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Sermoni

Tema 17: La relacion entre el ministerio de Jesus y el de Juan el Bautista

[Capítulo 17-4] ¡Miren el ministerio de Juan el Bautista! (Lucas 1, 17-23, 67-80)

¡Miren el ministerio de Juan el Bautista!(Lucas 1, 17-23)
«E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario. Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. El les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa».

(Lucas 1, 67-80)
«Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel».


¿Qué obra hizo Juan el Bautista?


El Evangelio de Lucas capítulo 1, versículo 17 cuenta que Juan el Bautista fue la persona que vino en el espíritu y poder de Elías e hizo la obra de llevar a la gente de vuelta a Dios ante la presencia del Señor. Juan el Bautista era diferente de los demás desde que nació. Nosotros, la gente normal, nos casamos y tenemos hijos queriendo o sin quererlo a medida que pasa el tiempo. Pero Juan el Bautista era la persona cuyo nacimiento ya había sido profetizado y preparado en el Antiguo Testamento. Decía que Juan el Bautista vendría a nosotros en el espíritu y poder de Elías.
El Evangelio de Lucas capítulo 1 recoge con todo detalle el nacimiento de Juan el Bautista. Está escrito: «Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días» (Lucas 1, 67-75).
La Palabra que está recogida aquí era la profecía de Zacarías. Al estar lleno del Espíritu Santo profetizó que Jesús debía venir como el Salvador y que Juan el Bautista, pariente de Jesús en la carne, debía convertirse en el representante de la humanidad. Esto significa que Juan el Bautista vino al mundo y nos salvó de las garras de nuestro enemigo, las garras del Diablo, a través de su ministerio y nos hizo vivir con santidad y justicia para siempre sin miedo. El Señor tomó todos nuestros pecados a través del bautismo y nos hizo servir a Dios al hacernos verdaderamente santos. El Señor nos revistió de la justicia de Dios y nos hizo servir a Dios eternamente sin pecado. Jesús vino al mundo y fue bautizado por Juan el Bautista y murió en la Cruz y resucitó de entre los muertos, y nos dio la gracia de salvación que hace que quien crea esté sin pecado. El Evangelio de Lucas capítulo 1 habla de la obra de Juan el Bautista que desempeñó un papel importante en esta gracia y salvación del Señor.
Debemos entender el significado de la Palabra del Evangelio de Lucas capítulo 1, versículos 76-79. Dice: «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz».
¿Quién hará esta obra? Juan el Bautista. Este pasaje nos dice que Juan el Bautista será llamado el profeta del Altísimo ante la presencia de Dios y que irá antes que el Señor y hará que la gente entienda la salvación conseguida a través de la remisión de los pecados. También dice que Juan el Bautista mostraría el camino de la salvación que traería la remisión de los pecados al pueblo de Dios. Por lo tanto, está diciendo: «Con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte». La luz de la Verdad que nos permite servir a Dios descenderá en nuestros corazones a través del bautismo de Jesús que le transfirió todos los pecados del mundo de la mano de Juan el Bautista. Jesús ilumina la luz de la salvación de Dios a todo el que vive en este mundo oscuro y nos guía hacia la luz. ¿A través de qué y de quién son guiadas las personas a la luz de la vida? A través del ministerio y el testimonio de Juan el Bautista. ¿De quién da testimonio Juan el Bautista? De la obra de Jesucristo. El versículo 76 dice: «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado». Esto significa que Juan el Bautista será reconocido como el mayor profeta de todos por todo el mundo. Las Escrituras presentan el nacimiento de Jesús y el de Juan el Bautista como una profecía y podemos ver que esa profecía se cumplió. 
Jesús es Dios. Pero también es el Salvador lleno de amor que vino a salvarnos de los pecados del mundo revestido de la carne humana de Su creación, aunque fuera Dios. Y Juan el Bautista fue la persona que hizo el ministerio como Elías, del que se habla en el Libro de Malaquías en el Antiguo Testamento. Ellos eran los siervos justos de Dios Padre de los que se profetizó en las Escrituras. No estoy diciendo siervo en el sentido negativo de la palabra, sino que quiero decir que Jesús hizo la obra justa a los ojos de Dios como Hijo de Dios Padre.
Hubo muchos otros profetas como Moisés e Isaías, pero ¿acaso se profetizó en las Escrituras que vendrían como Juan el Bautista? No. Esta gente nació de la carne de sus padres como personas normales, pero Dios se les manifestó y los utilizó según las necesidades del Señor en aquellos tiempos. Pero Juan el Bautista, que aparece en el Nuevo Testamento y que bautizó a Jesús, es el profeta de Dios sobre el que se profetizó en el Antiguo Testamento.
