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Sermones

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 1-13] El Señor nos ha hecho servirle en santidad y justicia (Lucas 1, 67-75)

(Lucas 1, 67-75)
«Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días». 
 
 

¿Nos hizo el Señor servir a Dios en santidad y justicia?

 
La Navidad es un día en el que conmemoramos y celebramos que el Señor Dios vino en la carne de un hombre a este mundo para salvar a la humanidad de todos sus pecados. Estoy muy agradecido al Señor porque podemos compartir la Palabra de profecía sobre el nacimiento del Mesías. 
Estamos viviendo en tiempos muy difíciles. Han pasado 2,000 años desde que nuestro Señor viniese al mundo para salvar a todos los pecadores a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y hay señales por todas partes de su Segunda Venida. Por tanto, debemos pensar sobre el nacimiento del Señor y su Segunda Venida en esta Navidad. Así tenemos sentimientos extraños y estamos muy emocionados. 
Si solamente conmemoramos el día en que el Señor vino al mundo, sería suficiente celebrar su nacimiento cantando villancicos. Pero ahora que los signos de la Segunda Venida del Señor están apareciendo y esta generación demuestra que estamos en los últimos días, nuestros corazones sienten gozo y pena esta Navidad. El mundo es un lugar oscuro, pero nuestros corazones están llenos de gozo y alegría cuando pensamos en el nacimiento del Señor. No sabemos cuántas más Navidades celebraremos en el futuro, pero debemos conmemorar el nacimiento del Señor constantemente y predicar su Segunda Venida y el Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio hasta que vuelva al mundo. 
Acabamos de leer Lucas 1, 67-75 hoy. Este pasaje es la profecía de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Fue inspirado por el Espíritu Santo y alabó al Señor. ¿A quién alababa Zacarías en su profecía? Profetizó y alabó a Jesucristo. Alabó a Jesucristo porque vendría a este mundo para hacernos creer en Dios y servir al Señor todos los días de nuestras vidas en santidad y justicia sin miedo. Lo que dijo significa que todas las Palabras de la promesa hecha a Abraham, en el Antiguo Testamento se cumplieron. 
El padre de Juan el Bautista, Zacarías, era una persona que nació en la casa del Sumo Sacerdote Aarón. Zacarías era un sacerdote elegido por Dios según las normas del Sistema del Tabernáculo del Antiguo Testamento, y que realizaba las tareas de un sacerdote para el pueblo de Israel. Conocía bien las profecías del Antiguo Testamento que se cumplirían por la providencia de Dios. Era una persona a la que Dios le había dado Juan el Bautista a través del cuerpo de su mujer, antes del nacimiento de Jesucristo. Dios envió a Juan el Bautista a este mundo seis meses antes de Jesucristo, quien vino en el Nuevo Testamento para cumplir todas las profecías del Antiguo Testamento. Juan el Bautista era un siervo de Dios que fue utilizado para transferir todos los pecados del mundo a Jesucristo para que cumpliese las promesas de las Escrituras. 
Juan el Bautista era el último Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento y la persona de la que Jesús dio testimonio como el mayor hombre nacido de mujer. Juan el Bautista era el representante de la humanidad y la persona que transfirió los pecados del mundo a Jesucristo. Juan el Bautista nació en este mundo por el poder de Dios. Todas las cosas de este mundo las hizo Dios: el que el niño Jesús fuese concebido en el vientre de María por el Espíritu Santo; el que Jesús, que es Dios y el Salvador de la humanidad, naciese en este mundo; y el que Juan el Bautista naciese seis meses antes que Jesús. Por eso Zacarías alabó al Señor. 
