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Tema 23: Hebreos

[Capítulo 1-3] Dios nos ha hablado a través de Su Hijo estos últimos días (Hebreos 1, 1-6)

Dios nos ha hablado a través de Su Hijo estos últimos días(Hebreos 1, 1-6)
«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
‘Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy,’
y otra vez:
‘Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?’
Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:
‘Adórenle todos los ángeles de Dios’».
 
 
Acabamos de leer Hebreos 1, 1-6, y así hemos podido saber que Dios habló a nuestros antecesores de la fe mediante los profetas en varios tiempos y de varias maneras en el pasado. Hoy quiero compartir la Palabra de cómo Dios Padre nos habló a través de Su Hijo.
Hebreos 1, 2 dice que Dios «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo». ¿Qué nos ha dicho Dios Padre a través de Su Hijo? Dios dice aquí que creó el universo a través de Su Hijo. Aquí el universo no se refiere solamente a este mundo visible. Dios está diciendo que creó todo a través de Su Hijo, incluyendo el mundo invisible. Esto significa que Dios Padre no solo creó el mundo visible a través de Su Hijo, sino que también creó el mundo venidero, el Reino de los Cielos. Dios Padre dejó claro que ha creado el mundo visible e invisible a través de Su Hijo. El Hijo de Dios creó todos estos mundos. Esto es cierto. Dios Padre envió a Su Hijo y nos ha hablado en estos últimos días. Primero debemos pensar en lo grande que es el poder de Jesucristo. Y entonces debemos pensar en lo insignificante que es nuestra existencia comparada con Jesús.
 
 

¿Saben que no tienen ningún poder?

 
¿Saben lo impotentes que son en realidad? Todo ser humano es completamente impotente. Ningún ser humano puede conseguir nada por su cuenta. Esto es aún más cierto cuando se trata de la salvación de los pecados. Pero a pesar de esto los seres humanos suelen pensar que lo pueden hacer todo por su cuenta. Pero esto no es más que una ilusión. Nosotros sabemos muy bien que no podemos hacer nada por nuestra cuenta para recibir la remisión de los pecados. Y solo cuando nos damos cuenta de lo impotentes que somos podemos confiar en la gracia de Dios para ser salvados. Así que Dios quiso enseñarnos esto.
Se dice que Napoleón comentó una vez: “La palabra imposible no está en mi diccionario”. Pero, ¿cuál fue la causa de la muerte de Napoleón? No murió de una lesión grave, sino de una infección viral. Napoleón fue tan arrogante que declaró que la palabra imposible no estaba en su diccionario, pero fue infectado por un virus y murió de una fiebre muy alta, aunque el virus era tan pequeño que no era visible para los ojos humanos. No es raro que incluso la gente famosa sea victima de gérmenes muy pequeños y mueran por esta causa. Cuando vemos estas cosas se nos recuerda una vez más que no hay nada que los humanos podamos hacer por nuestra cuenta.
Hace tiempo recibí una llamada de la Hermana Park. Durante esta conversación la hermana me informó que su cuñado había muerto atropellado y el conductor había huido y me pidió para que el conductor fuese llevado ante la justicia. De repente su hermana era una viuda y tuvo que ir a la comisaría a rellenar un informe de víctima, pero no produjo ningún resultado. Los policías que estaban a cargo del caso no le ayudaron mucho. Aunque su hermana les explicó todo lo ocurrido en el accidente, incluyendo el color del coche involucrado en el accidente y las circunstancias de la colisión, no vio ninguna indicación de que el caso fuese a resolverse pronto. Yo conocí a uno de los detectives, pero era tan maleducado que sentí como si estuviese tratando con un criminal. No podemos conseguir nada si Dios no obra en nosotros. No hay nada que el hombre pueda hacer por su cuenta. El cuñado de la hermana Park fue atropellado por un coche y murió en el acto mientras intentaba parar un taxi cuando él y su mujer salieron a cenar para celebrar su cumpleaños. Una vez más esta historia nos demuestra que somos completamente impotentes por nuestra cuenta.
Piensen en esto de nuevo. ¿Hay algo que sepan hacer bien? En realidad, no hay nada que podamos hacer por nuestra cuenta. Una persona que digiere bien la comida lo hace porque su estómago está sano. Si tienen un problema para digerir la comida como yo, no podrán comer lo que quieran. No hay nada que podamos hacer por nuestra cuenta.
Además, los seres humanos deben darse cuenta de que nadie puede salvarse a sí mismo del pecado. Cuando nos damos cuenta de esto podemos vestirnos de la gracia de salvación de Dios. Y a través de la providencia de salvación de Dios podemos encontrar el verdadero Evangelio de la salvación.
En contraste, los que piensan que todavía pueden hacer algo por su cuenta no pueden encontrar al Dios de toda la justicia tampoco. Aunque estas personas con propia justicia encuentren la justicia de Dios, no podrán reconocer lo importante que es. El Diablo nos incita a confiar en nuestras habilidades diciendo: “Podéis hacer cualquier cosa. Todo el posible. Solo tenéis que levantaros”. Satanás nos dice que podemos hacerlo todo si lo intentamos.
Pero piensen de nuevo si podemos conseguir algo con nuestras propias fuerzas. ¿Qué podemos hacer por nuestra cuenta para eliminar nuestros pecados? ¿Qué podemos hacer si no es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios? No podemos conseguir nada confiando solamente en nuestras fuerzas.
¿Cuántos años tienen ahora? Algunos de nosotros aquí tenemos casi 50 años y si es cierto que podemos hacer cualquier cosa, ¿no deberíamos haber conseguido algo por ahora? Si hubiésemos podido hacer cualquier cosa, ¿no deberíamos haber cumplido nuestros sueños de alguna manera? Ustedes también tenían un sueño desde su niñez. Si tuviesen la habilidad de hacer que sus sueños se cumplan, ¿no lo habrían hecho ya? Digamos que viviremos 70 o 80 años y que tenemos la habilidad de hacer lo que queremos, ¿acaso no deberíamos haber conseguido algo antes de irnos de este mundo?
Sin embargo, no es así. ¿Qué hicieron los hombres sabios del pasado? ¿Acaso no dijeron que aunque tenían mucha ambición en sus vidas no consiguieron nada al final? ¿Y acaso no dijeron que eran completamente impotentes? Dijeron que todo el mundo debe darse cuenta de que no puede hacer nada por sí mismo. Es aún más imposible borrar los pecados propios.
Mis queridos hermanos, ¿pueden hacerse ricos en este mundo solo porque quieran ser ricos? ¿Pueden tener salud solo porque quieran tener salud? ¿Pueden vivir para siempre por su deseo de no morir nunca y vivir toda la eternidad? Incluso las cosas que todos pensamos que podemos hacer no pueden conseguirse si cualquier cosa va mal.
Tenemos que reconocer esto. En otras palabras, no es justo ante Dios pensar que podemos hacerlo todo por nuestra cuenta. Por tanto, la primera cosa que debemos reconocer es que la remisión de nuestros pecados no puede obtenerse a través de las doctrinas cristianas. En particular, es aún más imposible borrar nuestros pecados a través de las oraciones de penitencia diarias. Por eso la Biblia dice en el pasaje de las Escrituras de hoy que Dios nos ha hablado en estos últimos días a través de Su Hijo. Por tanto, podemos recibir la remisión de los pecados confiando solamente en la justicia de Dios y a través de la fe. Al confiar en las doctrinas cristianas creadas por el hombre no podemos borrar nuestros pecados. Aunque los seres humanos pensemos que podemos borrar nuestros pecados por nuestra cuenta, es imposible. Si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios somos completamente incapaces de borrar nuestros pecados. Debemos admitir a dios que somos incapaces de hacer nada por nuestra cuenta. Reconociendo claramente que los esfuerzos humanos no pueden ayudarnos a borrar nuestros pecados, debemos confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos reconocer que somos impotentes por nuestra cuenta y no podemos borrar nuestros pecados.
Los que conocen y creen en la justicia de Dios deben admitir que son impotentes. Sin embargo, todo el mundo piensa que puede hacer algo. Aunque la gente dice que no hay nada que pueda hacer por su cuenta, todo el mundo está completamente convencido de que puede hacer algo. Como no hay nada en este mundo que hayamos conseguido por nuestra cuenta, ¿cómo podemos hacer algo para conseguir la remisión de nuestros pecados?
 
 
¿Tenemos los seres humanos alguna habilidad en la que podamos confiar?
 