Y podemos ver en la Palabra de Dios de las Escrituras que Juan el Bautista es como Elías en el Nuevo Testamento. Miremos la Palabra del libro de Malaquías en el Antiguo Testamento. Dice:
«Porque he aquí, viene el día 
ardiente como un horno, 
y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; 
aquel día que vendrá los abrasará,
ha dicho Jehová de los ejércitos, 
y no les dejará ni raíz ni rama.
Mas a vosotros los que teméis mi nombre, 
nacerá el Sol de justicia,
y en sus alas traerá salvación; y saldréis,
y saltaréis como becerros de la manada. 
Hollaréis a los malos,
los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies,
en el día en que yo actúe, 
ha dicho Jehová de los ejércitos. 
Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, 
al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
He aquí, yo os envío el profeta Elías,
antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
El hará volver
el corazón de los padres hacia los hijos, 
y el corazón de los hijos hacia los padres, 
no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición» (Malaquías 4, 1-6).
Dios dijo que enviaría al profeta Elías a la humanidad antes de que el día terrible del juicio de Dios ponga fin al mundo.


Juan el Bautista es Elías, al que Dios prometió enviar


La Biblia dice: «He aquí, yo os envío el profeta Elías» (Malaquías 4, 5) y Elías es Juan el Bautista que da testimonio de Jesús. Leamos la Palabra de Jesús en Mateo 11, 14. Dice: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que habia de venir». Podemos ver en este versículo que Jesús dio testimonio de Juan el Bautista. Jesús dio testimonio personal de que Elías, el que Dios prometió enviar en el Libro de Malaquías del Antiguo Testamento, era Juan el Bautista que vino en el Nuevo Testamento. En otras palabras, Juan el Bautista, que era Elías, nos hace volver a todos a Dios en el Nuevo Testamento según la Palabra que dijo que volvería el corazón del Padre a los hijos y los corazones de los hijos al Padre.
El Evangelio de Mateo 11, 14 dice: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que habia de venir». ¿Quién es este Elías? Jehová Dios dijo en el Libro de Malaquías que enviaría al profeta Elías antes del fin del mundo y que quien obedeciera su palabra recibiría la salvación y que quien rechaza esta palabra sería destruido. Las Escrituras dicen que Él enviaría a Juan el Bautista, que es este profeta Elías que había de venir por todos los pecadores porque al final habría un día terrible en el fin del mundo y habría juicio.
Pero mucha gente no creyó que el profeta Elías del Antiguo Testamento ya había aparecido en la persona de Juan el Bautista. Por eso los escribas y los fariseos y el pueblo de Israel le preguntaron a Jesús: «Las Escrituras dicen que Elías vendría antes que Jesús, entonces ¿quién es Elías?». Los israelitas esperaban a Elías que el Señor Dios les había prometido enviar. Por tanto, el Señor dijo: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que habia de venir» (Mateo 11, 14). ¿Quién es Elías? Es Juan el Bautista que bautizó a Jesús. El Evangelio de Mateo capítulo 11, versículo 10 dice: «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti». Esta Palabra de profecía se mencionó en el Antiguo Testamento. Jesús citó la Palabra que ya había sido profetizada en el Antiguo Testamento y dijo que era una Palabra sobre Juan el Bautista.


Juan el Bautista es el representante de toda la humanidad


El Señor dio testimonio: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (Mateo 11, 11). Por lo tanto, las Escrituras dicen que la persona que nosotros llamamos Juan el Bautista es el representante de toda la humanidad. Juan el Bautista es Elías, de quien se dijo en el Antiguo Testamento que vendría y además es el representante de la humanidad.
Alguien me preguntará: «¿Dónde en las Escrituras se encuentra la expresión: “Juan el Bautista es el representante de la humanidad”?». Jesús dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (Mateo 11, 11). Por eso decimos que Juan es el representante de la humanidad. El representante de la humanidad transfirió los pecados del mundo a Jesucristo y cumplió la justicia de Dios al bautizar a Jesucristo.
Las Escrituras siguen diciendo: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir». Esta Palabra está diciendo que la autoridad de la que los justos disfrutarán en el Cielo es tan grande que incluso el representante de la humanidad no es nada en el Cielo.
