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Sermones

Tema 19: Efesios

[Capítulo 5-2] No participen en los pecados del mundo (Efesios 5, 1-14)

No participen en los pecados del mundo(Efesios 5, 1-14)
«Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo».
 
 
La lectura del pasaje de las Escrituras de hoy nos muestra al Apóstol Pablo compartiendo la Palabra en la Iglesia de Éfeso. Pablo les hablo a los efesios sobre cómo debían vivir con su conocimiento y fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, las cosas con las que tenían que tener cuidado, y cómo y para qué debían vivir. Para alimentar al rebaño allí, Pablo les dijo a los santos efesios: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados» (Efesios 5, 1).
 
 

Sean imitadores de Dios como Sus hijos amados

 
Efesios 5, 1 es un pasaje breve pero crucial: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados». Este pasaje demuestra claramente cómo debemos vivir. Como Dios nos ha dicho que seamos imitadores Suyos, debemos examinar aquí quién es Dios y cuáles son Sus atributos.
El Señor es el Hijo de Dios en el Cielo. Aunque Jesús es Dios mismo, nos amó tanto que vino al mundo y entregó Su vida por nosotros. Al sacrificarse a Sí mismo ha redimido nuestros pecados. Así el Señor es nuestro Salvador que nos ha hecho justos.
Además el Señor no solo nos ha salvado de los pecados del mundo, sino también de la condena de nuestros pecados y destrucción. Vino a este mundo para librarnos de nuestros pecados, y al ofrecerse a Sí mismo a Dios Padre, ha borrado todos nuestros pecados. Así el Señor nos ha librado de toda la condena, de las maldiciones, de la destrucción. Gracias al Señor ahora nos hemos convertido en hijos de Dios y hemos recibido todas las bendiciones espirituales que disfrutan los hijos de Dios. En resumen, el Señor nos ha adoptado como hijos de Dios para que recibamos y disfrutemos todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales.
Recuerden lo que el Apóstol Pablo les dijo a los santos en la Iglesia de Éfeso. Dijo que debían ser imitadores de Dios. ¿Qué significa imitar al Señor en nuestras vidas y emular lo que ha hecho por nosotros en este mundo? Solo significa una cosa: el Apóstol Pablo nos está diciendo que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestras vidas.
Antes de nosotros hubo un siervo de Dios que vivió simplemente por la predicación del Evangelio imitando a Cristo, y este siervo de Dios era el Apóstol Pablo, quien escribió el pasaje de las Escrituras de hoy. Esto implica que si imitamos al Apóstol Pablo estaremos imitando a Jesucristo. Pablo dedicó toda su vida a predicar el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu a todas las naciones del mundo conocido hasta entonces. Al emular a Pablo debemos dedicar todo nuestro corazón y devoción a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu día y noche.
¿Qué quiso hacer el Señor por nosotros cuando vino al mundo? Quiso borrar todos nuestros pecados. ¿Qué hizo entonces para erradicar todos nuestros pecados? Se sacrificó a Sí mismo por nosotros. Dios se sacrificó a Sí mismo para darnos bendiciones celestiales. Por tanto, todos los que hemos recibido la remisión de los pecados debemos sacrificarnos para predicar este Evangelio del agua y el Espíritu a los que todavía no han recibido la remisión de los pecados.
Mientras compartía la Palabra en este mundo, el Apóstol Pablo les dijo a sus rebaños que imitasen a Jesucristo, para que su fe creciera. Dicho de otra manera, Pablo nos está enseñando aquí que, como Jesucristo nos ha salvado de los pecados del mundo y nos ha dado las bendiciones celestiales al sacrificarse a Sí mismo, debemos sacrificarnos para imitar al Señor por la salvación de otras almas.
Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados, estaría mal que no viviésemos por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Si de verdad hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, solo es cuestión de tiempo que vivamos por el Evangelio. Dado que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos recibido la gracia y el amor de Dios de manera gratuita, es justo que ofrezcamos este Evangelio de salvación gratuitamente a todos los que todavía no conocen este Evangelio verdadero. Si de verdad hemos sido salvados de todos nuestros pecados, nuestra inclinación es dedicarnos a esta tarea.
 
