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Sermones

Tema 15: Gálatas

[Capítulo 5-3] Vivan según los deseos del Espíritu Santo (Gálatas 5, 7-26)

Vivan según los deseos del Espíritu Santo(Gálatas 5, 7-26)
«Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros».
 

Nuestra tarea

Hay cristianos en nuestros tiempos que no han sido salvados de sus pecados porque no creen en el Evangelio de la remisión de los pecados que es el Evangelio del agua y el Espíritu, y porque siguen creyendo en falsas doctrinas cristianas. Así que a través todo el Libro de Gálatas me gustaría advertirles que están destinados a ser destruidos espiritualmente debido a la doctrina de las oraciones de penitencia a la que están adheridos. Siento que a menos que aproveche esta oportunidad para aclarar este punto, no tendré otra oportunidad para corregir su fe equivocada.
Los santos de las iglesias de Galacia sufrieron grandes daños por culpa de la circuncisión. Muchos santos de Galacia dejaron el perfecto Evangelio de salvación que Pablo les había predicado, se unieron a un evangelio diferente y por eso se encaminaron hacia la destrucción. Por eso el Apóstol Pablo escribió esta carta para reprender y reprochar a las iglesias de Galacia. Ahora, en nuestra época, muchos cristianos intentan minar el Evangelio de Dios como los defensores de la circuncisión que provocaron confusión en las iglesias de Galacia. Hoy en día esta gente es la que intenta borrar sus pecados creyendo en la doctrina del arrepentimiento.
Los líderes cristianos de hoy en día están destruyendo almas que no deberían morir y mantienen vivos a los que no deberían vivir (Ezequiel 13, 19). En otras palabras, muchas almas cristianas que no deberían morir están muriendo por culpa de la falsa doctrina de las oraciones de penitencia. Su fe está muy equivocada porque creen que sus pecados se borran mediante oraciones de penitencia. Aún así viven sin darse cuenta de que esta doctrina no es correcta. Hoy en día, los que creen en esta doctrina no tienen ningún interés en el Evangelio del agua y el Espíritu y creen sólo en doctrinas cristianas sin fundamento. Esto también se debe a que no conocen la remisión de los pecados que se recibe a través de Evangelio del agua y el Espíritu.
Así que debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu revelado en las Escrituras a todo el mundo y de esa manera podremos hacer que los que ofrecen oraciones de penitencia se den cuenta de que su fe es incorrecta. Entonces podrán recibir la bendición de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu si les enseñamos la Verdad. Si no damos testimonio del verdadero Evangelio adecuadamente basándonos en la Palabra de Dios y seguimos criticando las doctrinas cristianas, la gente no prestará atención a nuestros argumentos. Simplemente dirá: «Bueno, eso es lo que vosotros pensáis». Por eso debemos dar testimonio detallado de por qué la doctrina de las oraciones de penitencia es falsa basándonos en la Palabra de las Escrituras. Sólo entonces abandonarán su fe y serán salvados creyendo en el Evangelio de Verdad.
Casi todos los cristianos creen que la remisión de los pecados se consigue mediante oraciones de penitencia, por eso aprovecharé esta oportunidad para dar testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu sin dejar duda alguna. Estos cristianos deben darse cuenta de que su fe es inútil. Nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos distinguir estas falsas creencias y podemos señalar sus errores basándonos en la Palabra. Si nos basamos en la Biblia podemos explicar por qué la fe en la circuncisión física es falsa.
Este año se dice en Corea que la temperatura en el Mar del Este (también conocido como el Mar de Japón) ha aumentado 5 grados sobre la media. Un aumento de un grado equivale a un aumento de 10 grados en la temperatura terrestre. Poco a poco este mundo avanza hacia su fin. Permítanme que les recuerde que cuantos más problemas haya en el mundo, más debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
Al mismo tiempo estoy preocupado por las difíciles condiciones políticas y económicas en Corea, que se han convertido en un obstáculo para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que le pido a Dios que nos ayude: «Señor, por favor, ayúdanos a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo cuanto antes posible». Les pido que ustedes también recen por la difusión del Evangelio. Les pido que recen por la Iglesia de Dios, por Sus obreros, por que el Evangelio sea proclamado en la tierra y por que los siervos de Dios se unan en un solo corazón y triunfen por la fe.