Juan el Bautista fue profetizado hace mucho tiempo. Voy a reiterar esto. La profecía de Malaquías 3, 1 dice: «He aquí que envío a mi mensajero». Este mensajero se refiere a Juan el Bautista que tenía que venir en el futuro. Como podemos ver en la Palabra de Dios que dice: «El cual preparará el camino delante de mí» (Malaquías 3, 1), Dios había prometido que enviaría a Elías, el siervo de Dios, para iluminar Su camino antes de que Jesucristo viniese y habló del papel de Juan el Bautista al transferir todos los pecados del mundo a Jesús en Su bautismo. Dios es quien habló a través del profeta en el Libro de Malaquías y dijo que enviaría a Jesús, el Salvador, y a Juan el Bautista, que transferiría los pecados de la humanidad a Jesús.
¿Quién es esta persona que Dios dijo que enviaría? Es el Elías espiritual, Juan el Bautista, que tenía el espíritu de Elías. Por eso está escrito en el Evangelio de Lucas capítulo 1, versículos 76-77: «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados». Él dijo «para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados» para hablar del ministerio y testimonio de Juan el Bautista. «Tú, niño» se refiere a Juan el Bautista, que es el representante de la humanidad en todo el universo. Dice que Juan el Bautista es el Sumo Sacerdote espiritual que representa a toda la humanidad. Esto significa que este niño nos hará saber a la gente del Señor la salvación a través del perdón de los pecados.
No sólo fueron transferidos los pecados de los israelitas, sino que todos los pecados del mundo fueron borrados cuando Juan el Bautista los transfirió a Jesucristo al bautizarlo a Él que vino al mundo para borrarlos. Y él dio testimonio de esto. Dijo: «¡He aquí el Cordero de Dios!» (Juan 1, 36). Juan el Bautista hizo que la gente que deseaba creer en la justicia de Dios creyera en Dios al darles a entender que Jesús tomó los pecados de la humanidad al ser bautizado. Esto nos dice cómo el Señor hizo que recibiésemos la salvación de todos nuestros pecados al aclararnos cómo debemos entender y creer en Jesús si queremos que sea nuestro Salvador. Los que creemos en Jesús como el Salvador recibimos la remisión de los pecados al creer en el bautismo y la sangre de Jesús porque Juan el Bautista transfirió todos nuestros pecados a Jesús de una vez al bautizar a Jesús.
Esta fe cree en el Evangelio del agua y el Espíritu del que se habla en las Escrituras. Se dice que Juan el Bautista vendría «para dar conocimiento de salvación a su pueblo». Los seres humanos aprendimos el verdadero camino de la salvación, Jesucristo, a través del testimonio de Juan el Bautista, la obra de Juan de transferir todos los pecados de la humanidad a Jesús y cumplir a través de él la función de Sumo Sacerdote en este mundo. Hemos creído en Jesús como nuestro Salvador a través de este ministerio. Pudimos creer que Jesús es el Cordero de Dios que cargó con todos los pecados del mundo sobre Sí mismo. Juan el Bautista dio testimonio de que Jesús tomó los pecados del mundo sobre Sí mismo en el bautismo que él le dio. Todo esto sucedió según el Antiguo Testamento en el que Dios lo prometió. Dios prometió enviar a Juan el Bautista a este mundo y por eso Malaquías 4 dice: 
«El hará volver 
el corazón 
de los padres hacia los hijos, 
y el corazón de los hijos hacia los padres».
Todo el mundo puede transferir los pecados a Jesucristo de una vez si entiende y cree en la función de Juan el Bautista. Lo único que hay que hacer es creer y entender el sacrificio y la consecución de la salvación de Jesucristo que se manifestó a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces se puede conocer la Verdad que da la remisión de los pecados. Dios prometió enviar a Juan el Bautista, que es el Elías espiritual, para cumplir la salvación.
Juan el Bautista nació de la familia de Zacarías, uno de los descendientes de Aarón, el Sumo Sacerdote, 6 meses antes de que Jesús viniera al mundo. Isabel, la mujer de Zacarías, ya era muy mayor y no podía concebir un hijo. Así que ¿cómo creen que se sintió Zacarías? Se quedó boquiabierto y no podía creer en la Palabra de Dios. Él no parecía leal a los ojos de Dios. Está escrito que por eso Zacarías no pudo hablar hasta que se cumplió la profecía. Dios le dijo que estuviera callado hasta que esta obra se cumpliese y por tanto se volvió mudo temporalmente.