 

No debemos seguir los pasos de la que de este mundo depravado

 
El Apóstol Pablo dijo lo siguiente a los santos de la Iglesia de Éfeso y también a nosotros: «Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias» (Efesios 5, 3-4). A través de este pasaje el Apóstol Pablo nos está pidiendo que no seamos lascivos ni envidiosos. Este comportamiento se espera de los pecadores que no han recibido la remisión de los pecados, y por tanto los redimidos deben abstenerse de tal comportamiento. Sin embargo, incluso entre los que se habían convertido en el pueblo de Dios cuando Pablo predicaba, había santos que cometían estos pecados. Por tanto Pablo nos está avisando en el pasaje de las Escrituras de hoy que, como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, no debemos cometer esos pecados que cometen los que no han nacido de nuevo.
Por supuesto no hay ninguna garantía de que los santos nunca vivamos como la gente del mundo. Aunque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestra naturaleza carnal sigue intacta, y por tanto es bastante posible que vivamos como la gente del mundo. Sin embargo, cuando se sientan tentados de esta manera, deben recordar lo que Dios les dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros» (Efesios 5, 3).
Este pasaje nos demuestra claramente lo importante que es no cometer estos pecados, porque son tan graves que Dios dijo que ni siquiera debíamos mencionarlos. Dios nos está advirtiendo que no debemos bajar la guardia desde el principio, que debemos odiar estos pecados, distanciarnos de ellos, y ni siquiera mencionar sus nombres. En otras palabras, Dios nos está avisando que si nos dejamos llevar por estos pecados, aunque sea mínimamente, acabaremos cometiéndolos.
Es muy importante considerar y entender este pasaje desde el punto de vista espiritual. Aunque todos creemos ahora en el Evangelio del agua y el Espíritu, a veces nos dejamos llevar por la lascivia, por la pornografía. Si nos dejamos llevar por estos deseos lascivos sin prestar atención, estaremos cometiendo idolatría.
En el Antiguo Testamento podemos ver que un rey llamado Jeroboam hizo que la nación de Israel cayera en la idolatría. A este hombre solo le importaban tres cosas: la fama, el poder y la gratificación sexual. ¿Cuál fue el resultado? En primer lugar sustituyó a Dios por becerros de oro, e incluso los puso en el Templo de Dios, los adoró y enseñó a su pueblo que estos becerros eran el dios que les había sacado de Egipto. Jeroboam también abandonó la Ley de Dios porque quería tener la fama y el poder de Dios. Asimismo tuvo relaciones sexuales con multitud de mujeres gentiles.
¿Qué nos enseña el ejemplo de Jeroboam a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hoy? Nos enseña que quien practica la fornicación no tiene parte en el Reino de Dios, y que esta gente es igual que Jeroboam en el Antiguo Testamento cuando reemplazó al Señor Dios con becerros de oro.
Aunque sé que este mundo está lleno de pecados, no conozco los tipos de pecados que se cometen hoy en día. Así que, hace algún tiempo, para saber qué pecados se estaban cometiendo en el mundo hoy en día, le pedí a uno de nuestros evangelistas en Europa Occidental que me explicase la situación en su país. En su contestación me escribió los detalles de las cosas malvadas que se hacían en su país, y me gustaría compartir con ustedes esa carta. Esto es lo que el evangelista nos escribió:
«Querido Pastor, espero que esta carta le sirva de ayuda. Muchos de los pecados que he escrito aquí no se toleran en muchos países europeos siempre y cuando no se cometan abiertamente. En particular, aquí en Holanda, no hay casi ninguna ley contra los pecados.
De hecho la homosexualidad está bien vista. El matrimonio entre homosexuales está permitido. Y ahora las iglesias han encontrado una manera de bendecir estos matrimonios. Como están casados legalmente según la ley de la tierra, la Biblia dice que los sacerdotes pueden pedirle a Dios que bendiga sus matrimonios.
El Gobierno holandés está en manos de un partido cristiano que ha permitido que haya homosexuales en los altos cargos del Gobierno. Asimismo el Gobierno determina la manera en la que las iglesias operan; decide lo que las iglesias pueden o no pueden hacer, lo que pueden o no pueden decir. Además las parejas homosexuales pueden adoptar hijos.
La prostitución es legal. Las prostitutas tienen contables que les ayudan a hacer la declaración de sus impuestos. El dinero que el Gobierno recibe de estos impuestos va a la tesorería del Gobierno para pagar las tierras, la educación y los hospitales. Asimismo ayuda a pagar los sueldos de las personas que trabajan en organizaciones gubernamentales.
