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Sermones

Tema 19: Efesios

[Capítulo 2-4] ¿Fuimos creados para la obra justa del Señor? (Efesios 2, 1-10)

¿Fuimos creados para la obra justa del Señor?(Efesios 2, 1-10)
«Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».
 
 

¿Qué tipo de criaturas éramos a los ojos de Dios?

 
Pablo les dijo a los efesios en el pasaje de las Escrituras de hoy que estaban muertos en sus pecados (efesios 2, 1), Y todos nosotros estábamos en la misma condición antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero nuestro Señor nos ha salvado para siempre a través de Su obra del Evangelio del agua y el Espíritu. Nos ha librado del príncipe del poder del aire, Y nos ha bendecido para vencer a Satanás al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu y hacernos creer en él.
Antes de creer en este verdadero Evangelio no podíamos luchar contra las fuerzas de los espíritus malvados. Sin embargo, a través del bautismo que Jesucristo recibió de Juan el Bautista, nuestro Señor cargó con todos los pecados heredados de nuestros antepasados y los borró. Por tanto, todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos sido librados del poder de Satanás. Gracias a la gracia infinita de Dios, hemos recibido la remisión de los pecados para siempre y hemos conseguido la vida eterna a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Hay una razón por la que nuestro Dios nos ha salvado de todos los pecados, y esa razón es dejarnos vivir una vida gloriosa con nuestro Dios. En otras palabras, al enviarnos a Jesucristo, Su Hijo, a este mundo, Dios Padre quiso bendecidnos a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu para vivir con Él en Su Reino. Dios Padre ha cumplido esta voluntad a través de la obra del Evangelio del agua y el Espíritu llevada a cabo por Su Hijo Jesucristo. La manera de conseguir esta meta era enviar a Jesús al mundo, hacerle cargar con todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y al cumplir la condena de nuestros pecados al ser crucificado. El deseo de nuestro Dios era sentarnos en el Reino de los Cielos según este plan de salvación diseñado para nosotros. Dios Padre quiso cumplir este gran plan de salvación en Jesucristo, Su Hijo.
De hecho el amor de Dios y Sus bendiciones pueden recibirse solo a través de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Era el deseo de Dios, nuestro Padre, cumplir Su plan a través de Su justicia en Su Hijo Jesucristo. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pudimos recibir la remisión de los pecados en nuestras vidas. En resumen, Dios nos ha bendecido a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu para que entremos en el Reino de los Cielos. Nuestro Dios de la Trinidad no solo ha borrado todos nuestros pecados, sino que nos ha bendecido para que nos sentemos en Su Reino. Dad que Dios nos ha bendecido así para reinar en el Reino de los Cielos y vivir en toda esta gloria, ¿cómo no vamos a creer en Él?
¿Por qué nos ha glorificado Dios a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de esta manera? Porque quiere que compartamos la gloria del Cielo. Por Su amor y Su misericordia Dios nos ha dado Sus bendiciones a todos nosotros. Así que debemos creer que nuestro Dios no solo nos ha redimido a través de Su Hijo Jesucristo, sino que también nos sentará en el Reino de los Cielos. Por tanto, todos los que creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu debemos recordar que Dios nos dará Su Reino sin falta.
 
 

Debemos recordar que hemos recibido las bendiciones gloriosas de Dios

 
¿Qué significado tendría el ser librados de nuestros pecados si no pudiésemos entrar y vivir en el Reino de Dios? Todo sería en vano si no tuviésemos fe en que todos iremos al Reino de los Cielos y viviremos con Jesucristo. Sin embargo, no solo hemos recibido la remisión de los pecados en este mundo, sino que también hemos sido bendecidos a sentarnos en el Reino de los Cielos junto con Jesucristo. Todos nosotros ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y nos sentaremos en el Reino de los Cielos con Jesucristo. Por eso Dios dice que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos honor y nos llama Sus santos. En otras palabras, Dios les dice a todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu: «Sois ciudadanos del Cielo. No tenéis ningún pecado. Sois justos».
 
