( Éxodo 26:15-37 )
«Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas. La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura. Dos espigas tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del tabernáculo. Harás, pues, las tablas del tabernáculo; veinte tablas al lado del mediodía, al sur. Y harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas. Y al otro lado del tabernáculo, al lado del norte, veinte tablas; y sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Y para el lado posterior del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas. Harás además dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores; las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne; así será con las otras dos; serán para las dos esquinas. De suerte que serán ocho tablas, con sus basas de plata, dieciséis basas; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente. Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro. Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás de oro las barras. Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte. También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo. Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte. Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador. Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas».
El Tabernáculo mismo fue construido con 48 tablas, veinte tablas para los lados norte y sur, seis tablas para el lado oeste, y dos tablas para las esquinas traseras. Cada tabla media 4.5 m de largo y 67.5 cm aproximadamente de ancho. Para que cada tabla se sostuviera, había dos basas de plata y dos espigas que encajaban correctamente. Esto nos muestra que la salvación de Dios es dada solo por Su gracia a través de la fe en Cristo.
Salvación por Gracia A Través de la Fe en Cristo
La mayoría de los Cristianos conocen y aún recitan el famoso pasaje de Efesios 2:8-9: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe». Pero desgraciadamente, ellos no saben exactamente lo que es Su gracia y que clase de fe deben tener para ser salvos. Sin embargo, el misterio de las dos basas de plata y de las dos espigas que encaban correctamente muestra claramente el misterio de la salvación de Dios.
Para que nosotros nos demos cuenta de esta verdad de “las dos espigas y de las dos basas” colocados en las bases de las tablas, necesitamos primero conocer la verdad básica del evangelio. Todas las puertas del Tabernáculo estaban tejidas con los hilos azules, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Estos cuatro colores nos muestran que para que nosotros seamos salvos de nuestros pecados y destrucción, el bautismo y la sangre de Jesús eran necesarios. Y ellos nos permiten creer en la verdad de la salvación de Jesús, libre de cualquier duda. Debemos tener un conocimiento claro de la verdad que nos ha salvado, manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, y creerlo.
Jesús dijo: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Como tal, todos debemos recibir la perfecta remisión de nuestros pecados conociendo la verdad espiritual que está escondida en los cuatro colores manifestados en la puerta del Tabernáculo y en el velo del Lugar Santísimo. Hilos azules, púrpura y carmesí y el lino fino torcido son los materiales de la puerta del Tabernáculo.
En otras palabras, Jesucristo es nuestro Salvador y el Rey de aquellos que creen, Él quién de una sola vez nos salvó de los pecados del mundo siendo bautizado por Juan y tomando todos nuestros pecados sobre Su propio cuerpo de una vez por todas, y cargando los pecados del mundo y derramando Su sangre sobre la Cruz. Jesucristo, quién es el Rey, ha podido definitivamente salvarnos de nuestros pecados debido que Él fue bautizado y crucificado. Por lo tanto, los hilos azules y carmesís nos hablan de la verdad cierta y clara que no puede ser abandonada por nosotros para poder ser salvos. Para tomar nuestros pecados, Jesús fue bautizado por Juan, y por cargar los pecados del mundo y por derramar Su sangre sobre la Cruz, Él nos ha salvado de una vez por todas de todos nuestros pecados, así completó Su obra de salvación.
Aquí, debemos creer que estos cuatro puntos, el hilo azul (el bautismo de Jesús), el hilo carmesí (Su sangre derramada), el hilo púrpura (Él es nuestro Rey), y el lino fino torcido (Él es el Dios de la Palabra elaborada, que nos ha hecho justos) son los materiales usados para nuestra salvación. Debemos darnos cuenta que si nosotros a pesar de esto, tratamos de ser salvos creyendo en solo uno de estos, entonces tal salvación no será completa. ¿Por qué? Porque en la base de cada tabla del Tabernáculo, había dos espigas que salían para ser unidas en las basas de plata que daban apoyo a las tablas.
La plata en la Biblia denota la gracia de Dios, el regalo de Dios. Y en Romanos 5:1-2 está escrito: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios». Nuestra salvación nos puede ser otorgada solo cuando nuestra fe se encuentra correctamente con la gracia de Dios. Al igual que había dos espigas en la base de cada tabla del Tabernáculo, y estas dos espigas encajan en las dos basas de plata para sostener la tabla, Dios nos está diciendo que nuestra salvación es completada solo cuando de igual manera creemos en ambos el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz.
Todos nosotros teníamos que creer en la razón y en las sustancias actuales del porque cada tabla tenía dos espigas protuberantes.
Estas dos basas y estas dos espigas de la tabla son la sombra del evangelio del agua y el Espíritu, que en la era del Nuevo Testamento Jesucristo vendría, seria bautizado por Juan el Bautista, derramaría Su sangre y moriría sobre la Cruz, y de esta manera completaría totalmente nuestra salvación.
La gracia de la remisión del pecado, en otras palabras, solo es derramada sobre los corazones de aquellos que realmente creen en la justa salvación que Jesús completó siendo bautizado por Juan y derramando Su sangre sobre la Cruz para borrar sus pecados. Como tal, para que nosotros seamos salvos de nuestros pecados, necesitamos la fe que cree en estas dos obras de Jesús. De hecho, todo en el Tabernáculo provee un retrato detallado de Jesús quién nos ha salvado de nuestros pecados. No fue sin razón que el Señor hiciera que los Israelitas usaran dos espigas y dos basas de plata para cada tabla del Tabernáculo.
Hemos sido salvados y liberados de todos nuestros pecados y de toda la condenación del pecado totalmente a través de las obras del bautismo y el derramamiento de sangre que Dios nos ha dado. En otras palabras, es creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu que hemos recibido el derecho de convertirnos en hijos de Dios. Nuestra fe que es como oro puro ha sido construida recibiendo este regalo de Dios.
¿Continuas sin Saber Quién Eres Realmente Aunque Crees en Jesús?
¿Ustedes se consideran Buenos? ¿Creen que por ustedes mismos tienen un carácter justo que no puede tolerar para nada ninguna injusticia, bajo ninguna circunstancia o forma? ¿Piensas que de alguna manera eres justo ante Dios, tan solo porque guardas los mandamientos de Dios en tu corazón diariamente y tratas de obedecer y de actuarlos en tu vida? Todo lo que estas haciendo es pretender ser justo, mientras cometes adulterio y fornicación en privado.
En la actualidad, cientos de canales están disponibles para ver TV del cable o del satélite. Las 24 horas del día, estos canales transmiten sus propios programas especiales y los alimentan continuamente. Entre estos canales, los más exitosos comercialmente son los canales-especiales, por sobre todos, los canales de adultos. Existen muchos de estos canales en donde toda clase de material pornográfico está disponible para ser visto, simplemente pasando a través de los canales. ¿Y que me dice de los sitios de red pornográficos? Y que decir, de la inundación de correo spam pornográfico que esta llenando el mundo. Todos lamentan la maldad de estos sitios de red obscenos, pero cuando pensamos acerca de “la ley de la oferta y la demanda,” su éxito solo puede significar que innumerable gente en la actualidad disfruta tales sitios de red en su privacidad.
