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Sermones

Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 8-4] Confesemos la verdadera fe ante Dios (Marcos 8, 27-38)

Confesemos la verdadera fe ante Dios(Marcos 8, 27-38)
«Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno. Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles».
 
 
Hace mucho que no nos vemos. El Día del Señor ha pasado y hoy es miércoles. Parece que ha pasado mucho tiempo desde que les vi, lunes, martes y miércoles parece mucho tiempo. 
Todavía nos queda mucho trabajo que hacer aunque parecía que fuese a terminarse pronto, pero tenemos que publicar el tercer libro de nuestra serie de libros cristianos. Nuestros editores nos han informado que están preparando la prensa hoy. Después de imprimir, hay que inspeccionar la encuadernación temporal. Después hay que revisar esta copia desde el principio para terminar el trabajo de publicación perfectamente, pero tardaremos mucho si intentamos hacerlo demasiado perfecto e incluso podemos empeorar la calidad en algunos aspectos. Por eso estamos pensando en terminar aunque esté terminado hasta cierto punto. 
Hay santos que tienen varios tipos de dones en nuestra Iglesia, y veo que muchos de ellos no son arrogantes por tener dones, sino que son humildes. Los hermanos tienen mucho coraje y las hermanas son muy humildes. Así hacen todas las obras que se les han asignado aunque digan que no pueden hacerlas, y por eso estoy muy agradecido. Muchos hermanos y hermanas han trabajado mucho para publicar el tercer volumen de nuestra serie de libros cristianos. Sé que este libro está siendo publicado con el amor de muchos colaboradores. Algunos santos y trabajadores del ministerio han trabajado directamente en esta obra y otros han servido con cosas materiales. Todos hemos participado voluntariamente para servir a este ministerio literario. Para mí ha sido muy duro publicar este tercer volumen de nuestra serie. Todos hemos trabajado muy duro. Pero no quiero que nuestros esfuerzos cesen aquí, sino que quiero que la evangelización con el Evangelio de Dios continúe. Sé que debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu aún más rápidamente porque el mundo es muy oscuro hoy en día. 
 
 

Un mensaje de un lector de nuestros libros

 
Hoy he recibido un correo electrónico del extranjero antes de venir a predicar en nuestra Iglesia. Este correo es de Maria Chejib, secretaria del Presidente de la Universidad Vista de Sudáfrica. Todas las cartas y los correos electrónicos enviados al Presidente pasan por su secretaria, y ella vio el correo que le enviamos al Presidente acerca de los libros gratuitos sobre el Evangelio del agua y el Espíritu. La secretaria dijo que ha leído dos de nuestros libros y que ha pedido más. Esta mujer, llamada Maria, ha trabajado mucho en la misión. El contenido traducido del correo dice lo siguiente: 
«No sabía lo importante que era saber por qué Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Sin embargo, estos libros me han hecho entender lo que la Biblia tiene que decir acerca de nacer de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Al final he podido entender el Evangelio del agua y el Espíritu que antes no conocía aunque había ido a la Iglesia durante mucho tiempo. Quiero compartir estos libros con otras personas que nunca han oído hablar de este Evangelio. Y así me he dado cuenta de que debo hablar a mis amigos cristianos acerca de este Evangelio para que ellos también puedan nacer de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu como yo. Ahora sé que he recibido la salvación completamente. Tengo las llaves para la salvación. He nacido de nuevo por el bautismo de Jesús y su muerte en la Cruz. Mi Salvador está vivo».
Este correo contenía estos comentarios. Queridos hermanos, ¿han oído lo que les he dicho? No sé mucho acerca de África, pero sé que algunas regiones en África se encuentran en un estado deplorable. Algunas regiones son muy peligrosas por la pandemia del SIDA y el crimen. El 30% de la población de Zimbabwe está infectada por el SIDA y muchas personas están muriendo por culpa de esta enfermedad. Como este país es tan pobre, quiero que el Evangelio del agua y el Espíritu llegue allí cuanto antes para poder salvar a muchas personas. 
 
 

¿Quién dicen que es Jesucristo?