 


El verdadero Evangelio del agua y el Espíritu del que se debe dar testimonio ahora mismo


Volvamos a Gálatas 5, 7-9: «Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa».
¿A quién se refería el Apóstol Pablo aquí? A la congregación de las iglesias de Galacia, a todas las almas. En otras palabras, Pablo se dirigía tanto a los defensores de la circuncisión como a los santos que tenían la verdadera fe. El Apóstol Pablo dejó claro que las enseñanzas de los defensores de la circuncisión física constituían una doctrina cristiana falsa que se desviaba de la voluntad de Dios. Él decía que esta gente defendía la circuncisión en las iglesias de Galacia para conseguir su propia gloria y no según la voluntad de Dios. Por eso Pablo dijo que las enseñanzas de los defensores de la circuncisión son como la levadura: «Un poco de levadura leuda toda la masa» (Gálatas 5, 9).
El Apóstol Pablo dejó claro que los defensores de la circuncisión debían desaparece de la Iglesia de Dios y que debían predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en vez de la circuncisión. Pero los defensores de la circuncisión eran tan estúpidos que siguieron insistiendo en que los hombres se circuncidaran para ser el pueblo de Dios, y así intentaban judaizar la Iglesia de Dios. Crearon confusión en la Iglesia de Dios con sus afirmaciones y por eso el Apóstol Pablo les dijo: «Si defendéis la circuncisión y la predicáis, pereceréis en cuerpo y espíritu. Dios os maldecirá, así que dejad de defender la circuncisión física y no la prediquen».
Tal y como hizo el Apóstol Pablo debemos vencer la doctrina de las oraciones de penitencia que está corrompiendo el cristianismo por todo el mundo. Pablo nos dice que la fe legalista es la levadura espiritual que lleva a todo creyente a la muerte. Esto significa que debemos abandonar la falsa creencia de que la gente es salvada de sus pecados a través de sus oraciones de penitencia. Esto también significa que en la Iglesia de Dios sólo el Evangelio del agua y el Espíritu debe ser predicado, y que ninguna otra doctrina cristiana debe ser inventada. No debemos tolerar la doctrina de las oraciones de penitencia o cualquier otra doctrina que se levante contra el Evangelio del agua y el Espíritu. Algunas personas afirman en falso: «Mientras oraba, Dios se me apareció y me dio Su Palabra personalmente». En la Iglesia de Dios, esta fe mística no debe admitirse ni tampoco deben difundirse las creencias carismáticas que afirman tener poderes sobrenaturales. 
Debemos creer en Jesucristo como nuestro Salvador que nos ha llamado con el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesucristo nos ha salvado de todos los pecados de una vez por todas a través de Evangelio del agua y el Espíritu y todo el que cree de verdad en este Evangelio ha sido salvado de todos sus pecados por Su gracia. Dios nos ha hecho que creamos en este verdadero Evangelio y que lo prediquemos por todo el mundo. Ahora que creemos en la Verdad el Evangelio del agua y el Espíritu y que hemos sido salvados de nuestros pecados, debemos defender nuestra fe en este verdadero Evangelio.
Debemos darnos cuenta que gracias al Evangelio del agua y el Espíritu podemos alabar al Señor y servirle. Debemos creer en este Evangelio de Verdad y vivir por la fe, porque sólo así podemos glorificar a Dios. Tenemos que defender nuestras almas poniendo nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos darnos cuenta de que la Iglesia de Dios es la Iglesia que predica únicamente este verdadero Evangelio. Por tanto, en la Iglesia de Dios no debemos tolerar a nadie que difunda esta falsa levadura. Ahora ninguna otra enseñanza aparte del Evangelio del agua y el Espíritu debe entrar en la Iglesia de Dios, ni ninguna otra enseñanza debe ser tenida en consideración.
 


Debemos estar alerta de la levadura espiritual que entra en la Iglesia de Dios


La levadura se caracteriza por ser propensa a hincharse.
