(Cantar de los Cantares 8:8-14)
“¡Oh, si tú fueras como un hermano mío
Que mamó los pechos de mi madre!
Entonces, hallándote fuera, te besaría,
Y no me menospreciarían.
Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;
Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis granadas.
Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.
Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera. ¿Quién es ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté;
Allí tuvo tu madre dolores,
Allí tuvo dolores la que te dio a luz.
Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
Tenemos una pequeña hermana,
Que no tiene pechos;
¿Qué haremos a nuestra hermana
Cuando de ella se hablare?
Si ella es muro,
Edificaremos sobre él un palacio de plata;
Si fuere puerta,
La guarneceremos con tablas de cedro.
Yo soy muro, y mis pechos como torres,
Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
La cual entregó a guardas,
Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
Mi viña, que es mía, está delante de mí;
Las mil serán tuyas, oh Salomón,
Y doscientas para los que guardan su fruto.
Oh, tú que habitas en los huertos,
Los compañeros escuchan tu voz;
Házmela oír.
Apresúrate, amado mío,
Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,
Sobre las montañas de los aromas.”
Hemos estado hablando del Cantar de los Cantares antes y esta tarde también quiero seguir compartiendo la Palabra de Dios del Cantar de los Cantares. Está escrito en el Cantar de los Cantares 8:8-10: “Tenemos una pequeña hermana, Que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana Cuando de ella se hablare? Si ella es muro, Edificaremos sobre él un palacio de plata; Si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro. Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.”
En mi sermón anterior les he explicado lo que significa vivir una vida de fe. Esta tarde me gustaría hablar de lo que necesitan para vivir con fe.
En primer lugar, necesitan la gracia de Dios
Dios dijo en el Cantar de los Cantares 8:8: “Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare?” Como está escrito aquí, tenemos una hermana pequeña que se enamoró y está a punto de casare. Pero todavía no tiene pechos, ni es lo suficientemente madura. ¿Qué deberíamos hacer por ella? Este pasaje no se debe interpretar literalmente, porque tiene connotaciones espirituales. En otras palabras, nos pregunta qué debemos hacer por nuestros hermanos santos que no han alcanzado la madurez espiritual. “Nosotros” aquí se refiere a los que hemos recibido la remisión de los pecados todavía.
La respuesta a esta pregunta se encuentra en el Cantar de los Cantares 8:9, que dice: “Si ella es muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; Si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro”. Como está escrito, debemos edificarle un palacio de plata. El palacio de plata se refiere a la gracia de Dios. Así que, si una hermana no tiene pechos, es decir, si nuestros santos no han alcanzado la madurez espiritual, debemos vestirla de la gracia de Dios. Está escrito aquí: “Si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro”, lo que implica que nuestros santos jóvenes necesitan oraciones. De esta manera, están listos para casarse con el Esposo, como está escrito: “Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fui en sus ojos como la que halla paz” (Cantar de los Cantares 8:10).
El pasaje de las Escrituras de hoy nos está hablando de los santos que han encontrado la gracia de Dios. ¿Qué necesitan para vivir con fe? La gracia de Dios es absolutamente indispensable para nosotros. Aquí el Señor pensó en el palacio de plata y el significado bíblico de la plata es la gracia de Dios. El cedro aquí, por otra parte, tiene muchos significados simbólicos, pero en el contexto de las Escrituras de hoy se refiere a las oraciones que le ofrecemos a Dios. El cedro es también aromático y simboliza una vida de oración. Lo que obtenemos de orar a Dios es el fruto de la fe. Esto nos habla de lo que necesitamos ahora mismo.
Nos demuestra que la gracia de Dios es absolutamente indispensable para nosotros. La gracia que el Señor nos ha dado es absolutamente indispensable para seguir la justicia del Señor. Es muy importante vivir con un entendimiento claro de esta necesidad de tener la gracia del Señor. Debemos recordar que, sin las bendiciones de Dios y Su ayuda, no podemos vivir nuestra fe y sin la gracia de Dios no podemos vivir como Sus siervos, aunque queramos. Si no hemos encontrado la gracia de Dios, no podemos llamarnos obreros de Dios.