Y Dios envió al ángel Gabriel 6 meses después y esta vez envió la Palabra a la Virgen María para que se convirtiera en esperanza para toda la humanidad. La Palabra decía que concebiría a Jesucristo. Juan el Bautista nació en la familia de Aarón y Jesús nació en la familia de David en la carne.
Dios quiso cumplir todas las promesas que hizo en el Antiguo Testamento. Por tanto, el ángel vino a Zacarías, el descendiente de Aarón, cuando estaba ejerciendo de sacerdote según la orden. Está escrito: «Tu esposa Isabel te dará un hijo y le llamarás Juan».
Y el arcángel Gabriel se le apareció a María, la virgen que era de una familia real, 6 meses después y dijo: «Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 31-33). Entonces María le dijo al ángel: «¿Cómo será esto? pues no conozco varón». Y el ángel le contestó: «Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1, 34-35). Y el ángel siguió diciendo: «Y he aquí tu parienta Isabel, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios». Entonces María dijo: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra». Y el ángel se marchó (Lucas 1, 36-38).
Entonces María confesó: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra». Esto nos está diciendo que la Palabra se cumplió cuando María aceptó la Palabra de Dios. Jesucristo fue concebido en el útero de María a través de la fe según la Palabra que el ángel Gabriel había dicho y según la Palabra de profecía del Antiguo Testamento. Por eso debemos saber que Jesús y Juan el Bautista ya estaban siendo preparados según la providencia de Dios para salvar a toda la humanidad de los pecados incluso antes de nacer.
Juan el Bautista enseñaba que él personalmente transfirió los pecados del mundo a Jesús de una vez para todos los que creyéramos en Jesús como el Salvador en el futuro. El Evangelio de Mateo 3, 15 dice: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» y esto significa que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Jesús, al recibir el bautismo de Juan el Bautista, debía cumplir la obra justa de Dios que borraría nuestros pecados. Somos la gente que recibió la remisión de los pecados de Dios y Juan el Bautista hizo la obra de transferir los pecados del mundo a Jesucristo.
¿Quién transfirió los pecados de los pecadores a Jesús? Juan el Bautista. Jesús, que debía cumplir toda justicia, lo hizo así al ser bautizado por Juan el Bautista. Juan el Bautista hizo la obra de transferir todos los pecados de la humanidad de una vez a Jesús. Juan el Bautista transfirió todos nuestros pecados a Jesús a través del bautismo. Jesús recibió los pecados de la humanidad a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Esta es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que nos da la remisión de los pecados.
Jesús ha borrado completamente los pecados de la humanidad. ¿Cómo hizo esta obra? Jesús era el Cordero de Dios que debía ser sacrificado en la Cruz con todos los pecados del mundo sobre Sí mismo que habían sido transferidos por Juan el Bautista como pequeño Cordero de Dios. Y Jesús resucitó de entre los muertos. Por lo tanto, los que creen en la justicia de Jesús ahora confiesan su fe a Dios. Estas personas dicen que han sido salvadas de los pecados del mundo al creer en la Verdad del perdón de los pecados que Jesús y Juan el Bautista hicieron posible. El sol naciente se nos mostró desde arriba a través de esta obra y ahora vivimos en la luz, es decir en la justicia de Dios. Hemos recibido la salvación de los pecados al creer y entender el amor de Dios que ha borrado los pecados del mundo a través del bautismo de Jesús a manos de Juan el Bautista. Por lo tanto, los que creemos en este suceso no tenemos pecados.


No subestimen a Juan el Bautista y su ministerio


Incluso entre los que proclaman creer en Jesús como el Salvador hay gente que no entiende ni a Juan el Bautista ni su ministerio. La gente sólo conoce a Juan el Bautista como alguien poco importante. Pero el Evangelio de Lucas dice que Juan el Bautista será llamado el gran profeta. Juan el Bautista es mucho mayor que Moisés o que Abraham. El Señor dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (Mateo 11, 11), y también dijo: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir» (Mateo 11, 14).
Uno de los ministerios de Juan el Bautista ante la presencia de Dios era hacer que los israelitas dejasen de servir a los ídolos de los gentiles y volviesen a Dios. Por ello bautizaba a la gente para que se arrepintiera. Y él mismo bautizó a Jesús para pasarle todos los pecados del mundo. Por lo tanto, debemos entender este suceso. Juan el Bautista vino a bautizar a Jesús y así cumplir la justicia de Dios mientras bautizaba a otras personas en el río Jordán.
