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Tema 10: El Apocalipsis

[Capítulo 2-9] ¿Has Sido Salvado por el Agua y el Espíritu? (Apocalipsis 2:18-19)

¿Has Sido Salvado por el Agua y el Espíritu?(Apocalipsis 2:18-19)
 
La Iglesia de Tiatira servía a la obra de Dios con amor, fe y paciencia, y sus obras eran mejores con el paso del tiempo. Pero al mismo tiempo, era una iglesia que estaba plagada por una profetisa malvada. Puesto de otra manera, su mala acción era que algunos de sus miembros fueron engañados, por esta falsa profetisa que no se arrepentía, a cometer idolatría e inmoralidad sexual. Así el Señor exigió a la Iglesia de Tiatira que se arrepintiera y que se sostuviera de su primera fe hasta el final. El Señor también prometió que aquellos que defendieran su fe hasta el fin, Él les daría poder sobre las naciones y la estrella de la mañana.
 

El Baal de Jezabel
 
Jezabel era una princesa Gentil que trajo su dios pagano, Baal, a Israel cuando ella se convirtió en la esposa del Rey Acab (1 de Reyes 16:31). Baal era el dios pagano del sol, un ídolo de los Fenicios a quien la gente adoraba para pedirle prosperidad, imágenes de este ídolo fueron talladas y adoradas, sus seguidores oraban por la fertilidad de su familia y la de la tierra. Esto era igual a la práctica pagana generalizada de adorar la tierra y la naturaleza encontrada en todo el mundo. Por ejemplo, el conferirle divinidad a una gran piedra y adorarla como a un dios era una práctica pagana común de adorar a los elementos naturales. Tal fe y prácticas religiosas se mantenían por aquellos que seguían el panteísmo.
Con la introducción de esta religión pagana por Jezabel, Baal se convirtió en un gran dios de la idolatría para el pueblo de Israel. El Rey Acab, que solía adorar al único Dios verdadero Jehová, llegó a adorar a Baal debido a su matrimonio con esta mujer Gentil. Muchos Israelitas siguieron sus pasos, abandonando a su Dios verdadero y en lugar de eso cometieron idolatría con su adoración a Baal. Por lo tanto trajeron sobre ellos la ira de Dios.
Dios reprendió al siervo de la Iglesia de Tiatira por permitir la fe de la falsa profetisa Jezabel en la Iglesia. Ordenándoles a Jezabel y a sus seguidores a arrepentirse, Dios advirtió que Él traería gran tribulación y destrucción sobre ellos si desobedecían.
Esto significa que la verdadera iglesia de Dios no puede permitir que la riqueza y las posesiones materiales dominen sus intereses. Significa que los creyentes de la actualidad no pueden adorar al mundo como su dios, como los Israelitas adoraban a Baal, el dios del sol, para la fertilidad y la prosperidad.
3 Juan 1:2 afirma: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Cuando vemos la fe del Apóstol Juan, observamos que su primer interés era la prosperidad espiritual. Le seguía la prosperidad para todas las otras cosas, no era antes que el interés de Juan por la prosperidad de las almas. Entonces, ¿cómo ha cambiado esta fe en el mundo de la actualidad? Ha sido corrompida a una fe que solo busca las bendiciones de la carne, poniendo la prosperidad mundana antes de la fe y desechando cualquier otro interés por el bienestar espiritual. Muchos creen en Jesús no para enriquecer sus almas, sino primeramente para enriquecer su carne.
Existen muchos cultos religiosos alrededor de nosotros, tan venenosos como las drogas, que afirman dar riqueza y salud a sus seguidores a cambio de su adoración. La adoración de Jezabel a Baal era de esta manera. La gente seguía cultos así para ir tras la prosperidad y la fertilidad de su propia carne.
En las iglesias nacidas de nuevo de la actualidad, algunos pueden recurrir a acomodar la fe de Jezabel para expandir sus congregaciones. Pero su lógica es semejante a tener ídolos en el Templo de Dios.
Jezabel no solo trajo al dios pagano Baal a Israel, aún lo metió al mismo templo de Jehová. Esta clase de fe que va tras la prosperidad de la carne y va tras las ganancias mundanas, mientras que la redención del pecado permanece en el olvido, es una fe tan equivocada como la de adorar ídolos ante los propios ojos de Dios.
Las iglesias de la actualidad predican desde Juan 1:29 diciendo, “Todos tus pecados han terminado, ya que Jesús los quitó en la Cruz”. Han convertido el bautismo de Jesús en un mero accesorio, afirmando que la salvación se obtiene solo por, de alguna manera, creer en Jesús, aún si alguien no cree en Su bautismo. Pero el bautismo que Cristo recibió de Juan, el bautismo con el cual Él tomó todos los pecados del mundo sobre Sí, no es algo opcional que podamos arbitrariamente incluir o excluir. Tratando y predicando el bautismo de Jesús como un mero accesorio del evangelio, semejante a adorar a Baal.
Entonces, ¿por qué esta gente predica el evangelio sin el bautismo de Jesús? Lo hacen porque su esperanza no está en el Reino de Dios, sino en la riqueza mundana sobre esta tierra. La gente que tiene esta clase de fe es exactamente igual a aquellos que adoraban al dios pagano Baal.
Aquellos que, habiendo creído en el evangelio del agua y el Espíritu anteriormente, ahora solo están predicando la sangre sobre la Cruz, deben darse cuenta de que están cometiendo un pecado tan grave como el de la idolatría de adorar a Baal.
Nadie puede ministrar apropiadamente si pone como sus metas las ganancias materiales de este mundo. Si los pastores hicieran a un lado el bautismo de Jesús y predicarán solo sobre Su sangre sobre la Cruz, podrían ser capaces de acumular ganancias terrenales de este mundo. Pero deben darse cuenta de que esa fe ni es verdadera, ni es su predicación la verdadera predicación.
Viendo el pasaje del Apocalipsis, observamos que el líder de la Iglesia de Tiatira adoraba a Baal en su Iglesia, así como Jezabel había adorado a Baal.
Si la gente no cree en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces el Espíritu Santo no puede habitar en sus corazones, ni obrar en ellos. Como nos dice Pablo el Apóstol: «Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él», si alguien es o no es hijo de Dios, se determina por si él/ella tienen el Espíritu de Cristo en el corazón. La Biblia nos dice que aquellos que no tienen el Espíritu de Cristo son los abandonados.
 