Para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, Dios les permitió cruzar el Mar Rojo y para salvarles de las plagas estableció la fiesta de la Pascua. La fiesta del pan sin levadura se celebraba una semana después de la Pascua. Así que el pueblo de Israel tenía que observar la Fiesta del pan sin levadura durante 7 días en el desierto después de salir de Egipto. Dios le dijo a Su pueblo que tirará toda la levadura de sus casas durante los 7 días que duraba la festividad que Él estableció. La levadura aquí equivale a las doctrinas actuales que llevan a los cristianos a la corrupción espiritual. Por eso Dios quiso que el pueblo de Israel comiera pan sin levadura.
Que Dios nos dijera que comiésemos pan puro y sin levadura significa que quería darnos la Palabra pura del Evangelio del agua y el Espíritu para que recibiésemos la vida eterna en nuestros corazones. Por tanto los que todavía creen en la doctrina de las oraciones de penitencia deben dejar su fe y creer en el verdadero Evangelio para alcanzar su salvación. Para que esto sea posible debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón y predicarlo a los pecadores tal y como está escrito porque nosotros hemos recibido la remisión de nuestros pecados al creer en este verdadero Evangelio.
Aunque el pan con levadura sea más sabroso, dura menos y pronto ya no se puede comer. El pan con levadura es como las enseñanzas espirituales corruptas. Si alguien en la Iglesia de Dios cree en la doctrina de las oraciones de penitencia en vez de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, su fe está corrupta. Además si alguien piensa que el poder de expulsar demonios es mejor que creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de Dios, con sus creencias están siguiendo los milagros y signos de Satanás. El Evangelio del agua y el Espíritu que tenemos es el Evangelio de poder que da vida eterna a los que creen en él. Por eso Dios nos dijo que defendiésemos nuestra fe en la Palabra de Dios y en el Evangelio del agua y el Espíritu: «Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad» (1 Corintios 5, 8).
Sin embargo, del mismo modo en que los defensores de la circuncisión se multiplicaron en Iglesia Primitiva, hoy en día hay mucha gente que cree en falsas enseñanzas. Por eso en esta época es indispensable que tengamos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, lo defendamos y vivamos con fe como siervos de Dios.
Gálatas 5, 10-12 dice: «Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!».
El Apóstol Pablo dijo aquí: «Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo». Pablo también dijo que Dios juzgaría a los que seguían la circuncisión física. Así continuó diciendo: «Si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz» (Gálatas 5, 11). En otras palabras, Pablo estaba señalando que la fe de los que defendían la circuncisión física estaba completamente equivocada.
Pablo les dijo a los santos de Galacia que dejaran de lado sus enseñanzas falsas. En otras palabras, les dijo que dejaran su fe falsa, no porque fueran criticados, sino por su propia voluntad, porque esa fe no viene de Dios, sino que ellos la inventaron. Esta orden no venía del propio Pablo, sino de Dios.
El Apóstol Pablo era un verdadero siervo de Dios que creía en el Evangelio del agua y el Espíritu y que fue perseguido por predicar esta fe. Para defender su fe, sufrió muchos castigos en los que llegó a rozar la muerte por dar testimonio. El Apóstol Pablo sufrió torturas físicas para defender el Evangelio del agua y el Espíritu, por eso reprendió a los defensores de la circuncisión diciéndoles que estaban apoyando esta fe para no ser perseguidos por la causa de Cristo.
¿Qué tipo de fe era la fe del Apóstol Pablo? Él confesó su fe con las siguientes palabras: «Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3, 27). Estas son las palabras de confesión de Pablo que proclamó que su fe estaba puesta en Jesucristo que vino a la tierra por el Evangelio del agua y el Espíritu. Pablo creyó de todo corazón que cuando el Señor vino al mundo y fue bautizado por Juan el Bautista, tomó sobre Si mismo los pecados del mundo de una vez por todas. También creyó que el Señor, después de tomar todos los pecados del mundo en Su bautismo, los llevó a la Cruz, fue crucificado y derramó Su sangre.
