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Sermoni

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-71] Qué Escritura puede salvar a los pecadores de los pecados del mundo (Génesis 40:1-23)

(Génesis 40:1-23)
“Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto. Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión. Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado. Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora. Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero. Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel. Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza. En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza. Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son. Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti. Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores. E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón. Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José. Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.”
 
 
Hoy me gustaría compartir con ustedes la Verdad de la salvación a través de la historia del pastelero y mayordomo jefes. La primera pregunta es, ¿de qué tipos de pecados nos salvó Dios? Y la segunda pregunta es qué tipo de personas pueden ser salvadas ante Dios y qué tipo de persona no puede serlo. Voy a hablarles de estas cuestiones acerca de la salvación espiritual.
La Palabra de Dios fue escrita por los siervos de Dios cuando fueron movidos con el Espíritu Santo. Por eso, esta Palabra es la Verdad que nos habla de cómo Dios nos ha salvado a los pecadores de todos los pecados a través de la justicia de Jesucristo. Por tanto, cuando leemos esta Palabra a través de la justicia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ver que la Biblia es completamente diferente de cualquier novela o libro de historia que se puede obtener en este mundo. Así que no debemos considerar la Palabra de Dios como meras palabras humanas. Creemos que Dios nos está hablando a través de la Palabra como la escribieron Sus siervos sobre cómo conseguir esta valiosa vida nueva. El Evangelio del agua y el Espíritu, como se revela en la Palabra de Dios, es sin duda la Verdad que ofrece la salvación a todos los creyentes y les libra del pecado.
Hemos leído el pasaje de las Escrituras de Génesis 40:1-3. Estos versículos nos dicen que el panadero y el mayordomo del rey de Egipto ofendieron a su señor, el faraón, y por sus ofensas estaban bajo la custodia del capitán de la guarda, en una prisión, el lugar donde estaba confinado José por falsas acusaciones de intento de violación de la mujer de su señor. Estos dos siervos estaban en la misma prisión de José. Ahora vamos a examinar lo que el Señor quiere enseñarnos a través de este pasaje de las Escrituras.
Está escrito: “El copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto”. Estos dos siervos con cargos altos estaban en prisión porque habían ofendido a su rey. De esta manera, todos los seres humanos cometen pecados ante Dios por mucho que intenten no pecar. No hay ni una sola persona que no cometa pecados. Así, desde una perspectiva espiritual, todo el mundo puede ser confinado en una prisión de pecado. Todo el que vive en este mundo tiene pecados, y por esta razón, está sufriendo espiritualmente con mucho dolor mientras está confinado en esta prisión de pecado, como estos dos siervos del rey.
Sin embargo, la mayoría de la gente de hoy en día está dedicada a sus religiones respectivas para recibir la remisión de sus pecados. Al participar en religiones de este mundo no pueden ser limpiados de sus pecados. Esto se debe a que no pueden limpiar sus pecados con sus propios esfuerzos o voluntad. Y así, quien quiera ser limpiado de sus pecados debe conocer y creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Palabra de la remisión de los pecados que Dios nos dio. El Señor dice: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
En realidad, estas dos personas, el mayordomo y pastelero jefes, no son las únicas que cometen pecados ante Dios. Todas las personas en el mundo entero son siervas del pecado que no pueden evitar pecar ante Dios. ¿Qué tipo de pecados cometemos ante Dios? Debemos leer la Palabra de Dios en detalle para aprender más acerca de esta cuestión.
¿Por qué seguimos viviendo cometiendo pecados? La verdad es que, aunque todas las personas intenten no cometer pecados, no pueden evitar cometer pecados continuamente. Cuando nacemos en este mundo, ningún ser humano es libre porque todo el mundo, sea quien sea, sigue cometiendo pecados durante toda su vida. La gente odia pecar, pero peca continuamente. Y por estos pecados siguen viviendo con mucho sufrimiento. Siguen viviendo con angustia juzgándose a sí mismos por ser muy pecadores. Así, somos pecadores que no pueden cometer muchos crímenes ante Dios.
 
 

¿Por qué cometemos pecados?

 
Debemos meditar profundamente acerca de nuestra verdadera naturaleza para encontrar la respuesta a esta pregunta. “¿Por qué cometemos pecados ante Dios?”. Si no entendemos la respuesta a esta pregunta clara y definitivamente, tendremos muchos problemas y cometeremos errores en nuestras vidas con caos. ¿Somos seres que no pueden evitar cometer pecados durante todas nuestras vidas? ¿Cómo nos hemos convertido en personas que no pueden evitar cometer pecados ante Dios? ¿Por qué nos dicen los grandes sabios de este mundo que nos conozcamos a nosotros mismos?
Debemos entendernos a nosotros mismos bien. Debemos saber precisamente lo que Dios ha dicho acerca de nuestras naturalezas fundamentales. Solo entonces podremos reconocer a Jesucristo y creer en Él correctamente, como el Salvador, que vino por el agua y la sangre. Asimismo, debemos intentar averiguar cómo el Señor nos ha salvado de los pecados del mundo y cómo los eliminó exactamente.
Entonces podemos vivir como hijos de Dios al creer en la justicia de Dios. Pero si no entendemos que somos pecadores fundamentalmente, tendremos muchos problemas y caos. Creer en Jesús como el Salvador sin saber qué tipo de pecadores somos es como intentar tomar cualquier tipo de medicina sin saber qué tipo de enfermedad tenemos. Por tanto, si quieren recibir la remisión de los pecados de Dios primero deben conocer la enfermedad de sus pecados correctamente. Y entonces tendrán que buscar un médico para que les cure de esa enfermedad del pecado. ¿No es así? Debemos conocer nuestra naturaleza básica acerca de qué tipo de seres somos ante Dios. Todo el mundo debe creer en la justicia de Jesús y aceptarla conociendo correctamente cómo es un pecador.
 