 
En el pasaje de las Escrituras de hoy Jesús les preguntó a sus discípulos: «Quién dicen los hombres que soy yo?». Los discípulos contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». Entonces él les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo». Entonces Jesús dijo que era Dios Padre quien le hizo saber a Pedro que era el Cristo. Esta confesión: «Eres el Cristo» es corta, pero es una confesión que demuestra de manera concisa y significativa que el Señor es nuestro Salvador. 
La mayoría de los israelitas que vivían en tiempos de Jesús pensaban que era uno de los profetas del Antiguo Testamento, pero Jesús era su Salvador. Incluso ahora mismo muchos judíos piensan en Jesús como uno de los profetas del Antiguo Testamento en vez de como el Hijo de Dios. Por tanto, es muy difícil predicar a los israelitas que Jesucristo es el Hijo de Dios y el Salvador de toda la humanidad. Tampoco reconocen las Escrituras del Nuevo Testamento porque no reconocen que Jesús es el Cristo. Todavía están esperando a su Salvador porque piensan que el Antiguo Testamento es todo lo que hay. No saben que Jesucristo ha venido a este mundo y ha salvado a todos los pecadores para siempre por el Evangelio del agua y el Espíritu y que fue resucitado de entre los muertos y ahora está sentado en el trono en el Cielo. Pero a pesar de todo esto están esperando al Salvador. 
Están esperando al Mesías aunque el Mesías, Jesucristo, ya ha venido y ha cumplido su salvación justa como Hijo de Dios encarnado. Por tanto, para poder predicar el Evangelio a los israelitas debemos decirles primero que Jesús es el Mesías, el que han estado esperando. Así conocerán la verdadera fe de salvación. Pero estoy seguro de que los israelitas aceptarán pronto en sus corazones el Evangelio del agua y el Espíritu y creerán en él. Hoy en día los israelitas siguen pasando sus pecados a una ofrenda de sacrificio mediante la imposición de manos. Cortan el cuello del animal y esparcen su sangre el día de la Expiación todos los años. Pero si aceptasen que Jesús es el Mesías que han estado esperando, recibirán la salvación de sus pecados al creer en que Jesús vino como el Cordero de Dios gracias al bautismo que recibió de Juan el Bautista y su muerte en la Cruz. 
Jesús les preguntó a sus discípulos: «Quién dicen los hombres que soy yo?». Los discípulos contestaron: «Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». Esos israelitas no creyeron que Jesús fuese el Mesías o el Hijo de Dios. ¿Quién es este Juan el Bautista? Un siervo de Dios. ¿Y quién era Elías? Era también un siervo de Dios. Eran profetas o siervos de Dios, no el Mesías como Jesús. Aún así, el pueblo de Israel de aquel entonces consideraba a Jesús un profeta o un siervo de Dios. 
Pero sin embargo Pedro confesó: «Eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo» (Mateo 16, 16). Pedro dijo que Jesús es el Hijo de Dios y el Cristo. Pedro sabía a través la revelación que Jesús es el Hijo de Dios Padre y el Cristo. Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre su cuerpo para siempre mediante el bautismo, murió en la Cruz y resucitó de entre los muertos, y es el verdadero Salvador que nos ha salvado completamente. La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu está contenida en esta confesión breve de Pedro. 
