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Sermones

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 8-2] El flujo de la sangre se paró con el poder del Señor (Lucas 8, 40-48)

(Lucas 8, 40-48)(Lucas 8, 40-48)
«Cuando volvió Jesús, le recibió la multitud con gozo; porque todos le esperaban. Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía. Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz».
 
 

¿Fue sanada de su flujo de sangre?

 
Mis queridos hermanos, estamos en otoño. El tiempo y mi humor son buenos porque hace fresco. Puede que se queden dormidos durante mi sermón porque hace buen tiempo. Pero esa no es excusa para quedarse dormidos. Hermanos, ¿ustedes también están contentos de que sea otoño? No nos importa trabajar porque sabemos que lo pasaremos bien jugando al fútbol después. Hacer ejercicio es muy duro en verano porque hace mucho calor, pero ahora el tiempo es perfecto.
El pasaje de las Escrituras de hoy habla de la mujer que tenía un flujo de sangre y que fue sanada cuando conoció a Jesús. Está escrito que, mientras Jesús iba a curar a la hija de Jairo, un líder de la sinagoga, una mujer que sufría de un flujo de sangre desde los 12 años le tocó el borde de las vestiduras y fue sanada.
¿Qué tipo de enfermedad era este flujo de sangre que tenía esta mujer? Se llama flujo de sangre porque una persona con esta enfermedad no deja de sangrar y por eso es una enfermedad que desgasta a la gente. Si una persona tenía esa enfermedad entonces, no dejaba de sangrar. Si intentamos ponernos en el lugar de esta mujer, nos sentiríamos miserables cada momento que sangrásemos.
En realidad, antes de nacer de nuevo éramos como esta mujer espiritualmente, con un flujo de sangre. Además no podíamos evitar cometer pecados todos los días, ni garantizar que dejaremos de pecar por mucho que ofreciésemos oraciones de arrepentimiento. Éramos este tipo de personas ante Dios. Pero esta escrito que esta mujer que había sufrido de esta enfermedad durante doce años, y que no podía ser sanada por nadie, tocó las vestiduras de Jesús por fe y fue sanada.
Antes, vivíamos en este mundo cometiendo pecados continuamente; no pasaba un día sin pecados. Pecábamos, ofrecíamos oraciones de penitencia, cometíamos más pecados y ofrecíamos más oraciones de penitencia todos los días mientras vivíamos nuestras vidas religiosas en el cristianismo. Y algunas religiones no cristianas dicen que sus pecados desaparecen si hacen conjuros, y si hacen obras de servicio para pagar el precio del pecado. Pero como los pecados del mundo no desaparecen con estas cosas, seguimos pecando sin poder ser libres.
Pero la Biblia dice que el poder de la sanación salió de Jesús en cuanto esta mujer, que tenía un flujo de sangre, le tocó las vestiduras a Jesús. Nuestros pecados fueron eliminados de la misma manera. Lo mismo ocurrió con nosotros. Hasta el momento en que nos convertimos en personas justas al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, teníamos un flujo de sangre; no podíamos evitar cometer pecados todos los días e intentar borrarlos todos los días, una y otra vez. Pero recordamos que nuestros pecados cesaron y desaparecieron para siempre al creer en la obra justa de salvación de nuestro Señor. Somos personas que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que es un milagro, y es nuestro deber creer en él y predicarlo. Nuestro Señor vino a este mundo para salvarnos de todos nuestros pecados, fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir toda la justicia, tomando todos nuestros pecados, murió en la Cruz por nosotros, salvándonos de todos los pecados del mundo para siempre, y resucitó de entre los muertos. Todo el que conoce esta salvación misericordiosa ha sido salvado de todos sus pecados.
