(Efesios 1, 7-14)
«En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria».
En los corazones de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor ha puesto la remisión de los pecados y paz. El Señor mismo está dando testimonio de que no tenemos pecados porque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. A través de nuestra fe en la justicia de Jesucristo, Dios Padre nos ha hecho saber que ha borrado todos los pecados del mundo.
Solo cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu podemos darnos cuenta de las riquezas de la gracia que Dios nos ha entregado. Solo entonces los demás pueden darse cuenta de esta gracia bendita de Dios. ¿Quién ha probado esta gracia de salvación de Dios? Los que han recibido la remisión de los pecados en sus corazones al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, los que no tienen pecados en sus corazones por haber creído en el Evangelio del agua y el Espíritu, se han revestido de la gran gracia de Dios. En los corazones de esta gente abunda la gracia de Dios.
Nuestro Señor Jesús ha borrado todos nuestros pecados para siempre con el bautismo que recibió de Juan el Bautista y la valiosa sangre que derramó en la Cruz. ¿Borró Jesús solo el pecado original en la Cruz? ¿También borra el resto de nuestros pecados cuando le ofrecemos oraciones de penitencia? No, por supuesto que no. Si creen que Jesús borró sus pecados originales cuando fue clavado en la Cruz, y que borra sus pecados diarios cuando ofrecen oraciones de penitencia, entonces tienen una fe errónea. Por tanto es absolutamente crítico que se den cuenta de la abundancia de la gracia de salvación que Dios les ha dado.
Lo primero que debemos entender y creer es que, a través del bautismo de Jesús recibido en el río Jordán, el Señor cargó con todos nuestros pecados para siempre. Al haber cargado con todos los pecados de este mundo a través de Su bautismo, Jesús fue crucificado hasta morir, y así nos ha salvado a todos los que creen en esta Verdad. Jesucristo nos ha salvado a todos Sus creyentes para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. Para hacernos santos ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu.
Por tanto, todos debemos creer en esta gracia de salvación sin restringir su alcance, ya que Dios nos ha dado esta gracia abundantemente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Es absolutamente impensable que uno de nosotros le diga a Dios: «Como has borrado solo nuestros pecados originales, y todavía no has borrado los pecados que cometemos todos los días, debemos ofrecerte oraciones de penitencia todos los días. En cuanto a los pecados futuros que no hemos cometido todavía, ¿cómo puedes decir que ya están redimidos si todavía no los hemos cometido?». Si su idea de la gracia de Dios está restringida de esta manera, entonces su fe no es la fe correcta en el Evangelio del agua y el Espíritu. En realidad su fe es errónea y se basa en sus propios pensamientos. Esta fe es la fe de los que provocan la ira del Dios de la Verdad. Este tipo de fe es completamente errónea y surge de una noción equivocada. El Evangelio del agua y el Espíritu es el perfecto don de la salvación que Dios nos ha dado, y si creen en este Evangelio de todo corazón, recibirán el amor infinito de Dios. Pero si rechazan esta gracia de salvación del agua y el Espíritu, se enfrentarán con la ira de Dios.
La fe de los falsos cristianos de hoy en día está puesta en las mentiras que surgen de sus propias ideas que no tienen nada que ver con la Palabra de Dios. Al crear sus propios dioses, creen en las doctrinas inventadas por ellos. Así que, cuando ya no les beneficia creer en Jesús, lo sustituyen con otra cosa. Así, hoy en día hay demasiados cristianos que creen en las doctrinas humanas cuando les es conveniente.
Pero ¿puede todo el mundo decir que todavía es pecador si cree correctamente en la justicia de Jesucristo? ¿Hay alguien entre ustedes que piense que Jesús borró el pecado original y que la remisión de los pecados diarios se alcanza mediante las oraciones de penitencia? Quien diga esto está rechazando el amor de Dios y Su misericordia que han venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente ha inventado su propia salvación.
Dios dijo en Isaías 1, 18:
«Si vuestros pecados fueren como la grana,
como la nieve serán emblanquecidos;
si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana».
Dicho de otra manera, Jesús nos dijo: «Aunque vuestros pecados eran tan espesos como las nubes oscuras, sois Míos, porque os he salvado. He borrado todos vuestros pecados que eran tan espesos como las nubes en el cielo, así que debéis volver a Mí, pecadores». Si de verdad creen en el Dios vivo, Su Verdad y Su justicia, tal y como aparecen en la Biblia, entonces aceptarán el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, si rechazan la justicia de Dios, dirán que aunque hayan recibido la remisión del pecado original, no han recibido la remisión de los pecados futuros.
