocaustos, los quemaban con la grasa y se lo ofrecían a Dios.
Para ofrecer el sacrificio a Dios había que poner las manos sobre un animal limpio y después matarlo. Había que ofrecer los trozos de la carne ante Dios con la grasa, y el sacerdote tenía que ofrecerlo por el pecador. Dios había establecido la ley de que una persona puede recibir la remisión de los pecados solo si transfería sus pecados mediante la imposición de manos, pero el sumo sacerdote tenía que ofrecer el sacrificio por él en el día de la expiación.
De esta manera Dios le dio a Moisés la Ley y el sistema de sacrificios. Moisés los recibió y se los dio al pueblo de Israel y nosotros los hemos heredado. Antes de entender y creer en la justicia de Dios, entendemos nuestros pecados a través de la Ley de Dios. La Ley nos dice que no asesinemos. Esto significa que los seres humanos cometen asesinatos. La Ley nos enseña nuestros pecados. «Sois seres humanos que cometen adulterio. Sois humanos que roban. Sois humanos que adoran a otros dioses. Sois insensatos. Sois humanos que no pueden observar el sábado. Sois humanos que no pueden honrar a sus padres». Y Dios Padre también nos dio Jesucristo. Nos dio a Jesucristo para hacernos recibir la remisión de los pecados.
Dios nos dio la Ley de Dios y a Jesucristo. Conocemos la Ley de Dios. Sin embargo, nos dio la Ley de Dios para hacernos darnos cuenta del pecado, no para cumplirla. El Libro de Romanos 3 dice que por la ley viene el conocimiento del pecado. La gente normalmente cumple la Ley, pero Dios no nos la dio para que la cumpliésemos. Dios nos dio la Ley para que nos conociésemos a nosotros mismos. ¿Para qué sirven los espejos? Para reflejar nuestra cara y lavárnosla cuando vemos suciedad en ella. De la misma manera la Ley nos hace darnos cuenta de nuestros pecados. Y Jesucristo nos da la misericordia. La misericordia se trata de apiadarse de que alguien que lo merece. Jesús se apiadó de nosotros y borró todos nuestros pecados.
En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote transfirió todos los pecados de los israelitas mediante la imposición de manos sobre un chivo expiatorio. Este sacrificio se ofrecía una vez al año, el décimo día del séptimo mes. ¿Cómo se hace en el Nuevo Testamento? El Hijo de Dios, Jesús, nació en este mundo. ¿Qué es lo primero que hizo Jesús durante Su vida pública cuando vino a este mundo?
Entonces, ¿por qué fue bautizado? Leamos la Palabra. Dice en el Evangelio de Mateo 3, 13-17: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».
Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista una vez
¿Por qué fue bautizado Jesús? ¿Por qué era humilde, porque estaba aburrido o porque quería ser como un humano? La razón por la que Jesús fue bautizado está escrita en Mateo 11, 11-14: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir».
Hemos leído la Palabra del Evangelio de Mateo y pueden entender la Palabra del Antiguo Testamento completamente si entienden esta Palabra aquí. Jesús dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista» y esto significa que Dios ha enviado a Juan el Bautista como representante de la humanidad. Sin embargo, continuó diciendo: «Pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él». Esto significa que por muy grande que sea un ser humano, es más pequeño que un hijo de Dios. Y entonces dijo: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan». Esto significa que vamos al Cielo si creemos en la obra que Juan el Bautista ha hecho. Dice: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan», y esto significa que todas las profecías del Antiguo Testamento fueron cumplidas por los ministerios de Juan el Bautista y Jesucristo. Esto significa que Juan es el último profeta del Antiguo Testamento, el representante de toda la humanidad, el mayor de los seres humanos, y el último Sumo Sacerdote. Era un profeta y el último Sumo Sacerdote mayor que el profeta Isaías, el profeta Ezequiel y el profeta Daniel. Esto se debe a que en el Antiguo Testamento, la casa de Aarón era la casa de los sumos sacerdotes, y Juan el Bautista era un descendiente de Aarón, de la casa del sacerdote Zacarías. Por tanto, dice: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan».
Todas las profecías del Antiguo Testamento apuntan a la justicia de Jesús
Jesús fue profetizado y vino en la era del Nuevo Testamento. Nació en un establo de Belén. Dios se convirtió en un ser humano y vino a este mundo. Jesús vino a este mundo, y por eso cantamos: «Gozo en el mundo, el Señor ha venido».
Juan el Bautista fue enviado seis meses antes que el Salvador Jesús. Juan nació de la casa de Aarón, el Sumo Sacerdote, y Jesús nació como descendiente de David. Desde un punto de vista carnal, Juan era de la casa del Sumo Sacerdote, mientras que Jesús era de la familia real. Estos dos hombres se conocieron en el río Jordán cuando Jesús tenía treinta años. «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Está escrito en el Evangelio de Mateo 3, 13-15.
