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Κηρύγματα

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 3-3] ¿Que Hace Posible que Nosotros Nazcamos de Nuevo? (Juan 3:1-15)

¿Que Hace Posible que Nosotros Nazcamos de Nuevo?(Juan 3:1-15)
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
 

¿Debe Uno Entrar en la Matriz de Su Madre Dos Veces para Nacer de Nuevo?

El Señor le dijo a Nicodemo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Entonces, Nicodemo respondió, “¿Cómo puede un hombre viejo nacer de nuevo? ¿Puede entrar una segunda vez en la matriz de su madre y nacer de nuevo?” nicodemo era un líder de los Judíos y de los Fariseos. Pero, él no entendía lo que Jesús le decía debido a su perspectiva carnal. Como resultado, él pensó que uno tenía que nacer de nuevo del vientre de su madre nuevamente.
Todos nacemos en este mundo una vez y morimos, ya que esta es la ley que Dios ha puesto para cada ser humano. Después de la muerte, cada persona encarará el juicio por sus pecados sin dudas. Todos los humanos nacen con pecado de sus padres en la carne en este mundo, y por lo tanto, llevarán la condenación por sus pecados si mueren sin tener la remisión de sus pecados. Por lo tanto, todos deben creer en el evangelio dl agua y el Espíritu y así nacer de nuevo antes de morir.
Hace un tiempo, vi un programa de TV fascinante que mostraba cangrejos, explicaban como salen del huevo. Cada larva vive una vida nueva transformándose a sí misma. Por ejemplo, un gusano se transforma en mariposa, de igual modo, nosotros los humanos, al creer en el evangelio del agua y el Espíritu nacemos de nuevo como gente justa después de haber sido pecadores.
Escrito esta en 1 Timoteo 2:3-4, “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Por lo tanto, nunca será la voluntad de Dios que todos nazcamos en este mundo una ves y después tan solo morir sin nacer de nuevo. No es la voluntad de Dios que la gente deba nacer como pecadora de la matriz de sus madres y después simplemente morir como pecadores. Al igual que la larva se convierte en mariposa, así, también, todos deben nacer de nuevo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Por medio del evangelio del agua y el Espíritu, todos deben nacer de nuevo del estatus de pecador a una persona justificada.
En este mundo, existen aquellos que han nacido de nuevo de sus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, y luego existen aquellos que han fallado en hacerlo. De acuerdo al pasaje de la Escritura de hoy, este hombre llamado Nicodemo había vivido en la ignorancia del evangelio del agua y el Espíritu.
Nicodemo dijo a Jesús, “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro” (Juan 3:2). Aunque pretendía conocer a Jesús, Jesús le dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios,” y con estas palabras dejo un acertijo en el corazón de Nicodemo para reflexionar. Jesús continuó diciéndole, “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: ‘Os es necesario nacer de nuevo.’” Con esto, Él quiso decir que al igual que el viento sopla donde quiere, pero no podemos decir ni de donde viene ni a donde va, así es alguien que no ha nacido de nuevo de sus pecados incapaz de reconocer a aquellos que han recibido la remisión de sus pecados por medio del evangelio del agua y el Espíritu. Al decir esto a todos aquellos que no han nacido de nuevo, nuestro Señor deseaba enseñarles lo que es la Verdad de verdaderamente nacer de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu.
Pero Nicodemo le preguntó a Jesús, “¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo?” y Jesús le respondió diciendo, “¿Cómo no sabes esto como maestro de Israel? Para todos, uno puede entrar al Reino de Dios solo cuando uno nace de nuevo del agua y el Espíritu.” En otras palabras, todos deben entrar al Reino de Dios creyendo en la Palabra de Dios del agua y el Espíritu.
Todos debemos recordar lo que Jesús dijo a Nicodemo. Nos dice a todos nosotros, “Si Yo te hubiese dicho cosas terrenales y nos crees, ¿cómo creerías si Yo te dijese cosas celestiales?” Jesús deseaba enseñarnos acerca de nacer de nuevo por medio del verdadero evangelio del agua y el Espíritu.
 


Las Malas Interpretaciones que Mucha Gente Tiene Ahora Acerca de Nacer de Nuevo


Ahora mucha gente tiene varias malas interpretaciones acerca de nacer de nuevo. Anhelan encontrarse con Jesús en sus visiones o sueños, o en sus oraciones, y erróneamente creen que pueden nacer de nuevo una vez que de este modo se encuentren con Jesús. Es por ello que tienden a hacer afirmaciones fuera de lugar. Al decir que vieron a Jesús en sus visiones mientras ayunaban, afirman que ahora han nacido de nuevo. También existe alguna gente que cree que ha nacido de nuevo mientras sueñan. Alguien afirmó que mientras dormía, vio a Jesús en su visión, con Sus pies atados con cadenas de hierro y sangrando profusamente, llamándolo y diciéndole que Él lo amaba. Afirmando que el Señor le decía, “Yo morí por ti de este modo. ¿Te das cuenta ahora? Debes establecer una casa de oración aquí,” esta persona dice que nació de nuevo en esa ocasión, y es por eso que construyó una casa de oración.
Así, alguna gente hace falsas afirmaciones acerca de nacer de nuevo. También pasan a través de experiencias equívocas. Algunos dicen que cuando estaban ofreciendo sus oraciones de arrepentimiento ante Dios, un calor descendió sobre ellos desde arriba. Ya que se dice que el Espíritu Santo descendió como un fuego, afirman que algo como un fuego descendió sobre ellos y los atravesó desde la punta de sus cabezas hasta sus pies. Dicen que entonces cuando el Espíritu Santo vino a ellos.
Otros más afirman que mientras oraban, tuvieron una visión, y en esta visión fueron recordados de todos los pecados que habían cometido, aún las malas acciones y la desobediencia a sus padres en su niñez, y que todos estos pecados fueron mostrados delante de ellos como si estuvieran viendo una película. Así que se golpearon el pecho y se lamentaron, confesando todos y cada uno de estos pecados en sus oraciones de arrepentimiento, habían pasado dos días. Revoloteando tan fantásticas historias y afirmando lo que les pareció tan solo un momento en realidad fueron dos días, dicen que en ese momento, fueron remitidos de todos sus pecados y nacieron de nuevo.
Algunos dicen que mientras oraban, los cielos se abrieron y Jesús vino a través de esta apertura, diciéndoles, “Te amo,” y entró a sus corazones. Así que dicen que fue entonces cuando nacieron de nuevo. En cualquier caso, al hablar de sus experiencias místicas en diversas formas, la gente afirma que nacieron de nuevo por tales experiencias. Pero esta clase de fe no es la fe basada en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente termina teniendo falsas creencias.
Sin embargo, Jesús lo dice muy claro en el pasaje de la Escritura de hoy, solo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu se nace de nuevo. Debido a que la gente no conoce la Palabra de Dios del agua y el Espíritu, en su lugar anhelan experimentar un fenómeno místico. Y se convencen a sí mismos de que de algún modo nacen de nuevo por medio de esas experiencias. Pero esto no es la Verdad de la Palabra acerca de nacer de nuevo del agua y el Espíritu de lo cual habla la Biblia.
Alguna gente dice que cuando estaban ofreciendo sus oraciones de arrepentimiento, el Espíritu de Dios vino a ellos e hizo que se arrepintieran. Pero este no es el Espíritu de Dios. Es el espíritu del Demonio. La Biblia dice que es Satanás quién nos acusa. Acusar es señalar los pecados de alguien para acusarlo ante otros. El Demonio le dice a la gente, “Haz pecado, ¿o no? ¡Claro que has pecado!” esto es acusar. El Demonio siempre señala los pecados de la gente, les muestra su vergüenza, los hace alcanzar la condenación de los pecadores, y los destruye por medio de sus pecados. Si alguien evita que la gente se de cuenta que es por medio del evangelio del agua y el Espíritu por lo que pueden recibir la remisión del pecado, entonces esto no es otra cosa que la obra del Demonio.
Dios a menudo señala los pecados de las personas directamente, pero El les enseña fundamentalmente a traves de su ley cuales son esos pecados. Por otro lado, El les ayuda a saber las buenas nuevas en donde Jesus ha quitado nuestros pecados con el agua, la sangre y el Espititu. Por lo tanto si alguien dice haber nacido de nuevo sin el evangelio del agua y del Espiritu, entonces su testimonio es toda una mentira.
 

