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Sermones

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-9] ¡Hemos recibido las bienaventuranzas! (Mateo 5:1-16)

(Mateo 5:1-16)
«Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
 
 
El domingo pasado tuvimos una comunión espiritual basada en el capítulo 5 del Evangelio de Mateo. El pasaje de las Escrituras de hoy está sacado del capítulo 4 de Mateo, que es conocido como las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. Nuestro Señor nos dice aquí qué tipo de persona es la más bendita en el mundo.
Antes de empezar a predicar acerca de este pasaje de las Escrituras quiero que sepan que lo primero que hizo Jesús en Su vida pública fue ir al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista para tomar los pecados de toda la raza humana. Poco después de esto fue al desierto guiado por el Espíritu Santo. No comió nada durante 40 días y fue tentado por Satanás. Fue probado con todas las tentaciones físicas que una persona puede tener. Allí venció todas las tentaciones por fe en Dios Padre y en Su Palabra. En cuento averiguó que Juan el Bautista había sido encarcelado fue a Galilea. Desde entonces empezó a predicar diciendo: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15). Como he dicho el Señor fue bautizado por Juan el Bautista primero, después ayunó en el desierto durante 40 días y después venció las tentaciones de Satanás por fe en Dios y Su Palabra. Entonces solo dijo: “Arrepentíos, pues el Reino de Dios está al caer” y después se fue a Nazaret y Galilea.
¿Por qué llamó el Señor a los israelitas al arrepentimiento? Porque entendía completamente la historia y la situación de la nación de Israel. Los israelitas habían sustituido a Dios con becerros de oro durante casi mil años. Siguieron los pasos del pecado de servir a los becerros de oro como hizo Jeroboam. Incluso durante los días de Jesús bajo el poder colonial del Imperio Romano, muchos israelitas no habían temido a Dios y servían a ídolos. Por tanto, Jesús les dijo que se arrepintieran de sus pecados y volviesen a Dios para recibir la remisión de sus pecados.
Como podemos ver en el pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús llamó primero a cuatro discípulos. Estos eran Simón (también conocido como Pedro), Andrés, Santiago y Juan. Entonces llamó a otras personas como Sus discípulos. Jesús los llevó con Él cuando predicó, curó a los enfermos y dio fuerzas a los débiles. Por eso más y más gente se unió a la multitud que le seguía.
Hasta el momento en que Juan el Bautista había empezado a gritar en el desierto no había habido ningún siervo verdadero de Dios. Juan el Bautista gritó a los israelitas: “Arrepentíos, raza de víboras”. Y Jesús también gritó a los israelitas este mismo mensaje de arrepentimiento. Los israelitas no habían conocido a ningún siervo de Dios durante cuatrocientos años que gritase este mensaje de arrepentimiento. Mientras tanto, Jesús visitó a los pobres y les dio de comer y sanó a los enfermos. Naturalmente, multitud de personas empezaron a seguir a Jesús. En otras palabras, el ministerio de Jesús empezó a florecer desde entonces. Los primero 29 años de la vida de Jesús en el mundo pueden verse como un período de preparación para Su vida pública; y Su ministerio salió a la luz cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, venció las tentaciones de Satanás, llamó a Sus discípulos y sanó a los enfermos mientras predicaba la Palabra de Dios.
En el pasaje de las Escrituras de hoy Jesús está enseñando a una multitud de personas en el monte. A través de este pasaje de las Escrituras debemos averiguar la definición de las bendiciones de Dios.
 
 

“Bienaventurados los pobres de Espíritu”

