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Sermones

Tema 10: El Apocalipsis

[Capítulo 2-2] La Fe Que Puede Abrazar El Martirio (Apocalipsis 2:1-7)

La Fe Que Puede Abrazar El Martirio(Apocalipsis 2:1-7)
 
Para la mayoría de nosotros martirio es una palabra desconocida, pero para aquellos que han crecido en una cultura no-Cristiana es aún más rara. Ciertamente la palabra “martirio” no es una palabra con la cual nos encontramos en nuestra vida diaria; nos sentimos apartados y lejos de ella, ya que es muy surrealista para nosotros imaginarnos nuestro martirio real. A pesar de esto, los capítulos 2 y 3 del Libro del Apocalipsis discuten este martirio, y de su Palabra debemos establecer la fe del martirio en nuestros corazones –esto es, le fe con la cual podemos ser martirizados.
Los Emperadores Romanos fueron los gobernadores absolutos de la gente del Imperio. Teniendo poder absoluto sobre su dominio, podían hacer cualquier cosa que su corazón desease. Habiendo entablado y ganado muchas guerras, el Imperio Romano sometió a muchas naciones bajo sus reglas, enriqueciéndose a sí mismos con los tributos pagados por las naciones conquistadas. Sin haber perdido ni una sola guerra, la pequeña nación creció hasta convertirse en uno de los grandes imperios del mundo. Solo el cielo fue el límite del poder que los emperadores llegaron a tener. Tan grande fue su poder que eventualmente llegaron a ser adorados como dioses vivientes por la gente.
Por ejemplo, era muy común que los emperadores construyeran estatuas de su imagen y hacían que la gente se inclinara ante ellas. Para los Emperadores que se habían proclamado a si mismos como dioses, el aumento de los creyentes en Jesús no podía ser otra cosa que una seria amenaza para su poder absoluto. Prohibiendo las reuniones de los Cristianos, recurrieron a políticas represivas para perseguir a los creyentes, arrestándolos, encarcelándolos y eventualmente ejecutándolos por su fe. Es en contra de este antecedente histórico que los Primeros Cristianos se escondieron bajo la tierra a lugares como las Catacumbas para escapar de la persecución, y es esta persecución que puso las bases para el marco de trabajo y que ellos abrazaran el martirio para defender su justa fe.
Es así como los mártires se levantaron en el periodo de la Primera Iglesia. Desde luego, los santos de ese tiempo no fueron martirizados simplemente por rehusarse a reconocer la autoridad de los emperadores. Ellos reconocían su autoridad mundana, pero ellos no reconocieron más esa autoridad cuando los quería forzar a adorar a un hombre como a un dios y a que abandonaran a Jesús en sus corazones, aún a costa de sus propias vidas. Los emperadores Romanos les ordenaron a los Cristianos que negaran a Jesús y que los adoraran a ellos, no solo como emperadores sino también como dioses. Incapaces y sin deseos de capitular ante tales demandas, los Primeros Cristianos continuaron encarando la persecución y a ser martirizados para defender su fe, hasta que finalmente el Edicto de Milán en el año 313 D.C. trajo libertad religiosa. Así como estos primeros antecesores de la fe, nosotros también preferiremos encarar una muerte justa que abandonar nuestra fe.
El pasaje acerca de las siete iglesias en Asia menor no solamente es la descripción de las circunstancias y las situaciones de ese tiempo, sino también la revelación acerca del mundo que vendría. En él se encuentra la revelación de que los siervos de Dios y Sus santos serán martirizados por defender su fe. Igual que en el tiempo del Imperio Romano, habrá un tiempo cuando un gobernador absoluto surgirá como la versión moderna del emperador Romano sujetando a todo el mundo bajo su reinado tiránico, haciendo estatuas de su imagen, pidiendo que todos se inclinen ante ellas y demandando ser adorado como dios. Esto no esta muy lejano de nuestro tiempo, y cuando esta era llegue, muchos santos seguirán las pisadas de los creyentes de la Primera Iglesia en su martirio.
Por lo tanto, debemos guardar en nuestros corazones la Palabra de advertencia que nuestro Señor dio a las siete iglesias en Asia. En saludo, motivación y advertencia las siete iglesias en Asia, Dios les dio la promesa que “al que venciera” “comería del árbol de vida, el cual está en el centro del Paraíso de Dios” y recibiría la “corona de vida,” “el maná escondido para comer,” “la estrella de la mañana,” ¡y más! Es la fiel promesa de Dios para aquellos que vencieren a través de su martirio, Él dará todas las bendiciones eternas del Cielo.
Entonces, ¿cómo enfrentó la Primera Iglesia su martirio? La primera cosa que debemos recordar es que aquellos que podían ser martirizados eran los siervos de Dios y Sus santos. No todos pueden ser martirizados. Solo aquellos que creen en Jesús como su salvador, no capitularán bajo la persecución, y se sostendrán de su fe y confianza en el Señor para encarar el martirio.
El Apóstol Juan, a quien vemos aquí reprendiendo a la Iglesia de Efeso en su exilio en la Isla de Patmos, era el último vivo de los 12 Apóstoles de Jesús. Todos los demás Apóstoles ya habían sido martirizados, así como otros santos. Hablando históricamente, los santos de las siete iglesias en Asia eran solo unos cuantos entre los incontables Cristianos que fueron martirizados hasta el año 313 D.C. huyendo de la persecución de las autoridades Romanas, literalmente se escondieron bajo tierra, cavando cuevas para escapar de su alcance y reuniéndose en cementerios subterráneos llamados Catacumbas para adorar- a través de todo esto y más, nunca traicionaron su fe y voluntariamente abrazaron su martirio.
Los siervos y santos de las siete iglesias en Asia, incluyendo la Iglesia de Efeso, a pesar de haber sido reprendidos por Dios aquí, también fueron martirizadas. Lo que les permitió ser martirizados fue su fe en el Señor. Todos ellos creían que el Señor era Dios, que Él quitó todos sus pecados, y que Él era el Pastor que los guiaría a todos al Reino del Milenio y a la Tierra y Cielo Nuevos. Es esta fe y la convicción de la esperanza que les permitió vencer todos sus temores y dolores de muerte otorgados por su martirio.
Estamos viviendo los últimos tiempos. No falta mucho para que el mundo se una bajo una autoridad y que un gobernante con poder absoluto emerja. Este gobernador absoluto, como está escrito en Apocalipsis 13, amenazará las vidas de los santos y demandará que renuncien a su fe. Pero nosotros, los santos del fin de los tiempos, seremos capaces de vencer sus amenazas y su coerción, y defenderemos nuestra fe a través de nuestro martirio, ya que tenemos la misma fe que tenían los santos de la Primera Iglesia.
