“Así que, los que somos más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación” (Romanos 15:1-2).
Aquellos que creen en la justicia de Dios no deben de buscar su propia justicia, ya que Jesucristo tampoco buscó la Suya. Los justos viven para el reino de Dios y proclaman el evangelio para el bien de otros. Pablo dijo que los fuertes deben de llevar las debilidades de los demás, en lugar de agradarse a ellos mismos.
Los creyentes de la justicia de Dios deben de predicar el evangelio para que puedan limpiar los pecados de otros con el bautismo y la sangre de Jesucristo. Es por eso que Dios aborrece a aquellos que son flojos y no proclaman el evangelio para salvar a los pecadores. Por lo tanto, no debemos buscar nuestra propia justicia, sino proclamar la justicia de Dios a otros. Debemos llevar el evangelio del agua y el Espíritu para que los pecadores puedan ser salvos a través de la fe. También debemos edificarnos los unos a los otros.
No construyas la casa de fe sobre la base de otro Hombre
El versículo 20 afirma, “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno,
Existía algo peculiar en el evangelio que Pablo predicaba. Y es que él luchaba para proclamar solo el evangelio del agua y el Espíritu. Los creyentes de la justicia de Dios deben luchar para proclamar el evangelio del agua y el Espíritu, así como lo hizo Pablo. Para hacer que esto pase, debemos de buscar el bien de otros, en lugar del nuestro. La gente que busca el bien de otros, lo hacen porque han sido crucificados con Cristo y han resucitado con él. Aquellos que creen en Cristo no están muertos, sino viven.
“Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros.
Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros,
cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros.
Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.
Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén.
Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales.
Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España.
Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.” (Romanos 15:22-29).
Pablo era un predicador con itinerario y Administrador de la iglesia de Dios
Mientras Pablo iba de camino a la Iglesia de Jerusalén para servir a los cristianos, entregó las contribuciones de Macedonia y Acaya a ellos. Pablo añadió que si los gentiles habían sido hecho participes de las cosas espirituales, su obligación era la de ministrarlos a ellos con cosas materiales. Los santos en la iglesia de Jerusalén se encontraban en medio de la persecución en ese tiempo y no se podían liberar de sus deficiencias materiales. La iglesia de Jerusalén, la cual estaba sufriendo una gran persecución por creer en Jesucristo, fue grandemente consolada por los hermanos y hermanas gentiles.
Tanto en el presente como en el pasado, se ha convertido en una tradición el compartir la riqueza con los necesitados en vez de disfrutarlo todo uno mismo. Los creyentes llenos del Espíritu no pueden vivir solamente para ellos mismos. ¿Por qué? ¡Porqué el Espíritu Santo habita en ellos! Ellos son los nacidos de nuevo quienes son guiados por el Espíritu Santo que reside en ellos.
Es maravilloso que las iglesias gentiles apoyaran y dieran fondos a la iglesia de Jerusalén. Esta fue la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo apoyó a la iglesia de Jerusalén para el evangelio del agua y el Espíritu, no para cualquier individuo y concedió alivio material también. En aquel tiempo en Israel, muchos fueron golpeados, arrojados a la cárcel y aún murieron por su fe en Cristo como su Salvador.
En documentales televisivos, frecuentemente podemos ver los restos de los mártires de las catacumbas y sus escondites en las cuevas de las montañas. Esto fue por lo que tuvo que pasar la iglesia de Jerusalén en esa época. Nosotros también debemos dar una mano de ayuda a las iglesias de Dios cuando están enfrentando dificultades.
Podemos minimizar la importancia de la ayuda mutua que las primeras iglesias extendían a las demás, pero eran tiempos en que los creyentes tenían que vivir escondidos y huyendo de la persecución. Solo el Espíritu Santo pudo hacer posible que compartieran en estas circunstancias. Debido a que la iglesia de Jerusalén se encontraba bajo persecución, era natural para las otras iglesias ayudarlas. Ya que era el obrar del Espíritu Santo, era apropiado y hermoso.
