(Efesios 1, 20-23)
«La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo».
¿Qué obra están haciendo ahora los miembros de la Iglesia de Dios?
Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy que la Iglesia: «La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Efesios 1, 23).
La Iglesia de Dios es la reunió de los que han recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. La Cabeza de esta reunión es Jesucristo, y sus miembros son los hijos de Dios que han recibido la remisión de los pecados. Como el cuerpo de Jesucristo, la Iglesia de Dios predica el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo para llenarlo. Dicho de otra manera, los santos que han recibido la remisión de los pecados son miembros de la Iglesia de Dios, y Dios está llenando este mundo con Su amor y bendiciones a través de estos santos redimidos. Por tanto, la Iglesia de Dios trae la salvación de Dios de la remisión de los pecados y las bendiciones de la vida eterna. Como la Iglesia de Dios está obrando por fe para dar testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu en este mundo, quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu puede ser salvado de todos sus pecados.
Ahora Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo a través de Su Iglesia, y todos los que creen en este Evangelio auténtico han sido salvados. Son los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, a los que Dios ha hecho miembros de Su Iglesia. A través de la Iglesia de Dios se predica el Evangelio del agua y el Espíritu, y Dios ha hecho posible que quien crea en este Evangelio no solo reciba la remisión de los pecados para siempre, sino que también pueda conseguir la vida eterna. La Iglesia de Dios fue llamada para predicar el Evangelio de la remisión de los pecados que permite a todo el mundo ser salvado de los pecados. Ahora está llevando a cabo la función importante de predicar la luz de salvación en este mundo. A través del Evangelio del agua y el Espíritu, que se predica a través de la Iglesia de Dios, la gente de todo el mundo está recibiendo la vida eterna.
Este Evangelio del agua y el Espíritu que se predica a través de la Iglesia de Dios por todo el mundo está llevando a mucha gente a recibir las bendiciones de Dios. Si no fuera por la Iglesia de Dios, este mundo nunca podría haber oído hablar del Evangelio del agua y el Espíritu. Si la Iglesia de Dios no estuviese en este mundo para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, hubiera sido imposible que este mundo probase las bendiciones infinitas de salvación de Dios. La Iglesia de Dios está cumpliendo una función infinitamente indispensable como la institución que da nueva vida al mundo. Esta es la verdad absoluta. Sin escuchar el Evangelio de la remisión de los pecados, que solo se puede escuchar a través de la Iglesia de Dios, nadie puede convertirse en hijo de Dios ni entrar en el Cielo, y todo el mundo está destinado a ser destruido por sus pecados. Sin embargo, quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios recibirá la bendición de la salvación para ser librados de nuestros pecados.
A través de Su Iglesia Dios ha hecho posible que todo el mundo sea bendito al recibir la remisión de los pecados y la vida eterna. Por tanto, solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son los miembros de la Iglesia de Dios. Como ahora somos miembros de la Iglesia de Dios por creer en Su justicia, hemos recibido bendiciones enormes de Dios. Esto se debe a que Dios está llevando a cabo Su obra a través de nosotros, los santos de Su Iglesia. A través de nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios está llevando a cabo Su obra. Por tanto debemos reconocer que todo el que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, los santos de Dios y Sus obreros, están a cargo de las tareas de sacerdocio.
De hecho, todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos triunfar en todo si solo vivimos por fe obedeciendo las instrucciones de Dios. Como siervos de Dios, creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y a través de nuestra fe en la justicia de Dios, no solo prevaleceremos sobre todos los falsos profetas de este mundo sino que también salvaremos a muchas personas de sus pecados.
Cuando vemos cómo se está llevando a cabo la obra de Dios por todo el mundo para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ver que cuanto más se predica el Evangelio, más fe necesitamos como siervos de Dios. Dios Padre nos ha convertido en Sus obreros para que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, y según Su providencia, Dios está obrando con fuerza a través de los miembros de Su Iglesia. Además, como nuestra labor de predicar el Evangelio ha dado muchos frutos, muchas personas de todo el mundo están recibiendo el amor abundante de salvación de Dios. Al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, estamos abriendo los ojos espirituales de todos los que escuchan este Evangelio, y estamos permitiendo que sean librados de sus pecados. Muchas personas se están regocijando porque han encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu que predicamos y han recibido la remisión de los pecados. Cuando verificamos esto con nuestros propios ojos, nosotros nos regocijamos con ellos. Todas estas cosas son posibles porque la Iglesia de Dios está predicando en unidad el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Por eso tantos pecadores no solo han conocido a Dios, sino que también han recibido Sus bendiciones de salvación, y no hay palabras suficientes para expresar lo contentos que estamos por estos resultados maravillosos.
Solo por la gracia de Dios podemos convertirnos en miembros del cuerpo de Jesucristo
Todas estas cosas sucedieron según el plan que Dios Padre había hecho por nosotros en Jesucristo incluso antes de la fundación del mundo. Dios había predestinado a todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu a recibir las bendiciones de la remisión de los pecados. Dios Padre había planeado en Su Hijo Jesucristo salvar a quien creyese en el Evangelio del agua y el Espíritu, que constituye la justicia de Dios. Para construir Su Iglesia en este mundo, Dios Padre había planeado salvar a todos los pecadores en Jesucristo, y cuando llegó el momento de implementar Su plan, envió a Su Hijo Jesucristo al mundo encarnado en un hombre. Entonces hizo que Su Hijo cumpliese Su voluntad al ser bautizado por Juan el Bautista, derramando Su sangre hasta morir en la Cruz y resucitando de entre los muertos. El plan de Dios Padre era hacer que tuviésemos el mismo estatus que Su Hijo. Para conseguir este plan Dios Padre envió a Su Hijo Jesucristo al mundo, hizo que fuese bautizado por Juan el Bautista y derramase Su sangre y resucitase de entre los muertos. Así Dios nos ha bendecido a todos para que todas las personas se convirtiesen en hijos Suyos al creer en esta Palabra del Evangelio de salvación. Al entrar en los corazones de todo el mundo que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios les ha dado el don del Espíritu Santo hasta garantizar la completa remisión de sus pecados.