 
Está escrito: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mateo 5:3).
Lo que Jesús dijo aquí no es solo para los israelitas, sino también para toda la gente del mundo. No es una bendición para nuestros cuerpos, sino para nuestros corazones. Durante mil años el pueblo de Israel buscaba solo su prosperidad física después del ejemplo de pecado de Jeroboam. Solo estaban interesados en satisfacer los deseos de sus cuerpos, hacerse ricos, tener poder y cosas similares. Por eso el Señor declaró primero que los pobres de espíritu estarían benditos porque el Reino de los Cielos es Suyo. Esto era exactamente lo contrario a lo que habían oído en el pasado. ¿Cómo pueden los pobres de espíritu ser benditos? Heredarán el Reino de los Cielos. En otras palabras, los que se presentan ante Dios para conseguir el Reino de los Cielos deben tener un espíritu pobre. Dios quiere a los pobres de espíritu, los que no se contentan con las cosas del mundo; no quiere a la gente del mundo, a los que van ante Él para poseer aún más cosas carnales. Sin embargo, entre los cristianos de hoy en día muchas personas van al Señor para estar aún más bendecidos en las cosas del mundo como la propiedad, el prestigio y el poder. Sin embargo Dios no bendice a esta gente carnal sino que bendice a los que van a Él para recibir bendiciones espirituales porque sus corazones no pueden estar satisfechos con las posesiones del mundo. ¿Cuál sería la verdadera bendición? El Reino de los Cielos. Dios prometió el Reino de los Cielos a los pobres de espíritu. El Reino de los Cielos es para estas personas.
Está escrito en Mateo 5:10:
«Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos».
Mientras leo el Nuevo Testamento me doy cuenta a veces de que algunas palabras en las Escrituras son diferentes a mis ideas fijas. Mateo 5:10 es un ejemplo. Lo que significa este versículo es que los que han sido perseguidos por la justicia están verdaderamente bendecidos. Los que han sido perseguidos por la justicia de Dios pueden ir al Cielos. El Reino de los Cielos es para los que han sido perseguidos por la justicia. Benditos los que han sido perseguidos mientras predican la justicia de Dios. Los que han sido perseguidos por la justicia de Dios heredarán el reino de Dios.
Sin embargo, para algunas personas este versículo puede resultar difícil de entender. “¿Es el Reino de los Cielos solo para los que han sido perseguidos?”. La respuesta es no. Este versículo no implica que nuestras obras garantizarán un billete de ida al Cielo, sino que significa que el Reino de los Cielos es para los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu que eliminó nuestros pecados.
El Señor no bendice a la gente que busca sus deseos carnales solamente y vive según sus deseos físicos incluso después de recibir la remisión de los pecados. En este momento hay muchas personas en este mundo que están esperando escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de los siervos de Dios. Por desgracia muchas personas se han ido al mundo incluso después de ser libradas de todos los pecados del mundo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y de recibir tareas muy importantes en la Iglesia de Dios.
Pero a pesar de esto Dios nos promete darnos el Reino de los Cielos a los que somos pobres de espíritu y a los que hemos sido perseguidos por la justicia de Dios. Por tanto, debemos entender la voluntad de Dios desde el punto de vista de este versículo. Quien cree en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y Su sangre derramada en la Cruz puede recibir la remisión de los pecados sin falta.
Pero, ¿qué ocurrirá si una persona sigue buscando los deseos del mundo después de haber recibido la remisión de los pecados? Dios declaró que el Reino de los Cielos no es para estas personas. Al final no podrán entrar en el Reino de los Cielos. La diferencia entre los que han sido perseguidos por la justicia de Dios y los que no es la diferencia entre el Cielo y el infierno. Dios es el Dios de la justicia y sería el Dios de la injusticia si le diera el Reino de los Cielos a los que aman este mundo.
Cuando la gente se encuentra con siervos de Dios como el Apóstol Pablo los llaman necios y retrasados. ¿Por qué ridiculizan a estas personas de fe? Se burlan de ellos diciendo: “¿Por qué no viven en armonía con el mundo satisfaciendo sus deseos carnales mientras creen en Dios? ¿Por qué son tan fanáticos por Jesucristo?”. Los justos sacrifican su propia comodidad para servir al Evangelio. Algunos justos incluso arriesgan sus propias vidas para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando la gente del mundo nos mira a los que vivimos con nuestra fe piensan que nos pasa algo malo.
Sin embargo, Jesucristo dijo que los pobres de espíritu serán bendecidos porque heredarán el Reino de los Cielos. Y también dijo que los que han sido perseguidos por la justicia de Dios también heredarán el Reino de los Cielos. Yo estoy completamente de acuerdo con el Señor. ¿Y ustedes?
Hay una gran diferencia de bendiciones entre los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y los que no. Incluso entre los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, la diferencia en estas bendiciones es enorme, es decir entre los que han sufrido la persecución por la justicia del Señor y los que viven por sí mismos. La diferencia está en que unos heredan el Reino de los Cielos y otros no.
No tendría sentido que una persona fuese al Cielo después de vivir una vida egoísta y nunca predicase la justicia del Señor. No es justo que sean tratados igual que los ponen mucho esfuerzo en seguir al Señor y son perseguidos por la justicia de Dios. Dios nos distingue de estas personas egoístas. Entonces se podrán preguntar si podemos ir al Cielo por nuestras propias obras. Sin embargo, nuestras obras nunca serán condición suficiente para ir al Cielo, sino que debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu porque hemos recibido la remisión de los pecados al creer en este verdadero Evangelio.
Nuestros colaboradores en el extranjero están predicando este Evangelio con nosotros. Trabajan con nosotros para informar a la gente acerca de nuestra página web y distribuir nuestras publicaciones. Así que la gente que visita nuestra página puede tener comunión con nuestros colaboradores en sus países después de leer nuestros libros electrónicos y libros impresos. Recibimos varias respuestas después de que la gente reciba nuestros libros. Algunas personas dicen que no han terminado de leerlos, otras dicen que han terminado, pero no están de acuerdo. Y aún otras dicen que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad pero quieren seguir yendo a sus iglesias antiguas. Estas personas nos decepcionan. ¿Cómo pueden creer en este verdadero Evangelio pero negarse a unirse a nosotros? Puedo entender que son seres humanos débiles, pero les aseguro que hay una gran diferencia entre nosotros y ellos al final.
Vivimos para la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu en obediencia a la voluntad de Dios, porque creemos en la justicia de Dios. ¿Cómo nos sentiríamos si nos diésemos cuenta de que no hay ninguna diferencia en la recompensa de Dios después de recibir la remisión de los pecados? Nos sentiríamos decepcionados con el resultado porque habríamos sufrido mucho por la justicia de Dios aunque seamos seres humanos débiles también.
En el pasado me sentí un poco desalentado durante un tiempo. Me preguntaba a mí mismo si debía servir al Evangelio del agua y el Espíritu. También tenía deseos carnales así que había momentos en los que me sentía tentado a comprometerme con los pecadores cristianos. Quería seguir en contacto con mis antiguos compañeros del seminario teológico. Pero la verdad, mis queridos colaboradores, es que no podría haber predicado el Evangelio del agua y el Espíritu si hubiese mantenido una relación de amistad con ellos.
Los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu están llevando a otros por el camino de la destrucción sin saberlo. Me sentí responsable y por eso pasé muchas dificultades para predicar la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Mis amigos me decían: “Eh, amigo, sería mejor que no predicases el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo que predicas es la Biblia al 100%, pero la gente te va a odiar por predicar este Evangelio. No lo hemos aprendido como la verdad y nunca hemos escuchado a nadie predicar este Evangelio. Si sigues insistiendo que creamos en él y lo sigues predicando, no tendremos otro remedio que decirte que estás equivocado”. No quería dejarles de lado pero no podía comprometerme o dejar de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la razón principal por la que fui perseguido por estas personas. Por tanto ya no me hablo con ellos.
 
 

Jesús dijo: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos»

