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Sermones

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 2-13] Crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y defiéndanlo hasta el final (Lucas 2, 36-40)

Crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y defiéndanlo hasta el final(Lucas 2, 36-40)
«Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él».
 
 
La Navidad está cerca. Sería maravilloso que todos los miembros de la Iglesia estuviesen haciendo la obra de Dios con una fe y un corazón, pero mi corazón está preocupado cuando esto no es así. A lo largo de toda su vida, el Apóstol Pablo también tuvo muchos problemas cuando encontró a gente en la Iglesia de Dios que no creía en la justicia de Dios aunque decía creer en ella. El Apóstol Pablo dijo que esta gente solo estaba interesada en su propia codicia. Esto se debe a que, aunque la gente dice creer en Jesús como su Salvador, en realidad solo le importaba su carne en vez de la justicia de Dios.
¿Cómo de repulsivo sería encontrarse con estas personas? Es normal que un ser humano lleve una cadena de oro, pero es una afrenta ver a un cerdo llevarla. No podemos ver a una bestia llevar oro porque no conoce su valor, como está escrito: «Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón» (Proverbios 11, 22).
El éxito o el fracaso de la gente dependen de Jesucristo. Si dicen creer en Jesucristo, quien vino por la justicia de Dios, deben creer exactamente en cómo ha obrado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Si creen según sus pensamientos carnales, entonces su fe será errónea. Hoy en día hay muchas personas que creen en el Jesús crucificado. Pero, aunque muchos digan creer en Jesús como su Salvador, creen sin darse cuenta de que Jesús aceptó todos los pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. En vez de creer en el bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz como la Verdad de la salvación, estas personas creen según sus doctrinas propias, diciendo que Jesús es el Salvador y el Hijo de Dios y que les salvó al derramar Su sangre en la Cruz y levantarse de entre los muertos. No tienen conocimiento espiritual suficiente para darse cuenta de que esta fe es incorrecta. Cualquier fe que no crea en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu.
Digamos que su marido les ha comprado un anillo de diamantes con un certificado. Sin embargo, no creen que el anillo sea auténtico y lo pierden porque no le han prestado atención. ¿Cómo de ridículo e insensato sería? Si, a pesar de decir que creen en el Señor como su Salvador, creyésemos en nuestros propios pensamientos y convicciones en vez de aceptar la obra de justicia de Dios tal y como es, ¿cómo de incorrecta sería su fe? Esta fe sería una afrenta.
Hace tiempo, había tres iglesias en una cierta región y en dos de ellas los líderes decían creer en la justicia de Dios aunque no creían en realidad. Al engañar sus conciencias, estaban administrando en la Iglesia de Dios para satisfacer su propia codicia. Aunque estaban en la Iglesia de Dios, intentaban explotar a los santos y evitaban que hicieran ofrendas a la Iglesia de Dios pidiéndoles que se las dieran a ellos. Así lo pastores estaban engañando a sus conciencias para llenar sus bolsillos.
Mis queridos hermanos, no estoy criticando que algunos de ustedes vivan carnalmente después de nacer de nuevo. Lo que quiero decir es que aunque seamos insuficientes en la carne, debemos servir el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestras vidas. El único requisito es que deben vivir por el Evangelio del agua y el Espíritu en Cristo quien les da fuerzas. Sin embargo, hay algunos obreros falsos en la Iglesia de Dios que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque la conozcan, se aprovecharon de la libertad de los santos en la Iglesia e intentaron gobernar a los santos para satisfacer su carne. Aunque Dios los ha sacado de la Iglesia, cuando pienso en ellos, me siento enfermo.
Mis queridos hermanos, la Navidad está cerca. Los que creen en la justicia de Dios pueden regocijarse en la Navidad, pero los que no creen no tienen gozo. ¿Por qué se iban a regocijar? Los que viven por su carne a pesar de ir a la Iglesia de Dios están satisfechos siempre y cuando sus estómagos estén llenos. No les importa que las almas sean destruidas o no. Estas personas no son más que cerdos con estómagos llenos, personas malditas espiritualmente que están en contra de la Iglesia de Dios.
Pablo tuvo muchos problemas durante su ministerio por estas personas. Yo también me encuentro con obstáculos cuando veo que estas personas en la Iglesia de Dios no creen en Su justicia. Les pido que examinen su fe con la luz de la justicia de Dios. Vean si creen o no en como Dios les salvó a través de Su justicia. Hay muchas personas reunidas hoy aquí. ¿Es su fe igual que la de la persona sentada a su lado? ¿O es diferente? ¿Es su fe la misma que la de las personas sentadas delante o detrás?
Si la fe de alguien es diferente de la fe de los que están sentados en la Iglesia de Dios, la fe de esta persona es falsa. Esto se debe a que en la Iglesia de Dios hay personas que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si un solo aspecto de su fe es diferente de los que están sentados aquí, su fe es falsa. La mayoría de los mentirosos dicen: «No creo como ustedes creen. Mi fe es mejor». Cuando me encuentro con estas personas en la Iglesia de Dios, intento reprenderlas todos los días, pero no me hacen caso y siento ganas de dejar de tratar con ellas. A veces incluso quiero decirles. «Merecéis ir al infierno. Sois peores que un cerdo con el estómago lleno». Es difícil enfrentarse a estas personas. Pero no se dan cuenta de que su fe es incorrecta. Este es el problema, pero siguen creyendo ser sabios y que su fe es correcta.
Mis queridos hermanos, ¿qué significa creer en la justicia de Dios? Significa que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, ¿cómo es la fe de los cristianos de hoy en día en este mundo? ¿Es una fe en el Evangelio del agua y el Espíritu o solamente en la sangre derramada en la Cruz? Solo creen en la sangre derramada en la Cruz. ¿Es su fe la misma que la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? No, por supuesto que no.
Entonces, ¿cuál es la fe correcta? Por supuesto, cualquiera puede pensar que su fe es correcta. Pero Dios dice que nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es la verdadera fe. Mis queridos hermanos, muchas personas que dicen ser cristianas tienen una fe falsa. Por ejemplo, si asumimos que hay diez mil pastores en el mundo, y si todos estos pastores solo tienen sangre en la Cruz, todos estos pastores son creyentes falsos, y no los verdaderos creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu.
La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es la verdadera fe. La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es la fe que cree que el Dios del Espíritu vino al mundo encarnado en un hombre, cargó con nuestros pecados al ser bautizado, murió en la Cruz en nuestro lugar y nos ha salvado. Por eso está Verdad se llama la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos profesan creer en el Señor Jesús como su Salvador.
¿Es esta fe suya una fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu o una fe falsa? Aunque crean en Jesús, si no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu exactamente, su fe es falsa. Los que no saben si su fe es recta o no aunque están en la Iglesia de Dios no son más que cerdos y bestias con estómagos llenos. Son listos a su manera, pero en realidad su fe es incorrecta y los llevará al infierno porque se han metido en la Iglesia a escondidas. En vez de entrar abiertamente por la puerta principal, se metieron a escondidas por la ventana como ladrones utilizando una escalera. Esta no es la fe verdadera. Es una fe falsa.
En los tiempos del Apóstol Pablo había personas así y hoy en día también. Estas personas causan problemas en la Iglesia de Dios y atormentan a los santos. ¿Por qué? Porque su fe no es la misma espiritualmente que la nuestra y no sirven a la justicia del Señor y por eso atormentan a nuestros ministros y a los santos nacidos de nuevo.
¿Puede la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu variar en la Iglesia de Dios según la persona? ¿Puede el Evangelio en que creen los pastores ser diferente al Evangelio del agua y el Espíritu en el que creen los diáconos? ¿Puede la fe de nuestros santos ser diferente a la fe de los otros creyentes laicos? No, es imposible.
Sin embargo, en las iglesias del mundo la fe puede variar. Los pastores, los evangelistas y los laicos pueden tener diferentes creencias. Si reunimos a diez diáconos y examinamos su fe, veremos que es diferente. En la Iglesia de Dios, cualquiera que tenga una fe diferente a nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es nuestro enemigo. Dicho de otra manera, esa persona no cree en Dios ni en Su justicia. Es una persona que se ha metido a escondidas. ¿Cómo actúa esta gente? En vez de deshacerse de su fe antigua, la añaden encima de la fe en el verdadero Evangelio. La fe de estas personas es incorrecta.
Hace algún tiempo, fui a una de nuestras Iglesias en Seúl para una reunión de renacimiento espiritual, y allí vi a un hermano que dio su testimonio de salvación diciendo: «Quiero dar testimonio de que no soy una persona que se ha metido a escondidas». Estaba diciendo que no era una persona que se hubiese metido en la Iglesia de Dios sin creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Juró que creía en el Evangelio del agua y el Espíritu cuando entró en la Iglesia de dios. Si esta confesión es cierta, su fe era correcta para entrar en la Iglesia de Dios.
Los que se han metido en la Iglesia de Dios rechazan la Verdad de que Jesús tomó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, y creen que han sido salvados por la sangre valiosa de Jesús derramada en la Cruz. Mis queridos hermanos, aunque esta fe sea parecida a la nuestra, no es la misma. Creemos que cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, todos nuestros pecados fueron pasados a Él, y al cargar con ellos, Jesús fue a la Cruz, fue crucificado para pagar el precio de nuestros pecados y nos ha salvado de esta manera.
Algunos cristianos dicen: «Nosotros no tenemos pecados porque creemos que Jesús eliminó todos nuestros pecados con Su sangre derramada en la Cruz. ¿Cuál es la diferencia entre la fe en la sangre de la Cruz solamente y la fe en el bautismo y la sangre de Jesús? ¿Acaso no es la misma fe al fin y al cabo?». No. Aunque una persona sepa la misma respuesta correcta, si la formulación de su fe no incluye la obra del bautismo del Señor y Su sangre en el mismo orden, esta fe no es aprobada por el Señor.
Todo parece muy complicado, ¿no? Pero no tiene que serlo; es muy simple en realidad. Mis queridos hermanos, si el Señor dice que nos ha salvado de esta manera, entonces todo lo que tenemos que hacer es creer así. Pero los que creen que son sabios dicen: «No lo creo. Creo que hay otra manera de llegar a la Verdad». Algunos son enemigos de Dios y siervos de Satanás. Mis queridos hermanos, quiero pedirles que piensen si los que están a su lado no se han metido en la Iglesia a escondidas, si no tienen una fe falsa, si sus hijos no tienen una fe falsa y qué tipo de fe tiene su familia.
Es muy difícil para una persona que se ha metido en la Iglesia a escondidas arrepentirse y creer correctamente. Es difícil porque estas personas creen que su fe es correcta. A nadie le agrada comer algo que le produzca una indigestión. Si les resulta difícil digerir una comida sabrosa, no solo tendrán dolor de estómago, sino que además estarán de mal humor. Entonces se tomarían un péptico y caminarían durante horas para poder digerir la comida. Si la indigestión dura más de unas pocas horas, se pondrán de mal humor. De la misma manera, cuando estamos con alguien que no ha sido salvado nos sentimos mal. Si una persona no está salvada, tendremos que tratarla como una persona sin salvar, pero si dice que ha sido salvada, entonces tenemos que tratarla como si hubiese sido salvada, aunque no sea verdad. Así nos sentimos ofendidos. Nos sentimos mal porque estamos engañando a nuestras conciencias.
Algunos de ustedes dirán que deberíamos decir: «Lo siento, pero no han sido salvados todavía aunque digan creer en el Evangelio del agua y el Espíritu». Pero no se lo podemos decir porque creen de esta manera. ¿Qué más les podemos decir cuando dicen creer así? ¿Qué les podemos decir a los que creen que tienen fe en el agua y en la sangre y que su fe es correcta? No importa lo que les digamos, porque no vale para nada. Si alguno de ustedes piensa así, esta persona deberá escuchar a su conciencia. Deberá admitir lo que es ante Dios.
 