«En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia» (Efesios 1, 7)
Jesucristo se convirtió en el Cordero de Dios para redimirnos de todos los pecados. Para esto el Señor cargó con todos los pecados de toda la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista y derramó Su sangre en la Cruz en nuestro lugar. Aunque Jesús nunca cometió ningún pecado en el mundo, y era Dios mismo, se convirtió en nuestra propiciación para borrar todos los pecados del mundo. El Señor fue bautizado en este mundo para darnos la verdadera remisión de los pecados, y fue crucificado para librarnos de todas las maldiciones.
¿Cuántos pecados comete la gente durante toda su vida? Como cometemos pecados hasta que morimos, ¿cuántos pecados cometemos contra Dios? No cometemos unos pocos pecados, sino que cometemos una cantidad enorme de pecados hasta que morimos. Pero como no podemos evitar pecar durante toda nuestra vida, el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados y de su condena. Esta es la gran gracia de Dios. Esta es la gracia abundante de Dios para nosotros.
¿Y ustedes? ¿Han recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Si todos somos justos por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces ¿podemos ser pecadores de nuevo cuando cometemos pecados por culpa de nuestras debilidades y faltas? No, no es posible. Por supuesto, aunque hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, como nuestra carne sigue siendo débil, es inevitable seguir pecando. Sin embargo, si fuésemos pecadores de nuevo cada vez que pecamos contra Dios o el hombre, esto significaría que la remisión de los pecados que nos ha dado Dios es imperfecta. Pero la salvación han cumplido Dios Padre y Su Hijo Jesucristo al borrar todos nuestros pecados nunca es imperfecta.
El Evangelio del agua y el Espíritu es el medio por el que Dios ha erradicado todos nuestros pecados completamente. En otras palabras, Dios tenía todo lo necesario para borrar nuestros pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, a pesar de esto, ¿creen que hay algo que deben hacer para ayudar a Dios a darnos Su gracia de salvación? No. Por muchos fallos que tengan y muchos pecados que cometamos de ahora en adelante, como Dios ha borrado todo nuestro pasado, presente y futuro, la efectividad de esta salvación es perfecta y dura para siempre. Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, es imposible tener pecados aunque los cometamos, ya que nuestra salvación de Dios es completamente perfecta. Como el poder de salvación de Dios no tiene límite y es perfecto, nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es completa y nos puede salvar a todos a la perfección. La salvación que Dios nos ha dado a través del Evangelio del agua y el Espíritu es tan abundante que no tiene límite. Si de verdad creemos que nuestro Señor nos ha salvado abundantemente a través del Evangelio del agua y el Espíritu, entonces debemos creer que no es cierto suponer que tenemos que hacer algo más para alcanzar nuestra salvación. Nadie alcanza esta salvación hoy para volver a ser un pecador mañana, porque la gracia de Dios no es tan pequeña. La salvación que el Señor nos ha traído es la Verdad eterna que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Para librarnos a todos de los pecados del mundo, Dios nos ha salvado a todos suficientemente a través del maravilloso Evangelio del agua y el Espíritu. Dios no es humano. A diferencia de los seres humano, que son criaturas débiles, nuestro Dios omnipotente y omnisciente no cambia. Por eso la Biblia dice:
«Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
El dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?»
(Número 23, 19).
Dios es el Creador que hizo todas las cosas, el Señor del juicio, y el Salvador que ofrece Su amor absoluto por nosotros. Así que les pido que no corrompan la perfecta salvación que este Dios nos ha dado con sus pensamientos humanos.
El Apóstol Pablo dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia» (Efesios 1, 7). Nosotros también hemos recibido la remisión de los pecados según la riqueza de la gracia del Señor. Como el Señor cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán, hemos recibido la abundante remisión de los pecados. Y como el Señor cargó con todos nuestros pecados y pagó el precio de estos pecados en la Cruz, nos ha salvado a la perfección. Así es como hemos recibido la remisión completa de los pecados.
¿Acaso no están acostumbrados a oír hablar de la remisión de los pecados? Después de dar su sermón el día de Pentecostés, el Apóstol Pablo le dijo a su audiencia: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos de los Apóstoles 2, 38). Jesucristo dijo también en la Última Cena: «Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados» (Mateo 26, 28).
Pero algunas personas no saben lo que significa esta remisión de los pecados, y se preguntan si estas palabras están en la Biblia. Dicen que sí que encuentran la expresión perdón de los pecados, pero las palabras remisión de los pecados no aparecen. Pero en realidad, la expresión remisión de los pecados aparece muchas veces en la Biblia (Marcos 1, 4; Lucas 1, 77; 3, 3; 24, 47; Hechos 10, 43; Hebreos 10, 18).
