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Sermones

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 21-6] Las ideas propias que se oponen a Dios (Mateo 21, 44)

 Las ideas propias que se oponen a Dios(Mateo 21, 44)
«Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará».
 

Hoy vamos a compartir sobre cómo los pensamientos propios se oponen a Dios, y para ello utilizaremos Mateo 21, 44. El Señor dijo: «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado». Jesús dijo esas palabras a los fariseos y a los jefes de los sacerdotes. Pero incluso en estos tiempos hay muchas personas que se oponen a Dios con sus pensamientos. En otras palabras, los pensamientos humanos se oponen a la Verdad de Dios.
¿Qué le ocurriría a una persona que desafía a Dios con sus pensamientos? Queridos hermanos, ¿qué ocurriría si se nos cayese un muro encima de la cabeza? Que nos rompería la cabeza. Jesús dijo que una persona que desafía a Dios con su pensamiento se romperá, tal y como está escrito: «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado». Si nos levantamos contra el Evangelio del agua y el Espíritu con nuestros propios pensamientos, nos romperemos en pedazos.
El pasaje: «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado», es un Verdad muy simple. Si nos oponemos a Dios, el resultado será nuestra muerte. El día del juicio final, Jesús juzgará a la gente por sus pecados. Él dijo que arrojaría a los pecadores al fuego del infierno y se aseguraría de que nunca saliesen de ese lugar.
Hoy en día, ¿cómo se opone la gente a Dios? ¿Qué hace que los cristianos se opongan a la Verdad de Dios? El razonamiento humano. La gente se opone a la Verdad de Dios con sus razonamientos. El razonamiento humano se opone a la Verdad de Dios. ¿Por qué los que creen en Dios se oponen a la Verdad de Dios continuamente? ¿Es realmente posible que los creyentes se levanten contra Dios? Sí, es posible, y lo que es aún peor es que casi todos los cristianos se oponen a Dios sin saberlo. En el pasado, los sacerdotes y los fariseos se opusieron a Dios. Se opusieron a Él, tal y como está escrito: «Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?» (Mateo 21, 23).
Entonces Jesús dijo: «Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas». Como los líderes de los judíos se opusieron a la Palabra de Jesús y le preguntaron: «¿Por qué autoridad haces estas cosas?», Jesús les preguntó: «Yo también os haré una pregunta. ¿Era el bautismo de Juan del cielo o de los hombres?». Jesús les dijo: «Si Me lo decís, yo os diré por qué autoridad hago estas cosas».
 


La Parábola del Señor

 
Ellos trataron a Jesús como una piedra descartada por los que construyen este mundo. Jesús era el Salvador de los seres humanos, pero los sacerdotes y los ancianos del judaísmo lo rechazaron.
«Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él» (Mateo 21, 42-43). Jesús dijo esto a los sacerdotes y a los líderes judíos. Hoy en día hay muchas denominaciones cristianas que hacen lo mismo.
 


¿Qué se opone a Dios?

 
¿Qué se opone a Dios? El razonamiento humano se opone a Dios. Por tanto, la gente que dice seguir a Jesús, desafía a Dios sin darse cuenta. Se opone a Dios con sus propios pensamientos. ¿Cómo se oponen a Él? Con sus propios razonamientos diciendo: «Jesús quitó mis pecados, pero no todos. Jesús quitó todos mis pecados completamente, pero todavía tengo pecados». Si observamos a la gente que cree en Jesús, pero se opone a Dios, vemos que todos ellos se oponen a Dios con sus propios razonamientos.
Las denominaciones cristianas actuales son así. Como el pasaje de las Escrituras dice «los sacerdotes y los ancianos del pueblo» se opusieron al Señor Jesús. Hoy en día hay gente así, que dice que sigue a Dios con fidelidad en las comunidades cristianas. Pero, ¿lo hacen de verdad? Se oponen a Dios. ¿Cómo se oponen a Dios? Se oponen a Dios diciendo: « ¿Cómo puede alguien decir que los seres humanos están sin pecados?». La verdad es que el razonamiento humano es lo que se opone a Dios.
A menudo los nacidos de nuevo se oponen a Dios con su propio razonamiento. Aunque la Biblia dice la Verdad, muchas veces, seguimos nuestros pensamientos añadiendo peros a la Palabra de Dios. Si la Palabra de Dios se ajusta a nuestras ideas, entonces está bien. Pero si no se ajusta, la solemos descartar y nos oponemos a Dios. Mientras decimos: «Solo porque la Palabra esté escrita de esta manera, ¿debemos creer en ella? ¿Cómo puede ser todo verdad?». Este tipo de razonamiento se opone a la Palabra de Dios. La gente suele decir: «Somos inútiles, ¿cómo se nos puede llamar justos? Cometemos pecados todos los días, pero ¿cómo podemos estar sin pecados?». Así es como funciona el razonamiento humano, y esto es lo que se opone a Dios.
¿Con qué cosas se opone la gente a Dios? El razonamiento humano se opone a Dios. Debemos darnos cuenta de qué malvado es el pensamiento humano y qué diferente es de la Verdad de Dios.
¿Saben por qué la gente no puede creer en Jesucristo? ¿Saben por qué la mayoría de los cristianos siguen siendo pecadores a pesar de tener fe en Jesús? La razón es que la gente se opone a la Palabra de Dios con sus razonamientos. Incluso los nacidos de nuevo, en muchas ocasiones, se oponen a Dios con sus pensamientos.
¿Por qué el cristianismo actual, que dice tener una fe buena, se opone a la justicia de Dios? ¿Por qué los cristianos de hoy en día se llaman pecadores a pesar de que Jesús se ha llevado todos sus pecados? Porque están influidos por sus razonamientos. Piensan que los seres humanos son tan débiles, que cometen pecados a menudo, y se preguntan cómo se puede decir ante Dios que esta gente está sin pecado. Así es el razonamiento humano.
Al ver esto, es sorprendente cómo ustedes y yo hemos podido recibir la remisión de los pecados y cómo, a pesar de tener la habilidad de pensar, hemos recibido la remisión de los pecados. Con nuestros propios pensamientos, los nacidos de nuevo pensamos: «Estoy perdido, ¿cómo puedo entrar en el Cielo?». «¿Cómo puedo ser una persona justa?». Pero la verdad es que estos son pensamientos humanos que se oponen a Dios.
La mayoría de los cristianos actuales, que piensan que son buenos creyentes, se están oponiendo a Jesús. Dicen: « ¿Cómo es que Dios nos ha hecho justos? Somos pecadores a pesar de tener fe en Jesús, ¿cómo podemos ser perfectamente justos? Decir que somos justos es demasiado arrogante. Somos pecadores a los que les falta de todo, ¿cómo podemos decir que somos perfectamente justos?».
Incluso ahora hay muchas personas que, con sus propios razonamientos, dicen: «Soy un pecador» y niegan la Palabra de Jesucristo. La verdad es que Jesucristo se ha convertido en nuestro Salvador, y la verdad es que los pecados humanos han desaparecido gracias al bautismo de Jesús. Los que se oponen a Dios así son la versión moderna de los sacerdotes y escribas. Los sacerdotes, ancianos y escribas son todos el mismo tipo de personas. ¿Cómo se opusieron a Dios? Se opusieron a Dios con sus propios pensamientos, que se oponían a Dios.
¿Qué le ocurre a la gente que se opone a Dios con su propio pensamiento? Que sus cabezas se romperán. El Señor dijo que una persona que piensa: «Según mis cálculos no puede ser aunque la Palabra diga que sí» y desafía a Dios, se romperá la cabeza. A pesar de todos los avisos, la gente desafía a Dios. Solo porque hayamos sido salvados, no debemos pensar que fue gracias a nosotros.
Debemos entender por qué tanta gente de todo el mundo no acepta este Evangelio. Cuando lo entendemos, debemos predicar la Verdad. Ellos no están dispuestos a aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu porque esta Verdad no puede entrar en sus corazones porque están atados a sus pensamientos. Como esta gente habla en términos humanos e intenta seguir al Señor con sus recursos limitados, no saben nada y su fe se debilita.
 

