(Lucas 4, 16-30)«Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue».
¿Estás diciendo que Jesús es Dios?
Cuando nuestro Señor fue tentado por Satanás, el Diablo, después de ayunar durante 40 días, nuestro Señor venció la tentación con la fe que cree en la Palabra escrita de Dios. En el pasaje de las Escrituras que hemos leído hoy, el Señor fue a Nazaret, donde nació y creció. Fue a la sinagoga el sábado y allí se levantó para leer las Escrituras según era costumbre, y le dieron el Libro de Isaías. Abrió el libro y encontró el lugar donde está escrito empezando en el versículo 18: «El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor».
La Palabra de las Escrituras que Jesús leyó aquí era la Palabra del Libro de Isaías y después de leer dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros». Estaba diciendo que esta Palabra de profecía escrita en el Antiguo Testamento era acerca de Jesús mismo y que la Palabra se había cumplido para la gente del mundo porque había venido a la tierra.
Leamos el contenido de la Palabra que el Señor leyó
Leamos la Palabra del Evangelio de Lucas 4, 18:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor».
Esta Palabra del Señor aquí es la Palabra sobre Jesús. Estaba diciendo que Jesús vino al mundo a hacer esta obra, a salvar a los ciegos que habían estado oprimidos por el pecado y por Su poder les abrió los ojos, y los liberó. La Palabra de la que habla el Señor aquí habla de cosas espirituales.
El Señor dijo que proclamaría la libertad a los cautivos y les devolvería la vista a los ciegos primero. Esto significa que el Señor nos dio la verdadera libertad a través del Evangelio del agua y el Espíritu cuando éramos prisioneros de Satanás, el Diablo, por nuestros pecados. Entonces, proclamaría que los ciegos han recuperado la vista. Esto significa que nos haría ver a Dios perfectamente con nuestros ojos espirituales a través de la redención de nuestros pecados en nuestros corazones. ¿Qué era la Palabra de Dios que el Señor quería comunicarnos en este pasaje? Era la Palabra de que el Señor es el Hijo de Dios que vino al mundo a darnos la luz de la salvación a nosotros.
El Señor iluminó la luz de la salvación a toda la humanidad como dijo. Sin embargo, ¿qué piensa mucha gente sobre esta Palabra? Muchas personas en el campo de la teología liberal cristiana, especialmente los teólogos de la liberación, no entienden correctamente la palabra del pasaje de las Escrituras de hoy y dicen: «El cristianismo debe hacer primero la obra de liberar a las personas oprimidas si queremos hacer el ministerio correcto y cumplir la voluntad de Jesús. Por tanto, debemos liberar a muchos obreros oprimidos con trabajo duro y salarios muy pobres». Por tanto, como tienen esta idea acerca de la Palabra de las Escrituras, muchos cristianos trabajan en vano creando sindicatos en empresas.
Sin embargo, el Señor quiere que hagamos la obra de liberar a las personas de los pecados. El Señor dijo que siempre habría personas pobres en el mundo (Marcos 14, 7). Esto implica que siempre habrá personas que opriman a los demás y personas que sean oprimidas. Por supuesto, sería mucho mejor si estas cosas no ocurriesen, pero estas cosas ocurren porque este mundo no es perfecto. En realidad, es bueno ayudar a las personas que han sido oprimidas y castigadas socialmente.
Sin embargo, el ministerio que hizo nuestro Señor cuando vino a este mundo era la obra de librar nuestros corazones de los pecados y nuestras almas de la autoridad de Satanás, el Diablo, y de todos los pecados del mundo. El Señor vino al mundo para hacer la obra de liberar a las personas de la opresión del Diablo y darnos la salvación y libertad espiritual. Vino para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en este mundo. El Señor mismo hizo estas obras y nos permitió predicar este Evangelio de la Verdad.
