(Génesis 3, 1-7)
«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho. La cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis». Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales».
¿Se consigue nuestra salvación a través de la fe en la justicia de Dios, o a través de nuestras obras humanas?
En la ida de fe, quien intenta hacer hincapié en sus propias obras ha sido engañado por los planes de Satanás. Quien discute que hay que alcanzar la santificación por uno mismo a través de las oraciones de penitencia, ha sido engañado por el plan del Diablo. La estrategia del Diablo está destinada a hacer que la gente haga buenas obras y dedique todo sus esfuerzos a sus propias obras en vez de creer en la Palabra de Dios. Pero a pesar de esto, muchos cristianos afirman que una persona puede conseguir la vida eterna y recibir la salvación si cree en Jesús, vive con rectitud y sirve a Dios con lealtad. Pero los que insisten en hacer obras humanas no pueden ser salvados y acaban cayendo en el pecado todavía más.
Por eso una fe legalista que da prioridad a las obras humanas, es una fe falsa. Los creyentes que tienen una fe legalista no pueden ser justos. Nadie puede estar completo gracias a sus propias obras. Así que los cristianos que basan su fe en las obras, se lamentan por sus insuficiencias todos los días. Esta gente ha sido engañada por el Diablo para que sigan intentando ser perfectos mediante sus obras hasta el día en el que mueran, pero al final serán arrojados al infierno.
En este momento debemos darnos cuenta de cómo debemos vivir nuestras vidas de fe y creer en nuestra fe. c«Dios me ha dado el árbol de la vida. Sabía que sería un pecador y por eso vino al mundo, tomó mis pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, y ha borrado mis pecados para salvarme. Me ha dado fe, y cuando creí en Jesucristo, me tomó como hijo Suyo, me dio e Cielo, me dio paz y me entregó todas Sus bendiciones. Entonces, ¿mi salvación viene por la fe o por las obras? ¿Se consigue la salvación mediante mis obras aunque crea en Jesús?». Debemos entender esto.
Tanto la salvación como las bendiciones se consiguen mediante la fe. Para servir al Señor necesitamos fe. Mediante la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu nos convertimos en siervos de Dios, y además practicamos la justicia de Dios. Dios dijo: «Lo que no viene de la fe es pecado» (Romanos 14, 23). Las obras salen de la fe, no al revés. Cuando leemos el Libro de Santiago, podemos pensar que se hace hincapié en las obras cuando se dice: «La fe por sí misma, sin obras, está muerta». Pero sigue dando prioridad a la fe. En otras palabras, si no se tiene fe, no hay obras.
Ustedes y yo escuchamos el Evangelio del agua y el Espíritu y al creer en él de corazón hemos sido salvados. Al ser salvados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos aclarar si esta fe viene por las obras o por la fe. Mis queridos hermanos, debemos poner nuestros corazones en la fe en que Dios nos ha dado el árbol de la vida, en que nos ha dado todo. Nuestro objetivo debe ser conseguir tener fe en Dios, y debemos centrarnos en esta fe y vivir con ella en nuestros corazones. A no ser que esta fe esté establecida, tarde o temprano Satanás nos engañará, tropezaremos y moriremos.
Dios aborrece a los que hacen hincapié en las obras humanas sin tener fe en Su Evangelio, es decir, el Evangelio del agua y el Espíritu. Mientras que nuestro Señor se complace con los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y caminan por la fe, Él no está contento con los que se centran en sus propias obras sin creer en este Evangelio. Es muy importante servir al Señor con lealtad, pero esta obra sólo es agradable a los ojos de Dios si sale de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando nos presentamos ante Dios conociendo Su justicia y creyendo en ella, Dios nos acepta.
Como Dios nos ha dado el Evangelio de salvación, yo creo en Dios; como ha borrado mis pecados, predico el Evangelio; y como me ha dado el Cielo y me ha bendecido, sirvo al Señor y le sigo. Como Dios nos ha dado todo, ahora vivimos por fe, tenemos el deseo de ofrecerlo todo al Señor, hacer todo lo que Él quiere, y le seguimos a todas partes. Caminar sin creer en la Palabra de dios es como suicidarse, y predicar la Palabra sin fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es una decepción. Predicar la Palabra de Dios sin creer en ella es un ministerio malvado que lleva a los demás por el mal camino.