¿Por qué vino Jesús al río Jordán y recibió el bautismo de Juan el Bautista? Jesús recibió el bautismo en el río Jordán, el río de la muerte, para salvar a todos los pecadores del mundo que no pueden ir al infierno por sus pecados. Como los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento transferían los pecados anuales de los israelitas mediante la imposición de manos sobre el chivo expiatorio, Juan el Bautista, el representante de la humanidad, bautizó a Jesús al principio del Nuevo Testamento. Jesús fue bautizado en el Río Jordán para borrar todos nuestros pecados. La imposición de manos sobre la cabeza y la inmersión en el agua es el bautismo por inmersión. Mediante este bautismo de Jesús todos nuestros pecados fueron transferidos sobre el cuerpo de Jesús. ¿Qué ocurriría si nuestros pecados fueran transferidos a Jesús? Nuestros pecados desaparecerían. El animal que recibía los pecados tenía que ser sacrificado. De la misma manera, Jesús tuvo que morir porque cargó con los pecados del mundo. Pero fue resucitado para poder salvarnos. Entonces, fue a la mano derecha del trono de Dios Padre. Por eso Jesús recibió el bautismo.
Jesús recibió el bautismo para tomar nuestros pecados, para recibir los pecados de los pecadores sin dejar ninguno y recibir el juicio en lugar de todos los pecadores, para salvarnos. Hizo esto porque tuvo misericordia de nosotros. Jesús contestó y dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Entonces Juan el Bautista bautizó a Jesús. Esto significa: «Pásame todos los pecados de la humanidad mediante el bautismo. Al recibir tu bautismo, recibiré todos los pecados de la humanidad y seré juzgado por todos esos pecados; seré crucificado hasta morir en la Cruz en tu lugar; y eliminaré todos esos pecados al resucitar de nuevo. Os dejaré sin pecados. Este es mi amor por vosotros». Por eso Jesús fue bautizado por Juan el Bautista.
Las Escrituras dicen: «Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Jesús fue bautizado. Las Escrituras dicen: «Porque amó Dios tanto al mundo que entregó a Su único Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que reciba la vida eterna» y «Venid a Mí todos los que trabajan y están agobiados, y os daré descanso». Todas estas palabras fueron cumplidas con el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista.
Mateo 3, 15 dice: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Aquí toda justicia en griego es πάσαν δικαιοσύνην (pasan dikaiosunen), que significa el estado más puro y sin defecto. Y así es ‘οϋτως γάρ (hoo’-tos gar)’ en griego, que significa de esta manera, de la manera más adecuada y no hay mejor manera que esta. Esta palabra nos muestra cómo Jesús tomó los pecados de la humanidad irreversiblemente y de la manera más adecuada a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista.
A través de este método, el método de recibir el bautismo de Juan el Bautista, Jesús vino a este mundo como el chivo expiatorio el Día de la Expiación. El Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento tomaba dos cabras: una era ofrecida en el Tabernáculo y la otra se ofrecía delante de los israelitas. El Sumo Sacerdote tenía que poner las manos sobre el chivo para poder transferir los pecados anuales de su pueblo. Este sacrificio es un símbolo de las buenas cosas que vendrían después, el eterno sacrificio de Jesús (Hebreos 10, 1).
Nuestro Señor le dijo a Juan el Bautista: «Debemos cumplir toda justicia. He venido para tomar todos los pecados sobre Mí mismo. Tengo que tomar todos los pecados a través de ti. Es adecuado que Yo tome todos los pecados a través de este método del bautismo. Tengo que recibir el bautismo para borrar todos los pecados del mundo y para hacerles hijos de Dios al creer en Mí. Tengo que ser bautizado para decir que no tenéis pecados y que Dios Padre es vuestro Padre. Y no hay ninguna otra manera. Si no fuese por este método de recibir el bautismo, si no fuese por este método de tomar todos los pecados de la humanidad a través de ti, los que crean en Mí después no podrían ser justos. Por tanto, debo recibir el bautismo de ti». Así, Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista.
El Señor dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia» y la justicia aquí es la obra justa por la que Dios nos ha salvado. Dios Padre estableció a Juan el Bautista y a Jesús y transfirió todos los pecados de la humanidad a Jesús mediante la imposición de manos a través de Juan el Bautista. Esta es la obra más justa con la que Él nos ha amado. Por tanto, Jesús recibió el bautismo. Este es el amor de Dios. Este es el método más justo. Esto significa que Dios nos salvó a través del método más justo y adecuado, al hacer que Jesús tomase todos los pecados al ser bautizado y morir en la Cruz. Dios nos ha salvado de los pecados. Así es la obra de Dios.
La Biblia dice que Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista. Dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia». Juan permitió que Jesús hiciese esta obra. Juan el Bautista le transfirió todos los pecados de la humanidad a Jesús como Sumo Sacerdote de toda la humanidad. No sabemos cuándo se acabará el mundo, pero los pecados de la humanidad fueron transferidos a Jesús mediante Juan el Bautista.
