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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 4-2] ¿Cuál es el corazón de la buena tierra? (Marcos 4:10-20)

¿Cuál es el corazón de la buena tierra?(Marcos 4:10-20)
“Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. Y les dijo: ‘A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.’ Y les dijo: ‘¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador es el que siembra la Palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la Palabra, pero después que la oyen, enseguida viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego tropiezan. Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la Palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la Palabra, y se hace infructuosa. Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.’”
 
 
La lectura de las Escrituras de hoy describe la parábola del sembrador. Nuestro Señor Jesús dijo esta parábola cuando había mucha gente alrededor y Él explicó esta parábola en detalle a sus discípulos después de que todas las personas se habían ido. ¿Qué Verdad quiso Jesús revelarnos en esta parábola?
Cuatro diferentes tipos de campos donde fueron sembradas las semillas aparecen en la Palabra del Señor: las orillas del campo, el campo de terreno pedregoso, el campo de espinas y el campo de buena tierra. Y todos estos campos significan el corazón de una persona.
En primer lugar, ¿qué le sucede a la semilla que cae en las orillas de los campos? Un pájaro puede venir a cualquier hora y devorar fácilmente esas semillas que caen allí, ya que la semilla no está enterrada profundamente en la tierra. Así, cuando el corazón de una persona no puede aceptar la Palabra de Dios profundamente en su corazón, Satanás puede venir en cualquier momento y llevarse a esa Palabra que Dios ha plantado en él.
En segundo lugar, ¿qué sucede con las semillas que caen sobre suelo pedregoso? Inicialmente, estas semillas echan raíces en el terreno, pero la raíz no puede bajar profundo dentro la tierra debido a las piedras duras, y se marchita. Esto significa el tipo de corazón que acepta la Palabra de Dios con alegría en el comienzo y perdura durante un tiempo, pero tropieza poco después que enfrenta dificultades, tribulaciones o problemas como las piedras duras.
La tercera semilla que es sembrada, se encuentra en un campo espinoso, que simboliza la clase de corazón que no es capaz de dar su fruto a pesar de que escucha la Palabra de Dios, pero no puede mantener la fe en la Palabra correctamente, cuando el deseo carnal se parece a las preocupaciones de este mundo y viene entonces la tentación de la riqueza material.
Por último, nuestro Señor también habló sobre la buena tierra. Se trata de una parábola muy importante que el Señor habló a aquellos que tienen fe sincera, y ustedes y yo debemos tener esta Palabra siempre presente cuando escuchemos acerca del Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

La semilla que cae en las orillas del campo significa el perder las cosas espirituales

 
Podemos encontrar fácilmente cristianos que tienen un corazón como el del campo en las orillas. Porque no creen en la Palabra de Dios incluso después de oírla a través de los siervos de Dios, Satanás viene y se devora la Palabra de Dios rápidamente. ¿Qué debe uno entonces hacer cuando los fieles siervos de Dios atestiguan la Palabra de Dios? Uno debe escuchar y dar testimonio de la Palabra, y si creen que es consistente con la Palabra de la Verdad registrada de Dios, entonces, rápidamente deben aceptarla y creer en ella. Deben ser capaces de creer en esta Verdad de salvación totalmente en su corazón para finalmente hacerla suya y no perder esta Palabra de vida por medio de Satanás.
Sin embargo, ¿qué pasaría si uno dijera: “Creo Verdaderamente en la Palabra de Dios, pero tengo que pensar en ello más, porque no va de acuerdo con las enseñanzas de mi pastor” o: “Definitivamente es la Palabra de Dios, pero creeré después de ver un poco más en la Biblia” a pesar de que él había reconocido que las cosas que los siervos de Dios habían atestiguado consisten con la Palabra de Dios registrada? En ese momento, Satanás viene a ustedes y siembra dudas en su corazón, diciendo: “No, eso no es cierto. ¿Qué dices? ¿Quieres decir que toda la corriente-principal del cristianismo está mal? Esto es falso. No debes creer eso. ¡Estarás en un problema terrible!” Y las personas que han sido engañadas por Satanás no pueden hacer de la Palabra de Dios la suya propia y finalmente pierden la preciosa Palabra.
Por lo tanto, cuando encuentren la Palabra de Dios, deben ustedes abrir su corazón y escucharla con fe. Esto significa que deben escuchar la Palabra con sus oídos y creer en esta Palabra con el corazón. Deben saber que Satanás está siempre rondando en busca de una oportunidad para hacerles no creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor está predicando.
