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Sermones

Tema 8: El Espíritu Santo

[8-5] ¿Quiere usted tener compañerismo con el Espíritu Santo? (1 Juan 1:1-10)

¿Quiere usted tener compañerismo con el Espíritu Santo?(1 Juan 1:1-10)
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”
 
 
¿Cuál es un requisito previo esencial para tener el sentido del compañerismo con el Espíritu Santo?
Primero debemos conocer y creer en el evangelio del agua y el Espíritu y debemos ser limpiados de todos nuestros pecados a través de la fe.
 
Si usted quiere tener compañerismo con el Espíritu Santo, primeramente, usted debe saber que aun un poco de pecado delante del Señor hace imposible el compañerismo. Usted podría pensar, ¿Cómo es que un hombre puede no tener siquiera un pedacito de pecado delante del Señor? Pero si usted de verdad desea tener compañerismo con el Señor, entonces no debe haber nada oscuro en su corazón. Por consiguiente para tener compañerismo con el Señor, usted necesita saber que debe creer en el evangelio de redención y debe ser limpio de todos los pecados.
Si usted desea tener compañerismo con el Espíritu Santo de verdad, entonces primero usted debe conocer y creer en el evangelio del agua y el Espíritu y debe limpiar sus pecados a través de la fe. Si usted no conoce el evangelio del agua y el Espíritu y no lo toma en su corazón, entonces usted no debe pensar siquiera en tener compañerismo con el Señor. Para tener compañerismo con el Espíritu Santo sólo es posible cuando todos sus pecados son purgados de su corazón a través del evangelio del agua y el Espíritu.
Todos los pecados pueden purgarse de cualquier mente con la verdad de su agua y el Espíritu. El Señor lo bendice con el Espíritu Santo cuando usted cree en el bello evangelio del agua y el Espíritu. ¿Quiere usted tener compañerismo con el Señor y con el Espíritu Santo de verdad? Entonces reconozca sus pecados y crea en el bello evangelio para purificarse del pecado. Después de eso usted puede realmente tener compañerismo con el Señor.
Si usted desea tener compañerismo con el Señor, usted debe creer en el bautismo que Jesús recibió de Juan en el río Jordán y también crea en su sangre en la cruz. Si las personas desean tener compañerismo con el Espíritu Santo de verdad, ellos deben conocer quién es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Santísimo. Y por consiguiente él sólo puede morar en aquellos que creen en el bello evangelio.
Veamos una confesión de alguien cuyos pecados fueron limpiados creyendo en el bautismo de Jesús por Juan y en su sangre, y quién ahora tiene compañerismo con el Espíritu Santo.
“Hay muchas personas diferentes en este mundo y todos viven con sus propios pensamientos y maneras. Yo era uno de ellos. Yo tenía una vida muy ordinaria y desde mi niñez, yo seguí a mi madre a la iglesia y naturalmente vine a creer en Dios. Mi padre era ateo y frecuentemente me criticó por mis creencias, pero el resto de la familia íbamos a la iglesia. Ir a la iglesia era una gran parte de mi vida. 
Sin embargo, durante mi adolescencia, viendo a mi padre postrado, muchos pensamientos sobre algunas cosas tales como la vida y muerte, el cielo y el infierno vinieron a mí. La mayoría de las personas decía que si yo creía en Dios, yo podría entrar en el cielo y volverme su hijo, pero yo nunca estuve seguro de eso. Nunca estuve seguro de que yo me volvería su hijo. Yo había aprendido que si yo hacía lo bueno en la tierra, entonces yo podría entrar en el cielo, así que intenté hacer lo bueno. 
Pero en un lado de mi corazón, sabía que yo había pecado. Yo podía parecer una buena persona a otros pero yo no podía sino sentirme culpable por mis pecados. En ese momento, me hice el hábito de ir a la iglesia y orar, ‘Por favor permíteme ser tu hijo. Por favor permíteme conocer la verdad.’ Mientras oraba, yo desarrollé una nueva urgencia en mi corazón. Siempre que yo escuchaba las enseñanzas de sus palabras, yo no podía comprender ni ver las palabras. Yo estaba cansado del vacío de mi vida, mi pecado, la muerte, etc.
Yo tenía pensamientos tales como: ‘yo quiero nacer de nuevo. Si yo puedo nacer de nuevo ya no viviré así.’ Pero a pesar de estos pensamientos yo iba con menos frecuencia a la iglesia y mis años juveniles pasaron. Ahora necesitaba encontrar un trabajo pero era más difícil de lo que yo pensaba. Yo estaba aun más desesperado y no importaba cuan duro yo intenté, yo no podía sonreír. Mirándome con un corazón vacío, entré en un estado de depresión. En ese momento, tuve noticias el evangelio por mi hermano mayor.
“Así que, arrepentios y convertios, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19). Éste era exactamente el evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que yo había aprendido en las reuniones de la iglesia anteriormente era que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados. Pero este evangelio me dijo que Jesús se bautizó por Juan el Bautista para llevarse nuestros pecados y que fue juzgado por nuestros pecados en la cruz. 
