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Sermones

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-18] A los que preguntan: “Maestro, ¿qué bien haré para tener vida eterna?” (Mateo 19, 16-26)

(Mateo 19, 16-26)
«Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible».
 
 
Mi llamado es predicar a todos los cristianos del mundo cómo pueden recibir la remisión de los pecados para siempre. Para ello quiero seguir predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, el único Evangelio escrito en la Biblia que puede proporcionar la remisión de todos los pecados, personales y originales, a todos los que creen en este Evangelio en todo el mundo. Últimamente hemos tenido solo unos pocos visitantes de Estados Unidos en nuestra página Web. ¿Por qué creen que es así? ¿Cómo se explica esta tendencia? La mayoría de cristianos americanos van a la iglesia solo de manera superficial, ya que no están buscando a Dios con un corazón sincero.
Otro problema es que demasiados de ellos, aunque se encuentren con el maravilloso Evangelio del agua y el Espíritu, no están predicando este Evangelio a otras personas. Sería ideal que todo el que leyese uno de nuestros libros de sermones lo compartiese con los de su alrededor, pero esto no es así. Sería mejor que todos los que visitan nuestra página web compartiesen la dirección con sus conocidos, pero esto tampoco es así. Si una persona comparte esta información con tan solo diez personas, esto marcaría una diferencia enorme. Irónicamente, esta tendencia a no compartir las buenas noticias es particularmente prevalente entre los pastores y ministros. ¿Qué explica esto? El hecho de que los pastores están interesados en tomar prestadas partes de nuestros libros y usarlas en sus sermones. Toman nuestros libros del Evangelio como material de referencia. Así que es todavía más importante dar publicidad a nuestra página web tanto como sea posible.
Recientemente hemos publicado otro libro en inglés titulado La sabiduría del Evangelio primitivo. No me cabe duda de que muchas personas recibirán la remisión de los pecados y nacerán de nuevo al leer este libro. Uno de ellos se titula ¿Todavía están sufriendo por sus pecados personales? Seguido de otro libro titulado El cambio de la Ley.
 
 

