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Sermones

Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 5-1] Un miserable hombre condenado a la destrucción por su maldad es salvado (Marcos 5:1-20)

Un miserable hombre condenado a la destrucción por su maldad es salvado(Marcos 5:1-20)
“Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aún con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, más las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ‘¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes’. Porque le decía: ‘Sal de este hombre, espíritu inmundo’. Y le preguntó: ‘¿Cómo te llamas?’ Y respondió diciendo: ‘Legión me llamo; porque somos muchos.’ Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: ‘Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos’. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.’ Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.”
 
 
¡Calurosos saludos a todos ustedes!
En la lectura de la Escritura de hoy que todos leemos juntos, está escrito que cierto hombre poseído por un espíritu impuro fue sanado y salvado en su encuentro con Jesús. Cuando Jesús cruzaba el mar en un barco y llegaron al país de los Gadarenos, venía pasando un hombre que venía de entre las tumbas caminando. Estaba poseído por Espíritus inmundos y por ello vivía entre los sepulcros. A pesar de que él había sido encadenado y con grilletes varias veces, los había roto cada vez, y por lo tanto nadie podía ya controlar. Protegido por nadie, este hombre clamaba y se cortaba a sí mismo con piedras, debido a los Espíritus malignos que lo poseían, pero su alma sanó cuando conoció a Jesús. Nuestro Señor le echó fuera los demonios y le restauró la cordura, haciendo posible para él, vivir una vida normal. Este evento no sólo muestra el poder milagroso de Jesús para expulsar demonios. Por el contrario, nuestro Señor habla de nuestra naturaleza fundamental.
 
 

¿Cómo éramos nosotros en nuestra naturaleza?