La respuesta corta es no. De hecho, no hay nada nuestro en lo que podamos confiar. Pero algunos cristianos piensan que su fe en Dios es fuerte y dicen: “Creo en Dios y por tanto puedo hacer cualquier cosa en el nombre de Jesucristo. Creo en Jesús como mi Salvador”. Así que estos cristianos dicen que pueden hacer cualquier cosa por su fe en Jesús. Sin embargo, el problema es que, cuando su fe se examina de cerca, vemos que es una fe falsa. La fe de esta gente no es recta. Aunque crean en Jesús como su Salvador, su fe no es correcta. ¿Puede alguien ser salvado de todos sus pecados al creer en Jesús según sus pensamientos?
Por supuesto, esto es simplemente imposible. La Biblia dice que somos salvados de los pecados al creer en la justicia de Dios. La salvación es una bendición recibida por la fe, porque Dios nos ha dado este don de la salvación desde arriba. Esto no puede conseguirse inventando un salvador y una salvación por nuestra propia cuenta. Podemos ser salvados solo al creer en la justicia de Dios. Puedo decir con toda confianza que si creen en Jesús como su Salvador según sus propios pensamientos, no podrán darse cuenta de la justicia de Dios que les salva de todos los pecados. Si Dios nos dice que creamos que ha cumplido toda nuestra salvación a la perfección para que creamos en la Verdad de la perfecta salvación cumplida por la justicia de Dios, debemos hacerlo. Pero si intentamos alcanzar la salvación inventándola y creyendo por nuestra cuenta, no podremos ser salvados. Todos debemos darnos cuenta de esto claramente.
La salvación de los pecados puede conseguirse porque el Señor ha cumplido Su obra justa completamente, y por tanto por fe podemos ser salvados ahora. Si los cristianos creen que han sido salvados al creer en la doctrina humana de la salvación entonces están alejados de la justicia de Dios. Si creemos que nuestros pecados son eliminados a través de una doctrina de salvación creada por el hombre pensaremos que incluso los que no conocen la justicia de Dios pueden ser salvados también. Sin embargo, la verdadera salvación de nuestros pecados no es la salvación de la que se habla en las doctrinas cristianas, sino que se consigue al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu cumplido por la voluntad de Dios.
El que su fe sea correcta o incorrecta depende de en qué han confiado para construir su fe. Si han confiado en otra cosa que no sea la justicia de Dios, entonces su fe será en vano. Por supuesto que pueden tomar todas sus decisiones basándose en su propio entendimiento. Sin embargo, su entendimiento no es perfecto porque siempre puede ir mal. Los cristianos de hoy en día se han desviado de la salvación de Dios porque han confiado demasiado en sus propios pensamientos. De esta manera, no hemos sido salvados al creer en algunas doctrinas cristianas, sino que gracias a que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu hemos sido salvados. Gracias a que el Señor cargó con todos los pecados del mundo para siempre a través de Su bautismo, gracias a que derramó Su sangre en la Cruz, y gracias a que se levantó de entre los muertos para completar nuestra salvación, pudo convertirse en nuestro Señor de salvación. De esta manera, como el Señor cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, nuestros pecados han sido eliminados por fe. Ahora podemos decir que hemos sido salvados del pecado al creer en la justicia de Dios. Así todo el mundo debe darse cuenta de que, por mucho que uno crea en Jesús como su Salvador, si esta persona no conoce la Verdad del agua y el Espíritu, no puede ser salvada de sus pecados. El Evangelio del agua y el Espíritu es el único Evangelio que nos ha salvado de nuestros pecados, ya que nosotros no pudimos salvarnos por nuestra cuenta.
¿Creen que iremos al Cielo si creemos en un tipo de religión u otro en este mundo? No, no es así. Dios no se sentirá tocado por nuestra devoción ciega ni dirá: “¡Qué devotos sois! ¡Venid al Reino de lo Cielos!”. No, esto no es cierto. Aunque los cristianos de hoy en día no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, siguen creyendo en Jesús como su Salvador y también ofrecen oraciones de penitencia diligentemente. Entonces, ¿se sentirá Dios tocado por estas oraciones tanto que los recibirá en el Cielo? No, no lo hará. Por eso os digo que no hay nada que el hombre pueda hacer por su cuenta. Por mucho que crean en sus propios pensamientos y por muchas oraciones de penitencia que ofrezcan es todo en vano, porque sus pecados no se borran de esta manera. ¿Les recibirá Dios en el Cielo aunque tengan pecados en sus corazones? ¿Dirá Dios: “Me habéis ofrecido oraciones de penitencia diligentemente, Y sus acciones son rectas. Habéis orado mucho para alcanzar la santificación y habéis vivido una vida recta. Venid a Mí y entrad en Mi Reino”?
Estos pensamientos son completamente incorrectos. No son diferentes a los pensamientos humanos que salen de las muchas religiones del mundo. Deben recordar lo que Dios dijo en el pasaje de las Escrituras en el Libro de Hebreos: deben recordar la Palabra que Dios nos ha dado a través de Su Hijo en los últimos días. Dios dijo aquí que en los últimos días nos ha hablado acerca de la verdadera salvación y el verdadero Señor solo por Su Hijo, y no por nada más. ¿A quién ha hablado Dios? Ha hablado a todo el mundo que vive en el fin de los tiempos.
 
 

¿Por qué nos habló Dios a través de Su Hijo en vez de hablarnos directamente?

 
Esto nos demuestra que somos fundamentalmente incapaces de perfeccionar nuestra salvación, nuestra fe y todo lo demás. Dios nos habla a través de Su Hijo porque estamos destinados a ir al infierno por naturaleza. En otras palabras, como hemos caído en el pecado, está garantizado que iremos al infierno. Entonces ¿qué puede la gente como nosotros hacer para recibir la remisión de los pecados e ir al Reino de los Cielos por nuestras cuenta? La respuesta es nada. Y por eso podemos encontrar nuestra salvación perfecta solamente en la justicia de Dios que Su Hijo ha cumplido.
El Señor dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por Mí” (Juan 14, 6). Este Hijo de Dios es el único camino para que la raza humana encuentre la salvación y reciba la remisión de los pecados. Si quieren encontrar el camino al Reino de los Cielos deben creer que Jesús es el Hijo De Dios y que ha borrado todos sus pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 
La historia de Jesús curando a un paralítico y sus implicaciones
 
Leamos Marcos 2, 1-2: «Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra»
Aquí se dice que Jesucristo llegó a Capernaum y predicó a la gente de allí sobre la manera de entrar en el Reino de los Cielos. La palabra aquí se refiere a la Palabra de Dios acerca del camino al Reino de los Cielos. Jesucristo estaba predicando que Él era la Verdad de la salvación y estaba explicando cómo y por qué podemos entrar en el Reino de los Cielos, es decir, solo podemos entrar en el Cielo si creemos en la justicia de Dios. Jesucristo estaba predicando que Él era la Verdad de la salvación y estaba explicando cómo y por qué podemos entrar en el Reino de los Cielos, es decir, solo podemos entrar en el Cielo al creer en la justicia de Dios.
En Hebreos 1 vemos que la Biblia dice que en estos últimos tiempos nos ha hablado a través de Su Hijo y este pasaje que acabamos de leer del Evangelio de Marcos vemos que Jesús les predicó la palabra. La Palabra que Jesús predicó a la gente de Marcos 2 es la Palabra de Dios, que dice que Jesús se convirtió en el camino al Reino de los Cielos. Esto fue seguido de otro suceso y a través de dicho suceso Dios nos está hablando del Reino de los Cielos.
En este incidente cuatro hombres llevaron a un paralítico al Señor en una camilla. Cuando no se pudieron acercar a Él porque había mucha gente, quitaron las tejas de la casa donde estaba Jesús y bajaron la camilla en la que estaba tumbado el paralítico con cuerdas a través de un agujero que hicieron. El paralítico aquí denota a una persona que no puede hacer nada por su cuenta. Este pasaje implica que Jesús es la única manera de entrar en el Reino de los Cielos. El Reino de los Cielos es para los que confiesan: “No hay nada que pueda hacer por mi cuenta para alcanzar mi salvación. Es aún más imposible resolver el problema de mis pecados por mi cuenta. Soy completamente impotente. Solo puedo ser salvado si Dios me salva de los pecados a través de la Palabra del agua y el Espíritu, o de lo contrario no puedo hacer nada para borrar mis pecados”. El Reino de Dios está reservado para estas personas. Dios dijo que solo los que saben que son impotentes pueden entrar en el Reino de los Cielos. En otras palabras, solo las personas que saben que no pueden hacer nada por su cuenta pueden darse cuenta de la justicia de Dios, creer en ella y alcanzar la salvación. Por eso los cuatro hombres en el capítulo 2 de Marcos llevaron al paralítico a Jesús. ¿Qué pudo haber hecho este paralítico para curarse? Si hubiese creído que podía hacer algo, habría sido solo su imaginación. De hecho no tenía el poder para curar la enfermedad de sus pecados. El camino al Reino de los Cielos solo se encuentra al creer en la justicia de Dios que Jesucristo ha cumplido.
El Apóstol Pablo confesó: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo» (Romanos 7, 18). Este pasaje implica que somos todos paralíticos en nuestra condición espiritual. Pero, de la misma manera en que el paralítico fue sanado al encontrarse con Jesús, nosotros también hemos descubierto el camino al Reino de los Cielos a través de la justicia del señor; y nosotros también pudimos conocer al Señor por fe a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos está diciendo a través de la Biblia que éramos incapaces de hacer nada. Pero aunque éramos pecadores impotentes, el Señor preparó el camino de la remisión de los pecados y podemos ir por este camino si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor está diciendo aquí que preparó el camino de la remisión de los pecados con Su justicia para borrar todos nuestros pecados.
Mis queridos hermanos, si hay alguien entre ustedes que sigue pensando que puede hacer algo ante Dios, y que puede creer en Dios según su propia voluntad, entonces hablando espiritualmente es una persona que no ha admitido su condición de paralítico impotente. Y esta persona no ha descubierto todavía el Evangelio del agua y el Espíritu, que es el camino para entrar en el Reino de los Cielos. Los que piensan que pueden eliminar sus pecados, aunque sea un poco, por su cuenta, no encontrarán nunca el camino al Reino de los Cielos. Como estas personas todavía tienen que convertirse en paralíticos espirituales y como piensan que hay algo que pueden hacer por su salvación, no pueden encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu que ha eliminado sus pecados para siempre. Los que tienen justicia propia no pueden reconocer la justicia de Dios ni rendirse ante ella y son como un hombre cojo que intenta consolarse a sí mismo pensando que no cojea aunque sí lo hace.
Cuando acudimos a Jesús debemos reconocer nuestra condición de pecadores confiando en la justicia de Dios. Si admitimos que somos paralíticos espirituales entonces debemos decir: “Señor, aunque creo que puedo hacer algo, no hay nada que pueda hacer. Señor, por favor, sálvame de todos mis pecados. Estoy muriendo de la enfermedad del pecado. No puedo hacer nada para eliminar mis pecados. Señor, por favor, sáname con Tu justicia”. Solo una persona que hace esta confesión ante Dios puede ir ante su presencia por fe y recibir la remisión de los pecados por esta fe y entrar en el Reino de los Cielos. Al entender el Evangelio del agua y el Espíritu, a través del cual el Señor ha eliminado todos los pecados de todos los pecadores, podemos darnos cuenta de que nuestro Señor ha preparado el camino al Reino de los Cielos para nosotros.
Piensen en lo que hicieron los cuatro hombres del capítulo 2 de Marcos. ¿Tiene sentido que estos hombres destapasen el tejado de la casa de otra personas para meter al paralítico dentro con cuerdas? Abrieron el tejado de otra persona para conseguir su propia meta, y esto es completamente impensable hoy en día. Creemos en Jesús como nuestro Salvador, pero ¿se dan cuenta de lo mezclada que está nuestra fe con todo tipo de pensamientos carnales? Cuando leemos el periódico nuestras mentes están ocupadas con las noticias, y cuando leemos una revista nuestras mentes están atentas a lo que dice la revista. Los pensamientos carnales siguen ocupando sitio en nuestros corazones. Por eso debemos echarlos fuera de nuestros corazones. Podemos ser salvados cuando nos deshacemos de los pensamientos carnales y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que habla de la justicia de Dios. Solo cuando nos deshacemos de los pensamientos carnales podemos decir: “Sí, Señor, tienes razón” cuando Dios nos dice que ha preparado el camino al Reino de los Cielos. Si su mente está llena de pensamientos carnales, por mucho que les prediquen la Palabra de Dios, la salvación no puede llegarles porque está bloqueada por sus propios pensamientos. En otras palabras, cuando uno está lleno de pensamientos carnales piensa que se puede salvar a sí mismo la salvación a través de la justicia de Dios está fuera de su alcance.
Mis queridos hermanos, si de verdad quieren entender el camino al Reino de los Cielos, deben deshacerse completamente de todos sus pensamientos carnales. Para ellos primero deben darse cuenta de lo que es la justicia de Dios en realidad, en vez de intentar establecer su justicia humana. Comparada con la justicia de Dios, la justicia del hombre es como un trapo sucio (Isaías 64, 6). Es fácil pensar: “Sé un par de cosas. Puedo hacer algo. Soy diferente del resto. Soy especial”. Todos estos pensamientos malvados deben ser arrojados de nuestras mentes. ¿Cuánto sabemos acerca de la justicia de Dios? Sin entender y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu nadie puede decir que sabe nada acerca de la justicia de Dios. Job solía pensar que conocía a Dios más que nadie. Pero Job confesó que solo cuando pasó por momentos difíciles pudo ver a Dios con sus ojos, cuando solo lo había escuchado con sus oídos hasta entonces. Cuando Job dijo conocer a Dios, no lo conocía de verdad, pero cuando se dio cuenta de lo desesperado que estaba lo conoció finalmente. En Marcos 2, cuando los cuatro hombres que intentaron llevar al paralítico a Jesús no pudieron acercarse a Él por culpa de la multitud, abrieron el tejado y bajaron al paralítico por el agujero. La mayoría de la gente que había allí solo buscaba sus deseos carnales. Esto implica que no podemos encontrar al Señor si nuestros pensamientos carnales están bloqueando el camino hacia Él y por tanto debemos deshacernos de todos esos pensamientos y escuchar bien la voz de Dios que nos habla acerca de la salvación a través de Su Hijo.
Si alguien cree en Dios según sus pensamientos carnales y voluntad en vez de escuchar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, el problema es aún más serio. Había muchas personas reunidas alrededor de Jesús. Había tantas personas reunidas alrededor de Jesús que no podía entrar nadie más. Así que los que de verdad necesitaban a Jesús tuvieron que subir al tejado de la casa donde Jesús estaba predicando el camino al Cielo. Sin embargo, muchas personas reunidas allí estaban llenas de avaricia y solo buscaban ganancias materiales de Jesús. Había algunas personas que habían acudido allí para evitar que los demás escuchasen la Palabra de Jesús. Pero aún así, entre toda la multitud, solo el paralítico y los cuatro hombres que lo llevaban encontraron la gracia de la salvación.
Creemos en Jesús como nuestro Salvador, pero si creemos según nuestros pensamientos, entonces esta fe nuestra será en vano completamente. Si creen en el Salvador según sus pensamientos carnales, se convertirán en hipócritas. La fe en la justicia de Dios no puede alcanzarse siempre que se crea en el Salvador Jesús según sus pensamientos carnales. Si siguen creyendo de esta manera al final estarán confundidos y no sabrán si han sido salvados de los pecados o no.
Sin embargo, si escuchan la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que viene del Hijo de Dios, se darán cuenta de qué es la justicia de Dios, conocerán la Verdad que les permite nacer de nuevo a través del agua y el Espíritu y se vestirán de la gracia de Dios para nacer de nuevo al recibir la remisión de los pecados. Cuando conozcan el Evangelio del agua y el Espíritu y crean en la Palabra de Dios, podrán darse cuenta de cuál es el camino para entrar en el Reino de los Cielos por fe. La Biblia nos está diciendo esto a todos. Cuando los cuatro hombres bajaron al paralítico en su camilla hasta la presencia del Señor, Jesús le dijo: “Hijo, tus pecados son perdonados”. Lo que Jesús dijo aquí: “Hijo, tus pecados te son perdonados” deja claro que Jesús tiene el poder de redimir todos los pecados.
A través del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado acerca de Su Palabra de la remisión de los pecados. El Señor dijo: “Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados”. ¿Quién tiene el poder de perdonar los pecados? Como dice la Biblia, Dios nos ha hablado a través de Su Hijo en los últimos días, y es Jesucristo quien tiene el poder de redimir estos pecados. Esto significa que nuestra salvación se determina según cómo creamos en la justicia de Jesús. Dicho de otra manera, recibimos la remisión de los pecados por fe cuando Jesús nos dice a través del Evangelio del agua y el Espíritu: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.
 