Este fenómeno nos muestra que nosotros los seres humanos somos fundamentalmente corruptos y obscenos. La Biblia señala los corazones pecaminosos de la humanidad al referirse a la fornicación, los adulterios y la lascivia. Dios dijo que estas cosas salen de los corazones de la gente y los contaminan, y que estos claramente son pecados. Entonces, ¿estamos llenos de pecado? Dios dijo repetidamente que las propiedades intrínsecas a nosotros están llenas de pecado.
Pero, ¿realmente admitimos esto? ¿Cómo es esto? ¿Podemos escapar de la propiedad del pecado que es intrínseco a nosotros cerrando nuestros ojos y cubriendo nuestros oídos? No podemos evitar cometer toda clase de pecados con la imaginación de nuestra mente y de nuestros pensamientos. No importa cuanto nos digamos a nosotros mismos que tenemos que alejarnos de tales pecados, y no importa cuan duro tratemos de hacerlo, todo es en vano. De hecho, nuestra carne es tal que no solo no podemos llegar a ser santos perfectos que no cometen pecado carnal, sino que ciertamente tenemos afinidad con el pecado sin ningún deseo de alejarnos de el. La carne y el corazón de la humanidad siempre están alejados de las cosas que son santas, y es un hecho, aún mayor, no solo desean estar más cerca del pecado, sino que quieren cometer pecados aún mayores.
En el Oriente, muchos aprenden las enseñanzas de Confucio desde su nacimiento, así que se esfuerzan muy duro para poner estas enseñanzas en practica. Por otra parte, en el Occidente el Catolicismo o las iglesias Cristianas legalistas han dominado el horizonte religioso, y muchos Occidentales han tratado muy duro de guardar la Ley de Dios, pensando que pueden ser cada vez más santos mientras se sigan esforzando más y más. Pero no importa cual sea su antecedente religioso, cuando se ponen delante de Dios y sus verdaderas identidades son descubiertas, son todos masas de pecados y semillas de maldad por igual.
Los seres humanos son injustos, llenos de defectos y masas de pecado hechos de polvo y tierra. Aún la gente aparentemente buena cuyas obras no son hechas por el reconocimiento sino que salen de corazones sinceros, y quienes hasta se incomodan cuando reciben cualquier alabanza, no pueden escapar del hecho de que cuando su esencia fundamental se refleja ante Dios, ellos son masas de pecado y semillas de hacedores de maldad. Debido a que atribuirse justicia en la humanidad es una gran maldad ante Dios, la gente no puede escapar de la condenación del pecado a menos que reconozcan su castigo y acepten el evangelio del agua y el Espíritu, el amor de Dios. Ante Dios, los esfuerzos humanos no pueden traducirse en bondades, ni siquiera pequeños como el polvo, y la voluntad humana es solo inmundicia ante Él.
En la Biblia, frecuentemente se les asocial con la madera a los seres humanos. Un tronco de madera de acacia no puede levantarse por si mismo en la entrada del Templo de Dios a no ser que primeramente Dios los recubra de oro. Y sin la gracia de la salvación dada por Dios, la gente no es más que polvo que no puede mas que encarar el juicio de fuego.
Sin embargo, Dios elimina todos nuestros pecados y transgresiones al hacer que Jesucristo el Mesías recibiera el bautismo y derramara Su sangre hasta la muerte, aún mientras que tan solo éramos pecadores. Tal salvación fue profetizada en detalle por el Rey David aproximadamente 1,000 antes de que llegara el Mesías: «Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo» (Salmo 103:12-14).
Antes de que conociéramos la justicia de Dios, la justicia de la humanidad había sido nuestro estándar de vida. Yo, también, fui así cuando no conocía el regalo de la salvación de Dios y no tenía fe en Su Palabra. De hecho, no tenía ninguna justicia en mí, pero aún pensaba que yo era decente. Así que desde mi niñez, hubo muchas ocasiones en las que yo no podía tolerar la injusticia y me peleaba con gente para la cual no era ni siquiera rival. “Vive una vida justa” fue mi lema. Así, debido a que falle en verme a mí mismo ante Dios, estaba lleno de mi propia justicia. Así que yo me consideraba mejor que otros y me esforzaba por vivir justamente.
Pero tal gente como yo mismo no era sino masas de pecado ante la justicia de Dios. Yo era alguien que no podía ni siquiera guardar uno de los Diez Mandamientos o de las 613 leyes que Dios nos ordenó guardar. El hecho que yo tenía la voluntad para guardarlos era en sí mismo un hecho de injusticia que se revelaba contra la Palabra de Dios que me declaraba que era completamente incapaz de hacer algo sino pecar, y eso se oponía a Él. Toda la justicia de la humanidad es tan solo injusticia ante Dios.
Esta generación, que ha perdido a Dios y a Su Ley entre la corriente de lascivia y corrupción, también ha perdido todo sentimiento de culpa. Sin embargo, tenemos que reconocer que nosotros los seres humanos no podemos evitar pecar cada día y que por lo tanto estamos condenados al infierno sin excepción.
Hemos Sido Injustos y Llenos de Pecado, Pero el Señor Ahora Nos Ha hecho Su Propio Pueblo Salvándonos de Nuestros Pecados con el Evangelio del Agua y el Espíritu
Todos éramos injustos, pero a través del regalo de salvación, el Señor ha salvado a personas como nosotros de todos sus pecados. Cada tabla del Lugar Santo, medía 4.5 m de altura y 67.5 cm de ancho, estaban hechas de madera de acacia recubierta con oro y levantadas como las dos paredes del Lugar Santo. Bajo cada tabla, dos basas de plata se colocaban para sostener la tabla. Aquí las basa de plata manifiestan que Dios nos ha salvado a ti y a mí totalmente por Su cuenta.
La verdad Dios nos ha salvado del pecado y este es Su amor, el que Jesucristo vino a esta tierra y fue bautizado para tomar nuestros pecados, llevó la condenación de nuestros pecados muriendo sobre la Cruz, y de esta manera nos ha salvado de todos los pecados del mundo y de toda la condenación. Creyendo en el regalo de la salvación que Él nos ha dado, hemos nacido de nuevo. Este regalo de la salvación que el Señor nos ha dado es incorruptible como el oro, así que permanece eternamente.
La salvación que el Señor nos ha dado esta hecha del bautismo y la sangre de Jesús, total y limpiamente ha borrado todos nuestros pecados. Se debe a que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados que tú y yo hemos sido totalmente liberados de todos nuestros pecados que cometemos con nuestras mentes, con nuestros pensamientos y con nuestras obras reales. Creyendo con el corazón en el regalo de la salvación que Dios nos ha dado, hemos llegado a ser Sus preciosos santos. A través de las dos basas que sostenían cada tabla del Tabernáculo, Dios nos está hablando de la salvación del agua y el Espíritu. Dios nos está diciendo que es 100 por ciento Su gracia y regalo que nos hayamos convertido en Sus hijos.