La palabra Cristo significa rey ungido (Daniel 9, 26, Juan 1, 41). En el Antiguo Testamento, los reyes, sacerdotes y profetas podían ser ungidos con aceite. En Israel se ponía aceite en la cabeza de la persona ungida para nombrarle rey, profeta o Sumo Sacerdote. Dios Padre llamó a su Hijo Jesucristo porque nos salvó de los pecados. Por tanto, nuestro Señor vino a este mundo y se convirtió en nuestro Rey, Profeta y Sumo Sacerdote celestial que tomó todos nuestros pecados sobre su cuerpo al ser bautizado. Vino a este mundo como Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos y tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo. El Señor nos salvó a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu para siempre al cumplir estas tres funciones: de Rey, Sumo Sacerdote y Profeta. Por tanto, Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, Maestro y Salvador que nos ha salvado de todos los pecados del mundo mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús es el Profeta de la Verdad que nos muestra por qué nacimos en este mundo y qué es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que nos salva de todos los pecados. El Señor vino a este mundo como Sumo Sacerdote del Cielo y tomó todos nuestros pecados en vez de pasarlos a un cordero o cabra como en el Antiguo Testamento. El Señor se convirtió en la propiciación al tomar los pecados del mundo mediante el bautismo de Juan el Bautista. 
Cuando Jesús estaba muriendo en la Cruz, Pilato escribió en la Cruz: «JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS». Entonces los israelitas pidieron que no escribiese Rey de los judíos aunque Jesús hubiese dicho que era el Rey de los judíos. Pero Pilato contestó: «Lo que he escrito, he escrito» (Juan 19, 21). Pero Jesús es el verdadero Rey de todos los reyes y el Maestro de todo el universo. 
Una persona que conoce la justicia de Jesús hoy en día es una persona que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos dio. Para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesucristo es el verdadero Sumo Sacerdote, el Creador que hizo el universo, y el Juez que vendrá. Jesús volverá a este mundo, resucitará a los santos que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos llevará a su Reino de los Cielos. Viviremos eternamente con nuestro Salvador en el Reino de Dios. Jesús es nuestro Dios y el Sumo Sacerdote que tiene este poder. Jesús es el Rey que vive con nosotros y reina sobre nosotros eterna y justamente. No sé qué piensa de Jesucristo una persona que no cree, pero Jesucristo es el Rey de reyes, el Salvador de la humanidad, y el Juez eterno. 
La Palabra de las Escrituras es la Palabra de Jesucristo. El Antiguo Testamento profetiza que Jesús volverá y nos salvará de todos nuestros pecados, y el Nuevo Testamento habla de cómo se cumple esa promesa del Antiguo Testamento. La Palabra de Dios no solo contiene esas promesas, sino también política, economía, cultura, ciencia, futuro, presente, pasado, sentido de la vida humana, etc. Por eso una persona puede recibir la remisión de los pecados si conoce la Palabra correctamente y recibe el Evangelio del agua y el Espíritu.
Nosotros debemos vivir en estos últimos días con esta confesión sincera de fe como la de Pedro. Queridos hermanos, ¿tienen esta fe auténtica en sus corazones? Debemos vivir con esta confesión de fe. Mientras vivimos esta vida tan corta, debemos creer que Jesús es el Rey de reyes, el Sumo Sacerdote, y el Profeta. Por otro lado, si no creemos en la justicia de Jesucristo y la rechazamos, seremos destruidos eternamente. No quiero que sean como estas personas insensatas que ofenden e ignoran la justicia de Dios. 
 