¿A que Clase de Gente Viene el Espíritu Santo?

Así como es Jesús lo explicó claramente en Mateo 3:13-17 y en Hechos 2:38, es por medio del evangelio del agua y el Espíritu por lo que uno nace de nuevo, y es solamente cuando uno es salvo de todos sus pecados que se recibe el regalo del Espíritu Santo. El Señor dijo en Juan 3:14-15, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Cuando la gente de Israel era mordida por terribles serpientes y estaban muriendo, eran sanados de todas sus heridas al mirar a la serpiente de bronce que estaba levantada sobre un asta, como el General Naamán fue sanado de su lepra en el Río Jordán. Al decirnos esto, Jesús ha hecho posible que nosotros tengamos esperanza para nuestra salvación.
Cuando vamos a Números 21, vemos que cuando la gente de Israel estaba pasando por una región llamada Edom en su camino a la tierra de Canaán, sus almas sus almas se desmotivaron en el camino y hablaron contra Dios y contra Moisés. Acusaron a Dios diciendo, “¿Acaso no había otro lugar para matarnos para que Tú no hayas sacado a este desierto a morir? ¡Nuestro Dios, el Dios de nuestros ancestros, el Dios de Abraham, el Dios de Jacob! Si Tú realmente eres el Dios verdadero de Abraham, de Isaac y de Jacob, entonces ¿por qué nos trajiste a este desierto y nos colocaste en este lugar desolado sin comida ni agua para sufrir frías temperaturas en la noche y un sol que quema durante el día?”
Mientras la gente de Israel habló contra Dios, Dios envío serpientes terribles entre ellos, quienes habitaban en tiendas, e hizo que estas serpientes les mordieran. Mordidos por estas venenosas serpientes, la gente de Israel moría. Entonces, Moisés oro fervientemente a Dios para bien de ellos. La gente de Israel también confesó sus malas acciones y oró a Dios para que los salvara. Al escuchar la oración de Moisés, Dios dijo, “Haz una serpiente de bronce y colócala en un asta; y dile a la gente que cualquiera que la vea vivirá.”
De hecho, entre el pueblo de Israel, aquellos que creyeron en las palabras de Moisés el siervo de Dios-esto es, aquellos que miraron a la serpiente de bronce-ciertamente fueron salvados del veneno de la serpiente. Este evento esta grabado también en el Nuevo Testamento, como está escrito en Juan 3:14-15, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Esto significa que Jesús, ahora que fue bautizado para tomar los pecados de la humanidad, tendría que ser crucificado a muerte para pagar la deuda por nuestros pecados.
Al igual que Moisés en el Antiguo Testamento levantó la serpiente de bronce en el desierto, Jesús, también, fue levantado sobre la Cruz de madera para salvar a Sus creyentes de todos sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y así aceptar todos los pecados de este mundo que son como el veneno de las serpientes. Jesús dijo que cuando Él carga sobre Sus hombros los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista y es crucificado a muerte, Él liberará a aquellos que creen en esta Verdad de todos sus pecados.
Entender la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu escrita en la Biblia es como encontrar una fotografía escondida. Es como resolver un rompecabezas. Una gran fotografía es cortada en muchos pedazos de formas diferentes, y cuando cada pieza se une, la fotografía original es revelada. Si cualquier pieza se pierde o se coloca mal mientras se arma el rompecabezas, la foto original no puede ser totalmente restaurada. Pero cuando un niño une cada pieza una por una, se da cuenta como se ve la fotografía.
Como tal, también la Biblia esta dividida en el Antiguo y el Nuevo Testamentos, pero cuando todas las piezas de la Palabra se unen, lo que finalmente emerge es la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. La Palabra que hace posible que nosotros nazcamos de nuevo es el mismísimo evangelio del agua y el Espíritu. La Palabra de Dios es la Verdad que nos permite nacer de nuevo de todos nuestros pecados por medio del bautismo de Jesús y de Su sangre sobre la Cruz.
Una vez más, necesitamos examinar uno por uno lo que es la Palabra que nos permite nacer de nuevo. Necesitamos alcanzar el entendimiento definitivo del significado de la Palabra del agua y el Espíritu hablada en Juan 3.
Jesús dijo, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14). Entonces, ¿por qué tuvo que ser bautizado Jesús por Juan antes de que Él fuera crucificado? Él dijo que fue por causa de nuestros pecados. Se debió a que Jesús aceptó todos los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan el Bautista antes de que Él fuera crucificado, por ello Él pudo cargar sobre Sus hombros los pecados del mundo y ser clavado a la Cruz.
¿Acaso esto significa que Jesús fue crucificado como castigo por nuestros pecados? Sí, esta es precisamente la razón de Su crucifixión. Jesús fue crucificado debido a que Él había tomado todos los pecados de la humanidad, y en consecuencia Él tuvo que sufrir el castigo de muerte sobre la Cruz por todos los pecadores del mundo. Habiendo aceptado todos los pecados de la humanidad de una vez por todas por medio de Su bautismo por Juan el Bautista, Él tuvo que ser crucificado en acuerdo con la Ley de Dios que declara que la paga del pecado es muerte.
Cuando Jesús dijo que Él sería crucificado y levantado en alto, Él habló acerca de la condenación del pecado desde Su Palabra del “agua y el Espíritu.” En otras palabras, para que todos nazcan de nuevo de sus pecados y se conviertan en los hijos propios de Dios, tienen que darse cuenta y creer que ambos, el bautismo que Jesús recibió de Juan y Su crucifixión han borrado perfectamente todos sus pecados. Es por medio del evangelio del agua y el Espíritu por lo que uno nace de nuevo de sus pecados. 
El Espíritu se refiere a Jesús Mismo, quién es Dios. Nos dice que Jesús es el Hijo de Dios y el verdadero Salvador quién vino a salvar a los pecadores de todos sus pecados. Jesús fue concebido por la Virgen María y se hizo hombre. Él aceptó todos nuestros pecados por medio del bautismo que Él recibió de Juan el Bautista, el representante de la humanidad, en el Río Jordán (Mateo 3:13-17), murió sobre la Cruz mientras cargaba los pecados del mundo, se levantó de entre los muertos, y al hacer eso Él nos ha liberado de todos nuestros pecados, así se convirtió en nuestro verdadero Salvador. Para salvar a los pecadores de sus pecados, Dios Mismo tomó todos los pecados de la humanidad por medio de Su bautismo de Juan, y los salvo del castigo del pecado, llevando toda la condenación del pecado sobre la Cruz-por medio de estos actos de justicia, Él los ha salvado de una vez por todas. Todos los actos de la salvación realizados por Jesús manifiestan claramente que ciertamente Él es el Salvador que ha salvado a los pecadores de sus pecados. En la Verdad del evangelio “del agua y el Espíritu,” el agua se refiere al bautismo que Jesús recibió, y el Espíritu manifiesta que fundamentalmente Jesús es el Salvador.
Jesús fue bautizado por Juan para aceptar los pecados de la humanidad, y también para que Él pudiera ser crucificado. Dicho de otra manera, no tenía caso que Jesús fuese crucificado si Él no hubiese sido bautizado por Juan. Jesús tenía que ser crucificado y levantado de la tierra precisamente porque Él había tomado todos los pecados del mundo de una vez por todas al recibir el bautismo de Juan el bautista en el Río Jordán. Así, Él ha cumplido la justicia de Dios de una vez por todas. Es así como Él pudo traer salvación de todos los pecados del mundo a aquellos que creen en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu en algún momento. Jesús ha lavado todos nuestros pecados de una vez por todas con el bautismo que Él recibió, y Él llevó la condenación de todos estos pecados sobre la Cruz. Por lo tanto, es creyendo en el bautismo de agua que recibió Jesús, y en la sangre que Él derramó sobre la Cruz, por lo que hemos sido salvados de todos nuestros pecados.
Hablando con Nicodemo acerca de nacer de nuevo, Jesús dijo, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto” (Juan 3:14). La serpiente simboliza a aquellos que están contra Dios. La serpiente levantada sobre el asta implica dos significados. Uno es que Dios ha juzgado los pecados de la humanidad, y el otro es que Jesús Mismo llevaría la condenación de todos los pecados de la humanidad.
Jesús es el Salvador de toda la humanidad. Él vino a esta tierra como hombre, y cuando el cumplió 30, Él tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán, como el primer acto de Su vida pública dedicado a la salvación de la humanidad. Al hacer eso, Él nos ha salvado de todos los pecados del mundo, en donde Satanás gobierna, interviene y acusa. Al ser bautizado, en otras palabras, Jesús tomó todos los pecados del mundo que Satanás el Demonio ha plantado en nosotros la humanidad. Se debe a que Jesús tomó todos los pecados de la humanidad sobre Su propio cuerpo por medio del bautismo por lo que Él fue clavado a la Cruz, cuando, de hecho, solo hubieran sido crucificados los pecadores.
Al hacer eso, Jesús se ha convertido en el eterno Salvador que da la remisión del pecado a todas las generaciones que vendrán que creen y dependen de Su bautismo y de Su sangre sobre la Cruz. Se debe a que Jesús cargó los pecados del mundo por medio de Su bautismo por lo que Él pudo ser crucificado. Mientras nuestros pecados fueron pasados sobre el cuerpo de Jesús y murió sobre la Cruz, Él fue levantado de esta tierra para que aquellos que entienden esto con fe fuesen salvos de todos sus pecados.
¿Por qué estamos agradecidos con Dios? Los seres humanos son tan insuficientes que no pueden evitar cometer muchísimos pecados mientras viven en el mundo. No es solamente en nuestro pasado que fuimos insuficientes, pero aún somos insuficientes en el presente, y continuaremos siendo insuficientes en el futuro hasta el día de la muerte. A pesar de esto, Jesús el Salvador nació de maría como humano, y al ser bautizado por Juan en el Río Jordán, Él aceptó y lavó todos los pecados que cometemos durante todo nuestro tiempo de vida, desde nuestro propio nacimiento hasta nuestra muerte-¿cuan afortunado y agradecido es por todo esto?
Para nacer de nuevo del pecado, ambos, el agua con la cual Jesús fue bautizado y la sangre que Él derramó sobre la Cruz son absolutamente indispensables. Dicho de otra manera, es creyendo en este Jesús que fue bautizado y crucificado para soportar el castigo del pecado por lo que uno puede nacer de nuevo por fe. Esta fe es la fe que nos permite nacer de nuevo por medio del evangelio del agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5:6-8). Todos nosotros debemos regresar al evangelio del agua y el Espíritu.
 