Yo había ido a la iglesia toda mi vida y había pretendido ser un hijo de Dios pero yo había fallado. Yo había intentado entender el significado de sus palabras pero yo había fallado. Sin embargo, después de que oí el bello evangelio del agua y el Espíritu y creí en él, el pecado en mí y todas las cosas que me atormentaban desaparecieron y mi corazón se llenó de paz. 
Yo pensé que si sólo creía en Dios con entusiasmo e iba a la iglesia, entonces yo iría al cielo. Pero Dios me envió el evangelio del agua y el Espíritu y mis pecados fueron perdonados. Él me dio el regalo del Espíritu Santo. Antes de que yo recibiera su redención, yo no sabía acerca del Espíritu Santo ni tenía noción de hablar en las lenguas. Yo solo iba a la iglesia y creía que si yo vivía seriamente y servía a mi iglesia, entonces Dios me bendeciría. Pero me vine a dar cuenta que yo sólo podía recibir el Espíritu Santo cuando mis pecados fueran perdonados a través del bello evangelio del agua y el Espíritu.
En mi vida anterior, yo estaba en pecado pese a que yo creía en Dios. Y yo viví una vida muy tibia, no sabía la importancia de recibir el Espíritu Santo. Pero a través de su siervo que predicó el bello evangelio según la Biblia yo creí y vine a saber que el Espíritu Santo también moraba en mí. 
Después de recibir la redención al principio, yo no podía decir si el Espíritu Santo estaba en mí o no. Pero estudié sus palabras continuamente y vine a comprender en mi corazón que una nueva fe estaba floreciendo y que yo había recibido el vivir en el Espíritu Santo. ¡Ahora es verdad que el Espíritu Santo mora en mí! Cuando él perdonó mis pecados, supe que sólo aquellos que están libres del pecado pudieron volverse hijos de Dios y podían recibir el Espíritu Santo. 
Yo también supe que mis esfuerzos por parecer perfecto ante sus ojos o el vivir perfectamente nunca, me permitirían recibir el Espíritu Santo. Dios viene a aquellos que reconocen que ellos son pecadores y que todavía no saben qué hacer sobre esto. Él se encuentra con aquellos que ávidamente le buscan y lo necesitan.
Él me hizo ver que haciendo lo bueno y creyendo en Dios con valor temerario no me llevarían al cielo y que Jesucristo vino a este mundo para salvarme de mis pecados a través del bello evangelio del agua y el Espíritu. Él me dio el Espíritu Santo para morar por siempre dentro de mí. 
Yo le agradezco al Señor por hacerme su hijo y por bendecirme con la vida en el Espíritu Santo. Si no hubiera sido por el Señor, yo todavía tendría el pecado en mi corazón y estaría condenado al encarcelamiento eterno en el Infierno.”
De la misma manera que yo creí una vez sólo en la sangre en la cruz y no podía recibir el Espíritu Santo aun cuando yo lo quería. En ese momento, yo creía en Jesús pero mantenía el pecado en mi corazón lo que me impidió recibir el Espíritu Santo. Un pecador no puede recibir el Espíritu Santo en su corazón. Y todavía, muchos pecadores intentan recibir el Espíritu Santo incluso cuando sus corazones están llenos de pecado. 
Si usted realmente desea recibir el Espíritu Santo y tener compañerismo con él, usted necesita creer en el bello evangelio del agua y el Espíritu y obtener la redención. ¿Sigue usted siendo un pecador? Entonces usted puede escuchar el verdadero evangelio de aquellos que ya han recibido el Espíritu Santo. Aquellos que desean tener compañerismo con el Espíritu Santo deben tener un corazón sediento y deben confiar en el bello evangelio del agua y el Espíritu.
Sólo los justos pueden oir las palabras del Espíritu Santo a través de la iglesia. Ellos pueden vivir sus vidas fieles oyendo el bello evangelio, pero los pecadores viven sus vidas malditas destinadas para el Infierno sin oir el evangelio en la vida.
Por consiguiente, usted debe aprender sobre el evangelio del agua y el Espíritu. ¿Por qué necesita usted creer en este evangelio? Es necesario que usted escape de la religión de la ley y construir su fe en el bello evangelio basado en las palabras de Dios. Los discípulos de Jesús siguieron este bello evangelio y ahora este pertenece a aquellos que han recibido el Espíritu Santo. El bello evangelio del agua y el Espíritu es exactamente igual al que siguieron los apóstoles desde el principio de la iglesia primitiva. Todos los cristianos deben recibir el Espíritu Santo. Sólo entonces pueden ser hechos hijos de Dios.
Aquellos que siguen sin creer en el bello evangelio del agua y el Espíritu tienen el pecado en sus corazones. Ellos no pueden tener compañerismo con el Espíritu Santo. Para tener compañerismo con él, primero necesitan creer en el evangelio del agua y el Espíritu que Dios les dio y recibir el Espíritu Santo.
 