Zacarías se quedó mudo porque no creyó en la Palabra de Dios que el ángel le había dado al principio. El ángel Gabriel se le apareció a Zacarías en el Santuario y le dijo: «Tu esposa Isabel dará a luz a un hijo y le llamarás Juan». Pero Zacarías no creyó al principio y se quedó en el Santuario con la boca abierta. Así que el ángel le dijo: «Te quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que ocurra lo que te he dicho». 
Después, Juan el Bautista nació de la esposa de Zacarías, Isabel. Era costumbre entre los israelitas que el padre le pusiese nombre al hijo. Como Zacarías estuvo mudo durante diez meses, Isabel le preguntó cómo iba a llamarlo cuando dio a luz. Zacarías pidió algo donde pudiese escribir y escribió: «Su nombre es Juan». Sin embargo, el nombre Juan no era tradición en su familia. Por cierto, Zacarías estaba profetizando que seríamos salvados de la oscuridad mediante el nacimiento de su hijo, Juan, y el de Jesús. Dijo que Jesús vendría como el Salvador de la humanidad para que pudiésemos servir sin miedo, en santidad y justicia ante Él todos los días de nuestras vidas. Gracias a Jesucristo todas las personas que creen en Dios tienen santidad ante Dios y se convierten en sus hijos al ser salvados. Se visten de la justicia de Dios y viven sin miedo. 
Zacarías alabó y profetizó de esta manera. El Espíritu Santo le inspiró para profetizar y alabar a Dios diciendo: «Jesucristo eliminará los pecados de los hijos de Dios y hará que vivan sin miedo todos los días de sus vidas». Jesucristo es la Persona que nos hace estar ante Dios sin miedo, nos convierte en hijos de Dios y nos hace personas sin pecados con corazones santos. Zacarías sabía, gracias al Espíritu, que Jesús nacería en seis meses y alabó a Jesucristo mediante un poema. 
El niño Jesús era el Hijo de Dios que vino a salvar a toda la humanidad de sus pecados. Es nuestro Salvador y Dios. Acerca de la pregunta de quién nos hizo santos, la respuesta es Jesucristo, el Hijo de Dios. Nos dio la Ley y nos hizo santos a los que creemos en la justicia de Dios al eliminar nuestros pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios nos hace vivir para siempre como santos. ¿Cómo podrían convertirse en personas justas a los ojos de Dios si no fuese por el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Cómo podríamos insistir que podemos convertirnos en personas limpias y santas por nuestros esfuerzos de la carne? Toda esta santidad es gracias a Jesucristo, que es Dios, y así ocurrió. Si no fuese por Dios, sería imposible convertirse en personas justas. Nos hemos convertido en hijos de Dios a través de Jesús al recibir la santidad por fe y al vestirnos de la justicia de Dios, y por eso podemos estar ante Dios sin miedo y dando alabanza a su justicia. 
Al principio, Dios creó los cielos y la tierra, y nos creó a nosotros. Jesucristo nos dijo lo que es bueno, lo que es pecado y lo que es el Evangelio del agua y el Espíritu para hacernos justos para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y para hacernos vivir para siempre siendo santos ante Dios. Tomó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, nos enseñó lo que es la justicia y el amor de Dios y nos salvó para siempre a través del bautismo y la Cruz que constituyen el Evangelio del agua y el Espíritu.
Al darnos la salvación que contiene la justicia de Dios, nos hizo no tener miedo ante Dios, alabar a Dios por darnos la salvación y vivir con gloria para siempre. Jesucristo vino al mundo como el Hijo de Dios Padre y nuestro Salvador. Jesucristo nos hizo vivir siendo hijos santos de Dios sin miedo ante la Santa Trinidad que vino en el Espíritu de la santidad. Hemos recibido la gracia de la salvación eterna de Dios al creer en Jesucristo a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