Algunas personas pueden pensar que el Evangelio del agua y el Espíritu es simplemente una doctrina del cristianismo, pero este Evangelio de Verdad y poder no es una mera doctrina del cristianismo, sino una Verdad maravillosa. Si pensamos en nuestro pasado, presente y futuro, no podemos evitar decir que la obra de nuestro Señor que eliminó todos nuestros pecados para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu es el maravilloso Evangelio de la salvación. Si conocemos la justicia del Señor que vino para eliminar todos nuestros pecados, si creemos en la justicia del Señor, que cumplió la justicia de Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos darnos cuenta de que todos nuestros pecados han desaparecido.
Este Evangelio es algo por lo que debemos estar agradecidos, ya que todo lo que tenemos que hacer es creer en el bautismo de nuestro Señor y Su sangre derramada en la Cruz con la que vino a este mundo para tomar todos los pecados del mundo por nosotros, y todos los pecados en nuestros corazones desaparecieron. Antes de nacer de nuevo, esos pecados no desaparecieron a pesar de ofrecer oraciones de penitencia, ayunos, buenas obras, donaciones y al ir a la Iglesia. Pero todos acabaron desapareciendo cuando aceptamos la Palabra de la obra de Jesús, quien cargó con todos esos pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, morir en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Es como han leído aquí acerca del flujo de sangre de la mujer que acabó siendo sanado. Esta mujer no pudo ser sanada por ningún médico del mundo, pero al tener fe en Jesús, quien es justo, fue sanada.
Mis queridos hermanos, hemos recibido la remisión de los pecados para siempre mediante el poder del Evangelio del agua y el Espíritu del Señor. Este Evangelio es poderoso y maravilloso. Para salvarnos de los pecados del mundo, el Señor exaltado cargó con todas las maldiciones al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista, derramar Su sangre en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Podemos saber cómo nos convertimos en personas sin pecados al pensar en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estamos muy agradecidos por la misericordia del Señor y Su Evangelio poderoso. Si hubiésemos vivido hasta ahora con todos nuestros pecados, nos habríamos vuelto locos y estaríamos a punto de morir.
Hace mucho tiempo, pensaba que la salvación se encontraba solamente en la sangre que Jesús derramó en la Cruz y me aferré a esa idea por mucho que leía la Palabra de Dios y pensaba en la salvación de los pecados. Y ofrecía oraciones, ayunaba, meditaba y me preguntaba si esa era la Verdad, pero al final me rendí porque estaba cansado de pensar en esto. Por mucho que intentaba resolver el problema de mis pecados, era en vano porque no encontraba la salida. Podía encontrar soluciones a la mayoría de mis problemas si organizaba mis pensamientos, pero no podía encontrar la solución al problema de mis pecados.
Creímos en Jesús y en Su sangre derramada en la Cruz, pero ¿qué ocurría si pecábamos de nuevo? Que ofrecíamos más oraciones de penitencia, pero nos avergonzábamos después de hacerlo y deseábamos que el Señor volviese a la Cruz para derramar Su sangre y morir por nosotros de nuevo. Sin embargo, no podíamos evitar cometer muchos pecados. Pero nuestro Señor eliminó todos nuestros pecados para siempre al venir a este mundo, tomar todos nuestros pecados para siempre mediante Su bautismo, derramar Su sangre en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Es muy poderoso y para eliminar todos nuestros pecados con ese poder, nos salvó para siempre al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista, derramar Su sangre en la Cruz y resucitar de entre los muertos.
 
 

Este es el poder del Evangelio del agua y el Espíritu del Señor

 
El poder del Evangelio del Señor es como el poder del Señor que sanó a la mujer del flujo de sangre que había sufrido durante doce años. Todo lo que hizo fue tocar el borde de las vestiduras de Jesús. Es lo mismo que cuando todos nuestros pecados fueron eliminados completamente mediante la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que, vivimos vidas justas en las que predicamos la justicia de Dios. Ahora nos hemos convertido en personas llenas del Espíritu Santo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos nuestros pecados fueron redimidos completamente y para siempre mediante el bautismo que Jesús recibió en el río Jordán.