Todos los pecados que comete la gente con su carne, desde que nace hasta que muere, fueron transferidos. Así que Juan el Bautista dio testimonio el día después de bautizar a Jesús: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). Cuando Dios habla del mundo no está hablando del mundo físico, sino que se está refiriendo a todos los seres humanos, incluidos nosotros, que están hechos a la imagen de Dios. Jesús tomó todos nuestros pecados. Todos los pecados del mundo han sido transferidos a Jesús. «Conviene así que cumplamos toda justicia. Tengo que tomar todos los pecados del mundo a través del bautismo para salvarlos a todos». Jesús fue bautizado para tomar todos los pecados, para salvarnos, para borrar y limpiar los pecados del mundo y recibir el juicio en nuestro lugar.
Y cuando Jesús salió del agua, las puertas del Cielo se abrieron y se oyó una voz: «Este es Mi Hijo querido, en quien tengo Mi complacencia». Dios dice: «Mi Hijo tomó todos los pecados de la humanidad. Mi Hijo fue a la Cruz para recibir el juicio porque había cargado con todos los pecados. Mi Hijo ha obedecido Mi voluntad». Dios Padre envió a Su único Hijo al mundo y salvó a todas las personas de sus pecados.
¿Qué habría pasado si Jesús se hubiese negado y hubiese dicho que no quería seguir el plan de salvación de Dios cuando Dios Padre envió a Su Hijo Jesús a este mundo con esta voluntad? Entonces, hubiéramos ido al infierno. Sin embargo, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista según la voluntad de Dios.
¿Han sido transferidos nuestros pecados a Jesús o no? Todos los pecados fueron transferidos a Jesús. Todos los pecados incluyen los pecados que cometemos desde que nacemos hasta que morimos. Jesús recibió todos nuestros pecados. Entonces, ¿están incluidos todos los pecados que cometimos desde que estábamos en el vientre materno hasta los veinte años? Sí, están incluidos.
No quiero vivir hasta los 120. Sin embargo, me gustaría vivir tanto tiempo si Dios me hiciese vivir hasta entonces. Si Jesús viene más tarde y yo puedo vivir con salud como ahora, quiero vivir cien años. De todas formas, Jesús tomó incluso mis pecados futuros que cometeré hasta el día en que muera. Jesús recibió todos mis pecados. Jesús recibió el bautismo para que no tengamos pecados.
Este mundo está gobernado por la ley de la jungla, y los fuertes oprimen a los débiles. ¿Cuánto se aprovechan los hermanos mayores de los pequeños? Jesús es el Dios Todopoderoso pero no nos molestó, sino que se entregó como sacrificio para la humanidad. Jesús no solo borró nuestros pecados, sino que tomó todos los pecados en el mundo entero. Jesús tomó todos los pecados de la humanidad, no solo los nuestros. Dios tomó todos los pecados sobre Sí mismo para cumplir toda la justicia. Así es como Dios amó al mundo.
Solo la gente que sabe que Jesús tomó sus pecados sobre Sí mismo cuando fue bautizado, solo la gente que cree que Jesús es nuestro Salvador y Dios, recibe la salvación y va al Cielo. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios, Él tomó todos los pecados del mundo sin omitirlos. Vamos al Cielo por fe. Los que creen en esta Verdad van al Cielo y los que no van al infierno. Vamos al Cielo por fe, no por obras. Está escrito en la Biblia: «Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos» (Oseas 14, 9). La persona que reconoce que es pecadora dice: «Dios, soy un pecador. Soy una persona que no puede evitar ir al infierno. Soy una persona que comete pecados hasta que muere. Sé que nuestro Señor recibió el bautismo por mí y tomó todos mis pecados». La persona que se reconoce de esta manera y reconoce la salvación de Dios va al Cielo.
Todos nuestros pecados han sido transferidos a Jesucristo. La primera cosa que Jesús hizo durante Su vida pública fue recibir el bautismo. Jesús no fue bautizado porque fuese humilde. Dijo que tenía que cumplir toda la justicia así. Recibir el bautismo era muy importante.
Hasta que cumplió los veintinueve, Jesús ayudó a José, su padre carnal. José era carpintero. Jesús probablemente le ayudó a limpiar los restos de madera y a barrer el taller. Cuando cumplió los treinta años, fue al río Jordán a ver a Juan el Bautista que estaba bautizando allí.
Era un siervo de Dios. Juan dijo a la multitud. «Arrepentíos, generación de víboras». Un siervo de Dios habla claramente.
Entonces, Jesús se le acercó y dijo: «Bautízame».
«¿Qué? ¿Cómo vienes a mí para que te bautice?».
