(Marcos 14, 3-9)
«Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella».
Los santos justos que nacen del Espíritu Santo han sido llamados para servir al Señor predicando el Evangelio. Por eso es natural que los santos lo prediquen.
El pasaje de las Escrituras de hoy nos habla de una mujer que derramó aceite aromático sobre los pies de Jesús. Según el pasaje de las Escrituras de hoy podemos ver que Jesús admiró este tipo de gesto, aunque la mujer hubiese derramado el aceite en sus pies y no en su cabeza. Este suceso está escrito en los Cuatro Evangelios. Cuando leemos el Evangelio de Juan o el de Lucas podemos ver la historia de una mujer que derramó su aceite caro en los pies de Jesús junto con sus lágrimas, y que le lavó los pies de esta manera.
La mujer hizo este gesto por su gratitud al haber recibido la remisión de los pecados que el Señor le dio, y también para preparar al Señor para su entierro. En ese momento un fariseo que invitó a Jesús a su casa pensó: «Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora» (Lucas 7, 39). La mujer era una gran pecadora. En otras palabras, era una pecadora bien conocida en la ciudad. Pero aún así Jesús les dijo a los presentes: «He venido a tu casa, no me has dado agua para lavarme los pies, pero ella me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con su pelo. Lo está haciendo en preparación para mi entierro y para servir al Evangelio». Entonces añadió: «Los que han recibido la remisión de los pecados harán lo mismo que la mujer, pero los que no la reciban no me aceptarán».
Este suceso del pasaje de las Escrituras de hoy narra lo ocurrido cuando Jesús comió en casa de Simón, el leproso, en Betanía. Una mujer tenía un frasco de alabastro con un aceite aromático muy caro. (Nota: la Biblia no se está refiriendo a una mujer con un nombre específico, sino que simplemente se refiere a “una” mujer). Entonces rompió el frasco y le untó el aceite en la cabeza. Los fariseos presentes vieron esto como una oportunidad para discutir con Jesús.
¿Acaso no dice el pasaje lo siguiente: «Vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza»? El perfume de nardo era muy caro. Un frasco de este perfume costaba el sueldo de 300 días de trabajo de un joven fuerte y sano. ¿Qué piensan que ocurrió cuando rompió el frasco de aceite caro? ¿No creen que Jesús tendría aceite por todo el cuerpo? No es difícil imaginar esta escena: «¡Oh no! ¡Qué desperdicio! Un aceite tan caro derramado sobre su cabeza. Ha malgastado el salario de un año».
Pero esta idea estaba equivocada. Nuestro Señor nos está diciendo que está mal pensar que el dinero que se gasta en cosas invisibles como la predicación del Evangelio, para adorar a Jesús o ayudar a que la gente reciba la remisión de los pecados estaría mejor gastado en cuidar del cuerpo, ayudar a los pobres o curar enfermedades. El Señor le dijo a sus discípulos que conmemorasen lo que la mujer había hecho: «De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella».
En los países del Oriente Medio, incluyendo Israel, donde la calidad del agua no es muy buena, el aceite aromático es muy caro, ya que es necesario para ocultar el olor corporal. Los historiadores dicen que el aceite de nardo puro se extraía de árboles aromáticos en las montañas del Himalaya, y como era tan poco común siempre era muy caro. Así que la mujer derramó este aceite tan caro en la cabeza de Jesús. Cuando rompió el frasco y derramó el aceite todo de una vez, este aceite que costaba el salario de un año desapareció. Los que fueron testigos de esta escena pensaron que se había malgastado y comentaron: «Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres».
Como he mencionado anteriormente, un denario era el salario de un día de trabajo para un hombre. Para calcular lo que debió costar el frasco de aceite de nardo, debemos saber que 300 denarios es la cantidad que un hombre habría ganado durante 300 días de trabajo sin gastar nada. Los presentes consideraron que lo había malgastado. Pensaron que se podría haber invertido mejor si se hubiese vendido y se les hubiese dado el dinero a los pobres. Aunque la gente estaba juzgando de esta manera, Jesús no consideró este acto de servicio como una extravagancia. Jesús dijo que lo hizo para preparar su entierro. Y entonces les pidió a sus discípulos que conmemorasen lo que esta mujer había hecho allá donde se predicase el Evangelio.
¿Qué significa servir al Señor?
