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Sermoni

Tema 11: El Tabernáculo

[11-20] El Altar del Incienso (Éxodo 30:1-10)

El Altar del Incienso
(Éxodo 30:1-10)
«Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán parte del mismo. Y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a ambos lados suyos, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro. Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, donde me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación. Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová».
 
 
El Altar del Incienso
 


El Altar del Incienso Era un Lugar de Oración


El altar del incienso estaba hecho de madera de acacia, y era cuadrado, medía un cubo (45 cm) en ambos lados de ancho y de largo, y dos cubos de altura. Colocado dentro del Lugar Santo, el altar del incienso estaba recubierto con oro en su totalidad, con una cornisa de oro en todo su derredor. Cuatro aros de oro fueron colocados bajo su cornisa para sostener sus varas usadas para cargarlo. Sobre este altar del incienso, nada más sino solamente el aceite de la unción y el incienso dulce para ser usados (Éxodo 30:22-25).
El altar del incienso era en donde estaba el incienso de la oración que era ofrecido. Pero antes de que oremos en el altar del incienso, primero debemos encontrar si somos aptos para orar o no en este altar a Dios. Cualquiera que busque ser apto para orar ante el santo Dios primero debe llegar a estar sin pecado lavando sus pecados por fe. Para hacer eso, uno debe ser limpiado de todos sus pecados por la fe de la ofrenda quemada y del fuente de bronce.
Dios no escucha las oraciones de los pecadores (Isaías 59:1-3). ¿Por qué? Debido a que Dios acepta solo a aquellos que han sido lavados de todos sus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Dios ha lavado todos nuestros pecados por la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido. En otras palabras, Dios sé agrada en escuchar las oraciones solamente de los justos (salmos 34:15, 1 Pedro 3:12).
 
 
La Naturaleza y la Realidad de Todos los Seres Humanos
 
Cuando observamos de cerca, vemos que todos los seres humanos, incluidos tú y yo, fundamentalmente nacimos como una semilla pecaminosa, y por lo tanto todos pecamos. Todos y cada uno es una semilla de maldad. Debido a que la gente nació originalmente con pecado, no pueden evitar hacer obras malvadas. Piensa en ti mismo, quienquiera que seas. Podemos admitir ante Dios que hemos sido perversos que no podíamos evitar el ser arrojados en el infierno. Por encima de todo, cuando juzgamos nuestros actos ante Dios, llegamos a reconocer de acuerdo a la ley de Dios que declara que la paga del pecado es muerte, simplemente no podemos escapar de Su justo juicio por el pecado.
Debido a que lo que sale de los corazones de los seres humanos son solo pensamientos malvados, homicidios, adulterios, orgullo, insensatez, y así sucesivamente, cometemos estas cosas siempre que se nos presenta la oportunidad (Mateo 7:21-27). ¿Cómo pueden los corazones de los seres humanos que fundamentalmente nacieron como semillas de maldad y que no pueden evitar pecar siempre que las circunstancias y las oportunidades se presenten, aún el no sentirnos avergonzados ante Dios? Es imposible a través de esfuerzos hechos por hombres. Pero solo hay una única que nos permite ser libres de la vergüenza ante Dios, y esta aquí. Todos debemos conocer y creer en la verdad hecha con los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido, la verdad que nos capacita para ser lavados de todos nuestros pecados y de esta manera estar delante de Dios sin vergüenza. Como tal, todos nosotros necesitamos absolutamente el evangelio del agua y el Espíritu.
Ninguno de nosotros puede negar el hecho que estábamos todos destinados al infierno por nuestros pecados, solamente nos quedaba admitir este destino. Y para aquellos que reconozcan ante Dios que están destinados al infierno, no es tan difícil creer en el corazón en la salvación que Dios les ha dado. Cuando estemos frente a Dios con sinceridad y honestidad, no podremos engañosamente esconder nuestro corazón de Él, así que llegamos a reconocer lo justo de la justicia de Dios. Todos están posicionados en tal lugar que no pueden evitar el ser castigados por sus pecados por el justo juicio de Dios.
La justa ley de Dios que declara que la paga del pecado es muerte no es una ley a la que los pecadores le puedan dar la vuelta con sus propios pensamientos o con su fe religiosa. Debido a que la Ley de Dios es detallada, exacta y justa, obliga a quién quiera permanecer ante ella a admitir que él / ella está destinado al infierno por sus pecados. Todos los pecadores llegan a darse cuenta que no pueden escapar del juicio de Dios aún por el mas pequeño de sus pecados.
Por lo tanto, estamos necesitados de un Salvador que nos libere a todos del pecado, y tenemos que descubrir quién es este Salvador. Este es Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad. Él es el Salvador que vino a esta tierra, quién fue bautizado por Juan para tomar los pecados del mundo, quien llevó las iniquidades de todos los pecadores siendo crucificado y derramando Su sangre, quién por lo tanto nos ha salvado de todos nuestros pecados.