La pregunta que hizo el joven del pasaje de las Escrituras de hoy

 
Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19, 16). Dicho de otra manera, el hombre estaba preguntando: “¿Qué cosa buena debo hacer para alcanzar la salvación?”. Entonces el Señor le habló de lo que tenía que hacer para obtener la vida eterna: «Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mateo 19, 17). Entonces el hombre le preguntó qué mandamiento debía cumplir, y Jesús le contestó diciendo: «No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 19, 18-19). La Biblia sigue diciendo: «Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones» (Mateo 19, 20-22).
Nuestro Señor le estaba diciendo al joven que decía haber cumplido todos los mandamientos que vendiese todas sus posesiones, se las diese a los pobres y le siguiese. El joven del pasaje de las Escrituras de hoy no entendió bien lo que el Señor le estaba diciendo. Cuando Jesús le dijo que vendiese todas sus posesiones y se las diese a los pobres, el Señor estaba diciendo que el joven no había cumplido todos los mandamientos de Dios como decía. Dicho de otra manera, esto es lo que Jesús le estaba diciendo: “¿Has amado a los pobres de verdad? ¿Has amado a tu prójimo como a ti mismo? Si amases al prójimo como a ti mismo, habrías vendido todas tus posesiones para dar dinero a los pobres. ¿Has amado a tu prójimo solo de palabra en vez de hacerlo sinceramente? ¿Acaso no pensaste que simplemente con ser educado con tu prójimo y no hacerle daño era bastante? Pero el amor verdadero no solo es no hacer daño, sino que requiere vender todas tus posesiones y dar el dinero a los demás. Esto es lo que significa amar a alguien. Honrar a tus padres también es más que decirles que los respetas. Si honras a tus padres, debes darles el tesoro más valioso. Pero esto no es lo que has hecho. Si de verdad quieres ser perfecto, vende todo lo que tengas y dona el dinero”.
La Biblia dice que cuando el joven escuchó esto, se fue preocupado. Se fue preocupado porque sabía que no podía hacer lo que el Señor le estaba pidiendo. ¿Qué le pidió el joven al Señor primero? Le preguntó: «Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19, 16). En primero lugar, cuando el joven fue a Jesús, estaba muy orgulloso de sí mismo. Por eso el Señor le dijo que debía cumplir todos los mandamientos para entrar en la vida eterna; le preguntó lleno de orgullo cuáles eran esos mandamientos. Y el Señor se los enumeró y el joven siguió siendo igual de orgulloso diciendo que los había cumplido todos los mandamientos. El Señor mostró lo orgulloso que era este joven cuando le pidió que vendiese todas sus posesiones, se las diese a los pobres y le siguiese.
Dicho de otra manera, el Señor le estaba preguntando retóricamente si había cumplido los mandamientos de Dios. Hay demasiados cristianos que piensan que cumplir los mandamientos significa no desobedecerlos con sus acciones. Así que si no han matado a nadie piensan que han cumplido el mandamiento que prohíbe el asesinato. Pero la verdadera sustancia de los mandamientos del Señor consiste en amarse los unos a los otros de todo corazón. Juan 1 resume los mandamientos del Señor como amor. Y amar a alguien es entregarle el tesoro más valioso.
Como he mencionado, la mayoría de los cristianos piensan que tienen que cumplir la Ley de Dios y Sus mandamientos al pie de la letra, pero los mandamientos de Dios no solo se cumplen con las propias acciones, sino también con el corazón. Por ejemplo, pueden pensar que porque no han robado nada han cumplido el mandamiento que les prohíbe robar, pero Dios dice que quien haya codiciado las posesiones de otra persona ha robado. Lo que el Señor quiere de ustedes no es que cumplan los mandamientos al pie de la letra, sino que los observen con sus acciones e intenciones. ¿Quién puede hacer esto? Los seres humanos no son capaces de esto. Y esta es la razón por la que el hombre rico en el pasaje de las Escrituras de hoy acabó marchándose triste. Fue a preguntarle al Señor qué cosas buenas debía hacer para recibir la vida eterna, pero cuando escuchó lo que el Señor le dijo, se fue desesperanzado porque sabía que no podía hacer lo que el Señor le estaba pidiendo. Así que, cuando el Señor le pidió que vendiese sus posesiones y las compartiese con los pobres y le siguiese, el joven se volvió a casa porque sabía que no podía hacer lo que le pedían. El joven no estaba cumpliendo los mandamientos de Dios. No estaba obedeciendo la Palabra de Dios. Por eso se sintió derrotado.
 
