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Sermones

Tema 18: Génesis

[Capítulo 3-12] La providencia de Dios (Génesis 3, 13-24)

La providencia de Dio(Génesis 3, 13-24)
«Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente:
Por cuanto esto hiciste,
maldita serás entre todas las bestias,
entre todos los animales del campo;
sobre tu pecho andarás,
y polvo comerás
todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad
entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza,
y tú le herirás en el calcañar.
A la mujer dijo:
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;
con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido,
y él se enseñoreará de ti.
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él;
maldita será la tierra por tu causa;
con dolor comerás de ella
todos los días de tu vida.
Espinos y cardos te producirá,
y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres,
al polvo volverás.
Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida».
 
 
¿Cómo se convirtieron en pecadores los seres humanos? Hoy me gustaría explicarles cómo el hombre desobedeció la Palabra de Dios y se convirtió en un pecador.
Cuando el hombre fue creado no tenía pecados. El pecado de desobedecer a Dios y rebelarse contra el no surgió del hombre, sino de Satanás. ¿Cómo llegó todo el mundo a rebelarse contra Dios y desobedecerle? Por culpa del Diablo. El hombre no originó el pecado.
Después de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, el hombre quería vivir según la voluntad de Dios, pero no podía. Cuando Dios le preguntó a Adán: «¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?». Adán contestó con una excusa: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí».
El que Adán y Eva pusieran excusas a Dios nos demuestra la debilidad humana, y que los seres humanos son seres insuficientes. El hombre se levantó contra Dios, pero no fue por su propia voluntad, sino por su debilidad.
Dios dijo que creó a los seres humanos débiles, inferiores a los ángeles. Al hacerlos débiles, Dios quiso convertirlos en hijos Suyos al final. Esta es la voluntad de Dios. La Biblia explica que el hombre no cometió el pecado de desobedecer a Dios intencionadamente, sino que fue Satanás quien hizo que el hombre desobedeciera la Palabra de Dios. El Diablo convirtió al hombre en un ser pecador y caído mediante el pecado de desobedecer a Dios.
El hombre no quería levantarse contra Dios desde el día en que fue creado. Cuando Dios dice en la Biblia que hizo a la humanidad a Su imagen y semejanza, esto significa que los seres fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Por tanto, como Dios, el hombre también tenía atributos santos y justos. El deseo fundamental del hombre era vivir bajo la supervisión de Dios. Así que los seres humanos no querían rebelarse contra Dios al principio.
Desde el principio, el hombre tenía los atributos santos de Dios y quería vivir obedeciendo la voluntad de Dios. La pregunta es cómo llegó a convertirse el hombre en enemigo de Dios de repente. La serpiente, Satanás, ideó un plan para esto. Hizo que el hombre pecara al desobedecer a Dios e hizo que viera a Dios como un ser temible.
La Biblia dice que el hombre no quería levantarse contra Dios. Mis queridos hermanos, debemos entender esta Verdad y creer en ella. El hombre no es quien se rebeló contra Dios, sino el Diablo, la serpiente, que engañó al hombre. Satanás utiliza todo tipo de artimañas para hacer que el corazón del hombre no crea en Dios y se rebele contra Él. Por eso cuando hablamos con los que no han nacido de nuevo, debemos darnos cuenta de que han sido engañados y manipulados por el Diablo y que por eso creen en esas estupideces.
Por tanto las debemos evitar los trucos de Satanás mediante nuestra fe en la Palabra de Verdad escrita. Los predecesores de la fe en la Iglesia de Dios deben enseñar a todo el mundo con la Palabra de Dios y deben librar a todos de sus pecados. Todos nosotros debemos hacer la obra de Dios con fe.
 
 
«Diablo, comerá polvo para siempre»
 