 
El Señor nos dijo que el Reino de los Cielos es para los que han sido perseguidos por la justicia de Dios. Esto es correcto. Las bendiciones de Dios para los que son perseguidos por la justicia de Dios son el Reino de los Cielos. Su recompensa es el Reino de Dios. Esta bendición queda reservada para los que sufrimos persecución y predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, ustedes, nuestros colaboradores en todos los países, no deben estar decepcionados con estas dificultades. Si están desalentados deberán darse cuenta de que yo y mis colaboradores en Corea ya hemos experimentado muchas de estas dificultades y decepciones. Antes de empezar el ministerio literario solía predicar el Evangelio del agua y el Espíritu individualmente al visitar a la gente de casa en casa y hablar con líderes cristianos. Como resultado, hice más enemigos. Así es como me sentí desalentado. Decidí empezar el ministerio literario porque predicar directamente a las personas individualmente no daba buenos resultados. Así que recogí mis cintas con sermones durante 10 años. Lo hice diligentemente. Cuando estimé que la cantidad de grabaciones eran suficientes empecé el ministerio literario con mis colaboradores.
Queridos hermanos colaboradores, sepan que no son los únicos que lo están pasando mal. Yo, y mis colaboradores en Corea, estamos siempre pasando muchas dificultades. Estamos sirviendo la voluntad de Dios a pesar de estas dificultades. ¿Se sienten solos? Yo también me sentía muy solo, cansado y perseguido. Pero ya no me siento solo porque ustedes están conmigo. Sin embargo, la gente del mundo es muy hostil conmigo aunque no les haya hecho nada malo. Aunque no haya hecho nada malo a estas personas, siguen difundiendo rumores acerca de mí. Por tanto, tienen que recordar que sus predecesores de la fe han sufrido muchas persecuciones antes que ustedes. Muchas personas justas están viviendo una vida feliz incluso cuando son perseguidas por predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Como fue perseguido durante tanto tiempo, sentí que era lo que tenía que hacer y lo consideré una bendición para una persona justa. Con esto en mente, tomé la firme decisión de vivir por la justicia de Dios. Todo lo que debemos hacer es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo por fe. Quien acepte este verdadero Evangelio será salvado, pero quien se niegue a aceptarlo será responsable de sus pecados. Muchas personas que aceptaron el Evangelio que hemos estado predicando han recibido su salvación por fe. Creemos que el Señor está planeando una obra de salvación por fe aún más grande. Por eso debemos entregar nuestro corazón a Dios y vivir por fe en la justicia de Dios. Este es el destino de los justos.
Queridos hermanos colaboradores en el extranjero, estén donde estén sirviendo a Dios, no se desalienten cuando prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestros colaboradores del extranjero también han recibido las bendiciones de Dios como nosotros. ¿Cuántas personas en su casa han recibido la remisión de los pecados? La Biblia dice que los que son salvados son pocos, como está escrito: «Y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion» (Jeremías 3:14). Sin embargo, disfrutarán de la gloria en el Reino de Dios después de ser perseguidos. Mientras tanto su fe y sus bendiciones se solidificarán a través de esta persecución por la justicia de Dios. Si acaban de recibir la remisión de los pecados al poner su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, también seguirán los pasos de los predecesores de la fe. Los que no hayan pasado por ese proceso todavía tendrán tiempo para que su fe crezca mientras caminan por el mismo camino que sus predecesores de la fe. La fe de los justos crece y son bendecidos cuando son perseguidos. El que su fe sea fuerte o no depende de ustedes: su fe puede reforzarse y su vida puede preservarse si aprenden a tener fe fuerte teniendo comunión con sus predecesores. Pero si no pasan por este proceso no podrán ser siervos de Dios. Los siervos de Dios pasan por este proceso. Pasarán por todo tipo de persecución y soledad. Por eso el Señor dijo que los que son perseguidos por la justicia están bendecidos. Van a ser perseguidos por la justicia de Dios. Nosotros tenemos el derecho de ser perseguidos por la justicia de Dios.
 
 

¿Qué dijo el Señor acerca de los que lloran?

 
Está escrito en Mateo 5:4: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». ¿Qué implica este versículo? Este versículo nos enseña a qué tipo de personas consuela Dios.
En este mundo hay persona con mucha riqueza y otras con poder y riqueza. ¿Acaso no mueren por tener valores sociales? Por mucho que posean, ninguno de ellos podrá vivir sin lamentar su realidad. Todos los hombres viven una vida lamentable. La gente lamenta ir por el camino de la destrucción por sus pecados.
Dios, por otro lado, dijo que los que lloran por sus pecados están bendecidos. Hay persona que lloran diciendo lo siguiente: “¿Por qué he vivido una vida tan maldita? Son estúpido por cometer estos pecados”. Estas personas que ven sus iniquidades y lloran por ellas dicen estar bendecidas. Dios consuela a los que lloran por sus insuficiencias.
Desde una perspectiva espiritual, muchas personas entre los creyentes de Jesucristo están adorando a becerros de oro. Lo que tiene gracia es el hecho de que no saben que han traicionado a Dios y lo están evitando. Cuando los cristianos siguen a los becerros de oro solo pueden ver las bendiciones del mundo pero se vuelven ciegos con su naturaleza básica. Sin embargo, cuando la gente llora por sus pecados recibe gran consuelo y bendiciones de Dios a través de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando vivimos con nuestra fe, la base de nuestra fe debe ser Dios, que es la Verdad. En otras palabras, debemos vivir nuestra fe basándonos en la ley de la justicia de Dios. Cuando nos vemos a través de los ojos de Dios, ¿hay algo de lo que podamos alardear? No, en realidad encontramos todas nuestras insuficiencias. ¿Podemos contar nuestras debilidades? Tenemos pecados que deben ser condenados y no podemos perdonarlos nosotros mismos. Esta es la razón por la que nos lamentamos por nuestras iniquidades e insuficiencias. Por eso somos tan miserables. Los israelitas solían echarse cenizas sobre sí mismo para arrepentirse y orar por la misericordia de Dios. Nosotros también tenemos que lamentarnos por nuestras naturalezas fundamentales en la presencia de Dios.
Recientemente en Corea un famoso actor se metió en una gran pelea callejera con un hombre mayor de unos 70 años. Esto nos demuestra que la gente joven de hoy en día no tiene ningún respecto por sus mayores. Estamos viviendo en un mundo en que los mayores tienen que estar callados. El actor fue acusado de amenazar a este hombre mayor con un cuchillo. Es comprensible que un hombre quiera matar a alguien cuando pierde los papeles porque hemos nacido con todo tipo de pecados en nuestros corazones, incluyendo un corazón asesino porque somos descendientes de Adán. Todos los seres humanos tienen esta naturaleza humana. ¿Dónde pueden encontrar a alguien sin un corazón pecador? Incluso la chica más decente tiene deseos de asesinar en su corazón cuando alguien la vuelve loca. El corazón de todo ser humano es como un estanque sucio lleno de maldad. Pero la gente intenta suprimir su naturaleza pecadora para vivir una vida social normal.
Cuando pienso en el caso de este actor desde una perspectiva humana puedo entender su compartimiento lamentable. Cualquiera puede hacer una cosa así porque los seres humanos somos las semillas del mal. El anciano que denunció al joven actor seguramente quiso matarle pero no puedo hacerlo porque no tenía fuerzas físicas. Sin embargo, si alguien reconoce sus pecados y se lamenta por ellos, Dios consolará a esa persona. El consuelo de Dios es la remisión de los pecados. Los que se lamentan ante Dios se culpan a sí mismos por sus comportamientos pecadores y lloran por sus pecados. Digamos que un joven intenta matar a alguien porque tiene una ira descontrolada. Pero después de esto no se puede perdonar a sí mismo por este comportamiento malvado. Llora por sus pecados porque ve su naturaleza injusta y malvada y va a Dios y le pide que le salve de todos sus pecados. Estas personas que se lamentan tanto serán consoladas por Dios.
¿Cómo consolará Dios a alguien así? El consuelo de Dios viene de creer en la salvación del pecado que el Señor ha completado con el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe puede dar mucho consuelo de Dios. Desafortunadamente la mayoría de las personas no pueden ser consoladas por Dios porque no lloran por sus pecados ante Dios. Por tanto, quien busca el consuelo de Dios debe lamentarse.
Los israelitas confesaron creer en Dios pero en realidad lo sustituyeron por becerros de oro. Este era uno de los mayores pecados que podían cometer contra Dios. Sin embargo, no se lamentaron por sus pecados, sino que se levantaron contra Dios. Sin embargo, el Señor vino a este mundo para salvar a los pecadores y darles la verdadera salvación. Y les predicó: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación» (Mateo 5:4). Esto significa que solo los que se lamentan por sus pecados pueden ser consolados por Dios. Por desgracia muchos cristianos de hoy en día están sirviendo a los becerros de oro en vez de a Dios sin darnos cuenta de nuestros pecados. Esta es la razón por la que no reciben ningún consuelo de Dios. Los cristianos de hoy en día deben lamentarse de sus pecados ante Dios, pero la realidad es muy diferente. La mayoría de los cristianos creen que Jesús derramó Su sangre por los pecadores, pero todavía tienen pecados intactos en sus corazones. Deben mirar dentro de sus corazones y lamentarse por esos pecados y sentir pena por sus almas enfermas. Los que se lamentan por sus pecados están pidiendo ayuda de Dios.
Sin embargo, la mayoría de las personas no se lamentan, sino que alardean de su propia justicia. Hay personas como el publicano arrepentido que miró desde lejos y que no levantan sus ojos al cielo, sino que se golpean el pecho diciendo: «¡Dios, ten misericordia de un pecador!» (Lucas 18:13). Lloran a Dios diciendo: “Señor, no puedo ayunar tres días a la semana como los fariseos. No puedo ofrecerte un sacrificio enorme. Son un pecador sin remedio. Por favor, líbrame de mis pecados”. Estas personas serán consoladas por Dios.
Por otro lado, los que adoran a los becerros de oro creen que la prosperidad física, como la riqueza, una casa llena de paz, hijos con éxito y poder, es la única bendición de Dios. Pero la verdad es totalmente lo contrario. La verdadera bendición de Dios es la remisión de los pecados a través de la fe en la justicia de Dios. Dios consuela a los que han sido salvados diciendo: “He tomado todos vuestros pecados para siempre a través del bautismo que recibí De Juan el Bautista y he muerto por vuestros pecados en la Cruz para dejaron sin pecados”. De esta manera hemos recibido la bendición de la remisión de los pecados al creer en la justicia de Jesús. Esta es la bendición del consuelo que debemos recibir de Dios. Solo los que han recibido esta bendición de consuelo, que es la remisión de nuestros pecados, pueden entrar en el Reino del Cielo por fe. Podemos recibir la remisión de los pecados al admitir nuestros pecados y poner nuestra fe en la justicia de Dios. Pero, por desgracia, la mayoría de los cristianos de hoy en día se niegan a hacerlo.
De la misma manera en que los israelitas sirvieron a becerros de oro durante mucho tiempo, los cristianos de hoy en día están adorando a los becerros de oro en vez de a Dios. Deben volver a Dios con un corazón arrepentido, admitiendo ante la presencia de Dios lo débiles y pecadores que son. Debemos entender que muchas personas siguen rechazando el Evangelio del agua y el Espíritu. Y como resultado, sus pecados siguen intactos en sus corazones; eran pecadores antes de creer en Jesús y sus pecados siguen intactos aunque creen en Jesús con tanto fervor. Deben darse cuenta de que morirán eternamente por culpa de sus pecados. Deben lamentarse ante Dios y recibir Su consuelo. La Ley de Dios dice que el precio del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Y estas personas deben aceptar esta verdad en sus corazones. Deben reconocer que sus almas están malditas y pedir el consuelo de Dios. Entonces recibirán el gran consuelo de Dios. Los pecadores cristianos que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu deben dejar que sus corazones se rompan con dolor y aceptar este verdadero Evangelio por fe. Esta es la única manera de recibir consuelo.
En Corea tenemos una mega iglesia con más de medio millón de miembros. Muchos políticos y candidatos a la presidencia y al congreso visitan esa iglesia para recibir apoyo al saludar a todo el mundo y dar ofrendas considerables. Si de verdad quieren ser bendecidos, deben limpiar sus pecados y convertirse en hijos de Dios. Entonces poseerán el reino de los Cielos. Si queremos vivir una vida justa ante Dios debemos lamentarnos por nuestros pecados; debemos amarnos lo suficiente para lamentarse de sus propias almas y sus pecados. Solo entonces podemos encontrar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio. Dios consuela a esta gente.
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu solíamos lamentarnos por nuestros pecados. Por eso el Señor nos visitó con el Evangelio del agua y el Espíritu y tomó nuestros pecados para siempre. ¿Pensaban ustedes que eran perfectos y decentes? Pueden parecer perfectos a los ojos de otras personas, pero ¿no sabían que eran demasiado insuficientes ante Dios? ¿No se humillaban? Es así. Los que se lamentan ante Dios reciben la bendición de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