El Evangelio del Agua y el Espíritu es La Verdad de la Salvación Real


Nicodemo le preguntó a Jesús, “¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo? ¿Debe entrar en el vientre de su madre dos veces?” Jesús Mismo le respondió, diciendo, “Para nacer de nuevo, uno debe de nacer por el agua y el Espíritu.” Debemos creer que el bautismo por agua recibido por Jesús fue la forma en la que Él lavó todos nuestros pecados; también debemos creer que fue debido al bautismo por lo que Él fue crucificado a muerte; y debemos creer que es solo por tener fe en Su resurrección por lo que podemos entrar en el Reino de Dios y verlo a Él.
Explicar cómo podemos recibir la remisión de nuestros pecados y nacer de nuevo, Jesús primero habló acerca del “agua.” Él menciono el agua primero ya que antes de Su crucifixión a través de la cual Él cargó la condenación del pecado, estaba el agua de Su bautismo, el procedimiento por el cual Él tomó sobre Sí Mismo todos los pecados del mundo.
Cuando Jesús estaba a punto de ser bautizado por Juan el bautista, Jesús le dijo a Juan, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). Aquí la palabra “así” significa: 1) correcto; 2) apropiado; y 3) no hay otra forma sino esta. El bautismo recibido por Jesús de parte de Juan fue en la forma de “la imposición de manos.” Como usted puede que sepa, la imposición de manos sobre la cabeza del chivo expiatorio por parte del Sumo Sacerdote era para pasar los pecados de los Israelitas todo de una sola vez sobre el sacrificio. Por lo tanto, cuando las manos de Juan, el representante de toda la humanidad, fueron puestas sobre la cabeza de Jesús, los pecados del mundo fueron transferidos sobre el cuerpo de Jesús de una vez y para siempre. Así, al día siguiente del bautismo de Jesús, Juan el bautista exclamo al ver a Jesús venir hacia él, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Para los seres humanos, quienes son todos pecadores, entrar al Reino de Dios creyendo en Jesús, primero debe recibir la remisión de sus pecados y nacer de nuevo. Los pecadores nunca podrán entrar en Su Reino. Deben ser salvos creyendo que al igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, Jesús fue levantado en alto sobre la Cruz y fue condenado por sus pecados, ya que Él ha tomado todos los pecados de la humanidad en el Río Jordán por medio de Su bautismo. Deben vencer al Demonio que los esta acusando y se esta burlando de ellos debido a su pecaminosidad poniendo su fe en la Verdad, Jesús fue bautizado por Juan, Él lavó todos sus pecados por ellos, y derramó Su sangre y murió para beneficio de ellos. Ahora, es por medio de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que podemos poseer la fe verdadera, la cual hace posible que nazcamos de nuevo de todos nuestros pecados. Para que una persona nazca de nuevo, debe creer en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz.
Como lo mencione previamente desde un principio, uno no puede nacer de nuevo por medio de una visión, por oraciones de arrepentimiento, o si se hace voluntario para servir a la comunidad. No es por medio del esfuerzo propio por lo que se nace de nuevo. Es creyendo en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz por lo que nacemos de nuevo de nuestros pecados. 
Para permitirnos nacer de nuevo, temporalmente Dios nos puso bajo Su Ley, ya que éramos gobernados por Satanás, y nos hizo pecadores. Y cuando aún éramos pecadores, Dios Mismo vino como Salvador de los pecadores encarnado en la imagen de un hombre para hacernos Su propio pueblo, el pueblo de Dios. Entonces, Él tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista en el Río Jordán, y luego cargó todos estos pecados del mundo hasta la Cruz donde derramó Su sangre vicariamente en beneficio de los pecadores de este mundo. Él fue condenado para dar el pago de la deuda del pecado en lugar de ellos, y así los ha salvado de una vez y para siempre. El bautismo por el cual Jesús tomó nuestros pecados fue un hecho de la remisión del pecado que Él realizó para limpiar del pecado los corazones de Sus creyentes. Con estos actos de justicia, ahora Él ha hecho posible para todos aquellos que creen que Él es Dios Mismo, y que cargó la condenación de la Cruz, para nacer de nuevo.
Jesús no fue crucificado sin razón. Para permitirnos nacer de nuevo y hacer posible que nuestras viejas naturalezas murieran y para ser renovados una vez más creyendo en Dios, el Señor fue bautizado por Juan, fue crucificado a muerte, y se levantó de entre los muertos. Nacer de nuevo del agua y el Espíritu significa precisamente esta Palabra. Es creer en esta Palabra la cual nos dice que nuestro Señor fue bautizado por Juan y murió sobre la Cruz para borrar todos nuestros pecados. Es esta Verdad que nos ha hecho nuevos al lavar todos los pecados de nuestra alma y corazón, e hizo que no nos faltara nada al convertirnos en el pueblo propio de Dios.
La Palabra del agua y la sangre de Jesús es la Verdad real para nacer de nuevo. Jesús claramente le dijo a Nicodemo: “Lo que hace posible que los pecadores nazcan de nuevo es la fe en la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu.” Se debe a que Jesús fue bautizado por lo que pudo morir en la Cruz, y se debe a que creemos en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que hemos nacido de nuevo de todos nuestros pecados y recibido la vida eterna.
 