Vamos a leer una Palabra del capítulo 3 del Evangelio de Mateo: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3, 13-17).
Esta es la escena en la que Juan el Bautista bautizaba a Jesús. Pero antes de que esto ocurriese, Juan el Bautista llamaba a gritos a la gente para que se convirtiese. Decía: «¡Arrepentíos, hijos de la serpiente!». Su estatus social en el mundo no le importaba. Era una persona que llamaba al arrepentimiento sin importarle el estatus social de nadie porque era un siervo de Dios. Por eso podía gritar: «¡Arrepentíos, hijos de la serpiente! Caeréis al fuego del infierno si no os arrepentís».
La gente escuchaba a Juan el Bautista gritar y regañarle por sus pecados y se dio cuenta de que tenía pecados y volvió a Dios. Muchas personas volvieron a Dios y se arrepintieron diciendo: «Dios, he pecado así». Se arrepintieron de haber servido a los dioses de los gentiles, pidieron perdón a Dios y dejaron que Juan el Bautista los bautizase. Juan el Bautista gritaba: «Debéis lavar vuestros pecados y volver a Dios» y para ello administraba el bautismo del arrepentimiento de los pecados y gracias a este bautismo la gente volvió a Dios.
¿Y quién vino a él mientras estaba en el río Jordán en aquel tiempo? Jesús, el pequeño Cordero de Dios. Jesucristo, el verdadero Dios, fue personalmente a ver a Juan el Bautista como Cordero de Dios para tomar todos los pecados del mundo. Jesús quiso ser bautizado por Juan el Bautista.
La Escritura dice: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él» (Mateo 3, 13), pero Juan se lo quiso impedir. La Palabra dice: «Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» (Mateo 3, 14). Entonces Jesús le contestó: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3, 15). Y Juan le bautizó.
Jesús dijo a Juan el Bautista que le bautizase y así se hizo. ¿Qué significa esto? Es la transferencia de nuestros pecados. Juan transfirió los pecados de la humanidad y Jesús los aceptó. Esta era la obra que cumplió la justicia de Dios.
Entonces ¿cómo realizó Jesús la obra de borrar nuestros pecados de una vez? Juan el Bautista bautizó a Jesús y Jesús recibió este bautismo de Juan el Bautista para aceptar los pecados del mundo. Juan el Bautista y Jesús querían borrar los pecados del mundo al transferirlos a Jesús. Esta es la obra que tomó los pecados del mundo a través del bautismo que Juan el Bautista dio a Jesús. El Señor le ordenó a Juan que le dejara bautizarse para cumplir esta obra.
Jesús dijo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3, 15). Aquí dice que Jesús fue a Juan el Bautista y quiso ser bautizado. «Conviene» significa que era necesario cumplir toda la justicia de Dios a través del bautismo de Juan. Jesús dijo que vino como Cordero para ser sacrificado y que cumpliría la justicia de Dios a la perfección al tomar los pecados de la humanidad mediante el bautismo de Juan el Bautista, el representante de la humanidad. Por lo tanto, todos nosotros debemos saberlo.
Si queremos recibir la remisión de los pecados al creer en Jesús como el Salvador, debemos comprender y creer en el hecho de que Juan el Bautista transfirió todos nuestros pecados a Jesús y que Jesús los aceptó en Su cuerpo. Está escrito: «Porque asi conviene que cumplamos toda justicia». Jesús ha tomado todos los pecados de la humanidad gracias a Juan el Bautista. Jesús estaba diciendo que la obra de tomar todos nuestros pecados de una vez era conveniente. Juan el Bautista bautizó a Jesús para transferirle todos los pecados del mundo y Jesús los aceptó. Por lo tanto, los que creemos en esta Verdad recibimos la remisión de los pecados por fe. El significado de «porque asi conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3, 15) se ha cumplido. La justicia de Dios para la humanidad de la que se habla aquí es la obra de Jesús de borrar nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y al derramar Su sangre. El bautismo de Jesús es la obra que cumple la justicia de Dios.