Quien crea en esta maravillosa Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu ha sido escogido por Dios para no acabar siendo un fracaso por muchos errores que cometa. Como hemos sido salvados de sus pecados y nos hemos convertido en hijos de Dios, hemos ganado la batalla. Al venir al mundo por nuestra salvación, Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado hasta morir, y resucitó de entre los muertos, y así se ha convertido en el perfecto Salvador para todos Sus creyentes. Nos hemos convertido en los hijos de Dios al creer en nuestro Señor Jesucristo que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha hecho predicar esta verdadera salvación. Dios nos ha bendecido con la vida eterna a través de Su Iglesia.
Solo a través de la Iglesia de Dios podemos recibir las bendiciones de Dios. Esta gente puede diferenciar la Verdad de las mentiras y no tiene nada aparte de la Verdad por fe. Dios ha obrado con fuerzas para implementar Su voluntad a través de Su Iglesia. Él nos ha permitido, a todos los que creemos en Su Evangelio, recibir las bendiciones de la remisión de los pecados. La Iglesia de Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, y Dios ha permitido que, quien crea en este Evangelio sea librado de sus pecados y reciba toda bendición celestial.
Incluso ahora Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu a través de Su Iglesia, y Dios ha bendecido a todos los que escuchan y creen en este Evangelio de manera que nunca les falta nada y pueden ser felices en este mundo y en el Reino de los Cielos. Están bendecidos con la plenitud de Dios, porque les ha hecho pertenecer a Su Iglesia. Jesucristo es la Cabeza de los justos, y nosotros somos los miembros de Su cuerpo. Por tanto, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos el pueblo del Reino de Dios, y podemos vivir allí juntos para siempre. Por eso los miembros de nuestra Iglesia nos amamos.
Los miembros de la Iglesia en este mundo deben reunirse frecuentemente para su crecimiento espiritual. Para ello deben adorar a Dios y escuchar Su Palabra muy a menudo. Por eso, como miembros de la Iglesia de Dios, nos hemos unido juntos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en este mundo. Esto es posible solo porque hemos vivido en la Iglesia de Dios. Todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos miembros de la Iglesia de Dios, y solo nosotros podemos predicar la verdadera luz de salvación en este mundo lleno de pecados.
¿Por qué? Porque la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu se encuentra en sus corazones junto con el Espíritu Santo. Solo los que se han convertido en el pueblo de Dios a través de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden adorar a Dios de verdad y sus oraciones pueden mover a Dios. Cuando esta gente se reúne para adorar a Dios, el Espíritu de Dios obra en ellos.
Hay un principio elemental que todo santo en la Iglesia de Dios debe entender correctamente. Este principio se refiere al orden entre los miembros de la Iglesia de Dios, quien obra a través de Su Palabra. Esto no es solo cierto, sino que además es extremadamente importante que lo entiendan y se comporten sabiendo esto.
Dios ha levantado líderes entre los miembros de Su Iglesia, y les ha hecho predicar el Evangelio del agua y el Espíritu bajo su liderazgo. En otras palabras, Dios nos ha hecho predicar Su Evangelio bajo cierto orden en Su Iglesia. Por tanto, los que se han convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, deben seguir la instrucción de Jesucristo, la Cabeza de la Iglesia de Dios, y para hacerlo deben obrar bajo el liderazgo de los líderes de la Iglesia. Solo entonces pueden obedecer la voluntad de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu en sus vidas.
Para que esto ocurra debe haber un líder en la Iglesia de Dios que pueda guiar a la congregación por el buen camino. Este líder debe tener conocimiento espiritual y fe en la Palabra de Dios pura sin que esté mezclada con levadura. Esta fe no se consigue mediante la inteligencia, sino que se consigue mediante la ayuda del Espíritu Santo cuando recibimos la Palabra de Dios. Esta fe se le da al líder cuando entiende y cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y obedece la voluntad de Dios. Esto se debe a que ningún hombre puede gobernar sobre la Iglesia de Dios, sino que solo Dios puede gobernarla.
Hay muchos edificios de iglesias en este mundo. Pero solo unos pocos constituyen la Iglesia de Dios. Así que es absolutamente indispensable tener la habilidad de saber dónde está la Iglesia de Dios. Pueden saber dónde está la Iglesia de Dios solo cuando entienden la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra de Dios y la fe en este Evangelio. Solo entonces pueden darse cuenta de que diferencia a la Iglesia de Dios del resto de las iglesias mundanas.
Aunque las iglesias mundanas pueden parecer iguales que la Iglesia de Dios por fuera, en realidad son muy diferentes. La gran mayoría de las iglesias actuales son lugares donde se reúnen los que creen en semi-evangelios en vez de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por supuesto todo cristiano dice que su iglesia es la Iglesia de Dios. Sin embargo, cualquier pecadores que no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto no haya sido redimido de sus pecados, no puede convertirse en un miembro de la Iglesia de Dios. Si quieren ser miembros de la Iglesia de Dios en unidad, deben ser salvados primero de todos los pecados al creer en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu.
No hay ningún lugar en este mundo a parte de la Iglesia de Dios que predique el Evangelio del agua y el Espíritu. La mayoría de los cristianos están seguros de que pueden recibir la remisión de sus pecados al creer solo en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, aunque no crean en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Esta gente no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor cumplió a través de Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz, y sus reuniones no son la verdadera Iglesia donde obra el Espíritu de Dios.
Los miembros de la Iglesia de Dios son los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo ellos constituyen la verdadera Iglesia, cuya único propósito en la tierra es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. La Iglesia de Dios sigue el camino que marca el Espíritu Santo. Por tanto, si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, ya se han convertido en miembros de la Iglesia de Dios. Solo pueden ser santos si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces pueden ser miembros de la Iglesia. Su fe solo puede ser aprobada por Dios si da testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu tanto por el Antiguo como el Nuevo Testamento.
La Iglesia de Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu para llenar todo el mundo
Dios está predicando este verdadero Evangelio por todo el mundo a través de Su Iglesia. De hecho es Dios mismo quien obra para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Dios está ayudando a Su Iglesia porque sigue Su voluntad. Por el poder de Dios Su Iglesia está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Dios nos ha ayudado y nos ha bendecido hasta hoy para predicar Su Evangelio. Si Él no hubiese obrado en nosotros tan poderosamente, ¿podríamos haber predicado este Evangelio de salvación hasta ahora? No, es Dios quien ha predicado el Evangelio del agua y el Espíritu a través de Su Iglesia. Si no fuese por el Evangelio del agua y el Espíritu en el que creemos, ¿cómo podríamos haber sido salvado de todos los pecados del mundo y habernos convertido en hijos de Dios? De hecho, todas estas cosas fueron posibles porque el poder de Dios obra en nuestras vidas a través de Su Iglesia.
