(Éxodo 28:1-14)
«Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote. Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Tomarán oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, y harán el efod de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, de obra primorosa. Tendrá dos hombreras que se junten a sus dos extremos, y así se juntará. Y su cinto de obra primorosa que estará sobre él, será de la misma obra, parte del mismo; de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; seis de sus nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de nacimiento de ellos. De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello, harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial. Harás, pues, los engastes de oro, y dos cordones de oro fino, los cuales harás en forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes».
Ahora pasamos nuestra atención en los materiales utilizados en las vestiduras del Sumo Sacerdote. El efod era una prenda única entre las vestiduras del Sumo Sacerdote. Este efod estaba tejido de hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Esta vestidura sagrada del Sumo Sacerdote era tejida por artesanos expertos que la tejían con estos cinco hilos.
El hilo de oro mencionado en la Biblia nos habla de la fe verdadera. El hilo azul utilizado en las vestiduras del Sumo Sacerdote se refiere al bautismo que Jesucristo tuvo que recibir de Juan el Bautista para tomar todos los pecados de la humanidad (Mateo 3, 15). El hilo púrpura habla del Rey de reyes, y el hilo carmesí habla del sacrificio que Jesucristo hizo cuando pagó la condena de los pecados de la humanidad. El lino blanco utilizado en las vestiduras del Sumo Sacerdote manifiesta la justicia de Dios que ha borrado los pecados de todo el mundo con los hilos azul, púrpura y carmesí.
Entre los deberes del Sumo Sacerdote, el más importante era el de ofrecerle sacrificios a Dios. Al cumplir esta tarea mediante el sistema de sacrificios, el Sumo Sacerdote no solo servía a Dios, sino que también ayudaba al pueblo de Israel a ser librado de sus pecados. Debemos recordar que la principal tarea del Sumo Sacerdote era ofrecer sacrificios para servir y adorar a Dios.
Para probar lo que les acabo de decir voy a referirme a un incidente ocurrido en Éxodo 32. Cuando Moisés subió al Monte Sinaí para recibir los Diez Mandamientos, el pueblo de Israel, al ver que tardaba en bajar del monte, le dijo a Aarón: «Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido» (Éxodo 32, 1). Entonces Aarón tomó los brazaletes, anillos y pendientes de oro de los israelitas y moldeó un becerro con el oro. El pueblo de Israel dijo: «Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto» (Éxodo 32, 4). Al ver esto, Aarón construyó un altar ante el becerro y proclamó el día siguiente una fiesta para el Dios Jehová.
Cuando llegó el día siguiente, el pueblo de Israel ofreció holocaustos y ofrendas de paz; entonces se sentó, comió y bebió y se levantó para jugar. Esto se convirtió en un gran pecado ante Dios, e hizo que el juicio temible de Dios cayera sobre el pueblo de Israel. Debemos recordar este suceso. El Sumo Sacerdote Aarón también tenía una cara débil, pero a pesar de esto tenía que obedecer la voluntad de Dios, sin olvidar que servirle era la función más importante para el Sumo Sacerdote. Pero Aarón no fue fiel a sus tareas de Sumo Sacerdote. Para llevar a cabo estas tareas tenía que ofrecer holocaustos y ofrendas de paz según el sistema de sacrificios establecido por Dios, aunque su pueblo no le siguiera.
En resumen, Aarón, el Sumo Sacerdote, tendía que haber servido a Dios solamente. De esta manera, hay pastores que solo trabajan por la gente y no por Dios. Me entristece pensar que muchos de los sacerdotes modernos tienen ideas tan equivocadas. Pero no estoy demasiado preocupado porque todavía hay sacerdotes verdaderos entre ellos. Para borrar los pecados de la gente, los sacerdotes deben cumplir con su responsabilidad de ofrecer sacrificios a Dios correctamente según el sistema de sacrificios.
Debemos prestar especial atención a este pasaje en el que Dios le dice a Moisés: «Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón» (Éxodo 28, 1). Dios vistió a Aarón con las vestiduras del Sumo Sacerdote hechas especialmente para que sirviera a Dios en primer lugar. Todos los sacerdotes de hoy en día deben recordar lo siguiente: las vestiduras del Sumo Sacerdote estaban hechas de hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido.
Cumplir con las tareas del Sumo Sacerdote
El Día de la Expiación, para redimir los pecados anuales de los israelitas, el Sumo Sacerdote tenía que pasar todos los pecados a la ofrenda mediante la imposición de manos sobre su cabeza, sacarle la sangre, y ponerla en los cuernos del altar de los holocaustos y esparcirla sobre propiciatorio. De la misma manera, Jesús, nuestro verdadero Sumo Sacerdote del Cielo, vino a este mundo, fue bautizado y así tomó los pecados del mundo, derramó Su sangre y murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos, y así les ha dado la victoria a todos los que creen.
