Search

Κηρύγματα

Tema 11: El Tabernáculo

[11-3] Jehová el Dios Vivo (Éxodo 34:1-8)

Jehová el Dios Vivo
(Éxodo 34:1-8)
«Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró».
 
 
Necesitamos Descubrir Quién es Realmente este Dios en el Cual Creemos
 
Comenzemos leyendo Éxodo 3:13-16: «Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová,[a] el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto».
 
 

¿Quién es Jehová Dios?

 
El nombre del Señor en Hebreo es Yahweh o Yhwh, tradicionalmente Jehová, y Yahweh significa Él que existe por sí mismo. En otras palabras, Dios no es una creación, sino el que existe por sí mismo, el creador quién hizo todo el universo y todo lo que hay en él.
Veamos Éxodo 6:2-7: «Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo, yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto».
El versículo 3 dice: «Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos». En la Versión Reina Valera, la cláusula “por mi nombre SEÑOR” está escrita “por mi nombre JEHOVAH”. La palabra Hebrea JEHOVAH significa “El que Existe” o “El nombre apropiado del único Dios verdadero.” Dios no había hecho saber su nombre Jehovah a la humanidad antes. Así que la gente de ese tiempo solo lo llamaba a él Dios. Pero ahora, para salvar a la gente de Israel, Dios quiso que su nombre Jehovah fuese conocido por toda la gente de este mundo. “Yo soy Jehovah. Yo soy Yahweh. Yo soy el que soy, el que existe por sí mismo”. Así Dios quiso que su nombre fuese conocido.
Dios es el que existe por sí mismo, “el Dios de Abraham, Isaac y Jacobo”. Él ha estado vivo aún antes de los tiempos más antiguos, aún antes del mismo principio de todo. En otras palabras, Dios vive y existe eternamente. Dios había permitido que la gente de Israel, los hijos de Abraham, fueran esclavizados en Egipto durante 430 años y entonces él había prometido que los libraría de su esclavitud y los guiaría a la tierra de Canaán. Así como él lo había prometido, Jehovah Dios apareció después de 430 años y ordenó a Moisés que liberara a la gente de Israel de la persecución del Faraón. “Yo soy Jehovah. Yo soy el que soy, tu Dios. Deja ir a mi pueblo”. Por amor de su pueblo, él se manifestó a sí mismo ante Moisés y ordenó a Faraón que dejara ir a su pueblo, ya que Jehovah Dios sabía de los sufrimientos del pueblo de Israel. Debido a que él sabía que su pueblo estaba lamentándose con sus sufrimientos, Dios dijo que él los liberaría de su esclavitud.
Después de 430 años de que él había hecho la promesa a Abraham, Dios vino a la gente de Israel y se manifestó a sí mismo. “Yo soy Jehovah. Yo soy Dios. Yo he venido a cumplir la promesa que Yo dije a Abraham, tu padre, que Yo guiaría a sus hijos fuera de Egipto y los llevaría la tierra de Canaán. Y también Yo sé de todos tus sufrimientos. Ahora ve al Faraón y dile eso.” Esto es lo que Jehovah Dios dijo.
Debemos darnos cuenta que Dios es realmente el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Dios también es nuestro propio Dios, tuyo y mío. Entonces, ¿cuál es su nombre? Su nombre es Yahweh, que quiere decir el que existe por sí mismo. Dios ha existido desde antes de la creación del universo, como el que existe por sí mismo, cuyo ser no vino por nadie más sino por sí mismo.
 

