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Sermones

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-48] La Iglesia de Dios es magníficamente bella (Génesis 20, 1-18)

(Génesis 20, 1-18)
«De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente? ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto. Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases. Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos. Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera. Después llamó Abimelec a Abraham, y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo. Dijo también Abimelec a Abraham: ¿Qué pensabas, para que hicieses esto? Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer. Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer. Y cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú harás conmigo, que en todos los lugares adonde lleguemos, digas de mí: Mi hermano es. Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer. Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca. Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada. Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos. Porque Jehová había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de Abraham».
 
 
Cuando leemos la Palabra de Dios, específicamente el Libro de Génesis, hay muchos pasajes que son difíciles de entender. El pasaje que hemos leído juntos hoy es uno de esos pasajes difíciles. Como podemos ver aquí, Abraham, el padre de la fe, se refirió a su mujer como su hermana. Allá donde iba llamaba a su mujer hermana y hacía que Sara le llamase hermano mayor. Como Abraham se refirió a su mujer como su hermana, hizo que muchos reyes intentasen tomarla como esposa y por eso sufrieron muchos problemas o calamidades. Sin embargo, aunque mintió por miedo, Abraham fue bendecido por Dios abundantemente. La razón por la que pasó esto, hablando en términos humanos, es muy difícil de entender.
No podemos tratar esta historia como si no fuese importante o como una broma. La Palabra de Dios tiene implicaciones profundas y por eso es difícil de entender. Cuando pensamos en Abraham desde un punto de vista mundano, era una persona inmoral que obtuvo riquezas al vender a su mujer, pero a través de esto Dios nos está enseñando una gran verdad.
Al leer la Biblia podemos ver que algo similar pasó con el hijo de Abraham, Isaac. La Biblia dice que Isaac, como su padre, decía que su mujer era su hermana allá donde iba. Los reyes gentiles intentaron tomar a la mujer de Isaac como esposa cada vez que decía que era su hermana. A pesar de esto, Dios bendijo a Isaac y le dio muchas riquezas. Hay muchos pasajes en la Biblia que no se pueden entender fácilmente con la mente humana.
Estoy preparándome para publicar un par de libros de sermones sobre Efesios. El Libro de Efesios es una epístola que habla de cómo Dios nos salvó y para qué nos salvó. Entre las epístolas paulinas, el Libro de Gálatas contiene el mensaje de Pablo que dice que si alguien predica otro evangelio que no sea el que él predicó y enseñó, esta persona debe ser maldita, aunque sea un ángel. El Apóstol Pablo sufría dolores de cabeza horribles que le daban los defensores de la circuncisión de sus tiempos. El Libro de Gálatas es una epístola que fue enviada a la Iglesia de Galacia porque los defensores de la circuncisión se habían metido en la Iglesia y no estaban predicando el Evangelio correcto.
Sin embargo, el Libro de Efesios trata de un tema diferente. La Epístola de Efesios trata del plan de Dios de salvación para nosotros y de cómo Dios había cumplido este plan en Su Hijo Jesucristo. También menciona cómo nos hizo Su pueblo a través de ese plan. Y entonces, Efesios 4 dice: «Un Señor, una fe, un bautismo», lo que significa que podemos saber que solo hay una fe; la Iglesia es una, y hay un Evangelio y una salvación. Así, Efesios explica cómo empezó el plan de salvación de Dios, y nos dice que los que han recibido la remisión de los pecados deben luchar contra el mal con fe en la Palabra de Dios. Si sigo hablando de esto mi sermón cambiará de rumbo. Así que quiero seguir hablando del tema de este sermón, pero la Epístola a los Efesios puede resumirse de la siguiente manera.
Aquí se mencionan dos Iglesias, ambas Iglesias de Dios; pero la Iglesia de Éfeso y la Iglesia de Galacia eran diferentes. Entonces, ¿cómo debe ser la Iglesia de Dios? Hay mucho que decir acerca de esto. Pero, si vamos a hablar de la Iglesia de Dios, debemos hablar del plan y el objetivo de Dios para los seres humanos. Primero debemos hablar de por qué Evangelio fue creada la Iglesia de Dios y quién era la gente que creía en este Evangelio. Para poder describir la Iglesia de Dios debemos hablar de Dios y Jesucristo, el Hijo de Dios, el plan de Dios Padre entero. Debemos hacerlo para que todo en la Iglesia de Dios pueda explicarse bien.
 