Nuestro Señor ha hecho todo lo posible para darle la remisión de los pecados a toda la humanidad. Para liberarnos y redimirnos de todos nuestros pecados fue bautizado, crucificado hasta morir, resucitó al tercer día y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios Padre como nuestro Salvador que volverá.
¿Por qué medio han recibido la remisión de los pecados? ¿Exactamente cómo han obtenido la remisión de los pecados? Gracias al bautismo de Jesucristo y Su sangre, y al gran amor de Dios y Su gracia abundante revelada a través de Cristo hemos recibido la remisión de los pecados porque creemos en esta Verdad.
Si cometemos pecados en el futuro, ¿significa esto que seremos pecadores de nuevo y seremos arrojados al infierno al final? No, no es cierto. De hecho, solo hay una razón por la que una persona es arrojada al infierno, y es cuando le dice a Dios: «Señor, no has borrado todos mis pecados. Sigo siendo un pecador». Estas personas oran a Dios para que borre sus pecados personales una y otra vez, como si Dios no hubiera podido borrarlos para siempre, y esta gente será arrojada al infierno por su fe falsa. Estas personas ponen límites a la gracia ilimitada de Dios, y por eso no puede disfrutar de Su gracia abundante y será arrojada al infierno.
Mis queridos hermanos, Dios nos ha salvado de todos los pecados completa y abundantemente. Por tanto, quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesucristo entrará en el Cielo seguro. ¿Dónde podemos descubrir las riquezas de la gracia de Dios? Podemos descubrir la gracia abundante de Dios en el hecho de que, para salvarnos, Dios vino al mundo encarnado en un hombre, Fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos. Para salvar a este tipo de criaturas depravadas como nosotros del pecado, Dios vino al mundo en el nombre de Jesucristo encarnado en un hombre. El hecho de que Jesucristo, nuestro Dios, el Creador de todos los dominios del Cielo y la tierra, dejase Su trono de gloria y Su poder divino y se humillase para venir al mundo como un Hombre como nosotros, demuestra la riqueza de Su gracia. Y podemos ver esta riqueza de la gracia de Dios en el río Jordán, en la Cruz y en el nacimiento de Jesucristo.
«En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia» (Efesios 1, 7)
¿Qué significa recibir la remisión de los pecados? ¿Acaso no significa que una persona es redimida de todos sus pecados y que todos los pecados del mundo han sido borrados? De hecho esto es precisamente lo que significa recibir la remisión de los pecados.
Entonces ahora, si han recibido la remisión de todos sus pecados, ¿son personas justas o pecadoras? Son personas justas. Como personas que creen en esta Verdad, ¿todavía tenemos pecados? No, no tenemos más pecados. ¿Por qué no tenemos pecados? No tenemos pecados porque creemos en el bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz. Gracias al agua y la sangre de Jesús nos hemos convertido en el pueblo de Dios sin pecados.
Sin embargo, muchos cristianos dicen que deben ofrecer sus propias oraciones de penitencia para arrepentirse de sus pecados llorando a diario, y también dicen que siguen siendo pecadores aunque creen en Jesús. Como estos cristianos confusos, ¿también creen ustedes que pueden ir al Cielo si ofrecen sus propias oraciones de penitencia llorando todos los días? ¿Creen que Dios se complace cuando les ve llorar todos los días de sus vidas? No, esta es una noción humana errónea. Pero, como hay tantos cristianos que no conocen el abundante Evangelio de Verdad de Dios, y tienen demasiados fallos para vivir obedeciendo Su Palabra, dicen que tienen que ofrecer oraciones de penitencia llorando para racionalizar su comportamiento erróneo. Sin embargo, mis queridos hermanos, aunque estemos llenos de faltas, nuestro Señor es completamente perfecto y sin fallos. Aunque nosotros somos imperfectos, nuestro Señor nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados.
En la actualidad, aunque todos los cristianos digan creer en Jesús como su Salvador, muchas iglesias están degenerando en meros grupos sociales o corporaciones. Cuando una iglesia construye un edificio enorme y extravagante gracias a un préstamo bancario, el rebaño de esta iglesia encuentra este edificio atractivo, y ofrecen la décima parte de su sueldo junto con otras ofrendas monetarias pidiéndole a Dios que les bendiga materialmente. Utilizan sus conexiones para construir iglesias enormes y conseguir sus intereses materiales. Por eso muchas personas de negocios van a estas iglesias para conseguir más dinero. Además oran a Dios para que les ayude a vender más. ¿Cómo puede ser esta la verdadera fe? Esta fe es completamente inútil.