La salvación de Dios se cumple sin necesidad de nuestras obras
Servimos al Señor y le seguimos porque creemos en la justicia de la Palabra de Dios. Mis queridos hermanos, ¿creen que Dios nos ha dado la paz, la salvación, la remisión de los pecados, la vida eterna y el Cielo, sin importar nuestras obras? Yo también lo creo.
Como todas las bendiciones que Dios nos ha dado no tienen nada que ver con nuestras obras, debemos unir nuestros corazones con la Palabra de Dios sin importar lo que piensen los demás. No importa lo que nos ocurra siempre que llevemos a cabo la obra del Señor. «¿Qué más da si los demás me regañan? ¿Qué más da si no les gusta lo que creo? ¡Qué digan lo que quieran!». Con esta actitud, estamos preparados para hacer todo por el Señor, siempre y cuando no paremos de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él. Pero nos paramos cuando algo va en contra del Evangelio.
Me gustaría preguntarles es que si nosotros, que hemos sido salvados, estamos viviendo por fe en la justicia de Dios o por nuestras propias obras. ¿Están viviendo por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? Quiero dejar claro la cuestión de si la salvación viene por la fe o por las obras. Quiero que no quede duda de que los que han sido salvados del pecado están viviendo por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos sido salvados de nuestros pecados a través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Esta fe no requiere ninguna obra suya, ni una sola. Todo viene por la fe, desde la salvación hasta la herencia del Cielo, la paz, las bendiciones de Dios, la respuesta a nuestras oraciones, así como servir al Señor y seguirle. Por e hemos recibido todos estos dones de arriba. Y como hemos recibido todas estas cosas de Dios, podemos servirle y seguirle.
Yo creo en lo siguiente: Creo en Dios y por eso hago sacrificios por Él; creo en Dios y por eso predicado el Evangelio; creo en Dios y por eso vivo en Su Iglesia; creo en Dios y por eso les pido a todos que sirvan al Señor. Creo que Dios nos ha dado todo y por eso le sirvo y les pido que ustedes también le sirvan. Cuando llega la fe, lo correcto es servir a Dios y por eso les pido esto.
Al creer en el Evangelio que Dios ha completado y nos ha dado, nosotros también servimos al Señor. Además, creo que si servimos al Señor, Dios nos dará todo lo que necesitamos y así daremos más frutos. Como hemos recibido todas las bendiciones, debemos dar más frutos, y así Dios cubrirá todas nuestras necesidades. Por eso vivimos por fe. Esto se debe a que creemos en vivir con fe y a que creemos en predicar el Evangelio.
La Biblia dice: «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! (Romanos 10, 14-15). En otras palabras: «¿Cómo podría haber fe sin la Palabra de Dios? ¿Cómo podríamos ser salvados sin ella? ¿Cómo podríamos conseguir la vida eterna?».
Todos creemos que Dios ha borrado nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y así debemos predicar este Evangelio. Dios nos ha dado la vida eterna, el Cielo y todas las bendiciones. Y Dios nos ha tomado como hijos Suyos para poder recibir todas estas cosas. Como creemos en esto, oramos por fe. Como creemos en esto podemos reunirnos para adorar a Dios y compartir nuestras vidas. A veces, por supuesto, sentimos que nos falta fe. Pero, debemos reconocer que lo correcto es que los justos vivan por fe. Vivir por fe sólo es posible si estamos alerta espiritualmente.
Crean que Dios les ha dado todas las bendiciones. Dios nos ha dado todas Sus bendiciones. Nos ha dado todas las bendiciones espirituales del Cielo. Así que lo único que falta es la fe. El que creamos o no depende de si podemos recibir las bendiciones de Dios o no. Por fe poseemos todas las bendiciones.