Pasemos a Génesis 3, 14: «Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias, entre todos los animales del campo sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida».
Satanás hizo que la humanidad estuviera maldita, que sufriera, que fuera al infierno y fuera destruida. Dios dijo que el que trajo las maldiciones al mundo fue Satanás. Dios condenó a la serpiente que había hecho que el hombre no creyera. Dios especificó el pecado de la serpiente diciendo: «Has hecho esto al hombre» y dictó sentencia. Dijo: «Maldita serás entre todas las bestias, entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida».
Antes de que Satanás, que era un ángel llamado Lucifer, desafiara a Dios, vivía alimentándose de la Palabra de Dios. Pero ahora, por culpa de este pecado, ha sido maldito y come el polvo para siempre. Dios hizo que Sus ángeles se alimentasen de Sus bendiciones, pero después de que Satanás hiciera caer a la humanidad, Dios le condenó a comer polvo durante el resto de su vida. Esto significa: «Nunca más tendrás nada que ver con el Reino de los Cielos».
El que Satanás viva alimentándose del polvo significa que el ángel caído tiene que vivir en el mundo alimentándose de la codicia humana y los deseos carnales. Satanás tentó a la humanidad y la hizo pecar y por eso se alimenta de sus pecados. En otras palabras, Dios maldijo al Diablo y le condenó a alimentarse de los pecados horribles que cometen los seres humanos, y además le impidió tener verdadera vida. Dios se deshizo de él completamente para que nunca pudiera alimentarse del pan del Cielo o de las bendiciones. Por eso los que están atados al Diablo no pueden recibir la Palabra espiritual ni alimentarse de ella.
Los seres humanos deben comer pan en este mundo, pero también deben comer pan espiritual. Sin embargo, muchas personas han sido engañadas por Satanás y están esclavizadas. Incluso los que no han nacido de nuevo desean alimentarse de la Palabra santa de Dios. Pero Dios dice que escondió Su pan espiritual para que no lo pueden comer. Génesis 3, 24: «Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida». Ningún pecador puede encontrar la Verdad en la Biblia por sí mismo, ni puede alimentarse de ella. Dios se encargó de esto.
Satanás tiene control completo sobre todos los pecadores. Por eso estos pecadores no conocen la Verdad del Evangelio espiritual del Cielo. Esto significa que como Dios le dijo a Satanás y a Sus siervos que se alimentarían de pecados, ellos no pueden ver el Reino de los Cielo.
Incluso los falsos profetas y los hijos del Diablo que los siguen intentan comer la Palabra espiritual de Dios por fe, pero en vano. Mientras que los hijos de Dios que viven en Su Iglesia han descubierto el Evangelio del agua y el Espíritu, es decir la Verdad de la remisión de los pecados, en la Biblia y lo toman como su pan, los hijos de Satanás no pueden verlo y no pueden escucharlo. Aunque leen muchos libros cristianos y escuchan muchas cintas, no pueden ni ver ni escuchar la Verdad, el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso no pueden creer en el verdadero Evangelio hasta ahora.
Los que están dominados por el Diablo se alimentan de polvo durante el resto de sus vidas. En la Biblia, el polvo se refiere al corazón humano o los deseos de la carne. Las almas que no han nacido de nuevo no pueden alimentarse del Evangelio de la Verdad del Cielo, sino que sólo se alimentan de cosas terrenales, es decir de cosas sucias. Por eso los que han caído en la tentación de Satanás sólo le piden a Dios cosas materiales. Por eso los que se levantan contra Dios sólo comen el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
En el pasaje principal de hoy, Dios le dijo a la serpiente: «Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias, entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida». Este pasaje explica la razón por la que los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son todavía más malvados.
Satanás, que se levantó contra Dios, ya no tiene esperanza. Aunque los seres humanos vayan por el mal camino, todavía tienen la oportunidad de volver al buen camino y pueden recibir la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y pueden ser glorificados para entrar en el dominio de Dios de nuevo. Pero Satanás no tiene este privilegio. Los seres humanos pueden ser aprobados por Dios como Su pueblo y pueden vivir en Su Reino maravilloso haciendo lo correcto como su bendición. Pero Dios le dijo a Satanás que sería malvado durante el resto de su vida y esa es su maldición eterna. Este castigo es terrible. Dios maldijo a Satanás de esta manera. Le dijo: «Nunca serás bueno. Serás para siempre malvado y sufrirás eternamente». Así que podemos ver que era una maldición enorme.
Como el Diablo practica la maldad en este mundo toda la humanidad y la creación están llenas de maldad. Como Satanás está siempre haciendo cosas malvadas en el mundo, este no puede renovarse. El mundo está bajo el dominio del malvado Diablo y no puede mejorarse, sólo puede empeorar. Por eso la gente se hace cada vez más malvada y los que son tentados por Satanás sólo hacen cosas malvadas. Mientras que los justos viven vidas justas, Satanás sólo hace el mal.
 
 