 

Deben tener en su corazón la confesión de fe que dice: «Jesús es el Cristo».

 
Cuando Pedro hizo la confesión de fe auténtica ante Jesús, dijo: «Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos» (Mateo 16, 19). Jesús dijo que le daría las llaves del Reino de los Cielos a Pedro por confesar la fe verdadera. 
Queridos hermanos, ¿qué son las llaves del Reino de los Cielos? Es el Evangelio y la fe que limpia los pecados de todo el mundo. ¿Qué tipo de Evangelio nos hace entrar en el Reino de los Cielos? Es el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Evangelio es el Evangelio del Señor, quien tomó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista, ser crucificado, derramar Su sangre en la Cruz y ser resucitado de entre los muertos. La llave del Cielo es la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor cumplió. Por eso necesitamos esa fe que dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16, 16). Esta es la fe verdadera que cree que el Señor es el Hijo de Dios, nuestro Rey y el Salvador que vino a este mundo como Sumo Sacerdote del Cielo. Por eso Jesús tomó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado hasta morir en la Cruz por los pecados con los que cargó, y fue resucitado de entre los muertos al tercer día después de morir en la Cruz. Creer que el Señor nos ha salvado de los pecados del mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu es la verdadera fe. Jesús es Dios y tomó todos los pecados del mundo sobre sí mismo, los borró para siempre y nos dio una vida nueva. El Señor sabe el principio y el final de todas las cosas y las controla. Cuando Pedro confesó esta fe, Jesús le confió la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la llave del Reino de los Cielos. 
¿Tienen fe en que deben creer y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? El Señor se convirtió en nuestro Salvador y la obra que cumplió es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro Salvador es Jesucristo. ¿Tienen fe en que el Señor es el Cristo, el Hijo del Dios viviente? 
Nuestro verdadero Salvador es Jesucristo. Debemos tener esta fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu para poder hacer esta confesión de fe. Debemos tener esta fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones. Queridos hermanos, esto no significa que tengan el conocimiento y la fe del Evangelio del agua y el Espíritu solo porque crean en Jesús como su Salvador. Hay muchas personas que van a la iglesia y creen en Dios sin saber que Jesucristo ha salvado a toda la humanidad por el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque algunas personas han oído que Cristo significa el Ungido, muchas de ellas no saben que Cristo nos salvó al tomar nuestros pecados, y al derramar su sangre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que cuando les pregunto: «¿Qué significa el Ungido?» solamente murmuran respuestas incorrectas. Por tanto, podemos decir que solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu conocen el significado de la confesión: «El Señor es el Cristo, el Hijo del Dios vivo». Dicho de otra manera, la fe en que el Señor tomó todos los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan, murió en la Cruz y resucitó de entre los muertos, es la fe que puede confesar: «El Señor es el Cristo». 
 
 

¿Han creído que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación?

 
¿Creen que el Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la salvación? Si es así, ¿creen que Jesús es el Hijo de Dios que creó el universo y el Salvador que borró todos nuestros pecados para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu? La fe de las personas que tienen las llaves del Reino de los Cielos es la fe que cree que el Señor tomó todos nuestros pecados para siempre y nos salvó mediante el bautismo que recibió de Juan el Bautista, su sangre en la Cruz, y su resurrección de entre los muertos. Los que somos así hemos recibido la remisión de los pecados del mundo. 
Para esto Jesús hizo que supiésemos que somos pecadores malvados a través de la Ley de Dios. Y resolvió el problema de nuestros pecados que nosotros no podíamos resolver, y así completó nuestra salvación. Y el Señor nos enseñó cómo borró nuestros pecados y así pudimos convertirnos en hijos de Dios al recibir la salvación de todos nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos recibido la gracia de la salvación para siempre al creer en este Evangelio verdadero que Jesús nos dio. Hemos cumplido los requisitos para entrar en el Reino de los Cielos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos las llaves de Reino de los Cielos si tienen la fe que confiesa: «Señor, eres el Cristo». 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús escuchó la confesión de fe de Pedro y les dijo a sus discípulos que no le dijeran esto a nadie y que pronto sufriría la muerte a manos de los sacerdotes, los ancianos y los escribas de este mundo. Y dijo claramente que resucitaría de entre los muertos al tercer día. 
Sin embargo, Pedro intentó parar a Jesús para que no hiciese esta obra. Pedro protestó diciendo: «Eres el Cristo. ¿Por qué dices que vas a morir? ¿Por qué te van a matar?». Pedro tenía un espíritu fuerte e intentó evitar que Jesús muriese en la Cruz. Desde nuestro punto de vista humano debería haber sido condenado por su lealtad a Jesús. 
Sin embargo, Jesús reprendió a Pedro diciendo: «¡Quítate delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres». ¿Por qué llamó a Pedro Satanás? ¿Creen que dijo esto porque Pedro era realmente Satanás? Jesús dijo esto porque Pedro pensaba en las cosas del hombre y no las cosas de Dios. Satanás estaba intentando convencer a Jesús para que no cumpliese la obra de derramar su sangre en la Cruz por nosotros al provocar estos pensamientos carnales en Pedro. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos así también. No debemos pensar en las cosas del hombre, sino que debemos pensar en las cosas de Dios. Si pensamos en las cosas del hombre nos convertiremos en esclavos de Satanás. Pedro era una persona impaciente, con un temperamento fuerte, pero Jesús le llamó Satanás porque había intentado parar la obra que estaba haciendo. El Señor hizo una clara distinción entre la obra del hombre y la obra de Dios y dijo que una persona debe negarse a sí misma y cargar con su cruz para seguirle. Sé que todos ustedes entienden esta Palabra. 
 