Si eliminamos nuestra fe en el bautismo y la sangre de Jesús, entonces no existe nada que permanezca en nosotros. Todos hemos sido seres que estábamos destinados a ser condenados por el pecado. Hemos sido simples mortales que estábamos destinados a estremecernos ante nuestra certera muerte de acuerdo a la ley de Dios la cual declara que la paga del pecado es muerte, quienes estaban por darse cuenta y a lamentarse sobre el justo juicio de fuego que nos esperaba. Es por eso que no somos nada si quitamos nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu.
Ahora vivimos en una era que esta impregnada por el pecado, nunca debe olvidar que nuestro destino era tan solo el de esperar por el juicio de fuego. Éramos esos seres mortales. Sin embargo, la gracia de Dios ha sido otorgada sobre nosotros totalmente debido a que Él nos ha dado la salvación del agua y el Espíritu. El Mesías vino a esta tierra, fue bautizado por Juan, derramó Su sangre y murió sobre la Cruz, se levantó de entre los muertos, de esta manera nos ha salvado de todos nuestros pecados, toda nuestra injusticia, y toda nuestra condenación. Al creer en este evangelio perfecto del agua y el Espíritu, ahora hemos sido salvos de todos los pecados, y tan solo podemos dar gracias a Dios con nuestra fe.
Aunque somos insuficientes en la carne, nuestros trabajadores, ministros y yo estamos predicando este evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Aunque esta era es una era corrupta, debido a que creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, hemos sido capaces de servir puramente al Señor, libres de cualquier maldad. El que hayamos llegado a tener esta mente no se debe a nuestro propio poder, sino a que el Señor nos ha dado santidad al vestirnos en Su gracia de la salvación.
Se debe a que el Señor nos ha salvado perfectamente del pecado y de la condenación que hemos sido vestidos en el poder de esta salvación, y es totalmente por esto que hemos sido capaces de servir al Señor puramente. Debido a que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados con el agua y el Espíritu, yo creo que podemos servirle a Él a pesar de nuestras insuficiencias, ya no más atados por nuestros pecados, limitaciones y condenación.
El que Yo Sea lo que Soy es Absolutamente por la Gracia de Dios
Verdaderamente, todas estas cosas son imposibles de hacerse si no fuera por la gracia de nuestro Señor. Proclamar el evangelio del agua y el Espíritu por el mundo entero y el servir este evangelio con pureza no habría sido posible si no fuere por la gracia de la salvación del Señor. Es 100 por ciento por gracia de la salvación que Dios nos ha dado para que tú y yo seamos capaces de vivir nuestras vidas defendiendo y sirviendo el evangelio.
Hemos llegado a ser las columnas del Templo de Dios (Apocalipsis 3:12) y la gente de Su Reino por fe. Debido a que el Señor nos ha dado una fe de oro, ahora vivimos en la Casa de Dios. En esta era en que el mundo está inundado y ahogándose en el pecado, en una era en la que la mayoría de la gente se olvida o hasta blasfema a Dios, nosotros hemos sido lavados con agua transparente y hemos llegado a estar limpios, y hemos sido capaces de beber esta agua transparente y de servir al Señor con pureza –las palabras no pueden expresar cuan profundamente agradecido estoy yo por esta bendición.
Ciertamente es así como es nuestra fe. ¿Cómo hemos llegado a ser justos? ¿Cómo hemos sido capaces de llamarnos a nosotros mismos justos cuando no existe justicia en nosotros? ¿Cómo hemos llegado a estar limpios tales seres tan pecaminosos como tú y como yo? ¿Podrías haber llegado a ser limpio y justo por la justicia de tu carne? Los pensamientos de la carne, tus propios esfuerzos y tus propias obras -¿alguna de estas cosas podría hacerte limpio y justo? ¿Podrías llegar a ser justo por la fe en la salvación de Dios manifestada en los hilos azules, púrpura, carmesí y en el lino fino torcido? ¿Podrías haber llegado a ser justo sin creer en tu salvación a través del evangelio del agua y el Espíritu completado por el Mesías y revelado en la Palabra de Dios? ¡Nunca lo habrías logrado! Si solo crees en el hilo carmesí, nunca podrías llegar a ser justos.
Debido a que Jesucristo, nuestro Salvador y Mesías, cargó todos los pecados del mundo, incluyendo todos los pecados de todo el tiempo de nuestras vidas, a través del bautismo que Él recibió de Juan para borrar todos los pecados en beneficio nuestro, hemos llegado a ser justos por fe. Al igual que la ofrenda del sacrificio del Antiguo Testamento llevó el pecado cuando los pecadores o el Sumo Sacerdote imponían sus manos sobre su cabeza, en el tiempo del Nuevo Testamento, Jesús aceptó todos los pecados del mundo pasados sobre Él al ser bautizado por Juan. Ciertamente Jesús tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo (Mateo 3:15). Y de Él dio testimonio Juan diciendo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).
Habiendo recibido Su bautismo, Jesús vivió los siguientes tres años de Su vida para nuestra salvación, terminando con todos nuestros pecados y condenación al ir a la Cruz y dando Su propio cuerpo a Dios, como una oveja mansa ante sus trasquiladores, y nos ha dado nueva vida.
Se debe a que Jesucristo tomó nuestros pecados a través del bautismo que Él recibió de Juan por lo que sé dio a Sí Mismo calladamente y fue clavado en ambas manos y en ambos pies cuando fue crucificado por los soldados Romanos. Colgado sobre la Cruz, Jesús derramó toda la sangre que estaba en Su cuerpo. Y Él puso el punto final a nuestra salvación diciendo: «Consumado es» (Juan 19:39).
Así, habiendo muerto, Él se levantó de entre los muertos en tres días, ascendió al Reino del Cielo, y se ha convertido en nuestro Salvador dándonos vida eterna. Cargando los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y por Su Cruz, resurrección y ascensión, Jesús se ha convertido en nuestro perfecto Salvador. Así, la Biblia declara: «Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado» (Hebreos 10:18).
La Fe Solamente en la Sangre de la Cruz y la Doctrina de Santificación Incremental Nunca Ha Salvado Totalmente de los Pecados
Los Cristianos deberían saber que no pueden ser perfectamente salvos de sus pecados creyendo solamente en la sangre de Jesús sobre la Cruz. Debido a que la gente peca cada día con sus ojos y hechos, ellos no pueden borrar sus pecados creyendo solamente en la sangre de la Cruz. En la actualidad una de las iniquidades de mayor perversidad que se comete en las vidas de la gente es la inmoralidad sexual. Como una cultura de sexualidad explicita y obscena penetrada en el mundo, este pecado esta grabado en nuestra carne. La Biblia ordena no cometer adulterio, pero la realidad es que debido a las circunstancias que los rodean, mucha gente termina cometiendo este pecado aunque no quieran.
