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Sermones

Tema 14: La Primera Epístola de Juan

[Capítulo 2-4] No Ames al Mundo o Las Cosas en el Mundo (1 Juan 2:15-17)

No Ames al Mundo o Las Cosas en el Mundo(1 Juan 2:15-17)
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
 

Sé que tú y yo estamos luchando con las tres clases de lujuria. En Santiago 4:1, escrito está, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” Aquí en 1 Juan, la Biblia habla de pasiones refriéndose a los deseos de la carne, de los ojos y la vanagloria de la vida.
De hecho, se debe a que estas tres clases de deseos con las que luchamos en nuestras vidas de fe y que con frecuencia tropezamos por las cosas del mundo. Debido a estos deseos de la carne, deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, nuestras vidas de fe se interrumpen frecuentemente, aunque hemos sido salvados. Me entristece profundamente ver que esto ocurra.
La Biblia nos dice frecuentemente que esperemos el día del regreso del Señor y que perseveremos hasta ese día, como está escrito en Santiago 5:7, “tened paciencia hasta la venida del Señor.” Al igual que la Biblia nos exhorta, yo creo que hasta ese día, debemos dedicar nuestras vidas a esparcir el evangelio del agua y el Espíritu y a perseverar en este precioso trabajo hasta el final. 
Yo sé, desde luego, que tal vida de paciencia es dificil de vivir. Vivimos a través de diferentes adversidades no por nada en particular, sino debido a los deseos de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida. Desde luego, podrías considerar estas tres clases de deseos como sin ninguna importancia para ti, pero para en realidad luchar contra ellos y seguir al Señor, puede ser difícil y doloroso.
El Apóstol Juan nos dice aquí en 1 Juan 2:15, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Ciertamente, si amamos las cosas en el mundo aún un poco, y si el deseo de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida que aman al mundo entran en nuestro corazón aún un poquito, entonces se vuelve más difícil para nosotros llevar nuestras vidas de fe verdadera.
Esto no significa, sin embargo, que nosotros como Cristianos debamos ser cortados de los hilos del mundo. Nuestro Señor no nos dijo que dejaramos el mundo y vivamos totalmente separados de el. Más bien, lo que nos dijo es que sacaramos de nosotros la ambición. Ni tampoco nos dijo que despreciaramos el mundo. Él si nos dijo, sin embargo, que tuviéramos cuidado con las tres clases de deseos en nuestro corazón.
Hasta el ultimo día, debemos vivir nuestras vidas predicando el evangelio, ya que ante nosotros, existen muchas almas que aún no han recibido la remisión de sus pecados. Sin embargo esta tarea no es fácil; realmente es difícil esparcir el evangelio del agua y el Espíritu a todos antes de que termine nuestra vida. Aún así, no importa cuando regrese nuestro Señor, y no importa cuando vayamos y estemos ante Su presencia, debemos predicar el evangelio del agua y el Espíritu hasta ese día. Doy gracias al Señor por ponernos en Su Iglesia, por protegernos con cercas espirituales, y por permitirnos predicar el evangelio del agua y el Espíritu, ya que somos de tal forma que si nuestros corazones son atraídos por el mundo aún un poquito, simplemente no seriamos capaces de servir al evangelio.
Me doy cuenta de cuan dificil es guardar nuestro corazón de fe. Creo que es más difícil que realizar una labor física fuerte. La labor física no es tan dura, ni es tan difícil vivir en este mundo–simplemente hacemos lo que tenemos que hacer. Pero el que nuestro corazón se aleje de Dios es la mayor maldición, y es por ello que es tan problemático y conflictivo. Así que la Biblia nos exhorta, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Aún así, debido a que el Señor ha borrado todos nuestros pecados, yo creo que si no caemos en cualquiera de estas tres clases de deseos muy profundamente, entonces esto no es un problema insuperable.
¿Cuantas almas andan aún por ahí a quienes debe predicarles el evangelio del agua y el Espíritu? Así que para que estas almas lleguen a creer en el evangelio del agua y el Espíritu y sean salvos de sus pecados, ciertamente debemos guardar nuestro corazón, volvernos de nuestros malos caminos, y vivir por fe.
