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Κηρύγματα

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 1-11] Jesús encontró nuestras almas (Lucas 1, 46-50)

(Lucas 1, 46-50)
«Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen».
 
 
Al recibir esta Navidad y despedir el año, nos falta algo en el corazón. Hay muchas cosas complicadas que nos suceden en esta generación, pero lo más importante es que debemos saber que para los seres humanos, no hay solo un hombre exterior, sino un alma que es el hombre interior. Así que uno de los autores de Salmos dijo: «¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios» (Salmos 42, 11). 
Todos tenemos un hombre exterior y uno interior. Nuestro hombre exterior se adapta a la realidad, pero el interior, es decir nuestra alma, se siente decepcionado si no seguimos al Señor. Muchas personas cambian rápidamente en esta generación porque todo está yendo muy rápido. La gente no puede seguir este mundo que cambia tan rápidamente. El mundo en el que vivimos está cambiando tan rápidamente que cuando los precios suben y los impuestos también, se crea mucha corrupción. El entorno natural también cambia para peor. Estamos viviendo en un mundo difícil. En esta situación, nuestro hombre exterior piensa que siempre está perdiendo cosas. Esta generación es la era de la incertidumbre, como dijo un economista famoso. No hay nadie que no esté bajo la influencia de esta incertidumbre. Así que la gente se siente confusa por su futuro e intenta acomodarse. Pero no es fácil librarse de esta incertidumbre. 
Mis queridos hermanos, ¿qué ocurre con nuestro hombre interior, nuestra alma, esta Navidad? ¿Alaban sus almas al Salvador y se regocijan por el nacimiento del Salvador? Nuestras almas tienen gozo y están en paz por la justicia del Señor. ¿Por qué? Porque el Señor vino a nosotros, tomó todos nuestros pecados para siempre a través del bautismo, los eliminó todos, y nos dio la verdadera libertad. Esto se debe a que nos dio el Reino de los Cielos que nosotros no podíamos construir. Nuestras almas siempre tienen gozo porque nuestro Señor nos dio la verdadera libertad. 
Mis queridos hermanos, todos nosotros tenemos dos partes dentro de nosotros. Tenemos un hombre interior y un hombre exterior. Su hombre interior es su alma. Su alma alaba al Señor como María alabó a Dios cuando dijo: «Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva» (Lucas 1, 46-48). Nosotros también podemos confesar esto como María y hacemos esta confesión de fe con la misma fe que María. Mientras celebramos la Navidad, nuestro hombre interior se regocija porque el Señor vino a nosotros. Los pecados de nuestras almas pueden ser redimidos completamente para siempre porque el Señor vino al mundo. Nuestras almas alaban a nuestro Salvador Jesucristo porque tenemos libertad. 
La Biblia dice: «Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Corintios 4, 16). Mi hombre exterior está incómodo en este mundo tan oscuro, pero me pregunto qué le pasaría a mi hombre interior si no fuese por la justicia del Señor. Me considero afortunado al celebrar esta Navidad porque el Señor vino a nosotros. Así que mi hombre interior tiene gozo por mi Salvador. 
¿Qué habría pasado si el Señor no hubiese venido a nuestras almas? Pero nuestras almas están ante Dios sin miedo, le alaban, y le dan gozo porque el Señor vino para redimir todas nuestras almas del pecado para siempre. Esta es la gracia de la justicia de Dios. 
 
 

Nuestras almas no tendrían gozo si no fuese por el Espíritu Santo de Dios

 
Mis queridos hermanos, quiero volver a recalcar que nuestras almas no tendrían gozo si Dios no estuviese con nosotros. Nuestras almas alaban a Dios. Alabamos la justicia del Señor porque hizo una gran obra para que le alabásemos y diésemos gloria. 
Les repito que cada uno de ustedes tiene un hombre exterior y un hombre interior. Como saben, el hombre interior es más importante que el hombre exterior. Su hombre interior es su alma. Dios nos ha hecho personas vivas al darnos el aliento de la vida, y ha convertido nuestras almas en vidas que nunca mueren. Dios nos ha hecho seres que nunca mueren, pero si un alma tiene pecados, será destruida eternamente. 