Una fe endurecida por los pensamientos propios se opone a Dios
 
Los que hablan sobre Dios a nivel humano son los que se oponen a Dios. Debemos averiguar la razón por la que se oponen a Dios. La razón es que piensan que son justos y virtuosos. Aunque la gente escucha el Evangelio del agua y el Espíritu, piensa: «Yo creo que estas Palabras no tienen sentido. Yo creo que nadie puede ser justo». Así son los pensamientos humanos, y por eso se oponen a Dios.
Los miembros de su familia, sus amigos y muchas otras personas que conocen se oponen a Dios con razonamientos que salen de su cerebro pequeño. Debemos enseñarles que sus razonamientos se oponen a Dios. Es increíble pensar que se están oponiendo a Dios, quien es tan grande, con sus pequeños cerebros. La piedra del pasaje de las Escrituras de hoy se refiere a Jesucristo. ¿Qué son las cabezas humanas? Son como calabazas. Son calabazas podridas. ¿Qué creen que ocurre cuando una calabaza choca con una piedra? Naturalmente la calabaza se rompe.
¿Cómo puede una persona levantarse contra Dios con un cerebro tan pequeño? Los sacerdotes que se opusieron a Jesús con sus ideas diciendo: «¿Cómo es que eres el Salvador? ¿Cómo es que eres Dios? ¿Cómo es que se puede recibir la salvación creyendo en Ti? Solo porque hayas sido bautizado por Juan el Bautista, ¿cómo pueden decir que has cargado con los pecados del mundo?». Pero la Biblia dice: «Juan vino por el camino de la justicia». Juan el Bautista vino a nosotros por el camino de la justicia, y esto es lo que nos hace gente justa. Esta Verdad no es algo que salga de la tierra, sino de Dios, de arriba.
Deben darse cuenta de cuánto reta la gente a Dios con sus propios pensamientos. Deben darse cuenta de cuánto sus familias, amigos y ustedes mismos se oponen a Dios. La gente que se opone a Dios se romperá. La gente intenta en vano llegar a la Verdad por sus propios medios. Por mucho que intenten encontrar el camino de su pensamiento, y por mucho que crean y sigan a Jesús, no pueden ser justos. Solo podemos ser justos al aceptar el hecho de que Dios nos ha hecho justos. Por mucho que una persona intente vivir una vida justa y pura, los seres humanos no pueden hacerse justos de esta manera. Por muchos esfuerzos que pongamos, no podremos llegar a la Verdad por nosotros mismos. Los seres humanos no pueden enseñar la Verdad con sus propios pensamientos.
Es importante para nosotros entender claramente que los pensamientos humanos se oponen a Dios. Si siguen enredados en esto, sus espíritus deben despertarse. Incluso después de nacer de nuevo, ¿siguen calculando las cosas según sus propios razonamientos? No pueden llegar a la Verdad si confían en sus pensamientos. Solo podrán hacerlo si siguen lo que la Palabra de Verdad dice. Si Dios nos hizo justos, debemos convertirnos en justos por fe. Si Jesús nos ha enviado al Cielo, debemos entrar en el Cielo por fe. Si Dios nos ha hecho hijos Suyos, debemos convertirnos en hijos de Dios por fe también. Los esfuerzos humanos no tienen nada que ver con esto.
Incluso entre los nacidos de nuevo, hay muchas personas que se oponen a Dios, por culpa de sus propios pensamientos. Esta gente cree firmemente que sus razonamientos son correctos y no intenta saber lo que dice la Verdad de Dios. Así que, con su propio razonamiento humano, se oponen a la Palabra de Dios, a la Iglesia de Dios y a Dios mismo. Oro por que vean claramente que quien juzga la obra es quien se opone a Dios. Cuando una persona se opone a Dios, su cabeza se romperá contra una piedra. Es importante que se den cuenta de esto. No debemos intentar juzgar con nuestros propios pensamientos. La gente que no ha experimentado el cambio, incluso después de nacer de nuevo, se lo pierde porque sigue obstinada con sus propios pensamientos. Esta gente juzga la obra que Dios hace dentro de la Iglesia diciendo: «Creo que esto es incorrecto».
Deben darse cuenta de que el pensamiento de los seres humanos se opone a Dios. Incluso si tenemos fe, debemos dejar de lado nuestros propios pensamientos. Solo cuando hagamos esto, nuestras vidas de fe irán bien. Si sus pensamientos les están sujetando, no solo revelarán su naturaleza humana dentro de la Iglesia, sino que no podrán seguir al Señor de la manera que Él ha planeado. ¿Qué dijo el Señor? Dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Mateo 16, 24). El que una persona se niega a sí misma, significa que tiene que negar sus propios pensamientos. Si siguen con sus propios pensamientos, empezarán a oponerse a Dios, y estarán perdidos. Los nacidos de nuevo, así como los que no han nacido de nuevo, deben seguir a Dios desechando sus propios pensamientos.
Jesús nos prometió que si oramos, Él nos contestará. También dijo que nos haría justos si creemos en Él. Dijo que solo Él limpiaría a los que tenían pecados (Isaías 1, 18). Pero, ¿qué dice el razonamiento humano? Según los pensamientos humanos, solemos pensar que solo el pecado original fue borrado por Dios cuando creímos en Jesús, y que los pecados personales que cometemos después se limpian al ofrecer oraciones de penitencia. Pero el Señor nos ha dicho que ha borrado todos los pecados para siempre.