Todas Estas Cosas Fueron Realizadas de Acuerdo al Plan de Dios

Uno nunca debe pensar que su nuevo nacimiento del pecado depende de sus obras. Es algo que Dios ha completado para concedernos de acuerdo a Su plan, y no es algo por lo que tengamos que luchar. Para permitirnos nacer de nuevo de nuestros pecados, y para convertirnos en Sus propios hijos en semejanza de Su imagen, Dios planeo venir Él Mismo en forma de hombre, recibir el bautismo de Juan sobre Su cuerpo, ser condenado y crucificado a muerte, y por medio de todas estas cosas, hacer posible que nosotros nazcamos de nuevo una vez más.
Compañeros creyentes, la bendición de nacer de nuevo del pecado es el regalo de Dios para los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu, el cual proclama que el Salvador Mismo tomó todos los pecados cometidos por todos en este mundo, y que Él fue crucificado. El bautismo que Jesús recibió de Juan fue el bautismo que lavó los pecados de la humanidad, y Su sangre sobre la Cruz fue el pago por nuestros pecados.
Estamos agradecidos por el bautismo de Jesucristo, por Su crucifixión, también por Su resurrección, y además por Su segunda venida. Dios nos escogió y predestinó en Cristo antes de la fundación del mundo, y fue para convertirnos en Sus hijos por lo que Él creó al hombre en el sexto día después de hacer todo el universo y todo lo que hay en el.
Cuando Dios hizo que naciéramos en este mundo, Él planeó hacer posible que nosotros recibiéramos la vida eterna como Sus hijos eternos. Es por eso que Dios creó al hombre en el sexto día de Su creación de los cielos y la tierra. Su plan fue permitir a aquellos de nosotros que creemos en toda la Palabra hablada de Dios para nacer de nuevo del agua y el Espíritu, y así nos convirtió en Su pueblo propio. Esta es la mismísima razón por la que Dios nos dio el evangelio del agua y el Espíritu por medio de Su Hijo, para que nosotros los humanos naciéramos de nuevo de nuestros pecados una vez más.
Aún el más pequeño de los insectos en este mundo no solamente desaparece una vez que nacen, sino que se transforman a sí mismos en mariposas con alas maravillosas. Nosotros, también, debemos nacer de nuevo justificados al creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Jesús vino para darnos el evangelio del agua y el Espíritu y para liberar de los pecados del mundo a todos aquellos que creen en esta Verdad. Y en nuestro lugar fue bautizado, cargó todos nuestros pecados sobre Sus hombros, murió en la Cruz por nosotros, y se levantó de entre los muertos. Al hacer todas estas cosas, Jesús pagó la deuda de nuestros pecados con Su propio bautismo y crucifixión, y Él ha hecho posible que los creyentes nazcan de nuevo con nueva vida. 
 


¿Porqué Fue Crucificado Jesús?


Jesús iba a ser crucificado debido a que Él había tomado sobre Sí Mismo todos nuestros pecados de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista en el Río Jordán. Sin embargo los Cristianos religiosos del mundo no saben que Jesús fue bautizado por Juan y fue crucificado para borrar los pecados de este mundo por medio de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, deben de entender la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu claramente, descubrir “quién, cuando, que, cómo y porque” este evangelio fue completado. La Palabra de Dios nos es mentira. Ni es una superstición. Lo que Dios ha hecho por nuestra salvación no tiene ningún defecto, sin importar que tanto traten de encontrarlo los herejes. Su Palabra contesta cada pregunta y resuelve cada duda del razonamiento humano.
¿Por qué naciste en este mundo? ¿Por qué los humanos nacen como humanos? ¿Cuál es el propósito y la razón para que Dios creara al hombre? ¿Cuál es la razón para que Jesucristo viniera a esta tierra? Fue para que Dios nos capacitara para nacer de nuevo de nuestros pecados, para que naciéramos nuevamente, para convertirnos en hijos de Dios, para hacernos libres del pecado, por eso Jesucristo vino a esta tierra, fue bautizado, muriera en la Cruz, y así ha salvado a los pecadores de todos sus pecados y transgresiones. Debemos creer en esta Verdad.
Compañeros creyentes, necesitamos reconocer que no podemos nacer de nuevo ofreciendo algunas oraciones de arrepentimiento, o por ningún esfuerzo propio. Necesitamos darnos cuenta que nuestro propio esfuerzo no tiene nada que ver con la Verdad que nos permite ser remitidos de todos nuestros pecados. Para que nosotros nazcamos de nuevo, debemos darnos cuenta que este Jesucristo quien fue levantado en alto sobre la Cruz primero tomó y cargó nuestros pecados en el Río Jordán por medio de Su bautismo. Con todo nuestro corazón debemos creer en esta Verdad, que para sufrir nuestra propia muerte en nuestro lugar, para pagar la deuda del pecado, la muerte misma, y para realizar la Palabra ordenada por Dios Padre en obediencia, Jesús fue bautizado, derramó Su sangre en lugar de los pecadores, y por lo tanto pagó la deuda del pecado.
¿Existe algo más que necesitemos hacer para nacer de nuevo? No existe nada más que hagamos nosotros sino solo creer en este Jesús quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu. ¿Necesitamos ofrecer oraciones de arrepentimiento, subir montañas para orar, ayunar, dar ayuda al pobre, ir a los campos misioneros, o abrazar nuestro martirio para nacer de nuevo? No, nada de esto es necesario para nosotros. “¿Debería ofrecer dinero a Dios, o debería ofrecerle una gran capilla? ¿Acaso no le gusta el dinero a Dios?” A esto Dios dijo, “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8). Nuestro Dios es el Señor de la creación quién hizo el universo y todo en el. ¿Desea, entonces, el oro?
¿Desea Él buenas obras de nosotros? ¿Desea Él que expresemos sonidos absolutamente extraños tales como “aleluya-ulúlala,” tratando de hablar en lenguas? ¿Se agradaría más Dios si recordásemos aún más de nuestros pecados, los enlistáramos, y le preguntásemos en lágrimas que nos perdonara? ¡No! ¡Lo que Dios quiere de nosotros es nuestra fe en Su Hijo quién vino por el agua de Su bautismo y por Su sangre sobre la Cruz! Que nosotros creamos en Jesucristo como nuestro Salvador es la voluntad de Dios Padre, y Él nos ha dado el regalo de nacer de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu que Jesús ha completado.
Dios nunca ha demandado nada más de nosotros aparte de creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Aún en este mundo, los ricos no les piden algo a los demás. ¿Por qué, entonces, pediría Dios algo pequeño a nosotros los humanos? ¿Qué demandaría Dios de ti y de mí? ¿Nos pediría que asistiéramos a reuniones de oración matutinas fielmente, ser devotos, que ofreciéramos nuestras posesiones materiales, que le diéramos a Él nuestras oraciones de arrepentimiento una y otra vez en oraciones repetitivas mientras derramamos nuestras lágrimas? Aún sin estas cosas, de por si ya tenemos suficientes arrugas en nuestras frentes. ¿Así que por que causa el Señor se agradaría viéndonos fruncidos, llamando Su nombre en el sufrimiento y tristeza de da cada día debido a nuestros pecados? ¿Es este quien Dios es? ¡Claro que no! Jesús, Dios Mismo, es el Salvador de la humanidad en nuestro corazón quién fue bautizado y derramó Su sangre por nosotros sobre la Cruz, y Él es el Dios que ha hecho posible que nosotros los creyentes nazcamos de nuevo.
Jesús es nuestro Salvador. Él es Aquel que nos ha permitido nacer de nuevo en este mundo. Nuestro Señor ha renovado los corazones de todos los creyentes con el evangelio del agua y el Espíritu, como esta escrito en 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Eventualmente, Dios también renovará los cuerpos de nosotros los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu. Dios Mismo vino como nuestro Salvador, y por medio del bautismo que Él recibió y la sangre que Él derramó sobre la Cruz, Él nos ha permitido nacer de nuevo. Debemos creer en el bautismo y la sangre de Jesús. Él fue bautizado para tomar sobre Sí Mismo nuestras iniquidades. Él fue atravesado por nuestros defectos. Él fue herido como resultado de tomar nuestros pecados por medio del bautismo que Él recibió de Juan.
Jesucristo fue crucificado debido a que Él tomó sobre Sí Mismo los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan, por ti y por mí. Fue para hacer posible para todos los que creemos en Jesús el nacer de nuevo, para convertirlos en hijos de Dios, para hacernos sin pecado, para permitirnos nacer de nuevo libres del pecado-fue por todas estas cosas por lo que Jesús fue bautizado y derramó Su sangre por nosotros. No lo hizo solamente para jactarse de Su compasión sobre nosotros por lo que Jesucristo fue crucificado. Todos nosotros debemos darnos cuenta y creer que Jesús fue crucificado únicamente porque Él había sido bautizado, debido a que Jesús nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados por medio de Su bautismo y derramamiento de sangre sobre la Cruz, los creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu han nacido de nuevo de sus pecados.
Como dijo el Apóstol Pablo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado” (Gálatas 2:20), la razón por la que Jesucristo fue crucificado fue para hacernos nacer de nuevo, para ser condenado por nuestros pecados, para matar nuestras viejas naturalezas y para hacernos nacer con una naturaleza nueva-todo debido a que Él recibió Su bautismo en agua en el Río Jordán. Todos debemos creer que Jesús derramó Su sangre por nosotros después de haber sido primeramente bautizado.
¿Entiendes ahora la Verdad real de nacer de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu? ¿O aún piensas que de alguna manera puedes nacer de nuevo si tan solo ofreces cada día oraciones de arrepentimiento? Esto simplemente no es verdad. Cualquiera que afirme que nuestros pecados pueden ser borrados simplemente ofreciendo oraciones de arrepentimiento es alguien que todavía no nace de nuevo.
Escrito está en Juan 10:10, “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Quienquiera que solamente haga mención de las oraciones de arrepentimiento no habla acerca del evangelio del agua y el Espíritu es un ladrón y un ratero. Pero aquel que predica el evangelio del agua y el Espíritu es un siervo verdadero de Dios.
Compañeros creyentes, Dios nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu para que nazcamos de nuevo, para que Él nos convierta en Sus hijos, nos permita ser libres del pecado y justificados, y transformarnos en Su propio pueblo quiénes por siempre disfrutaran todo lo que Dios tiene y podamos vivir eternamente con Él. Aquellos de nosotros que creemos en el bautismo de Jesús y en Su sangre ahora hemos sido salvados de nuestros pecados de acuerdo a Su providencia. ¿Aceptas en tu corazón que Dios ha hecho que nazcas de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu para que Él te convierta en Su hijo propio para vivir por siempre? ¿Realmente crees que la Palabra del bautismo de Jesús y de Su sangre es la Palabra de la salvación que hace que nazcas de nuevo? 
¿Que es nacer de nuevo? Al creer que Jesús tomó todos nuestros pecados con Su bautismo, llegamos a ser libres del pecado en nuestro corazón y llegamos a ser el pueblo nacido de nuevo de Dios. Para creer en esta Verdad, que Jesús tomó sobre Sí Mismo todas las iniquidades de los pecadores con Su bautismo y fue crucificado a muerte en lugar de nosotros, todo para resolver el problema de nuestros pecados, y creer que Él se levantó de entre los muertos en tres días, y de esta manera ha traído a Sus creyentes a la vida-esta es la mismísima fe que nos permite nacer de nuevo.
Esto, compañeros creyentes, es precisamente la Verdad de nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Creer en la Palabra de la Verdad que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu creyendo que Jesús es Dios Mismo, y es creer que Jesús fue bautizado para lavar los pecados de la humanidad. La sangre de Jesús sobre la Cruz significa el castigo por el pecado, y Su bautismo significa el lavamiento de nuestros pecados. La resurrección de Jesús nos ha traído vida nueva.
 


