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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-21] Sus pecados son perdonados en Su nombre (1 Juan 2, 12-29)

(1 Juan 2, 12-29)
«Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él».
 
 
¿Cómo están? Estoy contento de estar aquí hoy de nuevo con ustedes. La primera Epístola de Juan menciona a menudo que hay que diferenciar entre los verdaderos y los falsos creyentes en la Iglesia. Asimismo hay muchos pasajes que tratan de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y de los que son “de la luz o de la oscuridad”. También dice: «Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1 Juan 2, 2). Esto significa que nuestro Señor ha eliminado todos nuestros pecados. Dicho de otra manera, el Apóstol Juan está diciendo que el Señor ha eliminado nuestros pecados al venir al mundo encarnado en un hombre, tomando los pecados del mundo sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista, muriendo en la Cruz y levantándose de entre los muertos.
El Apóstol Juan declara que quien ame a su prójimo vive en la luz y quien odio a sus hermanos y hermanas que están en Su Iglesia no están en la luz, sino que viven en la oscuridad. Está diciendo que los que están en la oscuridad no han creído en el Evangelio del agua y el Espíritu todavía. Este pasaje menciona estos puntos importantes.
Hoy hemos leído desde 1 Juan 2, 12 hasta el último versículo. Este pasaje trata del mismo contenido que he mencionado. Si leemos el pasaje desde los versículos 12 al 14 vemos que contiene unas verdades espirituales.
 
 

¿Qué significa cuando la Biblia habla del perdón de los pecados por Su nombre?

 
En primer lugar, me gustaría interpretar el versículo 12 para ustedes y después continuar. Está escrito: «Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio» (1 Juan 2, 12). El Apóstol Juan está preguntando a los hijos de Dios cómo sus pecados han sido eliminados. Y la respuesta es que han sido perdonados por Su nombre. Aquí Su nombre se refiere al nombre de Jesucristo. El Apóstol Juan no se refiere a Él como Jesús, sino como Jesucristo. La razón es que vino a este mundo y realizó el ministerio de la salvación. El Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. El término Cristo designa el ministerio de Jesús. Es un testimonio de la obra que hizo en este mundo. Las Escrituras están diciendo que Jesucristo ha cumplido esta obra y se ha convertido en nuestro Salvador con este cargo. Y también se le llama Jesucristo. Y por eso el Apóstol Juan les dice a los Hijos de Dios que sus pecados han sido perdonados por Su Nombre. Jesucristo vino a este mundo encarnado en un hombre, fue bautizado por Juan el Bautista, clavado en la Cruz, resucitado y así nos ha salvado de los pecados. Y por eso le llamamos Cristo. A través del ministerio del nombre de Jesucristo obtenemos el perdón de nuestros pecados.
Vino a este mundo como el Gobernador del Cielo, el Rey de la humanidad y el Sumo Sacerdote del Cielo. Por eso es nuestro Salvador. Y en Su cuerpo cargó con todos nuestros pecados para siempre. Y así es el Salvador y el Profeta que nos muestra el camino de la salvación. Jesucristo es el verdadero Profeta que nos ha enseñado el camino para obtener el perdón de nuestros pecados. Al ejercer tres funciones como Rey Sumo Sacerdote y Profeta, y al cumplir el papel de Salvador en este mundo, pudo salvar a los que creen en Él. Es el Hijo de Dios Padre y el Sumo Sacerdote del Cielo y por tanto dejó claro que todo el mundo puede recibir la remisión de los pecados y ser salvado de todos sus pecados por Su nombre. Esto se debe a que si no recibimos la remisión de los pecados no podemos entrar en el Reino de Dios. Jesucristo dijo que es el Sumo Sacerdote del Cielo, también explicó con todo detalle quién es Dios Padre y cómo ha eliminado todos nuestros pecados. Y al hacerlo, nos permitió obtener la salvación por fe. Y así Sus hijos han recibido la remisión de los pecados a través de la fe en Su nombre.
Al confiar en las obras que hizo cuando vino a este mundo podemos ser salvados. Pudimos recibir la remisión de los pecados al tener fe en que es nuestro Salvador.