Si somos una puerta, debemos pedirle al Señor que nos cierre con tablas de cerro, y si no tenemos pechos, debemos pedirle que nos haga un palacio de plata. De esta manera, debemos llenar nuestros corazones con la gracia de Dios. De hecho, todos nosotros no tenemos ningún mérito ante Dios, ni tenemos nada justo por nuestra cuenta. Pero, aunque no tengamos nada justo, nuestro Dios quiere convertirnos a los que creemos en Su justicia en Sus esposas y trabajadores, y quiere cumplir Su voluntad a través de nosotros. Y así el Señor quiere que vivamos con Él para siempre.
Debemos creer que Dios quiere vestirnos de tal esplendor y gloria. Para cumplir Su voluntad en este mundo, Dios nos ha vestido en Su gracia. Por tanto, podemos darnos cuenta de que es absolutamente indispensable vivir con fe en la gracia de Dios. Ahora sabemos que, sin la justicia de Dios y Sus bendiciones, no podemos vivir una vida de fe correcta. Esto es imposible si no tenemos la gracia de Dios.
Ahora, todos queremos vivir con fe correctamente, confiando en la justicia de Dios. La vida de fe que es correcta a los ojos de Dios es posible solo gracias a Su gracia, que se encuentra solo después de recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Mientras vivimos nuestras vidas de fe, muchas de nuestras debilidades quedan expuestas de vez en cuando. Aunque hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestros talentos y fuerzas carnales no son suficientes para seguir al Señor. Como resultado, caemos en la desesperación cuando vemos nuestras debilidades, pensando: “¡Qué desgraciado soy! ¿Por qué tengo tantas debilidades? Todo el mundo parece ser fuerte y puede vivir con fe, pero yo soy muy débil”.
Sin embargo, a medida en que vivimos nuestras vidas de fe y seguimos al Señor al confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu, descubrimos que la misericordia de Dios es absolutamente indispensable para todos los que hemos sido salvado. Somos personas que viven en la gracia y misericordia de Dios. Esto se debe a que Jesucristo eliminó todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu. Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, nos hemos convertido en personas sin pecados, y por la gracia de Dios podemos vivir como Sus obreros. Como Dios nos ha salvado para siempre de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, ahora podemos vivir por fe.
Nuestra fe y nuestras bendiciones aquí se refiere no solo a la Palabra de Dios y la remisión de los pecados que Dios nos ha dado, sino también a los dones de la gracia que Dios nos a Su debido tiempo. Como Dios nos ha convertido en Su propia gente a todos debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos vivir como obreros de Dios a pesar de nuestras debilidades. Es absolutamente importante que no olvidemos esto y que lo recordemos siempre.
No debemos olvidar que, como hemos encontrado la misericordia de Dios, podemos vivir nuestras vidas de fe hasta el presente y vivir como siervos de Dios. Lo que apreciamos cada vez más cuando vivimos nuestra fe es la protección de Dios. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de los pecados y ahora estamos viviendo por fe y todo esto es gracias a la gracia de Dios, Su misericordia y Sus bendiciones. En otras palabras, Dios nos ha estado vistiendo de Su gracia perfecta todos los días para que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivamos por fe. Dios es quien ha hecho posible que dediquemos nuestras vidas en este mundo al ministerio del Evangelio. Por eso hemos podido vivir nuestras vidas como obreros de Dios a pesar de nuestras debilidades, todo gracias a la gracia de Dios.