Todos nosotros mal interpretamos que el recibir la remisión del pecado seria extremadamente difícil. De hecho, habíamos pensado que podíamos ser salvos sí nos sabíamos la Biblia completamente, o que nuestra salvación requería de alguna clase de obras buenas. Pero la verdad de la salvación dada por Dios era diferente. Esta verdad de la salvación abrió y mostró el camino para nosotros para ser salvos de todos nuestros pecados examinando nuestra conciencia ante la Ley de Dios, reconociendo todos los pecados que se encuentran en nuestro corazón, y creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. Esta verdad tuvo su anticipada sombra en la puerta del Tabernáculo.
La remisión del pecado de la humanidad viene de la verdad de la preciosa salvación completada a través de los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido. Es por creer en esta verdad que todos pueden recibir la remisión eterna del pecado de una vez por todas. Para hacer eso, todos deben reconocer que están destinados al infierno por sus pecados y creer en el evangelio manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí, de esta manera reciben la remisión del pecado de una vez por todas. El evangelio que Dios nos ha dado es el evangelio que se encuentra en el evangelio de verdad retenida en los hilos azules, púrpura, carmesí y en el lino fino torcido.
Todos deben creer en este evangelio de la verdad, ya que si no creen en la verdad retenida en este evangelio, entonces no pueden ser libres de sus pecados. Pero aquellos que creen en esta verdad de la salvación que Dios ha completado con el evangelio del agua y el Espíritu son suficientemente dignos para ser salvos de todos sus pecados y convertirse en los hijos propios de Dios. Como tal, para llegar a ser aquellos que pueden ir ante Dios y orara a Él. Debemos primero creer en la verdad del agua y el Espíritu, el evangelio de la remisión del pecado. Cuando somos salvos de todos nuestros pecados conociendo el verdadero evangelio y creyendo en el en nuestro corazón, entonces llegamos a estar calificados para orar a Dios. La fe que nos permite orar a Dios se obtiene creyendo en nuestro corazón en el evangelio del agua y el Espíritu, el evangelio de Dios.
Esta mal intentar orara a Dios sin la fe que sabe y cree en la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí manifestada en la cortina-puerta del Tabernáculo. Tal fe apunta a cometer los pecados de blasfemia y burla en contra de Dios. ¿Cómo podemos llegar a ser enemigos de Dios rehusándonos creer en la verdad manifestada en el Tabernáculo con nuestro corazón?
Cuando rehúsas creer en Jesucristo quién vino por la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí, es un atajo para tener enemistad con Dios. Las almas que continúen cometiendo el pecado de despreciar la santidad de Dios son aquellos que no creen en la salvación que Dios ha completado para ellos, sino que creen de acuerdo a sus propios pensamientos y de su propia opinión. Tales almas son aquellas que, cubriéndose a sí mismos con las vestiduras de las hojas de la higuera llamada “hipocresía” desprecian el amor y la misericordia de Dios.
Pero debes darte cuenta que aunque esta gente puede ser capaz de engañar su propio corazón, no puede escapar del juicio de Dios. Aquellos con tal incredulidad serán condenados para sufrir un terrible castigo de pecado por la justa ley de Dios. ¿Por qué? Por que ni buscaron conocer el evangelio del agua y el Espíritu con el cual el Señor ha borrado sus pecados, ni creen en este evangelio.
Cuándo nuestras conciencias están sucias aún ante nuestros propios ojos, ¿cómo podemos esconder nuestros pecados del santo Dios? ¡Esto simplemente es imposible! Cualquiera que busca esconder sus pecados sé quedará fuera del amor y de la misericordia de Dios. Aquellos que engañan sus propios corazones terminaran como los malvados siervos del demonio que engañan a Dios y a sus semejantes los seres humanos. La misma noción de que de alguna manera engañen a Dios solo cubriéndose sus propios ojos es un reflejo de su arrogancia que viene de sus envanecidos pensamientos. De hecho, aquellos que confían en sus propios pensamientos son aquellos que retan el evangelio del agua y el Espíritu, y que buscan convertirse en siervos de Satanás por su propia voluntad.
La gente debe darse cuenta que aunque puedan ser capaces de engañar sus propios corazones, nunca podrán engañar a Dios. Y deben de cambiar sus mentes para creer de acuerdo con la Palabra de Dios. ¿Cómo podría alguien lavar sus pecados sin creer en el evangelio del agua y el Espíritu? Como está escrito que la paga del pecado es muerte, ningún pecador que engañe su corazón ante Dios jamás podrá escapar del juicio. Si reconocemos la Ley de Dios, entonces es claro que todos estamos destinados al infierno por nuestros pecados. Como tal, todos aquellos que buscan ir ante Dios deben ser salvos creyendo en la verdad del evangelio manifestado en la puerta del Tabernáculo.