El enemigo de Dios y la humanidad

 
Pasemos a Génesis 3, 15. Dios puso enemistad entre Satanás y la humanidad.
«Y pondré enemistad
entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza,
y tú le herirás en el calcañar».
Los enemigos luchan entre sí. La humanidad y el Diablo luchan entre sí como enemigos. El Diablo es el enemigo de Dios y también nuestro. Sin embargo, no hay enemistad entre la humanidad y Dios. Los seres humanos son criaturas que Dios creó con un objetivo. Por culpa del ángel caído, Satanás, la humanidad se convirtió en enemiga de Dios en este mundo.
Cuando Dios creó a este ángel, tampoco era enemigo, pero cuando desafió la autoridad de Dios, se convirtió en Satanás e hizo que la humanidad cayera en el pecado. Dios le dijo a Satanás que era Su enemigo. Y le dijo que se convertiría en el enemigo de la humanidad también. Así que, decidido a estar en contra de Dios, el Diablo está arrastrando hasta el infierno a la humanidad que Dios ha creado. Como Satanás es enemigo de Dios y de la humanidad, está arrastrando a los seres humanos al infierno, los está engañando e incitándoles a hacer el mal. Satanás está intentando destruirnos a los seres humanos al impedir que creamos en la Palabra de Dios. Por eso nadie debería escuchar las palabras de Satanás. Es el enemigo de la humanidad. Satanás es el enemigo que destruye a la humanidad. Como es el enemigo de Jesucristo y de la humanidad, incluso ahora está desafiando a Dios.
Pero cuando Satanás y Dios luchan, ¿quién gana? Dios gana, por supuesto. La verdadera batalla en este mundo se está librando entre Dios y el Diablo, y en medio de esta batalla están los seres humanos que luchan de lado de Dios. Cuando los nacidos de nuevo luchamos contra Satanás, A través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos vencer. Aunque los seres humanos no podamos vencer a Satanás por nosotros mismo, si tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos luchar y vencerle.
La batalla entre Dios y el Diablo es una batalla espiritual. ¿Cómo pueden luchar Dios y Satanás? Dios dijo: «Su semilla…herirá tu cabeza, y tu herirás su calcañar». Esto significa que Dios lucha para vencer al Diablo con el Evangelio del agua y el Espíritu.
«Su semilla» se refiere a Jesucristo. Y Dios le dijo al Diablo: «Tú herirás su talón». Cuando Jesús vino al mundo encarnado en un hombre, Satanás pensó que todo lo que tenía que hacer era matarle. Pensó: «Si lo mato, seré el dueño de este mundo para siempre». Sin embargo, el plan de Satanás fracasó, porque Jesús no sólo murió en la Cruz, sino que se levantó de entre los muertos. Satanás intentó gobernar en este mundo al atrapar a la humanidad con sus engaños, pero gracias al Evangelio del agua y el Espíritu, fracasó de nuevo.
Cuando Dios les dijo a los seres humanos que tenían dominio sobre este mundo, esto fue una bendición que Dios nos otorgó. El Diablo intentó hacerse dueño de este mundo con sus mentiras y convertirse en su maestro, Pero Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre. Así es cómo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu vencieron la batalla contra Satanás. Todo lo que Satanás consiguió fue herir el cuerpo de Jesús temporalmente.
Satanás consideró a Jesús como un mero hombre. ¿Pero qué ocurrió? Jesucristo vino al mundo, fue bautizado, murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos de nuevo. En el momento en que Jesús se levantó de entre los muertos, el Diablo dijo desesperado: «¡No! No tenía que haber crucificado a Jesús. Es el fin. El precio del pecado ha sido pagado. He perdido la batalla contra la Verdad. Jesucristo ha ganado. Ha conseguido salvar a la humanidad a través de Su bautismo y crucifixión. Si no hubiese venido al mundo, yo podría haber sido el dueño de la tierra».
Como el precio del pecado es la muerte, Dios tuvo que juzgar los pecados de la humanidad según Su ley. Por eso Jesús fue bautizado, cargó con los pecados del mundo y pagó su precio al ser crucificado. Los pecados de la humanidad sólo desaparecen si se paga su precio, pero como Jesús tomó todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y como derramó Su sangre hasta morir, Satanás no puede decir nada acerca de los pecados del mundo.
Como Jesucristo había tomado los pecados del mundo a través de Su bautismo, tuvo que morir en la Cruz sin falta. Satanás no se dio cuenta de esto y por eso lo mató. Dios dijo: «Tú herirás su talón» y por eso Satanás entró en los corazones de la gente y les dijo que matasen a Jesucristo. Entró en los corazones de los fariseos, en el corazón del Sumo Sacerdote y en los corazones de los soldados romanos y Poncio Pilato, y les dijo: «¡Matadle, matadle!». El Diablo incitó a los judíos a que crucificasen a Jesús, y a Pilato a que dejase de cuestionar si Jesús era culpable o no, y a lavarse las manos y entregarlo. Así que Pilato se lavó las manos ante la multitud diciendo: «Soy inocente por el derramamiento de sangre de esta Persona justa. Vosotros veréis» (Mateo 27, 24). Entonces ordenó que matasen a Jesús. Esto significa que insistió en su inocencia, pero no reconoció que Jesús fuera el Hijo de Dios y el Salvador de todos los pecadores, y acabó siendo un instrumento del Diablo.
Según la tradición Pilato se volvió loco después de condenar a Jesús porque su conciencia no le dejaba vivir tranquilo. Después del juicio, Pilato le dijo a Jesús: «¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? » (Juan 19, 10). Entonces Jesús le dijo: «Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Juan 19, 11).
Pilatos le había preguntado a Jesús: «¿Eres el rey de los judíos?» y el Señor le contestó: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz» (Juan 18, 37). Al escuchar esto, Pilato tuvo miedo. Pero aunque tenía miedo, los judíos le presionarn para que crucificase a Jesús, y por eso se lo entregó a los judíos y los soldados para que hiciesen lo que quisiesen con Él. El Diablo le incitó diciendo: «Mata a Jesús. Crucifícalo. Haz como si no supieras que hacer y entrégalo». Y Pulato, engañado por Satanás, se levantó contra Jesucristo. Este tipo de gente acaba siendo miserable. El emperador Nerón también acabó su vida como un demente.
Al hacer a la humanidad a Su imagen, Dios quiso revelar Su bondad y Su gloria, pero Satanás, a través del pecado, hizo caer a la humanidad a la que Dios tanto amaba, y por eso Dios le dijo al Diablo: «Eres Mi enemigo. Es tu fin. No eres una criatura Mía, sino que ere Mi enemigo». Como está escrito: «Su semilla…herirá tu cabeza, y tú herirás Su calcañar».
Satanás pensó que había vencido al crucificar a Jesús, pero Jesús contratacó al levantarse de entre los muertos. En el mismo momento en el que el Diablo crucificó a Jesús, tuvo que entregar todo el poder que había tenido para acusar a la humanidad de todos los pecados y controlarla.
Así que cuando leemos Mateo 28, 18, vemos que Jesús dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra». Así, toda la potestad ha sido pasada a Jesucristo. Antes de que Jesús recuperara toda la potestad para gobernar en este mundo, el Diablo tenía la potestad sobre la tierra. Al principio, Adán y Eva tenían la potestad, pero Satanás se la quitó, y después Jesucristo la recuperó a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Y decidió devolver la potestad a los santos nacidos denuevo, y ahora, Jesucristo tiene toda la autoridad para gobernar sobre los cielos y la tierra.
Por eso Jesucristo dijo que es el Rey de retes: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28, 18-19). Por eso incluso ahora mismo, el enemigo huye cuando se lo ordenamos en el nombre de Jesucristo.
Ahora que Satanás ha perdido su batalla contra Jesucristo, Su nombre le produce escalofríos al Diablo. Así que cuando alguien que no ha nacido de nuevo le dice a Satanás: «En el nombre de Jesucristo te ordeno que te marches», el Diablo se va aunque sólo sea por poco tiempo. Esto se debe a que el nombre de Jesucristo tiene autoridad, y esta es la potestad que el Señor consiguió al luchar contra el enemigo y al vencerlo.
 
 