El sexo con animales no es ilegal; solo es ilegal si se puede demostrar que el animal ha sufrido. Hay algunos lugares donde esto se puede hacer, en Ámsterdam, la Haya y Roterdam. Asimismo es ilegal tomar fotos del acto sexual para colgarlas en Internet.
Las drogas son legales. Las cafeterías donde se venden las drogas pagan impuestos. No creo que haya una sola ciudad o pueblo en toda Holanda donde no haya una de estas cafeterías. Los niños aquí se enganchan a las drogas a los 12 años. Las leyes sobre el alcohol son iguales, hacen que muchos niños se conviertan en alcohólicos.
El aborto es legal. Holanda está orgullosa de un barco holandés que viaja por todo el mundo ofreciendo abortos en los países donde está prohibido. El barco se queda fuera del límite de 12 millas en aguas internacionales, y allí realiza los abortos. Esto también se paga con los impuestos recogidos por el Gobierno. Este pecado está permitido aquí en Holanda.
La pornografía es legal; de hecho proporciona mucho dinero al Gobierno. La eutanasia es legal. En el puesto de trabajo de mi hija Claudia, le han pedido que administre inyecciones para proporcionar una muerte tranquila. Ella se negó por motivo de su fe. Pero ahora está pagando el precio de sus creencias. Ahora no puede avanzar más en su carrera como enfermera.
La eutanasia es legal. En el lugar de trabajo de mi hija Claudia le han pedido que administre inyecciones para proporcionar una muerte más humana. Ella se negó por motivos de fe. Pero ahora está pagando el precio de sus creencias. No le permiten avanzar en su carrera de enfermería.
Los matrimonios normales se celebran en nuestros ayuntamientos, y lo primero que se le pregunta a la pareja es qué procedimiento de divorcio prefieren, e incluso existe una compañía de seguros que te asegura contra el divorcio. Aquí se puede firmar un contrato que permite a las parejas vivir juntas sin casarse para que cuando se separen no tengan que realizar trámites de divorcio.
Probablemente el peor pecado de todos es que todos estos pecados son ignorados por las iglesias. Aquí las iglesias no se atreven a predicar contra estas atrocidades, y como todo es legal y está aprobado por el Gobierno, todo lo que se diga contra estos pecados se considera discriminación. La discriminación sí que es ilegal.
Cuando intentamos demostrar en la Palabra de Dios que estos pecados son una abominación para el Señor, se nos acusa de discriminación. Y el Gobierno se reserva el derecho a cerrar cualquier iglesia.
Como todos los pecados mencionados se permiten, las iglesias se ven obligadas a aceptar las leyes de la tierra y a permitir que estos pecados entren en la iglesia.
Espero que esto les sirva de ayuda. Cuando veo que Dios expulsa de Su Iglesia a esa gente lasciva, sé que estas cosas son una abominación para Él.
Si necesitan más información, háganmelo saber.
En Cristo,
Su colaborador en los Países Bajos».
¿Qué piensan de esta carta? ¿Qué les parecería que en nuestro país fuera legal que las personas tuvieran armas de fuego? ¿Qué les parecería que nuestro país legalizara la marihuana y otras drogas? ¿Qué les parecería que nuestro país diera reconocimiento legal a los matrimonios del mismo sexo y legalizara la bestialidad? Estoy seguro de que la mayoría de ustedes estarían furiosos.
Por supuesto es completamente inconcebible que algunos de nosotros estuviésemos de acuerdo en legalizar estos pecados que ahora son delitos. Después de todo, todo el mundo es libre de pensar lo que quiera. Pero la mayoría de nosotros pensamos que si esos pecados fuesen legalizados, la maldad que ha sido suprimida, saldría naturalmente al exterior y produciría más maldad en el mundo, traería más confusión y haría que la gente fuera menos sensible a los pecados, por lo que sería más difícil que la Palabra de Dios entrase en sus corazones.
Hace unos días leí en un periódico un artículo acerca de mujeres de unos cuarenta y cincuenta años que se prostituían en parques frecuentados por personas mayores. Estas mujeres, llamadas «las señoras de los refrescos» por los medios de comunicación porque ofrecían refrescos cuando se acercaban a los posibles clientes, se centraban en señores mayores solitarios que paseaban por el parque para pasar el rato. En tan solo un parque en Seúl se estima que hay más de 100 señoras de los refrescos. Aunque la prostitución es ilegal en Corea, en Holanda es legal. En realidad estos pecados tienen lugar en todo el mundo, ya sean legales o no.
 