 

Debemos negarnos a nosotros mismos y seguir al Señor para vivir una vida espiritual

 
Muchas veces es difícil negarse a uno mismo porque nuestra carne es tan fuerte. Esto se debe a que no podemos seguir a Jesús si no negamos nuestra carne. No podemos seguir al Señor si no negamos nuestros pensamientos carnales, ya que nuestros pensamientos carnales y los pensamientos del Señor son completamente opuestos. Por tanto, debemos negarnos a nosotros mismos para seguir al Señor. 
Y el Señor también dice que quien esté avergonzado de creer en Jesús y en la Palabra que nos ha dado en esta generación adúltera y pecadora, Él se avergonzará de esa persona cuando venga a este mundo en toda la gloria del Padre con los ángeles santos. Está escrito: «Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles» (Marcos 8, 38). Jesús dijo muchas cosas cuando estaba en este mundo, y nosotros cargamos con nuestra cruz, nos negamos a nosotros mismos, y seguimos a Jesús si de verdad creemos en las obras que Jesús ha hecho y las Palabras que nos ha dado. Y creemos en el Evangelio y conseguimos muchas cosas por nuestra fe. Sin embargo, si no tienen fe, o tienen fe pero desechan las Palabras de Jesús intencionadamente para seguir los deseos carnales, y están avergonzadas de creer en Jesús ante la gente del mundo, Jesús se avergonzará de ustedes. Si no tienen fe en la salvación que dice: «El Señor es el Cristo, el Hijo del Dios vivo», o están avergonzados de las Palabras que Dios ha hablado, Él también estará avergonzado de ustedes cuando vuelva a este mundo con la gloria del Padre y juzgue al mundo sentado en el Tono del juicio. 
Creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y seguir al Señor es algo que debemos hacer en nuestras vidas. El Señor dijo en Marcos 8, 35: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará». Pueden recibir la vida eterna, salvación y bendiciones si creen en Él. Pueden recibir todo lo que el Señor les da si creen en la Palabra de Dios. Pero, ¿qué pasa si no creen en su Palabra y la rechazan y están avergonzados y se alejan de ella? Esto significa que perderán su vida. Estarán malditos eternamente. Lo mismo pasa con la vida siguiente. Jesús también está avergonzado de estas personas y no quiere que este tipo de persona entre en el Reino de Jesús. Entonces, ¿no significa esto la muerte eterna? Sí, una persona así será destruida para siempre. 
El Señor dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Marcos 8, 34). Conocemos bien esta Palabra. Sin embargo, a veces es difícil seguir al Señor si pasamos por una situación difícil. En ese momento, debemos negarnos a nosotros mismos aún más y seguir al Señor cargando con nuestras cruces. No podemos seguir al Señor sin estar en una situación difícil o sin negarnos a nosotros mismos. Y es imposible recibir la salvación sin seguirle de esta manera. 
En muchas partes en las Escrituras, el Señor habló sobre la fe que nos ayuda a superar las dificultades del fin de los tiempos. Una de las cosas que ocurrirán en el final de los tiempos es que muchas personas traicionarán la fe. Esto significa que muchos creyentes dejarán la Iglesia y la obra de unirse a la Iglesia y de servir al Evangelio, y seguirán sus pensamientos carnales que dicen: «Estoy tan cansado. Esto es muy difícil. Pero ¿tengo que seguir al Evangelio de esta manera cuando el mundo es tan difícil? Es cierto que este Evangelio es auténtico, pero ¿tengo que seguirlo así?». El Señor dijo que estas cosas ocurrirían sobre todo en estos últimos días. Y estas cosas están ocurriendo en la Iglesia nacida de nuevo ahora mismo. 