Tú, un creyente en la justicia de Dios, deberías tomar parte en tales acciones también. Los miembros de las iglesias de La Misión Vida Nueva levantan fondos e invierten en la proclamación del evangelio a todo el mundo. Todos ellos tienen algún tipo de dificultad financiera con la cual lidiar, pero aún así están deseosos de proclamar el evangelio para salvar almas.
Pablo trabajó como un hacedor de carpas para predicar el evangelio del agua y el Espíritu. Cuando había alguien que pudiera cuidar la iglesia que había fundado, le confiaba la iglesia a él, y continuaba su camino a otra región para predicar el evangelio–todo este tiempo ganándose la vida como hacedor de carpas.
Así como tú no vives para ti mismo, nuestros ministros no viven para si mismos. Aquellos que tienen el Espíritu Santo habitando en ellos se consagran a la obra de Dios–esto es, a salvar a los perdidos de todos sus pecados. Los ministros y los miembros de nuestra misión, ambos, sirven al evangelio a través del “ministerio de hacer carpas,” donde sostienen sus propios trabajos para mantenerse y al mismo tiempo contribuyen a proclamar el evangelio, de ambas maneras, financieramente y siendo voluntarios.
De esta manera podemos encontrar muchas similitudes entre el ministerio de Pablo y la iglesia de Dios actual. Tenemos el mismo cuadro mental y vivimos nuestras vidas para agradar al Espíritu Santo. ¿Qué pasa en nuestras mentes cuando hace un frío extremo? Seguramente pensamos en nuestros hermanos cristianos y en los siervos de Dios y nos preguntamos si están sufriendo por el clima. Nosotros, los cristianos nacidos de nuevo, nos importa y nos cuidamos los unos a los otros. Todos los justos en la Biblia se necesitaban los unos a los otros y servían a la justicia de Dios juntos. Esta vida de fe es la vida real de los justos.
Hemos vivido con tales fijaciones mentales. Cuando comenzamos a predicar el evangelio del agua y el Espíritu, tuvimos que empezar desde cero, ya que no teníamos nada. Estábamos tan restringidos económicamente que frecuentemente nos las veíamos duras al tratar de juntar unos cientos de dólares para pagar la renta y las cuentas del edificio de la iglesia. Pero aún así nos entregamos a nuestro ministerio de literatura a través de este país.
Cuando encaramos dificultades financieras, fue Dios quien las resolvió por nosotros y nos permitió ver los frutos de nuestro ministerio. Debido a que el Espíritu Santo habita en nuestros corazones, nuestro deseo de proclamar el evangelio es como un fuego en nuestros corazones, no importa que dificultades haya delante de nosotros. Queremos compartir el amor de Dios con todas las almas perdidas, predicando el evangelio del agua y el Espíritu, así como las iglesias de Dios y los justos descritos en la Biblia lo hicieron.
Podemos descubrir que los cristianos nacidos de nuevo de la primera iglesia miraban por el bien de todos y nosotros también hacemos eso. Esto no es posible sin la guía del Espíritu Santo. El Espíritu santo ha estado proclamando la justicia de Dios por toda la tierra a través de las devociones de los nacidos de nuevo y continuará haciendo lo mismo.
¡Aún si encaramos el final de los días!
La gente dice que ahora estamos viviendo en la última era, cuando todas las dificultades profetizadas en la Biblia serán cumplidas.
Catástrofe y desastre lo tragaran todo en los últimos días. Como creyentes, debemos de permanecer más firmes en nuestra fe en la justicia de Dios y predicar el evangelio del agua y el Espíritu aún con mayor fuerza. Aquellos que creen en la justicia de Dios deben de tener el corazón para amar y cuidarnos los unos a los otros en la última era. Nuestros propios corazones pueden ser endurecidos como se endurecen los corazones del mundo, pero nosotros podemos vencer a este mundo al final, ya que tenemos el Espíritu Santo en nosotros. No importan las circunstancias, debemos de cuidar las almas y las iglesias de Dios. Debemos cuidar a aquellos que requieren nuestra ayuda, amarlos, pensar en nuestros hermanos y hermanas y proclamar el evangelio hasta el final.