Dios declara que cualquiera que mire a una mujer con lujuria ya ha cometido adulterio en su corazón (Mateo 5:28), y sin embargo lo que nuestros ojos ven diario es todo obsceno. De esta manera la gente esta cometiendo estos pecados de lascivia cada minuto y cada segundo. Cuando esta es la situación, ¿cómo pueden santificarse ofreciendo oraciones de arrepentimiento y entrar en el Reino de Dios? ¿Cómo pueden llegar a ser justos? ¿Acaso sus corazones llegan a ser justos cuando sé disciplinan asi mismos durante mucho tiempo y de alguna manera se santifican cuando llegan a viejos? ¿Su carácter se vuelve manso? ¿Se hacen más pacientes? ¡Claro que no! Lo que ocurre es exactamente lo contrario.
Entre las doctrinas Cristianas que prevalecen está la “doctrina de la santificación incremental.” Esta doctrina sostiene que cuando los Cristianos creen en la muerte de Jesús sobre la Cruz durante mucho tiempo, hacen oraciones de arrepentimiento diariamente, y sirven al Señor diariamente, entonces gradualmente llegan a ser santos y de buen temperamento. Afirma, que entre mas tiempo pasa y ya que comenzaron a creer en Jesús, más llegan a ser como alguien que no tiene ya que ver con el pecado y cuyas obras son virtuosas, y que para el tiempo que nos llega la muerte, llegaremos a estar totalmente santificados y por lo tanto totalmente sin defecto.
Y también enseña que debido que hemos dado nuestras oraciones de arrepentimiento todo el tiempo, hemos llegado a estar limpios de nuestros pecados cotidianos, como cuando lavamos nuestra ropa, y por lo tanto cuando al final morimos, podemos ir con Dios como alguien que ha llegado a ser perfectamente justo. Existen muchos que creen así. Pero esto es solo una especulación hipotética conjurada por los pensamientos de los hombres.
Romanos 5:19 dice: «Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos». El pasaje nos dice que todos nosotros somos hechos sin pecado por la obediencia de un Hombre.
Para que Jesucristo pudiera dar la salvación a Su pueblo por la remisión de sus pecados se debió a que Él obedeció la voluntad de Dios. Al obedecer la voluntad de Dios como el Mesías, Jesucristo ha derramado sobre nosotros la gracia de la salvación a través de Su bautismo, Cruz y resurrección. Por lo tanto, al darnos el regalo de la salvación, Jesús completó perfectamente la remisión del pecado. Y ahora, por fe, hemos sido revestidos en la gracia de esta salvación, ya que el Señor ha completado nuestra salvación del pecado, la cual nunca se hubiese logrado por nuestros propios esfuerzos.
Sin embargo, la mayoría de los Cristianos no creen en el bautismo que Jesús recibió, sino que solo creen en la sangre que Él derramó sobre la Cruz y tratan de llegar a ser santos a través de sus propias obras. En otras palabras, aunque Jesús tomó todos los pecados de la humanidad cuando Él fue bautizado por Juan, la gente aún no cree en esta verdad. El capitulo 3 de Mateo nos dice que la primera cosa que Jesús hizo en Su vida publica fue recibir el bautismo de Juan. Esta es la verdad testificada por los cuatro escritores de los evangelios.
Jesús tomó nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad y el más grande entre los nacen de mujer, y sin embargo existe mucha gente que ignora este hecho y no creen. Tal gente cree en Jesús sin creer en Su bautismo, y fervientemente alaba solamente la preciosa sangre de la Cruz que Él derramó. Dolidos por la muerte de Jesús sobre la Cruz, sus emociones se exaltan, y hacen toda clase de bullas en su alabanza, gritando, “♫Existe un gran poder en la sangre. ♪¡Existe poder, poder maravilloso que obra en la sangre del Cordero!♫” En otras palabras, intentan ir a Dios impulsados por sus propias emociones, vigor y fuerza. Pero debes darte cuenta que entre más lo hacen, más hipócritas se vuelven, pretendiendo ser santos, pero en realidad acumulan pecados en secreto en sus corazones.
¿Cómo podríamos creer en Jesús como Nuestro Salvador sin Siquiera Conocer el Evangelio del Agua y el Espíritu?
Cuando escuchamos gente hablando del Tabernáculo, frecuentemente vemos que no tienen ni la menor idea de lo que hablan. Cuándo se trata de creer en el Tabernáculo, ¿cómo podemos creer en cualquier forma que consideremos cómoda y conveniente? Debido a que la salvación del pecado que el Señor ha completado es muy elaborada, Dios nos ha concedido darnos cuenta de cuán elaborada y cuan concretamente ha sido completada nuestra salvación.
A través del Tabernáculo, también Él nos ha hecho darnos cuenta que el Señor nos ha salvado con los hilos azules y púrpura, el agua y la sangre. Llegamos a darnos cuenta que para borrar nuestros pecados. El Señor vino “no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre” (1 Juan 5:6). El agua, la sangre y el Espíritu en lo que creemos son uno solo. Dios nos ha salvado al venir en forma de hombre, siendo bautizado por Juan el Bautista, muriendo y levantándose de entre los muertos.
A través del Tabernáculo, hemos sido capaces de descubrir y creer en este retrato detallado de la salvación. Al estudiar las dos espigas y las dos basas de plata de cada tabla, hemos llegado a darnos cuenta del método por el cual Jesús nos ha salvado de nuestros pecados. Y así hemos encontrado la verdad que ciertamente debemos creer en los ministerios de Jesús manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí.
Aparte de la Biblia, en ningún otro lado se puede encontrar el origen de esta salvación. Necesitamos el regalo de la salvación que está formado de estos dos elementos del bautismo y la Cruz. Aquellos que creen en esta verdad entonces llegan a ser los que nacen de Dios. Al liberarnos de nuestros pecados con el agua y el Espíritu, Dios ha completado perfectamente nuestra salvación.
En otras palabras, las dos espigas fueron hechas bajo cada tabla y conectadas con dos basas de plata. Esta verdad es absolutamente necesaria y tremendamente importante para nosotros y para nuestra remisión del pecado. Aún más critico, debemos creer en nuestra salvación la que Dios ha completado para nosotros, ya que si no creemos en la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí, nunca podremos ser salvos.
Así como cada tabla del Santo Tabernáculo necesitaba dos basas de plata para permanecer de pie, cuando se trata de creer en Jesucristo, dos verdades de Su gracia son absolutamente necesarias. ¿Cuáles son? Son el que Jesús tomó nuestros pecados al ser bautizado, y que Él llevó toda la condenación y las maldiciones de nuestros pecados cargándolos hasta la Cruz y siendo crucificado. Quien sea hecho justo solo puede hacerse cuando él/ella cree totalmente en estas dos gracias de la salvación perfecta. Nuestra fe en ambos el bautismo de Jesús y la sangre de la Cruz, los dos pivotes de Su regalo de salvación, nos hacen estar firmes en la Casa de Dios. Como las dos espigas fueron puestas en las dos basas de plata, cada tabla podía permanecer erguida.