Podemos apreciar profundamente que todas estas cosas han ocurrido porque Dios nos ha ayudado a través de nuestras vidas. Sin embargo, hasta que entendimos la gracia de Dios, solíamos desobedecer Su voluntad con nuestro propio juicio. Algunos de ustedes pueden haber pensado: “¿Por qué soy así? Hace muchos años que recibí la remisión de los pecados, ¿por qué soy tan débil?”. ¿No han tenido estos pensamientos? Estoy seguro de que muchos de ustedes tuvieron estos pensamientos en algún momento. Sin embargo, al aferrarnos a la justicia de Dios y orarle por fe, hemos podemos resolver todos nuestros problemas.
¿Qué podemos confesar ante Dios? Que hemos alcanzado la salvación solo porque Dios mismo nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu y que hemos podido llevar a cabo la obra de Dios solo porque nos dio Su misericordia, gracias a la gracia de Dios. La vida de fe que estamos viviendo no se vive con nuestras fuerzas, sino por la gracia de Dios y Sus bendiciones.
Por eso Dios quiere cumplir Su voluntad a través de nosotros. Precisamente por eso estamos viviendo en la Iglesia de Dios. Y por eso no caemos en la desesperación, sino que debemos vivir con fe hasta que nos presentemos ante Dios. Lo que necesitamos para vivir una vida de fe es la gracia de Dios. En Su gracia, podemos ver que Dios nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu; que nos ha hecho Sus propios hijos; que se ha convertido en nuestro Pastor y Guía; y que nos da Su poder y bendiciones todos los días. A pesar del hecho de que sufrimos muchos problemas, Dios no nos abandona y podemos darnos cuenta de que esto es gracias a Su gracia también. El pasaje de las Escrituras de hoy nos enseña que esta gracia de Dios es absolutamente indispensable. ¿Cuál es el segundo elemento que necesitamos para vivir con fe?
La Iglesia de Dios y su líder es indispensable para nosotros
Pasemos a Cantar de los Cantares 8:11-12: “Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, la cual entregó a guardas, cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto. Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas para los que guardan su fruto”. Mis queridos hermanos, todo lo que tenemos será devuelto al Señor. Todas nuestras posesiones son del Señor. Mientras hacemos la obra de Dios, todo lo que tenemos será devuelto a nuestro Señor. Como está escrito aquí, Salomón arrendó su viñedo a guardas y cada uno de ellos tenía que ofrecerle mil monedas de plata del fruto de su viña, que entonces se utilizó para una buena causa. De la misma manera, la Iglesia de Dios es Su viñedo y nosotros somos Sus guardas que le ofrecen el fruto de su trabajo.
Es una bendición maravillosa que la Iglesia de Dios sea Su viñedo. Al hacer la obra de Dios, estamos recibiendo bendiciones maravillosas. Al vivir nuestras vidas por el propósito de Dios, tenemos mucho que ganar. ¿Qué hemos recibido de Dios? Hemos recibido un lugar de trabajo de Dios. La Iglesia de Dios es absolutamente indispensable para vivir con fe. Todos nos hemos convertido en personas que necesitan Su Iglesia. Por las bendiciones de Dios estamos viviendo en Su Iglesia. Sin la Iglesia de Dios no podríamos hacer la obra de Dios. Si no unimos nuestros corazones con la Iglesia de Dios, no solo no podremos hacer la obra de Dios, sino que no podremos recibir las bendiciones de Dios.
¿Cuál es entonces el objetivo de la Iglesia de Dios en este mundo? Es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo obedeciendo la voluntad del Señor. El objetivo de Dios por nosotros es, en otras palabras, predicar el Evangelio sin unirse a Su Iglesia. Por eso los justos necesitan la Iglesia de Dios. Entonces, ¿cuál es el tercer elemento indispensable?
Los predecesores de la fe en la Iglesia de Dios son indispensables
La comunión con los predecesores de la fe es también absolutamente indispensable para que los siervos de Dios y los santos vivan con fe. De la misma manera en que necesitamos la gracia de Dios y Su Iglesia, también necesitamos comunión. La comunión con Dios se tiene compartiendo comunión espiritual con nuestros predecesores de la fe. La comunión espiritual es crucial porque podemos abrirnos a nosotros mismos y compartir las bendiciones que hemos recibido de Dios y las dificultades a las que nos enfrentamos en nuestras vidas de fe.