El Apóstol Pablo era un siervo de Dios cuya fe estaba puesta en el hecho de que al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, había pasado todos los pecados a Jesucristo, había muerto con Él y resucitado con Él. Y estas palabras de Pablo nos advierten que tengamos esta misma fe. Pablo dijo que los que creen de todo corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu son los que han recibido la vida eterna al creer que han muerto con Cristo y resucitado con Él. Nuestro Señor, tras habernos dado el Evangelio del agua y el Espíritu, nos dice que vivamos con fe confiando en el perfecto Evangelio de Verdad.
Sin embargo hay gente que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad e intenta causar problemas en la Iglesia de Dios con sus enseñanzas falsas sobre la circuncisión. Pablo le dijo a esa gente que dejara sus creencias por si misma. De hecho los que se han desviado de la fe de Dios deben abandonar su fe corrupta por sí mismos. Si no se dan cuenta de que su fe es falsa y no la dejan atrás, ¿quién más puede deshacerse de ella? Nosotros tenemos que entender bien todas las demás enseñanzas para poder desecharlas.
El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad definitiva que ha borrado todos los pecados del mundo, por eso podemos predicarla a todo el mundo. Si predicásemos este verdadero Evangelio miles de veces, no sería demasiado. Por el contrario, predicar otra cosa que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu aunque sea una sola vez, está mal. La gente no se cansa de escuchar el puro Evangelio del agua y el Espíritu sin levadura. Sin embargo, los que no creen en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu de corazón se cansan de escuchar este Evangelio constantemente. Sólo quieren seguir con sus supersticiones y su fe falsa, mientras rechazan el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo su fe y su conocimiento no son más que levadura ante Dios.
Por eso les pido que conozcan la Verdad bíblica en su totalidad y crean con inocencia en el Evangelio del agua y el Espíritu con sus corazones. Para abrirnos los ojos al Evangelio del agua y el Espíritu, Dios ha permitido muchos incidentes en tiempos del Antiguo Testamento. En realidad, la circuncisión era la sombra del Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando enseñamos a los que están confundidos por la circuncisión, les debemos enseñar que la ley de la circuncisión estaba destinada a enseñarles la circuncisión del corazón, es decir, la remisión de los pecados (Romanos 2, 29). Por tanto debemos darnos cuenta que apoyar la circuncisión desde un punto de vista legalista no tiene nada que ver con Jesucristo. Si el Evangelio predicado por los cristianos de hoy en día es diferente del Evangelio del agua y el Espíritu, deben darse cuenta de que no tienen nada que ver con Jesucristo. Ahora, aquí se encuentra la razón por la que debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y predicarlo. Debemos recordar la Palabra de Verdad predicada por Pablo.
 

Los deseos del Espíritu Santo de los que habló el Apóstol Pablo

Ahora el Apóstol Pablo habla de los deseos de la carne y de los deseos del Espíritu. Y entonces concluye: «Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros» (Gálatas 5, 24-26).
Ahora ustedes y yo debemos vivir según los deseos del Espíritu Santo durante el resto de nuestras vidas. Debemos crucificar las pasiones básicas de nuestra carne. Si realmente creemos en Jesucristo, debemos crucificar todos y cada uno de los deseos de la carne con Jesucristo y entonces resucitar con Él. Sólo entonces podemos describirnos como verdaderos siervos de Cristo.
Si por el contrario sus corazones están llenos de pasiones mundanas y si todavía están siguiendo sus propios deseos, deben darse cuenta de que no creen en Jesucristo de todo corazón, ni lo están siguiendo. Del mismo modo en que muchos cristianos fueron destruidos en tiempos del Apóstol Pablo a causa de los defensores de la circuncisión, en nuestros tiempos algunos siguen los deseos de la carne incluso antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al final se enfrentarán al horrible castigo de Dios porque están poniendo obstáculos a la difusión del Evangelio.
Los que no dejan de lado los deseos de la carne incluso después de nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu son iguales que los defensores de la circuncisión física. Lo que es común a ambos es que intentan arruinar la Iglesia de Dios y obstaculizar la proclamación del Evangelio del agua y el Espíritu. En realidad son enemigos de Dios.
El Apóstol Pablo confesó su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu en repetidas ocasiones: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2, 20); «Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3, 27); «Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5, 24).