 
El Señor nos dio una parábola
 
Después de que se marchase, el Señor les dijo a Sus discípulos: «De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Mateo 19, 23-24).
Jesús dijo aquí que es muy difícil que los ricos entren en el Reino de los Cielos y que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja. Los discípulos se quedaron sorprendidos cuando oyeron esto. Como es físicamente imposible que un camello pase por el ojo de una aguja, esto solo puede significar que es aún más imposible que los ricos entren en el Reino de los Cielos. ¿Quién puede entrar en el Reino de los Cielos? Los discípulos se quedaron completamente sorprendidos por esto. Después de todo eso podría significar que los discípulos quizás no pudieran entrar en el Reino de los Cielos tampoco. Así que le preguntaron a Jesús quién puede ser salvado. Jesús le dijo: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mateo 19, 26).
¿Qué ha hecho Dios por nosotros? Nos ha salvado a los que creemos y nos ha dado vida eterna al eliminar todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso Jesús dijo que todo es posible con Dios.
Al principio del pasaje de las Escrituras de hoy, el joven le dijo a Jesús: «Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19, 16). «El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.» (Mateo 19, 17). En otras palabras, aunque el joven implicó que era capaz de hacer cosas buenas, El Señor estaba diciendo que nadie excepto Dios puede ser bueno.
Por naturaleza todos los seres humanos son malvados. Como todo el mundo obra iniquidad, ¿cómo puede alguien atreverse a preguntar qué cosa buena debe hacer para obtener la vida eterna? Pero el joven en el pasaje de las Escrituras de hoy estaba convencido de que podría obtener la vida eterna si hacía cosas buenas, y también estaba seguro de que podría conseguirlo. Por eso el Señor le dijo al joven que no podía cumplir los mandamientos aunque lo intentase. Y el Señor también le dijo que vendiese todas sus posesiones, entregase el dinero a los pobres y siguiese al Señor.
Los seres humanos son simplemente incapaces de hacer algo bueno. Por supuesto, hay muchas personas religiosas en este mundo que están intentando amor a su prójimo a sí mismo. Sin embargo, aunque hay muchos cristianos que practican el amor, están mintiendo. ¿Cuántos de ellos están dispuestos a vender sus posesiones, dárselas a los pobres y seguir al Señor? Algunos de ellos pueden fingir hacerlo, pero esto no es sincero.
El joven aquí en el pasaje de las Escrituras fingió ser virtuoso ante el Señor y pensó que podía cumplir todos los mandamientos de Dios, pero en realidad no pudo cumplir ni un solo mandamiento. ¿A quién podemos comparar a este joven? Podemos compararlo a los pecadores cristianos que cometen pecados a diario. En otras palabras, el joven del pasaje de las Escrituras es igual que los pecadores cristianos que piensan que pueden ser salvados solo con no pecar, aunque en realidad cometen pecados todos los días. Como obradores de iniquidad, todos los seres humanos cometen pecados todos los días desde el momento en que nacen en este mundo. A pesar de esto, hay muchos cristianos hoy en día que intentan entrar en el Reino de los Cielos confiando en sus oraciones de penitencia. Pero, ¿cómo pueden estos cristianos confusos ser salvados y recibir la vida eterna si intentan eliminar sus pecados a través de sus oraciones de penitencia?
¿Puede una persona ser limpiada de todos sus pecados personales al ofrecer oraciones de penitencia? No, es imposible. Pero los cristianos de todo el mundo intentan en vano eliminar todos los pecados que cometen día tras día mediante sus oraciones de penitencia. Esta creencia incorrecta está basada en una interpretación incorrecta de 1 Juan 1, 9: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Muchos cristianos han interpretado incorrectamente este pasaje de manera que ponen su propia fe en las oraciones de penitencia. Como resultado, multitud de cristianos han perdido sus almas. Piensan que cuando la Biblia dice “si confesamos nuestros pecados” esto se refiere a ofrecer oraciones de penitencia. Creen incorrectamente, en otras palabras, que el Señor eliminará sus pecados si ofrecen oraciones de penitencia. Racionalizando sus pensamientos, también dicen: “Piensen en cómo Jesús lavó los pies de Pedro. Esto también se refiere a las oraciones de penitencia. ¿Acaso Jesús no le dijo a Pedro que quien está bañado solo necesita lavar sus pies?”. A causa de malinterpretar la Palabra de Dios de esta manera, muchos cristianos intentan lavar sus pecados diarios al ofrecer sus oraciones de penitencia. Piensan que, cuando Jesús quiso lavarle los pies a Pedro, estaba intentando enseñarle a Pedro a lavar sus pecados personales todos los días. Esta mala interpretación es completamente incorrecta. Pero hay muchos cristianos que creen y actúan de esta manera inadecuada.
¿Es posible recibir la remisión de los pecados complete si creen en Jesús como la mayoría de los cristianos? Si intentan lavar todos sus pecados diarios que cometen al ofrecer sus oraciones de penitencia cada día, ¿podrán recibir su salvación? Por supuesto que no. Esto es igual que cuando un hombre rico intenta entrar en el Reino de los Cielos. Como dijo el Señor, es más difícil que una persona rica entre en el Reino de los Cielos que un camello entre por el ojo de una aguja. La mayoría de los cristianos de hoy en día están intentando eliminar sus pecados observando toda la Palabra de Dios, pero ¿pueden ser salvados de sus pecados de esta manera? No, nadie puede recibir la salvación de esta manera. ¿Significa esto que la salvación está fuera del alcance de todo el mundo? No, no es así, ya que el Señor dijo: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mateo 19, 26). Dicho de otra manera, mientras que nadie puede alcanzar la salvación confiando en sus propios esfuerzos, todo el mundo puede ser salvado confiando en Dios.
 
 

¿Cómo ha eliminado Dios todos nuestros pecados?