Todos los libros que hemos publicado contienen el Evangelio del agua y el Espíritu y hemos recibido cartas de gente de todo el mundo dando testimonio de que han recibido la completa remisión de los pecados, y de que sus corazones han sido transformados para estar sin pecado con tal solo leer un libro. Estamos muy agradecidos a Dios por estas maravillosas noticias. Después de todo, ¿cómo podríamos haber sido testigos de estas obras maravillosas si no fuese por el poder del Evangelio del agua y el Espíritu? Todo se debe al poder maravilloso de Dios gracias al que muchas almas de todo el mundo han recibido la remisión de los pecados para siempre y nos hemos podido convertir en obreros de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Efesios 1, 23 dice: «La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Efesios 1, 23). Gracias a Jesucristo, la Iglesia de Dios ha llenado el mundo entero de bendiciones del Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora todo el mundo puede recibir el don del Espíritu Santo al creer en este Evangelio auténtico. Si quieren convertirse en miembros de la Iglesia de Dios, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibir el don del Espíritu Santo. Cuando reciben la remisión de los pecados al creer en este verdadero Evangelio, se dan cuenta de que han recibido el Espíritu Santo como un don.
Como todos nuestros pecados han desaparecido al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, ahora tenemos el deber de predicar este verdadero Evangelio por todo el mundo. Como hemos dicho anteriormente, para ser un miembro de la Iglesia de Dios, debemos tener fe antes en el Evangelio del agua y el Espíritu. Así, la remisión de los pecados se recibe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y donde esta gente está reunida para predicar el verdadero Evangelio por todo el mundo, allí está la Iglesia.
Sin embargo, quien conozca al Evangelio del agua y el Espíritu solo con su cabeza y no crea en él de corazón no es un miembro de la Iglesia de Dios. Si esta gente está en la Iglesia de Dios, puede llegar a obstruir la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que Dios aborrece a los que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, y nunca obra con esta gete. Dios nos ha confiado esta preciosa obra. Como el Espíritu Santo vive en los corazones de solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, no podemos obrar en alguien que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Incluso los que no tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y entienden este Evangelio solo intelectualmente pueden cumplir la justicia de Dios un día. La verdadera fe también sale de esta gente si sigue escuchando la Palabra de Dios en Su Iglesia. Sin embargo, quien rechace el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final, se convertirá en un enemigo de Jesucristo y se levantará contra Él, para acabar ser llamado siervo del Diablo. Ningún enemigo de Jesucristo puede vivir en la Iglesia de Dios. Este es un principio muy importante, ya que demuestra que quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu no puede convertirse en miembro de la Iglesia de Dios. Por tanto, si hay alguien que todavía no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque esté en la Iglesia de Dios físicamente, esta persona debe someterse a la justicia de Jesucristo cuanto antes. Pero es muy difícil y cuesta mucho tiempo que una persona crea del todo en el Evangelio, así que debemos dejar su alma a manos de Dios y seguir dedicando todos nuestros esfuerzos a la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
Como la Iglesia de Dios es el cuerpo de Cristo y el Reino de Dios, todos los obreros de este Reino no pueden tener pecados en sus corazones. Solo entonces puede el Espíritu Santo obrar en los corazones de los siervos. Los que creen en la justicia de Jesucristo están sin pecado. Esta gente está sin pecado gracias a su fe, y solo ellos pueden ser obreros de la Iglesia de Dios. Dicho de otra manera, solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden tener la fe que Dios aprueba. Es absolutamente crucial que todos los obreros de la Iglesia de Dios distingan a las ovejas de las cabras y guíen a su rebaño con cuidado.
Dios siempre mantiene a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y obra a través de ellos. Sin embargo, el problema es que hay algunas personas en la Iglesia de Dios que piensan que, aunque alguien no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, puede hacer la obra de predicar el Evangelio. No debemos pensar en la obra de Dios como si fuera una obra humana. Dios obra solo con los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y se asegura de que todo el mundo tenga la misma fe. Estos resultados no pueden conseguirse a través de una persona que no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto Dios no obra con los que no creen.
La función institucional de la Iglesia de Dios es servir a la justicia de Jesucristo, Su Cabeza. Para que esta institución se haga más sana, sus miembros tienen que estar siempre unidos con la voluntad de Jesucristo y servirle como Cabeza de la Iglesia de Dios. Del mismo modo en que el Señor es santo para siempre, debemos mantener nuestros corazones santos si seguimos confiando en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos decidirnos a obedecer la voluntad de Dios, y debemos defender esta fe.
¿Por qué es esto tan necesario? Porque hay muchos cristianos que van por el mal camino en las iglesias del mundo que se levantan contra el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque todos digan creen en Jesús como su Salvador. Esta gente solo cree en la sangre derramada en la Cruz y no creen en Su bautismo, pero piensan erróneamente que son buenos cristianos. Hay muchas personas así en las comunidades cristianas de hoy en día.
Muchas iglesias y organizaciones cristianas de este mundo están dispuestas a llamar santo a cualquier persona que crea en Jesús como su Salvador. Para ser bíblicamente exactos, cualquiera que tenga pecados en su corazón no puede ser parte del pueblo de Dios. Es decir, los que no han sido librados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no son el pueblo de Dios. Esto se debe a que sus corazones siguen teniendo pecados, mientras que los santos son los que no tienen pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando estos creyentes se reúnen para predicar este Evangelio, esa reunión es la Iglesia de Dios. Sin embargo, si esta reunión puede ser obstruida por los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y si hay uno de ellos en esta reunión, ya no puede funcionar como Iglesia de Dios.