¿Han sido salvados de todos sus pecados? La Biblia nos habla de esto. ¿Cómo nos salvó Jesucristo de todos nuestros pecados? ¿Cuál es la prueba de que nos ha salvado de todos los pecados del mundo? Hay tres cosas que dan testimonio de esta salvación. Está escrito que son el Espíritu, el agua y la sangre (1 Juan 5, 6-8). Esto describe el hecho de que Jesucristo, que es Dios, vino a este mundo encarnado en un hombre como el Sumo Sacerdote del Cielo y tomó todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado. Y cargó con todos nuestros pecados al ir a la Cruz y derramar Su valiosa sangre por nosotros. Y se levantó de entre los muertos y derramó el Espíritu Santo sobre los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, esto significa que el Señor se convierte en nuestro Salvador. Recibimos el perdón de los pecados para siempre mediante nuestra fe en el ministerio del agua, la sangre y el Espíritu. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu recibirá la remisión de los pecados basándose en su fe verdadera.
 
 
Esta Epístola tiene muchas repeticiones como mis sermones
 
1 Juan 2, 13 declara: «Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno». Los Padres de la fe conocen al que existe desde el principio. Esto significa que saben quién es Jesucristo y que saben que el mundo entero fue creado por Jesucristo. Los que son espiritualmente maduros entienden que Jesús es Dios.
Hay una flor que se llama lirio. Una persona que sepa mucho acerca de esta flor sabe que un lirio es un lirio. De la misma manera en que los expertos en flores saben mucho acerca de las flores, los que confiamos en la justicia de Dios sabemos muy bien que Jesús es Dios, quien fue desde el principio y que nuestro Señor es el Creador. Los que son maduros en la fe y los que están creciendo en la fe saben que Jesús es el Salvador. Nosotros también sabemos que nos ha salvado por el agua y la sangre.
Cuando oramos, llamamos a Dios, Dios Padre. Y, parece que no deberíamos orar a Jesús y que si seguimos orando al Padre nos escuchará, así que sin saberlo oramos diciendo: “Dios Padre, Abba Padre”. Es bueno seguir orando a Dios Padre, pero nuestro Señor también es Dios.
Y, por tanto, el Apóstol Juan dice en 1 Juan 2, 13: «Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno». Cuando el universo fue creado al principio, ¿quién estaba presente? Jesucristo estaba presente en ese momento. 1 Juan 1, 1-2 dice: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó)». ¿A quién se refiere este pasaje? Está dando testimonio de Jesús. Si conocemos al que existe desde el principio, podemos vencer al malvado, como está escrito: «Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno». Los que son maduros en la fe vencerán al maligno.
El pasaje de las Escrituras de hoy también dice: «Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre». Esto significa que los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden llamar a Dios su Padre. Pudieron llamar a Jesucristo Su Padre. Por eso las Escrituras nos hablan de esto. Basándose en el nivel de madurez espiritual, Juan dio diferentes exhortaciones. Este pasaje reitera lo siguiente: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2, 14).
Los jóvenes en la fe verdadera pueden vencer al mundo después de seguir al Señor en vez de seguir al mundo y pueden servir a la justicia del Evangelio del Señor. Esto es lo que dice este pasaje.
Los versículos 15 al 17 tratan del mismo tema: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Juan 2, 15-17).
Así que la gente de fe vence al mundo a través de su fe y puede librarse de sus antiguos amigos y de cualquier tipo de relación en este mundo. Si tenemos la oportunidad de encontrarnos con nuestros antiguos amigos de nuevo podremos darnos cuenta de ello. Hace mucho tiempo éramos inseparables de nuestros amigos pero ahora sus vidas parecen no tener sentido ni valor. Cuando veo que casi no pueden sobrevivir me parecen muy miserables.
Después de encontrar al Señor y de servir al Evangelio del agua y el Espíritu tuve la oportunidad de visitar donde solía vivir hace mucho tiempo. Me encontré con algunos de mis antiguos amigos así que se sintieron felices de verme y me pidieron que tomase algo con ellos.