Aquellos Que Conocen y Predican el Bautismo de Jesús

 
Cuando alguien cree en el bautismo (agua) de Jesús, con el que tomó sobre Él Mismo los pecados del mundo y en Su sangre sobre la Cruz, el Espíritu Santo puede entonces morar en su corazón.
Pero si alguien no cree en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces si él/ella fueran martirizados por Jesús, este no sería el verdadero martirio, sino solo el tratar de establecer su propia justicia. Alguna gente, creyendo solo en la sangre de la Cruz, va hasta las esquinas más remotas del mundo a predicar el evangelio, pasando todas sus vidas dedicadas a la misión, y algunas veces aún siendo martirizadas por su fe.
Inspirada por el amor a Cristo, la gente puede así ser martirizada aún si ellos creen solo en la sangre de Cristo sobre la Cruz. Pero como nos dice Mateo 7:23, ¿de que servirá si el Señor mismo se rehúsa a reconocer todas sus obras y sacrificios? No importa la cantidad de deseos y fidelidad con la que proclamen el evangelio–por ejemplo, como lo hacen los misioneros Mormones. Debido a que ellos no predican el evangelio del agua y el Espíritu, su fe y todos sus esfuerzos serán en vano.
Dios reprendió al siervo de la Iglesia de Tiatira debido a que había permitido y tolerado que brotaran y crecieran los seguidores de la fe de Jezabel en la Iglesia. Existen muchos líderes religiosos en el mundo de hoy que son así, que buscan engañar almas. En el nacimiento de Cristo, Su bautismo, Su crucifixión, Su muerte, y Su ascensión–en todas estas cosas, la verdadera iglesia de Dios debe tener la fe correcta y esparcir el evangelio correcto. De otra manera su fe será inútil.
Los falsos profetas afirman que para ser salvo, es suficiente creer solo en la sangre de Cristo sobre la Cruz sin darse cuenta de la importancia de Su bautismo. Debido a que dejaron fuera la verdad del agua, la Cristiandad ha sido corrompida y se ha convertido en una más de las muchas religiones del mundo. Es por eso que la Cristiandad ya no podía traer salvación a toda la gente del mundo.
Sin el bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz, la Cristiandad se ha convertido en una mera religión que enfatiza la ética y la moral del mundo. En Europa y Norte América., en donde una absoluta mayoría de la población han sido Cristianos, las religiones Orientales se han hecho muy populares. ¿Por qué? Porque la Cristiandad orientada a la religión no puede dar la remisión de los pecados y la verdadera fe en Dios, por lo tanto mucha gente ha sido atraída por la naturaleza mística de las religiones Orientales y piensan que ofrecen mejores alternativas que las religiones Occidentales. Pero el Cristianismo no es una religión Oriental, ni Occidental.
Ahora es el tiempo para que consideremos el evangelio del agua y el Espíritu, y el estado de la Cristiandad de hoy. Necesitamos preguntarnos y reflexionar el porque el Cristianismo de verdad ha sido corrompido en lo que es hoy, y el porqué el Cristianismo actual se ha vuelto tan inútil y molesto a los ojos de tantísima gente. Creer en Jesús sin conocer el evangelio del agua y el Espíritu, es como adorar a Baal ante los propios ojos de Dios. Lo más perverso ante Dios es rehusarse a creer en el evangelio del agua y el Espíritu como la verdad de la salvación real.
El Cristianismo actual esta hipnotizado, no por la hermosura del evangelio del agua y el Espíritu, sino por la hermosura del mundo. Las siete iglesias de Asia habían servido al Señor por creer en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz. Pero, como se muestra en la Biblia, ellos, también, en parte sucumbieron al mundo, mientras el evangelio del agua y el Espíritu era sacado, y en su lugar entró el mundo a ocupar más y más los corazones de la gente.
¿Que pasará si la iglesia no predicara la verdad de la salvación, el evangelio de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu, y en lugar de eso solo predica la sangre sobre la Cruz? Hago esta pregunta debido a que aún la iglesia de Dios, si va tras el mundo, pronto será corrompida por el mundo, y no mucho tiempo después comenzará a afirmar que está bien ignorar el bautismo de Jesús para ser salvo. Es por eso que estoy reexaminando y reiterando este punto tan importante a través de la Palabra de Dios.
 


La Diferencia entre el Evangelio con el Bautismo de Jesús y el Evangelio sin Su Bautismo