 
Abimelec tomó a Sara, la mujer de Abraham
 
Como todos ustedes, los sentados aquí, ya son santos nacidos de nuevo, no quería hablar de estas cosas con ustedes porque estaba preocupado de que se aburriesen. Sin embargo, hay muchas cosas de las que debemos hablar. El mensaje de las Escrituras de hoy también habla de la Iglesia de Dios; habla de Dios y Su Iglesia y las relaciones de los que estamos en la Iglesia.
Debemos leer el pasaje de las Escrituras: «De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara. Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido» (Génesis 20, 1-3).
Este incidente ocurrió porque Abraham no llamó a Sara su mujer y la llamó hermana. Es cierto que Sara era medio hermana de Abraham. En el Antiguo Testamento, hay muchos ejemplos de matrimonio entre parientes cercanos. La institución que prohibía el matrimonio entre parientes fue construida por los humanos más adelante en la historia. Si creemos en esto, somos todos descendientes de Adán y somos parientes cercanos. Somos todos una gran familia. La Biblia dice que, a través de la familia de Noé de ocho personas, el mundo fue poblado, y como todos eran una gran familia, la gente del mundo tiene lazos familiares.
Como Abraham dijo que su medio hermana Sara, que era su mujer, era su hermana, el Rey Abimelec la tomó para sí mismo. Abimelec iba a invitar a otras personas, tener un gran banquete y tomar a Sara como su mujer el día siguiente, pero Dios se le apareció esa noche en un sueño. En este sueño Dios dijo: “¿Por qué has tomado a la mujer de otro hombre? ¿Sabes quién es? Es un profeta. ¿Qué vas a hacer con la mujer de un profeta? Si no la devuelves inmediatamente, tú y tu casa moriréis”.
Para ser sincero, no se puede confiar en los sueños. Sin embargo, hace mucho tiempo, Dios solía hablar a través de sueños y visiones. Antes de que la Biblia fuese completada, Dios hablaba a los humanos a través de sueños y visiones. Por tanto, cuando el Rey Abimelec se levantó el día siguiente, llamó a sus consejeros y les habló de su sueño. Cuando escucharon el sueño temblaron de miedo. Y entonces el Rey Abimelec llamó rápidamente a Abraham y le preguntó: «¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo». Abimelec le dijo a Abraham entonces: «¿Qué pensabas, para que hicieses esto?».
 
