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Sermones

Tema 18: Génesis

[Capítulo 3-4] El poder de la fe en Dios (Génesis 3, 1-7)

El poder de la fe en Dios(Génesis 3, 1-7)
«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho. La cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis». Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.c Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales».
 
 
El capítulo tres del Libro del Génesis habla de la obra del Diablo, donde la serpiente astuta tentó a Eva y la hizo caer en la tentación. Para no caer en las trampas del Diablo, debemos utilizar las armas de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es el arma que vence a Satanás. La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es el único arma que nos permite luchar contra Satanás y vencerle. Pero cuando alguien se aleja de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, acaba entregándose a Satanás y cayendo en su trampa malvada.
 
 
¿Cómo podemos librarnos de la trampa de Satanás?
 
Génesis 2, 16-17 dice: «De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».
Dios les dijo a Adán y Eva que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, la serpiente, la bestia más astuta, le preguntó a Eva: «¿Ha dicho Dios: “No comerás de ningún árbol del jardín”?». Y la mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis».
Si examinamos la respuesta de Eva, podemos ver que cuando dijo «A no ser que muráis» su fe en la Palabra de Dios estaba confusa. Incluso ahora mismo, la tentación de Satanás sigue acechando a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Diablo está siempre retando a Dios con sus artimañas y trucos malvados.
Sin embargo, podemos superar la tentación de Satanás, y la única manera de superarla es mediante la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo el mundo puede recibir la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y puede obtener la vida eterna, seguir al Señor, y conseguir las bendiciones de Dios.
Eva dijo: «No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis». Aquí nos damos cuenta de que Eva había perdido su fe. No entendió la Palabra de Dios correctamente. Así que el Diablo, cuando vio que Eva no tenía fe, la atacó. Le dijo a la mujer que no moriría, y así sembró la duda en su mente. Como la mente de Eva estaba llena de duda hacia Dios, acabó ignorando Su Palabra y comió del árbol del conocimiento del bien y del mal. Mis queridos hermanos, cuando la gente no cree en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, sus corazones se confunden.
Dios hizo a los seres humanos inferiores a los ángeles. En otras palabras, la humanidad está un paso por detrás del Diablo. Después de todo, el Diablo es un ángel caído. El Libro de Isaías habla del ángel caído llamado Lucifer: «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (Isaías 14, 12-14).
Dios expulsó a este ángel orgulloso y a sus seguidores, y este ángel es Satanás, el Diablo. Cuando fue desterrado a la Tierra, Satanás sedujo a la humanidad para que se levantara contra Dios, porque sabía que Dios la había creado a Su imagen.
 
 