 
Como todos sabemos bien, Dios ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque todos los seres humanos nacimos como una raza de obradores de iniquidad y cometemos pecados hasta que morimos, nuestro Señor es perfecto y pudo convertirse en nuestro Salvador, ya que cargó con todos nuestros pecados hasta la Cruz, fue condenado por esos pecados al ser condenado a muerte, y se levantó de entre los muertos de nuevo. Como nuestro Señor borró todos nuestros pecados con el agua y la sangre cuando vino al mundo y se convirtió en nuestros Salvador, pudimos alcanzar nuestra salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad del Evangelio a través de la cual Dios nos libró perfectamente. Este es el Evangelio verdadero que Jesús tenía en mente cuando dijo: «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mateo 19, 26).
Hoy en día, multitud de cristianos dicen que han sido salvados al ofrecer oraciones de penitencia después de creer en la sangre derramada en la Cruz solamente. Pero, ¿cómo son esos cristianos diferentes del joven del pasaje de las Escrituras de hoy? Este hombre había ido al Señor y le había dicho: «Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?» (Mateo 19, 16). Los cristianos de hoy en día no son distintos al joven ya que están intentando obtener la vida eterna a través de sus buenas obras. Pero, ¿pueden estos cristianos confusos entrar en el Reino de los Cielos con tan solo decir que creen en Jesús y observar la Ley de Dios? ¿Es posible que alguien entre en el Reino de Dios con tan solo creer en la sangre de Jesús derramada en la Cruz y hacer obras virtuosas? ¿Es factible ser salvado de los pecados creyendo solamente en la sangre derramada en la Cruz? ¿Fue suficiente que Jesús derramase Su sangre en la Cruz para salvarnos de todos nuestros pecados sin ser bautizado por Juan el Bautista? No, el Señor tomó todos los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán y por eso pudo morir en la Cruz en nuestro lugar. Sin cargar con todos nuestros pecados al ser bautizado el Señor no podría haberlos tomado ni eliminado derramando Su sangre en la Cruz.
El joven en el pasaje de las Escrituras de hoy decía haber cumplido todos los mandamientos de Dios. Entonces el Señor le dijo que si quería ser perfecto tenía que vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y seguir al Señor. ¿Debemos vivir según la Palabra de Dios si queremos ser salvados perfectamente? ¿Se alcanza la salvación solo si vendemos nuestras posesiones y seguimos al Señor? ¿Acaso es un pecador quien no pueda hacer esto?
Muchas personas piensan así. Estas personas suelen ser católicas. Por ejemplo, los monjes católicos a menudo venden sus pertenencias para dárselas a los pobres antes de irse a vivir a un monasterio. Pero, ¿podemos recibir la remisión de los pecados mediante nuestra propia piedad aunque dediquemos nuestras vidas enteras a Dios? No, es imposible que nadie reciba la remisión de los pecados confiando en la propia piedad.
Sin embargo, por desgracia, la mayoría de cristianos están viviendo sus vidas de fe de esta manera precisamente. Su fe es la misma que la del joven en el pasaje de las Escrituras de hoy que se preguntaba: “¿Qué buena obra debo hacer para heredar la vida eterna?”. Pero, ¿puede alguien ser salvado por Dios solo por vivir haciendo cosas buenas? ¿Puede alguien eliminar todos sus pecados ofreciendo oraciones de penitencia solamente? No, por supuesto que no.
Entonces, ¿por qué fe pueden ser lavados de todos los pecados después de creer en Jesús? Solo si creemos ene l Evangelio del agua y el Espíritu podemos ser salvados de nuestros pecados. El problema de los cristianos de hoy en día es que la mayoría de ellos creen que Jesús eliminará sus pecados si creen en Su valiosa sangre derramada en la Cruz y además añaden sus propias obras.
Sin embargo, deben dares cuenta de que si intentan añadir algo a la perfecta salvación de Dios, esto solo significa que serán destruidos. El capítulo 40 de Génesis nos proporciona un ejemplo de esto. El jefe de los mayordomos y el jefe de los pasteleros del rey de Egipto ofendieron a su rey Faraón, y fueron enviados a la prisión donde José estaba encerrado. Y un día, cada uno tuvo un sueño y le pidieron a José que los interpretase. En el sueño del mayordomo, vio una viña con tres ramas con uvas maduras; entonces el vaso del Faraón estaba en su mano y tomó las uvas y las apretó en el vaso del Faraón y le puso el vaso en la mano. La interpretación de José de este sueño fue que en tres días el Faraón levantaría su cabeza y lo restauraría en su cargo. Esto implica que cuando vamos a Dios con la Palabra de Dios pura, es decir, la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, somos bendecidos con la vida eterna.
Al ver que la interpretación era Buena, el jefe pastelero le pidió a José que interpretase su sueño. En su sueño vio tres cestas blancas sobre su cabeza con todo tipo de pasteles para el Faraón, y también vio pájaros que se los comían. Cuando José escuchó este sueño, profetizó al pastelero que sería colgado de un árbol en tres días. ¿Por qué fue ejecutado el pastelero? Porque intentó añadir algo propio al pan blanco puro. Esto implica que quien intente añadir algo a la salvación perfecta de Dios muere. Debemos saber que estas tres cestas blancas denotan el agua, la sangre y el Espíritu que constituyen la salvación perfecta de Dios.
Si tuviésemos que inventar nuestra salvación con nuestros propios pensamientos, y creer en que hemos sido salvados por nuestra cuenta, ¿alcanzaríamos nuestra salvación? ¿Podríamos ser salvados al creer en la sangre de Jesús derramada en la Cruz solamente? No, esto no es posible. Después de todo, ¿acaso no dijo el Señor en 1 Juan 5, 6-8 que eliminaría todos nuestros pecados con el agua, la sangre y el Espíritu? Simplemente confiar en las doctrinas creadas por el hombre en vez de tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu significa hacer el mal. Si todavía creen que pueden ser perdonados de sus pecados al ofrecer oraciones de penitencia, deben prestar atención a lo que Jesús dijo en Mateo 7: «Apartaos de Mí, obradores de iniquidad».
 