La Iglesia de Dios es el lugar donde la gente santa se reúne con Jesucristo como su Cabeza. Por tanto, los que creen en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz como su salvación, se han convertido en el pueblo de Dios. Por el contrario, los que creen solamente en la sangre derramada en la Cruz sin creer en Su bautismo como salvación, no pueden convertirse en miembros del cuerpo de Jesucristo o en Su pueblo. Esta gente solo puede ser descrita como cristianos mundanos o cristianos pecadores. Si creen solamente en la sangre de Jesús como la salvación de sus pecados, entonces no puede ser librados de sus pecados ni convertirse en parte del pueblo de Dios. Con este tipo de fe no podrán deshacerse de los pecados de sus corazones, y el hecho de que haya pecado en sus corazones demuestra que no son santos. Quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu es un pecador con un corazón lleno de pecados. Si una persona tiene pecados, no puede ser hija de Dios.
Solo porque los cristianos de hoy en día digan creer en Jesús como su Salvador y confíen en Su nombre, dando palmas y orando fervientemente, no significa que sean aprobados como miembros de la Iglesia de Dios. Este tipo de fe prevalece entre las religiones no cristianas que hay en el mundo. Como Dios es santo, no quiere ser glorificado por un pecador. Aunque Dios puede dar Su gracia a los pecadores, no puede recibir gloria de esta gente.
El error de los evangélicos de hoy en día
Aunque hay muchos evangélicos en las comunidades cristianas de todo el mundo, lo que están haciendo no puede llamarse la obra de Dios. Esto se debe a que no confiesan su fe diciendo que el Evangelio del agua y el Espíritu es el único Evangelio de verdad. Dios ha edificado Su Iglesia sobre esta confesión de fe. Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia de Dios. La voluntad de Jesucristo es que todo el mundo sea salvado de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y al unirse a la Iglesia de Dios para predicar este Evangelio auténtico a otras personas. Del mismo modo en que Dios encargó Su obra solo a Noé y a su familia entre toda la gente de su generación, Él nos ha confiado Su obra solamente a los que creemos que el Evangelio del agua y el Espíritu.
A pesar de esto, desafortunadamente muchos cristianos que no tienen esta fe siguen alardeando de sus propias iglesias, y afirman que la suya es la mejor iglesia del mundo. En vez de confesar que solo el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio, dicen que la fe en la sangre derramada en la Cruz es la única fe cristiana. Algunos de estos cristianos parecen muy piadosos cuando sirven al Señor. Pero, ¿le están sirviendo de verdad? En realidad están intentando satisfacer sus deseos carnales cuando predican el Evangelio de la sangre derramada en la Cruz. Por el contrario los miembros de la Iglesia de Dios creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, confiesan que este Evangelio es el único verdadero Evangelio para la remisión de los pecados, defienden esta fe y sirven solo a este Evangelio como obreros de Dios.
Creemos en la Verdad de que Jesucristo, la Cabeza de la Iglesia de Dios, fue bautizado por Juan el Bautista, crucificado hasta morir, y resucitado de entre los muertos para salvarnos de todos nuestros pecados. También creemos que el Señor nos ha convertido en obreros de Dios a los que creemos en esta Verdad. Por tanto solo los que han borrado sus pecados en Cristo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden convertirse en gente santa. Como obedecemos la voluntad de Dios, sabemos y creemos que solamente el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio de Dios y todo lo demás es un evangelio falso. Por eso debemos dar testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Verdad revelada en las Escrituras. Desde la Palabra de Dios, todo el mundo debe darse cuenta del Evangelio del agua y el Espíritu, y todo el mundo debe darse cuenta de que este Evangelio es la Verdad. Pero hay muchas personas en este mundo que piensan, en contra de la voluntad de Dios, que el Evangelio del agua y el Espíritu y todos los demás evangelios son ciertos. Esta fe es errónea. Por tanto es absolutamente indispensable que testificasen la Verdad de salvación de la Palabra de Dios para demostrar claramente a todo el mundo que solo hay un verdadero Evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu.
Lo que quiero decir aquí es que los únicos que pueden resolver el problema de los pecados son los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los demás son siervos falsos. Quien no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu se levanta contra él. Hoy en día, muchos cristianos que no creen en este Evangelio original y verdadero están intentando satisfacer sus deseos carnales. Están dedicando todos sus esfuerzos a construir iglesias, a elevar su estatus, o exaltar su propia justicia. Por el contrario, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu como el único Evangelio verdadero están haciendo la obra de Dios unidos a Su Iglesia, y deseando cumplir solamente la voluntad de Dios. Esta gente que se ha convertido en verdaderos siervos de Dios solo exalta Su justicia, cree que el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio, y glorifican a Dios únicamente. Estos verdaderos siervos de Dios quieren servirle para siempre junto con el Evangelio del agua y el Espíritu que revela la justicia de Dios. Los que creen en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu como su salvación no intentan revelar su propia justicia humana.
¿Qué significa creer en la justicia de Dios?
¿Qué es la justicia de Dios? Significa que, para salvarnos a todos de los pecados del mundo, Jesús fue bautizado en Su cuerpo, derramó Su sangre en la Cruz, se levantó de entre los muertos, y así se ha convertido en nuestro Salvador. Así es como el Señor nos ha salvado para siempre a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Quien cree en este Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio el Señor, se libra de todos sus pecados.
La justicia de Dios se revela en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, la justicia de Dios es el hecho de que Jesucristo ha borrado todos nuestros pecados para siempre al venir al mundo, ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz, y levantarse de entre los muertos. Del mismo modo que Juan 3, 16 dice: «Porque amó Dios tanto al mundo», Dios nos amó tanto que vino al mundo encarnado en un hombre, fue bautizado por Juan el Bautista, derramó Su sangre en la Cruz, y así ha borrado todos nuestros pecados y nos ha librado de la destrucción. Al creer en esta justicia de Dios, hemos sido redimidos de todos nuestros pecados y nos hemos convertido en hijos de Dios. De esta manera, al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que constituye la justicia de Dios, nos hemos vestido con la justicia de Dios. Dios Padre amó tanto al mundo que entregó a Su único hijos, y Él ha borrado todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz, y así estamos sin pecado por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Ahora, quien crea en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y la siga, es alguien que cree en la justicia de Dios y la sigue. Como los justos se reúnen en la Iglesia de Dios, este es el cuerpo de Jesucristo. Es muy importante que se den cuenta de que la Iglesia de Dios es el cuerpo de Jesucristo, y que si quieren ser miembros de este cuerpo de Cristo, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor dijo en el Evangelio según Juan que es la puerta de la salvación. Esto significa que, del mismo modo en que no podemos entrar a una casa si no es por la puerta, no podemos ser salvados de nuestros pecados si no tenemos fe en la justicia de Jesucristo, y por lo tanto todos debemos creer en esta justicia del Señor. Solo entonces podemos alcanzar el destino que Dios quiere que alcancemos. Con el Evangelio del agua y el Espíritu el Señor nos ha enseñado cuál es el camino hacia nuestra verdadera salvación. Nos ha dicho que entrásemos en esta salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu que Él ha cumplido personalmente por nosotros.