En el Antiguo Testamento está escrito: «Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová» (Isaías 55, 7). Ustedes y yo debemos deshacernos de nuestros pensamientos humanos o estaremos arruinados. Cuando no había Palabra de Dios en el pueblo de Israel, la Biblia dice: «En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jueces 17, 6). ¿Quién es el Rey de Israel? Es Dios, el Rey de reyes. Sin embargo, esta historia no es simplemente sobre el pueblo de Israel. Aunque fuera dirigida a un pueblo en particular originalmente, la Palabra también está dirigida a nosotros.
Debemos deshacernos de todos nuestros pensamientos Quizás, solo porque hayan nacido de nuevo, piensan que tienen derecho a tener sus propios razonamientos. Por supuesto hay una diferencia porque los que no han nacido de nuevo poseen el 100% de sus pensamientos. Pero como también tenemos pensamientos de la carne, a veces nos oponemos a Dios. Pase lo que pase, debemos deshacernos de nuestros pensamientos y volver a Dios.
El Señor dijo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3, 5). Si no reciben el bautismo con Jesucristo, si no reciben la salvación mediante el bautismo, y si no son declarados justos por el Espíritu Santo, no podrán entrar en el Reino de Dios. No hay excepciones a esta regla. Si quieren recibir la remisión de los pecados, sean quienes sean, deben dejar de lado sus pensamientos. Solo entonces podrán recibir la remisión de los pecados.
Pero los que no pueden desechar sus propios pensamientos, no pueden ser justos, porque estos pensamientos bloquean la Palabra de Dios. Por mucho que un ser humano lo intente, no puede ser justo con sus propias ideas. Pero si cree en la Palabra de Dios, puede ser justo. Si una persona conoce la Palabra, esa persona se convierte en una persona justa, pero si no conoce la Verdad, se convierte en una persona que se opone a Dios. No pueden imaginar cuántos pensamientos humanos se oponen a Dios. Al tiempo en que conozco a gente y predico el Evangelio, muchas veces veo que la Palabra de Dios no entra en estas personas porque tienen demasiados pensamientos propios.
Una hermana que ha nacido de nuevo, predicó el Evangelio a una persona que no tenía fe. Le dijo: «Somos justos porque todos nuestros pecados se han pasado a Jesús a través de Juan el Bautista, y Jesús ha borrado esos pecados al morir en la Cruz y después resucitas. Nos convertimos en justos por fe». Pero la otra persona le contestó: «Si es así, puedo cometer todos los pecados que quiera. Entonces, aunque cometa una asesinato, ¿no es un pecado?». Ella había dicho que Jesús se había llevado todos los pecados, no dijo nada de que asesinar no fuera un pecado. El Evangelio no nos está diciendo que aunque cometamos un asesinato, no es un pecado. Si una persona comete un asesinato, ha pecado. De hecho, el Evangelio significa buenas noticias en griego (euaggelion). Este Evangelio tiene el poder de borrar los pecados de los que creen en él. El Evangelio es como la dinamita. Como la dinamita tiene tanto poder explosivo, puede volar un edificio entero sin dejar rastro con tan solo una pequeña cantidad.
El poder del Evangelio es el mismo. Cuando creemos en Jesucristo, quien perfeccionó toda la justicia al tomar nuestros pecados cuando fue bautizado, fue juzgado en nuestro lugar, murió crucificado, y resucitó al tercer día, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios, todos los pecados de nuestros corazones, espíritus y vidas desaparecen por completo sin dejar ni rastro.
Este es el Evangelio. Pero la gente dice: «Entonces, supongo que está bien cometer un asesinato, ¿no?». Estos son los pensamientos humanos. Se quedan atrapados en su manera de pensar: «Como no hay pecados, supongo que puedo cometer pecados cuando quiera». Esto es precisamente lo que es el razonamiento humano.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, leemos: «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado». Ser roto significa ser destruido. Aunque Jesús ha borrado todos los pecados del mundo, los seres humanos siguen diciendo: «Si es así, supongo que puedo seguir pecando cuando quiera». Los pensamientos humanos no son virtuosos y los seres humanos luchan por ser más santos que Dios. Como la gente no desecha este tipo de pensamientos, se opone a Dios. Nadie ha dicho que cometer pecados después de haber recibido la remisión de los pecados, no sea pecar. Aunque nadie ha dicho esto, la gente piensa así. También dice que aunque se peque, no es un verdadero pecado. Dicen esto porque tienen miedo de que Jesús se haya llevado todos los pecados. Creer en esto les da miedo. Desde un punto de vista humano, la gente suele pensar: «Jesús se ha llevado todos mis pecados. Si creo en esto, supongo que, aunque peque, no estoy pecando de verdad». Esto hace que la gente no acepte el Evangelio.