Nuestras almas han caído en el pecado porque han caído en la trampa de Satanás. ¿Qué sería más malvado y frustrante que tener pecados en nuestras almas? Pero nuestro Señor vive en nuestros corazones. Jesucristo vino para vivir en nosotros. Jesús vino para salvarnos de todos los pecados. Es el Creador que creó el universo entero. Jesucristo, que es el verdadero Dios, vino a nuestras almas y nos salvó. Así nuestras vidas volvieron a la vida, tuvieron gozo de nuevo y alabaron a Dios. Nuestras almas le alaban por haber recibido la libertad eterna, la paz eterna y las bendiciones eternas por la justicia de Dios. Estoy agradecido por el hecho de que Dios está vivo; y estoy eternamente agradecido por la gracia que hemos recibido del Dios vivo que vino a nosotros. 
No tendríamos ningún problema si solo tuviésemos almas pero no cuerpos físicos. Por eso todo el mundo se siente desesperado en este mundo. Se siente incómodo. La razón es que tienen el hombre exterior y su hombre interior no conoce al Señor. Por muy inestable que sea el mundo o por muy débiles que seamos, nuestras almas, nuestro hombre interior, puede tener gozo gracias a nuestro Salvador. Somos muy afortunados por tener al Señor en nuestras almas, y no hay bendición mayor que esta. No hay gente en este mundo que esté tan bendita como nosotros. No hay gente más feliz que nosotros. 
 
 

María era una persona con una gracia especial en esos tiempos

 
María era parienta de Isabel. Un día, cuando María estaba sola, un ángel se le apareció y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres» (Lucas 1, 28). Entre muchas mujeres, María tenía una gracia de salvación especial. Mis queridos hermanos, ustedes también han recibido una bendición grande al revestirse de la gracia de salvación. Ustedes tienen el amor especial de Dios. 
¿Pueden nuestros espíritus ser como el de María que fue utilizado por Dios? ¿Podemos tener espíritus como el del Apóstol Pablo y recibir la remisión de los pecados como él? La pregunta es: ¿Pueden nuestros corazones ser como el de María y podemos recibir la salvación a través de la Palabra de Dios y alabar a Dios como ella? Sí, podemos porque tenemos la gracia especial de salvación de Dios. Le damos alabanza, gracias y gloria a Dios por el Espíritu Santo. Nuestras almas se regocijan en nuestro Salvador y nuestras almas alaban al Señor. Nuestras almas alaban al Señor y se regocijan porque nos ha salvado de todos nuestros pecados, porque vino a nosotros y porque nos encontró a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Nos rescató de todos nuestros pecados y los eliminó, nos ha bendecido para poder vivir en el Reino de los Cielos y nos ha convertido en su pueblo. 
Ahora estamos viviendo en un mundo oscuro y complicado. Mientras vivimos en un mundo sin futuro, lleno de pecados e iniquidades, nos sentimos incómodos. Pero, queridos hermanos, espero que no crean que no son nadie por las debilidades de su hombre exterior. Tenemos la Palabra de salvación que hemos recibido de Dios. Nuestra existencia real se encuentra en el hombre interior. Nuestro hombre exterior no es quien somos de verdad. 
Las larvas feas salen del suelo, hacen capullos en los árboles y viven en ellos hasta que se levantan un día, dejan su capullo y se convierten en cigarras que cantan bellas canciones en el verano. Así son nuestros hombres interiores. Nuestro hombre interior es como una cigarra que sale de su capullo. Nuestro ser verdadero es nuestro hombre interior, no el exterior. Se puede decir que nuestro ser real es nuestra alma. Nuestro Señor vistió nuestras almas, nuestro hombre interior, con la gracia de salvación. Eliminó todos nuestros pecados para siempre a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. 
