¿Por qué Jesús vino a este mundo?
Jesús vino a través del cuerpo de una virgen.
Razón: Él tuvo que venir en su carne, para salvar a los seres humanos del pecado.
¿En qué forma Él vino?
Él vino en una forma de la cual no dejaba mucho que desear.
Jesús vino a la nación de Israel, como hombre, y a través del cuerpo de la Virgen María prometida de José, porque Él vino a cumplir la Palabra de la profecía para el bien de la humanidad. Cristo vino a ser la luz para este mundo oscuro.
Él vino a convertirse y a obrar como Intercesor entre Dios y la humanidad. Después de ser bautizado por Juan y mientras que cargaba en sus hombros los pecados del mundo, lo crucificaron y derramó su sangre en la Cruz. Como tal, Él vino para dar la remisión del pecado y la vida a aquellos que creen.
Cristo vino a permitirnos entrar en el Reino de los cielos y que evitemos el infierno ardiente, creyendo en Su bautismo para limpiar el pecado y la sangre de la Cruz.
Este mundo había sido un mundo oscuro y desesperado. Antes de que Cristo viniera a este mundo, no había luz de la verdadera salvación, pero aún peor, estaba atrapado en la oscuridad. Jesús vino a un mundo tal como este. ¿Por qué vino Jesús? Él vino para brillar como luz de salvación a este mundo.
Realmente, Jesús no nació en diciembre. Él nació en una época en la que los campos de Israel estaban llenos de hierba verde, cuando los pastores llevaban a sus ovejas al campo abierto y las dejaban pastando allí (Lucas 2:8). Esto verifica el hecho de que su cumpleaños no fuera el 25 de Diciembre.
¿Por qué, entonces, celebramos la Navidad en este frío día del 25 de Diciembre? Esto fue porque a partir de mediados del siglo VI d.C., la Iglesia Occidental fijó este día del 25 de diciembre como el cumpleaños de Jesús para prevenir la diseminación de la adoración pagana de un dios del sol. Pero este día era realmente un día para adorar al dios del sol. Proponiéndose inhibir la participación en esta celebración pagana y prevenir la adulteración de la fe de los Cristianos, el mismo día de la festividad pagana fue proclamado como el cumpleaños de Jesús, con un tipo de estrategia relacionada con luchar al fuego con fuego.
No estamos seguros de cuando exactamente es el cumpleaños de Jesús, pero sabemos de seguro que el Hijo de Dios vino a salvar a la humanidad entera, y por lo tanto pusimos un día del año para celebrar Su venida, sin importar si el 25 de diciembre había sido o no realmente un día de celebración pagana. Porque el mundo entero celebra el día en que Jesús nació para salvarnos de nuestros pecados, fijamos un día, lo recordamos, lo agradecemos y lo alabamos.
Cuando Jesús vino a esta tierra, el Diablo había engañado a toda la gente de este mundo, sus corazones fueron valorados por sus pecados, y no sabían en verdad la manera de recibir la vida eterna. Esta es la razón por la cual Dios Padre envió a su Hijo Jesús para salvar a las personas del mundo de todos sus pecados.
Jesús es el nombre del Salvador, significa Él que salva a Su pueblo de sus pecados. Este es el Jesús que vino a este mundo. Cargando los pecados del mundo con su bautismo, Jesús fue condenado a la Cruz y de esta manera ha borrado todos estos pecados.
¿Era Jesús Dios?
Sí, Jesús era en esencia Dios Mismo. Jesús es El mismo que creó el universo entero con la Palabra de Su boca. Este mundo, de hecho, fue creado por Dios. Juan 1:3 dice “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Jesús era Dios Mismo que vino a salvar a los pecadores. Jesús creó este mundo y en el principio al universo entero. Cuando Jesús dijo, “que se haga la luz”, entonces hubo luz. Cuando Él dijo, “que se haga el sol”, entonces vino a existir el sol. Esto fue por el mandato de Jesús, “que se haga”, todas las hierbas, los árboles, el mar, el cielo, e incluso la humanidad vinieron a existir. Jesús es el Dios que creó en el principio todas estas cosas (Génesis 1:3-15).
Él era fundamentalmente el Dios de la creación. Todas las cosas fueron hechas a través de Él, y no había nada que fuera hecho sin Él. ¿Por qué, entonces, Él vino a esta tierra encarnado en la carne de hombre?
Él vino a salvar a todos los pecadores de este mundo de todos sus pecados. La razón de que Dios viniera a la humanidad fue para que brillara la verdadera luz en cada uno de los pecadores y de tal modo salvarlos a todos de sus pecados.