La gente que dice ayudar a los trabajadores al formar sindicatos en empresas no son las personas que trabajan por la justicia del Señor. Por supuesto, la libertad de todo tipo de opresión y la igualdad de los derechos humanos universales son valores importantes para todo el mundo. Sin embargo, lo que la gente necesita de verdad es ser liberada de la prisión del pecado. Solo entonces podemos encontrar al Señor y entrar por la puerta de la salvación al recibir la redención de los pecados. Esta es la salvación y la posesión de la Verdad. La única manera de que los pecadores reciban la salvación es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. La verdadera voluntad del Señor para todo el mundo que está oprimido por sus pecados, la gente que sufre como esclavos de Satanás, reciba la salvación del pecado al creer en la justicia del Señor. El Señor habló de esto en el pasaje de las Escrituras de hoy y esto es lo que quiso decir cuando dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros».
La gente de la sinagoga escuchó la Palabra de Jesucristo y pensó que era buena, ya que habían recibido la gracia de Dios, pero tenían un problema. Para ellos Jesucristo solo era el hijo de José. Como saben bien, Jesús nació en Belén y creció en la aldea de Nazaret. Por tanto, la gente de Nazaret sabía de dónde venía Jesús y pensaron: «¿No es ese el hijo de José?».
Entonces el Señor les dijo: «El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra». ¿Qué significa esto? La gente quería decirle a Jesús: «¿No es José tu padre? Conozco a tus hermanos, y tú no eres una personas importante». La gente de aquel entonces no creía que Jesús fuera el Hijo de Dios Padre ni que fuera el Salvador de la humanidad. El Señor conocía sus corazones. Estaban pensando: «Dicen que has curado a los enfermos en Capernaúm. Haz lo mismo aquí. Intenta hacerlo en Nazaret, donde has crecido. Entonces te creeremos». El Señor conocía sus corazones cuando les dijo estas Palabras.
Muchas personas en aquel entonces no creyeron en Jesús como su Salvador aunque el Señor hubiese venido al mundo para salvar a la gente que había sido oprimida por el pecado y había sido prisionera del pecado, y salvó a todo el mundo del pecado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque algunas personas decían creer en Jesús, no creían en Él como el perfecto Salvador. La gente de la aldea de Nazaret donde creció Jesús, no creyó en Jesús. La gente de aquel entonces no creyó en Jesús por muchos milagros que hubiese hecho en ese lugar y por mucho que hubiese predicado la Palabra correcta.
Por tanto, el Señor habló a estas personas y les dijo: «Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio» (Lucas 4, 25-27).
¿Saben lo que significa este pasaje? Significa que la gente en la era del Nuevo Testamento no cree en la justicia del Señor como muchas personas del Antiguo Testamento que no creyeron en la justicia del Señor. Aunque Jesús vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque Jesús fuera el verdadero Hijo de Dios Padre, el Creador del universo, y aunque este Jesús salvó a los que estaban oprimidos por los pecados del mundo y habían sido prisioneros de los pecados, no creyeron en Jesús como su Salvador. Esto significa que no creen en Jesús como su Salvador. Jesús mismo habló de esto en el pasaje de hoy. El Señor vino al mundo y salvó a las personas del mundo que habían estado oprimidas por los pecados y abrió los ojos de los ciegos espirituales. Pero solo un pequeño un número de personas creyeron en Jesús como la Persona que hizo la obra de la salvación y que cumplió toda la justicia.
Incluso durante el Antiguo Testamento, solamente el General Naamán, entre muchos leprosos que vivían en Aran e Israel, pudo recibir la salvación. Solamente la viuda de Sarepta en Sidón y su familia recibieron la salvación cuando hubo una hambruna en Israel. No solo en Israel, sino también en Arab, había muchos leprosos y solo el General Naamán pudo recibir la gracia de Dios. Muchas personas murieron de hambre durante la hambruna que hubo en Israel en aquel entonces. Sin embargo, solo la viuda de Sarepta recibió la gracia de Dios. Lo que esta Palabra significa es que solo estas dos personas recibieron la gracia de Dios por fe aunque muchas otras personas vivieron durante la era del Antiguo Testamento.