Debemos Entender el Significado del Nombre De Dios
 
Es de suma importancia que nos demos cuenta y creamos que Dios es realmente el que existe por sí mismo, el que nos ha creado, quien gobierna sobre nosotros y quien nos ha liberado de nuestros pecados. Debemos creer en Yahweh Dios, ya que este Yahweh Dios de hecho creó todo el universo y continúa existiendo aún ahora.
Como el pueblo de Israel, tú y yo también creemos en Dios, y también hemos recibido sus mandamientos ante su presencia. Así como la gente de Israel falló en guardar toda la ley, nosotros también hemos fallado al tratar de vivir por la ley. Así que, debido a nuestros pecados ante Dios, también éramos la clase de seres que no podíamos evitar estar sujetos al temido juicio de Dios. En otras palabras, debido a nuestros pecados realmente no podíamos escapar de ser condenados por él por nuestros pecados.
Es por eso que cada uno de nosotros debe pagar un rescate a Dios para expiar nuestros propios pecados. Para ser salvos de nuestros pecados, teníamos que darle a Dios Padre el pago de la expiación que era igual a nuestra propia vida, con nuestra fe. Realmente teníamos que dar la ofrenda del sacrificio equivalente a nuestra propia vida para poder satisfacer su justo juicio y revelar el misericordioso amor de Dios. Solo dando realmente la expiación de vida de nuestros pecados la paz podía ser restaurada entre Dios y la humanidad. Es solo a través de la fe que podemos ser liberados de todos nuestros pecados y condenación.
Debido a que realmente este es el caso, siempre que vamos ante Dios, tenemos que admitir, debido a nuestros pecados lo que hemos hecho ante él, y que no podíamos evitar el juicio y castigo por estos pecados. Cuando creemos en Dios como nuestro Salvador, realmente debemos reconocer y admitir que estamos destinados al infierno por estos pecados, y creer en el Mesías, quién ha dado el pago de nuestros pecados y quien nos ha liberado del juicio del pecado como nuestro propio Salvador. Cuando vamos ante Dios, debemos creer en el bautismo y en la sangre de Jesucristo, la ofrenda sacrificial de nuestros pecados, creer en él como el Mesías y reconocerlo como tal. Debemos admitir que todos nos hemos convertido en pecadores ante Dios debido a nuestra insuficiencia en guardar sus mandamientos y debemos creer que Jesucristo el Mesías nos ha liberado de todos nuestros pecados.
Debemos reconocer que no podíamos evitar el estar sujetos al castigo del pecado de Dios. Así, admitiendo nuestra pecaminosidad, llegamos a ser aptos para recibir las bendiciones de la remisión del pecado que Dios nos ha dado, y fuimos capaces de construir la base de nuestra fe que puede darnos la misericordia de Dios y recibir su remisión del pecado.
Para hacernos sus hijos, Dios nos hizo a su propia imagen, pero él permitió que naciéramos en debilidad. Como los descendientes de Adán, todos nacemos como pecadores, pero esta es la profunda providencia de Dios para convertirnos en sus hijos.
Éramos unos seres que no podíamos evitar el ser juzgados por nuestros pecados, pero para realizar su voluntad, Dios envió a su propio Hijo a nosotros y nos ha perdonado de todos nuestros pecados. Jesús, el Hijo de Dios, recibió su bautismo y murió sobre la cruz en obediencia al plan de Dios. Por lo tanto, Jehovah Dios ha dado vida nueva a aquellos de nosotros que creen que todos los pecados del mundo fueron pasados sobre su Hijo con su bautismo de Juan, que él nos salvó de todos nuestros pecados con su sangre sobre la cruz y que así él llevó toda la condenación de nuestros pecados.
El bautismo de Jesús y su sangre fueron la ofrenda sacrificial que fue más que suficiente para permitirnos, cuando nosotros creemos, recibir nueva vida, para ser salvados de todos nuestros pecados y convertirnos en hijos de Dios. Debemos ser salvados de todos nuestros pecados y convertirnos en hijos de Dios, debemos ser salvados de todos nuestros pecados creyendo, y con nuestra fe en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino tejido, debemos tener la clase de fe que nos permite convertirnos en el pueblo de Dios. De hecho, es la absoluta verdad que solo aquellos que tienen tal fe realmente pueden convertirse en el propio pueblo de Dios.
 

