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Sermones

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 7-2] La correcta vida de fe (Lucas 7, 36-50)

La correcta vida de fe(Lucas 7, 36-50)
«Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz».
 
 

¿Cuál es la vida de fe correcta?

 
Probablemente habrán oído la Palabra del pasaje de las Escrituras de hoy muchas veces, pero no creo que haya muchas personas que conozcan el significado claramente. En realidad hay muchas personas que piensan que son los protagonistas de este pasaje de las Escrituras.
Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar. La Palabra de este pasaje dice que una mujer en la aldea era una pecadora que visitó a Jesús cuando estaba cenando en casa de un fariseo. Está escrito: «una mujer de la ciudad que era pecadora», y significa que la mujer era una pecadora que todo el mundo conocía. Había todo tipo de rumores sobre esta mujer que era una pecadora conocida. ¿Cómo de comunes creen que eran estos rumores si incluso aparecen escritos aquí? En el pasado, había una tendencia a que los rumores se extendiesen rápidamente cuando una persona hacía algo especial. Hoy en día a la gente no le importa si una persona es pecadora o no.
Muchos cristianos también viven como los fariseos espiritualmente. Hay muchas personas que piensan que son diferentes a esta mujer porque han recibido la remisión de los pecados. Sin embargo, nosotros somos personas iguales que esta pecadora conocida, una mujer que había sido llamada pecadora por toda la ciudad. Esta mujer no es la única mujer llamada pecadora, sino que nosotros también somos pecadores como ella.
¿Saben cuánto pecados en este mundo? Esta mujer era conocida como pecadora porque cometió muchos pecados, pero nosotros también cometemos pecados durante todas nuestras vidas en este mundo. ¿Creen que los justos son diferentes? No hay ninguno entre nosotros que no haya pecado. ¿Podemos decir que no somos pecadores si nuestros seres reales son revelados ante Dios? No somos pecadores que cometen pecados en secreto a veces. Somos pecadores bien conocidos que han cometido muchos pecados en público. Toda la gente de este mundo es pecadora ante la presencia de Dios, como esta mujer.
Sin embargo, muchas personas dicen que no han hecho estas cosas y fingen ser rectas y hacer buenas obras como los fariseos, y se comportan como si no tuvieran nada que ver con los pecados. Sin embargo, ¿son así en realidad? ¿Quién es diferente a esta mujer que era una pecadora conocida en la ciudad ante la presencia de Dios? Los pastores, monjes budistas que practican el ascetismo, sacerdotes católicos, monjas, miembros de la Cruz Roja, todos son pecadores. Sin embargo, insisten que no son así. Fingen que no son pecadores cuando en realidad son pecadores ante Dios.
¿Era esta mujer la única pecadora de entre todas las mujeres que vivían en su aldea? No. Todas las mujeres que vivían en esa aldea eran igual de pecadoras. Los hombres que vivían en esa aldea también eran pecadores. Todo el mundo es igual de pecador. Todo el mundo es pecador. La gente que finge ser justa no es mejor que estos pecadores. La gente religiosa parece ser buena, ¿verdad? Sin embargo, es pecadora. Es gente sucia que ni siquiera puede imaginarse lo sucia que es. Nosotros, los nacidos de nuevo, somos iguales. Los seres humanos son pecadores sucios y desesperados. Puede parecer que no seamos pecadores, pero los seres humanos somos todos pecadores conocidos por toda nuestra ciudad. Somos así espiritualmente.
Los que saben que son pecadores ante la presencia de Dios, y los que saben que son insuficientes, son humildes en sus corazones. Estas personas aman a Jesús, quien ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. Una persona que se conoce bien, ama a Jesús. Y una persona que puede saber cómo es, entiende que no es diferente a esta mujer, y por eso puede derramar aceite aromático a los pies de Jesús y predicar el Evangelio de Cristo.
 
 

¿Son diferentes a esta mujer?

 
La mayoría de los cristianos creen que son diferentes a estos pecadores, pero ¿cuál es la diferencia? Dicen que no son prostitutas, aunque hacen las mismas cosas; hacen cosas sucias en sus corazones y son iguales a los ojos de Dios. Los humanos son todos iguales a los ojos de Dios. Sin embargo, se reúnen todas las semanas y oran: «Perdona a esos pecadores. Señor, perdónalos y sálvalos» como si ellos fueran mejores. Debemos saber que somos así. Somos pecadores. Debemos conocer nuestros verdaderos seres. Somos personas así ante Dios. Sin embargo, muchas personas no lo saben. Piensan que son pecadores marginales que están bien porque no son pecadores terribles conocidos por toda la ciudad. Sin embargo, sí somos pecadores conocidos por toda la ciudad.
Todos cometemos todo tipo de pecados sucios con nuestros corazones. Solo habría cosas terribles y sucias en nosotros si no tuviésemos la justicia de Jesucristo en nuestras vidas. Aún así, la mayoría de las personas piensan que hay personas decentes y personas sucias en el mundo. Sin embargo, todos los seres humanos son seres bajos ante la presencia de Dios. Todos los humanos son iguales que esta mujer que era conocida en su ciudad.
Todos nosotros debemos saber lo sucios que somos ante la presencia de Dios. Podemos hacer lo mismo que esta mujer cuando entendemos esto y recibimos la salvación de los pecados por fe. Sin embargo, recibiremos la destrucción eterna si nos convertimos como los fariseos. Seremos destruidos si pensamos que no somos como esta mujer. No podemos recibir el Evangelio del agua y el Espíritu que es el Evangelio de la remisión de los pecados y convertirnos en personas que no pueden recibirlo, y si recibimos la Palabra del agua por un momento, acabaríamos escupiéndola. Por tanto, debemos saber que somos personas sucias.