Hemos cometido pecados porque somos personas débiles, pero todos nuestros pecados fueron erradicados a través de la justicia del Señor. Tanto la mujer que fue sanada del flujo al tocar las vestiduras de Jesús y nosotros, que hemos sido salvados de todos los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, nos hemos vestido de la gracia de la salvación. Las obras del poder de Dios que tuvieron lugar en esta mujer se han cumplido en los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz» (Lucas 8, 48), y nosotros también hemos recibido la remisión de todos nuestros pecados para siempre mediante la fe en la obra justa de la salvación que el Señor ha hecho. Mis queridos hermanos, ¿han recibido la remisión de todos sus pecados para siempre al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu?
Todo lo que tenemos que hacer es creer en la obra de la redención que el Señor cumplió, ¿no es así? Hemos aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones por fe, y esa fe no era muy grande. Pero, ¿qué ocurrió con nuestros espíritus? Todos nuestros pecados fueron erradicados completamente. El Señor eliminó todos nuestros pecados para siempre cuando fue bautizado por Juan el Bautista y cuando derramó Su sangre en la Cruz para salvarnos de los pecados del mundo. Esta es la justicia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesucristo es Dios y nos ama, así que eliminó todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, derramar Su sangre en la Cruz y resucitar de entre los muertos. Si leen Juan 3, 16, dice: «Porque Dios amó tanto al mundo que le entregó Su único Hijo». Dios nos amó tanto que nos dio Su único Hijo y nos salvó para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en le Cruz, y resucitar de entre los muertos. El Hijo amado de Dios vino al mundo porque nos amó, cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista y murió clavado en la Cruz. Dios nos amó tanto que fue resucitado entre los muertos y nos ha salvado de todos los pecados del mundo para siempre. Este es el poder maravilloso del Evangelio de Dios. Todos fuimos salvados de todos nuestros pecados al creer en el poder de este Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad de la salvación.
Sin embargo, hay muchas personas que no han recibido la remisión de los pecados porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Este es el problema. Dios hizo esta obra de salvación porque ama a toda la humanidad. Entonces, ¿qué tienen estas personas que no les permite creer en las buenas noticias de la salvación de Dios? ¿Qué pueden obtener con sus pensamientos? Dios nos salvó de todos los pecados mediante el poder del Evangelio del agua y el Espíritu; ¿no pueden averiguar si tienen pecados o no a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Todos teníamos pecados ante Dios, pero ¿acaso no se pasaron todos nuestros pecados a Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista? ¿Y no podemos saber que recibió el juicio de todos esos pecados y los eliminó?
Mis queridos hermanos, ¿qué tipo de condiciones se necesitan para recibir este amor de Dios? Dios nos ama con compasión; y no nos pide nada a cambio. El amor de Dios no requiere nada de nosotros. Es incondicional. ¿No es cierto? Este es el amor que Dios nos ha dado a los seres humanos. En otras palabras, nos muestra Su amor de salvación sin precio. Dios nos dio el amor de la salvación pura que no nos pide ninguna compensación. Dios Padre nos ama con Su amor incondicional y misericordioso porque fuimos creados a Su imagen y semejanza. Para eliminar todos nuestros pecados para siempre Dios nos salvó a todo al enviar a Su único Hijo, hacer que fuese bautizado por Juan el Bautista, que muriese en la Cruz y resucitase entre los muertos. Como Dios nos amó incondicionalmente y absolutamente, hizo que pudiésemos obtener la salvación de todos nuestros pecados si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos darnos cuenta de que el Señor nos salvó de todos los pecados porque nos ama incondicionalmente. Esta es la salvación y el poder de Dios.