Mientras servía a Dios como Sumo Sacerdote, Aarón tenía que llevar una prenda peculiar denominada efod, que estaba hecha de hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Con esta prenda del Sumo Sacerdote, Dios nos está enseñando cómo debemos realizar nuestros sacrificios para poder recibir la remisión de los pecados. Para entender el significado profundo contenido en los hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido utilizados en las vestiduras del Sumo Sacerdote, debemos conocer la remisión de los pecados que fue cumplida por la justicia de Dios y Su amor.
A través de los cinco hilos utilizados en las vestiduras del Sumo Sacerdote, Dios nos ha mostrado que ha establecido la remisión de los pecados en Jesucristo incluso antes de la creación del mundo (Efesios 1, 4). Así, para llevar a cabo la tarea del sacerdocio correctamente primero debemos entender el misterio de la redención de los pecados contenido en el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él. Esta es la providencia predestinada de la salvación que Dios Padre ha establecido por nosotros en Jesucristo.
Para que el Sumo Sacerdote cumpliese con sus deberes correctamente tenía que ofrecerle sacrificios adecuados a Dios, es decir que para la remisión de los pecados de su gente, tenía que poner las manos sobre un animal y pasarle los pecados correctamente según el sistema de sacrificios. El Día de la Expiación el Sumo Sacerdote ponía las manos sobre la cabeza de la ofrenda, la degollaba y le sacaba la sangre. Mediante esta imposición de manos, todos los pecados anuales de los israelitas se pasaban a la ofrenda. Mediante el derramamiento de sangre del animal, todos sus pecados eran redimidos. Entonces el Sumo Sacerdote esparcía la sangre y quemaba la carne para completar el sacrificio. De esta manera ofrecía este sacrificio para la remisión de los pecados de su pueblo.
Aquí tenemos que prestar atención a este punto: el Sumo Sacerdote tenía que enseñar a su pueblo que sus pecados habían sido pasados a la ofrenda del sacrificio antes de quemarla, y que la remisión de sus pecados se conseguía mediante la imposición de manos y el derramamiento de sangre de la ofrenda. Esta era la mayor tarea de todo Sumo Sacerdote. El Sumo Sacerdote tenía que defender la Verdad. En otras palabras, tenía que ser un fiel guardián del Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque el Sumo Sacerdote era un ser humano débil como el resto del pueblo de Israel, al creer en la Verdad manifestada en el sistema de sacrificios y ofrecer sacrificios por ellos, permitía que su pueblo recibiese la remisión de los pecados. De la misma manera, aunque seamos seres insuficientes, al creer en lo que Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Cielo, ha hecho por nosotros, y al recibir la remisión de los pecados, podemos caminar con Dios.
Este sistema de sacrificios revelado en el Tabernáculo es la sabiduría de la salvación que viene de Dios. La sabiduría de Dios que nos ha salvado del pecado está contenida en los hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido utilizados en las vestiduras del Sumo Sacerdote. Para que el Sumo Sacerdote cumpliese con su deber, debía enseñar que la única manera de estar sin pecados era siguiendo el sistema de sacrificios establecido por Dios. Nosotros, como sacerdotes reales de hoy en día (1 Pedro 2, 9), también debemos dar testimonio del hecho de que Jesús vino al mundo, tomó los pecados del mundo para siempre al ser bautizado, derramó Su sangre y murió en nuestro lugar, fue enterrado y se levantó de entre los muertos por nosotros.
¿Pueden los seres humanos borrar sus propios pecados? ¿Pueden las religiones del mundo hacer que los pecados de la humanidad desaparezcan? Nuestros pecados solo pueden desaparecer por la Verdad de la salvación constituida por el bautismo de Jesús y Su sangre, que el Sumo Sacerdote nos enseña. Solo a través del Evangelio de salvación establecido por Dios podemos recibir la remisión de los pecados. Solo Jesucristo puede redimir los pecados de la humanidad porque es el Sumo Sacerdote eterno del Cielo. En otras palabras, como Jesucristo, que es Dios, vino al mundo encarnado en un hombre y tomó todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, pudo derramar Su sangre en la Cruz para borrar las iniquidades de los pecadores. Como el Señor cargó con nuestros pecados en Su bautismo, pagó la condena de todos nuestros pecados al ser crucificado, derramar Su sangre y morir en la Cruz. Así ha completado la salvación de la humanidad de sus pecados a través de esta obra justa (Romanos 5, 18). Si no fuese por lo que Jesús hizo por nosotros, no podríamos haber sido salvados. El Sumo Sacerdote del Cielo, que nos hizo hijos del Dios Santo al borrar nuestros pecados con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, es Jesucristo.
El Sumo Sacerdote espiritual del Cielo conocía perfectamente el plan de salvación del Padre que fue predestinado para nuestra remisión de los pecados. Por eso el Señor dijo: «Soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Último» (Apocalipsis 22, 13). Con este conocimiento perfecto del principio y el final, el Señor cumplió nuestra salvación según Sus promesas mostradas en el sistema de sacrificios. Ha hecho posible que nunca seamos condenados y destruidos por nuestros pecados y debilidades. Lo que el Sumo Sacerdote del Cielo ha hecho por nosotros, es decir, tomar los pecados de la humanidad al ser bautizado y borrarlos al derramar Su sangre, ha completado la perfecta salvación por nosotros. Esta sabiduría de Dios proporciona la salvación a todos los seres humanos. Se cumplió con los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. En Jesucristo, Dios Padre planeó la remisión eterna de los pecados con la Verdad escondida en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, y les ha concedido esta perfecta salvación a todos los que creen en esta Verdad.