Todas las Deidades de las Religiones de este Mundo son Meramente Criaturas de la Propia Justicia de la Humanidad
 
Aparte de Jehovah Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo, todas las demás deidades, son deidades mundanas hechas por la misma humanidad. A excepción de Dios, no existe nada en este mundo que exista por sí mismo. Es por eso que Yahweh Dios dijo, “Yo soy el que soy”.
De hecho, ¿existe alguien que exista por sí mismo? Buda nació de la matriz de su madre y así él solo es una criatura de Dios. Igual que Confucio y Mohamed, ya que ellos nacieron de sus padres y por lo tanto son meramente criaturas hechas por Dios. Las estatuas de Buda que sus seguidores han moldeado o tallado son también meramente la creación del propio hombre, hecha con las propias piedras o metales que Dios mismo creó. Todo, desde el sol hasta la luna, las estrellas, el agua, el aire y las galaxias del universo, todas fueron hechas por Dios. No existe nada en este mundo que no fuera hecho por Dios. Aún los ángeles, los seres espirituales también fueron hechos por Dios.
Sólo el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, en quien creemos nosotros es Yahweh Dios, el que existe por sí mismo. Yahweh Dios no fue hecho por nadie más. Sólo Él existe por sí mismo, solo él es el creador de todo el universo y solo él es quien nos hizo a ti y a mí. Sólo este Dios Yahweh ha planeado en su voluntad el salvarnos de nuestros pecados y convertirnos en su propio pueblo.
Se debe a que Dios así lo ha planeado, que él nos hizo nacer en este mundo mientras lloramos y volvemos siempre con manos vacías, y es debido a este plan que él nos ha permitido sufrir en este mundo, para que no tuviéramos otra opción que la de buscarlo a él y encontrarlo.
Cuando decimos que creemos en Dios, realmente debemos admitir que somos la clase de seres que, debido a nuestros pecados e insuficiencia para guardar los mandamientos de Dios, no podemos evitar encarar el castigo de muerte, el infierno y los temibles sufrimientos ante Dios. Antes de creer en Jesucristo el Mesías como nuestro Salvador, primero debemos reconocernos como pecadores que no podemos evitar el temible juicio del pecado y ser lanzados al infierno.
 