Desafortunadamente, a pesar de esto, hay muchas personas en el mundo que intentan alcanzar su salvación a través de sus buenas obras sin entender ni creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero para que los cristianos de hoy en día sean librados de sus pecados, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Está escrito en Hechos de los Apóstoles 4, 12: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». Solo hay una manera de poder ser salvados de los pecados que cometemos, y esta manera es creer en el verdadero Evangelio cumplido por Jesucristo. Este es el camino hacia el Reino de los Cielos, que se alcanza al creer en la obra de salvación que Jesús ha cumplido al cargar con todos los pecados del mundo a través de Su bautismo y al derramar Su sangre en la Cruz en nuestro lugar. No podemos ser salvados de nuestros pecados ni entrar en el Cielo a través de ninguna otra fe.
Sin embargo, el problema es que muchos cristianos de hoy en día creen en Jesús como su Salvador sin creer en Su justicia. Como cualquier otra gente religiosa de este mundo, la mayoría de los cristianos en esta era piensan que tienen que vivir una vida éticamente correcta. Hablando espiritualmente, estas creencias son completamente erróneas. Aunque hay muchos cristianos actuales que confiesan creer en Jesús como su Salvador, muy pocos creen que solo se puede nacer de nuevo al creer en la justicia de Jesucristo. Pero Jesús nos enseñó que el Reino de los cielos se entregará a los que creen en Su justicia diciendo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino» (Lucas 12, 32).
Cuando decimos que creemos en la justicia de Jesucristo como la puerta de nuestra salvación, significa que creemos en Su obra justa de salvación como nuestra salvación, desde Su encarnación, Su bautismo, hasta Su derramamiento de sangre, Su muerte en la Cruz y Su reencarnación. Por tanto la Biblia declara: «Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida» (Romanos 5, 18).
La puerta de salvación por la que todos debemos entrar por fe no requiere nuestras buenas obras, ya que solo está hecha de la justicia de Dios. Para entrar por esta puerta de salvación, debemos admitir honestamente todos nuestros pecados sucios, y después debemos aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones. Dado que esta es la única manera de alcanzar nuestra salvación, ¿cómo podemos ser salvados si rechazamos la justicia de Dios? Así que les pido que entren por la puerta de salvación al creer en la justicia de Jesucristo, que resuelvan todos los problemas y preocupaciones de sus pecados, y se transformen con gozo. En el momento que se den cuenta del misterio del Evangelio del agua y el Espíritu, experimentarán el poder de la justicia de Jesucristo.
El cristianismo ha estado yendo de mal en peor y está corrupto porque sus líderes no pueden darse cuenta del misterio del agua y el Espíritu. Por tanto han estado pidiendo a sus seguidores que realicen virtudes humanas y demuestren piedad religiosa, al tiempo en que les enseñan a vivir una vida éticamente correcta. Si pudiésemos alcanzar el Reino de los Cielos con tan solo vivir virtuosamente y haciendo buenas obras, no necesitaríamos creer en la justicia de Jesús. Si creyésemos en Jesús como en una religión, la fe cristiana no sería diferente a las demás religiones del mundo. Las religiones del mundo piden virtudes a sus seguidores; si nuestra fe en Jesús se basase en buenas obras, ¿sería nuestra fe diferente a cualquier otra fe religiosa?
Lo que distingue nuestra fe de las demás religiones del mundo es que, gracias al bautismo de Jesucristo y Su valiosa sangre derramada en la Cruz, todos nuestros pecados han sido borrados para siempre y ahora nuestros corazones están tan blancos como la nieve. Por tanto ahora podemos presentarnos ante Dios con confianza al confiar en Su justicia. Pero, para estar en la presencia de Dios con confianza, primero debemos recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu sin falta.
La justicia de Jesús es la puerta de la salvación de toda la humanidad
Jesús dijo en Juan 10, 9: «Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos». También dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). Quien se niega a entrar por la puerta de salvación que el Señor ha hecho con el Evangelio del agua y el Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista para cargar con todos nuestros pecados y la sangre que derramó en la Cruz en nuestro lugar constituyen la Verdad de salvación que no se puede encontrar en ningún otro lugar del mundo. Sin el bautismo de Jesucristo, Su sangre derramada en la Cruz, y Su resurrección, ninguna doctrina puede salvar a nadie de los pecados del mundo. Aunque crean en Jesús como su Salvador, si no entienden el Evangelio del agua y el Espíritu y creen en él, la Verdad de la salvación, no podrán pasar por la puerta de la salvación. Esto se debe a que no podrán ser salvados de todos sus pecados si no creen en el verdadero Evangelio. En el Antiguo Testamento, la puerta del patio del Tabernáculo estaba hecha de hilo fino entrelazado de color azul, púrpura y escarlata, que simbolizaba el Evangelio del agua y el Espíritu. En esta era no podemos pasar por la puerta de la salvación si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Par entrar por la puerta de salvación que el Señor ha hecho por nosotros, es absolutamente imperativo creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando Simón Pedro conoció al Señor en el Mar de Galilea antes de nacer de nuevo, finalmente descubrió que era un pecador a los ojos de Dios, confesando: «Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador» (Lucas 5, 8). Como Pedro, cuando nos damos cuenta de que estamos destinados a ser destruidos por nuestros pecados, debemos creer sin falta en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando no nos examinamos ante la justicia de Dios y nos comparamos con la gente de alrededor, no reconocemos nuestra naturaleza pecadora y decimos ser mejores que cualquier otra persona, pero cuando reflexionamos de verdad ante la Ley de Dios, podemos ver lo insinceros, malvado y sucios que somos. Entonces descubrimos el amor de Dios por el cual Jesús nos ha salvado de nuestros pecados. A través de este amor de Dios todos debemos descubrir Su justicia y creer en ella. Por eso Jesucristo dijo que es la puerta de la salvación.