¿Quién sabe la fecha en que descendera la Gran Tribulación de los siete años sobre esta tierra? En esta era y tiempo, las señales de los tiempos finales se dan por todas partes. Puede ser que hayas oído de los cambios climáticos anormales y de los desastres naturales que resultan de ello. Se reporta que las lineas de los limites de los icebergs polares están retrocediendo rápidamente. No hay duda que esto se debe al calentamiento global. Grandes desastres naturales se liberaron por tales cambios climáticos como El Niño y ahora se han convertido en eventos anuales.
Aún más, esta era está llena con mucha tensión y conflicto entre las naciones. Los ataques terroristas y las guerras se desatan sin cesar. Ahora vivimos tales tiempos. Así que cuando pensamos acerca de cómo podemos proclamar el evangelio a los miembros de nuestra propia familia y a todas las almas a tráves de todo el mundo, y así de cómo podemos vivir por fe hasta el día del regreso del Señor, no nos queda más que depender de nuestra fe en el Señor. Y también esta es la razón por la que debemos guardar nuestros corazones diligentemente.
El Apóstol Juan dijo, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17).
¿Quién no ama las cosas del mundo? Se debe a que todos las aman tanto por lo que Juan nos dijo que no amaramos las cosas del mundo. Aunque amamos las cosas del mundo, para predicar a la gente el evangangelio del agua y el Espíritu, necesitamos tener dominio propio para que nuestros corazones no se ahoguen en el mundo. Es muy difícil para nosotros no amar este mundo mientras vivimos en el, pero cualquiera que sea la razón, si amamos este mundo, entonces no hay lugar para el amor de Dios en nuestro corazón, y si amamos el mundo, no podremos predicar el evangelio del agua y el Espíritu a la gente. Es por ello que no debemos amar este mundo.
El evangelio del agua y el Espíritu en el cual ya crees no es tan intelectualmente simple, ni facil de entender. Alguna gente dice que creer en el evangelio del agua y el Espíritu es tan fácil como respirar, pero es difícil cuando alguien primero tiene que arrancar todas las mentiras que han esparcido los falsos maestros.
Así que esparcir el evangelio del agua y el Espíritu solo es posible cuando tenemos el corazón del Padre que ama a todas las almas. Si tenemos el amor del Señor en nuestro corazón, entonces todo lo que tenemos que hacer es esparcir este amor. Pero si este amor dado por Dios no está en nuestro corazón, sino que todo lo que amamos es el mundo, entonces no existe nada más difícil que tratar de esparcir este amor solamente con gruñidos. Ya que hemos sido perfectamente salvados de nuestros pecados al creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Absolutamente debemos guardar nuestro corazón si vamos a predicar este verdadero evangelio hasta el día en que regrese nuestro Señor. Debemos servir al evangelio del agua y el Espíritu, en otras palabras, convirtiendo nuestros equivocados corazones, corrigiéndolos, acercándonos al Señor más, y deshaciendonos del deseo que continua asediándonos. Solo cuando nos volvamos, una y otra vez, de nuestros corazones que se han desviado podremos servir al evangelio del agua y el Espíritu.
El pasaje de la Escritura de hoy dice, “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Compañeros creyentes, esta era es la ultima era. Debido a que el tiempo se está acercando, Satanás está haciendo todo lo que puede hacer para que todos amen este mundo. El avance tecnológico ha expuesto a todos a las inumerables tentaciones que provocan su deseo. A través de tales formas del mundo, Satanás está tratando de robar todo –nuestros ojos, oidos, labios, manos, pies y aún nuestros corazones.
Cuando tal era pase, no habrá nada que permanezca más en este mundo, solo guerras, terremotos, desastres y tribulaciones. Solo destrucción vendrá sobre todo lo que la humanidad ha construido. Hasta este día, la humanidad ha perseguido incansablemente avanzar más en la ciencia y en la tecnología, pero mientras que sus descubrimientos e invenciones no solo son usados con buenos propósitos, eventualmente encararan la destrucción de las mismas cosas que han creado.
Es por ello que Dios nos está diciendo en esta hora, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Mientras que esta bien que disfrutemos las cosas de este mundo, está mal que las amemos de corazón. Es correcto que reinemos sobre las cosas en este mundo, las disfrutemos, las manejemos bien y las usemos con buenos propósitos.
Pero sin importar cuanto dinero podamos tener en este mundo, de cuantas cosas podamos enorgullecernos, y aún del poder de gobernar el mundo, cuando este mundo y nosotros mismos encaremos la destrucción, todo será totalmente inútil. Se debe a que el Apóstol Juan sabía esto tan bien que él nos está diciendo aquí en la Biblia, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Él nos dijo que no amemos las cosas del mundo ya que si las amamos, el amor de Cristo no está en nuestro corazón.