Pasemos a Cantar de los Cantares 8:13: “Oh, tú que habitas en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; Házmela oír”. Este pasaje nos muestra cómo la comunión es absolutamente indispensable. Como nuestra comunión es tan importante hemos compartido nuestras vidas de fe los unos con los otros, compartimos el pan juntos de vez en cuando, trabajamos juntos y jugamos juntos. Sin tener comunión con los predecesores de la fe, no se puede vivir la vida de fe. Debemos hablar los unos con los otros y orar los unos por los otros. Debemos hablar con nuestros predecesores de la fe y nuestros colaboradores.
Al tener comunión de esta manera, podemos ver dónde va la Iglesia de Dios, anticipar su dirección y seguir sus pasos. Dios guía a Su Iglesia, pero lo hace a través del líder de la Iglesia. Hay pautas que nos señalan qué debemos hacer para servir al Señor, contra quién debemos luchar la batalla espiritual de fe y contra quién debemos esperar luchar en el futuro. Para poder seguir estas pautas bien, debemos tener comunión con los obreros de Dios. Si vivimos nuestras vidas de fe por separado, acabaremos viviendo una vida de fe lejos de la voluntad de Dios.
Estas personas están destinadas a vivir una vida de fe aislada sin conocer la dirección en la que va la Iglesia de Dios. Esta no es la vida de fe que se vive siguiendo a Dios. Si no siguen la dirección de la Iglesia de Dios, esto significa que no están siguiendo a Dios y por tanto acabarán sin poder vivir su fe obedeciendo a Dios. En la Iglesia de Dios, esta vida de fe no puede describirse como correcta.
Ahora nos encontramos en la corriente de la Iglesia de Dios. Solo si seguimos esa corriente podemos vivir bien con fe. Para ello debemos tener comunión los unos con los otros y partir el pan de fe juntos. Por eso es tan importante dejarnos guiar por los predecesores de la fe si queremos movernos en la misma dirección y con el mismo objetivo. ¿Entienden lo que estoy diciendo aquí? La comunión espiritual es absolutamente indispensable para vivir con fe. Algunos de ustedes pueden pensar todavía que pueden vivir una vida de fe solos, pero eso no es así. Esto no es de lo que se trata la fe.
Es cierto que hay personas en la Iglesia de Dios que dicen: “Creo en la justicia de Dios. Estoy viviendo una vida de fe buena. No hay nadie que ame al Señor tanto como lo amo yo. Amo al Evangelio tanto que lo estoy sirviendo con devoción”. Sin embargo, si no se unen con la Iglesia de Dios, al final el único fruto que producirán será la servidumbre al Diablo. La voluntad de Dios para nosotros es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo al apoyar el ministerio del Evangelio.
Dentro del Lugar Santo había lámparas y estás lámparas tenían forma de flores con copas y pedestales. Los pedestales sujetaban las copas de las lámparas. Como los pedestales de las lámparas del Lugar Santo, nosotros también apoyamos el ministerio del Evangelio, pero al hacerlo es muy importante que conozcamos la voluntad de Dios. Así que, aunque en el pasado yo solía predicar el Evangelio diligentemente con mis labios, ahora lo estoy predicando a través de la literatura. Me di cuenta de que había límites para lo que podía conseguir confiando en tan solo mis labios. Cuando se trata de los sermones, explicar el Evangelio del agua y el Espíritu es la parte más dura.
Cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu a muchas personas a la vez, a veces estoy exhausto físicamente y no puedo explicarlo completamente. Cuando predico en Evangelio empiezo con Génesis y después paso a Levítico, Mateo, Juan, Hebreos y Romanos. Es muy pesado físicamente cubrir tanto material en un solo sermón, y hoy en día tengo que recargar las pilas en medio del sermón. Por eso he puesto una botella de agua con miel en el púlpito para bebérmela cuando puedo.
