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Tema 9: Romanos

[Capítulo 2-3] La Circuncisión es la del Corazón (Romanos 2:17-29)

(Romanos 2:17-29)
“He aquí, tu tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la Ley y te glorías en Dios, y conoces su voluntad e instruido por la Ley, apruebas lo mejor, y confias en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la Ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú, que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la Ley, ¿con infracción de la Ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. Pues en verdad la circuncision aprovecha, si guardas la Ley; pero si eres trasgresor de la Ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la Ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la Ley, te condenará a ti, que con la letra de la Ley y con la circuncisión eres trasgresor de la Ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra. La alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”
 
 

Debemos estar circuncidados en el corazón

 
“La circuncisión es la del corazón.” Somos salvos cuando creemos con el corazón. Debemos de ser salvos en el corazón. Dios dice, “la circuncisión es la del corazón, en espíritu, y no en letra. La alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:29). Debemos tener la remisión del pecado en nuestros corazones. Si nosotros no tenemos el perdón de los pecados en nuestros corazones, es inválido. El hombre tiene una “parte interna y una parte externa,” y cada uno debe recibir la remisión del pecado internamente. 
El apóstol Pablo dice a los judíos, “La circuncisión es la del corazón.” ¿Entonces que circuncidaron los judíos? Ellos circuncidaron una parte de la carne. Sin embargo, el apóstol Pablo dice, “La circuncisión es la del corazón.” Los judíos se circuncidaron externamente, pero Pablo dice que la circuncisión es la del corazón. Dios nos dice en nuestro corazón cuando llegamos a ser sus hijos.
Pablo no habla acerca de la circuncisión externa, sino de la circuncisión y la remisión del pecado del corazón. Así que cuando él dice, “¿Pues qué, sí algunos de ellos han sido incrédulos?” (Romanos 3:3). Él quiere decir, “Sí algunos no creyeron en el corazón.” Él no habla de creer externamente, sino dice, “Cree en el corazón.” Nosotros debemos saber lo que el apóstol Pablo quiere decir y lo que es la remisión del pecado. Debemos aprender como obtener la remisión del pecado en nuestros corazones a través de la palabra de Dios. 
“¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos?” esto significa “¿Y que si los judíos no creyeron en Jesucristo como su Salvador, aunque ellos son los descendientes de Abraham por la carne?” ¿Acaso su incredulidad dejará sin efecto la fidelidad de Dios? ¿Acaso el hecho de que Dios borró todos nuestros pecados, incluyendo los pecados de los descendientes de Abraham, quedará invalidado? Nunca. Pablo dice que aún los judíos, quienes son descendientes de Abraham por la carne, pueden ser salvos cuando ellos crean que Jesucristo es el Salvador, el Hijo de Dios, quién quitó los pecados del mundo a través de su bautismo y crucifixión. Él también dice que la salvación y gracia de Dios a través de Jesucristo no puede ser invalidada. 
Romanos 3:3-4 afirma, “¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz y todo hombre mentiroso; como está escrito: ‘Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado’.” El Señor prometió con su palabra y santificó a los creyentes, cumpliendo su promesa él mismo. Dios desea mostrar su justicia y justificar a aquellos que tengan fe en Jesús, a través de su palabra, cumpliendo lo que él prometió cuando él es juzgado. Aún nosotros, que tenemos la remisión del pecado en nuestro corazón, también queremos ser juzgados por su palabra y queremos vencer con su palabra cuando seamos juzgados.
 

El Apóstol Pablo nos dice acerca de la parte Interna y externa
 
Pablo habla acerca de su “parte interna y externa.” Nosotros también tenemos una parte interna y externa, las cuales son la carne y el espíritu. Somos iguales a él. Ahora Pablo trata con el tema.
Romanos 3:5 afirma, “Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos?” Pablo no quiere decir que su parte externa está limpia. Su carne está sucia y continúa pecando hasta que muere. Esto incluye a toda la gente en el mundo. Sin embargo, ¿si Dios hubiera salvado a aquella gente, acaso no hubiera demostrado su justicia? ¿Acaso Dios no hubiera sido justo si él hubiera salvado a los seres humanos, aunque sus partes externas están enfermas? Así que Pablo dice, “¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?” (Romanos 3:5-6). Pablo explica que no somos salvos sólo porque nuestra parte externa está limpia. 
Tenemos una parte externa y una interna. Sin embargo, Pablo trata con el dominio del corazón diciendo, “¿Pues que, si alguno de ellos han sido incredulos? ¿Su incredulidad habra hecho nula la fidelidad de Dios? La circuncisión es la del corazón.” No es una fe verdadera si una persona llega a ser justa una vez y al día siguiente un pecador, estableciendo nuestra fe sobre la base de la parte externa que peca y tiene iniquidades.
 


