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Sermoni

Tema 9: Romanos

[Capítulo 8-2] La Justicia de Dios, El Cumplimiento del Justo Requerimiento de La Ley (Romanos 8:1-4)

(Romanos 8:1-4)
“Ahora,pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
 

Romanos 8:1-4 nos dice la clase de fe que tienen aquellos que están en Cristo. El secreto de este pasaje es que podemos encontrar, con nuestra fe en la justicia de Dios, todas las demandas de la ley.
¿Cuál, pues, es la fe que cree en la justicia de Dios? Esta es la fe que ha recibido la remisión de pecados por creer en el bautismo de Jesús y su sangre, a través de la cual nuestro Señor quitó todos los pecados del mundo. Por lo tanto, podemos tener victoria sobre el pecado creyendo en Jesús, quien ha cumplido toda justicia, siguiendo la justicia de Dios como nuestro Salvador. Esta es la fe que sigue la justicia de Dios y nuestra victoria en fe.
Primero que nada, Romanos 8:1 nos dice, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” Aquellos que habitan en Jesucristo por creer en la justicia de Dios ciertamente no tienen pecado. Tal fe esta basada en el bautismo de Jesús y en su sangre que han cumplido todos los justos requerimientos de la ley. La fe en la justicia de Dios, es la fe principal de los santos nacidos de nuevo. ¿De que otra forma meros mortales pueden quedar sin pecado? Y así con su fe inamovible en la justicia de Dios a través de Jesucristo, sus pecados han desaparecido totalmente. Esto se debe a que Jesús tomó sobre su carne todos los pecados del mundo a través de su bautismo, por amor de aquellos que creen en la justicia de Dios.
Romanos 8:3 nos dice que Dios envió “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” Por condenar al pecado en la “carne” de Jesús, en otras palabras, Dios Padre pasó todos los pecados del mundo sobre su Hijo Unigénito. Esta Palabra de verdad esta revelada en Mateo 3:13-17 (una discusión mucho más detallada puede ser encontrada en mi libro, “¿Realmente Has nacido de nuevo del agua y el Espíritu?”). Aquellos que creen en esta verdad están libres de pecado, ya que Dios ha perdonado todos los pecados del mundo con su justicia.
 


“¡Oh Miserable de mí!”