 

Si siguen sus deseos carnales completamente no podrán ser imitadores de Dios

 
Jesucristo nos ha salvado de todos nuestros pecados al sacrificarse a Sí mismo. Al terminar Su obra justa de salvación, ascendió al Reino de los Cielo y prometió que volvería un día. Ahora nosotros somos Su embajadores y debemos obedecer Su Gran Comisión en este mundo. Al hacer la obra del Señor debemos ser imitadores de Dios.
Si sucumbimos a nuestros deseos carnales y los seguimos adonde nos quieran llevar, acabaremos sustituyendo a Dios por becerros de oro y convirtiéndonos en idólatras. Si esto ocurre alguna vez, incluso los nacidos de nuevo morirán. Como nos hemos convertido en la luz del mundo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿no sería una tragedia que volviésemos al pasado, a la oscuridad y la perdición? Así que es absolutamente importante que recordemos lo que el Apóstol Pablo nos dijo, que debemos averiguar lo que es aceptable para el Señor (Efesios 5, 10). Debemos tomar en serio lo que Pablo nos dice en el siguiente versículo: «Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas» (Efesios 5, 11).
¿Hay alguien aquí que pueda vivir una vida perfecta sin fallos en este mundo? ¿Hay alguien aquí que nunca cometa pecados solo porque Dios nos ha dicho que no pequemos en Su Ley? No, nadie puede hacerlo. Pero esto no significa que podamos cometer todo tipo de pecados cuando queramos. ¿Qué nos ocurriría si dejásemos de servir a Dios y siguiésemos los deseos carnales? Que dejaríamos de recibir la gracia de Dios. Cuando el Apóstol Pablo escribió el pasaje de las Escrituras de hoy, el mundo ya estaba lleno de multitud de pecados, pero hoy en día aún hay más maldad. Así que, a través del Apóstol Pablo, Dios no solo está hablando a los santos de Éfeso, sino también a nosotros, los que vivimos en la Iglesia de Dios.
¿Qué ocurriría si los que somos hijos de Dios pecásemos como todo el mundo? ¿Qué ocurriría si participásemos en los mismos pecados que la gente de este mundo comete y siguiésemos pecando como esta gente? Que nos convertiríamos en idólatras y amaríamos los placeres carnales más que a Dios, y acabaríamos alejándonos de Dios y seríamos condenados y destruidos. Por eso es importante que recordemos lo que el Señor nos dijo en el pasaje de la Escrituras de hoy: todos debemos ser imitadores de Jesús y nunca caminar con los que no están redimidos. Debemos darnos cuenta por qué el Señor nos avisó de esto y no debemos cometer los pecados del mundo.