 

El estado espiritual de toda la humanidad

 
Voy a mostrarles nuestro estado espiritual leyendo el Libro de Isaías 59, del versículo 1 al 8.
“He aquí que no se ha acortado
la mano de Jehová para salvar,
ni se ha agravado su oído para oír; 
pero vuestras iniquidades han hecho división
entre vosotros y vuestro Dios,
y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para no oír. 
Porque vuestras manos están contaminadas de sangre,
y vuestros dedos de iniquidad;
vuestros labios pronuncian mentira,
habla maldad vuestra lengua. 
No hay quien clame por la justicia,
ni quien juzgue por la verdad;
confían en vanidad, y hablan vanidades;
conciben maldades, y dan a luz iniquidad. 
Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas;
el que comiere de sus huevos, morirá;
y si los apretaren, saldrán víboras. 
Sus telas no servirán para vestir,
ni de sus obras serán cubiertos;
sus obras son obras de iniquidad,
y obra de rapiña está en sus manos. 
Sus pies corren al mal,
se apresuran para derramar la sangre inocente;
sus pensamientos, pensamientos de iniquidad;
destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. 
No conocieron camino de paz,
ni hay justicia en sus caminos;
sus veredas son torcidas;
cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz”
(Isaías 59:1-8).
Este pasaje de las Escrituras nos habla acerca del estado espiritual de todos los seres humanos. Debemos entender que, cuando Dios intenta salvarnos, no puede hacerlo porque nuestras iniquidades nos separan de Él; no porque Su mano sea corta o porque Sus oídos no escuchen nuestras oraciones. Somos seres que adoran a ídolos y cometen pecados con nuestras manos, corazones, labios y lenguas; también formamos planes malvados en nuestros corazones y cometemos crímenes al ponerlos en acción. Así, debemos darnos cuenta de que nos hemos convertido en pecadores que matan a mucha gente con nuestros corazones, pensamientos o incluso acciones. Casi todo el mundo vive en agonía por culpa de otros seres humanos. Hay quien piensa que este mundo sería una utopía si no hubiese seres humanos. Todas las demás criaturas siguen viviendo sus vidas bien y de manera natural en este mundo. Sin embargo, los seres humanos tienen pecados malvados en sus corazones y viven matándose los unos a los otros y causando dolor a los demás. Por eso la Biblia dice:
“Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas;
el que comiere de sus huevos, morirá;
y si los apretaren, saldrán víboras” (Isaías 59:5).
¿Significa esto que los seres humanos son así?
Sí, es así. Sin la justicia de Dios no podemos escapar de los pecados del mundo por muy virtuosas que sean nuestras obras. Así, somos seres que cometen pecados rápidamente. Los pensamientos humanos son pensamientos de iniquidades; los seres humanos no conocen la paz y no son justos; y han creado caminos torcidos por su cuenta. La gente así está arruinando sus vidas porque, aunque el camino para la salvación de todos los pecados haya sido marcado por Dios, los seres humanos no conocen este camino. La realidad es que hay demasiadas personas que están en esta situación.
¿Qué tipo de seres humanos somos a los ojos de Dios? ¿Son los seres humanos una raza de obradores de iniquidad o son fundamentalmente buenos? Debemos entender esto correctamente. Los seres humanos hacemos el mal. Esta es la naturaleza básica que tenemos desde nuestro nacimiento. En realidad, somos humanos que no solo tienen la esencia del mal, sino que también hacen el mal. Asimismo, no solo hacemos el mal por casualidad, sino que cometemos pecados al planear hacer el mal. Asimismo, como todos los seres humanos nacen siendo ciegos espiritualmente, no conocen el camino de la paz; no saben si deben recibir la remisión de los pecados de Dios por su ceguera espiritual. Van de un lado a otro en un caos completo porque no pueden encontrar el camino que lleva a la remisión de los pecados por su cuenta. Además, no saben que están desafiando la justicia de Dios y que están en contra de la gracia de Dios. Esta ceguera espiritual prevalece en todo el mundo que vive en este mundo. Así que la Biblia nos está diciendo desde el principio que los seres humanos están viviendo en un lugar sin forma, vacío y oscuro (Génesis 1:2). Jesús nos habla de esta verdad en el Evangelio de Marcos 7, 20-23. Sabía que toda la humanidad es una masa de iniquidades. Y por eso habló de estas verdades en Isaías 59.
 
 

El Señor dijo: “Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre”