El cinturón del efod para el Sumo Sacerdote
Entre las vestiduras del Sumo Sacerdote había un cinturón para el efod. Este cinturón lo llevaba el Sumo Sacerdote en el efod y estaba hecho de hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido. El significado normal de un cinturón es fuerza. En otras palabras, nos dice que la fe que cree en que la salvación llegó por los hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido tiene el poder de salvarnos de todos nuestros pecados. Solo este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu tiene el poder de Dios que salva a todo el que cree (Romanos 1, 16). Así no sirve de nada creer en otros evangelios a parte del que está manifestado en los hilos de color azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido.
Los que tienen muchos fallos también pueden ser librados de todos los pecados perfectamente al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, ya que los pecados del mundo se le pasaron a Jesucristo por esta Verdad de la remisión de los pecados cumplida por Dios (mateo 3, 15-17; Levítico 16, 1-1). Por tanto, los que creen que estas obras justas de Jesús, manifestadas en hilos de color azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido, les han salvado, pueden estar seguros aunque la fuerza de voluntad de su carne sea débil. Cuando vivimos en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo, el Sumo Sacerdote, nos ha dado, ¿qué nos puede separar de Dios? Nuestra fe en la salvación de Dios se ha completado por nuestra fe que cree en la Verdad revelada en los hilos de color azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido.
Para que los sacerdotes pudieran llevar a cabo sus deberes de sacerdocio, no podía tolerar los evangelios falsos que no obedecieran el sistema de sacrificios mostrado claramente en el Tabernáculo. Los que predican estos evangelios falsos, por muy bien que preparen sus sermones, no pueden ayudar a nadie porque no están dando testimonio del verdadero Evangelio del agua y el Espíritu de Dios manifestado en el Tabernáculo. Por tanto, son simplemente estafadores y asalariados. Cuando se trata de creer en Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Cielo, como nuestro Salvador, no podemos dejar de reconocer el sistema de sacrificios de la imposición de manos y el derramamiento de sangre manifestado en el sistema del Tabernáculo. Debemos darnos cuenta de que hay muchos evangelios falsos en este mundo. Asimismo, sea quien sea el predicador, si está predicando la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos escucharle y aceptar sus enseñanzas.
Los cinco materiales utilizados para el efod y su cinturón denotan nuestra verdadera salvación. Eran los materiales que manifestaban la ofrenda del sacrificio que traía la remisión de los pecados a los pecadores cuando se ofrecía exactamente de acuerdo con el sistema de sacrificios de Dios en el Antiguo Testamento, que consistía de la imposición de manos y el derramamiento de sangre principalmente. Estos materiales se manifestaron en el Nuevo Testamento, mediante el bautismo de Jesús y Su derramamiento de sangre. Así Jesús ha traído la salvación de la remisión de los pecados a los que creen. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón recibe la remisión de los pecados y la vida eterna. Esta Verdad fue dada a todos los nacidos de nuevo que han sido confiados con las tareas del Sumo Sacerdote hoy en día.
El Sumo Sacerdote terrenal pasaba los pecados de su pueblo mediante la imposición de manos sobre la cabeza de la ofrenda; entonces la degollaba y le sacaba la sangre, esparcía la sangre en propiciatorio y así cumplía con su deber de defender el Evangelio verdadero ante Dios. Pero el Sumo Sacerdote del Cielo es el que fue bautizado para tomar todos los pecados del mundo sobre Su cuerpo, el que ha borrado todos los pecados de Su pueblo al entregar Su cuerpo, derramar Su sangre en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Al hacer esto ha permitido que Su pueblo sea redimido de sus pecados y ha cumplido la providencia de Dios. Hoy en día, cuando los discípulos de Jesús predican este Evangelio, Jesucristo erradica todos los pecados de la humanidad y los sacerdotes cumplen con su deber.
Una de las razones por las que los cristianos actuales tienen tantos problemas es que hay muchos estafadores espirituales en sus comunidades que afirman cumplir con sus tareas de sacerdocio aunque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. La manera de convertirse en verdaderos sacerdotes de Dios es creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo los que tienen esta fe pueden ofrecer sacrificios adecuados a Dios y amar a los demás. ¿Para qué creen que existe la Iglesia de Dios? Puedo decirles que la Iglesia de Dios existe para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a los pecadores. Así es como servimos a Dios y amamos a todas las almas que fueron creadas a Su imagen.