 
Ahora en este mundo, hay muchas personas que no han sido salvadas de sus pecados por que no creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor. Sus corazones permanecen pecaminosos y están dominados por espíritus malignos, en lugar de estarlo por el Espíritu Santo, y debido a esto se enfrentan también a una gran cantidad de sufrimiento. Al igual que el hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy, cometen actos malvados contra su voluntad debido a los demonios en sus corazones y también están atados por falsas enseñanzas de tantas religiones de este mundo, sus almas están cada vez más empobrecidas. Pero ninguna doctrina de cualquier religión en este mundo puede sacar estos demonios y los pecados que se encuentran en sus corazones. Ningún credo, independientemente de que tan impecablemente esté desarrollado, puede nunca expulsar de nadie pecados ni restaurar el alma de cualquier persona. Hoy, el Señor nos dice que sólo el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Él, puede romper la cadena del pecado. El hombre poseído por el demonio manifestando su locura entre las tumbas no es más que una reflexión de nuestra antigua naturaleza, mostrándonos cómo habíamos sido antes de haber obtenido el perdón de nuestros pecados, y aquí, el relato también demuestra la Verdad de que la forma de tener esta remisión de los pecados, es creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mientras que Jesús estaba en este mundo, los fariseos en ese momento no creían que era el Hijo de Dios, pero los demonios sabían exactamente quien era Jesús. Echen un vistazo al pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando el Señor echo fuera los demonios que poseían al hombre, lo llamaron el “Hijo del Dios altísimo” y le suplicaron el no enviarlos fuera del país sino que en su lugar los metiera a los cerdos. Por lo tanto una vez Jesús les dio permiso, entraron en la piara de cochinos, entonces, saltaron al mar e inmediatamente se ahogaron. Y gracias a Jesús, fue curado el demente poseído por estos espíritus impuros y su alma fue restaurada. Esto revela la Verdad de que todas las personas en este mundo que padecen de corazones pecaminoso pueden salvarse y recibir la remisión de sus pecados, si encuentran a Jesús.
Todas las personas que viven en este planeta Tierra, como ustedes y yo, nacieron con un corazón pecaminoso por naturaleza. Nacidos con un corazón lleno de pecado y de voracidad como un cerdo, todos nosotros estábamos destinados a vivir como un cerdo sólo para entrar en el camino de destrucción al final. Como nos muestra el pasaje de las Escrituras de hoy, los cerdos que corría hacia el mar perecieron junto con los demonios que les poseían. Lo mismo es cierto para nosotros los seres humanos. A menos que recibamos la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, nos asiremos también a todos los pecados de la carne y sus deseos hasta nuestra muerte, incapaces de desecharlos aun que nos estemos muriendo a causa de ellos. Aquellos cuyos corazones siguen siendo pecaminosos están llenos de deseos carnales y a pesar de que siguen pidiendo y pidiendo cada vez más, sus corazones nunca pueden estar satisfechos. Un animal está satisfecho sólo cuando se alimenta, pero nosotros los humanos no podemos quedar satisfechos incluso cuando vivimos de acuerdo con nuestros deseos carnales. Uno no tiene ninguna satisfacción porque su alma es dominada por un espíritu maligno. Debido a que esas personas no han recibido la verdadera salvación de Dios y en su lugar se rigen por un espíritu maligno, se enganchan a sus pecados sólo para ser destruidos por estos finalmente. Aquí deben comprender que la manada de cochinos que saltó al mar con todos los demonios adentro, muestra ni más ni menos que nuestra antigua naturaleza, antes de ser salvados del pecado.
