Search

Κηρύγματα

Tema 27: Cartas de Dios para nosotros en la era del Coronavirus

[27-8] Vivamos nuestra fe levantándonos contra los enemigos de Dios (Ezequiel 28:11-19)

(Ezequiel 28:11-19)
«Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.
Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser».
 


El ángel caído


En el pasaje de las Escrituras de hoy, Dios habla del ángel caído que había sido bendecido para vivir en Su jardín. Al principio, este ángel vivió en obediencia a Dios de acuerdo a su condición, pero cuando su corazón se volvió arrogante, abandonó su puesto y al final fue expulsado por Dios. No hay nada escrito de la creación de los ángeles por parte de Dios en el Libro del Génesis en el Antiguo Testamento. Las Escrituras no proporcionan ningún detalle acerca de los ángeles porque Dios escribió la Biblia para salvar a los seres humanos caídos de todos sus pecados. Dios escribió en la Biblia que Su plan de salvación para librar a la humanidad de todos sus pecados y el cumplimiento de esta salvación tuvo lugar a través de Jesucristo. De esta manera, las Escrituras se centran principalmente en la Verdad de la salvación para mostrarnos cómo Dios ha librado a los seres humanos caídos de sus pecados. Dios se regocija al revelar Su providencia de salvación a todos nosotros a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. 
Todavía es importante para nosotros conocer la obra del ángel caído, así que Dios nos habla de ella en el pasaje de las Escrituras de hoy en el Libro de Ezequiel. Aquí, al señalar los pecados del rey de Tira, Dios está comparando el juicio de este rey con el juicio del ángel que se rebeló contra Él. Es también la sabiduría de Dios enseñarnos, a los que somos obtusos. Como la mayoría de las personas no conocen la obra del ángel caído, lo adoran sin saber. El problema es que, aunque todos necesitamos un buen conocimiento de los ángeles, esta no es nuestra realidad. Nadie en este mundo puede recibir las bendiciones de Dios sin un conocimiento adecuado del ángel que se levantó contra Dios para no acabar adorándole a él sin darse cuenta. La verdad que Dios ha escondido de nosotros solo puede entenderse si Dios nos la explica, de lo contrario no podemos saber nada acerca del ángel que se levantó contra Dios. Es cuestión de tiempo que no podamos saber quién fue el enemigo de Dios todo este tiempo. Ahora que hemos llegado a conocer la Verdad de salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios debemos aprender acerca del ángel que se levantó contra Dios y vivir en la Verdad. Si hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces debemos aprender acerca del ángel caído de la mano de los siervos de Dios para que podamos darnos cuenta de qué tipo de vida de fe Dios quiere que vivamos. Por tanto, debemos tener fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Dios se complace en no tener que esconder Su objetivo y en revelarlo a la gente de fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
En el pasaje de las Escrituras de hoy vemos que el rey de Tira pecó contra Dios al levantar su propio corazón como el ángel caído. Lo que Dios nos está diciendo a través del rey de Tira y el ángel caído es: si nuestros corazones están orgullosos ante Dios, seremos expulsados como ellos. A través del ángel caído, Dios nos está mostrando que, quien sea orgulloso ante Él, tendrá que enfrentarse a Su juicio, sea quien sea esa persona. Sea cual sea la posición en la vida de una persona, plebeyos o reyes, dejar que el corazón sea orgulloso es convertirse en enemigo de Dios. 
Así que es muy importante que aprendamos más acerca de los atributos de Dios y vivamos en la Verdad clara. También debemos darnos cuenta de que levantarse contra Dios está en la naturaleza del Diablo. El pasaje de las Escrituras de hoy del Libro de Ezequiel ofrece muchas lecciones espirituales al relatar en detalle los pecados del ángel caído. Dios confió diferentes tareas a diferentes ángeles, como Miguel, el ángel de la guerra, y Gabriel, el mensajero de buenas nuevas. Sin embargo, también había cierto ángel que se rebeló contra Dios después de llevar a cabo las tareas que Dios le encomendó, así que hay una lección importante que debemos aprender: no debemos convertirnos en los enemigos de Dios pase lo que pase. A través de los pecados de este ángel caído, Dios nos está enseñando acerca del “orgullo”. 
 


¿Qué ocurrirá cuando alguien se convierta en enemigo de Dios a través de su propio libre albedrío? 


Hablando del ángel caído, la Biblia dice al final del versículo 13: 
«Los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación».
Antes de esta caída, el deber de este ángel caído había sido adorar la santidad de Dios con los instrumentos musicales preparados por Él. El ángel tenía un alto estatus entre todos los ángeles que Dios creó, como está escrito: 
«Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad». (Ezequiel 28:14-15). 
Podemos ver aquí que, cuando Dios creó este ángel, lo hizo casi perfecto para que no le faltase de nada. También podemos ver aquí que Dios no solo dio libre albedrío a los seres humanos, sino a todos los ángeles que Él creó. Es lo correcto que el libre albedrío otorgado por Dios sea ejercitado de manera que complazca a Dios para darle gloria. En otras palabras, los que tienen libre albedrío deben vivir por la gloria de Dios obedeciéndole y sometiéndose a Él según Su voluntad. 
Cuando pensamos en los pecados del ángel caído, podemos ver claramente que hizo uso indebido de su libre albedrío. No hay duda de que antes de sucumbir a la corrupción había estado sirviendo a Dios cerca de Él. Como el ángel que servía a Dios y estaba más cercano a Él se convirtió en enemigo de Dios, tenía más que motivo suficiente para ser expulsado por Dios. Esta consecuencia surgió claramente del hecho de que el ángel no supo usar bien su libre albedrío. Los seres humanos tomamos múltiples decisiones incorrectas usando nuestro libre albedrío. Incluso en la actualidad, la obra del ángel que se levantó contra Dios está a punto de entrar en el corazón de innumerables reyes y personas en este mundo para hacer que se levanten contra Dios. Al haber entrado en el corazón de muchas personas, este espíritu malvado, que es el enemigo de Dios, está provocándolos para que se rebelen contra Dios. Así que, de la misma manera en que Dios había juzgado a Su enemigo en la antigüedad, hoy también está esperando el día en que juzgará a todos Sus enemigos. Por tanto, debemos conocer la obra del ángel caído correctamente y no dejarnos seguir sus pasos.
El rey de Tira en el pasaje de las Escrituras de hoy había sido un calvario para el pueblo de Israel. Esto se debe a que, cuando la nación de Israel pecó contra Dios, este envió al rey de Tira para oprimirlo. Cuando la nación de Israel pecó, Dios entregó a Su pueblo a los reyes del mundo y permitió que sufriera en sus manos. Sin embargo, el rey de Tira debía parar en algún momento y moderar sus acciones. Al ser arrogante no agradó a Dios cuando debería haber usado su libre albedrío para parar. Pero el rey de Tira estaba demasiado ocupado persiguiendo al pueblo de Israel. Debemos recordar que el que está obrando ahora en el corazón de muchos reyes y personas en este mundo es el ángel caído que había vivido en el Jardín del Edén durante muchísimo tiempo. Hoy en día hay tiempos en los que algunas personas atormentan a los justos y debemos darnos cuenta de que están levantándose contra los justos porque sus corazones están poseídos por espíritus malvados. 
 