 

Yo era un legalista

 
Solía ser un legalista estricto y conservador como el Apóstol Pablo era antes de conocer a Jesucristo de camino Damasco. Era tan legalista que incluso si se me rompían los pantalones en el día del Señor, no me los arreglaba. Y si cometía un pecado sin querer el día del Señor, me arrepentía llorando. No pensé ni una vez que mi fe en la sangre derramada en la Cruz era una fe imperfecta ante Dios. Siempre creí que mi fe era perfecta.
Sin embargo, con el paso del tiempo, vi como mi fe daba los frutos incorrectos, y no podía resistir conocer los límites de mi fe. Así que 10 años después de empezar a creer en Jesús, empecé a leer la Biblia entera de nuevo. Mientras leía la Palabra de Dios que había leído antes, me encontré con un enigma: «La Biblia dice que Jesús tomó todos los pecados del mundo, y si es así no debe haber pecados en el mundo, pero mi corazón tiene pecados». Así que empecé a preguntarme: «¿Cómo eliminó Jesús los pecados del mundo? ¿Qué significa cuando la Biblia dice que Jesús tomó los pecados del mundo? ¿Significa que eliminó solamente el pecado original como dicen algunos teólogos y que tengo que ser santificado de mis pecados personales al ofrecer oraciones de penitencia todos los días? ¿Qué interpretación es la correcta?». Sin embargo, seguía sin creer que mi fe era incorrecta cuando la examinaba con el punto de vista del cristianismo que conocía.
Cuando empecé a ser un ministro en la iglesia cuando me gradué del seminario, empecé a tener dudas sobre mi vida de fe, y mientras leía la Palabra de Dios me di cuenta de que no sabía cómo nacer del agua y el Espíritu como está escrito en Juan 3, 5. Pero tenía que enseñar a mi congregación y así se imaginarán el dilema en que me encontraba. Si solo se hubiese tratado de mí, quizás hubiese mitigado mis dudas, pero como estaba intentando enseñar a otras personas, me di cuenta de que mi conciencia no podía tolerar esto.
Si las creencias erróneas solo hubieran sido mías, podría haberlas cubierto, pero sabía que mi congregación no podría recibir la remisión de los pecados al escuchar el evangelio de la Cruz cuando se lo predicaba. Cuando predicaba solamente el evangelio de la sangre de la Cruz, la gente escuchaba este evangelio y creía en él, pero seguía teniendo pecados. Al ver a estas personas, pensaba que el Evangelio de la Cruz en el que creía era falso o que estas personas no conocían el Evangelio como lo había predicado. Podía ver que si la gente no estaba librándose de sus pecados incluso después de creer en el evangelio de la Cruz que estaba predicando, mi fe era también falsa.
Así que yo agonizaba por este problema ante Dios. Más adelante encontré la respuesta a mis problemas en el Evangelio del agua y el Evangelio. En aquel entonces, la cuestión más importante era por qué Jesús fue bautizado. Así que pregunté a muchas personas, a pastores, teólogos y profesores de seminario. Pero nadie me pudo dar una respuesta clara. No había nadie en este planeta, ni ningún documento escrito, que me ofreciese esta respuesta. Así que empecé a preocuparme.
En medio de esta situación fui a una reunión de resurgimiento espiritual de una iglesia evangélica. Algunas personas vinieron a mí y me preguntaron si había nacido de nuevo de verdad. Al ver cómo me cuestionaban, me quedé impresionado por la convicción tan tremenda que tenían de su fe, así que empecé a conversar con estas personas. Tuve una conversación larga y escuché atentamente lo que me tenían que decir. Pero no pude encontrar ningún punto particular de su fe. De la misma manera en que Jesús habló con los maestros de la Ley en el Templo durante tres días, yo hablé con ellos durante días. Pero al final perdí respeto por el líder de esa reunión. La gente que había hablado conmigo se quedó sorprendida diciendo que no había conocido a nadie con mi fe, y se fueron reconociendo mi convicción. Entonces no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu, y a pesar de esto su fe no me pareció correcta.
En resumen, era un pecador ante Dios en aquellos días. Dios dijo que el precio del pecado es la muerte, y por eso entendí que tendría que ser enviado al infierno si era pecador. Así que sufrí mucho porque tenía que enseñar a otras personas. «Está mal enseñar a los demás cuando no soy perfecto La gente que escuche el evangelio de la sangre derramada en la Cruz dará el mismo fruto que yo y por eso acabará en el infierno también».
El día siguiente, entre toda la agonía y desesperación, le pedí a un miembro de la iglesia evangelista sentado a mi lado que me predicase el Evangelio de nuevo. Esta era la persona con la que compartí la Palabra el primer día que fui a esa iglesia. Esta persona me preguntó: «¿Por qué me pides que te predique el Evangelio si ya lo conoces y crees en él?». Así que le dije: «Porque aún tengo pecados en mi corazón. Así que me tienes que predicar la Palabra de Dios. Si no puedes, por lo menos léeme la Palabra de Dios sobre el Evangelio». Entonces me leyó algunos pasajes del Antiguo Testamento, incluyendo Levítico, y al final me leyó Mateo 3, 13-17 en el Nuevo Testamento. En ese momento, Dios me hizo despertarme. De repente mi corazón se quedó en silencio. Después cerré la Biblia y le dije a la persona que parase. No pude evitar cerrar los ojos ante la luz brillante de la Verdad que llenaba mi corazón. Media hora después me levanté. Al final me entendí el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, aunque agonicé tanto y busqué por todas partes, ni una sola persona me pudo dar la respuesta correcta. Sin embargo, la Palabra de Dios eliminó mis pecados. Esta Palabra de Dios era la Palabra del agua y el Espíritu. Mi pregunta fue contestada en Mateo 3, 15. Todas mis dudas se resolvieron cuando leí este pasaje. Todas mis preocupaciones desaparecieron cuando leí este pasaje y cerré la Biblia. Me di cuenta de que cuando el Señor fue bautizado por Juan el Bautista cumplió toda la justicia. La palabra así en Mateo 3, 15 se refiere a la imposición de manos en el Antiguo Testamento. Aunque sabía el significado de la imposición de manos, nadie me había dicho que el bautismo de Jesús era lo mismo que la imposición de manos. La luz del conocimiento de la Verdad entró en mi corazón.