En los versículos 4-5, Dios reprendió a la Iglesia de Efeso, diciendo: «Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido». ¿Qué significa esto? Quiere decir que la Iglesia de Efeso había dejado el evangelio del agua y el Espíritu. Todos los santos de la Primera Iglesia, incluyendo a aquellos de la Iglesia de Efeso, habían creído en el evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debió a que todos los discípulos de Jesús habían esparcido y predicado el evangelio del agua y el Espíritu. Así el evangelio que los santos de ese tiempo recibieron de los Apóstoles fue el evangelio completo, no el falso, el evangelio hecho por hombres que solo creen en la sangre de la Cruz.
Pero aquí se dice que el siervo de la Iglesia de Efeso había perdido su primer amor. Esto significa que el siervo de la Iglesia de Efeso había abandonado el evangelio del agua y el Espíritu y su ministración de la iglesia. Es por eso que el Señor dijo que Él removería la lámpara de su lugar a menos que se arrepintiera. Remover la lámpara de él quería decir quitar la iglesia, la cual, a su vez, significaba que el Espíritu Santo ya no podía obrar en la Iglesia de Efeso.
Para el siervo de la Iglesia de Efeso, el regresar al evangelio del agua y el Espíritu no era una cosa difícil de hacer. Pero esto era el menor de sus problemas. Lo que lo llevó al problema fue que él, mientras creía en el evangelio del agua y el Espíritu en su corazón, falló a la predicación explícita de lo que él creía. Él aceptó en su iglesia a todos aquellos que meramente confesaban a Jesús como su Salvador, aunque no creyeran en el evangelio del agua y el Espíritu, cuando de hecho el confesar su fe en el evangelio del agua y el Espíritu significaba para los creyentes el ser preparados para el martirio.
Así que, en otras palabras, él le dio la bienvenida a todos aquellos que llegaron a su iglesia sin importar si ellos tenían la misma fe en Dios y en Su evangelio del agua y el Espíritu. Ya que el entrar en la iglesia de Dios requería mucho sacrificio y debido a que el siervo tenía miedo de que estos sacrificios evitaran que muchos se unieran a la iglesia, él había fallado en predicar la verdad absoluta en términos precisos.
Pero debido a que el Espíritu Santo no puede habitar donde no hay verdad, Dios dijo que Él removería la lámpara. No se debía a la falta de obras del siervo y de los santos de la Iglesia de Efeso el que Dios haya dicho que Él removerá la iglesia; sino, Él quiso decir que no podía habitar en la iglesia debido a que la verdad ya no se podía encontrar ahí.
Es un requisito que la iglesia de Dios siga el evangelio del agua y el Espíritu. Los siervos y los santos de Dios no solamente deben de creer en este evangelio sino también predicar y enseñarlo en términos precisos y absolutos, ya que solo en este evangelio podemos encontrar el amor de Dios, Su gracia y todas Sus bendiciones para nosotros.
En lugar de predicar este evangelio, el siervo de la Iglesia de Efeso aceptó en su congregación a aquellos que solo creían en la sangre sobre la Cruz. Pero aún para un siervo nacido de nuevo, santo, o iglesia que cree, pero no predica el evangelio del agua y el Espíritu que ha quitado todos nuestros pecados con el bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz, hará que todas las obras de nuestro Señor sean inútiles.
Aunque nos quedemos cortos ante los ojos del Señor, si creemos en este evangelio y lo predicamos, el Señor puede morar y obrar en nosotros por Espíritu Santo. Aún si los siervos de Dios o los santos están llenos de limitaciones, el Señor puede enseñarlos y guiarlos a través de Su Palabra. En la iglesia del evangelio del agua y el Espíritu se encuentra el Espíritu Santo, y la presencia del Espíritu Santo en ella significa que la iglesia es santa.
No puede existir, nunca más, santidad para los siervos de Dios o los santos si no predican el evangelio del agua y el Espíritu. Pueden ser capaces de decir que ya no tienen pecado, pero la santidad no puede ser hallada donde no es predicado el evangelio del agua y el Espíritu.
Este evangelio del agua y el Espíritu es el evangelio que los santos de la Primera Iglesia creían, el evangelio que proclama que el Señor vino a esta tierra para salvar a la humanidad, tomando todos los pecados del mundo con Su bautismo y quitándolos todos con Su muerte sobre la Cruz. Él quitó todas nuestras debilidades y limitaciones con Su bautismo. Dios quitó todos nuestros pecados de nuestras debilidades y limitaciones, y Él se ha convertido en nuestro eterno Pastor.
Habiendo sido ricamente bendecido, ¿cómo puede alguien cambiar al Señor por un emperador Romano y adorar a un simple mortal como su dios? Debido a que la gracia de Dios era tan grande y tan abundante, ni las seducciones ni las amenazas de un emperador Romano podían lograr que los santos negaran Su amor, y ellos voluntariamente y con gusto abrazaron su martirio para defender su fe. Desafiaron ambas, las amenazas que buscaban manipularlos para renunciar a su fe y los intentos de entregarlos a oficiales públicos para hacerlos abandonar su fe a cambio de beneficios materiales. Nada podía hacerlos renunciar a su fe y abandonar a su Dios, y esta fe que no moría les permitió soportar el martirio.
Los corazones de los mártires están llenos de gratitud por la gracia y amor de Dios que los había liberado de sus pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos cuya fe impedía que traicionaran el amor de Dios que los había liberado eternamente de sus pecados abrazó el martirio sobre la apostasía. El tiempo vendrá cuando, así como los emperadores Romanos demandaban que los santos de la Primera Iglesia reconocieran su divinidad y los adoraran como dioses, nosotros también seremos coaccionados a renunciar a nuestra fe. Cuando esto pase, debemos seguir las pisadas de nuestros antecesores en la fe y defenderla con el martirio.
Aunque estamos llenos de limitaciones, Dios nos ha amado tanto que Él ha tomado todas nuestras limitaciones y pecados sobre sí Mismo. A pesar de cuan lejos hemos llegado a estar ante Su gloria, Él nos ha aceptado en Sus brazos. No solo nos ha abrazado Él, sino que también Él ha resuelto todos los problemas del pecado y de la destrucción y nos ha hecho Sus hijos y Su prometida por siempre. Es por eso que nunca podremos traicionar nuestra fe en Él y porque voluntaria y gustosamente abrazaremos el martirio por Su nombre. El martirio es defender el primer amor que Dios nos dio. No es producto de nuestras emociones humanas, sino la fe en el hecho de que Dios nos ha dado Sus bendiciones a pesar de nuestras debilidades y limitaciones. No es por la fortaleza de nuestra voluntad que podremos ser martirizados, sino por la fe en la grandeza de nuestro amor.
Desde luego existen personas que mueren como mártires de su país o de su ideología. Esta gente tiene una convicción inquebrantable en lo que creen que es justo y están dispuestos a dar sus vidas por su amor. Pero, ¿qué hay acerca de nosotros? ¿Cómo pueden los hijos de Dios que han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu a través de su fe en Jesús ser martirizados? Podemos ser martirizados porque estamos agradecidos por el evangelio con el cual nuestro Señor nos ha amado y salvado. Porque Dios nos ha aceptado a pesar de nuestras innumerables limitaciones, porque Él nos ha dado el Espíritu santo, y porque Él nos ha hecho Su pueblo y nos ha bendecido para que vivamos eternamente en Su presencia, nunca lo podremos abandonar.