Es importante darnos cuenta de que nuestros razonamientos se oponen a Dios. Entre Dios y los seres humanos, ¿quién es más virtuoso? Según los pensamientos humanos, la gente piensa que Jesús tomó solo el pecado original, pero no los pecados personales. Piensan que la gente comete cada vez menos pecados cuando Dios los ha borrado, si ofrecen oraciones de penitencia todos los días. Piensan que si la gente creyese que Dios ha borrado todos los pecados para siempre, estarían pecando sin parar. Este mundo estará confuso y lleno de maldad. Según ellos, son más sabios que Dios, más virtuosos que Dios y más justos que Dios. Irán al infierno porque piensan que son tan virtuosos, sabios y buenos. Esta gente se levanta contra Dios.
Nuestro Dios, sabiendo que los seres humanos no pueden evitar pecar hasta que mueren, porque son débiles, tomó todos los pecados del mundo de una vez. Imaginemos que recibieron la remisión de los pecados cuando tenían 20 años. Si Jesús solo hubiese borrado los pecados que cometieron hasta los 20, y si les ha dicho que no cometan más pecados, la Biblia tendría que haber dicho que Jesús era el Cordero de Dios que quitó solo los pecados del pasado y el presente. Pero como Jesús es más sabio que nosotros y lo sabe todo sobre nosotros, nos dice: «He quitado el pecado del mundo porque solo podéis recibir la remisión de los pecados si yo los borro».
Pero los seres humanos, en su arrogancia, suelen pensar: « ¿Estás diciendo que Jesús quitó todos los pecados del mundo? No es así. Entonces, ¿por qué cometemos pecados? Los nacidos de nuevo están malinterpretando la Biblia. Si Jesús quitó todos los pecados del mundo, ¿qué ocurre cuando peco de nuevo?». El que Jesús quitase los pecados del mundo es algo por lo que la gente agoniza. Según los pensamientos humanos, la gente dice: «Si Jesús quitó todos los pecados de una vez, ¿acaso no se puede pecar sin parar? Si esto es cierto, es una gran tragedia. Si es cierto, nadie hará ningún esfuerzo por no pecar, o por ofrecer adoración u oraciones de penitencia». Mientras predico el Evangelio, veo que hay gente que no puede aceptar el Evangelio porque tiene esta mentalidad.
Se oponen a la Verdad diciendo: «Si no hay necesidad de arrepentirse ni de adorar, supongo que no tenemos que vivir según la voluntad de Dios». Pero, queridos hermanos, la gente que ha recibido la remisión de los pecados escucha la Palabra de Dios y come del pasto de la Palabra para que otros reciban la remisión de los pecados, y para poder obedecer y seguir la justicia de Dios y servir al Señor. Asimismo ofrecen adoración a Dios para poder vivir su fe según la voluntad de Dios.
Solo los que están sin pecados pueden dar gracias y alabanza aceptables a Dios, quien acepta la adoración de los justos, es decir, de los nacidos de nuevo. Asimismo, los que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu deben vivir según la voluntad de Dios para hacer las obras de Dios en este mundo. Deben seguir a Dios. Según el razonamiento humano, cuando una persona recibe la remisión de los pecados, dice: «Está acabado. Ya no tengo nada que ver con Jesús». Pero desde el momento en que esa persona recibe la remisión de los pecados, empieza una nueva vida.
El corazón humano es como un ladrón. El razonamiento humano es igual. Se opone a Dios. No puede escapar de su propia debilidad. Para que un ser humano sea justo de verdad, tiene que aceptar la Palabra de Dios, y la obra que Dios ha hecho. Solo entonces podrá escapar de su debilidad. Si quieren vivir como personas de fe, deben apartarse de sus pensamientos y sus debilidades.
El razonamiento humano hace que la gente se ponga en contra de Dios. A juzgar por su forma de pensar, si recibiesen la remisión de los pecados para siempre, no habría nada de lo que arrepentirse después. Cuando eso ocurre, tienen miedo de vivir una vida de indulgencia. Tienen miedo de que algo malo vaya a pasar. Como piensan de esa manera, la gente es reacia a aceptar el Evangelio. Esto es lo que se denomina la justicia del hombre. La gente piensa que es más justa y buena que Dios. Piensa que es tan buena que no puede aceptar la obra que Dios ha hecho. Esto hace que la gente sea hostil con Dios.
Ahora hay muchas personas que están siguiendo a Dios con su propio razonamiento. Por eso están en desacuerdo con Dios. Discuten la Verdad, diciendo: «¿Crees que Jesús se ha llevado todos nuestros pecados? ¿Cómo puedes pensar eso? Se llevó nuestros pecados, pero solo el pecado original. Así que debemos arrepentirnos de nuestros pecados personales para recibir Su remisión. Si Jesús hubiera borrado todos nuestros pecados del futuro, ¿no crees que ahora podríamos pecado sin arrepentirnos?». ¿Por qué no tienen que arrepentirse los nacidos de nuevo? No hay nadie que vuelva a Dios aparte de los nacidos de nuevo.
Cometemos pecados incluso después de haber nacido de nuevo, pero en ese momento, debemos persistir y creer en la Palabra que ha borrado nuestros pecados y transgresiones. Después, debemos arrepentirnos de las cosas malas. Debemos darnos cuenta de que esos pecados están en contra de la voluntad de Dios, y debemos arrepentirnos. Este es el verdadero arrepentimiento. En vez de dejar el asunto zanjado con tan solo decir: «Oh, Señor, por favor, perdóname, nunca volveré a hacer eso. Señor, creo. Amén», debemos aceptar que hemos hecho algo malo y debemos arrepentirnos de verdad.
 