“Bienaventurados los mansos”

 
Está escrito en Mateo 5:5:
«Bienaventurados los mansos,
porque ellos recibirán la tierra por heredad».
¿Quiénes son los mansos? Los que son mansos ante Dios son los que aceptan la Palabra de Dios de la Biblia por fe tal y como es. Dios los considera mansos. Los que aceptan la Palabra de Dios no viven por sus propias fuerzas, pero por fe en Su Palabra. Los mansos son los que se arrodillan ante Dios y viven por fe en la Palabra de Dios y Su justicia. Sin embargo la gente no entiende bien este versículo e intenta alardear de su humildad falsa. Pero esta no es la humildad que Dios aprueba. Las personas verdaderamente mansas son las que someten sus corazones a la Palabra de Dios. Estas personas reciben la remisión de los pecados al aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu y al final van al Reino de los Cielos. También viven una vida bendita en el mundo.
Los que tienen un corazón manso ante Dios están bendecidos. Por otro lado, los que se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no pueden recibir bendiciones de Dios. Algunas personas que han escuchado este verdadero Evangelio dicen con arrogancia: “El Evangelio del agua y el Espíritu es meramente tu evangelio y nuestro evangelio es el de la Cruz”. Yo intenté entender por qué tantos cristianos coreanos rechazan el Evangelio del agua y el Espíritu mientras que cada vez más personas occidentales lo están aceptando. Los que tienen una forma de pensar occidental son más individualistas y por eso tienen más a aceptar la Palabra de Dios y poner su fe en ella piense lo que piense la gente. Creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tal y como está escrito en la Biblia. Pero los que tienen una forma de pensar oriental suelen basar sus decisiones en lo que otras personas piensan. Por ejemplo, se preguntan a sí mismos: “¿En qué evangelio cree más gente como el verdadero Evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu o el Evangelio de la Cruz?”. Entonces siguen a ciegas a la mayoría como las ovejas. En otras palabras, la gente asiática suele ser influenciada por los demás. Tiene la tendencia a seguir a la mayoría. Los occidentales y asiáticos tienen formas de pensar muy diferentes y la gente con una forma de pensar occidental tiende a estar más abierta a la Palabra de Dios.
El Evangelio del agua y el Espíritu que nos libra de nuestros pecados es el verdadero Evangelio escrito en la Biblia. No hay otro verdadero Evangelio que no sea este Evangelio del agua y el Espíritu. Este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu es para todo el mundo, quieran o no. Sin embargo, solo porque el Evangelio de la Cruz esté predicado por todo el mundo, muchas personas lo consideran el verdadero Evangelio. Pero el verdadero Evangelio de Dios es el Evangelio del agua y el Espíritu.
La Biblia aprueba el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio de la Cruz es una creación humana, un evangelio a medias. Como muchas personas han escuchado este evangelio a medias dudan en aceptar el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Pueden pensar: “Hmmm, esto es diferente de lo que he aprendido hasta ahora. Parece que es más completo que el Evangelio de la Cruz. ¿Qué debo hacer ahora?”. Muchas personas tienen miedo de meterse en problemas si aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu aunque este Evangelio del que nunca han oído hablar sea el verdadero. Como nunca han oído este Evangelio y solo han escuchado el de la Cruz, la gente tiene dificultad en tomar la decisión de creer en él. Esta es la razón por la que muchas personas se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Siento pena por estas personas.
Por esta razón deben estar decididos cuando se encuentren delante del dilema de elegir si van a poner su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Deben trabajar en su fe en Dios de manera personal. Solíamos ser pecadores ante Dios. Seguiremos cometiendo pecados hasta que muramos. Por tanto, debemos recibir la verdadera salvación al aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu. De esta manera podemos ser reconocidos por Dios como mansos y ser salvados de nuestros pecados. Por suerte muchos líderes cristianos de todo el mundo han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu y lo están predicando. Muchas personas ya han aceptado este Evangelio verdadero.
 