 
Tú y yo, hemos recibido la remisión de todos nuestros pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Este evangelio del agua y el Espíritu es la verdad del Señor, mientras que el bautismo de Jesús, Su sangre sobre la Cruz y el Espíritu Santo son la evidencia de nuestra salvación.
1 Juan 5:5-7 y 1 Pedro 3:21 nos dicen que el “agua”-esto es, el bautismo- es la marca de nuestra salvación, y esta es la misma Palabra de salvación que aparece en Mateo 3:15 en donde Jesús tomó todos los pecados de la humanidad sobre Sí mismo con Su bautismo. Cuando el bautismo de Jesús es así de importante, ¿cómo pueden, ignorando el bautismo de Cristo y predicando solo Su sangre sobre la Cruz, guiarnos a la total y perfecta salvación? Aquellos que son liberados del pecado deben dibujar una línea clara de salvación creyendo en la Palabra. Deben recordarse a sí mismos una y otra vez para que esta línea se haga aún más clara.
Si alguien no puede marcar una línea clara para limitar su salvación, entonces esto solo significa que la persona aún no es salva. Está mal pensar que nuestra liberación del pecado es solo una fase avanzada de nuestra fe. La liberación del pecado no es una fase de confirmación espiritual, sino que es el cimiento de nuestra fe, el paso más importante al construir nuestra casa de fe sobre la roca.
Tampoco debemos pensar sobre el tema de la salvación como un asunto de “posición doctrinal” de diferentes denominaciones. Las doctrinas pueden diferir de denominación a denominación, pero la verdad de la Biblia, la verdad de que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Si mismo con Su bautismo, no puede diferir de fe a fe. Es por eso que no podemos dejar fuera la importancia crucial del bautismo de Jesús cuando estamos predicando el evangelio del agua y el Espíritu.
No podemos dejar fuera el bautismo de Cristo y solo predicar a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” o predicar que la gente puede ser salva solo creyendo en la sangre de la Cruz. Debemos recibir la remisión de nuestros pecados creyendo en ambos, el bautismo de Jesucristo y Su sangre sobre la Cruz. ¿Cómo puede alguien creer que todos sus pecados desaparecieron solo por creer en la sangre de Cristo sobre la Cruz, sin también creer en Su bautismo? Cuando la gente solo cree en la sangre sobre la Cruz, ¿también desaparecen los pecados de su conciencia? ¡Claro que no!
A través de la Biblia, Jesús da testimonio de la justicia de Dios, nuestros pecados y su juicio. La fe verdadera que debemos tener es la fe en este conocimiento verdadero del testamento de Cristo. ¿Qué quiero decir con conocimiento verdadero? Quiero decir que hay que tener un entendimiento claro de lo que son nuestros pecados para ser juzgados por Dios, lo que es Su justicia y cuál es la clase de fe que está condenada ante Dios. Solo sabiendo esto puede salir la fe verdadera de nuestro conocimiento verdadero.
Si, al predicar el evangelio, omitimos el bautismo de Jesús o Su sangre sobre la Cruz, entonces lo que predicaremos no será el evangelio del agua y el Espíritu. Si nosotros tratamos la verdad de Dios en nuestros propios términos humanos y predicamos que todos pueden quedar sin pecado solo por creer en Jesús, entonces ambos, aquellos que predican y aquellos que escuchan permanecerán como pecadores. La diferencia entre si predicamos el bautismo de Jesús o no, es lo importante al salvar almas.