Así que les dije: “Bueno, como creo en la justicia de Dios y estoy trabajando por Dios, no bebo”.
Ellos contestaron: “Pero, ¿por qué no puedes tomarte un chupito solo?”.
Entonces contesté: “Lo siento. Aunque no bebo sé muy bien lo que se siente al estar embriagado. Así que vamos a hacer como si estuviese bebiendo y pasarlo bien. No somos no demasiado jóvenes ni demasiado viejos, podemos hacerlo”.
Así que ellos bebieron y yo no, pero hablamos. Ellos hablaron de lo que habían estado haciendo, de sus matrimonios y sus hijos. Uno de ellos dijo que para poder mantener a su familia tenía que levantarse a las cinco de la mañana e ir al centro de la ciudad para trabajar en su negocio. Habló de lo duro que trabaja, hasta bien entrada la noche. Le pregunté cuánto dinero ganaba al mes y me dijo que viven mes a mes. Una cosa que me quedó clara es que, aunque han envejecido, todavía están completamente consumidos por cómo sobrevivir. Cuando oí cuánto ganaban al mes me pregunté cómo podían sobrevivir. Siguieron contando que les gustaría tener algo en lo que soñar para el futuro, pero también dijeron que tenían que seguir viviendo de esa manera hasta los sesenta, setenta u ochenta.
Queridos hermanos, hay una diferencia entre vivir por uno mismo y vivir por los demás. Vivir por uno mismo significa estar preocupado por sobrevivir. La Biblia nos dice aquí que no amemos al mundo o las cosas de este mundo, ¿pero qué hay para amar en este mundo? Nada. El Apóstol Juan nos habló de esto. Dijo que todo lo que hay en el mundo pertenece a los deseos de la carne, de los ojos y al orgullo de la vida. Los deseos de la carne son satisfacer los deseos básicos según nuestros instintos básicos; los deseos de los ojos se refieren a mirar o escuchar cosas buenas o tentadoras; y el orgullo de la vida es buscar la fama o el reconocimiento de este mundo.
Pero, ¿es esto bueno? Si lo definimos más claramente, esta vida simplemente consiste en sobrevivir. No es nada. Puede parecerles bien vivir así, pero cuando piensan en ello en realidad no hay ningún valor en este tipo de vida. No debemos perseguir los deseos carnales, los deseos de los ojos y el orgullo de la vida. Los justos no deben seguir estas cosas. Por el contrario quieren seguir a Dios y Su voluntad aunque sean insuficientes. Es bueno seguir al Señor de esta manera.
Por eso el Apóstol Juan está diciendo ahora que los santos hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el nombre del Señor. Nos llama padres, jóvenes o niños pequeños dependiendo de la madurez de nuestra fe, y también declara que hemos vencido al mundo. Dijo que la vida de una persona justa es lo que vence a este mundo. Sigue mencionando esto hasta el versículo 17 y entonces dice que hay algo más que desea mencionar acerca de los muchos anticristos que han salido en el mundo.
 
 

¿Quién es el anticristo del que habla el Apóstol Juan?

 
El anticristo del que habla el Apóstol Juan es diferente del Anticristo que aparece en Apocalipsis 16. Está diciendo que entre los que han escuchado el mismo Evangelio del agua y el Espíritu hay muchos adversarios y enemigos de Dios. Dicho de otra manera, nos está diciendo que hay muchos anticristos aquí en la Iglesia donde el Apóstol Juan estaba alimentando y cuidando a sus ovejas. ¿Cómo sabemos que el Apóstol Juan llamó a estos adversario y enemigos de Dios anticristos? Lo sabemos porque está escrito: «Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros» (1 Juan 2, 19).