La Biblia menciona a menudo al Espíritu Santo 


La vida en el Espíritu Santo empezó después de la resurrección de Jesús. Ahora es el día de salvación y ahora es el tiempo de su ilimitada gracia. Es verdaderamente lamentable si nosotros no recibimos el evangelio del agua y el Espíritu y si nosotros vivimos sin tener compañerismo con el Espíritu Santo. 
¿Tiene usted compañerismo con el Espíritu Santo? ¿Sus pecados le impiden tener compañerismo con el Espíritu Santo? Entonces aprenda sobre el evangelio del agua y el Espíritu que Dios le dio y crea en él. Si usted cree en el evangelio del agua y el Espíritu, el Espíritu Santo morará en su corazón y será su compañero. El Espíritu Santo sólo mora en los corazones de aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. El Espíritu Santo a menudo revela su voluntad en los corazones del justo. El ministerio de Pablo con el Espíritu Santo fue extender el bello evangelio.
¿Cómo puede usted reconocer a alguien que ha recibido el Espíritu Santo? ¿Cuál es la referencia? La referencia es si él cree o no en el bello evangelio del agua y el Espíritu. Si la persona conoce y cree en el bello evangelio del agua y el Espíritu, entonces él es una persona que tiene la vida en el Espíritu Santo. 
El Espíritu Santo no mora en aquellos que no creen en el bello evangelio. El Espíritu Santo sólo mora en aquellos que creen en el perdón del pecado que viene del bautismo de Jesús recibido de Juan y su sangre en la cruz. ¿Desea usted tener compañerismo con el Espíritu Santo?
¿Conoce usted qué tipo de evangelio necesita entender para recibir el Espíritu Santo y tener compañerismo con él? El bello evangelio se encuentra dentro de la fe en el bautismo de Jesús por Juan y su sangre en la cruz. Si usted no cree en el evangelio del agua y el Espíritu, sus pecados no pueden ser perdonados y por consiguiente el Espíritu Santo no puede morar en usted. El Espíritu Santo exige que las personas crean en el evangelio del agua y el Espíritu para que lo reciban.
El Espíritu Santo no puede morar dentro del corazón de los pecadores. Si usted quiere recibir el Espíritu Santo, usted debe creer primero en el bello evangelio para ser limpio de todos sus pecados. También, si usted desea tener compañerismo con el Espíritu Santo, usted debe ser fiel predicador del bello evangelio. Si usted quiere ser guiado por el Espíritu Santo, usted debe amar siempre el bello evangelio y debe intentar extenderlo dondequiera que vaya. El Espíritu Santo está con aquellos que predican el evangelio del agua y el Espíritu.
El vivir en el Espíritu Santo sólo se da a los justos, aquellos que creen en el bello evangelio. Sólo los justos, aquellos que creen en el bello evangelio, puede tener compañerismo con el Espíritu Santo. El bello evangelio que el Espíritu Santo aprueba es el evangelio que fue cumplido por el bautismo de Jesús por Juan y su sangre (1 Juan 5:3-7).
Pedro también creyó en el bello evangelio y dijo, “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). En la Biblia, “el agua” frecuentemente se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista.
Aquellos que pueden recibir el Espíritu Santo han recibido la redención a través del bello evangelio y son libres de todo el pecado. Aquellos que creen en el bello evangelio pueden rendirle culto al Padre en el espíritu y verdad por la guía del Espíritu (Juan 4:23). El Espíritu Santo ayuda a los justos a vivir sus vidas llenas del Espíritu Santo. Aquellos que tienen la dicha de vivir en el Espíritu Santo pueden vivir alabando al Señor para siempre. El Espíritu Santo garantiza que nosotros somos hijos de Dios. Nosotros podemos vivir para siempre dentro del evangelio del agua y el Espíritu y dentro del Espíritu Santo.
 