El arma de la victoria es el Evangelio del agua y el Espíritu

 
¿Por qué necesitamos la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? Porque lo único que nos permite luchar contra el Diablo es esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Diablo es el que se levanta contra Dios. Y también se levanta contra la humanidad, así como contra la Verdad de Dios. Lo único que puede vencer a este enemigo es la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios. La fe en el Evangelio de Verdad es el mejor arma, y esta Palabra del Evangelio trae la victoria a los que creen en él. Si creemos en la Palabra de Dios, podemos librarnos de la tentación por fe y disfrutar de las bendiciones de Dios.
Mis queridos hermanos, es absolutamente indispensable tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. No somos nada sin esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Les pido que crean en la justicia de Dios y crean en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sólo podemos triunfar si creemos en la justicia de Dios, pero si no creemos, Satanás nos drestruirá.
Para vivir una vida espiritual correcta, debemos tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de Dios. No hay otra manera de hacerlo. Sólo cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos decir con toda confianza que creemos en Dios y en Su Palabra. Creer en la justicia de Dios es nuestra arma. Nuestra voluntad, nuestra pasión o nuestra fuerza no son las armas que nos permiten vencer a Satanás. Nuestros pensamientos o nuestra lógica no son el arma adecuada y por eso debemos creer que la justicia del Señor es nuestra arma espiritual.
Después de recibir la remisión de mis pecados, me di cuenta de lo contento que Dios estaba con mi fe en el Evangelio del agua y el Espíritu a medida que el tiempo pasaba, y de lo indispensable que esta fe es para nosotros.
Mis queridos hermanos, la razón por la que hablo de esta fe una y otra vez es que deben darse cuenta de que es indispensable. Las relaciones entre seres humanos requieren fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como necesitamos fe en nuestras relaciones humanas, también es indispensable en la relación entre la Iglesia de Dios y sus santos.
En otras palabras, incluso entre seres humanos se consiguen relaciones más sanas si hay fe en la Verdad. A no ser que tengamos fe en la justicia de Dios, empezaremos a dudar los unos de los otros en cualquier situación, y entonces el Diablo se aprovechará de la situación, traerá los malentendidos y en el peor de los casos, la destrucción de la fe. Para creer en Dios y confiar en otros seres humanos, necesitamos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos tener fe en el Evangelio que predica el pueblo de Dios.
Sólo esta fe en la Palabra de Dios puede traernos la victoria en todas las cosas. La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es el puente que conecta a la humanidad con Dios. Cuando tenemos fe en la Palabra de Dios, podemos ver las mentiras de Satanás, pero si nuestra vista no se basa en esta fe en la Palabra de Dios, no podremos distinguir la obra de Satanás. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos diferenciar la Verdad de la mentira.
Por tanto, ante todo debemos tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu sin falta. Como esta fe es indispensable para nuestras relaciones humanas, también lo es para nuestra relación con Dios. Esto que llamamos fe es esencial. ¿Qué seríamos sin la fe en Dios? ¿Qué más hay en este mundo en lo que podamos creer? Nada más.
La Biblia dice que no creer es un pecado (Juan 16, 9). Aunque Dios Padre puso todos nuestros pecados sobre el cuerpo de Su Hijo Jesucristo, este pecado de no creer en la Palabra de Jesús sigue existiendo. De hecho, el único pecado condenable en este mundo es no creer en la Palabra de Dios que proclama que el Señor ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? Las pequeñas dudas nos hacen separarnos de la justicia de Dios, y las dudas sobre Su Palabra rompen nuestra relación con Dios. ¿Tienen fe en la Palabra de Dios? ¿Tienen fe en la Iglesia de Dios? ¿Tienen fe en sus líderes? ¿Tiene fe en que la Iglesia de Dios es buena? ¿Tienen fe en que ustedes y yo debemos salvar almas a través del Evangelio de Verdad?