Cuando observamos la fe de los apóstoles, veremos que ellos no solamente predicaron la sangre sobre la Cruz. Todos ellos creían en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz como una sola obra de la salvación. Decir que Jesús se hizo cargo de todos nuestros pecados sobre la Cruz sin creer que primero Él los tomó sobre Sí mismo con Su bautismo, no solo es ilógico en razonamientos humanos, pero tampoco encaja en la verdad del agua y el Espíritu. Aquellos que creen en ese evangelio a medias no pueden ser liberados de sus pecados.
 

Las Obras del Predicador del Evangelio
 
Hablando bíblicamente, los reconciliadores espirituales son aquellos quienes predican el evangelio del agua y el Espíritu. Los reconciliadores de la salvación espiritual deben mediar entre el Señor y Su novia. La primera cosa que deben hacer es predicar a los pecadores lo que le Señor ha hecho por ellos. Deben enseñarles que Jesús fue bautizado para tomar sus pecados sobre Sí mismo, y que Él fue juzgado por todos estos pecados sobre la Cruz. También discernir con precisión si las novias creen en esto, y cuando las novias sí creen, entonces el papel de los reconciliadores ha sido cumplido totalmente.
Para lograr esto, es muy importante que los reconciliadores expliquen a las novias quién es el novio y lo que Él ha hecho por ellos, para que las novias puedan entenderlo más fácilmente. Cuando los corazones de las novias se dan cuenta de lo que el novio ha hecho por ellas, entonces los reconciliadores deben enseñarles el hecho de que el novio ha quitado todos sus pecados con Su agua y con Su sangre.
Así cuando las novias aceptan todas las cosas que el novio ha hecho por ellas, entonces se convierten y son llamadas las novias de Cristo. Aquellos que se han convertido en novias de Jesucristo deben darse cuenta de que el novio las compró con el rescate del evangelio del agua y el Espíritu. Deban darse cuenta, de que para hacerla de Él, el novio ha limpiado todos sus pecados son Su agua y Su sangre, volviéndolos blancos como la nieve y aceptándolos como Sus novias.
Solo entonces las novias pueden respetar y aceptar al novio por siempre. Aquellos que han recibido la remisión de todos sus pecados son los justificados, los justificados están sin pecado, y los que están sin pecado son las novias de Jesucristo. Cuando las novias tienen tal fe, pueden casarse con el novio y el novio puede aceptarlas en Sus brazos. Como tal, solo cuando los reconciliadores espirituales preparan a las novias con la Palabra de verdad pueden arreglar su boda exitosamente.
Para tener éxito, los reconciliadores de la salvación espiritual deben saber qué clase de novias desea el novio. Jesús, nuestro novio, no tiene pecado. Él es santo. Es por eso que Jesús quiere novias sin pecado, novias sin mancha. Es por eso que los reconciliadores usan las obras del novio para limpiar y adornar a las novias. Estos adornos de las novias significan que serán traídas al novio solo después de que sus pecados sean completamente lavados por el evangelio del agua y el Espíritu llevado a cabo por el novio. Si fueran traídas a Él cuando sus pecados están limpiados a medias, el novio no las recibiría, ya que Él quiere que Sus novias estén completamente sin pecado. Los siervos de Dios que juegan este papel son los reconciliadores de la salvación espiritual.
Por lo tanto, los siervos de Dios deben continuar preparando a las novias para su salvación espiritual. Al mismo tiempo, debemos darnos cuenta que en el Cristianismo de hoy existen muchos reconciliadores de la carne que explotan y extorsionan por ganancias materiales por donde quiera. Estos reconciliadores de la carne serán golpeados por ambos, por Jesucristo y por las novias rechazadas. No debemos convertirnos en los reconciliadores de la carne.
 

