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Sermones

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 4-3] La fuente de agua rebosante que da la vida eterna (Juan 4, 3-26)

La fuente de agua rebosante que da la vida eterna(Juan 4, 3-26)
«Salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo».
 
 
Hoy solo quiero predicar durante poco tiempo. Mi voz no está ronca por predicar en la Conferencia de Formación de Nathanael, sino porque grité mucho cuando fui a pescar. Sé que no es agradable escucharme con esta voz, pero espero que me entiendan. Hemos construido la guardería bien, ¿no? La hemos hecho bien para que los santos en esa habitación me puedan ver sin ningún problema. ¿Han cenado bien esta noche? No tengo tiempo para calentar mi voz antes del sermón. Todos estamos muy ocupados hoy. El tiempo parece que vuelve y hoy pasará antes de darnos cuenta.
Algunas personas habrán oído la Palabra en Juan 4 un millón de veces. Jesús fue a pasar a través de una ciudad llamada Samaria donde estaba el pozo de Jacob. Una mujer samaritana fue a sacar agua cuando Jesús estaba sentado en el pozo porque estaba cansado de tanto camino, y entonces Él le pidió a la mujer que le diera agua. Pero la relación entre judíos y samaritanos en aquel entonces era hostil. Como los judíos pensaban que los samaritanos eran gente sucia, la samaritana no podía entender por qué Jesús, que era judío, le pedía agua. 
Así que Jesús le dijo lo siguiente a la mujer: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva» (Juan 4, 10). Y entonces siguió diciendo estas palabras que la mujer no entendía: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna» (Juan 4, 13-14). Habla de beber agua y del agua eterna.
Entonces Jesús habló sobre los maridos de esta mujer. La mujer sabía que Jesús no era una persona común y dijo: «Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar» (Juan 4, 19-20).
Como he dicho antes, los judíos y los samaritanos no tenían una buena relación. Los samaritanos y los judíos no estaban de acuerdo con el lugar donde se debía adorar, y como los judíos despreciaban a los samaritanos, estos últimos no podían adorar en el Templo de Jerusalén. Así que construyeron su propio templo en el Monte Gerizim que estaba lejos de Jerusalén. Los judíos pensaban que el verdadero sacrificio solo se podía ofrecer en el Templo de Jerusalén, y odiaban a los samaritanos que adoraban en el Monte Gerizim aún más. Por tanto, la mujer samaritana dudaba de Jesús, que vino de lejos hasta Samaria desde Jerusalén.
Jesús lo sabía y dijo: «Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Juan 4, 21-24). Jesús hizo que la mujer se diera cuenta de que el lugar de adoración no es importante.
Lo importante es cómo adorar a Dios, y Jesús dijo que llegaría el momento en que habría que adorarle en espíritu y en verdad. Por tanto la mujer dijo que ella también sabía que el Mesías vendría y Jesús aclaró que Él era ese Mesías.
 
 

Nuestro verdadero Salvador

 
Queridos hermanos, ¿cuándo debemos adorar en espíritu y en verdad? ¿Cuál es la fuente de agua de la que bebemos para la vida eterna? De la misma manera en que Jesús le dio a la mujer el agua de la vida eterna, Dios nos dio la fuente de agua rebosante que nos proporciona la vida eterna. El Señor le dijo a la samaritana, que creía en Dios según sus propias ideas, que Él le daría la fuente de agua rebosante de la vida eterna y que llegaría la hora en que ella le adoraría en espíritu y verdad.
¿Qué significa que Dios nos haya dado la misma fuente de agua rebosante de la vida eterna? Significa que ha resuelto el problema del pecado. El Cielo es un lugar donde no se puede ir si se tiene la más mínima cantidad de pecados. Pero nuestro Señor resolvió todos nuestros pecados a través de Su muerte en la Cruz y por eso podemos ir al Cielo. La Palabra de Dios del Evangelio del agua y el Espíritu se ha convertido en la fuente de agua rebosante dentro de nosotros que nos da la vida eterna y permite que nuestras almas vayan al Cielo.