Podemos preguntarnos: «Qué significa servir al Señor?». Cuando el Señor estaba sentado en la mesa de Simón el leproso y cierta mujer le derramó aceite caro sobre la cabeza, los fariseos y otros presentes pensaron enseguida en los pobres: «Este aceite debería haberse vendido para darle el dinero a los pobres. Podría haberles dado dinero a los pobres y haberse sentido mejor así». Esta idea se basaba solo en fundamentos mundanos y humanísticos. Además juzgaron a la mujer basándose en sus propios pensamientos.
Pero Jesús les dijo: «Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis». Jesús estaba hablando de la forma correcta de servir al Señor.
Podemos pensar cómo servir desde nuestra perspectiva. Servir a la gente es algo valioso. Desde el punto de vista del mundo, ayudar a los pobres con 300 denarios, equivalentes al salario de 300 días de trabajo de un hombre, era un acto generoso. Pero el Señor nos está preguntando: «¿Qué es mejor, servir a la gente o al Evangelio del Señor? ¿Qué es lo correcto?». Estamos recibiendo una enseñanza de Dios a través de su Palabra.
El versículo 8 dice: «Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura». Esto significa que sirvió al Evangelio con todas sus fuerzas. Debemos preguntarnos qué significa servir. En otras palabras, debemos meditar acerca de qué servicio debemos hacer. En el pasaje de las Escrituras de hoy vemos a personas que decían que la mujer había malgastado su aceite aromático, pero en realidad lo que los demás hacen por otras personas puede considerarse un malgasto en muchos casos. Invertir en ayudar a otras personas es malgastar en el sentido estricto de la palabra. Hay un proverbio coreano que dice: «No cuides del animal de pelo negro». Los coreanos tenemos el pelo negro. Así que este proverbio dice que es mejor ayudar a los animales que a los hombres. Los animales siempre devuelven el favor con gracia, pero los hombres lo devuelven con odio. Creo que esto está basado en las experiencias de nuestros ancestros.
Cuando nos preguntamos qué debemos servir, si debemos servir al hombre o a Dios, la Biblia nos dice que debemos servir al Señor siempre que podamos. Los pobres siempre estaban cerca y Dios podía ayudarlos siempre que quisieran, pero los días de Jesús estaban contados porque iba a morir en la Cruz en nuestro lugar. Así que la mujer derramó el aceite en su cabeza para prepararlo para la sepultura.
Normalmente no tenemos muchas oportunidades para servir al Evangelio. ¿Tenemos muchas oportunidades para servir al Evangelio durante nuestras vidas? Pronto verán que son pocas las oportunidades que se presentan para servir al Evangelio. Dios nos está diciendo explícitamente la respuesta correcta para las siguientes preguntas: «¿A quién o qué deben servir los cristianos? ¿Debemos servir al hombre o a Dios después de convertirnos en hijos suyos? ¿Desde qué perspectiva debemos servir a Dios, desde la humana o desde la de Dios?».
Servir y ayudar a la gente no tiene fin. Hay un número infinito de personas que necesitan ayuda. Hoy en día los cristianos coreanos envían “pan celestial” a los niños de ciertos países africanos y esta ayuda es enorme. Pero estos países aún tienen niños que se mueren de hambre a pesar de esta ayuda. Nuestro país les está ayudando con cantidades astronómicas de dinero. Supongo que los países ricos como los EE.UU. están enviando más dinero que nosotros. Entonces, ¿por qué no mejora la situación de estos países a pesar de toda la ayuda que reciben? Como pueden ver, ayudar a la gente física y económicamente es una tarea infinita y sin valor. Si de verdad quieren ayudar a la gente, compartan el Evangelio antes de nada. Si dejan de servir a sus ídolos y dejan de seguir sus rituales ancestrales y empiezan a servir a Dios, estos países podrán recibir beneficios abundantes en vez de enfermedades y hambrunas.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, la gente pensaba en los pobres y consideraba que el aceite de la mujer se había malgastado, pero ¿qué es malgastar de verdad? Debemos darnos cuenta de que servir y ayudar a los pobres era un malgasto. Cuando servimos a Dios, Él le da a su pueblo todo lo que necesita. Pero servir a la gente es un malgasto. Hay diferentes perspectivas. La perspectiva de los creyentes es diferente a la de los que no creen. Jesús vio las cosas de una manera diferente que los fariseos. A los ojos de Jesús esta mujer estaba haciendo bien porque le estaba preparando para su sepultura y estaba haciendo la obra de su Evangelio. La Biblia dice que sirvió al Señor humildemente dedicando sus posesiones al Evangelio para salvar a todo el mundo. Los fariseos dijeron que había malgastado su posesión, el aceite aromático, pero Jesús dijo que dárselo a los pobres sería malgastarlo.