 

Los que practican la iniquidad

 
Jesús dijo aquí, en el pasaje de las Escrituras, que los ricos no pueden entrar en el Reino de Dios. ¿Qué significa esto? Esto significa que nadie puede alcanzar la salvación al confiar en sus esfuerzos humanos. Dicho de otra manera, no pueden eliminar sus pecados personales ofreciendo sus oraciones de penitencia. Si Dios ha establecido una fórmula simple para que los seres humanos eliminen sus pecados personales mediante oraciones de penitencia, entonces deben ofrecer oraciones de penitencia cada vez que pecan. Pero Dios nunca habló acerca de esta fórmula. Nunca dijo que sus pecados pudiesen ser eliminados ofreciendo oraciones de penitencia. Si piensan esto, han aceptado una noción absurda. Piensen en cuantos pecados cometen al mes, o incluso al día, y entonces piensen cuántas oraciones de penitencia tendrán que ofrecer. Sus pecados son más numerosos que sus oraciones. Es imposible ofrecer oraciones de penitencia cada vez que cometen pecados.
¿Y qué hay de sus virtudes? Pueden pensar que tienen que hacer cosas buenas para recibir la vida eterna, pero ¿cómo de virtuosos pueden ser ante Dios? Aunque hayan trabajado de voluntarios en un campo de refugiados en una de las partes pobres del mundo, ¿les hace esto virtuosos? Nuestro Señor nos dijo que lo vendiésemos todo, donásemos el dinero y siguiésemos al Señor con las manos vacías. ¿Pueden vender todas sus posesiones? ¿Pueden vender su casa y todo lo que tienen, donar todo el dinero y seguir al Señor? Después de todo esto es lo que el Señor nos dijo que hiciésemos al negarnos a nosotros mismos y seguirle.
Nadie puede entrar en el Reino de los Cielos confiando en sus propios esfuerzos. Los seres humanos somos una raza de obradores de iniquidad, y para entrar en el Reino de los Cielos tiene que haber un Salvador. Este Salvador no es otro que Jesucristo. Para eliminar todos nuestros pecados, Jesucristo vino a este mundo encarnado en un hombre y cargó con todos los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Entonces fue crucificado para ser condenado por nuestros pecados, se levantó de entre los muertos y se ha convertido en nuestro Salvador. Como Dios nos ha salvado de esta manera, hemos alcanzado nuestra salvación al creer en lo que este Dios ha hecho por nosotros. Por muy ardientemente que los cristianos crean en la sangre derramada en la Cruz, y por muchas oraciones de penitencia que ofrezcan, no pueden ser salvados de sus pecados al confiar en sus esfuerzos humanos. No pueden ser librados de sus pecados de esta manera. Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad, es el único Salvador para nosotros.
Si no creemos en el bautismo que Jesús recibió en este mundo y la sangre que derramó en la Cruz, si no creemos en la obra justa que Dios ha hecho por nosotros, y si no creemos en la salvación que Dios ha cumplido por Su amor por nosotros, no podremos ser salvados de nuestros pecados. Sin fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, nadie puede entrar en el Reino de Dios. Por eso Jesús dijo que, mientras la salvación es imposible de alcanzar para los hombres, con Dios todo es posible. Precisamente por este motivo, como nadie puede alcanzar la salvación confiando en los esfuerzos humanos, Dios nos ha salvado personalmente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Dios mismo nos ha dejado sin pecados para siempre.