No hay ningún tipo de agua en el mundo que pueda regar nuestras almas. Si dejamos atrás nuestros pensamientos, ya que son malvados y de ningún provecho, y prestamos atención a lo que Dios nos dice, la fuente de agua que nos quita la sed para siempre, rebosa de nuevo en nuestros corazones para darnos la vida eterna. El agua de la que Dios habló y nada más es la que nos hace recibir la remisión de los pecados, y todas las Palabras que Él ha dicho se convierten en la fuente de agua rebosante que nos quita la sed para siempre y nos da la vida eterna. Cuando creemos en Dios en nuestros corazones, se sumergen en Su Palabra y nosotros nos refrescamos, enriquecemos y prosperamos. Nos hacemos prósperos por el agua que nos quita la sed para siempre.
Los santos a veces estamos atados por nuestros pensamientos y seguimos a Dios según esos pensamientos. Hay también muchos santos que están atados por sus propios pensamientos de manera que no pueden beber el agua de la fuente, sino que beben agua con barro. Nuestras almas deben tener la fuente rebosante de agua que proporciona la vida eterna como base de la vida dentro de nosotros al creer en la Palabra de Dios que no está mezclada con nuestros pensamientos o con la levadura espiritual. Si alguien no sabe qué es vivir por fe y qué es la vida espiritual con gozo después de recibir la remisión de los pecados, esta persona estará bebiendo agua sucia mañana aunque hoy haya bebido agua limpia. ¿Acaso no hay momento en que están frustrados por creer en Jesús porque han ensuciado el agua con sus pensamientos, porque sus cuerpos han salido al mundo y sus mentes se han convertido en un pozo sucio? Si a veces se sienten así, no están adorando ante la presencia de Dios en espíritu y en verdad, sino que están juzgando a Dios y contaminando con sus pensamientos el agua limpia que fluye para darnos la vida eterna. Por tanto, hermanas y hermanos, espero que dejen de lado sus pensamientos.
Compartí este mismo sermón en el último campamento de formación de discípulos, y seguiré compartiéndolo hasta que esté impreso en sus corazones y espíritus. Esto se debe a que nuestros corazones están atados al mundo instantáneamente y cambian cuando están irritados, y a que la Palabra que escucharon ayer se convierte en mera teoría enseguida si seguimos nuestros pensamientos. Si una persona cree en el Señor y recibe la remisión de los pecados, pero piensa: «Está bien recibir la remisión de los pecados simplemente», esto se convierte en mera teoría que no es fe, y entonces no hay fe en su corazón. Esto es lo que ocurre cuando los nacidos de nuevo llevan a cabo sus pensamientos carnales. Pero si creen en sus corazones y ofrecen alabanzas cuando leen la Palabra y la escuchan, excepto cuando tienen que pensar en cosas mundanas, el Espíritu Santo rebosa en sus corazones con gozo como una fuente.
¿Por qué la gente no vive su fe? Porque van a la capilla llevando solamente sus biblias sin haber nacido de nuevo. Son los ángeles del domingo. Ese día solamente dejan de decir cosas malvadas y se comportan bien. Pero cuando salen de la iglesia y viven en el mundo vuelven a enseñar su naturaleza verdadera. No debemos ser como estos ángeles del domingo.
Hermanos y hermanas, debemos dejar de lado nuestros pensamientos todos los días cuando nos presentemos ante Dios. ¿Acaso no son los pensamientos malvados lo primero que sale de los pensamientos del hombre? Los pensamientos humanos son tan malvados que la gente incluso va a la iglesia con motivos egoístas. Cuando pensamos en la fe de manera cognitiva, se calculan las ventajas y desventajas de la vida en la iglesia. Si hay algo negativo, se piensa: «¿Qué? ¿Qué es esto?» y entonces uno se siente enfadado y se asegura de que no pierde nada y juzga a los demás pensando: «¿Qué le pasa a este?» y entonces de su corazón sale todo tipo de violencia y conmoción. La paz en su corazón desaparece enseguida.