Sin embargo, debido a que muchos han fallado en darse cuenta del hecho que ellos han de ser condenados por sus pecados, también fallaron en aceptar en sus corazones el evangelio de la salvación que ha venido por la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí, y como resultado, todos se dirigen al infierno. Sin importar si ya son Cristianos o no, aquellos que no crean en el evangelio del agua y el Espíritu encararan el mismo castigo. Como tal, no debemos engañar nuestras propias conciencias ante Dios, pero cede en tu corazón al evangelio del agua y el Espíritu, y reconozcan y crean en este evangelio de la verdad.
 


Debemos Lavar Nuestros Pecados Creyendo en la Palabra de la Verdad


La gente tiene dos conciencias: una es la conciencia de la carne, y la otra es la conciencia de la fe con respecto al evangelio de la verdad. Debemos ser honestos a estos dos reinos, pero de estos dos, no podemos fallar a tener, en particular, la conciencia de fe que reconoce el evangelio de la verdad. Debemos examinar la conciencia de nuestra fe ante la Palabra de Dios; creer que Jesús aceptó nuestros pecados siendo bautizado, fue condenado sobre la Cruz, y de esta manera nos ha salvado, y lavó, por esta fe, los pecados de nuestra conciencia. Me irrita que aún cuando esta es la verdad que posiblemente no pude ser más definitiva, aún existe gente que no cree en el evangelio de la verdad.
Existe un orden de fe para limpiar nuestra conciencia. Primero, debemos reconocer y confirmar el hecho que estamos destinados al infierno, y segundo, debemos creer en nuestro corazón que nuestro Salvador vino a esta tierra, fue bautizado por Juan por nuestros pecados, murió sobre la Cruz, sé levantó de los muertos, y de esta manera nos ha salvado de todos los pecados. los pecadores deben ser salvos de sus iniquidades y recibir la vida eterna por su fe en el evangelio del agua y el Espíritu que así está manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí.
A pesar del hecho de que debemos ser salvos de nuestros pecados, alguna gente aún no cree, aunque que conocen acerca de la remisión del pecado completada a través de los hilos azules, púrpura y carmesí. ¿Cómo pueden hacer esto? Seguramente, deben ser responsables de todas las consecuencias de sus propias creencias. Sí tan solo hubiéramos conocido la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí pero no hubiésemos creído, entonces seguiríamos en pecado, y si aún estamos en pecado, entonces ¿no tendríamos que ser juzgados por nuestros pecados de acuerdo a la ley de Dios? Todos y cada uno de nosotros, masculinos o femeninos, todos teníamos que ser salvos del pecado creyendo en el corazón en la verdad de la salvación que Dios ha completado a través de los hilos azules, púrpura y carmesí.
La gente debe tener la clase de fe que los salva de sus pecados. Deben de tener la fe que solamente cree en el evangelio del agua y el Espíritu. ¿Crees en el evangelio manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí, el que él Señor cargó todos nuestros pecados al ser bautizado y nos ha salvado con Su derramamiento de sangre sobre la Cruz? Cuándo primero piensas en ti mismo, ¿admites el hecho que ciertamente estabas destinado al infierno? ¿Te das cuenta que mientras que estábamos destinados al infierno, el Señor a pesar de todo nos salvó de nuestros pecados con la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí?
Debes darte cuenta que fue para encargarse de todos nuestros pecados que el Señor vino a esta tierra, fue bautizado y derramó Su sangre. Para borrar tus pecados y los míos, nuestro Señor vino a esta tierra en semejanza de hombre, aceptó de una sola vez los pecados de toda la humanidad sobre Su propio cuerpo al ser bautizado por Juan en el Río Jordán a la edad de 30 años, y llevó la condenación por el pecado de una vez por todas siendo crucificado y derramando Su sangre. De una sola vez, Dios ha remitido todos los pecados de aquellos que creen.
Podemos ser salvos de todos nuestros pecados creyendo en la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Debemos examinar y confirmar si realmente hemos sido salvados de todos nuestros pecados por esta verdad. Debemos tener la fe que cree en Jesucristo quién vino de los hilos azules, púrpura y carmesí como el Salvador. Como dice la Biblia: «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:10). Romanos 10:17 también declara: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios».
Esta Palabra de Cristo nos dice que somos salvos por creer en la salvación completada en los hilos azules, púrpura y carmesí. La remisión del pecado no es algo que se obtiene creyendo con nuestros propios pensamientos, sino que es algo que se toma creyendo en nuestro corazón en la salvación que ha venido por los hilos azules, púrpura y carmesí. La fe que verdaderamente nos puede liberar del pecado es la fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
¿Debemos, entonces, orar a Dios poniendo nuestra fe en esta verdad? ¡Desde luego! Siempre tenemos que dar todas las oraciones y suplicas en el Espíritu, habiendo ceñido nuestros lomos con la verdad (Efesios 6:14, 18). Pero entonces, ¿cuál es esta verdad?