Si hay una persona entre nosotros que haya traicionado la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y está siguiendo otro evangelio, Dios no perdonará a esta persona. La Iglesia de Dios puede advertir a esta persona un par de veces, pero no puede hacer nada si esta persona no cambia ni vuelve al Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Quién puede parar a una persona así si dice que este Evangelio no lo es todo y solo quiere ganar dinero y vivir con prosperidad carnal? Sin embargo, todas las necesidades básicas de comida y hogar se resuelven al servir el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. 
El Señor dijo en el Evangelio de Mateo 18, 15-17: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano». Este pasaje dice que debemos tratar a estas personas como gentiles si no nos escuchan después de haberles advertido uno o dos veces, y si no escuchan la advertencia de la Iglesia. ¿Cómo podemos hacer que esta persona no se vaya de la Iglesia porque no quiere servir al Evangelio del agua y el Espíritu? Cuando preguntamos: «¿No os gusta esto? ¿No creen que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad?» y la persona responde: «No creo que solo el Evangelio del agua y el Espíritu sea el Evangelio verdadero de salvación», entonces la Iglesia no intentará pararle. Le advertiríamos un par de veces más, pero incluso Dios no puede frenarle si dice: «El Evangelio del agua y el Espíritu no es la Verdad de salvación». Cuando no dejamos que estas personas se vayan, estamos poniendo en peligro a las ovejas que se han confiado a estas personas. El Señor dijo: «De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo» (Mateo 18, 18). Si una persona niega a Jesús, niega al Evangelio, y desecha la Palabra de Dios, Jesús tratará a esta persona de la misma manera. Estoy compartiendo esta Palabra porque es la Palabra escrita, no porque haya alguien así entre nosotros. 
Es muy difícil para mí. No sé cuándo llegará el fin de este mundo. Sin embargo, una cosa que puedo decir es que no tenemos mucho tiempo para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Podemos predicar este Evangelio del agua y el Espíritu fácilmente solo durante unos pocos años. Será muy difícil predicarlo cuando este período de paz pase. Esto se debe a que este mundo será más malvado y difícil. El Señor dijo: «Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin» (Mateo 24, 14). Esto significa que llegará el momento en que habrá calamidades en este mundo y que el retorno del Señor estará cerca, si hemos predicado el Evangelio por todo el mundo. No sé específicamente en qué año, mes y día volverá el Señor. ¿Cómo puedo saberlo? ¿Soy Dios? El Señor dijo que solo Dios Padre lo sabe. Pero podemos saber que este día está cerca según lo que dice la Palabra del Señor. 
Estoy contando los días para que llegue diciembre. Espero que el año nuevo llegue pronto. Este año ha sido bastante difícil y por eso es tan duro esperar que llegue diciembre. No sé por qué este año ha sido tan difícil. ¿Sienten lo mismo? Solo una persona sentada al fondo dice que sí. Parece que no hay muchas personas que piensen que este año haya sido difícil porque todavía quedan muchas cosas que hacer. De todas formas, debemos seguir trabajando duro aunque sea difícil, y trabajar aún más duro si no es tan difícil. 
Debemos negarnos a nosotros mismos, cargar con nuestras cruces, y seguir al Señor aunque seamos débiles. Cuando vivimos una vida así continuamente, podemos seguir al Señor por el camino justo. Nadie puede negarse a sí mismo de repente. Encontramos estos momentos cuando nos negamos a nosotros mismos mientras vivimos y experimentamos diferentes cosas en este mundo, y gradualmente estamos más acostumbrados a estas dificultades. Negarse a uno mismo es difícil, pero podemos negarnos a nosotros mismos porque tenemos el Espíritu Santo en nuestros corazones. No pueden vivir negándose a sí mismos y siguiendo la Cruz si no tienen el Espíritu Santo en sus corazones. 