Nadie quiere que Satanás le engañe. Pero a pesar de esto, mucha gente intenta seguir a Dios con sus propias obras, servirle con sus propias acciones y predicar el Evangelio mediante sus buenas obras. Satanás ha engañado a toda esta gente. Muchos, engañados por el Diablo, crean su propia religión y hacen el mal. Trabajan mucho pero no se dan cuenta de que sus obras son malvadas. Me acuerdo de mucha gente así como si estuviera viendo una película. Los que se convirtieron en pastores sin nacer de nuevo, los que fueron ancianos sin nacer de nuevo, los que fueron creyentes sin nacer de nuevo, todos estos hacen sus propias obras engañados por Satanás.
Mis queridos hermanos, todos han sido engañados por el Diablo. Pueden preguntarse cómo tanta gente ha sido engañada tan fácilmente. Pero como han confundido una mentira con la Verdad, no se dan cuenta de que es una estrategia del Diablo, y al final, son engañado. Y al mismo tiempo engañan a otras personas.
¿Cómo pudo el Diablo engañar tan fácilmente? Dios les dijo a Adán y Eva que no comiesen del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero el Diablo dijo: «¿Acaso os dijo Dios que no comieseis de todo árbol?». El Diablo dijo «todo árbol» en vez de nombrar el árbol concreto. Así que Eva dijo: «Dios no nos dijo que no comiésemos de todo árbol. Sólo nos dijo que no comiésemos del árbol que hay en medio del jardín». Eva intentó defenderse del primer ataque de Satanás, aunque de una manera poco efectiva. Pero el Diablo se centró en comer del árbol prohibido y volvió a tentar a Eva. Así que el Diablo le dijo: «Dios os dijo que no comieseis del árbol del conocimiento del bien y del mal porque si comieseis de él seríais como Dios. Sabe que el día que comáis de él, seréis como Él, y conoceréis el bien y el mal».
Sólo Dios es el Ser Absoluto: ¿cómo puede la humanidad o Satanás ser el Ser Supremo? Cuando una criatura intenta convertirse en el Ser Supremo está siendo arrogante, y cuando una criatura intenta hacer su voluntad, acaba siendo siervo de Satanás.
Hay ciertas personas a las que yo llamo hijos del Diablo. Son aquellas personas, que como el Diablo, engañan a otras y les hacen caer en la maldición. El que engaña lee la mente de su víctima y suele buscar a gente estúpida, avariciosa o que se cree justa.
En el cristianismo de hoy en día, hay muchos creyentes falsos que no han nacido de nuevo y que viven engañados. ¿Y ustedes? ¿Han sido engañados por los falsos profetas que dicen: «Seréis bendecidos si dais muchas ofrendas y estaréis llenos del Espíritu si oráis mucho»? Intentar vivir una vida recta ante Dios vale la pena, pero intentar creer en Jesús como el Salvador a ciegas, sin conocer la Palabra de Dios, no es más que ignorancia y pecado. La verdadera fe es conocer la Palabra de la justicia de Dios y creer en ella, es decir creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Puede que se pregunten: «Puede que no crea en la justicia de Dios, pero ¿acaso está mal vivir con rectitud por uno mismo?». No, no necesariamente. Intentar vivir una vida recta no es malo, pero si quieren creer en Jesús como su Salvador, deben creer que Dios les ha dado todas Sus bendiciones a través del Evangelio del agua y el Espíritu y vivir de acuerdo con él. Esta es la verdadera fe.
La razón por la que predico frecuentemente sobre el Libro del Génesis desde que encontré el Evangelio del agua y el Espíritu se debe a que la gente de este mundo ha sido engañada por Satanás. Mucha gente no se da cuenta de que ha sido engañada por el Diablo, sigue convencida de sus creencias falsas, y como sus ojos y sus oídos estás tapados por la mentira, no pueden ver ni escuchar la Verdad. Es una gran tragedia.
Muchas personas ni siquiera se preguntan si lo que creen es la verdadera Palabra de Dios. Esto se debe a que siguen lo que ellos han definido como bueno y piensan que son buenos creyentes. Sus propios pensamientos e ideas sobre el mundo les sirven para medir su fe, cuando en realidad la Palabra de Dios debería ser la que mide la fe.