Obtenemos la salvación de nuestros pecados cuando creemos en la justicia de Dios, pero aún así algunas personas no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la justicia de Dios. La gente así tiene un corazón terco y confía en sus buenas obras más que en las de Dios. Son personas viciosas. En Lucas, una personas se le acercó a Jesús y le dijo: «¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?» (Lucas 18, 18). Estas personas tienden a rechazar las buenas obras de Dios porque piensan que tienen justicia propia. Muchas personas van al infierno por levantarse contra la justicia de Dios porque creen que sus propios pensamientos son correctos. Nuestra justicia no es nada ante la justicia de Dios. No tenemos nada bueno, solamente pecados. La humanidad hace buenas obras y sacrificios por sí misma, pero no tiene nada bueno. La bondad humana es falsa. La humanidad vive en una existencia que no puede amar sin precio o condiciones como Dios. Debemos recordar que solo Dios puede tener compasión y amarnos incondicionalmente. Solo el Señor tuvo compasión por nosotros, nos amó incondicionalmente y nos salvó de todos los pecados del mundo a través de Su amor justo y el Evangelio del agua y el Espíritu. Nos amó tanto con su amor incondicional. Debemos creer en la salvación con la que nos ha salvado de todos nuestros pecados mediante la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice que la mujer tenía un flujo de sangre y cuando tocó las vestiduras de Jesús fue sanada. La mujer fue sanada con fe en el poder del Señor. Dios es el Dios del poder. No miente, y nuestro Salvador Jesucristo es Dios. Dios Padre nos amó, y envió a Jesucristo a este mundo, quien fue bautizado, clavado en la Cruz y resucitado de entre los muertos para salvarnos. Debemos creer en este hecho. Una persona no puede tener la gracia de la remisión de los pecados si no cree en la obra que Jesucristo cumplió.
Esta mujer fue sanada de su enfermedad por el poder del Señor cuando tocó las vestiduras de Jesús por fe. Deben creer en la obra que el Señor hizo al pensar: «Oh, nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que no tengo pecados, porque todos los pecados que tenía fueron pasados a Jesús para siempre y fue juzgado por ellos». Debemos creer: «Nuestro Señor es nuestro Salvador que nos ha salvado de todos nuestros pecados, y es nuestro Redentor». Esta fe aparece en la Palabra cuando dice: «Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible» (Mateo 17, 20). La Biblia dice: «Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá» (Romanos 1, 17).
¿Sabían cómo los pecadores se convierten en justos? La Biblia dice: «Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe». Por muy unilateralmente que Dios nos haya salvado y por muy incondicionalmente que nos haya salvado con Su amor, esta salvación no tiene nada que ver con nosotros si no creemos. La Biblia dijo: «Por fe y para fe». Hemos recibido la remisión de los pecados solo por fe en la justicia de Dios. Y hemos obtenido la vida eterna. Por tanto, la Biblia dice: «Los justos vivirán por fe». Ahora vivimos por fe en la justicia de Dios. Nos convertimos en los obreros de Dios si creemos en la justicia de Dios y nos unimos a la Iglesia de Dios aunque tengamos dificultades. Esta fe no es teórica, solo puede funcionar cuando tenemos fe en el Evangelio del poder de Dios.
 
 

El Señor les dio el poder de la salvación a los que creen en Su justicia

 
Por tanto, el mayor pecado del mundo es no creer en la obra de salvación que Dios ha hecho por nosotros mediante Su amor incondicional y el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Puede Dios mentirnos? No puede mentir. Entonces, ¿por qué no cree la gente en Él? Las obras que Dios ha hecho están escritas en la Biblia; ¿cómo puede la gente no creer en su propia salvación incluso después de buscar el Evangelio del agua y el Espíritu en la Biblia? No pueden creer al leer la Palabra de Dios, así que necesitan visiones y milagros antes de creer en Él. La gente que cree en Dios por esas cosas no intenta creer en la justicia de Dios e intenta creer en su propia justicia. Llegarán a creer en el poder del misticismo que sale de Satanás y sus obras. Estas personas piensan que el poder y los milagros de Dios son más importantes que Su justicia. Dios permite que estas personas caigan en la destrucción al permitir que crean en estos falsos milagros de Satanás.