Debemos tener en cuenta lo siguiente: «¿Qué es justo, servir al hombre o a Dios? ¿A quién estamos sirviendo ahora mismo? ¿A quién debemos servir en el futuro?». Debemos decidir a quién servir como Señor de nuestra vida.
No debemos gastar nuestras fuerzas en cosas inútiles ni servir a personas inútiles, sino que debemos elegir a alguien que merezca nuestro servicio. Puede que no entiendan lo que les estoy diciendo. Se pueden preguntar lo siguiente: «¿Por qué es un malgasto servir a los pobres? ¿Acaso no es eso amor?». Sí, por supuesto que es amor. Es un tipo de amor, pero se necesitan ciertas habilidades para hacer ese tipo de caridad. Deben tener ciertas habilidades para ayudar a la gente. No se puede ayudar a las personas a ciegas. Dar comida a la gente sin pensarlo dos veces les anima a mendigar. No deben dar dinero a los indigentes. No deben dar arroz a los indigentes. De alguna manera, deberían ignorarlos. Cuando los mendigos van al santuario a pedir algo, les digo: «¡Fuera de aquí! ¿Crees que la Iglesia es un lugar donde solo se les da dinero a los mendigos? Vas a malgastar el dinero en licor. ¿Crees que la gente ofrece su dinero para que te lo gastes en bebida?».
Les digo estas cosas tan duras aún cuando les puedo ayudar por piedad. Les puedo dar diez o veinte dólares, o incluso cien o un millón. Estoy dispuesto a ayudar a cualquier persona que esté dispuesta a empezar un negocio con el dinero que necesiten. Pero estas personas se lo gastarían en beber alcohol. Este tipo de personas malgastarían su dinero y estarían aún en una situación peor. No les ayudamos porque acabarían en una situación peor.
También debemos preguntarnos a quién debemos servir, a Dios o al hombre. No pueden decir que servir es siempre bueno. Tendrían problemas si sirviesen a criminales y a traficantes de drogas. Debemos servir a los que de verdad lo merezcan. Servir solo es bueno cuando se sirve a la persona o a la causa adecuada.
Debemos escoger a Dios y su Evangelio o al mundo. Cuando escogemos servir a Dios y al Evangelio, su Evangelio se predicará y dará miles y millones de frutos para la gente. Los pecadores recibirán la remisión de los pecados y vivirán una vida nueva, y los malditos serán salvados de sus pecados y vivirán con esperanza. Pero por otro lado, las personas pobres nunca desaparecerán aunque les ayudemos. Habrá pobres siempre. La pobreza existe incluso en los países desarrollados. Hay personas pobres en los Estados Unidos y en Europa. Corea tampoco es una excepción. Algunas personas se gastan más del salario de un mes en una sola comida. Otros se gastan el salario de un mes de una persona en un baño lujoso o una botella de vino. ¿Para qué vive la gente? ¿Para qué vive la gente pobre y la gente rica? En este mundo el valor personal está basado en aquello por lo que se vive.
La Biblia dice que esta mujer que derramó el aceite en la cabeza de Jesús y sirvió al Evangelio es un ejemplo de buen servicio. Ella sirvió al Señor de la manera más correcta porque había sido salvada. Lo más destacable de esta obra que hizo es que ofreció su posesión valiosa que valía el salario de un año de un hombre para la sepultura del Señor. El hecho de que tomase la decisión correcta es maravilloso.
Queridos hermanos, deben pensar a quién quieren servir en esta vida. ¿A quién están sirviendo ahora mismo? ¿A quién sirven en realidad? Hay algunas personas de Dios que han sido salvadas pero que siguen estando confundidas sobre el concepto de servir al Señor. Debemos pensar en este concepto y conocerlo bien.