Es el evangelio que nos dice que nuestro Señor vino a esta tierra para salvarnos, fue bautizado por Juan el Bautista a la edad de 30, cargó los pecados del mundo, fue crucificado en ambos sus pies y sus manos, fue escupido, derramó Su sangre, y de está manera ha lavado nuestros pecados. Debemos confesar que es por nuestra fe en esta verdad que nuestra remisión del pecado ha sido completada. Nuestro Señor nos ha salvado de nuestros pecados siendo condenado por los pecados del mundo a través de Su bautismo y por la sangre de la Cruz.
“Señor, Tú me amaste tanto que me convertiste en Tú propio hijo.” Es así como debemos confesar nuestra fe. Cuando todo lo que teníamos era tan solo pecado, nuestro Señor aun a nos ha dado la capacidad para entrar en el Reino del Cielo borrando todos nuestros pecados a través de Su bautismo y crucifixión. Todos debemos creer en esta verdad y recibir la vida eterna.
¿Que razón existe para que no creas en esta verdad? En cuanto a mí, no tendría nada que decir si el Señor no hubiese sido bautizado para salvarme de mis pecados, y sin embargo por amor a mí, Él de hecho fue bautizado, derramó Su sangre y de esta manera me salvó de mis pecados. ¡Así que yo creo! No existe razón por la que todos nosotros no creamos en este evangelio. Está claro que si los pecadores no creen en la verdad del evangelio del agua y el Espíritu, entonces seguramente serán arrojados en el infierno. Pero yo quiero que todos y cada uno de ustedes sean salvos ahora del pecado creyendo en el evangelio de los hilos azules, púrpura y carmesí.
Hubo una vez un tiempo en que yo mismo había permanecido como pecador aunque yo profesaba creer en Jesús. Deseando ser un buen Cristiano, trate muy duro de no tener vergüenza bajo el Cielo. Pero contrario a mis deseos, yo continuaba una y otra vez; la única consolación era que cuando me comparaba a mí mismo con otros, pensaba que por lo menos de alguna manera era mejor que ellos. Sin embargo, mi conciencia continuaba diciéndome que yo aún tenia pecado, y ya que la paga del pecado es muerte de acuerdo a la ley de Dios, era alguien que estaba destinado al infierno por mis iniquidades.
Después de una década de mi vida con preocupación y legalismo, yo estaba casi muerto espiritualmente. Sin embargo, Dios me despertó por gracia en que Jesucristo fue bautizado por mí y tomó mis propios pecados. No solamente tomó mis pecados, sino todos los pecados de cada uno en todo el mundo. Entonces Él llevó la condenación de estos pecados cargándolos a la Cruz siendo crucificado y muriendo sobre ella, se levantó de los muertos, y de esta manera se ha convertido en mi verdadero Salvador quién aun ahora vive. Cuando llegue a conocer este evangelio de la verdad, no podía creer en el. Y creyendo que Jesucristo se ha convertido en mi Dios de la salvación a través de Su bautismo y Su derramamiento de sangre sobre la Cruz, todos mis pecados han sido lavados. Yo he recibido la remisión del pecado en mi corazón por fe.
No es debido a que sabía bien todo acerca de la Palabra de Dios que yo recibí la remisión de mis pecados, sino que fui remitido de mis pecados debido a que conocía los pecados de mi propia conciencia, pasé estos pecados sobre Jesucristo a través de Su bautismo, y creí en mi corazón que Jesús fue condenado sobre la Cruz para dar la paga por mis pecados. Se debe a que recibí esta remisión del pecado que ahora yo vivo mi vida predicando el evangelio. Tú y yo somos iguales; no existe en realidad no hay diferencia entre nosotros.
Al igual que tú, yo también me dirigía al infierno, y al igual que tú, yo también he recibido la remisión del pecado creyendo en el mismo evangelio del agua y el Espíritu. Creyendo en el evangelio con el cual el Señor ha borrado nuestros pecados, tú y yo de igual modo, ambos, hemos sido salvados por la fe. Así que yo doy gracias al Señor. Se debe a que de esta manera ahora tenemos la conciencia de fe al recibir la perfecta remisión del pecado a través del agua y el Espíritu por ello ahora somos capaces de ir ante Dios y orar a Él como Sus propios hijos que han recibido la remisión del pecado.
Como nos dice la Biblia que la fragancia para el altar del incienso estaba hecha del santo aceite de la unción y del dulce incienso, Jesús nos ha hecho limpios lavando todos nuestros pecados con el evangelio de verdad. En la era antigua del Antiguo Testamento, el pueblo de Israel tenía que hacer este incienso y quemarlos sobre el altar exactamente como Dios lo ordenó. Así que dentro del Lugar Santo, el incienso era quemado y su aroma se elevaba cada día. Este incienso significa orar a Dios.