Satanás le lleva la destrucción a la humanidad

 
Satanás trajo el pecado a la humanidad y la hizo caer, y al convertirse los seres humanos en pecadores, el Diablo los puso en contra de Dios. Sin embargo, Satanás se ha tenido que arrodillar e inclinarse ante Jesucristo y el Evangelio. Dios dijo que está esperando a que todos Sus enemigos capitulen a los pies de Jesucristo (Hebreos 1, 13), hasta que la humanidad sea juzgada. Dios ha permitido que la humanidad venza al Diablo por la fe en la Palabra. En otras Palabras, Dios nos hace vencer al enemigo, no por la fuerza, sino por Su verdadera Palabra de salvación, la verdadera Palabra de los nacidos de nuevo. Al borrar completamente los pecados del mundo, Jesucristo está esperando a que los no creen en la Palabra de Dios y están de lado del Diablo estén bajo Sus pies y sean condenados.
En el Libro del Apocalipsis, vemos que Dios trata a los que no han nacido de nuevo como Sus enemigos. Y dice que la gente que sigue al Diablo será arrojada al abismo reservado a Satanás. Por tanto, debemos recordar que el Diablo nunca es nuestro amigo y que no nos aporta ningún beneficio.
Pero la gente reconoce a todo tipo de dioses. Sin embargo, todos estos dioses son aliados de Satanás. Por muy bellos que parezcan a los ojos de la humanidad, todos los dioses falsos provienen de Satanás. Por eso la Biblia nos advierte: «Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11, 14). Debemos darnos cuena que no hay otro Dios que nos de bendiones a parte de nuestro Dios.
Los dioses falsos no nos pueden hacer ningún daño siempre y cuando no creamos en ellos. Si alguien cree en ellos, estará en peligro. Esto se debe a que el Diablo es el enemigo de la humanidad. Si Satanás es el enemigo de Dios y de los seres humanos, ¿cómo puede beneficiar a la humanidad? Debemos recordar que Dios puso enemistad entre Satanás y la humanidad. Como Dios definió a Satanás como el enemigo, los seres humanos no pueden estar bendecidos al creer en Satanás, ni pueden disfrutar de las bendiciones que Dios nos ha dado. Todo el mundo será condenado si no recibe la remisión de los pecados al creer en el bautismo y derramamiento de sangre de Jesucristo como su salvación, es decir en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista para borrar los pecados del mundo y la sangre derramado en la Cruz para pagar el precio de esos pecados. Como Jesucristo vino al mundo para salvarnos de los pecados, cargó con ellos al ser bautizado por Juan el Bautista y borrarlos, nadie debe convertirse en siervo del Diablo al rechazar esta Verdad.
Cuando alguien cree en Jesucristo como su Salvador, Dios le bendice y cubre todas sus necesidades. La gente dice que puede ser feliz sin creer en Jesucristo, pero debe darse cuenta de que no hay felicidad si se separa de Jesús. Debemos entender que Jesús es quien nos da la salvación, la vida eterna y las bendiciones abundantes. Sólo Jesús es el amigo y Pastor de los creyentes. Debemos darnos cuenta de que sólo este Dios es el buen Dios y que todos los demás dioses son sólo enemigos.
«¿Puede pasar algo bueno si abandonamos a Jesucristo y a Su Iglesia?». Incluso algunos nacidos de nuevo se preguntan: «Ahora he nacido de nuevo, pero ¿acaso no sería más feliz si saliera al mundo y probase cosas diferentes? Como voy a ir al Cielo de todas maneras, ¿no sería más feliz si fuera rico?». Sin embargo, esto no es cierto. Si abandonamos a Jesús, si nos apartamos de la salvación que Jesús nos ha dado a través de Su bautismo y Su sangre, sólo tendremos sufrimiento y maldiciones. No hay felicidad para los que abandonan a Jesucristo. Es completamente incorrecto pensar que podemos vivir felices y prosperar cuando abandonamos la Iglesia de Dios. Nadie puede prosperar si abandona a Jesús.
El Diablo trae sufrimiento a los seres humanos y los maltrata. ¿Qué tipo de enemigo desearía que sus openentes prosperasen? Satanás sólo quiere finger ser benevolente con la humanidad mientras hace que la gente se vuelva loca, o convertirnos en esclavos de las cosas terrenales. Nunca deja en paz a la humanidad, siempre la llena de preocupaciones y de enfermedades. Satanás no tienen ninguna razón por la que ser bueno con la humanidad.
Entre los que han recibido la remisión de los pecados, hay algunos que todavía tienen esperanzas en el mundo y piensan que el mundo les será provechoso. Sin embargo, en realidad, cuando se hacen amigos de los que no han nacido de nuevo, sólo son engañados y no ganan nada. Así que si los que han nacido de nuevo piensan: «Seré más feliz si voy al mundo y dejo la Iglesia. Viviré mejor si salgo al mundo», deben dejar estos pensamientos, porque es Satanás quien los incita y no son más que mentiras que llevan a la destrucción. Por eso nuestros propios pensamientos son nuestros enemigos. El mundo no es nuestro amigo. Sólo Jesús es nuestro amigo.
 
 

El camino de la justicia es un camino difícil

 
Pasemos a Génesis 3, 16.
«A la mujer dijo:
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;
con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido,
y él se enseñoreará de ti».
Aquí Dios le dijo a la mujer que aumentaría los dolores del parto. ¿Cuánto sufren las mujeres en el parto? Imaginen llevar a un bebé dentro de su barriga durante 9 meses. La madre ama al bebé, por supuesto, y está contenta de llevarlo dentro, pero el embarazo va acompañado de dolor, desde las patadas del bebé hasta los vómitos matinales. Dios dijo que las mujeres darían a luz con dolor. También dijo: «Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». Este es uno de los castigos que Dios impuso a la mujer.
Después de nacer de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, tenemos el deseo de servir a la justicia de Dios de buena gana. Esto s debe a que ahora nuestros corazones están llenos de pensamientos espirituales, no a que los tuviésemos desde el principio. Si queremos tener un corazón bendecido y justo, debemos tener fe en la Palabra de Verdad y practicar la justicia, y esto implica un cierto grado de sufrimiento y esfuerzo.
Una vida espiritual no se vive sin esfuerzo. Consiste en luchar y superar obstáculos por fe. Si vivimos en la Iglesia de Dios y en el Evangelio del agua y el Espíritu, y cuando luchamos y nos superamos, podemos hacer las obras espirituales y practicar la justicia mediante la fe en Su Palabra de Verdad. Ante nuestro Dios, no hay accidente. No podemos seguir a Dios automáticamente y practicar la justicia espontáneamente. Incluso después de nacer de nuevo, debemos seguir luchando contra nuestra naturaleza, contra el pecado, contra el mundo y todas las falsas enseñanzas del mundo, y debemos vencer todas esas batallas.
Para ello debemos creer en la Palabra de Jesucristo y debemos aferrarnos a ella. Aunque esta Palabra a veces nos pone a prueba, sólo cuando mantenemos a nuestro Señor en el corazón y nuestra fe crece, podemos hacer las obras justas. Dios nos está diciendo que practicar Su justicia implica mucho sufrimiento, y que tener corazones justos y hacer obras espirituales se consigue con dolor. Debemos darnos cuenta de que seguir al Señor no es fácil y debemos creer en ello.
El camino de la justicia es el camino de la batalla constante y de la negación de nuestra naturaleza. Debemos darnos cuenta de que tener una mente espiritual requiere sufrimiento. Si tenemos en secreto una mente carnal, la mente espiritual no puede crecer. Por tanto, debemos preguntarnos si vamos a tener relaciones carnales en vez de dejarnos guiar por la Iglesia de Dios cuando estemos en problemas. Aunque el liderazgo de la Iglesia es a veces difícil de seguir para nuestra carne, es beneficioso y por tanto debemos seguirlo aunque no queramos. Entonces podremos ser justos y seguir por el buen camino. Después del sufrimiento adquirimos mentes espirituales y se genera poder espiritual en nosotros.
 