 
Abraham estaba intentando protegerse con su mujer
 
En los versículos 11 y 12 Abraham dijo: «Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer. Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer».
¿Qué significa esto? Abraham estaba intentando protegerse con su mujer Sara. Aunque Abraham era nuestro padre de fe, era una persona carnal con debilidades como nosotros. Si estuviésemos en su lugar, seguramente también habríamos vendido a nuestras mujeres en una situación similar. El hecho de que Abraham hiciese esto no es tan malo. En sus tiempos la sociedad era territorial y tribal. Se formaban pequeñas naciones tribales en cada aldea o asentamiento. Para poder pasar por una de esas regiones había que luchar contra la gente de esa tierra. Para sobrevivir había que someterse o vencer en la batalla. Aunque Abraham era guiado por Dios, todavía no era inmune a este tipo de disputas. En aquel entonces, Abraham no tenía ninguna morada específica y Dios no le había ordenado que se quedase en ningún lugar específico. Así que tuvo que ir vagando de un sitio a otro, luchando con otras tribus.
Abraham no tuvo más remedio que escoger luchar para seguir en su camino. La razón era que su familia no era grande y era un extranjero sin mucho poder. Si no hubiese tenido cuidado, podría haber sido atacado y matado. Estas tribus, por otro lado, se habían asentado y tenían acumuladas muchas armas, y por eso Abraham no tenía nada que hacer. Abraham tenía miedo de que le mataran. Lo que más miedo le daba era su propia mujer. Su mujer Sara era muy bella. Era una mujer de una belleza inigualable y la gente se quedaba prendada de ella. Es obvio que sintió que su vida estaba en peligro porque, además de tener que competir con otras tribus, muchas personas eran agresivas con él porque querían tomar a su mujer. Nosotros seguramente habríamos hecho lo mismo en la situación de Abraham.
Nuestro país es bastante seguro hoy en día y la gente no trata a los demás de cualquier manera, pero en el pasado, cuando era un niño, para pasar por otra ciudad, no era raro que me molestaran los matones de esa ciudad. Si no me hacían daño, entonces no me dejaban pasar. Los viajeros tenían que darles todo lo que tenían a la gente de aquel lugar. Tomaban dinero como precio para pasar. La sociedad de los tiempos de Abraham probablemente era similar.
Sin embargo, después de que el Rey Abimelec supiese que Sara era la mujer de Abraham, envió ovejas y vacas a Abraham como ofrenda de paz y le devolvió a Sara. Y le dijo a Abraham: “Mira mi tierra y mora donde quieras”. El Rey Abimelec pagó a Abraham por lo que había hecho. Dios también estaba muy enojado y no dejó que la mujer de Abimelec tuviese hijos. Pero, más adelante, en este pasaje leemos cómo Abraham oró y la mujer de Abimelec pudo concebir y todos sus problemas se solucionaron.
Como he mencionado en el principio de este sermón, algo parecido le pasó a Isaac. Isaac, como su padre, llamó a su bella mujer, Rebeca, hermana pequeña ante cierto rey gentil y así obtuvo mucha riqueza también. Hay muchos pasajes en la Biblia que no se pueden entender fácilmente con la mente humana. Y así, es imposible que una persona que no nazca de nuevo del agua y el Espíritu comprenda la Biblia correctamente y la predique. Si alguien que no ha nacido de nuevo por el agua y el Espíritu enseña de la Palabra, pueden saber que todo lo que esa persona dice no es cierto.
 
 

Este pasaje de las Escrituras trata de la Iglesia de Dios

 
Génesis 12, 10-20 dice: «Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón. E hizo bien a Abram por causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos. Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete. Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer, con todo lo que tenía».
Aquí está pasando lo mismo. Abraham llamó a su mujer hermana una vez más. Para ser sincero, la razón por la que Abraham mintió fue que su fe no era lo suficientemente fuerte y quiso salvar su vida. Pensaba que le iban a matar y por eso llamó a su mujer hermana y así intentó salvarse. No tenía una fe fuerte y por eso llamó hermana a su mujer.
Queridos hermanos, ¿qué es una mujer? Es su otra mitad unida a su cuerpo. Ustedes son una sola persona con sus mujeres. Aunque Abraham pensó que le matarían por su mujer, fue protegido y recibió muchas bendiciones por ella. Cuando estuvo en una situación peligrosa, no fue atacado gracias a su mujer y recibió muchas riquezas.
Abraham no debería haber llamado a Sara hermana cuando en realidad era su mujer. ¿Acaso no es esto algo malo que no deberían hacer ni los que no creen? Pero la Biblia dice que Abraham recibió muchas bendiciones por Sara.
Hay un hecho importante aquí. Al igual en que Sara es la mujer de Abraham, la mujer de Jesucristo somos nosotros, la Iglesia de Dios. Aquellos de nosotros que nos hemos convertido en hijos de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y hemos recibido la remisión de los pecados según la voluntad de Dios a través de Jesucristo, el Hijo de Dios, somos el pueblo de Dios. Y el lugar donde se reúne el pueblo de Dios es la Iglesia de Dios. La Iglesia de Dios es el lugar donde los hermanos y hermanas que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu se reúnen para adorar y hacer la obra de Dios. Los que tienen la fe correcta ante Dios son la Iglesia de Dios. La Iglesia es el lugar donde los que han nacido de nuevo por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu se convierten en uno con Jesucristo. Los santos nacidos de nuevo son las esposas de Jesucristo y Su Iglesia. Los que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, los que nos hemos convertido en los hijos de Dios, nos hemos convertido en uno con Dios y Jesucristo, y los que nos hemos convertido en los justos somos la Iglesia de Dios.
 