Necesitamos fe en todos los aspectos de nuestras vidas. No sólo necesitamos fe cuando estamos ante la Palabra de Dios, sino que necesitamos fe en toda nuestra vida de fe. Quien recibe la remisión de los pecados a través de su fe en la Palabra de Dios pensará que todo es hermosos y su corazón se llenará de paz.
Mientras seguimos con nuestras vidas de fe, ¿con qué distinguimos las artimañas del Diablo? Las distinguimos con nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu nos permite ver las artimañas de Satanás. Quien no tiene fe, tropieza.
Probablemente han visto a muchas personas que tropiezan por esta falta de fe. Los que están atormentados por sus pecados aunque dicen creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no tienen fe de verdad. Y por esta falta de fe muchos creen en mentiras fácilmente y caen en la trampa del mundo por seguir sus propias opiniones. Esto se debe a que no creen en la justicia de Dios en sus corazones. Por tanto, a no ser que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, nos espera la destrucción.
La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, en el que creemos, es tan indispensable que mientras que uno puede ser salvado y convertirse en hijo de Dios si cree en este Evangelio de Verdad, si no se cree, se acaba siendo enemigo de Dios. Los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu siguen siendo pecadores, porque no pueden recibir la remisión de los pecados y no son hijos de Dios. Si no son hijos de Dios, están del lado de Satanás y por tanto, al no cree en el Evangelio son enemigos de Dios.
Hoy en día, si nos pasamos por una librería cristiana, vemos todo tipo de basura. Ni siquiera el papel en que están impresos esos libros vale nada. Cuando analizamos estos libros cristianos escritos por líderes de las iglesias o por teólogos, vemos que se desvían completamente de la Palabra de Dios. Como no conocen la justicia de Dios, ni tienen fe de verdad en ella, sólo producen esta basura. Algunas personas hacen hincapié en su fe legalista, mientras que otras empiezan movimientos comunitarios cristianos y dicen que «Predicar la Palabra no lo es todo. La verdadera vida cristiana debe basarse en salvar a los pobres y oprimidos de sus sufrimiento».
Como esta gente se ha separado de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, están yendo en la dirección equivocada, y como siguen estando engañados por el Diablo, van por un camino peor.
Ustedes también deberían examinar su fe. Deben preguntarse a sí mismos: «¿Creo en la justicia de Dios? ¿De verdad confío en la Iglesia de Dios?». La fe en la Palabra de Dios es indispensable para ustedes. Y si han nacido de nuevo al creer en Dios y en Su Palabra, es decir, en el Evangelio del agua y el Espíritu, esta fe no debería fluctuar, sino que debe echar raíces.
Algunas personas, aunque todavía tienen fe en Dios, no tienen fe en Su Iglesia, y muchas de ellas han dejado la Iglesia y han ido por el mal camino. Por supuesto, algunos vuelven a la Iglesia al cabo de poco, pero han perdido el tiempo. Vivir sin creer en la justicia de Dios es vivir en vano. Si no vivimos por fe, no se manifestará ningún fruto de la justicia y no tendremos nada que mostrar.
Lo que Dios quiere de nosotros primero es nuestra fe en la Palabra de Su justicia. Dios no quiere nada más de nosotros. Sólo quiere la fe verdadera que nos permite seguir Su Palabra. Lo que Dios nos pregunta es lo siguiente: «¿Creísteis en Mí? ¿Creísteis en la Iglesia que yo establecí? ¿Creísteis en los siervos que yo nombré? ¿Creísteis que os he salvado de todos vuestros pecados? ¿Creísteis en esta Palabra de las Escrituras?». Dios nos está pidiendo que contestemos con un sí por fe. Si no podemos producir esta fe, entonces somos demasiado insuficientes y por tanto Dios no nos considera valiosos.
Les pido que se den cuenta de lo importante que es tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Espero sinceramente que todos nosotros, el pueblo de Dios, tengamos fe en Su justicia de acuerdo con Su Palabra. Dios ha establecido Su Iglesia, ha nombrado a los líderes de esta Iglesia y ha levantado a Sus obreros. Y ahora trabaja junto con Su Iglesia. Les pido a todos que tengan fe en la justicia de Dios.