Ninguno de nosotros debe participar en pecados tan depravados como los que comete la gente del mundo. Ninguno de nosotros, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, deben cometer estos pecados. Aunque todos estamos viviendo en nuestra Iglesia, todavía tenemos que tratar con no creyentes a diario, y por eso es bastante posible que seamos tentado por lo que vemos hacer a nuestros amigos y conocidos en el mundo. Sin embargo, no podemos caer en esas tentaciones ni participar en esos pecados. Si cometen esos pecados y van por el mal camino, cada vez serán menos sensibles al pecado. Tanto su cabeza como su corazón serán tan poco sensibles que ni siquiera reconocerán lo que es sucio. No deben permitir convertirse en este tipo de gente insensible que caiga en la depravación y haga todo tipo de cosas sucias para gratificar sus deseos. No deben cometer estos pecados con la gente del mundo.
Ya les he hecho esta pregunta, pero ¿qué ocurriría si los cristianos participasen en los pecados que comete la gente del mundo y fueran en esa dirección? Que sus corazones estarían tan endurecido y tan insensibles que, aunque se les reprendiera, en vez de arrepentirse nos preguntarían qué pecado han cometido y qué mal han hecho. Un timador no sabe lo que ha hecho mal incluso después de timar a la gente. Esto nos puede parecer extraño, pero esta gente no sabe lo que ha hecho mal porque sus corazones están endurecidos por sus pecados. Una persona solo puede distinguir entre el bien y el mal si su corazón está limpio y es sensible, pero los corazones de los pecadores están endurecidos y por eso son tan insensibles.
Es cierto que, aunque hemos recibido la remisión de los pecados, seguimos cometiendo pecados como la gente del mundo. Sin embargo, somos básicamente diferentes, porque aunque cometemos pecados, nos damos cuenta de nuestros errores, nos arrepentimos y creemos en la Palabra de nuevo. Por el contrario, cuando la gente del mundo comete pecados, siguen pecado sin vergüenza como si no tuviesen conciencia; y aún es peor, algunos de ellos están orgullosos de sus pecados. Cuando sus corazones se endurecen, su conciencia muere. Por tanto, todos nosotros no debemos participar en estos pecados que comete la gente del mundo.
Asimismo, el Apóstol Pablo dijo que: «Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo» (Efesios 5, 13). Este pasaje significa que cuando no nos damos cuenta de que estamos caminando en la oscuridad, la Iglesia los expone por nosotros, y como resultado nos damos cuenta de que hemos ido por el mal camino; y como admitimos esto, podemos ir a la luz y volver a Cristo por confiar en el Evangelio de Verdad, diciendo: «Señor, gracias por borrar nuestros pecados también». Precisamente porque nuestros errores son expuesto y nos damos cuenta de ellos, podemos una vez más estar en la presencia del Señor por fe.
El Señor ordenó tanto a los santos de Éfeso como a los creyentes de hoy en día que no cometieran los pecados de la gente de este mundo. Por lo tanto debemos obedecer al Señor y abstenernos de cometer los pecados del mundo. Por supuesto, como somos humanos, estamos llenos de errores y a veces nos encontramos cometiendo pecados, pero en momentos como este, debemos darnos cuenta de nuestros errores cuando quedan expuestos a la luz.
 