Los pasajes de Romanos 7:24 a 8:6 contienen dos temas muy contrastantes. Uno de ellos es una discusión del problema del pecado, en otras palabras, la desobediencia a Dios debida a los deseos de su propia carne y la otra es una discusión de la solución a este problema del pecado que él encontró en Jesucristo.
Romanos 7:24-25 dice, “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.” Pablo gritaba que era un hombre miserable cuando vio su propia carne, pero dio gracias a Dios porque fue liberado de su carne a través de Jesucristo. También podemos darnos cuenta que aún Pablo servía a la ley de Dios con su mente, pero con su carne servía a la ley del pecado.
Pablo confesó que su carne seguía a la ley del pecado, desagradando a Dios, en lugar de vivir una vida agradable a él. Y aún él decía que en su mente aún seguía la ley del Espíritu de Dios. En medio de estas dos leyes, Pablo se sentía miserable y desesperado, pero sin embargo él declaraba victoria de fe agradeciendo a Dios por haberlo liberado de sus pecados a través de su fe en Jesucristo, el cumplimiento de la justicia de Dios.
Pablo podía dar tales gracias solo porque él creía que Jesucristo había expiado todos sus pecados, así como los pecados de toda la humanidad. Para tomar estos pecados del mundo, Jesús puso en su cuerpo todos los pecados de la humanidad siendo bautizado por Juan. Y por ser juzgado de pecado sobre la cruz, él ha salvado a todos aquellos que creen en él de todos los pecados del mundo. Es por eso que Pablo declaró en Romanos 8:1, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” Que no existe condenación quiere decir que no existe absolutamente pecado en aquellos que creen en la justicia de Dios. Aquellos que están en Cristo Jesús por creer en la justicia de Dios nunca podrán tener pecado en sus corazones. Pueden ser débiles en su carne, pero no tienen ningún pecado.
En contraste, condenación quiere decir existencia de pecado, esto es, el estado de ser condenado. Cuando alguien hace algo malo, normalmente lo llamamos pecado. Pero es por no creer en la justicia de Dios que él es un pecador. Pero el pasaje anterior nos dice que no existe condenación para aquellos que están en Cristo Jesús.
Esta declaración no está basada sobre la llamada Doctrina de la Justificación, la cual se promulgan las religiones del mundo. “El credo de ser considerado como justo por fe”, significa una afirmación hipotética de que Dios considera a alguien justo, aunque en realidad no lo sea y tenga pecado en su corazón solo debido a su fe en Jesús. Pero esto es equivocado. ¿Cómo puede Dios mentir y llamar a un pecador como si no lo fuera? Esto no lo hace él. En vez de eso él llamaría al tal pecador diciéndole, “¡Estas encarando una cierta muerte por tus pecados; cree en mi justicia mostrada en el evangelio del agua y el Espíritu!”
En nuestros días mucha gente trata de racionalizar su fe errónea y ganar la justicia de Dios apegándose a tales doctrinas. Pero esta clase de fe esta muy equivocada y es peligrosa. No fue Jesús el Dios de la verdad, tal vez él podría llamar a un pecador su seguidor. Pero debes entender que Jesús, la verdad, no llama a un pecador justo y sin pecado. El llamar a un pecador justo y sin pecado es imposible ante la justicia de Dios, su justicia y santidad.
Debes de darte cuenta que tú liberación del pecado no solo viene de creer en Jesús, sino por creer en la justicia de Dios, la cual llega a ser tuya. Aún si crees en Jesús, Dios no te llamara justo si no conoces y por lo tanto no crees en la justicia de Dios. Pero la realidad de hoy es que tales doctrinas, como la Doctrina de la santificación Incremental y la Doctrina de la Justificación son aceptadas por muchos, como las doctrinas cristianas ortodoxas. Pero pocos se dan cuenta que tales doctrinas llamadas ortodoxas pueden en realidad evitar que alguien conozca o obtenga la justicia de Dios. Por creer en estas doctrinas sin darse cuenta que en realidad están en contra de la justicia de Dios, mucha gente ha fallado en recibir la justicia de Dios, ya que tales doctrinas han terminado siendo sus propias piedras de tropiezo.