Dios nos ha prometido el Cielo y la Tierra Nuevos, y por esta sola esperanza no podemos abandonar nuestra fe. no importa lo que pase-aún si el Anticristo nos amenaza y nos persigue a muerte en el fin de los tiempos-nunca podremos negar a nuestro Señor y a Su evangelio del agua y el Espíritu. Aún si somos arrastrados a los pies del Anticristo y somos ejecutados, nunca podremos traicionar la gracia y el amor de Dios que nos ha salvado. Como dice el dicho, ni aún “sobre nuestros cuerpos muertos” traicionaremos al Señor. Podemos ser coaccionados a hacer otras cosas, pero existe una cosa ante la cual jamás sucumbiremos: nunca dejaremos, ni traicionaremos el amor de Cristo que nos ha salvado.
¿Piensas que el Anticristo tendrá misericordia de nosotros solo porque tenemos limitaciones? ¡Claro que no! ¡A Él no le importamos! Pero nuestro Señor nos ha hecho completos y totales, tomando todos nuestros problemas y siendo juzgado en nuestro lugar, a pesar de cuan expresamente débiles y deficientes somos. Es por eso que no podemos abandonar el amor de la salvación del Señor que nos ha liberado a través del evangelio del agua y el Espíritu y el porqué no podemos abandonar nuestra fe en este primer amor. Nada puede ser abandonado a menos que lo abandonemos en nuestro corazón primero.
De la misma forma, si guardamos nuestra fe en nuestros corazones, podemos defender nuestra fe hasta el final sin importar cuanta amenaza, tentación o coerción sea puesta sobre nosotros. Si conocemos en nuestros corazones el precioso amor de Dios por nosotros, y si nos aferramos a este amor hasta el final, podemos defender el evangelio hasta los últimos días. Ya que aquellos que caminan en fe, abrazar el martirio nunca será difícil.
Todos debemos pensar seriamente en el prospecto de nuestro propio martirio. El martirio no es solamente soportar el dolor y el sufrimiento. Es tal nuestra carne que aún un ligero pinchazo de una aguja puede traer un dolor insoportable. Tolerar tales dolores de la carne no es de lo que se trata el martirio. Más bien el martirio es dar tu propia vida. No meramente el sufrir dolores físicos, sino realmente es perder la vida propia de lo que se trata. Cuando el Anticristo demande que lo llamemos y le adoremos como a dios, resistiremos hasta la muerte. Ya que solo el Señor es nuestro Dios y solo Él merece nuestra adoración, es apropiado que seamos martirizados para defender Su nombre. No podemos cambiar esta fe por nada.
¿Acaso el Anticristo, quien niega a Dios y demanda ser adorado como dios, realmente merece ser adorado? ¡Claro que no! Solo Dios tiene el poder de crear el mundo y el universo. Solo Él tiene el poder sobre la vida y la muerte, solo Él es sin mancha, sin pecado y totalmente justo ante toda la creación, y solo Él tiene el poder de quitar todos los pecados del mundo. Entonces, ¿qué hay con el Anticristo? Lo único que tiene el Anticristo es poder mundano. Es por eso que no podemos cambiar a nuestro Señor por él, y es por eso que nunca podremos traicionar nuestra fe en el Dios Todopoderoso.
Dios es el único que con seguridad nos dará felicidad eterna. Él resucitará y dará cuerpos glorificados a aquellos que han sido perdonados por creer en Jesucristo y abrirá para ellos las puertas del Reino del Milenio, y del Cielo y la Tierra Nuevos. Pero aquellos que se inclinen ante el Anticristo encararán el castigo eterno y serán lanzados al infierno junto con Satanás. Será la cosa más necia que hagamos, si desecháramos nuestra felicidad eterna, poniéndonos del lado del Anticristo por miedo a lo que solo será dolor y sufrimiento pasajero. Conociendo esta verdad, aquellos que creen en sus corazones en el evangelio del agua y el Espíritu, con valor estarán firmes en contra del Anticristo, serán martirizados y recibirán felicidad eterna como recompensa por su sacrificio.
Tú y yo, seremos martirizados. No te equivoques: cuando la era del caballo negro termine, la era del caballo amarillo llegará y entonces, el anticristo emergerá y las plagas de las siete trompetas comenzarán. El anticristo se levantará con toda seguridad, nosotros los santos seremos martirizados con seguridad y con nuestra resurrección seremos raptados con toda seguridad. Y ciertamente entraremos en el reino de los mil años. Es por eso que seremos martirizados voluntariamente todos cuando el Anticristo nos persiga y demande nuestra muerte.
Quo Vadis, una de las películas clásicas, caracteriza a muchos Cristianos que dieron sus vidas para defender su fe y cantaban alabanzas mientras los mataban. La película misma es ficción, pero los antecedentes históricos de la misma son verdaderos–esto es, muchos Cristianos dieron sus vidas para defender su fe. ¿Porqué lo hicieron? Debido a lo que demandaron las autoridades de ellos-negar a Dios, adorar a otros dioses en su lugar y a que abandonaran su fe-esto era algo que ellos no podían aceptar.
Si hubieran cambiado a su Dios como lo demandaban los emperadores Romanos, lo hubieran cambiado todo. El emperador hubiera llegado a ser su dios, sometiéndolos bajo su tiranía y hubieran muerto en batalla como sus peones. No hubieran sido liberados del pecado, ni hubieran sido capaces de entrar a la Tierra y Cielos Nuevos. Es por eso que no podían traicionar su fe y en lugar de eso decidieron encarar su muerte certera con gozo y alabanza. Podían cantar alabanzas al Señor, aún mientras morían ya que su esperanza era mucha más grande que su dolor en la muerte.
Es absolutamente crítico para nosotros defender el evangelio del agua y el Espíritu. También es imperativo para nosotros vivir en esperanza, creyendo que más allá de nuestra muerte nos espera la vida eterna en un mundo nuevo lleno de felicidad y gloria.
¿Alguna ves has sufrido por el Señor? ¿Realmente has sufrido, no por tus limitaciones o errores, sino por amor del Señor? Si nuestro sufrimiento es por el Señor, todos nuestros dolores se convertirán en un gozo mayor. Así expresó el Apóstol Pablo este gozo: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). Debido al gozo de la gloria que ha de ser revelada en nosotros es mucho mayor que el dolor de nuestro sufrimiento por nuestro Señor, todos los sufrimientos actuales serán enterrados bajo el inmenso gozo y felicidad de nuestra fe.
En otras palabras, los santos y los mártires de la Primera Iglesia pudieron vencer su dolor y dar sus vidas por el Señor porque ellos sabían que el gozo que les aguardaba era mayor que su sufrimiento inmediato. Su martirio no fue producto de su habilidad para tratar con el dolor y soportar el sufrimiento, sino de su esperanza por la gloria venidera.