El Espíritu Santo no tiene compañerismo Con aquellos que se engañan a sí mismos.


El Espíritu Santo les dice a los pecadores en 1 Juan 1:8, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” El Espíritu Santo no puede morar en aquellos que se engañan. El Espíritu Santo reprende a los pecadores diciendo, “¿Por qué usted no creyó en el bello evangelio cumplido por el bautismo de Jesús y su sangre?”
Leeremos la confesión de un cristiano nacido de nuevo que al principio creyó que él había recibido el Espíritu Santo sin la evidencia del bautismo de Jesús y su sangre. Este hombre cree ahora en el evangelio del agua y la sangre y ha recibido el Espíritu Santo. Aquí, debemos señalar exactamente en quien mora el Espíritu Santo.
“Dios empezó a vivir en mi corazón cuando yo comprendí la razón de mi existencia en este mundo. Mirándome, pensé en mi debilidad para vivir solo en este mundo cruel, y me salió como un deseo por Dios. Yo no busqué a Dios pero naturalmente acepté su existencia porque él no es visible, pero él está allí. Claro que yo me pregunté, ‘¿Realmente él está allí?’ pero incluso ese pensamiento me aterró porque yo creo firmemente que él es el Creador de todo. 
Aquellos que rechazaron a Dios me parecían tontos, todavía de alguna manera eran mucho más poderosos que yo. Ellos me parecían como si pudieran hacer cualquier cosa en sus propias fuerzas y por otro lado los veía como tontos y débiles. Pero debido a que yo tenía esperanzas en la vida después de la muerte, yo miraba a Dios con aun mayor respeto. Yo me pregunté si el cielo era un lugar para personas como yo quienes se sienten que siempre están carentes de algo. Y esa pregunta me hizo desear más seriamente el paraíso celestial.
Mis padres miraban hacia abajo a las personas religiosas y mis hermanos iban a la iglesia sin devoción. Ellos pensaron que mi devoción por la iglesia moriría pronto, así que ellos no me impidieron ir a la iglesia hasta que yo estuviera en el nivel medio de la escuela. Así que yo fui de iglesia en iglesia y finalmente empecé a ir a una iglesia pequeña cerca de mi casa hasta que yo estuviera en la universidad. 
La razón por la que yo escogí asistir a esta iglesia fue porque puso un fuerte énfasis en el evangelio. La iglesia era una iglesia evangélica que aparentemente no hacía nada que violara las palabras de la Biblia. Yo tenía razones para llevar una vida religiosa seriamente, incluso cuando yo estaba estresado y presionado por mis estudios.
La razón era que cuando las personas llamaban paganos a los miembros de mi iglesia, yo pensaba que mi iglesia era la correcta y estaba seguro que iría al cielo. Esa certeza era basada en el evangelio. Ellos decían que los pecadores tampoco pueden entrar en las puertas del cielo, sin embargo las personas de otras iglesias también decían que sus corazones estaban llenos de pecado. Yo también creía que las personas de mi iglesia eran pecadoras antes de que yo asistiera a la iglesia, así que yo no hacia mucho caso de esta crítica. 
Pero esta iglesia así llamada-evangélica era diferente de lo que yo había experimentado en el pasado. Ellos dijeron que si nosotros creyéramos en Jesús de la manera correcta, seríamos purificados. Y sólo aquellos que son puros pueden ir al cielo. Ellos también dijeron que Jesús nos trajo justicia en la cruz y por consiguiente nosotros no éramos más pecadores sino personas justas. Yo no creí esto al principio, pero cuando me puse a pensar sobre él, le encontré sentido. Yo era joven y pensé que si quisiera ir al cielo, Dios solo me dejaría entrar si yo fuera puro, pues Dios desprecia el pecado.
Esta iglesia tenía diferentes creencias a las que yo me habitué y el ritual del servicio del culto también era un poco diferente. Pero debido a que el cielo es un lugar donde sólo pocos escogidos pueden entrar, me parecía que las personas en esta iglesia habían adoptado las creencias correctas, ya que la iglesia hacía énfasis en el agua y la sangre de Jesús, todos los domingos tomábamos el pan y bebíamos del vino. Porque esta ceremonia estaba basada en las palabras de la Biblia, yo lo acepté. Más tarde yo averigüé que estas personas tomaban parte del ritual sin entender su verdadero significado.
Yo creí que el Espíritu Santo moraba en los corazones de los creyentes y en los corazones de los justos y que él oyó todas sus oraciones. Así que yo creí que el Espíritu Santo moraba en mí. Yo estaba tan seguro que Dios era mi compañero y nunca dudé del evangelio en el cual yo creía. Cuando yo estaba pasando por tiempos difíciles, hablé con Dios como si él estuviera a mi lado. Yo creí que él me escuchaba cuando yo le decía cosas que no podía decirle a nadie más. Así que yo confié en él y dependía de él.