 
Marcos 7:20-23 dice: “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. Nuestro Señor dijo que lo que sale del hombre es lo que lo contamina. No es la comida rápida lo que contamina al hombre, sino que es el pecado del corazón lo que lo contamina. El Señor dice que los humanos cometen todo tipo de pecados por el mal y la suciedad que hay en sus corazones.
El Señor habla de esto en Marcos 7:21-23: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” y esto nos está enseñando que estos doce tipos de pecados salen del corazón de la gente. Si esto es verdad, ¿qué tipo de seres somos los seres humanos? Los seres humanos somos criaturas que hacen el mal. Esto se debe a que todo el mundo nace con estos doce tipos de pecados heredados de sus padres desde que nace: adulterio, fornicación, asesinato, hurtos, codicia, maldad, engaños, lujuria y mal ojo, blasfemia, orgullo e insensatez.
Esto es similar a la Palabra de Isaías, que dice:
“Porque vuestras manos están contaminadas de sangre,
y vuestros dedos de iniquidad;
vuestros labios pronuncian mentira,
habla maldad vuestra lengua. 
No hay quien clame por la justicia,
ni quien juzgue por la verdad;
confían en vanidad, y hablan vanidades;
conciben maldades, y dan a luz iniquidad. 
Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas;
el que comiere de sus huevos, morirá;
y si los apretaren, saldrán víboras. 
Sus telas no servirán para vestir,
ni de sus obras serán cubiertos;
sus obras son obras de iniquidad,
y obra de rapiña está en sus manos.” (Isaías 59:3-6).
La Biblia nos está diciendo que el pecado dentro de los corazones de la gente matará a otras personas. Nos está diciendo que estas personas harán daño y mal a otras. ¿Qué tipo de criaturas somos todos? ¿Qué es ser humano en realidad? La Escrituras dicen que los seres humanos cometen varios tipos de pecados durante toda la vida porque somos criaturas malvadas que, en esencia, nacimos con deseos malvados. Por tanto, aunque no queramos cometer pecados, no podemos evitar cometer estos pecados repetidamente a lo largo de nuestras vidas hasta que morimos.
Hay un poeta coreano llamado Dongju Yun (1917-1945) cantó en un poema titulado “Prólogo”:
“No quiero tener vergüenza
bajo el cielo
hasta que muera.
Aunque los vientos entre el follaje
hagan sufrir a mi corazón”.
Intentó evitar lo que molestaba a su conciencia. Aunque no sea común, hay personas como este poeta. Sin embargo, esta vida sería simplemente un deseo imposible, pero la verdad es que no debemos vivir así. Como todos los seres humanos nacen con los pecados heredados de sus padres, no pueden evitar seguir cometiendo estos doce tipos de pecados, si no son redimidos de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la situación actual los seres humanos. Por tanto, los seres humanos deben conocerse a sí mismos correctamente. Antes de creer en Jesús, primero debemos conocernos a nosotros mismos primero.
La Biblia dice que el mayordomo y pastelero jefe fueron encarcelados porque habían ofendido a su señor, el Faraón, rey de Egipto. ¿Cómo nos convertimos en pecadores? Nacimos con estos doce tipos de pecados y por esta razón nos hemos convertido en personas que siguen cometiendo pecados durante toda su vida. Primero debemos darnos cuenta de esto y reconocer que somos seres malditos que cometen pecados sin cesar ante Dios. Debemos entender que, cuanto más intentamos no cometer pecados, sin saber qué tipo de seres somos, más pecados salen de nuestros pecados automáticamente.
La Biblia dice que la gente nace en este mundo con un corazón lascivo. También dice que la gente tiene pensamientos malvados. Consideremos esto durante un momento. Digamos que intentan no cometer actos lascivos a pesar de tener corazones lascivos. Digamos que pasan por un cine que tiene un póster con imágenes lascivas. Entonces, ¿acaso no querrían sus corazones mirar esas imágenes? Cuando pasan por delante, esconden su cabeza y miran furtivamente pensando: “¡Dios mío!”. Sin embargo, aunque piensen en esto sorprendidos, como tienen un corazón lascivo, se volverían locos si no mirasen el póster. Para mantener su moralidad, no pasarían demasiado tiempo leyendo el cartel en público, pero si estuviesen solos, lo mirarían. Como tenemos corazones lascivos, cometemos acciones lascivas. La Biblia dice claramente que los seres humanos tienen pensamientos malvados, seamos quienes seamos. Hacemos cosas malvadas porque tenemos pensamientos malvados. Y por esta razón estamos encarcelados por el pecado y sufrimos mucho dolor. Por estos pecados dentro de nuestros corazones somos pecadores ante Dios.
 
 
Nuestros pecados están escritos en dos lugares
 
Cuando la gente comete pecados, se quedan escritos en el corazón primero y después en el Libro del Juicio. Jeremías 17, 1 dice:
“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante;
esculpido está en la tabla de su corazón,
y en los cuernos de sus altares”.
Cuando alguien comete un pecado, Dios lo escribe en la tabla del corazón de esa persona: “Habéis cometido estos pecados este día”. La gente es obradora de iniquidad desde su nacimiento y hay muchos pecados escritos en las tablas de sus corazones. Aunque el hombre haya sido creado a la imagen de Dios, comete pecado porque lo ha heredado. Asimismo, peca repetidamente olvidando el hecho de que ha cometido estos pecados. Esto se debe a que el hombre es la semilla de maldad.
Los perros in educar se comen sus propias heces. No piensan que sus excrementos estén sucios. De la misma manera, los seres humanos son masas de pecados, por lo que piensan que sus deseos humanos son buenos, o por lo menos que son instintos. Nunca piensan que sus pecados están sucios. Pero Dios los escribe en las tablas de sus corazones. Por eso la Biblia dice que el pecado de Judá está escrito con una pluma de hierro, con la punta de un diamante, en las tablas de los corazones y en los cuernos del altar. Como está escrito en el pasaje anterior, los pecados están escritos en dos lugares. En primer lugar, están escritos en las tablas de nuestros corazones y en segundo lugar en el Libro del Juicio ante Dios.
 
 

¿Cuál es el papel de la Ley?

 
Dios nos dio la Ley. Como no sabemos qué es el pecado, Dios nos dio Su Ley e hizo que nos diésemos cuenta a través de la Ley de lo que es el pecado. “No tendréis otros dioses ante Mí. No haréis imágenes grabadas. No tomaréis el nombre de Dios en vano. Santificaréis el sábado. Honraréis a vuestros padres y madres. No mataréis. No cometeréis adulterio. No robaréis. No daréis falso testimonio ni mentiréis. No codiciaréis la casa del prójimo”. Estos son los Diez Mandamientos. Hay 613 estatutos sobre qué hacer y no hacer en la Ley en total, pero Dios escogió 10 estatutos que representaban los 613 y los conocemos como los Diez Mandamientos. Los primeros 4 estatutos de los Diez Mandamientos son las cláusulas que debemos cumplir en relación con Dios y los otros 6 son las leyes que los humanos deben cumplir en relación con el prójimo.
Entonces, ¿por qué nos dio Dios la Ley? Nos dio la Ley para que nos diésemos cuenta de nuestros pecados. Cuando estamos delante del espejo de cada estatuto de la Ley y vemos el reflejo, veremos qué tipo de pecados hemos cometido. Por eso Romanos 3:19-20 dice: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Al darnos la Ley, nos hizo darnos cuenta de lo que es el pecado y qué tipo de pecadores somos. Nos dijo: “No mataréis” porque somos seres que cometen asesinatos en cualquier momento. Somos seres que cometen asesinatos en el nombre de Dios y esto significa que somos culpables. Así somos culpables según la Ley y somos pecadores ante Dios. Y por eso somos completamente pecadores. Podemos pensar que hay una diferencia entre los que cometen muchos pecados y los que cometen solo unos pocos pecados. Pero, ya cometamos muchos pecados o pocos, somos igual de pecadores a los ojos de Dios, porque el pecado es pecado para Dios.
 