El hombre exterior siempre peca hasta que muere

 
El apóstol Pablo no colocó su esperanza en la parte externa. Aquellos cuyos pecados son borrados también tienen una parte externa e interna. ¿Cómo se sienten cuando ven su parte externa? No pueden evitar el estar decepcionados. Veamos nuestra parte externa. Algunas veces somos buenos, pero algunas veces simplemente somos abominables. Pero la Biblia dice que nuestra parte externa fue crucificada con Jesucristo. Nuestra parte externa murió, y Jesucristo perdonó todos los pecados de nuestra parte externa.
Quienes somos salvos nos decepcionamos frecuentemente con nuestra parte externa, cuando la observamos. Parecemos tener esperanza cuando nuestra parte externa hace el bien, pero llegamos a decepcionarnos cuando no alcanza nuestras expectativas. Tendemos a pensar que nuestra fe está deshecha, cuando nos decepcionamos de nuestra parte externa. Sin embargo, esto no es correcto. Nuestra parte externa ya fue crucificada con Cristo. Aquellos que tienen la remisión del pecado también continúan pecando a través de sus cuerpos físicos. ¿Pero, no es eso un pecado? Sí, si lo es, pero es un pecado muerto. Está muerto por que los pecados fueron llevados a la cruz con el Señor. El pecado que nuestra carne externa comete no es un problema serio, sin embargo, es un asunto serio el que nuestros corazones no estén bien enfrente del Señor.
 

Debemos creer en Dios con el corazón
 
Más iniquidades son reveladas al justo, inmediatamente después de recibir la remisión del pecado. Por lo tanto, la salvación de Dios llegaría a ser imperfecta, si fijamos como base de nuestra salvación al hombre externo, quien no puede sino pecar a cada momento. Nuestra fe se desviaría de la fe en Dios, la cual tenía Abraham, si fijamos nuestra fe sobre la base de las obras de la carne externa.
El apóstol Pablo dice, “La circuncisión es la del corazón.” Llegamos a ser santificados y justos, creyendo en el corazón, no de acuerdo a las obras del hombre externo. La santificación no depende de si nuestro hombre externo hace o no hace lo que Dios dice. ¿Entiendes esto? El problema es que tenemos ambas, la parte interna y externa y ellas coinciden. Por lo tanto, nosotros tendemos a colocar mayor peso sobre el hombre externo. Nos sentimos confiados si nuestra parte externa actúa bien, y decepcionados si no. Pablo dice que esta no es la fe correcta.
“La circuncisión es la del corazón.” ¿Cuál es la verdad real? ¿Cómo sabemos y creemos con el corazón? En Mateo 16, Jesús le preguntó a Pedro, “Y vosotros, ¿Quién decis que soy?” Entonces Pedro confeso su fe, diciendo, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Así creía Pablo, con el corazón. Jesús dijo, “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, por que no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” Jesús dijo, que la fe de Pedro era correcta. 
Abraham no tenía hijo. Dios lo guío a él con su palabra y prometió que él le daría un hijo y que él sería el padre de muchas naciones. Él también le dijo que Dios sería el Dios de él y de sus descendientes. Dios le dijo a Abraham, que su familia y sus descendientes se circuncidaran como una señal del pacto entre Dios y Abraham. “Las cicatrices de cortar una parte de tu carne es el pacto de que yo soy Dios para ti,” dijo Dios. Abraham creyó el pacto con su corazón. Él creyó que Dios sería Dios para él, y bendijo su corazón. Él también creyó que Dios sería Dios de sus descendientes. Él creyó en Dios mismo.
 