Mis queridos hermanos, nuestra fe empieza creyendo que Dios nos ha dado todas las bendiciones a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El énfasis en las obras humanas es una característica de la fe falsa. Hacer hincapié en las obras puede hacernos caer en el pecado, en la desesperación y en la maldición.
Pero la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu nos permite alcanzar la vida eterna, disfrutar de la paz y el descanso, y recibir todas las bendiciones del mundo que Dios nos ha dado. Esta es la razón por la que ustedes y yo necesitamos esta fe en la Palabra de la justicia de Dios. Esta fe es indispensable para todo el mundo. Los pecadores necesitan tener fe en la Palabra de Dios, en el Evangelio del agua y el Espíritu, y los nacidos de nuevo también necesitamos fe en toda la Palabra de Dios. Pero a pesar de esto, estamos predispuestos a centrarnos en las obras. Pero Dios nunca aprueba esta fe centrada en las obras.
La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es nuestra fuerza
Los que creemos en la Palabra de Dios confesamos nuestra fe de la siguiente manera: «Dios me ha bendecido y sigo al Señor. Y como creo en el Señor, como he recibido todas las bendiciones de Él, hago lo que complace al Señor». Hay una gran diferencia entre tener fe y no tenerla. Cuando creemos en la Palabra de Dios, hacemos obras de fe voluntariamente. Sin embargo, cuando intentamos hacer obras sin tener fe en Su Palabra, nos convertimos en oportunistas espirituales. Esta gente dice: «Hago esto porque la situación me lo permite, porque hago lo que las circunstancias me permiten». Esta gente es oportunista e intenta seguir a Dios según sus propias obras.
Pero la fe no tiene nada que ver con las oportunidades o las situaciones. Los que tienen fe hacen la obra de Dios porque deben marcarse metas según la voluntad de Dios. Los que tienen fe y los que no la tienen son completamente diferentes. Servir al Señor sólo cuando las circunstancias nos lo permiten, y dejar de servirle cuando las cosas se ponen difíciles, no es de lo que se trata tener fe. La verdadera fe consiste en decir: «Sirvo al Señor aunque mis circunstancias sean difíciles porque es lo correcto».
Quiero que todo el mundo sirva al Señor por su voluntad, motivados por el conocimiento y la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso no cuestiono la conducta de nuestros hermanos y hermanas, ya que cuando cometen errores se debe a su insuficiencia. Mi corazón se llena de tristeza cuando veo a alguien, que en vez de creer en la justicia de Dios, odia a los que caminan por fe. Yo siempre rechazo a esta gente. Si el corazón de un hermano no es recto y camina sin fe, debe ser reprendido.
Cuando creemos en la Palabra de Dios, y cuando creemos que Dios nos ha bendecido, sin darnos cuenta, empezamos a hacer obras de fe y seguimos al Señor, le servimos y predicamos el Evangelio si darnos cuenta. Y vivimos orando por el Reino del Señor. Los justos son fuertes cuando viven por fe. Esta verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu tiene poder espiritual.
Este poder de fe es enorme, porque la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu nos lleva a servir al Señor sin que nadie nos lo pida. Esta fe en que Dios nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu es increíble. Sólo cuando tienen esta fe pueden predicar el Evangelio de la remisión de los pecados a los demás y pueden salvar almas. Sin este Evangelio no pueden hacer que otros reciban la remisión de los pecados. Cuando creen que han recibido todas las bendiciones de Dios, pueden servir al Señor, pero cuando no tienen fe, no pueden ni servir al Señor ni seguirle. Los frutos del Espíritu Santo sólo nacen de la fe.
Creo en la Palabra de Dios. Y creo que Dios nos ha dado todas Sus bendiciones. ¿Y ustedes? ¿Creen en esto también? Cuando leemos el Libro del Génesis, debemos darnos cuenta de que sólo nuestra fe en la Verdad puede contarse como justicia, y debemos saber que creer es la voluntad de Dios, y que la fe le complace. Nuestras propias obras no se cuentan como justicia, por muy rectos que seamos. Creer en la Palabra de Dios es la verdadera fe.