«Que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia» (Efesios 1, 8)
Nuestro Señor nos ha hecho abundar en sabiduría y prudencia. Si de verdad quieren recibir la remisión de los pecados, todo lo que tienen que hacer es creer en lo que el Señor ha hecho por ustedes. Cuando creen en la obra de salvación del Señor pueden recibir la verdadera remisión de los pecados. Exactamente, ¿cómo deberían creer en la obra del Señor para obtener su salvación? Deben creer que todos sus pecados se pasaron al Señor a través de Su bautismo, que cargó con ellos, murió en la Cruz en nuestro lugar, y se levantó de entre los muertos al tercer día. Entonces podrán recibir la verdadera remisión de los pecados. Cuando se den cuenta de que todos sus pecados fueron pasados a Jesús, todos sus pecados serán borrados por su fe. Si de verdad quieren recibir la remisión de los pecados, no tienen otra opción que creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Esto es lo que significa la sabiduría en este pasaje. Todos sus pecados deben ser pasados a Jesús para que puedan recibir la remisión de los pecados. A no ser que pasen sus pecados al Señor, es inútil que crean en Jesús, por muy fuerte que sea su fe. Pueden creer en Jesús todo lo que quieran e incluso decir: «Jesús es mi Salvador. Soy un pecador. Jesús murió en la Cruz por Su amor por mí. Me ha salvado», pero esto no les traerá la verdadera remisión de los pecados.
Para recibir la remisión de los pecados, todo lo que deben hacer es pasar todos sus pecados a Jesús a través de Su bautismo. Deben creer en la condena que Jesús cumplió en la Cruz al derramar Su sangre por ustedes. Solo cuando reciben así la remisión de los pecados por el agua y el Espíritu podrán decir finalmente con toda convicción que no tienen pecados. El que nuestro Señor viniese al mundo a borrar todos nuestros pecados, fuese bautizado para cargar con ellos, y crucificado para morir en nuestro lugar, es la sabiduría por la que Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados. Y esta es la Verdad y la prudencia de Dios, tal y como está escrito: «En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad» (Efesios 1, 7-9).
Nuestro Dios nos ha hecho conocer Su verdadera sabiduría y prudencia. Esto significa que Dios nos ha dado la Verdad de la salvación y nos la ha hecho conocer a todos. Mis queridos hermanos, como Dios nos ha hecho conocer la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha salvado de todos los pecados, hemos obtenido nuestra verdadera salvación. Dios nos ha salvado perfectamente en Su sabiduría y prudencia, y nos ha dado a conocer este misterio a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Creen entonces en este Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Creen que la gracia de Dios es abundante y que les ha redimido de sus pecados completamente? Dios nos ha dado a conocer este Evangelio del agua y el Espíritu. Este misterio del Evangelio es el hecho de que nuestro Señor fue bautizado en el río Jordán y murió en la Cruz. El misterio que ha salvado a toda la raza humana es el bautismo de Jesús y Su muerte en la Cruz.
Incluso el Diablo no sabía que Jesucristo cumpliría la remisión de los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista y morir en la Cruz. Como no conocía este misterio, el Diablo pensaba que prevalecería sobre Jesús si mataba al Hijo de Dios, el Heredero de este mundo y de todas las riquezas del universo. Por eso tuvo que manipular a los seres humanos para que crucificasen a Jesús.
Sin embargo, después de la muerte de Jesús el Diablo se dio cuenta de lo siguiente: «¡He cometido un gran error! Como el Hijo de Dios fue bautizado cuando murió en la Cruz borró todos los pecados del mundo. ¡No tenía que haberlo matado! Ahora que lo he matado ya no puedo controlar a los seres humanos como antes. Los tenía atrapados en el pecado, pero ahora no puedo controlarlos. No puedo esclavizarlos más. Son libres». Así, aunque el Diablo no sabía que era el misterio de salvación de Dios que Su Hijo viniera al mundo encarnado en un hombre, cargase con todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán y muriese en la Cruz en nuestro lugar.
¿Quién sabía esto? Solo Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y hoy en día, solo lo saben los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
«Dándonos a conocer el misterio de su voluntad» (Efesios 1, 9)
Cuando los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dan testimonio de su salvación, siempre hablan del bautismo de Jesús en el río Jordán. El que nuestro Señor cargase con todos nuestros pecados en el río Jordán es el misterio de Su bautismo. La mayoría de la gente no se da cuenta de que Jesús cargó con sus pecados a través de Su bautismo aunque lo lean en la Biblia, y aunque se les explique. A pesar de que está escrito en las Escrituras originales y que es la Verdad de la salvación más fácil, muchas personas no lo entienden.