Por lo general, la gente soporta su dolor pensando que solo tienen que tolerarlo. Esta es una batalla difícil y agobiante. Cuando su tolerancia trae resultados decepcionantes, su frustración crece aún más-¡todo ese sufrimiento para nada! Pero para nosotros Cristianos, lo que es aún mayor es el gozo y la felicidad de nuestra perseverancia, ya que estamos seguros en la certeza de nuestra esperanza y recompensas. Si nos proponemos enfocar nuestras mentes en servir al Señor con todo nuestro corazón como Sus fieles siervos, sabemos que el gozo y la comodidad que nos aguarda es mucho mayor que el dolor de nuestros sacrificios presentes. Debido a que todas las dificultades están enterradas en este gozo, podemos vivir nuestras vidas para el Señor y aún abrazar nuestro martirio por Su amor.
La gente tiene almas, emociones, pensamientos y fe. Para las almas nacidas de nuevo, debido a que el espíritu del Señor mora en ellos, el ser perseguidos por su justicia solo puede traerles un gozo indescriptible y felicidad por la gloria que les aguarda. Pero si dejaran su primer amor, el Señor no dudará en remover la lámpara.
Si aquellos que han estado sirviendo con gozo al evangelio del agua y el Espíritu, con todo su corazón y vida, cesan de hacerlo, solo puede significar que gradualmente perdieron el gozo de servir al evangelio, su primer amor, aún si no abandonaron completamente este evangelio. Puede que se sostengan con su fe personal, pero si ya no se enorgullecen en predicar el evangelio y no conservan un claro entendimiento de lo que se requiere para ser salvo-que la sangre sobre la Cruz no es suficiente para la salvación-entonces su fe será diluida, y su martirio será inalcanzable para ellos. Entonces Dios removerá su lámpara de su lugar.
Aquellos que sirven al evangelio con gozo y con templanza serán capaces de abrazar el martirio por propia voluntad ya que nunca abandonaron su primer amor. Debido a que esta gente fue bendecida por Dios por creer y predicar el amor de Cristo, ellos pueden ser martirizados. No importa cuan capaz o talentoso seas; si no predicas el evangelio del agua y el Espíritu, la iglesia será removida de su lugar. Este es un mensaje del cual Dios quiere que mantengamos. Si nos damos cuenta y creemos en esta verdad, podemos renovar nuestro corazón y ser capaces de ser martirizados por el nombre del Señor.
¿Cual es la esencia fundamental que sustenta nuestra fe? Es el evangelio del agua y el Espíritu. Si no fuera por el evangelio del agua y el Espíritu, ¿de qué servirían nuestras obras de fe? la razón por la cual podemos conservar nuestra fe se debe a que Dios nos ha amado y nos ha tomado en Sus brazos con Su evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que este amor no cambia y nos glorifica, somos capaces de guardar nuestra fe, y continuar predicando y extendiéndolo.
A pesar de nuestras debilidades, podemos correr hacia Dios hasta el final, debido a que el evangelio del agua y el Espíritu nos ha salvado, y porque en este evangelio se encuentra el amor de Cristo. Estamos llenos de limitaciones, pero debido a que hemos sido revestidos en el evangelio del agua y el Espíritu que está lleno por el amor de nuestro Señor, podemos amar a nuestros hermanos y hermanas, a los siervos de Dios y a todas las almas del mundo. Fundamentalmente, el perfecto amor está más allá del alcance humano. Debido a que no hay amor entre nosotros, somos incapaces de amar a alguien más, solo a nosotros mismos en egoísmo. Mucha gente es engañada por lo que aparece en la superficie, atraídos por la fachada resplandeciente que tan solo es del grosor de la piel. Juzgan a la gente de acuerdo a las posesiones materiales y externas que tienen. Pero entre los verdaderos creyentes está el amor de Dios. Esto es lo que nos permite extender el evangelio, el perfecto amor de nuestro Señor.
Nuestro Señor vino a esta tierra, fue bautizado para aceptar todas nuestras limitaciones y limpiarnos de todos nuestros pecados para salvarnos. Entonces, ¿cómo podríamos nosotros dejar Su primer amor que nos ha convertido en hijos de Dios? Podemos tener fallos en muchos aspectos, pero nunca debemos tener fallos en nuestra fe en esta verdad. Debemos predicar este evangelio con una fe absoluta. Lo que más se necesita en tiempos de tribulación es exactamente esta fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Cuando encaremos pruebas y tribulaciones, la fuerza para defender nuestra fe y vencer las dificultades solo vendrá de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Es por el poder de este evangelio que nuestras caras se iluminarán de gozo aún cuando nos cansemos debido a las innumerables luchas que encaramos en nuestras vidas cotidianas. Este es el amor de nuestro Señor.
Algunas veces la gente esta lista para caer en la trampa del legalismo. Piensan que Dios los bendice por lo que han hecho. Desde luego yo no sugiero que esto es totalmente falso, ya que el Señor dijo que Él amaría a los que lo amaran. Pero no se debe a lo que hemos hecho el que Dios nos amó tanto que nos limpió. Debido a que Dios conoce todas las promesas que nos ha hecho y debido a que Él conoce todos nuestros pecados, Él nos ha, en su amor y voluntad perfectas, abrazado y hecho completos. Se debe solo a Sus bendiciones que podemos vivir en gozo. Se debe a que Dios nos ha hecho Su pueblo y Sus siervos que podemos trabajar para el señor, ser vestidos de Su gloria, predicar el evangelio a otros y cuando el tiempo llegue, ser martirizados por Su nombre. Él es quien nos ha capacitado para hacer todas estas cosas.
¿De dónde sacaron fuerza las mujeres mártires de Quo Vadis para cantar alabanzas al Señor aún mientras eran puestas a muerte? Encontraron la fuerza en el amor de nuestro Señor. Debido a que el amor de Cristo fue tan grande, ellas pudieron abrazar el martirio con alabanzas.
El mismo principio se aplica a nuestras propias vidas. Vivimos nuestras vidas debido a que el Señor nos ha capacitado para ello; no es debido a nuestras propias obras que vivamos como hijos y Siervos De Dios. No hemos hecho nada para merecerlo. Es por el perfecto e inamovible amor de Dios y nuestra fe en este amor que le podemos seguir a Él hasta el fin, aún cuando algunas veces tropezamos. Esta fuerza es la fuerza de Dios, no la nuestra. El martirio es posible solo por el amor de Dios que nos ha hecho completos-solo por la gracia de Dios podemos abrazar el martirio. Recuerda esta verdad, que es Dios quien nos capacita para ser martirizados y no pierdas tu tiempo tratando de prepararte para el martirio, como si hubiese algo que tú pudieras hacer al respecto. Solo nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu nos capacitará para alabar al Señor hasta el último aliento.
El Señor dijo a las siete iglesias de Asia: «Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios». El árbol de vida se encuentra en el Cielo y Tierra Nueva. Ahí se encuentra el trono de Dios, casas construidas con piedras preciosas y el agua abundante de vida. A aquellos que venzan, Dios ha prometido este Paraíso de Él, en donde vivirán con Él eternamente en perfección.