Una mujer que era una pecadora bien conocida trajo una botella de alabastro con aceite aromático y se sentó a los pies de Jesús llorando, y empezó a lavarle los pies con sus lágrimas. Aquí, debemos saber quién ama a Dios más y quién le sirve más. La persona que sabe que es una pecadora puede conocer el valor del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso pudo darle todo ante la presencia de Dios y servir la justicia. Esta mujer, que era una pecadora bien conocida en la ciudad, le trajo a Jesús una botella de aceite aromático. Sin embargo, una persona que no sabe que es pecadora, una persona que no conoce la esencia de su naturaleza pecadora no puede acercarse a Dios con fe.
¿Son ustedes personas que viven por el Señor durante todas sus vidas? ¿O son personas que viven por sí mismas? Una persona que sabe que comete pecados a menudo y que es inadecuada, y una persona que sabe que Jesús tomó todos sus pecados sobre Sí mismo, sabe lo preciosa que es la justicia de Dios y la sirve con lealtad. Esta persona utiliza esta preciosa justicia para predicar el Evangelio. Una persona que no sabe que es pecadora y no se conoce a sí misma, no piensa que el Señor sea tan valioso y no puede ofrecerle nada. Solo una persona que sabe que tiene muchos fallos y debilidades aunque haya recibido la remisión de los pecados puede ofrecerlo todo al Evangelio y servirlo ante la presencia de Dios.
Sin embargo, una persona que no se conoce a sí misma, considera el Evangelio del agua y el Espíritu como una doctrina básica y la ignora. Piensa que el Evangelio del agua y el Espíritu es una enseñanza más. Pero, ¿saben lo bello y precioso que es el Evangelio del agua y el Espíritu? Si no fuera por el Evangelio del agua y el Espíritu moriríamos y seríamos malditos. ¿Cómo vamos a pensar mal del Evangelio que nos ha salvado? Sin embargo, el Evangelio del agua y el Espíritu no es un Evangelio cualquiera que se pueda ignorar. Este Evangelio con el que Jesús nos salvó no es cualquier Evangelio. No es un Evangelio como un caramelo que se le da a un niño. Es la cosa más valiosa del mundo.
El Evangelio del agua y el Espíritu con el que Jesucristo ha eliminado nuestros pecados no es un Evangelio en el que todo el mundo pueda creer fácilmente. La gente sirve al Evangelio en vano porque no lo consideran importante. Sirven a Jesús como un accesorio porque creer que Jesús es un accesorio, y sirven al Evangelio como si fuera un ritual sin sus corazones y creen que están sirviendo al Señor bien. ¿Es esta la fe espiritual correcta? Se convierten en personas malvadas porque creen erróneamente.
El Evangelio es algo que debemos tener en nuestras vidas. Estamos destinados al infierno sin este Evangelio aunque Dios existe. Solo habrá destrucción. Sin embargo, no sé cuántas personas consideran que este Evangelio no tiene valor. Es un gran error creer que una persona puede recibir la remisión de los pecados al decir: «¡Señor! ¡Señor!». ¿Cómo podemos recibir la remisión de los pecados al llamar al Señor? La maldición de Dios puede estar sobre ustedes si piensan que el Evangelio es una cosa ordinaria como una piedra en la calle, cuando en realidad es un secreto del Cielo. Esta Verdad es muy valiosa y debemos creer en ella. Una persona que haya descubierto la Verdad no puede comportarse como esta mujer.
El Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad, no puede ser descubierto por cualquier persona. El Evangelio del agua y el Espíritu no es un Evangelio cualquiera que todo el mundo pueda tener. Muchas personas de hoy en día solo creen en el Evangelio por su cuenta y no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu correctamente. Por tanto, quien crea en Jesús es un pecador salvado. ¿Tiene esto sentido? Es la misma lógica que decir: «Fui rescatado cuando me estaba ahogando, pero ahora me estoy ahogando en aguas más profundas».
Cuando les preguntamos a estas personas que creen en Jesús así algo acerca del Evangelio del agua y el Espíritu, no pueden decir nada y cierran la boca. Solo pueden decir que Jesús murió por sus pecados en la Cruz, pero ¿se trata de esto solamente el Evangelio que elimina sus pecados? Dicen que Jesús, quien murió en la Cruz, los salvó de sus pecados, pero este no es el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos conocer primero la naturaleza de Jesucristo para poder conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, y entonces debemos saber cómo Jesucristo ha borrado todos nuestros pecados y conocer el Evangelio de la Verdad a través de la Palabra con todo detalle. Y la gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu debe saber específicamente cuántos pecados fueron borrados y cómo. El Señor borró todos los pecados de esta mujer que era una pecadora conocida por toda la ciudad. Este es el Evangelio del agua y el Espíritu. La gente cree equivocadamente que el pecado original fue borrado cuando ofreció oraciones de penitencia todos los días. Sin embargo, el Evangelio del agua y el Espíritu no enseña esto.
La mujer que era una pecadora conocida en toda la ciudad no solo cometió pecados una vez, sino muchas veces; y todo el mundo peca como ella. Sin embargo, Jesús tomó todos los pecados de esta mujer a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Esta mujer se sentó a Sus pies llorando y empezó a lavarle los pies con sus lágrimas. Como esta mujer, una persona que sabe que peca, cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Una persona que conoce el Evangelio del agua y el Espíritu no puede alardear de su justicia ante Jesús. Una persona que se conoce a sí misma no puede presentarse ante Jesús de esta manera. No puede porque está avergonzada de sí misma.
Esta mujer que había cometido muchos pecados se sentó a los pies de Jesús y derramó lágrimas. Trajo una botella de alabastro con aceite aromático y derramó lágrimas de gratitud porque Jesucristo la había salvado de todos sus pecados. Podemos ver que la mujer quería servir al Señor, hacer la obra del Señor en lugares remotos. Una persona que ha recibido la remisión de los pecados ante la presencia del Señor hace lo mismo que esta mujer.