Los que creen en el Evangelio de la remisión de los pecados y la Palabra de Dios reciben el Espíritu Santo en sus corazones. Por tanto, negarse a uno mismo es posible cuando se sabe que tenemos pensamientos incorrectos por el poder del Espíritu Santo y se reconoce que son incorrectos. Podemos seguir al Señor si nos negamos de esta manera. Y podemos cumplir esta obra difícil y seguir al Señor correctamente porque el Espíritu Santo está dentro de nosotros aunque estemos en una situación difícil mientras le seguimos. Podemos seguir al Señor gracias a Él. Sin embargo, Dios está avergonzado de los que se levantan contra el Señor con su terquedad y sus pensamientos, se avergüenzan de Él y desechan su Palabra. Por eso, quiero que vivan su fe diciendo: «Señor, eres el Cristo». 
Queridos hermanos, oremos por la traducción de nuestros libros para que esta tarea de publicar se complete antes de diciembre. Quiero orar por esta obra. Si el tercer libro de nuestra serie de libros cristianos se publica antes de enero, podremos cosechar diez y cien veces más almas que este año. Como está escrito: «De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Juan 12, 24), debemos sacrificarnos para predicar el Evangelio. 
El Evangelio está siendo predicado aún más rápidamente por todo el mundo. La evangelización del Evangelio está yendo cien veces más rápida que antes. Por tanto, debemos vivir con fe y esperanza en que la Gran Comisión se completará rápidamente. Queridos hermanos, ¿quién vendrá cuando la predicación del Evangelio llegue a todo el mundo? El Señor. ¿Creen que el Señor vendrá? ¿Será maravilloso cuando vuelva el Señor? Nuestro gozo será enorme. Todo lo que nuestros corazones desean se cumplirá cuando vuelva el Señor. Este día no está lejos. 
No quiero mencionar el nombre, pero cierto hermano nuestro dijo que quiere comer todo lo que pueda cuando vuelva el Señor. Le pregunté qué quiere hacer en el Reino Milenario cuando vuelva el Señor y reine sobre nosotros, y dijo que quiere comer todo lo que pueda sin preocuparse de su figura. Además, cierto hermano que dejó la Iglesia dijo que quería tener una relación romántica. Pero ¿podrá tener una relación romántica en el Reino Milenario? ¿Qué relación romántica vamos a tener si los ángeles y los humanos tendremos el mismo género? Este tipo de relaciones es posible cuando nuestros corazones sienten este tipo de deseos como ahora, pero no creo que sea posible tener una relación romántica en el Milenio porque nuestros corazones estarán en un estado consagrado. 
Sin embargo, lo que está claro es que todos nuestros deseos se cumplirán. Sean cuales sean sus deseos, se cumplirán. Recibiremos cosas que son incluso más grandes que nuestros deseos. Esto suena a cuento de hadas, pero es verdad. ¿Creen en esto? Sí, yo también creo. Esta es la esperanza que tenemos. Esta esperanza se cumplirá. Esta esperanza se cumplirá cuando vuelva el Señor. Así que debemos predicar el Evangelio con un corazón que espera que el Señor vuelva pronto. 
Una persona que no quiere que el Señor vuelva rápidamente porque ama este mundo tanto, debe vivir en este mundo incluso después de que el Evangelio del agua y el Espíritu se predique por todo el mundo y nosotros seamos llevados con el Señor. En ese momento los cuerpos humanos serán destruidos porque serán expuestos a calamidades como la radioactividad de las guerras. Vivan en este mundo si quieren. Yo voy a seguir a Jesús y vivir en el Reino de los Cielos. 
En el Libro de Hebreos 10, 37, el Señor dijo: «Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará». Por tanto, debemos vivir con esperanza. Queridos hermanos, es difícil vivir por el Evangelio, ¿no? Creo que todo el mundo piensa así. Pero el Evangelio será predicado por el mundo entero en poco tiempo. Entonces el Señor volverá. Debemos esperar ese momento. Debemos reunir nuestras fuerzas una vez más y vivir con poder. Y debemos confesar nuestra verdadera fe y hacer la obra de predicar el Evangelio. Hemos hecho muchas obras hasta ahora, pero hay mucho trabajo que hacer todavía.