Nuestro Señor nos dio la verdadera libertad y la verdadera salvación de los pecados en esta era. Sin embargo, el número de personas que creen en la justicia del Señor es muy reducido, y el número de personas que están preparadas para recibir este Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones es muy pequeño también. Había muchos leprosos en el Antiguo Testamento, pero el general Naamán era la única persona que fue sanada por fe en obediencia cuando el Señor Dios le habló a través de Su siervo Eliseo y le dijo que se lavase siete veces en el río Jordán.
Asimismo, ¿qué ocurrió cuando todo el mundo estaba a punto de morir en una hambruna devastadora en Israel? El Señor le dijo a Elías que fuera a ver a una viuda en Sarepta. En aquel entonces, la viuda de Sarepta solo tenía un poco de harina de trigo como último recurso de comida, suficiente para hacer pan o sopa una vez. Por tanto, se iba a comer esta harina con su hijo por última vez y así morir juntos (1 Reyes 17, 12). Estaban en una situación en la que esperaban morir de hambre cuando Dios envió a Elías. Cuando fue a las puertas de la ciudad, estaba allí recogiendo leña. Elías, el siervo de Dios le dijo a la viuda: «Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba» (1 Reyes 17, 10). Entonces la viuda de Sarepta siguió la Palabra de Dios de buena gana. La viuda de Sarepta que siguió la Palabra de Dios correctamente y su hijo recibieron la salvación.
Esta Palabra significa que no había muchas personas que creyesen y obedeciesen la Palabra de Dios, incluso en el Antiguo Testamento; y como en ese entonces, cuando el Señor vino al mundo en el Nuevo Testamento, solo había unas pocas personas que creyeron en el ministerio de salvación del Señor aunque el Señor hubiese salvado a la humanidad a través del Evangelio del agua y el Espíritu y que les había dado la libertad al librarles de la opresión.
¿Cuál es la razón? La gente del mundo conocía a Jesús desde una perspectiva humana y solo pensaba en Él como un mero humano. Rebajaron la condición de Jesús. Sin embargo, Jesús es el Hijo de Dios Padre. Y además de ser Hijo de Dios Padre, es nuestro Dios, y creó todo el universo. Por tanto, aunque me suelo referir a Él como Jesucristo, el Hijo de Dios, cuando predico, es más fácil de entender cuando digo Jesucristo el Hijo de Dios padre en un documento escrito. Jesucristo es el Creador. Es Dios. No podrán recibir la gracia del Señor cuando piensen en Jesús solamente como un ser humano y le juzguen desde una perspectiva humana solamente.
La gente de hoy en día es así
Nuestro Señor Dios vino al mundo en el Nuevo Testamento, pero la gente de Nazaret, su aldea, no creyó en Él como el Señor Dios. Miraron a Jesús y lo rechazaron diciendo: «¿Acaso no es este el hijo de José?». La gente de las otras aldeas creyó en los milagros y las obras manifestadas a través de Jesús porque no le conocían personalmente. Pero la gente de Nazaret no creyó. No pudieron creer en la divinidad de Jesús y en la Palabra de la Escritura que Jesús nos ha dado desde una perspectiva espiritual.
Las personas que no pueden creer en el Señor o la Palabra del Señor espiritualmente son imprudentes. A veces me enojo cuando les pido a estas personas que hagan algo. A veces me enojo tanto que me duele el estómago. Calculo la obra que hay que hacer e ideo la manera más eficaz de cumplirla, pero no podrían terminarla aunque se lo dijera miles de veces. Por tanto, me reconforto pensando: «Cambiarán si espero con paciencia».
Debemos mirar la obra de Dios espiritualmente sea cual sea la situación. ¿Qué hizo la gente que no vio a Jesús espiritualmente cuando les dio Su Palabra? Las personas enojadas llevaron a Jesús a la cima de una montaña donde había amasado tierra para crear una aldea para empujarle. El pasaje dice: «Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue».
Piensen en esta situación un momento. No piensen en esta Palabra literalmente solo, sino en cómo se aplica a ustedes. ¿Creen que esta situación no era importante? Nuestro Señor fue a la sinagoga, abrió el Libro de Isaías y leyó un pasaje.
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor» .