En la era del Nuevo Testamento, para que quemes este incienso en el Lugar Santo, primero debes creer en el evangelio de la verdad y recibir la remisión del pecado en tú corazón. En otras palabras, es creyendo en el evangelio de la verdad que uno puede quemar el incienso de la oración. ¿De que otra manera podemos quemar el incienso en la misma manera que durante el tiempo del Antiguo Testamento? Podemos quemar el incienso de la oración por fe, ya que Jesucristo ha borrado nuestros pecados y nos ha salvado. Debido a que nuestro corazón ha sido limpiado por fe cuando recibimos la remisión del pecado, ahora podemos quemar el incienso ante Dios con nuestras fervientes oraciones.
Creemos que por nuestra fe con todo el corazón en el evangelio del agua y el Espíritu todos nuestros pecados fueron pasados sobre Jesucristo, y Jesucristo vicariamente llevó la condenación de nuestros pecados en lugar nuestro. Tú corazón y mi corazón de está manera han llegado a estar totalmente limpios. Ya que todos los pecados en nuestro corazón fueron pasados sobre Jesús a través del bautismo que Jesús recibió de Juan, entonces todos tus pecados fueron lavados y borrados de una vez por todas. Ya no queda mas ningún pecado en tu corazón. Debido a que nuestros pecados fueron borrados y limpiados creyendo en el evangelio, ahora podemos ir ante el santo Dios y pedir Su ayuda. El que podamos orar a Dios esta fundado sobre nuestra fe, el que hayamos recibido la remisión del pecado por creer definitivamente en el evangelio, el cual ahora es el fondo de nuestro sincero corazón.
Hermanos y hermanas, vayan ante el altar del incienso y oren constantemente. “Padre, por favor ayúdame. Esta es la situación en la que me encuentro, y esto es lo que necesito. Yo deseo esparcir el verdadero evangelio y vivir en justicia. Padre yo deseo vivir una vida virtuosa apropiada para alguien que verdaderamente ha sido remitido del pecado. Y deseo dar los frutos de la justicia. Dame fe en Ti. Yo deseo vivir mi vida de acuerdo a Tu voluntad.” De esta manera, el pedir por las necesidades de uno es de lo que se trata la oración. Es acerca de pedir la ayuda de Dios de acuerdo a Su justicia.
Probablemente también tienes varias pasiones y deseos. Debido a que hemos llegado a ser justos por nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu que nos ha justificado, ahora es hecho posible que nosotros le pidamos a Dios por todas las cosas con nuestra oración. Aquellos que son capaces de orar a Dios por Su ayuda son los dichosos. Ahora que todos nosotros hemos recibido la remisión de nuestros pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, no existe duda de que todos podemos orar a Dios.
Aquellos que, por su fe en Dios y en el evangelio del agua y el Espíritu, han recibido la remisión del pecado en sus corazones de menos ya están calificados para acercarse al santo Dios y solicitar Su ayuda. Y todos los creyentes nacidos de nuevo inevitable e instintivamente vienen a orar para la ayuda del Padre en sus vidas, al igual que un niño llora pidiendo ayuda a sus padres cuando él / ella está en dificultades. La fe que les ha traído la remisión del pecado no solo es la fe que les permite llamar a Dios su Padre, sino a que además les permite orar en todo tiempo pidiendo la ayuda del Padre como Sus propios hijos e hijas. Debido a que Dios ciertamente se ha convertido en nuestro propio Padre por nuestra fe, ahora estamos listos para pedir Su ayuda a través de nuestras oraciones de acuerdo a nuestras necesidades.
Yo, desde luego, no se cómo han sido tus oraciones personales o como han sido recibidas por Dios después que recibiste la remisión del pecado. Pero lo que si se es que cuando oras a Dios para capacitarnos a unirnos con Su Iglesia y esparcir el evangelio, Él ciertamente responde nuestras oraciones. Es en este proceso es que podemos orar por otros. Al principio, todos oran solamente por las necesidades de su carne. Pero por la obra del Espíritu Santo, llegamos a darnos cuenta que estamos en urgente necesidad de orar por otros, y así llegamos a entregarnos nosotros mismos para orar por la salvación de otras almas y al esparcimiento del evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. ¿Por qué? Porque las oraciones de los santos nacidos de nuevo son guiadas por el Espíritu Santo. El Seños nos ha dicho: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33).
Pero entre los nacidos de nuevo, aquellos que están espiritualmente inmaduros no saben como orar por las cosas correctas, ya que no han experimentado la respuesta de Dios a sus oraciones. Esto se debe a que aun no conocen cuan poderosa es la fe en la justicia de Dios. Aquellos de poca fe no solamente no saben sí sus oraciones serán respondidas o no, pero más aun, están acechados por la duda.
Como tal, deben orar junto con aquellos que creyeron antes que ellos. Aquellos cuya fe es joven dudan al orar a Dios. Y cuando oran, entonces solo piden lo que ellos quieren –“dame, dame, dame.” Pero si los jóvenes en la fe se unen con la Iglesia aún sin una gran fe en Dios, aún pueden aprender lo que es la verdadera oración, ya que sus predecesores en fe en la Iglesia están orando por la justicia de Dios. También, debido a que el Espíritu Santo da la fe de la oración a aquellos que están unidos con la Iglesia. Gradualmente llegan a orar por la justicia de Dios. «La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16).
