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Sermones

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 3-11] Nuestro Dios es el Señor Quién nos ha Dado Verdadera, Vida Eterna (Juan 3:35-36)

Nuestro Dios es el Señor Quién nos ha Dado Verdadera, Vida Eterna(Juan 3:35-36)
“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
 
 

De Su Amor por Nosotros, Dios Nos ha Dado Vida Eterna

 
Hoy, deseo compartir con usted el mensaje de Dios que nos ha dado vida eternal. Juan 3:35-36 dice, “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Aquí se dice que Dios Padre ha dado vida eterna a aquellos que creen en Su hijo. Esta vida eterna de la cual habló Dios aquí significa exactamente lo que dice literalmente, vivir por siempre. ¿Es una gran bendición que recibas vida eterna y vivas para siempre?
¿Durante cuanto tiempo ha pedido la gente la gracia de Dios, para poder recibir vida eterna? El Emperador Chino Qin Shi Huangdi, anhelando la vida eterna, envió a innumerables súbditos para encontrar el elixir de la vida pero no lo lograron. Simplemente no existía el elixir de la vida en este mundo que realmente pudiera dar vida eterna. Innumerables personas han fallado en descubrir le forma de recibir la vida eterna real. La única forma para que la humanidad reciba verdaderamente la vida eterna es creer en Jesucristo el Hijo de Dios como su Salvador. En otras palabras, la única forma de recibir vida eterna es creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu que el Hijo de Dios nos ha dado. Podemos obtener vida eterna poniendo nuestra fe en la Verdad ya que Él nos ha salvado de los pecados del mundo. Cuando consideramos esto, que el Señor nos ha dado la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu que nos permite vivir por siempre, no podemos evitar dar toda nuestra gratitud.
¿Has pensado en vivir eternamente? ¿Y ya sabes cuan triste y trágico es morir? Cuando alguien muere y deja atrás a sus seres amados, los dolientes lamentan su partida, entristecidos por el hecho que los fallecidos nunca podrán regresar nuevamente a este mundo. Es un hecho que una vez que se muere, nunca se puede regresar a este mundo. Es por ello que aún los vivos se duelen por la muerte que les vendrá, buscando la forma de escapar de ella. Pero, para todos, una vez que se deja este mundo, nunca se regresa de nuevo. La muerte es igual de trágica para todos. Se debe a que la gente no puede regresar una vez que dejan este mundo por lo que anhelan la vida eterna dada por Dios. Es una gran tragedia para nosotros el ser separado por la muerte de la gente con la que hemos estado viviendo en este mundo, ya que la muerte es la separación que nos separa por siempre de los que amamos, y la vida y la muerte hacen muchísima diferencia.
Todos lo perdemos todo y eventualmente nos rendimos ante la muerte. Nuestra muerte debilita y entristece nuestros pensamientos. Una vez que nos damos cuenta que vamos a morir, nos entristecemos tanto por esto y todos nosotros deseamos tanto vivir. Esto se debe a que todos los corazones anhelan la vida eterna. Así que cuando en realidad encaramos nuestra muerte, nos damos cuenta nuevamente cuan preciosa es la vida. Se dice que cuando aquellos que están condenados a una sentencia mortal se dirigen hacia su ejecución y ven un perrito durante la lluvia de la noche anterior, le dan la vuelta en vez de pisarlo. Hacen esto ya que desean extender su estancia en este mundo aunque sea un poquito. Para todos los seres humanos, es bueno vivir. La vida es maravillosa. La vida es difícil solo porque vivimos sufriendo en este mundo; si no existiese el sufrimiento sino solo cosas buenas, vivir es expresamente bueno y maravilloso. ¿Alguna vez has estado en el umbral de la muerte? Si es así, entonces sabrás cuanta dicha da vivir.
 