 
 

El Señor nos hizo hacer la obra perfecta de Dios

 
Esta palabra consiste en predicar por fe que tomó todos los pecados del mundo y derramó su sangre. Nuestro Señor nos ha amado a pesar de nuestra humildad como a María, quien estando llena del Espíritu Santo dijo: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán bendita» (Lucas 1, 48). ¿Estaba María bendita? Sí. Era una mujer bendita. 
La Iglesia Católica la llama llena de gracia. El significado de estas palabras es correcto. Empiezan orando: «Dios te salve, María, llena eres de gracia». Esto significa que recibió toda la gracia. Siguen orando: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre». Esta parte de la oración no es incorrecta, pero el problema empieza después. La última parte de la oración a María dice: «Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte». ¿Qué piensan de estas palabras? La prueba de que deifican a María está en esta oración. Llaman a María, Santa María, madre de Dios. No tiene sentido. 
María era una mujer bendita. Pero solo pudo ser bendita al admitir que era una mujer desesperada destinada a ir al infierno si no fuera por la gracia del Señor. Era un ser humano cualquiera, pero recibió la bendición de Dios con un corazón humilde por fe. ¿Qué tipo de personas somos ante Dios? Debemos saber qué tipo de personas somos ante Dios. Hemos recibido algo muy valioso de Dios; está mal no saber esto y estar desesperados porque estamos demasiado pegados a nuestros cuerpos. El Apóstol Juan dijo: «Oro porque prosperen en todas las cosas y tengan salud, al tiempo en que sus almas también prosperan» (3 Juan 1, 2). 
Debemos desear que nuestro hombre interior prospere más que nuestro hombre exterior y debemos saber qué tipo de bendiciones hemos recibido ante Dios. Juan también está diciendo que espera que sepamos los tipos de bendiciones que nuestras almas han recibido ante Dios y lo bendita que es la salvación que hemos recibido. 
Mis queridos hermanos, cuando se examinen a sí mismos espero no que sean pesimistas cuando vean a su hombre exterior o la realidad oscura. No tenemos mucho interés en este mundo porque somos personas benditas ante Dios. María recibió esta bendición hace mucho tiempo y todos los predecesores de la fe que creyeron en la justicia del Señor también recibieron la misma bendición de la salvación. Espero que sepan que en esta generación somos personas benditas que han recibido la bendición de la salvación de Dios. ¿Lo entienden? Somos personas que han recibido la gran bendición de la salvación de Dios. Esta es la prueba de la gran bendición de que no tenemos pecados en nuestras almas porque hemos recibido la remisión de los pecados, ¿no es así? 
Aunque no prosperen sus hombres exteriores, el Señor nos llevará al Reino de los Cielos cuando llegue el momento y nos dará gloria para siempre porque vino a nuestras almas, eliminó nuestros pecados y nos bendijo. Nadie ha recibido mayor bendición que la bendición de la salvación. Lo que tenemos que pensar en estas Navidades es que Dios está vivo y que vino a nuestras almas, y debemos estar agradecidos con fe porque eliminó todos nuestros pecados para siempre a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Al eliminar nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor les dio santidad a nuestras almas, a nuestro hombre interior, y vino a visitarnos personalmente. No hay nada mayor que esto. Nadie ha recibido mayor gracia que la gracia de la salvación del Señor. Dios nos ha venido a buscar y hemos recibido esta gracia. 
El Señor vino a buscarnos y eliminó todos los pecados de esta generación, de la misma manera en que fue a visitar a María y eliminó todos los pecados de su alma. Estas Navidades debemos alabar al Señor y darle gracias por esta fe. Nuestro Señor vino a buscarnos, eliminó todos nuestros pecados y se convirtió en nuestro Salvador. Entre todas las personas del mundo, hemos encontrado al Señor especialmente porque vino como nuestro Salvador. Vino a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que el Señor fue concebido en nuestros corazones y la fe de nuestros corazones crece todos los días. Mis queridos hermanos, ¿saben que Jesucristo vino a nuestros corazones, eliminó nuestros pecados y ahora hace que su fe siga creciendo? ¿Saben que el Señor está vivo en sus corazones y nos bendice? 