Cuando se tira una piedra a un lago, se crea una honda expansiva, y de la misma manera se creó una honda en mi corazón: «Ahora veo. Así es como Jesús cargó con mis pecados. Por eso Jesús es el Cordero de Dios que tomó los pecados del mundo, fue crucificado, dijo que estaba terminado, se levantó de entre los muertos, ahora está sentado a la derecha de Dios, y dijo que los que creen en esto serán salvados de los pecados». Y por eso Juan 1, 12 dijo: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios». Por eso la Biblia dice que el hombre alcanza la justicia de Dios al creer en ella y por eso Hebreos 10 dice: «Donde hay remisión de los pecados, no hay ofrenda para el pecado». Así que Jesús dijo que seremos salvados de los pecados al creer en la justicia de Dios.
La luz brillante de la verdad brilló sobre mi alma que había estado envuelta en la oscuridad total, y entonces mi corazón recibió paz y tranquilidad. Después de leer Mateo 3, 13-17 mi mente tuvo todo tipo de pensamientos: «¿Significa esto que no hay ningún creyente en el Evangelio verdadero en este planeta? ¿Es el cristianismo falso aunque tenga una historia larga?». Incluso ahora sigo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu y sigo predicándolo Y muchas almas han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Todos mis pecados fueron erradicados por el Evangelio del agua y el Espíritu. La Biblia se refiere a esto como nacer de nuevo. Sin embargo, la mayoría de los cristianos siguen confundiendo el verdadero significado de nacer de nuevo. Algunos evangélicos dicen que el Evangelio del agua y el Espíritu había existido por todo el mundo, pero que los pastores falsos lo corrompieron y la fe ha vuelto al legalismo. Así que yo les contesté a estos evangélicos: «El pastor Orase G. Underwood (utilizando nuestro país como ejemplo) era un misionero presbiteriano y Henry G. Apenzeller era un misionero metodista. Estos hombres predicador el evangelio en Corea por primera vez. ¿Significa esto que todos los teólogos en los seminarios americanos nacieron de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Nacieron de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Entonces los pastores coreanos corrompieron este Evangelio aunque los pastores americanos hubiesen nacido de nuevo?».
Se quedaron sin palabras, me miraron fijamente, cerraron la Biblia y se fueron a sus habitaciones para no volver a salir. Si sus palabras y doctrinas fueran ciertas, todos los cristianos de todo el mundo creerían en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no habría ningún cristiano que no naciera de nuevo. Mis queridos hermanos, aunque los evangélicos digan algunas palabras sobre el bautismo que Jesús recibió, solo están diciendo cosas superficiales que han aprendido, sin predicarlo con conocimiento real ni fe.
Por tanto, son los que se han metido a escondidas en la Iglesia de Dios. Son los sucios que se han metido a escondidas. El Señor dijo que los árboles se conocen por sus frutos. Su condición espiritual es horrible. Incluso ahora mismo, ¿no están demasiado ocupados intentando llenar sus estómagos con el dinero de la congregación? Mis queridos hermanos, ¿es la fe de los que creen solo en la sangre de la Cruz correcta? ¿Es correcto decir que han sido salvados por la sangre de la Cruz solamente? ¿Es correcto que vendan sus casas y entreguen el dinero a sus iglesias? Estos cristianos dicen que sus pecados desaparecieron cuando ofrecieron oraciones de penitencia toda la noche, y que entonces recibieron paz en sus corazones. ¿Es esta fe correcta? No, es falsa. No es nada más que fraude espiritual.
La Biblia deja claro que hay que nacer de Nuevo del agua y el Espíritu. El Señor dijo esto, y si esto es lo que dijo, debemos creer así. Como el Señor nos dijo que creyésemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos creer en él. Si alguien intenta recibir la remisión de los pecados a través de la sangre derramada en la Cruz solamente, caerá en la desesperación. La fe de esta gente no es real, sino que está basada en las emociones carnales.
Piensen en esto. ¿Les ha salvado Jesús de sus pecados al ser crucificado? Para que Jesús nos salvase, ¿no se tuvo que encarnar en un hombre, nacer a través del cuerpo de María y tomar todos los pecados al ser bautizado por Juan el Bautista a los 30 años? A través de Su bautismo, nuestro Señor Jesús cargó con todos nuestros pecados. Como Jesús cargó con nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, pudo morir en la Cruz para salvarnos. Deberán considerar el Evangelio del agua y el Espíritu según la Palabra de Dios.
No les estoy pidiendo que hagan esto arbitrariamente. Yo intenté recibir la remisión de los pecados al creer en la sangre derramada en la Cruz solamente, y en aquel entonces era peor pecador que ustedes. Mi espíritu estaba lleno de pecados antes. Era solo un poco mejor que un jornalero que quería asegurar su prosperidad carnal. Sin embargo, el Señor me hizo descubrir el Evangelio del agua y el Espíritu, me hizo entender la Verdad de la remisión de los pecados y me salvó para siempre. Y yo les he enseñado solamente el Evangelio del agua y el Espíritu desde el principio de nuestra Iglesia. Si solo les hubiese hablado de la sangre derramada en la Cruz desde que les conocí, se habrían convertido en hijos del Diablo.
Mis queridos hermanos, no debemos anular el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista como si no tuviese sentido. Debemos volver a pensar en por qué Jesús tuvo que ser bautizado por Juan el Bautista y creer en este bautismo. Si alguien no cree en el bautismo de Jesús o Su sangre derramada en la Cruz, y anula su significado en su corazón, no ha sido salvado como hijo de Dios, sino que es un hijo del Diablo. Deben creer en el agua y la sangre y considerarlas en su corazón. Debemos creer en la Palabra de Dios exactamente como es. Cuando veo a algunas personas que no creen en la Palabra de Dios de la justicia aunque la hayan escuchado, siento ganas de dejarlos en paz. Siento como si quisiera cubrir la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y no revelarla jamás, y decirles: «Sí, tenéis razón. Seguid por el camino de la destrucción». Pero no puedo hacer esto ante Dios. La conciencia de mi fe no me lo permite.
 