Debemos entregarnos a la salvación de otros en lugar de buscar nuestra propia justicia. Existen muchas almas allá a fuera en todo el mundo que no han oído el evangelio del agua y el Espíritu, ni han tenido la oportunidad de conocer la justicia de Dios. Debemos poner nuestras mentes al igual que los soldados que están peleando para ganar almas perdidas y naciones con el evangelio del agua y el espíritu. Esta misión no viene de la coerción, como si nos forzaran, sino se levanta con naturalidad en los corazones de aquellos de nosotros en quienes el espíritu santo habita.
La Gran Comisión de proclamar el evangelio del agua y el Espíritu a los confines de la tierra esta activa en nuestros corazones hoy. Lo que quiero decirte es que entre más difícil se vuelva este mundo, con mayor abundancia Dios derramará su Espíritu Santo sobre nosotros. Estamos proclamando el evangelio a través de libros impresos y electrónicos, que se ofrecen a aquellos que están sedientos de la verdad, totalmente gratuitos. Constantemente continuaremos con nuestro ministerio por todo el mundo a través de la Internet.
Aunque no somos tan ricos como los americanos o los europeos, aun así podemos darles el evangelio que contiene la justicia de Dios. Tenemos la misma idea en la mente que Pedro quien dijo, “No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” (Hechos 3:6).
Podemos dar libremente el evangelio que ha cumplido la justicia de Dios, el cual no han conocido. Aunque no estamos mejor que nadie cuando nos comparamos por las escalas del mundo, nosotros somos los siervos de Dios que podemos dar el evangelio que contiene la justicia de Dios. Aquellos que, habiéndose cruzado con este evangelio, a través de nuestro ministerio, llegan a conocer y a creer en este evangelio serán grandemente bendecidos.
Esta es la era de la Internet y con ella Dios ha provisto un camino para abrir todo el mundo. Hemos visto cuan agradecidos y gozosos se encontraban las personas cuando les dimos el evangelio que ha cumplido la justicia de Dios. Entre más triste se vuelve el mundo, más agradecidos y poderosos seremos mientras predicamos el evangelio de la justicia de Dios a los perdidos. ¿Acabará el mundo así, o dará Dios oportunidad de proclamar el evangelio? Esto es en lo que debemos pensar y por lo que debemos orar. Todo será cumplido perfectamente por el Espíritu Santo.
También yo solía ser egoísta y solo me importaba mi carne antes de nacer de nuevo. No solo yo, sino todos éramos así. Aquellos que viven solo para los placeres de la carne pueden jactarse de que tienen amor, pero en realidad no pueden amar a otros. Esta es la diferencia entre aquellos que tienen el Espíritu Santo y aquellos que no. Los pecadores solo pueden vivir para si mismos, pero aquellos con el Espíritu Santo tienen el poder para vivir para alguien más y verdaderamente viven para otros. La Divina Trinidad da a sus creyentes el poder para vivir para otras almas. Ya que Dios habita en sus corazones y los guía, están capacitados para hacer sus justas obras.
No importa cuantas iglesias haya en este mundo, la mayoría de ellas se han convertido en empresas meramente seculares. No les importa cuanto gasten en construir iglesias extravagantes y tienen grandes presupuestos que se hayan en los millones de dólares y aún así solo una pequeñita fracción de su riqueza, si algo, es dada para obras de caridad. Han enloquecido acumulando mayores riquezas terrenales, haciendo a un lado la verdadera misión de salvar almas del pecado, como algo secundario y sin importancia. No pueden ser parte de la iglesia de Dios, ya que su iglesia persigue sus propios intereses por encima de los de Dios.