De esta manera, es por tener la fe correcta en los dos pivotes de Su salvación el que seamos hechos verdaderamente Su gente sin defecto. Creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu y en la sangre dada por Jesús, recibimos una fe como el oro que nunca cambia. Creyendo en este evangelio del agua y el Espíritu manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí, y en el lino fino torcido, llegamos a ser los santos que han recibido la salvación de la perfecta remisión del pecado.
Teología Hasta Ahora y la Era del Evangelio del Agua y el Espíritu
Excluyendo el periodo de la Primera Iglesia, desde el edicto de Milán en 313 DC, el Cristianismo, incluyendo el Cristianismo actual, ha estado esparciendo el evangelio de la Cruz que deja de lado el bautismo de Jesús. Desde el periodo de la Primera Iglesia al 313 DC, la cual legalizó el Cristianismo como la nueva religión Romana, el Cristianismo predica el evangelio del agua y el Espíritu, pero después de eso la Iglesia Católica Romana llegó a dominar la escena religiosa. Entonces a partir de principios del siglo 14, una cultura que centraba todo en pensamientos de hombre y que llamó a la restauración de la humanidad comenzó a surgir, primero en algunas ciudades prosperas del norte de Italia. Esto fue el Renacimiento.
Para el siglo 16, la corriente de esta cultura que comenzó en Italia se propago por todo el mundo occidental, y los académicos que estudiaban el humanismo, filosofía hecha por hombres, comenzó a estudiar teología. Interpretando la Biblia con sus propias cabezas, comenzaron a construir doctrinas Cristianas. Pero debido a que ellos no conocían la verdad, no podían entender la Biblia sana y totalmente. Así que lo que no pudieron entender con sus cabezas, lo hicieron incorporando su conocimiento y con sus pensamientos seculares, de esta manera produjeron sus propias doctrinas Cristianas.
Como resultado, una multitud de doctrinas Cristianas y de teologías se levantaron en la historia del Cristianismo: Luteranos, Calvinistas, Arminianismo, Teología Nueva, Conservacionalismo, Racionalismo, Teología Critica, Teología Mística, Teología de la Liberación, Teología Feminista, Teología Negra, y aún Teología Atea, etc.,
La historia del Cristianismo pudiese parecer muy larga, pero en realidad no lo es. Durante 300 años desde el periodo de la Primera Iglesia, la gente podía aprender acerca de la Biblia, pero esto fue seguido por la Edad Media, la era oscura del Cristianismo. Durante esta era, el que los hombres leyeran la misma Biblia era un crimen que se castigaba con la muerte cortándoles la cabeza. No fue sino hasta 1700 cuando el viento de la teología comenzó a soplar, y entonces pareció que el Cristianismo florecía en los años de 1800 y 1900 ya que sus teologías crecían vibrantes y activas, pero ahora, mucha gente ha caído en doctrinas místicas, creyendo en Dios basados en sus propias experiencias personales. Pero a pesar de la diversidad teológica, todas las ramas del Cristianismo carecen de un común denominador de fe, esto es, solo creen en la sangre de Jesús.
Pero, ¿es esta la verdad? ¿Cuándo creíste de esta manera, tus pecados realmente desaparecieron? Pecas cada día. Pecas cada día con tu corazón, pensamientos, actos y limitaciones. Entonces, ¿puedes ser redimido de estos pecados creyendo solamente en la sangre que Jesús derramó sobre la Cruz? El que Jesús haya cargado con nuestros pecados al ser bautizado y muriese sobre la Cruz es la verdad bíblica. Sin embargo existe mucha gente que dice que sus pecados han sido redimidos creyendo solamente en la sangre de la Cruz y ofreciendo oraciones de arrepentimiento diariamente. ¿Fueron lavados los pecados de tu corazón y de tu conciencia dando tales oraciones de arrepentimiento? Esto es imposible.
Si ustedes son Cristianos, entonces deben conocer y creer en la salvación de esta verdad, que Jesús vino a esta tierra y tomó nuestros pecados del mundo al ser bautizado por Juan. A pesar de esto, ¿continuas ignorando esta verdad, ni siquiera tratando de conocerla, menos de creerla? Si es así, estas cometiendo el pecado de burlarte de Jesús, de humillar y de despreciar Su nombre, y no puedes decir que verdaderamente crees en Jesús como tú Salvador. Al hacer de lado el bautismo de Jesús de esta salvación completada por Jesucristo y creyendo en Él de la forma en la que tu quieres, nunca podrás ser revestido con la gracia de la salvación.
Sin embargo muchos Cristianos no creen en esta verdad como es, y es que Jesús ha borrado nuestros pecados, sino que en vez de eso siguen sus propios pensamientos y creen cualquier verdad torcida que quieren creer. En la actualidad, sus corazones se han endurecido más y más por su equivocada fe doctrinal, creyendo que sus pecados pueden ser borrados solamente creyendo en la sangre de la Cruz.
Pero la respuesta de la salvación planeada por Dios es como sigue. Podemos recibir la eterna remisión del pecado creyendo en el bautismo de Jesús, Su muerte sobre la Cruz y Su resurrección. Sin embargo un incontable número de gente que cree en Jesús eliminando Su bautismo de esta verdad de la salvación, entendiendo y creyendo equívocamente la siguiente ecuación como una ley inmutable: “Jesús (la Cruz y Su resurrección) + oraciones de arrepentimiento + obras virtuosas = salvación recibida a través de la santificación incremental.” Aquellos que creen de esta manera solo están diciendo con sus labios que ellos han recibido su remisión del pecado. Sin embargo, la verdad es que realmente amontonan pecados que continúan sin resolverse.
¿Aún tienes pecado en tu corazón? Si tienes pecado en tu corazón aun cuando crees en Jesús, entonces claramente, existe un serio problema con tu fe. Se debe a que crees en Jesús meramente como una religión por eso sus conciencias no están limpias y tienen pecado. Sin embargo, el mismo hecho que tu puedas darte cuenta que aún tienes pecado que permanece en tu corazón es extremadamente afortunado en sí mismo. ¿Porqué? Porque aquellos que verdaderamente reconozcan que tienen pecado también reconocerán que no pueden evitar estar destinados al infierno por este pecado, y cuando lo hagan finalmente podrán llegar a ser pobres en espíritu y de esta manera ser capaces de escuchar la Palabra de la verdadera salvación.
Si tu quieres recibir la remisión del pecado de Dios, entonces tu corazón debe estar preparado. Aquellos cuyos corazones están listos ante Dios admiten, “Dios, yo quiero recibir la remisión del pecado. Yo he creído en Jesús durante mucho tiempo, pero aún tengo pecado. Debido a que la paga del pecado es muerte, no pudo evitar ser arrojado al infierno.” De esta manera, se reconocen a sí mismos como totales pecadores ante Dios. Aquellos que reconocen la Palabra de Dios, aquellos que creen que la Palabra de Dios ciertamente se cumple como está escrita – nadie más que estos son aquellos cuyos corazones están listos.