Nuestro Señor ha hablado esta clara Verdad a nosotros. Esta Verdad es el hecho de que el Señor ha salvado a ustedes y a mí perfectamente de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando escuchamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad, tenemos que ir primero a través del proceso de verificación en nuestros corazones, para ver si es el verdadero Evangelio o no. Tenemos que examinar en la Palabra del Señor: “¿Cuál es el Verdadero Evangelio? ¿Realmente soy una persona que puede recibir la salvación de los pecados del mundo por creer en este Evangelio del agua y el Espíritu?, o ¿Puedo recibir salvación incluso si yo no creo en este Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Qué tipo de persona soy realmente ante la presencia de Dios?” Y si llegamos a pensar que el Evangelio del agua y el Espíritu es cierto, entonces no debemos dudar y aceptarlo en nuestros corazones.
Cuando buscamos el creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Palabra de Dios, debemos creer en este Evangelio basándose en la Palabra de Dios aún más. Nuestros sinceros corazones que buscan el conocer la Verdad en la Palabra de Dios, nos hace ser la buena tierra que aparece en el pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando las buenas tierras se cultivaban en nuestros corazones, podemos entender claramente la Verdad que Dios quiere dar cuando escuchamos su Palabra y tenemos firme convicción en nuestro corazón y no perderla por Satanás.
Incluso después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos tener la actitud con fe, que es estar dispuestos a aprender la Palabra de Dios continuamente y depender de esta Palabra. ¿Qué pasaría si pensáramos que no necesitábamos más la Palabra de Dios y nos distanciamos de ella, simplemente porque ya hemos creído en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Qué pasaría si uno únicamente viviera una vida espiritual con sólo una simple comprensión del Evangelio del agua y el Espíritu sin raíces firmes de fe depositadas en la Palabra de Dios, como la semilla que no le salió bien porque cayó en terreno pedregoso? Sin duda, perderíamos nuestra fe de creer en la preciosa Palabra de Dios que vale más que nuestra propia vida.
¿Por qué es así?
Estas dificultades llegarán a nosotros mientras llevamos nuestra vida espiritual así como está registrado en la Palabra de Dios. Estoy diciendo que las dificultades, problemas, tentaciones y enemigos nos llegan a nosotros los que estamos dispuestos a seguir al Señor. Nosotros no seríamos capaces de superar esas dificultades y finalmente dejaríamos a Dios cuando nos enfrentamos a tales circunstancias, si no teníamos fe y conocimiento profundo de la Palabra, sobre todo si no tenemos un conocimiento profundo del Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad. En consecuencia, perderíamos nuestra fe de creer en la justicia de Dios. El Señor se refirió a estas personas como aquellos que son como el terreno pedregoso o el campo por las orillas. Sé que ustedes y yo no debemos ser como esas personas. Y también debemos tener cuidado y ser cautelosos con las gentes que tienen esos corazones.
A pesar de que ustedes y yo conocemos y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora, todavía hay muchas personas que no conocen este Evangelio en este mundo. Con el fin de compartir el Evangelio del agua y el Espíritu correctamente a estas personas, nos debemos grabar la Palabra que el Señor ha hablado, más profundamente en nuestros corazones. Ustedes y yo debemos convertirnos en personas de fe, donde se han extendido las raíces profundamente en nuestros corazones. A través de la Palabra de Dios debemos creer con una profunda comprensión de nuestra pecaminosa naturaleza, la justicia de Dios y su juicio (Juan 16:8-11). Debemos saber claramente qué tipo de pecadores nosotros los humanos fuimos ante la presencia de Dios, cómo Dios amó a los pecadores tan profundamente en el Evangelio del agua y el Espíritu, y cómo Dios nos ha salvado a nosotros, que somos pecadores, de todos los pecados del mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu y nos hizo los hijos perfectos de Dios y predicar esto correctamente a la gente del mundo.
Debido a que los seres humanos originalmente eran pecadores desde el nacimiento, todas las personas de este mundo deben recibir la remisión de los pecados de sus corazones por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, dado por el Señor. No podemos más que vivir con nuestros pecados y recibir el juicio por los pecados, si no creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu ante la presencia de Dios. Sólo las gentes que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden recibir la remisión de sus pecados y convertirse en los perfectos hijos de Dios y recibir las bendiciones eternas del Señor. Por lo tanto, ustedes y yo debemos aprender la voluntad de Dios, aplicarla en nuestra vida y seguirla con fe, con corazón humilde en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y por esta fe, debemos luchar contra el diablo que nos hace tropezar y superar las creencias falsas que vienen de él y de creer en mentiras. Debemos ser humildes ante la Palabra de Dios que registró que el Evangelio del agua y el Espíritu es la única Verdad y solamente seguir a Señor con la fe de creer sólo en esta Palabra. Por otra parte, también debemos convertirnos en creyentes que saben cómo admitir con audacia “lo que es correcto es correcto” y “lo que está mal está mal” de acuerdo con esta Palabra de Dios. La escritura habla bien de esos creyentes, como “los de carácter noble” (Hechos 17:11).