Un adversario de Dios es un enemigo de Dios, ¿quién es enemigo de Dios? ¿No son las personas que no buscan la justicia del Señor? Una persona que no apoya la expansión del Reino de Dios no es un aliado, sino un enemigo. Un aliado es una persona que está de nuestro lado, y un enemigo es alqguien que es un adversario de Cristo. Lo que lo determina es si están de nuestro lado o no. No depende de si una persona es líder entre nosotros o no. Durante el tiempo del ministerio del Apóstol Juan se dice que había personas así. Cuando leemos el versículo 21 podemos ver lo que el Apóstol Juan tenía en mente acerca de esto. El versículo 21 dice: «No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad». Esto denota que los anticristos son personas que conocían la Verdad pero no creyeron en ella. De esta manera, el Libro de 1 Juan distingue entre los que creen en la justicia de Dios y los que no; entre los que creen que el Señor ha abolido los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu y los que no.
Los que creen en la justicia de Dios también aman a Su pueblo, es decir a sus hermanos y hermanas. Sin embargo, también hay algunos miembros de la iglesia que no creen en la justicia de Dios; conocen la Verdad intelectualmente pero no creer en ella de corazón. Estas personas odian a sus “hermanos y hermanas”, el pueblo de Dios. Debemos conocer la justicia de Dios intelectualmente, pero también creer en ella de corazón. Este pasaje está diciendo que si no creemos de corazón no amaremos a nuestros hermanos y hermanas, pero si creemos de corazón sí que los amaremos. La diferencia depende el tipo de fe.
De esta manera el Apóstol Juan ha distinguido la vida que vive en la luz y la que vive en la oscuridad. Ahora, desde el versículo 22, el Apóstol Juan empieza a mencionar quiénes son estos anticristos, lo que ya quiso decir en el versículo 12: «Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre». Por tanto, está escrito: «¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre» (1 Juan 2, 22-23).
Jesucristo, el Hijo de nuestro Padre Dios, es nuestro Salvador. Para salvarnos de todos los pecados del mundo, como Sumo Sacerdote del Cielo vino a este mundo encarnado en un hombre y se convirtió en nuestro sacrificio por los pecados. El Señor fue bautizado para cargar con todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo y fue colgado en la Cruz en nuestro lugar. Así es como sacrificó Su propio cuerpo como nuestra ofrenda del pecado. De esta manera el Señor cumplió el papel de Sumo Sacerdote del Cielo al ofrecer Su propio cuerpo como sacrificio por nuestros pecados. El Señor es nuestro Salvador.
Sin embargo, hay algunos que niegan a este Jesucristo y estas personas no tienen al Padre. Quien reconoce al Hijo tiene al Padre, pero los que no creen que Jesucristo ha eliminado todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu no tienen al Padre. Para los que creen en la justicia de Dios, el Padre de Jesucristo se convierte en su Padre, pero para los que no creen que Jesucristo ha eliminado todos sus pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo no tienen al Padre. Dios Padre no puede ser su padre. Esto es lo que está diciendo el Apóstol Juan cuando dice: «Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre».
Nos hemos convertido en hijos de Dios al recibir la remisión de los pecados al tener fe en la justicia de Jesucristo. Jesús es nuestro Salvador y el Padre de Jesucristo es nuestro Padre. Así que la persona que tenga al Hijo también tiene al Padre, y quien tiene al Padre también tiene al Hijo. La persona que confía en Dios Padre es la que cree que Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo y eliminó todos sus pecados a través del agua y la sangre tiene al Padre. En otras palabras, ahora tenemos a Dios Padre y al Hijo Jesucristo. Al creer en la justicia de Dios podemos tener a estas dos Personas Divinas. De lo contrario no podemos tenerlas. Y así, todos podemos convertirnos en aliados o enemigos de Dios dependiendo de si creemos en la justicia de Dios. Nuestras obras no importan porque hacemos muchas más cosas malas cuando somos débiles y jóvenes en la fe. Lo que importa es si tenemos fe en la justicia de Dios. Dejando de lado las obras, si tenemos una fe débil o joven, actuamos de una manera u otra, pero cuando creemos de corazón o no es lo que determina si somos aliados o enemigos.