¿Y si viviésemos como enemigos de Dios?


Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos amados por Dios Todopoderoso en nuestras vidas diarias. Sin embargo, entre nosotros, todavía hay algunos que se levantan contra Dios y acaban siendo maldecidos por Él. Incluso entre los justos que han recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, algunas personas están viviendo en este mundo sin recibir las bendiciones de Dios. ¿Qué explica esto? En primer lugar, estas personas no han unido sus corazones con el mandamiento del Señor, incluso después de creer que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad que hace posible que sean redimidos de todos sus pecados. Esto se debe al deseo de vivir sus vidas solo para buscar los intereses de la carne mientras ignoran la autoridad de Dios. Esto se debe a que, incluso entre el pueblo de Dios hoy en día, hay personas que se levantan contra la obra de Dios como los ángeles caídos de la antigüedad. Por eso estas personas están viviendo en la miseria sin poder recibir las bendiciones espirituales o materiales de Dios. 
Si realmente creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, no deben interponerse en el camino de la proclamación de este Evangelio. Independientemente de las circunstancias, debemos dedicarnos a difundir el Evangelio del agua y el Espíritu y servir a la obra de Dios. Hoy en día, los que se han convertido en justos a los ojos de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor desean dedicar sus vidas a predicar este Evangelio porque creen en el amor de Dios Todopoderoso. Esto se debe a que el Espíritu Santo vive en los corazones de los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu y este Espíritu Santo se regocija por la vida que glorifica a Dios. Como creemos en el amor de nuestro Dios Todopoderoso, nuestros corazones encuentran la mayor satisfacción cuando predicamos Su Evangelio. Así es como glorificamos a Dios por fe. Entonces, ¿por qué en ocasiones vemos a algunas personas entre los justos que no quieren vivir por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu? Porque estas personas han sustituido el amor de Dios con sus propios ídolos y deseos. 
El Apóstol Pablo dijo: «No apaguéis al Espíritu» (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando Dios inspira los corazones de los justos por el Espíritu Santo y les hace trabajar en Su obra, nuestros corazones se regocijan. De esta manera, es Dios, el Espíritu Santo, quien nos da a los justos el deseo de servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la voluntad de Dios, pero si la ignoramos, acabaremos levantándonos contra el amor de Dios. Por tanto, debemos dedicar nuestra vida a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la voluntad de Dios, y vivir por fe. Solo cuando hacemos esto podemos recibir el amor de Dios y las bendiciones en nuestra vida. Si vivimos nuestra vida en este mundo como enemigos de la voluntad de Dios, solo nos quedarán maldiciones y sufrimiento. 
En segundo lugar, ¿cuándo serán derrotados los enemigos de Dios? Ocurrirá cuando llegue el tiempo del juicio de Dios. La Palabra de Dios nos dice en el pasaje de las Escrituras de hoy:
«A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector» (Ezequiel 28:16). 
Si abandonamos el Evangelio del agua y el Espíritu y encontramos satisfacción en vivir una vida carnal y mundana, entonces, al final, incluso los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu seremos destruidos para siempre con Sus enemigos. Cuando la Biblia dice aquí “multitud de contrataciones” habla de la prosperidad. Aunque creemos en el amor de Dios Todopoderoso a través del Evangelio del agua y el Espíritu, si no servimos a este Evangelio en unidad con el mundo, entonces seremos enemigos de Dios al final. Si disfrutamos de la prosperidad gracias a las bendiciones de Dios, debemos vivir nuestra vida con más lealtad para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu para satisfacer a Dios. Los corazones de los arrogantes caen en el pecado del orgullo cuando buscan la prosperidad de su propia carne en vez de la justicia de Dios en su vida. 
Así que, a medida que los justos viven su vida en el mundo, deben dedicarse aún más a la predicación del Evangelio cuando son prósperos en la carne. Como hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos prosperar en este mundo si nuestros corazones están rectos. Cometemos errores de vez en cuando, incluso cuando servimos en unidad para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos tratar estas transgresiones al creer que Dios ya ha eliminado todos estos pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Si viven con Dios en unidad, Él cubrirá todas sus debilidades. Sin embargo, Dios no solo quiere ignorar los pecados de los que se levantan contra Su justicia a pesar de conocer Su voluntad, y esta es la justicia de Dios. Si los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu viviésemos nuestras vidas solo para buscar las riquezas del mundo, Dios no se quedará de brazos cruzados. 
Debemos saber más acerca de lo que hace el enemigo de Dios. Cuando Dios nos mira, ¿qué considera nuestro orgullo? Al confiar en nuestras propias habilidades y no en Dios estamos mostrando nuestra arrogancia. Aquellos que tienen un corazón orgulloso ante Dios no solo rechazan la autoridad de Sus siervos y Su pueblo, sino que también dan un paso más para oponerse a Su obra. Como obstruyen la obra de Dios acaban levantándose contra Él. Dios nos está diciendo a los justos: “Ignorar la palabra de vuestros compañeros es orgullo”. Esto se debe a que Dios está diciendo en el corazón de la gente: “La palabra de vuestros compañeros es Mi Palabra”. Dios nos habla de nuestro pecado de orgullo a través de los labios de los miembros de la Iglesia. Dios nos habla a través de Sus siervos y también escuchamos los mandamientos de Dios a través de los miembros de Su Iglesia. Cuando nos desviamos a los ojos de Dios, Él nos habla a través de Su pueblo diciendo: “¡Lo que hacéis está mal! ¡Vais por el mal camino!”. A través del pueblo de Dios escuchamos Su advertencia. En momentos como este, debemos poder reconocer que lo que estamos escuchando de nuestros compañeros es la Palabra de Dios y prestar atención. 
Debemos darnos cuenta de que las advertencias de nuestros compañeros son la voz de Dios. Los sabios deben entender: “Oh, Dios me está diciendo que humille mi corazón”. Para convertirnos en benditos a los ojos de Dios, debemos escuchar Su Palabra y unir nuestros corazones con los siervos del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos darnos cuenta de que nuestro orgullo nace de nuestra falta de fe y debemos tener fe y dejar nuestro orgullo de lado. El pueblo de Dios debe tener fe en las políticas de la Iglesia y la guía de sus líderes. Podemos llevar a cabo una vida de fe correcta solo si también aprendemos acerca de la voluntad de Dios correctamente de nuestros líderes. Esto se debe a que Dios se complace en hablarnos a través de la Iglesia que ha fundado. Como no tenemos las de ganar contra Dios Todopoderoso, debemos escuchar Su Palabra y obedecerle por fe. Así que debemos creer que Dios nos está hablando a través de nuestros compañeros. 
La Biblia dice que, desde el primer día en que Dios creó al ángel caído en el Cielo, su deber era adorar a Dios para siempre. Este fue el objetivo por el que fue creado por Dios, así que habría sido maravilloso que el ángel hubiese vivido en el santo y todopoderoso Dios y lo hubiese adorado con el harpa y la lira, cantando: “Santo, santo es el Señor Dios”. De esta manera, si estamos viviendo en el reino de Dios por fe, podemos vivir una vida gozosa en la que no habrá tiempo para aburrirse. La vida de los justos es gozosa todos los días y se renueva todos los días. Pero, debemos recordar que uno de los ángeles creados por Dios acabó siendo condenado a la destrucción eterna porque se hizo demasiado orgulloso, dejó su cargo y desafió la autoridad de Dios. ¿Cuál podría ser la razón por la que este ángel pensó estas cosas tan arrogantes? Porque era orgulloso ante Dios. Dios le dio libre albedrío y por eso fue posible que el ángel tuviese estos pensamientos orgullosos e hiciera cosas tan arrogantes. Dios le dio libre albedrío porque no quería que el ángel le obedeciese a la fuerza. 
Este ángel fue estúpido por pensar que por ejercer su propio libre albedrío era sabio. Cuando estos pensamientos surgieron, el ángel debería haberse corregido, alejado de sus pensamientos orgullosos y regresado a su lugar adecuado de temer a Dios. Pero, por el contrario, el ángel se levantó contra Dios Todopoderoso diciendo: “Lo intentaré. Me rebelaré con mis secuaces”. Así que, junto con otros ángeles que siguieron sus ideas, cometió el pecado de desafiar la autoridad de Dios. Al ver su plan y acciones orgullosos, Dios dijo: “¿Serás exaltado hasta los confines de los cielos? No, serás arrojado a los confines de la tierra. Prepararé el Hades para ti y te arrojaré a su fondo”: No importa si hablamos de ángeles o justos. Seamos quien seamos, si el corazón de una persona actúa de manera orgullosa ante Dios, esta persona será maldecida por Dios como el enemigo de Dios que se levantó contra Él. 
 