Ustedes y yo que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos hacer que esta fe aún sea más formidable, sólo abrazando la Palabra de Dios y siguiendo al Señor con esta Palabra como motivación. Es porque no podemos apreciar la voluntad y la Verdad de Dios y seguirlo fielmente sólo porque simplemente hemos llegado a conocer este Evangelio. La fe que no depende de la Palabra de Dios, es todavía infantil y no madura. Si ustedes aún tienen fe infantil y hacen frente a diversas dificultades con esa fe, deben saber que necesitan fe y el conocimiento de la comprensión de la Palabra de Dios claramente, aún más en estos tiempos. No pueden más que ser espirituales al final, si su fe ha sido arraigada correctamente. Esta es la razón por la qué ustedes y yo debemos aumentar nuestra fe y el conocimiento de la comprensión de la Palabra de Dios.
 
 

Algunas semillas cayeron sobre terreno espinoso

 
Las personas que tienen un corazón como los del terreno espinoso, son los que no pueden cosechar frutos a pesar de que han creído en la Palabra de Dios, debido a las preocupaciones de este mundo y las tentaciones de la riqueza material y los deseos de la carne han entrado en su corazón y bloqueado la fe de creer en la Palabra de Dios. En otras palabras, significa que ellos no pudieron creer en la Palabra del Señor correctamente porque estaban demasiado preocupados por el mundo. A pesar de que esas personas escuchan la Palabra de Dios y creen en ella, no pueden creer en la Palabra correctamente porque tienen un corazón predispuesto al mundo y tienen de la vida. Debido a su nublado corazón enfocado al mundo, no pueden aceptar la Palabra de Dios correctamente y tampoco pueden asirse al Señor fielmente.
Por supuesto, los deseos carnales surgen y luchan contra esta fe a pesar de que creemos en la Palabra de Dios, porque nosotros los seres humanos somos seres imperfectos. Cuando ese tipo de deseos carnales entran a nosotros, empezamos a pensar. “¿Por qué no hay muchas personas que conocen este Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Significa que soy de las pocas personas que existen en este mundo que conocen el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Significa que estoy entre las muy pocas personas que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu? Si esto es así seré maltratado por la gente que no cree en este Evangelio del agua y el Espíritu e incluso seré llamado hereje. Entonces, será una pérdida para mí, ¿o no lo sería?” Sin embargo, yo sé que esa no es la fe correcta. El Señor se refirió a tal corazón, como un campo espinoso, no la buena tierra. Ustedes están en un Estado como el del campo espinoso si se distancian por si mismos de la Palabra de Dios por creer: “¿Cómo puedo yo vivir en este mundo si creo en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Mi relación con las demás personas se rompería si creyera en este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Posiblemente, podría sufrir una pérdida carnal mientras viva en este mundo porque algo terrible ocurrió debido a esta fe? Esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu parece ser la Verdad, ¿pero, no sufriría ningún tipo de pérdida si creyera en ella?” Si esto sucede, entonces esa persona cae en un estado de no poder aceptar la Palabra de Dios en su corazón.
Estos corazones son como el campo espinoso, el terreno pedregoso y las orillas del campo y no pueden aceptar la Palabra de Dios, tal y como es puramente cuando la escuchan, sino sólo lo aceptan como una teoría. El terreno de espinas especialmente, es un corazón que piensa que no tiene nada más que aprender a través de este Evangelio, a pesar de que él ha aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu en su corazón. Hay personas en el mundo que sólo están interesadas en su bienestar físico, a pesar de que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta Palabra aplica a esas personas que tienen corazones como el terreno espinoso. No reciben salvación de pecados porque no tienen fe de creer firmemente en la Palabra de Dios. Escuchan la Palabra de Dios, al igual que otras personas, pero no pueden escapar completamente de sus pecados y recibir la salvación porque sólo escuchan la Palabra de Dios, pero no se aferran a ella en su corazón correctamente.
Al menos deben ustedes recibir el perdón de sus pecados en sus corazones por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la justicia del Señor, si quieren creer en Él, que ha salvado los pecados del mundo y seguirlo. Y aún si ya creen en Él, no deben volverse arrogantes, sino al contrario, deben continuamente reafirmar el hecho de que han recibido la remisión de sus pecados a través de la Palabra de Dios. Es porque no pueden seguir al Señor fielmente sin fe en el Evangelio del agua y el Espíritu con firme convicción de esta fe.