Cuando empiezan a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, empiezan a luchar una batalla espiritual y verán lo difícil que es. Puede que se pregunten cuándo terminaremos de predicar este Evangelio por todo el mundo. Pero Dios quiere que prediquemos este Evangelio del agua y el Espíritu hasta los confines del mundo, por lo que no terminaremos nunca si solo lo predicamos con nuestros labios. Por eso tenemos que confiar en nuestro ministerio literario para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de nuestro ministerio literario estamos predicando el Evangelio por todo el mundo.
Así, la obra de Dios debe hacerse según Su voluntad. Por su cuenta no pueden vivir siguiendo la voluntad de Dios por mucho que lo intenten. Todos los santos de la Iglesia deben cumplir su función como pedestales del Evangelio y apoyar su ministerio, y así es como el Evangelio del agua y el Espíritu puede ser predicado por todo el mundo. Así que debemos establecer la dirección de la Iglesia de Dios para el ministerio literario. Al confiar en las palabras de mi boca solamente para predicar el Evangelio, no podré llegar a todo el mundo en mi vecindario. Aunque visitase a todos los hombres y mujeres de mi vecindario y les predicase todos los días hasta que se me fuese la voz, no podría predicar a tanta gente. Aunque predicase el Evangelio durante un año entero, no podría alcanzar a todo el mundo.
Por eso he decidido predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de medios impresos. Tengo sermones grabados y transcritos y después hago que los editen y los publiquen en libros. Así que, cuando queremos predicar el Evangelio a la gente, podemos darles nuestros libros que explican el Evangelio del agua y el Espíritu y pedirles que los lean. ¿No es esta una manera de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Nos dijo el Señor que no predicásemos el Evangelio de esta manera? ¿Dijo que solo podíamos utilizar nuestros labios para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Dónde en la Biblia dice que tenemos que predicar solo con la boca? Aunque la Biblia nos dice que confesemos nuestra fe con la boca, también dice que, siempre que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos hacerlo de cualquier manera. Por eso estamos trabajando en nuestro ministerio literario.
Hay algunas personas entre ustedes que están intentando establecer su propia justicia y piensan que esta es la manera de vivir con fe. Estas personas no quieren seguir la dirección de la Iglesia de Dios. Pero, si estas personas no siguen la dirección de la Iglesia de Dios, no podrán vivir una vida de fe. Predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo es lo que debemos hacer, sea cual sea el método que utilicemos. Esta es la voluntad del Señor. Si no predicamos el Evangelio a través de nuestro ministerio literario, no podremos predicarlo por todo el mundo. Por eso es tan importante que tengan comunión con los predecesores de la fe.
A través de esta comunión con los predecesores de la fe pueden encontrar la sabiduría para apoyar el ministerio del Evangelio en obediencia a la voluntad del Señor. Todos debemos cumplir nuestras funciones como pedestales del Evangelio y trabajar en unidad para servir a la justicia del Señor. Solo entonces podremos cumplir la voluntad de Dios. Hacer esto por nuestra cuenta es imposible. Para seguir la justicia del Señor, debemos defender nuestra fe y amar al Señor profundamente, pero al trabajar por separado por nuestra cuenta no podemos encontrar pasión por Dios. ¿Se han sentido llenos de fuerzas espirituales cuando intentan hacer la obra de Dios por su cuenta? No, por supuesto que no. Ahora mismo, estamos haciendo un trabajo maravilloso haciendo la obra de Dios en unidad con Su Iglesia. Estamos cumpliendo nuestras funciones de manera admirable como los pedestales del Evangelio que lo proclaman por todo el mundo.