Esta mujer le lavó los pies a Jesús con su pelo, le besó los pies y los ungió con aceite aromático. ¿Saben que Jesucristo ha borrado todos sus pecados completa y perfectamente? El significado espiritual del hecho de que esta mujer le lavase los pies a Jesús con su pelo es que esta mujer creyó correctamente que Jesús vino a este mundo y tomó todos los pecados sobre Sí mismo. No podemos creer si no entendemos el Evangelio claramente. No podemos creer si no tenemos el conocimiento correcto de cómo Jesús vino a este mundo y nos salvó al eliminar nuestros pecados.
 
 

Esta mujer le lavó los pies a Jesucristo con el pelo

 
Esta mujer creyó que todos sus pecados, todos los pecados que había cometido, tantos como la niebla, como las nubes, como la arena, y todos los pecados que cometería hasta que muriese, habían sido perdonados a través de la obra que el Señor había hecho para siempre. Esta mujer tenía este conocimiento y esta convicción. Creyó con un conocimiento claro que Jesús vino a este mundo y eliminó los pecados; sabía lo que significaba el camino de Jesús. Le besó los pies para dar a entender que entendía y amaba la obra de Jesús correctamente. ¿Han besado la obra que Jesucristo ha hecho por ustedes? Jesús vino a este mundo en la carne humana por la mujer que era tan infame por sus pecados en la ciudad y por nosotros que somos graves pecadores. Y el Señor tomó todos los pecados sobre Sí mimo y dejó esto escrito en la Biblia.
Besar es creer. ¿Besan la obra de nuestro Señor, la Palabra que ha hecho con Su luz? ¿Creen? La gente se puede preguntar por qué esta mujer le besó los pies a Jesús cuando estaban polvorientos, olían mal y estaban sucios por el sudor. ¿Qué nos quiere decir esto? Jesucristo vino a este mundo encarnado en un hombre y tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, y los eliminó al morir en la Cruz y resucitar al tercer día. Y la obra que Jesús hizo es muy valiosa, para nosotros y para esta mujer que era una pecadora bien conocida en la ciudad. Por tanto, le besó los pies porque para ella eran muy bellos y santos.
Muchos pecadores no admiran el hecho de que Jesús tomase los pecados del mundo al ser bautizado en el río Jordán y piensan que simplemente murió por nuestros pecados. ¿Por qué no besan la obra de Jesús con la que tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo en el río Jordán, el río de la muerte, y Su obra de predicación aunque besen a Jesucristo por morir en la Cruz? ¿Por qué no besan la obra de Jesús que eliminó nuestros pecados al recibir el bautismo y la obra de predicar el Evangelio para salvarnos?
Esta mujer besó los pies de Jesús y los pies simbolizan que Jesús tomó todos los pecados sobre Sí mismo. No hay verdadero Evangelio a parte del Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio consiste en que Jesús vino al mundo encarnado en un hombre y tomó todos los pecados de los humanos al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Este Evangelio es Jesucristo, quien tomó todos nuestros pecados al ser juzgado en nuestro lugar y morir en la Cruz, y al ser resucitado al tercer día por Dios Padre y sentarse a Su derecha. El verdadero Evangelio contiene estos elementos.
No podríamos haber recibido la salvación si Dios no hubiese venido a este mundo encarnado en un hombre. Muchas personas que dicen ser cristianas solo creen en Jesús clavado en la Cruz o en Jesús como encarnación humana. Ignoran la voluntad de Dios al no aceptar el Evangelio que dice que el Señor tomó todos los pecados del mundo en el río Jordán. No admiten que el verdadero Evangelio es la base de su salvación. Jesús les preguntó a los fariseos y a los escribas: «Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?» (Lucas 20, 3-4). Dios predestinó el bautismo de Juan en Su providencia. Dios planeó borrar todos los pecados de la humanidad a través del bautismo de Jesús a manos de Juan. Los humanos podemos recibir la remisión de los pecados porque todos los pecados del mundo fueron transferidos a Jesús cuando Jesucristo recibió el bautismo de Juan el Bautista. Este es el verdadero Evangelio.
Por tanto, debemos besar la obra que Jesucristo hizo con Sus pies. Debemos besar todas las obras que Jesucristo ha hecho. Sin embargo, la mayoría de las personas no besan todos los ministerios de la salvación que Jesús ha hecho. Estas personas no son los pecadores conocidos por toda la ciudad, sino los pecadores que solo deben 50 denarios. Solo un pecador bien conocido en la ciudad se presenta ante Jesucristo y le besa los pies. Solo un pecador total que sabe que es insuficiente ante Dios y que admite que tiene muchos pecados puede besar la obra que Jesucristo ha hecho completamente. Una persona que piensa que es pecadora con pocas debilidades y que comete pecados solo ocasionalmente nunca le besa los pies a Jesucristo. Todos nuestros pecados fueron transferidos a Jesucristo cuando fue bautizado en el río Jordán. Sin embargo, la gente que dice creer en Jesucristo con lealtad sin besar esta Verdad es pecadora.
Esta mujer le besó los pies a Jesucristo. Estaba agradecida porque Jesús tomó todos sus pecados sobre Sí mismo. Esta mujer no pecó solamente uno o dos veces, sino que pecó allá donde fue. Había rumores y chismes allá donde iba. No podía caminar con la cabeza alta sin vergüenza, porque allá donde iba la gente hablaba de ella. Pero esta mujer llegó a saber que Jesús había tomado todos sus pecados. Solo una persona que tiene este conocimiento como esta mujer y sabe que Jesucristo tomó todos los pecados del mundo puede besar el Evangelio de Jesús y puede recibirlo en su corazón y aplicarlo a su vida naturalmente.
¿Aceptan este Evangelio? ¿Son pecadores como esta mujer? ¿Son pecadores que cometen pecados ocasionalmente? Nadie peca un poco ocasionalmente y sin querer. Nadie es un poco pecador que solo peca una o dos veces. Los seres humanos son pecadores que pecan continuamente en este mundo hasta el momento en que mueren. Jesucristo tomó todos estos pecados sobre Sí mismo, junto con los demás pecados del mundo. ¿Creen que son pecadores bien conocidos como esta mujer?