Pablo siguió diciendo que fue crucificado con Cristo y resucitado con Él con su fe en el Evangelio. ¿Por qué hizo esto? Porque ustedes y yo tenemos que reafirmar nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, porque incluso después de recibir la remisión de nuestros pecados al creer en el verdadero Evangelio, estamos todavía esclavizados por nuestra carne insuficiente. Aunque nuestra carne sea insuficiente, hemos recibido la remisión de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Sin embargo si seguimos los deseos de la carne incluso tras haber nacido de nuevo, será como si siguiésemos a nuestro antiguo maestro. Deben entender que así los nacidos de nuevo seguimos los deseos de la carne, es lo mismo que decir que no tenemos nada que ver con el Señor tras haber sido salvados de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es lo mismo que servir al antiguo maestro, el faraón.
Algunos de ustedes puede que tengan dos reyes en sus corazones. Uno es Dios y el otro pueden ser ustedes mismos, es decir los deseos de su carne. Como hemos nacido de nuevo, ya no nos gobiernan los deseos de la carne porque ahora Dios es nuestro rey. Pero si a pesar de esto siguen los deseos de la carne tras nacer de nuevo, serán enemigos de Dios al final. Esto es lo que intento hacer que entiendan hoy.
 

Ustedes y yo somos nuevas criaturas

En Corea hay muchos álamos que se plantas a orillas de los ríos o en la entrada a los pueblos. Imaginemos que la gente mayor del pueblo decidiera cortar un viejo y enorme álamo porque pensaran que no tiene ninguna utilidad. Si no cortasen las raíces y dejarán el tocón, al año siguiente verían nuevos brotes y ramas. Estoy utilizando este ejemplo para ilustrar que los deseos de la carne son así.
El Apóstol Pablo nos dice que si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, la nueva vida de Jesucristo estará dentro de nosotros. En Romanos 11, Pablo nos explica que Dios nos ha dado la verdadera vida llamada el Evangelio del agua y el Espíritu cuando no teníamos nada más que maldad en la carne. Cuando se injerta un árbol, las ramas se cortan con sierra y se deja la base del árbol, el rizoma se corta en ángulo y el vástago se injerta en el rizoma. Entonces se sujeta con cinta aislante. Más tarde el vástago empieza a crecer y absorbe los nutrientes del rizoma. Si un peral que ha sido cultivado se injerta en un peral silvestre, aunque las raíces sean del peral silvestre, las ramas son del árbol cultivado y por eso dará peras de cultivo. Por eso el peral para uso comercial se injerta en el árbol silvestre.
Así la Biblia nos dice que nuestro Señor Jesucristo vino a nuestros corazones malvados que tenían todas las cualidades malas de la carne, nos quitó todos los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu y entonces plantó Su vida en nuestros corazones. Dicho de otra manera, el Espíritu de Dios ha venido a nuestros corazones que solían estar llenos del mal. Pablo dijo: «Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?» (Romanos 11, 24). En otras palabras, Dios arrancó los deseos de nuestra carne, como un olivo silvestre, e injertó en nosotros los deseos del Espíritu de Jesucristo, que es el verdadero olivo. Así podemos dar el fruto del Espíritu Santo, el verdadero olivo.
Sin embargo, aunque se nos haya injertado una nueva vida, si nuestro rizoma es más fuerte que el vástago, las antiguas ramas seguirán creciendo y cuando estas ramas de olivo sean más grandes que el vástago de olivo injertado se marchitará. Por eso el Apóstol Pablo nos advierte a las nuevas criaturas que nos deshagamos de los deseos del olivo silvestre que nacen de nuestra carne y nos alimentemos del olivo cultivado por fe.
Si ustedes y yo seguimos los deseos de la carne seremos como los defensores de la circuncisión aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Es absolutamente indispensable que reconozcamos que nuestro Maestro es Jesucristo y no los deseos de la carne. Debemos convertirnos en los verdaderos siervos de Dios que siguen al Maestro por fe, reconociendo que nuestro Maestro es Dios Mismo. Debemos entender que al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu se ha plantado la semilla de la nueva vida en nuestros corazones. En realidad es precisamente porque Jesucristo ha sido plantado en nuestros corazones que ahora vivimos vidas nuevas. Todos deberíamos aceptar en nuestros corazones lo que Dios nos ha dicho: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5, 17).