 
“Bienaventurados los misericordiosos”
 
Los que son misericordiosos con los pecadores están bendecidos ante Dios. Los que ya han recibido la remisión de los pecados tienen la obligación de compartir este verdadero Evangelio con los que no han recibido la remisión de los pecados y están esperando morir. Nosotros, los justos, predican este Evangelio a los pecadores, sabiendo que perecerán si no aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu. La gente justa tiene misericordia de ellos porque saben cuánta agonía tendrán los pecadores para siempre. Dios dijo que los misericordiosos son bienaventurados. Por eso los justos que están sirviendo al Evangelio reciben las bendiciones de Dios.
Nosotros somos misericordiosos con los que no han recibido la remisión de los pecados todavía porque hemos recibido esa remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Quien no haya recibido la remisión de los pecados es objeto de nuestra misericordia. Por eso les seguimos diciendo que deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo hacemos porque nos dan pena. No sabemos cuando morirán pero sabemos seguro que irán al infierno.
Algunas personas dicen sinceramente que tienen pecados. Entonces dicen que no les importa ir al infierno. Pero, ¿es esto tan simple? Deben darse cuenta de que el infierno es un lugar de agonía permanente. Estas personas no saben lo que están diciendo porque el infierno es el lugar más doloroso. Dios dice en la Biblia que los gusanos del infierno no mueren y el fuego no se apaga. Especialmente los pecadores que se han levantado contra la justicia de Dios serán sazonados con fuego (Marcos 9:48-49). Por eso tenemos misericordia de los que irán al infierno por sus pecados. Cuando tenemos misericordia de ellos, nuestros Señor nos muestra misericordia a nosotros.
De hecho, incluso los justos son insuficientes de muchas maneras. Pero el Señor tuvo misericordia de nosotros y nos llenó con Su justicia. El Señor hace esto porque compartimos la Verdad del Evangelio con los pecadores que van a ir al infierno por misericordia. Ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados y el amor de Dios, mostramos misericordia a los que no han recibido la remisión de los pecados. Por eso somos bienaventurados ante Dios.
 
 
“Bienaventurados los limpios de corazón”
 
El Señor dijo:
«Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8).
Si queremos ser limpios de corazón, debemos temer a Dios desde el fondo de nuestros corazones. Debemos admirar con temor al Dios de la verdad y entender lo grande que es. Debemos ver a Dios con los ojos de nuestros corazones, no nuestros ojos físicos, adorarle, temerle, amarle y aceptar por fe la salvación que Jesús nos ha dado. Así es como podemos reconocer nuestras insuficiencias y recibir la remisión de nuestros pecados. Estas personas pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibir la remisión de los pecados a través de este Evangelio y ver al Dios santo con sus corazones limpios. Nuestro Señor nos explicó esta verdad claramente.
Los que reciben la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu son limpios de corazón. Lo que este versículo quiere decir con “bienaventurados los limpios de corazón” es que la gente está bendecida cuando recibe la remisión de los pecados al dejar de lado sus pensamientos malvados y aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando la gente se presenta ante Dios debe tener un corazón limpio. Pueden recibir la salvación por fe cuando creen en el Evangelio del agua y el Espíritu con un corazón limpio. Cuando la gente se acerca a Dios con otros motivos que no sean recibir la remisión de los pecados, no recibirá la bendición de ser limpios de corazón.
Entre los cristianos de hoy en día hay muchos que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y simplemente creen en la sangre derramada en la Cruz como camino de la salvación. Estas personas no han recibido las bendiciones de la salvación. Sus corazones están llenos de pecados. Lo que buscan son los becerros de oro. La fe en los becerros de oro busca solamente el bienestar físico. Solo vienen a Dios para ser poderosos, ricos, sanos físicamente y felices físicamente. Cuando vienen con un corazón tan impuro no pueden entender el Evangelio del agua y el Espíritu.
Aunque muchos cristianos van a los servicios de adoración, no pueden encontrar a Dios por los pecados que siguen intactos en sus corazones. Además su fe en los becerros de oro evita que acepten el Evangelio del agua y el Espíritu muy dentro de sus corazones. Como no están interesados en Dios, no pueden entender el Evangelio de Dios, que es el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque lo escuchen. Hay personas designadas para evitar que la gente ponga su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por otro lado, los que han encontrado a Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu han abandonado estos becerros de oro que había en sus corazones. Estas personas que quieren recibir la bendición de tener un corazón limpio va a Dios admitiendo su naturaleza pecadora tal y como es, le piden que tenga misericordia de ellos y aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu y le piden misericordia a Dios. Se lamentan por sus pecados y se dan cuenta de lo insuficientes e intolerables que son. Dios encuentra a estas personas y les da el Evangelio del agua y el Espíritu para que reciban la verdadera bendición de la salvación y el verdadero consuelo.
 
 
“Bienaventurados los pacificadores”
 
También está escrito: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9).
¿Qué significa los pacificadores? Los pacificadores entre Dios y el hombre son los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, los pacificadores ponen paz entre Dios y las personas. Los justos son los pacificadores que hacen ofrendas de paz y holocaustos a Dios. Esta escrito que serán llamados hijos de Dios.
 