Ustedes son pecadores bien conocidos en toda la ciudad. Yo soy así también y el resto del mundo también. No intenten convencerse de que no son así. Una persona que piense que no es pecadora acabará escupiendo el Evangelio incluso después de creer en Jesucristo. Esto significa que esta persona no besó los pies de Jesús. Algunas personas se preguntan si hay algo más valioso y bello que este Evangelio, pero no lo hay. ¿Qué puede ser más valioso para nosotros? ¿Cómo podríamos recibir la salvación si Jesucristo no hubiese tomado todos los pecados sobre Sí mismo, y qué podría ser más maravilloso que esto? No hay ningún otro Evangelio ni religión o enseñanza más valiosa ni maravillosa que este Evangelio de Verdad. No hay mayor amor que el amor de Jesús en este mundo.
Debemos besar los pies de Jesucristo espiritualmente. Debemos besar los pies de Jesucristo con la fe que sale de lo más profundo de nuestros corazones. No piensen que solo tenemos un poco de pecado y que no pecaríamos si intentásemos no pecar. Lo que quiero decir es que no debemos ser orgullosos ni pensar que no pecaremos más aunque hayamos pecado en el pasado. Aunque no sepan los pecados que van a cometer en el futuro, Jesús los conoce todos. Por eso el Señor vino al mundo y tomó todos los pecados sobre Sí mismo en el Jordán, todos los pecados de toda una vida, todos los pecados de los pecadores bien conocidos, los pecados de maldad y los pecados por debilidad. ¿Creen que son este tipo de personas? Deben saber que no pueden servir al Evangelio si no saben que son este tipo de personas.
Podemos servir al Señor con acción gracias porque somos débiles todos los días. No podemos adorar al Señor si no tenemos debilidades. Una persona que solo acepta el Evangelio y no sigue al Señor no ha recibido la remisión de los pecados. Algunas personas solamente aceptan el Evangelio y se vuelven a su vida anterior, y piensan que no tienen muchos pecados y que pueden dejar de pecar en cualquier momento. Estas personas no pueden creer que el Señor tomó todos los pecados que cometen en ese momento. El Señor no permite que esta gente tenga fe. Hay personas que dicen que no necesitan a la Iglesia ahora porque han recibido la remisión de los pecados, y que pueden reconocer si la necesitan o no.
Jesucristo tomó los pecados de esta mujer sobre Sí mismo, los pecados que son tantos como sus cabellos. Por tanto, la mujer estaba muy agradecida por la obra de salvación que el Señor había hecho con Sus pies y los amó tanto que los besó y derramó aceite aromático sobre ellos. Su comportamiento implica que quería vivir para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu durante el resto de su vida.
Los cuatro Evangelios hablan de esta mujer como una pecadora bien conocida en la ciudad. ¿Acaso no somos todos como la prostituta del pueblo, tanto los hombres como las mujeres? ¿Quién puede decir que no es así? Que dé un paso hacia delante el que pueda decir que no es como una prostituta. ¿Quién puede hacer todo esto? ¿Un monje budista? ¿Un pastor? ¿Un sacerdote? ¿Un ministro? ¿La mujer de un pastor? ¿Un diácono? ¿Un anciano? ¿O una diacona? Todos los seres humanos son así. Se esconden detrás de una mascara.
Los que estamos reunidos aquí hemos recibido la remisión de los pecados. Hemos recibido la remisión de los pecados porque somos como la prostituta de la ciudad. Esto quiere decir que hemos recibido la remisión de los pecados porque Jesucristo eliminó todos nuestros pecados. Una persona que pide perdón y dice que no es muy pecadora y que nunca pecará de nuevo si el Señor la perdona, es una persona muy arrogante que no se conoce a Sí misma. Esta persona piensa que todo lo que tiene que hacer es ofrecer oraciones de penitencia cada vez que peca. ¿Acaso no volvemos a ir al baño después de haber ido una vez? Tendremos que volver al baño porque no podemos vivir sin comer. Nadie puede vivir sin ir al baño durante mucho tiempo. Una persona así no es pecadora según este razonamiento. Una persona que no necesita al Señor aunque peque todo el tiempo, no sabe que es pecadora.
Hay muchos cristianos que tienen su propia justicia. ¿Son ustedes como prostitutas? Somos todos iguales ante la presencia de Dios. La mente humana está corrupta ante Dios como está escrita: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (Jeremías 17, 9). Del corazón de los seres humanos salen cosas sucias como agua podrida porque el corazón está corrupto. Dios pone en circunstancias difíciles a estas personas que dicen no ser pecadoras y así se llegan a someter a Él. Pero la gente llena de hipocresía que finge ser justa en la Iglesia acaba dejando la Iglesia porque no sabe que es pecadora. Al final se van de la Iglesia y se van por su cuenta porque tienen demasiada justicia propia.
Necesitamos al Señor, necesitamos al Evangelio, y necesitamos a la Iglesia en nuestras vidas. La mujer le lavó los pies a Jesús, se los besó y le derramó aceite aromático sobre ellos. Esta mujer ungió los pies de Jesús con aceite aromático caro que simboliza el Evangelio del agua y el Espíritu espiritualmente. Esto es muy buenas noticias, mejores que cualquier otra noticia en el mundo. La historia más bella de todas es que el Señor ha borrado los pecados de los seres humanos. El aceite aromático tiene un buen olor cuando se derrama. Es aceite, pero su aroma es muy fuerte y agradable. El aceite aromático significa que nuestro Señor tomó todos los pecados de los seres humanos que somos pecadores bien conocidos, todos los pecados que cometemos todos los días, hasta el momento de nuestra muerte, al recibir el bautismo en el río Jordán.
¿Quién es esta gente que vive una vida espiritual? Los pecadores. Los pecadores bien conocidos viven así. La mujer entregó su vida entera a servir al Evangelio y por eso los nacidos de nuevo deben dedicar sus vidas a predicar el Evangelio. Sin embargo, los fariseos pensaron que eran más justos que la mujer diciendo: «Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora».