«Que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener» (Romanos 12:3)


A veces, nuestros pensamientos son como una corriente sin fin, y un pensamiento lleva a otro. De todos los pensamientos que tenemos, los pensamientos de la carne no son solo autodestructivos, sino que nos hacen levantarnos contra Dios. Por el contrario, los pensamientos que tenemos ante Dios nos hacen trabajar para salvar muchas almas. Por tanto, cuando pensamos, debemos tener pensamientos espirituales. Los pensamientos espirituales de los justos son todos acerca de temer a Dios y llevar a las almas a Cristo. Debemos pensar en los pensamientos de Dios y creer en ellos. Las religiones del mundo quieren encontrar la respuesta en los procesos de pensamiento humanos, pero la solución a todos los problemas no se encuentra en la mente humana, sino que se encuentra en la Verdad que nos dio Dios, nuestro Cristo. Esto se debe a que Jesucristo es la Verdad. Aunque las personas piensan que sus pensamientos son profundos, en realidad, los pensamientos humanos buscan los intereses carnales y estos pensamientos de la carne llevan a la confusión espiritual. La respuesta a la salvación humana depende de la Palabra de nuestro Cristo Dios, no de los pensamientos humanos. Cuando las personas llegan al final de los pensamientos carnales, no pueden ni reconocer lo que están pensando. Por eso el Apóstol Pablo dijo en Romanos: “No pensar de uno mismo más de lo que debería”. 
Los justos debemos pensar en la obra espiritual según la Palabra escrita de Dios, y debemos vivir por fe en la Verdad. A veces Dios nos reprende diciendo: “¿Por qué estás perdiendo el tiempo pensando en las cosas de la carne?”. En los primeros tiempos de nuestra Iglesia, algunas personas solían decirme: “Ahora estás predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, pero en una década o dos, cambiarás”. Ninguna de estas personas que solían decir esto está en la Iglesia de Dios ahora. Con sus pensamientos inútiles de la carne, acaban convirtiéndose en enemigos de Dios. Como la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios es la Verdad que salva a todos los pecadores de sus pecados, fue, es y será para siempre la Verdad de la salvación. Y si el Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora hace posible que la gente reciba la remisión de los pecados en su corazón, entonces la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios es el Evangelio eterno de la salvación para toda la humanidad. 
No hay otro Evangelio que predicar si no es el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. ¿Por qué? Porque el Señor nunca nos ha dado otra verdad de la salvación a la humanidad aparte del verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Nos ha librado otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu de todos los pecados de este mundo? No, porque está escrito: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). El Evangelio que nos ha dado la verdadera salvación de los pecados a los pecadores es el Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora. El Evangelio de la salvación que Dios nos ha dado a la humanidad es el Evangelio, no solo del agua, ni de la sangre solamente, sino del agua, la sangre y el Espíritu. Este Evangelio del agua y el Espíritu de Dios es la Verdad que continuará salvando a todos los que han caído en el pecado en 30, 40, 500, 5.000 años y para siempre. 
La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es absolutamente incorruptible, la verdadera Palabra de la salvación que Dios nos ha dado, porque es la Palabra de Dios y la Verdad que nunca cambia. Sin embargo, los que no han nacido de nuevo todavía a pesar de creer en Jesús como su Salvador, piensan en su carne: “Cuando pase suficiente tiempo, este Evangelio del agua y el Espíritu también cambiará”. Los que tratan la Palabra de Dios solo en términos carnales de esta manera, deben darse cuenta de que sus pensamientos no son más que los pensamientos de la muerte. Los seres humanos están destinados a ser arruinados si sucumben a sus pensamientos de la carne y se levantan contra el verdadero Dios y Su justicia que Dios ha ofrecido a la humanidad. Todos los pensamientos carnales de la humanidad son incorrectos a los ojos de Dios. 
 


“Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura”


¿Tienen una belleza eterna? ¿Qué belleza tienen? ¿Es su cara, su cuerpo, su honor o sus riquezas? ¿Cuál de estas cosas es su belleza? Debemos tomar un momento para reflexionar según la verdadera Palabra de la salvación que Dios nos ha dado. Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu a todos nosotros. Nos ha dado a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu todos los talentos y bendiciones que necesitamos para llevar a cabo Su obra. Así que, cada uno de nosotros tiene por lo menos un don valioso que Dios nos ha dado. No solo yo, sino todos mis compañeros también tienen por los menos un don. Sin embargo, algunas personas piensan que solo ellas tienen el mejor talento en el mundo entero. El ángel caído en el pasaje de las Escrituras de hoy debió ser muy bello a los ojos de Dios, ya que la Biblia dice que su corazón se elevó por su belleza. Y la Biblia dice también que este ángel era arrogante por su propio esplendor y se corrompió con su propia sabiduría. Llegó a pensar: “Si ocupase el lugar de Dios, sería como Él. Seré como Dios mismo y gobernaré sobre toda Su creación”. 
 


¿Qué es la verdadera sabiduría?


La verdadera sabiduría es la habilidad de aplicar el conocimiento de alguien para conseguir algo. “Conocimiento” es simplemente saber, “sabiduría” es la habilidad de implementar el conocimiento de alguien para lograr algo. Así que, quien crea en el amor de Dios no solo debe tener fe en Su Palabra, sino también sabiduría, aunque obviamente ningún ser humano puede ser tan sabio como Dios. El conocimiento puede conseguirse con aprendizaje. Por el contrario, no todo el mundo tiene la sabiduría de Dios, así que es algo que se debe recibir de Dios cuando le oramos. La verdadera sabiduría que viene de Dios consiste en creer en la Palabra de Dios y en caminar por fe. Esto se debe a que la sabiduría de Dios es una bendición que solo pueden tener los que creen en Dios y obedecen Su voluntad. 
Había una persona que, a pesar de tener más de $2 millones en su cuenta bancaria, creyó que estaba arruinado y mató a su mujer, a sus hijos y a sí mismo. Dejó una nota diciendo que se había suicidado por sus problemas económicos y que se llevaba a su mujer e hijos con él. Aunque este hombre tenía $2 millones en su cuenta bancaria, pensó que estaba arruinado en este mundo. Obviamente no tenía la sabiduría de Dios. Aunque $2 millones no sean suficientes para operar una empresa grande, todavía es suficiente para invertir en un negocio decente y ganarse la vida bien para mantener a una familia con trabajo duro. Y si hubiese hecho eso, habría sido un buen ejemplo para sus hijos. Pero este hombre no tenía sabiduría. 
Cuando el ángel caído se miró a sí mismo, pensó que estaba exaltado. Pensó que estaba viviendo en gloria. Su estatus era muy alto y espléndido, ya que era un ángel que adoraba a Dios a su lado. A medida que su corazón se volvió arrogante, intentó convertirse en Dios mismo y acabó condenado al infierno. Este ángel caído había estado sirviendo a Dios Todopoderoso junto a Él. Así que podemos darnos cuenta de que Dios nos está diciendo a través de esto: “Nadie puede tomar Mi lugar. Solo los que aceptan la gloria que estoy ofreciendo pueden vivir conmigo”. Dios no solo hizo a los ángeles, sino también a los seres humanos. 
Al haber creado a los seres humanos en el Jardín del Edén, Dios les prometió que les daría Su gracia de salvación al librarlos de los pecados que cometerían. Dios prometió con Su Palabra: “Vendré a este mundo a través del cuerpo de una mujer como el Salvador de toda la humanidad. Y os salvaré a través del Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu”. Para llevar a cabo la obra de Cristo en este mundo como prometió a toda la humanidad con Su Palabra, Dios mismo tuvo que nacer del cuerpo de la virgen María para ser encarnado en un hombre. Y este Dios fue bautizado por Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados, fue crucificado hasta la muerte, se levantó de entre los muertos con poder y así se ha convertido en el verdadero Salvador de todos nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. La salvación de la humanidad de los pecados está escrita en la Biblia de esta manera, tanto en el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
Sin embargo, hay muchas personas hoy que no saben nada acerca de la justicia de Dios, nuestro Cristo. Dicen que creen en Dios, aunque no conocen la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios mismo cumplió para salvarnos de nuestros pecados cuando vino a esta tierra por nosotros. Por tanto, los seres humanos deben aprender y entender, a través de la Palabra de Dios, la razón por la cual Dios los creó a ellos y el dominio de los ángeles. Debemos entender claramente por qué Dios nos ha salvado de todos los pecados de este mundo de una vez por todas, y por qué Dios nos está diciendo que alabemos Su amor y gloria. Esto se debe a que, si entendemos el propósito de Dios para nosotros, podemos glorificarlo. Cuando nos damos cuenta de la providencia de Dios y Su propósito, podemos glorificarlo a través de nuestra fe en Su justicia. Debemos darnos cuenta de que Dios nos ha confiado la tarea confiada al ángel caído, que es la de alabar a Dios. Y debemos creer en esto. Si creemos en el amor de Dios por nosotros, y si creemos en Su justicia y la alabamos, entonces seremos más exaltados que este ángel en la creación de los cielos y la tierra. Esto se debe a que por fe hemos alcanzado nuestra verdadera salvación y nos hemos vestido de la gloria del Cielo y por tanto hemos llegado a alabar a Dios. 
Alabar a Dios consiste en alabar la obra justa que Dios ha hecho por nosotros. Por eso exaltamos y alabamos el amor de Dios y la justicia de Su obra. Alabar a Dios consiste en darle gracias y glorificarlo en nuestras vidas diarias, no solo por salvarnos de todos los pecados del mundo de una vez por todas, sino por contestar nuestras oraciones, ayudarnos en nuestras vidas diarias y bendecirnos para vivir con Él. Esto es lo que significa vivir una vida que alaba a Dios. 
Hoy, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos sido bendecidos para aceptar la tarea gloriosa que el ángel caído había perdido. Nos hemos convertido en hijos de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y Dios se regocija al recibir toda la gloria a través de nosotros. Todo esto es la bendición de Dios y la sabiduría celestial que Dios nos ha dado. Este es el propósito por el que Dios nos ha creado. ¿No es maravilloso que Dios nos ha permitido a todos tener fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu? Todo lo que Dios ha hecho por los creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu es una bendición maravillosa. 
 