 

No podemos recibir la remisión de los pecados incondicionalmente solo por creer en Jesús como nuestro Salvador

 
Cuando Jesús nos dice: “Hijo, tus pecados te son perdonados”, la remisión de los pecados es recibida por fe solo si sabemos a través de qué Evangelio nos está hablando Jesús. El Señor habla de esto en Mateo 7, donde dijo: «No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 7, 21). ¿Cuál es la voluntad de Mi Padre en el Cielo entonces? Que todo el que vea lo que el Hijo ha hecho y crea en Él reciba la vida eterna. Aunque muchos cristianos piensan que entrarán en el Cielo incondicionalmente si creen en Jesús como su Salvador, en realidad, la salvación se recibe solo cuando se cree en la justicia de Jesús. Cuando vamos a Jesús podemos recibir la remisión de los pecados por fe solo si Jesús dice a través del Evangelio del agua y el Espíritu: “Hijos, vuestros pecados son perdonados”.
Cuando la gente escuchó a Jesús decir que los pecados del paralítico habían sido perdonados, algunos de los escribas que había allí pensaron: “¿Quién es este Hombre para decir tales cosas? Eso es blasfemia. ¿Quién puede decir estas cosas si no es Dios?”. Pero sabiendo lo que pasaba por sus mentes, Jesús les dijo: «¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?». Jesús quiso decirles a los escribas que el Hijo del Hombre tenía poder en la tierra para perdonar los pecados. El Señor entonces le dijo al paralítico: «A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa» (Marcos 2, 11). La Biblia sigue diciendo: «Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: ‘Nunca hemos visto tal cosa’» (Marcos 2, 12).
¿Qué les dijo Jesús a los escribas aquí? Les dijo: «¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados,’ o decirle: ‘Levántate, toma tu lecho y anda?’». La gente de aquel entonces y los cristianos actuales habrían querido que Jesús curase al paralítico completamente. Pero el poder de borrar todos los pecados que hay en nuestros corazones completamente es aún mayor.
Jesús le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Esto es algo que la gente de aquel entonces no esperaba oír de Jesús. En sus pecados carnales, era totalmente inimaginable el milagro de que Jesús perdonase los pecados de una persona con tan solo Su Palabra. Se quedaron asombrados porque no habían oído nada igual. Así que empezaron a criticar a Jesús diciendo: “¿Qué ha dicho? ¿Ha dicho que sus pecados son perdonados? Eso es blasfemia. ¿Quién sino Dios puede perdonar los pecados?”. Jesús lo sabía y por eso les dijo que era el Hijo de Dios, quien había sido encarnado en un hombre y por tanto tenía el poder de eliminar todos los pecados de la raza humana para siempre, y que Él mismo lo había hecho.
Jesús ha eliminado todos nuestros pecados por Su misericordia por nosotros. Jesús tenía el poder de erradicar los pecados. Jesús tiene la verdadera Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. A través de Jesús, Su Hijo, Dios Padre ha eliminado todos los pecados de todo el que vive en el mundo hoy. Esto nos dice que Jesucristo tenía el poder de cumplir la justicia de Dios, como está escrito: «Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados».
¿Quién tiene el poder de perdonar los pecados de la gente exclusivamente? ¿Quién tiene este poder? En todo el universo solo Jesús tiene este poder. Esto significa que no son redimidos de sus pecados solamente al creer en Jesús como su Salvador a ciegas; sino que pueden recibir la remisión de los pecados cuando creen en Jesucristo correctamente y en el Hijo de Dios que ha cumplido la justicia de Dios. Dios Padre pudo eliminar todos nuestros pecados al cumplir Su justicia a través de Su Hijo. Por tanto, nuestro Intercesor es el Hijo de Dios, es decir, Jesucristo, quien vino al mundo como el Salvador encarnado en un hombre para cumplir la Justicia de Dios. Solo la obra justa que Él cumplió pudo eliminar nuestros pecados. Por eso la Biblia dice que Dios nos ha hablado a través de Su Hijo en estos últimos días.
Los seres humanos no tenemos el poder de perdonar todos nuestros pecados. Solo hemos sido salvados del pecado porque creemos en la justicia del Señor. La justicia de Jesús es la remisión de los pecados manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu. La salvación solo viene a los que creen que solamente la justicia de Jesús tiene el poder de redimir los pecados y que Jesús es el Hijo de Dios y Dios mismo.
 