¿Son completos pecadores ante Dios? ¿O son personas con pocas faltas ante Dios? ¿Se han arrodillado como pecadores y confesado: «Señor, soy un pecador» ante Dios? ¿Han sido pecadores por sus obras? Todas las personas son pecadores ante Dios. Sin embargo los fariseos dijeron: «Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora». Sabían que era una pecadora cuyos pecados todo el mundo conocía.
Hay dos tipos de pecadores: los pecadores cuyos pecados son revelados exteriormente y los pecadores cuyos pecados no han sido revelados todavía. Debemos convertirnos en pecadores cuyos pecados han sido revelados completamente ante Dios. Debemos admitir ante Dios que somos pecadores completos, no solamente pecadores que tienen solo unas pocas debilidades, y que merecemos ir al infierno. Debemos saber que somos completamente pecadores. Debemos darnos cuenta de que somos así.
Estamos agradecidos a Jesucristo por tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo cuando admitimos que somos pecadores. Por eso podemos besarle los pies, besar la obra que Jesús ha hecho y seguirle con acción de gracias, y derramar aceite aromático y servirle. Además, nos entregamos a la obra justa de predicar el Evangelio y de vivir con Jesús. Con esta fe, el Apóstol Pablo profesó: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Génesis 2, 20). ¿Cómo podemos ser crucificados con Cristo? Solo es posible cuando nos unimos a Él mediante Su bautismo.
Ahora nuestras vidas consisten en vivir la vida de Cristo. Nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo y nos salvó cuando no podíamos evitar recibir el juicio de nuestros pecados, morir e ir al infierno por nuestros pecados. Yo debo vivir mi vida por el señor porque es Él quien me ha salvado del infierno, y quien tomó todos los pecados que cometeré en el futuro por mis debilidades.
Esta mujer vivió así. ¿Qué tipo de persona rompería una botella de alabastro con aceite aromático? ¿Qué tipo de persona puede recibir la salvación? ¿Qué tipo de personas besan los pies de Jesús? Una persona que sabe que peca y que va a ir al infierno, una persona que sabe que hay muchos pecados grabados en su corazón, una persona que sabe que va a ir al infierno a la luz de la Palabra, recibe la salvación y besa los pies de Jesús. Una persona que sabe que es pecadora cree que Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre y tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado en el río Jordán a los treinta años; que Jesucristo murió en la Cruz; y que cree que Jesucristo resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del trono de Dios Padre.
Dios nos dio la remisión de los pecados y la autoridad para convertirnos en hijos de Dios a los que creen en la obra de Jesucristo. El pasaje de las Escrituras de hoy dice que los que creen que el Señor ha eliminado todos los pecados le besan los pies a Jesús. Además, dice que la gente que cree que Jesucristo tomó todos sus pecados, que eran más que los pelos de la cabeza, ha recibido la remisión de los pecados.
 
 

Los que hemos recibido el perdón de todos nuestros pecados

 
El pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más».
El Señor nos dijo que hay dos tipos de deudores. Esto significa que hay dos tipos de pecadores: uno está formado por los pecadores que son bien conocidos y el otro por los que creen que solo tienen algunos fallos. Todos somos grandes deudores ante Dios. Somos pecadores ante Dios. Pero, ¿qué tipo de pecadores son ustedes? ¿Son el tipo de pecadores que no pueden evitar morir? ¿O son pecadores con pocas faltas? Esta es una cuestión muy importante a la hora de recibir la gracia de Dios.
Hay muchos “pequeños pecadores” en este mundo que tienen una deuda de cincuenta denarios. Hay muchos pecadores de este tipo en los círculos cristianos actuales. Pero hay también personas que tienen una deuda de quinientos denarios, personas que admiten que no pueden dejar de cometer pecados, personas que están destinadas a ir al infierno si no fuera por la gracia de Dios, si Dios no hubiese borrado todos sus pecados perfectamente, si Dios no hubiese eliminado los pecados de adulterio y prostitución. Estas personas están constituidas por pecado. Algunos son pecadores éticamente, pero otros admiten que son pecadores graves que no pueden evitar ir al infierno. Existen estos dos tipos de pecadores que no pueden pagar la deuda en sus situaciones. Un pecador con pocos pecados no puede pagar la deuda ante la presencia de Dios. No puede compensar por sus pecados.
Las Escrituras dicen que el precio del pecado es la muerte (Romanos 6, 23). Deberíamos recibir el juicio de los pecados y morir porque el precio del pecado es la muerte, y esta muerte implica ser arrojados en el infierno y ser malditos eternamente. No podemos pagar esta deuda mientras vivamos porque debemos morir por esos pecados. Nuestro Señor ha eliminado todos nuestros pecados porque una persona que ha cometido pecados debe morir para pagar por ellos. Nuestro Señor ha pagado toda la deuda de estos dos tipos de pecadores. El Señor perdonó los pecados de todo el mundo; los pecadores graves y los pecadores menores. Nosotros debemos considerarnos pecadores terribles o poco pecadores desde nuestro punto de vista humano, pero en realidad todos somos igual de pecadores según la Palabra de Dios.
Dios ha perdonado los pecados de todo el mundo. Nadie tiene más pecados. ¿Creen que todavía hay pecadores? Antes éramos pecadores, pero ahora somos justos. Nos convertimos en personas justas cuando entendemos que somos pecadores, y creemos en la obra que Jesús ha hecho y le besamos los pies. No hay pecados en este mundo porque Jesucristo ha eliminado todos los pecados de este mundo porque Jesucristo los ha eliminado. El que todos los pecados hayan sido eliminados significa que Jesús pagó su precio con Su vida. Esto significa que Jesús tomó todos los pecados y su juicio. Jesucristo recibió el bautismo por nosotros y fue juzgado en nuestro lugar. Jesucristo no solo hizo esto de palabra, sino que en realidad murió por nosotros.