Aquellos que venzan, lo hacen con su fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Cualquier otra cosa que no sea este evangelio hará la victoria imposible, la cual solo puede ser lograda por la fuerza de Dios, no por la fuerza del hombre. La fuerza que nos permite vencer solo vienen de Dios. Debemos darnos cuenta y apreciar cuan grande es el evangelio del agua y el Espíritu, y cuan grande es el amor y la salvación de Dios, ya que es este evangelio lo que nos dará la fe para abrazar el martirio. Puede que todos seamos débiles, sin talentos, sin dones, incompetentes, necios e ignorantes, pero aún así tenemos el poder, ya que tenemos el evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones.
Los nombres de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu están escritos en el Libro de la Vida. Por otro lado, cualquiera que no esté escrito en el Libro de la Vida, caerá y capitulará ante Satanás. Solo aquellos que han sido inscritos en el Libro de la Vida por creer en el evangelio del agua y el Espíritu no se inclinarán ante el Demonio. Debes estar seguro que tú nombre está clara y seguramente escrito en este Libro de la Vida.
Cuando seamos martirizados, será por nuestra fe, el primer amor de Cristo que nuestro Señor nos ha dado. Podemos esperar nuestro martirio sin preocupaciones o temor ya que creemos que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos dará la fuerza para enfrentar nuestro martirio. Debido a que el sufrimiento del martirio no puede ser comparado con la gloria del cielo que nos aguarda, no nos acobardamos ante nuestra muerte y en lugar de eso atrevidamente abrazamos nuestro martirio para defender el precioso evangelio. Debemos dejar atrás cualquier cuestionamiento sobre cómo seremos martirizados, ya que no es por nuestro esfuerzo, sino por Dios que seremos martirizados.
Estoy seguro que el siguiente anuncio sucederá a través de poderosas bocinas algún día: “Estimados ciudadanos, este es el último día para recibir la marca. Solo unos cuantos ciudadanos tienen que recibir la marca hoy. Estamos muy agradecidos por su cooperación hasta ahora. Recibir la marca es bueno e indispensable para usted, ya que es para establecer el orden en su país. Así que por favor vayan al ayuntamiento y reciban la marca tan pronto como sea posible. Les repito, este es el último día para que usted reciba la marca. Aquellos que no reciban la marca en el tiempo límite de hoy, serán severamente castigados, ahora, para hacerlo claro, mencionaré los nombres de aquellos que aún no han recibido la marca”. Desde luego esto es ficción, pero estas cosas pasarán seguramente en un futuro cercano.
Los creyentes de la Primera Iglesia se identificaban los unos con los otros con la señal del pez. Era la contraseña entre ellos. También nosotros preferiríamos tener una señal que nos permita reconocer a nuestros hermanos y hermanas, para que podamos motivar la fe el uno del otro lo suficiente para poder abrazar el martirio.
Debido a que el martirio no es algo que podamos lograr por nuestro esfuerzo, podemos hacer a un lado nuestras preocupaciones y encararlo con atrevimiento. No hay nada que temer ante nuestra justa muerte. Todo lo que tenemos que hacer es vivir para el Señor ya que sabemos que estamos destinados para ser martirizados por el nombre de nuestro Dios. Debes de darte cuenta que si intentaras escapar el martirio por temor de perder tus posesiones, sufrirías pérdidas más grandes y desastres. Debes convertirte en gente de fe, quien, sabiendo que seremos martirizados por Cristo, vivimos nuestras para el Señor hasta el último momento.
Cuando nos demos cuenta que seremos martirizados, seremos más sabios en nuestra fe, mente y en nuestras vidas diarias. Este conocimiento es la cura para nuestra necedad, permitiéndonos dejar atrás todas las cosas que nos atan al mundo. No significa que tengamos que dar nuestras vidas, sino que vivamos para el Señor. Hasta que el poder de Dios lance a Satanás hasta el fondo del hoyo, vivimos para el Señor quien nos ha salvado, peleamos en contra y vencemos al Anticristo, y damos toda la gloria por la victoria a Dios y solo a Él. Dios quiere ser glorificado por nosotros. Doy gracias al Señor por permitirnos dar, con nuestra fe, gloria a Él quien nos ha dado tanto.
Creemos que el Señor regresará pronto para llevarnos. Cuando muchas almas regresen a Dios al final de los tiempos, Dios los recibirá a todos en Sus brazos y se los llevará. Como dice Dios a la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:10: «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra». Dios cumplirá con toda seguridad la promesa de Su Palabra.
Con «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia» Dios se está refiriendo a las vidas fieles de los santos. Significa que ellos se sostienen firmemente de su fe sin importar lo que les dijeran o les hicieran. Cuando Dios dice que «yo también te guardaré de la hora de la prueba» Él está diciendo que aquellos quienes han guardado Su mandamiento de perseverar serán exentados de las pruebas de fe.
En otras palabras, cuando llegue el tiempo de tribulación y martirio, Dios simplemente nos tomará mientras nos encontramos fielmente en nuestras vidas normales de servicio y oración. Cuando pongamos en nuestras mentes que vamos a ser martirizados, nuestros corazones serán limpiados de toda la basura, y como resultado nuestras vidas de fe se harán más fuertes. Dios recuerda Su promesa de que con nuestro martirio, seremos guardados de la hora de prueba. Debemos vivir, pronto, por nuestra fe.
La era de hoy es la era de la Revelación. Existen muchos Cristianos necios quienes, mientras que son ignorantes a la Palabra de Dios, obstinadamente se mantienen en su falsa creencia del rapto pre-tribulación. Cuando el último día llegue, se darán cuenta de lo equivocados que han estado. Sus días de influencia y poder están contados, todo lo que tenemos que hacer es vivir en la certeza de nuestra esperanza de que Dios cumplirá la promesa de Su Palabra.
Cuando alcancemos el punto medio de la Gran Tribulación, seremos martirizados por defender nuestra fe, my justo antes que comiencen las plagas de los siete tazones, seremos raptados en el aire por Dios y entraremos al Reino del Milenio. Cuando nuestra esperanza de reinar con Cristo se vuelva realidad, todos nuestros sufrimientos sobre esta tierra serán más que compensados por las recompensas que nos aguardan, y nuestra entrada a la eternidad del Cielo y Tierra Nuevas nos abrumarán con un gozo indescriptible. Hoy, vivimos por fe para el Señor, en la esperanza del cumplimiento de esta promesa de Dios. Confiando en que nuestro Señor cumplirá todas Sus promesas, vivimos con anticipación deseosa por el día en que podremos estar con Él para siempre en nuestros cuerpos glorificados.
Doy gracias a Dios por darnos el evangelio de la perfecta remisión del pecado, por capacitarnos para abrazar el martirio para defender nuestra fe en Él, y por tenernos firmes entre Sus benditos.
 