Sin embargo, la inmensa mayoría de los cristianos de hoy en día, sin mencionar a los que no son cristianos, es igual que el joven descrito en el pasaje de las Escrituras de hoy. Aunque el joven rico decía creen en el Señor Dios y haber vivido según los mandamientos de Dios, a los ojos de Jesús era un hipócrita. Así que este hombre joven era un pecador destinado a ir al infierno. Necesitaba desesperadamente darse cuenta de la obra de salvación.
Cuando Jesucristo vino a este mundo, cargó con nuestros pecados sobre Su cuerpo al ser bautizado por Juan el Bautista, el representante de toda la raza humana, para que pudiera hacernos perfectos. Al cargar así con los pecados del mundo sobre Su cuerpo, fue condenado por todos esos pecados en la Cruz. De esta manera, para hacernos perfectos, el Señor nos ha salvado a todos los que creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Este es el amor de la salvación que Dios nos ha mostrado. Este es el poder del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos ha salvado para siempre con el agua, la sangre, el Espíritu. No nos ha salvado tan solo con el agua, sino con el agua y la sangre (1 Juan 5, 6). Todos debemos entender el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él de todo corazón. Debemos creer en lo que Dios ha hecho por nosotros. Debemos creer que, aunque la salvación es imposible con los hombres, con Dios todo es posible; y debemos creer que Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podremos ser salvados de nuestros pecados.
A los cristianos de todo el mundo me gustaría decirles lo siguiente: no pueden ser salvados por su fe legalista. No hay ni una sola persona que pueda entrar en el Reino de los Cielos de esta manera. Siempre y cuando se aferren a esta fe incorrecta, no podrán ser liberados de sus pecados. Ningún pastor, por muy famoso que sea, puede entrar en el Reino de los Cielos de esta manera. A través del Evangelio del agua y el Espíritu el Señor nos ha salvado, no solo con Su sangre derramada en la Cruz. Por muchas buenas obras que hagamos, y por muy rectos que seamos, no podemos salvarnos de nuestros pecados. Tampoco pueden ser salvados de sus pecados al confiar en la sangre de la Cruz solamente. Solo pueden alcanzar su verdadera salvación si creen en el amor de Dios, confiando que Dios les ha salvado a través del agua y la sangre de Jesucristo. Por tanto, solo los que creen que la salvación se alcanza a través del bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz no tienen pecados.
Nosotros tenemos el pan verdadero de la vida con nosotros. Como dijo el Señor, es absolutamente cierto que, mientras que la salvación es imposible con los hombres, con Dios todo es posible. Dios nos ha salvado. Aunque nunca podríamos alcanzar la salvación de nuestros pecados a través de nuestros esfuerzos, el Señor nos la ha dado y nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Gracias a este amor de Dios y la Verdad de Su salvación nos hemos hecho perfectos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Confiamos en el Evangelio del agua y el Espíritu y le damos gracias a Dios.
¡Aleluya!