Las fieles oraciones de los santos nacidos de nuevo quienes tienen el derecho de orar a Dios valen mucho. Las oraciones de aquellos que tienen fe en Dios ciertamente tienen respuesta de Él. Cuando la gente ora a Dios, para que sus oraciones sean respondidas por el Padre, Él responde sus oraciones exactamente de acuerdo a su fe. Como tal, cuando los predecesores de la fe se reúnen y oran por aquellos que siguen sus pasos y por la justa obra de proclamar el evangelio, llegan a experimentar grandes maravillas. Si te unes junto a tus predecesores de fe quienes creen en Dios, serás grandemente ayudado no solo con la gracia de la salvación sino en otros aspectos de la vida, Él responde nuestras oraciones. Es por eso que todos necesitamos la fe que esta unida a la Iglesia de Dios.
Cuando oramos por las cosas que agradan a Dios, nuestra fe se vuelve tremendamente osada. Como hijos espirituales emulando la oración eventualmente llegan a tomar tales oraciones como suyas y maduran, nosotros también mas adelante llegamos a orar a Dios Padre por nuestros propios problemas. Aquellos que haciendo esto verdaderamente creen en Dios entonces llegan a caminar por fe sobre el camino siguiendo la verdad real. Como nos dice la Biblia que los justos vivirán solo por fe, llegan a vivir no solamente para sí mismos, sino para la salvación de otras almas.
¿Cómo nos ganamos la posición para orara a Dios? La ganamos naciendo de nuevo a través de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios. Es solo a aquellos que han recibido la remisión del pecado creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu que la osadía de fe les es dada y que le permite a uno a orar a Dios Padre. La fe es un regalo de Dios. Para ganar la posición de orar es recibiendo la gran bendición de la fe de Dios.
Entre los muchos Cristianos creyentes sobre este planeta, ¿cuánto crees que de ellos estén calificados para orara con tal fe? ¡No muchos! Uno de los muchos regalos de Dios es, primero que nada, que hemos llegado a tener la fe que nos ha salvado de nuestros pecados con la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Y lo segundo es que hemos recibido el poder y la aprobación de orar a Dios como Sus hijos propios; y tercero, que hemos llegado a tener la fe que nos permite vivir como obreros de Dios.
 
 
Dios No Responde las Oraciones de los Pecadores
 
Algunos pecadores, aunque profesan creer en Jesús, oran a Dios para borrar sus pecados subiendo a una montaña y gritando el nombre del Señor incesantemente. Aún en noches frías y con viento, suben a la montaña, cubren sus cuerpos con sabanas de plástico, y aunque frecuentemente son temerosos, aún así oran fervientemente con toda su devoción. Pero sus oraciones son solo huecos en el vacío del espacio.
Aunque oran toda la noche, no tienen ninguna fe en que Dios realmente responderá sus oraciones. La razón por la que oran tan devotamente a pesar de esta falta de fe se debe a que oran para lucirse ante otros, meramente como una exhibición. Sus oraciones no son contestadas. De hecho, ellos saben en su conciencia que sus oraciones no están llegando a Dios, ya que aun tienen pecado en su corazón. Debido a que les falta recibir la remisión de sus pecados, no hay respuesta a sus muchas oraciones, no importa cuanto oren, lloren, se lamenten y griten con todas sus fuerzas, y hagan toda clase de cosas para pedirle a Dios lo que desean.
Lo que necesitan entender es que el requisito previo para orar a Dios se da solo cuando primeramente reciben la remisión del pecado. Pero debido a que muchos pecadores no tienen alternativa hasta que lleguen a conocer el evangelio del agua y el Espíritu, no pueden evitar continuar viviendo sus vidas de fe como pecadores. Cuando la gente no esta limpiada de una vez por todas creyendo en su corazón en el evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor, entonces sus oraciones son de hecho en vano. Siempre que los pecadores tratan de orar a Dios, sus conciencias gritan, “¿Crees que tus oraciones llegaran a Dios? ¡Sigue soñando! ¡Todas son en vano!” Así que mientras siguen orando a Dios, “Dame esto, dame lo otro,” sus oraciones ciertamente son infructuosas.
“Antes de que ores a Mí, primero recibe la remisión del pecado.” Esta es la voluntad de Dios. Cuando aquellos que no han recibido la remisión del pecado oran a Dios, se dan cuenta de su experiencia que sus conciencias no consienten con su razón. Cuando los pecadores oran, continúan diciendo, “Dame esto, Señor, y también dame eso,” pero no hay respuesta a sus oraciones. Lejos de eso, sus conciencias solo les dicen, “¡No hay manera! ¡Tus oraciones se van sin respuesta, debido a que estas lleno de pecado!” Cuándo aun en sus propias conciencias los pecadores no pueden tolerar su fe, ¿cómo es posible que puedan engañar a Dios, cómo pueden ser aprobados por Él y cómo pueden sus oraciones ser respondidas? Los pecadores simplemente no califican para orar a Dios. Lejos de eso, aún sus propios corazones desconfían de sus oraciones.