 

No sigan el curso del mundo

 
He predicado a partir del capítulo 4 de Efesios esta tarde, y en este capítulo el Señor nos enseña que debemos quitarnos el hombre viejo, en referencia a nuestra conducta anterior, ya que se corrompe con los deseos engañosos (Efesios 4, 22). No debemos seguir el curso del mundo aunque una vez hayamos caminado en él (Efesios 2, 2). Si seguimos el curo del mundo y sus corrientes acabaremos adorando a ídolos como la gente del mundo. No debemos permitirnos seguir el curso del mundo; si lo hacemos abandonaremos a Dios y seremos destruidos. La gente del mundo sigue su propia avaricia porque su único objetivo en el mundo es cometer pecados, pero nosotros no debemos hacer esto. Para un santo justo es demasiado vergonzoso seguir el curso del mundo en vez de ser fiel al curso de los justos. En vez de seguir el curso del mundo, debemos cambiar su dirección con la Palabra de Dios de Verdad. Debemos resistir el curso del mundo y guiarlo hacia el buen camino.
Es muy peligroso seguir las corrientes pecadores de este mundo y seguir su dirección carnal como todo el mundo. Nuestros corazones no están endurecidos como los de la gente del mundo. Si por su cuenta entran en la corriente del mundo un poco, se darán cuenta de su error, se arrepentirán, tomarán una determinación, y seguirán al Señor. Sin embargo, si se unen a la gente del mundo, será muy difícil volver al buen camino, ya que esta gente no les dejará ir. Si nos gustan las cosas que les gustan a la gente del mundo y odiamos lo que esta gente odia, ¿cómo somos diferentes a los hijos de Satanás que no han recibido la remisión de los pecados de Dios? Juntarse con la gente del mundo es convertirse en esa gente. Echen un vistazo a la gente del mundo. Para ellos es una norma inculcada odiar la justicia del Señor, rechazar el camino de la salvación y despreciar a quien predica el Evangelio. Así que, ¿cómo podemos permitir cometer estos pecados con ellos y seguir su estilo de vida? Nunca debemos estar de su lado.
Hay mucho que aprender del pasaje de las Escrituras de hoy. Del mismo modo en que Pablo nos aconsejó, debemos pensar qué podemos hacer para complacer al Señor, caminar como sabio y no necios, y utilizar bien el tiempo. Ahora que hemos conocido al Señor, debemos seguir caminando con Él hasta el día en que muramos. Mientras vivimos el resto de nuestras vidas, debemos aprovechar el tiempo predicando el Evangelio diligentemente para que pueda llegar a todos los rincones del mundo. A su debido tiempo este mundo será inhospitable, y por eso, antes de que esto ocurra, debemos pensar en cómo comportarnos para vivir con sabiduría y aprovechar el tiempo que tenemos.
El Señor dijo en Efesios 5, 15-21: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos los unos a los otros. Someteos unos a otros en el temor de Dios».
¿Qué es exactamente una vida sabia? El tiempos del Apóstol Pablo, Éfeso era una ciudad decadente. Esta ciudad estaba situada en la costa del sudoeste de Turquía. Era una ciudad muy próspera en tiempos de Pablo y era famosa por su templo dedicado a Artemisa y otros templos dedicados a dioses griegos (Hechos 19, 35). Había muchas sacerdotisas en estos templos que realizaban rituales de sacrificio para que los ciudadanos de Éfeso pudieran adorar a sus dioses. Pero estas sacerdotisas eran casi prostitutas, ya que la gente que iba a los templos a ofrecer sacrificios a sus dioses paganos tenían relaciones sexuales con las sacerdotisas como ritual religioso. La idolatría está casi siempre ligada a la inmoralidad sexual. Esto nos muestra lo sucia y pecadora que era la ciudad de Éfeso.
Pero incluso en aquel entonces, cuando casi todos los efesios estaban involucrados en inmoralidad sexual, aún así había personas que creían en Jesús. Así que, a través del Apóstol Pablo, el Señor enseñó a estos hijos fieles de Dios cómo vivir entre pecadores. Dios les dijo a los santos efesios que no se asociaran con pecadores. En vez de practicar las actividades malvadas de estos pecadores, Dios les dijo que tuvieran una mente espiritual, que aprovechasen el tiempo, y dedicasen todas sus energías a lo que complace al Señor.
 
 

¿Acaso no debemos vivir esta vida santa como el Señor nos dijo?