Antecedentes de la Iglesia de Efeso
 
Efeso, una amplia ciudad portuaria en la región del Asia Menor del Imperio Romano, era un centro de comercio y de actividad religiosa. En el tiempo de la Primera Iglesia, era una ciudad internacional en crecimiento; al norte se encontraba samaria y hacia el sur Mileto. De acuerdo a los mitos, Amazona, la brava diosa de la guerra, construyó la ciudad en el siglo 12 A.C. y se la dio a Androclio, un príncipe coronado de Atenas.
Efeso era, hablando materialmente, una ciudad próspera, lo cual también significaba que era una ciudad muy mundana. Es por eso que Dios le dijo a la Iglesia de Efeso que peleara hasta el final y venciera a Satanás para que no perdiera Su evangelio del agua y el Espíritu. Debemos darnos cuenta de cuan importante es la palabra de verdad de Dios, y debemos defender nuestra fe por todos los medios.
A través del Apóstol Juan Dios escribió a la Iglesia de Efeso: «Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado». La Iglesia de Efeso fue encomiada por Dios por sus obras, paciencia, por no tolerar la maldad, por probar y descubrir a los falsos apóstoles y por trabajar incansablemente por amor de Su nombre en toda perseverancia y paciencia.
Pero la Iglesia de Efeso también fue reprendida por sus malas acciones. El pasaje continúa: «Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios».
En el pasaje anterior dice que Dios aborrece a los Nicolaítas. Los Nicolaítas aquí se refiere a un cierto grupo de creyentes quienes se habían puesto en contra de Dios, de Su iglesia y de Su verdad. Exactamente lo que los Nicolaítas hacían está elaborado con más detalle en el pasaje siguiente que es dirigido hacia la Iglesia de Pérgamo.
 