El Señor leyó esta Palabra y después de cerrar el Libro dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» y explicó esta Palabra del Antiguo Testamento a los que estaban allí. Pero, ¿cuál fue la respuesta de la gente en la sinagoga? Al principio no les gustó mucho, pero al final dijeron: «Eres el hijo de José. ¿Qué te hace tan grande?» y no creyeron en la Palabra de Dios, e intentaron matar a Jesús. Estaban enojados porque solo consideraron a Jesús carnalmente. Sin embargo, Jesús siguió hablando del general Naamán y de la viuda de Sarepta y les dijo directamente: «En tiempos de Elías había muchos leprosos y personas que pasaban hambre, pero solo estas dos personas recibieron la salvación. Los demás no recibieron la gracia de Dios».
Entonces entendieron y pensaron: «Está hablando de mí» y tomaron a Jesús por el cuello y lo llevaron a un precipicio para empujarle. Sin embargo, Jesús se resistió y se fue porque tenía autoridad supernatural de Dios. En el pasaje de las Escrituras de hoy está escrito: «Le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle». Esto significa que algunas personas tomaron a Jesús violentamente e intentaron arrojarle por el precipicio. Sin embargo, ¿qué hizo Jesús? Como dice el pasaje de las Escrituras de hoy: «Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue». Jesús se fue tranquilamente sin ser dañado. Como creemos en Jesús, como nuestro Salvador, debemos entender a Jesús correctamente.
«¿Es Jesús solamente humano? ¿O es Dios?». Debemos saber bien en nuestros corazones y en teoría que Jesús es Dios. Juan 1:10 dice: «Estaba en el mundo y el mundo fue creado por Él, y el mundo no le conoció», y el versículo 3 dice: «Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho». Esta Palabra significa que el mundo fue creado por Él. Significa que creó todas las cosas del mundo. Si no supiésemos que es Dios, nuestra fe acabaría muriendo aunque creyésemos en Jesús como nuestro Salvador y el Pastor. Si no creen que Jesús es Dios, su vida de fe se acabará.
Por ejemplo, digamos que Buda es nuestro salvador. Nuestra salvación y nuestra fe se decidirían basándonos en la cuestión de si Buda es humano o Dios. Si Buda es un simple humano, no podremos creer en él porque es un ser imperfecto, y aunque nos salvase, no sería una verdadera salvación porque sería una obra humana. Pero, ¿qué ocurriría si fuese Dios? La salvación sería una perfecta salvación: si hubiese creado el universo, hubiese venido al mundo como un hombre y hubiese tomado los pecados de la humanidad al recibir el bautismo sobre su cuerpo, y hubiese ofrecido su cuerpo ante Dios Padre como ofrenda del sacrificio y hubiese resucitado, su obra de salvación habría sido correcta. Esa obra habría salvado a la gente de los pecados porque habría cumplido el requisito de ser Dios y de tener ese poder.
Podemos creer en Jesús y recibir la salvación gracias a Jesús porque es el Dios Creador y el Salvador. Cuando leemos la Palabra del Nuevo Testamento, podemos ver que Jesús y los judíos discutían a menudo porque lo consideraban solamente un ser humano. Conocían a Jesús solamente como el hijo de José. «Jesús creció en Nazaret. ¿Qué va a saber un ignorante de Nazaret?». No podían reconocer que Jesús es Dios porque solo lo miraban desde un punto de vista carnal.
Cuando los coreanos despreciamos a una persona, decimos: «Estúpido de pueblo». Así se desprecia a una persona de esta condición. Pero en realidad no podemos ignorar de dónde viene una persona. Generalmente las personas metropolitanas tienen más malicia. Sin embargo, las personas de los pueblos son más inocentes. Hacen cosas por las que pueden ser maltratados pero sin saber por qué están siendo maltratados. Por eso el carácter de las personas depende a veces de su lugar de nacimiento u origen. Pero para que una persona nazca de nuevo, su origen no tiene ninguna importancia. Esto se debe a que los nacidos de nuevo han sido liberados de las condiciones de la carne gracias al Señor.