Cuando reflexionamos sobre los mandamientos de Dios y nos damos cuenta de que somos pecadores sucios y malvados, no podemos evitar admitir y aceptar la supremacía de la justicia de Dios. Si no tuviésemos la justicia de Dios por fe, entonces no podríamos haber disfrutado de la paz o la satisfacción en nuestros corazones por muy ricos, poderosos o famosos que fuésemos. Aunque en los tiempos del Antiguo Testamente se podía saltar por encima de la puerta de la vaya del Tabernáculo, los sacerdotes de Dios hubieras echado a cualquier persona que hubiese hecho eso. A no ser que crean en la Verdad de salvación simbolizada en el azul, púrpura y escarlata, no pueden descubrir la puerta de la salvación ni conocer al Dios santo.
Para los que todavía no han solucionado el problema de sus pecados, sus corazones viven en un infierno. La puerta del Tabernáculo del Antiguo Testamente estaba hecha de hilo fino entrelazado de color azul, púrpura y escarlata, y esto se manifiesta en el Evangelio del agua y el Espíritu en la era del Nuevo Testamento. Si no hubiésemos conocido la importancia del bautismo de Jesús que borró nuestros pecados, y solo hubiésemos creído en la sangre derramada en la Cruz, como hacen muchos cristianos hoy en día, habría sido imposible librarnos de nuestros pecados. La vaya del patio del Tabernáculo separaba lo que era santo de lo que era sucio, y para entrar en el Tabernáculo, todo el mundo tenía que entrar por la puerta por fe. Aunque la suciedad era tolerada fuera de la vaya del Tabernáculo, solo los que se han hecho santos al creer en la Verdad de que Jesús ha borrado nuestros pecados con Su bautismo y Su sangre pueden entrar dentro de la vaya.
A través de la Verdad de salvación manifestada en el hilo entrelazado de color azul, púrpura y escarlata, Dios nos ha revelado la salvación real para que entremos en Su justicia. Por tanto deben creer en Jesús, quien cumplió la justicia de Dios como su Salvador. El bautismo que Jesucristo recibió de Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados y la crucifixión que sufrió en nuestro lugar, nos demuestra claramente que pagó la condena por nuestros pecados perfectamente. Al vivir en la justicia de Dios podemos vivir en la ciudad santa de Dios sin culpa ni vergüenza.
En la Biblia vemos que el Apóstol Pablo está confesando que era el mayor de los pecadores. Pablo estaba hablando de su pasado, recordando cómo había perseguido a los cristianos cuando no conocía a Jesucristo como su Salvador. Pero también dijo que un pecador como él se había convertido en obrero de Dios. El Apóstol Pablo encontró la gracia de salvación de Dios al creer en la justicia de Jesucristo.
Un pecador sucio que estaba fuera del Tabernáculo tenía que darse cuenta de que había sido salvado de sus pecados al creer en la gracia de salvación constituida por el hilo fino entrelazado de color azul, púrpura y escarlata que había en la puerta del patio del Tabernáculo. Hoy en día, como Pablo, todo el mundo se ha librado de sus pecados si descubre la justicia de Jesucristo cumplida a través de Su bautismo y crucifixión. Si siguen intentado limpiar sus pecados con su fe legalista y sus buenas obras, están fuera de la puerta de salvación y no han entrado por ella todavía, y por tanto no son diferentes de los practicantes de la religión de este mundo. Aunque hayan creído en Jesús como su Salvador todo este tiempo, si todos sus pecados no han desaparecido de sus corazones, no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios.
¿Qué deidad en este mundo pudo ser bautizada para cargar con todos nuestros pecados y borrarlos en nuestro lugar? Solo Jesucristo, Dios mismo, pudo ser bautizado como nuestro Salvador y morir en la Cruz. Y se levantó de entre los muertos. Por eso todos nuestros pecados pudieron ser borrados y pudimos revestirnos de la santidad de Dios, al creer en el poder del bautismo de Jesús y Su sangre valiosa. El Señor nos dijo que quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu es un ladrón. Por muy virtuosos y leales que parezcamos por fuera, si no hemos borrado nuestros pecados al creer en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, somos ladrones y no tenemos nada que ver con el Señor.
Cuando los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se reúnen en este mundo, constituyen la Iglesia de Dios. Allí encontrarán a los siervos y santos de Dios que creen en esta Verdad de salvación. Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios y creemos que la justicia de Dios está revelada en este Evangelio. Por eso podemos alardear de la justicia de Dios y de todas las bendiciones que nos ha dado, porque creemos en la justicia de Dios. Por eso a través de Su Iglesia Dios está haciendo que todo el mundo reciba las bendiciones de la verdadera salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. Así que les pido que entiendan la justicia de Dios predicada por el Evangelio del agua y el Espíritu a través de Su Iglesia y que crean en ella.
Todo el que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu entrará en el Reino de los Cielos
Está escrito en Efesios 1, 9-10: «Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra».
La dispensación se refiere al gran plan de Dios que hizo por nosotros en Cristo. En otras palabras, esto significa que Dios Padre planeó hacernos a nosotros, los que éramos seres humanos inútiles, Sus propios hijos en Jesucristo. ¡Qué maravilloso y justo plan de Dios! El plan de Dios Padre que se encuentra en la justicia de Jesucristo está revelado en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto demuestra claramente que Dios hizo este plan para darnos la remisión de los pecados y transformarnos en Sus hijos e hijas.
Básicamente no somos más que meras criaturas ante Dios. Pero para hacernos hijos Suyos, Dios ha hecho posible que alcancemos nuestra verdadera salvación al creer en la justicia de Jesucristo. En Su plan Dios nos ha hecho vivir en Su Iglesia al servir el Evangelio de Su justicia. Así que no podemos parar de alabar a Dios Padre y a Su Hijo Jesucristo con gratitud.