 
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia”
 
«Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mateo 5:10-12).
Incluso ahora estamos siendo perseguidos por predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero el Señor nos consuela diciendo: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros».
En realidad los que son perseguidos por la justicia son los que están bendecidos por Dios. La persecución es otro tipo de bendición de Dios que les da a los justos. Las bendiciones reales de Dios no son físicas. Aunque la mayoría de las personas consideran la prosperidad física, como hacerse rico, poderoso o sano, como bendiciones de Dios, pero esto no es cierto. Las bendiciones de Dios vienen cuando vivimos una fe que le complace. Por eso Dios bendice a los que son perseguidos por la causa justa, los que trabajan por la causa justa, los que sufren por la obra justa. Dios los llamó bienaventurados. También dijo que su recompensa en el Cielo es grande. Como está escrito en Mateo 5:5: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad», los que son perseguidos por la justicia de Dios están bendecidos. Cuando aceptan la Palabra de Dios y la obedecen con un corazón manso recibirán de Dios no solo las bendiciones celestiales, sino también las bendiciones terrenales. Estas personas son bienaventuradas porque confían en la Palabra de Dios y la obedecen.
Nuestros predecesores de la fe, como Abraham, Isaac y Jacob están bendecidos. Cuando miramos sus vidas, ambos estaban bendecidos en cuerpo y espíritu. En otras palabras, eran ricos en cuerpo y espíritu. Job era conocido como el hombre más rico de Oriente. En cuanto a Abraham, era fuerte en su fe y sus posesiones materiales. Era el hombre más rico de su tiempo. Su hijo era Isaac. Ambos aceptaron la Palabra de Dios y le obedecieron y por tanto se hicieron personas muy prósperas. Dios dio muchas bendiciones a estos hijos tan fieles.
De la misma manera, Dios considera bienaventurados a los que son perseguidos por predicar el Evangelio. Cuando somos perseguidos mientras predicamos el Evangelio recibimos bendiciones de Dios. Por esta razón sufrimos esta persecución y estas dificultades al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por ejemplo, quiero contarles lo que me pasó. Cuando estaba predicando el Evangelio del agua y el Espíritu un grupo de personas habló mal de mí y me persiguió. Difundieron un rumor malo diciendo que era un hombre malvado. Me sentí muy herido al escuchar estos comentarios tan negativos. Entonces pensé: “Aunque sea un pecador malvado ante Dios, no soy tan malo comparado con vosotros. ¿Cómo me tratáis así?”. Después me calmé y me dije a si mismo: “¿Quién es más justo ante Dios? Yo soy perfectamente justo ante Dios”. Y después esta persecución me dio bendiciones.
Ahora tenemos muchos colaboradores por todo el mundo. Están trabajando con nosotros para predicar el Evangelio. Todos están llenos de gozo cuando aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, ¿qué pasa después de un tiempo? Que empieza la persecución. La gente empieza a dejarles de lado, diciendo: “Antes erais normales, pero ahora sois anormales. Parece como si estuvieseis en un culto. No me molestéis más. No me habléis más de ese Evangelio raro”. Piensan mal de nuestros colaboradores y hablan mal de ellos y por eso están pasando por muchas dificultades. Cuando escucho estos episodios tan tristes, me preocupa que nuestros colaboradores se sientan desesperados.
Sin embargo, debemos darnos cuenta de que es normal para nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados, escuchar estas cosas malvadas de los que no han nacido de nuevo. Los que no han recibido la remisión de los pecados tienen pensamientos malvados todo el tiempo, y como esclavos del Diablo siempre hacen mal a los justos. Como sus corazones están siempre criando el mal, disfrutan haciendo cosas malvadas. Así que debemos darnos cuenta que es normal que persigan a los justos.
El Señor dijo: «Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos» (Mateo 7:17). Los buenos árboles siempre dan buenos frutos. Los malos árboles dan malos frutos. ¿Por qué? Porque las semillas son diferentes. Como dijo el Señor en Mateo 5:13-16, somos la sal y la luz de este mundo. El Señor dijo que somos seres indispensables en este mundo. La comida no sabe bien cuando no le ponemos sal. Todas las formas de vida morirían si no hubiese luz del sol, por muy bonito que sea este mundo. De la misma manera este mundo perecería sin el Evangelio del agua y el Espíritu.
Según los biólogos marinos hay algunos tipos de peces en el fondo del mar que viven unos 2000 o 3000 metros por debajo del nivel del mar. Lo interesante es que dan luz propia. Ellos también viven en un lugar tan oscuro porque Dios se lo permite. ¿Qué pasaría si no hubiese luz del sol que Dios nos da? Que todo en la tierra, incluyendo los seres humanos moriría. Algunos animales, como los murciélagos, intentan evitar esa luz que nos ha dado Dios, pero la oscuridad no es buena para nada.
El Señor no dice: “Sóis la sal de la tierra”. También nos dice: “Sóis la luz del mundo”. En otras palabras, somos seres indispensables en este mundo. Especialmente para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos muy indispensables en este mundo. Nuestros colaboradores en Corea y por todo el mundo son absolutamente esenciales para este mundo. Sin embargo, seremos inútiles si no hacemos la obra de iluminar la luz de la salvación en este mundo. Así el Señor dijo: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres» (Mateo 5:13). Si no hacemos de sal, no seremos útiles.
Entonces, ¿quién es esencia en este mundo? Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. En nuestros corazones vive el Espíritu del Señor. El Espíritu Santo mora en nuestros corazones. Vive en los corazones de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos la luz del mundo. Así, quien nos conozca verá la luz de la salvación y quien reciba esta luz se convertirá en parte del pueblo de Dios. Conseguirá nueva vida de Dios como ciudadanos del Reino de Dios.
Lo que tenemos que hacer es estar dispuestos a ser perseguidos por la justicia del Señor. Los que son perseguidos por la justicia de Dios son bienaventurados. Dios dijo que los que son perseguidos por la obra justa están bendecidos y tenemos que prestar atención especial a la siguiente enseñanza: “¿Somos personas que viven perseguidas por la justicia de Dios? ¿O somos los que están sirviendo a los becerros de oro después de recibir la remisión de los pecados?”. Debemos hacernos esta pregunta. Recuerden, la sal que ha perdido su sabor no vale para nada. La sal no se utiliza como otra sazón. La sal da un sabor salado. La sal evita que la comida se ponga mala. La sal da sabor. Cuando queremos vivir como la sal y la luz del mundo, debemos presentar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Algunos de ustedes pueden decir: “Soy demasiado débil para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu”. Entonces deben unirse al ministerio literario junto con los siervos de Dios. Mientras quieran servir a Dios de cualquier manera, serán la sal del mundo. ¿Quién puede ser la luz por sus propios esfuerzos? Nadie. Nadie puede vivir una vida perfecta por su cuenta. Por eso Dios nos dio la Iglesia de Dios a los justos. Dios nos dio Su Iglesia y nos enseña Su voluntad a través de Sus siervos en la Iglesia. Los siervos de Dios tienen objetivos en conjunción con la Iglesia de Dios y hacen la voluntad de Dios. Su objetivo es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo; y Dios se complace con ellos. Cuando estamos unidos a la Iglesia de Dios para predicar el Evangelio, estamos cumpliendo nuestra misión en la presencia de Dios. Ya colaboren en el ministerio literario o en el evangelismo individual, están haciendo lo correcto siempre y cuando trabajen con la Iglesia de Dios. Entonces serán la sal y la luz del mundo.
Como el Señor nos hizo a sal y la luz del mundo todo lo que tenemos que hacer es compartir el Evangelio del agua y el Espíritu como nos lo pidió Dios. Está bien que obedezcamos Su mandamiento. Cuando obedecemos recibimos las bendiciones. Dios nos ha ordenado que sigamos haciendo lo correcto incluso después de recibir la remisión de los pecados. ¿Qué nos pasaría si los nacidos de nuevo no viviésemos por la justicia del Señor? Que nuestra salvación sería cancelada y seríamos arrojados a la oscuridad, es decir el infierno. ¿Es así? Sí, aunque hayamos sido salvados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios hará esto a los siervos que no sean fieles. Por favor, lean los siguientes versículos de la Biblia que apoyan esta verdad: «Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.» (Mateo 13:47-50).
Nuestros colaboradores y nuestros hermanos y hermanas están trabajando duro para predicar este Evangelio. Por tanto, somos la luz del mundo. ¿Qué quiere el Señor de nosotros? Podemos entregar nuestras publicaciones tanto en libros impresos como en libros electrónicos. Debemos publicar libros cristianos que contengan el Evangelio del agua y el Espíritu y distribuirlos a toda la gente del mundo. Lo que tenemos que hacer es aceptar el Evangelio y recibir la remisión de los pecados. Los que no aceptan el Evangelio morirán. Cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu podemos observar dos respuestas incompatibles de los que lo escuchan: algunas personas aceptan de buena gana el Evangelio del agua y el Espíritu y otras no. ¿Qué debemos hacer entonces? Debemos hacer todo lo que podamos en nuestra misión. La gente que se niega a aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu está alejando la bendición de Dios a patadas. Algunas de estas personas les persiguen. Entonces seremos perseguidos por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu a causa de la justicia.
 