¿Quién está en nuestras almas? El Señor. ¿Quién está en el Señor? Nuestras almas. Nos hemos convertido en un cuerpo; Él come con nosotros y nosotros con Él. Esta es una relación gloriosa. Mis queridos hermanos, somos personas que tienen la valiosa bendición de la salvación de Dios. Nuestras almas han recibido bendiciones enormes ante Dios y no tenemos palabras suficientes para expresarlas. Nuestro Señor encontró nuestras almas e hizo la gran obra de la salvación. Eliminó todos nuestros pecados para siempre y nos rescató del juicio del pecado. Nuestras almas irán al reino del Señor y vivirán allí para siempre. 
Así que nuestro hombre interior debe estar agradecido, alabar a Dios y crecer. Pero hay personas que se dejan llevar por las cosas del mundo porque su hombre exterior y sus almas están deprimidos. Espero que utilicen todas sus fuerzas para reforzar a su hombre interior. Si la fe de su hombre interior crece, su hombre exterior crece automáticamente. Al celebrar esta Navidad, debemos pensar ante el Señor en la bendición tan grande que hemos recibido, y debemos alabar y estar agradecidos ante el Señor por habernos dado esta gran bendición y gracia. 
Ahora empieza a hacer frío y es difícil vivir en este mundo últimamente. Sé que sus corazones están preocupados por muchas cosas. Pero no debemos olvidar que el Señor vino a nuestras almas, eliminó nuestros pecados y nos bendijo. Debemos estar agradecidos por estas cosas y vivir con el Señor a nuestro lado. No podemos olvidar que nuestro Señor vino por nosotros. María vivió agradecida sin olvidar que el Señor había acudido a ella. Cuando encontró al Señor dijo: 
«Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen» (Lucas 1, 46-50). 
María alabó al Señor inmediatamente con su espíritu cuando conoció al Señor. Esta alabanza y confesión de fe de María es nuestra confesión. Nuestro Señor ha venido a nosotros y nos ha dado bendiciones para que nuestras almas puedan hacer esta confesión y dar alabanza al Señor. Estar bendecido depende de si se ha conocido al Señor o no. 
Deben alabar al Señor y acordarse de Él mientras leen esta confesión de fe de María. De la misma manera en que María hizo una confesión de fe cuando dijo: «Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones» (Lucas 1, 46-48), deben alabar al Señor por salvar sus almas. Mientras celebramos la Navidad, debemos estar agradecidos de todo corazón. No podemos olvidar lo que el Señor hizo por nosotros y debemos estar eternamente agradecidos. 
Los corazones de las personas se engrandecen en Navidad. Satanás se aprovecha de la gente en estos momentos porque sabe que le queda poco tiempo. Si leemos el Libro de Daniel, vemos que habla de los últimos días y dice que el conocimiento y la ciencia aumentarán en los últimos tiempos. ¿Cuánto ha aumentado el conocimiento? Vivimos en la era de las computadoras. He oído que un chip de computadora del tamaño de una uña tiene suficiente memoria para almacenar varios cientos de millones de palabras. En el futuro los trenes no irán sobre vías. Se dice que se construirán trenes bala que irán a 500 km por hora (313 mph). Serán casi tan rápidos como un avión. También he oído que los aviones de pasajeros son lentos e incómodos, pronto serán más rápidos gracias a motores supersónicos. Es difícil ir al paso de este mundo porque cambia muy rápido. La gente que se vuelve loca intentando mantenerse al paso del mundo es muy insensata. Una persona fracasará en un año si deja todo lo que tiene que hacer para ir al paso del mundo. La gente se quedará atrás porque los avances de la ciencia estarán diez veces por delante de lo que aprendieron durante sus vidas. No podrán ir al mismo paso. Hay personas que simplemente siguen al mundo de lejos porque no pueden alcanzarlo. Una persona que trabaja duro para mantenerse al paso del mundo, tendrá mal humor o incluso se volverá loca. 