 
Hubo un Tiempo en que Valoraba lo Valioso de Mi Vida
 
La siguiente historia es algo que me pasó realmente hace mucho tiempo. Caí en un hoyo de ventilación en un techo de un edificio de cinco pisos y casi me muero. Los albañiles habían estado trabajando en el sistema de ventilación de este edificio de departamentos de cinco pisos, y habían colocado una tabla delgada para cubrir el hoyo de la ventilación en el cual habían estado trabajando. Sin saber esto, me pare sobre esta delgada tabla, y caí por el hoyo. Afortunadamente, ambos codos quedaron atrapados en las esquinas del hoyo, en ese mismo instante, todo lo que podía pensar era que me iba a morir. Así que en ese momento entre en pánico.
Pero rápidamente me recupere, y me di cuenta que todavía estaba vivo, y que mis codos estaban atrapados por las esquinas del hoyo y mis pies luchaban vanamente en el aire. Mientras cuidadosamente miraba hacia abajo, podía ver a la gente caminando abajo en las calles. Pero no estaban en condiciones de ayudarme aún cuando me veían luchando, y yo mismo no estaba en condiciones de pedir ayuda. Si mi cuerpo se movía ligeramente, me podía caer a través del edificio de cinco pisos. Si tan solo uno de mis pies pudiera encontrar algo firme en que pararme, podría escapar del hoyo, pero no había nada que pudiera hacer. Este breve momento se sintió eterno para mí.
Fue a partir de ese momento que me di cuenta cuan bueno es estar vivo. Aún con el accidente, estaba tan feliz tan solo de saber que aún estaba vivo. Aunque estaba colgando de un hilo en las puertas de la muerte, y aún si eventualmente perdiera toda mi fuerza y cayera por el hoyo, en ese mismo instante estaba contentísimo porque aún estaba con vida y respirando. Afortunadamente, mi cuerpo estaba en condiciones físicas excelentes en ese entonces, así que eventualmente me las arregle para salirme del hoy y ponerme a salvo. Pero debido a lo que paso entonces, aún ahora continuo muy agradecido por estar vivo.
En otra ocasión, estuve enfermo de tuberculosis cuando era muy joven. El doctor que me diagnostico la tuberculosis en ese entonces me dijo cuanto sentía ver a un hombre tan joven con esa enfermedad tan devastadora. En ese entonces, cuando pensaba que iba a morir, ciertamente aprecie el misterio de la vida en vez de sentirme desahuciado. Cuando estaba saludable, apreciaba muy poco la belleza de la naturaleza. Cuando la primavera llego y el mundo natural se hizo más vivo con los renuevos, pensé que el césped ahora estaba creciendo; cuando los árboles, habiendo sobrevivido el invierno, reverdecían, florecían y daban fruto. No pensaba nada especial de ellos; y cuando el sol salía y se ocultaba, yo solo lo veía como un día más que pasaba. Pero una vez que comencé mi hospitalización, todas esas cosas, desde el verdor de los pinos hasta la salida y puesta del sol, dejaron de verse ordinarios. Y comencé a tener una fuerte atadura a mi vida, y ninguna forma pequeña de vida, sin importar cuan pequeña, dejó de verse pequeña. Así que comencé mis caminatas, y me maravillaba por las plantas pequeñas que salían de las rocas, y las alineadas hormigas que cargaban su comida me parecían muy sorprendentes a mí. Cada mañana, mientras me despertaba con la luz del día y mientras me estiraba, podía sentir la vida latiendo dentro de mí. Mi vida parecía expresamente maravillosa y sorprendente en aquellos días.
Un día, después de haber estado hospitalizado durante un mes por la tuberculosis, tuve una comida temprana y estaba observando una colina a través de la ventana, mientras que lentamente se ocultaba el sol y la noche se acercaba. Repentinamente, tuve el deseo de salir a caminar, así que me vestí y comencé a subir la colina. En la colina, los pinos se mecían con el aire. Mientras veía a los pinos mecerse hacia ambos lados por el aire, sentí en mi corazón, “¡Ah! Toda la creación está alabando a Dios”, y estaba tan sorprendido, tan agradecido y tan sorprendido por esta nueva apreciación. Hasta entonces, antes de que esto pasara, no había sido capaz de apreciar el misterio de la vida dada por Dios, pero cuando mi vida misma estaba tan precaria, como una vela en el viento, llegue a apreciar con exactitud lo maravilloso de mi vida.
Cuando estaba saludable, no tenía el más mínimo valor por mi vida. No había puesto atención a mi salud, tanto que en la energía de mi juventud saltaba en el mar aún en lo más pesado del invierno y camina por ahí con la ropa mojada después de nadar sin ningún cuidado. Pero cuando perdí mi salud, llegue a darme cuenta de cuan preciosas es. Gracias a esta experiencia, pude ser capaz de apreciar verdaderamente lo maravilloso de mi vida.
Aquí, una vez más pienso en lo maravilloso de la vida. He llegado a darme cuenta que el simple hecho que tenga la vida dada por Dios. En y por si misma, es algo tan maravilloso. Si el estar vivos sobre esta tierra es muy precioso y valioso, puedo apreciar cuan maravillosa será la vida en el Reino de Dios, en donde no hay sufrimiento. Mientras pienso en el hecho de que viviré por siempre cuando deje esta tierra y vaya al siguiente mundo, mi corazón esta sobrecogido con gozo. Es una bendición enorme recibir vida eterna de Dios, y vivir con Él por siempre felizmente eternos y en gloria perpetua, que entre más pienso en ello, más agradecido esta mi corazón. Aquellos que no han tenido esta clase de experiencia, aquellos que están saludables y no están encarando una muerte inminente, aquellos que no han pensado acerca de su muerte o que no han tenido una experiencia cercana a la muerte, y aquellos que no han pensado acerca del dominio de Dios en donde hay vida eterna-esta gente debería darse cuenta de lo hermoso de la vida que Dios nos ha dado.
Dios ha dado vida eternal a aquellos que han lavado todos los pecados de sus corazones al aceptar el evangelio de la propiciación a través del Hijo de Dios. ¿Qué bendición tan grande es que Dios ha dado vida eterna a aquellos que creen en Su Hijo? En este mundo, los ricos en particular tienen mayores ataduras en sus vidas. Los sanos, los poderosos y los ricos en este mundo anhelan muchísimo vivir una larga vida que algunos de ellos hasta están dispuestos a dar la mitad de su riqueza si tan solo pudiesen vivir un día más. Esto se debe a que la muerte anuncia el final de todas las bendiciones que Dios ha dado a la humanidad.
En el evangelio de Juan, Dios dijo que aquellos que creen en Su Hijo tienen la vida eternal, y aquellos que no creen en el Hijo no pueden ver la vida, sino que la ira de Dios esta sobre ellos (Juan 3:36). Compañeros creyentes, deben darse cuenta que para todos aquellos que no conocen al Hijo de Dipos-en otras palabras, para todos aquellos que ni conocen ni creen en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu dado por el Hijo de Dios-toda su felicidad terminará. Si no nacemos nuevamente de nuestros pecados en esta vida, y somos cortados de este mundo por nuestra muerte en un estado pecaminoso, todo lo que nos espera en el siguiente mundo es sufrimiento eterno. Para todos aquellos que no han nacido por el agua y el Espíritu, solo les espera castigo eterno que viene de la ira de Dios. Deben darse cuenta que para todos, si mueren sin creer en Jesucristo mientras viven en este mundo, este es el final de toda su felicidad y el comienzo de sus maldiciones.
La muerte es algo tan terrible para todos, pero en contraste, la vida eternal es un gran gozo. Solo aquellos que han recibido la remisión de sus pecados al creer en el evangelio del agua y el Espíritu pueden recibir la vida eterna, y cuando la muerte llegue, solo ellos verán el final de su tristeza y el principio de su felicidad. En Juan 3:15, Dios dijo, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” ¿Crees en el Hijo de Dios como tu salvador y Señor? ¿Y crees en el evangelio del agua y el espíritu que el Hijo de Dios nos ha dado? Para aquellos que creen, existe la remisión del pecado y la vida eterna, pero para aquellos que no creen, solo les esperan maldiciones.
 
 

Cualquiera que Cree en la Palabra del Evangelio del Agua y el Espíritu Dado por Dios Recibirá Vida Eterna