 
Los hijos espirituales nacen con dolores de parto
 
Cuando una mujer da a luz sufre muchos dolores de parto. Sin estos dolores, los descendientes de Adán no pueden dar a luz a hijos espirituales. Del mismo modo en que una mujer da a luz a un precioso bebé sólo si siente dolor, cuando se tienen hijos espirituales también se sufre. Para crear hijos espirituales, debemos arar el campo de sus corazones, plantar la semilla, arrancar las malas hierbas y regarlo continuamente. Como Dios dijo, sólo podemos tener hijos si trabajamos duro. Ningún niño nace sin esfuerzo.
¿Se dan cuenta del dolor que sufre una mujer para dar a luz? Del mismo modo, cuando damos a luz a hijos espirituales, también sufrimos. Deben darse cuenta de que los hijos espirituales sólo nacen después de mucho sudor y esfuerzo. Así es cómo Dios lo ha etablecido. Ningún niño nace sin esfuerzo. Sólo con dolor se puede crear una vida sana.
Los nacidos de nuevo son las esposas de Jesucristo ahora, y para que las esposas den a luz a los hijos del Esposo, deben sufrir y esforzarse. Lo que Dios le dijo a Eva también iba dirigido a todos nosotros. Debemos sufrir y trabajar tanto que para tener hijos espirituales, debemos leer constantemente la Palabra de Dios, orar y utilizar nuestra fe. Después de sacarlos de la oscuridad, debemos alimentarlos con la Palabra de Dios. Para tener hijos espirituales, debemos sufrir y trabajar duro. En otras palabras, no podemos intentar seguir al Señor sin dolor, aunque queramos dar a luz a los hijos espirituales del Evangelio.
Después de esto, Dios le dijo a Eva que su deseo sería para su marido. Antes de la caída, era al revés. Cuando Dios hizo ala mujer, Adán dijo: «Ahora esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne». Así que el hombre tenía más deseos por la mujer que la muje por él.
También dijo que el marido tendría poder sobre la mujer y que la mujer se dejaría gobernar por el marido. Esto implica que nuestro deseo debe ser para Jesucristo, y que debemos dejarnos gobernar por Él. Ante Jesucristo, no sólo debemos dejar que Él gobierne nuestros corazones, sino todo lo demás.
Dios dijo: «Y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». ¿Está el Señor gobernándoles ahora que le han encontrado? Por supuesto que sí. El Señor nos gobierna. Cuando sus pensamientos no son correctos, Jesús se lo hace saber. Como el Señor nos gobierna y nos lleva por el buen camino, todo lo que tenemos que hacer es seguir este camino. Recuerden que una mujer debe ser gobernada por su marido.
Algunas personas, después de nacer de nuevo, no quieren ser gobernados por Dios y por eso acaban dejando la Iglesia. Pero la Iglesia es el lugar donde se encuentra la presencia y liderazgo de Jesucristo, el Rey. Y por eso rechazar este liderazgo es rechazar el liderazgo de Jesús. Hay santos y siervos que rechazan seguir las órdenes de la Iglesia y que la abandonan diciendo: «Viviré como yo quiera. Quiero cambiar el estilo de la Iglesia a mi gusto. ¿De verdad tiene que hacer esto sólo la Iglesia? ¿No puede hacer algo diferente? ¿Por qué no podemos poner una cruz encima del edificio y dar la bienvenida a cualquiera que quiera ser santo? Eso es lo que me gustaría hacer». Pero esto es malvado. Debemos estar gobernados por Jesús y hacer lo que nos ordene.
¿Qué es lo correcto? ¿Ser gobernados por el Señor o no? ¿Qué nos hace más felices? ¿Someternos al Señor o vivir como queramos? Cuando los santos se someten a Dios a través de Sus siervos, son felices. ¿Cómo podemos vivir una vida espiritual correctamente si no nos sometemos a los siervos de Dios? Los siervos de Dios también deben someterse a sus líderes para convertirse en buenos siervos. En otras palabras, cuando nos sometemos a Dios los santos se convierten en el pueblo de Dios y los siervos se convierten en siervos de Dios.
Dios es el Rey en esta Iglesia y gobierna sobre todos Sus siervos, sobre ustedes y sobre mí. Así que nadie en la Iglesia de Dios puede hacer lo que quiera. Si seguimos al Señor, no podemos hacer lo que queramos. Al principio puede parecer una buena ida ser libre y no estar sometido a nadie, pero si no nos dejamos guiar por Dios, al final acabaremos siendo monstruos, con cinco ojos, diez bocas y dos cuernos. Si los nacidos de nuevo no se sometena Dios, se convertirán en monstruos. Los siervos de Dios deben someterse a Él, y quien pertenezca al pueblo de Dios debe someterse a Jesucristo. Todo el que perteneza al pueblo de Dios debe someterse a Jesucristo en Su Iglesia.
¿Están sometidos a Dios? Como Dios nos gobierna a todos, yo también estoy sometido a Él. Ningún nacido de nuevo hace lo que le apatece. Si está viviendo una vida cristiana correcta, está sometido a Dios. Quien es huérfano espiritual, no está sometido a Dios. Como nacimos de nuevo de Dios a través de Jesucristo, sólo podemos sobrevivir si nos sometemos a Él. Al vivir con fe en la Iglesia deben considerar una bendición que Dios les gobierne a través de los predecesores de la fe. Cuando nos sometemos a Dios estamos bendecidos. Así es como podemos revelar todas nuestras faltas y presentarnos ante los siervos del Señor tal y como somos. Y cuando hacemos esto, se nos regaña y se nos somete para ser gente de fe.
Cuanto más se dejan gobernar, mejores siervos de Dios serán. Si no se someten del todo, no podrán crecer espiritualmente. Es bueno estar sometido del todo. Dios bendice a los santos que están preparados para estar sometidos. Y por eso los siervos de Dios no deben dejar los santos de Su Iglesia hagan lo que quieran, sino que deben decirles lo que tienen que hacer.
Recientemente, algunos de nuestros hermanos han empezado a pensar y actuar por su cuenta, pero cuando se someten a Dios, sus corazones se restauran enseguida. Puedo confirmar por su experiencia que cuando se someten a Dios, sus vidas de fe y sus vidas diarias se llenan de felicidad. Pero cuando la maldad que surge en nuestros corazones no se somete, aunque parezca que está bien durante un tiempo, al final no atormentamos. Por eso debemos someternos a Dios y a Su Iglesia. Estar sometidos es una verdadera bendición, y esta es la vida correcta para un cristiano, como Dios dijo: «Tu marido…se enseñoreará de ti».
 