Lo que se pierde con el orgullo


Por su orgullo el ángel caído perdió su tarea maravillosa. Se arruinó y se convirtió en el líder del infierno. Al final se convirtió en el enemigo de Dios que se levanta contra Él. Ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero ¿cómo estamos viviendo nuestra vida ante Dios? ¿Hay alguien entre nosotros que haya sucumbido al orgullo, ya sea por la belleza exterior o los talentos, y se haya convertido en el objeto del odio de Dios? Si tienen dones o talentos bellos, no deben dejar que se les suban a la cabeza, porque son para servir a Dios. 
Dios dijo que el día en que este ángel fue creado los primores de sus tamboriles y flautas estuvieron preparados. Esto significa que Dios le había dado a este ángel la tarea bendita de alabarle. ¡El ángel no fue a escuela de música! Su talento recibido de Dios fue la habilidad de tocar instrumentos musicales y el deseo sincero de alabar la santidad de Dios. Al ver la creación de Dios, su mente seguramente hizo surgir notas musicales naturalmente para alabar a Dios perfectamente. De esta manera, los que creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu también tenemos grandes talentos que Dios nos ha dado. Pero, si pensamos que somos mejores que nuestros hermanos y hermanas por dichos talentos y los usamos para oponernos a ellos, seremos arruinados. Si los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu dejamos de predicar el Evangelio y vamos al mundo a buscar nuestro bienestar económico, al final estaremos en contra de Dios. Nuestras vidas de fe se acabarán a los ojos de Dios.
Yo tampoco soy nada sin los talentos que Dios me ha dado. Así que uso mis habilidades de Dios para predicar el Evangelio de la salvación que me ha salvado. No alardeo de mí mismo ante Dios. Todo lo que hago lo hago por la gloria de Dios; mi trabajo no tiene otro propósito. Así que, si dejamos que nuestros talentos se nos suban a la cabeza y no servimos a Dios, entonces seremos como el ángel caído. Hoy en día, en la Iglesia de Dios también, si no usan sus talentos para Dios, Él no usará sus talentos. Si la gente intentara hacer la obra de Dios, Dios humillaría sus corazones, diciendo: “Lo que estáis haciendo ahora no significa nada”. Así que vemos que Dios nos escoge y nos utiliza como Sus instrumentos cuando servimos Su obra en unidad con nuestros colaboradores. Por el contrario, cuando alguien ignora a sus colaboradores y siervos de Dios, vemos que Dios quita la tarea de esta persona y se la da a otra persona diciendo: “Para. No puedo usarte más”. 
 


Dios nos ha dado el libre albedrío a todos nosotros


A los seres humanos y los ángeles, Dios les dio libre albedrío cuando los creó. Dios no los creó como robots. Los ángeles creados por Dios también recibieron personalidades. Dios les dio la facultad del intelecto, emoción y voluntad, es decir, la habilidad de conocer, sentir y actuar. Dios les dio las mismas facultades de intelecto, emoción y voluntad a los seres humanos también, lo que también se conoce como personalidad. Dios les ha permitido entender, sentir y actuar. Les ha dado libre albedrío para pensar y hacer todo según su voluntad. Si quieren ser como Dios, pueden pensar así; si quieren desafiar a Dios, pueden hacerlo; y si quieren levantarse contra Dios porque están enfadados con Él, pueden hacerlo también. En otras palabras, Dios hizo a los ángeles como seres intelectuales, emocionales y con libre albedrío. Sin embargo, uno de los muchos ángeles desafió la autoridad de Dios. Así que Dios expulsó al ángel arrogante y a sus subordinados al suelo. 
De esta manera, cuando Dios creó a los seres humanos, no los creó como robots, sino como personas. Podemos levantarnos contra Dios o podemos aceptar la Palabra de Dios y ser salvados de todos nuestros pecados. Dios creó a los seres humanos con libre albedrío. Dios también es una Persona y concede Su amor y bendiciones a los que creen en el amor de Dios, y las bendiciones de la salvación se manifiestan en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, aunque hemos sido salvados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, si nos levantamos contra Dios Todopoderoso, nosotros también seremos expulsados como el ángel caído. Los creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos recordar que Dios nos ha dado libre albedrío. De esta manera Dios es un Dios justo. Nuestro Dios creador no se deja influir emocionalmente por Sus criaturas ni se compromete con nosotros porque sea débil. Así que, si somos arrogantes ante Dios, mereceremos pagar el precio de nuestro orgullo. 
 