La palabra bautismo tiene dos significados. Un significa es volver a Dios después de haber servido a dioses gentiles. El otro significado es cubrirse con algo o tomar los pecados sobre uno mismo, o limpiar los pecados. El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista consistía en tomar todos nuestros pecados. La gente iba a recibir el bautismo de Juan el Bautista como signo de volver a Dios después de haber servido a otros dioses y no haber creído en Dios. Y hay dos tipos de personas que reciben el bautismo en este mundo. Un tipo es la persona que ha recibido el bautismo como un símbolo y dice: «Antes había creído en dioses gentiles, pero ahora creo en Dios como mi Salvador. Quiero volver a Dios». Y el otro tipo de personas reciben el bautismo con fe en su corazón diciendo: «Todos mis pecados fueron transferidos a Dios cuando Jesús recibió el bautismo». Esta es la circuncisión espiritual.
Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo al ser bautizado. Leamos el Evangelio de Juan 1, 29 a la vez para ver si Jesús tomó nuestros pecados o no.
Dice: «El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Jesús comenzó Su ministerio después de ser bautizado oficialmente en el río Jordán, y Juan el Bautista lo vio venir al día siguiente y dijo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Juan el Bautista dijo esto el día después de ser bautizado. Por tanto, Juan el Bautista estaba diciendo: «Mirad. Ayer bauticé a Jesús para transferirle todos vuestros pecados a Su cuerpo. Es el Cordero de Dios y es el Señor que tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo».
Jesús no podría haber borrado los pecados del mundo si no hubiese recibido todos esos pecados cuando fue bautizado por Juan el Bautista
¿Cómo podría Jesús decir que ha cargado con todos los pecados del mundo sin que Juan el Bautista se los transfiriese? Dios no puede mentir. Dios tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo. Se convirtió en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo porque los tomó sobre Sí mismo. ¿Adónde se llevó los pecados del mundo? A la Cruz, donde murió. Vivió una vida pública desde Su bautismo a la Cruz durante tres años.
La vida de Jesús está dividida en Su vida personal y Su vida pública. La vida personal va desde Su nacimiento hasta los veintinueve años y la vida pública desde los treinta a los treinta y tres. Era justo porque tomó todos los pecados del mundo y murió por ellos para salvar a los que creen en Él. «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Solo hay un versículo que lo diga tan claramente. Juan el Bautista dio testimonio de Su Palabra. Dios testimonio de esto porque bautizó a Jesús.
Mateo escribió su Evangelio para dar testimonio de que Jesús es el Rey, el Salvador de la humanidad. Por eso escribió: «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mateo 1, 1). El autor del Evangelio de Mateo escribió esta genealogía de Jesús para hacernos saber que quien crea en Jesucristo como su Salvador, que tomó todos los pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y pagó por ellos al morir en la Cruz en su lugar, se convierte en descendiente de Abraham y David. Por tanto, Mateo, un discípulo de Jesús, nos habla de cómo Jesús recibió el bautismo en términos concretos. Nos dice claramente la razón por la que recibió el bautismo. Dice que Jesús recibió el bautismo para cumplir toda la justicia, para dejarnos sin pecados.
Jesús dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia». Fue bautizado para dejarnos sin pecados. Esta es la razón. Jesús fue bautizado por todo el mundo, para dejarnos sin pecados. El que recibiera el bautismo significa que recibió todos los pecados. ¿Cómo? De la manera más correcta, más adecuada y más justa. Nos dice que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista porque no había otra manera de pasar los pecados de la humanidad a parte de bautizar a Jesús.
Y después de tomar todos los pecados de la humanidad sobre Sí mismo al recibir el bautismo, fue por todo el país durante los tres años siguientes diciendo: «Hijo, tus pecados han sido perdonados» a la mujer adúltera, a los ciegos, a los cojos y a los demás pecadores. En el Evangelio de Juan 8, Jesús le dijo a la mujer que fue sorprendida en el adulterio: «Yo tampoco te condeno. No digo que tengas pecados. No te juzgo». ¿Por qué? Porque nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo, incluyendo este pecado del adulterio sobre Sí mismo a través del bautismo de Juan. Por eso el Señor tuvo que ser juzgado. Como resultado, todos los pecados del mundo fueron pasados a Su cuerpo físico, y se fueron de los seres humanos. Significa que incluso la mujer sorprendida en adulterio no tenía pecados. Esta mujer pensó que era pecadora porque no creía en Jesús. Por tanto la mujer estaba temblando porque estaba a punto de ser apedreada según la Ley. En aquel entonces, Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están los que te acusan? ¿Te ha acusado alguien?».
Ella contestó. «Nadie, Señor».
Y Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno; vete y no peques más. Simplemente sígueme. Soy la luz del mundo. El que me siga no caminará en la penumbra y no será pecador. Recibirá la salvación del juicio de la Ley».