Este tipo de fe no cree en la justicia de Dios. Debemos conocer la obra de la justicia de Dios y Su salvación. Tenemos que creer de todo corazón que se convirtió en nuestro Salvador en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creemos en la justicia de Dios, ese poder cae sobre nosotros y somos salvados. Por tanto, podemos vivir ante Dios según Su voluntad por fe después de haber sido salvados de todos nuestros pecados. Ahora pueden vivir por fe en la justicia de Dios aunque tengan dificultades inesperadas.
 
 

Las personas más malvadas de este mundo son las que defienden su propia justicia. Las personas que tienen sus propias ideas son las más malvadas del mundo

 
Las personas más malvadas y maleducadas ante Dios son las que ignoran la Palabra de Dios. El pasaje de las Escrituras de hoy dice que esta mujer fue a diferentes médicos pero ninguno pudo sanarla. Esto significa que nuestras buenas obras y las obras de esas personas no pudieron eliminar nuestros pecados. La fe de los que piensan que practican el bien es como las túnicas de hojas de higuera que llevaron Adán y Eva. Cosieron hojas y se hicieron vestiduras después de pecar contra Dios. Esta fe es inútil y se viene abajo fácilmente aunque tengamos cuidado. La gente que cree que hace buenas obras tiene fe como la de Adán y Eva en el Antiguo Testamento cuando llevaron cubiertas de hojas de higuera. Estas personas son iguales que las que intentan hacerse vestiduras con hojas de higuera para cubrir sus pecados con sus vidas religiosas. Cuando una persona se hace vestiduras con hojas de higuera, las hojas se acaban secando y se rompan después de dos o tres días y ya no se pueden llevar. Al contrario que las túnicas de piel que Dios hizo para ellos, las hojas se secaron y se rompieron cuando fueron expuestas al sol, porque estaban hechas de plantas.
La justicia del hombre y las buenas obras son iguales que las hojas de higuera. Así que vestirse con hojas de higuera implica la justicia del hombre en la Biblia, mientras que las túnicas de piel que Dios hizo para Adán y Eva se refieren espiritualmente a la justicia de Dios que nunca se desgasta. Dios quería vestir al hombre con Su justicia. Estas vestiduras de Su justicia eran de piel. Es lo mismo que cumplir la justicia de Dios al transferir los pecados de los pecadores a un animal mediante la imposición de manos y al matar al animal. Esta era la ofrenda mediante la que Dios hacía que el animal recibiese la transferencia de los pecados, fuese sacrificado y entonces recibía su vida como precio del pecado.
Dios permitió que la gente que cree en la Verdad de la salvación fuese salvada de todos sus pecados. Esta es la manera en la que Dios nos salvó. Por tanto, la gente que no cree en la justicia de Dios, pero cree en su propia justicia pertenece a Satanás. La fe que Dios quiere de nosotros es la que cree y depende de Su justicia, no de la nuestra. Es lo mismo antes y después de creer en la remisión de nuestros pecados.
Hay algunas personas que quieren quedarse en la Iglesia de Dios durante un tiempo y después irse. Lo hacen porque no reconocen la Iglesia de Dios. Pero la gente que se queda en la Iglesia del Señor por fe se dedica a la obra de salvar a los pecadores con el Evangelio del agua y el Espíritu. Si dejan la Iglesia de Dios porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu aunque lo hayan escuchado, se separarán de Dios. Debemos sabir que es una gran bendición haber recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. No podemos evitar vivir enterrados en el pecado, pero ahora podemos vivir por la obra de Dios por fe gracias a la justicia de Dios.
Mis queridos hermanos, ¿cómo de terrible creen que es estar atado a los pecados? ¿Han estado atormentados por sus pecados? ¿Acaso no pensaron que tenían que hacer algo para separarse de los pecados? Había una persona que pensaba que había hecho muchas cosas buenas, y fue a Jesús y le preguntó: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?» (Lucas 18, 18). Arrepiéntanse y crean en la justicia de Dios si son como ese muchacho joven que dijo: «Todas estas cosas las he cumplido desde mi juventud, ¿qué más tengo que hacer?» (Mateo 19, 20). Entonces la justicia de Dios, no la suya, les salvará.