El cristianismo como una religión del mundo
¿Cómo surgió esta religión llamada cristianismo en el mundo? ¿Ha salido de las obras? ¿O es una religión que salió de la fe?
El cristianismo surgió de la fe en Dios, pero por culpa de la tentación de Satanás, acabó degenerando en una religión de obras. Por eso la gente clasifica al cristianismo como una de las religiones del mundo. Enseñan la ciencia de la religión en todos los seminarios de Teología. En estas clases, tratan al cristianismo como una mera religión. Incluso entre los pastores, algunos clasifican la religión como una de las muchas religiones.
La palabra cristianismo significa «la reunión de los que creen en Jesucristo y le siguen» y por eso no es una simple religión. Es una fe. El cristianismo no es una religión que surgió de nuestras obras o nuestra voluntad. El cristianismo fue establecido por Dios y es una reunión de los que comparten la fe de Dios.
«¿Es el cristianismo una religión o una fe?». La palabra religión viene del latín religio, que significa «atar fuerte» o «confiar». En otras palabras, en una religión los seres humanos se inventan un dios, confían en él y se atan a él. Dicho de otra manera, creer en algo creado por la humanidad como si fuera Dios, es una religión.
Pero la fe no es así. La fe consiste en creer en las bendiciones que Dios nos ha dado y en honrar a Dios y confiar en Él. Hay una clara diferencia, ¿no es así? La religión consiste en inventarnos a un dios y creer en él, mientras que la fe consiste en creer que Dios nos creó y nos bendijo. Así que la diferencia no podría ser mayor. Creer en lo que Dios nos ha dado es diferente a creer en algo que nosotros hemos creado.
Si se nos pregunta si la fe viene de Dios o de nosotros mismos, debemos contestar que nuestra fe viene de Dios. Dios nos ha creado y nos ha dado todas las bendiciones. Todo lo hacemos es reconocer esto y creerlo de corazón. Esta es la voluntad de Dios y no la nuestra.
Cuando creamos un dios y creemos en él, lo estamos haciendo por nuestra propia voluntad. Esta voluntad egoísta hizo que surgiera la religión en este mundo. La razón por la que surgió la religión, que es lo mismo que cubrirse con hojas de parra, es que los humanos tenemos la misma meta que el Diablo.
Los cristianos que no han nacido de nuevo, es decir los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, son todos seguidores de una religión. Son seguidores de una religión al 100 %. Si alguien cree en Jesús pero sus pecados permanecen en su corazón, esto significa que cree en una religión, no en Jesús. Todos esos pastores tan elocuentes que todavía tienen pecados, y que no enseñan la Verdad de la remisión de los pecados, la Verdad que hace nacer de nuevo, son sólo seguidores de una religión.
Existen muchas religiones humanas y muchas personas sacrifican sus vidas por estas religiones. Por eso Karl Marx dijo: «La religión es el opio del pueblo». Cuando alguien se vuelve adicto al opio, no puede dejarlo. Del mismo modo, cuando alguien cree en la religión, debe creer más, ser más recto y dedicarse más a su meta, pero al final sigue ligado al pecado y muere.
La religión humana es como el opio
Cuando se abusa del opio, se muere al final. La religión es un opio para los que caen en ella. Es quizás más adictivo que cualquier droga. Para creer en una religión denominada cristianismo, una persona debe creer cada vez más, dedicarse más, servir más, vivir con rectitud y no pecar más. Entraña una serie de requisitos que acaban ahogando a sus seguidores hasta que mueren. Si somos rectos, debemos ser todavía más rectos, y cuando somos más rectos, debemos serlo aún más. Y así la humanidad no deja de intentar alcanzar la perfección, pero acaba muriendo sin alcanzarla. Este fenómeno también ocurre en la religión denominada cristianismo. ¡Esto es terrible!