Mis queridos hermanos, nuestros hombres exteriores no pueden seguir el paso del mundo pero nuestros hombres interiores tienen gozo y alaban a Dios. Viven eternamente alabando al Señor. Vivimos hoy, mañana y el día de después, y viviremos eternamente, alabando al Señor eterno, incluso después de ir al Reino del Señor, que es el mundo eterno. Esta Navidad, debemos recordar que nuestras almas alaban al Señor. No debemos olvidar que nuestro Señor nos ha salvado. No debemos olvidar que el Señor ha venido a salvar a nuestras almas. Mis queridos hermanos, ¿se preguntan por qué repito lo mismo si ya lo saben? Porque debemos pensar siempre en esta Verdad. ¿De verdad tienen gozo en el Señor? Sí. Mi alma tiene gozo en nuestro Señor. Vivimos para siempre. Si no fuese por el Señor, no tendríamos gozo ni vida eterna. Por tanto, debemos estar agradecidos por su existencia y por venir al mundo por nosotros. 
Debemos pensar en nuestros espíritus. Las personas existimos para siempre. El mundo físico que vemos ahora no lo es todo. El Señor nos ha hecho seres eternos. Nos dio vida mediante el aliento de la vida y así nos ha creado como seres eternos. Nos regocijamos en Él. Esto nos da placer. Debemos alabar al Señor por venir a nuestras almas humildes y por eso le damos gracias eternamente. 
Nuestro hombre interior, nuestra alma, alaba a Dios, le da gracias y gloria. Alabamos al Señor quien nos ha dado la gran bendición que María recibió. Cuando pensamos en que el Señor ha venido a nuestras almas, le alabamos automáticamente, y nuestros corazones pueden tener paz y estar agradecidos aunque nuestro hombre exterior sea insuficiente y el mundo sea oscuro. Si no fuese así, es decir, si el Señor no hubiese venido a nosotros, o si no existiese, sería duro vivir esta vida. Pero, afortunadamente, nuestras almas tienen paz aunque viven en una generación de incertidumbre. Por supuesto, a veces nos sentimos incómodos durante un tiempo, pero la mayor parte del tiempo estamos en paz. ¿Tienen paz sus almas? Veo que sí. Espero que no se olviden de que tenemos paz gracias al Señor. La bendición de la salvación que hemos recibido es muy grande. Aunque el mundo actual sea incierto, nuestras almas tienen gozo. 
Alabamos el hecho de que nuestro Señor existe para siempre y que viviremos para siempre con Él porque ha venido a nosotros. Cuando creímos en Jesús por primera vez, no sabíamos cómo habíamos conseguido una bendición tan grande ni por qué nuestros corazones tenían este tipo de gloria. Pero a medida que pasó el tiempo, nos sorprendimos y agradecimos al Señor por sus bendiciones. Mis queridos hermanos, vayan al mundo y conozcan a otras almas. Miren para ver si han recibido las bendiciones a través del Señor como ustedes. Sus almas están desesperadas. ¿Dónde está su alabanza? ¿Dónde está su gratitud? ¿Dónde está su gozo en todas las cosas? Solo están llenos de preocupaciones y desesperación. Pero las almas que han conocido al Señor tienen gozo en Dios. Esto se debe a que han conocido al Señor. 
Le doy gracias al Señor por encontrarnos. ¿Cómo podríamos vivir sin Él? Esta generación es muy complicada y tiene que vivir en un mundo ocupado y por eso no podríamos alabar a Dios en paz si el Señor no hubiese venido. Esta generación es muy difícil. Es difícil sobrevivir aunque se trabaje duro. 
También les resulta difícil a los estudiantes estudiar mucho. Hay estudiantes que sienten que no son lo suficientemente buenos aunque estudien hasta las 12 o la 1 de la madrugada. Hace algún tiempo, cuando iba a la escuela, estudiábamos a la luz de una pequeña lámpara de queroseno o llevábamos los cuadernos a un sitio donde diera la luz de la luna si las lámparas no eran suficientes. Entonces nos íbamos a la cama rápido sin terminar los deberes. El maestro nos solía dar con una regla cuando íbamos a la escuela sin terminar la tarea al día siguiente. Así eran los tiempos. Así que algunos buenos estudiantes se graduaban sin saber el alfabeto coreano. En aquel entonces la gente vivía en esas circunstancias. La gente se graduaba si iba a la escuela simplemente. Pero esto no puede ocurrir en la actualidad. La gente de todas las edades sufre de comportamiento obsesivo compulsivo y vive una vida alocada en la que solo hay tiempo para el trabajo. Es muy difícil vivir sin el Señor en estas circunstancias. 