Deben volver a Dios y creer en la justicia de Dios. Hay muchas personas que deben dejar su propia justicia incluso después de haber creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que dicen: «Intenten ser tan buenos como yo». Todos nosotros somos personas que no pueden ser buenas ante Dios ya sea antes o después de haber recibido la remisión de los pecados. Deben saber que somos este tipo de personas.
¿Hay alguno de ustedes que esté atormentado por la bondad hipócrita? Dios destruye las buenas obras de esas personas al hacerles sufrir, y hace que abandonen Su justicia. Dios quiera hacer que dependamos de Su justicia. Esta es Su voluntad que muestra Su justicia. La gente que defiende su bondad falsa ante Dios es igual que la gente que utiliza palas delante de una excavadora. No sé si la comparación es exacta, pero son como las personas que utilizan alas en vez de excavadoras. Un solo movimiento de la excavadora mueve piedras grandes, y puede cargar con grandes montones de tierra en pocos momentos; ¿puede una persona decir que excava bien con una pala ante esta excavadora? Esta es la manera en la que las personas defienden su justicia humana.
Por mucho que se ofrezcan oraciones de penitencia y se hagan buenas obras, ¿se pueden eliminar los pecados de la misma manera en que Jesús eliminó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista? No. ¿No es cierto? Intenten excavar con una pala durante un mes. Una excavadora de una sola vez puede quitar más tierra. Esta comparación no es exacta pero esta es la diferencia entre las obras de la humanidad y las obras de Dios. ¿Cuánto puede trabajar un ser humano? ¿Y cuántas cosas buenas pueden hacer las personas? No hay nada de lo que estar orgulloso ante Dios.
Así que debemos creer en la justicia de Dios y no nos queda remedio. Debemos creer en Él como la mujer que le tocó las vestiduras de Jesús y fue sanada de su flujo de sangre. Si creemos de corazón en la obra que Jesús ha hecho por nuestra salvación, es decir, en el Evangelio del agua y el Espíritu, todos los pecados de nuestros corazones desaparecerán. Nos convertimos en hijos de Dios por fe en Su justicia. Y yo sé que todos nuestros problemas se resolverán si creemos y confiamos en el poder de Dios. Por tanto, es muy importante conocer el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad profunda de la salvación, y la gente que cree en él es sabia.
Si hay personas entre ustedes que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, abandonen su justicia. Y piensen en concreto en su maldad y sus pecados ante Dios. La gente que no cree en la Palabra de Dios porque es malvada debe ser muy malvada. Hay muchas personas que piensan que son buenas ante Dios. Primero deben deshacerse de su justicia e hipocresía mediante el conocimiento de la Verdad. Deben pensar en concreto en sus errores y en los mandamientos que han desobedecido ante la Palabra de la Ley de Dios.
Si les hablan a estas personas como si no les importasen, no sabrán nada acerca de su maldad y no intentarán escuchar las advertencias de Dios. Escucharán la Palabra de Dios sin prestar atención e ignorarán la mayor parte. Si alguien les dijese: «Soy insuficiente», estas personas contestarían: «Sí, eres insuficiente, pero yo no». Si pensamos que una persona con la que estamos hablando defiende su propia justicia y les decimos que son insuficientes, debemos saber que se burlarán de nosotros. Nos dirán: «Vivan así si quieren, tontos. Yo no tengo que vivir así. Por lo que has dicho, ustedes pueden seguir a Jesús y yo no». En realidad, el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor es para todo el mundo; aunque Jesús es el Salvador de todas las personas, algunas personas no creen en Su Palabra porque piensan que tienen mucha justicia propia. Deben recordar que sus buenas obras no son suficientes para alardear ante Dios. Deben saber que solo Dios es justo y bueno.