Jesús mismo dijo: «Permíteme hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3, 15). Para que nuestro Señor borrase todos los pecados del mundo, tuvo que venir y aceptar todos los pecados de los seres humanos al ser bautizado. Este bautismo era la sabiduría de Dios y Su prudencia que nos salvó. Era Su gran misterio, que ni siquiera el Diablo conocía. Solo Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo lo sabían. Como Dios Padre planeó nuestra salvación y la cumplió a través de Su Hijo, y como el Espíritu Santo nos dio a conocer la Palabra de Verdad, pudimos entender la voluntad de Dios completamente y recibir nuestra verdadera salvación. En otras palabras, como Dios nos ha dado Su sabiduría y prudencia, hemos encontrado el Evangelio de Verdad. Por eso hemos recibido la remisión de los pecados al entender y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando leemos la Palabra de Dios o la escuchamos, el Espíritu Santo nos enseña su significado y nos da conocimiento, y gracias a este conocimiento hemos recibido la remisión de los pecados, tal y como está escrito: «Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra» (Efesios 1, 9-10). Nuestra salvación, en otras palabras, está en la providencia de Dios.
La gente de este mundo no ve la necesidad de creer en Jesucristo cuando está feliz y no tiene problemas. Por eso no pueden convertirse en hijos de Dios. Por eso Dios permite que sufran y estén tristes en este mundo. Dicho de otra manera, está en la providencia de salvación de Dios que suframos para que podamos recibir la remisión de los pecados al creer en Su Hijo. Dios permitió que hubiese sufrimiento y tristeza en el mundo para que: «De reunir todas las cosas en Cristo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra» (Efesios 1, 10).
En realidad no hay ni un solo día de paz en este mundo. Pasamos por todo tipo de problemas y sufrimientos mientras vivimos en este mundo, pero Dios ha permitido que esto nos ocurra para que busquemos a Dios, confiemos en Él y recibamos la remisión de los pecados al creer en Él. Todos nosotros debemos darnos cuenta de que los problemas en este mundo y las tragedias que nos ocurren tienen lugar porque Dios quiere hacernos hijos Suyos en Su providencia. A menudo culpamos a Dios por nuestros problemas y nos quejamos de ellos mientras nos preguntamos: «¿Por qué me pasan estas cosas? ¿Por qué tengo tantos problemas? ¿Por qué tengo que sufrir tanto?». En vez de culpar a Dios de esta manera, debemos darnos cuenta de que la providencia de Dios es salvarnos de todos esos problemas.
Debemos unir nuestros corazones con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado
Pasemos a Efesios 1, 11-14: «En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria».
Está escrito aquí que estábamos «predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de Su voluntad», Esto significa que Dios lo creó todo según Sus deseos. Al creer en Dios según Su voluntad, según el objetivo de Su plan, y según Su predeterminación, estamos salvados en Jesucristo y somos hijos de Dios. Todo se cumple según el designio de la voluntad de Dios y Su plan predeterminado. Es absolutamente importante que entendamos esto.
Muchos cristianos confusos que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dicen: «Todos creemos en Jesucristo como nuestro Salvador, ¿por qué es absolutamente necesario creer en Su bautismo? ¿Es esa la única Verdad de salvación y la única manera de alcanzar la salvación? ¿Acaso no se salva todo el mundo al creer en Jesús como el Salvador?». Cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu a esta gente y les explicamos que pueden recibir la remisión de los pecados y convertirse en hijos de Dios solo si creen en este Evangelio, en vez de creer solamente según la Palabra, muchos de ellos nos cuestionan.
Aunque cuestionen lo que Dios ha hecho por nosotros, esto no cambia el hecho de que Dios lo planeó y lo cumplió todo según Su deseo. Dios quiso que recibiésemos la remisión de nuestros pecados y nos convirtiésemos en hijos Suyos en Cristo. Por eso envió a Jesucristo al mundo. Era el plan de Dios y Su voluntad para Su Hijo que aceptase todos los pecados del mundo al ser bautizado en el río Jordán, para que todos recibiésemos la remisión de los pecados por fe en esta providencia de Dios según Su plan predeterminado de salvación.
La Biblia dice que Dios nos escogió en Él antes de la fundación del mundo (Efesios 1, 4) y esta es la predeterminación de Dios. En otras palabras, Dios había predeterminado antes de la fundación del mundo que nos salvaría a la raza humana al enviar a Su Hijo a este mundo. Sabiendo bien que los seres humanos caerían en la tentación del Diablo y pecarían, Dios había planeado su salvación incluso antes de crear este mundo. Dios predestinó que enviaría a Jesús a este mundo y le haría aceptar todos los pecados del mundo al ser bautizado en el Río Jordán. Dios había predeterminado esto con antelación. Al haber planeado nuestra salvación según Su voluntad y deseo, la ha cumplido perfectamente para nosotros. Queridos hermanos, esta no es una historia humana.