Entonces, ¿quién amó al Señor más de los dos tipos de pecadores? El que tenía más pecados amó más al Señor. Una persona que ha recibido la remisión de los pecados ama al Señor y le sirve hasta el final. Una persona que sabe que es pecadora destinada a ir al infierno ama a Jesús y cree en el Evangelio. Sin embargo, una persona que no sabe que es pecadora, no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Jesús le dijo a Simón, el fariseo: «¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos». Estamos agradecidos porque Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo aunque pequemos con nuestros corazones y acciones hasta el día en que morimos ante la presencia de Dios. Por tanto, este pasaje habla de la mujer que le lavó los pies a Jesús con sus lágrimas. Eran lágrima de agradecimiento.
Por el contrario, este fariseo ni siquiera le dio agua a Jesús ara que se lavase los pies cuando entró en su casa. El fariseo no creía en Jesucristo. No podía servir al Señor porque no creía en Él. Dios estaba diciendo a través de esta historia que la persona que tenía más pecados amó al Señor más. El fariseo era una persona que solo tenía 50 denarios de deuda, una persona que pensaba que tenía algunos fallos, pero no una persona que era una completa pecadora. Por eso ni siquiera le sacó agua a Jesús cuando fue a su casa. Pensaba que solamente tenía algunos pecados, pero no reconoció que era un pecador grave.
Sin embargo, esta mujer era diferente. Jesús le dijo al fariseo: «No me diste agua para los pies». Esto significa que los fariseos pensaron: «¿Cuándo eliminaste mis pecados? ¿Cómo te has podido convertir en mi Salvador? Serás mi maestro, pero ¿cómo vas a convertirte en el Hijo de Dios?». El fariseo consideró a Jesús como un mero maestro. Sin embargo, no creyó en Él como el Hijo de Dios. No creyó en Jesucristo, quien borró sus pecados, como su Salvador. Aunque era un pecador, era solo un poco pecador con unos pocos fallos, pero no un pecador destinado a ir al infierno. Era un pecador que pensaba que no iría al infierno aunque hubiese pecado un poco.
Hay muchos cristianos pecadores con pocos fallos como Simón, el fariseo. Un pecador con pocos pecados nunca cree en Jesús. Finge creer pero nunca acepta la obra que Jesucristo ha hecho para perdonar nuestros pecados. Jesús vino a este mundo e hizo diferentes obras durante los 33 años de Su vida en el mundo, pero los fariseos creyeron algunas cosas acerca de Jesús y otras no. El que Simón no le diese agua a Jesús para lavarse los pies significa que no creía en Jesús como Dios.
Sin embargo, esta mujer le lavó los pies a Jesús con sus lágrimas y su cabello. Esta mujer creyó en todas las obras que Jesús había hecho y haría al venir a este mundo. Creyó que era una pecadora que no podía evitar morir y que Jesús no solo borró uno o dos pecados suyos, sino todos los pecados que había cometido. Sirvió al Señor con lágrimas porque estaba muy agradecida. Esta mujer le lavó los pies a Jesús con su pelo. Lo hizo porque no tenía otra manera de darle gracias y expresar su amor por Jesús, quien la había salvado. Expresó su fe de esta manera al creer que Jesucristo tomó todos los pecados que había cometido y que eran tanto como los pelos de su cabeza.
Confesamos nuestra fe cuando creemos en Jesús. La mayoría de los cristianos pueden confesar su fe con los labios, diciendo: «El Señor tomó todos mis pecados sobre Sí mismo y también todos los pecados del mundo». Pero no han recibido la remisión de los pecados en su corazón porque saben que son pecadores. Sin embargo, una persona como esta mujer, ha recibido la remisión de los pecados cometidos, ya sean muchos o pocos. Este tipo de personas están tan agradecidas y el Señor es tan maravilloso para ellos porque saben que todos los pecados fueron pasados a Jesucristo a través de Su bautismo. Estas personas están agradecidas porque el Señor tomó tantos pecados. Solo una persona que ha recibido la remisión de todos esos pecados puede servir al Señor como esta mujer.
¿Han recibido la remisión de los pecados que eran tantos como los cabellos de su cabeza? ¿Cuántos pelos tenemos en la cabeza a lo largo de toda nuestra vida? Lo sorprendente es que pequen más que los cabellos de la cabeza durante toda la vida. La mujer le lavó los pies a Jesús con sus cabellos. ¿Creen que a la mujer le importaba lo que pareciera cuando estaba lavándole los pies a Jesús con sus cabellos? Le lavó los pies a Jesús con su pelo mientras su cara estaba cubierta de lágrimas. Estaba diciendo con esto: «Estoy agradecido porque he recibido la remisión de los pecados porque Jesús vino al mundo y fue bautizado».
¿Acaso no somos todos pecadores? Somos pecadores que cometemos pecados que son más numerosos que los cabellos de la cabeza. No solo nosotros, sino también los demás seres humanos, somos pecadores como esta mujer. Como pecamos más que el número de cabellos que tenemos en la cabeza, somos pecadores que no pueden evitar ir al infierno por esos pecados. No sé cuantos pelos hay en una cabeza, pero los científicos dicen que cada persona tiene unos 100.000-120.000 pelos como media. Además, como cada pelo tiene una vida limitada, cada día se caen 100 y otros tantos salen. Por eso tenemos tantos pelos durante toda nuestra vida. El Señor sabía que tendríamos más pecados que pelos en la cabeza y por eso tomó todos esos pecados sobre Sí mismo a través del bautismo de Juan el Bautista y después murió en nuestro lugar. Esta es la profesión de fe en Jesús.
Queridos santos, ¿qué tienen que sea justo? Si somos justos es por la fe en Jesucristo, y no nuestras obras. ¿No es cierto? No tienen nada justo. Los seres humanos solo trabajan por sí mismos, y no hacen nada por Dios. ¿Son sus acciones justas? ¿Son sus pensamientos justos? ¿Qué justicia tienen? No tienen nada justo.