Cuando se unen a la Iglesia de Dios y cumplen su función, es cuando viven con fe
Tenemos más fuerzas cuando hacemos la obra de Dios en unidad con Su Iglesia. Hay maestros de escuela dominical en la Iglesia de Dios que guían a los niños a la fe. Están haciendo la obra de Dios. Todos nuestros estudiantes de la escuela dominical, desde Hangyung a Minseok, están haciendo su parte en la obra de Dios. No hay nadie entre nosotros que no esté haciendo su parte en la obra de Dios. Hamin, Yongjun y Donghum están haciendo su trabajo también. ¿Creen que no pueden trabajar por el Evangelio solo porque sean jóvenes? No, por supuesto que no; en la Iglesia de Dios hacen su trabajo como los adultos.
Mis queridos hermanos, no puedo dejar de decir lo importante que es seguir teniendo comunión con los predecesores de la fe y sus hermanos santos. Solo entonces su fe puede crecer y solo entonces pueden entender la dirección en la que va la Iglesia. Si solo trabajan duro por sí mismo, no podrán darse cuenta de dónde va la Iglesia.
Debemos pasar al Cantar de los Cantares 8:14 de nuevo, que es el pasaje de las Escrituras de hoy: “Apresúrate, amado mío, y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas”. Este pasaje nos enseña que, como Dios es nuestro Dios, no tenemos nada de lo que tener miedo. Siempre y cuando estemos decididos a vivir con fe, no hay ningún obstáculo que nos lo pueda impedir. Dios nos dice: “Apresúrate, amado mío, y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas”. Cuando Dios nos mira, nos considera tan hermosos y dignos de amor.
Dios nos está diciendo aquí: “Apresuraos, amados míos. Corred; no hay ningún obstáculo. Os he dado Mi gracia; os he dado Mi Iglesia; os he dado a los predecesores de la fe y Mis siervos; y os he dado colaboradores. Así que no necesitáis nada, no os falta de nada”. En otras palabras, Dios nos está pidiendo que nos decidamos a buscar la dirección de Su Iglesia por fe y corramos sin cesar hacia la voluntad del Señor por fe. Dios nos está diciendo estas cosas porque todos Sus obreros son hermosos a Sus ojos. El Cantar de los Cantares termina en el capítulo 8. El mensaje principal de este último capítulo es que somos dignos de todo el amor a los ojos de Dios. Esto es lo que nos está enseñando el Cantar de los Cantares. Por tanto, debemos tener fe, sin olvidar el hecho de que dios nos ve como seres dignos de amor.
Cuando me siento cansado en mi corazón, leo el Cantar de los Cantares. Entonces puedo tener más fuerzas espirituales, ya que puedo entender el corazón de Dios y darme cuenta de cuánto me ama. Esto, mis queridos hermanos, es también cierto de ustedes. Dios está muy enamorado de Su gente. Y nosotros también sabemos que Dios es bueno y confiamos en Él. Sin embargo, el problema es que muchas veces no entendemos a Dios solo en teoría, y por eso no entendemos muchas cosas. Al habernos salvado, Dios nos ha hecho obreros Suyos, nos ha permitido vivir una vida bendita, nos ha hecho los últimos ministros en el fin de los tiempos para trabajar a través de nosotros y nos ha bendecido para vivir para siempre en Su Reino. De esta manera, Dios nos ha dado multitud de bendiciones, pero se tarda mucho en apreciarlas.
Esto indica que el problema es nuestro. Por tanto, es absolutamente crítico que todos creamos sin dudar que Dios nos ama más de lo que pueden expresar las palabras y que Su amor es eterno. Debemos darnos cuenta de que Dios nos ama y que nos ha dado Su Iglesia y nos ha confiado Su obra justa porque quiere bendecirnos. Por tanto, debemos poner nuestros corazones en Dios para vivir nuestras vidas.
Al enviar a Su hijo a nosotros, Dios Padre nos ha salvado de todos nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu. Dios nos está diciendo que aceptemos esta salvación. Nos está diciendo que aceptemos Su amor en nuestros corazones. En otras palabras, nos está llamando a compartir con él esta comunión de amor. A los ojos de Dios, somos la mujer sulamita. Hoy en día, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos los obreros de Dios. Debemos darnos cuenta de que, de la misma manera de Dios amó a esta mujer sulamita, nos ama a nosotros también.