Además, con el fin de seguir fielmente el Señor, ustedes y yo debemos tener resuelto el no permitir cualquier cosa de este mundo que interfiera, sin fe en Dios, sino más bien rechazarla. Cuando Jesús dijo a Pedro y a su hermano Andrés: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19), ambos dejaron sus redes y siguieron a Jesús. Para estas dos personas que eran pescadores, la red era algo muy valioso que estaba directamente relacionado con su sustento, pero dejaron esta red porque tenían la firme convicción de que Jesús tenía algo más valioso que sus redes. Queridos compañeros creyentes, deben ser así también. Incluso si perdemos familia o aún las cosas más valiosas que tenemos, los nacidos-de nuevo que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos estar resueltos a seguir al Señor desde el fondo de nuestros corazones.
Algunos creyentes nacidos de nuevo pueden pensar así: “Voy a obtener el perdón de los pecados e ir al Cielo por creer en la justicia del Señor sin que me pase nada malo. Sólo creeré en Dios, recibiré todas las cosas buenas, recibiré sólo bendiciones e iré así al Cielo felizmente, sin tener ninguna pérdida física.” Esas personas no son adecuadas para el Reino del Señor. Los corazones de estos tipos de personas están en un estado en que la Palabra de Dios no ha enraizado bien. Incluso si poseen momentáneamente el Evangelio de la Verdad, esas personas finalmente lo pierden, tropiezan espiritualmente y se alejan de la Palabra de la Verdad.
 
 

Deben convertirse en el trabajador que siembra la semilla en tierra buena

 
El Señor nos dijo que no sembráramos semillas en tales campos, en las orillas, en el terreno pedregoso y el espinoso. Entonces ¿qué tipo de persona debemos ser ante la presencia de Dios? Como la buena tierra en el pasaje de las Escrituras de hoy, debemos convertirnos en una persona cuyo corazón es como la buena tierra. Como también saben, el buen terreno en este mundo se refiere a un campo que se ha limpiado de toda piedra por el agricultor. Y el agricultor ha cubierto estas semillas con buena tierra, por lo que no se volarían ni aún cuando el viento sopla fuertemente. Cuando interpretamos esto espiritualmente, significa que el corazón de una persona debe estar preparado perfectamente escuchando la Palabra de Dios.
Confucio dijo que no tendría pesar alguno incluso si muriera al anochecer, si él sólo llegara a conocer el camino por la mañana. Esto significa que si un pecador pudiera entender y conocer el camino al Reino de los Cielos, no tendría ninguna avaricia por las cosas de este mundo y no le importaría incluso si perdiera todas las cosas de este mundo. También debemos convertirnos en personas que saben apreciar las cosas de Dios, y no debemos asirnos a las cosas de este mundo. Sólo las personas así pueden tener semillas sembradas en buena tierra y cosechar el precioso fruto. Sólo las personas así pueden recibir realmente la salvación de sus pecados y entrar también en el Reino de Dios al aceptar perfectamente la Palabra de Dios en su corazón.
Como he explicado anteriormente, el terreno espinoso implica una persona que tiene inquietudes y deseos acerca de riquezas material; el terreno pedregoso implica alguien que tropieza espiritualmente, porque la raíz de su fe no está profundamente arraigada; y el campo en las orillas se refiere a alguien en quien Satanás llega y devora la Palabra que le fue dada. La persona que siembra la semilla en nuestros corazones, es decir, aquel que siembra la Palabra, es el Hijo del hombre, y este Hijo del hombre es Jesucristo. Jesucristo es el Señor quien vino a este mundo, como el Hijo de Dios y también como nuestro Salvador, con el fin de salvarnos. Alguien que conoce la Palabra de Dios y ha aceptado la Palabra en su corazón, recibe la salvación a través del Señor, pero una persona que no es así, no puede recibir la salvación. Hoy en día, Jesús quiere enseñarnos esta Verdad a través de esta parábola del sembrador.
Jesús habló a detalle a sus discípulos y también a ustedes y a mí, acerca de la Verdad que pertenece al Cielo. El Señor dijo que una persona que siembra la semilla en buena tierra, cosecha frutos, se multiplican a más de 30, 60 y 100 veces, y que para llegar a ser buenas tierras, nosotros debemos no calcular las pérdidas y ganancias cuando escuchamos la Palabra de Dios, sino simplemente aceptarla puramente en nuestros corazones.