 
De la nada, Dios creó este universo y todo en el, incluyéndonos a los humanos. Dios es el Omnipotente quién creó todo lo existente de lo que no existía. Para la humanidad, quién Él creó, nuestro Dios ha permitido vida eterna en Jesucristo. Para todos los seres humanos, Su propia creación, nuestro Dios ha concedido la oportunidad de ser remitido de todos sus pecados, y para aquellos que creen, Él les ha concedido vida eterna. En Juan 3:14-15, Jesucristo dice, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Aquí, Jesús estaba citando un pasaje del Libro de Números en el Antiguo Testamento.
El Libro de Números describe lo que atravesó el pueblo de Israel cuando escapó de Egipto y cruzó el Mar Rojo para dirigirse a la tierra de Canaán. Durante 40 años, el pueblo de Israel vagó en el desierto, andando en círculos una y otra vez. Esto fue porque habían cometido el pecado de la incredulidad, ya que no habían confiado en Dios. Ya que habían estado vagando durante 40 años debido a su pecadote incredulidad, ¿Qué tan duro fue esto para ellos? Eventualmente los Israelitas empezaron a culpar a Dios y a Sus siervos por sus predicamentos. Hablaron apresuradamente contra Dios, diciendo, “¿Nos sacaste de Egipto para dejarnos morir en el desierto?” así que Dios envío feroces serpientes a sus tiendas para morderlos, y aquellos que fueron mordidos por las feroces serpientes estaban todos hinchados por el veneno y estaban muriendo.
Los Israelitas le habían dicho a Moisés, “Ora a Dios para que quite las feroces serpientes, y para que nos libere del sufrimiento de su venosa mordida.” Teniendo compasión por el pueblo de Israel, moisés oró a Dios de parte de ellos. Entonces Dios dijo a Moisés, “Coloca una serpiente de bronces sobre un asta y levántala en alto. Cualquiera que mire la serpiente de bronce levantada sobre el asta será sanado.” Moisés hizo exactamente lo que Dios le dijo, y dio Su mensaje al pueblo de Israel. Aquellos que ciertamente miraron a la serpiente de bronce sobre el asta fueron todos sanados de sus heridas, ya que el tremendo veneno de las feroces serpientes fue totalmente eliminado. Esta es la historia que se menciona en Juan 3:14-15, en donde Jesús dijo, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Dios ha dado vida eterna a la humanidad, pero ¿realmente quién recibió esta vida eterna de Él? En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel pecaba contra Dios, y ellos eran mordidos por las feroces serpientes y estaban muriendo por sus pecados, Moisés oró a Dios de parte de ellos para salvarlos, y Dios había dicho, “Coloca una serpiente de bronce sobre un asta y levántala en alto. Quienquiera que la vea será salvado.” De igual modo, Jesucristo tomó sobre Sí Mismo y cargó todos los pecados de este mundo al ser bautizado por Juan el bautista, fue crucificado, y así ha dado vida eterna a todos aquellos que miraron y creyeron en esta salvación que nos ha liberado de todos los pecados del mundo y del sufrimiento de las maldiciones.
Dios nos hizo humanidad, y cuando caímos en la tentación de Satanás y pecamos contra Él, también Él envió a Jesucristo; y haciendo que Su Hijo fuese bautizado por Juan el bautista y muriese en la Cruz, Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados y destrucción de una vez y para siempre. Es para aquellos que creen en esta Verdad por lo que Dios ha dado salvación y vida eterna. En otras palabras, Dios ha dado vida eterna al que crea en esta Verdad. Este es el propósito por el cual Dios creó a la humanidad, y es también el propósito de salvarnos de todos nuestros pecados.
Dios quería darnos vida eternal a nosotros humanos por medio de Jesucristo. Y de acuerdo a Su voluntad, ciertamente Él ha dado esta vida eterna a todos aquellos que creen en Jesucristo como su Salvador y en el evangelio del agua y el Espíritu. La narración de las feroces serpientes en el Antiguo testamento implica la gracia de Dios que sanó a todos aquellos que miraron la serpiente de bronce sobre el asta. La serpiente aquí simboliza a Satanás, y el bronce simboliza juicio. Los pecados de la humanidad implican muerte, la paga del pecado es muerte. Cualquier criatura que peque ante el Creador, inevitablemente le guiará a la muerte eterna. Ya que no podíamos más que pecar al ser engañados por la serpiente de bronce-esto es, Satanás-todos nosotros merecíamos ser condenados.
Sin embargo, este pecado y la condenación del pecado que nos fueron imputados por Satán fueron cargados por nuestro Señor de una vez y para siempre. Para dar vida eterna a ti y a mí, quienes habíamos caído en pecado, nuestro Dios Padre nos envió a Su Hijo Jesucristo, y Él hizo que el Hijo aceptara nuestros pecados por medio de Su bautismo, fuera crucificado a muerte, y se levantara de entre los muertos nuevamente. Ahora, todos aquellos que creen en este Jesucristo han recibido vida nueva para nunca morir nuevamente, ya que Dios mismo nos ha dado vida eterna.
De hecho, fue precisamente para darnos vida eternal por lo que Dios envió a Jesucristo a esta tierra. Es por ello que Jesucristo dijo, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (Juan 3:16-17). Que Dios amó a este mundo significa que Dios nos amó a ti y a mí quienes estamos viviendo en este mundo. Es por ello que Dios envió a Su Hijo Jesucristo, para salvarnos a ti y a mí de todos los pecados del mundo. Dios nos aprecio tanto que llegó hasta el punto de enviara Su Hijo Unigénito a esta tierra para darnos vida eterna, y aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu, ciertamente Él ha hecho posible que no perezcamos, sino recibamos la remisión eterna del pecado y vida verdadera.
Nadie en este planeta puede nacer simplemente por su deseo de nacer. Esto viene totalmente por la voluntad de Dios. En otras palabras, para darnos vida eterna, Dios planeó todo en Jesucristo. Y cuando el tiempo llegó, Él hizo que Jesucristo se manifestara a nosotros, nos permitiera oír el evangelio de la Verdad y que lo creyéramos, y así hizo posible que todos nosotros recibiéramos vida eterna. Al igual que todos nosotros nacimos en esta tierra debido a Dios, nuestro futuro también esta en las manos de Dios. Podemos recibir vida eterna, en otras palabras, solo si Dios nos salva. Dios ciertamente nos ama. Es por ello que Él envió a Jesucristo a esta tierra y completó la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu por medio de Él; y para aquellos que creen en esto, Dios ha dado vida eterna, mientras que para aquellos que no creen, Él ha traído destrucción eterna. Esto es lo que Dios ha hecho por nosotros. A pesar de quien o que seamos, Dios nos ha salvado a ti y a mí, y toda la humanidad, por medio del evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

Todos Nosotros Ahora Debemos Conocer el Evangelio del Agua y el Espíritu y Creerlo