Todo el mundo debe conocer el Evangelio del agua y el Espíritu
El cristianismo actual de todo el mundo debe conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro Señor dijo: «Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5, 13-14). Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos la verdadera luz y la sal espiritual del mundo. Los que conocen y creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son los sacerdotes espirituales que traen beneficios a las personas y les permiten recibir la remisión de los pecados. Pero, por otro lado, los pastores que dicen que cumplen con sus tareas de sacerdocio pero no conocen este Evangelio del agua y el Espíritu no son más que trabajadores asalariados. Los que realizan sus funciones de sacerdotes como meros trabajadores asalariados pueden hacer que la gente sea cristiana en apariencia, pero no pueden borrar los pecados de sus seguidores.
Los verdaderos sacerdotes son los que han sido redimido de sus pecados, los que están sin pecados ante Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al darles sus funciones de sacerdotes y hacerles entregar los sacrificios que borran los pecados de Su pueblo, Dios permite que todo el mundo sea librado de sus pecados. A través de estos sacerdotes Dios ha permitido que la humanidad conozca Sus obras de salvación, crea en ellas, y vuelva a Él para vivir con justicia. Los sacerdotes tienen la responsabilidad de hacer que todo el mundo se dé cuenta del misterio de los hilos azul, púrpura y carmesí, y predicar esta Verdad. Por tanto, los sacerdotes espirituales son tan importantes como el Evangelio del agua y el Espíritu.
Dios nos ha dado la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu para que seamos sacerdotes espirituales con poder. Debemos darle gracias por darnos esta fe (hilo dorado) que cree en el verdadero Evangelio manifestado en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Cuando estudiamos las vestiduras que llevaba el Sumo Sacerdote, podemos descubrir como la remisión de los pecados de la humanidad se ha completado. Si examinamos de cerca las vestiduras del Sumo Sacerdote, vemos que el Evangelio del agua y el Espíritu es claro como el agua. Dios no ha salvado a la humanidad de los pecados del mundo a través de falsos evangelios propagados por mentirosos, sino que ha planeado nuestra salvación del pecado en Jesucristo, incluso antes de la creación del mundo y ha cumplido este plan a través del bautismo y el derramamiento de sangre de Jesucristo.
Entre las vestiduras del Sumo Sacerdote había una túnica tejida artesanalmente y unos calzoncillos de lino. Nosotros también llevamos ropa interior, pero estas vestiduras del Sumo Sacerdote eran diferentes de la ropa interior que llevamos. La túnica del Sumo Sacerdote era una prenda larga que le llegaba hasta la rodilla. Como era de lino fino torcido el aire circulaba libremente. Cuando los sacerdotes ofrecían holocaustos, tenían que llevar las piezas de carne al altar de los holocaustos para quemarlas. Este altar estaba bastante alto, y por eso la parte inferior del cuerpo del Sumo Sacerdote podría quedar expuesta cuando se acercaba al altar de los holocaustos. Así que Dios le ordenó a Moisés que hiciera una túnica y unos calzoncillos de lino para cubrir la parte inferior del cuerpo del Sumo Sacerdote para que no incurriese en iniquidad y muriese.
¡Qué espléndidas son las vestiduras del Sumo Sacerdote! El pectoral que llevaba en el pecho relucía con las doce piedras preciosas que había en él, y las cintas para las hombreras también llevaban piedras preciosas. El pectoral estaba atado a los cordones con dos anillos de oro puro hechas como cordones entrelazados, y estaban atadas al cinturón del efod para que no se soltase del efod. Así que cuando el Sumo Sacerdote caminaba, estos cordones entrelazados de oro se mecían de un lado para otro y brillaban. Asimismo las doce piedras preciosas del pectoral del juicio también relucían, así como las piedras preciosas grandes que había en las cintas de los hombros y la placa de oro que llevaba en la frente en el turbante hecho de lino fino.
¿Cuánto oro había en el Tabernáculo? Todos los tableros estaban cubiertos de oro, y el propiciatorio, el candelero, la mesa del pan de la proposición, y otros utensilios del Lugar Santo estaban hechos de oro. El Tabernáculo era magnífico. Del mismo modo, cuando entramos en el dominio de Jesucristo, podemos darnos cuenta de lo espléndido que es. Cuando lo miramos por fuera, el Tabernáculo no parece muy impresionante, pero quien conozca la cantidad de oro utilizado para su construcción sabe que el peso total de oro sería de más de una tonelada. La cantidad de oro total utilizada en el Tabernáculo era de veintinueve talentos y setecientos treinta y tres siclos (Éxodo 38, 24) y cuando lo calculamos en medidas actuales, la cantidad sobrepasa la tonelada, porque un talento o kikkar (=3000 siclos) pesaba 42 kilogramos.
¿Han preparado las vestiduras de fe hechas de hilo de color oro, azul, púrpura y carmesí y de lino fino entrelazado? El hilo de oro se refiere a la fe; el hilo azul se refiere al bautismo que Jesús recibió; el hilo púrpura se refiere a la Divinidad de Jesús como Dios mismo; el hilo escarlata nos dice que, como Jesucristo tomó todos nuestros pecados con Su bautismo, tuvo que derramar Su sangre valiosa en la Cruz; y el lino fino entrelazado habla de la Palabra de Dios que revela la justicia de Dios. Así, los hilos de color azul, púrpura y carmesí utilizados en la puerta del Tabernáculo y las vestiduras del Sumo Sacerdote nos dicen que Dios ha borrado todos nuestros pecados.