Este mensaje es algo que debemos tomar en nuestro corazón y rumiar sobre ello una y otra vez, aún si es escuchado cientos de veces. Estas tres clases de deseos están siempre cerca de nosotros, para que seamos seducidos y seguirlas en cualquier momento. Pero si seguimos los tres deseos de la carne, entonces el amor del Padre desaparecera de nuestro corazón y seremos cortados de Su salvación de amor. Por lo tanto, siempre debemos estar alertas y ser cuidadosos con las cosas del mundo, y en vez de amarlas, debemos entregar nuestro corazón aún más a esparcir el evangelio del agua y el Espíritu.
¿Que es lo que tú y yo necesitamos más en esta era y tiempo? ¿Cuál es el más grande problema que tú y yo estamos encarando ahora? Es el que nosotros amemos el mundo. Si algo esta mal en nuestro corazón y ahora estamos viviendo nuestras vidas de fe en movimiento solamente, entonces esto solo quiere decir que estamos sirviendo por lo menos a unos de estos tres deseos –los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Si seguimos al mundo de esta manera y vamos tras nuesro propio deseo, no podremos llevar una vida apropiada de fe, y como resultado, terminaremos muriendo, y también morirá nuestra familia.
Así que debemos estar atentos y ser cuidadoso con estos tres deseos carnales. Aunque tales deseos de la carne están en nuestro corazón, debemos darnos cuenta que no vienen de Dios. Los deseos de la carne, en otras palabras, vienen del mundo y de Satanás. Aún más, desear algo no quiere decir que puede ser totalmente satisfecho solo porque vamos tras de ello. Es solo cuando Dios Padre nos permite tener algo que realmente se vuelve nuestro. La Biblia afirma, “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmos 127:1). Así que el que nuestro corazón desee algo es en vano, y solo es sabio de nuestra parte vigilar tal avaricia y vencerla.
Si deseamos guardar nuestras vidas de fe hasta el día en que regrese nuestro Señor, debemos recordar este mensaje que Dios nos menciona aquí: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Solo cuando recordemos este mandamiento de Dios podremos guardar nuestras vidas de fe hasta el día del regreso del Señor. Si no tenemos el amor de Cristo en nuestro corazón, entonces no podemos continuar con nuestras vidas de fe, ya que es por el corazón y por la fe por lo que son guiadas. Es por ello que debemos hacer a un lado nuestro amor por este mundo hasta que en vez de eso el amor de Cristo crezca en nuestro corazón. Es solo cuando echamos fuera tal amor por este mundo que el amor del Padre puede florecer en nuestro corazón, y también entonces podremos servir al Señor, seguirlo a Él voluntariamente, dar fruto espiritual en Él y recibir la fertilidad de la tierra, las abundantes bendiciones y también recibir el cuidado de Dios Padre. Para que nosotros seamos bendecidos en ambos, cuerpo y espíritu, no debemos amar las cosas de este mundo, sino que debemos vencer los deseos de la carne y apartarnos.
Realmente no es tan duro vivir una vida de fe. Podemos llevar esta vida de fe si tan solo guardamos nuestro corazón diligentemente, pero si fallamos en hacerlo, entonces todo simplemente se vendrá abajo. Mientras pasa cada año, nosotros también damos un paso más al día del regreso del Señor, y sin embargo se siente como si nos hubiésemos quedado dormidos y cada vez amemos más este mundo cuando de hecho debemos esperar supuestamente por Él. En la parábola de las diez vírgenes que esperan al novio, aún las cinco vírgenes sabias se quedan dormidas. En estos tiempos finales, el mundo entero parece haberse dormido igual que estas vírgenes. A pesar de eso, hagamos a un lado el amor del mundo de nuestro corazón; vivamos cada año haciendo la obra del Señor, recibiendo muchas bendiciones de Él, y dando mucho fruto espiritual que salve muchas almas; y entonces recibamos a nuestro Señor con gran gozo.
Sí, de casualidad, sientes algo agitando y sofocando tu corazón mientras continuas con tu vida de fe, y descubres que internamente estas vacío mientras sirves al Señor externamente, entonces seguramente esto se debe a que tu corazón ama al mundo, y por lo tanto no hay amor del Padre en ti. No hay otra razón. Nuestro Señor desea morar en nosotros y caminar con nosotros.