Así que debemos decidirnos, eliminar nuestros deseos del mundo, darnos cuenta de qué tipo de bendiciones hemos recibido de Dios en Su Iglesia y poner nuestras expectativas en ellas. Debemos unirnos al corazón de Dios, distinguir en qué dirección Dios nos está guiando y hacer Su obra confiando en Él. Lo que estamos haciendo ahora para apoyar el ministerio del Evangelio es la obra de Dios, pero es también nuestra obra. ¿Por qué? Porque somos Sus esposas. Somos una familia con Dios. Nos hemos convertido en la familia de Dios. Esto significa que la obra de Dios es nuestra obra. De ahora en adelante, somos las esposas de Dios y Su obra es nuestra obra y por tanto hagamos lo que hagamos por la obra de Dios, debemos hacerlo como si fuese nuestra propia obra. Hago la obra de Dios como si fuese mía. Yo siento verdaderamente que la obra de Dios es mi propia obra.
Por eso he hecho la obra de Dios por fe hasta el presente, y por eso pienso en el futuro y me preparo para lo que venga. Estoy constantemente pensando lo que necesito hacer en el futuro para estar preparado. Sus necesidades están siempre en mi mente, ya que quiero apoyarles de cualquier manera que sea posible. Me pregunto cómo puedo asegurarles de que pueden servir al Señor con buena salud hasta que se presenten ante el Señor. Anticipar sus necesidades futuras es la obra de Dios, y esta es también mi obra. De la misma manera en que ustedes son el pueblo de Dios, yo también soy obrero de Dios. Todos debemos vivir según la voluntad de Dios.
Mi corazón está lleno de gozo por ver que queremos hacer la obra de Dios. Decidimos vivir por fe hacer mucho tiempo. Debemos compartir los unos con los otros las cosas buenas que tenemos. Si alguno de nosotros pasa por dificultades, debemos ayudarle a llevar su carga. Aunque tengamos muchas debilidades, estamos haciendo la obra de Dios. Así que no tenemos nada de lo que estar avergonzados y estamos contentos de vivir una vida digna.
En el último capítulo y versículo del Cantar de los Cantares, Dios nos dijo: “Apresúrate, amado mío, y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas” (Cantar de los Cantares 8:14). ¿Han visto alguna vez una gacela? Es un animal hermoso. ¿No estarían contentos si un animal hermoso les reconociese como su maestro y fuese corriendo cuando le llamasen? Así es como Dios ve a todos los que están haciendo Su obra confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Como siervos de Dios que hacen Su obra, somos así de hermosos y dignos de amor. Somos amados por Dios Así que no tenemos nada de lo que preocuparnos, aunque todo el mundo nos odie. Estamos viviendo por fe, sin tener miedo ni tener reservas, diciendo con confianza: “No nos falta amor. ¡Soy amado por Dios! ¡Estoy contento!”. Hay una canción cristiana en Corea titulada “Naciste para ser amado”. Esto se refiere a nosotros. Todos los que estamos haciendo la obra de Dios confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu nacieron para ser amados.Dios nos creó para darnos Su amor. Ahora estamos viviendo con las bendiciones de Dios. Lo que ha hecho que todo esto sea posible es la fe y esta fe solo se puede tener si nos unimos con la Iglesia de Dios. Solo cuando nos deshacemos de nuestra maldad y unimos nuestros corazones con Dios podemos recibir Sus bendiciones en nuestras vidas. Este es el mensaje de amor que Dios nos está enseñando hoy. Esto es lo que Dios quiere para nosotros y Sus bendiciones. Dios nos ha dado estas bendiciones para siempre, así que debemos recibirlas por fe y disfrutarlas en nuestras vidas. ¡Aleluya!