Nosotros no podíamos evitar ir al infierno para pagar el precio del pecado. No podíamos evitar ser destruidos por nuestros pecados. Pero Jesús y Juan el Bautista obraron juntos para hacer la obra que cumple la justicia de Dios mediante el bautismo de Jesús. Él tomó todos nuestros pecados a través del bautismo. Jesús dijo: «Porque asi conviene que cumplamos toda justicia». Esta frase significa que todos los pecadores pudieron recibir la salvación de los pecados por fe gracias a que Juan el Bautista bautizó a Jesús. Este pasaje significa que el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista era necesario para nuestra salvación. El que Jesús fuera bautizado por Juan el Bautista nos dice que la salvación no se podía conseguir sin este método. Jesús estaba diciendo que Él y Juan el Bautista debían hacer la obra de perdonar los pecados del mundo al ser bautizado Jesús, y que Juan el Bautista debía realizar este bautismo para transferir los pecados del mundo a Jesús. El Señor nos estaba diciendo que tomaría todos los pecados del mundo a través de Juan el Bautista y que se convertiría en el sacrificio para nuestros pecados.
El Cordero de Dios y Juan el Bautista hicieron la obra de transferir los pecados para cumplir la justicia de Dios. Este es el significado de la Palabra «Porque asi conviene que cumplamos toda justicia». Jesús vino al mundo y fue bautizado por Juan el Bautista para convertirse en el Cordero que tomó nuestros pecados. Jesús cumplió toda la justicia de Dios que borró los pecados de la humanidad de una vez al venir al mundo como sacrificio eterno de redención y al ser bautizado por Juan el Bautista. Ocurre como en el Antiguo Testamento, cuando el Sumo Sacerdote transfería al cordero expiatorio los pecados de los israelitas cometidos durante todo el año mediante la imposición de manos. El Señor borró todos nuestros pecados a los 33 años. Borró los pecados de todas las personas del mundo que creen en la justicia de Dios. ¿Creen en esto?
Las Escrituras dicen: «Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3, 15-17). Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Esto es exclusivamente para el perdón de nuestros pecados. Jesús fue bautizado por Juan para el perdón de los pecados de la humanidad.


La Biblia dice que Juan el Bautista será llamado el profeta del Altísimo


El pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Y tú, niño, profeta del altisimo seras llamado» (Lucas 1, 76). Y después de que Juan el Bautista transfiriese los pecados de la humanidad a Jesús a través del bautismo, dijo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29).
Juan el Bautista era el mayor profeta del mundo. Y era el representante de la humanidad. Era el mayor hombre nacido de mujer. Era la persona que llevó a cabo la función de Sumo Sacerdote que transfirió los pecados de los israelitas a Jesús. Juan el Bautista hizo esta obra por nosotros y por la justicia de Dios. Y Jesús hizo la obra de recibir el bautismo de Juan y tomar los pecados del mundo para salvarnos a ustedes y a mí de los pecados del mundo.
Aquí se dice que Jesús fue bautizado por Juan. Que Jesús fuese bautizado por Juan significa que tomó nuestros pecados. El Señor ya ha borrado nuestros pecados. La Palabra dice que el Señor limpió nuestros pecados y que los borró de esa manera. ¿Tenemos pecados si creemos en esto? No. El bautismo de Jesús significa que Él nos quitó los pecados de una vez. Y la muerte de Jesús en la Cruz con los pecados del mundo nos dice que Jesús fue bautizado por Juan y pagó la condena del pecado como sacrificio de redención para toda la humanidad para poder salvarnos de los pecados del mundo.
El Señor fue bautizado y resucitó de entre los muertos para venir a nosotros de nuevo. La resurrección de Jesús significa que nos salvó de los pecados y devolvió a la vida a los que estaban muertos al tiempo en que perfeccionaba sus vidas. El bautismo de Jesús significa que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo. Esto significa que nuestros pecados han sido transferidos a Jesús a través del bautismo de Juan el Bautista.
Cuando Jesús salió del agua después de ser bautizado por Juan el Bautista, una voz del Cielo dijo: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Dios Padre dio testimonio personalmente de que Jesús, que había sido bautizado por Juan el Bautista, era Su Hijo. Por eso dijo: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».
Ahora entiende por qué Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, ¿no es así? Para borrar nuestros pecados, Juan el Bautista bautizó a Jesús y transfirió los pecados del mundo a Jesús y Jesús recibió el bautismo para recibir los pecados de la humanidad. ¿Por qué bautizó Juan a Jesús? Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para dejarnos sin pecados cuando no podíamos evitar morir e ir al infierno por nuestros pecados. Jesús, el Cordero de Dios, fue bautizado por Juan el Bautista. Dios Padre dio testimonio: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Dios estaba diciendo que Jesús, que tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado, ahora era Su Hijo, el Hijo de Dios Padre.
Dios es Dios el Santo Padre, Jesús, Hijo del Padre y Espíritu Santo. Estas tres personas son el mismo Dios para nosotros. Cada una de estas personas tiene diferentes responsabilidades, pero todas son Dios.