 
La gente no conoce sus pecados correctamente
 
El hecho de que los seres humanos no pueden evitar cometer pecados es algo que podemos debatir. Es algo serio, pero por desgracia los que han cometido muchos pecados no conocen sus pecados. En las cárceles ¿de qué se lamentan algunos criminales condenados? “No he cometido un crimen. Pero he sido condenado a muerte”. Algunos de ellos contestan: “En realidad, has cometido muchos pecados, pero estás libre porque tienes suerte. Pero yo no he tenido suerte; me pillaron cuando cometí un solo crimen y fue sentenciado a muerte por la ley de este mundo. En realidad, no creo que merezca esto. Como otras personas, no he cometido un crimen grave que merezca la pena de muerte, pero ¿por qué solo yo he recibido está pena?”. Entonces, si le preguntan qué hizo para merecer la pena de muerte, contestaría: “Alguien entró en mi casa y me enojé tanto que le eché gasolina y le prendí fuego. Por eso me han condenado a muerte”. Entonces diría algo así: “¿Y tú? ¿Estás limpio? ¿No has cometido ningún pecado? ¿Acaso nunca has deseado matar? Yo lo hizo por accidente, pero no tenía la intención de matarle. ¿No has cometido muchos pecados? Pero eres un hombre libre en el mundo y yo soy un hombre condenado confinado en esta celda sin poder ver el sol. Estoy en esta situación triste porque no he tenido suerte”. Esta conversación nos muestra que la mayoría de la gente no toman en serio sus pecados.
¿Por qué no conoce sus pecados este criminal? Porque nunca se ha examinado ante la Ley, especialmente ante el estatuto que dice que no hay que matar. Si comparamos una persona con otra, todas son iguales. ¿Hay alguien especial? ¿Es cierto que Confucio era alguien que no cometía pecados y que los clérigos famosos del mundo y la gente religiosa no comete pecados? La verdad es que todos cometen pecados. La única diferencia es si han sido expuestos a sus acciones pecadores que violan la ley claramente.
En realidad, nacemos con pecados y seguimos viviendo cometiéndolos y por eso somos criminales. Ante Dios y ante la gente e incluso las leyes de este mundo somos pecadores. En este mundo secular solo los que han sido arrestados o condenados por sus crímenes reciben un castigo. Pero la Ley de Dios no solo juzga las acciones de la gente, sino también los pensamientos e intenciones malvados de los corazones. Por tanto, como nacemos con pecados, quedamos encarcelados por los pecados y por ello se quedan en nuestros corazones.
 
 

Solo los que reconocen sus pecados pueden encontrar el camino de la salvación

 
Dios nos habla diciendo: “Habéis cometido estos pecados este día” porque los escribe en las tablas de nuestras conciencias. Hace brillar la luz de la Ley y la luz de la conciencia en nuestras acciones y pensamientos. Nuestra conciencia funciona juzgando el bien o el mal. Y por eso, incluso los que no conocen la Ley tienen angustia en sus almas porque sus conciencias actúan como la Ley de Dios. La gente que ignora la ley de la conciencia no conoce su naturaleza fundamental y simplemente vive como quiere. Pero los que conocen esta ley temen a Dios y escuchan Su Palabra. Todo lo que tenemos que hacer es hablarles a estas personas acerca d la Ley. Examinarse a uno mismo ante la Palabra de la Ley que dice: “No tendréis otros dioses ante Mí”, nos ayuda a darnos cuenta de cuántos dioses hemos tenido, y reflexionar sobre el pasado ante la Palabra de la Ley que dice: “No tomaréis el nombre del Señor vuestro Dios en vano” esa persona se dará cuenta de cómo había rebajado a Dios. Hay muchos idiotas sin remedio que dicen que todo está bien por sus propios méritos, pero que todo lo malo que pasa es por culpa de Dios.
Debemos darnos cuenta de esto y confesar: “Soy un pecador ante Dios. Y estoy haciendo estas acciones continuamente. Ahora sé que no puedo cometer pecados hasta que muera porque nací con pecados”. Solo cuando hacen esto podrán buscar a Jesucristo y pedirle ayuda. Y cuando se den cuenta de cómo Jesucristo les ha salvado, quedará grabado en sus corazones y serán salvados por fe. Cuando se dan cuenta de cuál es su naturaleza fundamental y cómo el Señor les ha salvado, serán salvados y se convertirán en hijos de Dios, y cuando crean en Él completamente podrán exclamar: “¡Vaya! El Señor ha venido a este mundo de esta manera y ha cumplido todas estas obras justas para mi salvación”.
Al admitir honesta y transparentemente todos nuestros pecados que hemos cometido hasta ahora y los pecados que tenemos en nuestros corazones y al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu de Jesús, podemos ser lavados de todos nuestros pecados y estar puros y blancos como la nieve y convertirnos en Su pueblo. Cuando esto nos ocurre, el Espíritu Santo que vive dentro de nuestros corazones nos traerá este cambio. Cuando el Espíritu Santo reside en nuestros corazones, empezaremos a sentirnos nuevos y nos gustará lo que antes odiábamos y odiaremos lo que nos gustaba en el pasado. Todo cambiará porque nuestros corazones han cambiado y esto no ocurre por nuestra cuenta. Y así seremos personas muy benditas ante Dios.
Por tanto, si queremos recibir la remisión de los pecados, primero debemos darnos cuenta de que somos personas malditas nacidas con estos doce tipos de pecados como dice Marcos 7:21-22: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez”. Debemos darnos cuenta antes de nada de que no podemos cometer pecados continuamente porque tenemos un corazón pecador. Intentar no cometer pecados puede parecer algo admirable, pero es más admirable aceptar la verdad de que no pueden evitar cometer pecados porque los han heredado de sus padres a pesar de sus esfuerzos de no cometer pecados.
 