Cuando nos presentamos ante Dios con fe en esta Verdad, podemos recibir la remisión de nuestros pecados
Cuando nos presentamos ante Dios, debemos tener la fe que cree en la Verdad de la salvación contenida en los hilos de color azul, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazos de las vestiduras del Sumo Sacerdote y de la puerta del Tabernáculo. Cuando el Sumo Sacerdote entregaba el sacrificio del Día de la Expiación, tenía que poner las manos en la cabeza del animal, degollarlo y sacarle la sangre. Mediante la imposición de manos, los pecados de todo su pueblo eran pasados al animal, y mediante el derramamiento de sangre, todos los pecados eran borrados. Quien no tenga esta fe no puede ir a Dios. Intentar realizar sacrificios a Dios sin esta fe es completamente absurdo. El sistema de sacrificios y los materiales del Tabernáculo estan todos relacionados con la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por esta fe en la Palabra de Dios el Sumo Sacerdote pudo ir ante Dios y cumplir sus tareas de sacerdocio por su pueblo al entregar sacrificios que borraban todos sus pecados.
¿Cómo es entonces nuestra fe? En la actualidad, los que creemos en esta Verdad y vivimos ante Dios por fe somos Sus sacerdotes reales (1 Pedro 2, 9). ¿Es su fe la misma que la fe que cree en el sistema de sacrificios revelado en el Antiguo Testamento? La verdadera fe debe ser la fe que cree en el verdadero Evangelio del que se habla en el Antiguo y Nuevo Testamento. Las formas externas de fe pueden cambiar en ocasiones, pero el contenido de la fe verdadera debe ser el mismo. Los Sumos Sacerdotes que son aprobados por Dios son los que ofrecen sacrificios según el sistema de sacrificios.
Cuando la Biblia dice que el efod estaba tejido artesanalmente significa que estaba tejido con todo detalle. El Sumo Sacerdote tenía que llevar el efod que estaba completamente tejido con los cinco hilos especificados. Así, por la fe que cree en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, los que se han convertido en sacerdotes pueden estar vestidos con santidad y después pueden acercarse a Dios y ofrecer el sacrificio de la remisión de los pecados por los demás.
¿Cómo es su fe entonces? ¿Conocen y creen en el Evangelio del agua y el Espíritu correctamente? La fe de los sacerdotes del Antiguo Testamento que creían en la Verdad manifestada en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, es la misma fe que la que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu en el Nuevo Testamento. Esta fe es la Verdad absoluta de salvación que nadie puede cambiar. Sin esta fe nadie puede presentarse ante Dios ni predicar Su Evangelio santo. Esto también significa que los que no han recibido la remisión de los pecados mediante este Evangelio verdadero, no pueden ser sacerdotes para los demás.
En nuestra página Web escuchamos noticias de otros países. Nos llegan desde todo el mundo, desde Perú hasta China, y desde Uganda hasta Holanda y nos dicen que la gente está recibiendo la remisión de los pecados a través de nuestros libros cristianos gratuitos. A través de estos libros que contienen el Evangelio del agua y el Espíritu, la gente que no nos conoce personalmente está recibiendo la remisión de los pecados. Si la gente de todos los países recibe la remisión de los pecados y a su vez predica el Evangelio como colaboradores nuestros, ¿cuántas cosas podríamos lograr? Si nuestros libros cristianos gratuitos pueden llegar a todos los países, no será muy difícil que muchas personas de todo el mundo nazcan de nuevo. Muchas almas de todo el mundo están recibiendo la remisión de los pecados al leer nuestros libros. Por tanto, debemos seguir siendo fieles a nuestros deberes como sacerdotes y predicar esta Verdad de salvación manifestada en el sistema del Tabernáculo por fe.
Queridos hermanos, solo cuando están sin pecados y son santos pueden predicar el verdadero Evangelio a todo el mundo, y no antes. Para convertirnos en sacerdotes debemos tener la fe que cree en las cuatro verdades manifestadas en el Tabernáculo y predicarlas. Al venir a este mundo, ser bautizado y derramar Su sangre, nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados, y al pagar la condena de esos pecados en nuestro lugar, ha salvado a los que creen de todos sus pecados. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, que nos hace justos y sin pecado, puede llevar estas vestiduras santas. Cuando llevamos estas vestiduras, nos presentamos ante Dios, le oramos, le pedimos ayuda, y le servimos, podemos llevar a cabo nuestras tareas de sacerdotes predicando este Evangelio.