¿Cuándo se refuerzan los corazones de los santos? Cuando nos aferramos a la Palabra de Dios y confiamos en esta Palabra nuestros corazones se refuerzan. Entonces pueden superar la tentación. En los tiempos difíciles, ¿encontramos fuerzas en las palabras de otro ser humano? No, por supuesto que no. Solo la Palabra de Dios refuerza nuestras almas, nuestros corazones e incluso nuestros cuerpos.
«En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad» (Efesios 1, 11)
Toda la obra de salvación se ha cumplido según el plan de Dios en Jesucristo. Conforme al propósito del que hace todas las cosas (Efesios 1, 11), es decir según la voluntad de Dios, Jesucristo fue bautizado en el río Jordán para cargar con todos nuestros pecados. Asimismo cumplió toda la condena de estos pecados al derramar Su sangre en la Cruz. Como esta es la manera en que Jesucristo nos ha salvado, nos hemos convertido en hijos de Dios al creer en Jesucristo según esta manera de salvación, y esto es lo que significa la salvación real. Todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo, y Cristo pagó toda la condena de nuestros pecados en la Cruz. Por tanto, hemos recibido la remisión de los pecados al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra salvación fue predestinada por Dios.
Sin embargo, muchos cristianos en este mundo nos dicen: «Estáis siendo intransigentes. Hay muchas personas que han nacido de nuevo sin creer como vosotros». Pero en realidad nadie está sin pecados si no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque hay muchas personas que dicen que no tienen pecados, esta afirmación falsa no significa que sus corazones estén sin pecados de verdad. Dios dijo que mira el centro de los corazones de la gente. El Señor dijo que, aunque alguien diga creer en Dios, si su corazón no tiene la prueba de la verdadera fe aceptable para Dios, entonces los pecados de sus corazones siguen intactos. De hecho no es más que una decepción que una persona diga no tener pecados aunque sepa que su corazón sigue teniéndolos; y como el corazón de esta persona sigue teniendo pecados, esa persona sigue siendo pecadora.
Aunque alguien lo sepa todo sobre la Palabra de Dios en su cabeza, aunque conozca bien ambos Testamentos, y aunque sea respetado como un predicador de renombre, si esta persona tiene pecados en su corazón, es un pecador. Estas personas pueden pensar que no tienen pecados, pero si sus corazones tienen pecados, son pecadores. Por el contrario, nosotros no tenemos ningún pecado. Por supuesto, esto no significa que no tengamos malos pensamientos, sino que, aunque tengamos deseos y pensamientos malvados, nuestros corazones no tienen pecados. La gente como nosotros, cuyos corazones están sin pecados, ha recibido la remisión de los pecados verdadera.
¿Y qué hay de ustedes? ¿Están completamente libres de pecados? ¿De verdad han recibido la remisión de los pecados para limpiar sus corazones? Todos han contestado que sí, pero ¿qué hizo posible que recibiesen la remisión de los pecados? Han recibido la remisión de los pecados al creer en la obra de salvación que Jesucristo ha hecho por ustedes para poder borrar todos sus pecados según la voluntad de Dios y Su plan. Esta remisión de los pecados no se recibió simplemente por creer en Jesús de cualquier manera.
Está escrito en Efesios 1, 11: «En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad». En Dios hemos alcanzado nuestra salvación. En Dios hemos obtenido nuestra fe, y en Dios hemos recibido la remisión de los pecados. Está absolutamente fuera de nuestro alcance recibir la remisión de los pecados por nuestra cuenta. Sin embargo, multitud de cristianos en este mundo piensan y creen que la remisión de los pecados se recibe creyendo en las enseñanzas de sus denominaciones. La Iglesia Presbiteriana dice que todo el mundo debe creer según sus doctrinas; la Iglesia Metodista dice que todo el mundo debe seguir las doctrinas metodistas; la Iglesia Baptista dice lo mismo; y la Iglesia del Evangelio completo dice lo mismo.
Pero ¿aprueba Dios este tipo de fe? ¿Dónde se menciona en la Biblia la Iglesia Presbiteriana, la Metodista, la Baptista o la del Evangelio completo? Es inútil dividir el cristianismo en diferentes denominaciones y sectas por sus distintas posiciones doctrinales. De hecho esta fe es contraria a la voluntad del Señor, quien quiere darnos la remisión de los pecados a todos. Solo Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son los redentores de nuestros pecados. Solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, planeado y cumplido por estas tres Personas de Dios, puede ser salvado.