Si quieres ser un verdadero cristiano, te debes medir a ti mismo con la palabra de Dios para ver si realmente estas en Cristo o no. Y para hacer eso, debes escuchar, ver y entender la palabra del agua y el Espíritu. Pregúntate a ti mismo, “¿Es mi fe en Jesús la correcta? ¿Cuándo digo que creo en Jesús, no estaré tan solo practicando una religión? ¿Estoy parado a la mitad, ni dentro ni fuera de Jesús?” Es ahora el tiempo de que recibas la justicia de Dios por creer en ella y habitar en la fe de esa verdad. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús
En Efesios podemos encontrar frecuentemente el pasaje, “a través de la redención que es en Jesús.” Esto quiere decir que Dios nos ha predestinado y seleccionado en Cristo Jesús para salvarnos de todos nuestros pecados. Aquellos que han sido expiados por la justicia de Dios en Jesús y han entrado en Cristo son aquellos cuyos pecados han sido completamente borrados. Aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu dada por nuestro Señor, por lo tanto, no encaran condenación en Jesucristo. Cuando alguien cree en el evangelio del agua y el Espíritu, ese se convierte en alguien que ha recibido la justicia de Dios en el Señor y que predica este evangelio.
Aquellos que creen en la justicia de Dios en Jesucristo y que han entrado en sus brazos abiertos no tienen pecado. Esta es la verdad y la respuesta correcta. Ya que el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz han hecho que todos los pecados desaparezcan para aquellos que están en Cristo por creer en la justicia de Dios, es imposible para ellos tener pecado. Aquellos que están en Cristo, por lo tanto, verdaderamente no tienen pecado. Esta verdad–que no hay pecado para aquellos que están en Cristo–es la respuesta encontrada en la palabra del agua y el Espíritu, y como tal, no existe nada complicado acerca del problema del pecado. Cuando crees en la justicia de Dios revelada a través del evangelio del agua y el Espíritu, tú también puedes llegar a ser verdaderamente justo. Conoce y cree en el evangelio del agua y el Espíritu que tiene la justicia de Dios en él. Entonces llegaras a ser un santo justificado que habita en Cristo.
Supongamos que estas enfrentando un problema muy dificil. Si realmente quieres encontrar una solución a este problema, debemos continuar en busca de la respuesta a pesar de las dificultades y problemas que podamos encarar. De igual manera, aquellos que creen en Jesús y no han entrado en el todavía deben buscar la justicia de Dios revelada en el evangelio del agua y el Espíritu.
Alguna gente piensa que el cristianismo es solo una más de las religiones del mundo y tratan de encontrar la solución a sus pecados, concluyendo y creyendo en doctrinas tales como la Doctrina de la santificación Incremental. Pero pronto se darán cuenta que ninguna de tales doctrinas, ni su propia justicia puede limpiar sus pecados. En vez de eso descubrirán que su problema de pecado puede ser resuelto fácilmente creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Si quieres ser un verdadero cristiano, debes recibir la justicia de Dios creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu en tu corazón. Pero la gente religiosa trata de ganar la justicia de Dios midiéndose con doctrinas tales como la Doctrina de la Santificación Incremental y la Doctrina de la Justificación, en su intento de resolver todos sus problemas de pecado con sus propias obras. Tal fe llega a depender en las oraciones de arrepentimiento, las cuales finalmente no lo pueden liberar de su cierta destrucción ya que se vuelven más y más pecaminosos cada vez que ven sus pecados mientras recurren a tales oraciones. 
Pero aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu, aunque puedan ser débiles en la carne, han resuelto sus problemas de pecado creyendo en la justicia de Dios. Aquellos que han recibido la justicia de Dios por creer, no tienen pecado en sus mentes y por lo tanto no hay condenación en contra de ellos.
 