Juan 1:9-12 establece, “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
El Hijo de Dios vino borrar todos los pecados que habíamos heredado de Adán, el padre de la humanidad, y a conducir a la oscuridad fuera de este mundo. Su nombre es Jesucristo, y Jesucristo es el Hijo de Dios Padre.
¿Por qué la gente no recibe a Jesús en sus corazones?
Porque Él ha salvado a los pecadores de sus pecados viniendo como un hombre humilde.
Porque la gente no abandona su propia fe y sus propios pensamientos.
Porque no comprenden que habían sido creados por Dios.
Porque no saben que estaban condenados al infierno porque habían sido pecadores desde el mismo momento de su nacimiento.
Porque la gente no sabe que Jesús es el Salvador.
Porque son ignorantes de la verdad.
Porque no reconocen al Salvador que es Dios Mismo.
Porque no responden al evangelio del agua y del Espíritu.
Porque no conocen a Jesús, que es el camino y la verdad.
Jesús nació en Belén, una pequeña ciudad rural en Israel.
¿Por qué Jesús nació en este mundo? Él vino a nosotros para salvar a los enfermos en este mundo y a los que en verdad viven vidas humildes en este mundo. Jesús vino a salvar a los que son atormentados por sus pecados, que desean entrar en el Reino del Cielo, y que desean ser arropados con la gracia de Dios. Esta es la razón por la cual Jesús nació en un establo.
Sin embargo, cuando Jesús vino a este mundo en semejanza de ser humano, las personas de Israel no lo reconocieron como Dios y como el Mesías. No se dieron cuenta que Él era Hijo de Dios, el mismo Dios el Creador que hizo el universo entero y todo en lo que esta en él. Esta es la razón por la cual la gente de Israel no lo recibió. Esto es verdad aún hoy. Mucha gente en este mundo todavía no sabe que Jesús es el Dios de la creación y el Salvador que ha salvado a los seres humanos de todos sus pecados.
Isaías escribió que cuando Dios miraba desde el cielo, “Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese” (Isaías 59:16). Dios Mismo tuvo que venir con la salvación, y Él Mismo tuvo que venir a esta tierra y hacernos sin pecado —es decir, hacer al pecador sin pecado. Viniendo a esta tierra, para derribar la pared que se había originado en nuestra relación con Dios Padre como resultado de nuestros pecados y que nos había separado de El, El tomó todos los pecados de la humanidad sobre si mismo con Su bautismo y destruyó la condenación de todos estos pecados de la humanidad al ser crucificado y derramar su sangre en la Cruz. Él, de tal modo, ha salvado a los que creen.
Sin tomar en cuenta que los seres humanos no tienen justicia propia, no importa que tan incapaces y débiles sean, y no importa cuántos pecados hayan ellos cometido, si solamente se dan cuenta de que Jesús cumplió toda la justicia cargando sus pecados con su bautismo y con el derramamiento de su sangre en la Cruz, y si aceptan esta verdad en sus corazones, todos pueden ser salvados de sus pecados.
Como tal, hay solamente un verdadero Salvador en este mundo, y este Salvador solo es Jesús. El nombre de Jesús en sí mismo significa “El que salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
¿Qué podemos nosotros hacer para entrar en el Cielo? ¿Podemos entrar en Cielo haciendo buenas obras?
¡No!
¿Naciendo en este mundo, podemos vivir siempre sin estar pecando?
¡No!
Es imposible para nosotros nunca pecar. No podemos nunca dejar de pecar por el resto de nuestras vidas hasta que sea nuestro propio fallecimiento. ¿Puede la gente entrar en el Cielo cuando tengan un pecado tan pequeño como un penique?
¡No!
¿Hay alguna persona en este mundo, entonces, que pueda entrar en el Cielo por su propia fuerza?
¡No!
¿Por quién podemos entonces entrar en el Cielo?
Podemos entrar en el Cielo creyendo en el evangelio del agua y del Espíritu dado por Jesucristo.
“Porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Dios nos hizo, y cuando caímos en pecado, Él se hizo hombre y vino a esta tierra para hacer que nuestros pecados desaparecieran. El que vino así a esta tierra, fue bautizado, y murió en la cruz no es otro que Jesús.
¿Cuando creemos en Jesús, cómo podemos recibirlo verdaderamente?
Juan 1:12 dice, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. A los que creen que Jesús ha sido su Salvador y ha borrado todos sus pecados, Él les ha dado el derecho de ser hijos de Dios. ¿Ha usted recibido el evangelio del agua y del Espíritu?