El hombre poseído por el demonio que nuestro Señor encontró en el país de los Gadarenos es el propio retrato de ustedes y mío. De hecho, desde el momento en que nacimos, nuestras vidas habían sido acosadas por los deseos de la carne. Además, habíamos creído en muchas religiones diferentes sólo para rendirnos a una causa desesperada y vivir en sufrimiento, incapaces de dejar de deambular espiritualmente. Al igual que la manada de cerdos corrió hacia el mar para morir junto con los demonios, estaba en nuestra naturaleza humana el vivir una vida pecaminosa como ésta y ser maldecidos por nuestros pecados para perecer junto con estos últimos.
Lo mismo se aplica a todas las personas que viven en este mundo. Nacidos en este mundo, tienen una vida egoísta y desolada sólo para llenar sus propios deseos carnales. Y debido a que constantemente están dominados por sus propios deseos carnales, no tienen ninguna satisfacción en sus corazones y no siente nada más que dolor en sus vidas. A pesar de que muchos de ellos conocen a Dios, lejos de glorificarlo, realmente están contra Él, y habiendo por lo tanto, rechazado el amor de Dios, sólo están siguiendo sus propios deseos. ¿Cual piensan que será su final? Al igual que el rebaño de ganado porcino se topó con su propia muerte con los demonios dentro de ellos, estas personas también se proyectarán al fuego eterno del infierno junto con sus pecados y sus deseos carnales. Es sólo el justo final que se merecen todos aquellos que no han obtenido la remisión de los pecados del Señor.
 
 

Dios ha brindado su gran misericordia y amor a tales miserables personas como nosotros, y nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu

 
Era nuestro destino como seres humanos el entrar en el camino de destrucción debido a nuestros pecados innatos y los deseos carnales. Sin embargo, Jesucristo, que está lleno de amor, llegó a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu a fin de salvar a nosotros los miserables, de todos nuestros pecados. A través del Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nos conoció personalmente, sacando los pecados de todos nuestros corazones y nos salvó perfectamente de todos ellos. Dios Todopoderoso ha otorgado tal tremenda misericordia de salvación en tales personas pecaminosas como nosotros. Él nos ha liberado a ustedes y a mí de todos nuestros pecados, del pozo de la destrucción y de los espíritus malignos, nos ha guiado con su amor y misericordia. Nuestro Señor vino a este mundo encarnado en hombre, expió nuestros pecados al ser bautizado, murió en la Cruz asumiéndolos, resucitó de entre los muertos y así nos ha salvado de todos nuestros pecados. Nos ha dado vida eterna. Debido a nuestra fe en este Señor, nuestras almas se han salvado y nos hemos convertido ahora en los hijos perfectos del Señor, a pesar de que habíamos sido como el hombre poseído por el demonio. Ustedes y yo teníamos que ser destruidos por nuestros pecados, pero ahora podemos entrar en el Reino de Dios como sus fieles hijos.
Muchas personas por desgracia todavía no han aceptado en sus corazones al Señor, que ha llegado por el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Qué ocurrirá a estas personas? Como no se han salvado del pecado, están en el mismo estado que el hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy. Liderados por los demonios, están todos obligados a seguir sólo la avaricia de la carne. Sin embargo, no importa que tan codiciosos lleguen a ser, no tienen ninguna satisfacción en sus corazones y nada más que sufrimiento perpetuo en sus vidas. Es tan evidente que estas personas no pueden tener una vida decente como seres humanos, y en última instancia serán maldecidos y destruidos por sus pecados y su codicia.
 