 

La vestimenta justa de la salvación eterna que nos pusimos para siempre

 
Leamos Génesis 3, 17-19: «Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, al polvo volverás».
Después de que Adán y Eva ofendieran la Palabra de Dios, es decir, después de que cayeran en el pecado, sus corazones se corrompieron por el mal. El pasaje: «Maldita será la tierra por tu causa», significa que el corazón humano está maldito. Por eso no hay nada bueno en los corazones humanos. Entonces no había nada bueno en los corazones de Adán y Eva.
Por el contrario, sólo había maldad, suciedad y sordidez. Entonces Dios dijo: «Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo». Con esto Dios quiso decir que no había nada en la naturaleza que comer. Ahora los seres humanos se alimentan de la Palabra de Verdad que se consigue por fe cuando se planta la semilla en los corazones y cuando se someten a Dios.
Dios siguió diciendo a Adán:
«Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres,
al polvo volverás».
Este fue el castigo para Adán. Todo el mundo vuelve a ser polvo cuando muere. Todo el que no recibe la remisión de los pecados es arrojado al infierno, pero los nacidos de nuevo viven para siempe en el Reino de los Cielos como espíritus bendecidos, en vez de volver al polvo.
Volvamos a Génesis 3, 20: «Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes». La mujer llamada Eva se convirtió en la madre de todos los vivientes. Por culpa de Adán y Eva todo el mundo heredó el pecado. Se convirtieron en nuestros antepasados. Si buscamos nuestra línea de ascendencia, vemos que Adán y Eva son nuestros ancestros y nosotros somos sus descendientes.
Génesis 3, 21 dice: «Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió». Las túnicas de piel se refieren a ropa de piel, que aunque se rompan pueden coserse. Hay una gran diferencia entre estas túnicas de piel y las vestiduras de hojas de parra que Adán y Eva se hicieron para sí mismos, es que las túnicas de piel no cambian fácilmente y si se rompen se pueden coser. Las vestiduras que Adán y Eva se hicieron eran de hojas de parra, mientras que las que Dios les dio eran túnicas de piel. Estas túnicas de piel no se estropean fácilmente y duran toda la vida.
Las vestiduras de hojas de parra las hizo el ser humano y sólo duran como mucho tres días. Cuando se desgastan, no pueden volver a coserse para volver a llevarlas, sino que deben volverse a hacer con hojas nuevas. Las túnicas de piel duran más tiempo, mientras que las vestiduras de hojas de parra son temporales. Mientras que las hojas duran sólo unos pocos días, las túnicas de piel, si se cuidan correctamente, pueden durar toda una vida.
En otras palabras, las túnicas de piel, es decir nuestra salvación a manos de Jesucristo, nunca desaparecen. Adán llevó estas túnicas hasta el día en que murió. De la misma manera en que Dios envió a Jesucristo como nuestro Salvador, la vestidura de esta salvación dura para siemore. Cuando nos vestimos con esta salvación que Dios nos ha dado, nunca la perdemos a no ser que nosotros nos la quitemos. Jesucristo nos ha vestido con la justicia, y esta es la perfecta salvación que es como las túnicas de piel, que nunca de rompe o deshace.
Pero las vestiduras de hojas de parra que la humanidad se hizo para cubrir su vergüenza, se tienen que cambiar cada tres días. Puede que las hojas más gruesas y frescas duren unos tres días, pero las más pequeñas como mucho duran un día. Por mucha fe que tengan los seres humanos, por la tarde, después de haber escuchado la Palabra, se olvidan de ella y la justicia que han conseguido por su cuenta desaparece.
«Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió». Con este pasaje, Dios nos está hablando de la salvación que nos ha dado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. La salvación que Dios nos ha dado no es algo que desaparezca en unos pocos días, ni desaparece porque cometamos pecados. Estas túnicas de Dios son las vestiduras eternas de la salvación. Para hacer una prenda de piel hay que matar a un animal. Para nosotros se sacrificó una vida, para que pudiésemos tener un sacrificio de salvación eterno. El Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado no es una salvación efímera, sino que es eterna e inamovible. Pero la justicia falsa de los humanos, que se establece mediante sus propias ideas como las oraciones de penitencia o la doctrina de la santificación incremental, desaparece en menos de tres días.
Como Jesucristo hizo las vestiduras de salvación con Su bautismo y sangre para Adán y Eva y los vistió con ellas, nos ha permitido no ser condenados por nuestros pecados. Dios vistió a Adán y Eva con las vestiduras de Su justicia hechas con el bautismo y la sangre de Jesús, y estas vestiduras de salvación duran para siempre, como las túnicas de piel. Abel también llevba las túnicas de piel de Dios y todos los descendientes de Adán tuvieron que llevarlas. Después de que Adán y Eva cayesen en el pecado, tuvieron que llevar vestiduras de hojas de parra al principio, pero sólo hasta que Dios les vistió con túnicas de piel. Después de esto, todos los descendientes de Adán y Eva llevaron túnicas de piel.
Estas túnicas de piel protegían sus cuerpos. Mientras que las túnicas de piel les protegían de los espinos, cardos y las maldiciones, las vestiduras de hojas de parra no protegían su piel. En otras palabras, la salvación que Dios nos ha dado es como las túnicas de piel, y Dios protege a los seres humanos revistiéndolos con Su justicia hecha del bautismo y la sangre de Jesús.
Dios nos ha vestido con la salvación que es como las túnicas de piel. Nos ha vestido con Su justicia. La justicia de Dios nunca desaparce, e incluso ahora, sigue vistiendo nuestras almas con la perfecta justicia, para que no estemos desnudos. Los que se han vestido con la justicia, es decir la salvación de Jesús, pueden venir a la presencia de Dios a través de la fe, aunque sean insuficientes. El efecto de ponerse estas túnicas de justicia dura para siempre.
 