 
Dios nos esta diciendo que para que recibamos la remisión de nuestros pecados y la vida eterna de Él, debemos nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Si queremos ser lavados de nuestro pecados y recibir la vida eterna de Dios, entonces debemos aceptar esta salvación en donde nacemos de nuevo de nuestra vieja naturaleza en nuevas criaturas. Aquellos que pueden recibir la vida eterna no son aquellos que aún retienen esta carne heredada de sus padres y de las almas que están manchadas de pecado, sino que son aquellos que son transformados en nueva naturaleza, cuyas almas y cuerpos han sido liberados de todos sus pecados, quienes han muerto una vez y fueron sacados a vida nueva por Dios a través de la fe.
En Juan capitulo tres, de donde se saca el pasaje de la Escritura de hoy, existe un hombre llamado Nicodemo. Nicodemo era un Fariseo. Los Fariseos eran personas profundamente religiosas que guardaban la Palabra de la Ley del Antiguo Testamento, la creían y la obedecían diligentemente. Pero este hombre no sabía nada acerca de la vida eterna, o de Jesucristo, o de cómo nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Todo lo que él sabía era lo que decía la Ley del Antiguo Testamento. Él conocía y solamente guardaba las enseñanzas de la Torah. Pero un día, Jesucristo nació en su nación y con el tempo llegó a predicar Su Palabra por todo Israel, eventualmente Nicodemo llegó a escuchar lo que Jesucristo estaba predicando. Judío por nacimiento y Fariseo por creencia, cuando Nicodemo miró a Jesucristo, pensó, “Este Jesucristo no es un hombre ordinario.” Así que él vino a Jesucristo de noche y lo alabo, diciendo, “A menos de que vengas de Dios no podrías hacer lo que Tú haz hecho. Claramente, Tú vienes de Dios.” Pero Jesús le dijo directa y firmemente, “A menos que uno nazca de nuevo por el agua y el espíritu, no podrá ver el Reino de Dios.” Jesucristo estaba hablando a Nicodemo acerca del evangelio del agua y el Espíritu.
Escrito está, “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:5-8).
Entonces, ¿cómo podemos nacer de nuevo? Debemos nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Una vez en el mismo principio, todos nacemos de carne por medio del cuerpo de los padres. Todos heredamos genes de nuestros padres cuando nacemos, y tomas de ellos en nuestros pensamientos, mentes, personalidades y aún nuestra naturaleza pecaminosa. Y ahora, todos nosotros que nacimos con la naturaleza pecaminosa heredada de nuestros padres debemos nacer nuevamente espiritualmente. Ya que lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu, es absolutamente indispensable que nosotros entendamos lo que Jesucristo quiso decir cuando dijo que tenemos que recibir la remisión de nuestros pecados y nacer de nuevo por medio del evangelio del agua y el Espíritu. Debemos buscar el evangelio que nos permite nacer de nuevo por el agua y el Espíritu, ya que son los nacidos de nuevo los que llegan a ser hijos de Dios y reciben la vida eterna.
Lo que nuestro Señor estaba diciendo aquí que es por conocer y creer en el evangelio del agua y el Espíritu-esto es, con exactitud como Jesucristo realmente ha borrado todos nuestros pecados-por lo que podemos entrar en el Reino de Dios. Sin embargo Nicodemo no podía entender lo que Jesucristo estaba diciendo. Así que Jesucristo le dijo, “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:7-8).
¿Conoces el evangelio del agua y el Espíritu más allá de solamente nacer del vientre de tu madre, de vivir y morir en la carne? En general, la gente en este mundo solo conocen lo aparente que esta designado para ellos, nacer y morir una vez. Pero todos podemos nacer dos veces mientras se está vivo. Las Cicadas, moscas, polillas y las mariposas nacen todas de nuevo. ¿Acaso no una larva se convierte en una cicada para volar en el cielo? Para una oruga convertirse en polilla o mariposa, o que una larva se convierta en cicada, todo esto conlleva nacer dos veces. Entonces, ¿no deberíamos nosotros los humanos también nacer nuevamente creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu?
Jesucristo le dijo a Nicodemo que uno puede ver el Reino de Dios solo si nace de Nuevo. Sin embargo, Nicodemo no entendía esto, así que pensó que era extraño que él tuviese que nacer de nuevo. Así que Jesucristo le dijo, “El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de donde viene ni a donde va, así es todo aquel que nace del Espíritu. Uno nace de la carne una vez, y entonces nace de nuevo del Espíritu; claramente existen aquellos que han nacido de nuevo. Se debe a que tú mismo no has nacido de nuevo por lo que te maravillas con esto, y no puedes reconocer a los nacidos de nuevo aún si los ves. Tú no conoces la Verdad.”
De hecho, son los lideres religiosos de este mundo los que no pueden comprender la Verdad que trae el verdadero lavado del pecado y la libertad de la condenación. Para sus almas y la mía, Dios ha dado bendiciones eternas. De hecho, fue para darnos vida eterna por lo que Dios hizo que naciéramos de nuevo sobre esta tierra, así como también para que encontráramos y escucháramos el evangelio del agua y el espíritu. Una vez que uno nace del vientre de su madre, es cuando se encuentra con el evangelio del agua y el Espíritu que uno nace de nuevo. Cuando uno así nace de nuevo de esta forma, seguramente recibe vida eterna. Dios no nos dejó solamente vivir en la carne, sino que Él hizo que creyéramos en el evangelio del agua y el Espíritu y naciésemos de nuevo, de esta manera recibimos vida eterna y nos convertimos en hijos de Dios.
Sin embargo, los religiosos de este mundo no notan esto. Es por ello que cuando Jesucristo habló a Nicodemo, este no podía entender lo que Jesucristo estaba diciendo. Ciertamente, los muchos religiosos de este mundo no saben nada. Ellos no saben nada acerca de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu, de recibir vida eterna, o de entrar al Reino de Dios para vivir por siempre, y todavía peor, no tienen idea de cómo pueden llegar a ser libres del pecado.
Es por nuestra fe por lo que recibimos vida eternal, y también es por creer en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que nacemos de nuevo. Estos religiosos no se dan cuenta de esto. Es por eso que preguntan, al igual que Nicodemo, “¿Debo entrar en el vientre de madre nuevamente para nacer de nuevo?” esto es lo alguna gente dice. En realidad, no es solo alguna gente la que dice esto, sino aún los mejores pastores del avivamiento en Corea son así. Yo ciertamente he escuchado a algunos de ellos predicar, y lo que escuche demostró claramente que ellos no saben nada acerca de nacer de nuevo.
Uno de ellos dijo la siguiente línea: “Nadie sabe si el mismo ha nacido de nuevo o no. Así que la Biblia dice, ‘El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.’ El agua aquí es un fluido amniótico, la que tienen las mujeres embarazadas. Para hombres y mujeres por igual, para que la vida humana nazca, un esperma debe encontrarse con un ovulo. Entre todos estos espermas, la probabilidad de que un esperma especifico que se combine con un ovulo es de uno entre doscientos millones. Cada esperma tiene que correr desesperadamente para alcanzar en primer lugar el ovulo. Solo un esperma puede dar vida por su desesperado esfuerzo. Es así como tu y yo nacimos, como la gente nace en la carne. Para nacer de nuevo por el agua y el Espíritu también es así. Aunque existen millones y billones de Cristianos sobre este planeta, de entre ellos que realmente nacen de nuevo son extremadamente raros, y así que debemos ser fieles a Dios hasta nuestra muerte, servirle hasta nuestra muerte, y correr hasta la muerte. Pero no sabemos con exactitud quien de entre nosotros realmente ha nacido de nuevo. Solo estamos tratando de ser diligentes.” ¿Pero que terrible interpretación es esta? Ni mas ni menos que este pastor es como Nicodemo. En otras palabras, no tiene idea de cómo nacer de nuevo.