 

Después de recibir la remisión de los pecados, deben centrar sus corazones en la voluntad de Dios

 
Sé que hay algunos santos que están avergonzados de llamar Iglesia de Dios a su iglesia. De la misma manera en que Abraham no tenía suficiente fe y llamó hermana a su mujer, estos santos no tienen suficiente fe. Como Abraham no pudo llamar mujer a Sara, hay personas que no pueden decir que han recibido la remisión de los pecados a través de Dios y que su iglesia es la Iglesia de Dios. Esto también es cierto de nosotros. Si no deciden esto en sus corazones ante Dios, no podrán confesar que la Iglesia de Dios es su familia o que son sus hermanos y hermanas. Decir: “Esta Iglesia es la Mujer de Jesucristo y es mi familia” no es algo que puedan decir convencidos si su corazón no ha sido fijado por fe.
Queridos hermanos, al vivir con fe, debemos fijar nuestros corazones correctamente ante Dios. Por supuesto, Abraham hizo mal claramente en llamar hermana a su mujer. Sin embargo, Dios miró a Su Iglesia, Sara, e hizo que todo saliese bien. Abraham tenía una debilidad en la carne, pero Dios miró a Su Iglesia, Sara, y le dio bendiciones.
¿Creemos claramente en nuestros corazones que la Iglesia de Dios es nuestra iglesia, que son nuestra familia y nuestro pueblo? Tengan cuidado con esto. Si no deciden y afirman esto en sus corazones, cuando las circunstancias vayan mal, serán personas débiles.
 
 

Conocer la Iglesia es tener una gran fe

 
Hemos recibido la remisión de los pecados al confiar en la Palabra de Dios, pero después de esto, es correcto creer en la Iglesia de Dios para unirse a ella. Debemos tener este tipo de fe. Debemos conocer la Iglesia de Dios y debemos saber que esta Iglesia de la que somos parte es nuestro cuerpo y vida. Debemos creer en el hecho de que esta Iglesia es el lugar donde la gente de Dios que ha nacido de nuevo del agua y el Espíritu se reúne. Y debemos creer que somos parte de esta Iglesia, el pueblo de Dios. Sin esta fe, aunque uno sea salvado, no valdrá de nada. El final de una persona así es la destrucción.
El pasaje de las Escrituras dice que la mujer de Abraham era muy bella. De la misma manera, la Iglesia de Dios es también muy bella. Y así, si dejamos esta Iglesia de Dios bella en el mundo por sí misma, será perseguida y sufrirá. Si las cosas van mal, podríamos morir y ser heridos por otros pecadores cristianos. De la misma manera en que la gente se quedó prendada de la belleza de Sara cuando salió al mundo, cuando la Iglesia de Dios está fuera en el mundo, la gente no creer en la realidad de la Iglesia de Dios, pensando: “Esta iglesia es demasiado buena para ser cierta”. Solo los santos a los que Dios ha hecho justos pueden creer en la verdadera naturaleza de la Iglesia, pero la gente de este mundo no cree en esto. Lo que hacen es intentar dañar a la Iglesia y negar la existencia de Dios. Si les decimos que los trabajadores del ministerio en la Iglesia de Dios están ganando dinero con negocios para predicar el Evangelio, no creen en esto, pensando: “Solo están fingiendo y seguramente tu líder se está llevando todo el dinero”.
La Biblia dice que la Iglesia de Dios es extremadamente bella. La Iglesia de Dios es magníficamente bella. Sin embargo, los que intentan tomar la Iglesia de Dios sin la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu serán malditos como Abimelec fue maldecido por Dios en el pasaje de las Escrituras de hoy. Por eso, no todo el mundo puede ser parte de la Iglesia de Dios, ni todo el mundo puede afirmar que la Iglesia de Dios es su iglesia. Dios ha establecido las cualificaciones que debe tener Su mujer para que solo la verdadera mujer de Cristo pueda llamar a la Iglesia de Dios su iglesia. Dios ha aprobado que solo los que han podido librarse de sus pecados al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu son Sus esposas. Solo estas personas pueden decir que la Iglesia de Dios es su iglesia. Pero, ¿qué pasará a los que no han nacido de nuevo e intentan tomar la Iglesia de Dios diciendo: “Yo también creo así, tengo la misma fe y me gusta esa fe”? No podrán tomar la Iglesia de Dios y serán malditos. 
Un alma que no cree de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón e intenta obtener su fe intelectualmente, será arruinada. Quiero decir que si alguien no cree en este Evangelio verdadero de corazón con completa sinceridad, solo recibirá maldiciones. Dios no dejará en paz a personas malvadas como estas. Serán malditas como el Rey Abimelec que intentó tomar a la mujer de Abraham por la fuerza. No creen correctamente en Dios de corazón, sino que intentan tomar la Iglesia de Dios como si fuese suya, y así acaban recibiendo calamidades horribles sobre sí mismos, tanto físicas como espirituales.
 