 

Ustedes deben saber su final

 
Si no se dan cuenta de su final y sólo siguen los deseos de la carne envolviéndolos, no podrán encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu, la única Verdad para su vida. ¿Qué pasará con la vida de alguien si vive sin conocer la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu? Esta persona no tendrá otra opción que hacer frente a un desafortunado final de sufrimiento y confusión. Por lo tanto, todos nosotros debemos darnos cuenta de lo que nos espera al final de nuestras vidas, encontrar a Jesucristo a través del Evangelio del agua y el Espíritu y estar dispuestos a seguirlo al Reino de la felicidad. Jesús es el Hijo de Dios, que ha venido a este mundo para salvar a ustedes y a mí de todos los pecados del mundo, de nuestra condena eterna y para darnos el Evangelio del agua y el Espíritu que trae la vida a nuestras almas. Y al ser bautizado, crucificado hasta la muerte y resucitado a la vida, nos ha salvado a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los que viven en este mundo deben creer en esta Verdad. Jesucristo tuvo tanta compasión de nosotros los pecadores, que vino a vernos personalmente. Y a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, nos ha salvado perfectamente a ustedes y a mí de todos nuestros pecados. Nuestro Señor se ha convertido en nuestro único Salvador mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Ninguna otra sino esta, es la Verdad que todos nosotros debemos creer en lo que estamos todavía vivos. Ustedes deben darse cuenta de que el Evangelio del agua y el Espíritu es el mismo amor de Dios y el Evangelio de la salvación.
Todos nosotros debemos aquí darnos cuenta de que hemos sido pecadores poseído por el demonio. Esto es cierto no sólo para mí sino también para ustedes. Ante Dios, todos en este mundo no podemos ser otra cosa sino pecadores. Cierto filósofo dijo una vez que los seres humanos son seres imperfectos, y que todo lo que hacen es en vano. Pero la Filosofía sólo puede ir tan lejos como para identificar los defectos del hombre. En otras Palabras, sólo puede exponer que los seres humanos son pecadores por naturaleza, mientras que son incapaces de resolver su problema fundamental del pecado. Sólo el Evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor puede hacernos ver nuestra antigua naturaleza como pecadores, y al mismo tiempo resolver el problema de nuestros pecados a la perfección. Por lo tanto, en lugar de sólo atarnos nosotros mismos a algunas conjeturas filosóficas acerca de la vida, debemos comprender nuestra verdadera naturaleza a través del Evangelio del agua y el Espíritu y creer en el amor verdadero de salvación de Dios… con todo nuestro corazón.
El hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy deambulaba por las montañas y las tumbas, gritando y lastimando su propio cuerpo con piedras todo el tiempo. De igual modo, ustedes, al poner su fe en una religión errónea perjudicarán su cuerpo y alma. Por supuesto, lo que arruina sus almas no es sólo su fe fuera de lugar en la religión equivocada. Si creen ustedes en el dinero, serán lastimados por el dinero, y si creen en sus propias habilidades, se lastimarán por ellas mismas. Independientemente de la causa que sea, si tienen pecado en su corazón, entonces, en última instancia se destruirán ustedes mismos. Ustedes y yo éramos tal gente miserable por naturaleza. Nosotros éramos gente poseída por el demonio, clamando en las montañas y las tumbas, hiriendo nuestros propios cuerpos, viviendo en la locura y echando espuma por nuestras bocas, sólo para ser enviados al infierno en el final. Todos nosotros debemos darnos cuenta de que se trata de nuestro retrato innato. Todos debemos comprender que el hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy, no se refiere a nadie más que a nosotros.
El Evangelio del agua y el Espíritu trae vida a nuestras almas, y nunca deberíamos considerar simplemente como una de las innumerables doctrinas cristianas. Esto es porque las doctrinas cristianas existentes están completamente carentes del Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio del agua y el Espíritu no es una simple doctrina cristiana. Es la Verdad de la salvación, con la que el Señor nos ha salvado de los pecados del mundo, y es la obra de la salvación misma. Así como Jesucristo se encontró al hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy y realmente expulsó a los malos espíritus, así nuestro Señor nos ha salvado perfectamente de una vez por todas a través del Evangelio del agua y el Espíritu, que había poseído por espíritus malignos, maldiciones de Satanás, destrucción y todos los pecados del mundo. Por eso llamamos a Jesús, nuestro Salvador.