 

¿Es cierto que Dios nos ha hecho a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu sentarnos con Él en Su Reino glorioso?

 
Sí, es cierto que, aunque una vez estábamos muertos en nuestros pecados, Dios nos ha hecho creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para que nos sentemos en el Reino de los Cielos. ¿No es esta gracia de Dios maravillosa? ¿No es tremenda esta bendición que Dios nos ha dado? Por nuestro amor infinito y gracia Dios nos ha dado estas bendiciones maravillosas.
Por tanto no debemos olvidar que la gracia de Dios nos está haciendo hijos Suyos y nos está bendiciendo para que vivamos con Él en el Reino de los Cielos. Por tanto todos debemos vivir el resto de nuestras vidas confiando en la justicia de Dios. Mientras servimos al Evangelio del agua y el Espíritu en nuestras vidas, la obra de Dios se completará pronto. No podemos evitar dar gracias a Dios porque la gracia de salvación que hemos recibido es enorme.
¿De verdad aprecian la magnitud de la gracia que han recibido de Dios? Del mismo modo en que todos deberían saber de dónde vinieron y adónde van, también deben saber que hemos recibido la perfecta remisión de los pecados para vivir en la gracia de Dios creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, a pesar de esto, hay algunos entre nosotros que no se dan cuenta de la bendición que han recibido de Dios en sus vidas, y esto es absurdo. Mientras vivimos en este mundo oscuro, todos debemos saber lo benditos que somos. Debemos darnos cuenta de que hemos recibido las bendiciones espirituales de Dios en nuestras vidas. Cuando estábamos muertos en nuestros pecados, nuestro Señor fue bautizado y derramó Su sangre para salvarnos. Dios nos ha hecho Sus hijos santos a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora sabemos quién somos. Todos nosotros nos hemos convertido en hijos de Dios a través de nuestra fe en Su justicia. Por tanto estaremos sentados en el Reino de los Cielos y viviremos para siempre con Jesucristo. Así que debemos darnos cuenta de que hemos recibido la gloria del Cielo.
Aunque Dios nos ha salvado a todos, no pide nada de nadie, solo que sirvamos al Evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que quiere de nosotros es que vivamos confiando en Su gloria. Por tanto debemos apreciar de corazón la gracia de la salvación que Dios nos ha dado y debemos vivir por nuestra fe en Su justicia. Es absolutamente indispensable que vivamos por nuestra fe en la justicia de Dios hasta el día en que el Evangelio del agua y el Espíritu se haya predicado por todo el mundo.
Nuestro Salvador Jesucristo volverá al mundo para llevarnos. Al convertirse en nuestro Salvador al morir por nuestros pecados en nuestro lugar y levantarse de entre los muertos, nuestro Señor volverá en la hora de Dios para llevarnos, y entonces nos sentaremos en el Reino de los Cielos y disfrutaremos de toda su gloria con Jesucristo. ¿Hay alguna criatura de Dios que haya recibido más bendiciones de Dios que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu? No, no hay ninguna, porque todo el Reino de los Cielos planeado y completado por Dios es para nosotros.
¿Para quién existen los ángeles de Dios? Para los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estos ángeles existen para los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, todo lo que hay en el universo, desde las flores hasta las estrellas del cielo, existe para los justos de Dios. Todas las criaturas existen para los justos. Así que debemos darnos cuenta en nuestras vidas lo grande que es la providencia de Dios en darnos todas estas maravillosas bendiciones.
Por tanto, si vivimos nuestras vidas dándonos cuenta de nuestro estado glorioso, podremos vivir vidas más dinámicas. Como justos, nuestras vidas están dedicadas a la obra justa de Dios. Nuestras vidas son valiosas y gloriosas. Así que, cuando consideramos la gracia que Dios nos ha dado, nuestro trabajo no es demasiado duro. Solo es cuestión de tiempo servir por fe al Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado. Como Dios nos ha dado esta gloria maravillosa, no podemos dejar de predicar Su justicia cuando tenemos problemas. Cuando comparamos nuestra labor con la gracia de salvación que Dios nos ha dado, lo que estamos haciendo por Él no parece nada. Por eso el Apóstol Pablo declara: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8, 18). Estamos muy contentos por creer en la justicia de Dios.