 

La justicia de Dios que aparece al principio de los cuatro Evangelios

 
Como Jesús ha eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, los que creemos en la justicia de Dios no podemos tener pecados. Sin embargo, si creemos en Jesucristo sin darnos cuenta de que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestros pecados nunca desaparecerán. La verdadera salvación viene solo cuando sabemos que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados y aceptamos esta Verdad por fe.
Al venir a este mundo el Hijo de Dios nos ha hablado primero acerca del Evangelio del agua y el Espíritu. Como personas nacidas de nuevo antes que otras personas, estamos en este mundo para predicar esta Palabra de Dios. Al haber venido a este mundo encarnado en un hombre, Jesús aceptó nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista.
Pasemos a Mateo. El Evangelio de Mateo suele llamarse el Evangelio del Rey. El Señor Jesús es el Rey de reyes y es el Salvador que ha cumplido la justicia de Dios. El Evangelio de Mateo recoge con todo detalle cómo el Rey de reyes vino a este mundo encarnado en un hombre y cómo cargó con todos nuestros pecados.
El Evangelio de Lucas se conoce como el Evangelio del toro, mientras que el Evangelio de Juan es el Evangelio del águila. Aunque los Cuatro Evangelios parezcan contar las mismas cosas acerca de Jesús, en realidad, cada Evangelio fue escrito desde un punto de vista diferente. De varias maneras y formas, las Escrituras revelan la Verdad detalladamente, explicando cómo Jesucristo cumplió la justicia de Dios cuando vino a este mundo y cómo borró todos nuestros pecados. Entre ellos el Evangelio de Mateo explica detalladamente cómo Jesucristo, el Rey, vino a este mundo encarnado en un hombre y cómo cargó con los pecados de la raza humana, y cómo los ha eliminado todos. Esta explicación se centra en cómo el Rey de reyes tomó todos los pecados de Su pueblo y los eliminó todos.
Está escrito en Mateo 1, 21-23: «Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: ‘He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel’, que traducido es: ‘Dios con nosotros’». El Hijo de Dios vino a este mundo encarnado en un hombre y caminó entre nosotros. La razón por la que el Señor vino a este mundo encarnado en un hombre está claramente manifestada en el pasaje anterior, y es salvar a Su pueblo de sus pecados.
Está escrito en Mateo 3, 13: “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan en el Jordán para ser bautizado por él”. Como se dice aquí, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista en este mundo. Hasta que cumplió los 30 Jesús vivió una vida privada. Pero empezó Su ministerio público a los 30 años para eliminar los pecados de la humanidad. Este pasaje lo indica diciendo que Jesús fue al Río Jordán desde Galilea y le pidió a Juan que le bautizase. Lo que tenemos que entender aquí es que Jesús fue a Juan el Bautista en el río Jordán y fue bautizado por él para cumplir toda la justicia de Dios.
La razón por la que Jesús quiso ser bautizado por Juan el Bautista se explica en Mateo 3, 13-17. Cuando Jesús intentó ser bautizado por Juan el Bautista, Juan se lo impidió al principio. Está escrito: «Mas Juan se le oponía, diciendo: ‘Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?’ Pero Jesús le respondió: ‘Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.’ Entonces le dejó» (Mateo 3, 14-15).
Este pasaje que describe el bautismo de Jesús está directamente relacionado con el pasaje de las Escrituras de hoy de Hebreos 1, donde se dice que Dios “nos ha hablado en estos últimos días a través de Su Hijo”. En otras palabras, la Biblia está diciendo aquí que el Hijo de Dios tuvo que venir a este mundo como el Hijo del Hombre encarnado en un hombre, se apareció ante Juan el Bautista, y fue bautizado por el en este mundo para salvar a Su pueblo de todos sus pecados. Y el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista nos dice que Jesús cargó completamente con todos nuestros pecados, todos los pecados del mundo hasta el último día. Esta es la Verdad que Dios nos ha dado a través de Su Hijo.
Jesucristo se ofreció voluntario para ser bautizado por Juan el Bautista. Pero como nunca había cometido pecados no necesitaba ser bautizado por Juan el Bautista por Su propios bien. Jesús es el Hijo de Dios que nunca cometió ningún pecado, y es el Salvador que ha creado todas las cosas. No pecó ni una sola vez ante Dios Padre o ningún ser humano en este mundo. Al contrario que nosotros, no pecó ni siquiera sin darse cuenta. Así que no tenía que ser bautizado por Juan el Bautista para limpiar Sus pecados, porque no tenía pecados. Pero, a pesar de esto, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir la justicia de Dios.
Aquí debemos entender el contexto de la aparición de Juan el Bautista y su ministro. La razón por la que bautizó a Jesús con agua es que estaba obedeciendo el mandamiento de Jesús para cumplir la justicia de Dios. Esta era la voluntad de Dios Padre. Juan el Bautista era el último profeta del Antiguo Testamento enviado por Dios y era un siervo de Dios. Durante 400 años antes de que Jesús naciese en este mundo, Dios no había enviado a ningún profeta al pueblo de Israel, es decir, que no había enviado a ninguno de Sus siervos. Este período en el que no hubo ningún siervo de Dios se llama la Era Intermedia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En tiempos de Malaquías, los sacerdotes de Dios ya eran tan corruptos que ni siquiera ofrecían a Dios los sacrificios adecuados. Ni siquiera observaban los requisitos básicos de los rituales de los sacrificios. Aún peor, adoraban abiertamente a otros dioses que no eran Jehová.
En ese momento Dios envió a Juan el Bautista a este mundo. Apareció ante el pueblo de Israel y empezó a gritarles en el desierto: “¡Arrepentíos, obradores de iniquidad! Si no os arrepentís, Dios os rechazará y os arrojará al fuego, de la misma manera en que se pone el hacha en la raíz de los árboles. No digáis con vuestros labios que creéis en Dios, sino abandonad la idolatría, arrepentíos, volved a Dios y creed en Él sinceramente. El Señor Dios es vuestro Dios”. Al escuchar esta voz el pueblo de Israel empezó a arrepentirse y a volver a Dios. El pueblo escogido de Dios finalmente empezó a volver sus corazones después de un largo camino de idolatría diciendo: “Un siervo de Dios ha aparecido. ¿Qué vais a hacer con vuestros pecados?”. Así que fueron a Juan el Bautista para ser bautizados con este deseo de hacer algo con sus pecados. El Evangelio de Marcos dice que la gente era bautizada como símbolo de arrepentimiento. ¿Qué pasó al final? Multitud de israelitas volvieron sus corazones hacia Dios.
Dios dice que este Juan el Bautista es el Elías que había prometido enviar en el Antiguo Testamento. En los días de Elías, el pueblo de Israel adoraba a Baal y Aserá, pero Elías les hizo arrepentirse al predicar la voluntad de Dios. De la misma manera, al venir en el espíritu de Elías, Juan el Bautista también grito al pueblo de Israel que estaba adorando a ídolos gentiles para que volviesen a Dios. Y los israelitas fueron bautizados por Juan el Bautista con agua como señal para indicar su compromiso de arrepentirse del pecado y volver a Dios.
Jesús fue bautizado por Juan el Bautista en este mundo. Y al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús cumplió la obra de la salvación que Dios había prometido a través de todos Sus siervos, cumpliendo así la justicia de Dios. Al recibir el bautismo de Juan el Bautista, en otras palabras, el Señor cumplió la promesa de Dios a la humanidad de cargar con todos los pecados del mundo para siempre y eliminarlos. Jesús hizo esto para que Su pueblo pudiese ser salvado de sus pecados si era bautizado por Juan el Bautista y así cargar con todos sus pecados. Por eso Jesús quiso ser bautizado por Juan el Bautista.
De esta manera, el bautismo de Jesús es tan importante para que todos recibamos la remisión de los pecados. Hoy en día hay demasiados cristianos que no creen que Jesús haya cumplido la justicia de Dios al ser bautizado por Juan el Bautista. Dicen que todo lo que importa es creer en Jesús como su Salvador, y que no hay que tener un conocimiento tan detallado. Sin embargo, para estos cristianos que no han nacido de nuevo, aunque crean en Jesús, sus pecados siguen acumulándose en sus corazones cuando sus acciones no son perfectas. Hoy en día, incluso entre los que dicen creer en Jesús fervientemente como su Salvador, vemos que muchas personas dudan en su fe cuando se dan cuenta de que sus acciones son imperfectas.
Pero debemos entender aquí que, cuando escuchamos la voz de Dios a través de Su Hijo, podemos darnos cuenta de la justicia de Jesús, ser santificados por fe, y convertirnos en personas libres de pecados de la misma manera en que Jesús es completamente perfecto. Deben reconocer también que es absolutamente imposible estar sin pecados si creen en Jesús de cualquier manera. Si no conocen la justicia de Dios y creen en ella, no pueden estar sin pecados por mucho que lo intenten. Primero deben saber claramente, a través de la justicia de Dios, cómo el Hijo de Dios cargó con los pecados de Sus pecados y los eliminó cuando vino a este mundo encarnado en un hombre. Solo entonces podemos ser liberados de nuestros pecados por fe. Al entender el bautismo de Jesús y Su derramamiento de sangre en la Cruz, podemos tener la verdadera fe que nos salva. Sin embargo, el problema es que hay demasiados cristianos hoy en día que ignorar esta Verdad.
Los santos de la Iglesia Primitiva no ignoraron el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Echen un vistazo a las Epístolas de Pablo. Lean 1 y 2 Pedro y 1, 2, 3 Juan. Vean por sí mismos si los Apóstoles ignoraron el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. De hecho, no solo fueron los Apóstoles los que no ignoraron el bautismo de Jesús. Desde la era Apostólica hasta la era de los Padres de la Iglesia ningún cristiano ignoró la justicia de Jesús. La Iglesia Primitiva conmemoraba el día 6 de enero como el Día del Bautismo de Jesús. Este día festivo había sido conmemorado en la Iglesia Primitiva hasta el siglo V, mientras que la Navidad no se celebró hasta el siglo IV. Sin embargo, desde entonces Satanás empezó a corromper la fe de los cristianos, llevándolos a creer en Jesús pero dejando fuera el elemento más importante del Evangelio de la salvación. Y el Diablo les dijo: “Creed en Jesús como vuestro Salvador todo lo que queráis. Es bueno creer en Jesús con devoción e intensidad. Vivid una vida piadosa de fe para llegar a la santificación. Y orad mucho. Pero dejad fuera del Evangelio que ha cumplido la justicia de Dios la Verdad del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista”.
Incluso hoy en día, el Diablo me está diciendo lo mismo. Como un drogadicto, los cristianos de hoy en día que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu caen en el narcisismo espiritual desde el momento en que creen en Jesús. Aunque digan creer en Jesús, no tienen vida, y aunque digan haber sido salvados, sus pecados permanecen intactos en sus corazones. Su fe no tiene chispa, es templada. Aunque estos cristianos creen en Jesús, su fe es ciega porque dice: “No tengo no idea acerca de la justicia de Dios. Solo creo incondicionalmente. Pero aún así iré al Cielo. Vosotros también debéis creer en Jesús incondicionalmente”.
Dicho de otra manera, aunque la salvación nos ha llegado a través del Evangelio del agua y el Espíritu del que Dios nos ha hablado en estos últimos días a través de Su Hijo, Satanás ha eliminado el bautismo de Jesús del Evangelio. Como resultado, casi todas las iglesias de este mundo no tienen ni idea de cómo se ha cumplido la justicia de Dios exactamente, aunque digan creer en Jesús como su Salvador. Cuando esto se saca del cristianismo, el cristianismo no tiene ningún poder. No puede tener la fuerza espiritual para levantarse contra Satanás.