 

Es una gran bendición ser parte de la hermosa Iglesia de Dios

 
La Iglesia de Dios es magníficamente bella. Y, el nivel de su belleza no es algo que pueda medirse racionalmente o pueda ser comprendido por los humanos. La gente dice que Yangguifei (719~756 d.C.) de la dinastía Tang de China y Cleopatra del antiguo Egipto, eran las mujeres más bellas de la historia de la humanidad, pero comparadas con la Iglesia de Dios, su belleza no es comparable. La Iglesia de Dios es magníficamente hermosa. Nadie puede quitarle su belleza. Ahora nosotros somos parte de esta hermosa de la Iglesia de Dios. El lugar donde los que han sido limpiados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu se reúnen y adoran a Dios es la Iglesia de Dios.
Dios le dijo a Abraham: “Seré tu Dios. Seré el Dios de tus descendientes y Mis promesas estarán con ellos en sus vidas”. La señal que confirmó esta promesa era la circuncisión. En aquel entonces, todo niño varón de ocho días de edad era circuncidado. Al igual que la circuncisión, nosotros tenemos las cicatrices de nuestros pecados en nuestros corazones que han sido limpiados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo nos dio. Hay una cicatriz de fe para cada persona que se haya convertido en el pueblo de Dios. Las cicatrices de la fe que nos permiten convertirnos en hijos de Dios están en nuestras almas. Tenemos la marca de la fe que testifica que “Todos nuestros pecados han sido depositados en Jesucristo y Él ha cargado con todos nuestros pecados, los ha limpiado y ha sido juzgado por ellos”. Esta Iglesia de Dios es la reunión de estas personas. Y por eso decimos que la Iglesia de Dios es un lugar verdaderamente hermoso. La Iglesia de Dios no puede ser tomada de este mundo y no es un lugar en el que cualquiera pueda entrar simplemente porque quiera. Solo se puede pertenecer a la Iglesia de Dios completamente al confiar en la Palabra pura de Dios.
Abraham se hizo muy rico gracias a esta Iglesia. El rey Abimelec le dio ganado de vacas y ovejas y mucha tierra. Sé que esta Palabra de bendiciones también es para nosotros. Hemos recibido las bendiciones de Dios a través de esta hermosa Iglesia de Dios. Nosotros pertenecemos a la Iglesia de Dios y hemos recibido la remisión de los pecados. Quiero decirles lo maravillosas que son nuestras vidas de fe en Su Iglesia. En realidad es un secreto valioso y maravilloso que me parece casi demasiado bueno para compartir con otras personas. La Iglesia que Dios estableció es tan hermosa que quiero que todos los demás crean en ella; y si creen de verdad, quiero que crean correctamente.
¿Cómo pudimos convertirnos en miembros de esta Iglesia de Dios? ¿Cómo pudimos convertirnos en la Iglesia de Dios aunque fuésemos tan insuficientes? Éramos pecadores malditos que estaban destinados a ir al infierno y merecían ser destruidos y malditos, pero nos hemos convertido en los hijos del Rey de los Cielos por Su salvación. Éramos personas normales, pero ahora nos hemos convertido en hijos de Dios, más valiosos que el hijo de un Presidente. Éramos pecadores malditos que merecían ser destruidos, pero hemos sido completamente salvados de nuestros pecados. Incluso la salvación misma es abrumadora, pero nos hemos convertido en hijos de Dios y en Su pueblo. Nosotros mismos nos hemos convertido en el Reino de Dios. ¿Es esto maravilloso y algo por lo que debemos estar agradecidos? Los que nos hemos convertido en justos nos hemos reunido y hemos formado la Iglesia de Dios y esto se ha convertido en el Reino de Dios en la tierra. Por mucho que pensemos en esto, es una gran bendición y algo de lo que estar orgullosos.