 
Para crecer en la fe y vivir una vida recta hasta el día en que vuelva el Señor, debemos hacerlo todo según Su Palabra. Debemos confiar en Su Palabra y recordarla en nuestros corazones. Ninguno de nosotros debe participar en actividades impuras en las que participa la gente del mundo. Es cierto que el mundo no nos deja solos aunque no queramos participar en sus actividades. Mientras vivamos en este mundo, es inevitable tener que tratar con gente del mundo de una manera u otra, y cada vez que lo hacemos, es normal ser influidos por sus hechos pecadores. Por eso es importante recordar la Palabra de Dios en nuestros corazones y distanciarnos de los lugares donde hay pecado. Aunque es difícil resistir las tentaciones del mundo, podemos resistirlas por fe, porque todo es temporal y nada supera nuestra esperanza en el Reino de los Cielos.
Los adolescentes deben tener especial cuidado. Están en un momento en sus vidas en el que sus cuerpos van a pasar a ser adultos, pero sus mentes son inmaduras y curiosas. Pero si dejan que su curiosidad les domine y cometan pecados, sus mentes y conciencias serán destruidas. Los hombres y mujeres jóvenes tienen mucho que aprender antes de casarse y tener una familia. Lo mejor es que esperen el momento adecuado. Si, por el contrario, sucumben a los deseos carnales y cometen pecados desde su juventud, su carácter se destruirá. Cuando dejan que su adolescencia quede marcada por demasiados pecados, será muy difícil que puedan controlarse, y se convertirán en pillos incorregibles. Cuando alguien comete demasiados pecados en su infancia, su carácter queda destruido, y su mente, como consecuencia, no sabe cómo hacer el bien ni tiene ningún interés en hacer el bien. Así que es muy peligroso que un adolescente caiga en las tentaciones sexuales y cometa muchos pecados.
Este aviso no solo va dirigido a los adolescentes. Se aplica a todos nosotros, porque ninguno de nosotros debe participar en actividades pecaminosas como la gente del mundo. No sé cómo dar suficiente importancia al hecho de que debemos abstenernos de todos los pecados. Aunque este mundo está siguiendo la corriente de los pecados, los justos no debemos bajar la guardia, sino que debemos afilar la espada de la fe y dedicar todo nuestro tiempo a la obra justa en nuestras vidas.
Para comprobar lo inmoral que este mundo es, solo tienen que ver algunos programas en la televisión. Los medios de comunicación tienen tanta influencia que pueden moldear las mentes de la gente y dirigir el rumbo del mundo. Hay muchos programas sensacionalistas y escandalosos que van dirigidos a los instintos más básicos y crudos y que pretenden convertir a todos los jóvenes en estrellas. La televisión es uno de los medios más eficientes en promover el pecado.
Si son adolescentes se encuentran en la fase más sensible emocionalmente de sus vidas, lo que les hace poetas todos los días. Es ese momento en la vida cuando todo parece poético, quieren expresar sus sentimiento, y se dejan llevar por los latidos de sus corazones. Aunque pueden seguir todos sus impulsos, si ya han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, no deben dejar que sus acciones sean dictadas por sus emociones y así caer en el pecado.
El Señor nos dijo claramente que ninguno de nosotros, joven o viejo, debe participar en las actividades pecaminosas de la gente del mundo. Las consecuencias son obvias si sucumbimos a estas tentaciones: seremos destruidos. La gente del mundo que no ha nacido de nuevo está destinada a ser destruida, y por eso no hay motivo por el que debamos criticarlos por cometer todo tipo de pecados para asegurar su prosperidad carnal. Para esta gente, la prosperidad carnal conseguida a través de cualquier método pecaminoso es el barómetro del éxito. Sin embargo, nuestro estilo de vida es completamente diferente. Por eso, si nos dejamos llevar por el mundo, acabaremos siendo destruidos. Dado que los justos son separados de Dios cuando se mezclan con el mundo, ¿qué otra cosa les espera a parte de la destrucción? Por tanto, antes de poner un pie en el mundo debemos recordar la Palabra de Dios, arrepentirnos y seguir al Señor.