Las malas acciones de los Nicolaítas
 
Apocalipsis 2:14 dice: «Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación». La referencia para este pasaje puede ser encontrada en el capítulo 22 del Libro de Números, en donde se encuentra la historia de Balac, el rey de los Moabitas.
Al tiempo en que los Israelitas habían alcanzado las llanuras de Moab en Canaán después del éxodo de Egipto, habían conquistado a las siete tribus de la tierra: «Así como el buey lame el pasto del campo». Habiendo escuchado de esta conquista, Balac se aterrorizó de su Dios, ya que él temía que el destino de los Moabitas siguiera al de las tribus de Canaán que ya habían sido conquistadas. Al tratar de maquinar una forma para prevenir que los Israelitas los conquistaran, Balac llamó a Balaam, un profeta falso, para que él maldijera a los Israelitas a su petición.
Balaam era un falso profeta, pero los Gentiles pensaban que él era un siervo de Dios. Él no era un descendiente del Sumo Sacerdote Aarón, ni era un Levita. Pero Balac el rey de los Moabitas, creía que aquellos a quien Balaam bendijera serían bendecidos, y aquellos a quien el maldijera serían maldecidos. En ese tiempo, Balaam, aunque era un falso profeta, era famoso en toda la tierra como un brujo reconocido.
Sin embargo Balaam no podía llevar a cabo lo que el rey Balac le había pedido que hiciera. La razón era que debido a que los Israelitas eran el pueblo de Dios, no solo Balaam no tenía permiso de Dios para maldecir a los Israelitas, sino que también si hubiera tratado de hacerlo hubiera terminado en una maldición sobre sí mismo. Abrumado por el poder espiritual de Dios, Balaam no podía hacer nada, sino solo bendecir a los Israelitas. Enojado por esto, Balac entonces pidió a Balaam que maldijera a los Israelitas de donde ellos no pudieran verlo.
Balaam recibió una gran cantidad de tesoros de Balac y a cambio le enseñó la forma de traer maldición a los Israelitas. El esquema era tentarlos a cometer idolatría, invitándolos a sus fiestas de los Moabitas y dándoles sus mujeres, para que los Israelitas fueran castigados por Dios por sus pecados. Es así como el falso profeta Balaam enseñó a Balac a traer destrucción a los Israelitas.
Dios dijo que Él aborrecía a Balaam ya que era un hombre que amaba el dinero. Existe mucha gente en la comunidad Cristiana de hoy que son igual a Balaam. De hecho ellos son falsos profetas, pero muchos de ellos continúan siendo respetuosos y reverenciados. Pero lo que Balaam perseguía era las posesiones materiales. Cuando se le alimentaba con dinero bendecía, cuando no, maldecía. En la comunidad Cristiana de hoy, tristemente, muchos de los que se suponen son siervos de Dios son iguales a Balaam. Cuando aquellos que creen en Dios terminan persiguiendo solo ganancias materiales, terminan como falsos profetas. Es por eso que Dios aborrecía a los Nicolaítas.
¿Sabes que es lo que trae destrucción a la Iglesia de Dios y a Sus siervos? Es el amor al dinero. Aquellos que solo persiguen ganancias materiales con sus ojos verán su propia destrucción ante Dios.
 

Las Iglesias Que Siguieron a Balaam
 
Hoy, como en los tiempos de los Apóstoles, existen muchas iglesias mundanas y falsos siervos que siguen el camino de Balaam. Agotan todos los medios para sacarles todo el dinero a sus seguidores. Por ejemplo, existe un manejo curioso para hacer que la congregación compita entre ellos para dar testimonio de su fe, no por su espiritualidad, sino por sus ofrendas materiales, como si la contribución de un creyente fuera el barómetro de su fe. Implicando que la fe de aquellos que contribuyen más a la iglesia es mayor que la fe de aquellos que dan menos, el único propósito de este manejo corruptivo es el enriquecimiento de la iglesia.
Desde luego que es una cosa maravillosa si los creyentes deciden servir a Dios y a Su evangelio con corazones sinceros. Pero los falsos profetas como Balaam acechan a los creyentes para llenar sus propios estómagos. Incitan a sus seguidores a una competencia de testimonios materiales como, “Yo ofrecí mis diezmos fielmente, y Dios me ha recompensado con muchas bendiciones a través de mi negocio”. Engañados por Balaam, los creyentes, sin sospechar, piensan que este es el camino a la verdadera fe, cuando de hecho es el camino a su empobrecimiento, material y espiritual, falso orgullo y finalmente su propia destrucción.
«Las obras de los Nicolaítas» no son otra cosa que las obras de Balaam, así como Balaam, en su codicia, enseñó a Balac a poner piedra de tropiezo a los Israelitas, muchos que afirman ser siervos de Dios en la comunidad Cristiana actual solo están interesados en los bolsillos de sus congregaciones. Aquellos que son desviados por estos falsos profetas terminan con las manos vacías después de dar todas sus posesiones a estos falsos pastores, y lo que es aún peor es que tarde o temprano recobrarán el sentido y se darán cuenta que lo que han creído es totalmente falso. Al final, terminarán culpando a la falsa iglesia y terminarán renunciando a su fe. Desafortunadamente, la triste realidad es que este penoso estado de situaciones es común, aún en las llamadas iglesias evangélicas. Engañados por Balaam, muchos creyentes son desviados por este fraude y terminan abandonando la iglesia.
La Escritura nos dice que Dios aborrece las obras de los Nicolaítas. Si seguimos a los Nicolaítas, perderemos nuestra fe en Dios. Tenemos muchos testimonios que Dios nos ha dado y estos son tesoros que nos enriquecen espiritualmente. El perseguir ganancias materiales por medio de los testimonios es algo de lo que debemos alejarnos, ya que es el camino de los Nicolaítas que Dios mismo aborrece.
 


Fe con Carácter

 
Dios advirtió en contra de las obras de los Nicolaítas a todas las siete iglesias en Asia. Además, también les prometió que aquellos que vencieran comerían del árbol de la vida. Cuando servimos al Señor, lo hacemos por fe, debido a nuestra gratitud por Su redención y también por el conocimiento de que proclamar el evangelio del agua y el Espíritu es lo correcto. No servimos a Dios, de ninguna manera, para lucirnos ante otros y para vernos bien. El hacer eso, ni es verdadero servicio, ni es fe verdadera. En la Iglesia de Dios, debemos ser muy cuidadosos acerca de estas obras de los Nicolaítas. Es por eso que el Señor advirtió acerca de los Nicolaítas a las siete iglesias de Asia.
¿Sabes por qué muchas iglesias, que no son iglesias nacidas de nuevo, han crecido tanto y tan rápidamente? Crecieron porque lo que construyó estas iglesias fueron la fe falsa y los falsos testimonios. Los siervos de Dios nunca deben de aprovecharse de sus rebaños para llenar su propio estómago.
Le verdadera fe es creer en la salvación que Dios nos dio con el bautismo de Jesús, Su sangre sobre la Cruz y Su juicio en nuestro lugar. Pero muchas iglesias, por igual nacidas o no de nuevo, usan los testimonios para exprimir los bolsillos de sus congregaciones. Debes ser lo suficientemente cuidadoso y sabio para reconocer que mientras que los testimonios verdaderos edifican te fe y glorifican a Dios, los falsos serán tu propia trampa.
Las iglesias más ricas del mundo de hoy son guiadas por ministros que son iguales a Balaam. Los líderes de la iglesia que siguen el camino de Balaam, usan sus iglesias para explotar a sus seguidores para adicionar sus intereses materiales. Los líderes Cristianos como Balaam toman dinero de sus seguidores, incitándolos a una competencia de testimonios materiales. Yo detesto sus obras extremadamente.
La verdadera vida de fe comienza solo con eso. Debemos ser lo suficientemente sabios para evitar las trampas de los Nicolaítas que Satanás ha puesto. Todos deben conocer lo que son las trampas de los Nicolaítas y nunca ser engañados por los siervos de Satanás cuya ambición no tiene límites. Particularmente los siervos de Dios deben ser extremadamente cuidadosos en este asunto. Esto incluye a los ministros. Cuando los ministros llegan a ocuparse exageradamente con sus posesiones materiales –que carros conducen, cuan grandes son sus casas, cuanta propiedad poseen, cuan grandes son sus cuentas de banco– terminarán corrompiendo sus iglesias, guiándolas por el camino de los Nicolaítas.
Dios les dijo a las siete iglesias de Asia, particularmente, que pusieran atención a este asunto. El hombre de la fe de Balaam solo busca ganancias materiales, su propia gloria y eventualmente intentará convertirse en el fundador de un culto. La iglesia de Dios no debe ir en pos de posesiones materiales. Como Dios nos lo ha prometido, Él mismo bendecirá a aquellos que van tras el evangelio del agua y el Espíritu, debemos usar nuestras posesiones materiales para predicar el evangelio, no para almacenarlas en esta tierra.
 