Somos justificados por creer en el evangelio del Agua y el Espíritu con el corazón
 
Somos justificados creyendo con nuestros corazones que Dios es nuestro Dios, nuestro Salvador. Somos salvos creyendo con nuestro corazón. No somos salvos por ninguna otra razón. Hemos llegado a ser justos creyendo con nuestro corazón que Dios es nuestro Dios y que él borró todos nuestros pecados con el bautismo de Jesús y su muerte en la cruz. El creer con nuestro corazón nos salva. Así que la Biblia dice, “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
Lo que tenemos que hacer para que quede claro ahora, es que somos justificados creyendo con nuestro corazón, y no por las virtuosas obras de nuestra carne. No podríamos llegar a ser justos si Jesús le adjuntara una condición a nuestra parte externa, diciendo “Yo borraré todos tus pecados, pero con una condición. Puedes ser mi hijo si evitas el pecado. No puedes ser mi hijo si fallas en esto.” 
Somos justificados por creer con nuestros corazones. ¿Hubiéramos podido ser justificados si Dios le hubiera puesto condiciones a nuestra parte externa? ¿Acaso no crees tú que Dios nos salvó, quitando tus pecados a través de su bautismo en el río jordán, ser crucificado y juzgado en tú lugar? ¿Cómo crees eso? ¿Acaso no crees con tu corazón? Podrías haber sido salvado si Dios hubiera dicho, “¿Perdonaré tus pecados pequeños, pero los grandes no. Invalidare tú liberación si fallas en observar esta condición?”
 


Debemos separar al hombre externo del interno

 
Nuestra carne, el hombre externo, siempre es débil y no puede alcanzar la justicia de Dios por sí mismo. Somos justificados creyendo con el corazón en frente de Dios, porque él prometió salvar a aquellos que creyeran con sus corazones. Viendo nuestra fe, que admitimos lo que Dios hizo y que Jesús quitó y borró todos nuestros pecados, con el corazón, Dios nos hace sus justos hijos. Este es el pacto de Dios, y él nos salvó, cumpliendo su promesa.
Dios dice que cuando él ve fe en nuestro corazón, somos su pueblo. Debemos separar nuestro hombre externo del interno. Nadie en el mundo recibiría la remisión del pecado, si basamos nuestra salvación sobre las obras de la carne externa. “La circuncisión es la del corazón.” Somos salvos creyendo en Jesucristo con nuestros corazones. ¿Entiendes esto? “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). Aparentemente el apóstol Pablo separa al hombre externo del interno.
Nuestro hombre externo es peor que excremento de perro. No vale nada. No necesitamos usar a Abraham como ejemplo. Mírate a ti mismo. Ve tu carne inútil. La carne se vale del engaño para obtener una posición social elevada y vivir en abundancia. ¿No hace la carne otra cosa que buscar su propio interés? La carne sería juzgada más de 12 veces al día, si fuéramos juzgados en como piensa y en como actúa. La carne esta en contra de Dios.
Afortunadamente, Dios no está interesado en nuestro hombre externo, pero él se fijó en nuestro hombre interno. Él nos salva cuando realmente ve que creemos que Jesús es el Salvador con todo nuestro corazón. Él nos dice que él nos salvó de todos nuestros pecados.
 
 
Nunca podremos ser salvos por nuestros propios Pensamientos
 
Veamos nuestros propios pensamientos. Pensamos que podemos creer meramente con nuestros pensamientos. Podemos creer con los pensamientos de la carne, pensando ‘Yo fui salvado porque Dios me salvó.’ Sin embargo, no podemos ser salvados por nuestros pensamientos. La mente carnal cambia todo el tiempo y siempre hace lo malo. ¿Es esto cierto? Los pensamientos de la mente carnal quieren hacer esto de acuerdo a su lascivia. 
Supongamos que alguien pone su fe sobre la base de sus pensamientos. Él/ella pueden tener su confianza en su salvación, mientras su pensamiento presente esté de acuerdo con su pensamiento interior, esto es, ‘Jesús quitó todos los pecados en el río Jordán.’ Sin embargo, debido a que los pensamientos de la carne no son estables, él/ella ya no pueden tener confianza en su salvación, una vez que una pequeña porción invada su débil pensamiento sobre la salvación. Una fe incorrectamente construida sobre pensamientos carnales, caerá al golpe de una duda.
No podemos creer en él y en la verdad, si ponemos como base de nuestra fe nuestros propios pensamientos. Tal fe es como una casa construida sobre la arena, “Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:27).
Por lo tanto, la fe de una persona que cree con pensamientos, está muy lejos de la fe basada en la palabra de Dios. Dios dijo, “Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado” (Romanos 3:4). Nuestra salvación debería estar basada sobre su palabra. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y Dios es la Palabra. La Palabra vino a esta tierra en semejanza de hombre. Jesús nos salvó y fue tomado arriba después de sus 33 años de tiempo de vida sobre la tierra y guío a sus apóstoles a escribir la palabra de la promesa, la cual es el cumplimiento del Antiguo Testamento que él también le dijo a sus siervos. Dios escribió lo que él dijo e hizo en la Biblia. Dios se aparece y con la Palabra, habla con la Palabra y nos salva con la Palabra. 
Nosotros no podemos tener la perfecta remisión de pecado con nuestros propios pensamientos, no creyendo en la palabra de Dios, pensando, ‘Parece que soy salvo algunas veces, pero otras veces yo no puedo creer en la palabra del Señor.’ No podemos ser salvados con pensamientos, por que nuestros pensamientos siempre cambian y no siempre son verdad.
Por lo tanto, el apóstol Pablo dice que la circuncisión es la del corazón y nosotros creemos su justicia con el corazón. Cuando nuestro corazón cree en su palabra, el corazón aparentemente justifica que Dios prometió esto en el Antiguo Testamento y cumplió su pacto. De esta forma él nos salvo en el Nuevo Testamento por su palabra. Somos salvos y hechos hijos de Dios creyendo en sus palabras con nuestros corazones.
 