¿Han recibido la remisión de sus pecados al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Tienen fe como el hilo dorado en sus corazones? No es suficiente con que conozcamos el Evangelio de Verdad, sino que debemos creer en él de todo corazón. No debemos dejar fuera ninguna de estas verdades que se encuentran en los cuatro hilos utilizados en las vestiduras del Sumo Sacerdote y en la puerta del Tabernáculo; todos estos elementos deben encontrarse dentro de nuestra fe. ¿Quiénes son los falsos creyentes de hoy en día? Cuando algo es similar a otra cosa, pero cuando se examina más detalladamente el contenido es diferente, se llama imitación. ¿Acaso no son imitaciones los evangelios falsos? Los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y creen en evangelios falsos son gente con fe falsa.
Defiendan su fe y luchen su batalla como soldados espirituales
Durante un tiempo solía haber reporteros que fingían ser verdaderos periodistas y estafaban dinero a la gente. Estos falsos periodistas tenían credenciales fraudulentas, y muchos eran bastante buenos en fingir ser verdaderos periodistas, por lo que muchas personas cayeron en la trampa. Hoy en día hay muchas personas que están predicando evangelios falsos que se parecen al Evangelio verdadero, pero la verdad es que en realidad son diferentes del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, antes de creer en cualquier evangelio, debemos examinarlo de cerca al prestar atención para ver si contiene todos los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, y si se han dejado fuera alguno de estos elementos. Dios ordenó a Moisés que hiciera las vestiduras del Sumo Sacerdote tejiéndolas artesanalmente sin dejarse ni un solo hilo; esto significa que los sacerdotes de hoy en día no deben dejarse ningún elemento del Evangelio del agua y el Espíritu fuera cuando se trata de su fe. Si no creemos que Dios ha cumplido nuestra salvación con estos cuatro hilos (los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido) no podremos ser aprobados por Dios.
¿Cómo podemos distinguir si la fe de una persona es verdadera? Cuando miramos los colores de las vestiduras que llevaba el Sumo Sacerdote, podemos darnos cuenta de que hoy en día, solo la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu está completa. Si alguien cree en el verdadero Evangelio como estas personas, entonces pueden considerar a estas personas redimidas de sus pecados. Hay muchas personas que piensan que su fe es completa, aunque no creen en la verdad del hilo azul, el bautismo de Jesús, y solo creen en la sangre derramada en la Cruz. Estas personas son las que no creen en el perfecto Evangelio. Como estas personas no conocen el verdadero Evangelio ante Dios, no pueden predicar la remisión espiritual de los pecados.
Queridos hermanos, deben poder distinguir la fe de los que creen en los evangelios falsos de la fe de los que creen en el verdadero Evangelio. Hay muchos pastores en este mundo que creen en esos evangelios falsos. En el Antiguo Testamento, las vestiduras del Sumo Sacerdote estaban hechas de cinco materiales, y al tener esta fe podemos recibir la remisión de los pecados. Por eso estamos luchando nuestra batalla espiritual contra Satanás.
El Apóstol Pablo habla de este asunto en el Libro de Efesios. Pasemos a Efesios 6, 10-18: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos».
El Apóstol Pablo nos está diciendo «fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza» y «tomad toda la armadura de Dios» para «para que podáis resistir en el día malo». ¿Qué es toda la armadura de Dios? La Palabra de Dios. Pablo nos está diciendo que para luchar contra la fe falsa debemos creer en la Palabra de Dios y debemos llevarla puesta y aferrarnos a ella. Por eso dice: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Nos está pidiendo que luchemos contra los príncipes de esta era, contra los que están de parte del mundo, y contra los espíritus malvados del Diablo.
Pablo nos está diciendo: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios». Pablo nos dice esto para que, al haber hecho todo esto, podamos estar ante la presencia de Dios. Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu ante Dios, recibimos la remisión de los pecados y podemos estar ante Dios y disfrutar de la vida eterna con Él.
Todos somos débiles en la carne. Por tanto debemos llevar el cinturón de la fe. Al decirnos que nos pongamos el pectoral de la justicia, Pablo nos está diciendo que debemos creer en este Evangelio de todo corazón. Del mismo modo en que el Sumo Sacerdote llevaba doce tipos de piedras preciosas en el pectoral sobre su pecho y el nombre de cada tribu de las doce tribus de Israel grabadas en cada piedra, nos está diciendo que debemos recibir a la gente en nuestros corazones y llevarlas a Cristo. El que el Sumo Sacerdote llevase estas doce piedras preciosas montadas en el pectoral y las llevara en el pecho significa que llevaba al pueblo de Israel en su corazón.
Como el Apóstol Pablo dijo aquí, «ceñidos vuestros lomos con la verdad», debemos tener definitivamente la fe que cree en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Cuando no tenemos miedo de nuestras debilidades y nos aferramos a nuestra fe en los hilos azul, púrpura y carmesí en nuestros corazones, estos se refuerzan. Por esta fe podemos tener una fe inamovible. Por tanto debemos ponernos el pectoral de la justicia y creer en ella en nuestras mentes y corazones. No es suficiente que conozcamos este verdadero Evangelio en nuestras mentes, sino que debemos creer en él de corazón.
Entonces debemos llevar los zapatos de la predicación del Evangelio con la preparación del Evangelio de la paz. Con el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha dado paz. Dios nos dijo que creyésemos en este Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado paz y que viviésemos nuestras vidas sirviendo al Evangelio.