Ahora el Apóstol Juan vuelve a hablar del Evangelio en el versículo 24 diciendo: «Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre». ¿Qué es lo que hemos escuchado desde el principio? ¿No es lo que hemos escuchado acerca de Jesucristo, el Único Hijo? ¿Acaso no han escuchado acerca de la Verdad que eliminó todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Si la misma persona escribe una carta larga, hay una coherencia en el tema que penetra todo el pasaje. La Primera Epístola de Juan revela esta coherencia. Así que leamos 1 Juan 5. Menciona lo que hemos oído desde el principio.
 
 

¿Qué han escuchado los Hijos de Dios de los Apóstoles desde el principio?

 
Leamos 1 Juan 5, 5-8: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan» (1 Juan 5, 5-8).
¿Quién es la persona que vence al mundo si no es la persona que cree en Jesús, el Hijo de Dios? Es la persona que cree que Jesús es el Hijo de Dios y que vino a este mundo y nos salvó a través del agua y la sangre. Fue concebido del Espíritu Santo en el cuerpo de María y nació en este mundo, y a los treinta años cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, y derramó Su sangre por nosotros en la Cruz. Entonces se levantó de nuevo de entre los muertos y se convirtió en nuestro Salvador. Este pasaje está diciendo que si no es la persona que cree en el agua y la sangre, la que cree que Jesús es el Hijo de Dios, ¿quién puede vencer al mundo? ¿Cómo puede una persona vencer al mundo si no se convierte en hija de Dios primero? En otras palabras, ¿cómo puede escapar el poder o autoridad de Satanás cuando no es hija de Dios?
Últimamente, en verano, siento como Satanás está en muchos programas de televisión. Hay muchos programas por las noches que hablan de fantasmas. Hay espíritus malignos que entran en los corazones de la gente y obran de manera que los poseídos imitan cosas que hacen los espíritus malvados. Estos fenómenos son prevalentes hoy en día. Hace una generación los espíritus malvados entraban en la gente, pero parece que lo normal hoy en día es que haya más gente poseída.
Queridos hermanos, si quieren escapar del poder de Satanás, deben pertenecer completamente a Jesucristo. Está escrito: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». Aunque era el Hijo de Dios, ¿acaso no vino a este mundo para salvarnos de nuestros pecados? Al tomar todos nuestros pecados al ser bautizado y colgado hasta morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos, ¿no nos salvó? Al creer en esto, han recibido la remisión de todos sus pecados y Dios se ha convertido en su Padre, y Jesucristo se ha convertido en su Salvador. Si no hacen esto, serán tomados prisioneros por Satanás y serán esclavos suyos. En otras palabras, serán destruidos.
El Señor dijo en el capítulo 10 que el ladrón entra a robar y llevarse todo lo que tenemos. Sin embargo, también dice que la razón por la que nuestro Señor vino es para que nosotros, Sus corderos, podamos recibir la vida aún más abundantemente. La razón por la que el Señor fue para darnos una vida nueva y eterna, para eliminar todos nuestros pecados para convertirnos en hijos Suyos y protegernos incluso en este mundo. Por eso Satanás no puede tocarnos y nos cuidará. Si Dios no nos protege, cuando Satanás, el ladrón venga se lo llevará todo, nos matará y nos robará. Esto significa que estaremos sujetos a la autoridad del poder de Satanás. Aún más, como los últimos días están cerca, habrá espíritus malvados que entrarán en los corazones de toda la gente. Sin excepción, estarán poseídos o no poseídos basándose en si creen o no; si no creen en la justicia de Dios, no habrá ningún espíritu malvado en ustedes, pero si no creen serán poseídos por demonios sin excepción. Si están poseídos por demonios, harán cosas que no quieren hacer. Si los espíritus malvados les hacen hacer estas cosas, no tendrán otro remedio que obedecerlos. Esto se debe a que el Evangelio del agua y el Espíritu no es algo que podamos descartar. Pertenecemos a Dios o a los espíritus malvados. La libertad para escoger es nuestra, pero dependiendo de lo que escojamos los resultados serán enormes.