Aquellos que han recibido la remisión de todos sus pecados por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu son totalmente diferentes de las personas que no creen en la Palabra de Dios. Tienen un corazón que cree en la Palabra de Dios correctamente. Nunca podemos recibir salvación de nuestros pecados si nuestra fe no es pura como el Evangelio del agua y el Espíritu. Ustedes y yo no somos nada sino podemos entender la Palabra de Dios que ha llegado por el Evangelio del agua y el Espíritu. A fin de poder creer en Dios correctamente y recibir la salvación, debemos primero escuchar la Palabra correcta de Dios, de sus siervos que conocen el Evangelio y predican su Palabra correctamente. Chequeen si el predicador que ven, predica la Palabra de Dios así. Y si el predicador predica el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, exactamente como lo es, sin buscar intereses personales, entonces ustedes deben creer en ella inmediatamente… con el corazón.
Ustedes no deben intentar comprender sólo la Palabra de Dios religiosamente ni aceptarla como una cuestión de conocimiento. Esa persona es como suelo pedregoso o el campo por las orillas. Absolutamente, uno debe conocer el Evangelio del agua y el Espíritu si quiere convertirse en la buena tierra y cosechar el precioso fruto, es decir, si quiere recibir salvación Verdadera en su corazón por creer en la Palabra del Señor. Sólo entonces podemos saber y creer en Dios como nuestro Salvador. Ustedes y yo debemos estar preparados con el conocimiento correcto de la Palabra, conociendo y creyendo en la Palabra de Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu con el fin de convertirse en una persona de fe. Debemos continuar con la Palabra del Señor y dejarla echar raíces por fe profundamente en nuestro corazón, en base al conocimiento del Evangelio del agua y el Espíritu.
Está escrito en las Escrituras, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Como esta Palabra, debemos solidificar la Palabra en nuestros corazones a través de experiencias reales que se aplican a nuestras vidas, en lugar de detenerse en simplemente saber la Palabra de Dios. Siempre debemos reconocer la Palabra de Dios mientras vivamos en este mundo aprendiéndola continuamente y aplicándola en nuestras vidas.
 
 

Debemos convertirnos en la gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu

 
¿Qué deben ustedes hacer con el fin de estar unidos con Jesucristo espiritualmente y convertirse en un solo cuerpo con Él? Deben ofrecer el sacrificio de la fe que es del agrado de Dios. La gente del Antiguo Testamento ofrecía este sacrificio a Dios por el método de imposición de manos sobre la cabeza de una ofrenda de sacrificio, y quemando la carne del sacrificio. Esto se conoce como ofrenda quemada, y Dios se complacía en aceptar tales sacrificios de fe.
Sin embargo, la razón de que esta ofrenda quemada fue realmente importante era que este sacrificio fue “el plan de salvación que Dios había decidido para salvarnos en Jesucristo”. Dicho de otra manera, significa que el sacrificio del Antiguo Testamento era la sombra de Jesús que estaba por venir en el futuro. Dios envió a su hijo Jesucristo a este mundo para salvarnos, y este Jesús nos salvó tomando todos nuestros pecados sobre sí mismo mediante el bautismo de Juan el Bautista, muriendo en la Cruz y resucitando de la muerte. Y como he dicho antes, todos esos ministerios de la salvación por el Señor fueron profetizados a través de los sacrificios ofrendados a Dios en el Antiguo Testamento.
La Palabra acerca de los sacrificios del Antiguo Testamento se registra en detalle en el libro de Levítico capítulo 16. A través de esta Palabra, echaremos un vistazo para ver cómo estos sacrificios ofrendados a Dios fueron cumplidos en el antiguo Testamento. En ese tiempo, la persona que era responsable del sacrificio para el día de la expiación, era llamada el sumo sacerdote, y con el fin de que él entrara al lugar santo para recibir la remisión de sus pecados y los pecados de su familia, tenía primero que lavar su cuerpo, limpiarlo y ponerse ropas de lino y las santas prendas del sumo sacerdote. Y, a continuación, ofrecía el sacrificio de expiación de sus pecados y los pecados de su familia, ofrendando un toro como una ofrenda de sacrificio. Tenía que hacerlo por el método de entrar en el lugar Santo con la sangre de la ofrenda del sacrificio y quemar de incienso. Y tenía que tomar algo de la sangre del Toro y salpicarla con su dedo en el banco de la misericordia en el lado este; y antes del asiento de la misericordia tenía que salpicar algo de la sangre con su dedo siete veces. Con el fin de borrar sus pecados y los pecados de su familia, tenía que pasar los pecados a la ofrenda del sacrificio y ofrecerlo a Dios. Originalmente quien había cometido los pecados debería haber muerto, pero cuando el toro recibía la imposición de manos y moría en su lugar, Dios aprobaba este sacrificio en su lugar y pagaba el precio por los pecados humanos.