Ahora nuestros pasados han muerto en Jesucristo. Al tomar nuestros pecados, ser crucificado en nuestro lugar y levantarse de entre los muertos, Jesucristo se ha convertido en nuestro Salvador eterno. La muerte de Jesucristo es su muerte y mi muerte. La resurrección de Jesucristo en aquel tiempo es su resurrección y mi resurrección. Si de verdad creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y en Jesucristo como nuestro Salvador, debemos saber que nuestros pasados han muerto y hemos resucitado como nuevas criaturas con Él.
Aunque ustedes y yo hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, los deseos de la carne siguen presentes continuamente. En todas esas ocasiones debemos recordar que hemos muerto con Jesucristo y declarar en nuestros corazones que hemos resucitado con Él al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos vencer los deseos de la carne y vivir con fe espiritual. A no ser que arranquen los deseos carnales de su vida diaria por fe, estos llenarán sus nuevas vidas y morirán para siempre. Por eso el Apóstol Pablo dijo: «Muero todos los días» (1 Corintios 15, 31).
También tenemos que distinguir si nuestros pensamientos son correctos o no. Si averiguamos que nuestros pensamientos no son correctos cuando reflexionamos sobre la luz del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos dejarlos de lado. A través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu todos debemos distinguir las falsas creencias de la fe verdadera y defender esta última, porque de lo contrario moriremos espiritualmente.
Estoy seguro de que ninguno de ustedes quiere convertirse en alguien que, a pesar de haberse unido al pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, sigue estando en contra de Dios y difunde falsos testimonios contra Su voluntad. Sin embargo, si no dejan sus deseos carnales después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, serán como Jeroboam. Este no era un rey legítimo, ya que había establecido el reino de Israel del Norte y se había coronado a sí mismo. Temía que su pueblo se rebelara y obedeciera al rey de Judá y por eso cometió un gran pecado al cambiar el Día de la Expiación y la institución del sacerdocio.
El rey Jeroboam cambió arbitrariamente la fecha del Día de la Expiación, que era el décimo día del séptimo mes, al décimo quinto día del octavo mes, y así ofreció el sacrificio del Día de la Expiación este día que él eligió (Levítico 16, 29; 1 Reyes 12, 3-32). Mucha gente en Israel fue víctima de las falsas enseñanzas de Jeroboam y como consecuencia fueron destruidos espiritualmente y físicamente, ya que al final fueron esclavizados por Babilonia durante 70 años. Al corromper la verdad del sacrificio del Día de la Expiación establecido por Dios, Jeroboam cometió un gran pecado que llevó a su pueblo a la destrucción. Como corrompió la ley de la expiación de los pecados, a través de la cual los israelitas recibían la remisión de los pecados, los que le seguían murieron espiritualmente. En otras palabras, este hombre, Jeroboam, no sólo pecó por sí mismo, sino que hizo que muchas otras personas también murieran espiritualmente.
El Apóstol Pablo dijo: «¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!» (Gálatas 5, 12). Si estuviéramos en la situación de Pablo, no hubiéramos dicho esto, sino: «Quiero que mutiléis a los que os perturban con estas falsas enseñanzas».Sin embargo Pablo tuvo compasión por ellos y dijo: «Tened cuidado con los que perturban a la Iglesia y os perturban a vosotros. Esta gente debería mutilarse a sí misma. Ellos deberían abandonar esas falsas enseñanzas».
Mientras algunos se desvían del buen camino después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, otros siguen al Señor durante mucho tiempo desde el momento en que nacieron de nuevo al creer en este Evangelio. Mis queridos hermanos, no es tan fácil seguir al señor después de recibir la remisión de los pecados. Deberían respetar a los que empezaron a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu antes que ustedes porque esta gente ha vivido sus vidas confiando en el verdadero Evangelio y sirviendo al Señor. No es fácil vivir esta vida de fe. Ellos han creído en Jesucristo desde hace tiempo y han servido al Señor con obediencia como su Rey, y además han luchado contra sus deseos y los han vencido con fe. Se merecen nuestro respeto porque, a pesar de ser insuficientes, han defendido el Evangelio del agua y el Espíritu, han vencido sus deseos por la fe y han seguido al Señor hasta ahora.