¿A quién debemos servir? ¿Quién se merece nuestro servicio cuando recibimos la remisión de los pecados? Dios lo merece. ¿Creen que es verdad? ¿Cómo debemos vivir nuestras vidas en este mundo? ¿Cómo se supone que debemos vivir? Debemos decidirnos a servir a Dios. A veces nos olvidamos a quién debemos servir. Pero cuando pensamos detenidamente en esto, nos damos cuenta de que todo lo que no sea servir a Dios no tiene valor, como está escrito:
«Vanidad de vanidades, dijo el Predicador;
vanidad de vanidades, todo es vanidad.
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?» (Eclesiastés 1, 2-3)
Dios está diciendo a los nacidos de nuevo que servir a Dios es lo más valioso. En otras palabras, servir al Evangelio es lo más gratificante. Nuestro Señor nos está diciendo que servir al mundo no vale para nada. «La gente pobre siempre estará entre vosotros, pero Yo no estaré con vosotros siempre. Fracasaréis si solo cuidáis de los pobres», dice el Señor.
Según un antiguo proverbio la pobreza está fuera del control de la propia nación. Ni la nación ni los reyes pueden solucionar la pobreza. Si Dios no nos diera todo lo que necesitamos, como la lluvia y el calor, la pobreza estaría fuera del control humano completamente.
¿Cuál es el servicio correcto?
Hay muchas personas que sirven a sus padres e hijos o a su propio pueblo. Entonces, ¿por qué sigue existiendo la pobreza en el mundo? El pasaje de las Escrituras nos dice porqué. Está escrito en Marcos 14, 7: «Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis». La Biblia dice que es la voluntad de Dios que haya pobres en la tierra. Los seres humanos no buscan a Dios si no tienen problemas ni penas.
El pasaje de las Escrituras de hoy sigue diciendo: «De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella» (Marcos 14, 9). Su acto de derramar el aceite sobre la cabeza de Jesús significa que sirvió al Evangelio. Servir al Evangelio es el mejor servicio. De todos los servicios, como servir al Evangelio, a los padres, a nuestro pueblo, o a los pueblos, servir al Evangelio es el mejor servicio. Todo el mundo sirve a algo. Todos debemos servir a algo. Pero sobre todo debemos servir al Evangelio. Este es el servicio correcto. Es el servicio justo y correcto. Se lo voy a demostrar.
Había una vez un grupo de evangélicos que vivían en la Inglaterra del siglo XII. Este grupo fue perseguido duramente por la religión predominante de esa sociedad. Esta época estaba dentro de la Edad Media, que se originó con el Edicto de Milán. El emperador romano Constantino promulgó el Edicto de Milán y legalizó el cristianismo. Los ciudadanos romanos empezaron a creer en Jesús porque era la religión nacional. Los historiadores dicen que esta fue una gran victoria del cristianismo contra el poder secular, pero en realidad no fue así. La verdadera fe se deterioró y el cristianismo se colapsó cuando el Imperio Romano lo deterioró. Cuando una persona iba a la Iglesia y confesaba su fe, se consideraba cristiana. A nadie le importaba si la persona tenía fe de verdad o no. Solo unas pocas personas se reunían con la fe real. A medida que pasó el tiempo la iglesia secular ganó más fuerzas y empezó a perseguir a los verdaderos cristianos que tenían la fe verdadera. Arrestó y ejecutó a los que creían en la Biblia literalmente.
Entre estas personas perseguidas estaban los siervos e hijos de Dios que tenían la fe verdadera. Algunos de ellos vivían en Inglaterra y predicaban el Evangelio. Tenían esta fe única diferente a la de los católicos y anglicanos. En aquel entonces, cuando los evangélicos vivían en Inglaterra, este país era un gran imperio en el que se decía que no se ponía nunca el Sol. Este país tenía muchas colonias por el mundo, y el Sol siempre brillaba en ellas. Inglaterra seguía ganando guerras y amasando fortunas, y por eso parecía que nunca fuera a desaparecer. Este país se convirtió en el más poderoso y famoso del mundo.
Este país poderoso perseguía a los evangélicos, que no pudieron resistir la persecución y se fueron a buscar otra tierra. Por eso se fueron a América en barco. Desde ese entonces Inglaterra empezó a perder influencia y se convirtió en un país normal donde el Sol se pone como en todos los demás. Inglaterra ya no ganó más guerras y tuvo que darle la independencia a sus colonias. Y entonces América se convirtió en el país más poderoso donde el Sol no se pone.