 

La verdadera fe viene de Dios y del Evangelio del agua y el Espíritu

 
Pasemos a Efesios 4, 3-6: «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos».
Mis queridos hermanos, ¿es esta su fe? Solo hay un Señor de la salvación que les ha salvado. Este Señor es Jesucristo. Jesús cargó con sus pecados al ser bautizado, y Jesús es quien cargó con la condena de estos pecados en la Cruz. Hay un solo Dios. Creemos en el mismo Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Creemos que Dios Padre planeó nuestra salvación, que Su único Hijo vino al mundo y cargó con nuestros pecados a través de Su bautismo, y que se ha convertido en nuestro verdadero Dios de salvación al morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Y el Espíritu Santo afirma en nuestros corazones que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad. Por eso las Escrituras dicen: «un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos». Mis queridos hermanos, no deben dejar fuera el bautismo de Jesús o Su sangre derramada en la Cruz, ni tampoco deben añadir nada. Hablando espiritualmente, quien crea en Jesús dejando fuera Su bautismo pertenece a Satanás.
Mis queridos hermanos, ¿es la fe de Pablo la misma que la nuestra? Sí, es la misma. La fe de Pablo es idéntica a la nuestra. Hay un Dios, un bautismo y una fe: es la misma fe que la nuestra. La Cruz de Jesucristo está basada en Su bautismo, de la misma manera en que Jesucristo está completado con Su Cruz. Su Cruz y Su bautismo no son independientes. Son uno. Hay un Señor, un bautismo, una fe y un Dios Padre. ¿Acaso no compartimos todos la misma fe? Por supuesto que sí.
De hecho, el Señor nació en este mundo para borrar nuestros pecados y al ser bautizado por Juan el Bautista aceptó todos nuestros pecados para siempre. Como nuestros pecados fueron pasados al Señor, todos han sido eliminados y el Señor tuvo que ser condenado en la Cruz por ellos. También reconocemos que, como Jesús fue condenado por todos nuestros pecados al ser crucificado, hemos sido salvados de todos esos pecados. De esta manera, creemos en el bautismo de Jesús y Su Cruz como puntos principales de nuestra salvación.
Pero los que creen en Jesús como una religión, y los que se han metido en la Iglesia a escondidas. No creen que el punto de partida de la salvación es el bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz. Estos cristianos falsos simplemente añaden la fe en el bautismo como una opción a su fe en la sangre derramada en la Cruz. Si piensan: «¿Es el bautismo de Jesús necesario para nuestra salvación?» siguen teniendo su fe antigua. Por eso el Diablo utiliza su fe falsa para tentarles. Si no acaban con su fe antigua y la erradican en vez de intentar cubrirla con el bautismo de Jesús, Dios no aprobará su fe por muy fervientemente que crean. Cuando establecieron la línea de la salvación, no reconocieron claramente que todos sus pecados se pasaron completamente a Jesús a través de Su bautismo, y por eso el Diablo obra en sus corazones aunque crean en Dios. Deben establecer la línea de su fe en el lugar correcto.
Pueden pensar equivocadamente que son miembros de la Iglesia de Dios aunque se hayan metido en la Iglesia sin pasar por la puerta de la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, si escalaron la pared, no han entrado en la Iglesia de Dios. Estas personas serán expulsadas aunque estén en la Iglesia de Dios físicamente. Solo cuando abran las puertas de la Iglesia y pongan sus pies dentro habrán entrado de verdad en la Iglesia de Dios. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para aceptar todos sus pecados porque era conveniente cumplir toda justicia. Mis queridos hermanos, deben ser salvados al creer en esta Palabra de que Jesús cargó con todos sus pecados al ser bautizado. A través de esta Palabra de Dios, deben creer que todos los pecados fueron pasados a Jesús.
Les he hablado sobre el Tabernáculo en numerosas ocasiones, y por eso no he hablado de esto en algún tiempo, para que no se cansen del tema. Pero me gustaría aprovechar esta oportunidad para volver a hablar del Tabernáculo. El nombre de Tabernáculo viene de la tienda de campaña que cubría la Casa de Dios. Significa «casa con cubierta de tienda de campaña», indicando que estaba cubierta.
El Tabernáculo estaba dividido en dos lugares: un patio exterior y una estructura interior. Para entrar al Tabernáculo, la casa de Dios, había que pasar por la puerta del patio del Tabernáculo que tenía un tejido de color azul, púrpura y escarlata y estaba hecha de lino fino entretejido. Cada uno de estos colores implica uno de los ministerios de la salvación de Jesús: el hilo azul simboliza Su bautismo, el púrpura simboliza Su deidad, y el escarlata simboliza Su muerte en la Cruz. Esto significa que primero deben eliminar sus pecados al creer en lo que Jesucristo ha hecho por ustedes antes de entrar en la Iglesia, la Casa de Dios.
Si quieren nacer de nuevo, deben pasar sus pecados a Jesucristo al creer en Su bautismo sin falta. Y también deben creer que Jesucristo tuvo que cargar con la condena de todos sus pecados al morir en la Cruz mientras cargaba con ellos. La Biblia dice que se puede entrar en el Reino de Dios y convertirse en hijo de Dios cuando se creen en todas estas cosas. Si, por otro lado, alguna persona no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Biblia dice que esta persona no puede recibir la perfecta salvación, ni convertirse en hijo de Dios, y mucho menos entrar en Su Reino. Jesús les ha salvado con el hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido.
 
 

¿Cuál es el significado bíblico del color azul?

 
Se refiere al bautismo que Jesús recibió en el mundo, a través del cual cargó con nuestros pecados para siempre. Jesús aceptó todos nuestros pecados al ser bautizado. ¿Qué significa el color púrpura? Simboliza que Jesús es el Rey de reyes, Dios y nuestro Ser divino. ¿Y el color escarlata? Se refiere al sacrificio que Jesucristo hizo al derramar Su sangre en la Cruz para pagar el precio de nuestros pecados que había aceptado a través de Su bautismo. El color escarlata implica que Jesús pagó la condena de nuestros pecados. Así Jesús ha borrado completamente todos nuestros pecados con los hilos azul, púrpura y escarlata, y esta Verdad está revelada en Su Palabra detallada como el lino fino entretejido. Nos hemos convertido en personas sin pecados y justas al creer en la Verdad revelada en la puerta del Tabernáculo. Nos hemos convertido en hijos de Dios, en otras palabras. Así es como podemos entrar en el Reino de Dios.
Mis queridos hermanos, si quieren ser justos, deben creer en el hilo azul, púrpura y escarlata. El Hijo de Dios Padre y Dios mismo, el Creador del universo y todo lo que hay en él, vino al mundo, fue bautizado, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y nos ha salvado a todos. Así el Señor ha limpiado nuestros pecados y nos ha hecho Su prometida. En otras palabras, nos ha aceptado como Suyos.
Si no creen en esta Palabra, no podrán entrar en la Casa de Dios. Cualquier persona puede abrir la puerta del Tabernáculo y entrar en él. Incluso un pecador entre en el patio del Tabernáculo. Un pecador también puede llevar un cordero o una cabra para sacrificarlo y entrar por la puerta. Puede poner las manos sobre ese animal en el patio del Tabernáculo. Aunque no sea un creyente, puede poner las manos sobre el cordero, cortarle el cuello, sacarle la sangre, entregarla a los sacerdotes e irse a casa. Incluso puede llegar hasta la pila de bronce a espaldas de los sacerdotes y lavarse las manos y la cara. Los sacerdotes entonces pueden darse cuenta. Pero aún así puede decir que ha recibido la remisión de los pecados ese mismo día.
Sin embargo, mis queridos hermanos, una persona que no cree con el corazón no puede entrar en el Lugar Santo. El Lugar Santo es diferente del patio del Tabernáculo. Los que no tienen fe y siguen siendo pecadores no pueden entrar en el Lugar Santísimo. La Biblia dice que el precio del pecado es la muerte, pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor (Romanos 6, 23). Pueden entrar en el Lugar Santo solo si creen en la Palabra de Dios y Sus reglas. Solo los que creen de corazón pueden entrar. La Biblia dice que con el corazón se cree para la justicia y con la boca se confiesa la salvación. Solo si creen de corazón pueden entrar en el Cielo y convertirse en hijos de Dios. Los que no creen no pueden entrar en el Cielo.
La puerta del Lugar Santo también tenía hilo azul, púrpura y escarlata y lino fino entretejido. Esto significa que debemos creer en la salvación de Dios de todo corazón. Debemos confirmarlo de nuevo para entrar en el Lugar Santo. Debemos creer que nuestro Salvador, Dios mismo, vino al mundo, fue bautizado y cargó con nuestros pecados a través de esta bautismo, y que Jesús es el Dios que nos creó. Debemos creer que Jesús pagó el castigo duro de todos nuestros pecados en la Cruz porque había cargado con esos pecados. Y al levantarse de entre los muertos, se ha convertido en nuestro Salvador y nos h hecho hijos de Dios.
¿Seguimos siendo pecadores, queridos hermanos? No, estamos completamente limpios. Esta fe es la fe que cree en la Verdad revelada en el hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Esta es la fe que nos permite abrir la puerta del Lugar Santo y entrar en él, y solo los que tienen esta fe pueden entrar en el Reino de Dios.
 