Dios se encuentra con tales almas sin excepción. Tal gente escucha Su Palabra, ven la Palabra con sus propios ojos y la confirman, y por hacer esto se llegan a dar cuenta, “Ah, yo creía erróneamente. Y un incontable número de personas cree equívocamente ahora.” Y por creer en el evangelio del agua y el Espíritu, sin importar lo que otros puedan decir, entonces ellos reciben su remisión del pecado.
Aquellos que Han Sido Salvos de Todos Sus Pecados Deben Defender Su Fe Creyendo en el Evangelio del Agua y el Espíritu
Sin embargo, este mundo está lleno de incontables doctrinas demoníacas que pueden quitar la paz y deshonrar aún los corazones de los nacidos de nuevo. El Señor Jesús nos advirtió: «Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes» (Marcos 8:15). Pero no podemos ni siquiera contar cuantas enseñanzas leudadas existen, las cuales engañan los corazones de la gente aunque escuchen una sola vez. Debemos darnos cuenta de cómo este mundo se mueve en inmoralidad sexual.
Nosotros que creemos debemos saber exactamente en que clase de era estamos viviendo ahora y debemos defender nuestra fe. Sin embargo, aún mientras vivimos en un mundo tan pecaminoso, en nuestros corazones se encuentra la verdad inmutable que da testimonio de nuestra inamovible salvación que está en el evangelio del agua y el Espíritu. Debemos tener fe en la verdad que ni se mueve ni el mundo la puede arrastrar.
Todo lo que es de este mundo no es verdad. Dios nos dijo que los justos vencen al mundo. Es por su fe en el evangelio de la verdad inmutable de que el justo vence al Demonio y triunfa sobre el mundo. Aunque somos insuficientes, nuestros corazones, nuestros pensamientos y nuestros cuerpos aún están en la Casa de Dios y estamos de pie firmes sobre el evangelio de la salvación con fe. Estamos de pie firmemente sobre el evangelio del agua y la sangre con la cual el Señor nos ha salvado.
Debido a esto, estamos muy agradecidos con Dios. No importa que el pecado abunde en este mundo, por lo menos nosotros los justos ciertamente tenemos conciencias sin mancha y una fe que resplandece como el oro en nuestro corazón. Nosotros los justos todos viviremos una vida de fe que vence al mundo por esta fe. Hasta el día del regreso del Señor, y aún cuando estemos en Su Reino, todos nosotros alabaremos esta fe. Alabaremos por siempre al Señor quién nos ha salvado y alabaremos a nuestro Dios quién nos ha dado esta fe.
Mientras que esta fe llena de verdad que tenemos con nosotros ante Dios sea levantada sobre la roca, no se mueve bajo ninguna circunstancia. Como tal, no importa lo que nos pase mientras vivimos en esta tierra hasta el día en que estemos delante del Señor, defenderemos nuestros corazones por fe. Aún si todo en este mundo es destruido, aún si este mundo se está ahogando en pecado y aún si este mundo llega a ser peor que el Sodoma y Gomorra de antaño, no seguiremos a este mundo, sino que creeremos en Dios firmemente, iremos tras Su justicia, y continuaremos haciendo la obra de proclamar estas dos gracias (el bautismo de Jesús y Su muerte sobre la Cruz) de la salvación, las verdaderas gracias de Dios.
Aquellos que Pretenden Creer en el Verdadero Evangelio
Alguna gente, aunque no creen realmente en el evangelio del agua y el Espíritu, aún pretenden creer en la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí. Pero podemos ver que tal gente tiene pecado en su corazón por no creer sinceramente en el evangelio del agua y el Espíritu. Ellos son como el que perdió la cabeza del hacha de hierro, la cual había pedido prestada a su vecino, en el agua (2 Reyes 6:5).
De igual manera, es posible, cuando surjan las necesidades, que alguna gente use el evangelio del agua y el Espíritu por un corto tiempo. Pero sin creer que este evangelio del agua y el Espíritu es la verdad, son incapaces de hablar de la verdadera fe cuando predican o tienen comunión. Y aquellos sin fe en la verdad trágicamente terminaran renunciando a su fe a la mitad del camino. Pero la verdad del evangelio del agua y el Espíritu no cambia, y es por eso que deben creer en este evangelio del agua y el Espíritu.
Pero mencionando Hebreos 7:12, que dice: «Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley» alguna gente afirma, “La Ley también ha cambiado. Así la salvación que Jesús completó realmente no fue completa de acuerdo al mismo método del Antiguo Testamento. Jesucristo vino y nos ha salvado solo muriendo sobre la Cruz, un método modificado.” Algunos otros afirman, “Parece poco probable qué fue cuando Jesús murió sobre la Cruz cuando Dios pasó nuestros pecados sobre Su Hijo.”
Pero tales afirmaciones también son defectuosas y sin bases. Fácilmente podemos refutar sus afirmaciones preguntando, “Entonces, ¿significa esto que Dios solo crucificó a Jesús quién fue sin pecado y entonces solo pasó los pecados del mundo sobre Él?” Cuando creemos en la Palabra de Dios, debemos creer como es, no insistiendo en nuestros propios pensamientos. Aún si por casualidad llegamos a tener oposición propia, si la Biblia nos dice que está oposición esta equivocada, entonces tenemos que romper nuestra propia justicia y creer en la Palabra de Dios.
Entre más tiempo pasa, mayor gratitud y más preciado es el hecho de que el Señor nos ha salvado con el evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creemos de acuerdo con nuestros propios pensamientos, hubo momentos en que nuestra vida de fe estuvo en riesgo y casi nos alejamos de la Iglesia. Pero al igual que dos espigas sostenían cada tabla del Tabernáculo al ser puestas sobre dos basas, nuestra fe en la verdad de Jesús, nos mantuvo firmes ya que Él tomó nuestros pecados siendo bautizado y derramando Su sangre. Al ser bautizado por Juan y llevando nuestra condenación al ser crucificado y derramando Su sangre, nuestro Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. Como tal, nuestra fe nunca fluctuara.
Proverbios 25:4 dice: «Quita las escorias de la plata, Y saldrá alhaja al fundidor». Como en este pasaje, aún mientras que muchas cosas viles, malvadas y corruptas emergen en nuestros pensamientos de la carne, con Su bautismo y sangre, Jesús nos ha purificado de estas cosas sucias, de los pecados de la humanidad y nos ha convertido en los trabajadores de la justicia de Dios. El Señor nos ha purificado de los pecados del mundo. Al ser bautizado por Juan y de esta manera aceptando todos nuestros pecados de una vez y para siempre, y siendo crucificado y derramando Su sangre, y de esta manera llevando la condenación de nuestros pecados, Jesús nos ha salvado limpiamente de los pecados del mundo.