Debemos construir una comunidad de fe respetuosa 


Cuando compartamos con los que han sido salvados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos escuchar atentamente lo que están diciendo. Entonces nos daremos cuenta de que hay mucho que aprender de ellos. Llegaréis a reconocer: “Estos miembros de la Iglesia están llevando a cabo la obra de Dios sin causar alboroto. Son simplemente miembros corrientes de la Iglesia como yo, pero son personas con el carácter que debo emular”. Algunas personas son muy emocionales, aman a Dios y le sirven con gran pasión un día y de repente cambian y se niegan a servirle. Otros, por el contrario, son más constantes y sirven al Señor en unidad con los miembros de la Iglesia sin llamar la atención. 
Cuando miramos a los obreros de Dios, vemos que cada uno tiene sus propios puntos fuertes y débiles. Algunos miembros tienen lo que nos falta y nosotros tenemos lo que les falta a algunos miembros. Por eso, como miembros de la Iglesia, debemos aprender los unos de los otros y estar unidos. Entonces podemos darnos cuenta de lo siguiente: “Estos hermanos y hermanas merecen mucho respeto. Son maravillosos. ¡Sirven a Dios muy bien! Les ha dado sabiduría y fe para servirles. ¡Les ha bendecido!”. Dios escribió la Biblia para enseñarnos a través de Su Palabra que no debemos ensalzar nuestros corazones en arrogancia, sino que debemos unirnos los unos con los otros desde cualquier posición que tengamos. Dios nos ha permitido servir al Señor con lealtad en unidad. Nos ha permitido servir ahora en Su lugar de trabajo para que podamos apoyar al ministerio del Evangelio y dedicar nuestros esfuerzos a predicar el Evangelio. Dios nos ha dejado en este mundo para que podamos servir y apoyar Su obra en unidad. 
Recientemente, el Pastor Galvao me envió un mensaje informándome de que había un poco de alboroto entre sus hermanos y hermanas a causa del COVID-19. Al ver a sus seres queridos morir de coronavirus delante de sus propios ojos, la congregación estaba sufriendo mucho y tenía mucha angustia y el Pastor Galvao me pidió que les enviase algunas palabras de ánimo. Cuando escuché esto, me di cuenta de que Dios me estaba diciendo que retomase mi ministerio literario. Así que he estado revisando los sermones y añadiendo algo durante la hora de adoración en la Iglesia de Dios. Esto se debe a que el Pastor Galvao y otros colaboradores del extranjero me lo han pedido. Esto se debe a que la audiencia de estas nuevas publicaciones son los colaboradores del extranjero. He estado escribiendo mis sermones como si les estuviese escribiendo una carta. Los sermones que predico durante la hora de adoración también están dedicados a los colaboradores de todo el mundo. Así que los he estado revisando y traduciendo. 
Así que, Dios nos pide que hagamos varios tipos de trabajo a Su debido tiempo. Ahora nosotros debemos hacer la obra que Dios nos confíe. Llevar a cabo la obra de Dios por fe cada vez que se nos confía es de lo que se trata la vida de fe. Esto se debe a que la obra que debe hacerse viviendo en este mundo es la obra de Dios. De esta manera, hacemos la obra del Señor, alabamos a Dios durante la hora de alabanza, escuchamos Su Palabra, compartimos Su gracia juntos y renovamos nuestras fuerzas todos los días. Cuando nuestras vidas diarias se terminen, cuando llegue el momento de ir a Su Reino, nosotros también disfrutaremos Su gloria. 
 


El ángel caído no puede disfrutar su antigua gloria 


Como personas que se han convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, disfrutaremos de la gloria de vivir con Dios. Dios nos dijo que, cuando llegue este momento, lo veremos cara a cara. Así que, con esta esperanza, debemos llevar a cabo la obra del Señor todos los días. Cuando hacemos la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, llegaremos a glorificar a Dios en la vida que Dios nos concede. Y como toda esta obra se hace con la familia de Dios, nuestros hermanos y hermanas, cada momento es feliz para mí. Siempre me siento feliz porque hagamos lo que hagamos en este mundo lo hacemos por la obra de Dios. 
Mi corazón siempre está feliz porque está haciendo la obra de Dios por el bien de predicar Su Evangelio del agua y el Espíritu, y por el bien de nuestros hermanos y hermanas. Estos son los pensamientos que me hacen feliz: “A medida que siento los cimientos para apoyar el ministerio del Evangelio, nuestros hermanos y hermanas disfrutarán todas estas cosas. A través de esta obra de servicio que estoy haciendo, el Evangelio se propagará aún más. Los corazones de las personas serán sanados. El Evangelio del agua y el Espíritu será proclamado cada vez más lejos. Estoy muy feliz por ver que la obra que he hecho en este mundo les ha dado tantas bendiciones espirituales a nuestros hermanos y hermanas. Estoy bendecido por esto. No podría pedir más, porque el fruto de mi labor no solo lo disfruto yo, sino también nuestra familia de la Iglesia y esto es lo que complace a Dios”. 
¿Qué es más valioso que esto y qué más podría pedir? Un día entraré en el Reino de Dios y viviré con Él para siempre cara a cara. Ustedes son iguales que yo. Todos los que han sido salvados de sus pecados a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu son valiosos a los ojos de Dios. Somos humildes a los ojos de Dios. Aunque algunos de nuestros hermanos y hermanas tengan algunas faltas en la carne, no debemos despreciarlos. Debemos mostrar tolerancia y amarlos diciendo: “Lo entendemos. Habéis hecho algo insensato durante poco tiempo. Dios quiere enseñaros una lección con esto”. 
Sin embargo, algunas personas están tan orgullosas de sí mismas que obstruyen la obra de Dios. Estas personas serán tratadas como enemigos de Dios. Si alguien se opone a la obra de Dios, esta persona ya se ha puesto de lado del ángel caído. Así que debemos respetar a los que temen a Dios, pero también amarlos y unir nuestros corazones con ellos por nuestra fe en Dios. Hay algunos líderes en las comunidades cristianas que dicen a la gente que les sirvan a ellos, no a Dios. Si nos unimos a esta gente, seremos tratados como el ángel caído. El ángel caído fue expulsado del Cielo y perdió su posición. Así que Dios hizo que esta posición gloriosa se quedará vacía y quiso hacer a los seres humanos a Su imagen para ponerlos allí. Dios también sabía que estos seres humanos que había creado pecarían. Por eso Dios había preparado un plan de salvación para librar a los seres humanos, que fueron creados a Su imagen, de sus pecados. 
Dios mismo vino a este mundo como el Salvador y ha salvado a toda la humanidad del pecado a través de Su sacrificio, su amor infinito y justicia. Y todos los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu han recibido la bendición de vivir con Él. Al hacer esto, Dios nos ha convertido en creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu para alabarlo con nuestros labios diciendo: “Dios nos ha dado la salvación, la gloria del Cielo y Sus bendiciones”. Por eso alabamos a Dios con nuestros labios, poniendo melodías a las letras que alaban a Dios. Como justos alabamos a Dios porque nuestros corazones se regocijan. Cantar alabanzas no es algo que podamos hacer a la fuerza. Las letras de nuestros himnos son todas maravillosas. Cuando alabamos a Dios por la obra justa y bendita que ha hecho por nosotros nuestros corazones se renuevan enseguida. El gozo sale de ellos. Este es Dios para nosotros. 
 