Jesús dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». Lo primero es negarse. No estoy seguro de cuántas veces he dicho esto a los hermanos y hermanas de la Iglesia de Chuncheon. El Señor dijo que hay que negarse, tomar la cruz y seguirle todos los días. Deben negarse todos los días. Aunque dejen de lado sus pensamientos y estén llenos de gracia un día, al día siguiente surgen pensamientos carnales de nuevo. Somos las personas que siguen a Dios. La fe consiste en buscar al Señor y seguirle. Debemos negarnos de nuevo cuando nos despertamos por la mañana y seguirle para tener la plenitud del Espíritu Santo en nuestros corazones y así la Palabra entra en nosotros y vive en nuestros corazones. La Palabra tiene que encontrar un lugar en nuestros corazones para convertirse en la fuente de agua rebosante que nos da la vida eterna. Si estamos demasiado preocupados con nuestros propios pensamientos, el infierno viene a nosotros de nuevo.
«Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren» (Juan 4, 23). El Señor nos dijo que está buscando a este tipo de personas. Nos dijo a los nacidos de nuevo: «Ahora es la hora» y ahora es el momento de negarnos y de nacer de nuevo al creer en la Palabra del agua y el Espíritu. En otras palabras, cuando negamos los pensamientos de la carne, pensamos y creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado para eliminar nuestros pecados, y cuando adoramos con fe dando gracias por el don de salvación, estamos adorando en espíritu y verdad.
Algunas personas adoran a Dios en espíritu y verdad y otras tienen pensamientos carnales inútiles cuando adoran y después se van. Hermanos y hermanas, espero que estemos agradecidos por el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado y que nos sumerjamos en él en vez de pedir algo visible. Tenemos paz y verdadero gozo en nuestros corazones cuando hacemos esto. Esta es la clave para vivir una vida de fe correcta.
La fuente de agua que sigue rebosando en nuestros corazones aparece cuando, después de nacer de nuevo, no admitimos nuestros propios pensamientos y creemos solamente en la justicia de Dios. Cuando admitimos solamente la justicia de Dios, se convierte en una fuente de agua rebosante en nuestros corazones. Si reconocemos nuestros propios pensamientos, la fuente de agua se seca, nuestras almas se ensucian y nuestra fe no puede ser verdad, por lo que se convierte en una mera teoría. Por eso vivimos nuestra vida espiritual en teoría solo. La gente que no cree que el Señor le dará una respuesta cuando ora no espera la respuesta a sus oraciones aunque ore a Dios. Aunque han nacido de nuevo, su fe no florece en sus corazones porque siguen al Señor con sus propios pensamientos y juzgan la Palabra con el estándar de sus pensamientos.
Sin embargo, la gente de fe niega sus pensamientos carnales. No sufriremos ninguna pérdida al creer en la Palabra de Dios. Si creemos en la Palabra de Dios, la Palabra se convierte en agua viva para nosotros. La Palabra de Dios nos da fuerzas, riqueza y bendiciones. Esta Palabra de Dios es Dios mismo para nosotros. No podemos sufrir ninguna pérdida al tener la Palabra de Dios en nuestros corazones. No hay pérdida alguna cuando servimos a Dios en nuestros corazones y le seguimos por fe.
Amados santos, Dios está buscando a personas que le adoren en espíritu y verdad. Así que, ¿vamos ante Él en espíritu y verdad? ¿O vamos ante Él con nuestros pensamientos carnales? Hermanos y hermanas, ¿de verdad veneran a Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu en el centro de sus corazones? ¿O están diciendo que le veneran a la fuerza porque han intentado entender Su salvación con sus pensamientos carnales pero no pudieron? Dios está buscando a gente que le adore en espíritu y verdad.
Hermanos y hermanas, ¿van ante la presencia del Señor y le adoran al creer en la justicia de Dios en sus corazones? Hermanos y hermanas, por favor, inspeccionen la justicia de Dios en sus corazones y confírmenla una vez más. ¿De verdad creen en ella? Les estoy diciendo que animen a sus corazones que creyeron en la justicia de Dios y a que comprueben que están seguros de que es correcta y aún creen en ella. Espero que siempre vayan ante Dios al creer en Su justicia cuando se presenten ante Él. Entonces tendrán fuerzas y gozo sorprendentes. Este es el poder del Evangelio del agua y el Espíritu que fluye para siempre para dar vida eterna.