Dios Padre nos ha bendecido para disfrutar para siempre del esplendor y la gloria en el Reino de los Cielos junto con Jesucristo. Es solo cuestión de tiempo que le demos gracias a Dios Padre por conseguir esta obra maravillosa en Jesucristo, nuestro Salvador. Jesucristo, el Hijo de Dios, ha cumplido personalmente el Evangelio del agua y el Espíritu, y solo los que creen en este Evangelio pueden alcanzar su verdadera salvación porque Dios se lo ha permitido. Todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en esta era recibirán la verdadera remisión de los pecados y la vida eterna de Dios.
La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu no fue creada por el hombre, porque es la Verdad de salvación cumplida por Dios Padre y Jesucristo. Por eso todos nosotros debemos creer en este Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos dio y alabar Su justicia con esta fe. En Jesucristo, debemos descubrir la obra justa que Dios ha hecho por nosotros, creer en ella, y alabarle por esta maravillosa obra de salvación.
Como nuestros corazones se han hecho justos, por gratitud escribimos canciones e himnos que alaban a Dios, y cantamos sobre Su amor y esta salvación, así como la gloria que nos ha dado. Cuando tengo tiempo libre tarareo una canción o un himno que alaba a Dios. Aunque este mundo está lleno de canciones sobre amor romántico u otros sentimientos humanos, la mejor canción de todas es la que alaba a Dios por la justicia que nos ha dado. Dios no solo nos creó, sino que nos ha salvado de todos los pecados del mundo, y la manera de darle las gracias por estas maravillosas bendiciones es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y alabar a Dios por él.
La razón por la que debemos alabar a Dios se encuentra en el Evangelio del agua y el Espíritu que está en Jesucristo. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de Verdad a través del que Dios nos ha salvado de todos nuestros pecados; estos himnos que alaban a este verdadero Evangelio nunca nos cansan, sino que nos hacen estar más agradecidos por el amor de Dios. Así que estamos obligados a darle las gracias a Dios y alabarle desde lo más profundo de nuestros corazones.
Al haber planeado nuestra salvación en Jesucristo antes de la fundación del mundo para salvarnos a través del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha salvado; y esta bendición y salvación es tan maravillosa que no podemos parar de darle gracias a Dios. Estamos muy sorprendidos por lo que Dios ha hecho por nosotros, y estamos agradecidos por esta gracia. ¿Por qué hay tanta gente que se niega a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha salvado de los pecados del mundo? ¿Por qué hay tantos cristianos que siguen sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y siguen dando vueltas perdidos en sus pecados?
¿Cómo podría cualquier ser humano, una criatura, convertirse en hijo de Dios? ¿Cómo podríamos nosotros, como meras criaturas, ser adoptados por Dios como hijos e hijas? Esto es posible solo si creemos en la Verdad de que el bautismo que Jesucristo recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz constituyen nuestra salvación. ¿Cómo nos ha hecho Dios hijos e hijas Suyos? Dios lo ha conseguido a través de la obra del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, solo a través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos convertirnos en hijos e hijas de Dios. ¿No es esto maravilloso? ¿Cómo podríamos expresar con palabras lo maravillosa que es esta gracia? ¿Cómo podríamos estar suficientemente agradecidos a Dios por Sus bendiciones? Aún así hacemos lo mejor que podemos para expresar nuestra gratitud a través de canciones e himnos que alaban a Dios por Su maravillosa gracia.
Todos los que conocemos el misterio de la Iglesia de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu nos hemos revestido de la gloria de Dios, y por eso no podemos dejar de darle gracias. Ahora que conocemos a Jesucristo correctamente, la Cabeza de la Iglesia de Dios, estamos obligados a predicar por todo el mundo en obediencia a Su voluntad que el Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio.
Mis queridos hermanos, como hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos viviendo nuestras vidas con gratitud hacia Dios por hacernos miembros de Su Iglesia. Esto se debe a que la vida de fe que vivimos confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu es lo que nos da bendiciones enormes de Dios. Ante el plan de Dios, no podemos evitar creer en él según Su dispensación, darle gracias y alabar Su justicia. Aunque su ego a veces se ve dañado, sigan alabando a Dios para siempre, porque creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y siguen la justicia de Dios. Dios ha cumplido Su plan de salvación por nosotros a través del bautismo de Jesucristo, Su sangre y muerte en la Cruz, y Su resurrección, y por tanto quien cree en esta Verdad ha sido hecho perfecto. Aunque no podemos alabar a Dios lo suficiente por Su gracia, y aunque nuestra carne sea débil, debemos servir a la justicia del Señor de todas maneras posibles, aunque sea solamente con nuestros cuerpos. Todos nosotros debemos vivir confiando en Dios y dándole gracias siempre por la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu.
Ahora estamos dando testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu en muchos idiomas diferentes. Estamos llevando a cabo este ministerio literario por fe, dándonos cuenta de que esta es la llamada justa de Dios. La gente de todo el mundo que no conocía la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu está encontrando este Evangelio de Verdad por primera vez a través de nuestros libros, y están enviando cartas para decirnos lo agradecidos que le están a Dios. Estos lectores están diciendo que la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu es tan cierto que quieren trabajar para esta Verdad durante el resto de sus vidas. Estas obras tan maravillosas han tenido lugar porque Dios ha completado la obra de salvación. Entonces es correcto que todo el mundo que crea en el Evangelio del agua y el Espíritu sirva a la justicia de Dios por fe. Todos nosotros debemos confiar en Dios y participar en esta obra del Evangelio para servir a la justicia de Dios en nuestras vidas.
El Evangelio del agua y el Espíritu predicado por nosotros no es simplemente una enseñanza del mundo más. Este Evangelio del agua y el Espíritu es el único Evangelio que contiene la justicia de Dios. Un único libro nuestro puede librar a una persona de sus pecados. Creo de todo corazón que todo el mundo conocerá pronto la justicia de Dios.
Sin embargo muchos cristianos de hoy en día piensan que pueden ser salvados aunque no conozcan la justicia de Dios, siempre que se crea en Jesús de alguna manera. Así que todos afirman ser salvados de sus pecados, pero la realidad es que están atados por sus pecados. En realidad no están obedeciendo la voluntad de Dios. Por el contrario, los que han sido salvados por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu han recibido la remisión de los pecados para transformar sus corazones completamente.