Yahweh Dios es Omnisciente y Omnipotente

 
Solo Dios es el omnisciente y omnipotente Dios quien verdaderamente nos hizo y gobierna sobre el mundo. Después de reconocer esto, debemos entonces admitir ante Dios la clase de pecadores que realmente somos –esto es, debemos admitir que debido a nuestros pecados no podemos evitar el estar sujetos a la temida ira de Dios. Y debemos creer en la verdad, que creyendo en el Cordero de Dios quien vino a liberarnos de todos nuestros pecados y pasando todos nuestros pecados sobre esta ofrenda sacrificial imponiendo nuestras manos sobre su cabeza, todos nuestros problemas de pecado están resueltos. Verdaderamente somos nosotros los que debemos ser juzgados y morir por nuestros pecados, pero debido a que esta ofrenda sacrificial tomó todos nuestros pecados con su bautismo, nuestros pecados pueden ser lavados. Debemos creer en esta verdad. Debemos reconocer que a través de esta ofrenda sacrificial, Dios el Todopoderoso, para quien nada es imposible, realmente nos ha salvado, a nosotros que no podíamos evitar el ser destinados al infierno por todos nuestros pecados. La gente que cree en esto son los verdaderos creyentes de Jesucristo el Mesías.
De hecho, está mal creer en el Mesías arbitrariamente. Cuando nosotros decimos que creemos en Dios, nuestra fe debe ser establecida sobre una sólida base bíblica. Y debemos colocar la primera y más poderosa base de verdad en su Palabra, la cual dijo, “Yo soy el que soy. Yo soy Jehovah”.
La gente de Israel falló en guardar la ley que Dios les había ordenado que siguieran. Los mandamientos que Dios dio a los israelitas también fueron dados a aquellos de nosotros que estamos viviendo en la era actual. Si realmente quieres creer en Dios y si realmente quieres convertirte en el hijo de Abraham con tu fe, debes reconocer que Dios ha dado 613 mandamientos no solo a los Israelitas, sino también a nosotros, a todos en este mundo y a todo el universo. Y realmente debemos reconocer que nosotros también hemos fallado en guardar los mandamientos, como los israelitas, y así estamos destinados al infierno, porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
Debemos creer que Dios ha perdonado nuestros pecados con la verdad de los hilos azul, púrpura y carmesí. Para hacerlo, debemos salir en busca de la verdad de la salvación, por la cual nuestro Señor nos ha liberado de nuestros pecados y de la condenación de nuestros pecados.
A pesar de haber fallado en guardar los estrictos mandamientos de Dios, si no reconocemos que somos tremendos pecadores, y si no admitimos que estamos atados al juicio de nuestros pecados, entonces nunca seremos capaces de creer en el Mesías. Si la gente fuera a creer que ellos entraran al cielo, aunque permanecen en pecado, cuando, de hecho, Dios ya ha escrito sus pecados en el libro del Juicio, estarían cambiando la ley de Dios en la suya propia, cometiendo el pecado de usar el nombre de Dios en vano. Tales personas nunca podrán ser salvas de sus pecados. Serán eternamente juzgados por sus pecados, y serán condenados con el castigo del infierno, ya que a pesar de si creen en Dios o no, ellos no han reconocido a Dios. Estas personas deben arrepentirse de inmediato y apartarse de su incredulidad.
Aún en este mismo instante, Dios está en nuestros corazones, y existe por sí mismo en todos estos espacios. Y él sabe todo acerca de nosotros.
Aunque Dios está vivo, existe gente que no cree en él, algunos hasta lo están incitando. Pero todos nosotros tenemos necesidad de ofrendas sacrificiales por nuestros pecados. Es por eso que Dios hizo que los israelitas dieran ofrendas sobre el altar del tabernáculo de la ofrenda quemada, en acuerdo con la forma de salvación que Dios ha puesto.
Dios es realmente el que existe por sí mismo. Él es el que era antes y el que es ahora. Él es Dios quién vivió, apareció y habló a nuestros antepasados de fe hace mucho, el que vive, aparece y nos habla ahora, él es quién obra entre nosotros, nos guía y gobierna nuestras vidas.
 