Mis queridos hermanos, si vivimos en este mundo practicando la maldad en nuestros pensamientos y acciones, nuestros corazones no estarán contentos. Por el contrario, si vivimos sirviendo a la justicia de Dios, nuestros corazones se regocijarán. De hecho, debemos dar gracias porque podemos predicar la justicia de Dios en nuestras vidas. Cuando practicamos la justicia ante Dios, nos sentimos contentos y satisfechos. Nuestros corazones se sienten bien porque pueden hacer buenas obras ante Dios, y además tenemos paz porque seguimos la justicia de nuestro Dios en nuestras vidas.
Nadie en este mundo, incluso aunque lo posea todo, puede estar más feliz que los que sirven a la justicia de Dios. Aunque alguien lo tenga todo en el mundo, si no cree en la justicia de Dios, morirá al final. No pueden evitar cometer pecados innumerables ante Dios. Todo el mundo está destinado a vivir en contra de la voluntad de Dios si no vive confiando en Su justicia. Por eso solo nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos hacer la obra de Dios por Su gracia. Así que, aunque somos débiles en nuestra carne y tenemos demasiados fallos, debemos seguir haciendo la obra de Dios por fe para complacerle. Entonces estamos obligados a darle gracias a Dios y a Sus siervos, porque nuestras vidas han sido renovadas y glorificadas por haber creído en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Estoy seguro de que saben cómo era su vida cuando no conocían el Evangelio del agua y el Espíritu. Piensen por un momento. ¿Qué tipo de vida vivían antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Por supuesto que no estoy sugiriendo que no parasen de cometer sucios y viles pecados en el pasado, pero estoy seguro de que hicieron cosas malas que no tenían nada que ver con la obra de Dios.
De hecho, todos nosotros estábamos en contra de la justicia de Dios, sin saberlo, antes de entender la justicia de Jesucristo. Pero ahora que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón podemos practicar lo que es bueno y virtuoso. Todos nos hemos revestido de la gracia de salvación para predicar estas bendiciones espirituales del Cielo. Aunque ningún pecador puede hacer nada bueno a los ojos de Dios, Él nos ha dado la habilidad de hacer la justicia de verdad en nuestras vidas. Esto nos hace felices porque es una tremenda bendición el que podamos predicar la justicia de Dios en nuestras vidas al confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Qué ocurriría si no hiciésemos la obra de Dios a pesar de esto? Si no hacemos la obra de Dios porque es demasiado difícil para nuestra carne, ¿qué les ocurriría a las personas que no conocen el camino de la salvación? Todas estas personas se perderían para siempre. Pero nuestro Dios nos ha dado toda la habilidad para llevar a cabo Su obra justa en nuestras vidas. De hecho no podemos evitar hacer la obra de Dios en nuestras vidas porque hemos sido transformados en personas que pueden practicar la justicia en cualquier momento de sus vidas. Dios es quien nos permite vivir vidas benditas, y por eso estamos obrando diligentemente y con gran gratitud.
En el pasado no hacía otra cosa que pecar, pero ahora sé que es justo vivir predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso he dedicado toda mi vida a esta labor. Ahora sé que servir al Evangelio del agua y el Espíritu es lo que más satisfacción me da. Incluso en este momento estoy predicando esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo, y esta obra está trayendo la remisión de los pecados y la vida eterna a todos los que aceptan la Verdad del Evangelio. Creemos de todo corazón que no hay nada que nos dé más gozo en este mundo que la obra justa que Dios nos ha confiado en nuestras vidas. No tenemos ninguna duda de que no hay vida más feliz que la nuestra. Así que nuestros corazones no están contentos si no hacemos la obra de Dios por un solo día, y estamos obligados a hacerla contentos. Espero y oro por que siempre queramos hacer la obra justa y estemos dispuestos a hacer cualquier cosa por la justicia de Dios en nuestras vidas. Deseamos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu no solo a nuestros compatriotas, sino también a la gente de todo el mundo, porque este es nuestro gozo como justos.