Si amamos al mundo, Dios Espíritu Santo se pone celoso y se enoja con nosotros, y nos dice, “Yo estoy en tí y sin embargo, ¿no estás satisfecho Conmigo?” Debido a que el Amo que está en nostros es el Espíritu Santo, cuando nuestro Amo sé enoja y es lastimado, entonces nuestro hombre exterior está destinado a salir también lastimado, y como resultado, nos enojamos y nos impacientamos por la más pequeña cosita, y llegamos a endurecernos y a quedar espiritualmente ciegos. Como tal, debemos hacer a un lado el amor de nuestro corazón por el mundo, pedir lo que necesitamos por fe, y realizar nuestro papel como encargados administrando sabiamente lo que tenemos. También debemos amar a Cristo, vivir la vida que recibe muchas bendiciones espirituales y materiales de parte de Él y las comparte con otros hasta el día en que nos encontremos con el Señor.
Si este amor por el mundo se arraiga en vuestros corazones o en el mío, entonces deshagámonos de ello con regularidad. Parecería que tendríamos que hacer esto por lo menos una vez por semana. Una ves salvados, somos salvos por siempre, pero aún necesitamos filtrar con frecuencia esos sedimentos de nuestro corazón. Estamos destinados a que suceda que el amor por este mundo o los tres deseos de la carne se despierten en nuestro corazón. En nuestro corazón, están los residuos de nuestro amor por este mundo; esto es algo que no es unicamente para ti y para mí, sino que todos somos iguales.
Dado esto, entonces ¿cómo podemos continuar con nuestras vidas de fe? Al igual que nuestras casas están limpias ya que barremos y trapeamos cada día, es limpiando nuestro corazón del amor de este mundo por lo que podemos continuar llevando nuestras vidas de fe. Antes de que llegara cada Fiesta de Pascua, los Israelitas tenían que sacar la levadura de sus casas (Éxodo 12:15). El Seños nos exhorta, “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6). Él nos advierte que nos alejemos del legalismo y de lo secular. Si permitimos que nuestro corazón ame este mundo constantemente, aún un poco de esta levadura echará a perder nuestro corazón, y terminaremos encarando Su juicio.
Por lo tanto, necesitamos barrer de nuestro corazón tal amor por este mundo; piensa acerca de cómo el Señor nos ha salvado, cómo este Señor nos ha bendecido, lo que le agrada a Él y por que propósito nos ha salvado; y aunque no seamos capaces de hacer grandes cosas, haz lo que le agrada al Señor, aún si es pequeño. Entonces nos encontraremos con el Señor.
 


Cuidate de la Belleza de las Hijas de los Hombres


Ahora vayamos a Génesis 6:1-4: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.” 
Esta era ahora aparece como si fuese una era en que Génesis 6 se repite nuevamente. Dios nos está diciendo que ahora, esta era es como la era de Noé, y que el final se está acercando a este mundo: “¿Cómo llega el fin del mundo? ¿Qué sucede en los tiempos finales? ¿Ahora de que debemos cuidarnos?” Yo creo que esto es lo que Dios nos está diciendo.
En los días de Noé, los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y el pecado se esparció. Y el pueblo de Dios, abandonando su fe y estando emborrachados por el mundo, también se volvieron perversos y malvados. Así que Dios no podía dejar el mundo como estaba, y decidió juzgarlo.
¿Por qué, entonces, se desvió la gente de Dios? Sé debió a que los hijos de Dios, viendo la belleza de las hijas de los hombres, tomaron a quienes desearon por esposas (Génesis 6:1). Por esta razón, Dios dijo, “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre.” ¿Qué fue tan importante qué hizo que Dios dijera que no estaría con el hombre para siempre? Necesitamos preguntarnos el porqué Dios abandonaría al pueblo de aquellos días. Y también necesitamos meditar en lo que este pasaje significa exactamente.