Sin embargo, el problema es que, aunque Jesús, que es Dios, vino a este mundo como el Salvador vestido de la carne humana, la gente lo consideró carnalmente solamente y humano, no Dios. La gente de la sinagoga era igual. Miraron a Jesús y no le respetaron diciendo: «Jesús nació en Belén y creció en una ciudad llamada Nazaret. Además Nazaret es una de las peores aldeas de Israel. Jesús es el hijo de José, quien viene de esa aldea».
En la provincial de Kangwon de Corea hay una pequeña aldea llamada Jinbu y hace algún tiempo fui a visitarla. Paré en esa aldea porque alguien me había dicho que cierto hermano vivía allí cuando iba de camino a la boda de Jaemoon Ha. Tenemos algunos ministros de la provincia de Kangwon, el distrito más montañoso de Corea, y a veces dicen: «Antes vivía en una ciudad más grande que la tuya» aunque todos vienen de una ciudad pequeña. Pero entonces la persona de Jinbu dice: «Yo soy de Jinbu» y entonces todos se burlan de esa persona y responden: «¿De esa aldea de ignorantes?»
Los judíos eran iguales. Todos se burlaron de Jesús porque sabían que era de Nazaret. En aquel momento cuando una persona era de Nazaret, ya nadie la respetaba. Pensaban que nada bueno podía salir de Nazaret. Pensaban que nada valía la pena. Cuando leemos esta Palabra, podemos ver que la gente se enojaba cuando escuchaba a Jesús hablar de esta manera, y que lo llevaron a lo alto de una montaña para empujarle. Pero Jesús pasó por la multitud y se libró de ella. Esto nos dice que la naturaleza de Jesús es divina.
Jesús también habló cuando se encontró con los poseídos. Les dijo: «Demonio, vete» y los demonios le rogaban: «¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?» (Mateo 8, 29). Los demonios estaban diciendo: «Eres el Hijo de Dios y el Creador. Déjanos estar aquí». ¿Qué significa esta Palabra? Esta es la razón por la que los demonios tiemblan de miedo cuando les ordenamos que se vayan en el nombre de Jesucristo. Los demonios tienen miedo porque conocen la autoridad del nombre de Jesucristo. Él es nuestro Salvador, pero también es el Creador al mismo tiempo. Por eso, incluso los demonios tiemblan de miedo al oír Su nombre. Debemos entender esto claramente. La gente de aquel entonces intentó empujar a Jesús por el precipicio, pero Jesús pasó por la multitud tranquilamente. No pudieron hacer lo que querían porque estaban abrumados por Su autoridad divina. Esta es la parte que demuestra Su naturaleza divina.
Jesús es Dios, no humano. Por tanto, Jesús tenía características humanas y divinas. Jesús es Dios y humano. Es humano y Dios, y es nuestro Salvador. Como dicen las Escrituras: «Porque Dios amó tanto al mundo que le entregó a Su único Hijo», Dios Todopoderoso vino al mundo para salvarnos de nuestros pecados.
Debemos creer en la Palabra de las Escrituras exactamente como está escrita porque no sabemos mucho acerca de Jesús. Todas esas personas intentaron matar a Jesús, pero Jesús pasó delante de ellos de manera solemne. Las Escrituras dicen: «Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue». Jesús se fue rápidamente. Jesús no suplicó para que no le mataran ni se escapó a escondidas. Jesús no era una persona que fuera a sufrir a manos de estas personas porque es Dios y es el Dios Todopoderoso.
Aquí podemos preguntarnos: «¿Por qué murió Jesús en la Cruz?». Esa era la voluntad de Jesús y Dios Padre. El Señor tuvo que morir en la Cruz en nuestro lugar porque tomó todos los pecados sobre Sí mismo. Debemos tener un conocimiento claro y fe en esta verdad.
En el servicio de esta mañana he hablado acerca del ayuno de Jesús durante 40 días y de la tentación de Satanás. En aquel entonces, Satanás le dijo a Jesús, quien había ayunado durante 40 días, que convirtiese las piedras en pan y se las comiese. Jesús podría haberlo hecho porque tenía el poder de Dios. Dios tiene el poder de resucitar a una persona y de crear algo de la nada. Sin embargo, Jesús decidió no hacerlo y con la Palabra de Dios superó la tentación de Satanás.