 
Deben conocer la causa de la enfermedad del pecado antes de ser sanados
 
Deben conocerla. Su corazón enfermo no puede ser sanado a no ser que conozcan la causa de la enfermedad del pecado. Si no saben por qué siguen cometiendo pecados, no podrán recibir la remisión de los pecados, aunque estén ante el Señor ahora mismo. Si no se enfrentan a esta realidad, no podrán conocer al Señor. Por eso el Señor nos dijo que los que están bien no necesitan un médico, pero los que están enfermos sí. Dicho de esta manera, Jesús es quien sana la enfermedad de nuestros corazones, así que primero debemos estar enfermos para necesitar a este Jesús. En cuanto a los que no están enfermos de pecado y deberían conocer a Jesús, solo le reconocen como alguien que tiene amor abundante y maravilloso. Esto es simplemente adorarle con nuestros labios.
Por tanto, deben darse cuenta de que son los que irán al infierno por estos pecados que tienen en su corazón. La Biblia dice: “Porque la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23), y ustedes serán juzgados por Dios e irán al infierno si sus pecados no son eliminados perfectamente. La Biblia dice que, si alguien tiene la mínima cantidad de pecados, irá al infierno. Como hay muchas personas que son sentenciadas a ser arrojadas al infierno por sus pecados que tienen en sus corazones, ¿no es ridículo verlos decir fervientemente que Jesús es su Señor y que Dios es grande. Que lo aman. Que merece mucho respeto. Si todavía dicen: “Como te adoro a Ti, creeré en Ti, Jesús”, ¿desaparecerán sus pecados? No desaparecerán. Primero tienen que averiguar qué tipo de enfermedad han contraído.
Hace algún tiempo fui a ver a un médico porque tenía la garganta muy irritada. En nuestro Hospital General debes saber qué parte del cuerpo te duele para saber a qué departamento ir. Así que seguí las instrucciones del recepcionista. Entonces me vio una persona que estaba a cargo del departamento de medicina familiar.
El médico me preguntó: “¿Qué le trae aquí?”.
Le contesté: “Tengo agujeros en la lengua. Y me duele mucho la garganta”.
“Abra la boca por favor”.
“Ahhhhh” y me dijo:
“Vaya al laboratorio de electrocardiogramas para que le hagan uno”.
Así que, después de esperar durante horas, me lo hicieron y volví al mismo médico. Entonces me dijo: “Vuelva aquí el viernes que viene para ver los resultados”. Cuando volví a esta cita me dijo que necesitaba una radiografía. Así que me hicieron una radiografía. Después pagué la factura y me fui a casa. En la tercera visita el médico me dijo que necesitaba otro tipo de prueba. Quería que me dieran un tratamiento inmediato para la garganta, pero en vez de curarme, este doctor solo me mandaba más pruebas. Me seguía doliendo la garganta y estaba gastando mucho dinero. Así que me enfadé con este hospital. Llegué a la conclusión de que a este hospital no le importaban sus pacientes, sino solamente por el dinero. Así que fui a otro hospital en Seúl y mi garganta se curó después de que me tratase un especialista.
Si quieren que le curen sus enfermedades, deben saber exactamente dónde les duele e ir a un especialista para que les diagnostique y trate su enfermedad correctamente. Y cuando su enfermedad es diagnosticada correctamente, recibirán el tratamiento adecuado. Solo cuando hacen esto podrán ser sanados de sus enfermedades y volver a ser sanos y felices. De la misma manera, no podrán ser sanados de la enfermedad del pecado con tan solo ir a la iglesia porque piensen que dicen la verdad. Deben pensar si sus corazones enfermos de pecados han sido sanados completamente después de haber sido tratados en esa iglesia a la que han ido. Solo entonces podrán recibir la respuesta adecuada a su pregunta de si ese es el lugar adecuado para que sus pecados sean tratados.
En realidad, hemos nacido con pecados desde que nacimos y somos pecadores que cometen pecados durante toda su vida. Aunque no hayan cometido ningún crimen, son pecadores. Aunque no hayamos cometido asesinatos y aunque no hayamos robado nada, somos pecadores porque tenemos un corazón pecador ante Dios. La Biblia dice que Dios mira dentro de nuestros corazones. Por eso somos pecadores desgraciados. Cuando contemplan sus propios corazones ante la Palabra de Dios, primero deben examinar lo siguiente: “Soy un pecador o no; ¿puedo vivir por la Ley? ¿Tengo pecados en mi corazón ahora? ¿Reconozco la Palabra de Dios?”. Si el diagnóstico es que son pecadores e irán al infierno según la Ley de Dios entonces pueden conocer a Jesucristo.
Sin embargo, si no han llegado a la conclusión de que son pecadores que merecen ir al infierno, no intentarán buscar a Jesucristo y si lo encuentras no le darán importancia y lo considerarán un maestro de ética simplemente. Si alguien no se reconoce a sí mismo como un grave pecador, no necesitará a Jesús. Si alguien no va de camino al infierno, esa persona no necesita un Salvador. De la misma manera en que una persona que no se está ahogando no necesita que la rescaten, una persona debe tener el más mínimo pecado para desear conocer al Salvador Jesucristo. Lo que estoy diciendo es que, aunque tengamos un poco de pecado seremos destruidos. Si tenemos pecados, moriremos. Por tanto, debemos darnos cuenta de esta verdad completamente y buscar al Salvador. Y al darnos cuenta de cómo el Salvador nos ha salvado podemos ser salvados verdaderamente. Solo un paciente necesita un médico.
 