Mis queridos hermanos, ¿tienen esta fe en la justicia de Dios que les permite confiar en Él y unirse a Él? Si tienen esta fe, pueden superar la tentación y cualquier tribulación que aparezca en su camino. La fe es lo más importante para los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Del mismo modo en que lo más valioso para los justos es la fe en la justicia de Dios, la vida cristiana es posible sólo mediante la fe en la justicia de Dios. Y pueden ser transformados por Dios sólo cuando tienen fe en Su justicia.
Lo que lo consigue todo es la fe. La fe en la justicia de Dios es una panacea. Cuando no hacemos nuestro trabajo, nos faltan fuerzas y no podemos seguir adelante por culpa de nuestras debilidades, sólo la fe nos saca de esa situación. Por tanto la fe en Dios es necesaria. «Dios, creo. Creo que me harás libre». Seremos librados de nuestras debilidades si creemos en Dios, pero si no creemos, no podremos escapar de ellas. Por eso los predecesores de la fe siempre hablaban de la verdadera fe.
Deben saber cómo escuchar la voz de Dios y escuchar lo que les está diciendo ahora. Cuando escuchen atentamente la Palabra de Dios, escucharán a Dios hablar de la fe. Jesús le dijo a Pedro: «Os haré pescadores de hombres». Jesucristo dijo esto porque vio que Pedro tenía fe en Él. Cuando Dios encuentra fe en nuestros corazones, empieza a hacernos Sus siervos y obreros. En otras palabras, Dios no nos hace Sus siervos por lo que ve en nuestra naturaleza humana, sino por nuestra fe. Y a aquellos obreros cuya fe está preparada, Dios los envía a todas partes. Si creemos que Dios nos está protegiendo, entonces se nos envía a predicar Su Evangelio.
¿Y Pedro? Pedro era un pescador. ¿Saben lo rudos que pueden ser los pescadores? Utilizan infinidad de palabras malsonantes. Dicen tantos palabrotas que si participasen en un concurso de palabrotas, ganarían el primer premio. Esto se debe a que para sobrevivir en el mar, tienen que ser duros.
Cuando se forma una tormenta en el mar, tienen que juntar sus barcos y atarlos para evitar un naufragio. Podemos imaginar cómo un padre le hablaría a su hijo mientras realizan esta tarea. El padre le diría a su hijo: «¡Date prisa, escoria!» y el hijo le contestaría: «¡Que te den! ¡Haz tu maldito trabajo!». Esto se debe a que si se retrasan un poco, su barco se hunde. Las olas rompes en la orilla y no pueden escuchar lo que los otros dicen mientras están amarrando los barcos. Así que dicen palabrotas porque la situación es muy tensa y sólo pueden comunicarse con este tipo de lenguaje grosero.
Pedro era un pescador y este es el tipo de hombre que Jesús conoció. Pedro era un hombre ignorante. Sin embargo, la Biblia dice que aquellos que consideraban a Pedro como un hombre analfabeto y ordinario, se sorprendían cuando le escuchaban predicar la Palabra de Dios sin apenas esfuerzo (Hechos 4, 13). Pedro era un hombre sin educación y de orígenes humildes, pero cuando leemos sus dos epístoles (1 y 2 Pedro), vemos la verdadera Palabra de Dios escrita en ellas. Sus escritos son tan profundos que incluso nosotros llegamos a preguntarnos: «¿De verdad escribió esto un pescador?». Pedro habló con tanta profundidad que la gente se quedó impresionada y no podía entender que él había escrito esas dos epístolas. Dios dijo estas Palabras profundas de fe a través de la fe de Pedro en Jesucristo. El conocimiento de Pedro se derivó de su fe en Jesucristo. La fe en Jeuscristo es lo que hizo a Pedro su discípulo. La fe es así de poderosa.
La fe es absolutamente indispensable. Pedro se convirtió en un pescador de hombres porque creyó al Señor cuando dijo: «Os haré pescadores de hombres». Todo lo que nos dice Dios se hará realidad, pero sólo cuando lo aceptamos por fe, podremos dar testimonio del cumplimiento de la Palabra de Dios. Deben entender lo importante que es la fe.
Todos los siervos de Dios de los que se habla en la Biblia tenian fe. Si es así, debemos tener fe en Dios en todo lo que Él dijo. Sólo entonces podremos unir nuestros corazones con Dios y podremos hacer Su obra. Mis queridos hermanos, ¿de verdad creen en Dios? ¿De verdad creen en Su Palabra? ¿Tienen fe en la Iglesia de Dios y en los siervos de Dios? Los que tienen esta fe están bendecidos.
 