¿Qué es recibir la verdad? Uno puede recibir la verdad solamente cuando el/ella sabe la verdad del agua y del Espíritu. Cuando alguien está llamando a la puerta, primero preguntamos quienes es y abrimos la puerta levemente, y si es alguien que conocemos, entonces abrimos la puerta completamente y le pedimos a el/ella que pase. Esto es recibir.
Aunque no hemos conocido a Jesús cara a cara, todavía creemos que Él aceptó que todos nuestros pecados pasaran a Él al ser bautizado en el río de Jordán. Agradezco a Dios por esta verdad. No puedo extender ninguna garantía, pero lo qué sí puedo garantizar definitivamente es la palabra de que podemos entrar en el Reino de Dios si solo creemos en el evangelio del agua y del Espíritu. Que te hace sin pecado es, en sí mismo, es convertirse en niños de Dios. La verdad es que usted recibe la vida eterna por la fe.
La fe que recibe las bendiciones del Cielo es la fe en el evangelio del agua y del Espíritu dado por Dios. Esto significa la creencia de que no solamente Jesús borró todos sus pecados con Su bautismo, sino que también Él vino a esta tierra y quitó de una vez por todas cada pecado que usted cometerá durante el resto de su vida y hasta el final del mundo. Jesús, en el que creo, nos ha hecho sin pecado de una vez quitando nuestros pecados del mundo de una vez por todas.
“Creer”, la fe es una palabra hermosa. “Recibir”. Acepté en mi corazón la verdad de que Jesús es mi Salvador. Yo no Soy mejor que otra persona. Así pues, es la razón por la que puedo hablar en confianza e incluso en ocasiones estar orgulloso de mi fe en el evangelio del agua y del Espíritu.
Sin falta, espero que todos ustedes sepan y crean en el evangelio del agua y del Espíritu. Es solamente cuando sabemos la verdad del agua y del Espíritu y creemos en ella que podemos finalmente nacer otra vez, y llegamos a estar sin pecado, de tal modo también nos hacemos niños de Dios.
¿Usted sabe y cree en la verdad de que Jesús tomó todos sus pecados sobre sí mismo cuando lo bautizaron en el río de Jordán? Jesús aceptó la condenación de todos los pecados que tu has cometido a través del curso de tu vida entera y fue castigado en la cruz en tu lugar. Él entonces se levantó de entre los muertos en tres días y ahora esta sentado a la derecha del trono de Dios Padre. Incluso ahora, nuestro Dios está vivo.
Juan 1:9 dice, “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. Esta Luz es la Luz de Jesús que tomó sobre sí mismo los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, muriendo en la cruz. Todo lo que tenemos que hacer es recibir esta luz verdadera que brilla por nuestro Señor. Debemos aceptar en nuestros corazones la verdad de que Jesús vino como el Salvador de nosotros los pecadores. Debemos creer que Jesús borró todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán. Cuando creemos que Él cumplió así toda la justicia de Dios, podemos entonces ser salvados de todos nuestros pecados.
En nuestra carne, somos incapaces de creer en Jesús. Pero en nuestros corazones, podemos saber la justicia de Dios, creer en Él, y de tal modo recibirlo. Una vez que, hemos estado en la negra oscuridad. Que esta oscuridad desaparece por la luz verdadera que brilla en nuestros corazones significa el retiro de nuestros pecados de nuestros corazones por nuestra fe en la Palabra de la Verdad. Esta Luz verdadera es la Palabra de la verdad con la cual hemos nacido otra vez del agua y del Espíritu, y la verdadera Luz nos ilumina porque en nuestro interior hemos creído y aceptado en nuestros corazones el bautismo que Jesús recibió de Juan y su muerte en la cruz.
Se designa que los hombres nacerán y morirán una sola vez. La Biblia nos dice que nuestro promedio de vida es de 70 años, o de 80 si somos fuertes (Salmo 90:10). Cada ser humano vive con los retos de la vida, y, en su final, debe estar parado al frente del Señor. ¿Qué lamentable sería si muriésemos sin saber la verdad del agua y del Espíritu? Incluso si viviéramos más allá de 80, todos debemos morir en algún momento. Pero simplemente no dejamos de existir después de morir. El juicio sigue a nuestra muerte. La bienvenida en el Cielo o ser arrojados al infierno se determina si tenemos la fe en el agua y la sangre de Jesucristo. Mientras que todavía estemos viviendo en esta tierra, debemos por lo tanto recibir la bendición de la creencia en el bautismo de Jesús y de aceptarlo en nuestros corazones.