Porque la justicia de Dios es en Jesús

El versículo 2 dice, “porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” Dios ha dado al hombre dos leyes, la ley del Espíritu de vida en Jesús y la ley del pecado y de la muerte. Como Pablo nos dice, la ley del espíritu de vida nos ha liberado de la ley del pecado y de la muerte, de todos nuestros pecados. Debes de darte cuenta y entender esta verdad hablada por Pablo para recibir nueva vida. Esta verdad se aplica de igual manera a todos en este mundo.
Nosotros, también, hemos sido liberados de la ley del pecado y de la muerte por creer en la ley del Espíritu de vida; de otra manera, habríamos alcanzado nuestra destrucción bajo la ley del pecado y de la muerte. Pero por creer en nuestros corazones en la justicia de Dios en Jesús–esto es, el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz–hemos recibido su justicia, venimos a estar bajo la ley del Espíritu de vida y recibir vida eterna preparada para nosotros. ¿Entonces, donde puedes tú encontrar el evangelio del agua y el Espíritu que puede perdonar todos tus pecados? Esto es en el bautismo que Jesús recibió de Juan y en la cruz sobre la cual él derramó su sangre. La justicia de Dios, en otras palabras, se encuentra en el evangelio del agua y el Espíritu.
¿Entonces, cual es el evangelio de la justicia de Dios que nos libera de la ley del pecado y de la muerte? Es el evangelio en que nuestro Señor nació en esta tierra, fue bautizado por Juan a la edad de treinta años para tomar todos los pecados del mundo sobre sí mismo, fue crucificado en la cruz y se levantó de entre los muertos, todo para liberarnos de nuestros pecados–este es el evangelio hecho de la justicia de Dios.
Dios, sabiendo que la humanidad estaba atada al pecado debido a su debilidad, ha planeado salvar a todos los pecadores de sus pecados dándoles el evangelio de salvación que los puede hacer libres de la ley del pecado y de la muerte. Este es precisamente el evangelio de la expiación que se encuentra en el bautismo de Jesús por Juan y su sangre sobre la cruz. Creyendo en este evangelio, todos los hombres pueden ser libres de la ley de muerte de sus pecados–la justicia de Dios es la ley de vida que ha liberado a la humanidad de todos sus pecados.
Dios dio al hombre la palabra de la ley y ha determinado que cualquier falla al vivir por su ley sería un pecado. Al mismo tiempo, Dios también ha determinado una ley que puede liberar a los pecadores de sus pecados. La ley de la salvación es la verdad escondida en la justicia de Dios, la ley de gracia que da vida eterna a todos aquellos que creen en ella. La ley de la expiación que Dios ha determinado para la humanidad es la ley de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu–esto es, el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz–y esta fe es la ley de vida que los puede revestir de la justicia de Dios.
¿Quién, entonces, se puede poner en contra de esta ley de vida? Cualquiera que crea en el evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios será liberado de todos sus pecados del mundo, y por esta fe él / ella recibirá la justicia de Dios.
¿Cómo te ha dado Dios la ley del Espíritu de vida? Enviando a su Hijo Jesús a esta tierra, nacido de una virgen, poniendo todos los pecados del mundo sobre él a través de su bautismo por Juan, haciendo que él muriera en la cruz como paga por estos pecados y resucitándolo de entre los muertos–eliminando, así, todos los pecados del mundo y convirtiendo a Jesús en el Salvador de los pecadores. A todos aquellos que creen en esta verdad, Dios ha dado perdón y vida nueva, y esta es la ley del Espíritu de vida que él nos ha dado.
¿Cuál, entonces, es la ley del pecado y la muerte? Esto es los mandamientos que Dios ha dado a la humanidad. La ley determinada por Dios detalla los mandamientos sobre que “hacer” y “que no hacer,” y cualquier falla al desviarse de estos mandamientos lo convertiría en pecado, cuyo saldo de muerte debe ser pagado con castigo en el infierno.
Así, todo mundo fue colocado bajo la ley de la muerte, pero Jesucristo nos ha liberado de esta ley de muerte con su bautismo y derramamiento de sangre en la cruz. No existe nadie, solo Jesús puede salvar a los pecadores de sus pecados y no existe otro camino sino el evangelio del agua y el Espíritu dado por el que nos puede liberar de nuestros pecados. Por lo tanto, debes conocer y creer como fue que Jesús vino a esta tierra a salvarte y cual es la justicia de Dios.
En nuestros días, sin embargo, existen muchos que profesan una fe en Jesús y son altamente detallados en el conocimiento de la ley–esto es, la ley del pecado y de la muerte–pero son totalmente ignorantes del evangelio del agua y el Espíritu que los ha liberado de todos sus pecados. Muchos aún continúan creyendo en Jesús con esta ignorancia. De aquí podemos ver por cuanto tiempo ha estado escondido el evangelio del agua y el Espíritu. Este evangelio del agua y el Espíritu es diferente del evangelio que solo contiene la fe en la cruz. Mucha gente pone gran importancia solamente en la sangre de Jesús en la cruz, pero la Escritura nos dice que Jesús derramó su sangre sobre la cruz porque él tomó los pecados del mundo cuando fue bautizado por Juan, no cuando él fue crucificado.
Debes darte cuenta que esta diferencia en conocimiento hace toda la diferencia entre ir al cielo o al infierno. Puede parecer una pequeña diferencia, pero estos dos profundos conocimientos son diferentes el uno del otro, fundamentalmente ocasionan consecuencias diferentes. Es por eso que cuando quieres creer en Jesús como tú Salvador, debes centrar tu fe alrededor del evangelio del agua y el Espíritu. Solo haciendo esto puedes ser liberado de tus pecados. Y así muy seguido muchos que profesan fe en Jesús en la actualidad continúan ignorantes de la justicia de Dios.
Tal gente trata de pararse delante de Dios como completos, atentando cometer los menos pecados posibles y tratando de santificarse a si mismos. Pero la justicia de Dios no es algo que pueda ser obtenido por los propios pensamientos del hombre, o por su esfuerzo, o por sus obras. Solo por creer en la verdad de la expiación escondida en el evangelio del agua y el Espíritu puede alguien obtener la justicia de Dios. La fe de aquellos que tratan de santificarse a si mismos siguiendo la ley, es una fe insensata. No existe nadie que pueda seguir todos los requerimientos de la ley.
 