La gente de esta generación está sufriendo mucho por la falta de tiempo. La gente de nuestro país tiene problemas. La situación sociopolítica de nuestro país es muy inestable: los políticos tienen miedo y los agricultores tienen miedo porque las Rondas de Uruguay han sido establecidas por la Organización Mundial del Comercio. Los gobiernos también tienen miedo. Los comerciantes, los trabajadores y los pequeños empresarios también tienen miedo. No hay nadie que no tenga miedo. Incluso el presidente de nuestro país tiene miedo ahora. 
Pero, ¿qué pasa con nosotros? Nuestro hombre exterior tiene miedo a veces, pero solo durante poco tiempo. A veces seguimos al mundo y nos sentimos mal durante un tiempo. Podemos vivir en paz porque el Señor nos cuida. 
Por eso nuestro Señor vino a nosotros. Nuestro Señor vino a salvar nuestras almas. Ha salvado su alma. Podemos vivir con felicidad porque el Señor ha venido a nosotros. ¿Cómo podríamos tener gozo si no hubiese venido? No podríamos tener una vida normal en este mundo loco. ¿Es esta una generación en la que podemos vivir sin preocupaciones? Esta generación tiene demasiados problemas. En el futuro habrá muchas tribulaciones y desastres en este mundo. Se dice que incluso las criaturas más bajas se refugian cuando saben que va a llegar un tifón. ¿Cómo no vamos a estar preocupados nosotros?
Aún así nuestras almas tienen paz porque nuestro Señor ha venido a nosotros. Nuestras almas tienen paz porque nuestro Señor está en nosotros. Hizo una gran obra por nosotros, nos ha salvado de la maldición y la destrucción del mundo y nos ha rescatado. Mis queridos hermanos, somos los únicos que no morirán cuando el mundo sea destruido. 
Mis queridos hermanos, nuestro hombre interior no se siente inseguro porque el Señor ha venido a nuestro hombre interior. Pero nuestro hombre exterior sí se siente inseguro. Si se sienten así, piensen en estas palabras: 
«¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío» (Salmos 42, 5). 
No estarán inseguros si buscan al Señor. Mis queridos hermanos, busquen al Señor cuando el mundo se convierte en un lugar más peligroso. Oren. Pídanle ayuda. De esta manera vivimos disfrutando de la paz y alabando al Señor a través de nuestra fe en Él. 
La amada santa María profetizó:
«Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación» (Lucas 1, 49, 50). 
María era una mujer que temía a Dios. ¿Hay personas que temen a Dios en esta generación? Dios viene a ver a las personas que le temen. Así que, ¿hay personas que temen a Dios en esta generación? Es difícil conocer a personas que le teman. Puede que solo haya una persona entre mil que tema a Dios. La mayoría de las personas del mundo no saben cómo escuchar la Palabra de Dios porque están demasiado llenos de sí mismos, y por tanto no temen a Dios. Así que no solo estamos agradecidos de haber conocido al Señor, de haberle temido y de ser espíritus benditos. 
En cuanto a la cuestión de por qué vive la gente, la cuestión es que viven por cada Palabra que procede de la boca de Dios. Debemos vivir cuidando de nuestras almas. Nuestro hombre interior debe prosperar más que el exterior. Debemos convertirnos en personas que piensan en las bendiciones que Dios les ha dado a nuestras almas, en personas agradecidas por esto que alaban a Dios, creen en Él y dan testimonio del Evangelio. 