Somos salvos de nuestros pecados creyendo el Evangelio del agua y el Espíritu con nuestro Corazón
 
Somos salvos por fe porque el corazón puede admitir a Dios, pero nuestros pensamientos de nuestra mente carnal puede que no lo admitan a él. Somos hechos hijos de Dios creyendo con nuestros corazones, no por las obras o pensamientos del hombre externo. Esta claro que somos hechos hijos de Dios creyendo en su palabra en nuestros corazones. ¿Crees esto con tu corazón? ¿Estás circuncidado en el corazón? ¿Crees en tu corazón que Jesús es tú Salvador? Aquel que cree en el Hijo de Dios tiene al testigo en él mismo. ¿Tienes al testigo de la palabra de que Jesús te salvó perfectamente, y no el testigo de tú experiencia personal? ¿Tienes la palabra de Dios en tú corazón? ¿Tienes la palabra que te dio la remisión del pecado? Tener una fe verdadera es ser salvo por fe.
Recibimos la remisión de los pecados creyendo en la palabra de Dios con nuestros corazones. Sin embargo, frecuentemente nos decepcionamos cuando observamos las debilidades del hombre externo. Entonces somos aptos para retroceder de nuestra fe en Dios. Aquel que no entiende totalmente la verdad se halla bajo una ilusión. La mayoría de los cristianos ponen la medida de su fe sobre sus obras. Esto es un gran error. No debemos medir nuestra fe sobre nuestros propios pensamientos. No deberíamos de poner la base de nuestra fe sobre la carne externa, por que la carne es inútil. En el Antiguo Testamento y el Nuevo testamento nos dicen, que uno es justificado cuando él/ella creen en la palabra de Dios en el corazón. No somos salvos de nuestros pecados por pensamientos u obras, sólo por fe. No podemos ser salvos por las obras de la carne. Ya sea que pequemos o hagamos buenas obras, esto no tiene que ver con Dios y su gloria.
Por lo tanto, la verdadera fe significa ser salvo creyendo la verdad de la salvación de la palabra de Dios con el corazón. Nuestra fe está equivocada cuando nuestro corazón está equivocado y nuestra fe es correcta cuando nuestros corazones están correctos. La conducta correcta viene de una fe verdadera. La mala conducta puede venir debido a que nuestro corazón es débil. Pero lo importante es que Dios mira el corazón. Dios mira al corazón y lo escudriña. Dios mira si el corazón está correcto o no. Dios mira si realmente creemos con el corazón o no. ¿Entiendes? ¿Sabes que Dios mira nuestros corazones? Dios mira si nosotros creemos en Jesucristo con nuestros corazones, cuando él nos mira. ¿Crees con tú corazón?
Dios observa si nosotros creemos con el corazón o no, cuando él mira sobre nosotros. Él mira en nuestros corazones. Debemos revisar nuestros corazones en la presencia de Dios. La circuncisión es la del corazón. ¿Crees con el corazón? Dios mira el corazón. Él mira para ver si realmente creemos con nuestros corazones o no. Él mira a ver si realmente conocemos la verdad y si queremos ir tras ella o no. Él mira para ver si tenemos fe en nuestros corazones o no y si queremos seguirle a él y creer en su palabra. 
 