Algunas personas dicen, “No soy alguien que puede creer en Jesús. ¿Por qué? Porque nací como un pecador natural, y la propensión al pecado es ilimitada”. Pero incluso esas personas no necesitan preocuparse. Sus pecados, también, serán todos pasados a Jesús con Su bautismo y Su sangre, y, como tal, todo lo que tiene que hacer es confiarle todo a Él creyendo en su Palabra. Les suplico dejar en los pies de Dios todas sus debilidades y defectos de sus corazones, que usted no puede controlar, porque si usted solamente confía todos sus pecados a Él, nuestro Señor, siendo el Dios Todopoderoso que Él es, ha solucionado ya todos los problemas de sus pecados con Su bautismo y Su sangre.
Mientras que vivimos en este mundo, debemos creer siempre en nuestros corazones en el evangelio del agua y del Espíritu. Debemos vivir con nuestra fe preparada siempre para entrar en el Cielo. Y cuando creemos en el evangelio del agua y del Espíritu dado por Jesús, entonces nacemos de nuevo. Cuando usted lo hace así, deberá darse cuenta, que las bendiciones de Dios son entonces difundidas por el mundo entero a través de ustedes mismos.
Cuando creemos en el evangelio del agua y del Espíritu dado por Dios, Él entonces nos protege. Debemos recibir a Jesús creyendo que Él es nuestro Salvador. Y agradecerle también por ser nuestro Salvador.
Debemos saber y creer que Jesús es divino y ser Humano (Juan 1:14)
Los apóstoles creen en el Hijo de Dios Nuestro Señor como el Salvador.
El nombre Jesús significa “el Salvador,” y el nombre Cristo significa “Ungido.” Esto significa que Jesús cumplió con su papel de Profeta, que Él es el Rey de Reyes, y, así mismo, Él también cumplió el papel del Sumo Sacerdote del Reino del Cielo.
Primero que todo, el Antiguo Testamento especifica claramente que el Cristo a venir es Dios Mismo. Un pasaje representativo de esto se encuentra en Isaías 9:6, que indica, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Además, la propia palabra de nuestro Señor da testimonio de esta verdad. Para mostrar un par de ejemplos, Mateo 5:17 dice, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. Nadie más que el Salvador Dios Mismo puede cumplir la ley también, en Mateo 9:6, Jesús dijo, “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”.
Pablo dijo en Filipenses 2:5-6, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse” y en Colosenses 2:9, él dijo, “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.
Sobretodo, las señales que Jesús realizó mientras que estaba en esta tierra claramente nos muestran que El es Dios. Con solamente cinco panes y dos pescados, Él alimentó a más de 5.000 personas, sin contar a las mujeres y a los niños. En otra ocasión, Él alimentó a 4.000 personas con apenas 7 panes y 2 pescados. Jesús también calmó a los vientos con su reprimenda. Él caminó en el agua, y salvó a Pedro que se hundió en el agua. Mateo 11:5 indica, “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados”. Todas estas cosas no pueden hacerlas los mortales, sino que pueden ser logradas solamente por Dios. Como tal, Cristo es claramente el Dios vivo y el Salvador.
¿Cuál es el Significado del Bautismo de Jesús? (Mateo 3:13-17)
Debemos creer que Jesús tomó los pecados del mundo sobre sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista (Mateo 3:15). Este bautismo que Jesús recibió de Juan era para cargar con todos los pecados e iniquidades de los pecadores de este mundo. Para darnos cuenta de esta verdad, primero debemos entender el significado de la palabra “así”. Esta palabra está “así” “ούτως” (hoútōs) en griego, y significa: 1) apenas de esta manera; 2) la más adecuada; y 3) no es de ninguna otra manera que esto. Es decir, cuando Jesús vino a esta tierra, Él tuvo que ser bautizado para aceptar que pasaran sobre Él las iniquidades de los pecadores. Si no creemos así, nuestros pecados no pueden desaparecer.
Hay algunas personas que han entendido mal el bautismo de Jesús y piensan equivocadamente que lo bautizaron para demostrarnos su humildad. Pero este no es el caso. La Palabra del bautismo de Jesús por Juan testifica claramente la verdad de que lo bautizaron así para tomar sobre Sí Mismo todos los pecados de este mundo. Jesús podría ser el Salvador de los que creen en Él porque Él, viniendo a esta tierra, aceptó todos los pecados de este mundo de una vez por todas cargándolos sobre su cuerpo de una sola vez al recibir Su bautismo por Juan.
No podemos mantener oculta la palabra de esta verdad del bautismo de Jesús. ¿Por qué? Porque lo que Satán busca de los pecadores es hacerlos incapaces de saber la Palabra del bautismo de Jesús, el aspecto más importante de la remisión de los pecados de la humanidad, e incapacitarlos para creer en Él.