¿Quién está ocupado con las disputas entre denominaciones? El Apóstol Pablo nos dijo que no nos involucrásemos en disputas entre secta y que no discutiésemos entre nosotros (1 Corintios 3, 3-5). Pero los cristianos del mundo, que creen a su manera, discuten sobre problemas entre sectas y denominaciones. Desde la Iglesia Presbiteriana hasta la Metodista y la Baptista, todas dicen que son las iglesias ortodoxas. Pero en realidad es Jesucristo quien es supremo y genuino. Si Dios es supremo, ¿cómo pueden los seres humanos discutir sobre quién tiene preeminencia? A los ojos de Dios es completamente insolente que los seres humanos se comparen para ver quién es mejor. Pero, a pesar de esto, siguen formando grupos y se levantan contra Dios sin cesar. El Señor dijo sobre esta gente: «El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos» (Salmo 2, 4).
Mis queridos hermanos, al creer en la obra de salvación que Cristo ha cumplido según el designio de Su voluntad, hemos recibido la remisión de los pecados. La Biblia dice claramente en Mateo 3, 15 que todos los pecados del mundo fueron pasados a Jesucristo cuando fue bautizado por Juan el Bautista, y que Jesús cargó con todos los pecados de esta manera. Pero muchas personas siguen estando ciegas a la Verdad y no entienden la Biblia aunque la lean con sus propios ojos.
«En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1, 13)
Este pasaje significa que hemos alcanzado nuestra salvación al escuchar y creer en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Como dice Romanos 10, 17: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios», al escuchar la Verdad hemos recibido la remisión de los pecados. Por muy orgullosos que seamos, nadie puede creer en Jesús por su cuenta, ni mucho menos recibir la remisión de los pecados. Podemos decir, si cabe, que una persona puede alcanzar su propia salvación al 99%, pero esto no es suficiente, porque sin ese 1% no es salvación verdadera.
Yo estuve atrapado en el sectarismo y el legalismo como tanto otros muchos cristianos hoy en día. Antes de nacer de nuevo no tenía la Verdad en mi corazón, aunque tenía mucho conocimiento bíblico. Aún así nunca perdí ningún debate con otros cristianos. No perdí ni una sola discusión sobre temas bíblicos con nadie.
Pero lo importante era que todavía tenía pecados en mi corazón. Aunque siempre ganaba todos los debates, había una cosa clara, y era que tenía una conciencia pecadora. Aunque pensaba que había recibido la remisión de mis pecados, en cuanto cometía otro pecado, volvía a ser un pecador.
Esta es la diferencia obvia que separa a los redimidos de los no redimidos. Los que no han recibido la remisión de los pecados, aunque sientan que no tienen pecados ahora mismo, se convierten en pecadores de nuevo cuando cometen un solo pecado. Por el contrario, los que han recibido la remisión de los pecados siguen sin pecados aunque pequen. Esta es la diferencia entre una persona que ha recibido la remisión de los pecados y una que no. Esta es la diferencia clara entre los que han nacido de nuevo por la Palabra de Dios y los que no.
El Apóstol Pablo dijo: «En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria» (Efesios 1, 13-14)
Este pasaje significa que es gracias al Evangelio del agua y el Espíritu que nos hemos convertido en Sus hijos y en herederos de todo el Reino de los Cielos. En otras palabras, la Biblia está diciendo que hemos alcanzado nuestra salvación por fe gracias al amor de Dios y a la obra de nuestro Señor Jesucristo, porque ha borrado todos nuestros pecados y nos ha redimido por completo al sacrificarse por nosotros. Así que alabamos la gloria de Dios. Le alabamos por revestirnos de Su gloria, por convertirnos en Su pueblo y hacernos justos. Quien esté en Cristo ahora no tiene ningún pecado. Gracias a Jesucristo hemos recibido la completa remisión de los pecados.
A través de la sangre de Jesucristo hemos obtenido nuestra redención, es decir, la remisión de nuestros pecados. Así pudo derramar Su sangre en la Cruz precisamente porque cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán. La sangre de Cristo derramada en la Cruz, en la que tanta gente cree como su completa salvación, fue en realidad el resultado de Su bautismo. Como Jesús fue bautizado, pudo derramar Su sangre en la Cruz. Todos nosotros debemos creer en esta Verdad, que el Señor derramó Su sangre en la Cruz porque había cargado con todos nuestros pecados en el río Jordán.