También el sumo sacerdote preparaba dos cabras como ofrendas de sacrificio para el día de la expiación para borrar todos los pecados de los israelitas. Ellos recibían el perdón de los pecados cuando el sumo sacerdote ofreció una cabra ante la presencia de Dios y la otra ante el pueblo. El sumo sacerdote tomaba la primera cabra y la ofrecía como una ofrenda quemada al igual que en el método que se ofrendaba el toro: Ponía sus manos sobre la cabeza de la cabra, cortaba la cerviz y salpicaba su sangre. Según el sistema de sacrificio registrado en el libro de Levítico en el día de la expiación, el sumo sacerdote, a continuación, prendía el incienso y rociaba la sangre de la cabra en el banco de la misericordia en el lugar Santísimo. Luego salía y comenzaba el ritual real de la expiación de los pecados de todo el pueblo de Israel.
A continuación, sacaba la segunda cabra y ponía sus manos sobre su cabeza ante todas las personas para traspasar todos los pecados de los israelitas al chivo expiatorio. Después de pasar los pecados sobre el chivo expiatorio, entregaba la cabra a una persona designada que la llevaba al desierto, dejándola lejos. El chivo expiatorio que era abandonado en el desierto sin agua ni pasto finalmente moría después de deambular durante un tiempo con todos los pecados del pueblo israelí. Un año de pecados de todo el pueblo israelita, eran pasados a la ofrenda del sacrificio por tal método del sumo sacerdote quemando así la ofrenda.
Les he contado este método de sacrificio algo complejo de la época del Antiguo Testamento, por el siguiente motivo. El sacrificio del día de la expiación en el Antiguo Testamento es el mismo que en el Evangelio del agua y el Espíritu que creemos ahora. Dios borraba todo un año de los pecados de los israelitas mediante el sacrificio del día de expiación durante el Antiguo Testamento, y del mismo modo Dios dio la remisión de todos nuestros pecados eternamente en la época del Nuevo Testamento, recibiendo a Jesucristo, que vino a este mundo en carne humana como el Cordero de Dios. Dios habló acerca de esto en el Libro de Hebreos capítulo 9 versículos 11-12, y está escrito: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los vienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” Hebreos capítulo 10 también describe que los sacrificios del día de la expiación fue la sombra de las cosas buenas por venir, es decir, el sacrificio eterno por los pecados, por Jesucristo. Por lo que la Biblia dice: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10).
Jesús vino a este mundo y salvó a ustedes y a mí de pecado, lo que fue profetizado en el Antiguo Testamento, incluso desde Su nacimiento. Echen un vistazo a Isaías 7:14. Está escrito: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz, y llamará su nombre Emanuel.” Jesús quien vino a este mundo así, de acuerdo a la salvación predestinada de Dios, tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo de Juan el Bautista, derramar su sangre y morir en la Cruz, así como la ofrenda del sacrificio del Antiguo Testamento recibía los pecados por la imposición de manos.
En el momento en que Jesús recibió el bautismo, se escuchó la voz de Dios, diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Esta Palabra implica, “El que acaba de recibir el bautismo de Juan el Bautista es mi Hijo y Él se hizo cargo de todos sus pecados de una sola vez. Y mi Hijo cargará sus pecados, irá a la Cruz, derramará su sangre y morirá en ella. A continuación, Él será resucitado de la muerte y cobrará vida nuevamente. Mi Hijo los ha salvado perfectamente.” Todos los pecados del mundo pudieron pasarse a Jesús mediante el bautismo de Juan el Bautista. Debido a que Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús sabía de este hecho, fue capaz de decir: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).
¡Sí! Nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo sobre sí mismo a la vez, por recibir el bautismo de Juan el Bautista, quien era el representante de toda la humanidad y uno de los descendientes de Aarón el sumo sacerdote. Todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús cuando el Señor recibió el bautismo de Juan el Bautista y el Señor se llevó todos estos pecados que así le fueron pasados, y fue a la Cruz. Justo antes de morir en la Cruz, el Señor dijo: “¡Se ha terminado!”. ¿Qué ha terminado? Esto significa que el Señor cumplió todas las promesas de tomar nuestros pecados sobre sí mismo mediante el bautismo, derramando agua y sangre en la Cruz debido a esos pecados en nuestro lugar, y siendo resucitado de entre los muertos y convirtiéndose en nuestro Salvador.