Conociendo la Profundidad de Satanás
 
Aún entre los siervos y el pueblo de Dios, existen muchos que no conocen la profundidad de los engaños de Satanás. En otras palabras, existen muchos que no se dan cuenta de lo duro que Satanás trata de hacernos tropezar. Muchos siervos de Dios han fallado en darse cuenta de cómo Satanás ha cambiado y corrompido el evangelio del agua y el Espíritu, y cómo ha engañado a los creyentes para que sigan una fe falsa. Como resultado, muchos creyentes en Jesús han terminado con un evangelio corrupto en lugar del verdadero evangelio del agua y el Espíritu, y sus almas, contrario a los deseos de Dios, también han sido destruidas.
Dios nos dice, “No sigas la doctrina de Jezabel. Cree y predica firmemente tu evangelio del agua y el Espíritu hasta mi regreso. Entonces Yo te daré poder sobre las naciones”. Pero aquellos que son engañados por la fe de Jezabel, también Dios nos dice, Él los arrojará en tribulación y los forjará de nuevo.
Cuando el tiempo del regreso de Cristo llegue, veremos a aquellos que han creído y predicado la salvación solo por la sangre de Cristo traicionan su fe. Esta gente está lista para jactarse de su fe, siempre sintiéndose superior al resto, cuya fe difiere de la de ellos. Pero Dios distingue y discrimina entre su fe y la fe de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu: «Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre».
Cuando nuestro Señor regrese a esta tierra, existirán muchos Cristianos que tendrán que encontrarse con el Señor sin haber nacido de nuevo. Debido a que no creyeron en el evangelio del agua y el Espíritu, se encontrarán con el Señor con pecado en sus corazones. En contraste, aquellos cuyos corazones han sido perdonados de sus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, serán transformados con la venida del Señor y reinarán con Él. Como se dice aquí, el poder del Señor y de Su pueblo, es como el poder de un cetro de hierro quebrando los vasos del alfarero.
Dios dará poder sobre las naciones, con toda seguridad, a aquellos que defiendan su fe en el evangelio del agua y el Espíritu hasta el fin. Nuestro Señor nos dice que este poder es el mismo que Él ha recibido del Padre. Debemos vencer y luchar en contra de los falsos profetas como Jezabel y Balaam, para que podamos reinar eternamente con este poder que el Señor nos dará sobre las naciones.
 

¡La Clara Salvación de la Verdad!
 