Existe un cuerpo religioso que da gran importancia Al tiempo exacto de haber nacido de nuevo
 
Es importante tener un conocimiento exacto de lo que Jesucristo hizo y creerlo con el corazón. Existe un cuerpo religioso que les dice a sus hermanos y hermanas en nuestra iglesia, que ellos no son salvos. Yo siento lastima por las almas de ese grupo religioso. Yo quiero hacer que entiendan y enseñarles el evangelio del agua y el Espíritu. ¿Están borrados tus pecados? —Amén.— ¿Lo crees con el corazón?
Pero existe alguna gente que dice que nuestra fe no es correcta. Dicen que no debemos creer la palabra como está escrita y creer solamente lo que está probado por la ciencia. Dicen que una persona nacida de nuevo debe saber exactamente el tiempo en que él/ella nació de nuevo (hora, fecha, mes). Cuando el hermano Hwang se reunió con uno de ellos, la persona le preguntó cuando había nacido él de nuevo, así que el hermano Hwang respondió que él no sabía la fecha y hora exacta, pero que él había nacido de nuevo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, en algún momento del año anterior. Entonces él dijo que el hermano Hwang no era salvo. 
Desde luego, podemos decir la hora exacta y fecha y mes y año si los buscamos en el momento en que nacimos de nuevo. Aún podemos decir si era a.m. o p.m.; o la mañana, tarde, almuerzo o cena. Sin embargo, la salvación depende de creer con el corazón. No importa si no puedes recordar la hora exacta. 
 

La circuncisión es la del corazón
 
El Señor tomó todos nuestros pecados sobre él en el río Jordán y fue crucificado en nuestro lugar para ser juzgados por los pecados. Él fue herido por nuestras trasgresiones y golpeado por nuestras iniquidades. Él quitó todos los pecados de nuestro hombre interno y externo. Nuestros espíritus se levantaron de nuevo de entre los muertos y ahora podemos seguir al Señor como a él le plazca, aunque alguna gente pueda decirnos maliciosamente que no somos salvos. 
¿Qué dice la Biblia acerca del hombre exterior? Más y más iniquidades parecen ser reveladas después de que recibimos la remisión de pecados. Todavía no han sido reveladas todas nuestras iniquidades; más deficiencias serán reveladas. Sin embargo, somos salvos sí creemos en nuestros corazones que Dios es nuestro Dios y que Jesús quitó todos nuestros pecados en el río Jordán a través de su bautismo y crucifixión.
No podemos ser comparados con gente que le da importancia a la fecha en que nacieron de nuevo y que creen solamente lo que es probado por la ciencia. Claramente, no son salvos. Creemos con nuestros corazones para ser justificados. ¿Crees que Jesucristo es nuestro salvador? —Amén.— La fe comienza desde ese punto y el Señor guía nuestros corazones desde ese tiempo. El Señor dice que somos sus justos hijos y que nuestra fe es verdadera. Él bendice nuestros corazones y quiere que lo sigamos a él con nuestros corazones, por la fe. Dios nos guía y nos bendice cuando caminamos con él a través de la fe en nuestros corazones. 
“La circuncisión es la del corazón.” Fuimos salvos creyendo con nuestros corazones. Mucha gente sobre la tierra dice que creer el evangelio con sus corazones los salvó. Sin embargo, le agregan sus obras a la fe. Consideran las obras del hombre exterior como una condición esencial de su fe. Dicen que tener fe en el evangelio del agua y el Espíritu no puede guiarlos a la salvación por que ellos mezclan, el creer con el corazón y sus propias obras virtuosas.
Como resultado, están más interesados con el buen desarrollo del hombre exterior y que tan frecuentemente ofrecen oraciones de arrepentimiento. Están lejos de la salvación, aunque piensan que son salvos de sus pecados.
 

Dios mira sobre el corazón
 
Creemos para llegar a ser justos en nuestros corazones. Puramente está separado de la carne exterior y no tiene nada que ver con nuestras obras. La salvación misma no tiene relación con nuestras obras. ¿Te sientes refrescado después de aprender que todos tus pecados han sido borrados? ¿Deseas servir al Señor con gozo? ¿Predicas el evangelio con gozo? ¿Quieres encontrarte con su preciosa misión? El corazón se vuelve agradecido y gozoso por que Dios aprueba nuestra fe cuando creemos con nuestros corazones. Por lo tanto, el corazón es muy importante ante Dios.
 
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La justicia de Dios es revelada en Romanos - Nuestro Señor Quien Llego a Ser la Justicia de Dios (I)