Condenando el pecado en la carne de Jesús


El versículo 3 dice, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”Podemos descubrir de este pasaje cuan detallado es el testimonio de Pablo acerca de la ley del agua y el Espíritu. Aquí Pablo nos dice como Dios Padre coloco todos los pecados del mundo sobre Jesús: “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.”
¿Qué quiere decir con que Dios condenó al pecado en la carne? Quiere decir que Dios Padre envió a su Hijo Unigénito a esta tierra, hizo que fuera bautizado por Juan para colocar todos los pecados del mundo sobre su cuerpo y así limpiar todos los pecados de los creyentes para siempre. Es por eso que dice, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era debil por la carne, Dios…” Dios borró todos los pecados del mundo colocándolos sobre su Hijo. Y haciendo que muriera sobre la cruz y resucitándolo de su muerte, todos los pecados desaparecieron.
Este es el evangelio de verdad que te salva y este evangelio es el evangelio del agua y el Espíritu. Lo que el Señor dijo a Nicodemo en Juan 3:5, “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” es precisamente este evangelio. Este evangelio que manifiesta la justicia de Dios fue revelado cuando Jesús fue bautizado por Juan, sangró en la cruz y se levantó de los muertos.
Mateo 3:15 dice, “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.” Este pasaje da testimonio a la justicia de Dios y su manifestación en Jesús. Cuando Jesús vino al río Jordán de Galilea y trato de ser bautizado por Juan el Bautista, primero se rehusó a hacerlo, preguntando, “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” Pero Jesús ordeno a Juan en tono severo por los pasajes anteriores, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.”
¿Qué, entonces, quiere decir “cumplir toda justicia”? Quiere decir que Jesús tomó sobre sí mismo todos los pecados del mundo a través de su bautismo recibido de Juan. Cuando Jesús salió del agua después de haber sido bautizado, los cielos se abrieron y el Espíritu de Dios descendió como una paloma. “ Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.’’ Dios se agradó por el bautismo de Jesús a través del cual tomó sobre sí mismo todos los pecados del mundo. Aquí vemos a las tres personas de la Trinidad Divina, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quienes habían decidido salvar a la humanidad de sus pecados y cumplir esta promesa.
La Escritura nos dice que los cielos fueron abiertos a Jesús cuando el fue bautizado y que una voz del cielo declaró, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Esto es decir, Dios el padre se agradó por el hecho de que su Hijo tomó sobre sí mismo todos los pecados del mundo de una sola vez al ser bautizado por Juan. Ya que Jesús fue así bautizado y que por su bautismo todos los pecados del mundo fueron colocados sobre su cuerpo, él cumplió toda la justicia al ser crucificado sobre la cruz y levantándose de la muerte de nuevo.
En otras palabras, Jesús fue bautizado por Juan para cumplir toda la justicia de Dios. Entonces él murió sobre la cruz. Este bautismo y esta muerte tuvieron el propósito de cumplir toda la justicia de Dios. Jesús tomó sobre sí mismo todos los pecados del mundo con su bautismo y es así como él pudo sangrar sobre la cruz. Y resucitando de la muerte, el cumplió toda la voluntad de Dios.
“Toda la justicia de Dios” significa el acto de liberación de la humanidad de todos sus pecados. Para completar este acto de justicia, Jesús se hizo cargo de los pecados de toda la gente con su bautismo y sangró en la cruz. Toda la justicia de Dios fue completada por el método más justo y apropiado. El bautismo, la sangre y la resurrección de Jesús son lo que cumplió la justicia de Dios y la justicia de Dios nos ha quitado el pecado, colocándonos en la misma justicia de Dios. La Divina Trinidad planeo esto, Jesús la cumplió y el Espíritu Santo da testimonio de su justicia aun ahora. Debes creer en la Palabra que Dios envió, “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.”
Pregúntate a ti mismo si piensas que puedes realmente seguir todos los mandamientos de la ley perfectamente por el resto de tu vida. Desde luego que harás lo mejor para seguirlos, pero jamás serás capaz de vivir por la ley completamente. Cuando rompes el más pequeño detalle de la ley, estas rompiendo toda la ley (Santiago 2:10), y es por esto que todos sin excepción terminan como completos pecadores bajo la ley. 
Puedes ser sincero en tu deseo de seguir la ley y hacer tu mejor esfuerzo, pero la justicia de Dios que él demanda de nosotros nunca es obtenida por seguir la ley. Debes de darte cuenta que la única razón por la cual Dios nos dio su ley es para que podamos reconocer nuestros pecados. Ya que somos débiles en nuestra carne, nadie puede seguir la ley de Dios en toda su extensión.
Es por esto que Dios, para liberarnos de nuestros pecados, envió a su Hijo a esta tierra e hizo que él se bautizara por Juan para tomar todos los pecados de todo el mundo. Haciendo que él se bautizara en su carne, en otras palabras, todos los pecados del mundo fueron puestos sobre su carne. Es por eso que la Escritura nos dice que Dios “condeno al pecado en la carne” de Jesús y es así como Dios nos ha hecho limpios.
Debemos saber y creer en como Dios ha hecho que nuestros pecados desaparezcan. Haciendo que su Hijo se bautizara por Juan, el representante de toda la humanidad, Dios coloco todos nuestros pecados sobre Jesús. Entonces el hizo que Jesús cargara todos los pecados del mundo a la cruz, y, para dar la paga por el pecado en nuestro lugar, sangro y murió sobre ella. Y por su resurrección de la muerte, él abrió el camino para la redención para todos aquellos que creen. Así Dios ha planeado y así llevo a cabo nuestra salvación del pecado.
Por lo tanto debemos creer en nuestros corazones que el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz fueron hechos para ser nuestra expiación. Aquellos que creen en la justicia de Dios seguramente deben creer en el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz.
Tú, también, debes creer de la misma manera, para recibir la remisión de todos tus pecados y estar perfectamente justificado y estar sin pecado. Debes entender correctamente como Dios ha hecho desaparecer tus pecados y seguir su voluntad y creer en ella ante Dios, en lugar de creer en tus esfuerzos.
 
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La justicia de Dios es revelada en Romanos - Nuestro Señor Quien Llego a Ser la Justicia de Dios (II)