Mis queridos hermanos, tenemos reuniones de resurgimiento y hacemos la obra de las misiones del mundo. Trabajamos y oramos para servir a la justicia del Señor, y el día del Señor no está muy lejos. Como ya les he predicado la Palabra del Apocalipsis, no quiero hablar ahora de lo que ocurrirá en el fin de los tiempos. Pero si tengo que decir una cosa, es que la economía del mundo está en crisis, ¿no lo ven? Y esta crisis está creciendo cada vez más rápidamente. Probablemente entenderán lo rápido que están cambiando las cosas en el mundo. El mundo cambia muy rápidamente. Así que no creo que nos queden muchas oportunidades para predicar este Evangelio del agua y el Espíritu cuando llegue la tribulación.
Cuando no podemos predicar la justicia de Dios y cuando llega el momento en que nuestros cuerpos ya no pueden seguir viviendo, creo que lo único que nos queda es ser martirizados. Mis queridos hermanos, después de haber predicado este Evangelio de la justicia hasta cierto punto, habrá señales de que el Señor está cerca. Entonces, el Señor volverá pronto. Tenemos este tipo de fe y es cierta. Antes de esto debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a tantas personas como sea posible. Debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo y orar por ellos, incluyendo esas personas que se creen muy listas, que son ciegas y tienen flujos de sangre. Si fingen haber hecho muchas obras buenas, tendrán que hacerlas aunque no quieran. La gente es igual. Todos son igual de buenos o malos. Pero las obras buenas de la gente no son nada ante Dios y creo que son iguales comparadas con otras personas.
Hay un dicho coreano que dice: «El agua de lluvia que gotea de los aleros puede hacer un agujero en una piedra angular». Si predican el Evangelio del agua y el Espíritu siempre, otras personas también creerán y recibirán la salvación. Por muchas obras buenas que haga una persona, creerá y será salvada si se despiertan ante la justicia del Señor. Si lo intentamos durante mucho tiempo, se darán cuenta de que no tienen justicia propia y podrán ser salvados al creer en la justicia de Dios. Pero la mayoría de la gente que no tiene nada de lo que alardear se aferra a su hipocresía, y en realidad la única razón es que quiere esconder sus insuficiencias. Debemos deshacer estos pensamientos. Esta es la única manera de ayudarles. ¿Qué pasará si no podemos deshacer su hipocresía con el Evangelio del agua y el Espíritu? Entonces lo único que les queda es ir al fuego del infierno. Debemos ayudarles a través del Evangelio del agua y el Espíritu antes de que pase.
Por eso muchas personas en este mundo tienen su propia justicia; sin embargo, hay muchas personas que entregan sus vidas completamente. Hay personas que dicen: «Soy una persona que solo comete pecado y no puedo hacer nada porque soy insuficiente». Hay personas que creerán en la justicia de Dios por esta razón. Mis queridos hermanos, debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu al adaptarnos a su estado porque hay muchos tipos diferentes de personas en este mundo.
No sé si es porque estoy sentimental ahora que es otoño, pero estoy pensando en cosas que me pasaron antes de recibir la remisión de los pecados. Estaba tan atormentado por mis pecado que la vida era muy difícil para mí. Así que yo quería conocer la Verdad del Evangelio verdadero y le pregunté a mucha gente, pero nadie la conocía. Especialmente quería saber por qué Jesús había sido bautizado a Juan el Bautista. Pero nadie podía encontrar la razón por la que Jesús fue bautizado. Y no había nadie que conociese la Verdad cuando le preguntaba a todo el mundo acerca del Evangelio del agua y el Espíritu cuando encontré la justicia del Señor. Siempre tenía mucho interés en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que leí la Biblia varias veces y estudié Teología. La pregunta más difícil de contestar era por qué Jesús fue bautizado. No podía averiguar por qué el Señor había sido bautizado por Juan el Bautista. Así que hice muchas preguntas a teólogos y pastores famosos, oré y supliqué y compré y leí libros sobre este tema. Sin embargo, mis pecados no pudieron limpiarse a través del Evangelio del agua y el Espíritu porque no lo conocía.