Dios había aborrecido tanto el que Sus hijos estuvieran intoxicados por la belleza de las hijas de los hombres. Todos los seres humanos son descendientes de Adán. Todos estos descendientes de Adán nacieron como montañas de pecado, pero entre ellos, hubo aquellos que habían nacido de nuevo y aquellos que no. Mientras pasó el tiempo, esta tierra llegó a estar poblada por muchísima gente, pero debido a que muchos de ellos no creían sino que en vez de eso iban tras el mundo, la humanidad se dividió en dos clases: aquellos que creían en Dios y le seguían, y la gente mundana que pertenecía al mundo. Para el tiempo de Noé, el pecado estaba tan multiplicado por toda tierra que aún los hijos de Dios estaban encantados por la belleza de las hijas de los hombres. Esta es la razón por la que Dios sé separó a Sí Mismo de la humanidad y juzgó esta tierra.
Necesitamos entender aquí que se quiere decir con “la belleza de las hijas de los hombres,” y el porque debemos estar particularmente atentos a este pasaje. El pasaje de Génesis 6 que estamos considerando aquí proporciona una descripción justo antes de que Dios diera Su juicio de inundación sobre esta tierra. Así que podemos concluir que esta era era muy parecida a la era actual, como está escrito, “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:5-7).
¿Así que, que significa cuando aquí dice que los hijos de Dios fueron cautivados por las hijas de los hombres y que se casaron con ellas, y por consiguiente, ellos fueron abandonados y juzgados por Dios? Primero necesitamos entender lo que es “la belleza de las hijas de los hombres.” La belleza de las hijas de los hombres literamente significa la belleza del cuerpo. Los hijos de Dios, en otras palabras, estaban emborrachados por la belleza física de las mujeres.
La Biblia nos dice que en los tiempos del Antiguo Testamento también, mucha gente murió por seguir la belleza física y la atracción sexual. La belleza de las hijas de los hombres se refiere a tales elementos que expresaban el atractivo físico como la estatura, las piernas largas, los cuerpos esbeltos, las curvas torneadas, las figuras voluptuosas, las narices respingadas, los labios sensuales y así sucesivamente. Así que viendo tales características agradables a los ojos de la carne, los hijos de Dios fueron intoxicados por ellas y tomaron a las hijas de los hombres como sus esposas.
Aquí entonces, en esta era y tiempo, necesitamos examinar si, los hijos de Dios que han nacido de nuevo al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, también pueden ser atraídos por la belleza de las hijas de los hombres y ser cautivados por ellas. No conociéndonos bien a nosotros mismos, podriamos decir que nosotros no somos así, pero necesitamos seriamente examinarnos para ver si de hecho estamos siendo atraídos sin pensar hacia la belleza de las hijas de los hombres, y necesitamos descubrir lo que vamos a hacer.
Entonces, ¿es posible para los hijos de Dios ver y caer con la belleza de las hijas de los hombres? Esto es muy probable. De hecho, desde una perspectiva espiritual, tal belleza no es nada. Cuando escarvamos en nuestra naturaleza fundamental desde la perspectiva biblica, descubrimos que tal belleza física de hecho se resume en nada. Pero cuando no tenemos este conocimiento bíblico, el mundo se ve maravilloso, y encaramos muchas tentaciones frecuentemente.
La gente de este mundo prefiere las piernas largas a las piernas cortas, y consideran los cuerpos esbeltos y delgados, con tonalidad y formas curvas como hermosos. Están tan atraídos por tales características que esto es todo lo que ocupa su mente, a pesar del hecho de que cuando realmente pensamos en ello, tales atributos superficiales equivalen a nada. Al igual que Cleopatra esto finalmente la llevo a su muerte y por consiguiente a nada, al igual que las flores hermosas se secan y se marchitan con el tiempo, no importa si alguien pueda ser la mujer más hermosa de todo este planeta, cuando ella, también, envejece y muere, todo termina en vanidad. Ya que aún la gente más atractiva de este mundo, la alabanza por su belleza es solamente pasajera, y solo dura unos cuantos años.
En el Antiguo Testamento, los hijos de Dios vieron cuan hermosas eran las hijas de los hombres, y estando embriagados por esta belleza, tomaron a estas hijas como esposas y vivieron con ellas. En otras palabras, los hijos de Dios se volvieron locos por las hijas de los hombres, y llegaron a ser un solo cuerpo con ellas. ¿Que pecado tan grande es que cayeran por la belleza que está destinada a marchitarse al final y ellos mismos se cansen, y como resultado abandonen la eterna Palabra de Dios?