«He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Juan el Bautista estaba diciendo a la gente que tenía que mirar a Jesús. Debemos mirar los pecados del mundo. ¿Cuántos pecados hay incluidos en los pecados del mundo? Si decimos que los pecados del mundo van de un lado del púlpito al otro, el Señor que dice: «Soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin» ha borrado todos los pecados del mundo. Nuestro Señor es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Según la profecía del Antiguo Testamento, nuestro Señor nació en este mundo, recibió el bautismo y murió en la Cruz. Al ser bautizado Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo. Jesús tomó todos los pecados, incluyendo los pecados de los que nacerán 2000 años después y todos los pecados de los que nacerán hasta entonces, y todos los pecados desde Adán hasta el fin del mundo.
Juan el Bautista dio testimonio de Jesús diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». ¿Pecan en este mundo o no? Sí que pecan. No digan: «Soy diferente de esas personas» cuando en realidad pecan hoy, mañana y pasado mañana. No vivan como si no tuvieran nada de lo que preocuparse, porque en realidad están llenos de mal por fuera. Todos somos iguales ante Dios. No debemos decir: «Soy un pecador. No puedo evitar ir al infierno». Sin embargo, el Señor ha hecho que este tipo de gente reciba la justicia y se vaya.
Nuestro Dios nos ha convertido a los pecadores en justos. El Cordero de Dios que cargó con los pecados del mundo ha hecho un trabajo maravilloso. ¿Cometemos pecados hasta los doce años los que nacemos del vientre de nuestras madres? Sí, cometemos pecados hasta el día en que morimos. ¿Han sido transferidos esos pecados a Jesús o no? Sí. Los pecados que cometemos después de haber nacido en este mundo son parte de los pecados del mundo. ¿Creen que los pecados del mundo son especiales o diferentes? Todos los pecados que cometemos con nuestras mentes o acciones son los pecados del mundo.
Nosotros nacimos del vientre materno y pasamos por una etapa infantil, por la niñez, la adolescencia, la mayoría de edad, la edad adulta y la vejez. Alguien dijo una vez que la vida es como tener cuatro piernas por la mañana, dos por el día y tres por la noche. Nacer y vivir así es la vida humana, y todos los pecados que cometemos durante nuestras vidas son los pecados del mundo.
Nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo. Sin embargo, todavía tienen pecados si creen en Jesús pero no reconocen que Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo cuando fue bautizado. El pecado permanece cuando cometen pecados si no creen en Su bautismo.
Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo para siempre. No digan: «Nunca he oído estas cosas», ni siquiera como una broma. La Biblia es la Verdad. Todas las Palabras del Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento están conectadas:
«Inquirid en el libro de Jehová,
y leed si faltó alguno de ellos;
ninguno faltó con su compañera;
porque su boca mandó,
y los reunió su mismo Espíritu» (Isaías 34, 16).
La Biblia es como una cadena. Cuando un misterio se resuelve, todos los demás secretos se revelan. Si pecan sin saber que Jesús tomó todos los pecados del mundo cuando fue bautizado, no podrán evitar seguir siendo pecadores. Son pecadores todos los días porque pecan todos los días. Eran pecadores antes de haber creído en Jesús y siguen siendo pecadores después de creer en Jesús.
Los Apóstoles creían en el Evangelio del agua y el Espíritu. En el año 313 d.C., Roma declaró el Edicto de Milán y su forma de cristianismo se convirtió en la religión nacional del Imperio Romano. Y durante más de mil años después del edicto se prohibió a la gente leer la Biblia. Fue un periodo de oscuridad. Durante la Edad Media enseñaron que tenían que hacer buenas obras después de creer en Dios, pero Martín Lutero en el siglo XVI dijo que la gente se hace justa al creer en Jesús.
La Reforma religiosa pareció recuperar la Verdad del cristianismo. Pero en realidad nada ha cambiado. El libro que leí hace veinte años está todavía en las librerías cristianas. Los libros que se publican hoy en día no pueden escapar de los libros publicados en el pasado. La gente cree que el cristianismo tiene una larga historia y tradición, pero la historia del cristianismo es corta y el cristianismo se ha colapsado en los países occidentales donde se originó. En esos países el cristianismo y el budismo están floreciendo. Esto se debe a que el cristianismo ha perdido la Verdad y sus líderes no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo puede la gente decir que está estudiando Teología si ni siquiera conoce la Biblia? ¿Cómo puede la gente decir que está estudiando teología cuando ni siquiera sabe que todos los pecados del mundo fueron transferidos a Jesús cuando recibió el bautismo de Juan el Bautista?
Por tanto, hay algunas personas que preguntan: «¿Somos pecadores aunque creamos? ¿Estamos en deuda aunque hayamos pagado la deuda? ¿Somos pecadores aunque hayamos creído en Jesús para recibir la remisión de los pecados?». Jesús nos dijo que podíamos entrar en el Reino de Dios si nacemos de nuevo del agua y el Espíritu (Juan 3, 5). Dijo que una persona puede nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu si quiere entrar en el Reino de Dios.