Porque Jesús pagó todo el precio por nuestros pecados completamente por el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestro lugar, Dios dijo: “Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10:18). Ustedes y yo debemos entender esta Palabra en todo su significado. Ahora no debemos intentar convertirnos en gente perfectamente justa mediante el cumplir con la Ley, pero en lugar de ello darnos cuenta de nuestros pecados y nuestra naturaleza pecaminosa a través de esa Ley y saber qué tipo de persona somos ante la presencia de Dios. Estoy diciendo que debemos primero darnos cuenta de quienes somos a través de la Ley de Dios y también saber lo que Jesucristo ha hecho por nosotros y lo mucho que nos ama… cuando creemos en Él.
A pesar de que nacimos pecadores debido al pecado de Adán que cometió en el principio, nos hemos convertido en justos nuevamente debido a la obediencia de Jesús como la propiciación para toda la humanidad, como está escrito: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19). Esto significa que nosotros nunca seremos pecadores nuevamente si creemos en Jesucristo como nuestro verdadero Salvador. Ya no somos pecadores porque todos nuestros pecados han sido pasados a Jesucristo. Ustedes deben comprender correctamente la profundidad de la salvación que los redimió de todos tus pecados y creer en ello adecuadamente. Debemos aceptar la Palabra de Dios exactamente como lo es en nuestros corazones. Debemos cultivar la buena tierra, limpia y pura, como el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, que tomó todos nuestros pecados y recibió el juicio en nuestro lugar y plantó la Palabra del Señor en este mundo.
Es fundamentalmente imposible para nosotros negar los pensamientos carnales con nuestra propia fuerza. Debemos depender únicamente de la fe de creer en la Palabra de Dios correctamente con el fin de vencer el egoísmo de la carne. Finalmente podemos tener un cambio en nuestros corazones egoístas cuando escuchamos la Palabra de Dios y pensamos: “¿Está bien esto o mal? ¿Es esto de la Palabra de Dios, o no?” y entonces, aceptar la Palabra de Dios, si es cierto, pensando: “También debo seguir la Palabra”. El corazón egoísta de la carne absolutamente no puede ser roto sólo porque uno intenta romperlo con su propia voluntad. Sabiendo esto, el Señor dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). Debemos seguir esta Palabra con el fin de seguir al Señor, porque esta es la verdadera Palabra de Dios y la Verdad que Dios pide de nosotros los que tenemos fe. Además, debemos absolutamente hacer esto porque es lo correcto. A pesar de que podría ser una cosa pequeña, llegamos a recibir la bendición y el amor del Señor cuando aceptamos la Palabra de Dios por la fe. También podrán saber que Dios da fe y el Espíritu Santo, enseña la Verdad de la purificación de los pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu como están llevando su vida espiritual de acuerdo con la Palabra de Dios. El Espíritu Santo les da fuerza y alegría cuando superan este corazón egoísta por la Palabra de Dios. El Espíritu Santo entonces, ensalza y alienta a nuestras almas por hacer lo correcto.
Las personas amantes de los perros abrazan a su perro, lo besan y corren con él por doquier. Y durante ese proceso, el perro siente que al amo lo ama y por lo tanto, es leal a ese amo y desea estar siempre con él. Una persona que ha experimentado su debilidad o deficiencias y también experimentó la alegría abundante y felicidad a través del Evangelio del agua y el Espíritu en su vida espiritual es también así. Quien conoce y cree en el Evangelio del agua y el Espíritu puede sentir su fe creciendo poco a poco en el proceso de compararse el mismo, con alguien que cree sin conocer este Verdadero Evangelio y también en el proceso de evaluación de que fe es la correcta. Esto significa que la fe de una persona de seguir al Señor se vuelve aún más formidable a través de diversos tipos de experiencias de negar incluso sus propios pensamientos con la Palabra de Dios cuando llega a su corazón finalmente, rompiendo tal corazón, uniéndose con Dios una vez más, y así sucesivamente.