La verdadera iglesia de Dios usa sus recursos para salvar a las almas perdidas en transparencia y honestidad. Como dice la Biblia, “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7) Dios nos ha dado el corazón para cuidar a las almas de este mundo y guiarlas a la redención y él ha hecho todas estas cosas posibles. El evangelio del agua y el espíritu ha sido puesto en publicaciones que han sido traducidas a casi 40 idiomas y con más de 60 títulos, cada uno de ellos testificando la justicia de Dios a aquellos que están encarando la muerte espiritual.
¿Cuanto se agradaría Dios si oráramos con más ganas y predicáramos el evangelio del agua y el Espíritu a más pecadores para salvarlos, antes de que este mundo sea absorbido en la Gran Tribulación y llegue a su fin? No nos desanimemos, sino seamos fieles hasta el final.
En el pasado, los pobres podían sobrevivir ayudándose los unos a los otros. Pero hemos entrado en una era de competencia ilimitada en la cual solo los fuertes sobreviven. Siempre que vemos a esta generación, estamos convencidos de nuestra obligación de predicar el evangelio del agua y el Espíritu a aquellos que aún no lo han escuchado. Todos tenemos el corazón para llevar el evangelio que traerá paz a aquellos que están cansados y desgastados de sus interminables luchas en este mundo tan duro. Llevemos bendiciones espirituales del evangelio del agua y el Espíritu a ellos. Podemos vivir para Cristo con nuestra fe en la justicia de Dios, ya que él ha tomado todos nuestros pecados.
El evangelio que contiene la justicia de Dios se esparcirá a diez, a cien, a mil y a millones con mayor rapidez. Tendremos mucho trabajo que hacer, así que seamos fieles. Aquellos que son talentosos deben dárselo al Señor y proclamar el evangelio a cada alma. Todos debemos trabajar para esparcir el evangelio de acuerdo a los talentos dados por Dios. No tenemos poder en nosotros, pero yo creo que si oramos a Dios de acuerdo al Espíritu Santo que se mueve en nosotros, Dios nos concederá todos nuestros deseos.
Cristo nos ha dado su verdadero amor, que ama a los pecadores. Hemos sido salvados de todos nuestros pecados de este mundo por nuestra fe en la justicia de Dios. Es por eso que debemos trabajar más fuerte para proclamar el evangelio, aún cuando se vuelva más difícil el vivir en este mundo. Tenemos la obligación de dar el evangelio a aquellos que no lo han escuchado
Dios dijo, “Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. (Romanos 11:4). Aún existen tantos en este mundo que necesitan recibir el evangelio del agua y el Espíritu. Tantas almas, ya sean pastores, teólogos, o edificadores que se están levantando.
El que seamos capaces de trabajar en el evangelio se debe al amor de Cristo. Aún tenemos mucho trabajo que hacer y en ocasiones nos sentimos saturados por ellos. Pero debemos de ser más fieles y proclamar el evangelio aún con mayor dedicación mientras encaramos mayores dificultades. Este es el corazón de Cristo. Oro por que tú, un justo, no pienses solo en ti. Si solo piensas en ti, no hay necesidad de fe o de oraciones, ya que solo vives para ti mismo y no tienes nada que ver con las almas perdidas. Pero si tienes que ganarte unos pesos para mantenerte tú y a otras almas al mismo tiempo, ¿qué pasaría? Orarías a Dios por ayuda ya que eres débil.
Así es como nuestra fe y nuestras oraciones crecen. Es por eso que Dios dice,
“Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.” (Proverbios 11:24).
Compartir el evangelio del agua y el Espíritu con otros es la vida más justa de un cristiano. Una vida espiritual es aquella que proclama lo verdadero que guía a la gente a Cristo. Miremos por nuestros vecinos y por sus almas, y proclamemos el evangelio por todo el mundo. Que las bendiciones de la justicia de Dios estén siempre contigo.
¡Aleluya! ¡Alabemos al Señor! Le doy gracias a él por permitirnos realizar su justicia y buenas obras, y por liberarnos del poder de las tinieblas y guiarnos al reino de su Hijo.
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