 
Los cristianos de hoy en día están viviendo una vida de fe en un caos completo
 
La mayoría de cristianos y muchas personas religiosas tienen los siguientes pensamientos: “Sea cual sea mi religión, seré fiel, así que le pido a Dios que me dé dinero en efectivo y no letras de pago. Quiero que me dé bendiciones al reconocer todas mis obras virtuosas”. Están negociando con Dios, diciendo: “Dios, recuérdame porque estoy preparado para servirte bien”. Así que, la mayoría de cristianos de hoy en día han caído en un caos completo.
Génesis 1:2 dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Aquí se dice: “la tierra estaba sin forma”, lo que significa que los corazones de la gente están sumidos en un caos completo. Esto nos está diciendo que estos seres humanos pecadores están intentando servir a Dios bien, pero ¿seremos bendecidos por Él? Si no les atropellan tendrán suerte, pero cuando siguen haciendo esto son malditos. Y así, a pesar de haber intentado servir a Jesús bien y creer en Él, muchas personas se suicidan por la agonía de sus pecados. Muchos cristianos están siendo hospitalizados en hospitales psiquiátricos hoy en día. ¿Por qué? Aunque quieren creer en Jesús y seguirle de todo corazón no pueden hacerlo porque sus pecados siguen intactos en sus corazones y además no han recibido la remisión de los pecados y por eso están en pura agonía.
Yo conocía a un cristiano anciano que era un verdadero caballero. Era muy bien parecido de la cabeza a los pies. No le podías encontrar ningún fallo con respecto a su apariencia externa. Pero un día, subió a una montaña, se echó gasolina por todo el cuerpo, se prendió fuego y murió quemado. En su testamento escribió: “Soy seguidor de Jesús, pero mis pecados no salen de mi corazón. Estos pecados son tan horrorosos que tengo que tomar medidas extremas contra ellos. Así que ahora, como última acción, me echaré gasolina por todo el cuerpo para morir quemado. Para limpiar todos estos pecados que hay dentro de mi corazón antes de morir, quemaré mi cuerpo”.
Era un cristiano fiel y respetado por todos los creyentes de su iglesia, pero hizo esto tan ridículo y trágico por las acciones que habían salido de su corazón. ¿Desaparecerán los pecados de su conciencia si intentan quemar su cuerpo? No, absolutamente no.
¿Entonces por qué agonizó tanto? En primer lugar, no sabía qué tipo de pecador era. Dicho de otra manera, intentó creer en Jesús como el Salvador por su cuenta. La mayoría de cristianos suelen pensar en Jesús con sentido común como el que fue clavado en la Cruz. Jesús es el Dios del amor; es el Hijo de Dios; es el Todopoderoso, y es nuestro Salvador. Así que creen que murió en la Cruz por ellos y que les ha salvado de sus pecados. Y así, la mayoría de las personas van a la iglesia y suele pensar que ha encontrado a Jesús por su cuenta, aunque tienen pecados en sus corazones. Dicen: “Querido Señor Jesús. Encantado de conocerte. Te amo mucho. He oído hablar de Ti”. Y así siguen pensando solo en Jesús clavado en la Cruz y le aman. Pero es un malentendido que tienen la mayoría de cristianos. Sin embargo, intentan servir al Señor y amarle mucho más. Pero la realidad es que no pueden ser salvados si viven una vida decente. Primero tienen que darse cuenta de que son seres que primero deben recibir la remisión de los pecados de este Jesús. Si no han sido salvados de todos sus pecados estarán destinados a ir al infierno sin duda.
 
 
Primero deben conocer su naturaleza fundamental correctamente
 
Debemos saber que, cuando nacemos de nuevo en este mundo, todos somos obradores de iniquidad, y somos seres humanos que deben ser destruidos sin cuestión. Y nuestro fin es el infierno. Cuando nacemos somos pecadores como descendientes de Adán. Y por eso en el Antiguo Testamento David confesó: “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Nos está diciendo que su padre y madre le concibieron en pecado y que nació en iniquidad. Significa que los seres humanos nacen en pecado y maldad y cometen pecados.
David cometió adulterio por tomar a la mujer de Uría, Betsabé. Un día iba caminando por el tejado de la casa del rey y vio a una mujer desnuda llamada Betsabé bañándose. Les he dicho que estas personas tienen un corazón lascivo. Les he dicho que también tienen un corazón codicioso. Este corazón codicioso le dijo: “Eh, David. ¿No la quieres? Te gusta Betsabé, ¿no? Si te gusta, tómala”. Y entonces su corazón ladrón dijo: “Róbala, David. Después de todo eres un rey y tienes el poder para hacerlo. Inténtalo. Inténtalo”. Pero estaba avergonzado de su conciencia y David cerró sus ojos y agitó la cabeza diciendo: “¡No puedo hacerlo! ¡No puedo!”. Entonces este deseo codicioso le dijo a David de nuevo: “¿Qué quieres decir con que no puedes? Yo te apoyo. Tu corazón la desea. Haz lo que te pide el corazón”. David dijo: “Entonces ¿la miro a la cara una vez?”.
Así que David ordenó a su guardia que le trajese a Betsabé. Cuando vio su cara de cerca, se sintió contento. Y sintió el deseo de tomarla. Como salieron de su corazón los doce tipos de pecados, David empezó a cometer pecados. Y para esconderlos mató a Uría, el marido de Betsabé. Tuvo el deseo de matar en su corazón que le decía: “¿No estás avergonzado de tu adulterio? Esconde ese pecado. Puedes hacerlo con decepción”. Pero su conciencia le dijo: “No, no lo hagas, eres un creyente de Dios. ¿Cómo puedes pensar en eso?”. Su conciencia luchó con su corazón. Sin embargo ¿qué era más poderoso que su conciencia? Su naturaleza pecadora que tenía desde que nació. Este deseo de asesinar le dijo a David: “Es natural. ¿Qué vas a hacer si no lo matas? Si te descubren, perderás tu trono. ¿Quieres eso?”. Y por eso David envió a su subordinado Uría a primera línea de batalla. Cometió un asesinato indirectamente. Después, se consoló a sí mismo pensando: “No pasa nada, porque no lo he matado yo”.
Pero un día, el Profeta Natán fue a condenar a David poniendo de relieve su pecado. Natán el Profeta intentó hacer que David reconociese su pecado a través de una parábola de la siguiente manera: “Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él” (2 Samuel 12:1-4).
Cuando Natán el Profeta le contó esta historia, David se enojó mucho y dijo: “El que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia”. Entonces, Natán declaró: “Tú eres el hombre”. David había hecho todo esto porque tenía lujuria en su corazón. Por esa escena lasciva de una mujer tomando un baño David tuvo un corazón adultero, asesino y engañoso, y para servir a esos deseos tomó a Betsabé y mató a Uría. Mató a Uría para servir a la iniquidad, una invitada en su corazón.
Así, lo que David le confesó a Dios acerca de su verdadera naturaleza fue lo siguiente: “He pecado contra el Señor. Nací en iniquidad y en pecado fue concebido. Soy un hombre cuya naturaleza fundamental es originalmente descendencia de obradores de iniquidad”. Esto nos muestra que David había reconocido su naturaleza pecadora ante la Palabra de Dios. Y por esta razón Dios amó a David. Dios le mostró misericordia porque había reconocido su naturaleza básica ante Él, no porque hubiera vivido mejor que cualquier otra persona o nunca hubiese cometido pecados.
Por tanto, si quieren conocer a Dios, primero deben saber qué tipo de personas son. Cuando miran sus corazones con honestidad, si ven que hay pecados escritos en las tablas de sus corazones, que todavía hay pecados que no han sido limpiados o que todavía no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, deben darse cuenta de que serán juzgados por sus pecados. No importa que hayan pasado 50 años, 30 años, 3 años o 3 meses desde que creyeron en Jesús por primera vez. El hecho de que hayan creído en Jesús durante mucho tiempo no significa que vayan a ser reconocidos por Dios seguramente.
 