Yo no podía entender a aquellos que iban a las reuniones de reavivamiento para hablar en lenguas y me reía de aquellos que asistían a los servicios de oración y ayuno. Mirando tales esfuerzos yo pensé, ¿Por qué ellos pasan por tanto esfuerzo sin sentido para recibir el Espíritu Santo? El Espíritu Santo sólo viene a aquellos que son puros y permanece ahí por siempre. Ellos deben ser pecadores. El Espíritu Santo no vendría a ellos ni aun con todos sus esfuerzos. Yo sentía lástima por ellos. Pensaba que eran muy tontos. Con eso en mente, vine a pensar que mi creencia en el evangelio era la mejor y que las otras creencias eran todas una mentira.
Mi corazón arrogante alcanzó la cresta. Durante 10 años yo había llevado una vida religiosa en mi propia manera. Pero conforme pasaba el tiempo, algunas preguntas empezaron a llegar a mi mente y a mi corazón. Yo pensé, ‘Yo estoy libre de pecado debido al evangelio de la sangre en la cruz, pero todos los demás creyentes ¿también son puros? ¿Ellos realmente creen también en este evangelio?’ No supe por qué empecé haciéndome estas preguntas. Las preguntas llegaban sólo a mi mente y no podía preguntarle esto a nadie más. Esto era una creencia personal y no debía violarse. Y habría sido muy rudo preguntarle esto a alguien más.
Pero yo empecé a hacer estas preguntas a mí mismo. Mientras yo estaba en la universidad, yo empecé a hacer cosas prohibidas por los mandamientos religiosos al grado que mi corazón se volvió negro y mis creencias empezaron a disminuir. Yo ya no estaba seguro de mis creencias. ‘¿Podía llamarme un hombre justo? ¿Jesús realmente me limpió de todos mis pecados?’ Entre toda esta confusión, me vi obligado a pensar en el evangelio de la cruz y me lavé el cerebro con él. Pero cuanto más me presionaba a mi mismo, más perdido me volvía y ya no asistía a la iglesia. Usé mis actividades del club como excusa para no asistir más. 
Entre toda esa confusión y caos, finalmente conocí la verdad. Oí hablar del evangelio del agua y el Espíritu y me llegó como un relámpago. El impacto fue tan grande que sentí llorar. Al escuchar el evangelio, tuve que admitir que todo lo que yo había creído hasta entonces era falso.
Yo nunca le había pasado mis pecados a Jesús. Yo había creído vagamente que él se había llevado mis pecados y que yo era un hombre puro, pero ése ya no era el caso. ¿Por qué Jesús vino a este mundo a ser bautizado? ¿Porque quiso mostrarnos que él era tan manso como un cordero? ¿Para demostrar que él vino como hombre? ¿O para profetizar su muerte inminente? Nunca imaginé que tan vago conocimiento yo tenía del bautismo y de su importancia. La verdad era que Jesús fue bautizado por Juan como el representante de toda la humanidad y que con ese bautismo, todos nuestros pecados se pasaron hacia Jesús.
‘¡Oh! ¡Por eso Jesús se volvió el Cordero de Dios que llevó con él todos nuestros pecados!’ Ahora todo tiene sentido. ‘Jesús fue juzgado por mis pecados en la cruz. Por eso yo soy puro en mi corazón.’ En el momento en que yo conocí el evangelio del agua (el bautismo de Jesús), su sangre (la cruz), y el Espíritu Santo (Jesús es Dios), los pecados que yo mantenía en mi corazón desaparecieron. 
Ahora de verdad soy puro y un hombre justo y el Espíritu Santo finalmente mora en mi corazón. La creencia que yo tenía en la cruz no era suficiente para limpiarme de los pecados que yo había tenido en mi corazón. Si usted no conoce exactamente cómo es que sus pecados se pasaron a Jesús, entonces sus pecados no pueden ser perdonados y el Espíritu Santo no puede morar en usted. Yo agradezco al Señor que pude recibir el Espíritu Santo a través del bello evangelio. 
Sin ningún esfuerzo, fui perdonado a través del evangelio del agua y el Espíritu y el Espíritu Santo mora ahora y para siempre en mí. Ahora orgullosamente, yo puedo llamarme hombre puro y puedo estar orgulloso de que el Reino del Cielo es mío. Aprovecho esta oportunidad para agradecer al Señor por darme tal bendición sin desgaste de mi parte. ¡Aleluya!”
Aquellos que reciben el Espíritu Santo pueden decir que ellos son puros en la presencia de Dios. No importa cuánto tiempo usted ha creído en Jesús, si usted no cree en el bello evangelio que Dios nos dio, usted tiene el pecado ciertamente en su corazón. Personas así se están engañando a si mismas como a Dios. Estas personas nunca se han encontrado con el Señor. Si un pecador desea tener compañerismo con el Espíritu Santo, primero debe dejar de engañarse y confesar que él ha pecado. Sólo entonces él califica para creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que creen en este bello evangelio merecen recibir el Espíritu Santo.
¿Qué es lo que el Espíritu Santo le dice a los pecadores? Él les aconseja que obtengan el perdón por sus pecados creyendo en el bello evangelio que fue cumplido con el bautismo de Jesús y su sangre. Si usted dice que no es un pecador cuando usted si ha pecado, entonces usted nunca recibirá el Espíritu Santo. Aquellos que no creen en el bello evangelio y dicen que no han pecado engañan a Dios y a ellos mismos. Los pecadores deben conocer el bello evangelio del agua y el Espíritu y deben recibir el Espíritu Santo. Sólo entonces podrán ser librados del juicio severo de Dios.
 