Algunas personas llegan a sacrificar sus vidas por la religión en la que creen. El Diablo les ha enseñado a vivir así. Cuando la gente cree en una religión al principio, el Diablo les hace sentir como si no tuvieran pecados, pero con esto les hace más adictos a su religión. Así que deben permanecer en su religión, porque el Diablo les hace sentir que morirán si la dejan. Dicho de otra manera, Satanás le ha dado a la humanidad el opio de la religión. La religión es como una inyección de un líquido malvado que Satanás inyecta a la humanidad.
Una vez se le inyecta el opio de la religión, todo el mundo intenta ser una divinidad como Dios, pero acaba muriendo en vano. Satanás inyecta un tipo especial de opio religioso a algunas personas, y este opio se denomina budismo. Les dice: «Debéis ser divinos. Debéis emanciparos. Debéis alcanzar el nirvana». Quien ha recibido esta inyección de religión tiene que subir a una montaña, practicar el ascetismo y fingir haber trascendido este mundo.
Todo aquel al que se le ha inyectado la religión tiene que ayunar y engañarse a sí mismo. Quien recibe la inyección de la religión, aunque sea una vez, va derecho al infierno y acaba levantándose contra Dios y Su Palabra de Verdad, y rechazando las bendiciones que Dios le ha dado. Por eso la inyección de la religión es horrible. La inyección de la religión es la peor droga del planeta.
He oído que hoy en día las drogas son más fuertes que nunca. Al parecer basta con probarlas una vez para convertirse en un adicto. Cuando alguien las prueba una vez, se engancha a ellas y tiene que tomarlas una y otra vez. Del mismo modo, la inyección de todas las religiones, no sólo del cristianismo, es lo bastante fuerte como para hacer que alguien sea adicto a ellas incluso con tan sólo probarle una vez. No importa de qué religión estemos hablando, ya sea el islam, el hinduismo, el budismo, adventismo, mormonismo, confucionismo, la Iglesia de la Unificación, el chamanismo o el animalismo. Todas las religiones son adictivas, con tan sólo probarlas una vez, y al final se convierten en la boca del infierno. La inyección de la religión es mortal.
Entonces ¿qué sustancia contiene la inyección de la religión? El Diablo la creó. El Diablo nos administró esta inyección de mentiras, diciendo: «No moriréis. Porque Dios sabe que el día que comáis de él, se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios y conoceréis el bien y el mal». Todo el que recibe esta inyección se siente tentado por la promesa de «convertirse en Dios», pero acaba muriendo. Cuando se cae en el pecado, uno se convierte en un pecador; cuando se intenta escapar del pecado, se sufre; cuando se está desesperado por olvidar el sufrimiento, se toma la droga de la religión; y cuando se crea adicción a esta religión, se cree que el pecado ha desaparecido.
Deben darse cuenta de que somos arrojados al infierno si no creemos en Jesucristo y le rechazamos. Pero Satanás nos ha inyectado una sustancia tóxica para que no podamos ser libre. Sin embargo, incluso los que recibieron esta inyección pueden ser salvados si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo nos ha dado.
El capítulo tres del Génesis habla de esta inyección. ¿Qué tipo de inyección es esta? Es una inyección que engaña a la humanidad y hace que se aleje de Dios. Satanás hizo surgir la duda cuando preguntó: «¿Acaso Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?». Esta no era la verdad, pero así surgió la duda. Como la gente recibe la inyección de la religión, ahora duda constantemente el que vaya a entrar en el Cielo e intenta salvarse por sí misma.
A partir de Génesis 3, 1, la Biblia explica cómo Satanás inyectó la religión a la humanidad. El Diablo es quien administró esta inyección de religión. ¿Qué tipo de inyección dio el Diablo a la humanidad? ¿Y qué tipo de antídoto nos ha dado Dios? El Diablo administró la inyección de la religión y Dios nos ha inyectado el antídoto que neutraliza los efectos tóxicos de la inyección religiosa. La medicina que Dios nos da para curar la toxina de Satanás es el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, les pido que se den cuenta de que Dios quiere darles el Evangelio del agua y el Espíritu, devolverles a la Verdad y que nazcan de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.