 

Victoria

 
Sólo podemos ganar si tenemos fe. Nuestra fe en la justicia del Señor es nuestra arma. Dios obra en nuestras vidas cuando creemos en Su Palabra y confiamos en Él. Dios no obra a través de nosotros si no creemos en Él pero si de verdad creemos en Dios, Él obra a través de nosotros y tanto Su obra como Sus bendiciones se manifiestan a través de nosotros. A no ser que creamos en Dios, caeremos en el pecado. Como no creer es un pecado, todo lo que se hace sin fe es un pecados, y por eso los que no creen no pueden recibir la remisión de sus pecados. Debemos obrar por fe. Debemos aprender a alcanzar la fe a través de todas las cosas. La fe en Dios nos lleva a una vida de éxito.
¿De dónde salió el pecado? Salió de no creer en la Palabra de Dios. Si Adán y Eva hubiesen creído en Dios, no habrían caído en las artimañas del Diablo. Debemos recordar esto. Sin embargo, al creer en el Dios invisible, y al creer en la Palabra de este Dios, hemos alcanzado la victoria en nuestras vidas.
 
 

Sólo la fe en la Palabra de Dios es la verdadera bondad

 
El capítulo tres del Libro del Génesis resalta lo importante que es creer en la Palabra de Dios. Si Adán y Eva hubiesen creído completamente en Su Palabra, sin mezclarla con sus propias ideas, se habrían enfrentado al Diablo cuando se acercó para tentarles: «¿Qué dices? ¡Deja de decir tonterías! ¡No difames a Dios! Dios no es malvado. ¡Yo creo en Él!». Eva podría haber dicho: «Si como del árbol del conocimiento de Dios, moriré» y entonces el Diablo hubiera contestado: «¡Oh no! Les he intentado engañar pero mis trucos no funcionan!».
Sin embargo, Eva dijo: «A no ser que muráis» y por eso Satanás pensó: «¡Sí! ¡No creéis en la Palabra de Dios! ¡Ahora sois mis presas!» y el Diablo sembró la duda en su corazón. Así que el Diablo dijo: «El día que comáis de él, se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios». Y Eva fue tentada y acabó comiendo del fruto prohibido, al tiempo en que hizo que Adán comiese también.
Por eso la humanidad adquirió su propia idea del bien y el mal, diferente a la de Dios. Pero ¿hay verdadera bondad en la humanidad? No, los seres humanos sólo tienen maldad. De hecho, no tenemos la habilidad de distinguir el bien del mal, y por eso no hay nada correcto en nuestro sistema de valores.
El tener un sistema de valores para diferenciar el bien del mal, ¿acaso no significa que somos iguales que Dios? Los seres humanos, al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, dejaron a Dios y se sentaron en el trono del juicio. Debemos recordar que el Diablo fue expulsado por este mismo tipo de arrogancia, por intentar convertirse en Dios.
Sólo Dios es el que existe por Sí mismo, sólo Él es verdadero, y sólo Él es bueno. Sólo Su Palabra es la Verdad inamovible, y sólo Su Palabra es correcta. En otras palabras, sólo Dios puede distinguir el bien del mal, y sólo Su sistema de valores es el sistema absoluto del bien y del mal en este mundo.
Como el Diablo no pudo convertirse en Dios, ahora nos incita a los humanos a no creer, y así herir los sentimientos de Dios, que ama a la humanidad. En vez de sacar la cara él mismo, el Diablo nos hace que desafiemos a Dios. Así son las artimañas del astuto Diablo. Como él ya está maldito, quiere que caigamos con él.
Mis queridos hermanos, sólo la fe en Dios es la bondad. Si los seres humanos tenemos bondad, esta bondad es creer en Dios y confiar en Su Palabra. Sólo la fe es nuestra bondad. No creer en Dios es malvado. Todos nosotros debemos creer que Dios cuida y guía las vidas de Su pueblo, desde nuestros hermanos y hermanas de la Mission School hasta Sus obreros.
Dios nos guía en Su tiempo, cubre nuestras necesidades en Su tiempo, y nos libra de nuestras debilidades en Su tiempo. No estamos aquí para siempre porque no somos nada. Un día, Dios les transformará. La fe es lo que nos hace vivir. Esto es lo que nos está enseñando el pasaje de las Escrituras de hoy.
Hemos leído aquí cómo Adán y Eva cayeron en la tentación por no creer en Dios. Nosotros también caeremos en la tentación del Diablo si no creemos en Dios. Sólo podemos predicar el Evangelio a las almas por fe. De hecho, sólo podemos obtener la victoria por fe. No hay nada que podamos hacer si no es creer en Dios.
Y debemos darnos cuenta de que cuando queremos hacer la obra de Dios, si estamos motivados por el deseo de ser alabados por otros, o si sólo lo hacemos cuando las circunstancias son favorables, no podremos hacer nada. Como la fe crece cuando aceptamos el reto, debemos llevar a cabo la obra de Dios creyendo que bajo cualquier circunstancia la voluntad de Dios se cumplirá.
Cuando leemos el capítulo tres de Génesis y analizamos la causa por la que Adán y Eva cayeron, podemos darnos cuenta de que cayeron en el pecado porque no creyeron en Dios. Debemos recordar que si no creemos, también podemos caer en el pecado. Pero, ¿qué ocurre cuando creemos en Dios? Estamos libres de pecado.
Creemos en Dios, a quien no podemos ver con nuestros ojos. Y creemos en Su Palabra. Mis queridos hermanos, esta fe en Dios nos hace completos. Estamos convencidos de que Dios bendecirá a los que creen en Él. Y estamos seguros de que nuestra fe salvará a muchas almas. Creemos que la Iglesia de Dios será establecida por todo el mundo por fe. Creemos que al confiar en Dios, Él cubrirá todas nuestras necesidades. Creemos que nuestras vidas serán hermosas por fe. Creemos que a través de la fe en Dios, seremos sabios. Creemos que el que nuestras vidas sean rectas o no, sabias y hermosas, depende de nuestra fe.
La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu nos lleva a una vida hermosa. Al final de nuestro camino, cuando miramos hacia atrás, confesaremos que nuestra fe en los siervos de Dios, en Su Iglesia y en Su Palabra ha transformado nuestras vidas.
Creemos en la justicia del Señor.