Está escrito en Gálatas 3, 13: «Maldito todo el que es colgado de un madero». Jesucristo no hizo nada para merecer ser maldito. ¿Por qué fue colgado y maldito en la Cruz? Porque cargaba con todos nuestros pecados desde Su bautismo en el río Jordán, y por eso tuvo que recibir todas nuestras maldiciones. Así, Jesucristo fue maldito porque había cargado con todos nuestros pecados a través de Su bautismo para salvarnos.
Algunas personas nos preguntan: «¿Es el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista absolutamente indispensable para nuestra salvación?». A esta pregunta debemos contestar que es absolutamente indispensable. ¿Por qué? Porque el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación establecida por Dios mismo, y por tanto, en cuanto se refiere a nuestra salvación, no debemos dejar fuera el bautismo de Jesús ni Su sangre derramada en la Cruz.
Sin embargo muchos cristianos dicen que han recibido la remisión de los pecados al creer en la sangre derramada en la Cruz solamente, aunque no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu como nosotros. Pero esta gente se está engañando a sí misma porque cuando cometen un pecado en sus vidas, vuelven a ser pecadores. Estos cristianos pecadores dicen que conocen bien la doctrina de la salvación y que no hay nada que no sepan sobre en la teoría. Sin embargo solo son justos en sus mentes, mientras que en sus corazones siguen siendo pecadores.
¿Es esto lo que esperan de alguien que ha recibido la remisión de los pecados? No, por supuesto que no. La Biblia dice que en el último día todas las almas confesarán todo ante Dios. Quien tenga pecados en su conciencia se verá obligado a confesar a Dios que es un pecador. Por el contrario, quien esté sin pecado en su conciencia dirá a Dios que está sin pecado. Solo alguien que haya pasado sus pecados a Jesucristo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, alguien que sepa que Jesucristo cargó con sus pecados, y alguien que crea en esta Verdad de salvación de todo corazón, podrá decirle a Dios con una conciencia limpia que no tiene pecados.
Está escrito en 1 Pedro 3, 21: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Somos justos a los ojos de Dios y podemos ir ante Su presencia con confianza y con una conciencia limpia porque Jesucristo cargó con nuestros pecados cuando fue bautizado, y fue condenado por todos esos pecados en la Cruz en nuestro lugar. Como creemos en esta obra justa de salvación que Dios ha hecho por nosotros, podemos estar en Su presencia. Aunque nuestra carne sea débil, nuestra conciencia puede acercarse a Dios sin temor porque creemos en la Palabra de Verdad.
¿Puede alguien ser redimido de sus pecados aunque deje de lado el bautismo de Jesús? Por supuesto que no. Nadie puede recibir la remisión de los pecados si deja fuera el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Jesucristo ha dejado claro que, si no creen en que les ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu tal y como es, no podrán recibir la remisión de los pecados y por tanto serán arrojados al infierno. Aunque crean en Jesucristo, si dejan de lado el bautismo que recibieron de Juan el Bautista, están pecando y por tanto serán malditos, tal y como dijo el Señor en Mateo 7, 21-23: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».
¿Por qué les diría esto el Señor a los cristianos devotos? Porque creen en Jesús según sus propias ideas en vez de creer en lo que el Señor ha hecho por ellos tal y como está escrito. Como estos cristianos pecadores creen en Jesús según sus propios pensamientos en vez de negarlos, al final serán abandonados por Dios. Si creen en Jesús según la Palabra de Dios, su fe será aprobada, pero como su fe no está de acuerdo con la Palabra, serán abandonados por el Señor.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, el Apóstol Pablo estaba dando testimonio a los santos en la Iglesia de Éfeso de lo grande y abundante que era la gracia que había recibido de Jesucristo. Como Pablo, los santos de hoy en día también hemos recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu gracias a la gracia de salvación abundante de Jesucristo.
Mis queridos santos, estamos sin pecado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el bautismo del Señor y Su Cruz, sin dejar ninguno de los dos fuera de la Palabra de Dios. Esta es una bendición tan enorme que ni siquiera las palabras pueden expresar lo agradecidos que estamos.
Asimismo, el Espíritu Santo nos ha dado paz en nuestros corazones. Y mientras vivamos, mantendrá esta paz para siempre. El que haya paz en nuestros corazones se debe a que el Espíritu Santo está en nuestros corazones, y a que Dios nos ha dado esta paz. El Señor nos ha salvado, nos ha dado la vida eterna, nos ha hecho hijos Suyos, nos ha dado gracia y paz. Nuestro Señor nos ha dado la paz del Cielo que este mundo no puede darnos. La gracia eterna que el Señor nos ha dad no es otra que la del Reino de los Cielos, y le doy gracias a nuestro Señor por darnos este maravilloso y bendito Reino.