¿Cuál es la Marca de la Evidencia que Prueba que Jesús Ha Lavado Todos Nuestros Pecados?


Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para tomar los pecados de este mundo (Mateo 3:15). Esta escrito en 1 Pedro 3:21, “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.” Antes de este pasaje, el Apóstol Pedro discutió el agua de la inundación de Noé. Por lo tanto, él quiso decir que el bautismo de Jesús removió todos los pecados del mundo como si fuera el agua de la inundación de Noé que removió toda la suciedad del primer mundo. Es por ello que la Biblia claramente afirma aquí que esto corresponde a la salvación de ahora-bautismo por medio de la resurrección de Jesucristo.
¿Que es esto que corresponde y prueba que el Salvador vino a este mundo como hombre, lavó nuestros pecados, y nos hizo libres del pecado? ¡Es el bautismo que Jesús recibió de Juan! ¿Cuál es la evidencia de la salvación que hizo que naciéramos de nuevo? Esta escrito en la Palabra que Jesús ha lavado nuestros pecados por medio de Su bautismo y Su sangre sobre la Cruz.
Es por ello que esta escrito en 1 Juan 5:6-8, “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.”
Dios Mismo vino a esta tierra, lavó todos los pecados de Sus creyentes con el agua de Su bautismo, y entonces murió sobe la Cruz por nosotros para pagar la deuda de nuestros pecados. Dios nos ha dado vida nueva a nosotros, a todos nosotros los que creemos en la Verdad del agua y el Espíritu. Dios nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu como el regalo de la salvación.
“El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). El bautismo de Jesús es la Palabra que ha hecho posible que nosotros nazcamos de nuevo de nuestros pecados, y es la evidencia de la salvación por medio del cuál Él tomó sobre Sí Mismo nuestros pecados en el Río Jordán. Su muerte sobre la Cruz fue para tomar el lugar de nuestra propia muerte y castigo por el pecado. La resurrección de Jesucristo fue para darnos vida nueva a Sus creyentes. El Señor es nuestro Salvador quién nos ha salvado eternamente de nuestros pecados por medio de la Palabra del bautismo y la sangre que permite a los pecadores nacer de nuevo.
Al creer en esto, que Jesús fue bautizado, derramó Su sangre y murió sobre la Cruz, y se levantó de entre los muertos, nuestras almas pueden venir a nueva vida una vez más para vivir por siempre. El evangelio del agua y el Espíritu por consiguiente ha convertido nuestras conciencias en buenas conciencias ante Dios. Nos ha dado seguridad para no dudar en ir delante de Dios. Si Jesús no se hubiera bautizado ni crucificado alto en la Cruz, ¿cómo podríamos haber recibido la remisión de nuestros pecados e ir atrevidamente a pararse ante la presencia de Dios Padre? En otras palabras, sin el bautismo de Jesucristo y Su derramamiento de sangre, nunca habríamos tenido la confianza de estar frente a Dios. En otras palabras, sin el bautismo de Jesucristo y Su derramamiento de sangre, nunca habríamos podido estar confiadamente ante Dios. Debido a que Jesucristo tomó sobre Sí Mismo todos nuestros pecados y los limpió todos de nuestro corazón al ser bautizado por Juan, debido a que Él murió sobre la Cruz y se levantó de entre los muertos en tres días, y debido a que creemos en esta Palabra de Dios, de la Palabra del agua y la sangre expiatoria, hemos sido salvados todo de una sola vez, para que nuestras conciencias no les falte nada y llamar a Dios como nuestro Padre. De esta manera, Jesús nos ha permitido venir confiadamente ante la presencia de Dios Padre por esta misma fe. Aún ahora, debido a que Jesús fue crucificado a muerte, también nosotros fuimos crucificados con Cristo, y debido a que Él fue resucitado, nuestras almas y nuestros espíritus también pudieron ser resucitados. Esta es la Verdad de nacer de nuevo. Todos ustedes deben aceptar estas Verdades en su corazón.
Tú y yo pareciera que nacemos en este mundo una vez para morir una vez todo demasiado pronto. Pero, ¿esto es todo lo que existe en la vida? ¡No! Existe, después de todo, un nuevo camino de vida eterna para nosotros. Existen muchas formas de vida en este mundo que nacen de nuevo. Aún los gusanos nacen de nuevo en cicadas, y las larvas nacen de nuevo en mariposas, ¿acaso Dios no nos hiso, a quienes somos señores de toda la creación, nacer de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu? Al hacernos aceptar el bautismo de Jesús y Su sangre, Dios ha hecho que nazcamos de nuevo de nuestros pecados.
Compañeros creyentes, creer en el bautismo de Jesús y en Su sangre no es otra cosa que nacer de nuevo. Vayamos a Gálatas aquí. Gálatas 3:27 dice, “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” La frase aquí “porque todos” significa “quien sea.” En otras palabras, nuestro Señor dijo que cualquiera que fuera bautizado con Cristo se ha vestido de Cristo. Ser bautizado con Cristo significa unirse con Jesús creyendo que Jesús tomó todo nuestro viejo ser con todos nuestros pecados por medio de Su bautismo. Entonces, ¿y tú? ¿Fuiste bautizado con Cristo? Si es así, entonces te has puesto el vestido de la salvación, juntamente con Cristo. Los creyentes en esta Verdad ahora se han convertido en hijos de Dios. Esta palabra es la Palabra de la Verdad y la Palabra de nacer de nuevo.
Vamos juntos además a Romanos 8. Escrito esta en Romanos 8:1-2, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” Precisamente como se afirma en este pasaje, tienes que creer que Jesús ciertamente ha dado vida nueva a Sus creyentes, y que ciertamente Él nos ha permitido a ti y a mí nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Mis compañeros creyentes, ¿creen en el evangelio del agua y el Espíritu? Si es así, entonces has sido bautizado en Jesús y has entrado en Él por fe.
¿Te has vestido de Jesucristo al ser bautizado en Él? Escrito esta, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Compañeros creyentes, aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu nunca podrán tener pecado. Han llegado a ser totalmente justificados por fe. Definitivamente han nacido de nuevo, ya que el evangelio del agua y el Espíritu ha barrido todos sus pecados perfectamente.