Los justos pueden tener compañerismo Con el Espíritu Santo confesando sus Pecados.


Le hablo a aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu y así, recibieron el Espíritu Santo. Veamos lo que Dios ha dicho del justo. En 1 Juan 1:9, se dice, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Este verso significa que nosotros podemos limpiar nuestros pecados actuales de nuestros corazones manchados, mediante la confesión y creyendo en el bello evangelio que declara que todos nuestros pecados fueron tomados por Jesús cuando él fue bautizado y que él los expió siendo crucificado. El Justo debe confesar sus pecados actuales a Dios. Sólo entonces pueden ellos mantener compañerismo con el Espíritu Santo. El justo debe confesar sus pecados actuales y debe continuar creyendo en el bello evangelio. 
Hace tiempo, el bello evangelio del bautismo de Jesús y su sangre limpió todos nuestros pecados y por consiguiente, el justo debe creer en este evangelio y ser libre de todos sus pecados. El Señor ya ha perdonado todos sus pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu. El justo debe creer en el bello evangelio para ser libre de sus pecados. Los justos pueden purificar sus corazones creyendo en el bello evangelio del agua y el Espíritu cuando ellos se contaminan por sus pecados actuales.
Nuestro Señor limpió todos los pecados del justo hace tiempo con su bautismo y su sangre. Por consiguiente, aquellos que creen, son verdaderamente libres de todos sus pecados. El justo debe confesar y debe admitir sus pecados en la presencia de Dios. Entonces el justo debe volver a la fe en el bautismo de Jesús y su sangre que componen el bello evangelio para ser libre de todos sus pecados. Por consiguiente, ellos siempre pueden llevar una nueva vida fresca acompañados por el Espíritu Santo. Aquellos que pueden parecer al Señor sin preocupación por su debilidad pueden tener el verdadero compañerismo con Dios gracias al bello evangelio del agua y el Espíritu.
 

¿Cómo podemos lograr un verdadero Sentido de compañerismo con el Espíritu Santo?