Debemos besar los pies de Jesucristo. Jesús vino a este mundo en la carne humana por los pecadores que tienen tantos pecados como pelos en su cabeza. Entonces, tomó esos pecados sobre Sí mismo, fue juzgado y murió en nuestro lugar en la Cruz. Y entonces fue resucitado de entre los muertos y ahora está sentado a la derecha de Dios Padre. Por tanto, debemos besar, al creer en la Palabra de las Escrituras, la obra de Jesús registrada en las profecías del Antiguo Testamento y los Cuatro Evangelios del Nuevo Testamento.
El Señor le dijo a Simón, el fariseo: «No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies». La mujer que conocía a Jesucristo correctamente desde el momento en que lo vio le dio un beso. Jesús abrió la puerta y entró en la casa del fariseo y esta mujer fue a Jesús, le abrazó y le dio un beso con lágrimas en los ojos. Esto significa que, aunque tengamos debilidades espiritualmente incluso después de haber encontrado al Señor al recibir la remisión de los pecados, seguimos al Señor porque tomó todos nuestros pecados que cometemos por nuestras debilidades.
Podemos recibir la remisión de los pecados completamente al creer en la obra que el Señor ha hecho por nosotros. Sin embargo, la confesión de la remisión de los pecados y la fe deben practicarse a diario y por eso necesitamos nuestra fe todos los días. Necesitamos esta fe todos los días porque somos débiles. Echen un vistazo a sus vidas. Vean lo insuficientes que somos todos. Pecamos siempre incluso después de recibir la remisión de los pecados porque tenemos debilidades. Por tanto, tenemos que besar el Evangelio al creer que el Señor tomó todos los pecados sobre Sí mismo. Debemos ser como esta mujer espiritualmente.
¿Creen que podemos convertirnos en cristianos nacidos de nuevo al entrar en el cristianismo una vez? Debemos confesar nuestra fe a diario. La necesitamos hasta que muramos. El Señor le preguntó a Pedro: «Pero, ¿quién dices tú que soy?». Pedro contestó: «Eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo». Entonces le dijo: «Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres más que estos?». Entonces Pedro dijo: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesucristo hizo que Sus discípulos confesaran su fe todos los días. Jesús hizo que confesaran su fe hasta que ascendió a los Cielos. Nosotros también debemos confesar de todo corazón y con nuestros labios que Jesús es nuestro Salvador. Quiero que confiesen su fe sin cesar.
El Señor le dijo a Simón el fariseo: «No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies». La mujer derramó aceite aromático sobre Jesús. Esto significa que debemos predicar el Evangelio durante el resto de nuestras vidas. Debemos predicar las buenas noticias de que Jesucristo ha borrado nuestros pecados a todo el mundo. Deben entregar sus vidas al Evangelio. Después de recibir la remisión de los pecados, deben vivir por el Evangelio y por Dios, y no por ustedes mismos. Deben vivir su vida por la voluntad de Cristo. La vida de una persona que ha nacido de nuevo debe vivirse por el Evangelio. Esta mujer no vivió por sí misma, sino que le entregó a Jesús la cosa más preciada que tenía.
Los Cuatro Evangelios describen que le dio el frasco de alabastro al Señor sin dudarlo; le dio el frasco entero. Quiero que ustedes entreguen su vida por completo, en vez de entregarla poco a poco. Quiero que entreguen su vida entera a Dios. Quiero que vivan como cristianos verdaderos entregando sus vidas a Cristo Quiero que lo den todo por el Evangelio. Quiero que le den todo lo bueno que tienen al Señor.
La Palabra de las Escrituras de hoy dice que la mujer ungió los pies de Jesús con aceite aromático. Esto quiere decir que la mujer vivió una vida espiritual. Solo una persona que se ha convertido en pecadora a la luz de la Palabra puede recibir la remisión de los pecados como un don. Solo la gente que es pecadora a la luz de la Palabra de Dios puede recibir la Palabra de Verdad que borra los pecados. Esto significa que una persona que reconoce la Palabra de Dios acepta y cree en la Palabra de Dios. Solo una persona que cree en esta Biblia como la Palabra de Dios, acepta y cree en la Palabra de Dios. Una persona así recibe la gracia, la Palabra y el hecho de que Jesucristo ha borrado todos nuestros pecados con la Palabra.
Sin embargo, ¿por qué hay tanta gente que no es espiritual? Estas personas no han recibido la Palabra. Algunas personas dicen: «Las Escrituras contienen palabras humanas y la Palabra de Dios. Por eso pueden tener errores en traducción, y solo debemos aceptar algunas partes de la Biblia y no otras». Las Escrituras dicen que Dios es la luz y revela lo que es correcto e incorrecto a la luz de la Palabra de Dios. Solo una persona que se ha convertido en pecadora grave, una persona que es muy pecadora a través de la Palabra, puede aceptar la Palabra, ser justa y recibir gracia abundante de Dios. Sin embargo, la gente que no es espiritual no la recibe porque no la conoce. La Biblia es la Verdad.
Algunos teólogos coreanos se reunieron para traducir la Biblia. Durante 20 años trabajaron para traducirla, pero no produjeron una Biblia que fuera igual a la que tenemos ahora. Se dice que un artesano sin experiencia siempre echa la culpa a sus herramientas. Por eso, una persona que dice que no puede creer en Jesús porque la Biblia es incorrecta está equivocada y es una persona desgraciada. Hemos evaluado la nueva Biblia con un capítulo del Libro de Salmos, y hemos llegado a la conclusión de que la Biblia que tenemos ahora está muy bien traducida. Pero la Biblia traducida durante 20 años por esos expertos es mucho peor. Estaban llenos de ignorancia. La ignorancia produce coraje. Los traductores de la versión actual se tomaron muy en serio la tarea.
Las personas que son pecadoras ahora al ser iluminadas con la Palabra, recibe la gracia de Dios a través de la luz de la Palabra. La Biblia dice: «Y la luz brilla en la oscuridad y la oscuridad no pudo comprenderla» (Juan 1, 5). Esta luz se refiere a Dios y a Su Palabra. Recibimos la remisión de los pecados a través de la Palabra de Dios, que nos dice claramente qué es el pecado, qué es la Verdad, qué es el pecado de la blasfemia del Espíritu Santo, qué es el juicio, qué es la fe, qué es la justicia humana, y qué es la justicia de Dios. La gente no cree en la Palabra porque no la conoce bien.