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). ¿Por qué medios nos ha salvado Jesús? El Señor nos ha salvado por medio de Su bautismo y Su sangre sobre la Cruz. Él nos ha salvado de los pecados del mundo con esta nueva ley llamada la ley del Espíritu de Dios. Es por medio de la ley del Espíritu que nos da vida nueva, esta ley de Dios, que el Señor nos ha salvado de la ley del pecado y de la muerte, de las maldiciones de la Ley, de todos los pecados que se derivan de nuestras debilidades humanas, de la ignorancia, falta de poder y de la maldad. No es a través de nuestra propia bondad por lo que Dios nos salva, sino es a través del evangelio del agua y el Espíritu, la ley dadora de vida de la salvación de Dios. Dios Mismo vino como nuestro Salvador y nos dio Su bautismo y Su sangre, y Él nos salvo a todos nosotros los que aceptamos esta remisión del pecado en nuestro corazón dada por Dios.
Compañeros creyentes, estoy seguro que ahora crees en el evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, ¿aún tienes pecado? ¡No! ¿Aún existe condenación esperándote debido a tus pecados? ¡No! ¿Existe alguna condenación? ¡No ninguna! Pero si de casualidad pecas de nuevo, ¿volverás a tener pecado? ¡No! Tú ya has muerto y has sido traído a nueva vida dentro del evangelio del agua y el Espíritu. ¿Has recibido el bautismo espiritual de la salvación por fe en Jesucristo? ¿Ya has sido bautizado en Cristo por fe? Si has hecho esto, entonces has venido a Jesucristo creyendo en Su agua y sangre. En contraste, sin embargo, aquel que no cree en el agua del bautismo de Jesucristo y en Su sangre es alguien que se opone afuera de Jesucristo.
Leamos Romanos 8:3-4 juntos: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
¿Podríamos guardar la Ley de Dios en nuestra carne? ¡Claro que no! Claramente, nosotros los seres humanos jamás podríamos guardar la Ley de Dios debido a la debilidad de nuestra carne. Esta es precisamente la razón por la que Dios envío a Su Hijo Jesucristo para satisfacer los justos requerimientos de la Ley por nosotros. Jamás podremos satisfacer los requisitos debido a la debilidad de nuestra carne. La ley declara que la paga del pecado es muerte. Alguien que tiene pecado en su corazón debe ser puesto a muerte. En otras palabras, cada pecador, debe ser enviado al infierno, sentenciado a muerte eterna. Pero, el Hijo de Dios, nuestro Señor Mismo vino a nosotros y se encargó no solamente de nuestros pecados, sino además de todas las consecuencias de los pecados, aún de la muerte misma. Y para borrar nuestros pecados, Él fue bautizado por Juan.
Dios dijo, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). ¿Qué significa aquí cuando dice “condenó al pecado en la carne?” esto significa que Dios pasó nuestros pecados sobre Jesucristo quién había venido en carne de hombre. Dios Padre hizo que Su Hijo, Jesús, fuera bautizado de acuerdo a la ley establecida para pasar nuestros pecados a Él. El bautismo de Jesús fue administrado en la forma de la imposición de manos del Antiguo Testamento.
Por medio de Su bautismo, Jesús tomó todos los pecados de este mundo, como esta escrito, “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Jesús aceptó todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo por medio de Su bautismo. La razón para esto era que Jesucristo llevara la condenación de nuestros pecados, ya que nosotros nunca, podríamos habitar bajo toda la Ley de Dios hasta el día de la muerte. “Él condenó al pecado en la carne” significa que Dios Padre transfirió todos los pecados especificados por Su Ley, todos los pecados que cometemos debido a nuestra ineptitud para guardar esta Ley, sobre Jesucristo por medio de Su bautismo.
Dios Padre envió a Su Hijo como Salvador de la humanidad, e hizo que Su Hijo aceptara nuestros pecados por medio de Juan el Bautista. Jesús, en cambio, no fue tras la comodidad de Su carne, sino en obediencia a la voluntad de Dios Padre, fue bautizado por Juan en el Río Jordán y así aceptó los pecados del mundo, y al seguir esta voluntad del Padre, Él rindió Su cuerpo sobre la Cruz. Jesús voluntariamente puso Su vida para que naciéramos de nuevo de nuestros pecados. Y al hacer eso, Él cumplió todos los requisitos de la Ley y de los mandamientos hablados por Dios Padre.
Dios nos dijo que reconociéramos nuestros pecados por medio de la Ley y luego recibiéramos la remisión de nuestros pecados. Debido a que la Ley de Dios fue dada una vez a la humanidad, y Dios no podía repeler este mandamiento, Él nos dio la ley de la salvación que podía liberar a la humanidad del pecado.
A todos nosotros Dios nos ordenó, “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). Pero los humanos eran demasiado débiles y se volvieron a adorar otros dioses. Todos y cada uno de ellos tiene su ídolo propio, esto es, algo más preciado que Dios Mismo. Y Dios también ordenó, “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éxodo 20:7). Aún así la gente toma el nombre de Dios en vano. De nuevo, Dios ordeno, “Mantén el Sabbath santo, Honra a tus padres, No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio. No codicies. Si fallas en guardar uno de estos, morirás. Cualquiera que rompa cualquiera de estos mandamientos morirá.”
Sin embargo, los seres humanos son débiles en su carne y son incapaces de vivir de acuerdo a la Ley de Dios, aunque saben que Su Ley es correcta, y ellos mismos desean vivir correctamente. Aunque los seres humanos son incapaces de guardar esta ley debido a la debilidad de su carne, esto no significa que Dios de algún modo los excusara. Por lo tanto, una vez que sus pecados son establecidos, deben someterse a la muerte. Todo el que falle en guardar la Ley debe morir ante Dios. “Morirás, porque has roto la Ley de Dios.” Una vez que Dios libera Su mandamiento, debe ser cumplido infaliblemente. Lo que esta escrito en Romanos 6:23, que “la paga del pecado es muerte,” debe ser cumplido por Dios sin fallas. Y debido a que todos y cada ser humano es insuficiente, toda la raza humana ha caído como seres pecaminosos que deben morir ante Dios. Así que la Biblia afirma, “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).
 