 

¿Qué hay dentro del Lugar Santísimo?

 
Dentro del Lugar Santísimo hay un candelabro de oro y la mesa del pan de la proposición. El candelabro y la mesa del pan se refieren a la Iglesia de Dios. Y dentro del Lugar Santo había otra puerta con una cortina, detrás de la que estaba el Lugar Santísimo. El Arca del Testimonio estaba dentro del Lugar Santísimo. La cubierta del Arca era el propiciatorio. Este es el lugar donde Dios da Su misericordia, la casa de Dios. Cuando recibimos la remisión de los pecados, empezamos a confiar en Dios, y cuando tenemos problemas le pedimos ayuda. Este es el propiciatorio. Cuando nos acercamos a dios de esta manera para buscar Su ayuda, debemos examinar nuestra fe. Debemos preguntarnos si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de verdad o no, y si estamos sin pecados y limpios.
Dios nos ha permitido saber esto a través del altar del incienso. El Sumo Sacerdote tenía que poner la sangre del sacrificio en los cuernos del altar una vez al año. En el Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote tenía que pasar los pecados anuales de los israelitas al animal del sacrificio, sacarle la sangre y llevarla al Lugar Santísimo, ponerla en el altar del incienso y quemar el incienso. De esta manera, solo los que creen en Dios pueden entrar en Su presencia. Aunque hemos recibido la remisión de los pecados de Dios, cuando estamos ante Su presencia y le pedimos ayuda, debemos examinar nuestra fe y asegurarnos de que creemos que el Señor cargó con todos nuestros pecados y fallos a través de Su bautismo y pagó la condena de todos nuestros pecados con Su muerte en la Cruz. Mis queridos hermanos, como creemos de esta manera podemos acercarnos con confianza a Dios Padre y pedirle Su ayuda. Podemos ir ante la presencia de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu contenida en la verdad espiritual del hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Esto significa que cuando nos presentamos ante Dios para orar, podemos pensar en la fe con la que el Señor nos ha hecho perfectamente justos con el hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Si no pensamos en esta fe, en que el Señor ha borrado todos nuestros pecados originales y personales, y que fue condenado por ellos, no podemos acercarnos a Dios.
¿Cuántas veces nos hizo Dios confirmar el Evangelio del agua y el Espíritu a través del Tabernáculo? Nos hizo confirmarlo por lo menos tres veces, primero en la puerta del atrio del Tabernáculo, después en la puerta del Lugar Santo y en tercer lugar en el velo de la puerta del Lugar Santísimo. ¿Cuántas veces debemos confirmar nuestra fe? Debemos confirmarla cuando creemos en Jesús en primer lugar, mientras vivimos con fe en este mundo y hasta que vamos al Señor. Como nosotros oramos a Dios todos los días, debemos confirmar el Evangelio del agua y el Espíritu cada vez que vamos a Dios para pedirle ayuda.
Mientras vivimos en este mundo, cometemos errores constantemente. Hacemos el mal incluso a nuestros hermanos y hermanas y entonces ¿cómo podemos acercarnos a Dios sin cambiar esto? Cuando Jesús vino a este mundo, tomó toda nuestra injusticia y todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Jesús mismo dijo a Juan el Bautista en Mateo 3, 15: «Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia». A través de este pasaje sabemos que todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Así que decimos: «Jesús, cargaste con todos mis pecados en aquel entonces. Creo en esto. Fuiste condenado por todos los pecados del mundo en la Cruz por nosotros. Yo también creo en esto». Por fe pasamos todos nuestros errores a Jesús, y por esta vamos ante Dios Padre y buscamos Su ayuda. Con esta fe afirmamos nuestra salvación todos los días de nuestras vidas. Esta es la vida de fe.
Todos nosotros éramos personas inadecuadas, pero algunos de nosotros decimos: «Ya he sido salvado una vez. ¿Por qué tengo que confirmar mi fe todos los días?». Como somos seres humanos imperfectos, cometemos pecados todos los días. Para mantenernos rectos ante Dios todo el tiempo, debemos confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu todos los días. Debemos meditar sobre el Evangelio y confirmarlo en nuestros corazones a diario. Muchas personas en este mundo que se llaman evangélicas hablan de sus ideas sin saber nada acerca de la justicia de Jesús. También insisten que no tienen pecados y que han nacido de nuevo por fe. Publican libros que parecen tener contenido interesante, pero que no tienen ningún sentido.
Mis queridos hermanos, para entrar en el Reino de Dios es absolutamente indispensable tener fe en los hilos azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Quien se separe de esta fe, aunque sea un poco, será una persona que se ha metido a escondidas en la Iglesia de Dios, y estas personas son jornaleras e hijas del Diablo. Aunque no entienden el Evangelio del agua y el Espíritu, se comportan con arrogancia como si tuviesen fe, e intentar mandar sobre toda la congregación.
Mis queridos hermanos, todas las puertas del Tabernáculo estaban hechas de hilos de color azul, púrpura y escarlata y lino fino entretejido y la combinación de estos colores era muy bella. El Evangelio del agua y el Espíritu es el maravilloso Evangelio que nos permite entrar en la presencia de Dios sin falta. Por tanto, debemos confirmar este bello Evangelio todos los días. Aunque nuestras acciones diarias sean insuficientes y cometan muchos pecados ante Dios, deberán seguir meditando sobre su fe y entrar en Su presencia por fe.
¿Tienen pecados? No. Pero deben meditar todos los días sobre la fe en los hilos azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Deben meditar sobre el Evangelio todo el tiempo. Aunque hayan recibido la remisión de los pecados, si no confirman este Evangelio todos los días, su corazón se corromperá. Para abrir la puerta del Lugar Santísimo y entrar dentro, incluso el Sumo Sacerdote tenía que pasar sus pecados y los pecados de los israelitas al animal mediante la imposición de manos fuera del Lugar Santo, sacarle la sangre y ponerla en los cuernos del altar del incienso. También tuvo que quemar el incienso y llenar el Lugar Santo con su aroma. Pero esto no es todo. El Sumo Sacerdote tenía que llevar la sangre detrás del velo del Lugar Santísimo y esparcirla siete veces sobre el propiciatorio.
Mis queridos hermanos, deben afirmar el Evangelio del agua y el Espíritu una y otra vez. Solo entonces podrán mantener la fe que es perfecta a los ojos de Dios, defender esta fe y comunicársela a los demás. Jesucristo nos ha salvado perfectamente a través del hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Debemos tener esta fe. El lino fino entretejido aquí se refiere a hilo blanco.
¿Cuándo fueron nuestros espíritus lavados? ¿Por qué fe fueron nuestros pecados eliminados? ¿Por qué Palabra de Dios se han limpiado? Estamos limpios por la Palabra del bautismo de Jesús y Su muerte en la Cruz: nació en este mundo, cargó con nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista a los 30 años, diciendo: «Porque conviene así que cumplamos toda justicia». Esto significa que Jesús tomó todos nuestros pecados cuando fue bautizado. Cargó con todos los pecados de la humanidad. Todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús. Cuando Jesús fue bautizado, todos nuestros pecados fueron pasados a Su cuerpo y fueron eliminados. Jesús, el Cordero del sacrificio, cargó con todos nuestros pecados. ¿Cuándo ocurrió esto? Todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado. Y cuando fue crucificado, pagó el precio de nuestros pecados. Al venir como nuestro Salvador, Jesús hizo todo esto por nosotros. Se ha convertido en nuestro Salvador mediante el agua y la sangre. A través del agua, la sangre y el Espíritu, el Señor nos ha hecho hijos de Dios.