Entonces, ¿qué es nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? El lugar donde Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista era el río Jordán. ¿Cuál es la función del agua? Lavar la suciedad del mundo. Ahora está lloviendo fuera, y no podríamos vivir si no lloviese porque la atmósfera estaría muy contaminada. La gente no puede vivir sin agua. Por tanto, Dios nos da lluvia de vez en cuando. Dios levanta el vapor del mar y la tierra y lava la Tierra para proteger a todos los seres vivos. El agua tiene la función de limpiar, y el fuego tiene la función de juzgar. Después de que Jesús recibiese el bautismo, no hay pecados en el mundo. Por eso Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Por eso Jesús se convirtió en el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
De la misma manera en que una persona tiene que tener el conocimiento necesario para convertirse en un líder de la comunidad, ¿acaso no necesitamos conocer la Verdad de la bendición de nacer de nuevo a través del agua y el Espíritu para poder celebrar reuniones de resurgimiento y predicar la Palabra? Miren a ver si hay un solo libro que hable de la Verdad del agua y el Espíritu. No hay ni una sola página escrita sobre este tema. Nadie sabe lo que es nacer de nuevo. Algunos dicen que se nace de nuevo al orar con un viento fuerte o en un sueño cuando se cree en Jesús, ¿pero qué es eso? La Verdad es algo claro. Es muy concreta.
Jesús ha tomado todos nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado porque nuestros pecados fueron transferidos a Jesús y como llevó los pecados del mundo a la Cruz y fue juzgado en nuestro lugar no somos juzgados por nuestros pecados. Como resultado, tenemos que llamar a Dios Padre, convertirnos en personas justas y en hijos de Dios. Las Escrituras dicen: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1, 12). Esto se hace por fe. Está escrito: «Porque con el corazón se cree para la justicia y con la boca se confesa para la salvación».
Todos nuestros pecados fueron sido transferidos a Jesús cuando fue bautizado. Jesús me salvó al tomar todos mis pecados sobre Sí mismo y fue juzgado por mí. Creo en esta Verdad. Creer de corazón nos da la salvación. La Palabra dice que podemos ser salvados por fe y no por obras. Dice: «Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición». Esto significa que los que quieran ser salvados por sus obras están bajo maldición. Los que creen que uno puede ser bendecido, ser justo e ir al Reino de Dios al hacer algo bueno están bajo maldición. Dios nos dio la Ley para que nos diésemos cuenta y entendiésemos el pecado y que estábamos bajo el juicio. Y junto con la Ley, Dios nos dio la ley del Espíritu de la vida (Romanos 8, 2), que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Dios nos dio la Ley y el sistema de sacrificios. Debemos saber y creer que Jesús nos salvó al recibir el bautismo y el juicio. Era la voluntad de Dios que nos diésemos cuenta de nuestros pecados a través de la Ley y de que nos hizo hijos Suyos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y la remisión de los pecados.
Está escrito: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». ¿Hay pecados en el mundo? No. ¿Se transfirió todo pecado a Jesucristo o no? ¿Se pasaron todos los pecados que cometieron hace diez años a Jesucristo o no? ¿Se han pasado todos los pecados que han cometido hasta ahora a Jesucristo o no? Sí, se han transferido. Todos los pecados que cometemos hasta que morimos son los pecados del mundo. Cuando se casan y tienen hijos, ¿se pasan los pecados de sus hijos o no? Sí.
La Palabra Fiesta de la Pascua implica transferencia
El juicio del pecado se transfiere porque Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y murió en la Cruz. ¿A quién y cómo se transfirieron los pecados? Jesús vino a este mundo, fue bautizado, derramó la sangre y murió en la Cruz. Por tanto, cuando el mensajero de la muerte les visite, no podrá juzgarles si la sangre del Cordero de Dios está en los lados y la parte superior de sus puertas. La Pascua significa «pasar». Jesús tomó los pecados del mundo y derramó Su sangre. Esto simboliza a circuncisión. El pecado se elimina con el bautismo de Jesús. Nuestros pecados son eliminados de nuestros corazones cuando creemos que fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado. Esta es la circuncisión del corazón (Romanos 2, 29). La circuncisión del corazón significa que los que creen en el bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz pueden recibir la salvación. Lo que es importante es la fe que nos permite recibir la salvación. Dios requería esta fe y sigue pidiéndola.
Está escrito: «Está acabado» (Juan 19, 30) y así Jesús cumplió todo cuando murió en la Cruz. Y resucitó al tercer día y ascendió a la derecha del trono de Dios Padre.
Somos personas que cometen pecados hasta que morimos. Sin embargo, esos pecados fueron transferidos a Jesús. Jesús nos ha salvado. Debemos creer en esta Verdad de todo corazón. Debemos darnos cuenta de esta Verdad. Debemos entender la Palabra que dice: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 32). Solo pueden creer en la Verdad si la entienden.