El Bautismo y la Sangre de Jesús Han Cumplido Todos los Requisitos de la Ley


Sin embargo, Dios no podía simplemente abandonar a la humanidad a su muerte, porque Él amó a los humanos de tal manera. Así, por Su amor por nosotros, Él envió a Su Hijo Unigénito a esta tierra para liberarnos de nuestros pecados. Al enviar a Su Hijo, Dios cumplió todos los requisitos de la Ley y quitó todas las maldiciones, y así nos ha salvado a todos. Fue para cumplir los requisitos de la Ley por lo que Dios envió a Jesucristo a esta tierra. Por medio de Su Hijo Dios hizo posible cumplir el propósito de Su amor por nosotros, así como todos los requisitos de la Ley que Él había establecido. El camino para lograr esta misión comenzó con el bautismo de nuestro Señor, cuando Él aceptó todos los pecados de la humanidad de una vez por todas y los tomó todos sobre Su propio cuerpo al ser bautizado por Juan. Entonces al dar Su propio cuerpo sobre la Cruz, entonces Él llevó la condenación del pecado en lugar nuestro, fue crucificado y derramó Su sangre hasta la muerte. Al hacer eso, Jesús pagó la deuda del pecado demandada por la Ley con precio de muerte, y Él cumplió la ley del Espíritu de vida que nos salva de los pecados del mundo.
La voluntad de Dios fue darnos la remisión de nuestros pecados y la vida eterna por medio del evangelio del agua y el Espíritu en Jesucristo. Este bautismo y la sangre de la Cruz por medio de la cual Dios nos ha traído de nuevo a la vida constituyen el mismísimo evangelio del agua y el Espíritu. Para cumplir con la ley de la salvación para nosotros, nuestro Señor cargó nuestros pecados sobre Sus hombros en nuestro lugar al ser bautizado por Juan, fue crucificado a muerte, se levanto de los muertos, y así ha dado vida de nuevo a todas las almas de aquellos que creen en Jesucristo. Esta es la Verdad de nacer de nuevo. Jesús cumplió todos los requisitos de la Ley de Dios al derramar Su sangre sobre la Cruz, todo el tiempo cargando los pecados de este mundo por medio del bautismo que Él recibió de Juan.
Hemos confirmado que el evangelio del agua y el Espíritu es la única Verdad de salvación que esta escrita en la Biblia. Por lo tanto, con todo nuestro corazón, debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu por medio del cual Dios nos ha permitido nacer de nuevo de nuestros pecados. No importa cuales puedan ser nuestros pensamientos, debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad real de la salvación. Dios lo ha hecho posible, en otras palabras, que los espíritus de todos aquellos que creen en el agua y en la sangre de Jesús nazcan de nuevo por medio del bautismo de Jesús y del Espíritu.
Compañeros creyentes, nosotros los humanos nacemos como pecadores sin excepción. Por lo tanto, necesitamos darnos cuenta que si vamos a morir así como estamos, sin nacer de nuevo, entonces todo lo que nos espera es la destrucción. Ahora es el tiempo para que todos los pecadores nazcan de nuevo. Y si queremos nacer de nuevo de nuestros pecados, debemos creer en el evangelio, Jesucristo nos ha salvado por medio del agua y la sangre que Él nos ha dado. Debemos creer, en concreto, en el evangelio del agua y el espíritu. Debemos creer que el Señor tomó nuestros pecados por medio de Su bautismo, lavó nuestros corazones de una vez por todas, y quitó los pecados del mundo. Debemos creer que Jesucristo murió sobre la Cruz en nuestro lugar para pagar la deuda de todos nuestros pecados.
Debemos creer en la ley del amor de Dios. Salvarnos de nuestros pecados es la mismísima voluntad de Dios. Al enviarnos a Su Hijo, pasar nuestros pecados a Él, hacer que Su Hijo muriera en nuestro lugar, resucitar a Su Hijo, y así hacer posible para aquellos que creen en Su Hijo nacer de nuevo, todo con el propósito de salvarnos de nuestros pecados-nada más que esto es el amor de Dios. Debemos entender esta voluntad de nuestro Dios y creer en este amor Suyo.
Es a través de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que nacemos de nuevo de nuestros pecados. Si creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces naceremos de nuevo y entraremos en el Reino de Dios, pero si no creemos en el, seremos condenados por nuestros pecados y seremos arrojados en el eterno fuego del infierno. A menos que creamos que Dios nos ama, solo pueden existir maldiciones y agonías sin final. Por lo tanto, es solamente cuando tú y yo creemos en el evangelio del agua ye Espíritu que podemos recibir vida nueva.
Cuando nos convertimos en hijos de Dios por fe y oramos a Él, nuestras oraciones seguramente serán respondidas. Así, si deseamos ser ayudados y bendecidos por Dios, debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podemos recibir vida eterna y entrar al reino del Cielo. Esto es para nacer de nuevo, y esto trae tremendas bendiciones otorgadas por Dios. Aquí esta la razón por la que todos nosotros debemos nacer de nuevo.
Dios nos ha permitido nacer de nuevo por Su amor. ¿Por medio de que Él ha hecho esto? Él lo ha hecho que nazcamos de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu. El Señor Dios Mismo vino en semejanza de hombre, tomó nuestros pecados humanos sobre Su cuerpo al ser bautizado, fue condenado por nosotros al derramar la sangre de Su carne, y en cuerpo Él se levanto de entre los muertos. A través de todo esto, Él ha abierto el camino para que nosotros seamos salvos por fe. En otras palabras, Dios Mismo vino a esta tierra e hizo posible que naciéramos de nuevo a todos aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu que Él ha completado. Nuestro Señor nos ha dado, a todos los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu, el regalo de nacer de nuevo y el derecho de convertirnos en hijos de Dios. Este es el único camino para nacer de nuevo.
Los Cristianos legalistas aún ponen un énfasis indebido en las obras humanas para que alguien nazca de nuevo. Así, todos tenemos que darnos cuenta aquí que nacer de nuevo no tiene absolutamente nada que ver con nuestras obras. Tenemos que entender claramente que es totalmente por medio de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que podemos nacer de nuevo, y que nacer de nuevo es totalmente un asunto de fe. Nunca debemos ser engañados nuevamente por los legalistas. No es ni por nuestra obediencia a la Ley, ni debido a nuestras vidas religiosas anteriores por lo que nacemos de nuevo. De hecho, nuestra propia justicia es como un sucio trapeador usado (Isaías 64:6). Es Dios Mismo quién nos amó tanto que Él se hizo hombre; es el Mismo Dios quién, para borrar todos nuestros pecados, aceptó estos pecados al ser bautizado por el representante de la humanidad en el Río Jordán; es el Mismo Dios quién fue crucificado para cumplir la Ley que declara que la paga del pecado es muerte; y es el Mismo Dios quién así nos liberó del pecado y de la muerte. Nuestro Señor nos ha liberado de nuestras viejas naturalezas, murió por nosotros, y ha hecho que nazcamos de nuevo, recibamos nueva vida, y vivamos para Él.
Jesucristo ahora está sentado a la diestra del trono de Dios Padre. Cuando Su tiempo llegue, nuestro Señor vendrá para llevarse a Su gente, quienes ahora lo esperan ansiosamente a Él apartados del pecado (Hebreos 9:28). Esta gente es aquella que se ha convertido en la novia de Jesucristo. Son aquellos que han llegado a ser libres del pecado creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, por lo tanto, ellos son los justificados. Ellos son los que recibirán a Dios en gozo, nunca en temor. Damos gracias a Dios por esta Verdad. Ya que todo lo que hemos hecho es solo creer en el evangelio dado por Dios del bautismo y la sangre, ahora nada nos falta para poder llamar a Dios como nuestro propio Padre, no podemos agradecerle a Él lo suficiente.
Ahora entonces, ¿cual es nuestro entendimiento de Dios? ¿Qué clase de Dios es para nosotros? Entendemos que Él es el Dios de la misericordia que nos ama. Le conocemos como el Dios del amor. Le conocemos como el Dios que nos ha permitido nacer de nuevo del agua y la sangre, y que nos traído vida nueva, antes, pudimos haberlo conocido como el Dios temible, el Dios que atemoriza, y el Dios del juicio, pero ahora que hemos nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, esto ya no es lo que entendemos de Él. Cuando Jesús vino a esta tierra como hombre, Él cargó la condenación de nuestros pecados e hizo posible que nosotros naciéramos de nuevo. Entonces, ¿porqué temer al Señor cuando Él nos ha hecho Sus hijos propios mientras vivimos en esta tierra?
 