Dios nos ha hablado claramente de Su justicia a través de Su Hijo y debemos conocer esta justicia de Dios y creer en ella sin dudar. Quien se da cuenta de la justicia a través del Evangelio del agua y el Espíritu será salvado de todos los pecados. No se trata de creer en algunas doctrinas creadas por nosotros mismos, sino de obtener el conocimiento exacto del camino de la salvación preparado por Jesús. Y cuando este conocimiento se alcanza se puede recibir la verdadera salvación. El Señor estará a nuestro lado. Aunque haya muchas personas ahogándose en el pecado por sus iniquidades, como personas que creen en la justicia de Dios, vivirán una vida de fe dinámica, salvarán a la gente de su alrededor que está siendo engañada por Satanás, la salvará de todos sus pecados y la guiará al Señor. Por eso debemos entender lo que el Señor nos ha dicho en estos últimos días a través de Su Hijo. Para permitirnos entender esto el Hijo de Dios vino a este mundo. Jesucristo no fue bautizado por Juan el Bautista en este mundo solo porque fuese humilde.
Lo que Jesús ha hecho en este mundo puede resumirse en cuatro puntos. El primero es que el Rey de reyes vino a este mundo como el Hijo del Hombre encarnado en un hombre, es decir, Dios mismo como hombre. El segundo punto es que Jesús cargó con los pecados de Su pueblo para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Al recibir el bautismo personalmente a manos de Juan el Bautista, el Rey cargó con todos los pecados de Su pueblo en Su cuerpo para siempre. El tercer punto es que, después de cargar con todos los pecados de Su pueblo, Jesús murió en su lugar por sus pecados. Y por último, el cuarto punto es que Jesús, el Hijo de Dios, al haber muerto para salvar a Su pueblo perfectamente, se levantó de entre los muertos después de haber sido enterrado en una tumba en una cueva. Todas estas obras justas fueron completadas por el Señor Jesús para permitirnos entrar en el Reino de los Cielos y vivir allí para siempre. En otras palabras, el Señor nos ha salvado al ser bautizado para cargar con todos nuestros pecados, derramar Su sangre hasta morir y levantarse de entre los muertos al tercer día. Jesús se levantó de entre los muertos. Por tanto, quien cera completamente en lo que el Rey ha hecho por Su pueblo será salvado de los pecados. Como el cristianismo de hoy en día no conoce esta Verdad ha perdido su poder.
En estos últimos días, Dios nos ha garantizado Su justicia a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Es nuestro Juez y nuestro Salvador personal. Además, Dios Padre envió al Espíritu Santo a este mundo, y es igual a Él, para que todos pudiésemos creer en lo que Jesús ha hecho por nosotros para ser salvados de nuestros pecados. A través de Su Hijo Dios Padre nos trae la salvación en estos últimos días. En otras palabras, si creemos en la justicia de Dios de la que Jesús ha hablado a Su pueblo, el Espíritu Santo garantizará nuestra salvación. De esta manera, Dios nos ha salvado perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que Dios Padre planeó nuestra salvación a través de Jesucristo; Jesucristo, el Hijo de Dios, cumplió nuestra salvación para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados y derramar Su sangre y ser condenado en nuestro lugar; y el Espíritu Santo está garantizando estas cosas.
Esto no demuestra que Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el mismo Dios y Salvador para nosotros. Esto implica a su vez que Jesucristo no cumplió nuestra salvación por Sí solo, sino que Dios Padre había planeado nuestra salvación en Su Hijo y el Padre nos habló de ella a través de Su Hijo en estos últimos días. Dios Padre nos está diciendo que nos ha salvado a través de Su Hijo por Su amor por nosotros. Y a los que creemos en la justicia de Dios, el Espíritu Santo nos garantiza la obra de salvación conseguida por el Hijo de Dios, el verdadero Salvador. Por eso la Biblia dice que el Espíritu Santo nos ha sellado con el sello de seguridad que garantiza nuestra salvación como creyentes en la justicia de Dios. Con este sello nos ha dicho: “Estáis bien. Vuestra fe es correcta. No necesitáis nada más para alcanzar vuestra salvación a parte de creer en el Hijo de Dios que fue bautizado y derramó Su sangre por vuestra salvación. Jesús es quien nos ha salvado. ¿Creéis en esto? ¡Aleluya! Como creéis en la justicia de Dios, Dios Padre os reconoce como Su pueblo”.
Como el Espíritu Santo nos ha sellado de esta forma ya no pertenecemos al pecado más. Esto significa que Dios Padre nos ha convertido en Su pueblo completamente a través de Su Hijo, para que no vayamos al infierno. Esto, queridos hermanos, es precisamente lo que Dios nos dijo por Su Hijo en los últimos días.
Esto también nos explica por qué la denominada fe cristiana que no cree en el bautismo de Jesucristo, que constituye Su justicia, no tiene sustancia, como una empanada sin relleno. ¿Acaso esta buena una empanada sin relleno? No, por supuesto que no. Sin el relleno no es más que una bola de harina. La escupirían enseguida. Pero nuestra fe tiene la sustancia verdadera. Tenemos la seguridad de esta salvación porque nuestra fe en la justicia de Dios tiene el testimonio del bautismo que Jesucristo recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. Recuerden lo que Jesús le dijo a Juan el Bautista cuando quiso ser bautizado: «Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia» (Mateo 3, 15). Como se muestra aquí claramente, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para cargar con todos los pecados de la raza humana para siempre a través de Su bautismo y así cumplir la justicia de Dios.
Dios había nombrado a Juan el Bautista representante de la humanidad, y en el Libro de Malaquías del Antiguo Testamento, había prometido enviar a Elías en los últimos días. Jesús entonces dio testimonio de que Juan el Bautista era el mayor de los hombres nacidos de mujer y el Elías que estaba por venir (Marcos 11, 11-14). En los días del Antiguo Testamento, el pueblo de Israel recibió la remisión de los pecados a través del Sumo Sacerdote cuando pasaba todos los pecados de ese año al chivo expiatorio mediante la imposición de manos sobre su cabeza. ¿Cómo eliminó Jesús los pecados de Su pueblo? Al venir como el Cordero de Dios, el Sumo Sacerdote de los Cielos según la orden de Melquisedec aceptó todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado, derramar Su sangre hasta morir y levantarse de entre los muertos.
Cuando Jesucristo vino a este mundo, el Señor envió a Juan el Bautista a este mundo seis meses ante que a Él. Y esperó a que Juan el Bautista cumpliese los 30 años para cumplir sus funciones de último Sumo Sacerdote. Juan el Bautista tenía entonces todas las cualificaciones necesarias para bautizar a Jesús como Sumo Sacerdote de toda la raza humana. Cuando pasamos al Antiguo Testamento, vemos que el Sumo Sacerdote estaba cualificado completamente para llevar a cabo sus funciones a los 30 años. Ahora que Juan el Bautista podía convertirse en el Sumo Sacerdote, pudo representar al pueblo de Israel, y pudo representar a todo el mundo. Por eso pudo pasar todos los pecados del mundo a la cabeza de Jesús.
Juan el Bautista hizo esto al bautizar a Jesús. Esta era la voluntad de Jesús, como dice la Biblia: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él» (Mateo 3, 13). Dicho de otra manera, era la voluntad de Dios que Juan el Bautista bautizase a Jesús. Y para borrar los pecados de la humanidad el Rey de reyes fue bautizado por Juan el Bautista.
¿Qué pasó después de que Jesús fuese bautizado? Está escrito: «Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3, 16-17). Dios Padre está dando testimonio de que Su justicia se ha cumplido aquí. Lo que dijo aquí: “Este es Mi Hijo amado en quien tengo Mi complacencia” es Su testimonio. En otras palabras, Dios está diciendo: “Jesús, quien ha sido bautizado por Juan el Bautista, es Mi Hijo. Mi Hijo es vuestro Rey. Es vuestro Creador. Ha cumplido Mi justicia al ser bautizado y cargar con vuestros pecados para siempre”. Este mismo Dios que “nos ha hablado en estos últimos días por Su Hijo” está testificando aquí: “Mi Hijo ha sido bautizado por Juan el Bautista por la única razón de salvaros de los pecados del mundo. A través de este bautismo Mi Hijo ha tomado todos los pecados de todos los seres humanos creados por Mí. Por tanto, me ha complacido. Mi voluntad es que todo ser humano sea redimido de sus pecados. Aunque Jesús es Mi Hijo, fue bautizado en obediencia para librar de los pecados a todos los seres humanos creados a Mi imagen, aunque sabía que tendría que morir como resultado”. Por eso Dios Padre dio testimonio de Jesús diciendo: “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia”. Dios Padre abrió los cielos y dijo eso.
Mis queridos hermanos, Dios Padre estaba muy complacido porque Jesucristo había cargado con todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. El Padre nos está diciendo aquí que esto tenía que hacerse sin falta para que Su Hijo cumpliese la justicia de Dios. Esta no es una afirmación de la justicia propia hecha por una denominación. Esta es la Palabra de Dios que se nos ha dado en los últimos días a manos de Su Hijo. No debemos ignorar esta Palabra de Dios. Sin tener en cuenta lo que Dios nos ha dicho estos últimos días a través de Su Hijo, si esta Palabra ha abierto el camino para que podamos ir al Cielo y recibir la remisión de los pecados, ¿no debemos creer en esta Palabra tal y como es? El Hijo de Dios ha abierto el camino para que entremos en el Reino de los Cielos. Cuando nos damos cuenta de que Dios ha preparado este camino y nos embarcamos en este camino con aleluyas, y creemos en la justicia de Dios, recibimos la remisión de los pecados completa y entramos en el Reino de los Cielos. Nos convertiremos en el pueblo de Jesucristo y en los siervos de Dios.
Aunque Dios ha abierto el camino para poder conseguir que nuestros pecados sean eliminados, muchas personas todavía se preguntan: “¿Hay otra manera?”. Hay muchos cristianos que piensan: “Mientras crean en Jesús de alguna manera, iré al Cielo aunque crea en mis propios pensamientos. ¿Acaso no podré ir al Cielo solo porque no conozco el Evangelio del agua y el Espíritu?”.
Sin embargo, Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). ¿Qué les dirá Dios a estos cristianos entonces? Les dirá: “He abierto el camino de la salvación para que recibáis la remisión de los pecados. ¿Entonces os toleraré si pensáis que vuestra fe es tan buena que decís que iréis al Cielo aunque creáis en Dios a vuestra manera sin tener fe en la justicia de Dios? No es cierto. Si creéis así, entonces nunca seréis salvados por mucho que digáis creer en Mí. Así que en vez de creer en Mí a ciegas, debéis creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que he cumplido por vosotros. No solo he cargado con vuestros pecados, sino todos los pecados de todo el mundo. Pero aún así, ¿creéis que es difícil aceptar que he sido bautizado por Juan el Bautista para borrar todos vuestros pecados y que cargué con todos ellos para siempre?”.
¿Y qué hay de ustedes entonces? ¿Pueden aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu como su salvación? Mis queridos hermanos, si de verdad creen que la salvación se alcanza al confiar en la justicia de Jesús, entonces podrán aceptar lo que Jesús ha hecho por ustedes por fe. Podrán decir: “El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación”.
Todo el mundo tiene su opinión firme cuando se trata de la fe. Yo también expreso mi opinión acerca de mi fe porque creo en la justicia de Dios. Así que cuando predico el Evangelio del agua y el Espíritu veo que muchas personas se quejan de que soy muy excéntrico. Algunas personas dicen que insisto demasiado. Pero a estas personas les digo que son ellas las tercas. Por supuesto nunca me dan la razón cuando escuchan esto. Así que cuando la gente insiste en sus opiniones intento evitar hablarles y les digo: “Si es así como creéis, creed todo lo que queráis hasta el final”. Lo que Dios nos ha dicho por Su Hijo estos últimos días es Su plan. Nos está diciendo que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu y lo defendamos con fuerza. Aunque nos tomemos lo demás a la ligera, no debemos olvidar que debemos creer en este Evangelio y predicarlo, el Evangelio por el cual Jesús vino a este mundo, fue bautizado por Juan el Bautista, derramó Su sangre en la Cruz y se levantó de entre los muertos.