A veces nos encontramos con personas que no creen en la Palabra de Dios, incluso aunque estén dentro de la iglesia. Esto es porque estas personas aún no son conscientes de su naturaleza maligna. Si se dan cuenta de que el hombre poseído por el demonio en el pasaje de las Escrituras de hoy se refiere a nadie más que a su naturaleza no salva, serán capaces de creer en la Palabra de Dios, tal y como es.
Cuando los niños en nuestra escuela dominical lleguen al quinto grado, los inscribiremos en la clase del Evangelio durante el campamento de entrenamiento de discipulado de invierno para enseñarles a detalle el Evangelio del agua y el Espíritu. Hacemos esto para que reconozcan que ellos mismos son pecadores graves ante Dios y también se den cuenta de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Y qué hay de ustedes que están aquí sentados hoy? ¿Se dan cuenta de que el hombre poseído por el demonio no es otro más que ustedes? Quien no ha recibido la remisión de los pecados, que es quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, está loco como este hombre poseído por el demonio. A pesar de que ahora estoy predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, si no hubiera encontrado al Señor, entonces sin duda también me habría vuelto loco como este. La misma miserable cosa me hubiera pasado también a mí. Nadie podría haberme domado ni amarrado en mi juventud. Después de todo, si no hubiera estado poseído por el demonio, ¿cómo podría yo haber hecho tantas cosas malas que Dios aborrecía?
Cada ser humano es el mismo ante Dios. La gente está dispuesta a arriesgar incluso sus vidas por todo lo que puede hacerla famosa o rica. Está en su naturaleza humana el perseguir la fama y la codicia carnal como un loco, sin siquiera darse cuenta de que sus propios cuerpos y almas se están dañando en el proceso. Aún ajenos a esto, viven en la estupidez sólo para acabar en el infierno y eso, es la propia naturaleza de los seres humanos. Todos nosotros debemos darnos cuenta de nuestra naturaleza fundamental. Tenemos que comprender que debido a la caída del primer hombre, Adán, no sólo él se hizo un pecador, sino todos los seres humanos también se convirtieron en pecadores. Nacimos en la maldad, todos vivimos en iniquidades, y estamos todos muriendo en estas últimas.
Por otro lado, Dios nuestro creador no nos abandonó para morir así. Al revés, el Señor nos enseñó que hay una manera de escapar de nuestros pecados, tal como dice la Biblia: “Por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19), y, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). ¿Cuál es esta forma entonces? Es creer en el amor de Dios, en la Verdad de que por su compasión por nosotros, Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados de una vez por todas a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Incluso un niño aparentemente inocente es como el hombre poseído por el demonio, si el niño no conoce la Verdad.
Mírense ustedes a si mismos ahora. Vean si no están viviendo sin fe en la Verdad Dios, sino están arriesgando su vida en cosas inútiles sólo para ser lastimados por ellas, y si no están abusando de ustedes mismos con estas heridas.
El Señor nos amó tanto que, cuando no podíamos sino vivir en pecado, nos ha salvado perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús que es Dios mismo, llegó a este mundo, tomó nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado a muerte en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y así nos ha salvado todo a la perfección. ¿Es esto de alguna manera trivial para ustedes? No, es el amor más grande de todos.
¿Podrían ustedes ser bautizados y derramar su sangre por otra persona? ¿Darían todo lo que tienen por otros? Esto es absolutamente imposible para cualquier ser humano. Sin embargo el Hijo de Dios Padre Todopoderoso llegó a este mundo encarnado en hombre, y no escatimó ni en su carne ni en su sangre para salvarnos de todos nuestros pecados de una vez por todas. Este acto de amor no es nada fácil. Es la personificación del amor del Señor por nosotros que ha traído el verdadero perdón de los pecados a nosotros y que nos ha salvado, algo por lo que no podríamos jamás agradecer lo suficiente al Señor.
Cualquier persona que no cree en esta Verdad incluso cuando la escucha con sus oídos, es alguien que no se da cuenta que está poseído por el demonio. Estas personas no saben que en realidad están perjudicando sus propios cuerpos y almas, ni se dan cuenta que están destinados al infierno. Por el contrario, ellos se engañan a si mismos pensando que sólo porque no han hecho nada muy malo a los demás, son realmente bastante buenos y virtuosos.