Como vivimos en estos últimos tiempos, nuestro Dios mantiene nuestras almas firmes, según las circunstancias nos da su amor y compasión que no puede expresarse en palabras, y nos da todo lo que necesitan nuestros cuerpos. Los que vivimos en los últimos días debemos cuidar de nuestras almas. Debemos examinar nuestros hombres interiores y tener más interés en ellos. El hombre exterior piensa: «¿Qué voy a comer? ¿Qué voy a beber? ¿Qué voy a llevar puesto?». Se preocupa sin necesidad de este tipo de cosas, pero esas necesidades diarias están cubiertas a diario si caminamos por la Palabra de Dios. Nuestro Señor nos ha prometido: «Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mateo 6, 33). 
Nuestro hombre interior debe pensar en la gracia de Dios y regocijarse. Deberíamos estar agradecidos porque ha hecho una obra grande que ha eliminado todos los pecados de nuestras almas, y debemos dar testimonio de esta salvación a toda la gente del mundo. El Señor ha venido a nuestro hombre interior. Por tanto, debemos vivir eternamente en el Señor alabándole. Debemos vivir pensando, creyendo, y estando agradecidos por que nuestro hombre interior ha encontrado al Señor. Debemos pensar mucho en nuestro hombre interior. 
Si sus corazones son carnales, serán como Lot. La gente que solo se preocupa de su hombre exterior es como Lot, no Abraham. Lot es una persona que cayó en la miseria al preocuparse solo de su hombre exterior y solo buscar su prosperidad material. Solo las dos hijas de Lot recibieron la remisión de los pecados; el resto de sus hijos no. Su mujer y el resto de sus descendientes no pudieron recibir la remisión de los pecados tampoco. Esto se debe a que Lot solo pensaba en su hombre exterior y no en su alma. 
Los que vivimos en estos últimos días debemos pensar en nuestro hombre interior. Nuestros trabajos, negocios o estudios son cosas triviales que hacemos como rutina en nuestras vidas diarias. Estas cosas no tienen mucha importancia. Pero si su hombre exterior toma la iniciativa, será como si la cola del perro llevase al perro, en vez de al revés. Mis queridos hermanos, debemos pensar en nuestras almas porque son nuestra verdadera existencia. Debemos pensar qué tipo de bendiciones han recibido nuestras almas de Dios. Debemos pensar siempre en Dios y estar agradecidos. Debemos pensar en cómo nuestras almas han recibido bendiciones de Dios. 
Primero debemos convertirnos en personas espirituales. Si intentamos convertirnos en personas espirituales, nuestros problemas físicos se resolverán. Pero si nos convertimos en personas físicas, nos convertiremos en personas como Lot. Seguramente conocerán a Lot, el sobrino de Abraham. ¿Era Abraham más rico que Lot? ¿O era Lot más rico? Abraham era mucho más rico. Abraham quiso enriquecer a su hombre interior, es decir, su espíritu. Por tanto, Dios bendijo a Abraham con riquezas. Dios también hizo que Isaac, el hijo de Abraham, fuera el hombre más rico de sus tiempos.
Si primero pensamos en las bendiciones que Dios nos ha dado y le alabamos, le damos gracias y tenemos gozo y fe en nuestro hombre interior, nuestro Señor hará que nuestro hombre exterior prospere también. Así que, ¿por qué vamos a sentirnos inseguros en los últimos días? Nos sentimos inseguros cuando las cosas de nuestro hombre exterior no salen bien. Pero, aunque las cosas vayan bien para su hombre exterior, ¿no morirán cuando este mundo sea destruido? Nuestro hombre exterior también será destruido. Por tanto, nuestro hombre interior debe prosperar primero. Nuestro hombre exterior solo es necesario temporalmente mientras vivimos en este mundo ahora; pero no es eterno. Debemos creer espiritualmente, sabiendo esta verdad. Ya tengamos un negocio, un trabajo o estudios, debemos vivir pensando en que nuestro Señor ha venido a nuestras almas, que son nuestro hombre interior, y alabar y dar testimonio como María. 