Han pasado 2,00 años desde que Jesucristo naciese en este mundo. Hace 2,00 años, al venir a este mundo, Jesucristo cargó con todos nuestros pecados y los eliminó. Como todos saben muy bien, casi todos los países del mundo utilizan un calendario basado en el año dominical. Este año es el 1993 d.C., que es la abreviatura de Anno Domini en latín, que significa en el año de nuestro Señor. Así que este año marca el año 1993 desde que Jesús naciese en este mundo.
Jesús comenzó Su obra pública de salvación en este mundo a los 30 años. Hay muy poco escrito acerca de Su vida privada antes de cumplir los 30. Hay constancia de algunas de visitas al Templo de Jerusalén cuando era niño, pero a parte de esto, no hay casi constancia. Lo único que hay escrito acerca de los primeros 29 años de vida de Jesús es Su nacimiento, Su circuncisión cuando era un bebé y Su visita al Templo cuando era niño.
Sin embargo, cuando Jesús cumplió los 30 años, fue al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. Y allí recibió el bautismo de Juan para cumplir toda la justicia de Dios. Así que el 30 d.C. es cuando Jesús empezó Su ministerio público. Y desde entonces Jesús siguió proclamando: “He cargado con vuestros pecados”. Fue crucificado hasta morir a los 33 años, pero se levantó al tercer día después de haber sido enterrado en una cueva tumba. Y después ascendió a los Cielos para sentarse a la derecha de Dios Padre.
Aunque Jesús ascendió a los Cielos, dejó a Sus doce Apóstoles y a muchos otros discípulos en este mundo. Los discípulos de Jesucristo ahora saben claramente que Jesús era su Salvador. Entendieron claramente y creyeron de todo corazón que Jesús había cargado con los pecados de la humanidad al ser bautizado y que eliminó todos esos pecados completamente al ser crucificado. Por eso Pedro dijo que «Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1 Pedro 1, 23) y también dio testimonio de lo siguiente: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva» (1 Pedro 3, 21). Al dejar estos mensajes en las Epístolas, el Apóstol Pedro dejó claro a los santos que el bautismo de Jesús es un componente de su salvación. Pedro caminó con Jesús durante tres años como uno de Sus discípulos, desde el 30 al 33 d.C. Sus epístolas, 1 y 2 Pedro fueron escritas aproximadamente alrededor del 40 d.C., según expertos.
Está escrito en 1 Pedro 3, 21: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Pedro está diciendo algo muy importante aquí. Nos demuestra que Pedro entendió la importancia del bautismo de Jesús y creyó en él correctamente. Cuando dijo: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva», Pedro estaba diciendo que como Jesús cargó con todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, todos nuestros pecados han sido erradicados. Esto no lo dijo alguien que no fuese importante, sino Pedro mismo, quien caminó con Jesús desde el principio de Su vida pública hasta Su ascensión. Y este Pedro también dijo que hemos «naciendo de nuevo, no de la semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra de Dios que vive para siempre» (1 Pedro 1, 23). Dicho de otra manera, Pedro nos está diciendo aquí: “Nuestra salvación nos ha llegado por la Palabra de Dios en concordancia con los requisitos del Antiguo Testamento, Jesús ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz en el Nuevo Testamento”. Pedro está dejando claro aquí que hemos sido salvados al creer que Jesús vino a este mundo encarnado en un hombre, fue bautizado y derramó Su sangre hasta morir por nosotros.
¿Dieron un testimonio correcto los Apóstoles? ¿Es el bautismo de Jesús necesario para ser salvados de todos nuestros pecados? Como está escrito que Dios nos ha hablado acerca de Su salvación de varias formas y en varios momentos, podemos explicar esta Verdad a través de la historia del arca de Noé. En los días en que Noé estaba construyendo el arca, Dios había dicho que juzgaría este mundo con agua. Pero la familia de ocho personas de Noé fue la única que creyó en la Palabra de Dios. Y como creyeron en la Palabra de Dios, fueron librados de Su juicio.
De esta manera, ahora mismo Jesucristo está diciendo que para librar a Su pueblo ha cumplido su salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús está diciendo que al venir a este mundo ha borrado todos los pecados de la humanidad al ser bautizado para cargar con todos ellos, y ha cumplido la obra justa de Dios. ¿Podemos decir entonces, al contrario que esta Palabra de Dios, que esta enseñanza es una doctrina dogmática de una denominación? No, por supuesto que no.
El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad. Debemos examinar detenidamente lo que la Biblia dice acerca de Juan el Bautista. Debemos examinar bien lo que la Biblia dice acerca del Evangelio del agua y el Espíritu en ambos Testamentos, darnos cuenta de que este Evangelio es la Verdad de la salvación y creen en esta Verdad sin dudar. ¿Cuál es entonces la verdadera fe? ¿En qué debemos creer? ¿Debemos creer en las doctrinas de una denominación o en el Evangelio del agua y el Espíritu escrito en la Biblia? Algunos de ustedes probablemente sientan que hay un conflicto entre estos dos tipos de fe. En momentos como este debemos poner más importancia en la Palabra de Dios que nos dio por Su Hijo en estos últimos días. En otras palabras, nuestro juicio debe basarse en la Palabra de Dios escrita en la Biblia y en el Evangelio en que los siervos de Dios creyeron.
Pero a pesar de esto, si alguien dice: “La salvación solo puede alcanzarse a través de la sangre derramada en la Cruz”, entonces no se molesten en perder su tiempo con estas personas tercas. Cuando alguien insiste solamente en la sangre derramada en la Cruz yo simplemente ignoro a esta gente. Les digo a estas personas: “Muy bien; creed todo lo que queráis en la sangre derramada en la Cruz solamente. Pero sabed que Dios habla del Evangelio del agua y el Espíritu en la Biblia y que es en vano creer en Dios sin este Evangelio. Sed todo lo piadosos que queráis y predicad todo lo que queráis, pero estáis perdiendo el tiempo”. Las palabras del hombre, que no son de la Verdad, no tienen poder espiritual. Si un predicador predica otra cosa que no sea la Palabra de Dios, entonces todo será en vano. Los que predican el Evangelio de la Cruz solamente gritan apasionadamente: “¡Arrepentíos! Recibid el perdón de los pecados todos los días! Alabad al Señor”. Pero, ¿qué consiguen con gritar este evangelio si no tiene el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista?
Por mucho que los cristianos confusos prediquen a la gente que crea en Jesús, no vale para nada. Hay demasiadas personas que creen en Jesús para buscar su prosperidad carnal pensando: “Prosperaré siempre si creo en Jesús. Dios me bendecirá para que tenga éxito y prospere”. Estos cristianos carnales aplauden en las reuniones de adoración mientras cantan himnos, ofrecen el diezmo, santifican el día del Señor y sirven al Señor con devoción. Pero todas estas cosas se hacen para asegurar la prosperidad carnal, pensando que no serán malditos y que irán al Cielo si creen en Jesús. Pero esta fe no vale para nada. De hecho, este tipo de fe es exactamente lo que Satanás quiere predicar a todo el mundo. Mis queridos hermanos, Dios nos ha hablado estos últimos días por Su Hijo. ¿Debemos ignorar este testimonio de la salvación e ignorar lo que Dios Padre está diciendo aquí, que nos ha salvado a través de Su Hijo y el Evangelio del agua y el Espíritu? No, por supuesto que no.
¿Van a ignorar ustedes la Palabra del Espíritu Santo diciendo que Dios les ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu? ¿No van a prestar atención al Evangelio del agua y el Espíritu del que los discípulos de Jesucristo dan testimonio? ¿Creen en Jesús mejor que estos discípulos de Jesús que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu? Los discípulos habían vivido con Jesús durante tres años y escucharon Su voz en persona. Pero, ¿aún así piensan que su fe es mejor que la suya?
Nadie en el presente es mejor que los discípulos de Jesús, por muy inteligentes que sea. Pedro, Juan y Santiago estuvieron con Jesús en la montaña de la transfiguración. Vieron con sus propios ojos como Jesús fue transfigurado de repente. Sus ojos vieron que Jesús era el Hijo de Dios. Por eso Pedro confesó al Señor: “Eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Los discípulos vieron a Jesús en persona y lo tocaron con sus manos. Así que el Apóstol Juan dijo que Dios es la Luz. Dijo: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida» (1 Juan 1, 1). Juan también dijo: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad» (Juan 1, 1; 14).
Los discípulos siempre testificaban: “Jesucristo ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. Dios está lleno de misericordia, gracia y verdad, y nos ha dado la remisión de los pecados”. Cuando los discípulos de Jesús predicaban la Palabra siempre predicaban la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Daban testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu y de Jesucristo.
Pero a pesar de esto los cristianos de hoy en día se han separado en sectas y están luchando los unos con los otros discutiendo qué denominación es la correcta. Muchos de ellos dicen: “Podemos ser salvados al creer en la sangre de la Cruz solamente, en vez de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu”. Pero, ¿de verdad serán salvados de todos sus pecados si ignoran el Evangelio del agua y el Espíritu y creen solamente en la sangre de la Cruz? En nuestros pensamientos humanos podemos pensar que está bien creer en cualquier evangelio, pero en realidad, no podemos conseguir nada si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. La salvación solo se puede alcanzar porque Jesucristo vino a este mundo y salvó a la humanidad perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Como Dios ha eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu los verdaderos creyentes estamos ahora sin pecados; si Jesucristo no hubiese eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu seguiríamos teniendo pecados.
Por mucha compasión que Dios tenga por nosotros y por muy fuerte que sea nuestra fe, si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, no hay manera de ser salvados de nuestros pecados. La fe que no esté puesta en el Evangelio del agua y el Espíritu es en vano. Aunque creamos ardientemente en la sangre de Jesús derramada en la Cruz y le glorifiquemos, ¿de qué nos sirve si no conocemos el Evangelio del agua y el Espíritu? Si no conocemos este verdadero Evangelio, nuestros corazones no pueden tener convicción de la salvación ni la seguridad de la vida eterna.
¿Dónde podemos encontrar las fuerzas para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? Estas fuerzas se encuentran en nuestra fe firme en este Evangelio. Cuando Jesucristo nos ha hablado en estos últimos tiempos como el Hijo de Dios, diciendo que ha eliminado todos los pecados de la humanidad con el Evangelio del agua y el Evangelio, debemos creer en Él. Si, por el contrario, rechazan el Evangelio del agua y el Espíritu, el Diablo les asediará. Sin embargo, si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y son salvados del pecado, Satanás no podrá engañarles. Estará frustrado. Por eso el Diablo les dice a los cristianos: “Creed en Jesús como vuestro Salvador a ciegas. Ignorar Su bautismo para ir al Cielo con vuestra propia devoción”. Y Satanás incita a estos creyentes confusos, los convierte en personas emocionales y por eso hacen todo tipo de cosas absurdas.
¿Qué nos ha dicho Dios, quien habló a nuestros antecesores de la fe en tiempos pasados y de formas diferentes, a través de Su Hijo en estos últimos tiempos? La Biblia dice claramente que Dios nos ha hablado de Su perfecta salvación a través de Su Hijo. Esto significa que nuestra fe como cristianos es completamente en vano si no está puesta en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz, que constituyen la justicia de Dios en conjunto. En otras palabras, Dios nos ha hablado de Su salvación a través de Su Hijo para que podamos ser salvados creyendo en la obra justa de la salvación que Cristo ha cumplido para siempre.
 