Por el contrario, aunque hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos vacíos en el momento en que volvemos a los pensamientos de la carne después de haber sido guiados por el Espíritu. Si suprimimos nuestros pensamientos carnales, tenemos el agua espiritual. Debemos cubrir el pozo de nuestros corazones. Nuestro Señor nos pidió que nos asegurásemos de que el polvo y la suciedad no entrasen. Entonces hizo el Evangelio del agua y el Espíritu para que quitásemos el polvo y la suciedad de nuestros corazones.
¡Queridos hermanos! Por favor, sigan al Señor con su corazón por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por favor, crean en el Señor. Por favor, nieguen sus pensamientos. Si van ante la presencia de Dios con sus pensamientos carnales, su corazón se sentirá incómodo. Si seguimos con nuestros pensamientos carnales, descubriremos que vamos por el mal camino aunque parezca correcto al principio. Hermanos y hermanas, ¿lo entienden? Sus pensamientos carnales son peligrosos.
La mujer samaritana dijo: «Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas». Entonces el Señor contestó: «Yo soy, el que habla contigo». Él es el Señor que nos da el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Redentor y el Agua de la vida eterna. No necesitamos nada más. Solo necesitamos a Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Al meditar sobre Su Palabra por fe en nuestros corazones, el Señor vive en nuestros corazones y hace fluir el agua que satura nuestros corazones y que proporciona vida eterna. El Señor nos dio el Evangelio del agua y el Espíritu. Nos dio la fuente de agua rebosante de la vida eterna. Mientras que hay personas que dejan que esa fuente siga fluyendo, hay otras que tienen problemas porque la tapan con sus pensamientos carnales. Si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, su poder está en nuestros corazones y se refleja en nuestras vidas. Si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y lo tapamos con nuestros pensamientos y decidimos hacer esto o lo otro, aunque haya agua pura, se convierte en agua que no podemos beber, y el Señor no puede tomar las riendas de nuestras vidas y por eso nuestras vidas no pueden ser abundantes. Esto ocurre porque nuestros pensamientos carnales han obstruido la Verdad.
Si quieren una vida verdaderamente abundante, no pueden obstruir la voluntad de Dios con sus pensamientos carnales. Nuestro Señor está dentro de nosotros como fuente de agua que fluye para la vida eterna a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Como está escrito en Hecho de los Apóstoles 3, 19, recibimos el Espíritu Santo como un don en el momento en que recibimos la remisión de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si creemos en la Palabra de Dios, Él nos da poder para hacer cualquier cosa y para seguirle aunque no hagamos otra cosa que creer. Esto no ocurre cuando hacemos algo a la fuerza.
Nuestros pensamientos carnales son nuestros enemigos. Nuestros enemigos son nuestros pensamientos carnales. Estos enemigos no solo atacan una vez, sino todos los días. Nuestro Señor nos dio la fuente de agua rebosante que proporciona la vida eterna. Estoy agradecido completamente hoy, mañana y para siempre porque el Señor se ha convertido en el Señor de mi salvación, ha eliminado todos mis pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu, se ha convertido en mi Pastor, mi refugio, y mi Dios. No hay nada diferente que mantenga mi fe hoy o mañana. Estoy muy agradecido porque nuestro Señor es Dios y ha eliminado completamente mis pecados, mis fallos, y porque este Dios me guía y me da agua constantemente para que no me seque.
El Señor entra en nuestros corazones a través del Evangelio del agua y el Espíritu y nunca nos deja. No dejó que nuestros corazones se secarán como piedras. Siempre riega nuestros corazones, nos da gozo y hace que la flor del gozo florezca. Después de que el Señor entre en nuestros corazones, se convierte en la fuente de agua que nunca se seca. Hermanos y hermanas, ¿creen?
Estén agradecidos y alaben al Señor. Entonces sus vidas serán prósperas y ricas. Espero que dejen de lado sus pensamientos. Los pensamientos del hombre son como excrementos. ¿Lo entienden?
Alabemos al Señor que ha venido a nosotros y se ha convertido en la fuente de agua de salvación y guardemos esta agua de la justicia de Dios y adoremos al Señor. Espero que prediquen el Evangelio y vivan con prosperidad orando por sus vidas ante la presencia del Señor. ¡Aleluya!