 
 
Nuestras Oraciones Comienzan a Ser Respondidas Cuando Somos Justificados por la Fe
 
Pero las oraciones de muchos que fueron pecadores antes comienzan a ser respondidas una vez que reciben la remisión de sus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí del Tabernáculo. Aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu en el centro de su corazón pueden ser insuficientes por su cuenta propia, pero pueden ir ante Dios por fe, y por fe pueden orar con osadía a Él, pidiéndolo por sus necesidades. Cuando aquellos que han recibido la remisión del pecado por fe oran a Dios de acuerdo a Su voluntad, entonces llegan a orar intrépidamente.
Pero cuando están orando para su propia carne, en ocasiones se sienten indignos. Nosotros los justos somos los más felices cuando oramos para que se esparza el evangelio del agua y el Espíritu, por las almas de otros. Cuando oramos por un dinámico esparcimiento del evangelio, sin estar atrapados por ningún estorbo de la carne, entonces podemos vencer cualquier obstáculo de nuestras limitaciones a través de las oraciones de fe. Pero en ocasiones, nos sentimos frustrados cuando somos incapaces de vencer tales obstáculos por fe. En tiempos como esos, todo lo que podemos hacer es orar, y creer que Dios responderá eventualmente. Y con toda seguridad, con el tiempo damos testimonio que esta oración es respondida por Dios.
Lo que debemos hacer es orar y esperar, no preguntarnos impacientemente el porque nuestras oraciones no son respondidas inmediatamente. Dios quiere que oremos por fe, y creemos que si nuestras oraciones están en armonía con la voluntad de Dios, entonces Él las responderá cuando llegue el tiempo. Y cuando recibimos la remisión del pecado por fe, y cuando oramos por fe en nuestras vidas, entonces veremos de primera mano la experiencia de que muchas de nuestras oraciones son ciertamente contestadas.
Pero, ¿has vivido por fe de esta manera? Si es así, entonces verdaderamente puedes orar a Dios. Cuando nos examinamos nosotros mismo una vez mas, nos damos cuenta que estábamos destinados al infierno, también nos damos cuenta una vez mas que podemos estar calificados para orar solo recibiendo la remisión del pecado a través de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Como tal, debemos recordar con toda seguridad que aquellos que pueden orar son aquellos que han recibido la remisión del pecado creyendo que el Señor ha borrado todos los pecados de todo el tiempo de sus vidas con el evangelio del agua y el Espíritu.
Entre aquellos que no han nacido de nuevo, existen muchos que se sienten orgullosos de sí mismos. ¿Y tú? ¿Tienes algo de que enorgullecerte? ¿Son fuertes tus brazos? ¿Son fuertes tus piernas? No importa cuan fuertes puedan ser nuestros cuerpos, ni siquiera aguantan virus comunes de gripa, ni pueden resistir durante mucho tiempo ninguna fuerza física marginalmente, mostrando su verdadera debilidad. ¿Puedes darte cuenta cuan débiles son los seres humanos? Podemos morir por una mordedura de mosquito, o caer muertos por una roca que nos cae mientras caminamos. No somos nada. Si alguien expresa una sola frase que hiere nuestro orgullo, nuestros corazones pueden ser heridos tanto que quedamos medio muertos. ¿No es este el caso? ¡Claro que lo es!
¿Cuanta gente muere antes de llegar a los 60? Existe un incontable numero de personas que muere aun antes de llegar a los 30. Tales seres débiles no son ni más ni menos que los seres humanos. La fuerza eterna de los seres humanos no puede hallarse por ninguna parte. ¿Acaso tales seres tan débiles, entonces, se endurecen solo en su corazón y no creen en la Palabra de Dios en el centro de su corazón? No teniendo nada de que sentirse orgullos, ni el pretender ser fuertes para algo –esto es lo que son los seres humanos.
Como tal, debemos darnos cuenta de nuestras propias debilidades, reconocer nuestras deficiencias y pecados, creer en el evangelio de verdad completado con los hilos azules, púrpura y carmesí en nuestro corazon, y de esta manera ganar la calificación para orara a Dios. Debemos tener fe en Dios. Para tener esta fe que agrada a Dios en el centro del corazón, la gente primero debe creer en el evangelio del agua y el Espíritu, pero existen muchos que aun no creen en el. ¿Podrías haber ganado el derecho de orar a Dios por otro evangelio aparte de este evangelio del agua y el Espíritu? ¿Podrían tus pecados haber sido borrados si Jesús, al venir a esta tierra, no hubiese tomado tus pecados al ser bautizado por ti? ¿Podrías haber pasado tus pecados del corazón sobre Jesús y lavarlos sin creer en el bautismo que Jesús recibió?