¿Sirven al Señor mientras creen en Jesús? ¿O sirven a las personas? Muchos cristianos sirven al Señor solamente un poco, en vez de entregar sus vidas y piensan que han servido bien al Señor. ¿Es esto cierto? La mujer rompió el frasco de alabastro lleno de aceite aromático. No le ungió con un poco de aceite solamente, sino que rompió el frasco y le ungió con todo el aceite. Le dio lo más importante que tenía. Lo hizo porque su vida se transformó completamente.
Solo los pecadores graves besan los pies de Jesús y le siguen durante toda su vida. Una persona que no es solamente un poco pecadora no besa la obra justa de Jesús. Solo un pecador horrible, un grave pecador, puede besar los pies de Jesús como esta mujer. Sin embargo, las iglesias de este mundo están llenas de estos pecadores. Estas personas no le besan el Evangelio del agua y el Espíritu. Una persona que no conoce sus debilidades no besa esta Verdad. Piensa que no es tan pecadora y por eso busca otras maneras de conseguir la salvación sin creer en el bautismo de Jesús y Su sangre. A estas personas les espera el infierno. Están destinadas al infierno. Todos los pecadores a medias están destinados al infierno. Todas las personas que dicen ser pecadores con pocas debilidades están destinadas al infierno.
Sin embargo, una persona que sabe que es pecadora que no puede evitar ir al infierno, una persona que sabe que está destinada a ir al infierno según la Palabra, creer en la Verdad de que Jesucristo eliminó todos sus pecados. Solamente un pecador así puede besarle los pies a Jesús. La conclusión es que un gran pecador puede recibir la salvación.
Hay un himno que dice: «¡Oh maravillosa gracia! ¡Qué dulce es el sonido que salvó a un desesperado como yo!». Solo una pecadora horrible pudo besarle los pies a Jesús. Besó la obra que el Señor hizo. Un pecador que solo tiene pequeños pecados no le besa los pies a Jesús. Por tanto, todos los pequeños pecadores van al infierno. Una persona que debe 50 denarios no puede servir al Señor, no puede creer en el Señor y no puede besarle los pies a Jesús. Son los fariseos que viven una vida religiosa. Los líderes religiosos, los cristianos centrados en la santidad, y los que no creen ser graves pecadores van al infierno.
Los 500 denarios de los que se hablan aquí se refieren a la gracia de Dios. La Biblia dice: «Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí» (Isaías 44, 22). Una persona que debe 500 denarios, una persona que no puede evitar ir al infierno porque tiene más pecados que los cabellos de su cabeza, cree que Jesucristo eliminó todos sus pecados completamente cuando fue bautizado. Una persona que ha recibido la remisión de los pecados sirve al Señor. Sin embargo, una persona que ha recibido la remisión del pecado original solamente no puede servir al Señor. Servimos al Señor porque hemos recibido la remisión de los pecados. Nuestro Señor tomó sobre Sí mismo todos los pecados que cometemos todos los días y los que cometeremos en el futuro. Nuestro Señor tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo cuando vino al mundo porque nuestro Señor es el Dios eterno. Por tanto, hemos recibido la remisión de los pecados para la eternidad. Solo cuando la persona que cree que Jesús tomó todos nuestros pecados puede servir al Evangelio.
Nuestro Señor le preguntó a Simón, el fariseo: «¿Ves a esta mujer?». ¿Quién es esta mujer? Una pecadora conocida en la ciudad. Era una mujer con muchos pecados que no podía evitar morir por ellos. Nuestro Señor salvó a esta persona que no podía evitar ir al infierno y ser maldita. Por eso esta mujer le lavó los pies a Jesús con lágrimas, le besó los pies y le lavó los pies con su pelo. Esta mujer creyó en Jesucristo con todo su corazón y vivió sirviendo al Señor. Esta mujer creyó en esta Verdad de que nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo que eran más que los cabellos de su cabeza. Esta mujer tenía la firme convicción de que Jesucristo era su Salvador. Por eso el Señor le dijo al fariseo que mirase a esa mujer. El Señor le estaba diciendo que debemos creer en Dios como esta mujer cuando creemos en Jesucristo.
¿Ven a esta mujer? Hemos visto lo que esta mujer hizo. El Señor dijo: «Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados». El Señor estaba diciéndonos que viviésemos una vida de fe como esta mujer. Por eso el Señor nos habló de esta mujer. Esta mujer es un ejemplo de salvación y de fe correcta. El Señor dijo que había tomado todos los pecados de esta mujer, incluyendo sus pecados personales, y no solo su pecado original.
Piensen en esta mujer. Esta mujer debía 500 denarios y no podía evitar ir a la cárcel porque no podía pagar su deuda. Por eso el Señor tomó todos nuestros pecados de esta mujer. Y nuestro Señor nos está diciendo: «Esta mujer creyó en mí, me sirvió y dio testimonio de mí. Vosotros también debéis vivir así».
Queridos santos, somos iguales que esta mujer. Por tanto, debemos vivir una vida como la de esta mujer y podemos hacerlo, no porque tengamos una voluntad fuerte, sino porque nuestro Señor nos ha dado la gracia para vivir así. Somos personas que necesitan la gracia del Señor todos los días.
¿Hay alguien justo entre nosotros? ¿Hay alguien que tenga su propia justicia? ¿Tenemos algo de inteligencia? Solo nuestro Señor es justo y solo nuestro Señor es sabio y poderoso. Nuestro Señor nos ha salvado. Miren a la mujer de la que habla nuestro Señor. Quiero que crean en la perfecta salvación que nuestro Señor hizo por esta mujer, confirmen la fe de esta mujer que sirvió y siguió al Señor, y seguirle con fe ante la presencia de Dios. ¡Aleluya!