 
Hoy deben nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu
 
En Juan 3 leemos que Jesús conoció a Nicodemo. Nicodemo también admiró a Jesucristo e intentó ser reconocido por Él, pero no pudo recibir ninguna alabanza de Él. En Juan 3, 3-5 Jesús dijo que una persona debe nacer de nuevo del agua y el Espíritu para entrar en el Reino de Dios. Nicodemo era uno de los líderes de la nación de Israel y era un fariseo y un líder del judaísmo. Pero como no sabía cómo nacer de nuevo, fue a ver a Jesús en medio de la noche. Jesús dijo que una persona debe nacer de nuevo del agua y el Espíritu para entrar en el Reino de Dios. Nicodemo se quedó perplejo y contestó: “¿Debo entrar en el vientre de mi madre por segunda vez?”. Jesús le contestó: “¿Acaso no eres el maestro de Israel y no sabes estas cosas?”.
Nuestro Señor le enseñó una lección valiosa sobre la salvación diciendo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (John 3:14-16).
Más adelante este Nicodemo entendió estas Palabras que Jesús le había dado, averiguó quién era este Jesús de verdad y se dio cuenta de que era un pecador grave y al final tuvo fe en este Jesús. Averiguó cómo el Señor le había salvado a alguien que no tenía más remedio que ir al infierno. Al final recibió su salvación entregada a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que se convirtió en uno de los dos hombres que cuidaron del cuerpo de Jesús arriesgando su vida con José de Arimatea (Juan 19:38-39).
Debemos entender claramente qué tipo de personas somos. Somos obradores de iniquidad porque nacemos con corazones pecadores y no podemos evitar cometer pecados. Como nacimos con corazones pecadores cometemos estos pecados porque nacimos con estos corazones. Pero si naciésemos con un corazón santo o con el Espíritu Santo dentro de nuestros corazones, haríamos las obras del Espíritu Santo.
Gálatas 5 habla de dos tipos de deseos, los deseos de la carne y los deseos del Espíritu Santo. Los nacidos de nuevo tienen ambos deseos: los deseos de la carne y los deseos del Espíritu Santo. Pero los que no han nacido de nuevo porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu solo tendrán los deseos de la carne y no tendrán los deseos del Espíritu Santo. Los corazones de los que no han nacidos de nuevo están llenos de deseos de alardear, son muy manipuladores, se exaltan a sí mismos y hacen creer que son virtuosos. Intentan esconderse con muchas mentiras.
Entonces, ¿quiénes somos ante Dios? Si no conocemos el Evangelio del agua y el Espíritu claramente y creemos en él, somos pecadores. Dentro de los corazones de los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu solo hay pecados. Si algunas personas se dan cuenta de sus pecados después de haber mirado en sus corazones ante la Palabra de Dios, esto significa que no pueden entender el camino de la salvación, aunque pueden convertirse en personas altas y nobles. Es como si se hubiesen convertido en las bestias que mueren (Salmo 49:12). Podemos decir que no son seres humanos. Por supuesto que lo son, pero lo que estoy diciendo es que estos seres humanos que no reconocen a Dios son como las bestias que merecen la destrucción.
Por tanto, debemos conocernos a nosotros mismos con toda sinceridad o de lo contrario no podremos encontrar a Jesucristo, quien vino a este mundo por la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, por mucho que hayamos creído en este Señor Jesús fervientemente.
 