La Evidencia del Hecho de que Hemos Nacido de Nuevo Creyendo en el Evangelio del Agua y el Espíritu


Una vez que la larva se convierte en libelula, vuela libremente en el cielo. ¿Todos ustedes saben lo que es un libelula, cierto? Algunas veces, cuando nos paramos y extendemos uno de nuestros dedos hacia el cielo, un libelula llega y se posa sobre la punta de nuestro dedo. Imaginen un cierto libelula que tiene una conversación con una larva, “Ey, muchachos. ¿Creen que nacerán dos veces? ¿Creen que algún día se convertirán en libelula como yo?” algunas larvas dirán que creen, pero también hay otros que dicen que no saben. Pero el libelula le dice a la larva, “Tienes que creer, Tu también cambiaras. Algún día, tú, también, serás como yo. Encontremonos después cuando sean libelula como yo. Adios.”
¿Has visto a una cicada a mediados del verano? En el verano las cicadas cantan desde los árboles. Alaban a Dios. ¿Cómo crees que estas cicadas llegaron a ser lo que son? Insectos, enterrados profundamente en la tierra, se transformaron a sí mismas en cicadas. Una cicada le podría decir al insecto, “Veme. Nací de nuevo de esta manera. Sal de la tierra y súbete a un árbol. Conviértete en una gran cicada como yo. Soy tan feliz con mi nueva forma.”
Una libelula o una cicada nada tienen que ver con su estado como larva. Ahora se ha convertido en un insecto que vuela el cielo libremente. Así, éramos pecadores antes de nacer de nuevo. Pero, ahora, hemos llegado a ser completamente libres del pecado creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. El mismo hecho de que ahora no tenemos pecado en nuestro corazón es la clara evidencia que prueba que ciertamente hemos nacido de nuevo.
Somos los creyentes nacidos de nuevo en el evangelio del agua y el Espíritu, el cual esta constituido por el bautismo y la sangre de Jesús. Somos aquellos que creen en Dios, quién nos ha permitido nacer de nuevo, vivimos la vida que predica el evangelio del agua y el Espíritu mientras vivimos en esta tierra. Mientras seguimos con nuestras vidas sobre esta tierra. Mientras vivimos en esta tierra, testificamos, “¡Yo he nacido de nuevo! ¡Ahora soy libre del pecado! Mi salvación no vino a través de mis propios hechos. Vino a través de mi fe. Fue alcanzada a través de mi fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Jesucristo me ha permitido nacer de nuevo por el agua y por la sangre. La Verdad del agua, la sangre y el Espíritu es la Verdad de nacer de nuevo.” Vivimos nuestras vidas, en otras palabras, testificando el evangelio del agua y el Espíritu.
Para hacer posible que tú y yo naciéramos de nuevo de nuestros pecados, nuestro Señor vino a esta tierra, y Él vivió y trabajó 33 años. A Sus 33 años sobre esta tierra, a través del evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor redimió a todos aquellos que habían estado bajo la maldición de la Ley de todos sus pecados. Al venir a esta tierra, el Señor fue bautizado a los 30, murió sobre la Cruz a los 33, se levantó de entre los muertos en tres días, dio testimonio de Su resurrección durante 40 días, y después ascendió al Cielo. Ahora Él se sienta a la diestra del Trono de Dios Padre. Nuestro Señor nos ha permitido ver, aún como las humildes formas de vida como las cicadas y las libelulas, lo que verdaderamente es hacer de nuevo. 
Nuestro Señor le está diciendo a cada pecador de este mundo, “Conozcan a Mis hijos que han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, crean en las palabras de Mis siervos, y ustedes, también, nacerán de nuevo. Yo he hecho posible que ustedes nazcan de nuevo por el agua y el Espíritu.”
Jesucristo nuestro Salvador ahora está sentado a la diestra del trono de Dios Padre. Ahora, Jesucristo ya no esta bautizado, ni crucificado, ni derramando Su sangre, ni llevando el sufrimiento por nosotros. Esto se debe a que Él ya hizo todas estas cosas y ha completado totalmente el evangelio del agua y el Espíritu. Ahora ya no hay necesidad de que Él venga de nuevo a limpiar nuestros pecados, ni a ser bautizado de nuevo, ni a morir nuevamente en la Cruz, ni a resucitar una vez más. ¿Por qué? Porque Jesús ya fue bautizado por Juan, ya fue crucificado, ya se levantó de entre los muertos, ascendió al Cielo, y así ha completado nuestra salvación perfectamente, así que todo lo que Él tiene que hacer ahora es regresar a esta tierra para tomar a Sus creyentes a Su debido tiempo. Hasta el día en el que el Señor juzgue a los incrédulos con fuego, Él ya no tienen nada más que hacer por nuestra salvación. Todo lo que Él hace ahora es estar con aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu, el evangelio de la Verdad que Él ya ha completado. Y Él les da el regalo de la vida eterna. Él ha enviado al Espíritu Santo a sus corazones y los ha sellado.
Nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados con el evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro Señor por lo tanto reconoce con aprobación la fe de todos aquellos que creen en el evangelio del agua y el espíritu. Dios aprueba su fe como correcta, diciendo, “Ustedes son justificados. Ustedes son libres del pecado.” Dios de hecho sella a la gente libre del pecado con el Espíritu Santo.
En la obra de Dios, no hay sentido de la carne. Sin embargo, cuando uno es remitido de sus pecados al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, y así el Espíritu Santo entra a su corazón, entonces la verdadera paz mental viene a la persona, no solo experiencias emocionales vacías y momentáneas. Los justificados no tienen pecado. Así que cuando creíste por vez primera en el evangelio del agua y el Espíritu, probablemente no pasaste a través de un gran cambio emocional.
Jesús le ha permitido a aquellos de nosotros, que creemos en Su bautismo y sangre, nacer dos veces. Él nos ha levantado espiritualmente y ha hecho que prediquemos el evangelio del agua y el Espíritu. Y Él nos ha dado vida eterna, así que cuando el tiempo llegue, viviremos por siempre en el Reino de Dios Padre.
Para aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha permitido nacer de nuevo de nuestros pecados. ¿Aceptas ahora este evangelio del agua y el Espíritu en tu corazón? Aquel que cree en el evangelio del agua y el Espíritu da toda su gratitud a Dios. Aquel que acepta la Palabra del evangelio del agua y el espíritu es bendecido por nacer de nuevo de todos sus pecados ante Dios.
El evangelio del agua y el Espíritu es la Palabra de las bendiciones que hacen que nazcamos de nuevo por fe de una vez por todas.