Mis queridos hermanos, su fe en Jesús no debe ser una religión. Les pido que no crean en Jesús simplemente como una religión diciendo que creen en el Salvador y el cristianismo. Esto significa que no deben creer en Jesús de una manera abstracta, como si fuera una religión del mundo.
¿Cómo debemos creer en Jesús? Debemos creer según la Verdad. Dios nos ha dejado sin pecados con el hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Así es como deben creer. En todo momento, ya estén haciendo una confesión de fe, se estén acercando a Dios, estén orando o su conciencia esté avergonzada y pierdan su confianza, deben creer que Jesús cargó con todos sus pecados en aquel entonces; que todos nuestros pecados fueron pasados al Señor en ese momento. El día después de que Jesús bautizó a Jesús, dio testimonio de Él diciendo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). Y según este testimonio Jesús cargó con todos los pecados del mundo y derramó Su sangre en la Cruz hasta morir. Y al levantarse de entre los muertos, nos ha salvado. Debemos creer en esto.
¿Por qué quieren creer de manera abstracta? Pueden tener relaciones abstractas con otros seres humanos o creer de manera abstracta en las cosas del mundo. En cuanto a las relaciones humanas, pueden esconder sus sentimientos y ser educados con sus conocidos si tienen algún tipo de odio dentro, pero no pueden hacer lo mismo con la fe. Su fe en el Señor no puede ser abstracta o a medias tintas, como si fuera simplemente una religión. En todo momento y en todo segundo, debemos confirmar que Jesús ha cumplido toda la justicia a través de Su bautismo, y que ha cargado con todos nuestros pecados.
Crean que sus pecados fueron pasados a Jesús. Crean que Jesús cargó con todos los pecados del mundo hasta la Cruz y pagó la condena al ser crucificado. Así es como deben creer. No sean necios ni obstinados al creer en Jesús como su Salvador de cualquier manera, diciendo con sus palabras que Jesús tomó sus pecados sin entender el proceso a través de la Palabra de Dios. Deben confesar exactamente cómo Jesús eliminó sus pecados. Deben confesar esto ante Dios y el Diablo. Esta confesión no es algo trivial que no tenga importancia. Si no hacen esta confesión explícitamente, el Diablo construirá su casa en sus corazones, controlará sus pensamientos y les convertirá en personas que no tienen nada que ver con Dios. Aunque crean en este Evangelio y hayan sido salvados, si la confesión de su fe es abstracta, el Diablo les controlará. Entonces morirán al final.
Mis queridos hermanos, es absolutamente indispensable tener el conocimiento correcto y la fe correcta, y hacer una confesión de fe adecuada. Jesús es Dios y el Creador, quien abandonó Su gloria y vino al mundo en la imagen de Sus criaturas, todo para salvarnos a través de Su bautismo y sangre. Y nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos ignorar esta salvación y este amor glorioso que Dios tiene por nosotros como si no significase nada. Debemos creer con sinceridad.
La mayoría de los coreanos conocen a Joon Geun Ahn, un luchador de la independencia muy venerado. Incluso en este mundo, los que merecen ser recordados deben ser recordados. Joong Geun Ahn luchó sin cesar por la independencia de Corea durante su subordinación al poder colonial japonés y por eso todos los coreanos deben recordarle para la posteridad. Aunque haya pasado mucho tiempo, todos los coreanos deben conocerle y enseñar a sus hijos lo que hizo.
Aunque sea cristiano, tengo mucho respeto por el patriota Ahn. Un líder cristiano en Corea dijo una vez que respetaba a Wonhyo, un famoso monje budista coreano que vivió hace 1.400 años. Los budistas de Corea exageran los logros de sus antepasados. Por ejemplo, se dice que Samyoung, un gran monje budista de hace 500 años, tenía poderes supernaturales. Según la leyenda, los japoneses lo encerraron en una habitación y subieron la temperatura para cocerlo vivo, pero cuando abrieron la puerta, vieron carámbanos de hielo. En otra ocasión se dice que este monje se sentó en un campo nevado pero no dejó huellas. Pero de todas formas este monje era humano. Si Dios no protege a las personas, todo el mundo se quema cuando está en el fuego y deja huellas en la nieve. Si no es así, no se es humano, sino un espíritu.
Pero muchas personas creen en estas historias fácilmente y no creen en la justicia de Dios, en que Jesús fue bautizado por ellas y cargó con sus pecados. Lo que hacen es ignorarle y reírse, y se olvidan. Entonces ¿es aceptable que nos enojemos y avergoncemos de hablar sobre nuestra salvación y meditar sobre ella? No. Debemos creer en esta Palabra de salvación y confesarla todo el tiempo, ya estemos viviendo en el mundo o no.
Si leen mis series de sermones sobre el Libro del Apocalipsis, encontrarán una descripción sobre la emergencia del Anticristo y el martirio de los justos. La diacona Kim dibujó una ilustración para este libro, y esta ilustración representa un hombre tumbado ante el Anticristo. Sobre su estómago hay un libro abierto; en una cara hay un dibujo de Jesús siendo bautizado, y en la otra hay un dibujo de Jesús muriendo en la Cruz. Esta ilustración muestra que los justos pueden defender su fe incluso cuando van a ser martirizados, al confirmar el bautismo de Jesús y Su muerte en la Cruz. Mis queridos hermanos, no deben considerar esta confesión de fe como una carga dura de llevar. Deben mantener su fe hasta el momento en que sean ejecutados por el Diablo.
¿Acaso no nos ha salvado Jesús a través del hilo azul, púrpura y escarlata? Por supuesto. El hilo azul y púrpura representa que Dios mismo, el Todopoderoso y el Rey de reyes, se convirtió en un hombre y cumplió toda Su justicia al cargar con nuestros pecados a través de Su bautismo. Así es como toda la voluntad de Dios Padre se cumplió. El hilo escarlata aquí significa que en la Cruz Jesús pagó la condena de todos los pecados que había aceptado a través de Su bautismo. Así es como nos ha salvado. ¿Es esto cierto o no? Así es como nuestros espíritus se han limpiado. Nos hemos limpiado completamente. No tenemos ningún pecado. ¿Creen que estoy diciendo esto hipotéticamente? No, es cierto. Cuando tenía pecados en mi corazón, no podía presentarme ante la gente y mirarla a la cara. ¿Cómo iba a presentarme ante Dios si tuviese pecados?
La profeta Ana del pasaje de las Escrituras de hoy vio a su marido morir a los siete años de casarse con él. Durante 84 años de vida había estado esperando a Jesucristo orando a Dios. Y vio a Jesús con sus propios ojos. Después de haber esperado la venida de Jesucristo durante 84 años, Ana finalmente llegó a verle con sus propios ojos.