El corazón de todo ser humano es débil, pero llegará un día cuando uno afirma su corazón absolutamente. Uno debe decidir si opta por inclinarse al mundo o dirigir su corazón hacia el Señor y seguirlo. Aunque el Señor no lo pide a fuerzas, llegará un momento en que uno debe tomar una decisión clara. Por supuesto, la ruta que nosotros debemos elegir es… seguir al Señor. ¿Cuál es la consecuencia cuando seguimos el Señor? Debemos evaluar esto a través de la Palabra y tomar una decisión sabia, o sea, para elegir la forma de seguir al Señor. Encontraremos dificultades en algún momento, aún al vivir por la fe adecuadamente. Sin embargo, esta difícil circunstancia es absolutamente necesaria para ustedes y para mí. Esto es porque llegamos a darnos cuenta de cuán débil es nuestra fuerza para continuar en este justo camino, sólo cuando estamos en dificultades y con ello dependemos de la Palabra del Señor aún más. Entonces nuestra fe de creer en Dios se vuelve aún más fuerte que antes. Así como el polvo se acumula en un estante, la fe se acumula involuntariamente. Y llegamos a disfrutar de la alegría de vivir verdaderamente con Cristo mientras vivimos así.
A fin de que ustedes y yo sigamos el Señor correctamente, debemos ser la buena tierra de la que el Señor habló. Debemos tener la actitud del corazón que acepta la Palabra exactamente como es, si realmente es la Palabra de Dios, sin tener en cuenta nuestro propio beneficio. Entonces, Dios hace el resto. Sólo tenemos que comprender que la Palabra de Dios es la Verdad y aceptarla plenamente en nuestros corazones. Después de esto la Palabra de Dios controla a ustedes y a mí y nos enseña, nos guía y nos lleva por el buen camino. Dios nos lleva por la senda en la que se complace.
Estimados compañeros creyentes, el Señor nos está diciendo a esta hora que debemos convertirnos en esta buena tierra. Ustedes y yo debemos convertirnos en las personas que se preparan en nuestros corazones para así aceptar la Palabra de Dios correctamente. Debemos convertirnos en esas personas que aceptan la Palabra de Dios inicialmente ya sea que vaya de acuerdo con nuestros pensamientos o no. Entonces, el Dios Todopoderoso nos guiará de la manera más adecuada. Él puede guiar todo, así como nuestros corazones, pensamientos y circunstancia, porque Él es el Dios Todopoderoso… quien es la Verdad.
Sin embargo, ¿qué pasaría si nuestros corazones no estuvieran preparados? Incluso nuestro Señor no puede hacer nada por nosotros si no estamos dispuestos a aceptar la Palabra de Dios en nuestros corazones y tampoco tenemos ni siquiera el deseo de hacerlo. El Señor justo no puede demandarlo a la fuerza porque es de noble carácter. Sin embargo, al menos debemos prepararnos para que nuestros corazones reciban la Palabra de Dios. Dios nos puede hacer personas justas que recibirán bendiciones como Abraham, si estamos sólo dispuestos a recibir la Palabra de Dios en nuestros corazones.
Ustedes y yo no tenemos nada de que preocuparnos en el Señor. El Señor cumplirá todo cuando llegue el momento. Dios creó la luz en el primer día, hizo el firmamento para dividir las aguas en el segundo día y dividió las tierras del mar en el tercer día. La obra del primer día implica recibir la remisión de los pecados; la obra del segundo día implica que el nacido de nuevo, debería discernir la Palabra de Dios y la Palabra de Satanás; y la obra de Dios del tercer día implica que nuestra debilidad debe ser manifestada a fin de que nosotros demos el fruto espiritual.
Como esta palabra, nuestra debilidad no se manifestó cuando recibimos en primer lugar la remisión de los pecados en nuestro corazón por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, después de que un corto tiempo pasa desde la recepción de la remisión de los pecados, los deseos de la carne siguen llegando, como en la forma que la tierra sucia que estaba cubierta por el agua se manifiesta y en consecuencia, nos damos cuenta de que somos tal persona. Sin embargo, a pesar de que somos gente tan imperfecta, podemos seguir al Señor porque todavía tenemos fe de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones. Nos convertimos en las personas de fe que fructifican espiritualmente por la fe de creer en Dios. Como el Señor dijo en el quinto día: “Y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los Cielos” nosotros podemos llegar a ser las personas justas que siguen a Dios por la fe de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no importa que tan débiles seamos. Ustedes y yo somos las personas que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, debemos convertirnos en personas que somos, como Dios por la fe de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Queridos compañeros creyentes, deben convertirse en este buen terreno ante la presencia de Dios. No pueden recibir salvación de todos sus pecados si no se vuelven la buena tierra en la que la Palabra de Dios puede ser profundamente arraigada. Los campos que no son de buena tierra deben arrepentirse. ¿Se han convertido en esta buena tierra? ¿Está listo su corazón para recibir la Palabra de Dios? No importa incluso si sienten inadecuados. Sólo tienen que depender de Dios, de acuerdo con su Palabra y vivir en la Iglesia de Dios. Entonces, nuestro Señor los guía en todo lo demás.