Compañero creyente, nacer de Nuevo por el agua y el Espíritu es creer que Jesucristo vino a esta tierra encarnado en semejanza de hombre, fue bautizado, derramó Su sangre sobre la Cruz, se levanto de entre los muertos, todo para salvarnos a ti y a mí. La razón por la cual Dios Mismo vino a esta tierra encarnado en semejanza de hombre y fue bautizado en el Río Jordán fue para aceptar todos nuestros pecados sobre Sí Mismo y borrarlos, para permitirnos a ti y a mí nacer de nuevo, hacernos libre de pecado, y para darnos vida eterna. Fue para darnos vida eterna a ti y a mí por lo que Dios Mismo fue bautizado, derramó Su sangre, y murió sobre la Cruz. En otras palabras, es Jesucristo quien nos ha salvado de nuestros pecados por medio del evangelio del agua y el Espíritu. Dios no nos pregunto acerca de esto, sino que Él hizo todo esto por Su cuenta para darnos vida eterna, y podemos recibir vida eterna creyendo en esta Verdad.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Desde nuestro punto de vista carnal, es imposible para alguien nacer de nuevo. ¿Cómo puede un hombre mayor entrar al vientre de su madre y salir de nuevo? Ya que virtualmente en la actualidad la mayoría de los adolescentes son mas altos que sus madres, es imposible siquiera pensar acerca de esto. Es por ello que algunas personas, en sus pensamientos carnales, simplemente no pueden entender como pueden nacer de nuevo y recibir la vida eterna. Entonces, ¿cómo podemos vivir por siempre? El mismo concepto de vida eterna en si mismo, cuando se le ve desde una perspectiva carnal, no es mas que un deseo. Sin embargo, nuestro Señor nos dijo claramente que debemos nacer de nuevo, y que nacer de nuevo es nacer por medio del evangelio del agua y el Espíritu.
De hecho, nuestro señor vino a esta tierra todo por Su propia cuenta sin preguntarnos, y para hacernos a ti a y a mí libres de pecado, para darnos vida eterna, Él aceptó todos los pecados del mundo a ser bautizado por Juan el Bautista. Habiendo así cargado los pecados del mundo por medio de Su bautismo, murió sobre la Cruz, levantándose de entre los muertos, y así nos ha salvado a todos. Si Dios Mismo nos está diciendo que Él hizo todas estas cosas para darnos vida eterna, entonces debemos creer en esto. Cualquiera que crea en el evangelio del agua y el Espíritu completado por Jesucristo nacerá de nuevo y recibirá vida eterna, cualquiera que no crea no nacerá de nuevo y morirá.
Es por fe por lo que recibimos vida eterna. Esto no significa que tú y yo, de algún modo, viviremos en la tierra, sino que significa que viviremos por siempre en el Reino de Dios. Es por ello que el Señor dice que uno puede ver Su Reino solo si nace de nuevo. Esta tierra fue creada por Dios, pero Él también hizo el Cielo. En otras palabras, mientras que Dios creó los reinos visibles de todo el universo, también Él hizo Su reino que no puede ser visto con nuestros simples ojos. Fue para permitirnos entrar ahí y vivir por siempre, por eso Dios nos dio el evangelio del agua y el Espíritu. Fue ciertamente para darnos vida eterna por lo que Dios planeo nuestro nuevo nacimiento, ofreció Su cuerpo sacrificialmente, y de esta manera hizo posible que nosotros naciéramos de nuevo, concediéndonos así nuestro verdadero nacimiento y la vida eterna. Por lo tanto, es totalmente por creer en lo que Dios ha hecho por nosotros por lo que nacemos de nuevo y recibimos la vida eterna.
A Nicodemo, un maestro de Israel, nuestro Señor dijo, “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3:10), y luego Él dijo, “De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.” (Juan 3:11). Aquí, el Señor usó el plural “Nosotros”. Esto esencialmente manifiesta que nuestro Señor no esta trabajando aquí por si Solo. El Dios trino trabaja de acuerdo. Jesucristo vino a esta tierra debido a que Dios Padre lo envió. El Dios Creador, en otras palabras, envió a Su Hijo a esta tierra encarnado en semejanza de hombre. Nuestro Señor realizó nuestra salvación sobre esta tierra, y el Espíritu Santo dio testimonio de esto. Es por ello que nuestro Señor dijo aquí, “De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.” (Juan 3:11). Jesucristo no nos salvó Solo, sino que nuestra salvación fue lograda por Su Padre, Jesús Mismo y el Espíritu Santo. Es por ello que Jesucristo usó la expresión “Nosotros” aquí.
Fue para hacer que Sus criaturas nacieran de Nuevo, para darles vida eternal, y para convertirlos en hijos de Dios, por lo que aquí nuestro Señor dijo eso. Él continuo diciendo, “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.” (Juan 3:12-13). Jesucristo se llamó a Sí Mismo el Hijo del Hombre ya que Dios Mismo vino a esta tierra encarnado en semejanza de hombre, es el Hijo del Hombre. No hay nadie que haya ascendido al Cielo sino solo el Hijo del Hombre.
De hecho, antes que Jesucristo viniera a esta tierra, no había habido una perfecta remisión del pecado. Y ya que Jesucristo es el verdadero Dios, Él pudo ascender hasta Dios Padre. No hay nadie más que Jesucristo que ha ascendido al Reino del Cielo. Es a través de Jesucristo que Dios ha dado vida eterna a aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Él ha hecho que sea posible, en otras palabras, que Sus creyentes entren en el reino en donde podrán vivir por siempre.
Es creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu por lo que pueden recibir vida eterna, y tu y yo hemos llegado a conocer y a creer en este mismo evangelio. Precisamente es así como hemos encontrado la vida eterna, nos hemos encontrado con la vida eterna y hemos recibido la vida eterna. Hemos sido bendecidos por Dios para recibir esta vida eterna, como esta escrito, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Nuestro Señor Mismo dijo esto.
Sin embargo a pesar de esto, existe mucha gente que se rehúsa a aceptarlo. Aquellos que nacieron en esta tierra en la carme, y aún así no creen esta Verdad dentro de sus corazones, están todos condenados por siempre, ambos, en este mundo y en el mundo que viene. Estarán condenados por siempre, en ambos, en este mundo y en el pozo eterno de fuego preparado para ellos.
Sin embargo, para aquellos que creen en esta Verdad, la vida eternal ha llegado. Nuestro Señor ha dado felicidad eterna a todos aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. La vida en esta tierra, en donde tú y yo luchamos en la carne, con nuestras circunstancias y situaciones, no es todo lo que hay. Esto, de hecho, no es más que una ilusión y una sombra. Para aquellos de nosotros que hemos nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, vendrá la verdadera y real vida, la vida eterna. Como tal, nosotros los creyentes hemos recibido eterna. Dios ha dado vida eterna a todos nosotros que hemos nacido de nuevo. Él nos ha dado vida eterna, para que nuestra alma nunca muera sino que viva para siempre. Nada mas que esto es el amor de Dios, el amor sorprendente y sin limites que Dios nos ha dado abundantemente. Y por nuestra fe, hemos recibido este amor y nuestra verdadera vida eterna.
 