¡La respuesta es no, no, y absolutamente no! Se debe a que Jesús cargó los pecados del mundo con el bautismo recibido de Juan, que fue crucificado y llevó la condenación de todos los pecados con Su propia sangre. ¿Puedes entonces ser salvo sin el bautismo de Jesús y la Cruz? ¡Claro que no! El que Jesús fuese bautizado fue para tomar nuestros pecados de una vez por todas y para lavarlos, para limpiar nuestros pecados. Y el que fuera crucificado fue para llevar el castigo de nuestros pecados. Es por creer en esta verdad del evangelio del agua y el Espíritu que hemos sido remitidos de todos nuestros pecados.
Así, podemos ir ante Dios en cualquier momento y confesar atrevidamente, “Señor, soy insuficiente, pero debido a que Tú me has salvado con Tú agua y sangre, ahora yo estoy limpio. Tú viniste a esta tierra, de una sola vez tomaste mis pecados siendo bautizado, cargaste estos pecados del mundo a la Cruz. Fuiste castigado por ellos y te levantaste de entre los muertos, y por hacer esto, Señor, Tú realmente has llegado a ser el Dios de la salvación. Es con mi fe en esta verdad que yo creo en Ti.” Cuando guardamos nuestra fe, en otras palabras, siempre podremos ir a Dios y orar a Él a pesar de nuestras deficiencias. Podemos orar por la expansión de Su Reino, podemos orar por nuestros hermanos y hermanas, y podemos orar por las otras almas que están por recibir la remisión del pecado.
Es solo cuando la gente cree en el evangelio del agua y el Espíritu que siempre podrán estar sin ninguna vergüenza bajo los cielos. Pero el no tener esta fe en el evangelio del agua y el Espíritu, alguna gente tratará de llenar el vacío con algo mas –debes darte cuenta que tales esfuerzos son completamente vanos. Es por eso que sus corazones están atormentados y estresados, convirtiendo sus vidas en miseria. Ya sea en la verdad o en la mentira, todos quieren creer en algo. Considérense ustedes mismos. 
Examínense ustedes mismos para ver si realmente creen en el Señor con la fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu, o si no crees en este evangelio del agua y el Espíritu. El Señor ha borrado tus pecados con el agua y con la sangre –si crees en esto, entonces, ¿existirá pecado en tu corazón? Si realmente crees, en el fondo de tu corazón y de tu espíritu, en este evangelio del agua y el Espíritu, entonces seguramente no existe ningún pecado, con la fe de todo tu corazón en esta verdad, recibe la verdadera remisión de todos tus pecados ahora.
Debido a que Dios nos ha dado nuestra remisión del pecado a través de la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido, ahora hemos recibido esta eterna remisión del pecado. Y debido a esto, aquellos que creen en esta verdad han llegado a ser hijos propios de Dios, vestidos en la gracia que les permite venir ante Él. Por lo tanto, tenemos que amarnos los unos a los otros, entender las deficiencias los unos de los otros, servir a la obra del Señor hasta el final, y entonces ir a Él y permanecer ante Su presencia.
Aquellos que han recibido la remisión del pecado aman a todos los pecadores. Los corazones de los justos desean que cada pecador conozca la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí y que nazcan de nuevo. Pero existe cierta clase de gente que ciertamente no puede amar a la gente. Este es el pecador obstinado –los Cristianos que engañan sus propias conciencias de fe y se mienten a sí mismos pensando que creen en Dios aunque permanecen en pecado.
Creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu y recibiendo la remisión del pecado en nuestro corazón, todos debemos defender nuestras conciencias de fe. Corramos nuestra carrera bien hasta el final, guardando nuestras conciencias de fe y no perdiéndola. Y cuan parezca que alguien esté atravesando un tiempo espiritual difícil, entonces ayúdense los unos a los otros y tómense los unos de los otros fuertemente. No importa lo que pase, los justos no deben abandonar la Iglesia. Si los justos abandonan la Iglesia de Dios, morirán inmediatamente, dejar la Iglesia de Dios es como perder tu propia casa. Perder tu casa es como perder tu refugio, y así tu corazón no encontrara descanso ni comodidad en ningún lado, y morirás al final.
La Iglesia de Dios es un lugar en donde Sus ovejas son alimentadas, se les da descanso y liberación. Como tal, cuando las ovejas pierden su fuerza y llegan a cansarse, la Iglesia de Dios ayuda sus corazones para que sean fortalecidos escuchando la Palabra. Cuando aceptes la Palabra creyéndola en tu corazón, entonces el Espíritu Santo en ti sé regocijara, sus corazones también serán fortalecidos, y, como resultado final, recibirás la vida eterna.
Todos nosotros los justos damos gracias a Dios. Agradecemos al Señor, ye que para calificarnos para orar, Él nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu. ¡Aleluya! Yo oro al Dios vivo que nos permita confiar en Él y vivir por fe.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (II)