Mis queridos hermanos, ¿cuánto tiempo tenemos que guardar este Evangelio después de nacer de nuevo? Debemos guardar este Evangelio hasta el día en que el Señor vuelva a este mundo, hasta el día en que nos encontremos ante el Señor cara a cara, y para siempre. Debemos regocijarnos. Debemos dar testimonio de Jesús siempre y alabarle siempre. Cuando dan testimonio de la salvación, ¿dan testimonio de que sus pecados fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado? Si esto les falta de su testimonio de salvación, deberán arrepentirse y creer en este Evangelio. Si su fe no incluye la creencia de que sus pecados fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado y toda la justicia fue cumplida, y si esta fe no está fundada en el testimonio de salvación, no han sido salvados. ¿Es esto cierto? Por supuesto que sí.
Todo el mundo debe ser honesto ante Dios, tanto los hombres como las mujeres. Todos debemos ser honestos cuando creemos en Dios. «Pensaba que podía creer en Jesús así, pero ahora que he escuchado la Palabra, veo que no es cierto. Ahora entiendo que tengo que creer en la justicia de Dios. La justicia de Dios consiste en que Dios Padre envió a Su Hijo al mundo, este Jesús cargó con mis pecados al ser bautizado y entonces mis pecados fueron pasados al Señor. Y cuando Jesús fue crucificado hasta morir, pagó la condena de todos mis pecados. Así es como me ha salvado. Esta es la fe correcta». Debemos creer en la Verdad de ahora en adelante. Aunque hayamos creído incorrectamente en el pasado, debemos tener una fe correcta de ahora en adelante y confesarla con sinceridad.
Hace mucho tiempo, un científico llamado Galileo Galilei (1564-1642) defendió la teoría heliocéntrica de Copérnico diciendo que Copérnico tenía razón en decir que el planeta Tierra giraba alrededor del Sol. El Vaticano acuso a Galileo de herejía, lo encarceló y le dio un aviso diciendo: «Dices que el planeta Tierra gira alrededor del Sol, pero si fuese verdad, ¿cómo es que no nos mareamos? Vamos a quemar todos tus libros. Y te obligamos a que retires esa teoría o serás arrojado al fuego Te condenaremos a muerte como un hereje». Con esta situación descontrolada, Galileo tuvo que retirar su teoría diciendo: «He cometido un error. El planeta Tierra no gira alrededor del Sol». Pero cuando fue liberado dijo lo siguiente: «Pero la Tierra sigue girando». Aunque hubiese mentido al Vaticano por las amenazas de muerte y la coacción, siguió pensando que la Tierra giraba alrededor del Sol. Pensaba: «No importa que hasta el Papa esté contra mi teoría. Si Dios hizo que la Tierra girase alrededor del Sol, entonces es así, diga lo que diga el Vaticano. ¿Dejará la Tierra de girar solo porque el Papa lo niegue?». Por eso su conciencia le dijo: «La Tierra sigue girando». Las palabras de Galileo fueron aceptadas con el tiempo. Cuando se demostró que su teoría heliocéntrica era cierta, el Vaticano admitió su error en el año 1992.
Mis queridos hermanos, si su fe es incorrecta, deberán admitirlo y arrepentirse. Jesús, Dios mismo, nos ha hecho perfectamente justos a través de la Verdad revelada en los hilos de color azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido. Dios habló de esto en el Tabernáculo y en el Nuevo Testamento. Entonces deberán decir: «Sí, tienes razón, Señor. Creo en Ti y en Tu Palabra». Los que insisten en sus propias creencias tienen todo tipo de suciedad en sus bocas. Si estuviese interpretando la Palabra de Dios de cualquier manera porque soy un pastor, diciendo: «Tus pecados no fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo», entonces ¿de qué serviría que Jesús naciese en este mundo cientos de veces y muriese en la Cruz cien veces?
¿Por qué no creen en este Evangelio si es el Evangelio de la Verdad del que habla la Biblia? Pero a pesar de esto, muchas personas se tapan los oídos y cierran sus conciencias diciendo: «No voy a cambiar de opinión. Me niego a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu». Mis queridos hermanos, estas personas estarán malditas en este mundo como los que intentaban entrar en el Santuario de Dios por su cuenta sin seguir la Palabra fueron quemados hasta morir. Y entonces serán arrojados al fuego eterno del infierno para sufrir eternamente. Dios hará esto con los que son demasiado tercos para obedecer Su Palabra de salvación. Yo espero que les pase esto. La fe en Dios debe ser clara. La fe en Dios debe ser clara y no comprometerse. ¿Creen ustedes también? Tienen que decir sí en sus conciencias por fe. ¿Creen en esto?
Durante 84 años desde que perdió a su marido, Ana mantuvo su fe y esperó la venida del Señor y al final lo conoció cara a cara. Vio al Señor personalmente con sus propios ojos. Como Ana aquí nosotros también estamos esperando al Señor, creyendo que nos ha salvado con el hilo azul, púrpura y escarlata, es decir con Su sangre y Su agua. Aunque no sabemos cuántos años tendremos que esperar hasta que vuelva el Señor, vendrá tarde o temprano. Hasta ese día debemos defender este Evangelio por fe y predicar esta fe a todo el mundo. Nuestra fe no debe ser diferente a la de la Iglesia.
Quien tenga una fe diferente a la nuestra es un hereje. Aléjense de estas personas que se han metido en la Iglesia a escondidas y cuya fe es diferente a la nuestra. Aunque uno sea un pastor, si ignora el bautismo de Jesús y dice que sus pecados no fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado, escúpanle en la cara. Mis queridos hermanos, cuando se trata de nuestras insuficiencias, tenemos que tolerarnos los unos a los otros. Debemos perdonar nuestras debilidades como seres humanos. Sin embargo, si una persona odia la salvación de Dios aunque haya sido salvada con Su amor, entonces esta persona se merece que le escupan y ser maldita.
Cuando Juan el Bautista estaba en este mundo, llamó a los infieles generación de víboras. En Corea, llamar a una persona hijo de perra es un gran insulto, pero aún es peor llamar a alguien generación de víboras. Juan el Bautista les dijo a los creyentes de su tiempo: «Arrepentíos, generación de víboras. Solamente os arrepentís con palabras, pero si no mostráis vuestro arrepentimiento con vuestras acciones, estaréis malditos». Los que no creen que el Señor fue salvado a través de Su sangre y agua, aunque estén en nuestra Iglesia, son como perros. Son los descendientes del Diablo. Son una generación de víboras. Quien no crea en esto es un descendiente del Diablo y la serpiente. Dios lo dijo. Estas personas no son siervas de Dios ni Su pueblo, sino descendientes del Diablo. Estas personas han cerrado las puertas de sus corazones y se niegan a creer. Estas personas son tratadas como descendientes del Diablo y por eso debemos alejarnos de ellas.
En esta Nochebuena haremos obras de teatro y alabaremos. Si no creemos en Jesús de todo corazón, ¿cómo podemos celebrar Su nacimiento y llamarle nuestro Salvador? ¿Cómo podemos orar al Señor? Debemos hacerlo al creer exactamente en que lo que el Señor ha hecho es burlarse de Dios y ridiculizarle. Mis queridos hermanos, deben creer correctamente.
Me rompe el corazón pensar en que hay tanta gente que no cree correctamente. ¿Pueden entender cómo sufre mi corazón? ¿Creen que sus corazones estarán descansados cuando duden sobre algún miembro de nuestra Iglesia? No, nuestros corazones no descansarán. Mi corazón está envuelto en una nube oscura y está oprimido aunque sonría por fuera. Me dije a mí mismo: «Sería maravilloso si esta persona creyese correctamente. ¿Por qué es tan terco? Pero este año he trabajado mucho en su fe, y por eso voy a esperar un poco más». Aunque me diga esto a mí mismo mi corazón se siente herido. No sería un problema tratar con nuestros enemigos de fuera, o con los actos insuficientes de nuestros hermanos. Pero es mucho más difícil tratar con los que dicen tener la misma fe cuando revela sus acciones sin fruto su fe errónea queda expuesta. No hay nada peor y más difícil que esto. Entre nuestros hermanos, podemos compartir el amor y los problemas, pero no podemos compartir esto con nadie más. Es un infierno compartir la misma casa con los que no han nacido de nuevo. Intenten esto y verán como se sienten. Es un infierno. ¿No creen?