Los cristianos fieles viajaron de Inglaterra a América. Vivieron en América y predicaron el Evangelio a todo el mundo. Entonces América se convirtió en el país más poderoso del mundo. Este país con doscientos años de historia reciente se convirtió en el país más poderoso. Países como China y Corea no pueden competir con este país. Inglaterra no es tan poderosa como América. Incluso toda Europa junta no tiene tanto poder como América. Rusia tampoco tiene tanto poder. Así son las cosas ahora.
¿Entonces cuál es la razón? Aunque los evangélicos no habían predicado el Evangelio del agua y el Espíritu, a Dios le agradó su amor puro y los bendijo. Dios bendice a los que mantienen su fe y predican la Palabra de Dios. ¿Les es difícil creer porque no les estoy dando fechas y años? Espero que no. Saben que esto es la verdad. Esto es un hecho histórico.
Convertirse en un país poderoso donde no se pone el Sol depende de cuántas personas prediquen el Evangelio y sirvan a Dios en ese país. Corea se ha convertido en un país muy desarrollado. Esto se considera un milagro conocido con el milagro del río Han. ¿Cómo hemos llegado a ser tan poderosos? Según algunos economistas conocidos, Corea no tenía el potencial para convertirse en un país tan poderoso. Ni siquiera tenemos recursos naturales o humanos. ¿Somos cooperativos y trabajadores? No, somos vagos y egoístas. ¿Tenemos recursos naturales? No. Por eso se dice que el progreso de nuestro país es un milagro. Se dice que nuestro país es único. La razón por la que hemos llegado a ser tan ricos es que aquí hay muchas personas que sirven al verdadero Evangelio. Dios ha bendecido nuestro país por estas personas. ¿Creen que esto es verdad?
La Biblia también dice que lo que hizo esta mujer se contaría allá donde se predicase el Evangelio porque ella sirvió bien al Evangelio. Esto es lo correcto. Queridos hermanos, no todo el servicio es correcto: solamente servir al Evangelio es el verdadero servicio y el resto no vale para nada.
No les estoy diciendo que no amen a los demás o que no coman. Pueden hacer todas estas cosas mientras sirven al Evangelio. El Señor dijo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6, 33). Debemos poner nuestras prioridades en orden y servir al Reino de Dios y su justicia. Lo que debemos recordar acerca del servicio correcto es que debemos servir al Evangelio mientras vivimos. Si lo hacemos Dios nos recordará. Nos hará prosperar en este mundo. Esto puede parecer un poco infantil pero cuando les digo que si predican el Evangelio serán bendecidos y enriquecidos, les digo la verdad. Aunque Dios no nos bendijese, debemos seguir sirviéndole a Él y a su Evangelio. ¿Me entienden?
Les estoy diciendo que el secreto de una vida exitosa para su familia, y este secreto es servir al Evangelio. Cuando hacen esto no cesarán de recibir bendiciones y no serán pobres aunque quieran. Esto es lo mismo que un cheque válido. Servir a Dios es como un cheque que se puede cobrar para todo. Dios recompensa a los que le sirven de cualquier manera. Pueden decir: «No he hecho nada bueno, ¿pero cómo he conseguido esto?». Las bendiciones de Dios las reciben los que le sirven a Él y a su Evangelio. Si no sirven a Dios o a su Evangelio desde el fondo de sus corazones, sus descendientes no prosperarán por muy buenos que sean o por mucho que donen dinero a orfanatos o escuelas, o aunque ayuden a mendigos. Caminarán hacia la destrucción. Esto es la pura verdad. Todo lo que deben recordar es servir a Dios mientras vivan. En otras palabras, debemos servir al Evangelio. Si aprenden a servir al Evangelio y lo convierten en su mantra, su éxito estará garantizado.
¿Sabían que la organización Holt International Children’s Services está en Corea? Esta organización fue establecida en Corea en 1960 por Bertha y Harry Holt. La Sra. Holt murió hace poco, y el Sr. Holt adoptó y cuidó a muchos huérfanos y niños interraciales después de la Guerra de Corea. Aunque no terminó su educación elemental llegó a tener mucho éxito en sus negocios. Se hizo millonario con su fábrica de papel. Todos usamos papel higiénico, ¿no? Los americanos utilizaban papel higiénico mucho antes que nosotros. El Sr. Holt compró una fábrica de papel que había cambiado de dueño muchas veces y pagó un precio irrisorio. Entonces empezó a fabricar papel y llegó a ser muy rico.