No hay muchas personas que sepan esto. Sin embargo, lo que estoy intentando decir aquí es que Jesús nos ha salvado de los pecados del mundo al venir por el Evangelio del agua y la sangre. En otras palabras, el Hijo de Dios fue concebido en el cuerpo de María por el Espíritu Santo, fue bautizado (en agua), colgado en la Cruz (la sangre) y se levantó de entre los muertos y así nos salvó de todos los pecados. ¿Creen en esto? Si creen en esto tienen al Padre y el Padre de Jesucristo se ha convertido en su Padre y Jesucristo en su Salvador. Pero si no tienen al Hijo, no tienen al Padre ni a Jesucristo. Entonces, ¿qué tienen? Solo maldiciones y al Diablo en su corazón.
¿Hay alguien en la Iglesia de Dios que yo odie? ¿Hay alguien que no me guste? Si, por alguna razón alguien hace algo inexcusable o inexplicable, puede que le amoneste pero no hay ninguna persona entre los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que no me guste o que odio en mi corazón. Entonces, ¿odio a la gente del mundo? Puede que odie sus acciones, pero hay que odiar el pecado y no la persona, así que ni siquiera odio a la gente que es de este mundo. Solo siento compasión por ellos. Siento compasión y no les odio. Para los hijos de Dios, como tienen al Espíritu Santo en ellos, es más difícil odiar a los demás que amarlos. Es más difícil maldecir a otros que amarles. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo está en ellos. Esto no solo está relacionado conmigo, sino también con ustedes. ¿Qué hay de ustedes? ¿No es así? Sí. Por tanto, es bueno que escuchen un mensaje así al principio de sus vidas espirituales.
Algunos me dirán: “¿No has hablado de 1 Juan antes? Ya has publicado dos libros sobre esta Epístola, ¿por qué tienes que hablar de ella otra vez?”. En esos libros hablé solamente de recibir la remisión de los pecados, pero quiero predicar sobre esta Epístola de manera más profunda. Pero, ¿no les parece nuevo esto? Les expliqué cosas básicas cuando eran nuevos en la fe y después pasé a otras materias cuando crecieron un poco, pero ahora predico cosas más profundas porque han crecido aún más. Aunque comprenda algo espiritual que ustedes no están listos para aprender, no puedo predicarlo. Es una pérdida de tiempo. Debo comprobar el nivel de la congregación y no es justo seguir enseñando algo a alguien que no puede comprender. Así no se enseña.
En estos momentos Satanás está intentando entrar en los corazones de la gente en forma de demonios para poseer sus almas, mentes y pensamientos, así como sus cuerpos para matar. Estas obras de Satanás están ocurriendo en masa, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo. Así es este mundo ahora. Por tanto, debemos pertenecer a Dios sin falta. Esto se debe a que podemos tener a Dios Padre y al Hijo, porque las Escrituras dicen que quien crea en el Hijo tiene al Padre y quien crea en el Hijo tiene al Padre. Los que creemos que Dios Padre planeó salvarnos a los seres humanos a través de Su Hijo y nos salvó, y los que creemos en las obras justas que ha hecho el Señor, tenemos también al Padre. Esto es lo que estoy diciendo.
¿Qué ocurre si no creen en esta Verdad? Que serán capturados por demonios. No podrán hacer lo que quieran. Si alguien obtiene la remisión de los pecados, entonces el Espíritu Santo reside en el corazón de esa persona, pero si la persona no ha recibido la remisión de los pecados, entonces está poseída por el Diablo. Cuando una persona está poseída por un demonio, esa persona no puede hacer lo que quiere.
Les he dicho anteriormente que yo estuvo poseído por un espíritu malvado hace mucho tiempo. El espíritu malvado me susurraba al oído y me decía que había pecado y mi corazón sentía mucho dolor. Estaba pinchando en un lugar donde ya había mucho dolor y sentía como si me estuviera echando sal en la herida. Y después, siguió diciendo: “Si es tan doloroso para ti, ¿no es mejor que mueras entonces?”. Si escuchan algo así, empieza a tener sentido. Por eso ven a gente poseída por espíritus malvados hablando sola o riendo de repente. Yo también era así. Así que murmuré: “Sí, creo que tienes razón”. Nadie sabía qué pasaba en mi mente porque los espíritus malvados me estaban diciendo: “¿No sería mejor que murieses?”, y yo contestaba: “Sí, creo que tienes razón. Sería mejor que muriese”. Si alguien está de acuerdo con los espíritus malvados, entonces está al borde de un precipicio.