Estas personas profesan ser virtuosas aun cuando no creen en Dios como su Salvador, ¿pero son personas realmente virtuosas? ¿Son realmente justas? No, ¡por supuesto que no! Cuando se ven amenazados sus intereses incluso ligeramente, atacan ferozmente y sus corazones albergan tanta amargura que son capaces incluso de asesinar. Esto es cierto incluso para jóvenes adolescentes que asisten a este campamento de formación de discípulos de invierno. Cuando se les pide que hagan la obra de Dios, algunos de ellos rechazan esto y se niegan a hacerlo, incluso aunque profesen creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. A pesar de que tienen cuerpos que Dios les dio, no los utilizan por su bien. Dado el hecho de que incluso los jóvenes que todavía no son corrompidos por la sociedad así son, difícilmente hay necesidad de comentar sobre las personas ya grandes.
Los seres humanos son honorables y dignos porque se hicieron como seres espirituales a imagen de Dios, pero a pesar de ello, demasiado a menudo estamos preocupados por nuestra carne, a pesar de que no es nada más que una carcasa. Por supuesto, es nuestra naturaleza débil como seres humanos arrodillarse ante el dinero y el poder. Es nuestra naturaleza humana el arrodillarnos ante nuestros propios deseos carnales y cobardemente inclinarse ante cualquier persona que es más fuerte que nosotros. Pero Dios Todopoderoso ya sabía esto todo el tiempo. Eso es por qué, en aras de esas personas completamente miserables e inútiles como nosotros, Dios mismo personalmente vino a este mundo humilde y nos salvó. Y gracias a este amor del Señor y su salvación, todos nosotros, que no teníamos ninguna opción más que vivir una vida inútilmente en la cobardía, pudimos nacer de nuevo como hijos perfectos del Señor.
Si ustedes reconocen su verdadero ser como alguien nacido en pecado y destinado a la destrucción y se dan cuenta de que Dios los ha salvado de todos sus pecados, entonces, podrán llevar a cabo la obra del Señor y seguir su justicia en sus vida, a pesar de que estén llenos de debilidad como seres humanos. Nunca pensarán que esto es de alguna manera contra su propio interés. El seguir al Señor parece contra sus intereses sólo cuando no se dan cuenta de quienes son ustedes en realidad. Pero una vez que se dan cuenta sólo de lo inútil y pecaminosos que son, entonces, lejos de considerarlo una carga, estarán totalmente agradecidos por el hecho de que ustedes son utilizados para la obra de Dios. El hecho de que el Señor les proteja del mal, sólo eso, contará como una enorme bendición.
¿Qué Gloria tendríamos si fuéramos a dejar la Iglesia de Dios y salir al mundo? Incluso si trabajamos a morir, apenas tendríamos suerte para llegar al final, y aunque de alguna forma hayamos conseguido acumular una fortuna, aún así no podríamos encontrar la verdadera paz mental. Fuera de la Iglesia de Dios, estamos destinados a vivir una vida miserable, cobarde, e inútil.
Pero Dios está lleno de amor, y él no desprecia a ninguno de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Lejos de ello, Dios nos valora como sus propios hijos preciosos y nos brinda Su gran amor. La prueba de este amor de Dios no es otra que la obra de la salvación que Él ha cumplido al salvarnos de todos los pecados del mundo. Por lo tanto, todos nosotros deberíamos servir al Señor en nuestra vida con gratitud, por salvarnos de una vez por todas a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que no están agradecidos con el Señor, resintiéndose cuando se les encomienda la obra de Dios en vez de regocijarse, tienen que reconocer esta salvación del Señor. Ellos todavía no se han dado cuenta de su verdadera naturaleza como hombres poseídos por el demonio.
Tal como se ha visto en el pasaje de las Escrituras de hoy, el hombre poseído por espíritus malignos fue restaurado gracias a la salvación del Señor. Con su locura sanada, fue capaz de hablar y actuar como una persona normal. Cuando Jesús estaba a punto de salir para otra región, después de curar al hombre poseído por el demonio, este le dijo que quería seguir el Señor también. Pero Jesús le dijo que predicara a todos, lo que Él había hecho por él, en lugar de seguirlo. En otras Palabras, Jesús había mandado a este hombre a publicar exactamente lo que el Señor hizo y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. No me cabe ninguna duda de que esto es lo que Jesús dijo a ustedes y a mí también. Dicho de otra manera, si ahora ustedes se han dado cuenta de su verdadero ser a través de Jesús, y si han sido salvados por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu gracias a Él, entonces es hora de que ustedes prediquen la Verdad de este Evangelio del agua y el Espíritu a todos los demás.
 