Si están intentando ser amigos de los que no han nacido de nuevo, verán que esto es un infierno. Si siguen disfrutando de la compañía de los que no han nacido, hay algo que está muy mal en su fe. Esto se debe a que son las mismas personas. Mis queridos hermanos, los nacidos de nuevo tenemos un orgullo que mantener. No pensamos que las personas que no han nacido de nuevo sean rectas, aunque estas personas sean las más bellas del mundo o las más poderosas. Solo deben hablar con las personas que merecen atención. ¿Cómo pueden hablar con cualquiera? No tengo ningún respeto por los que están en contra del Evangelio del agua y el Espíritu. Ni siquiera insulto a esas personas porque no se merecen mi atención. No tienen nada que ver con nosotros.
Por lo menos, todos los nacidos de nuevo tienen un orgullo que mantener. ¿Qué tipo de orgullo es este? Es el orgullo de ser las personas salvadas por Dios. Aunque la Iglesia nacida de nuevo tenga algunos miembros imperfectos en su naturaleza humana, los nacidos de nuevo por lo menos tienen que reconocer a sus hermanos nacidos de nuevo y estar con ellos.
La profetisa Ana de este pasaje esperó la llegada de Jesucristo durante 84 años y oró con devoción por su pueblo. Mientras leía el pasaje de las Escrituras de hoy, me quedé impresionado con esta mujer. Pensé que pudo conocer a Jesús cara a cara porque tenía una gran fe.
Dios nos ha dado esta fe también. Todos nosotros debemos aferrarnos a esta fe hasta el final. Y debemos pensar en el Evangelio siempre, confesándolo y reconociéndolo todos los días. No se acaba todo al final del servicio de adoración de hoy. Tenemos que reconocer el Evangelio en sus vidas diarias, y al día siguiente nos encontraremos de nuevo para alabar al Señor con gozo. Y cuando tropezamos por nuestras insuficiencias, cuando oramos a Dios, debemos confirmar el Evangelio aún más y poner nuestra fe en él de nuevo. Debemos hacer esto todos los días. Al pensar en el Evangelio y renovar nuestra fe todos los días, debemos darle gracias a Dios y darle toda la gloria.
Probablemente pensarán que iba a decir algo bonito y fácil porque es Navidad. Pero eso solo es posible cuando nuestros corazones tienen paz. ¿Cómo puede mi corazón tener paz cuando hay tantas personas que van a ir directamente al infierno por no creer? Estas personas son tan tercas que parece que han decidido ir al infierno. Entonces, ¿cómo puede mi corazón estar tranquilo?
Habrá algunas obras teatrales bíblicas y alabanzas de Navidad. Nuestros familiares estarán aquí junto con otras almas, así que acortaré mi sermón y lo haré fácil para que no se aburran. Así que no se preocupen por traer nuevos visitantes, ya que voy a dar un sermón corto.
Mis queridos hermanos, ¿creen de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Cuántas puertas tiene el Tabernáculo? Tres. Cada una de estas puertas está hecha de hilo azul, púrpura y escarlata y lino fino entretejido. Cuando el Sumo Sacerdote entraba en el atrio o en el Lugar Santo, tenía que pasar por estas puertas que estaban tejidas con hilo azul, púrpura y escarlata y lino fino entretejido. ¿Cuántas veces he dicho que deben confirmar su salvación? Deben afirmarla todos los días a todas horas. Deben reconocer el Evangelio siempre. Algunos de ustedes pueden pensar que es bastante hacer una confesión de fe, preguntándose por qué siempre hablo de lo mismo. Sin embargo, debemos hablar del Evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que el Señor vuelva, predicar este Evangelio y darle gracias a Dios. Esto debemos hacerlo porque somos débiles.
Si un nuevo miembro se une a nuestra Iglesia, debemos predicarle el Evangelio y pedirle que nos dé su testimonio de salvación. Y si no profesa un testimonio claro de fe, no debemos llamarle hermano, sino que debemos considerarlo una persona a la que nunca predicarle el Evangelio. No se puede entrar en la Iglesia de Dios por ningún otro medio. Quien quiera unirse a la Iglesia debe tener una fe clara y decir que cree en el bautismo de Jesús, Su Cruz, y Su resurrección y que por tanto su corazón no tiene pecados. Solo entonces pueden convertirse en miembros de la Iglesia de Dios. La Biblia dice que hay una fe, un Señor y un bautismo. Todos debemos tener la misma fe. Si hay alguien en la Iglesia que no tiene la misma fe, hablen con esa persona hasta que tenga esa fe; y si esto es absolutamente imposible, dejen que se vaya. Deben separarse de esta gente.
Todos podemos entender cómo la gente puede tener algunos errores incluso después de creer en el Evangelio. Pero no creer en este Evangelio es completamente inaceptable. En otras palabras, los que están llenos de sí mismos y no pueden creer en el Evangelio son mucho más problemáticos. Los que no creen en el Evangelio suelen ser retorcidos. Es natural que una persona que finge ser una princesa sea más pretenciosa que una verdadera princesa. ¿Es esto cierto?
Mis queridos hermanos, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. Les estoy pidiendo esto por su bien. Y ustedes deben predicar este Evangelio a otras almas. Solo pueden ser salvados si predican este Evangelio. Si no lo predican, ninguna alma podrá ser salvada. ¿Pueden ser salvados los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu si dicen que creen en Jesús de cualquier manera? ¿Podemos decir que estas personas han sido salvadas? Tienen que tener esto claro: ¿están salvadas estas personas o no? No. Si no creen en este Evangelio no han sido salvadas por mucho que ayunen y oren y aunque dediquen sus vidas enteras al Señor sin casarse.
Ahora mismo los coreanos viven en dos países divididos en Norte y Sur por diferencias de ideologías. Aunque la gente de Corea es igual, el sistema político es diferente, al igual que las leyes. Así que como somos la misma nación, no debemos unirnos con los coreanos del norte incondicionalmente. Aunque los coreanos del norte son la misma nación que nosotros, no son nuestros compatriotas. Muchos coreanos del norte vienen a Corea del Sur como refugiados. Nosotros los recibimos como nuestros hermanos solo cuando muestran lealtad a nuestro país. Pero, digamos que hay un refugiado que se niega. Entonces es un espía. Los espías deben ser tratados como espías. Intentan sacar secretos de nuestro país para informar a su país, nuestro enemigo.
Al final de los tiempos, habrá espías entre nosotros, los nacidos de nuevo, y nos harán lo mismo. Así que, si les pedimos que crean en el Evangelio, si esto no produce ningún resultado, debemos irnos. Si ha algunas personas que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu ni lo sirven aunque digan creer en él, no deberán mostrarles hospitalidad ni respeto. Esto es lo correcto. Si aman y sirven a los que se enfrentan ante Dios, ustedes también serán malditos. No deben hacer esto.
Le doy gracias al Señor por salvarnos a través del Evangelio revelado en el hilo azul, púrpura y escarlata y el lino fino entretejido, es decir, por librarnos completamente de nuestros pecados a través de Su bautismo, Su sangre y Su resurrección. ¡Aleluya!