Jesús fue concebido en el cuerpo de María por el Espíritu Santo. Por lo tanto, Jesús es Hijo de Dios. La Persona que envió a Jesús es Dios Padre. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el mismo Dios Santo para nosotros. Cada Persona de la Trinidad de Dios tiene una responsabilidad diferente, pero son todas el mismo Dios. Del mismo modo que el hijo de un humano es humano, el Hijo de Dios Padre es Dios, Jesús. Dios es el Espíritu Santo. No debemos pensar en Dios según la carne porque Él es Espíritu. Dios hizo nacer a Jesús a través de la Palabra y creó el universo según esta misma Palabra. Jesús, que recibió el bautismo de Juan el Bautista, es el Hijo de Dios Padre, y es Dios para nosotros. Significa que es nuestro Salvador. Jesús se convirtió en nuestro Salvador de esta manera.
Lucas 1, 78-79 dice: «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz».
Juan el Bautista vino al mundo y dio testimonio de que toda la justicia se cumplió al bautizar a Jesús. Juan el Bautista da testimonio de Jesús, que fue bautizado de esa manera. El Evangelio de Juan capitulo 1, versículo 29 dice: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Nos está diciendo que Jesús es nuestro Salvador. Cumplió la profecía que dice: «Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 
Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte» al dar testimonio de que Jesús sería quien nos quitaría los pecados y que es el Salvador que quita el pecado del mundo y sufre en nuestro lugar.
Así nos hemos convertido en hijos de Dios por fe gracias al testimonio de Juan. Como descendientes de Adán deberíamos haber sido destruidos. Éramos personas lamentables que no podían evitar seguir en las tinieblas de la muerte. Nosotros y toda la humanidad vivíamos en la oscuridad, avergonzados y marchitos a causa de los pecados de nuestros corazones. Pero Dios se apiadó de nosotros y nos llevó a la luz de la Verdad y para ello envió a Juan el Bautista al mundo para bautizar a Jesús y así transferirle los pecados del mundo. Jesús nos hizo vivir en la luz al recibir la salvación de los pecados del mundo que el cumplió al tomar los pecados de la humanidad. Jesús quitó los pecados del mundo a través del bautismo y se convirtió en nuestro Salvador gracias a la obra de Juan el Bautista. La aurora que nos visitó desde arriba nos ilumina porque Juan el Bautista hizo la obra de la remisión de los pecados al transferirlos a Jesús. Esto significa que ahora vivimos en la justicia de Dios al creer en ella. Hemos recibido la salvación del pecado porque creemos en la justicia de Dios.
Es imposible saber que Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo sin conocer la función que Juan el Bautista desempeñó en el bautismo de Jesús. No podemos decir nada acerca de Jesús, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, sino conocemos el papel de Juan el Bautista, aunque digamos que creemos en la Palabra de los 66 libros de la Biblia. Debemos conocer el hecho de que Dios envió a estos dos siervos justos al mundo y que hemos recibido la remisión de los pecados gracias a la obra que ellos dos llevaron a cabo. Debemos entender este hecho claramente y creer en él porque Juan el Bautista borró todos nuestros pecados al transferirlos a Jesús y Jesús hizo la obra de limpiarlos al ser bautizado.
Debemos tener un corazón lleno de gozo como el himno que cantamos en Navidad: «¡Alegría al mundo, ha venido el Señor! Que la tierra reciba a su Rey». El Señor nos ha dejado sin pecados al preparar a Juan el Bautista y después recibir el bautismo de Juan. Tomó los pecados de toda la humanidad y así fue condenado por esos pecados en nuestro lugar y por ello fue clavado en la Cruz, resucitó al tercer día y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios Padre. Por eso damos gracias sinceramente y gloria al Señor que vino al mundo hace más de 2000 años para salvarnos a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Yo deseo de todo corazón que reciban el perdón de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El perdón de sus pecados se encuentra en la Palabra de Dios, no en sus emociones. Aunque sus corazones estén llenos de emoción, en realidad eso no es prueba de su salvación. Está escrito en la Biblia que en el principio la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. ¿Cómo y dónde obra el Espíritu de Dios? Sobre las aguas. Obra cuando creemos en la Palabra. Dios nunca obra en una persona que no predica la Palabra de Dios tal y como es y que no cree en ella. Esta persona no tiene el Espíritu Santo dentro por mucho que diga que ha recibido la salvación. 