Dios quiere revelar Su verdadera salvación a los que son sinceros ante Su Palabra. Dios nos está diciendo que si decimos creer en Su Palabra, debemos creer de todo corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios repudia a todo el que dice que hay más de un verdadero Evangelio, y que todos los evangelios son igual de correctos. Si intentan tenerlo todo y decir que el Evangelio del agua y el Espíritu y el evangelio que afirma que solamente la sangre en la Cruz es correcto, esto solo puede significar que no creen en la Palabra de Dios y que están desobedeciendo Su justicia.
Efesios 1, 23 dice que la Iglesia es «Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo». ¿Quién lo llena todo en todo? Jesucristo nuestro Creador llena todo el mundo con salvación, bendiciones y gloria. ¿Con qué nos llena Dios? Nos llena con Su justicia que se encuentra en Su Evangelio del agua y el Espíritu. Como creemos en las bendiciones de salvación que han venido por el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha llenado con las bendiciones espirituales de Su Reino.
La Biblia dice que Dios lo llena todo en todo, lo que significa que hay alguien que hace algo para llenarlo todo en este mundo. ¿A través de quién llena Jesús todo en todo? ¿Acaso Dios no lleva a cabo Su obra a través de nosotros, los miembros de Su Iglesia? Si no se dan cuenta de esto mientras viven en la Iglesia de Dios, deben darse cuenta ahora de que son santos redimidos y miembros de la Iglesia de Dios. Debemos dar gracias a Dios con fe. Si no se dan cuenta de que Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia y que ustedes son miembros de Su cuerpo, Dios no obrará a través de ustedes. Todos nosotros debemos entender que nos hemos convertido en hijos de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cada parte de sus cuerpos, desde el pelo hasta los dedos de sus pies, es una parte importante. Cada pelo de su cuerpo es una parte valiosa porque constituye su cuerpo. Cuando la parte más mínima de su cuerpo enferma, todo su cuerpo sufre como resultado. De la misma manera, si un miembro de la Iglesia de Dios se pierde y su fe en Jesucristo, la Cabeza de la Iglesia, se corrompe, todo el cuerpo de Cristo sufrirá. Por eso todos debemos unir nuestras fuerzas para defender nuestra fe en la Verdad.
Como nos hemos convertido en miembros de la Iglesia de Dios al creer en Su justicia, todos nosotros debemos creer que somos una familia. Debemos darle las gracias a Dios confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu. Creer en este Evangelio de verdad es absolutamente indispensable recibir las bendiciones de Dios. Para que crezcamos espiritualmente los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, lo primero que debemos hacer es reconocer y creer que nos hemos convertido en un solo cuerpo en Jesucristo, y que Jesucristo es nuestra Cabeza.
Por eso debemos estar llenos de Él, quien lo llena todo en todo. A través de nosotros Dios predica Su valioso Evangelio para entregarnos Su amor y bendiciones por todo el mundo, y Él nos ha confiado esta obra importante a nosotros. Nos hemos convertido en la Iglesia de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios. Por eso los que creen en este Evangelio original deben dar gracias a Dios por Su maravillosa bendición. De hecho, gracias a la obra poderosa de Dios hemos llegado a tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por esta fe vivimos con las bendiciones de Dios.
El Evangelio del agua y el Espíritu se predica efectivamente solo cuando nos unimos a la Iglesia de Dios. Deben darse cuenta de que esto no se consigue solo con los esfuerzos humanos, sino que se consigue solo cuando todos los miembros de la Iglesia obedecen los mandamientos de Jesucristo, la Cabeza, porque solo entonces se cumple la voluntad de Cristo.
El Evangelio del agua y el Espíritu se predica más eficientemente cuando nos unimos con la Iglesia de Dios. Deberían darse cuenta de que esto no se consigue mediante los esfuerzos humanos, sino que se consigue solo cuando todos los miembros de la Iglesia obedecen los mandamientos de Jesucristo, la Cabeza, porque solo entonces se cumple la voluntad de Cristo. Todos debemos darnos cuenta de a qué iglesia pertenecemos, y de que somos valiosos a los ojos de Dios.
Hay algunas personas que, después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, todavía no entienden que la Iglesia tiene la justicia de Dios, y piensan que todas las iglesias son iguales. Esta gente esta equivocada aunque haya recibido la remisión de los pecados, porque no saben si pertenece a la Iglesia de Dios o a la sinagoga de Satanás. Mientras no sepan dónde está su lugar, vivirán sin alimento espiritual. A través de la justicia de Dios, todos nosotros debemos saber lo que debe saberse; a través del Evangelio del agua y el Espíritu todos debemos creer lo que debe creerse; y a través del plan de Dios Padre, todos debemos reconocer lo que debe ser reconocido como algo bello y valioso. Como sabemos y creemos que nuestro estatus ha cambiado por nuestra fe en la justicia de Dios, debemos servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos sido transformados completamente de nuestro pasado, porque ya no somos pecadores, sino que somos gente justa que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso es muy importante que nos examinemos a nosotros mismos todos los días para ver si estamos firmes en la fe, verificar nuestra salvación, reconocer cuál es nuestro sitio, tener fe en nuestro estatus nuevo de hijos de Dios, y hacerlo todo teniendo esto en cuenta.
La Iglesia de Dios es el lugar más bendito y es el almacén de las bendiciones. La Iglesia de Dios es la casa del tesoro que contiene todas las bendiciones. A través de Su Iglesia Dios les está dando Sus bendiciones de salvación, a sus familias, y a todo el mundo. Dios envió a Jesucristo para hacernos miembros de Su Iglesia a los que vivimos en este mundo. Al venir a este mundo, Jesús nos ha salvado de todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado y al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz.
Pero, ¿qué nos hubiese ocurrido si Jesús nos hubiese abandonado después de salvarnos? Que habríamos ido por el mal camino. Por eso, porque Dios nos conoce demasiado bien, nos hizo miembros de Su Iglesia y nos puso aquí. Dios nos ha dado este precioso Evangelio del agua y el Espíritu y nos ha salvado de todos nuestros pecados para que seamos miembros de Su cuerpo.
¡Qué maravillosa bendición! Le doy gracias a Dios por salvarnos de todos nuestros pecados y por llamarnos para ser miembros de Su Iglesia.