Aquellos que no han nacido de nuevo aún son pecadores en potencia. Y no importa cuan hermosas puedan ser, la diferencia solamente es de la piel. No podemos siquiera compararlos con las nacidos de nuevo. Cuando vemos espiritualmente, son los nacidos de nuevo los que son más hermosos. El permanecer aún cautivados por las hijas de los hombres, cuyas almas aún no han nacido de nuevo es entonces un gran error. La carne puede mover nuestras mentes carnales, pero el gran error aquí es que aún sus mentes espirituales sé deterioraron por los deseos carnales.
Cuando observo la era actual, siento que es exactamente igual a la era de Noé poco antes de la gran inudación, cuando estos hijos de Dios fueron cautivados por las hijas de los hombres y las tomaron como esposas. Yo me pregunto si tal era, en que los hijos de Dios fueron destruidos por sucumbir ante la belleza de las hijas de los hombres, es esta misma era en la que estamos viviendo.
En tiempos como estos, en que la gente de Dios se hizo uno con tanta gente que aún no nace de nuevo, Dios será provocado con Su ira. Tales tiempos, en que los hijos de Dios son atraídos por las mujeres que aún no han nacido de nuevo (las hijas de Dios con los hombres impios), sé intercasaron y sé intermezclaron, ciertamente sucedera en esta última era. Como dijo Jesús, “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8), me pregunto si es así como todos van a morir.
¿Y tú? De casualidad, ¿no estás atraído ante tal belleza del mundo? Si realmente ven en su corazón y confiesan honestamente, seguramente tendras que admitir esto: Ya que solo somos humanos, es muy posible para nosotros que tengamos tales pensamientos, pero debemos considerarnos afortunados que por lo menos sabemos que tenemos tales deseos. Lo que es más temible es el prospecto de no darse cuenta que tenemos tales deseos y amor por el mundo aún cuando los tenemos, ya que en nuestra ignorancia caemos ante la belleza de las hijas de los hombres, y puede ser posible que nunca escapemos de ello. Si sabemos que tenemos tales deseos, entonces también seremos más cuidadosos. Lo que digo, en otras palabras, es que debemos darnos cuenta que tenemos esta tendencia, y que por lo tanto debemos tener cuidado con tales aspectos carnales.
También, no debemos ser de doble animo. Como está escrito en Santiago 4:8, “y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones,” no podemos guardar dos corazones. No podemos servir a ambos, a Dios y al mundo. Debemos amarnos y honrarnos los unos a los otros dentro de los limites que son permitidos por Él, y no ser cautivados y caer ante la belleza de aquellos que aún no han nacido de nuevo. Si esto ocurre, entonces será el fin del mundo.
¿Cuantos concursos de belleza tenemos en estos días? Curiosamente todos ven solamente la apariencia externa, coronando como reinas de belleza a mujeres de piernas largas, buena figura, altas y con rostros bonitos.
Génesis nos dice que los hijos de Dios tomarón las hijas de los hombres y tuvieron hijos, que estos descendientes fueron gigantes, y que había muchos de ellos en el mundo. También nos dice que fueron poderosos hombres de renombre. Ellos eran, en otras palabras, altos, fuertes y guapos.
¿Que hay con la corriente de esta era? Ya que nosotros, también, somos solamente humanos, también nos agradan los hombres altos y de buen fisico, y las mujeres hermosas y delgadas, pero esta era pone demasiado énfasis en los aspectos superficiales que señala a la era en que estos gigantes rondaban la tierra. Nosotros, también, tenemos ojos, así que vemos todo lo que hay que ver; ya que tenemos oidos, oimos todo lo que hay que oir; ya que tenemos cabezas, pensamos todo lo que hay que pensar; ya que tenemos mentes propias, sentimos todo lo que hay que sentir; Y ya que es el ambiente de este mundo en que vivimos, sentimos todo lo que hay que sentir, independientemente de sí creemos en el evangelio del agua y el Espíritu.
Por lo tanto, si perdemos nuestro corazón ante tal belleza de las hijas de los hombres, entonces no hay forma de que podamos vivir apropiadamente nuestras vidas de fe. Especialmente para ti y para mí que vivimos en esta era, tales tentaciones del mundo son aún más seductoras, y requiere de mucho esfuerzo rechazarlas.
Para aquellos de nosotros que estamos haciendo la obra de Dios, el mayor enemigo es la belleza de las hijas de los hombres –esto es, la belleza de este mundo. Aún más temible que cualquier ataque con pistolas y espadas es esta belleza de las hijas de los hombres que vemos con nuestros ojos, la belleza de este mundo. Es por ello que nuestro Señor nos está diciendo aquí que si caemos ante tal belleza, nuestra fe terminara ahí y encaramos una destrucción inevitablemente.