 
¿Cómo se unen a nuestro ministerio literario nuestros colaboradores del extranjero?
 
Quiero publicar libros que contengan el Evangelio del agua y el Espíritu para compartirlos con la gente de todo el mundo. Aunque seamos perseguidos o estemos desalentados, Dios será nuestra ayuda. Todo lo que debemos hacer es distribuir nuestros libros que contienen el Evangelio a la gente de todo el mundo. Esto puede parecer simple, pero en realidad no es fácil. Sin embargo, podemos hacerlo con la ayuda de Dios. Dios dice que debemos esperar grandes cosas de Él. El que la gente crea lo que hay en nuestros libros depende de cada persona. Solo podemos orar a Dios para que les dé conocimiento del Evangelio del agua y el Espíritu. No podemos hacer que lo acepten. Nuestro trabajo es iluminar la Verdad de la salvación a ellos.
El final de los tiempos del que nos habló el Señor está cerca. El Señor nos avisó que el mundo acabaría dentro de poco. Por tanto, debemos dar testimonio y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Yo predico esta voluntad de Dios no solo a los colaboradores de Corea, sino también a los del extranjero. Así es como enseño a los discípulos. Nuestros colaboradores del extranjero están pasando por momentos difíciles ahora mismo. Ahora necesitan otros colaboradores que les ayuden a servir al Evangelio del aguay el Espíritu aunque estaban muy contentos cuando aceptaron el Evangelio por primera vez y recibieron la remisión de los pecados. También necesitan un líder espiritual que les guíe. Esto es lo que les estoy diciendo.
 
 

La luz que damos es el Evangelio del agua y el Espíritu

 
Lo que debemos entender del Evangelio del agua y el Espíritu es que nuestro Señor nos salvó al tomar todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. El Señor se convirtió en nuestro Salvador al cargar con todos nuestros pecados en la Cruz, morir en ella al ser crucificado y levantarse de entre los muertos. Debemos explicar este verdadero Evangelio de esta manera a toda la gente del mundo. Debemos presentar la Verdad clara, que es el Evangelio del agua y el Espíritu. Podemos presentarles el Evangelio mediante nuestros libros que contienen el Evangelio o mediante nuestras palabras. Esta es la buena obra para Dios. No hay nada bueno a parte de este ante Dios. No podemos hacer una obra mejor que esta.
El Señor nos enseña acerca de las ocho bendiciones. Nos enseña el secreto a los colaboradores de aquí y los extranjeros. Está bien que ambos vivamos por fe. Quiero que todos estén de acuerdo conmigo en que lo mejor que podemos hacer es servir la justicia de Dios a través del ministerio literario. ¿No están de acuerdo conmigo? ¿Acaso el ministerio literario no es el mejor de todos? ¿Acaso nuestro ministerio literario no da la remisión de los pecados a todo el mundo? Pero hay muchas personas que todavía tienen que escuchar y aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Nuestros colaboradores del ministerio a menudo dicen: “¿No es mejor presentar los puntos clave del Evangelio del agua y el Espíritu?”. Puede parecer bien predicar el Evangelio en términos fáciles de entender para los laicos. Sin embargo, el predicador del Evangelio del agua y el Espíritu debe predicar el Evangelio repetidamente desde diferentes ángulos porque todo el mundo está en situaciones y condiciones diferentes. El Evangelio del agua y el Espíritu es fácil de entender. Cuando la gente escucha el testimonio del Evangelio dice: “¡Oh! Este es el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay gente que ha compartido este Evangelio conmigo”. Aunque repetir el mismo mensaje hace que la gente se enoje, debemos repetir el mismo mensaje una y otra vez hasta que el Evangelio del agua y el Espíritu eche raíz en esas personas. En todos nuestros libros debemos dar testimonio repetidamente de lo que es esta verdadera salvación y de lo que el Evangelio del agua y el Espíritu es para nuestros lectores que ponen su fe en el Evangelio antes de que terminen de leer el libro que tienen en sus manos.
La mayoría de las personas no quiere escuchar lo que ya saben. Pero la gente no puede entender lo importante con tan solo escucharlo una vez, por lo que debemos decirles el mismo mensaje una y otra vez. Debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu desde diferentes puntos de vista. Solo entonces podrán entender y aceptar el Evangelio en sus cabezas y en sus corazones. De lo contrario el Evangelio del agua y el Espíritu no puede echar raíces en sus corazones.
Podemos entender algunos libros si los leemos una o dos veces solamente, sea el tipo de libro que sea. Cuando la gente empieza un libro, quiere terminarlo. Puede que sigan leyendo por curiosidad. Sin embargo, cuando la gente lee nuestros libros que explican el Evangelio del agua y el Espíritu desde diferentes perspectivas, sienten que sus corazones se alteran. “Mis pecados se han ido de mi corazón”. Cuando los pecados son erradicados del corazón, la gente se siente reconfortada. ¿Están de acuerdo? Sí, sus corazones se reconfortan. Cuando los pecados de sus corazones son erradicados, se sentirán aliviados. Hechos 3:19 dice: «Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio». Solía haber muchas debilidades en nuestras vidas y como resultado sentimos agonía y pena porque sufrimos la carga pesada del pecado. Así que ¿cómo de reconfortados son sentimos cuando sabemos que nuestros pecados fueron transferidos a Jesús por Su bautismo y pagó por ellos con Su sangre en la Cruz. Reconforta nuestras mentes saber que el Señor cargó con la condena de nuestros pecados; nos hace sentir aún mejor. En el momento en que confesamos nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibimos la remisión de los pecados. Esto nos hace empezar una nueva vida. Desde ese entonces somos susceptibles a la persecución por la justicia. Debemos ser personas bienaventuradas que son perseguidas voluntariamente por la justicia de Dios. Tenemos está convicción en nuestros corazones.
 