Hay predecesores en la fe en la Iglesia de Dios. ¿Quiénes son? No debemos pensar que porque alguien haya recibido la remisión de los pecados hace mucho tiempo, esta persona es un predecesor en la fe. Un predecesor en la fe es alguien que ha sido salvado de sus pecados antes que nosotros y que además tiene la fe y el corazón de un predecesor. Esta gente ha luchado para superar las tentaciones de la carne, han vencido los deseos de la carne y han seguido sirviendo y siguiendo al Señor a pesar de sus insuficiencias, y esto merece nuestro respeto. Deberían respetar a sus predecesores en la fe dentro de la Iglesia, seguir su orden y seguir a Dios con obediencia.
Algunos santos que acaban de nacer de nuevo pueden decir: «Estoy viviendo mi fe bastante bien. ¿Pero qué pasa con los predecesores en la fe? No me parece que sean tan importantes». Pero el orden de la Iglesia establecido por Dios no cambia por mucho talento que tengan los jóvenes. Como los predecesores en la fe han seguido al Señor todo este tiempo, pasando por pruebas y dejando de lado los deseos por la fe a pesar de sus insuficiencias y debilidades, se merecen todo el respeto de los que siguen sus pasos.
Por fe ustedes y yo debemos dejar de lado los deseos de la carne. Moriremos si seguimos nuestros propios deseos carnales. Aunque es posible seguir los deseos de la carne un período corto de tiempo porque somos insuficientes, pero aún así debemos seguir a Jesucristo poniendo nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Las cosas del mundo no son nada, no son eternas. Tarde o temprano todo lo que hay en este mundo cambiará y desaparecerá (1 Juan 2, 17). Echen un vistazo a los mongoles, descendientes de Genghis Khan que gobernó el imperio más grande del mundo. Ahora viven en un país pequeño y débil bajo la sombra de China. Del mismo modo todo lo que hay en este mundo cae y se debilita. La gloria del mundo se evapora en un abrir y cerrar de ojos. De hecho mucha gente ni siquiera llega alto, sino que se queda en el fondo y desaparece anónimamente. 
Mis queridos hermanos, ¿hay deseos carnales en ustedes? Aunque todos los días se juren a sí mismos que no van a dejarse llevar por esos deseos, ¿no acaban surgiendo al día siguiente? Aunque los deseos carnales surjan, deben desecharlos una y otra vez con su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pablo dijo: «Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5, 24). Esto significa que los justos que han recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu han crucificado sus pasiones y deseos. A no ser que tengamos esta fe no podremos seguir al Señor. No podemos seguir al Señor si no nos negamos a nosotros mismos todos los días.
Tengo una historia personal que quiero compartir con ustedes. Yo tenía un hermanos que murió dejando esposa e hijos pequeños. Se me partía el corazón al pensar en mi cuñada y mis sobrinos. Me dolía mucho porque no podía cuidar de ellos. Sin embargo cada vez que mi corazón me dolía por mi familia carnal, pensaba lo siguiente: «Me duele mucho cuando pienso en ellos en términos carnales. ¿Pero cuánto puedo ayudar? Auque les pueda ayudar durante un tiempo, ¿puedo asegurar su futuro? Si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, serán destruidos y echados al infierno, entonces ¿qué puedo hacer por ellos? Si me dedico exclusivamente a mi familia, descuidaré mi tarea de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, y si esto ocurre, no sólo me será imposible predicar el Evangelio por todo el mundo, sino que además pondré mi fe en peligro. ¿No sería esto una tragedia para mi familia y una gran pérdida para el mundo entero? Esta no es ninguna buena opción».
¿No tengo yo también deseos carnales y emociones? Sí, yo también los tengo como todo el mundo. Pero aún así, si tengo que seguir los deseos y pasiones, ¿cómo predicaré el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo? ¿Cómo podré trabajar para salvar a mucha gente por todo el mundo si sigo mis emociones carnales? Aunque tenga pasiones y deseos carnales, lo que tengo que hacer es dejarlos atrás para vivir por el Señor. Por eso muchas veces crucifico mis deseos y pasiones para obedecer el mandamiento de Jesucristo, que es mi Rey y su Rey. Crucifico mis deseos carnales por la fe. Así puedo seguir al Señor a pesar de mis insuficiencias.