Debemos desechar nuestra fe religiosa errónea
 
Si nos levantamos contra Dios con nuestros pensamientos humanos, nos convertimos en enemigos de Dios. Pero, hay mucha gente que se ha vuelto contra Dios. Casi todo el mundo acaba volviéndose contra Dios. Esto ocurre del mismo modo en que los sacerdotes y ancianos de los tiempos de Jesús se levantaron contra Dios. De hecho, la gente que cree en Jesús fervientemente sin haber nacido de nuevo, está en contra de Jesucristo. No es exagerado decir que todos los cristianos de todo el mundo han desechado a Jesucristo. Entre ellos, hay quienes creen que Jesucristo se ha llevado los pecados del mundo para siempre, pero aún así, la mayoría dice que una persona se santifica solo si se arrepiente de sus pecados todos los días.
Esto es lo mismo que desechar la Verdad de Dios. Han desechado la Verdad de que Jesucristo, al venir al mundo una vez, ha borrado todos nuestros pecados para siempre. Al hacer esto, se han convertido en enemigos de Dios. Por tanto, cuando les predicamos el Evangelio, debemos desatar el nudo de los que están en contra de Dios. Debemos decirle a la gente: «Vuestros razonamientos puede que sean de esta manera ahora, pero son solo ideas humanas. Está escrito en la Biblia y nuestro Señor ha hecho esto por nosotros. ¿Vais a aceptarlo o no? Si no lo aceptáis, seréis enemigos de Dios, pero si lo aceptáis, seréis hijos de Dios».
¿Qué tipo de gente se opone al Señor? Los sacerdotes y los ancianos se opusieron a Él. Los cristianos que dicen creer en Dios ahora se oponen a Él. ¿Creen que hay gente en particular que se opone a Dios? Las denominaciones cristianas de todo el mundo se oponen a Dios. La gente de renombre en el mundo del cristianismo, dice creer en Dios, pero también se opone a Él. La gente que está llena de su propia justicia y se vanagloria por el hecho de tener una posición en la comunidad cristiana, y la gente que se cree tener autoridad teológica, está también en contra de Dios. Esta gente no acepta la obra que Jesucristo ha hecho.
En tiempos de Jesús, los sacerdotes, escribas y ancianos no aceptaron a Jesús. Los que no tenían justicia propia, como los publicanos o las rameras, aceptaron el hecho de que Jesús era su Salvador. Los sacerdotes y los ancianos eran figuras prominentes del mundo. Eran líderes. Para la gente así, Jesús enseñó la siguiente parábola: Había dos hijos, el primero y el segundo, que recibieron una orden de su padre. El primero dijo que sí, pero no obedeció. El segundo hijo, al principio dijo que no, pero después siguió la voluntad del padre. Como el primer hijo, los judíos no aceptaron a Jesucristo como el Salvador, pero los gentiles ahora han recibido la salvación al aceptar a Jesucristo.
Hay dos tipos de iglesias en el mundo: la Iglesia de Dios y la sinagoga de Satanás (Apocalipsis 3, 9). Para decirlo de una manera distinta, hay iglesias que pertenecen al cristianismo mayoritario, aceptado por este mundo, y hay una Iglesia que ha recibido la aprobación de Dios, a pesar de sufrir persecución en el mundo. El Señor dijo: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6, 26). Como los que han sido aceptados por el mundo, han desechado a Jesucristo, nosotros, que somos como publicanos y rameras, hemos recibido la salvación al aceptar a Jesucristo.
¿Es el cristianismo del mundo perfecto? ¿Se parecen nuestras creencias? No, el cristiano del mundo es completamente distinto, ya que cree en Dios a su manera. La gente que cree en Dios según Su Palabra y la que sigue a Dios según sus razonamientos, es diferente. Actualmente, muchas personas dicen creer en Dios aunque se oponen a Dios con su pensamiento porque no creen en lo que está escrito en la Palabra, y por eso la distorsiona con sus propios pensamientos. La religión en la que creen no es el verdadero cristianismo.
La Biblia dice que nuestra salvación ha sido completada. Está escrita en el pretérito perfecto, es decir que la obra de Jesucristo de salvar a la humanidad ha sido completada. Sin embargo, aún hay gente que quiere crear su propia salvación. ¿Tiene la gente que crear su propia salvación por su cuenta? ¿Acaso no nos salvó Jesucristo perfectamente? ¿Conocen el pasaje de la Biblia que dice: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor» (Filipenses 2, 12)? De la misma manera en que los sacerdotes y ancianos se opusieron a Dios, las generaciones más antiguas del mundo, las denominaciones mayores reconocidas por el mundo, se están oponiendo a Jesucristo bajo el nombre de cristianismo ortodoxo. Se oponen constantemente a Dios. Debemos darnos cuenta de esto para predicar el Evangelio.
Cuando estamos predicando el Evangelio a esta gente, es inútil enseñarles pasajes de las Escrituras. Solo cuando rompemos sus razonamientos y hacemos que nieguen sus ideas, el Evangelio podrán entrar en sus corazones. Si les hablásemos solo de la Biblia, dirían: «Yo también creo eso». Desobedecen la Palabra de Dios con su mente carnal. Así que es inútil enseñarles la Biblia, pase lo que pase. Cuando predicamos el Evangelio, debemos romper sus pensamientos. Debemos corregir sus malos razonamientos.
La gente que sigue afirmando ser pecadora, a pesar de tener fe en Jesús, y que afirma que una persona solo puede santificarse a través de las oraciones de penitencia todos los días, se opone a Dios. ¿Pudieron ser santificados al ofrecer estas oraciones todos los días? Hace mucho había un anciano que construyó una capilla con todo el dinero que tenía. Se dice que llovió mucho durante la construcción de la capilla. Así que, temiendo que la capilla se derrumbase, el anciano puso sacos de arena para protegerla.
Se dice que puso todos sus esfuerzos en la construcción de este edificio. La hora de su muerte estaba cada vez más cerca. Sin embargo, como todavía tenía pecados en su corazón, no tenía la confianza de presentarse ante Dios. Por eso, después de pensarlo bien, llamó al pastor de su iglesia y le dijo: «Pastor, cuando muera quiero donar mi cuerpo a cierto hospital universitario». Después murió.
Esta persona murió después de haber establecido su propia justicia hasta el final. ¿Cómo de beneficioso creen que puede ser un ser humano para otro ser humano? Este anciano estableció su justicia ante Dios hasta su muerte, hasta que su vida se vio reducida a cenizas. Hizo obras virtuosas para mostrarlas al mundo. Pero su último viaje fue hacia el infierno. En nuestro lecho de muerte, debemos poder dar gracias y alabanza a Dios diciendo: «Jesús me ha salvado. Jesús me ha guiado. Mi Jesús me ha salvado».
Pero como el anciano no sabía que Jesucristo le había salvado perfectamente, sus últimas palabras fueron: «Donaré mi cuerpo al departamento de anatomía de un hospital universitario», y al hacer buenas obras hasta que murió, intentó ir al Cielo. Él pensó que quizás Jesús le reconocería si le decía: «Querido Señor, amo a la gente, porque he entregado mi cuerpo para el bien de la humanidad». Incluso el pastor aplaudió el comportamiento de este anciano diciendo: «Este anciano ha entregado su cuerpo a la ciencia para ayudar a la humanidad», pero en realidad, no recibió el reconocimiento de Dios. Cuando veo cosas así, pienso: «Debe ser que el razonamiento humano endurece a la gente y la vuelve en contra de Dios».
El Apóstol Pablo dice a esta gente: «Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve» (1 Corintios 13, 3). ¿Qué es el amor según este pasaje? El sujeto del amor es Jesús. «Dios es amor». El amor es un infierno si no hay amor por la Verdad de Dios. La gente que no conoce el amor de Dios expresado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, es la gente que alardea de sus obras y virtudes. El pastor de esa iglesia alardeó de que el anciano de su iglesia era bueno. No saben cuanta pena siento por los miembros de esa iglesia. Sin la convicción de ir al Cielo, ¿deberían hacer buenas obras hasta el día en que mueran? A esto lo llamo esclavitud.
Damos gracias y alabanza al Señor porque nos ha salvado. Si tenemos que hacer buenas obras para recibir la salvación, ¿cómo podríamos conseguirlo? Seguramente nos cansaríamos a mitad de camino. La gente que alardea ante Dios sobre su propia justicia es la gente que dice creer en Jesús de la mejor manera. Esta gente anima a los demás a que sigan haciendo obras buenas citando este pasaje: «Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 24, 13), pero esas Palabras iban dirigidas a los judíos durante los días de la tribulación.
 