No es cierto que la gente que está poseída por espíritus malvados no existe. Existe y vive en la sociedad, entre nosotros. Pero está poseída por espíritus malvados. Sin embargo, el poder de Jesucristo es mayor. Incluso antes de nacer de nuevo solía decir en nombre de Jesucristo: “¡Satanás, apártate de mí! Aunque haya pecado, he pecado contra Dios y no contra ti. No me molestes más, ¿con qué autoridad me dices que viva o muera? Solo he pecado ante Dios. ¿Por qué me dices esto cuando no tienes ninguna autoridad para ello?”. Yo discutía con Satanás de esta manera. Le decía: “Estás mintiendo, eras malo y ridículo”. Entonces también decía: “Te ordeno en nombre del Señor Jesucristo que te alejes de mí”. En aquel entonces tenía dolores de cabeza. Pero cuando le decía que se alejase de mí se iba y el dolor de cabeza se me pasaba inmediatamente. De esta manera, aunque una persona no crea en la Verdad, puede experimentar el poder de expulsar demonios si confía en el nombre de Jesucristo. Jesucristo es el Salvador de la humanidad y es el verdadero Dios por naturaleza. Así que Satanás teme a Jesucristo. Si le piden a Satanás que se vaya en nombre de Jesucristo, se irá enseguida.
En la televisión vi a gente testificar que estaba poseída por demonios después de tener pesadillas. Para esta gente los sueños extraños pueden ser un signo de posesión. Y en sus sueños tiene relaciones sexuales con demonios. Después les entran sudores fríos, pierden peso y mueren más tarde. Si tienen pesadillas o sueños extraños como estos, deben decirle a Satanás que se vaya en el nombre del Señor Jesucristo para vencerle. Si le dejan y aceptan estos pensamientos, seguirá haciendo sus obras y diciendo cosas sin sentido.
No estoy hablando solamente de las personas que no han nacido de nuevo todavía. Estoy diciendo que todos debemos creer. Si no creen en esto, solo habrá destrucción. Satanás les controlará. Satanás se transforma en un ángel de la luz (2 Corintios 11, 14). Siempre está al acecho. Satanás se enfrentó a Dios con sus seguidores y fue expulsado del Cielo con ellos. Sus siervos se llaman demonios e intentan conectar con ustedes. Debe haber un camino para contactar con cada ser humano. Así que utilizan a personas que conocen, en particular personas que murieron de manera injusta. Los demonios fingen ser estar personas fallecidas y entran en las mentes débiles y viven ahí. Y como los demonios dicen que son cierta persona que falleció a los poseídos, estas personas se dejan engañar completamente. Así es como actúan los demonios, y como los demonios entran en el nombre de alguien a quien conocen muy bien, muchos seres humanos se dejan engañar por completo.
Por eso debemos creer en el nombre del Hijo de Dios. Debemos creer en Jesucristo. Al creer en Jesucristo, quien nos salvó, podemos tener una fe más fuerte. Cuando confían en Él de todo corazón, la fe entra en sus corazones; de lo contrario esta fe no entra en sus corazones. No basta con entender esto intelectualmente. Deben creer. Entonces deben confesar esta fe con sus labios. ¿Creen todos ustedes? Esto es muy importante.
Pienso que si tengo la oportunidad puedo hablar acerca de demonios, de cómo operan los espíritus malvados. Pienso que debo hablar de estas cosas con ustedes. Una persona que puede ver espíritus malvados con sus ojos ya está poseída por ellos. Podemos saber cómo actúan los demonios. Podemos saber cómo un espíritu malvado entra en una persona, cómo contacta con humanos como nosotros, cómo posee a otras personas, cómo actúa y cómo pide a otras personas que hagan cosas extrañas. Como les estoy diciendo, una persona que tenga al Espíritu Santo sabe todas estas cosas.