 
Vestiduras hechas por la humanidad
 
Comparemos en más profundidad las vestiduras hechas de hojas de parra con las túnicas de piel que aparecen en el capítulo tres del Génesis. Cuando Adán y Eva cayeron, hicieron vestiduras de hojas de parra y se las pusieron, pero Dios les hizo túnicas de piel después de la maldición que el Diablo hizo caer sobre la humanidad. Estas túnicas les salvaron perfectamente y les protegían, al tiempo en que restauraron su relación con Dios.
Mientras que Dios maldijo a Adán por su pecado, también le hizo túnicas de piel para que no sufriera en este mundo. Esto significa que, aunque Adán fue expulsado del Jardín del Edén, Dios le hizo justo para escapar de las maldiciones y de los pecados.
En el capítulo tres del Libro del Génesis, Dios nos habla sobre la Verdad de salvación. En primer lugar, separó la fe de la salvación de la fe que no puede alcanzar la salvación. La Biblia concluye diciendo que la salvación que la humanidad recibe al ser redimida de sus pecados equivale a las túnicas de piel que Dios hizo, mientras que la salvación humana equivale a las hojas de parra. El mensaje final es que las vestiduras de hojas de parra no pueden salvar a nadie de los pecados.
Si alguien hace vestiduras de hojas para ser salvado de sus pecados por su cuenta, tendrá que seguir haciéndolas a menudo, sin poder descansar. Como las vestiduras de hojas se estropean muy fácilmente, hay que hacerlas constantemente. Esta ropa tiene que renovarse una y otra vez y hay que cambiarla por lo menos dos, tres o incluso diez veces al día. Algunas personas se cambian de ropa diez veces al día y aún no tienen suficiente.
Pero las túnicas de piel que Dios hizo duran para siempre. Una vez se llevan puestas, no hay que cambiarlas. Estas túnicas duran meses, años, décadas, e incluso hasta la eternidad. Las túnicas de piel son muy diferentes a las vestiduras de hojas, porque son la remisión de los pecados. En otras palabras, la salvación humana y la salvación de Dios son completamente diferentes.
La gente cree: «Podemos salvarnos si ofrecemos oraciones de penitencia y si nos santificamos» y por eso intentan esconder su vergüenza llevando este tipo de vida de fe. En otras palabras, se hacen vestiduras de salvación imperfecta constantemente. Las túnicas de piel que Dios nos hace son las vestiduras de la salvación que se obtienen al pagar el precio de una vida inocente, y por tanto su precio es diferente.
Si esto es lo que Dios dice en el capítulo tres de Génesis, ¿cómo pueden los seres humanos ser tan pretenciosos como para dar mérito a las vestiduras de hojas y para afirmar que debemos conseguir la salvación mediante la santificación y las oraciones de penitencia diarias? Por eso podemos ver que los seguidores de la religión del mundo son ciegos espiritualmente.
Las vestiduras de hojas de para no tienen ningún efecto, por mucho que la gente las siga utilizando. Pueden crear una moda si quieren, pero ¿podrán cubrir la vergüenza del cuerpo? ¿Podrán proteger la piel perfectamente? No, porque si se enganchan con espinos, las hojas se rasgan y quedan al descubierto las piernas. Y con el mínimo roce se caen la camisa y el pecho queda al descubierto. Entonces, ¿por cuánto tiempo esconderá la gente sus pecados con las vestiduras de las oraciones de penitencia?
¿Cómo pueden esconderse? Los seres humanos están llenos de pecados y faltas. No son nada más que pecadores que cometen transgresiones a la menor provocación, y cometen errores siempre. ¿Cómo puede esta gente cubrir todos sus pecados mediante las oraciones de penitencia? ¿Piensan que pueden cubrir sus pecados arrepintiéndose y escondiendolos con hojas de parra?
¿Dijo Dios: «Adán y Eva, arrepentíos para borrar vuestros pecados?»? Por supuesto que no. Los seres humanos no pueden esconder sus pecados con sus propias obras, por mucho que lo intenten. Por esta razón precisamente Dios mató a un animal, le quitó la piel, hizo vestiduras para Adán y Eva y los vistió. Y entonces Adán y Eva escondieron su vergüenza con estas túnicas.
Este animal es un anticipo de Jesús, que se convirtió en el Cordero de Dios. Al creer en el bautismo de Jesús y Su sacrificio en la Cruz, obtenemos la verdadera salvación de los pecados. Por eso la salvación del pecado no se alcanza mediante nuestras obras, sino mediante la fe en el bautismo y la sangre de Jesús. La humanidad debe creer en esta Verdad, en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 
Para nacer de nuevo, debemos dejar de lado nuestras ideas, prejuicios y pensamientos
 