¿Cómo puede desaparecer el miedo de nuestros corazones?

 
A través de la justicia de Dios, y no por nuestros propios esfuerzos, podemos vivir sin miedo ante Dios, y podemos ser justos sin pecados en nuestros corazones y ser hijos de Dios. Todo esto sería completamente imposible sin la justicia de Dios. Nuestra existencia no sería posible si no fuese por la justicia de Dios, y no habría nada ante nuestros ojos sin Dios. Gracias a la justicia de Dios, nos ha dado la santidad a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Nos hace hijos suyos a los que creemos en Él y nos da las bendiciones para vivir con gozo ante Él sin miedo. 
Zacarías le dijo a la gente de su tiempo, a través del Espíritu, que Dios les da estas bendiciones a los que creen en su justicia y a los descendientes de Abraham por fe. Es cierto. ¿Cómo podríamos alabar de esta manera si no fuera por Dios? Si no fuera por Dios, ¿cómo podríamos vivir sin miedo? La pregunta es: «¿Cómo podríamos vivir sin miedo los que tenemos pecados si no fuese por la justicia de Dios?». Gracias a su justicia, podemos vivir sin miedo. Los que creemos podemos estar sin pecados y ser justos porque Jesucristo recibió la transferencia de nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. 
Toda esta gracia que el Señor nos ha dado es gracias a la justicia de Dios. Es cierto. De la misma manera en que Zacarías alabó de esta manera en la plenitud del Espíritu, nosotros podemos vivir alabando la justicia de Dios por la misma fe. Ahora podemos vivir una vida que le da gloria a Dios. Crean en esto. Gracias a la justicia de Dios hemos sido salvados del pecado, nos hemos vestido de la santidad y vivimos sin miedo, y por eso debemos pensar en Dios esta Navidad y en la salvación que nos ha dado dando gracias una vez más. Mis queridos hermanos, no pueden estar agradecidos solamente porque Jesús viniese al mundo. Para darnos santidad, Dios se encarnó en un hombre, nos libró del pecado, la destrucción, la condena, la oscuridad y la desesperación y ahora los que creen en Él pueden vivir sin miedo. Siempre estamos agradecidos y pensamos en esta gracia de Dios. 
Debemos pensar en la gracia de la salvación que Dios nos ha dado y estar agradecidos sea cual sea la situación. Debemos ser personas que meditan y dan gracias desde el fondo de sus corazones, como Zacarías. No podemos dejar que nuestros corazones se hinchen pensando: «Ha llegado la Navidad. Tengo que disfrutar». Cuando llegue la Navidad, deben pensar sobre todo en el amor de la justicia de Dios. Debemos escribir nuevos himnos y alabar la justicia de Dios. Debemos estar agradecidos una vez más por la gracia de salvación con la que nos ha salvado del pecado, y debemos estar agradecidos por su amor. Espero que aprovechen esta Navidad para darle gracias a Dios por la gracia de salvación que nos ha permitido vivir sin miedo con la santidad y la justicia que nos dio. Entonces, esta Navidad será muy beneficiosa. No podemos olvidar esto, sea cual sea la situación. No debemos olvidar la gracia del Señor con la que Dios nos amó, nos dio santidad, justicia y la bendición de vivir sin miedo. 
Esto no significa que debamos agonizar pensando en qué hacer para pagarle por la gracia que nos ha dado, pagarle de una manera nueva y comprometerse a hacer algo este año. A las personas les gustan las cosas nuevas, pero lo verdaderamente valioso es muy antiguo. Las cosas nuevas no son valiosas; lo valioso no ha cambiado aunque haya existido durante mucho tiempo. La eterna salvación y su amor eterno son lo más valioso en nuestros corazones. En esta generación debemos dar gracias por esta salvación cumplida por el amor de Dios y debemos estar agradecidos por las bendiciones que nos dio hace mucho tiempo. 