Después tuvo un infarto y sobrevivió, y dedicó su vida entera a Dios. Así que fundó una organización para niños, la Holt International Children’s Services, no solo para cuidar de huérfanos, sino también para predicar el Evangelio. Tomó niños coreanos y les buscó hogares cristianos para que crecieran en la fe. Holt tenía esta motivación y por eso Dios bendijo su vida dedicada a servir al Señor.
Queridos hermanos, voy a terminar mi sermón. Dios nos está diciendo que debemos servirle y servir a su Evangelio. Espero que tengan la oportunidad de pensar sobre qué han estado sirviendo y qué van a servir de ahora en adelante a través del mensaje de hoy. Deben saber qué están haciendo ahora y a quién van a servir a de ahora en adelante. Los que han recibido la remisión de los pecados pero no saben a quién deben servir recibirán un cero en la nota de la vida de fe. Si no han encontrado un objeto para su servicio, no serán felices. Se están despidiendo de Dios y de la felicidad. Pero cuando escogen el verdadero objeto de su servicio, su vida de fe prosperará y será feliz. Y harán las cosas que agraden a Dios.
Cuando esta mujer derramó el aceite que costaba el salario de un año entero sobre la cabeza de Jesús, Él les dijo a sus discípulos que esto se recordaría dondequiera que se predicase el Evangelio. Como he dicho anteriormente, lo importante no es el precio del aceite. La Biblia nos está diciendo que sirvió a la Persona correcta y sabía exactamente lo que hacía.
Como la Biblia simplemente se refiere a ella como una mujer, no sabemos su nombre. Esto significa que no era nadie importante o especial. Era una mujer como cualquier otra que conocía a Jesús. No era especial. Sin embargo, sabía lo que era correcto. Sabía a quién tenía que servir y lo que tenía que hacer durante el resto de su vida.
Nosotros también debemos saber a quién servir. Aunque no podamos dar el salario de un año a Dios, aunque no tengamos nada que ofrecerle, aunque no tengamos ningún talento, lo importante es saber a quién servir. Debemos escoger a quién servir. ¿Me entienden?
No piensen que les estoy diciendo esto porque soy un pastor. Soy igual que ustedes ante la Palabra de Dios. Puede que piensen que los pastores dicen cosas así normalmente. Algunos pastores coreanos y oradores cristianos dicen que nuestro país ha sido evangelizado gracias a ellos. Y yo les digo que han destruido nuestro país. Han explotado a sus seguidores económicamente. Pero no les han dicho cómo vivir piadosamente ni a quién o qué servir. Estaban demasiado ocupados recogiendo dinero de los bolsillos de la gente y de sus cuentas corrientes. No les enseñaron la manera de vivir correctamente, sino que estaban demasiado ocupados con sus logros materiales como los edificios de culto. Estos oradores se centraron en el dinero y en explotar a los cristianos coreanos.
No estoy diciendo esto porque sea pastor. Solo quiero que sepan que servir a Dios y al Evangelio es lo correcto aunque no tengan tiempo o dinero. ¿Lo entienden? Podrán ser felices si se dan cuenta de esto. Y también funciona al revés: si viven sin darse cuenta de esto, serán miserables. Los charlatanes o las enfermedades pueden robarles sus riquezas por mucho dinero que hayan acumulado. Si sirven a Dios, sus vidas florecerán. Quería decirles esto hoy.
Háganse esta pregunta: ¿A quién voy a servir en el futuro? Estoy completamente convencido de que servir a Dios es lo correcto. ¿Voy en la dirección equivocada porque estoy demasiado ocupado con mi trabajo? Me preocupa estar sirviendo al mundo y a mí mismo con excusas sin darme cuenta. Estoy seguro de que mi vida será justa y gratificante si sirvo a Dios y al Evangelio durante el resto de mi vida. Ustedes también se sentirán así.
Queridos hermanos y hermanas, la Biblia nos dice que el verdadero servicio es como el de esta mujer. Una vida de fe que confía en Dios y le sigue después de recibir la remisión de los pecados es una vida de servicio a Dios. La Biblia nos dice que esto es correcto. Debemos darnos cuenta de que Dios nos está diciendo que nuestra prioridad debe ser servirle y todas nuestras necesidades son secundarias.