Dios nos está hablando ahora para enseñaros una lección espiritual.


Está escrito en Proverbios 16:18:
«Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu». Dios nos está diciendo que el orgullo es el predecesor a la caída. Nos está advirtiendo que no dejemos que nuestros corazones se vuelvan orgullosos. Si hacemos algo por la obra de Dios, se debe a la fuerza, habilidades y bendiciones que Dios nos ha dado, no por nuestro poder y fuerzas. Si hacemos algo bueno por la obra de Dios es porque Dios nos ha ayudado, a Su Iglesia y a los hermanos y hermanas de nuestro alrededor. Incluso cuando se trata de las cosas que cumplimos antes de nacer de nuevo, pudimos hacerlas por la ayuda de nuestros padres que nos trajeron a este mundo, nos criaron y nos cuidaron. ¿Podríamos haber hecho algo sin la ayuda de nuestros padres, hermanos, parientes y amigos? Sin embargo, el ángel caído aquí pensó: “¡Soy así! Solo Dios está por encima de mí. Los demás están por debajo. ¡Todo lo que tengo que hacer es llegar hasta la posición de Dios!”. 
Si estos pensamientos arrogantes surgen en nuestras mentes como en la mente de este enemigo de Dios, debemos darnos cuenta inmediatamente de lo grave que es este error, confesar nuestro pecado a Dios y reprendernos a nosotros mismos. Debemos decir lo siguiente: “¿Has perdido la cabeza? Estás aquí porque Dios te ha hecho justo. ¿Naciste siendo justo? ¿Acaso no te creó Dios? ¿Existes por tu cuenta como Dios?”. De esta manera, debemos asegurarnos de que nunca acabamos de lado del enemigo de Dios. El ángel caído no solo se levantó contra Dios por su cuenta, sino que incitó a otros ángeles a que se opusieran a Dios. Por eso el ángel caído fue maldecido por Dios. Si sucumben al orgullo se convertirán en un objeto de las maldiciones como Satanás. Satanás atrae a los orgullosos y los usa como sus instrumentos. 
Dios expulsa a los orgullosos. Incluso en la actualidad, Dios expulsa a los reyes del mundo si son demasiado arrogantes. Incluso ahora Dios expulsa a los ricos si se vuelven demasiado arrogantes ante Dios. A menudo vemos en este mundo cómo estas personas son arruinadas al final. Así que nunca debemos dejar que nuestros corazones se vuelvan orgullosos ante Dios. 
Debemos estar satisfechos en nuestras vidas diarias. Debemos vivir dando gracias porque tenemos comida y vestimenta, estamos viviendo en la Iglesia de Dios y tenemos la comunión de la fe. Como Dios nos ha dado la tarea de llevar a cabo Su obra y nos ha establecido en esta posición estamos haciendo lo que le da gloria a Dios. No estamos donde estamos porque tengamos dones excepcionales. Yo tampoco estoy aquí dando este sermón porque tenga un don especial. Estoy aquí porque Dios me ha dado sabiduría, fe y el Espíritu Santo, para que pueda entender lo que está diciendo la Palabra de Dios cuando la leo. Estoy predicándoles en este momento porque Dios me ha permitido darme cuenta de lo que nos está diciendo a través de Su Palabra.
La conclusión es que no tenemos nada de lo que estar orgullosos. Si hacemos algo bien es porque Dios nos ha dado estos dones y talentos. Cuando Dios nos ha dado todos nuestros talentos, ¿cómo podemos ser arrogantes? Cuando hacemos la obra de Dios, podemos hacerlo solo si somos considerados y diligentes día y noche. Cuando dedicamos todo nuestro corazón y nuestras fuerzas a la gloria de Dios, Él hace esta obra por nosotros. Dios nos ha permitido “trabajar” en esta tierra para que Su obra se cumpla. Por tanto, no debemos levantar nuestro propio corazón, sino que debemos unirnos a nuestros colaboradores. 
A menudo pensamos equivocadamente que somos mejores que otros. Pensamos para nosotros mismos: “Como tengo talento, debería ser el jefe de un equipo. Entonces, ¿por qué hay personas menos cualificadas que yo siendo jefes de equipo mientras que a mí se me pasa por alto? ¿Hay favoritos en la Iglesia? ¿No es verdad que la Iglesia no puede reconocer mis dones? Soy mucho mejor que esas personas. Si me dieran ese puesto, lo haría mucho mejor que ninguno de ellos”. Sin embargo, Dios no quiere confiar Su obra a las personas que piensan así. Dios quiere que unamos nuestros corazones con los débiles y hagamos Su obra. Quiere que los fuertes y los débiles se ayuden los unos a los otros y cumplan la obra del Señor en unidad. Dios no quiere completar Su obra solamente a través de los que la hacen bien, ni quiere ser glorificado a través de solo una persona. No es cierto en absoluto que nuestro Dios solo quiera que hagamos buena obra. 
Por el contrario, a través de Su obra Dios quiere que compartamos el amor de Cristo los unos con los otros y compartamos nuestros dones valiosos con los demás. Y Dios también quiere que aprendamos de los talentos de los demás. Quiere que nuestros corazones sientan simpatía por las debilidades de nuestros hermanos y hermanas miembros de la Iglesia. Si hay alguien que es físicamente débil, Dios quiere que entendamos a esta persona y nos unamos a través de Su amor, pensando: “Me encantaría hacer lo mismo si tuviera una enfermedad física como ese hermano. Es completamente comprensible”. Dios quiere que todos trabajemos juntos para hacer la obra del Evangelio del agua y el Espíritu por Su bondad. No quiere ser glorificado por alguien que hace bien la obra. 