Pero lo que es aún más importante que tener conocimiento de estas cosas es creer en Jesucristo de todo corazón. Esto es lo que hemos escuchado desde el principio. Este es el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos hemos escuchado desde el principio hablar de Jesucristo que vino por el agua y la sangre. ¿Qué les dieron los Apóstoles a sus discípulos y a los santos? El Evangelio del agua y el Espíritu.
No somos solo nosotros los que hablamos del Evangelio del agua y el Espíritu. Los Apóstoles, incluyendo el Apóstol Juan, predicaron el Evangelio del agua y el Espíritu a los santos de sus días. El Evangelio del agua y el Espíritu es lo que predicaron los Apóstoles desde el principio y es lo que los creyentes escucharon desde el principio. Así que está escrito: «Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre» (1 Juan 2, 24). Cuándo creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Padre y el Hijo permanecen en nosotros.
Ya ha pasado mucho tiempo, así que quiero terminar este sermón y seguir hablando de esto en el culto de la tarde. Les he dado una introducción sobre este tema. Debo continuar en vez de simplemente darles lo básico porque no valdría de nada parar aquí.
Sin embargo, nosotros debemos permanecer en el Señor como les he enseñado en la Iglesia de Dios. Si permanecen en Cristo, deben vivir de manera justa, pero si su corazón no permanece en Cristo, deberán salir al mundo. Su corazón debe permanecer en el Señor. Ahora vamos a terminar y continuaremos esta tarde.
Está escrito: «Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados» (1 Juan 2, 28). Si permanecemos en el Señor, entonces no estaremos avergonzados. Por el contrario, sino permanecemos en el Señor, seremos avergonzados. Esta vergüenza se refiere a la destrucción. Les estoy hablando de su posible destrucción antes de que ocurra.
El pasaje de las Escrituras sigue diciendo: «Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él» (1 Juan 2, 29). Queridos hermanos, deben saber que los que practican la justicia son los hijos de Dios y los siervos de Dios. ¿Lo saben? Un verdadero creyente mostrará esta fe verdadera a través de sus acciones justas. Esta persona de fe sirve al Señor de cualquier forma o con cualquier acción. ¿No es cierto esto? Sí, es cierto.
Estoy preparando un libro de sermones titulado ¿Todavía están agonizando por sus pecados personales? Así que necesito predicar muchos sermones para poder publicar este libro, pero me está resultando difícil. Sin embargo, es bueno que podamos predicar la Palabra de Dios juntos de esta manera.
¿Qué tiempos son estos? Son los tiempos del Anticristo. Son los días del Diablo. Son los días del Anticristo. Es un tiempo en que los espíritus malvados están trabajando con toda libertad. ¿Saben cuántas personas están poseídas por espíritus malvados? Si no tenemos cuidado, en otras palabras, si no permanecemos en el Señor, estaremos poseídos por espíritus malvados. Los espíritus malvados saben bien si creemos en la Verdad o no. ¿No es cierto? Conocen muy bien nuestro estado espiritual. Por eso debemos creer firmemente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Deben aferrarse a esta Verdad.
Nosotros somos recipientes. Somos recipientes que el Señor puede utilizar o recipientes que utiliza el Diablo. Dependiendo de quién nos utilice, seremos honrados o seremos abandonados. El Diablo utiliza un recipiente y después lo destruye. Pero Dios nos utiliza para una causa buena y nos limpia para dar aún más fruto, como dijo: «Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto» (Juan 15, 2). Aunque haya algo insuficiente, nos renueva con el Evangelio del agua y el Espíritu y nos limpia. Estos son los destinos diferentes entre los dos tipos de recipientes.
Este es el momento en que debemos estar completamente despiertos. Esto es cierto. Espero que sientan lo mismo y estén de acuerdo conmigo. Aquí termino mi mensaje.
¡Aleluya!