Creer sin entender es superstición y fe ciega. El poder recibir bendiciones materiales y ser sanado de enfermedades sin creen en Jesús es la enseñanza de los chamanes cristianos que utilizan a Jesús como excusa. Hay muchas denominaciones hoy en día. Ser sanado, recibir bendiciones y hacerse rico al creer en Jesús es lo mismo que hacerse rico y ser bendecido con el chamanismo. Un chamán dice que los demonios se expulsan y se recibe el perdón de los pecados cometidos contra los antecesores cuando hacen un exorcismo. Un chamán coreano dice: «Dung, dung. Se ha abierto una calabaza. Que venga la mañana. Será toda mía cuando venga la mañana». Cuando un pastor que dice creer en Jesús dice: «Recibirás bendiciones cuando creas en Jesús. Sé que Dios les bendecirá mucho si sirven a la iglesia» es un chamán de Jesús.
Los cristianos le piden a Dios que les llame cuando Jesús llame a todo el mundo para permitirles entrar en el Reino de Dios. Dicen: «Me has llamado, a un pecador. Aquí estoy». Entonces Dios dirá: «¿Dónde va un pecador que tiene pecados?». «Va al infierno». «¿Sigue siendo una persona hija de Dios si tiene pecados o es hija del Diablo?». «Es hija del Diablo». «Vete allí como has dicho».
Nuestro Dios vino al mundo, fue bautizado, murió en la Cruz y fue resucitado de entre los muertos para salvarnos de nuestros pecados. Y se convirtió en el Dios de la salvación para los que creemos. Ahora el Señor nos da el Espíritu Santo a los que creemos en el Evangelio del agua y la sangre. ¿Creen que todos los pecados de la humanidad fueron transferidos a Jesús cuando fue bautizado? ¿Creen que el juicio de la Cruz que Jesús recibió fue el juicio de nuestros pecados? Si creen así, el Espíritu Santo pone el sello en su corazón diciendo: «Eres hijo Mío. Eres Mi descendencia. Estaré contigo hasta el fin del mundo. Que no se abrume tu corazón; crees en Dios, crees en Mí, Jesús. Voy a preparar un lugar para ti en el Reino de Mi Padre. He vencido al mundo. La fe que vence al mundo es la fe en Jesucristo, quien vino por el agua y la sangre».
1 Juan 5, 4-10 dice: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo».
Aquí la Biblia dice que Jesús ha venido por el agua y la sangre. El Espíritu Santo pone el sello en una persona que cree que el Señor ha venido por el agua y la sangre. Por tanto, el agua y la sangre y el Espíritu son uno. Dice que hay tres que dan testimonio de nuestra salvación. El versículo 8 dice: «Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan». ¿Creen en el bautismo de Jesucristo? ¿Creen en la sangre de Jesucristo? Aunque Jesús tomó nuestros pecados sobre Sí mismo a través del bautismo, deberíamos haber sido juzgados si hubiésemos vuelto a Dios sin haber ido a la Cruz. Por eso Jesús ha venido por el Espíritu, el agua y la sangre.
El Espíritu Santo es la Verdad. El Espíritu Santo es la Verdad y esto significa que pone un sello en el corazón de la gente que cree en el agua y la sangre. ¿Se borran sus pecados aunque crean solo en la sangre derramada en la Cruz sin reconocer el bautismo de Jesús? Creer así no es la verdadera fe. Una persona así tiene pecados en su corazón porque nunca ha transferido sus pecados a Jesús. Por tanto, van al infierno aunque hayan creído en Jesús. Dirán: «Señor, Señor, ¿acaso no hemos profetizado en Tu nombre, hemos expulsado demonios en Tu nombre y hecho muchos milagro en Tu nombre?». El Señor dirá entonces: «Nunca os conocí, apartaos de Mí, obradores de iniquidad». Serán expulsados de esta manera. Por tanto, debemos conocer la Verdad cuando conocemos a Jesús. Debemos aceptar la bendición que nos ha hecho nacer de nuevo a través del agua, la sangre y el Espíritu.
Sin embargo, hay muchas personas que solamente creen en la sangre derramada en la Cruz. Son pecadoras. ¿Tienen al Espíritu Santo en sus corazones? No. Hablemos de esto con más precisión. ¿Tienen pecados o no? No, no tienen pecados. Van a pecar sin cuidado porque no tienen pecados, ¿no? No, no es así. Entonces, ¿no van a pecar de ahora en adelante porque no tienen pecados? No, no es así tampoco. Cometemos pecado siempre porque tenemos una carne débil. Pecamos continuamente en este mundo porque somos débiles. Sin embargo, Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo.
¿Somos pecadores o justos? Sí, somos justos. ¿Tienen pecados para ser juzgados o no? No, no tenemos nada por lo que sea juzgado. Jesús es nuestro Salvador y el Hijo del Dios vivo.