El Bautismo de Jesús y la Sangre de la Cruz
El bautismo que Jesús recibió de Juan es la obra de la salvación a través de la cual Él tomó los pecados de la humanidad sobre Sí Mismo. 1 Juan 5:4-6 nos dice que el bautismo de Jesús es esencial para nuestra salvación. Lo siguiente es la razón por la que Juan bautizó a Jesús en el río Jordán.
Que Jesús haya sido bautizado por Juan significa que cumplió con toda la justicia de Dios —es decir, Jesús aceptó que todos los pecados del mundo pasaran a Él. Cuando bautizaron a Jesús, su inmersión en agua nos dice de su muerte, y su emersión del agua nos habla de su resurrección.
El bautismo de Jesús corresponde a la Palabra del Antiguo Testamento encontrada en Levítico 16, en donde las ofrendas sacrificatorias aceptaban los pecados del pueblo de Israel con la imposición de las manos. Esto fue hecho así y tenía la misma razón en cuanto a porqué Juan el Bautista bautizó a Jesús. Era la misma razón por la cual Jesús ordenó a Juan, “Tú me bautizarás. Permite que así sea. Es adecuado para nosotros para que cumplamos con toda la justicia”. Él dijo, “al ser bautizado por Ti, y al bautizarme, es apropiado para cumplir con toda la justicia”.
¿Qué es lo que cada uno en este mundo desea y lo desea la mayoría? Llegar a estar sin pecado en sus corazones, es decir, convertirse en niños de Dios sin pecado. La Biblia nos dice que para que nos convirtamos así, debemos creer en la Palabra de que Jesús borró todos los pecados e iniquidades de los pecadores al ser bautizado y al haber derramado su sangre en la cruz, y nos dice también que es así creyendo en que podemos recibir la justicia de Dios. ¿Cuál, entonces, es toda la justicia de Dios? Es la Palabra que nos dice que así como en este mundo Juan bautizó a Jesús, las iniquidades de todos los pecadores se fueron y pasaron sobre el cuerpo de Jesús.
“Entonces así es adecuado para nosotros para cumplir con toda la justicia (que hace justo a todo pecador)”. Jesús dijo a Juan, en otras palabras, por ser bautizado por Juan Él cumpliría toda la justicia de Dios. Para cumplir con la justicia de Dios, Jesús tuvo que ser bautizado y de tal modo aceptar que pasaran a Él todos los pecados y transgresiones de los pecadores. Por nuestra parte, lo que debemos hacer es creer en el bautismo que Jesús recibió.
Jesús vino a hacer que desaparecieran todos los pecados e iniquidades de los pecadores. Pero los que no creen en la verdad están encadenados eternamente a sus pecados y no pueden escaparse de ellos. En la Biblia, no hay otra manera por la cual los pecadores se puedan salvar de todos los pecados del mundo sino solamente creer en el bautismo de Jesús y la sangre de la Cruz escrita en la Palabra de Dios.
Incluso así, todavía hay muchas opiniones en contraste en cuanto al método con el cual Jesucristo ha borrado las iniquidades de los pecadores. Algunas personas dicen que la palabra de la salvación del pecado es solamente la Palabra de la sangre de la Cruz. Pero la Palabra escrita de Dios en la Escritura nos dice que la Palabra del bautismo de Jesús es lo más adecuado para que Él haga que desaparezcan todos los pecados y transgresiones de los pecadores, porque Jesús fue bautizado y murió en la Cruz de una vez por todas.
Hay otros que preguntan, “¿hay algún otro método además de este, que Jesús limpió los pecados del mundo al ser bautizado y al haber derramado su sangre en la cruz?”. Pero nuestro Señor nos dice claramente que la salvación de los pecadores viene solamente de su propia providencia, y que está lejos de nosotros cuestionar o culpar la Palabra de cómo Jesús eligió salvar a los pecadores.
Hay un refrán, “Un vendedor ambulante de dulces hace lo que tiene que hacer”. Asimismo, cuando viene la salvación de Dios para los pecadores de todos sus pecados, si Él Mismo nos dice que Él los ha salvado con este método—es decir, con el bautismo de Jesús por Juan y su crucifixión—entonces todo lo que podemos hacer es creer en lo que Él nos dice que es. ¿Quién puede entonces oponerse a la Palabra de Dios? Las personas pueden rechazar creer en la Palabra del bautismo de Jesús recibido por Juan y de la sangre de la Cruz, y ellas pueden rechazar lo que le ha dicho Dios, pero ellos no podrán ciertamente evitar el infierno.
¿Usted cree en la Palabra de Dios?
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