 
El Evangelio del agua y el Espíritu escrito en los cuatro Evangelios
 
El mensaje más importante en la Biblia es el Evangelio del agua y el Espíritu. Para ver esto, pasemos al principio del Evangelio de Marcos: «Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta: ‘He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.’ ‘Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas’. Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.» (Marcos 1, 1-5).
Como ven aquí, lo primero que el Señor Dios mencionó en el Evangelio de Marcos es el ministerio de Juan el Bautista. Esto es igual en los demás Evangelios. Mateo, Lucas y Juan. Quiero volver a decirlo: el ministerio de Juan el Bautista es lo primero que Dios y los escritores del Evangelio mencionaron en los cuatro Evangelios. Entonces, ¿por qué hace hincapié la Biblia en el ministerio de Juan el Bautista? Los cristianos de hoy en día no le dan mucha importancia al ministerio de Juan el Bautista. Pero no exagero cuando digo que el ministerio de Juan el Bautista es ejemplar para todos los siervos de Dios.
La Biblia llama a Juan el Bautista “la voz que clama en el desierto”. Debemos darnos cuenta de que Juan el Bautista era el representante de la humanidad y el último Sumo Sacerdote. Era el último sacerdote del Antiguo Testamento y el último profeta. Por eso llevó a cabo sus tareas como sacerdote como último Sumo Sacerdote en este mundo. El Sumo Sacerdote del Cielo es Jesús.
 
 

El ministerio de Juan el Bautista que aparece en el Evangelio de Lucas

 
El ministerio de Juan el Bautista se explica en el Evangelio de Lucas también. Para ver esto, pasemos a Lucas 1. «Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: ‘Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’» (Lucas 1, 1-17).
Entonces, ¿quién se menciona aquí primero? El nacimiento de Juan el Bautista y su ministerio se mencionan primero. En el versículo 2 Lucas dice: «tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra». Esto nos dice que había muchas personas que habían escrito acerca de lo que Jesús hizo en este mundo como se lo dijeron Sus siervos. Lucas, al haber investigado todo desde el principio, consideró pertinente escribir a Teófilo, un oficial alto al que la carta está dirigida. En otras palabras, Lucas había sido testigo del ministerio de Jesús desde el principio hasta el final a cierto oficial alto para que supiese quién era Jesucristo. Lo que es crucial recordar aquí es que aunque Lucas estaba explicando lo que hizo Jesucristo desde el principio, habló del nacimiento de Juan el Bautista antes que el de Jesús. Esto nos demuestra la importancia de Juan el Bautista y su ministerio.
 
 
El Evangelio del agua y el Espíritu del que se da testimonio en el Evangelio de Juan
 