Las Escrituras dice: «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mateo 1, 1). En la genealogía de Jesucristo, cierta nuera tuvo relaciones con su suegro. Y Raab la prostituta está en la genealogía de Jesucristo. Hay algunas mujeres que aparecen en las Escrituras, y entre ellas hay una mujer gentil. Todas se convirtieron en Abraham por fe. Todas eran antecesores de Jesucristo, el Hijo de David. Esto fue posible porque creyeron. De lo contrario, ¿cómo hubieran podido una prostituta o una mujer gentil convertirse en mujeres de Dios? Pudo ser porque creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu, al creer en que Jesús era su Salvador.
Entonces, algunas personas pueden preguntarse: «Entonces no existía el Evangelio del agua y la sangre en el Antiguo Testamento, ¿verdad?». No sean ridículos. Podemos encontrar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu en muchas partes del Antiguo Testamento. Cruzar el río Jordán simboliza el agua y la sangre. El gentilicio hebreos significa los que cruzaron las aguas. Los pastores coreanos dicen cualquier cosa porque son ignorantes. No sé si es que no tienen un diccionario de la Biblia o no saben como usarlo, pero hay muchas personas ridículas. Por eso son pecadores todos los días aunque busquen a Jesús y crean en Él todos los días. No deben ir a esas iglesias. El fuego las consumirá. No son la Iglesia de Dios. Son un lugar donde venden las almas de la gente y hacen negocios con ellas.
Solo la gente que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu puede ser hija de Dios. Y ustedes deben ir a este tipo de Iglesia. Jesucristo es nuestro Salvador. La Iglesia de Dios no es cualquier lugar. No se da testimonio del Evangelio en cualquier sitio. He dicho que la Iglesia de Dios no es cualquier lugar. Los ciudadanos de Wonjoo me dan mucha pena. Muy pocos de ellos han venido a esta reunión de renacimiento espiritual. ¿Por qué no han venido? A parte de esta Iglesia, no hay otra que predique este tipo de sermón en esta ciudad. Pero aún así no han venido. No vienen porque los pastores de sus iglesias no les dejan venir. Deberían venir como moscas, sentarse aquí y decirnos qué parte es errónea bíblicamente. Sin embargo, se esconden en la parte de atrás y susurran en secreto. «Los pecados desaparecen cuando van allí. No vayan allí. Deben ser pecadores hasta el fin si creen en Jesús». Son pecadores incluso después de creer en Jesús, son pecadores aunque no crean, y son aun más pecadores cuando conocen a Jesús. Estaban destinados a ir al infierno desde que conocen a Jesús.
Antes de que el mundo sea un lugar más difícil debemos mirar en nuestros corazones y no nuestras circunstancias. Debemos decir: «Dios, soy un pecador que no puede evitar morir, un pecador que no puede evitar ir al infierno, y un pecador que no puede evitar pecar. Sálvame. Soy un pecador». Jesús dice: «Os he salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu Santo». ¿Creen?
Vengan a la Iglesia de Dios siempre. La gente que viene aquí es especial. No todas las iglesias son templos de Dios. El templo es el corazón de la gente que ha recibido la remisión de los pecados. Los ladrillos rojos son para edificios y almacenes.
No importa si han estudiado Teología durante 100 años. No se puede decir que se ha estudiado Teología aunque se haya estudiado toda la teología del mundo. No hay necesidad de hablar de Teología. Los pastores hablan de Teología, pero no es una ciencia humana. Ser un experto consiste en estudiar todas las teologías del mundo. Decir que solo las doctrinas de las propias denominaciones son correctas no es Teología. Ser un experto consiste en tener la mente abierta. Hay que analizar y distinguir esto y lo otro después de haberlo estudiado todo.
¿Acaso habla de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu un doctor o catedrático de una universidad? ¿Hablan los teólogos de este Evangelio? No. Insisten en que nacer de nuevo se consigue sin ser consciente de ello. Si tienen una pregunta, vayan al seminario e intenten aprender. No aprenderían todo aunque fueran allí a aprender y vivieran dos veces para ello.
¿Han recibido la remisión de los pecados en su corazón? ¿Creen en el Evangelio del agua y el Espíritu? Deben ser honestos ante la presencia de Dios. «No puedo evitar cometer pecados. Sin embargo, Jesús me ha salvado al ser bautizado y morir en la Cruz. Creo en esto». Los que creen así reciben la salvación.
Deben recibir la salvación primero y crecer. Un niño debe crecer. Se van a convertir en personas maravillosas después de escuchar la Palabra y crecer durante un año. Se convierten en obreros por el Reino de Dios. Se convierten en ministro. Y serán utilizados en la Iglesia. Una persona que cree se convierte en una persona útil. Todos debemos convertirnos en personas que puedan ser utilizadas por el Reino de Dios.