Es absolutamente importante que averigüemos lo que le complace al Señor. Debemos buscar lo que es justo a los ojos de Dios. Debemos poner nuestras mentes en lo que Dios considera valioso y seguir con nuestra marcha de fe. El que nosotros sirvamos al Evangelio es la obra más honorable y justa. No hay nada más sincero que esto. De hecho, no hay nadie en este mundo que está haciendo algo que sea tan sincero y justo como nuestra obra.
¿Y qué hay de ustedes? Ahora que han recibido la remisión de los pecados, ¿están viviendo una vida justa? ¿Está viviendo todo el mundo en nuestra Iglesia con honor, desde los niños de la escuela dominical hasta nuestros adolescentes y adultos, tanto hombres como mujeres? Tener buenos modales y saber tratar a la gente no significa que se esté viviendo con virtud. Después de todo, cuando hacemos la obra justa del Señor, a veces tenemos que ser directos e incluso luchar contra los siervos de Satanás.
Mis queridos hermanos, aunque el mundo se está dejando llevar por una ola de pecados, ahora estamos luchando contra las corrientes de pecado con la justicia. Como el salmón que vuelve a su río por instinto, los justos estamos volviendo a Dios. Un salmón nada contra la corriente con todas sus fuerzas para volver a su lugar de nacimiento. Esto se debe a que el instinto del salmón es reproducirse y morir en su lugar de nacimiento. Para reproducirse según el orden natural establecido por Dios, todo salmón hace lo que puede para no ser empujado por la corriente del río y seguir nadando contracorriente.
Del mismo modo, nosotros nunca nos dejamos llevar por la corriente del mundo, porque somos cristianos nacidos de nuevo. En realidad seguimos caminando hacia nuestro hogar celestial en el Reino de Dios. Si a veces nos vemos siguiendo a las cosas del mundo y participando en su celebración del pecado por nuestros pecados y debilidades, entonces debemos arrepentirnos cuanto antes y dedicar todas nuestras vidas al Evangelio de nuevo. Así que debemos imitar a Jesús y predicar el Evangelio contra los vientos prevalecientes del mundo como Dios nos dijo. Les estoy diciendo esto porque a menudo estamos completamente expuestos y vulnerables a las tentaciones del mundo.
A veces desearía hacer una película con el camino de un santo, para mostrar cómo es la vida, cómo se puede conocer al Señor, nacer de nuevo y vivir una vida justa, y cómo la Palabra de la alianza del Señor se cumple. Si hacemos un buen trabajo, estoy seguro de que esta película será mejor que ninguna otra. Por ahora, estamos predicando el Evangelio a través de nuestro ministerio literario, pero si Dios nos permite predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de películas y nos da más tiempo, pienso que no sería una mala idea reunir a unas cuantas personas con talento y producir algunas películas.
De todas maneras, les pido que recuerden lo que el Señor nos dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy, y por lo menos no acaben siguiendo al mundo como los demás. Imiten a Jesucristo en la Iglesia de Dios y hagan la obra que se les ha confiado. Y sea cual sea su tarea, tengan fe siempre, piensen en cómo hacer un mejor trabajo y cumplir todas sus tareas. Es muy importante ser fieles a nuestras tareas asignadas, no solo porque esto nos asegura el éxito de la obra de Dios y nos permite seguir Su mandamiento, sino porque también nos desviará de nuestros pensamientos carnales.
Así que les pido que se dediquen completamente a la obra de Dios que se les ha asignado, para que estén demasiado ocupados para participar en la maldad del mundo o seguir sus corrientes. Esto es lo que deben hacer los santos. Por tanto debemos imitar a Dios, participar en Su obra, en vez de sus obras carnales, y convertirnos en los santos justos más honrados en el Reino de Dios.