Como tal, aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu tienen garantizada su eterna salvación. Nuestros actos pueden parecer preocupantes en ocasiones, pero el evangelio del agua y el Espíritu sostiene nuestra fe firmemente, igual que las basas de plata sostenían cada tabla sosteniendo las dos espigas.
La Gracia Eterna de la Salvación Que Nos Sostiene
Ahora, volvamos nuestra atención a las barras que sostenían las tablas del Tabernáculo juntas. Éxodo 26:26-27 dice: «Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente». La forma total del Tabernáculo era rectangular. Las columnas eran colocados en la puerta del Tabernáculo y para el velo del Lugar Santísimo, y el resto era hecho de tablas. Estas tablas estaban cubiertas en derredor con cinco barras.
Para sostener estas barras, cinco aros de oro eran colocados sobre cada tabla, y las barras mismas, hechas de madera de acacia, estaban también recubiertas de oro. Las cinco barras eran colocadas sobre las tablas en los tres lados del Tabernáculo, norte, sur y oeste. Mientras que las tablas eran sostenidas con estas barras que atravesaban los aros de oro, ellos permanecían fijos. Así que apoyada en la base por basas de plata. Y mantenidas juntas por los lados por cinco barras, las tablas permanecían firmes y juntas.
Y mientras que las 48 tablas estaban envueltas alrededor por cinco barras y se apoyaban la una a la otra, el pueblo de Dios también está unido a Dios con el evangelio del agua y el Espíritu. La Iglesia de Dios es el lugar en donde aquellos que han recibido el regalo de la salvación del agua y el Espíritu se reúnen y viven sus vidas de fe. Jesús le dijo a Pedro que Él construiría Su Iglesia sobre la roca (Mateo 16:18-19). Como tal, el lugar en donde el Reino de Dios es formado reuniendo a aquellos que han recibido la remisión del pecado es la Iglesia de Dios. Dios nos está mostrando que Él nos ha salvado totalmente de los pecados del mundo con las obras de Jesús manifestadas con los hilos azules, púrpura y carmesí.
Éxodo 26:28 dice: «Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro». Esta barra de en medio era lo suficientemente larga para atar todas las tablas desde un solo lado y de una sola vez. Entonces, ¿cuál es el significado de esta barra de en medio que pasaba a través del centro de las tablas de principio a fin? Significa que los justos se unen los unos con los otros, y que su fe es común el uno con el otro. En otras palabras, creyendo en la salvación completada a través del evangelio del agua y el Espíritu dada por el Señor, pueden tener comunión unos con otros en fe. Los justos se encuentran ojo con ojo por su fe. Es por eso que cuando nos encontramos con nuestros santos compañeros o ministros y tenemos comunión con ellos, ciertamente podemos sentir esta comunión de los corazones.
“Una Fe, Un Bautismo y Un Dios”
Vayamos a Efesios 4:3-7: «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo». El Apóstol Pablo nos dijo que perseveráramos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz. El bautismo de Jesús y la Cruz – cuando recibimos el regalo de la salvación formada por estos dos, entonces la paz viene a nuestros corazones. Cuando recibimos la remisión del pecado en nuestro corazón, entonces nos convertimos en una familia en Cristo. En concreto llegamos a ser un cuerpo.
“Un Señor.” Jesucristo quién nos ha salvado es uno. “Una Fe.” ¿En que crees? Crees en la salvación del agua y en la sangre de Jesús y del Espíritu, manifestado en los hilos azules, púrpura, carmesí y en el lino fino torcido. “Un Bautismo.” El Apóstol Pablo enfatizó el bautismo de Jesús una vez más. Aquí él no se refirió a la Cruz, sino más bien enfatizó el bautismo de Jesús que limpio a todos los creyentes incondicionalmente. Para que nosotros creamos en Su bautismo que es estar bautizado en Cristo y así vestirse de Cristo (Gàlatas 3:27). “Un Dios.” Dios es uno. Este Dios nos ha salvado al enviar a Su propio Hijo.
Todas estas cosas se refieren a una fe en el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5:8). Es cuando tenemos fe en el evangelio del agua y el Espíritu que nuestro corazón puede tener comunión el uno con el otro. Aquellos que han recibido la remisión del pecado se pueden encontrar uno con otro en el mismo nivel. Pueden existir algunas ocasiones en que no se puedan entender totalmente. Pero al igual que la barra de en medio pasaba a través de las tablas de principio a fin, si realmente han recibido la remisión del pecado en el centro de su corazón, entonces pueden tener comunión unos con otros. “Este hermano también ha sido salvo del pecado, pero su carne es débil y todavía hay mucha carnalidad que permanece en su corazón. Como todos los demás, él, también, era semilla de hacedor de maldad, pero el Señor ha remitido su pecado con el evangelio del agua y el Espíritu.” De esta manera, llegan a entenderse unos a otros y alaban al Señor.
No importa cuan insuficiente clase de gente podamos ser, si reciben la remisión del pecado y permanecen en la Iglesia, entonces sus rostros se iluminarán, sus pensamientos se iluminarán, también sus corazones se iluminarán y también serán capaces de tener comunión unos con otros. Los justos pueden verse en el mismo nivel. ¿Qué hace esto posible? La fe lo hace posible. Ellos pueden verse en el mismo nivel no debido a ninguna otra razón sino por la fe. Entonces, ¿cómo se explica la incapacidad de comunicarse con otros? No podemos compartir nuestro corazón con aquellos que no están en Cristo, ya que ellos, en sus corazones, no creen en la verdad, en el evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que no creen en este evangelio del agua y el Espíritu no pueden para nada tener comunión con nosotros.
Hermanos y hermanas, ¿exactamente que es la Iglesia de Dios? Es la reunión de aquellos que están santificados en Jesucristo, llamados a ser santos (1 Corintios 1:2). Es la congregación de aquellos que creen en la verdad que Jesucristo ha lavado sus pecados al ser bautizado, que Él los ha salvado al cargar estos pecados y llevando toda la condenación a la Cruz, y que Él sé levantó de entre los muertos y se ha convertido en su propio Salvador. La Iglesia de Dios no es otra cosa que esta reunión de aquellos que han llegado a ser uno creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Se debe a que esta fe está en ambos, en tu corazón y en mi corazón por eso podemos ver en la misma dirección cuando estamos en Su Iglesia. Al igual que Dios no mira nuestra apariencia externa sino que cuando Él nos mira ve el centro de nuestro corazón, nosotros quienes han recibido la remisión del pecado tampoco vemos la apariencia externa, sino que tenemos comunión mirando al centro de la fe de cada cual. “¿Acaso esta persona realmente cree en la verdad con su corazón?” – esto es lo que vemos. No importa que diferencias pueda haber en su personalidad, esto para nada importa que pueda haber en su personalidad, esto para nada importa mientras que él / ella crea en “un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos.”