No debemos preocuparnos por nuestro hombre exterior primero. Nuestras almas deben prosperar primero. Mis queridos hermanos, ¿están agradecidos al Señor? Nuestro Dios ha eliminado todos los pecados de nuestro hombre interior, es decir, de nuestras almas; entonces, ¿cómo de agradecidos están por esto? ¿Cómo de agradecidos están por que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados al venir a nuestras almas? Debemos estar agradecidos eternamente. ¿Están agradecidos? Sí. Debemos estar agradecidos sobre todo por que el Señor ha venido a nuestras almas y ha eliminado todos nuestros pecados. No podemos olvidarlo y debemos estar agradecidos. Mientras vivimos en estos últimos días debemos tener la misma fe que María que dice: «Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva» (Lucas 1, 46-48). 
Nuestro Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados al venir a nuestras almas, encontrarnos, tomar todos nuestros pecados y ser juzgado por nosotros. Por tanto, debemos alabar al Señor y estarle agradecido para siempre. No podemos competir entre nosotros para ver quién es mejor ni estar celosos de quién ha recibido más bendiciones de Dios. Solo hay una cosa que tenemos que decir en este mundo: «Le doy gracias al Señor por haber eliminado todos los pecados de mi alma». Debemos vivir eternamente agradecidos por esto. Esto debe estar grabado en nuestros corazones. Mis queridos hermanos, no debe haber nadie entre nosotros que se olvide de que el Señor vino a nosotros como el Salvador que ha eliminado los pecados de nuestras almas, y nadie debe ser ingrato o esconder el hecho de que ha recibido la remisión de los pecados. 
Mis queridos hermanos, deben estar alerta en esta generación inestable e incierta. Si no lo están, perderán la salvación de la Verdad en un instante porque Satanás está esperando cualquier oportunidad para echarse encima de ustedes como un león feroz. Deben estar agradecidos a Dios. Deben estar agradecidos porque les ha dado paz a sus almas. Tengan gozo. Por muy peligroso que sea este mundo, y aunque hagan mucho trabajo con sus manos pero vivan en una situación humilde, espero que vivan con gozo. Dios ha salvado a personas humildes como nosotros. 
Mis queridos hermanos, estén agradecidos por haber encontrado al Señor. No estén agradecidos por sus circunstancias, sino porque han encontrado al Señor. Deben alabar al Señor por venir a nosotros. No deben escuchar la Biblia sin prestar atención, sino con fe. 
Mis queridos hermanos, ha llegado el momento de despertarnos. Debemos saber en qué generación vivimos. El mundo se acabará pronto. Yo tengo 50 años, si vivo hasta los 70, habrá muchos cambios en el mundo durante el resto de mi vida. Aunque Dios no haga nada, Satanás cambiará este mundo. Ha llegado el momento de despertarse. Debemos vivir alabando al Señor y estar agradecidos por haber venido a nuestras almas. 
Ahora no es el momento de relajarse en este mundo. Debemos estar en el último tren. Quiero decir que debemos tomar el último tren de la salvación. El silbato sonó y el primer tren salió cuando el hombre nació en este mundo. Desde entonces salen trenes cada hora, pero ahora es medianoche, y el último tren va a salir. El último tren de la salvación en este mundo va a salir, y debemos parar en todas las estaciones para recoger pasajeros. La gente en este tren está en la misma situación que nosotros. Pero la gente que no está en el tren, lo ha perdido y les espera la destrucción eterna. Pero nosotros, los que estamos en el último tren, tendremos gozo eterno. 
Debemos alabar a Dios con nuestros espíritus en los últimos días. De la misma manera en que María fue movida por la plenitud del Espíritu Santo y alabó al Señor con una profecía, nosotros debemos alabar a Dios con nuestros corazones. Al hacer esto, nuestro hombre interior puede regocijarse todos los días. ¿Lo entienden, queridos hermanos? 
No se dejen reprimir por su hombre exterior. Tengan gozo en el Señor siempre con su hombre interior. Den gracias todos los días. Cuando el Señor venga, espero que vayan a su encuentro, entren en su Reino con Él y vivan con felicidad eterna.