Al habernos vestido con túnicas de piel, Dios nos está diciendo: Quien se haga vestiduras de hojas de parra y se las ponga, no podrá entrar en al Jardín del Edén. Dios dejó claro que quien tenga pecados no puede vivir en el Jardín del Edén y por tanto debe ser expulsado. Debemos darnos cuentade que Dios expulsó del Jardín del Edén al Diablo orgulloso y a la humanidad.
Está escrito: «Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida».
Dios rechaza por completo tener que admitir en el Jardín del Edén a los que coman del árbol del conocimiento del bien y del mal, a los que juzguen al bien y el mal por su cuenta y juzguen a Dios. Este puso un querubín con una espada en llamas para proteger el árbol de la vida, para que nadie que hubiese comido del árbol del conocimiento del bien y del mal pudiese vivir en el Jardín del Edén. Esto significa que Dios ha bloqueado el camino al Cielo, y le ha prohibido la entrada a quien se aferre a sus propias ideas y no crea en el bautismo de Jesús y Su sangre del sacrificio.
Dios ha establecido una norma que prohibe entrar al Jardín del Edén a quien se adhiera a sus propias ideas. Deben darse cuenta que quien prefiere sus propios conceptos es expulsado del Cielo y va al infierno. Dios ha expulsado del Jardín del Edén a los que tienen sus propios conceptos, para que nunca puedan vivir en el Jardín, por mucho que intenten vivir con rectitud, creer en Dios, hacerse vestiduras de hojas de parras o incluso túnicas de piel hechas por ellos mismos. Y Dios ha puesto una espada en llamas para proteger el árbol de la vida. En otras palabras, Dios nos está diciendo que quien cree en Jesucristo según sus propias ideas, será arrojado al infierno.
Ante Dios debemos dejar de lado nuestros propios conceptos. El ir al Cielo o al infierno depende de si se cree en la Palabra de Dios y en lo que Dios dijo. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu serán bendecidos. Ante esta Palabra de Dios, debemos dejar de lado nuestros propios conceptos.
¿Qué hizo el Señor Jehová por Adán y Eva? ¿Qué les dijo? ¿Qué les enseñó? ¿Qué les prometió con Su Palabra? Estas son preguntas importantes que deben ser contestadas correctamente para poder estar bendecidos.
Todo el que no ha nacido de nuevo tiene sus propios conceptos. Quien tiene ideas propias es expulsado del Jardín del Edén, y no puede nacer de nuevo porque se aferra a sus propias ideas.
Dios ve que la humanidad tiene sus propias ideas como el mayor pecado, y dijo que esto es diabólico. La Biblia dice: «He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal». Mis queridos hermanos, si la humanidad conociese el bien y el mal correctamente, ¿no estaría Dios contento en vez de estar enfadado? Dios no se ofendió porque estuviera celoso de que los seres humanos conociesen el bien y el mal, sino que dijo que eran malvados por tener su propio concepto del bien y del mal. El concepto del bien y del mal de los seres humanos es diferente al de Dios y por tanto es malvado. El bien significa seguir a Dios según Su perfecta voluntad y creer en ello.
¿Qué pasa cuando los seres humanos intentan ser como Dios? Que son expulsados. Todos debemos recordarlo. Nadie puede entrar en el Reino de los Cielos si tiene su propio concepto del bien y del mal. Si alguien interpreta la Palabra de Dios según sus propios pensamientos y cree en ellos, nunca podrá entrar en el Cielo por muy buen cristiano que sea.
Los que no han nacido de nuevo se aferran a sus propios conceptos. Por eso hoy en día, aunque hay muchos cristianos, pocos entran en el Cielo. Los que profetizan, expulsan demonios y hacen muchos milagros según sus propias ideas, están practicando la iniquidad, y por este pecado el Señor les abandonará.
Todo el mundo debe recordar lo siguiente: tomar nuestros pensamientos como el concepto absoluto del bien y del mal es el camino hacia la destrucción. El único camino hacia la vida es creer en el Dios Absoluto y en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado. Sólo Dios es el más virtuoso, el más santo y el más justo.
Al final del capítulo tres del Génesis, Dios nos está diciendo que dejemos de lado nuestro concepto del bien y del mal, es decir nuestros propios pensamientos. Él dijo a toda la humanidad que si quieren vivir en el maravilloso Jardín del Edén, deben dejar de lado sus pensamientos. Si, por el contrario, no quieren no quieren entrar en el Reino de los Cielos, deben seguir teniendo sus propias ideas.
Mis queridos hermanos, si nos hiciésemos vestiduras con piel de rinoceronte y nos las pusiéramos, ¿cómo nos sentiríamos? ¿Serían mejor que las demás? Por muy bonitas que fueran, no podríamos entrar en el Reino de los Cielos con ellas. Debemos ponernos las túnicas de piel que Dios ha hecho con animales como corderos, cabras, o toros. Sólo entonces podemos creer según el sistema de sacrificios establecido por Dios y así recibimos la remisión de los pecados.
Debemos dejar de lado nuestros propios conceptos. Aunque hay muchas personas en este mundo que cree en Jesucristo, muchas de ellas no pueden entrar en el Cielo. Dios nos dijo en el capítulo tres del Génesis que, como esta gente cree en Jesús según sus propias ideas, no puede entrar en el Cielo. Debemos recordarlo.
Además, cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos echar abajo las ideas de la gente con la Palabra. Su conocimiento erróneo debe rectificarse con la Palabra de Dios, o de lo contrario el Evangelio no podrá entrar en ellos. Con la Palabra de Dios, deben decirles qué es el pecado del que habla la Biblia, qué es el juicio del que hablan las Escrituras, qué es la salvación, qué es la justicia, y qué es nacer de nuevo. Sólo entonces podemos nacer de nuevo. Como todo el mundo tiene sus propias ideas diferentes a las de la Biblia, no puede entrar en el Cielo aunque crea en Jesús, y por tanto debemos explicarle la Verdad para que se puede salvar.
En los primeros tres capítulos del Libro del Génesis, Dios resume los 66 Libros de las Escrituras. Los principios de la fe correcta están recogidos en estos tres capítulos. Dios escribió cómo los seres humanos pecaron, cómo pueden recibir la remisión de los pecados y nacer de nuevo, cómo deben someterse a Dios, cómo sus deseos deben ser para el Señor, y cómo deben dar a luz a hijos espirituales con trabajo duro. Todas estas cosas fueron completadas por Dios según Su plan detallado que podemos encontrar en el capítulo tres del Génesis.
Creamos en la salvació que Dios ha planeado y cumplido a través de Su Evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu, y recibamos la vida eterna.