 

No rechacen la justicia de Jesús

 
Para aquellos que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor, sus almas son como la del hombre poseído por el demonio. Si aún no han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu en el corazón, y no tienen ningún agradecimiento por el gran amor de Dios de la salvación, entonces, deben ahora despertar. Quien no ha recibido la remisión de los pecados aún tiene espíritus impuros y tiene codicia inútil en su corazón y por lo tanto, esa persona está sujeta a rechazar a Jesús y acusar a sus creyentes. Si no comprenden esto, no pueden sino ser maldecidos y destruidos para siempre, al igual que los cerdos con los demonios adentro corrieron al mar, ahogándose. El mar en el pasaje de las Escrituras de hoy se refiere a este mundo que está lleno de iniquidades. A menos que ustedes se percaten de su verdadero ser y acepten el Evangelio del agua y el Espíritu en su corazón, no podrán estar en brazos del Señor y no tendrá ninguna opción más que entrar en este mundo sucio, sólo para ser arrojados al infierno junto con todas las personas mundanas inmersas en la iniquidad.
Cuando el Señor llegó a este mundo encarnado en carne de hombre para borrar todos sus pecados y los míos, tomó todos al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado hasta la muerte y resucitó de entre los muertos, con lo que nos salvó a la perfección. El Señor nos había amado tanto que Él tomó todos nuestros pecados a través de su bautismo y tomó el juicio de nuestros pecados en nuestro lugar. Todos nosotros debemos creer en esta Verdad. ¿Cómo deberíamos creer en el Señor, entonces? Debemos creer en el Señor con gratitud por su sorprendente salvación, dándonos cuenta plenamente de qué tipo de pecadores habíamos sido y qué tipo de amor el Señor ha concedido a nosotros para salvarnos. Sólo aquellos que creen en esta Verdad pueden evitar la destrucción y ser liberados de su atadura de ser destinados al infierno. Dicho de otra manera, sólo cuando ustedes crean de corazón en el abundante amor del Señor y su obra de salvación, pueden vivir en este mundo como hijos de Dios y llevar a cabo su obra justa, recibir la ayuda y las bendiciones de Dios en el cuerpo y alma, y finalmente, entrar a Su Reino de los Cielos.
Todos nosotros podemos conocer y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero si hemos de creer en este Evangelio sin darnos cuenta de nuestra naturaleza pecadora, entonces esta fe también sería en vano. ¿Por qué ocurre esto? Es porque alguien que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu sin darse cuenta del grave pecador que es, no necesita este Evangelio. Tal persona cree en el Evangelio, pero sin siquiera darse cuenta de que todos los pecadores condenados al infierno son salvados mediante el bautismo de Jesús y la sangre de su sacrificio, y por lo tanto, esa persona no está incluida en el plan de Dios de salvación. Eso es porque el Señor dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:31-32). Dejó claro que él había venido a salvar los enfermos en lugar de los sanos. Por lo tanto, ustedes deben admitir que son pecadores y enfermos. Sólo entonces pueden recibir la verdadera salvación de Dios, que habían venido a este mundo para salvar a todos nosotros. Así que primero deben darse cuenta de que están condenados a ser destruidos y arrojados al infierno por siempre, para sufrir en el fuego eterno y entonces, recibir al Señor que había venido a este mundo para salvarles a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Sólo entonces la salvación del Señor finalmente se hizo de ustedes. Si de lo contrario no reconocen su verdadero ser y piensan que son una persona justa y perfectamente sana, entonces, no pueden recibir salvación perfecta del Señor.
Incluso en este preciso momento, les pido que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón. No se crean que son tan buenos, que no son una mala persona. El hombre poseído por el demonio, que vagaban por las montañas y las tumbas desnudo gritando y cortándose a sí mismo con piedras, no es otro que el autorretrato de ustedes y mío. Aunque estábamos todos destinados a vivir así, el Señor tuvo tanta compasión de nosotros y nos amó tanto que, nos bendijo con la remisión de los pecados y nos dio Su perfecta salvación. Con el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor ha tomado todos nuestros pecados y nos ha salvado, haciéndonos hijos benditos de Dios para entrar en Su Reino eterno. A pesar de que ustedes y yo no podíamos ayudarnos más que vivir poseídos por demonios, Jesucristo nos ha salvado de todos nuestros pecados, todo demonio y toda destrucción. Ni más ni menos esto es la salvación del amor que Dios nos ha concedido. Y esto es en lo todos nosotros debemos creer con todo nuestro corazón… por el resto de nuestras vidas.
 
 

Ahora nosotros debemos seguir al Señor con nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu

 
Como ustedes y yo hemos recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, todos nosotros debemos estar agradecidos con Dios por bendecirnos al poder entrar a la iglesia y seguir estando con Él. Sin embargo, si ustedes no dan gracias al Señor y no lo siguen a pesar de recibir la remisión de los pecados, entonces aún más demonios los visitarán y atormentarán. Si esto sucede, ustedes van a sufrir aún más que antes y serán destruidos al final. Esto es cierto para todos en el mundo. Es por eso que siempre debemos estar agradecidos con Dios por su salvación. Debemos dar las gracias a Él y alabarlo en nuestras vidas para salvar tales inútiles y miserables personas como nosotros. Sin la salvación del Señor, no somos nada. Una vez nacidos en este mundo, todos deben encontrar al Señor, o de lo contrario, la vida es inútil. Todos los que no encuentren el Señor, sólo se están destruyendo a si mismos con sus pecados y sus deseos carnales, y al final, serán maldecidos y lanzados al infierno junto con esos pecadores. Sin embargo, el Señor sabía del destino nuestro, y estaba tan lleno de amor y tenía tanta piedad por nosotros, que nos otorgó su abundante misericordia. Salvándonos completamente de nuestros pecados cuando nos estábamos ahogando en ellos, el Señor nos ha dado la gloria de entrar en el Reino de Dios.
Ahora entonces, pido a todos y cada uno de ustedes el creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como su salvación. Cada vez que ustedes escuchen la Palabra de Dios, no sólo lo hagan con la cabeza pero acéptenla en su corazón, re-examinen su corazón ante Dios con esa Palabra y confiesen su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque innumerables personas de todo el mundo asisten a la iglesia y profesan creer en Dios, realmente muy pocos de ellos han aceptado su amor de salvación en sus corazones, con una clara comprensión del Evangelio del agua y el Espíritu que fue dado por el Señor. No les quedan muchas oportunidades. ¿Creen que la Iglesia de Dios estará aquí por siempre? ¿Creen ustedes que los siervos de Dios quienes ven ahora estarán siempre con ustedes? No, ese no es el caso. Por lo tanto, les pido que crean en la Palabra de Dios ahora en este momento, cuando los siervos de Dios están todavía ante sus ojos, y la voluntad de Dios y su Palabra se predica a través de estos siervos.
Ahora es el momento de su salvación. Crean en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora mismo. No puede haber otra oportunidad. Si creen que no son una persona inútil o si creen que fueron salvados a pesar de que no eran realmente una mala persona, recapaciten justo en este momento y examínense a si mismos honestamente. Y reconozcan que son el hombre poseído por el demonio de acuerdo con el pasaje de las Escrituras de hoy.
Todos nosotros, mis compañeros creyentes, somos esencialmente, de una sarta de malhechores. Hemos sido condenados a estar poseído por el demonio a lo largo de nuestra vida entera y seguir sólo nuestros propios deseos carnales, sólo para entrar en el camino de la destrucción. Éramos completamente incompetentes para recibir las bendiciones del Dios Santo. Sin embargo a pesar de ello, Dios tuvo piedad de nosotros y nos dio su amor, lo que nos salva perfectamente de todos estos pecados de los que nunca podríamos escapar solos. Debemos creer en esta Verdad. Y debemos servir al Señor nuestro Salvador y el Evangelio que nos ha dado. Vivir nuestras vidas así en acción de gracias, es la única manera con la que podemos pagarle al Señor por salvarnos.
Piensen en ello. ¿Tenemos algún mérito en lo absoluto? ¡No, no tenemos ningún mérito en absoluto! No tiene sentido el compararnos entre nosotros mismos, porque somos todos iguales ante Dios, desprovistos de cualquier derecho. Eso es, precisamente, por lo qué debemos encontrar al Señor. Estamos tan llenas de pecado que a menos que encontremos al Señor y seamos salvados por Él, estamos destinados a ser destruidos al final. ¿Puede alguno de nosotros entonces permitirse el no creer en Dios? ¿Pueden todavía negarse a seguir la justicia del Señor por la fe a pesar de esto?
Porque todos nacimos como una sarta de malhechores, incluso si hemos recibido la remisión de los pecados, a menos que sigamos el Señor y le sirvamos a Él, estamos obligados a actuar atrozmente como el hombre poseído por el demonio. Si no atendemos el Evangelio del agua y el Espíritu, realmente acabaremos practicando iniquidad, incluso más de lo que antes de haber recibido la remisión de los pecados. Está escrito en Lucas 11:24-26: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: ‘Volveré a mi casa de donde salí’ Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre es peor que el primero.” Si salimos al mundo una vez más después de encontrar al Señor, entonces, aún más malos espíritus entrarán en nosotros y les servirá más que nunca, y por lo tanto en última instancia, terminaremos la vida como esclavos del diablo. Estaríamos en una situación mucho peor que antes de creer en Jesús.
No estoy diciendo esto para asustar a ustedes, sino porque muchas personas realmente sucumbieron, hacia este triste destino. Tengo plena confianza en que ninguno de nosotros aquí reunidos terminarán como estos tipos de personas. Así que demos siempre gracias al Señor por venir por el Evangelio del agua y el Espíritu y salvarnos, y sigamos todos con nuestras vidas en este mundo por nuestra fe en el Señor, sirviendo y siguiéndolo… por el resto de nuestras vidas.