 

Rechace a los Falsos Profetas

 
Aún los creyentes nacidos de nuevo serán condenados si caen en las trampas de los Nicolaítas. Al principio puede que piensen que la fe de tales líderes es fuerte y maravillosa, pero la decepción de los falsos pastores finalmente los guiará a su destrucción.
Dios dijo al ángel de la Iglesia de Efeso que Él aborrecía las obras de los Nicolaítas. Cualquiera que es atrapado por los Nicolaítas encara cierta condenación. Ya sea que él / ella sea un creyente nacido de nuevo, un siervo de Dios o cualquier otra persona, la destrucción es segura cuando se es atrapado por los Nicolaítas. Así como un mal pastor guía a su rebaño a la muerte, los falsos profetas traen maldiciones.
Es por eso que Dios les dijo a Sus siervos “alimenta a Mis ovejas.” Los siervos de Dios deben de atender a los creyentes como los pastores atienden a sus ovejas, protegerlos del peligro y ocupándose de sus necesidades. Como pastores, deben asegurarse que sus rebaños no se desvíen, descubrir qué peligros puedan surgir ante ellos y prevenir el que tales peligros se les acerquen.
Escuché de gente que en la vida diaria pastorea ovejas, que estas son uno de los animales mas necios. ¿Acaso no somos como ovejas obstinadas ante Dios? Dios tuvo una buena razón cuando usó la metáfora de las ovejas para describirnos, ya que Él sabe cuan necios somos en nuestra esencia básica.
¿Por qué hablo Dios repetidamente de las obras de los Nicolaítas, de Jezabel y de Balaam a las siete iglesias de Asia? ¿Por qué prometió Él, que aquellos que vencieran, Él les daría de comer del árbol de la vida? Él lo hizo para enseñarnos que tendríamos que estar en guardia en contra de las decepciones de los falsos profetas. Debemos meditar sobre la palabra de Dios y preguntarnos, “¿Cuál es el verdadero evangelio del agua y el espíritu?” El mezclar la Palabra de Dios con algunas lecciones humanas y sistematizarla de una forma plausible, no quiere decir que este es el evangelio. Existen muchos sermones hermosos, creados y llevados en la Cristiandad de hoy que nada tienen que ver con el evangelio del agua y el Espíritu. Muchos predicadores famosos tienen sus propios escritores profesionales de discursos, que escriben sermones para ellos y todo lo que hacen es leer estos textos preparados por alguien más.
No debemos dejarnos atrapar nunca por los Nicolaítas. La iglesia nacida de nuevo debe ser muy cuidadosa de no perseguir ganancias materiales; en particular los ministros deben estar en guardia constante, pero también debe estarlo todos los miembros de la congregación. El tratar de extraer dinero de los miembros de la iglesia, el adornar la iglesia con extravagancia material y el construir edificios para la iglesia que más parecen palacios, que templos de adoración -¡siempre predicando que el regreso del Señor es inminente!-todas son obras de la fe falsa, precisamente las obras de los Nicolaítas.
Particularmente debemos poner atención en los falsos pastores y asegurarnos de que nunca seamos engañados para seguir su fe. Simplemente los santos no deben amar el dinero. En lugar de eso, lo que debemos amar y guardar es el evangelio del agua y la sangre, el primer amor de Dios. Debemos vivir vidas fieles, tomándonos de la verdad de que Él nos ha salvado por el agua y la sangre de Cristo, hasta el día en que nos encontremos con Él. Debemos creer en la Palabra de Dios de que Jesús ha quitado todos nuestros pecados con Su bautismo y Su muerte sobre la Cruz.
Aquellos que siguen a los Nicolaítas nunca predican el evangelio del agua y el Espíritu. No están interesados en las obras del evangelio del agua y el Espíritu, sino solo en hacer dinero. Estos son los Balaam de la actualidad, quienes ponen piedra de tropiezo ante los Israelitas y los guiaron a su destrucción. Tú debes recordar esto.
Al final Josué mató a Balaam. Como está escrito en el Libro de Josué, este falso profeta murió bajo la espada de Josué cuando los Israelitas conquistaron Canaán, Balaam murió debido a que no era un verdadero siervo de Dios. Todos aquellos que usan el nombre de Cristo para explotar a los creyentes inocentes y alimentar sus propios estómagos, son los Balaam de hoy. Debemos recordar que Balaam usó todos los medios disponibles para alimentar su ambición.
Dios dijo a los siervos de la Iglesia de Efeso: «Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios». Puesto de otra manera, aquellos que duden y pierdan morirán. El seguir el camino de Balaam es perder, es el camino a la propia muerte. Dios nos dio Su Palabra de advertencia para que no caigamos en la trampa de los Nicolaítas y yo le doy gracias a Él por ello. Es mi sincera esperanza y oración que tú no sucumbirás a las tentaciones materiales y termines siendo abandonado por Dios debido a tu ambición.
 
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