¿Qué dice el Evangelio de Juan acerca del ministerio de Jesús y el ministerio de Juan el Bautista? Vamos a leer algunos pasajes relevantes desde el principio:
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él» (Juan 1, 1-7).
Ahora, Aquí se dice que «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan». ¿A quién se refiere este hombre? Se refiere a Juan el Bautista. La Biblia dice que este hombre no era la Luz, sino que fue enviado por Dios para dar testimonio de esa Luz, y su nombre era Juan el Bautista. Está claramente escrito que Juan el Bautista «vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él».
Cuando creemos en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, debemos creer basándonos en el hecho de que Juan el Bautista había pasado todos los pecados del mundo a Jesús al bautizarle. Cuando creemos en Jesús como nuestro Salvador, en otras palabras, debemos creer según la Palabra de las Escrituras. En el Antiguo Testamento, Dios había salvado a los pecadores a través del sistema de sacrificios de la expiación, y tal y como está predestinado en este sistema de sacrificios, Jesucristo vino a este mundo en la era del Nuevo Testamento y cumplió todas las promesas de la salvación profetizadas por los siervos de Dios. Esto es lo que Jesucristo ha hecho por nosotros y Él es el Hijo de Dios.
Debemos creer en Jesucristo según Su Palabra. Debemos creer en el Dios que nos ha hablado en estos días por Su Hijo. No deben ignorar la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no pertenece exclusivamente a ninguna denominación. Si se me pregunta por qué tantos cristianos son espiritualmente letárgicos, puedo decir con toda confianza que es porque creen en Jesús sin creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que está manifestado en la Palabra de Dios. Dicho de otra manera, multitud de personas no pueden tener sus nombres escritos en el Libro de la Vida de Dios porque ignoran el Evangelio del agua y el Espíritu que aparece en las Escrituras.
Entonces, pasemos al Libro del Apocalipsis:
«Y el Espíritu y la Esposa dicen: ‘Ven.’ Y el que oye, diga: ‘Ven.’ Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Ciertamente vengo en breve.’ Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén» (Apocalipsis 22, 17-21).
Donde dice: «Y el Espíritu y la Esposa dicen», el Espíritu se refiere a Dios y la esposa a los santos de Su Iglesia. Está escrito: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: ‘Ven.’ Y el que oye, diga: ‘Ven.’ Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente». Si escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu con sus oídos y lo aceptan con sus corazones tal y como es alcanzarán la salvación prometida por el Señor. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu recibirá el agua de la vida, obtendrá la vida eterna y se convertirá en hijo de Dios y en Su esposa. Estas personas serán justas de inmediato. Todo el que crea en el Evangelio del agua y el Espíritu será salvado por gracia.
También está escrito en el Libro del Apocalipsis 22, 18: «Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro». Este es un punto importante y por eso Juan esperó hasta el final para mencionarlo. Después de escribir todas las Escrituras perfectamente, Dios nos está pidiendo que tengamos esto en cuenta. En cuanto a nuestra fe, no debemos añadir o quitarle nada a la Palabra de Dios, como la Biblia nos dice: «Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro». Esto significa que si creemos en Jesús pero dejamos la Verdad de la salvación fuera como se profetiza en el Antiguo Testamento y se cumple en el Nuevo Testamento (el que Jesús nos ha salvado de todos los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu) entonces Dios nos eliminará del Libro de la Vida. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu iremos al Cielo para ver a Dios cara a cara. Sin embargo, si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios borrará nuestros nombres del Libro de la Vida.
Este Evangelio del agua y el Espíritu no es solo una doctrina de una denominación. Como he dicho anteriormente, el Evangelio del agua y el Espíritu funcionó del año 30 al 100 d.C. En aquel entonces el Evangelio de Dios no podía predicarse sin el Evangelio del agua y el Espíritu. A partir de entonces el cristianismo entró en la era de los Padres de la Iglesia, y a partir de entonces (para ser más exactos, desde el Edicto de Milán en el 313 d.c.) el Evangelio del agua y el Espíritu quedó completamente eclipsado. Durante todos esos años hasta ahora el Evangelio del agua y el Espíritu no ha podido ser predicado. Esto significa que el cristianismo no había predicado el Evangelio del agua y el Espíritu durante 1,700 años.
Los mil años de la Edad Media no son solamente la Edad Oscura. Incluso en este momento estamos viviendo en una era de oscuridad. Si la Edad Media era un tiempo de oscuridad, estos tiempos presentes son aún más oscuros. Durante la Edad Media el Papa Católico tenía más autoridad que la Palabra de Dios y en la actualidad las doctrinas cristianas tienen más autoridad que el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso estoy diciendo que los tiempos presentes son una era oscura en la que los dogmas de las denominaciones ejercitan aún más autoridad que la Biblia.
Como he mencionado, el Evangelio del agua y el Espíritu no había sido predicado durante 1,700 años. Pero esto no significa que nadie estuviese predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. Había unos pocos testigos, aunque pocos, que siguieron predicando este Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, el verdadero Evangelio no pudo florecer porque aunque fue predicado, era ignorado por la gente que decía: “¿Significa esto que solo este Evangelio es el verdadero Evangelio? ¿Es el Evangelio de la Cruz en el que creemos un Evangelio falso entonces? Eso es ridículo”. Esto ha continuado hasta hoy en día.
¿Creen que la Biblia que tienen es la Palabra de Dios? Si creen en Jesús como su Salvador entonces deben creer en la Palabra escrita de Dios tal y como es, sin añadir ni quitar nada. La verdadera salvación les llegará solo cuando crean en la Palabra de Dios. De lo contrario su fe será toda en vano. Entonces serán juzgados por el Señor el último día, y les dirá: “No os conozco. Iréis al infierno”.
Mis queridos hermanos, la Palabra de Dios se cumplirá sin falta. Si alguien sigue teniendo pecados incluso después de creer en Jesús como su Salvador, será maldito para siempre porque no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estas personas serán arrojadas al infierno porque no creen en la Palabra de Dios que se nos ha dado en estos últimos días por Su Hijo. Quien tenga pecados en su corazón aunque crea en Jesús no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu deben tener cuidado con la Palabra de Dios. Si añaden o quitan algo de la Palabra de Dios, serán juzgados y si alguien elimina algo de la Palabra escrita serán abandonados por Dios como dijo: “Os eliminaré del Libro de la Vida”.
¿Llevan la Biblia con ustedes donde está escrita la Palabra de Dios? ¿Acaso Mateo 3 no es la Palabra de Dios? ¿Acaso el capítulo 1 no es parte de la Palabra de Dios? ¿Y qué hay de Mateo 28? ¿Y qué hay del Evangelio de Juan? ¿Acaso no es la Palabra de Dios? ¿Acaso algunas partes de la Biblia son la Palabra de Dios mientras que otras no lo son? ¿Piensan que algunas partes de las Escrituras se pueden entender mientras que otras no? Esto, mis queridos hermanos, se debe a que están ignorando la Palabra de Dios y que piensan que las palabras del hombre tienen más autoridad que la Palabra de Dios.
Debemos basar la autoridad de nuestra fe en la Palabra escrita de Dios. Un predicador tiene autoridad solamente cuando predica la Palabra de Dios. Los verdaderos siervos de Dios predican el Evangelio del agua y el Espíritu escrito en la Palabra de Dios, en vez de decir sus propias cosas y predicar las doctrinas de sus propias denominaciones. Los que no predican el Evangelio del agua y el Espíritu y la Palabra de Dios no son siervos de Dios. Los verdaderos siervos de Dios son los que predican la Palabra de Dios que Su Hijo nos ha dado estos últimos días.
¿Y qué hay de ustedes? ¿Creen en la Palabra que Dios nos ha dado en estos últimos días a través de Su Hijo? Como el Hijo de Dios ha eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos recibir la remisión de los pecados por fe. Solo los que creen en Jesucristo, en este Hijo de Dios que vino a nosotros por el Evangelio del agua y el Espíritu, tienen vida eterna; y solo entonces pueden convertirse en hijos y esposas de Dios, y solo entonces pueden entrar en el Reino de los Cielos. ¿Cómo ha eliminado el Hijo de Dios todos nuestros pecados? Conocer esto y creer en esto es la sabiduría de nuestra fe. En el Antiguo Testamento, El Sumo Sacerdote hizo posible que su pueblo recibiese la remisión de los pecados anuales en el Día de la Expiación mediante la imposición de manos sobre el chivo expiatorio. Y en el Nuevo Testamento, aunque parezca que la remisión de los pecados se puede recibir a diario si nos arrepentimos todos los días, en realidad, Dios, que nos ha hablado en estos últimos días a través de Su Hijo, nos está diciendo que pasó todos los pecados de este mundo sobre la cabeza de Jesús mediante Su bautismo recibido de Juan el Bautista.
Mis queridos hermanos, cuando se trata de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos entenderlo y creerlo tal y como está escrito en la Biblia. Debemos creer en Jesucristo, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Creen en este Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado a través de Su Hijo? Si quieren ignorar el Evangelio del agua y el Espíritu, háganlo. Pero recuerden esto: Si creen en Jesús mientras ignoran el Evangelio del agua y el Espíritu, tendrán una fe falsa.
¿Qué dicen cuando predican el Evangelio? ¿Dicen simplemente a ciegas: “Crean en Jesús. Serán bendecidos si creen en Jesús de cualquier manera”? ¿O acaso intentan meter miedo en los corazones de la gente diciendo: “Iréis al infierno si no creéis en Jesús. Creed mientras podáis. El Señor Jesús ha eliminado vuestros pecados al ser crucificado y derramar Su sangre por vosotros. Creed en Jesús”? Los que dicen estas cosas no son siervos de Dios.
Los verdaderos siervos de Dios dicen: “Dios ha eliminado nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Depende de vosotros. Creed en Él si queréis ser salvados, pero no creáis si no queréis”. Estos predicadores so los verdaderos siervos de Dios. No miden sus palabras porque son los siervos de Dios y no los siervos del hombre que siempre están preocupados por lo que los demás piensan de ellos.
Las iglesias de hoy en día predican el Evangelio como si estuviesen en una reunión de estrategia de marketing. Movilizan a todos los miembros de la iglesia para meter a más gente en ella, pero ¿es esto evangelizar cuando cada miembro nuevo recibe un paraguas de regalo? No, no lo es. Cierto doctor del ministerio estudió cómo aumentar el número de miembros de la iglesia y publicó los resultados de su investigación que decía en resumen: “La principal prioridad es traer a más gente a la iglesia por cualquier medio posible. Todo lo demás es secundario; todo lo que importa es que la gente entre en nuestra iglesia como sea”. Así que cada iglesia intenta atraer a cuanta más gente sea posible crean lo que crean, incluso haciendo lotería para que les parezca más atractiva la iglesia. Estas iglesias dicen: “Mientras crean en Jesús, irán al Cielo aunque no conozcan el Evangelio del agua y el Espíritu. Quien crea en Jesús entrará en el Cielo porque está escrito: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10, 13). Así que no es tan difícil creer en Jesús. No insistan en la Biblia tanto. Simplemente digan que creen en Jesús. Todo lo que tienen que hacer es creer en Jesús como su Salvador”. Las iglesias de hoy en día enseñan que cuando uno cree en Jesús como su Salvador recibe la remisión de todos sus pecados pasados, originales y personales, y que los pecados diarios que se cometen desde entonces se eliminan con oraciones de penitencia. Insisten en que, al hacer esto, se puede ser completamente santificado para entrar en el Cielo al final.
Sin embargo, si creen así, acabarán teniendo una fe inútil. Por el contrario, si escuchan la Palabra de Dios a través de los que creen en Jesús como su Salvador, es decir a través de los siervos de Dios que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibirán la remisión de los pecados y el Cielo será suyo. Y si de verdad creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, pueden predicar la Palabra de Dios con confianza con la autoridad de Dios de la siguiente manera: “Irán al infierno si no creen en este Evangelio verdadero. Si se dan cuenta de quién son, escucharán la Palabra que les estoy predicando y serán salvados. Estoy predicando el Evangelio del agua y el Espíritu y no me tratarían así si supiesen quién soy”.
Miren lo que dice Hebreos. Dice que Dios nos ha hablado en estos últimos días a través de Su Hijo. Dios creó el universo entero a través de Su Hijo y a través de Su Hijo Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu. El Reino de Dios se cumple en nuestros corazones cuando creemos en el Hijo de Dios que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu, pero cuando no creemos en este Hijo de Dios, el infierno desciende sobre nosotros.
A los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu Dios ha nombrado Sus herederos. Si ustedes son herederos de Dios, irán al Cielo y vivirán allí en gloria. ¿Tienen otro mundo esperándoles? Aunque parezca que todos los cristianos creen en Jesús como su Salvador de la misma manera, a los ojos de Dios, se diferencian entre los que van al Cielo y los que van al infierno. Dios está hablando del Evangelio del agua y el Espíritu a través de Su Hijo, y deben recordar claramente que irán al Cielo solo si creen en este Evangelio verdadero. Si lo ignoran, irán al infierno, porque no podrán recibir la remisión de sus pecados. El que sean recibidos en el Cielo o arrojados al infierno depende de Jesús, porque Él es el Juez y el Gobernador de todos los reinos, incluyendo el mundo próximo.
Mis queridos hermanos, hoy nos hemos reunido para pensar en lo que Dios nos ha dicho a través de Su Hijo. ¿Quién creen que es Jesucristo? ¿De verdad aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones? ¿Hay alguna posibilidad de que puedan ser librados del pecado a través de otra cosa que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu? No, es imposible. Si el Evangelio del agua y el Espíritu es la Palabra de Dios, entonces deben reconocerlo en sus corazones. Si de verdad quieren creen en Jesús como su Salvador, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora mismo. Algunos de ustedes han sido cristianos durante mucho tiempo, y mientras que hay algunas cosas en las que deben seguir creyendo, no conocían el Evangelio del agua y el Espíritu todos estos años. Pero ahora lo conocen y serán salvados si creen en él de corazón
Si aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones su salvación se hará perfecta. ¿Por qué aceptan este Evangelio algunas personas y otras no? ¿Por qué muchos cristianos de hoy en día piensan que es tan difícil aceptar que Jesús cargó con los pecados del mundo a través de Su bautismo aunque no tienen ningún problema en aceptar que Jesús fue crucificado por ellos? ¿Acaso no tuvo que ser crucificado y derramar Su sangre hasta morir porque había aceptado todos nuestros pecados a través de Su bautismo y acaso no fuimos limpiados para alcanzar nuestra salvación porque el Señor se levantó de entre los muertos?
Todo tiene una causa y un efecto. Jesús derramó Su sangre como resultado de Su bautismo a través del que había cargado con todos los pecados del mundo, y como consecuencia de este acto de misericordia el Señor murió en la Cruz por nosotros. Así que deben ser salvados al creer en esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios inconfundible. Si no hubiese ningún proceso a través del cual Jesús cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, ¿cómo podrían ser nuestros pecados eliminados? ¿Cómo pudo el Señor derramar Su sangre en la Cruz si no cargó con todos nuestros pecados a través de Su bautismo? Como hubo una causa, como Jesús cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, tuvo que derramar Su sangre en la Cruz por nosotros.
Dios Padre nos ha hablado a través de Su Hijo y le doy toda mi gratitud. ¡Aleluya!