Para salvar a los pecadores, nuestro Señor tuvo que venir a esta tierra y tomar todos los pecados de la humanidad sobre Sí mismo, tuvo que ser bautizado por Juan. Debido a que el Señor fue bautizado para tomar nuestros pecados, Él pudo cargar estos pecados hasta la Cruz, morir sobre ella y levantarse de entre los muertos. Él hizo estos actos de justicia por nosotros, debido a que Él ya no podía soportar ver a la humanidad continuar cometiendo y luchando con sus pecados. El evangelio del agua y el Espíritu es la verdad que puede liberarte de todos tus pecados.
Y nuestro Señor llegó a ser el Salvador de todos aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que el Señor tuvo que ser bautizado por Juan, Él pudo dar el fruto de este sorprendente resultado testificado en Juan 1:29 y Juan 19:30: «¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!» y «¡Consumado es!». Aquellos que tienen la convicción de su redención a través de esta Palabra de Dios son capaces de tener una fe firme en Él debido a que saben que Jesús se hizo cargo de todos sus pecados con Su bautismo. Debemos mirar sinceramente en nuestros propios corazones, ya que si no creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, nuestros pecados están destinados a continuar presentes en nuestros corazones.
Cuando miramos de cerca los corazones de aquellos que ignoran el bautismo de Jesús y creen solo en Su sangre sobre la Cruz, vemos que la existencia del pecado en sus corazones no puede ser negada. Debemos poner particular atención al bautismo de Jesús por Juan el Bautista y creer en ello con mayor fuerza, ya que no podemos agregar o quitar nuestros propios pensamientos a la Palabra de Dios. Debemos todos pelear con los falsos profetas, ya que pueden destruir la fe de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu.
El mismo Jesús nos ha dicho: «Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos». La “levadura” aquí no se refiere a la clase que se usa para hacer licores o panes, sino al evangelio que no contiene el bautismo de Jesús. Debemos saber y creer en el hecho que Jesús cargó los pecados del mundo a la Cruz tomándolos sobre Si mismo con Su bautismo, y que Él se ha convertido en nuestro verdadero salvador siendo crucificado sobre la Cruz y levantándose de los muertos de nuevo.
De Su parte, Jesús recibió todos los pecados del mundo con Su bautismo por Juan, e hizo que todos desaparecieran con Su sangre sobre la Cruz. Pero por parte de la gente, debido a que no creen en el bautismo que Jesús recibió de Juan, sus pecados solo pueden continuar existiendo. Sin creer en la verdad de que Jesús fue bautizado por Juan para pasar todos los pecados del mundo sobre Sí mismo, sus pecados, básicamente, no pueden ser borrados. El evangelio del agua y el Espíritu es el evangelio de poder que limpia todos los pecados y nos hace tan blancos como la nieve cuando creemos en el bautismo de Jesús y en Su sangre sobre la Cruz unidos.
 

Seamos de Aquellos que Vencen
 
De este pasaje principal, hemos visto la Palabra de Dios hablada a la Iglesia de Tiatira. Dios prometió al siervo de la Iglesia de Tiatira que Él les daría poder sobre las naciones. Cada santo nacido de nuevo vive en un campo de batalla involucrado en la batalla espiritual. Siempre debemos triunfar en este campo de batalla espiritual con nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Esta batalla espiritual comienza en el mismo momento en que uno cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
Aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu deben vencer a Satanás en su lucha contra él. Algunos de nosotros pelean en contra de Satanás y vencerán a los falsos evangelios hasta el mismo día en que estén ante Dios. Aquellos que vencen creen que nuestro Señor ha quitado todos nuestros pecados viniendo a esta tierra, siendo bautizado, muriendo en la Cruz y levantándose de entre los muertos. No importa lo que los demás digan, están fluctuando en su fe, de que el lugar del limpiamiento de sus pecados es el Río Jordán, y de que todos los pecados fueron pasados a Jesús a través del bautismo que Él recibió de Juan.
Nuestro Señor nos ha ordenado que luchemos y venzamos a Satanás. Nuestra carne podrá trabajar duro y cansarse en ocasiones, pero nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu nunca podrá perder su guerra en contra de los falsos evangelios.
El Señor nos dice: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mateo 7:13-14). El profeta Elías del Antiguo Testamento peleó y derrotó a más de 850 sacerdotes de Baal.
El Apóstol Pablo también dijo que no había otro evangelio, sino el que esparció él (Gálatas 1:7). Este evangelio de Pablo no era otro que el de la fe en el bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz. Aquellos que creen en este evangelio, mientras que es posible que tengan limitaciones aún después de haber nacido de nuevo, por siempre no tendrán pecado en sus corazones de cualquier modo. Nuestro Señor ha limpiado todos nuestros pecados con Su agua y recibió todo el juicio por ellos en la Cruz. El bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz han traído redención eterna a aquellos que creen.
Para aquellos que son salvados, el Señor da el poder de defender su fe, para pelear y vencer al final.
 
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