Por lo tanto, debemos asegurarnos que nuestros corazones esten santificados, si por accidente, llegamos a tener tales corazones llenos de deseo, debemos santificar nuestro corazón y corregirlo nuevamente creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos compañeros creyentes, ¿cuanta belleza del mundo hay a nuestro alrededor que está confundiéndonos? Existen muchas tentaciones del mundo que buscan deslizarse por la más pequeña ranurita de nuestros ojos, corazones, pensamientos y mentes. Estas no están muy lejos de nosotros, sino que están en todo nuestro derredor. Tenemos que grabar en nuestro corazón una vez más que si las seguimos al mundo, terminaremos rindiéndonos nosotros mismos a los deseos de la carne, y así fallaremos en cumplir la preciosa obra que sirve al evangelio del agua y el Espíritu. No debemos seguir al mundo, no debemos mezclarnos con el.
Debido a que estamos viviendo en una era tan rápida, virtualmente todo es accesible para nosotros con facilidad. En los días de antaño, tomaba mucho tiempo el que un rumor se esparciera, pero en la actualidad, solo toma unas cuantas horas para que todos se enteren de los que pasó ayer. Hace solamente una generación, solía pasar un año para que la moda se esparciera y cambiara, pero ahora, la moda entra y sale en minutos. De la TV, los periódicos y la Internet, podemos fácilmente acceder información detallada virtualmente en todo, desde preguntas mundanas tales como que cantante pop uso que ropa, zapatos y accesorios y que canciones cantó, hasta lo que está a la última moda, y de lo que se está desarrollando en la política, la sociedad y la economía, ambas, domestica e internacional. Es precisamente que los individuos poseen tanta información por lo que esta era es llamada la era de la inundación de la información. Es en tal era, un tiempo de tanta confusión, transición y desarrollo rápido, en la que ahora estamos viviendo.
Toda la civilización de todo el mundo sobreabunda con la belleza de las hijas de los hombres. Debido a esto, existen áreas en las cuales los nacidos de nuevo ya han caído ante la belleza de las hijas de los hombres en una extensión considerable, sin siquiera darse cuenta. Ya que estamos siguiendo los deseos de la carne y cayendo profundamente en ello, hasta un punto que hubiese sido inimaginable anteriormente, no nos damos cuenta de nuestras propias condiciones, y todos nosotros nos encontramos a nosotros mismos, sin excepción, firmemente atados a esta cultura –lo que es aún peor, además, es que incapaces de reconocer esto, estamos cayendo aún más profundamente ante la belleza de las hijas de los hombres.
Si aquellos que han nacido de nuevo a través del evangelio del agua y el Espíritu se desvían hacia la carne y son cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, de aquellos que no han nacido de nuevo, finalmente serán destruidos, ya que Dios no estará más con ellos. Por lo tanto, la Biblia nos advierte, “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6). La Escritura continua diciendo que tal gente ciertamente será consumida.
El pasaje de la Escritura de hoy, por lo tanto, nos dice que no debemos permitir que el deseo de la carne nos derrote tan fácilmente, ni seamos cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, y señala que debemos ser cuidadosos mientras continuamos con nuestra vida de fe.
Entonces, ¿de qué debemos ser muy cautelosos y que debemos evitar principalmente? Debemos evitar el ser cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, hacernos uno con ellas, evitar caer en el deseo de la carne, y por consiguiente terminar haciendo a un lado la obra de Dios. Esto es de lo que debemos tener mayor cuidado en nuestro corazón.
¿Sabes como era el tiempo de Noé justo antes de la inundación? Esa era, al igual que esta era actual, era un tiempo de mucha prosperidad. Algunos países ahora son muy prósperos, y junto con esta prosperidad llegó la obsesión de la mente individual con la belleza superficial, expresamente el pecado que prevalece, el endurecimiento de los corazones de la gente y la inmoralidad sexual. Pero al igual que la era de Noé también fue muy prospera hasta el mismo momento de su destrucción, existe una gran probabilidad que esto es lo que ocurrirá a esta era.