 

El Apóstol Pablo dijo: “porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”

 
El Apóstol Pablo dijo que llevaba las marcas del Señor Jesús en su cuerpo (Gálatas 6:17). Dicho de otra manera, tenía cicatrices y heridas recibidas durante la persecución. Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia de Dios como hizo el Apóstol Pablo. En otras palabras, los que han evitado la persecución no pueden ser bendecidos. Por tanto, los que viven por la justicia del Señor están bendecidos. Por esta razón el Señor dijo que los pobres de espíritu son bienaventurados; que los que lloran son bienaventurados; que los mansos son bienaventurados; que los que tienen hambre y sed de justicia son bienaventurados; que los misericordiosos son bienaventurados; que los limpios de corazón son bienaventurados; que los pacificadores son bienaventurados; y que los que son perseguidos por la justicia son bienaventurados.
En realidad debemos aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu y servir a este Evangelio verdadero unidos con la Iglesia de Dios aunque en muchos aspectos seamos insuficientes. Esta es la manera de ser bendecidos por Dios. Mientras sigamos la justicia del Señor no nos arruinaremos en espíritu o en la carne.
En el pasado tuve bastantes dificultades mientras predicaba el Evangelio del Señor. En aquel entonces tenía fe en la justicia de Dios en mi corazón. Creía firmemente: “Soy un siervo de Dios. Digan lo que digan los demás soy un siervo de Dios. No voy a vivir siendo pobre porque vivo por la justicia de Dios”. También me convencí a mí mismo: “No seré perseguido mientras sirvo al Evangelio del agua y el Espíritu. Mis compañeros y yo superaremos la persecución por fe”. Yo estaba convencido de esto porque Abraham también superó por fe muchas dificultades que fueron de la mano de las bendiciones de Dios.
Nuestros colaboradores que están viviendo por el Señor y están unidos a la justicia de Dios a pesar de la persecución no pueden ser miserables. En el pasaje de las Escrituras de hoy el Señor habló a los israelitas de que no debían adorar a becerros de oro, sino que debían ser pobres de espíritu, buscar la justicia de Dios y llorar por sus pecados porque habían estado adorando a becerros de oro durante mucho tiempo. No debemos ser generosos con nosotros mismos, sino que debemos darnos cuenta de lo pecadores e insuficientes que somos. Y debemos llenar estas insuficiencias con el conocimiento y la fe en la justicia de Dios. Debemos confiar y aceptar toda la Palabra de Dios absolutamente. Debemos regocijarnos por hacer la obra de Dios.
En primer lugar, todos debemos tener corazones limpios ante Dios. No debemos tener corazones malvados. Además necesitamos reconciliar a los pecadores con Dios. Debemos ser predicadores del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos soportar la persecución por la justicia de Dios. Debemos dar en vez de recibir como dijo el Señor Jesús: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). Solo entonces seremos más bienaventurados. Seremos bendecidos en el mundo presente y en el futuro. Por tanto, debemos distribuir las bendiciones de Dios. El Señor nos ha hecho bienaventurados como hizo la Alianza con Abraham, diciendo:
«Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3). La fuente de las bendiciones es el Señor, pero prometió salvar a muchas personas a través de nosotros. Dios quiere bendecir a todo el mundo a través de nosotros.
Espero y oro para que sean personas bienaventuradas ante Dios. Dios nos ha dado muchas bendiciones a través de la fe. Dios nos moldea para que seamos una fuente de bendiciones. Ahora el Señor nos hace esta pregunta: “¿Qué habéis hecho por Mí? ¿Qué hicisteis después de recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Habéis sido perseguidos por Mí?”. Si decimos sí al Señor, el dirá que nos bendecirá.
Debemos ser personas que sufran persecución por la justicia de Dios. ¿Tenemos las marcas de haber vivido por el Señor? Nuestros colaboradores que trabajan aquí y en el extranjero deben tener todas estas marcas que prueban que hemos vivido por la justicia del Señor. Tener estas marcas es una bendición. Las marcas que muestran que hemos vivido por la justicia del Señor nos llevarán al conocimiento de la verdadera fe, nos harán usar esta verdadera fe y nos permitirán resolver muchos problemas que vienen con la persecución. Espero sinceramente que todos nuestros colaboradores aquí y en el extranjero reciban y disfruten de las ocho bienaventuranzas que Dios nos ha dado. Espero que ninguno de nosotros viva una vida sin fe y con vergüenza.
El Señor siempre quiere darnos la oportunidad de servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Espero que todos tomen estas oportunidades de Dios y vivan por fe hasta que encuentren al Señor. Oro para que Dios les dé fe y fuerzas a nuestros colaboradores aquí y en el extranjero para que no desfallezcan y sirvan el Evangelio del agua y el Espíritu bien. Espero que todos sean beneficiarios de las Bienaventuranzas. El Señor nos ayuda a todos a prosperar. Oro para que el Señor les dé las ocho bienaventuranzas a todos nuestros colaboradores aquí y en el extranjero.
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!