Entre los cristianos del mundo veo muchos que no tienen el Espíritu Santo, aunque digan que han recibido el perdón de los pecados por sus propios medios. Cuando veo a las personas puedo distinguir a los que tienen el Espíritu Santo de los que no lo tienen. Por mucho que hablen de su fe lo sé todo sobre ellos cuando hablo con ellos y les escucho. Las personas que tienen el Espíritu Santo en sus corazones pueden decirlo todo con las Escrituras, pero las que no tienen el Espíritu Santo no pueden decir nada cuando les quitas el cuaderno de notas. ¿Por qué? Porque no tienen el Espíritu Santo dentro de sus corazones. Sólo podemos decir la verdad cuando Dios está dentro de nosotros. Sólo podemos ser salvados si creemos en la Palabra de corazón. Entonces el Espíritu Santo pone su sello en nuestros corazones. «¡Correcto! Tu fe es correcta. Estás en lo cierto. Eres justo». Él obra así.
Queridos santos, deben entender el papel de Juan el Bautista. Deben entender la razón por la que Juan el Bautista nació 6 meses antes que Jesús, además de por qué Juan el Bautista bautizó a Jesús; por qué dijo que Jesús era el Cordero de Dios que quitaba el pecado del mundo; ¿por qué Jesús dijo: «Deja ahora, porque asi conviene que cumplamos toda justicia»; y por qué Jesús recibió el bautismo? Y deben creer en las razones.
El Espíritu Santo aprueba en nuestros corazones y dice: «¡Correcto! Tu fe es correcta» cuando creemos según la Palabra y no según nuestras emociones. Cualquiera puede recibir la remisión de los pecados si cree en la Palabra de la Verdad completamente, ya sea coreano o un extranjero. No importa que tenga un conocimiento completo de Dios o no. El Espíritu Santo vive en su corazón si predica la Palabra tal y como es y cree en ella. Yo he visto esto muchas veces.
Está escrito que el Espíritu Santo descendió del cielo cuando Pedro estaba predicando la Palabra y esto es cierto porque esta Palabra es la Palabra de Verdad. La forma en la que creen es importante. ¿Creen en la función de Juan el Bautista? ¿Creen en Jesús? ¿Creen que Jesús resolvió el problema del pecado de una vez al tomar nuestros pecados en Su bautismo? ¿Creen que Dios nos dejó sin pecado cuando Juan el Bautista transfirió los pecados a Jesús? La remisión de nuestros pecados se completó gracias a la obra de Juan el Bautista y Jesús. Lo sabemos y creemos en ello.
Intentar recibir la remisión de los pecados creyendo en Jesús, que nos salvó de los pecados, y omitiendo la función de Juan el Bautista es creer sólo en la mitad del Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra fe no debe ser así. Debemos tener fe en el perfecto Evangelio del agua y el Espíritu.
Como creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿tienen pecados? No. ¿Están sin pecado porque han hecho una buena obra? No, están sin pecado gracias a la obra de Jesús y Juan el Bautista y porque que creen en esto. ¿Acaso no pecamos todos los días? ¿No somos insuficientes? ¿Saben que nosotros también somos débiles?
El Señor nos salvó cuando no podíamos borrar nuestros pecados e íbamos al infierno por culpa de estos pecados. ¿No están agradecidos? Esta es la salvación. Doy gracias a Dios una vez más. Nos hemos reunido aquí para dar culto a Dios, escuchar la Palabra, servir al Evangelio, servir al Señor y seguirle ante la presencia de Dios porque el Señor nos salvó, porque nos dio la remisión de los pecados al tomarlos sobre Sí mismo mediante Juan el Bautista. No hay ninguna razón por la que seguir y creer en el Señor si no es por esta salvación. No conseguimos poder en este mundo si creemos y seguimos al Señor y no serviría de nada hacerlo si no fuera porque nos quita los pecados.
La economía y el entorno natural de este mundo se destruirán. Pero la Iglesia de Dios predicará el Evangelio del agua y el Espíritu firmemente incluso cuando el mundo se venga abajo. Creo que habrá mucha más gente que se salvará al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Doy gracias a Dios.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados». Dios envió a Su siervo Juan el Bautista y bautizó a Jesús para enseñarnos la Verdad de la salvación que procede de Su misericordia. El Señor fue bautizado por Juan el Bautista y fue clavado en la Cruz para darnos el perdón de los pecados mediante Su preciosa sangre.
Damos gracias a Dios y creemos en Él.