Dios también nos ha dicho que tomemos el escudo de la fe y que apaguemos todos los dardos de fuego del maligno. En la antigüedad, los dardos de fuego eran normalmente la primera arma que se utilizaba en la batalla. Pablo nos está diciendo que Satanás nos ataca así. El Diablo dirige su ataque a nuestras debilidades e insuficiencias diciendo: «¿Quién crees que eres? Tus pensamientos y acciones que salen de tu corazón son sucios y aún así quieres predicar el Evangelio. ¿Qué tontería es esta? ¿No crees que eres un poco orgulloso? ¿No crees que primero debes cambiar?». Entonces, cuando estos dardos de fuego nos ataquen, si nos rendimos y decimos: «Tienes razón. ¿Qué tipo de sacerdote soy si no puedo controlarme a mí mismo?» entonces nuestras almas acabarán muertas. Por eso el Apóstol Pablo nos dijo que sobre todo tomásemos el escudo de la fe. ¿Qué nos protege de estos pensamientos carnales que Satanás intenta implantar en nuestros corazones para intentarnos hacer caer en nuestras insuficiencias? La fe inamovible que cree en los hilos de color azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Este es el escudo de fe.
Cuando los dardos de fuego caen sobre nosotros indiscriminadamente, nuestro Señor nos ha dicho que nos deshagamos de ellos con esta fe: «El Señor me ha hecho justo con los hilos azul, púrpura y carmesí. Creo de todo corazón». Por esta fe podemos repeler los dardos de fuego y todos los planes y ataques de Satanás.
¿Son insuficientes? Su carne es insuficiente. Por eso deben tratar todas las cosas con la fe que cree en la providencia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu. Después de recibir la remisión de los pecados, primero deben tratar asuntos pequeños por fe y después, cuando llegan más problemas que no pueden tratarse de ninguna otra manera si no es por fe. Al principio sus debilidades solo se mostrarán en cierta medida, pero con el tiempo sus debilidades seguirán revelándose en mayor grado. Al final estarán inundados por tantas debilidades que se avergonzarán.
En momentos como esto, cuando empiezan a tener dudas sobre si han recibido la remisión de los pecados o no, Satanás lanza sus ataques. Por tanto, con su fe deben cuidar de sus debilidades. En otras palabras, deben evitar tener pensamientos carnales que les lleven a la destrucción a causa de esas debilidades. Con el escudo de la fe, deben repeler los ataques de Satanás y gritar: «¡Apártate de mí, Satanás! Como dice Romanos 1, 17: “el justo por la fe vivirá" y por eso soy justos por fe en la justicia de Dios aunque tengo muchos fallos». Los justos deben vivir por fe.
¿Hay algo de lo que podamos alardear en este mundo? No tenemos nada de lo que alardear en términos carnales, pero aún así podemos hablar con confianza ante la gente de este mundo. La gente del mundo puede decirles: «Si sois justos, yo también soy justo». Entonces les deberían contestar: «Si vosotros sois justos, entonces yo soy la madre de todos los justos». Hay muchas personas que no tienen conocimiento y nos atacan por nuestras debilidades. «No eres un buen estudiante. Si no puedes hacer esto, no puedes hacer lo otro». Aunque nos ataquen así, no debemos preocuparnos. Pueden contestar: «Tienes razón. No soy muy bueno en ese aspecto. Pero aún así creo en el verdadero Evangelio. ¿Sabes qué es este Evangelio? ¿Sabes que es el hilo púrpura? ¿Sabes qué es el hilo azul? ¿Sabes qué es el hilo carmesí? ¿Sabes qué es el lino fino torcido? Lee el texto original. Probablemente te costará un mes de domingos antes de encontrar el significado. No, en verdad, tendrás suerte si puedes descifrar ese misterio en un año. Probablemente te costaría 500 generaciones antes de que los encontraras. ¿Sabes qué es el hilo de oro? Bueno, yo sí que conozco estas cosas y creo en ellas». Así, deben tener cuidado con los ataques de Satanás y defenderse con su fe. Deben tener una fe fuerte y así repeler al Diablo.
«Aunque soy insuficiente, sigo sirviendo al Evangelio de Dios. Servir al Evangelio del agua y el Espíritu es servir a Dios. Aunque soy insuficiente, sigo siendo un rey del Reino de Dios. Soy un sacerdote real que es como un rey. Si no predico el Evangelio, vosotros acabareis en el infierno». Hermanos y hermanas, deben tener una fe así de fuerte. Esta fe no es algo que puedan conseguir por la fuerza, sino que es algo que Dios nos ha dado, y por tanto todo lo que tenemos que hacer es tomarla al creer. ¿Han recibido esta fe al creer?