 
Debemos distanciarnos de creer en el Salvador Jesús de manera religiosa
 
Muchos cristianos dicen: “¡Jesús! Te amo”, pero aunque digan esto no vale para nada. Al adorar a Jesús, muchos cristianos pecadores ofrecen varios instrumentos musicales, montañas de dinero y se dedican a Dios con sus vidas. Pero, como sus corazones no han recibido la remisión de los pecados todos sus esfuerzos serán en vano. Y por eso, casi todos los que han creído en Jesús durante mucho tiempo son pecadores. Esto se debe a que están atrapados en una fe religiosa que nunca les puede dar la salvación.
Yo también era uno de ellos. Pero, después de haber creído en Jesús durante diez años, pude graduarme de esta fe religiosa. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen mucha suerte. Es un milagro que hayan encontrado este verdadero Evangelio.
Aunque estos cristianos pecados también quieren vivir con virtud, conocer la Palabra de Dios y obedecerla, no pueden evitar cometer pecados. Por supuesto, un crimen es algo que no debemos cometer, pero nuestros corazones se sienten atraídos por él. Pero estos practicantes de la religión no pueden evitar seguir cometiendo pecados contra Dios a pesar de intentar no hacerlo. Por tanto, deben recordar que deben cambiar sus corazones completamente. Por eso Jesús dijo que todo el mundo debe nacer de nuevo. Nos está diciendo que debemos nacer dos veces. Ustedes también deben nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando nacen de nuevo de verdad, sus vidas cambiarán.
Queridos hermanos, mírenme a mí. Hace mucho tiempo cometía muchos pecados y no me daba cuenta de que era un grave pecador. Intenté racionalizarlo todo pensando: “No es culpa mía. Mi ambiente me ha convertido en alguien así y por eso he pecado. Solo quería pasar por el cine, pero mi amigo me pidió que entrase con él. Así que no pude evitarlo”. En aquel momento estaba estudiando teología y cuando pasaba por un cine pensaba: “Las fotos de ese cartel son muy inapropiadas. Oh no, no debería mirarlas. Son demasiado provocativas. Pero ¿qué estoy haciendo ahora? No puedo controlar mis ojos. Bueno, entonces debería mirar las fotos”. Entonces iba y las miraba para ver quién era el protagonista. Veía el título y las fotos para ver qué tipo de historia era. No estoy diciendo que ver algunas fotos de un cartel de una película sea un pecado enorme, sino que el problema es que la película capturaba mi corazón más que Jesús. En cuanto a algunas personas, otras cosas son las que arrebatan sus corazones. Y por eso, caen en ellas. Dicho de otra manera, están sirviendo sus propios deseos.
Cuando llega el otoño, las hojas de los árboles de ginkgo se vuelven amarillas y se empiezan a caer. Cuando las hojas se caen una a una, los barrenderos las recogen. Pero un poco más tarde las hojas se vuelve a caer. Aunque el barrendero limpie las hojas todos los días, las calles no se quedan limpias. Sin embargo, cuando llega el invierno, todas las hojas de los árboles de ginkgo se caen y están desnudos.
Les estoy diciendo que, si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu por el que se eliminan perfectamente todos los pecados de sus corazones, seguirán cometiendo pecados. Sin embargo, cuando encuentran a Jesús y empiezan a servir al Evangelio del agua ye l Espíritu, ya no son así. Cuando el Señor se convierte en su Maestro, ya no son así porque ningún pecado permanece en sus corazones. Se han ido todos. No estoy diciendo que serán personas que no cometen pecados jamás. Por supuesto que seguirán cometiendo pecados incluso después de nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estoy diciendo que cuando nacen de nuevo el Espíritu Santo viven en ustedes y sus corazones nuevos engendran una mente nueva. Cuando encuentran la justicia del Señor, sus corazones cambian. Y después de esto, el que hagan algo o no depende de su voluntad.
Hasta ese momento, al centrarme en la parte del jefe pastelero y mayordomo, les he hablado de cómo los seres humanos somos pecadores y por qué no podemos evitar cometer pecados. En realidad, me gustaría hablarles de otro tema a través de este pasaje de las Escrituras, pero si intento hacerlo ahora, tendría problemas. Así que quiero centrar mi sermón en este tema por ahora.
Para que un paciente se recupere completamente, el médico debe darle un diagnóstico preciso y recetarle la medicina correcta y el paciente debe confiar en esto. Solo si el paciente sigue las instrucciones podrá curarse. Aunque el médico haga un diagnóstico adecuado y le dé una receta correcta, si el paciente no cree en ese médico, el paciente no seguirá sus instrucciones. El paciente tomará la medicina una vez y luego la tirará a la basura. Cuando esto ocurre, el paciente no se recupera. Y así, predicar el Evangelio cara a cara no es fácil. Así, no pueden imaginarse lo bueno que es predicar el Evangelio mediante este ministerio literario. Preferimos este ministerio literario porque este método no hiere el orgullo de nuestros lectores. Todo lo que tienen que hacer es leer nuestros libros y meditar sobre si las enseñanzas de nuestros libros son correctas o no. Los que tienen una mente justa serán salvados cuando lean nuestros libros en serio. La Biblia dice: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Aun así, lo que es más necesario es una actitud positiva y receptiva.
 
 
El Plan de la salvación de toda la gente destinada al infierno se consigue mediante el Evangelio del agua y el Espíritu
 
¿Cuál es el destino de los seres humanos? Los seres humanos estamos destinados a ir al infierno. Como nacemos en este mundo con pecados, somos seres que irán al infierno por estos pecados. En este sermón les he hablado de esto. Sean quiénes sean, si tienen pecados no podrán evitar el juicio justo de Dios por sus pecados. Cuando un pecador recibe ese juicio justo, ese pecador caerá en el lago de fuego que nunca se extingue. Por tanto, de esta verdad, nadie puede añadir o quitar nada. Si son personas que reconocen la Palabra de Dios; si son personas que reconocen lo que hay dentro de sus conciencias; si son personas que reconocen la voluntad de Dios, la Palabra y la Ley de Dios y si creen en Dios quien existe para siempre, aunque no pueda verse con sus ojos, lo primero que deben hacer es reconocer el hecho de que un pecador irá al infierno y después creer en el Señor.
Si han recibido un diagnóstico de que van a ir al infierno por sus pecados, ¿no creen que Dios tendrá un plan para su salvación? Como Dios les ama, tiene un plan. La salvación es algo que solo Dios puede hacer y no solo un plan. En mi siguiente sermón, hablaré de cómo Dios ha establecido el plan de nuestra salvación.
Estoy diciendo esto porque he conocido al Señor y el Evangelio del agua y el Espíritu antes que ustedes, no porque sea mejor que ustedes. Yo soy igual que ustedes. Soy un ser humano como ustedes, pero el Señor fue misericordioso conmigo para dejarme que le conociese antes. Así que conocí la Palabra de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu primero. Así, a través de la Palabra del Evangelio, mis pecados fueron eliminados completamente. Lo que resulta increíble es que todos mis pecados fueron eliminados para siempre cuando conocí la Palabra de la Verdad, no porque hablase en lenguas, ofreciese oraciones en las montañas u oraciones de arrepentimiento. Cuando escuché la Palabra del Evangelio, creí en esta Palabra y todos mis pecados desaparecieron. Así pude recibir mi salvación. Aunque todavía sea insuficiente, he podido presentarme ante ustedes para predicarles esta Palabra.
Le doy gracias a Dios. A medida que termino este sermón, espero que todos ustedes conozcan la verdad de que la gente que tiene pecados en sus corazones está destinada a ser castigada por Dios. Quiero que crean bien en el Evangelio del agua y el Espíritu después de reconocer sus naturalezas pecadoras. Si hacen esto serán salvados de sus pecados para siempre.