Lo mismo se aplica a ustedes. No son ninguna excepción porque no están libres de deseos carnales. ¿No tienen deseos carnales? Todo el mundo los tiene. Pero si se resignan a seguir los deseos de la carne, ¿cómo seguirán al Señor? No, no pueden seguir al Señor así. Si no pueden seguir al Señor por la fe, se arruinarán espiritualmente. Todos estaremos perdidos. ¿Cuáles son las consecuencias de seguir los deseos de la carne? Si no seguimos al Señor por fe a pesar de haber sido salvados del pecado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, acabaremos fracasando espiritualmente. Fracasar en nuestras vidas de fe es estar acabado en cuerpo y espíritu. Si esto ocurre, no podremos recibir las bendiciones de Dios.
Por eso debemos seguir al Señor poniendo nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestros deseos carnales deben morir con Cristo y nuestros espíritus deben resucitar con Cristo. Ustedes y yo debemos seguir al Señor, confiando en Él y en Su verdadero Evangelio, y para ello debemos vencer nuestros deseos y pasiones. En resumen, debemos vivir por fe en el Señor en todas circunstancias. Esto es lo que nos está diciendo ahora el Apóstol Pablo.
Nosotros debemos vivir por fe. Si es así lo que el Apóstol Pablo enseñó, los defensores de la circuncisión deberían haberse dado cuenta de su error y dejado de lado las falsas enseñanzas. Lo mismo se aplica a nosotros. En vez de dejar de lado nuestra fe falsa porque alguien nos esté criticando constantemente, debemos darnos cuenta de la falacia por nuestra cuenta y dejar de lado todas las enseñanzas inútiles.
El Apóstol Pablo dijo: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas 5, 13). Asimismo continuó diciendo: «Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros» (Gálatas 5, 15). Dios nos ha salvado, nos ha librado de nuestros pecados y nos ha convertido en Su pueblo. Sin embargo no debemos aprovechar esta libertad como oportunidad para la carne, sino que debemos servirnos los unos a los otros con amor. El Apóstol Pablo nos advirtió que no nos peleásemos intentando se mejor que los demás.
Ahora no deben buscar su propia gloria. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos seguir la Verdad y sólo entonces podemos vivir para siempre; si por el contrario buscamos nuestra gloria, moriremos espiritualmente. Del mismo modo en que uno puede estropear su vida si sigue a un mal amigo, si ustedes siguen estas falsas creencias, sus almas serán destruidas para siempre.
Antes yo tenía muchos amigos. Una vez, cuando era un adolescente, estuve a punto de ir por el mal camino, pero uno de mis amigos me ayudó a no meterme en problemas. Así que gracias a él, superé los momentos difíciles de la adolescencia y lo superé. Si mi amigo no me hubiera ayudado entonces, habría ido por el mal camino. Me di cuenta entonces de lo importante que es tener buenos amigos y por eso quise convertirme en un buen amigo para todos.
Ahora en esta época malvada es especialmente indispensable que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se hagan amigos de los que creen en esa misma Verdad. ¿No tienen amigos muy cercanos que no han recibido la remisión de los pecados? Por supuesto, los nacidos de nuevo tienen sentimientos y pueden sentirse atraídos emocionalmente hacia alguien que no ha sido salvado.
Sin embargo si se hacen amigos de alguien cuya fe es diferente a la suya, acabarán muriendo espiritualmente. Por eso debemos tener cuidado de no tener relaciones mundanas, Incluso los justos pueden vivir por sus emociones, porque son humanos, pero si están dedicados al Señor, lo correcto es que hagan amigos entre los justos.
Por eso el Apóstol Pablo nos dijo que viviéramos según los deseos del Espíritu Santo. Nosotros también confesamos al Señor que viviremos siguiendo los deseos del Espíritu Santo en nuestras vidas. ¡Aleluya!