Los que no han aceptado la justicia de Dios en sus corazones y por tanto no han recibido la remisión de sus pecados, pueden darse cuenta cuánto desean hacer el mal en sus vidas. Hay muchas personas en este mundo que quiere vivir el tipo de vida que nadie querría vivir. Cuando comparamos nuestras vidas con las de estas personas, podemos ver lo felices que somos porque no queremos hacer daño a los demás, sino que nos sacrificamos para salvar sus almas sirviendo a la justicia de Dios en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo esto es posible gracias a la gracia abundante de Dios que no tiene límite. Como todos creemos en esta gracia de Dios, estamos viviendo nuestras vidas con gratitud. Para permitirnos vivir esta vida bendita y justa, Dios nos ha permitido nacer de nuevo en Jesucristo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Al confiar en esta gracia de Dios, todos deberíamos darle gracias por Su gracia en todo momento de nuestras vidas.
Cuando gastamos nuestras posesiones materiales en este mundo, deben gastarse predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. Hagamos lo que hagamos, en otras palabras, debemos hacerlo para la predicación del Evangelio. Como estábamos destinados a ser condenados por nuestros pecados, ¡qué maravilloso es que podamos participar en la obra justa de Dios en nuestras vidas! Por el contrario, hay muchas personas en este mundo que solo viven por su carne y por eso son condenadas por sus pecados. Y las vidas de estas personas están llenas de maldad. Por tanto, para evitar acabar como estas personas, la gracia de Dios y el liderazgo de la Iglesia son absolutamente indispensables para nosotros. El liderazgo de la Iglesia de Dios es absolutamente imperativo, no solo para nuestras almas, sino también para hacer la obra de Dios en este mundo. De hecho, si nos alejamos de la Iglesia de Dios, nuestras almas perecerán para siempre. Si nuestras almas perecen, también pereceremos físicamente.
Todos los que estamos reunidos aquí, tanto los jóvenes como los mayores, mujeres y hombres, seglares y ministros, debemos darnos cuenta del gozo que tenemos porque Dios nos ha permitido hacer Su obra. Sin importar la posición desde la que servimos al Señor, no debemos olvidar nuestra gratitud, darnos cuenta de lo que es la verdadera felicidad, saber cómo darle gracias a Dios correctamente, y vivir por fe de esta manera. De hecho, estamos tan contentos y llenos de gozo porque hemos sido redimidos de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y porque hemos dedicado el resto de nuestras vidas a predicar este Evangelio y hacer la obra justa.
¿Hay alguien en este mundo cuyo corazón esté en paz como nuestros corazones? Por supuesto que no. Si sus corazones están apesadumbrados, entonces no pueden hacer la obra de salvar más almas ante Dios diligentemente. A parte de esto no tenemos ninguna otra preocupación en el mundo. ¿Hay alguien que sea más feliz que nosotros? No hay nadie en este planeta que sea más feliz que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Se les ocurre alguien? Piensen en sus amigos del mundo para ver si encuentran a alguien que sea más feliz que ustedes. Estoy seguro de que no encontrarán a nadie. De hecho, no hay nadie en este mundo que sea más feliz que los que estamos aquí reunidos, porque todos hemos nacido de nuevo del agua y el Espíritu y somos gente feliz.
Estamos agradecidos a Dios desde el fondo de nuestro corazón. Todos estamos contentos por el hecho de que podemos vivir felizmente hasta el día en que el Señor vuelva a nosotros. Todos hemos sido bendecidos para vivir por el bien de las demás almas.
En cuanto a mí, deseo de todo corazón que todos nuestros santos hagan la obra justa juntos, partan el pan juntos, se ayuden los unos a los otros en las dificultades, y vivan así hasta que todos vayamos al Señor y le veamos cara a cara. ¿Es esto lo que quieren? Esto es lo que desea mi corazón. Así que le pido a Dios que haga este sueño realidad, que nos proteja a todos y nos permita vivir una vida bendita hasta que vayamos ante Su presencia.