 
Nuestro Señor Vino a Esta Tierra Solo Una vez
 
Aunque nuestro Señor vino a esta tierra, la gente no e recibió, ya que sus obras eran malas. Puesto de otra manera, había aquellos que no creían en Él, y como consecuencia de su incredulidad, fueron incapaces de recibir vida eterna, sino que permanecieron como pecadores destinados al infierno. ¿Qué clase de gente es incapaz de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu? Juan 3:19 dice, “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” En otras palabras, ya sea que alguien pueda o no nacer de nuevo, se determina por si ama la luz más que la perversidad.
Tú y yo, y todos en este planeta, todos practicamos lo malo. Y nuestras obras siempre son malas e insuficientes. Aunque todos nosotros somos malos e insuficientes, aún existen aquellos que en su corazón desean vivir virtuosamente. Por un lado, existen aquellos que anhelan recibir la luz en sus corazones y verdaderamente practicar las virtudes, pero por otro lado, existen aquellos que aman lo malo más que la luz, en sus corazones. Esta gente, los últimos, deben arrepentirse, deben darse vuelta.
Dios ha completado el evangelio del agua y el Espíritu, para que todas las almas que anhelan recibir salvación y vida eterna ciertamente la reciban por fe. Por lo tanto, sus corazones son más importantes que sus obras. Mientras que realmente eres incapaz de practicar la bondad, debemos tener corazones virtuosos que deseen y amen la bondad. El Apóstol Pablo también era así, mientras confesó, “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Romanos 7:19). Lo que el Apóstol pablo estaba diciendo aquí es que aunque él verdaderamente deseaba practicar la verdad, en vez de eso terminaba practicando lo malo, ya que en su carne era incapaz de practicar la virtud; esto no significa que el Apóstol Pablo de algún modo le gustaron lo malo más que lo bueno. No importa cuan insuficiente uno pueda ser, si en su corazón admite esto, desea buscar lo bueno, y anhela ser salvo, entonces ciertamente pueden nacer de nuevo creyendo en el evangelio del agua y el espíritu dado por Dios. Es solamente después de estoque los espíritus verdaderamente nacidos de nuevo entonces pueden hacer las santas obras de Dios.
No terminemos lastimosamente fallando en nacer de Nuevo y en recibir vida eternal aún cuando Dios ya nos la ha dado. Me duele mi corazón tanto al ver que aún cuando Dios nos ha señalado el camino para recibir la vida eterna al darnos el evangelio del agua y el espíritu, existe muchísima gente que ama lo malo más que lo bueno, y por lo tanto han rechazado este evangelio genuino dado por Jesucristo. Tristemente, tal gente ya ha sido condenada y juzgada. En ambos, en este mundo y en el venidero, están por siempre en el infierno.
Lo opuesto a vida eternal es castigo eterno. Este castigo eterno es vivir por siempre en el infierno, en el abismo del fuego eterno. La vida eterna, por otro lado, es felicidad perpetua. ¿Cuál deseas recibir-vida eterna o castigo eterno? Todos ustedes desearan recibir vida eterna, y no el castigo eterno. Por lo tanto, ya que Dios nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha salvado por medio de Su luz, amor y Verdad, debemos creer en esto en nuestro corazón. ¿Creen en esto mis compañeros creyentes?
Aquellos que odian la luz no vienen a la luz. ¿Por qué son incapaces de venir a la luz? No se acercan porque tiene miedo que su oscuridad sea revelada. Aunque no seamos perfectos en nuestras obras, nuestros corazones deben desear la Verdad y anhelar la bondad, porque lo que debe ser guardado es el corazón. La Biblia dice, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Si nuestro corazón se desvía, entonces todo lo demás también se desviara.
“Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:21). Compañeros creyentes, ¿realmente deseas practicar la Verdad? Aquellos que desean practicar la Verdad continúan viniendo a la luz. Todo lo que es expuesto es convertido en luz (Efesios 5:13). Debido a que siempre somos insuficientes, continuamos cometiendo errores, cometemos pecados y practicamos lo malo. El pecado es pecado. Necesitamos admitir que nuestro Señor quitó aún esto, y al hacer eso, llegamos a hacer gente de fe cuyos corazones son nacidos de nuevo por el agua y el Espíritu. Aquellos que reconocen sus insuficiencias, cuyos corazones desean sinceramente vivir de acuerdo a la voluntad del Señor, y que desean vivir para este Señor que les ha dado vida eterna-esta es la gente que verdaderamente ha nacido de nuevo. Cuando solo el Señor tiene la Palabra de vida eterna, ¿Por qué iríamos con alguien más? (Juan 6:68). Nosotros jamás traicionaremos nuestra fe en Jesucristo.
Dios nos ha dado vida eterna. Nuestra vida en esta tierra es solo momentánea. Muy pronto, iremos al lugar donde disfrutaremos las bendiciones y el gozo de la vida eterna. Pero hay una condición aquí: Solo aquellos que han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu pueden recibir esta vida eterna. En el Reino de Dios nos espera felicidad eterna. Para Sus creyentes, Dios ha dado esta bendición que les permite vivir felizmente por siempre. Debido a que la vida sobre esta tierra es breve como el viento que pasa momentáneamente, no nos asimos de el, sino marchamos hacia delante a la Luz de la Verdad, alabamos y damos gracias a Dios por darnos vida eterna, y nos dedicamos nosotros mismos a esparcir esta Verdad por toda la tierra.
Al darnos vida eternal, Dios nos ha permitido vivir felizmente por siempre. Aquellos de nosotros que hemos recibido esta bendición de vida eterna no pueden evitar alabar a Dios. Debido al evangelio del agua y el Espíritu que Él nos ha dado, hemos recibido vida eterna, y ahora hemos llegado a exaltar a nuestro Dios cada día y sentirnos orgullosos en Él. ¿Cómo podemos, ahora que hemos recibido eterna, tener satisfacción por las cosas de esta tierra, y cómo pueden tales cosas terrenales dictar nuestra felicidad o infelicidad? Nada sobre esta tierra puede alguna vez mover a los nacidos de nuevo que creen en el evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente que ha recibido vida eterna de Dios realiza la bendita obra que guía a otras almas a recibir también la vida eterna, esparcir la Luz de la Verdad, y servir al Señor. Y en el día en que el eterno Reino del Cielo les sea concedido, dejarán atrás toda su vida terrenal y entrarán al Reino de Dios. Nosotros los nacidos de nuevo vivimos nuestra vida de esta forma. Esta es la vida de los nacidos de nuevo.
Compañeros creyentes, ¿creen que Dios ciertamente nos ha dado vida eternal? Debemos tener fe en Su Reino y establecer nuestras prioridades correctamente. Aunque algunas veces luchamos al estar atados a esta tierra, debemos vivir nuestra fe en la Luz de la Verdad hasta el día en nuestro Señor regrese, creyendo que somos aquellos que realmente recibimos vida eterna de Él. No debemos tener una fe superficial o pensamientos vanos. Aunque esta vida sea una lucha constante para ti, no te entristezcas o te enojes, así como dijo un famoso poeta, “No me lo digas con números enlutados, la Vida es tan solo un sueño vacío.” Tú sabes mejor que nadie que no hay necesidad de esto.
Tú y yo hemos sido bendecidos maravillosamente. Somos testigos esparciendo la Luz de la Verdad sobre esta tierra, los mensajeros de la Luz. Dios dijo una vez al Profeta Isaías, “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Isaías 60:1). Les ruego, mis queridos creyentes, que se aseguren de guardar la fe que ahora tienen, que no busquen su satisfacción con las cosas de esta tierra, que pongan si corazón en su Dios que les ha dado vida eterna, y a que encuentren su satisfacción en Dios. Entonces su vida estará solamente llena de grandes bendiciones, felicidad y luz brillante. Yo alabo a Dios y le doy gracias a Él con todo mi corazón por darnos satisfacción eterna.
 
 
Debemos Creer en el Pan del Evangelio del Agua y el Espíritu que Nos permite Recibir Vida Eterna
 