Debido a que creemos, hemos llegado a ser las columnas y las tablas del Tabernáculo, y debido a que creemos, hemos llegado a ser la familia de Dios. ¿Crees en el evangelio del agua y el Espíritu? Se debe a que creemos el que estemos esparciendo la luz de la salvación en el mundo entero, tan pura como el oro (la fe) resplandece en la Casa de Dios. Podemos compartir nuestros corazones con aquellos que recientemente recibieron la remisión del pecado, ya que el Espíritu Santo habita también en sus corazones. Si tan solo hemos recibido la remisión del pecado, entonces todos podemos tener comunión unos con otros. Los pecadores que discriminan a la gente basados en las apariencias externas se tratan los unos a los otros con diferencias basados en aspectos superficiales como la vista, la riqueza o la fama, pero nosotros los justos no hacemos esto en el corazón. No existe la discriminación para los justos.
Cuándo la gente recibe por primera vez la remisión del pecado, les pregunto con frecuencia, “¿Realmente has recibido la remisión del pecado? ¿Aún tienes pecado, o han desaparecido todos tus pecados? A propósito, debes tener muchas preguntas acerca de la Biblia, ¿o no? Pregúntalas con el tiempo mientras caminas en tu vida de fe. También, tus limitaciones serán reveladas y probablemente cometerás algunos errores en el camino. Pero los lideres y aquellos que van delante de ti en la Iglesia te ayudaran, para que todo salga bien.”
Hermanos y hermanas, nosotros los justos necesitamos de la Iglesia. El Tabernáculo también significa la Iglesia de Dios. Aquellos que no creen en el agua y en la sangre no pueden entrar en la Iglesia de Dios y habitar en ella. Aquellos que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí no pueden entrar y habitar en Su Iglesia. Solo aquellos que creen en la verdad pueden habitar en la Iglesia, convertirse en el pueblo de Dios y en Sus obreros y también pueden ver la gloria de Dios. No es solo por la sangre o por cualquier otra cualidad de su carne es que la gente puede llegar a ser hijo de Dios. No importa cuan autoritarios puedan ser algunos pastores, si ellos no creen en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces ellos no son hijos de Dios.
Jesús Quién Vino por el Agua y la Sangre Nos Ha Salvado Perfectamente
Lo que el Señor hizo cuando vino a la tierra puede resumirse en Su nacimiento, bautismo, la sangre y la resurrección. Todos estos son Sus ministerios de la remisión del pecado. Jesús ha cumplido Su misión con Sus ministerios de los hilos azules, púrpura y carmesí. Los hilos azules, púrpura y carmesí manifestados en el Tabernáculo fueron para nuestra propia salvación del pecado. La salvación de Dios es tan elaborada que no debemos creer en Él a nuestra manera propia. Tenemos que creer en Su salvación tal como es.
Nuestra fe debe estar correctamente en concordancia con las verdades de Su salvación. Su bautismo y Su sangre sobre la Cruz. Es por eso que las dos espigas entraban exactamente en los hoyos de las dos basas de plata. No debemos considerar la verdad que Jesús nos ha dado como conocimiento del mundo y creerlo como tal. Tú y yo somos aquellos que han sido salvados del pecado ante Dios creyendo en las obras de la salvación de Jesús manifestadas en las dos basas de plata.
El Tabernáculo nos habla del método detallado de la salvación de Jesús, y esta salvación ha sido ciertamente completada para nosotros. Cree en los dos regalos de la salvación que Dios te ha dado. El oro usado en el Tabernáculo implica fe. Si tú crees en la verdad como es, entonces la salvación y la gloria del Señor pueden llegar a ser tuyos, pero si no crees entonces no. ¿Deseas vivir dentro del Tabernáculo por fe, vestidos con la gloria de Dios y protegidos por Él, o deseas estar en maldición eternamente por rehusarte a creer? Si tú solo crees en la sangre de la Cruz, entonces no puedes ser salvo. Debes creer que la sangre de la Cruz y el bautismo son uno solo. El regalo del Señor está formado de estos dos.
El Espíritu de Dios habita en nuestro corazón solo cuando creemos en ambos elementos (el bautismo de Jesús y en la sangre). El Espíritu Santo nunca habita en los corazones de aquellos que no creen en ellos. Si confiesas tu fe solo con tus labios pero no crees con tu corazón, y si tu conocimiento no es más que un mero ejercicio mental, entonces no podrás jamás ser salvo. Para ser salvo, primero debes hacer una línea de demarcación poniendo los limites de tu salvación: “Hasta ahora, no he sido salvo. La salvación que yo creía no era la verdadera. Pero creyendo en Jesús quien vino por el agua y la sangre, ahora soy salvo.” La gente puede llegar ser justa solo cuando primero son pecadores por lo menos una vez. Deben admitir que como no salvos, están destinados a ser condenados por sus pecados, y luego entonces llegar a ser perfectamente salvos creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Con los hilos azules y púrpura, el bautismo y la sangre de la Cruz, debemos recibir nuestra perfecta salvación. Con Su bautismo y con la sangre, el Señor nos ha dado el regalo de la perfecta salvación. Para evitar que creamos basados en nuestros propios pensamientos, el Señor también reveló esta salvación en detalle a través del Tabernáculo. Debido a que esta salvación es muy preciada y perfecta, vale la pena que todos crean. No crean en solo un aspecto de Su salvación, la sangre de la Cruz, sino cree en ambos, ¡el bautismo y la sangre de una sola vez! Si existe alguien entre nosotros que todavía no ha sido salvo, entonces sinceramente espero que él/ella sea salvo, aún ahora, creyendo en esta verdad.
¿Hay alguien así entre nosotros? Siempre existe la posibilidad. Pero mi esperanza es que esta posibilidad nunca ocurra a ninguno de nosotros. No importa lo que pase, yo no puedo pertenecer a una multitud de no salvos. Somos aquellos que han sido salvos perfectamente creyendo en estas cosas (los hilos azules y púrpura) – esto es, en el bautismo y en la sangre de Jesús. Yo doy gracias a Dios por estos dos regalos de la salvación a través de los cuales el Señor me ha salvado. Debido a que Dios ha completado mi salvación perfectamente, también he sido liberado de las maldiciones y del juicio.
Verdaderamente, nuestra salvación que ha venido de los hilos azules y púrpura es preciosa más allá de cualquier palabra. Recuerda y cree que tú salvación es hecha perfecta no solo por la sangre de la Cruz, ni solo por el bautismo de Jesús, sino por ambos, el bautismo y la sangre de la Cruz, y que es por creer en estas dos que podemos llegar a ser hijos de Dios. Hemos recibido vida eterna creyendo en el evangelio Palabra del agua y el Espíritu, el misterio escondido en las espigas y en las dos basas de plata de las tablas del Tabernáculo.
Yo doy toda mi gratitud a nuestro Señor quien nos ha salvado de los pecados del mundo. ¡Aleluya!