La gente de este mundo que escucha nuestro Evangelio dice: “Esto es maravilloso y yo también creo”. Intentan hacer que la Iglesia sea suya, pero su fe es superficial y por eso no pueden entrar en esta Iglesia. Esta Iglesia de Dios no es un lugar donde cualquiera pueda entrar. Los que no tienen los caminos de Sión en sus corazones (Salmos 84, 5) no pueden entrar en esta Iglesia. Los que no han recibido la gracia de la salvación que Dios nos ha dado no han sido salvados y no pueden ser el pueblo de Dios. La Iglesia de Dios es hermosa y por eso muchas personas quieren que sea su Iglesia, pero no todo el mundo puede tomarla como su Iglesia.
Si alguien toma el Arca de la Alianza su familia sufrirá muchas calamidades. Está escrito en 1 Samuel 5 que los filisteos tomaron el Arca de la Alianza del pueblo de Israel y la pusieron dentro de la casa de Dagón, su dios. Entonces, Jehová Dios, hizo que este ídolo Dagón cayese al cortarle las manos y los pies. Solo quedó el torso de Dagón. Ocurrió un desastre. De esta manera, no todo el mundo puede tener el Arca de la Alianza de Dios en su casa. Solo los que reconocen la ley de la justicia y el amor de Dios pueden tener el Arca de la Alianza y ser bendecidos. Por eso nadie debe intentar hacer que la hermosa Iglesia de Dios sea suya o intentar gobernarla. No es posible que los pecadores hagan esto, pero si ocurriese, Dios maldeciría a estas personas.
A través de la lectura de las Escrituras de hoy hemos aprendido varias cosas. Entre ellas hemos reconocido de nuevo que, de la misma manera en que Dios le dio Sara a Abraham, nos ha dado la Iglesia de Dios a todos los que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y esta es la mayor bendición. Creemos que la Iglesia de Dios es el Reino de Dios. A través de la Iglesia de Dios donde se reúne Su pueblo, nuestros hermanos y hermanas, la voluntad de Dios se proclama por todos los rincones de la tierra. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pertenecen a esta Iglesia de Dios y recibirán una gran recompensa en el futuro. Esto ocurrirá cuando el Evangelio sea predicado a todas las naciones y la voluntad de Dios sea cumplida completamente a través de Su Iglesia.
Queridos hermanos, les pido que confíen en el hecho de que Dios cumple Su voluntad a través de Su Iglesia. Ser salvado no es todo lo que hay que hacer. No vale de nada ser un santo nacido de nuevo si no se entiende lo que es la Iglesia de Dios y las verdades que hay contenidas en ella.
Dios llamó a Abraham profeta. Dios dijo que Abraham era Su siervo. No todo el mundo puede ser Su siervo. El hecho de que Abraham pudiese salvar su vida gracias a su mujer y de que se hiciese rico a través de esta situación, nos enseña que Dios nos da bendiciones a través de Su Iglesia y nos hace saber que Su Iglesia es una entidad maravillosa.
Le doy gracias a Dios Padre por recordarnos estas verdades una vez más. Espero que todos pongan esta fe en sus corazones.