Debemos entender claramente que Jesús es Dios. Jesús es Dios, quien creó el universo, el Creador que creó todas las cosas del universo incluyendo esas flores que hay en la mesa y esa araña que está colgando del techo. Jesús es Dios y es nuestro Salvador. Si creemos firmemente que Jesús, nuestro Dios, nos salvó, entonces tenemos una fe firme.
Sin embargo, ¿qué ocurriría si entendiésemos a Jesús solamente como un humano? Que no valdría para nada. Es cierto. Los humanos debemos conocer claramente la divinidad de Jesús para tener fe en nuestros corazones. No debemos entender a Jesús como solamente el Salvador. No debemos entender a Jesús solamente como el Salvador porque hay muchas personas en el mundo que dicen ser salvadores. Solo hay un Dios que puede salvar a la humanidad de los pecados del mundo y del juicio. Merecemos ir al infierno porque hemos cometido pecados ante Dios, y pudimos recibir la salvación de estos pecados porque Dios mismo vino como nuestro Salvador y nos salvó.
Debemos aprender acerca de la justicia de Jesús correctamente
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Esta es la base de la fe y sus cimientos. Estos son los cimientos de la fe cristiana. Nuestra vida de fe espiritual está acabada si no sabemos esta verdad. No podemos saber ni creer en Jesús con tan solo decir: «Creo en Jesús, el Hijo de Dios Padre». Debemos creer correctamente que Jesús es Dios. Las Escrituras dicen: «Estaba en el mundo y el mundo fue creado por Él». Como nos dice esta Palabra, el universo entero fue creado por Jesús. Nosotros también fuimos creados por Jesús.
Jesús, quien nos creó, vino al mundo durante un tiempo encarnado en un hombre para salvarnos cuando caemos en el pecado, y nos salvó. Entonces ascendió al Cielo de nuevo después de salvarnos a través del Evangelio del agua y el Espíritu perfectamente. Debemos creer correctamente en el ministerio de salvación de Jesús, el Dios Creador.
¿Saben la razón por la que muchos teólogos de todo el mundo y muchos pastores cristianos y creyentes no dan el fruto de la fe y están bajo la maldición del pecado? Esto se debe a que no saben claramente que Jesús es Dios. Intentan creer con su punto de vista, pero no tienen fe; pero todos sus esfuerzos son en vano. Por tanto, debemos creer, a través del pasaje de las Escrituras, que Jesús es el Dios Creador y nuestro Salvador. El Señor reveló Su divinidad a través del pasaje de las Escrituras de hoy.
Los seres humanos no pueden ser Dios. Un ser humano no puede ser Dios por muy santo y espiritual que sea. Todos los que dicen creer en Jesús pero dicen no oler como humanos, la gente que se deifica, son gente que pertenece a sectas. Incluso entre los pastores y ministros, si uno no huele como un humano, está poseído por un demonio o es de una secta. Son personas hipócritas al 100%. Sin embargo, muchas personas de hoy en día son engañadas y piensan: «Qué santos son». ¿Sería bueno que un pastor se convirtiera en un dios de las montañas? Un pastor que es como un dios de las montañas no es un pastor, sino un estafador y no un siervo de Dios.
Jesús es Dios. Jesús es el Dios que creó el universo. ¿Creen que Jesús es Dios? ¿Creen que Jesús es Dios quien creó el universo? Jesús es el Dios que creó el universo y a todos nosotros. Además este Jesús es nuestro Dios, nuestro Salvador, nuestro Pastor, nuestro Amigo y nuestro Prometido. Jesús es nuestro prometido espiritual y lo es todo para nosotros porque nos llevará al Reino de los Cielos y vivirá con nosotros eternamente.
Jesús es perfecto porque es Dios. Es absolutamente perfecto. Sabemos esto y creemos. Todos nosotros debemos convertirnos en verdaderos cristianos que creen en Dios de todo corazón y no solamente con nuestra mente.