Entonces, de la misma manera en que un faro no brilla en su base, la respuesta sobre la Verdad está en las Escrituras: al final encontré la respuesta en la Biblia. En Mateo 3, 15 está escrito: «Porque conviene así que cumplamos toda justicia». La justicia aquí es ‘Yi’ (義) en chino, y esta palabra está compuesta de dos letras, ‘Yang’ (羊) que significa oveja y ‘Wo’ (我) que significa yo. En otras palabras significa: «Me he convertido en una persona justa gracias a un cordero. Es decir, ya no tengo pecados gracias al Cordero que me ama». Es muy interesante que este carácter chino revele la voluntad del Señor.
Miremos más de cerca la palabra griega, en el idioma original del Nuevo Testamento. La palabra así es ‘οϋτως γάρ’ (hutos gar) en griego significa de esta manera, de la manera más adecuada, o no hay ninguna otra manera. Esta palabra muestra que Jesús tomó los pecados de la humanidad de manera irreversible y correcta a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista.
En otras palabras, Jesús tuvo que ser bautizado por Juan para cumplir toda la obra justa de Dios, o en otras palabras, nuestra salvación, al pasarle los pecados a Jesús. Todos mis pecados salieron de mi cuerpo cuando me desperté a la justicia de la Palabra de Dios. Todos mis pecados acabaron cuando conocí el significado de la Palabra a través del Evangelio del agua y el Espíritu. En un instante, mis pecados desaparecieron y mi alma se iluminó con la luz de la Verdad de Dios que llegué a conocer. Era como si una habitación oscura se hubiera iluminado en cuando encendí el interruptor. Mi corazón, que había estado oscuro y vacío, se llenó de paz; paz como la de un río que no puede describirse con palabras. Y todas mis preguntas fueron contestadas porque la Palabra de la Biblia entró en mi corazón. Toda la Palabra de la Biblia me llegó con una iluminación. «Esto es lo que significa la Palabra». Las Palabras de la Verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu resolvieron todos los pecados que había en mi corazón.
Mis queridos hermanos, Dios nos salvó de todos los pecados del mundo por Su justicia. Cuando pienso en la gracia con la que Dios nos salvó de todos los pecados, estoy agradecido. Dios nos salvó de todos los pecados del mundo y ha salvado a todas las personas de su alrededor a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, la gente que no cree en la justicia de Dios no puede evitar ir al infierno.
Deben ser salvados de sus pecados al creer en la justicia del Señor. No creer en la justicia de Dios es el mayor pecado. Basta con confiar en la justicia de Dios después de creer en el Evangelio verdadero y recibir la remisión de los pecados. Por supuesto habrá veces en que nuestros cuerpos y espíritus tengan problemas incluso después de haber nacido de nuevo. También es un pecado no confiar en la justicia del Señor e intentar vivir por sus propias fuerzas en esos momentos. La Biblia dice: «Los justos vivirán por fe» (Hebreos 10, 38). Espero que ustedes también confíen en la justicia de Dios.
Si confiamos y creemos en la justicia de nuestro Señor, Él hará obras milagrosas con Su poder. Le doy gracias a Dios que nos salvó de todos nuestros pecados. ¿Le dan gracias a Dios también?
El viento fresco es muy agradable en otoño. Siempre tenemos dificultades espirituales y físicas, pero espero que puedan resolverse en el Señor. Sé que el Señor las resolverá si le pedimos ayuda. Pero como no confiamos en la justicia del Señor y vivimos como queremos, Dios nos da dificultades para enseñarnos a confiar en Él. Dios nos da dificultades para que dejemos de ser tercos, nos ayuda a buscar Su justicia y nos guía.
Mis queridos hermanos, si miran la justicia de Dios y creen en ella, esperen. Verán que Él resolverá todos sus problemas. Estamos viviendo con este tipo de fe en la justicia de Dios.
Le doy gracias a Dios por darnos Su justicia. ¡Aleluya!