¿Cómo nos salvó Jesucristo de los pecados del mundo?

 
¿Qué ha hecho Cristo por nosotros? ¿Acaso no se ha convertido Jesús en la piedra angular de nuestra salvación? Jesús hizo la obra de reconciliación entre Dios y nosotros. Jesús nos ha hecho justos ante Dios. Cuando éramos enemigos de Dios, Jesús vino al mundo y tomó todos los pecados de los seres humanos a través de Su bautismo. Al hacer esto, borró todos nuestros pecados. Así que se convirtió en el Salvador de todos los que creen en Él. Se convirtió en el Redentor de los fieles. Él nos ha hecho hijos de Dios. Ahora podemos llamar a Dios, Padre, y ser Sus hijos. La piedra angular de un edificio es la más importante. Jesús se ha convertido en la piedra angular de nuestra salvación.
La gente del mundo no cree en Jesús y le desafía hasta el final. Con sus propias obras virtuosas, sus llantos y sus oraciones, intentan recibir la salvación ante Dios. Así es el razonamiento humano, y por eso se aferran a él hasta la muerte. La gente debe creer correctamente para ser salvada. Aunque una persona crea tener una fe buena, si cree en la Palabra de Dios de manera incorrecta, el resultado será la muerte, no la salvación.
La gente excava en la tierra para encontrar oro. A veces excava montañas después de haber orado. Los expertos, cuando descubren una vena de oro, saben si tiene mucho oro, con tan solo excavar un poco. Así que, los expertos, después de haber escondido todo el oro que han encontrado, llegan a un punto en que ya no hay más y engañan a la gente que no sabe de esta materia. Les dicen: «Tengo un problema, así que te venderé esta mina. Si la compras, serás rico. ¿La quieres?». Entonces, como la gente ve el oro en ese momento, los que no conocen la mina, la compran. Al principio, cuando excavan buscando oro, lo encuentran. Pero cuando excavan un poco más, ya no queda oro. Así es como los expertos engañan a los que no saben sobre oro.
Queridos hermanos, ¿saben cuántas cosas parecen oro pero no lo son? Hace mucho vivía en una isla. Cuando vivía allí, rompí una roca intentando cavar una fuente, pero allí había algo que relucía. Pensé que había encontrado una vena de oro. Mis ojos se abrieron como platos. Cuando rompí la roca con el martillo, había una luz amarilla entre las grietas. Así que cavé un poco más. Pensé: «¡Vaya! Esto es un vena de oro», y la cubría la roca para que nadie la viera.
Pensé que debía tomar una muestra de la roca y enseñársela a un experto. Había consultado a la gente de mi alrededor, y todos me habían dicho que era una vena de oro. Así que, con el corazón en un puño, fui a un experto y le enseñé la roca. Con tan solo un vistazo el experto me dijo que no era oro. Dijo: «Señor, parece oro, pero hay muchas piedras que parecen oro». Esta persona me dijo que, aunque parecía oro, no tenía ningún valor. Como pensaba que esta persona me estaba tomando el pelo, fui a otro experto. Pero este otro también me dijo que no era oro. Me dijo que había muchas piedras que parecían oro. Claramente la piedra parecía oro porque brillaba, pero un experto sabía que no era oro. Quizás por eso el proverbio dice: «No es oro todo lo que reluce».
Pensemos por un momento que principiantes como yo, que no saben nada sobre oro, compran una mina y cavan. ¿Qué creen que puede ocurrir? Creer en Jesús es similar. La gente piensa que si cree en Jesús, será salvada. La gente sigue diciendo que cree hasta el final. Pero cree en Jesús basándose en unas ideas erróneas. Como ya he dicho antes, el anciano de la historia, murió siendo pecador, aunque había creído que si ofrecía oraciones de penitencia todos los días, sería santificado y sería justo. Al morir como un pecador, cuando se presente ante Dios, tendrá pecados en su corazón. Dios le dirá: «No te conozco, apártate de Mí».
«Querido Señor, ¿cómo es que no me conoces? ¿Acaso no he profetizado en Tu nombre, expulsado demonios en Tu nombre y hecho muchos milagros?».
«No te conozco, aléjate de Mí, obrador de iniquidad». El Señor les ha dicho a los que le siguen, sin conocimiento de Su Palabra, que se alejen de Su presencia. Si la gente, a pesar de tener fe en Jesús, fueran reprendidos por el Señor, ¿para qué vale su fe? Muchas personas creen en Jesús y le siguen hasta el final con sus propios razonamientos. Entre los que creen esto, ¿hay gente que pueda ir al Cielo? No. Hay gente que dice: «¿Cómo saben si van a ir al Cielo o al infierno? Solo Dios lo sabe». Pero, ¿cómo no saberlo? La gente no lo sabe porque sigue pensando en términos carnales. Nosotros podemos saberlo si examinamos la Palabra de Dios. ¿Cómo puedo predicar la Palabra sin conocerla? ¿Pueden predicar a los demás sin saber si han sido salvados?
La razón humana se convierte en enemiga de Dios, porque se opone a Él. La razón humana no puede llevar a la Verdad. Cuando los seres humanos se unen para oponerse a Dios, serán rotos. «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado». Los sacerdotes y escribas se opusieron a Jesucristo al unirse juntos. Por eso Jesús ha dicho: «Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado» (Mateo 21, 44). Puede decirse que los sacerdotes y los ancianos de aquel entonces fueron al infierno. Sus cabezas fueron rotas y fueron al infierno.
Actualmente, algunas denominaciones cristianas se oponen al Evangelio del agua y el Espíritu al unirse las unas con las otras. Se oponen al Evangelio diciendo: «¿Cómo es que Jesús borró los pecados del mundo cuando fue bautizado?». Pero, por la Palabra, todos serán rotos. En el versículo 32, Jesús dijo: «Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle». Jesús claramente da testimonio del hecho de que Juan vino por el camino de la justicia.
 