En Efesios 6, 17, el Apóstol Pablo nos pide que nos pongamos el yelmo de la salvación. Saben lo que es un yelmo, ¿verdad? ¿Recuerdan a los caballeros de la Edad Media? Llevaban yelmos de metal y combatían a caballo con lanzas muy largas. Cuando llevaban esos yelmos, que les cubrían las caras, las heridas de la batalla no eran suficientes para matarlos a no ser que les dieran en los ojos. Estos yelmos les protegían de los impactos de esas lanzas. Del mismo modo, el yelmo de la salvación tiene el mismo deber.
De la misma manera, en nuestras cabezas, el conocimiento de la Verdad debe ser perfecto. El Evangelio de la Verdad debe estar bien organizado intelectualmente en nuestro conocimiento. «¿Es cierto esto o no?», en vez de dudar, debemos entenderlo todo correctamente en nuestras mentes: «El Señor me ha hecho completamente justo con los hilos azul, púrpura y carmesí. Creo en esto». Solo cuando hacemos esto no habrá ningún agujero por el que se pueda meter Satanás. Esto sirve para equiparnos con el yelmo de la salvación. Debemos creer con el conocimiento exacto de la Verdad.
Pablo también nos dijo que tomásemos la espada del Espíritu. Esta espada del Espíritu es la Palabra de Dios, y cuando aprendemos y creemos la Palabra, tenemos un arma muy poderosa. Satanás ataca a través de otras personas, a través del dinero, a través del sexo opuesto, y a través de sus debilidades, pero ustedes pueden repeler estos ataquen con su fe en la Palabra de Dios.
En Efesios, utilizando esta analogía de las vestiduras del Sumo Sacerdote, el Apóstol Pablo nos explica qué es la verdadera fe de la siguiente manera: «vestidos con la coraza de justicia». Nos está diciendo que nos pongamos el pectoral de la Verdad de Dios con la que Dios nos ha hecho justos. Pablo también nos dijo que tomásemos el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu. Al utilizar este ejemplo nos está diciendo que luchemos contra Satanás, que le impactemos y le venzamos al tener un conocimiento completo de la Verdad y creer en la Palabra de Dios. Nos está diciendo que superemos todos los obstáculos malignos que obstruyen nuestra fe. Los que tienen evangelios falsos son los que dicen haber borrado todos sus pecados aunque solo creen en una parte, es decir en la sangre de Jesús derramada en la Cruz y en Sus atributos divinos como el Hijo de Dios. Debemos rechazar y dejar atrás está fe falsa.
La fe que cree en Jesús sin Su ministerio del hilo azul es como si el Sumo Sacerdote llevase vestiduras falsas. Pero en este mundo hay muchos cristianos falsos que dejan el hilo azul fuera de su fe. Sin embargo, nosotros ponemos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros libros y damos testimonio de este Evangelio que ha venido por los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido, el Evangelio en el que creemos. Ya creamos o no, estamos haciendo nuestros libros con la verdadera Palabra de Dios para darles la oportunidad de leer, conocer y creer en la Verdad. Los que solo creen que Jesús es Dios y que ha borrado sus pecados con tan solo derramar Su sangre en la Cruz, suelen poner la base de su fe en sus emociones y se engañan a sí mismos y a los demás. Pero los que creemos en la Verdad, sabemos, creemos y predicamos que al ser bautizado y derramar Su sangre en la Cruz, Jesús, que es Dios mismo, nos ha salvado perfectamente.
¿Creen ahora que las vestiduras del Sumo Sacerdote estaban hechas de hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido? Los que han sido vestidos completamente en la santidad son los que llevan estas vestiduras hechas de estos cinco hilos. Los que creen de corazón en la remisión de los pecados, que ha llegado por los hilos de color oro, azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido, son la gente de fe y los sacerdotes espirituales que creen que han sido salvados completamente de sus pecados.
Hay algo que los que se han convertido en sacerdotes espirituales no pueden olvidar. Es la implicación de que los hilos de color azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido, la sombra del verdadero Evangelio. Con estos cinco hilos hacemos las verdaderas vestiduras de la remisión de los pecados, las llevamos por fe y vamos a Dios. Esto habla de nuestra verdadera fe. Para la fe que cree en esta Verdad, Dios ha hecho nuestros corazones santos, de la misma manera en que hizo esto por el Sumo Sacerdote en el Antiguo Testamento. Al creer en esta Verdad, todos nos hemos convertido en sacerdotes ante Dios. Todos somos los sacerdotes reales que sirven a Dios.
Hermanos y hermanas, les pido que tengan la fe que cree en esta Verdad y que con ella luchen contra Satanás y cumplan con sus deberes de sacerdotes. Al hacer esto, espero y oro por que todos lleven a cabo su sacerdocio de manera leal para siempre. Les digo esto porque si dejan de creer en el Evangelio de los hilos de color azul, púrpura y carmesí y de lino fino torcido, se les quitará el sacerdocio. Oro por que todos sean aún más fieles en sus tareas de sacerdotes y complazcan a Dios con su fe inamovible en el verdadero Evangelio. Espero que todos crean en el Evangelio hasta el final para que no pierdan el Evangelio de la vida eterna, y que defiendan su fe y llevan a cabo sus tareas de sacerdotes para siempre.
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