Por todo el mundo, esta cultura de hedonismo desvergonzado se ha desarrollado y esparcido increíblemente, a través de todo medio imaginable desde películas hasta videos, canciones, juegos y la Internet. Aún en países menos prósperos, esta industria que aboga por el placer de la belleza de la carne está muy avanzada y en crecimiento, mientras que mucha gente continua sufriendo por el hambre. Solo da una mirada al retrato de esta era que le recuerda a todo el mundo de la era de la inundación de Noé. La Biblia nos está diciendo ten la fe de Noé, quién, conociendo su era y creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, salvó su vida así como las vidas de sus familiares.
El mundo de la actualidad está reservado para el fuego hasta el Día del Juicio y de la perdición de los hombres impíos (2 Pedro 3:7). En otras palabras, Dios destruirá este mundo con fuego. Entonces, ¿cómo es esta era? Más allá de cualquier duda esta era se está aproximando a su propia destrucción. Es una era que en su totalidad está expresa y totalmente llena de la belleza de las hijas de los hombres. Y es una era en que los hijos de Dios están posiblemente cautivados por su belleza.
La triste realidad es que aún aquellos que afirman ostensiblemente que creen en Dios y que le siguen a Él están, lejos de dar testimonio a los incrédulos, ciertamente están fascinados y atraídos por ellos. Aquí debemos recordar lo que el Señor nos dijo, que Él vendría cuando los tiempos fueran tales que los hijos de Dios, lejos de predicarles el evangelio a los incrédulos, en vez de ello estos sean atraídos por ellos, y, saturados por la carne, están siguiendo al mundo. Cuando esto ocurra, el fin del mundo vendrá.
Nosotros, también, debemos reconocer que posiblemente estemos cayendo ante tal corrupción, y que si esto ocurre, entonces seremos destruidos. Debemos ser cuidadosos de esta clase de tentación; y hasta el día en que regrese nuestro Señor, debemos mantenernos en guardia, permanecer despiertos, orar y guardar nuestro corazón. No debemos seguir la belleza de aquellos que están por nacer de nuevo, y ser tentados por el mundo para abandonar la obra de Dios. Debemos darnos cuenta de que tenemos que guardar nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu hasta los últimos días, no ser capturados por el mundo y seguir el deseo de la carne. Debemos santificar nuestro corazón creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, y diligentemente guardar nuestros corazones siempre limpios.
Nosotros somos los hijos de Dios. No debemos ser cautivados por la belleza de las hijas de los hombres. No debemos seguirla. Todos nosotros, nuestros hermanos, hermanas, y los siervos de Dios por igual, no debemos seguirla. Si la seguimos, esto solo significara nuestra destrucción. Si nosotros los nacidos de nuevo seguimos la belleza del mundo, no solamente encararemos nuestra propia destrucción, pero entre más gente haya así, más pronto vendrá el juicio a éste mundo. Habrá, en otras palabras, no más esperanza en este mundo.
Debemos estar atentos con tales debilidades en nosotros y ser cuidadosos, dándonos cuenta que es muy posible que nosotros caigamos en el mundo pecador. Y teniendo fe, no debemos, en esta era y tiempo en que el regreso del Señor es inminente, ser engañados por las tentaciones y los engaños del mundo, ni debemos seguir los deseos de la carne y dejarlo todo. Teniendo fe en el hecho de que hemos nacido de nuevo por el agua y el Espíritu en Jesucristo, debemos vivir en pureza. Y debemos fortalecer nuestra fe para que no caigamos ante la belleza de este mundo; en vez de eso debemos luchar en su contra para que finalmente no terminemos traicionando a nuestro Señor.
Es mi esperanza muy sincera y mi oración que en estos tiempos, en que el fin está tan cerca, nadie termine abandonando su fe. Una vez que hemos nacido de nuevo, no debemos traicionar al Señor, tú Salvador, ni seguir la belleza de las hijas de los hombres.
Seguir a las hijas de los hombres no solamente significa hombres siguiendo mujeres ni mujeres siguiendo hombres. Más bien, seguir la fama, el poder, la riqueza o la belleza de este mundo, eso es seguir la belleza de los hijos de los hombres.
Por lo tanto, en vez de solo seguir la riqueza de este mundo, su fama, la belleza física o todo lo que es hermoso en este mundo, debemos recordar que el Señor nos ha dado la gran fe en el evangelio del agua y el Espíritu, guarda esta fe, da gracias a Dios y santifica y guardala siempre tú corazón.