En Juan 6:27, Jesús dijo, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece.” Compañeros creyentes, no toda la comida es igual; existe comida perecedera y comida imperecedera. Nuestro Señor realizó milagros y señales el amplio desierto. Al bendecir un almuerzo con solo dos pescados y cinco piezas de pan, Él alimentó a más de 5,000 personas hasta llenarse, y aún quedaron doce canastas de sobra para compartir. Así que en aquellos días, la gente de Israel seguía a Jesús siempre que tenía hambre. Pero el Señor dijo, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará.” Entonces la gente preguntó, “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?”
De hecho, la gente trabaja para vivir. También, comen para mantener sus vidas. Pero, en ocasiones, no es claro si comen para vivir o si viven para comer. Poca gente tiene la respuesta correcta. Ya sea que coman para vivir ante Dios, o que vivamos para comer, es acertado preguntar si es la gallina o el huevo que fue primero. Realmente, es para prosperar y vivir bien por lo que la gente mundana trabaja. Es para vivir por lo que comemos, ya que podemos vivir solamente si comemos.
La razón por la cual el pueblo de Israel estaba siguiendo a Jesús por todos lados fue porque deseaban el pan de la carne. Lo seguía a Él nuevamente porque la última vez estaban hambrientos en el desierto, Jesús había predicado la Palabra de Verdad y luego realizó milagros y señales para alimentarlos. Jesús estaba al otro lado del mar en esta ocasión, pero el pueblo lo había seguido aún ahí. Para entonces, desde luego, estaban muy hambrientos. Entonces Jesús les dijo, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6:27). Lo que Jesús quería decirles es que Él ya les había dado vida eterna.
Entonces esta gente le preguntó a Jesús, “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?” Pensaron que podían recibir vida eterna si realizaban las obras de Dios. ¿Acaso no son así los Cristianos de hoy? Piensan que pueden ser bendecidos y salvos si realizan las obras de Dios. Es por ello que muchos Cristianos son devotos de sus iglesias, plantando muchas iglesias nuevas y realizando muchas obras virtuosas durante todas sus vidas. Sin embargo, en contraste, Jesús dijo, “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:29). En otras palabras, Dios Mismo específicamente explicó cómo podía alguien recibir vida eterna; Él lo dejo claro que esta vida eterna se encuentra en aquellos que creen en el Hijo.
Cuando Jesús dijo, “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:29), la multitud le preguntó de nuevo, “¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?” (Juan 6:30). Entonces Jesús les dijo, “De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (Juan 6:32-33). Entonces esta gente le dijo a Él, “Señor, danos siempre este pan” (Juan 6:34), a lo cual Jesús respondió diciendo que Él Mismo era este pan de vida, diciendo, “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás…y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:35, 37). Nuestro Señor se describió a Sí Mismo como el pan del Cielo.
Entonces Jesús continuo diciendo, “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:38-40); “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida” (Juan 6:47-48); y, “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Juan 6:51). Refiriéndose a Sí Mismo, el Señor lo dejo suficientemente claro que Él descendió del Cielo. Y también Él dijo que descendió del Cielo no para hacer Su propia voluntad, sino la voluntad del Padre. Él dijo que estaba haciendo las obras del Padre exactamente como el Padre se lo había ordenado; Él estaba siguiendo la voluntad de Aquel que lo envió.
¿Cual, entonces, es la voluntad del Padre? Es creer en el Hijo. Así que el Padre nos dice a nosotros, “¿Deseas recibir vida eterna? ¿Cómo recibirás esta vida eterna? Cualquiera que vea al Hijo y crea en Él recibirá vida eterna.” En otras palabras, explicando Él Mismo, Jesús dijo, “Yo soy el pan que descendió del Cielo. Si alguien come este pan, recibirá vida eterna.” Al igual que nuestro Señor dijo aquí, cualquiera que ve al Hijo y cree en Él ciertamente recibirá vida eterna. Puesto de otra manera, aquellos que coman a nuestro Señor creyendo en Él son aquellos que, por medio de su fe, comen esta salvación traída por nuestro Señor, y recibirán vida eterna. Esto es lo que nuestro Señor dijo.
Sin embargo a pesar de esto, mucho entre la multitudes fallaron en reconocer que Jesús había sido enviado por Dios Padre. La vida eterna se menciona frecuentemente en este evangelio de Juan. Nos dice una y otra vez que Dios nos ha dado vida eterna a aquellos que creemos en el Hijo. Sin embargo la multitud continúo preguntándole por el pan de la carne. Pero era el pan de vida eterna lo que Jesús quería darles, y también les dijo que Él Mismo era este pan de vida. Es por ello que nuestro Señor les dijo, en efecto, “Cómeme, y recibirás vida eterna.” Sin embargo, al igual que Nicodemo, las multitudes eran tan ignorantes de la vida eterna que todos estaban sorprendidos, preguntándose a si mismos, “¿Cómo puede este Hombre darnos a comer Su carne?”
Así que nuestro Señor les dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan 6:53-58). En concreto, si alguien se come a Jesús por medio de la fe, recibirá vida eterna. Jesús es el mismísimo pan que trae vida eterna a todos los que creen en Él. Cualquiera que crea en el Hijo de Dios tiene vida eterna. Este fue el centro del mensaje que Jesús trataba de dar a los Judíos en Su dialogo con ellos.
Así los Judíos ahí presentes no podían entender esto, así que se preguntaban, “¿Eres entonces Tú el pan que viene de Dios? Nos dijiste que Te comiéramos, pero, exactamente ¿como te comeremos? ¿Debemos meter un cuchillo en Tú carne y comérnosla? ¿Crees que somos caníbales? ¿Cómo podemos comerte?” entonces nuestro Señor les explicó en detalle diciendo, “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí” (Juan 6:55-57).
En esencia, cuando Jesús dijo que cualquiera que crea en el Hijo ha recibido vida eternal, esto es lo que Él quiso decir: Aquellos que creen que nuestro Señor vino a esta tierra, borró todos nuestros pecados, y se ha convertido en nuestro verdadero Salvador; quienes creemos que Jesús es el Hijo de Dios y nuestro Salvador; quienes además creemos que Él aceptó todos nuestros pecados sobre Su cuerpo por medio de Su bautismo, cargó estos pecados del mundo hasta la Cruz, fue crucificado a muerte, se levantó de entre los muertos en tres días, y por lo tanto ha borrado todos nuestros pecados; y quienes creemos que nuestro Señor es nuestro Salvador-estos son los que creen en el Hijo, la misma gente que ha recibido vida eterna por comer, por medio de su fe, la carne y la sangre del Hijo.
Aquellos que creen en el Hijo de Dios han recibido vida eterna. Ellos se han convertido en aquellos que ahora tienen vida eterna como su posesión. En concreto, es creyendo en el Hijo de Dios por lo que podemos recibir vida eterna. Nada más que esto es el mismísimo mensaje que he tratado de explicarte hasta ahora. Este Hijo de Dios tomó nuestros pecados sobre Su propio cuerpo por medio de Su bautismo, fue condenado por nuestros pecados dando Su propio cuerpo, se levantó de entre los muertos, y al hacer todas estas cosas, Él ha traído salvación y ha dado vida eterna a todos aquellos que creen en Jesucristo el Hijo de Dios como su Salvador. Esto es precisamente por lo que aquel que cree en el Hijo tiene vida eterna.
Jesús dijo, “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:55). Es creyendo en Jesús por lo que recibes vida eterna. Puedes ser salvo y recibir la remisión del pecado creyendo en Jesucristo. Es comiendo y bebiendo la carne y la sangre de Jesús por lo que puedes recibir vida eterna. Cuando Jesús dijo que el camino para recibir vida eterna es creyendo en el Hijo de Dios, Él quiso decir que tu puedes tener esta vida eterna solamente cuando crees que el Hijo de Dios ha borrado todos los pecados del mundo por medio de Su propia carne y sangre. Ciertamente, para darnos verdadera vida eterna, nuestro Señor nos dio Su carne y sangre real, y por lo tanto nos ha salvado a todos.