Así que no confío la obra de Dios a alguien que solamente hace bien la obra. Miro otros aspectos también, y después de considerarlos detenidamente, le pido a esa persona que haga la tarea que tengo pensada para ella. Si la persona dice: “No sé hacer esto bien”, comparto mis palabras de ánimo diciendo: “¡Inténtalo! Ora a Dios e inténtalo”. Entonces la persona suele ser capaz de cumplir la tarea, aunque tenga debilidades. Nadie es experto desde el principio. Todos cometemos errores cuando empezamos. Sin embargo, cuando pensamos detenidamente en cómo hacer la obra de Dios y oramos al Señor, Dios nos da la fuerza para llevarla a cabo. Mientras hacemos la obra de Dios la fe crece en nuestros corazones y según esta fe avanza la obra de Dios. Entonces el resultado es mejor. 
Si un buen obrero recibe una tarea y la tarea se cumple, hay poco que ganar. Por el contrario, cuando alguien que no sabe hacer la obra bien se encarga de una tarea y la hace bien, la fe de esa persona crece y avanza, aunque sea un poco, y hay mucho que ganar. La fe de esta persona crecerá bien. Eso es lo que quiero. Así que, aquellos que alardean de sí mismos como buenos obreros acabarán escuchándome decir: “¡Apartaos! ¡Iros allí y trabajad!”. Como el corazón de Dios está en mi corazón, quiero que alguien que está en unidad con los miembros de la Iglesia, ame a los demás, reconozca al pueblo de Dios, distinga a los honrados, sea bendecido con ellos y comparta todas estas bendiciones. Este tipo de deseo no estaba en mi corazón en el pasado. Pero cuando conocí al Señor, quien vino al mundo por el agua y el Espíritu, este deseo surgió. ¡Qué maravilloso es esto! Dios me ha dado la sabiduría y me ha hecho preparar Su obra hasta hoy. Y cuando el tiempo llegó, pude compartir la obra de Dios con los demás, diciéndoles: “Venid aquí y haced la obra de Dios. Id allí y haced la obra de Dios”. 
Incluso hoy, como el corazón del rey es como ríos de agua, Dios mueve el corazón del líder. Es Dios quien vuelve el corazón de Sus siervos. Los siervos de Dios no deciden la obra del Señor por su cuenta, ni se la confían a aquellos con los que tienen una relación personal. El dominio de Dios no es el mismo que este mundo. Los asuntos de la Iglesia son supervisados por Dios. Así que, cuando alguien debe ser formado, le pido que haga algunas tareas. Pero hay personas que no escuchan. Algunas personas siguen inventándose excusas y nunca escuchan. Se niegan a escuchar a los líderes de la Iglesia una y otra vez y esto es ser como el ángel caído. Deben escuchar a sus líderes. Si los líderes de la Iglesia les piden que tomen cierta posición, deben confiar en ellos y decir: “Esta debe ser la voluntad de Dios para mí”. Pero hay algunas personas que no están contentas con su posición y se quejan, diciendo: “¿Por qué me tratan así? ¡Qué extraño! Me deben odiar. ¿Por qué se burlan de mí tanto?”. No es así. Es Dios quien les pide que hagan Su obra para formarlos. Dios les está formando espiritualmente porque no han sido formados lo suficiente. Solo entonces podemos unir nuestros corazones con Dios y recibir Sus bendiciones. 
¿A quién confía Dios un coro para alabarlo? Incluso ahora los ángeles en el Cielo están alabando a Dios. Pero ¿quién se unirá a ellos en el futuro? ¿A través de quién llevaría a cabo Dios Su obra? Cuando pasamos al Libro del Apocalipsis vemos a los justos unidos y alabando a Dios. El dominio de Dios será nuevo en el Cielo. Y llegará el día en que Dios conceda una vida gloriosa a Su pueblo. Dios no concede Su gloria a cualquiera que sea como el ángel caído. Los ángeles en el Cielo en aquel entonces serán los siervos de los hijos e hijas de Dios. Dios dijo que asignaría a los ángeles a nosotros, Sus hijos, como nuestros siervos. Los ángeles celestiales serán sus siervos y los míos. Los que creen y sirven al Evangelio del agua y el Espíritu son los propietarios del Reino de los Cielos. Esta fe es verdadera. 
La gente se vuelve arrogante cuando se engaña a sí misma y se cree sus mentiras. Los arrogantes alardean de sí mismos diciendo: “Yo soy así”, pero en sustancia no son nada más que personas débiles con multitud de fallos. Sin embargo, creemos que podemos hacer todas las cosas y hacer cualquier tarea si Dios nos bendice y nos da sabiduría. Así, que, al darnos cuenta de esto, debemos recibir bendiciones, la vida gloriosa y la obra gloriosa que Dios nos ha dado, no debemos perder ninguna de estas cosas con Satanás, sino que debemos amarlas y dar gloria a Dios en nuestra vida. Quiero que todos reciban muchas bendiciones en este mundo e incluso más bendiciones en el Cielo. ¡Aleluya!