 
Dios dice que Su pensamiento es diferente al pensamiento humano
 
Está escrito en Isaías: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías 55, 8-9).
Los pensamientos de Dios son diferentes a los de los seres humanos. Dios ha decidido resolver todo el problema de los pecados al pasarlos a Jesús a través de Juan el Bautista. Pero, los seres humanos no creen en esto. Se preguntan: «¿Por qué borró Dios nuestros pecados para siempre?». La gente suele pensar que es más correcto que Dios borre los pecados todos los días. Puede parecerles que es más correcto pedirle perdón a Dios mediante las oraciones de penitencia ofrecidas todos los días.
Pero Dios dice que Juan el Bautista vino por el camino de la justicia. Dios nos está diciendo que Juan el Bautista vino al mundo como siervo y mensajero de Dios para cumplir toda la justicia pasando los pecados de la humanidad a Jesús mediante el bautismo. Pero a la gente no le gusta esto. La gente suele pensar de una manera diferente. Dentro del corazón de la gente hay un hábito de creer correctamente si la Palabra de Dios está de acuerdo con sus ideas, pero de no aceptarla si no está de acuerdo.
¿Por qué la gente no acepta la Palabra: «Juan vino por el camino de la justicia?». Si Jesucristo y Juan el Bautista perfeccionaron el Evangelio de la justicia, que hace justo a todo el mundo, todo lo que hay que hacer es aceptarlo. Pero la gente siempre hace las cosas más complicadas, y dice que Dios no puede salvar a la gente de una manera tan simple. Estas personas están diciendo que no están satisfechas con Juan el Bautista. No es satisfactorio. Están diciendo que no pueden creer en el camino de la justicia que Jesús ha cumplido junto con Juan el Bautista. Por eso preguntan: « ¿Por qué tuvo que hacerse de esa manera? En vez de hacerlo mediante un método que nos gustase, ¿Por qué lo hizo de esa manera?». No pueden creer porque ese método no les satisface, y hasta el final, ponen su justicia por encima de Dios. Del mismo modo en que lo hicieron los sacerdotes y los ancianos, muchos cristianos de hoy en día dicen: «De todas las maneras que hay para hacerlo, ¿por qué pasó Dios los pecados a Jesús mediante Juan el Bautista para siempre?». Según su razonamiento, el método por el cual Jesús les ha salvado no es de su agrado. Es como si estuviesen descontentos con el verdadero Evangelio, por eso dicen que creen a su manera.
¿Cuál es su manera? Es una doctrina cristiana inventada por Calvino. En vez de creer en la Palabra de Dios tal y como es, creen según los Cinco Puntos del calvinismo. En otras palabras, estos cristianos creen lo siguiente: «Jesús perdonó el pecado original, pero la gente debe recibir la remisión de los pecados personales mediante la penitencia diaria. Así los seres humanos son santificados gradualmente y se hacen justos. Solo entonces pueden entrar en el Cielo». La gente se ha aferrado a este método.
Sin embargo, ¿cuál es método de salvación establecido por Dios? El método de salvación de Dios mediante el que nos convertimos en Sus hijos justos de manera permanente es Jesucristo, quien tomó los pecados del mundo a través de Juan el Bautista. Dios nos dice que la salvación es algo que recibimos por fe, no por un método de santificación y esfuerzos humanos. Sin embargo, la gente quiere hacerse justa con sus esfuerzos, cultivando su propio carácter, como si se tratase de entrenamiento budista, o llevando a cabo buenas obras. Aunque una persona peque de manera grave, la voluntad de Dios es traer a esa persona al Reino de los Cielos revistiéndola de lino fino, y haciéndola completamente perfecta, solo si esa persona cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero la gente no puede creer de esta manera porque no le importa la voluntad de Dios y no está satisfecha con la obra que Dios ha hecho. Del mismo modo en que el Diablo no está satisfecho, los seres humanos tampoco lo están con la obra que Dios ha hecho.
Queridos hermanos, solo porque los seres humanos estemos descontentos con la obra que Dios ha hecho, ¿debemos hacer las cosas a la manera de los humanos? ¿Es correcto que Dios cambie Su manera, o que nosotros cambiemos nuestra manera de pensar? Por supuesto somos nosotros quienes debemos cambiar nuestra manera de pensar. La gente puede tener paz solo si se compromete. Pero entre Dios y nosotros, no hay compromiso. Es absolutamente necesario cambiar nuestra manera de pensar ante la voluntad de Dios. Debemos desechar nuestros pensamientos ante Dios.
Los cristianos de hoy en día están llenos de sus propios pensamientos. La gente dice: «Cuando leo la Biblia, parece que es correcta, pero creo a mi manera» y no cambiar sus pensamientos para nada. Pero tienen que descartarlos. Durante miles de años los cristianos se han estado oponiendo a Dios al no deshacerse de sus pensamientos. Si sigue así, el cristianismo desaparecerá. Durante la Edad Media, la Iglesia Católica creía según sus propias ideas. Intentó hacer que las personas llegasen a la santidad mediante la mortificación de la carne y la penitencia, sin conocer el camino de la justicia de Dios.
Para convertirse en santos, las personas tenían que ceder sus ropas a los que las necesitaban, y dar su comida a los necesitados. Esta ideología humana ha continuado durante 1000 años, durante los cuales la gente se ha opuesto a Dios. Después de esta época, Martín Lutero apareció y dijo que cualquiera puede ser justo por fe. Entonces Calvino proclamó sus 7 pasos para la santificación.
Juan Calvino era francés. Este hombre vio como los protestantes eran perseguidos en Ginebra (Suiza) y escribió un manuscrito al rey demostrando que la fe protestante no era incorrecta. Este libro se titula Instituciones de la religión cristiana. Calvino presentó este libro al rey para defender a los cristianos. En el contenido del libro estaban los siete pasos para la santificación. El libro dice que Jesús quitó el pecado original, pero el resto de los pecados se borran mediante oraciones de penitencia, si se quiere entrar en el Reino de Dios. Con la figura de Juan Calvino, quien estableció esta doctrina, la fe en la Palabra de Dios empezó a deformarse y el pensamiento humano se hizo más prominente. Desde aquel entonces, la autoridad de Juan Calvino aumentó por encima de la Biblia.