Hay un proverbio que dice que los amigos y el vino mejoran con el tiempo. Se dice que cuanto más antiguo sea algo, mejor es. Al celebrar esta Navidad, debemos pensar en Dios, quien existe desde antes de la creación de los cielos y la tierra y que, por tanto, creó el universo y todo lo que hay en él hace mucho tiempo. Debemos darle gracias por su salvación, la santidad que nos ha dado y su justicia. Dios planeó y cumplió nuestra salvación a través de Jesucristo hace mucho tiempo para hacernos vivir sin miedo. Nos dio sus bendiciones y nos amó a los que creemos en su maravillosa salvación. 
Esta Navidad debemos pensar una vez más en el amor con el que Dios nos salvó hace mucho tiempo y dar gracias por esta gracia eterna y maravillosa del Señor. Nuestros corazones están llenos de la gracia de Dios, de la misma manera en que Zacarías alabó al Señor cuando estaba lleno del Espíritu Santo. El mundo de hoy en día ha cambiado mucho, pero estamos agradecidos y nuestros corazones están llenos del amor de nuestro Señor y esta Palabra de Dios que nos dio hace mucho tiempo. Nuestros corazones están llenos de paz gracias a Dios. Mis queridos hermanos, espero que tengan gozo y estén agradecidos, seguros y satisfechos gracias a Dios. 
No hay razón para no estar satisfechos por tener la justicia de Dios. Si no tenemos la justicia de Dios no estaremos satisfechos y caeremos en nuestros propios pensamientos inútiles. Pero estamos satisfechos cuando pensamos en el Dios de la justicia aunque vivamos en una choza. Estamos satisfechos y tenemos gozo aunque no tengamos nada. Pero si piensan en algo sin la justicia de Dios y viven sin Él, las cosas se pondrán difíciles y no estaremos satisfechos con nada. Sin embargo, Dios siempre nos hace ricos en nuestros corazones. Si le servimos, seremos ricos. 
Espero que todos pasemos la Navidad estando agradecidos por la justicia de Dios, su amor y todas las bendiciones que nos ha dado. Disfrutemos viendo las actuaciones de Navidad y alabando al Señor con corazones inocentes esta Navidad. Yo también era actor en las obras de Navidad y cantaba villancicos hace mucho tiempo. Los hermanos adultos dicen que no se han podido preparar bien porque estaban ocupados, pero tienen un talento innato. Veamos qué bien lo hacen. 
Como estaban muy ocupados, cuando se reunieron para ensayar, se dijeron los unos a los otros que eran muy buenos y que no necesitaban ensayar demasiado. Leyeron el guión una vez y ensayaron sus papeles por su cuenta y los repasaron un poco. No pudieron ensayar demasiado porque sus trabajos los tienen muy ocupados. Pero seguramente lo harán bien gracias a su sabiduría y espontaneidad. Tengo ganas de ver la obra. Sé que todos harán un buen trabajo, tanto los hermanos, como las hermanas adultas, los niños y los adolescentes. Espero que hagamos todo por la gloria de Dios, ya sea la obra de Navidad, los villancicos, predicar el Evangelio, comer, beber o hacer cualquier cosa. 
Creo que muchas personas vendrán a la Iglesia de Dios esta Navidad porque esta generación es muy oscura. Hace mucho tiempo, la gente que no solía venir a la iglesia empezó a venir a la iglesia en Navidad. Los ancianos y los que creían en el confucianismo vinieron a la iglesia en Navidad. Parece que esta generación es así. La Navidad es un día en que los que nos repudiaron se acercan a nosotros. Es un día en que debemos predicar, pero también es un día en que damos comida, en que la gente puede ver obras de Navidad gratis y en que los corazones de la gente están contentos y gozosos por alguna razón. 
Por tanto, la gente que no cree en Jesús vendrá a la Iglesia de Dios en masa. Algunos de sus padres que no son cristianos escucharán el Evangelio del agua y el Espíritu y verán algunas obras de Navidad. Algunos de ellos aceptarán a Jesús como su Salvador después de haber sido tocados por el Espíritu Santo como Zacarías. Espero que se preparen y oren en la Nochebuena con toda sinceridad y fe en la gloria de Dios. 
Mis queridos hermanos, la Navidad se acerca y el mundo está revuelto. Así que les pido que no sigan al mundo, ni se enloquezcan. No vale de nada ir al mundo. Debemos vivir juntos en la gracia y gloria mientras comemos espiritual y físicamente en la Iglesia. Espero que nuestras hermanas hayan cocinado cosas buenas para esta Navidad.