Hay muchas personas que desean tener compañerismo con el Espíritu Santo. Pero ellos no saben como hacer realidad este deseo, aunque ellos crean en Jesús. Todas las personas vienen a recibir el Espíritu Santo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu y así comienzan a tener compañerismo con el Espíritu Santo a partir de entonces. 
Igualmente, la única manera en la que una persona justa puede tener compañerismo con el Espíritu Santo es conociendo y creyendo la verdad del evangelio del agua y el Espíritu. El compañerismo entre el justo y el Espíritu Santo no puede lograrse sin el verdadero evangelio. ¿Cómo se logra el compañerismo con el Espíritu Santo? Sólo es posible mediante la fe en la verdad del bello evangelio.
 

Dios dice que el hombre peca a lo largo de su vida.

En 1 Juan 1:10, dice, “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.” No hay nadie que no haya pecado delante de Dios. Incluso la Biblia dice, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20). Todos los hombres pecan delante de Dios. Si alguno dice que él no ha pecado, entonces él es un mentiroso. Las personas pecan a lo largo de sus vidas hasta la hora de sus muertes y por eso Jesús fue bautizado por Juan para llevar todos sus pecados. Si nosotros no pecáramos, entonces no necesitaríamos creer en Dios como nuestro Salvador.
El Señor dice, “Mi palabra no está en usted” a aquellos que piensan como si ellos no hubieran pecado. Si una persona no tiene fe en el bello evangelio del agua y el Espíritu, entonces él merece la destrucción. Si un hombre justo o un pecador dice que él no ha pecado en la presencia de Dios, entonces él no merece creer en el bello evangelio.
El Señor les dio el regalo maravilloso del bello evangelio a todos. Nosotros confesamos todos nuestros pecados y nos arrepentimos para recibir perdón de pecados con el bello evangelio. Así pudimos regresar al bello evangelio que Dios nos dio como perdón por nuestros pecados y creímos en él para tener compañerismo con el Espíritu Santo. El verdadero sentido de compañerismo con el Espíritu Santo está en el evangelio del agua y el Espíritu, y sólo aquellos que tienen el evangelio del agua y el Espíritu pueden tener compañerismo con Dios. 
La humanidad estaba lejos de Dios debido a los pecados de Adán y Eva. Nosotros, quiénes hemos heredado la semilla del pecado, esperamos tener compañerismo de nuevo con Dios. Para hacerlo, debemos volver a la fe en el evangelio de Jesucristo del agua y el Espíritu y seremos perdonados de los pecados que nos han apartado de Dios hasta ahora. 
Aquellos que creen en el bello evangelio se salvarán de todos sus pecados y Dios los llenará del Espíritu Santo. El justo puede tener compañerismo con Dios, porque ha recibido el Espíritu Santo. Por consiguiente, aquellos que han estado apartados de Dios por sus pecados deben regresar al bello evangelio del agua y el Espíritu y deben creer en él. Sólo entonces pueden ellos empezar a tener el verdadero compañerismo con Él.
El vivir en el Espíritu Santo entra con la fe en el bello evangelio. Nosotros debemos saber que el vivir en el Espíritu Santo sólo sucede por creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Creer en el bello evangelio crea una nueva senda hacia Dios. El Señor derribó la pared que nos separaba de Él debido al pecado original y los pecados actuales, y nos permitió tener compañerismo con Dios a través de nuestra fe en el bello evangelio del agua y el Espíritu. 
Nosotros debemos establecer compañerismo con el Espíritu Santo una vez más. El verdadero compañerismo con el Espíritu Santo se logra a través de entender el evangelio del agua y el Espíritu mediante la obediencia a la fe. El compañerismo con el Espíritu Santo ocurre cuando tenemos fe en el hecho que el perdón de nuestros pecados viene del bello evangelio. Aquellos que no han recibido el perdón por sus pecados no pueden tener compañerismo con el Espíritu Santo. En otras palabras, nadie puede tener compañerismo con el Espíritu Santo sin creer en el evangelio del agua y el Espíritu. 
Si es difícil para usted tener compañerismo con el Espíritu Santo, entonces usted debe admitir primero que usted no cree en el evangelio del agua y el Espíritu y que sus pecados no se han perdonado. ¿Desea usted tener compañerismo con el Espíritu Santo? Entonces crea en el evangelio que fue cumplido a través del bautismo de Jesús y su sangre. Sólo entonces será perdonado por todos sus pecados y como recompensa usted recibirá el Espíritu Santo en su corazón. Este bello evangelio puede concederle compañerismo con el Espíritu Santo.
 
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