En la Biblia está escrito muchas veces que Juan el Bautista vino por el camino de la justicia. Pero la gente no lo aceptó. Aunque Dios había enviado a Juan el Bautista para hacer que los seres humanos fueran justos, las personas no creyeron esta Palabra, e incluso ahora, siguen oponiéndose a Dios y lo seguirán haciendo. ¿Creen los seres humanos según la Palabra de Dios? Si no es así, ¿creen en Dios según sus propios pensamientos? Debemos escoger entre estas dos opciones: ir al infierno con la cabeza rota por habernos opuesto a Dios con el pensamientos humano hasta el final; o ir al Cielo por haber creído en la Palabra de Dios. En vez de oponerse a Dios, ¿van a oponerse a Dios con otras personas como hicieron los sacerdotes y los ancianos y van a recibir el juicio duro? ¿O van a recibir la remisión de los pecados al conocer la Palabra y creer en ella?
Incluso si la gente conoce la historia del mundo y ve el futuro completamente, va al infierno porque no conoce la Verdad. Al no poder hacer nada por nosotros mismos, hemos recibido la salvación al aceptar a Jesucristo. Hemos recibido la remisión de los pecados al aceptar la Palabra de la Verdad de Jesús. ¿Cómo hemos recibido la remisión de los pecados? Hay muchas personas famosas, gente inteligente, versiones modernas de los sacerdotes y ancianos en este mundo, que siguen oponiéndose a Dios. Es increíble pensar cómo hemos llegado a creer en el Señor y a recibir la remisión de los pecados al conocer a algunos siervos de Dios.
Espero que den gracias a Dios por haber entrado en las filas de los nacidos de nuevo y no en las filas de los enemigos de Dios. Con tan solo un pequeño error, podrían haber recibido la influencia de la versión moderna de los sacerdotes y ancianos y podrían haber ido al infierno por oponerse a Dios dentro de una denominación importante del mundo. Si todavía estuvieran en una de esas denominaciones, se opondrían a Dios todos los días, diciendo: «Jesús no puedo borrar todos mis pecados. Debemos ofrecer oraciones de penitencia todos los días. No hay nadie justo, nadie». Después, como dicen las Escrituras, sus cabezas se habrían roto. Dios arroja a esa gente al fuego del infierno, pero estoy contento de no ser una de esas personas. Nosotros hemos nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Hay muchas personas que se oponen a la Iglesia con sus propios pensamientos y abandonan después de haber recibido la remisión de los pecados. Cuando veo a estas personas, por un lado siento pena, pero por el otro, me gustaría gritarles: «Esto es un diamante precioso y aún así lo desecháis, sin saber su valor. Vosotros os lo perdéis. Cuando o vayáis de la Iglesia, solo encontraréis destrucción del espíritu y la carne». Queridos hermanos, debemos estar agradecidos al Señor. Puede que haya gente que diga: «¿Por qué el Pasto Paul C. Jong solo predica el Evangelio del agua y el Espíritu cada vez que abre la boca?». Si tuviesen un lingote de oro en su casa, ¿lo mirarían una vez y después lo meterían en un cajón para siempre? Si tuviesen algo precioso, ¿no abrirían el cajón todos los días, a todas horas para mirarlo? Por eso sigo predicando el Evangelio del agua y el Espíritu una y otra vez.
Como hay tanta gente que no conoce este Evangelio precioso, lo predico todos los días para enseñarles esta Verdad. Pero aunque le enseñe a la gente esto tan precioso, dicen: «¿Eso es todo? ¿Por qué es tan valioso?». Esta respuesta se debe a que no han abierto el cofre del tesoro. Cuando se abre, se ve la maravilla que es.
Si quitamos el techo del Tabernáculo, ¿saben lo que hay dentro? Dentro del Tabernáculo hay una casa de oro puro. El Tabernáculo se parece a la tienda de Kedar desde fuera. Pero dentro hay una casa de oro puro. Se dice que, para hacer una casa de oro puro se necesitan 8 toneladas de oro. Por eso el Tabernáculo es una casa de oro puro. Pero, cuando un cerdo ve un lingote de oro, lo pisotea y no lo aprecia, diciendo: «¿Qué es esta cosa amarilla? Cuando lo muerdo, mis dientes no lo pueden partir. Vaya, es inútil». El cerdo no conoce su valor y por eso lo tira al lodo.
Los cristianos que se autodenominan ortodoxos escuchan el verdadero Evangelio, pero dicen: «¿Eso es todo?» y entonces lo mastican, lo escupen, lo tiran al suelo y lo pisotean. No saben que si se lo comen, recibirán la vida eterna y entrarán en el Reino de Dios siendo justos. ¿Se dan cuenta de cómo los seres humanos, que intentan deshacerse del Evangelio del agua y el Espíritu, son como cerdos?
¿Cómo podemos ser honrados ante Dios? Al aceptar a Jesucristo, quien nos ha salvado perfectamente, somos honrados ante Dios. Si Jesucristo no hubiera existido, ¿cómo podríamos ser honrados? Pero aún así hay muchas gente en el mundo que rechaza este Evangelio precioso. Tanto los miembros de sus familias, sus amigos, como sus parientes, están rechazando esta Verdad.
¿Saben lo preciosa que es esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Creen que cualquiera puede entrar y formar parte de la Iglesia? ¿Creen que cualquiera puede servir al Señor? Espero que se den cuenta de que es una gran bendición estar dentro de la Iglesia después de haber recibido la remisión de los pecados, y poder escuchar la Palabra y creer en ella. Espero que se den cuenta de que Dios les ha dado bendiciones.
Los nacidos de nuevo debemos pensar cuál es la manera correcta de vivir ante Dios y darle gracias por habernos salvado de entre los que se oponen a Dios. Los verdaderos nacidos de nuevo debemos estar agradecidos porque el Señor nos ha salvado y porque nos permite servirle dentro de Su Iglesia. Debemos poner todo nuestro corazón en la tarea de difundir este Evangelio. Debemos enseñar, a los que no creen en este Evangelio, cómo es el pensamiento humano que se opone a Dios. Debemos romper este razonamiento antes de predicarles el Evangelio. Debemos vivir por fe el resto de nuestras vidas y debemos dar gracias.
Dios nos ha dado la oportunidad de servirle a Él y al Evangelio. Todas las penas ante el Señor no serán en vano, sino que Dios las tendrá en cuenta y les recompensará. Si no hubiesen nacido de nuevo, ¿creen que esto sería posible? Si le ofreciesen lingotes de oro a Dios, no valdría de nada si no hubiesen nacido de nuevo.
«Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará». Esta es la Palabra que Dios dice a los que se oponen al Evangelio de Dios diciendo que las doctrinas de su denominación son correctas sin haber nacido de nuevo. Esta gente sufrirá lo que dice el pasaje. Sufrirá el juicio de Dios y sus cabezas serán quebrantadas y desmenuzadas. Sé que sufrirán de esta manera.
Por tanto, debemos tener piedad de los que se oponen al Evangelio de Dios con sus pensamientos y predicarles la Verdad de Dios. Los nacidos de nuevo debemos vivir nuestra fe desechando nuestros pensamientos todos los días, como declaró el Apóstol Pablo: «Cada día muero» (1 Corintios 15, 31).
¡Aleluya!