La Verdad Que No Debemos Olvidar
 
Aunque hemos sido salvados, existe una cosa que, nunca debemos olvidar. Y es que aunque no podíamos evitar el ser condenados eternamente, con su bautismo y derramando su sangre sobre la cruz, nuestro Señor nos ha liberado de tal juicio por nuestros pecados. Hasta el día en que estemos ante Dios, de hecho, nunca debemos olvidar esta verdad y siempre creerla en nuestros corazones. Debemos creerla aun cuando estemos en el reino del cielo alabando a Dios. Debemos dar gracias a Dios por permitirnos, la misma gente que no podía evitar el ser maldecida eternamente y juzgada por sus pecados, creer en nuestro Señor como el Salvador y por darnos vida eterna.
Debemos reconocer el evangelio del agua y el Espíritu siempre. ¿Qué pasaría si no admitimos que estamos destinados eternamente a ser juzgados por estos pecados? No habría razón para que nosotros alabáramos a Dios. Dios realmente nos ha salvado, los seres mortales quienes no podíamos evitar el ser juzgados por siempre por nuestros pecados. Es por eso que debemos creer y alabar al Señor –debido a que el Señor recibió su bautismo y derramó su sangre por nosotros. Es por eso que tú también debes creer y es por eso que también todos debemos predicar el evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que creen en el bautismo que Jesús recibió y la sangre que él derramó por sus pecados tienen corazones que alaban a Dios. Debido a que el Señor los ha salvado de sus pecados y muerte, lo alaban a él cada día con su fe.
El problema es que alguna gente ha interpretado mal a Jesús. Su conocimiento de él es de un solo lado y medio vacío. Estas son la clase de personas cuya conciencia se ha corrompido, que ni aún se dan cuenta que están cometiendo pecado cuando, en realidad, están sumergidos en toda clase de pecados. Aquellos que cometen pecado y no lo reconocen como pecado –estos son los pecadores.
Aunque en realidad somos seres débiles que no podemos evitar el pecado, debemos admitir nuestros pecados cada vez que los cometemos, y debemos confirmar el bautismo de nuestro Señor y su sangre sobre la cruz –esto es, el evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, nosotros realmente admitimos que no podemos evitar el ser pecadores ante Dios. Y creyendo realmente en el evangelio del agua y el Espíritu, podemos respirar con alivio. Ciertamente, creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, nos hemos ganado nuestra paz mental.
Cuando yo hablo de estar sin pecado, no significa que no reconoceremos nuestros pecados aun cuando en realidad los cometemos. No significa que aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu no necesitan reconocer al pecado como pecado. Aunque en realidad hemos sido liberados de todos nuestros pecados, aún reconocemos los pecados que cometemos por lo que son –como nuestros pecados. Lo que nunca debemos olvidar es que, aunque no podíamos evitar el ser juzgados eternamente por nuestros pecados, nuestro Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados y de la condenación del pecado con su bautismo, su sangre sobre la cruz y su resurrección. Nunca debemos olvidar que nuestro Señor nos ha salvado con los hilos azul, púrpura y carmesí, sino creer en ello y alabarlo por ello. Debemos recordar como éramos antes. Recuerda que una vez éramos seres tan pobres que no podíamos evitar el ser juzgados eternamente por nuestros pecados. Y debemos alabar la salvación de la remisión del pecado dada por Dios, y darle gracias a él cada día por su gran gracia de salvación. Nada más que esto es la fe de los creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu.
 


Yahweh Dios Está Vivo Aún Ahora

 
Así como Dios era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, él es ahora tu Dios y mi Dios. «Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos» (1 Corintios 14:33). Él no es el Dios de aquellos cristianos que son de obras pretenciosas y vistosas, sino que es el Dios de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos la fe que cree en la Palabra de Dios y lo obedece a él con un “sí”. Dios es nuestro Dios. Cuando él realmente nos dice, “Tú estás destinado al infierno”, le decimos a él, “Sí, tú estás en lo cierto”. Y cuando él nos dice, “Tú continuarás pecando hasta el día en que mueras”, entonces diremos de nuevo, “Sí, tú estás en lo cierto”. Y cuando él nos dice a nosotros, “Pero Yo realmente te he salvado con los hilos azul, púrpura y carmesi y el lino fino torcido,” solo podemos decir de nuevo, “Sí, tú realmente estás en lo cierto.” Así nos hemos convertido en el pueblo de Dios quien siempre lo obedece a él con un “sí”. Yo doy gracias a nuestro Dios por su gracia que nos ha salvado con el evangelio del agua y el Espíritu.
Debemos creer y reconocer en nuestros corazones que nuestro Señor ciertamente nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu, y por lo tanto nos ha convertido en el pueblo del reino de Dios. Den gracias a Dios el Señor creyendo que el evangelio del agua y el Espíritu es el regalo de salvación que Dios les ha dado.
Yo siempre alabo a Dios con mi fe por haberme salvado eternamente, quien realmente no podía evitar el estar destinado al infierno debido a mis pecados, con el evangelio del agua y el Espíritu. Recordando que de hecho todos éramos bronce –esto es, no podíamos escapar el juicio de Dios- y por lo tanto no puedo sino alabar a Dios por nuestra liberación del pecado, por salvarnos con sus hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. Y debemos darle gracias a él creyendo en la verdad del evangelio escondido en estos hilos azul, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido.
Sólo Dios Yahweh es el Dios de toda la humanidad. Y él se ha convertido en Dios el Salvador de toda la raza humana. Todos debemos creer en Yahweh Dios como nuestro propio Dios.
 
Este sermón también está disponible en formato de libro electrónico. Haga clic en la portada del libro a continuación.
El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (I)