La carne de nuestro Señor ciertamente es comida, ¿o no? Esto no significa que de alguna manera morderemos Sus brazos y piernas y nos las comeremos, como si fuésemos un montón de caníbales. No, esto significa que es creyendo en el Hijo de Dios por lo que recibimos vida eterna. Eso es lo que se quiere decir con “comerse al Hijo de Dios por medio de la fe.” Es cuando así creemos en Jesús con todo nuestro corazón por lo que recibimos vida eterna. Jesús nos dijo, “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Juan 6:54). Aquellos que verdaderamente han comido la carne de nuestro Señor y han bebido Su sangre ahora tienen vida eterna. Esto es porque Dios Padre había decidido salvarnos por medio de Su Hijo y darnos vida eterna a todos los que creen en este Hijo; por lo tanto, para aquellos que han comido la carne del Hijo y bebido Su sangre, Dios ciertamente ha dado vida eterna.
¿Cómo comemos la carne del Hijo de Dios? La comemos por medio de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Para salvarnos a ti y a mí de todos nuestros pecados, Dios envió a Su Hijo a esta tierra, y permitió a Su Hijo aceptar todos los pecados de la humanidad por medio de Su bautismo. En ese momento, no solamente nuestros pecados fueron pasados sobre Jesús, también todas nuestras insuficiencias, debilidades y manchas fueron pasadas a Él. Y después de pasar nuestros pecados sobre Su Hijo, entonces Dios le entregó para ser crucificado. Y para aquellos que creen que Su Hijo así nos ha salvado y los ha hecho gente libre del pecado a través del bautismo y de la Cruz., Dios ha dado vida eterna, juntamente con la remisión del pecado. Este fue el método por el cual Dios dio vida eterna a todos aquellos que creen en Su Hijo, y esta fue la voluntad de Dios.
Dios deseaba dar la verdadera remisión del pecado y la vida eterna a toda la humanidad. Así que Él dio vida eterna por medio de Su Hijo. Jesús el Hijo de Dios vino a esta tierra, aceptó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, y después de poner todos los pecados sobre Su propio cuerpo, Él fue crucificado a muerte y se levantó de entre los muertos. Al hacer estas cosas, Jesús se convirtió en el Salvador quien realizó nuestra salvación a la perfección. Y Dios hizo posible para que cualquiera que crea en Su Hijo reciba vida eterna. Cuando la humanidad, debido a Satanás el Demonio quien se opuso a Dios, alcanzó la muerte, Dios nos envió a Su Hijo. Y de este modo Él dio la remisión del pecado a aquellos que comieron y bebieron la carne y la sangre de Su Hijo por medio de su fe, los liberó de la muerte, y les concedió vida eterna. En otras palabras, Dios ha dado vida eterna a ti y a mí que creemos en Jesucristo y en Su Verdad. ¿Crees esto, que Dios ha dado vida eterna a nuestra alma? Es por ello que aquel que cree en el Hijo tiene vida eterna.
La Biblia dice, “Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años” (Salmo 90:10). Pero esto no es todo lo que hay en nuestras vidas. Dios nos ha dado vida eterna. Esta eternidad, que nunca termina, y la vida eterna te ha sido dada. Aquellos que han, por medio de su fe espiritual, bebido y comido la carne y la sangre de Jesucristo el Hijo de Dios han sido todos lavados de sus pecados, y vivirán por siempre en el Reino de Dios. Esta vida es diferente de la vida de cualquier otra criatura que ahora vive en este mundo. Dios le ha permitido a la humanidad vivir por siempre, pero solo si nacen de nuevo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Estoy tan agradecido porque Dios ha dado vida eterna. Mientras vivimos sobre esta tierra durante 70-80 años, atravesamos por toda clase de emociones, del gozo a la ira, de la tristeza a la felicidad. Sin embargo, ¿cuan cortas son nuestras vidas sobre esta tierra, cuando solo son 70-80 años? ¿Con cuanta rapidez nos pasa la vida? Nos pasa en un parpadear.
Compañeros creyentes, hubo un tiempo en que yo, también, fui joven, al igual que la gente joven entre ustedes. Pero ahora ya estoy en los 50’s. Yo pensé que nunca envejecería. Yo pensé que no había lugar en mi diccionario para la palabra “cincuentas,” que sería por siempre joven, pero mi juventud pasó instantáneamente, y habiendo envejecido en poco tiempo, ahora ya estoy en mis 50’s, cuando soy responsable por todos mis asuntos y cargado por las responsabilidades de la vida. Compañeros creyentes, la vida pasa en un instante. Aún si fuésemos a vivir 70-80 años, aquellos de entre nosotros que se hallen en sus 20’s ya han vivido 1/3 de toda su vida. Cuando viven las 2/3 de toda su vida, todos regresan a ser un puñado de polvo, y nada quedará de ellos.
¿Son entonces nuestras vidas sueños vacíos? Algunos de ustedes pueden pensar así. Nuestro Dios Padre, sin embargo, nos amó tanto que Él nos envió a Su Hijo, hizo que Él aceptará todos los pecados del mundo al recibir el bautismo sobre Su cuerpo, y dio a este Hijo en la Cruz para ser crucificado, haciendo así que Él cargará toda la condenación por nuestros pecados. Al hacer eso, Dios ha dado la remisión del pecado y vida eterna a todos aquellos que creen en este Hijo. ¿Crees en el evangelio del agua y el Espíritu? ¿Tienes vida eterna? Les ruego a todos y a cada uno de ustedes que crean esto, que ciertamente tienen vida eterna. Entonces tu vida no se desperdiciara vanamente.
Esta vida eterna es vivir felizmente por siempre. Es completamente perfecta, libre de cualquier fastidiosa imperfección. Es perfecta porque seremos transformados en un carácter divino y un cuerpo para vivir por siempre. Ni más ni menos que tú y yo, quienes creemos en la salvación del bautismo y la Cruz de Jesucristo el Hijo de Dios, hemos recibido esta vida eterna. ¿Crees esto?
Algunas veces, es posible aún para ti, un creyente del evangelio del agua y el Espíritu, deprimirse por su sentidote inferioridad o limitaciones, y te preguntas, “¿Por qué soy así?” pero tienes que reconocer esto: Los hijos de la condenación que no han recibido la remisión del pecado puede que también estén deprimidos, pero tú, que has nacido de nuevo al creer en el Hijo de Dios, no estas para ser esclavizado por tales depresiones. Lejos de eso, tú eres de aquellos que ahora poseen vida eterna, algo tan maravilloso de lo realmente deberías sentirte orgulloso. Puedes vivir por siempre, ya que alguien que cree en el evangelio del agua y el Espíritu, ahora has sido lavado y limpiado de todos tus pecados. Aún más, como alguien que esta en posesión de la vida eterna, también puede difundir esta vida eterna-dado esto, tú existencia ciertamente es maravillosa. Para nosotros vivir en este mundo 70, 80 años, de hecho, significa servir al Señor. En otras palabras, Dios nos ha salvado para que hagamos Sus obras de compartir la vida eterna con otros. Compañeros creyentes, ¿pueden sentir eso? ¿Pueden creer esto? No es nadie más que tú quién tiene vida eterna por posesión.
¿Quién y que más en este mundo nos puede dar el pan espiritual? Solo nuestro Señor nos puede dar el pan espiritual por medio del evangelio del agua y el Espíritu. Es por ello que es una gran bendición creer en este evangelio del agua y el Espíritu dado por nuestro Señor. Y es por ello que lo que está sobre esta tierra se muy trivial para nosotros. Debido a que estamos viviendo sobre esta tierra como viajeros en un corto viaje, y debido a que todos en este mundo deben nacer de nuevo por medio de la fe que estamos predicando, nada en este mundo puede cautivarnos a los nacidos de nuevo. El gozo de este mundo, su felicidad y todo en este mundo nos parece tan trivial y esto se debe a que ahora tenemos vida eterna. Con la vida eterna como posesión nuestra, no vemos hacia este mundo anhelándolo, un mundo que pasara por nosotros brevemente. Ya que vivimos en este mundo como peregrinos, y ahora hemos recibido verdadera vida eterna, nuestra vida es vivida para alabar a nuestro Dios. Por lo tanto, aún mientras enfrentamos sufrimiento, tristeza y tribulación mientras vivimos sobre esta tierra, nuestro corazón siempre esta gozoso.
La carne del Señor ciertamente es comida, y la sangre del Señor ciertamente es bebida. Al creer en este Señor, hemos llegado a ser aquellos cuyos corazones ya no tienen sed. Debido a que el Señor Mismo se ha convertido en fuente de vida, nuestra alma no tiene sed. Podremos tener sed si vemos hacia el mundo, pero cuando vemos al Señor, nunca tenemos sed.
Mis compañeros creyentes, Dios ha distribuido Su sorprendente gracia de la salvación sobre ti. Si ves en dirección del Señor en el evangelio del agua y el Espíritu poniendo tu fe en este evangelio, serás bendecido para nunca más tener sed de nuevo por la eternidad.